Sentencia #0033/2006-R

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SENTENCIA CONSTITUCIONAL 0033/2006-R

Sucre, 11 de enero de 2006

Expediente: 2005-11806-24-RAC
Distrito: Tarija
Magistrado Relator: Dr. Felipe Tredinnick Abasto

En revisión, la Sentencia 06/2005, de 2 de junio, cursante de fs. 405 a 411, pronunciada por la Sala
Civil Segunda de la Corte Superior del Distrito Judicial de Tarija, dentro del recurso de amparo
constitucional interpuesto por Alberto Javier Morales Vargas en representación de Firmo Nelson
Soruco Lizarraga contra Fernando Antonio Navajas Baldivieso y Juan José Ávila Álvarez, vocales de la
Sala Penal y Social y Administrativa de dicha Corte, respectivamente; Jenny Castellón Soruco, Jueza
Instructora Mixta cautelar de Yacuiba y María Esther Hoyos Gonzáles, Fiscal de Materia, alegando la
vulneración de los derechos de su representado a la seguridad jurídica, a la defensa, la garantía del
debido proceso previstos en los arts. 7 inc. a), 16.II y IV de la Constitución Política del Estado (CPE),
así como los principios de probidad y celeridad, el art. 8 inc. 1) de la Convención Americana de
Derechos Humanos o Pacto de San José de Costa Rica.

I. ANTECEDENTES CON RELEVANCIA JURÍDICA

I.1. Contenido del recurso

I.1.1. Hechos que motivan el recurso

En la demanda presentada el 19 de mayo de 2005 (fs. 199 a 214) el recurrente en representación de


su mandante alega que dentro del proceso de investigación seguido por el Ministerio Público a
denuncia de la Aduana Nacional Regional Yacuiba, representada por su Gerente Sergio Navarro, por
la supuesta comisión de los delitos de asociación delictiva aduanera, contrabando y otros, el fiscal
Gastón Mostajo T., tomó conocimiento del acto inicial el 24 de octubre de 2001 y en la misma fecha
imputó formalmente contra Firmo Soruco Lizarraga, Fabian Flores, Cesar Burry, Ivo Galarza y otros,
determinación con la que fueron notificados el 1 de noviembre de 2001.

Señala que posteriormente el Fiscal durante la etapa preparatoria notificó con la imputación formal
a los demás imputados en diferentes fechas, excepto al coimputado Cesar Urzagasti lo que
determinó la nulidad de obrados de modo que el referido recién fue notificado el 3 de marzo de
2004, mediante edictos.

Arguye que el Fiscal a cargo de la investigación sin tomar en cuenta que el plazo de los seis meses
para la investigación que corre a partir de la última notificación, el 16 de abril de 2002, solicitó a la
Jueza de Instrucción la ampliación del plazo de la etapa preparatoria arguyendo que se trataría de
una investigación compleja, sin considerar que la ampliación sólo procede en delitos cometidos por
organizaciones criminales, sin que ninguno de los sindicados haya sido imputado por el delito de
organización criminal establecido en el art. 132 del Código penal (CP); sin embargo, la Jueza Primera
de Instrucción en lo Penal, dispuso la ampliación del plazo por noventa días notificando a los
imputados en el tablero del Juzgado, incurriendo en un acto de retardación de justicia y restricción
de la defensa.

Señala que enterado de la Resolución dictada por la Jueza referida, solicitó reposición de la ilegal
determinación, por lo que la Juzgadora recurrida revocó y dejó sin efecto el Auto de 17 de abril de
2002 y en consecuencia la ampliación de la etapa preparatoria, dilatándose de ese modo
innecesariamente el proceso por espacio de tres meses, responsabilidad atribuible al Ministerio
Público y al órgano judicial, quienes de forma reiterada y recurrente han ido dando lugar a actos
procesales inválidos que han tenido que ser rectificados en base a resoluciones que han dispuesto la
nulidad de obrados.

