Ensayo Sobre La Crisis en El Perú

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Bernel Fabrizio López Farfán

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¿Cómo salir de la actual crisis en el


Perú?
1. Introducción.
Una de las preguntas más populares y arquetípicas que surge en la memoria de los
peruanos cuando hacemos el ejercicio de abstraernos y analizar nuestra realidad
nacional es la clásica cuestionante de ¿En qué momento se jodió el Perú? Y tal duda
puede fungir de combustible suficiente para mantener potente y continua una discusión
de sobremesa por horas. Inmediatamente se hablan de los grandes males de nuestra
nación, o por lo menos, de lo que le han enseñado al pueblo que son las causas de que
haya tanto pobre en un país rico.

De tal modo, cada uno puede tener una versión más o menos parecida sobre el
diagnóstico de nuestra nación, encontrando mayores similitudes entre los miembros de
los mismos grupos sociales. Sin embargo, la mayor divergencia se haya en las
soluciones que propone cada uno de los extremos. Lo cierto es que no todos los
peruanos queremos lo mismo, pero somos todos parte del mismo grupo, por lo que la
encomiable tarea de generar unificación entre estos distintos sectores no debe ser
ignorada por mucho tiempo más, ya que ningún otro esfuerzo hará realmente un cambio
si sólo ha sido pensado, escuchado y promovido desde una parte de la sociedad sin
parlamentar con las demás.

A razón de ello es que se desarrolla el presente trabajo, en el cual nos proponemos


identificar posibles salidas a la actual crisis que se vive en el Perú. Para lo cual,
analizaremos la naturaleza de los factores internos y externos que producen esta
situación negativa generalizada en toda la población. Así mismo, se evaluará de cierto
modo la metodología que ha tenido el gobierno para afrontar estas problemáticas,
pretendiendo discernir si realmente nos están acercando a una solución, o si por el
contrario, nos están alejando más del desarrollo y de nosotros mismos.
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2. Desarrollo.

2.1. ¿De dónde viene la crisis en el Perú?


La Crisis en el Perú parece ser endémica, tal como una enfermedad se ha esparcido con
ferocidad aprovechando las debilidades de nuestra sociedad y se ha aferrado con
firmeza sobre nuestra nación. Lo cierto es que estamos en un contexto de crisis y la
mayoría de países vecinos están atravesando las mismas vicisitudes que nosotros, sin
embargo, definitivamente existen componentes internos que influyen en gran medida en
la convergencia de todos estos problemas sociales que no nos permiten identificar un
horizonte hacia el cual avanzar y deja en zozobra al peruano de a pie ante todo el
aparato estatal y gubernamental.

En ese sentido, siendo que el objetivo del presente trabajo consiste en identificar salidas
viables a esta crisis, es oportuno en primer lugar identificar qué factores internos e
internos coligen en la ecuación, para efectos de determinar qué políticas o medidas
internas y externas se pueden aplicar para solventar un desarrollo sostenible y mejorar el
estado de bienestar en el que toda sociedad desea colocar a sus ciudadanos.

De este modo, utilizaremos como primer ejemplo una de las situaciones que más puso
en jaque al Perú, afectando desde un plano pragmático en la ejecución de obras
estatales, así como en un plano ideológico, mellando gravemente la imagen de las
entidades públicas y mermando la poca confianza en la clase política que existía a duras
penas en el Perú. Definitivamente estamos hablando del caso Odebrecht, uno de los
escándalos de corrupción más grandes del siglo en Latinoamérica y uno de los grandes
hitos que marcaron un antes y un después en la realidad nacional.

Este es de forma ineludible el caso más sonado sobre corrupción en la política, que gira
alrededor de la compañía brasileña, la cual reconoció que entre 2005 y 2014, sobornó a
funcionarios y políticos peruanos para facilitar sus negocios en el país con veinte y
nueve millones de soles. Es por ello que los políticos acusados abarcan los Congresista,
Ministros de Estado y ex Presidentes de la República. Lo mencionado hace que las
obras públicas que se están ejecutando guarden una relación con el dinero aportado a
estos políticos, generando que la construcción de dichas obras este paralizada al tener
estas observaciones.
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Al respecto, se acopiamos la investigación realizada por Marín Bardales, Correa Rojas y


