Dentologia Profesional - Anney y Eldi
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AMAZONAS
TRABAJO ENCARGADO:
CURSO
DEONTOLOGIA PROFESIONAL
INTEGRANTES
DOCENTE
2023
INTRODUCCIÓN
Todo ello se traduce en una serie de criterios éticos que han de velar por los
derechos de las personas y nos han de posibilitar mejorar las relaciones
interpersonales. Estos criterios están basados en los Derechos Humanos y
deben afectar a todas las personas, independientemente de la civilidad que
sostiene la vida democrática, esto se debe aprenderse en los grupos primarios
de la sociedad. Si la familia, la escuela o el vecindario no dan un valor a la
participación en las tareas comunes, difícilmente habrá un comportamiento de
respeto a la comunidad a diferencias ideológicas, religiosas, raciales, culturales,
de sexo, género, orientación sexual, identidad o cualquier otra.
Esto nos conduce a reflexionar sobre nuestra realidad, en donde prevalecen los
antivalores como el enriquecimiento cueste lo que cueste. Existe un afán
desmesurado de tener dinero, o bien alcanzar los bienes materiales a costa del
irrespeto de los otros. Los afanes materialistas ahogan a la humanidad en
banalidades que al final del camino, no sólo destruye a otras personas, sino al
mismo sujeto que sujeta su proyecto de vida sobre la base de la
sobreabundancia. Se pierde centralmente lo que significa el bien común.
Del Salto (2015) menciona que el término valor se relaciona estrechamente con
la existencia de la persona como tal, ya que los valores son los que determinan
la conducta de las personas, dan forma a sus ideas y, además, condicionan los
sentimientos. Esto quiere decir que los valores son fundamentales para
mantener el orden, equilibrio y armonía en la sociedad. De tal forma, los valores
éticos son imprescindibles para asegurar la convivencia y el respeto mutuo, y sin
ellos no se podría desarrollar relaciones sociales con las demás personas.
Si nos preguntamos qué son los valores éticos, debemos considerarlos como
aquellos que estructuran el comportamiento de los seres humanos. Son, por
tanto, las bases sobre las que se sustenta cómo nos comportamos con el resto
de personas desde un punto de vista positivo y siempre intentando no afectar de
manera negativa.
Por tanto, se concibe como el entorno más importante para que la infancia
aprenda los valores éticos y los aproveche en su socialización de cara a los
demás.
A diferencia del respeto, la justicia se encarga de ser equitativa con las personas
de un modo imparcial y aplicando reglamentos aceptados por el grueso de la
sociedad y enfocados hacia el bien común. En este caso, justicia como término,
no es más que la concepción que cada época tiene sobre sus normas jurídicas,
y aspira a mantener la armonía entre personas y entre personas e instituciones.
Aunque la concepción de lo justo puede variar entre sociedades, en todas ellas
existe un marco jurídico y la mayoría de los seres humanos tienen una
concepción mental de su significado y una aspiración hacia este tipo de acciones.
Por último, si existe un valor ético del que hemos oído hablar más que del resto,
este es, sin lugar a dudas, la libertad.
La libertad es esa capacidad que posee todo ser humano para poder actuar a lo
largo de su vida conforme a su propia voluntad mediante una elección libre, sin
condicionantes personales o externos. Sin embargo, la libertad también es una
lucha constante, siempre relativa, porque las influencias que nos rodean nos
limitan esta capacidad y hacen imposible que podamos hablar en términos
absolutos. Quizá por esto último la libertad es, entre los valores éticos, por el que
más se ha luchado, pues sin ella, es difícil que puedan desarrollarse la
honestidad, la responsabilidad, la justicia o el respeto en nuestras sociedades.
Por su parte, Casilla e Inciarte (2004), destacan entre los valores involucrados
en el acto participativo comunitario, los siguientes: solidaridad, equidad,
cooperación, dignidad, conservación, previsión, honestidad, compromiso,
perseverancia, superación, armonía, equilibrio, responsabilidad, libertad,
transparencia, desafío, confianza, asociatividad, disciplina, fortaleza, belleza,
bien, verdad, iniciativa; entre otros. Entonces se puede deducir que los valores,
como principios normativos, creencias prescriptivas y convicciones duraderas
para determinadas conductas o modo ideal de vida personal o social, deben
prevalecer en la participación y organización comunitaria, destacando entre
ellos, valores éticos, como la honestidad, el respeto, la solidaridad, cooperación,
disciplina, responsabilidad, equidad, igualdad y el compromiso; los cuales deben
ser compartidos y puestos en práctica para que le permitan a las personas
participar eficientemente y en un clima de armonía, lo que contribuirá al logro
común de objetivos y metas propuestas.
CONSIDERACIONES FINALES