Continua refiriendo que el fiscal de materia Gastón Mostajo T., el 22 de julio de 2002, presentó
acusación formal contra su persona y otros entre los que se encuentra Cesar Urzagasti incurriendo
en defecto absoluto al no haber sido notificado previamente con la imputación formal y al no haber
acompañado su declaración informativa en la acusación, el Tribunal de Sentencia de Yacuiba anuló
obrados el 6 de diciembre de 2002, mediante Auto motivado, por lo que el Ministerio Público y la
Aduana Nacional apelaron de dicha Resolución ante la Sala Penal, induciéndola en error, pues
mediante Auto de Vista de 14 de marzo de 2003, se revocó la Resolución dictada por el Tribunal de
Sentencia de Yacuiba, en lo que respecta a Cesar Urzagasti, disponiendo la continuidad del proceso
contra los demás acusados en franca violación al principio de indivisibilidad de juzgamiento previsto
en el art. 45 del Código de procedimiento penal (CPP), provocando que se lleven adelante
actuaciones duales e ilegales en el Tribunal de Sentencia y el Juzgado de Instrucción, violándose del
debido proceso, la lógica y ordenada secuencia de las etapas procesales y el derecho a la defensa,
por cuanto se procedió a notificar simultáneamente en el Tribunal de Sentencia con la acusación y
en el Juzgado de Instrucción con la imputación formal mediante edictos a Cesar Urzagasti, lo que dio
lugar a que el Tribunal Constitucional conociendo en revisión el recurso de hábeas corpus
interpuesto por dicho imputado, emita la Sentencia Constitucional 1251/2003-R, de 27 de agosto,
disponiendo la nulidad de obrados hasta la etapa preparatoria, es decir hasta que el Ministerio
Público notifique legalmente a Cesar Urzagasti con la imputación formal. Tomando en cuenta que el
Ministerio Público presentó acusación formal el 22 de julio de 2002, hasta el 27 de agosto de 2003
transcurrió un año, un mes y cinco días, tiempo perdido atribuible al Ministerio Público y a la Jueza
de Instrucción y vocales de la Sala Penal del Distrito Judicial de Tarija.

Afirma que posteriormente el Ministerio Público después de seis meses de haber conocido la SC
1251/2003-R, recién el 3 de marzo de 2004 notificó mediante edictos con la imputación formal a
Cesar Urzagasti, es decir que se tomó otros seis meses para esa diligencia. De lo que se tiene que
tanto el Ministerio Público como la Jueza de Instrucción en lo Penal demoraron en una simple
notificación con la imputación formal veintiocho meses y siete días tiempo de retraso en el proceso
atribuible al Ministerio Público y al órgano jurisdiccional porque no aplicaron correctamente las
normas procesales, al no haber notificado al imputado mediante edictos y declararlo rebelde al
desconocer su domicilio, como lo disponen los arts. 87 y 165 del CPP.
Argumenta que posteriormente una vez que el coimputado Cesar Ursagasti se presentó y prestó su
declaración informativa ante el Ministerio Público, presentó objeción a la querella ante el Juzgado de
Instrucción en lo Penal, que fue rechazada sin lugar a debatirse en audiencia pública, como manda el
art. 291 del CPP, razón por la que dicho imputado apeló y se remitió obrados ante el superior en
grado; empero, en el ínterin, sin haberse resuelto la apelación, el Ministerio Público sin considerar el
efecto suspensivo previsto en el art. 396 inc. 1) del CPP, presentó nueva acusación el 23 de julio de
2004, que radicó en el Tribunal de Sentencia de Yacuiba el 3 de agosto de 2004, abriendo
indebidamente la competencia del Tribunal de Sentencia. Entre tanto la Sala Penal de la Corte
Superior del Distrito Judicial de Tarija mediante Auto de Vista 84/2004, de 8 de octubre, resolviendo
la apelación de la ilegal Resolución de rechazo de la objeción a la querella dispuso la obligatoriedad
de realización de la audiencia prevista en el art. 291 del CPP, por lo que el Tribunal de Sentencia de
Yacuiba, mediante Resolución de 30 de octubre de 2004, dispuso la nulidad de obrados hasta que se
lleve a cabo la audiencia ordenada por la Sala Penal, responsabilizando de esa actividad procesal
defectuosa al Ministerio Público representado por la fiscal María Esther Hoyos y al acusador
particular, Aduana Nacional.

