Mantarraya - Primer Número - Octubre 2020
Mantarraya - Primer Número - Octubre 2020
Mantarraya - Primer Número - Octubre 2020
Directora:
Mayra Alejandra Ovalle
Subdirectora:
Yeni Zulena Millán Velásquez
Contenido
Comité editorial:
Mayra Alejandra Ovalle Editorial
Yeni Zulena Millán Velásquez
Johan Sebastian Cardona Walteros
Envés
Giovanny Santos Castañeda
Antony García Bedoya Carmelina Soto,
el verbo inquebrantable
Ilustraciones: Yeni Zulena Millán
Alejandro Burgos P.
Alabanza al cerdo
Correo electrónico: Sebastian Cardona
[email protected] La voz poética de
Mantarraya Gustavo Rubio Guerrero
en Los muros y la rosa
Edición: Giovanny Santos Castañeda
Número 01
Poetas invitados
Septiembre de 2020
Armenia, Quindío. Giovanny Gómez
Lucía Estrada
Carlos Alberto Castrillón
Mantarraya
Editorial
Surge una nueva revista de poesía en medio de una cafetería gris de uni-
versidad. Las preguntas que afloran en mentes y labios suelen ser las mismas
desconfiadas, tercas, cortantes: ¿por qué y para qué una publicación de este
tipo en un lugar que no se distingue por su cultivo de las artes? Precisamente
por eso: necesitamos del arte en sus diversas formas y manifestaciones para
ampliar la vida, las descripciones que tenemos del mundo y de nosotros mis-
mos. Las conversaciones entre amigos y café terminaron en esto: en una re-
vista de lecturas poéticas, cuyo nombre Mantarraya significa “Manta: abrigo,
Raya: Línea o verso”. En otras palabras, revista abrigo del verso o abrigo de la
línea. También, debemos reconocer que nos referimos a la especie animal que
pareciera volar bajo el agua porque tal paradoja nos resulta seductoramente
poética.
¿Por qué una revista de poesía? Son varias las razones. Hay menos revistas
de poesía que de narrativa. A la escritura de buena parte de los integrantes del
comité editorial le resulta más natural la poesía: el poema. También porque
hay una intención de pensar la poesía con poesía. No menos importante: el
gusto por este género, por la levedad de su cuerpo (aunque no de su carácter),
su ligereza material y su reveladora profundidad “espiritual”. Además, porque
sin lo poético la vida es una pesadumbre estéril, tonta. La poesía, entonces,
es para nosotros la mirada curiosa y transparente que encuentra belleza en lo
cotidiano, en lo simple, para luego, luego, traducir ese fragmento de realidad
en símbolos que hacen de lo acontecido un viaje de vértigo y luz. Ahora, como
dijimos antes, nuestra Ítaca es acercarnos, leer el poema evitando formalismos
académicos carentes de alma. Para esto buscamos defender el ensayo en su
condición viva y su esencia artística (estética): construir diálogos con las lec-
turas que hacemos, padecemos y gozamos.
Bienvenidos a esta primera edición de Mantarraya, Revista de Lecturas
Poéticas. Los invitamos a infiltrarse en los textos siguientes para que tengan
el gozo o el dolor -¿somos algo más que eso?- de adentrarse en los vericuetos
del otro, ese que no existe pero que tiene un significado enorme en la vida del
lector.
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Envés
Una última particularidad está relacionada con algunos de los símbolos más
significativos de su obra: la máscara, los espejos y la rosa. El autodescubrimiento
que la poeta refleja en los poemas cuyo tratamiento incluye estos elementos
es de una óptica recta, que se abstiene de narcicismos; la imagen que sustenta
de sí misma poco deja a las especulaciones, ninguna idoneidad emocionada
que motive la alabanza, únicamente lo auténtico. Así queda expuesto en «La
copa»donde se equipara con el efímero cristal:
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Carmelina Soto
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Los anteriores versos de «El mismo amanecer» dejan en claro que la vida
es una baraja que sólo muestra una carta cada vez. Carmelina Soto consiente
la existencia igual que una rueda vertiginosa, movimiento constante que sólo
admite a aquellos lo suficientemente fuertes para sobrevivir a su ritmo: “Vivir
es un esfuerzo apasionado. / Arduo juego. Brutal ejercicio”. Dora Castellanos
por su parte, se debate entre el asombro y el temor ante el doble significado de
asistir a un día de vida, en «El mejor día»:
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La diferencia que se percibe entre estas tres visiones del tema se desprende
de una postura activa o reaccionaria ante la oferta diaria de hechos y
sinsabores. Carmelina alude al combate, a la resistencia, la extensión de una
vida depende de la resolución con que se gana cada segundo de la misma; la
invitación de sus pares poetas sugiere un tránsito más pacífico, aprovechar
lo que provea el camino sin que supongan demasiado interés las pequeñas
victorias individuales.