Sotomayor Nunura sobre la relación entre la crisis política y la ejecución de obras
públicas, en donde mencionan que: “En lo referente a la crisis política, son los hechos
ilícitos de corrupción de funcionarios encargados gerencias proyectos de infraestructura.
Se observa que el 51% de obras adjudicada al denominado “Club de la construcción”
eran asignado por el pago de sobornos a funcionarios y políticos, los cual dirigían los
concursos de licitación hacia sus empresas. La investigación Valdivia Acuña, (2019)
menciona que el Perú se encuentra ubicado en N° 105 de un total de 180 países
evaluados en el ranking de Índice de Percepción de la Corrupción del año 2018
elaborado por Transparencia Internacional. Lo cual indicada que el Perú va creciendo
sus indicadores de corrupción, degradando los procesos en la administración pública.”
(Marín Bardales, Correa Rojas, & Sotomayor Nunura, 2020)

A tenor de ello, nadie puede poner en tela de juicio la posición de la corrupción como
uno de los clavos que retienen al Perú en el subdesarrollo y el caos constante, en otras
palabras, en crisis. Sin embargo, como podemos apreciar, en estos casos de corrupción
confluyen factores internos y además factores externos, de cierto modo podría afirmarse
que ambos extremos son simbióticos, es decir, uno no funcionaría sin el otro. El
funcionario requiere de la intervención de un extraneus que compre su favor de forma
directa o indirecta, como mejor quieran disimular la coima, para que este se interese
indebidamente en un asunto como lo sería una contratación con el Estado y en perjuicio
de toda una nación, consienta, facilite o genere un actuar beligerante y negligente a la
hora de hacer obras públicas o gestionar cualquier proyecto gubernamental.

Sin embargo, nuestra labor sería analizar las circunstancias y averiguar si es posible
afirmar cuál de los factores fue más determinante, si es que reside en la ambición y la
pobre cultura ética y de valores de nuestros funcionarios públicos o, por otro lado, en
los grandes intereses empresariales que no dudan en invertir ridículas cantidades de
dinero en comprar favores políticos, en vez de invertir en sus productos o servicios para
elevar la calidad de los mismos y realmente ganarse un lugar en el mercado a base de
esfuerzo y dedicación.

De este modo, ahondando más en el asunto, podemos evaluar este contexto de la


siguiente forma. ¿Existe este tipo de corrupción solo a este nivel gubernamental? No, lo
cierto es que los casos de corrupción se presentan desde las oficinas más pequeñas del
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Estado hasta a en el despacho presidencial, los funcionarios o servidores públicos no


escatiman en sus esfuerzos para aprovecharse del erario nacional, desde un centavo
hasta un millón. ¿Existe este tipo de corrupción solo en este rubro? Tampoco, si bien la
construcción puede ser uno de los que más dinero movilice, se presentan casos en todas
las otras actividades empresariales, ya sean primarias, secundarias o terciarias, en donde
se necesite un permiso o sobre lo que se pueda contratar con el Estado, existen casos de
corrupción. Pero, ¿Existe este tipo de corrupción solo en este país? Lamentablemente
no, sería muy ocioso y simplista afirmar que somos los peruanos los que no sabemos
ejercer la función pública de forma adecuada y respetando los intereses de la
comunidad, hasta las más grandes instituciones nacionales e incluso internacionales se
han visto manchadas con casos de corrupción como el FIFA GATE y otros escándalos
más.

Entonces, ¿Qué es lo que define en mayor medida la situación de nuestro país en


relación a las crisis? A mi parecer, los factores externos son una constante, en un mundo
globalizado siempre existirán intereses empresariales que propongan malas prácticas
para conseguir posicionamiento y poder, sin embargo, lo harán en mayor medida y sin
cuidado en los lugares que se ofrezcan más fértiles para ello. Así como las moscas solo
entran cuando dejas la ventana abierta, al margen del ordenamiento jurídico que
definitivamente castiga los delitos de corrupción e incluso se han tomado acuerdos
internacionales para perseguir en conjunto a esta criminalidad que opera en distintos
países debido a la envergadura de los negocios hoy en día, lo que definitivamente marca
la diferencia es la calidad de humanos que representan al país y la propia cultura que
tenemos con respecto a las reglas que regulan la vida en sociedad.

El peruano está acostumbrado a la criollada, a la viveza, a sacar ventaja de la norma y se


siente pleno cuando burla los parámetros fijados y se sale con la suya. Puede ser que
esta actitud provenga del resentimiento de sentirse pisoteado por el Estado, lo que
convertiría en una suerte de venganza el corromper el sistema en beneficio propio.
También puede ser por egoísmo y desidia, la necesidad es una manta con la que se tapan
todos los peruanos y ante tal estatus quo, cualquiera puede justificar sus malas
actuaciones en virtud de salvaguardar su propia supervivencia.