Señala que desde el 23 de julio de 2004, al 30 de octubre de 2004, transcurrieron tres meses y siete
días de dilación del proceso, por causa de una incorrecta aplicación de normas procesales por parte
del Ministerio Público y la Jueza de Instrucción que ejerció el control jurisdiccional, estos meses
sumados a los veintiocho meses referidos anteriormente dan un total de treinta y uno meses a los
que hay sumar estos últimos seis meses desde la nulidad de 30 de octubre hasta el presente, que
totalizan treinta y siete meses de actividad procesal defectuosa dilatoria, de mora en la tramitación
de la causa, retardación atribuible de modo directo al Ministerio Público y los órganos judiciales,
como reconoció el Tribunal Constitucional en la SC 1251/2003-R y el Tribunal de Sentencia de
Yacuiba en su Resolución de 30 de octubre de 2004. Si además se toma en cuenta la fecha del acto
inicial de 24 de octubre de 2001 al presente el proceso ha tenido una duración de cuarenta y tres
meses, y si se cuenta a partir de la primera notificación con la imputación la duración del proceso se
reduce a cuarenta y dos meses y veinticuatro días, sin que exista fallo de primera instancia.

Continúa señalando que en enero de 2005, el Ministerio Público presentó nueva acusación,
provocando otra incorrecta aplicación de la ley, sin que se haya resuelto la apelación del Auto
motivado por el que la Jueza Primera de Instrucción de Yacuiba Jenny Castellón Soruco, rechazó la
extinción de la acción penal, mediante Resolución de 9 de diciembre de 2004.

Alega que anulados los actuados procesales por segunda vez por Auto motivado de 30 de octubre de
2004, y devueltos los obrados al Juzgado Primero de Instrucción de Yacuiba, con todos los
antecedentes expuestos su representado y otro de los imputados solicitaron la extinción de la acción
penal, en aplicación de lo dispuesto por el art. 133 del CPP, debido al transcurso de más de tres años
desde la primera imputación formal y notificación; no obstante a los fundamentos expuestos, la
referida Jueza rechazó la extinción de la acción penal mediante Resolución de 9 de diciembre de
2004, sin celebrar audiencia como señala el art. 315 del CPP, con el argumento que no se habría
señalado correctamente el número de fojas del expediente con las que se acreditaba la dilación del
proceso atribuible al Ministerio Público, la Aduana Nacional y los órganos judiciales, sin considerar
que se adjuntó la SC 1251/2003-R y la Resolución del Tribunal de Sentencia de 30 de octubre de
2004, que no fue impugnada por la Aduana Nacional ni el Ministerio Público, donde se señala tanto
las fojas como las partes procesales que vulneraron el debido proceso, provocando la nulidad de
obrados, prueba que la Jueza no valoró, sin tomar en cuenta que no se puede negar la extinción de
la acción penal por no haber precisado las fojas del expediente donde se encuentra los actuados
procesales que provocaron la demora.