El anverso viene a atenuar las divergencias. Dora Castellanos emite su
pávido juicio en «La vida transitoria»: “Qué pena de la vida ir abrazada /
a la dura certeza de una tumba, / al vacío, a las sombras, a la nada”, para
ella, la muerte está desnuda de belleza. Meira Delmar, como lo señalan María
Mercedes Jaramillo y Betty Osorio, la advierte como “el olvido o […] vivir
sin la presencia del otro”; la asume pues anudada al contacto imposible, al
silencio del ser que se ama:
La muerte es ir borrando
caminos de regreso
y llegar con mis lágrimas
a un país sin nosotros […]
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Compra tu gesto
en la tienda de máscaras […]
Lo escogiste.
Es el tuyo. Es tu máscara.
Eres tú para siempre.
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Tal vez por esa intención persistente de entretejer la rosa con las angustias
románticas, la poeta quindiana resuelve darle un revestimiento imprevisto:
se encuentra en ella, y lo que ve, es una especie de fuego impenetrable; una
flor que tras conocer los matices más crueles que pueden esconder los afectos
humanos emerge al nuevo mundo pregonado por ella misma, blindada contra
todo y contra todos, segura de poder encontrar el sol sin mediaciones; como
ya se mencionaba en un trabajo anterior, en Carmelina Soto “la rosa no es un
instrumento, sino una presencia”. Para la muestra, los versos finales de «Rosa
perenne»:
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A pesar de las vicisitudes del oficio poético, de que varias de estas mujeres
de palabra inquieta y atinada se hayan ido cuando buena parte de su poesía
aún permanencia en silencio, confiaron en la longevidad de su arte y en la
cronología insipiente de la indiferencia. Entre ellas, voces memorables,
Carmelina se sitúa como un verbo inquebrantable.
*
Profesora de la Licenciatura en Literatura y Lengua Castellana de la
Universidad del Quindío. Poeta y ensayista. Directora del grupo de estudio y
lectura poética Orfeo.
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Lejanía
Soy distante de todo. Tan distante
que si estuviera muerta, más lejana
no sería de las cosas, ni cercana
de esta muda distancia sollozante.
Y no es la lejanía vacilante
de una voz o de un doble de campana.
Ni es el tiempo de hoy a la mañana
de la niñez inútil y anhelante.
Carmelina Soto
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Libertad
Marcho de prisa por la misma acera
bajo iguales avisos luminosos.
No sé por qué, con pasos presurosos,
si nadie me ha esperado ni me espera.
Carmelina Soto
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Rosa iluminada
Lámpara. Estrella incandescente. Herida.
Rosa ultra-fuego. Chispa temblorosa.
¿Quién la dejó en el aire, intacta, unciosa,
entre amor y recuerdo detenida?
Carmelina Soto
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Nelson Romero Guzmán
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yo, animal, cerdo, siga ejerciendo un poder mágico sobre la mente humana.
Ellos necesitan de mí, no pueden vivir sus vidas tristes y alegres sin mí. Tanto
así, que a uno de ellos se le ocurrió creer que Dios tomó barro de mi pocilga
para hacer al hombre. Sería demasiado bueno. No Nelson, déjeme decirle que
no, falló. Mi mundo no es el mundo de la creación del hombre; mi mundo, el
que ustedes se inventaron, mugroso y mundano, es un mundo de decadencia,
espejo acaso de sus vidas. Pero mi verdadero mundo es una puerta que ustedes
nunca abrirán, porque para abrirla, tienen que clausurar sus realidades pobres
e ilusorias.
Sebastian Cardona*
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Estudiante de noveno semestre de la Licenciatura en Literatura y Lengua
Castellana de la Universidad del Quindío. Integrante del grupo de estudio y lectura
poética Orfeo.
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Carta
Sólo como pan y cerveza.
El hambre es de pinceles, de telas...
Miro los soles concluir en estas tardes verdes
que me aguardan una esperanza, y algo
se crispa en el espíritu insaciable.
El alba me acoge con brazos blancos
y creo comer de las patatas que pinto.
El hambre es de colores.
Envíame un poco de dinero para ganar los días que vienen,
voy a terminar los bordes de un cielo por el que quiero escapar.
