2do Ejercitario de Lengua Espanola

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UNIVERSIDAD PRIVADA DEL ESTE

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN


CATEDRA DE LENGUA ESPAÑOLA (1er C.)
Responsable: Profesora Lic. Abg. Perla C. Gamarra B.
Retroalimentación (2) de contenidos desarrollados

Lee atentamente el texto “El Luisón”, luego realiza las actividades sugeridas

En aquel suburbio asunceno de hace mucho tiempo, vivía el vecindario humilde sobre la calle arenosa, con sus
«lotes» divididos por setos vivos de feroces e infranqueables amapolas. En la esquina había un almacén, dando frente a la
Peluquería «La Elegancia - Desinfección Formol», con sus dos sillones instalados en un cuartito minúsculo, que en días de
calor se trasladaban afuera, a la sombra de un apretado y siempre verde mango, cuyo tronco ofrecía apoyo al parduzco
espejo.

Todo el vecindario se conocía y charlaba de las cosas de siempre. Existía entre todos una amistad simple, rutinaria,
no tan a flor de piel para ocultar murmuraciones subterráneas, como la costumbre de ña Carlota de comerse las gallinas
ajenas que se metían en su patio, o los amores de Jacinta, esposa de embarcadizo, con el «turquito caré» que le surtía de
todo a crédito, y nunca cobraba, por lo menos en efectivo.

Pero de esta Sociedad simple estaba radiado Don Félix, el zapatero remendón. Vivía solo en un rancho enorme y
destartalado. Cocinaba su propia comida y mientras la olla humeaba eternamente sobre el brasero, él parecía pegado a su
banquito, a su trincheta y a su lezna.

Pálido, casi espectral, tenía una fama temerosa. Se murmuraba que era «Luisón», y nadie, aun el más voluntarioso,
podía ocultar cierta aversión cuando tenía delante suyo al zapatero. Éste, con su mirada triste, de extraños y desteñidos ojos
azules, callaba, remendaba zapatos y vigilaba su olla vaporosa sobre el fuego de carbón.

Nadie sabía nada de su vida. Todo lo que se conocía de él era su soledad y su triste fama. Era, sí, el tolerado culpable
de muchos terrores nocturnos, de aquellos que recorren el espinazo con el frío reptar del miedo, cuando un aullido rasga la
noche y los oídos, y puebla la imaginación de horrendos banquetes fúnebres.

Lo dicho. Don Félix era temido, y tolerado. Hasta que llegaron aquellos días fríos de agosto. Lo que era el rutinario
miedo de todas las noches creció en forma alarmante. «Algo» innombrable, aponchado en sombras, salía cada noche de la
casa de Don Félix y se alejaba por la calle arenosa. A su paso, las decenas de perros del vecindario armaban una tremenda,
aullante baraúnda infernal. En cada animal empavorecido podía adivinarse las distintas tonalidades del miedo, del pavor,
del misterio, de la voluntad sometida a un par de ojos feroces, brillantes como brasas.

Aquello duró casi quince días. El vecindario trajo a un cura, solicitándole que exorcizara al zapatero. El cura se negó
-por miedo, dijeron los vecinos- y entonces empezó la represalia, tímida, cobarde, pero atormentadora. Desde todos los
ángulos de los patios desiertos, por la mañana temprano, por la siesta, y al anochecer, llovían piedras sobre la casa del
zapatero. Éste, inmutable y callado, vigilaba su comida pero no trabajaba, pues nadie se acercaba ya a solicitar sus servicios
de remendón. Hasta que cierto día un proyectil fue más certero y le ocasionó una mala herida en la cabeza.

La noticia cundió. Don Félix, el Luisón, se había herido, pero de la herida no manaba sangre. Don Félix era seco
como un cadáver.

Hay en el corazón de toda mujer una extraña mezcla de curiosidad y vocación maternal. Y así se sintió Narcisa
cuando supo lo de la herida del zapatero. Joven y linda, asediada por los muchachos del barrio, hizo a un lado los
apasionados torrentes de amor que abrumaban su juventud, y dejó que su corazón sintiera lástima. Conocía a Don Félix. Le
dolía oscuramente su soledad, y participaba de la vaciedad de cielo brumoso que había en la mirada del zapatero. Se sintió
llamada, y fue. Llevó la botellita de tintura de yodo, y comprobó que de aquella cabeza lastimada sí manaba sangre, roja,
común y dolorida. Curó y vendó la herida, encendió el fuego apagado y dio alimento al herido.