Continua alegando que apelada la determinación de la Jueza, la Sala Penal de la Corte Superior del
Distrito Judicial de Tarija, mediante Auto de Vista A.V/A.I-15/2005, de 7 de abril, confirmó la
Resolución dictada por la Jueza de Instrucción en lo Penal con el argumento de no haberse
individualizado la prueba, y que los causantes de la dilación del proceso serían los imputados, como
consecuencia de haber observado y usado los recursos establecidos por ley, que el proceso se inicia
con la notificación al último imputado conforme establece la SC 1036/2002-R vulnerando el derecho
a la defensa y el debido proceso, en vista de que la línea jurisprudencial señalada por las SSCC
1036/2002-R y 1438/2004-R, definen claramente que la etapa preparatoria empieza con la
imputación formal que representa el inicio del proceso penal a los fines de la duración máxima de la
fase preparatoria establecida en el art. 134 del CPP y que el primer acto del proceso penal constituye
el aviso que realiza el Fiscal como director funcional de la investigación al Juez cautelar sobre el
inicio de las investigaciones preliminares, criterio que es aplicable al art. 133 del CPP. Por su parte no
hubo un uso irracional y abusivo de los recursos porque las nulidades han sido declaradas
procedentes.

Finalmente señala que las autoridades recurridas no tomaron en cuenta lo dispuesto por la SC
1004/2004-R que señala que la duración máxima del proceso se computa desde la primera
notificación con la primera imputación. En el caso si se toma en cuenta que la primera notificación
con la imputación data de 1 de noviembre de 2001, hasta el momento en que se solicitó la extinción
de la acción penal por el vencimiento del plazo máximo de duración del proceso han pasado más de
tres años, exactamente tres años y cuarenta y cinco días, y hasta la fecha, han transcurrido tres
años, seis meses y dos semanas, por lo que al no haberse dado curso a la solicitud de extinción de la
acción penal bajo los fundamentos expuestos se ha violado el art. 133 del CPP.

I.1.2. Derechos y garantías supuestamente vulnerados

El actor alega que se vulneró los derechos de su representado a la seguridad jurídica, a la defensa, la
garantía del debido proceso, previstos en los arts. 7 inc. a), 16.II y IV de la CPE, así como los
principios de probidad y celeridad, el art. 8 inc. 1) de la Convención Americana de Derechos
Humanos o Pacto de San José de Costa Rica.

I.1.3. Autoridades recurridas y petitorio

De acuerdo a lo relatado, plantea recurso de amparo constitucional contra Fernando Antonio


Navajas Baldivieso y Juan José Ávila Álvarez, vocales de la Sala Penal y Social y Administrativa,
respectivamente; Jenny Castellón Soruco, Jueza Instructora Mixta cautelar de Yacuiba y María Esther
Hoyos Gonzáles, Fiscal de Materia; pidiendo se declare procedente, se anule la Resolución de 9 de
diciembre de 2004 emitida por la Jueza Primera de Instrucción en lo Penal de Yacuiba y el Auto de
Vista A.V/A.I.- 15/2005, de 7 de abril, y se disponga la extinción de la acción penal por el vencimiento
del plazo de duración máxima del proceso y el consiguiente archivo de obrados, sancionando a las
autoridades recurridas y disponiendo el pago de daños y perjuicios, que deberá comprender incluso
el pago de honorarios profesionales.

I.2. Audiencia y Resolución del Tribunal de amparo constitucional

En la audiencia pública celebrada el 2 de junio de 2005, cuya acta corre de fs. 396 a 404, se
suscitaron las siguientes actuaciones:

I.2.1. Ratificación y ampliación del recurso

El abogado copatrocinante del recurrente ratificó la demanda y añadió que los errores procesales
que han dilatado el proceso penal por más de tres años son atribuibles al Ministerio Público, a los
órganos jurisdiccionales y a la Aduana Nacional.

I.2.2. Informe de las autoridades recurridas

Los vocales recurridos informaron por escrito que cursa de fs. 301 a 303, en el que señalan: a) se
remiten al tenor íntegro del Auto de Vista A.V./A.I-15/2005 pronunciado el 7 de abril de 2005, que
explica por si solo su proceder; b) el recurrente tiene un medio de defensa totalmente transparente,
el juicio oral, público y contradictorio; y c) en los casos en los que se presentan investigaciones
complejas, debido a la delincuencia organizada y transnacional, que revistan multiplicidad de hechos
y pluralidad de imputados y víctimas, la línea jurisprudencial ha señalado que es factible la
ampliación del plazo de la etapa preparatoria.