En ese sentido, nos atrevemos a afirmar que, en virtud de cualquier búsqueda para una
solución o salida a la actual crisis en el Perú, se deben identificar los factores externos
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que la determinan o agravan, sin embargo, con mayor énfasis y rigurosidad debemos
fijarnos en los factores internos que contribuyen con esta situación. Todo ello por una
simple razón, es más fácil controlar aquello que depende de nosotros a pretender influir
de la noche a la mañana en las relaciones internacionales, tanto políticas como
empresariales. Si es que ha de haber alguna suerte de limpieza o reorganización se tiene
que hacer desde adentro hacia afuera, partiendo por lo que nos compete a nosotros como
peruanos.

No obstante, en primer lugar, haremos un repaso profundo sobre los factores externos
para identificar el contexto sobre el cual se realizará el análisis de los factores internos,
ello para poder formular salidas más propias y factibles al estar considerando ambas
dimensiones en conjunto.

2.1.1. ¿Cuáles son los factores externos que generaron la


crisis en el Perú?
Habiendo dejado clara la existencia de factores externos que determinan en cierta
medida la crisis de nuestro país, al ser una dimensión sumamente compleja en virtud a
que la dinámica internacional supone la concurrencia de diversas variables que ameritan
un desarrollo individual y específico de las mismas, para efectos de poder conocer
mejor la naturaleza de estos factores que gestan o generan la crisis que se vive en
nuestro país y otros del mismo entorno.

En primer lugar, habría que describir la dinámica de cancillería que propone nuestro
país, sobre lo cual tenemos que el direccionamiento de la política exterior en asuntos
económicos desde finales de la crisis de los ochentas procura posicionar a Perú como un
país puente entre el Pacífico y Suramérica mediante agresivas estrategias de inserción
en el sistema económico global (Guerra-Barón A. , 2019). Esto ha sido un factor
determinante para el notorio crecimiento económico soportado en la intensificación del
proceso de apertura de mercados, aumento de los flujos de entrada de inversión
extranjera, la liberalización comercial, el desarrollo del comercio internacional y, por
consiguiente, el aumento de la posibilidad de acceder a créditos de la banca multilateral
para inversión social y desarrollo económico.

La literatura que examina el notorio desempeño de la economía peruana se concentra en


analizar asuntos técnicos de naturaleza comercial y financiera, privilegiando el estudio
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de factores materiales que indagan por el peso de elementos domésticos o


internacionales, dejando de lado factores ideacionales. Temas como la incidencia de los
discursos de los tomadores de decisión en materia de política exterior y su cercanía o
alejamiento a ciertas ideologías continúan inexplorados. (Guerra-Barón A. , 2019)

A propósito, la misma autora presenta un análisis sobre los resultados en la evolución de


la política exterior económica de nuestro país a través de los distintos regímenes
presidenciales que hemos tenido. La misma señala que a partir de Fujimori y hasta
García II hay un acercamiento progresivo entre el ejecutivo y la comunidad empresarial.
Del trípode sobre el cual se erige el discurso progresista de Fujimori (moralidad,
empresario como reactivador y relacionamiento internacional), los últimos dos
elementos son cuidadosamente protegidos por cada uno de sus sucesores. Toledo genera
demasiadas expectativas con su discurso, sabe cosechar las ideas económicas de su
antecesor y ordena institucionalmente el nuevo perfil de Perú como un Estado presto a
iniciar negociaciones comerciales, no solo receptor de cooperación internacional
(Guerra-Barón A. , 2014)

En ese sentido, hemos llegado al bicentenario con un antecedente positivo, pero con
muchas vicisitudes causadas por diversos factores como la pandemia del CoVid-19 y la
polarización política en todo el país. De este modo, al ser un país constantemente activo
en el mercado internacional, tanto en la importación como la exportación activa de
materias y productos, nos afecta cualquier sacudida estrepitosa que pueda sufrir el
mercado como lo fue también el inicio del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania al otro
lado del mundo. Situación que desencadenó una subida radical en los precios de los
combustibles a nivel nacional, atacando directamente la canasta básica de los
ciudadanos que exigieron prontas soluciones al gobierno de turno, sin encontrar mayor
alivio en tal encomienda. Por lo tanto, el contexto internacional actualmente es incierto
y perjudicial para los países de esta región.