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Gustavo Rubio Guerrero
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Para hablar sobre el ritmo empezaré diciendo que concibo forma y conteni-
do como uno solo: poesía hilando el poema, poema expresando poesía. Ésta se
lanza sobre el poema para expresar con él la voz del encuentro con el mundo
y su realidad; “poema es un organismo verbal que contiene, suscita o emite
poesía. Forma y sustancia son lo mismo”, afirma Octavio Paz. De esto nace
la imagen que es visión de mundo. Podemos vivir en y con el mundo de dos
maneras: pasiva o activamente. Sobre la primera, nada que pueda decir. Sobre
la segunda, en cambio, se puede decir que adopta distintos matices: contem-
plación detenida y reflexiva, lento mirar, tranquilo caminar y casi agresivo e
intranquilo habitar, observar y contestar. Si se me permite la analogía, sería
como el tempo en la música. Los muros y la rosa es vivencia y expresión de
este ritmo, de la poesía de Gustavo Rubio Guerrero.
Ahora, cómo se manifiesta en esta obra lo dicho más arriba sobre la re-
lación forma contenido. Evidente pero complejo y desafiante para el lector:
la intencional y nada gratuita (signo a mi juicio de la buena poesía) ausencia
de signos de puntuación o señales de tránsito textuales, del primero al último
poema de esta obra, es la marca que evidencia el ritmo intenso y punzante de
la poética de Rubio Guerrero. Sin señales que estén regulando el flujo de los
sentimientos, las emociones y las ideas, éstas van al encuentro de lo concreto
a gran velocidad, con una sensación de apremio que armoniza con la exigente
y lúcida aprehensión del mundo-ciudad circundante, sugerente en este poeta.
En Los muros y la rosa esta poética se constituye por la aparente paradoja
velocidad-lucidez visible en su deseo de aprehensión; imagen esta que se es-
clarece si asumimos al poeta como César Fernández Moreno lo hace: “una
sensibilidad superior, que aprehende más y con mayor calidad”.
Para lo anterior, leamos un fragmento de «Al velorio de tu amor»:
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Acorde con todo lo dicho hasta aquí, estaría mal limitar la comprensión
del no uso de signos de puntuación a un significado estructural. Sin duda se
relacionan y complementan: es, además, una función simbólica no limitada. Y
de acuerdo con Octavio Paz, que concibe el ritmo como una proyección vital
de un hombre concreto del tiempo concreto, diré que éste en Rubio Guerrero
es un reflejo, una proyección de su actitud inconforme y rebelde frente a los
condicionantes actuales de la vida: todas aquellas formas institucionalizadas.
Esto es: no hay señales que orienten o direccionen el camino y la forma de
caminar, no hay nada que condicione la existencia y moldee el espíritu: “hice
estudios hasta bachillerato, y luego me entró la sospecha infame de que ir a
la universidad era sinónimo de perder el tiempo”. Rubio y Paz se estrechan la
mano y concuerdan en que “el poema no es una forma literaria sino el lugar
de encuentro entre la poesía y el hombre”. Es decir, poesía habitando poema:
conocimiento, revolución, sensibilidad, experiencia, pensamiento no dirigi-
do; poema expresando poesía: corriente poética liberada, congregada, rebelde
ante cualquier señalamiento. Poesía y poema, ritmo y consciencia lúcida sobre
el lenguaje. Para cerrar esta primera parte, quiero traer «Poeta en la ciudad»:
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Quiero tocar ahora el matiz que llamaré crítico de Los muros y la rosa.
Vale aclarar que éste se relaciona, indiscutiblemente, con el ritmo poético más
arriba mencionado –rasgo estético de toda esta obra– y con el habitar poética-
mente concebido por Heidegger. ¿Por qué crítico? Porque en los poemas que
constituyen esta obra de Rubio Guerrero, hay una exposición de ideas, existe
la expresión de una forma de pensamiento. También, porque el vehículo en el
cual viajan estas ideas y pensamientos es el de la crítica (distante del dogma).
Crítica que es contundente porque es poética: se ancla y parte del lenguaje,
como lo asume Sucre. Menciona y pone en cuestión los fundamentos de los
dogmas, sus maneras de proceder: las lógicas modernas sociales, las utopías
del progreso con su matriz ideológica y el dogma religioso conservador-inhi-
bidor y falsamente naturalizado y medicamente autoridad que patologiza. Es
inquieto y libre, carga con el peso de la responsabilidad que conlleva “existir
con consciencia”, como asume Camus. Todo esto se podría, si se quiere, con-
figurar en la imagen de un inconforme; y el inconforme es inquieto, punzan-
te. Armonizan aquí forma y contenido; ritmo seduciendo lenguaje, contenido
significando forma, poema con poesía. El poema es en sí mismo crítica que
asume las ideas de la poesía, pensamiento sin límites ni sujeciones ni frenos.