A su turno la Fiscal recurrida, por escrito que cursa de fs. 283 a 287 informó que: i) el recurrente no
fundamentó en forma clara los derechos o garantías constitucionales que hubieran sido
restringidos y menos señaló la forma, por lo que en aplicación de la jurisprudencia constitucional
señalada en la SC 1516/2004-R, de 21 de septiembre, la determinación del Tribunal de amparo debe
obedecer a la certidumbre sobre si en efecto ha sido violado o está amenazado un derecho
fundamental; ii) toda demanda debe estar dirigida contra la autoridad que ha ocasionado y/o
ordenado el acto impugnado o acusado como violatorio de derecho y garantías constitucionales, en
el caso, su autoridad no tiene condición de Juez ni Vocal para dictar resoluciones que se acusan
como ilegales, puesto que no emitió las resoluciones cuya nulidad se pretende, así la Resolución de
la Jueza cautelar de 9 de diciembre de 2004, Auto de Vista 15/2005 y la extinción de la acción penal,
son actuaciones sobre las que su autoridad no tiene responsabilidad alguna, por lo que existe falta
de legitimidad pasiva respecto de su persona; iii) el actor pretende que el Tribunal de amparo
asuma la calidad de Tribunal de casación y analice y valore actuaciones procesales que en su
momento fueron ponderadas por los jueces ordinarios en ejercicio de sus legítimas atribuciones; y
iv) el representado del recurrente se sometió a la justicia ordinaria y por tanto es evidente casual de
improcedencia del recurso.

Por su parte la jueza Jenny Castellón Soruco, Jueza de Instrucción Mixta de Yacuiba, en el escrito que
cursa de fs. 330 a 333, manifestó lo siguiente: 1) el amparo resulta improcedente por cuanto el
mismo no obedece a la certidumbre sobre si en efecto se ha violado o está amenazado un derecho
fundamental, es una acción de carácter tutelar no un recurso casacional que forme parte de las vías
ordinarias; y 2) el Tribunal de Sentencia ya señaló audiencia para el juicio oral donde el imputado
podrá hacer valer todos sus derechos; y 3) fue notificado con el Auto de Vista en forma legal y no
interpuso recurso alguno contra el mismo, pretendiendo que el Tribunal de garantías asuma la
calidad de Tribunal de casación, buscando que se analice y valore actuaciones que en su momento
fueron ponderadas por las autoridades jurisdiccionales en ejercicio de sus legítimas atribuciones.

I.2.3. Intervención del tercero interesado

La Aduana Nacional, por medio de su abogado defensor William Cavero, en audiencia manifestó: a)
se trata de uno de los procesos de mayor significación económica para la región y el departamento,
porque se está hablando de tres millones trescientos mil dólares de contrabando, dos millones y
medio con ficticias reexpediciones de la zona franca de Yacuiba hacia el Paraguay, las mismas que
no han llegado a destino, certificadas por la unidad de auditoria de la Aduana de Asunción Paraguay,
con consignatarios ficticios, transportistas inexistentes y no habilitados, con direcciones que
tendrían que estar ubicadas en medio del río Paraguay; b) ochocientos mil bolivianos más o menos
referidas a un incendio provocado, cuyos escombros no tienen absolutamente nada que ver con lo
que teóricamente se habría incendiado, documentos alterados acerca de la ubicación de los
galpones; c) en el caso se ha planteado la extinción de la acción en cuatro oportunidades, en la
última planteada ante la Jueza cautelar no se ha cumplido con lo que establece el AC 79/2004, en
cuanto a que la mora procesal sea atribuible al Ministerio Público y al órgano jurisdiccional, no se
precisó en qué parte del expediente se encuentran los actuados procesales que provocaron la mora
o dilación procesal invocada; por el contrario la Aduana Nacional ha señalado concretamente y ha
demostrado ante los jueces de instancia que las dilaciones obedecen precisamente a un uso nocivo
de recursos dentro de la etapa de investigación, con la finalidad de no llegar al juicio que se
encuentra ya señalado para el 7 de los corrientes; d) el recurso es inviable en mérito al principio de
subsidiariedad, debido a que no se ha cumplido con los requisitos establecidos en el AC 79/2004 al
plantear la extinción del proceso y por medio de este recurso no se puede superar la negligencia en
la que han incurrido al no hacerlo correctamente, por lo que no se puede sustituir la facultad y
competencia que el Estado delega a los tribunales penales de instancia para conocer y valorar las
cuestiones, los incidentes que las partes plantean, eso no es competencia del Tribunal de garantías.