Otro punto que reafirma esta afirmación es la inflación generalizada que han sufrido los
países latinoamericanos en comparación al dólar americano, que es la moneda
primordial a la hora de establecer el valor relativo de una divisa en el mercado
internacional. Empero, es necesario evaluar esta proposición antes de aceptarla
directamente, a pesar que se condiga con la línea argumentativa expuesta previamente.
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De este modo, al consultar la data del Banco Mundial hemos podido extraer el siguiente
cuadro:

Fuente: Banco Mundial. Inflación, precios al consumidor (% anual) – Latin


América & Caribbean.

Extraído de: https://datos.bancomundial.org/indicator/FP.CPI.TOTL.ZG?locations=ZJ

Como podemos apreciar, es cierto que desde el año 2020 la inflación en Latinoamérica
no haya hecho más que crecer, sin embargo, lo ha hecho desde uno de los puntos más
bajos en toda la muestra. Por otro lado, sí es cierto que ha aumentado más en toda la
última década, al final puede ser cuestión de perspectiva, pero de forma general, el
actual gobierno no tiene un contexto internacional súbitamente hostil y sin precedentes,
es una crisis generalizada, pero al parecer existen mayores razones por las cuales el Perú
agiganta su propia crisis, la amplifica y la mantiene. Tal como lo afirmaba Figueroa en
su obra: “La crisis de la deuda en América Latina no ha seguido un patrón uniforme en
cada país individual. Se ha dado una diversidad de caos en lo que se refiere a las
condiciones iniciales, a la duración y a la intensidad de la crisis. En esa diversidad
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regional, el Perú es usualmente visto como el país donde la crisis ha sido una de las más
duras.” (Figueroa, 1993)

2.2. ¿Qué papel juegan el gobierno actual y los otros


factores internos?
Como hemos mencionado anteriormente, existen muchos argumentos para mirar hacia
afuera a la hora de buscar responsables de la crisis que estamos atravesando, sin
embargo, no se hacen extrañar las medidas y políticas implementadas por el gobierno de
turno que no solo agravan la situación económica, política y social de nuestra nación,
sino que también generan nuevas circunstancias de crisis que también deben ser
consideradas a la hora de plantear soluciones a tales problemáticas. En ese sentido,
pretendemos hacer tal evaluación de la forma más objetiva posible, teniendo en cuenta
que todo conflicto es bilateral y existe del otro lado un legislativo que también busca
constantemente meter el dedo en la llaga y provoca que algunos debates se encarnicen
innecesariamente, entorpeciendo el progreso de todos los ciudadanos.

A modo de contextualización, es importante señalar lo que en términos generales


compete al plano estatal o gubernamental, de este modo señalamos que en primer lugar
Los partidos políticos requieren de una reingeniería total, modernización de su doctrina
partidaria, actualización de sus padrones, dando oportunidad a nuevos cuadros
dirigenciales que emanen del voto popular partidario y no apostar por la relección por
ningún cargo elegido partidariamente. El Poder Judicial, el Ministerio Publico, los
Procuradores Generales de la República y los organismos de control y de fiscalización
como es el Sistema Nacional de Control, requieren de una restructuración total para
garantizar transparencia, legalidad y objetividad en sus decisiones de su competencia
sobre la base del respeto del debido proceso y el derecho a la defensa de las personas,
despolitizándolas de todo compromiso partidario. De igual forma los medios de
comunicación social, escrita, televisada, redes sociales, etc. deben informar no en
función a los intereses de sus dueños, sino de la sociedad y de la objetividad de los
hechos, no confundiendo la libertad de prensa con libertinaje, sus programas y
contenidos deben difundir programas educativos, recreativos, respetar la cultura y los
valores de los pueblos. (Valeriano Ortiz, 2019)
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Así mismo, existe amplia discusión al respecto de si la corrupción es un problema moral


o uno estructural, la primera aseveración se encuentra con facilidad en el sentido común
de la población y también está presente en la mirada convencional y en buena parte del
activismo de la sociedad civil y de la izquierda política. La corrupción sería un
problema de personas corruptas o de una institucionalidad demasiado permisiva. Sería
señal de una extendida crisis moral en la sociedad.