Quiero enmarcar todo lo dicho en este punto con un par de poemas.
El primer poema que quiero resaltar es «Los ciegos»:
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En este poema los ciegos grafican al hombre de visión nublada por los
dogmas: por la función paradisiaca de las ideologías que cierran las posibi-
lidades de perspectiva y absolutizan el camino. Los ciegos de Los muros y
la rosa son “personas dedicadas a creer en la bondad del santo”. Y el santo
es la encarnación terrenal de la omnipotencia suprema, el mesías, la verdad
hecha palabra: el mundo suprasensible de Platón. El santo de la ciudad de
Rubio Guerrero hizo clan de “Teólogos de oscuro vuelo neoliberales comu-
nistas”, es decir, mismo proceder diferentes beneficiados. Los ciegos también
son hombres y mujeres de memoria líquida, lamento de Bauman: enfermos
del mirar que usan “gafas ojalá negras para ocultar los favores”. “Los ciegos
son minoría absoluta” donde el modelo de lectura se hace cárcel, donde el
capataz es lector de biblia, donde la biblia es hipotexto soberano: amo y señor
de la interpretación, amo y señor del hábito. Y qué más son los ciegos sino
rabiosos, rencorosos y temerosos “exterminadores de la risa”: custodios de los
mandamientos divinos.
Siguiendo con la línea del anterior poema está «Vuelta a Salento»:
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Qué franquea los muros: el desierto. En este poema se entretejen con ma-
gistral arte poético dos imágenes en apariencia opuestas: contundente y lúcida
paradoja. Es reconocer la convivencia de diferentes en la poesía, la apuesta
por el amague a lo indecible. «Alguien franquea los muros» es la amenaza vis-
ta por aquel que “desde el alto edificio” grita “veo su paso avanza el desierto
supera los muros”. La paradoja, anteriormente resaltada, es aquí proporciona-
da por la imagen de lo que contiene los muros -y lo que desborda- el desierto
en avanzada. Pero qué es la ciudad para este poeta sino aquella que levanta
muros para el retoño del desierto, hombres y mujeres su fertilizante favorito.
Pero dentro de todo esto una rosa que se mantiene rebelde en su vivo color, el
alto edificio de las palabras: torre poesía. Desde ahí el poeta divisa el acecho
del desierto que “en pocos años habrá consumido lo interno los guaduales y
avenidas de pino los cerros en declive mientras nos alimentamos con sectas y
tahúres”. En esta imagen se materializa el sentir hostil de la más alta proclama
del capitalismo neoliberal: ‘el desarrollo’. Y qué nos trae el desarrollo, se pre-
gunta el poeta; y le contesta la poesía “desierto traga ciudad y deseo”. Y más
impotencia aún: ni tahúres, ni sectas, la engañosa esperanza solidificando el
estado, la lógica de las cosas, la disposición de la realidad que nos contiene.
Y nuevamente “se puebla de arena el desierto”, llega «Elecciones»:
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La realidad reside en el lenguaje y éste es la Palabra con la que nombramos
la experiencia del y con el mundo.
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Estudiante de décimo semestre de la Licenciatura en Literatura y Lengua
Castellana de la Universidad del Quindío. Integrante del grupo de estudio y lectura
poética Orfeo.