I.2.4. Resolución

La Sentencia 06/2005, de 2 de junio, pronunciada por la Sala Civil Segunda de la Corte Superior del
Distrito Judicial de Tarija, denegó el recurso bajo estos fundamentos: a) a través de este recurso no
se puede entrar a considerar vicios procesales que pudieron ser reclamados oportunamente, porque
el recurso de amparo constitucional no es un recurso de tercera instancia; b) las dilaciones referidas
en el proceso penal analizado, por más de tres años, no son enteramente atribuibles al Ministerio
Público ni al órgano jurisdiccional; c) los vocales recurridos no han vulnerado derecho alguno, por el
contrario han obrado conforme a ley, en atención a la complejidad del caso; y d) el representado del
recurrente no ha sido condenado por los delitos imputados y acusados, sólo está sometido a
investigación y no se está presumiendo su culpabilidad.

II. CONCLUSIONES

Hecha la debida revisión y compulsa de los antecedentes, se llega a las conclusiones que se
señalan seguidamente:

II.1. El 12 de noviembre de 2004, dentro del proceso penal, seguido a instancia de la Aduana
Nacional y el Ministerio Público, por supuestos delitos de contrabando y otros, Firmo Soruco L. y
Valmore Donoso, solicitaron ante la Jueza Primera de Instrucción en lo Penal de Yacuiba la extinción
de la acción penal por vencimiento de la duración máxima del proceso, arguyendo que la dilación es
atribuible al Ministerio Público y al órgano judicial y que las nulidades fueron originadas por la
indebida aplicación de las normas procesales, sin referir concretamente en qué fojas del expediente
se encontraban tales actuados, ni individualizar la prueba al respecto (fs. 183 a 189). Lo que fue
reiterado el 9 de diciembre de 2004 (fs. 190).

II.2. El 9 de diciembre de 2004, la Jueza Primera de Instrucción de Yacuiba mediante Auto


motivado rechazó la solicitud de extinción de la acción penal por vencimiento del término máximo
del proceso penal, presentada por los imputados Firmo Soruco y Valmore Donoso y la adhesión
realizada por Lidio López Castillo y José Luis Estrada Flores, arguyendo que los procesados no
precisaron ni demostraron que la mora procesal era atribuible al Ministerio Público y al órgano
jurisdiccional, al no haber individualizado en qué fojas del expediente se encuentran los actuados
procesales que provocaron la demora o dilación, que la petición no cumple con el requisito de forma
que habilitaría la consideración de fondo. Asimismo, rechazó igualmente la solicitud de extinción de
la acción penal en la etapa preparatoria formulada por Cesar Urzagasti, aclarando que el término
transcurrido hasta antes de la presentación de la acusación anulada ante el Tribunal se mantiene
vigente para fines de cómputo (fs. 274 a 278).