En relación a lo planteado líneas más arriba, se encuentra una tendencia a plantear


soluciones prácticas por el lado punitivo (meter presos a los corruptos) y por el lado
educativo (fortalecer la formación moral de los funcionarios y políticos). Sin embargo,
un primer error de este planteamiento es que no solo interpreta moralmente el
fenómeno, sino que lo construye también moralmente. El problema parte de una
“trasgresión”. Si la corrupción la vemos de ese modo, dice muy poco. Se presenta
ubicua. ¿Dónde no hay trasgresión? ¿Cuándo no ha habido? Si se registra corrupción en
todos los países y en todos los momentos de la historia, la visión que queda es la del
pecado extendido y la ausencia de valores.

El fenómeno, por tanto, no solo se muestra sin delimitar, amorfo, sino que pierde todo
trasfondo social e histórico. Toda corrupción, de la pequeña a la grande, la de hoy y la
de ayer, sería corrupción y nada más. El problema flota en el aire como una nube gris.
Esa ruta trunca el análisis y con ello se trunca todo intento de acción eficiente, pues no
se puede combatir lo que no se comprende. Esta construcción del problema es análoga a
al razonamiento detrás de preguntarnos por qué existe el fenómeno de la maldad o de la
violencia. Se trataría de comportamientos abstractos y la realidad concreta solo los
“comprobaría”. (Cavero Cornejo, 2018)

A razón de esta operación mental se desprenden distintas ideas, la principal es una


sensación general de colapso moral que lleva al inmovilismo o a la búsqueda de salidas
mesiánicas -literales, en la forma de iglesias que declaran una guerra santa contra el
pecado, o en la lógica del autoritarismo político, en la figura del padre protector
incorrupto, que pone orden en la casa echándolos a todos.

La corrupción es un medio más para el logro de intereses concretos. La gran corrupción


en el Perú -y ahora contamos con mucha más evidencia que hace algunos años- muestra
que el problema de fondo es de poder, no es moral (aunque sin duda haya faltas
morales, como las hay en el mercado “legal”). Se ha vuelto uno de los mecanismos
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predominantes mediante los cuales determinadas redes de poder, con eje en la actividad
económica, de donde provienen los principales recursos que alimentan la corrupción,
han ido aprovechando los recursos económicos, normativos, coactivos y simbólicos del
Estado. Aunque requiere de una investigación más exhaustiva, los datos de corrupción
sugieren una morfología del poder en el que éste se presenta en la forma de redes que
atraviesan los ámbitos de lo legal y lo ilegal y cuyo estudio puede darnos información
sobre cómo funcionan las instituciones reales en el Perú. (Cavero Cornejo, 2018)

Acercándonos más a la actualidad, el gobierno de Pedro Castillo no ha sabido alejarse


de los arquetipos negativos que se ciñen a los previos mandatos presidenciales. Ha sido
objeto de controversia desde el primer día, pululando la confrontación y la evasión de
responsabilidades mediante discursos tibios y aparentemente diplomáticos frente a
medidas que generan mucha suspicacia y designaciones irresponsables dentro de su
gabinete de ministros.

Sin embargo, como habíamos anticipado, esta es una danza de a dos y al frente ha
tenido a un parlamento que a pesar de haber tenido una valla muy baja que superar, solo
ha cumplido medianamente con las expectativas de los electores. Por lo menos ya no
existe una mayoría avasallante que actúe de forma prepotente e intimidante desde el
legislativo, pero las diversas bancadas del congreso que hoy son más que las que se
conformaron en un principio, no se han sabido poner de acuerdo en las cosas más
importantes, retrasando muchísimo cualquier proceso que busque sacarnos de la crisis.

En ese sentido, a pesa de no ser exclusiva, la responsabilidad que tiene el gobierno de


Pedro Castillo es bastante alta, pero no necesariamente por las razones que el consenso
pretende señalar. Si bien es cierto, en todo este tiempo nos han dado un deleite de
incapacidad, el gobierno de Castillo no nos ha metido en ninguna crisis en la que no
hayamos estado previamente. De este modo, es más la responsabilidad del profesor por
ser quien tiene la batuta, es decir, el poder para realizar cambios institucionales como la
reforma electoral, educativa, la reestructuración de los gobiernos regionales y locales
para solventar la descentralización entre otras medidas que permitirían un progreso,
mencionándolas a modo de anticipo.

Entonces, el problema radica en que su incapacidad y su nula perspectiva hacen que no


se avance en ninguna dirección, es tal la guerra institucional entre poderes del Estado
que el Presidente parece estar más preocupado por no ser recluido en un penal al
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término de su mandato que por realmente hacer algo con el cargo que ostenta y que
todos los peruanos decidimos en el bicentenario.