Y se hizo el milagro. Desde aquella noche no hubo más terrores ni aullidos. Narcisa había hecho el milagro. La
maldición se había disipado por la fuerza del amor y la ternura.

Pero ésta es una historia real, no un cuento. Si hubiera sido tal, Narcisa se habría casado con Don Félix. Pero no, se
casó con otro, y nadie sabe si fue feliz o no. Tampoco Don Félix fue del todo dichoso, pero fue menos huraño, se hizo de
amigos, emergió un poco más de su abismo de soledad, y hasta aprendió a sonreír, pero claro, con cierta tristeza...
1- Elabora la idea central del texto

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2- Elabora las ideas principales de todos los párrafos, luego halla la secuencia básica del texto.

El
Luisón
3- Lee atentamente los siguientes planteamientos, luego subraya la respuesta correcta

◊ Según su estructura, la oración “Y se hizo el milagro” es:


a) simple b) compuesta c) a y b d) ninguna es correcta

◊ El sustantivo “gallinas” empleado en el texto es:


a) concreto b) abstracto c) colectivo d) derivado

◊ Según su estructura, la oración “Se murmuraba que era «Luisón»”, es:


a) simple b) compuesta c) a y b d) ninguna es correcta

◊ La palabra destacada en la expresión “…encendió el fuego…” es:


a) verbo b) adjetivo c) sustantivo d) artículo

◊ La palabra “ocultar” empleada en el texto es:


a) infinitivo b) participio c) gerundio d) verbo

◊ Las palabras curiosidad y vocación empleadas en el texto son sustantivos:


a) colectivos b) concretos c) abstractos d) derivados

◊ Según su acentuación la palabra “minúsculo’ empleada en el texto es:


a) aguda b) lana c) esdrújula d) sobreesdrújula

◊ El verbo de la oración “Narcisa había hecho el milagro” es:


a) transitivo b) intransitivo c) copulativo d) ninguna es correcta

◊ En la palabra “real” empleada en el texto se da…


a) diptongo b) hiato c) triptongo d) todas son correctas

◊ La palabra destacada en la expresión “«lotes» divididos” es:


a) infinitivo b) participio c) gerundio d) verbo

◊ El sustantivo destacado en la oración “…Llevó la botellita…” es:


a) simple b) compuesto c) primitivo d) derivado

◊ La palabra Félix, empleada en el texto es:


a) verbo b) adjetivo c) sustantivo d) artículo

◊ El verbo de la oración “Se murmuraba que era «Luisón», es:


a) transitivo b) intransitivo c) copulativo d) ninguna es correcta

◊ La palabra “cuartito” empleada en el texto es un sustantivo…


a) simple b) compuesto c) primitivo d) derivado

◊ La palabra “dando” empleada en el texto es:


b) infinitivo b) participio c) gerundio d) verbo

◊ Según su acentuación la palabra “luisón’ empleada en el texto es:


b) aguda b) lana c) esdrújula d) sobreesdrújula

◊ El verbo de la oración “Aquello duró casi quince días” es…


a) transitivo b) intransitivo c) copulativo d) ninguna es correcta

◊ La palabra destacada en la oración “Pero de esta Sociedad simple estaba radiado Don Félix”, es:
a) verbo b) artículo c) sustantivo d) adjetivo

◊ El sustantivo “Carlota” empleado en el texto es:


a) toponímico b) patronímico c) antroponímico d) todas son correctas

◊ En la palabra “aullidos” empleada en el testo se da…


a) diptongo b) hiato c) triptongo d) todas son correctas

◊ Según la intención del hablante, la oración “…de la herida no manaba sangre…”, es:
a) afirmativa b) negativa c) desiderativa d) exclamativa

◊ La palabra destacada en la expresión “…llovían piedras…” es un verbo…


a) transitivo b) intransitivo c) copulativo d) ninguna es correcta

◊ La palabra destacada en la oración “…vivía el vecindario humilde” es:


a) verbo b) artículo c) sustantivo d) adjetivo

◊ Según su acentuación la palabra “zapatero’ empleada en el texto es:


c) aguda b) lana c) esdrújula d) sobreesdrújula

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