II.3. Contra dicho Auto el representado del recurrente y otros interpusieron recurso de apelación
ante la Sala Penal de la Corte Superior del Distrito Judicial de Tarija la que mediante A.V./A.I.-
15/2005, declaró sin lugar a los recursos de apelación incidental, y confirmó la Resolución
impugnada, con el argumento que la prueba presentada por el representado del recurrente no fue
individualizada ni señaló las fojas en las que se encuentran, habiendo señalado en el Considerando
IV que el cómputo del plazo de los tres años de duración del proceso se realiza a partir de la última
notificación con la imputación (pluralidad de imputados) que “marca el inicio del proceso penal” (sic)
(fs. 279 a 281).
III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO

El recurrente arguye que las autoridades recurridas vulneraron los derechos a la seguridad jurídica, a
la defensa, la garantía del debido proceso, los principios de probidad y celeridad, el art. 8 inc. 1) de la
Convención Americana de Derechos Humanos o Pacto de San José de Costa Rica, de su
representado, al haber rechazado su solicitud de extinción de la acción penal por vencimiento de la
duración máxima del proceso atribuible al Ministerio Público y al órgano judicial. En ese sentido
corresponde, en revisión, analizar si en la especie se debe otorgar o no la tutela pretendida.

III.1. Previamente es necesario referir que el trámite de extinción de la acción penal está sujeto a
que el recurrente demuestre que fundamentó su pedido mencionando las piezas procesales con las
que acreditó la demora o dilación del proceso atribuible al órgano jurisdiccional o al Ministerio
Público, conforme a lo determinado por la SC 101/2004, de 14 de septiembre y el AC 0079/2004, de
29 de septiembre, pues quien pretende solicitar la extinción de la acción penal, debe fundamentar
que la mora procesal más allá del plazo máximo establecido por ley, es de responsabilidad del
órgano judicial o del Ministerio Público, precisando de manera puntual en qué parte del expediente
se encuentran los actuados procesales que provocaron la demora o dilación invocada, lo que no
implica ni se traduce en la necesidad de que el solicitante tenga que ofrecer y producir nueva
prueba, cuando la misma se encuentra en el expediente del proceso, sino únicamente
individualizarla; fallos que son de cumplimiento vinculante y obligatorio y tienen la debida
fundamentación jurídica, doctrinal y constitucional relativa al tema tratado.

En partes salientes el AC 79/2004-E CA, señala textualmente lo siguiente:

”Conforme a lo glosado, la Sentencia estableció que quien debe declarar la extinción de la acción
penal o, en su caso rechazarla, es el juez o tribunal del proceso, de oficio o a petición de parte,
valorando en forma objetiva los antecedentes del proceso; en consecuencia, serán esas autoridades
las que, en el caso concreto, determinarán si la retardación de justicia se debió al encausado o al
órgano judicial y/o el Ministerio Público; no siendo posible, a través de la presente Resolución
establecer criterios para el análisis de cada caso” ( las negrillas son nuestras).

(...) De otro lado, pero en conexión y coherencia con lo anotado, corresponde volver a precisar que
lo que la Constitución persigue `…es evitar que la dilación indebida del proceso, por omisión o la
falta de la diligencia debida de los órganos competentes del sistema procesal penal" lesione el
derecho que tiene el imputado a la conclusión del proceso dentro de los plazos establecidos en el
Código de procedimiento penal; consiguientemente, no habrá lesión a tal derecho, cuando a
consecuencia del uso de los distintos medios de defensa y recursos que el sistema legal le dispensa;
el imputado, por un exceso de previsión, provoca la dilación del proceso, quien -dada la capacidad
de previsión inherente a todo ser humano- asume las consecuencias de sus actos; no
correspondiendo, en tal circunstancia, la extinción de la acción penal; al no ser atribuible al órgano
judicial o al Ministerio Público la dilación del proceso; únicos supuestos en los que se puede vulnerar
el derecho que tiene el procesado a la conclusión del juicio dentro de un plazo razonable (las
negrillas son nuestras).