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El poeta dice
Dice hubo fuego en el bosque
Sobrevivieron palabras ausentes
Días que no sumaron horas ni instantes
Un cosmos arrugado de papel ilusión o espanto
El demiurgo abrazado a su nada infame
El poeta dice haber prefigurado la imagen
Donde la prudente Mónica
Jugase a hurgar los caminos de su piel
El jardín soñado de Wells la paciencia del poema
El poeta dice el silencio es la fiesta
Juego ritual sin rito fiesta en que suenan
Voces vueltas del espejo
Harapos de la foto hallada en un cuaderno
El poeta dice la ilusión es nuestro pan asesinado
La verdad el negocio de Dios o la iglesia
Ilusión mentira deslumbrante
No habita estos muros
El poeta dice hubo fuego en el bosque
Palabras de cenizas inflando un mundo de fábula
Dioses muertos de hambre
La nada es tu mejor imagen lector
Punto fugaz de la letra
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Los ciegos
Los ciegos grupo de personas
Dedicadas a creer en la bondad del santo
Los ciegos simpáticos cristianos
Teólogos de oscuro vuelo neoliberales
Comunistas decepcionados los ciegos
Usan del agua en la mañana de Nadie
Gafas ojalá negras para ocultar los favores
Los ciegos son minoría absoluta
En un mundo donde leer el libro
Significa algo así como leer la Biblia
Nos abruman las horas con sus congresos
De UNICEF o la OEA los ciegos miran la
Televisión los viajes a la luna pletoran
De imágenes los versos de Rimbaud las palabras
De Julia son un grupo de personas divertidas
Razonables y decentes que musitan
El sermón del padre Astete los ciegos
Voluptuosos exterminadores de la risa
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Envés
La muerte no sabe
La lenta muerte no sabe
Llega a mi puerta y pide no escriba versos
Dice ser la verdad no le hago caso
Admite que el poeta algo sabe
Le respondo que nada conozco igual a ella
Levanta su boca inmunda sonríe engalanada
Husmea mis libros los lee despacio
Pregunta cosas si he aprendido
Guardo silencio que ella asume como respuesta
No conozco días como cuchillos
Nada tengo en las manos
He olvidado la marca del jean el sabor del pescado
Le muestro una foto del cacique Ancízar
Robando el futuro de las generaciones
Que no escriba amenaza el viento
Trashuma la cocina que no escriba
Dice la muerte romántica la sonetista calva
La muerte no sabe no vive con la gente
En mi país la muerte camina sola
Come sola duerme sola mata sola
No lee libros ni hace el amor
La muerte se aleja de mi puerta
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Envés
Desnudos
Desnudos los amigos en aquel salón
Ella muestra las tetas evoca la leve vaca
Del libro el sueño de esquina a esquina
La noche calla corredor del tiempo al Retrato
Él juega a transgredir el símbolo visual
Enseña a conocer los dones del desierto
Vuelan blasfeman contra el mundo
Erotizan la mentira la condena
La verdad la amarran de sus genitales
En la taberna de un Joyce vuelto a la escena
Ruedan como ángeles demiurgos
Prisioneros durante un tiempo
Esta noche es su noche beben el agua de Heráclito
Desnudos pájaros de ancho vuelo
Mudan de plumas y cagan con sus cantos los muros
Desnudos franquean las señales
De la ciudad en sombras esa Armenia
Tantos días de oprobio y gente recatada
Desnudos como la amistad en el hueco profundo
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Poetas invitados
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Poetas invitados
Dedos
Cada día
cuento los dedos que me faltan
una peste hace sudar las manos hasta arrancármelos
Los años pasan
cabellos escapan por el grifo
pero sólo la noche toca las cicatrices en mi cara
una pregunta
más palabras lejos de mí
Como un pájaro
Cuando despierto
un cuerpo moviéndose sobre la cama
pregunta por el mío
pero mi boca
reza una sed que no moja la lluvia
y la niebla son dos ojos que abandonas
Si no estoy en casa
si nadie sabe a dónde llegué
recuérdame
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Poetas invitados
Los sueños
Los sueños vienen a decir que estamos lejos
Lejos es la ciudad de dónde partimos
Lejos es el lugar al que venimos
Lejos llega cada uno de nosotros
Quién nos recoge en sus brazos
respira la distancia
la ausencia de sombra entre los pasos
Los sueños vienen a decir que somos lejos
Orilla
El silencio tiene sombra bajo el sol
en su abrazo una silueta de caballos muertos
aprieta la boca
nos mira
no reprocha
el umbral
la primavera
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Poetas invitados
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Fotografía de Catherine Panesso
Poetas invitados
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Poetas invitados
Sylvia Plath
Todo lo ha devorado el invierno
y el jardín de rojos tulipanes en el que ocupé mis manos
ha iniciado su descenso definitivo.
A través de la bruma
sólo puedo distinguir el rencoroso brillo
de las abejas.
No hay perfección.
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Poetas invitados
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Fotografía de Leidy Julieth Montoya
Poetas invitados
Santôka
Cómo se llenan de oscuridad los sitios
poco visitados de la casa,
cómo recogen humedad de no ser vistos
por alguna sombra solidaria.
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Poetas invitados
Poética
Da pena reconocer que uno no tiene ni idea.
Busco una palabra que conjure la pregunta.
La encuentro escrita en el poso del café.
Es algo así:
Lúcidamente ingenuos,
cómodamente tontos.
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Poetas invitados
Señales de humo
De ventana a ventana
hay cinco metros de aire.
Palabras en cuarentena
para resistir el instante.
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Poetas invitados
Tiro libre
Me paraba junto a la pelota como si fuese a acariciarla…
Rivelino
Es la voz de todos:
pie, brazo, cráneo en alto y alta envergadura.
La orfandad de un zarpazo distorsiona la imagen.
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Revista de Lecturas Poéticas