2.3. ¿Existe una salida Constitucional a la crisis?


Quizá al solo querer responder la duda sobre cómo salir de la actual crisis en el Perú,
puedan surgir algunas propuestas radicales que solo tienen asidero en discursos
demagogos y populistas. Lo cierto es que, si hay una solución, esta debe ser
definitivamente de mano de la Constitución, teniendo en cuenta que la misma se está
enfocando desde una perspectiva académica, por lo que es menester de la propia
academia la de generar ideas que siempre contemplen el marco constitucional y
fortalezcan las instituciones y valores públicos.

Hemos señalado que el Perú ha conseguido una continuidad democrática, pero sin
estabilidad o, en todo caso, una sumamente frágil. Sin negar la sorpresa en términos
comparados e históricos de una continuidad democrática sin precedentes, los factores
que desencadenaron estas crisis siguen presentes y no se han mitigado, y la salida
institucional ha sido fundamentalmente contingente. Esto hace imposible prever el
resultado de futuros episodios que desafíen la democracia. En ese sentido, destacamos
que los desafíos son estructurales y por ello muy graves.

De los que hemos podido identificar en el presente trabajo, uno de los más grandes
problemas es la cultura de aversión a las entidades gubernamentales porque la población
no se siente identificada con las mismas, la clase política solo se ha acercado a ellos en
campañas presidenciales y luego pasan a ser ignorados por el gobierno centralista. Para
ello considero que estas son dos medidas que podrían ampliamente mejorar esta
situación desde el aparato estatal.

En primer lugar, realizar una reforma electoral con respecto al Congreso de la


República, actualmente tenemos un sistema que genera resultados sinsentido, los
congresistas que representan a una región no son los más votados en dicha región, en
primer lugar, se hace un conteo general de todo el país y luego se reparten los escaños
de acuerdo a los partidos que mayor porcentaje hayan alcanzado. Esta es una situación
insostenible e irracional, atenta contra la representatividad que pueden tener los
congresistas con su región y es algo que debe reformarse sin mayor dilación, sin
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embargo, este clamor es ignorado porque el propio legislativo no quiere alterar el status
quo que sostiene esta situación de candidatos invitados y cupos comprados.

Por otro lado, se deben fortalecer las competencias de los gobiernos locales a la par de
la transparencia y fiscalización de las mismas. Hoy en día las municipalidades tienen
muy poco sentido, hacen muy poco y lo poco que hacen lo hacen mal producto de la
corrupción enquistada y la mala administración, salvo algunas gratas excepciones. Esto
se debe a que realmente no nos tomamos en serio estos niveles de gobierno, a pesar de
que son el medio perfecto para realizar una mejor distribución de los recursos y generar
una mejor cultura cívica al vigorizar la función municipal y haciendo mucho más
relevante la elección de funcionarios en estos escaños. Desde este nivel que conoce
mucho más la realidad de su jurisdicción, se pueden entablar mejores estrategias para
resolver problemas como la inseguridad social, la educación, la alimentación, el trabajo,
entre otros.

De este modo, con estos pequeños ajustes al marco constitucional, se pueden plantear
mejores políticas de Estado que realmente nos ayuden a salir de la crisis, reunificando a
nuestra nación y generando cambios de impacto. No tiene sentido perder mucho más
tiempo en seguir polarizando al país entre derechas e izquierdas irreconciliables, que
promulgan dogmas cuasi religiosos, porque parece prohibido dudar de ellos,
sosteniendo discursos en el miedo al terrorismo de un lado y el desprecio de lo privado
por el otro.

En cambio, es necesario comprender que nuestro país es muy diverso como para poder
aplicar una sola solución a nivel nacional, con una misma bandera, pero con realidades
muy distintas, tenemos que permitir que los gobiernos regionales y locales tomen mayor
protagonismo, porque son los que mejor se pueden ajustar a las necesidades de la
localidad, en donde se apreciaran los beneficios de forma directa y menos dilatada.
Cobrando mayor sentido el principio de representatividad que existe en la democracia,
haciendo el deber cívico de elegir responsablemente una tarea más sencilla, porque se
juzgaría con mayor facilidad entre vecinos, menguando también la carga que tiene el
gobierno central que jamás se ha podido dar abasto para realizarlas correctamente.

Bibliografía
Bernel Fabrizio López Farfán
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