Con relación al segundo punto, partiendo del análisis del art. 133 del CPP y de la Disposición
Transitoria Tercera del CPP y su compatibilización con el art. 116.X de la Constitución Política del
Estado (CPE), sobre la exigencia constitucional de celeridad procesal y las normas internacionales
sobre derechos humanos, el concepto de plazo razonable debe ser apreciado en cada caso concreto,
tomando en cuenta, "la complejidad del litigio, la conducta del imputado y de las autoridades
judiciales…`; dejando claramente establecido que este plazo, en ningún caso puede exceder el límite
de lo razonable”.

Respecto a los casos en que existe pluralidad de encausados y la situación de aquellos que no
provocaron la retardación de justicia; cabe precisar que solamente se viola el derecho que tiene el
procesado a la conclusión del juicio dentro de un plazo razonable, cuando la dilación del proceso es
atribuible al órgano judicial o administrativo y no a los imputados; consiguientemente, el
presupuesto relevante para la extinción de la acción penal, es la constatación de que fue el Estado, a
través de sus órganos competentes de la justicia penal, el que provocó la dilación del proceso; por
tanto, será el juez de la causa el que constate esta situación; como quedó precisado en el último
párrafo de la SC 101/2004, al señalar que: '…vencido el plazo, en ambos sistemas, en lo conducente,
el juez o tribunal del proceso, de oficio o a petición de parte, declarará extinguida la acción penal,
cuando la dilación del proceso más allá del plazo máximo establecido sea atribuible al órgano judicial
y/o, al Ministerio Público, bajo parámetros objetivos; no procediendo la extinción cuando la dilación
del proceso sea atribuible a la conducta del imputado o procesado".

Consiguientemente, quien solicite la extinción de la acción penal debe fundamentar que la mora
procesal más allá del plazo máximo establecido por ley, es de responsabilidad del órgano judicial o
del Ministerio Público (en la etapa preparatoria), precisando de manera puntual en qué partes del
expediente se encuentran los actuados procesales que provocaron la demora o dilación invocada”
(las negrillas son nuestras).
III.2. En el caso de autos, el recurrente describiendo una serie de actos procesales como ilegales
pretende demostrar que la demora en el proceso penal no es imputable a su mandante, sino al
Ministerio Público y a las autoridades jurisdiccionales, lo que supuestamente habría ocasionado se
opere la extinción de la acción penal, cuya valoración corresponde a las autoridades jurisdiccionales
que conocieron la solicitud de dicha extinción de la acción penal, por lo que el análisis
pormenorizado de tales pruebas es atribución de las autoridades indicadas.

III.3. En la especie, la Jueza Instructora Mixta cautelar de Yacuiba rechazó la extinción de la acción
penal mediante el Auto de 9 de diciembre de 2004, con el fundamento entre otros de que el
petitorio de extinción de la acción penal no cumple con el requisito de forma que habilitaría la
consideración de fondo de la solicitud, puesto que en ninguna parte del memorial se formuló con
debida precisión cuáles son los actuados procesales imputables al órgano jurisdiccional, al Ministerio
Público o al querellante que generaron la mora procesal, pues no fueron precisados en qué fojas del
cuaderno de investigaciones se encuentran y tampoco se explicó ni fundamentó cual la lesión
específica que hubiera ocasionado dicho actuado. Como se tiene referido precedentemente la SC
101/2004 y el AC 0079/2004-ECA, determinaron que quien solicite la extinción de la acción penal
debe fundamentar y probar que la mora procesal más allá del plazo máximo establecido por ley es
de responsabilidad del órgano judicial o del Ministerio Público (en la etapa preparatoria), precisando
de manera puntual en qué parte del expediente se encuentran los actuados procesales que
provocaron la demora o dilación invocada; en el caso de autos el representado del recurrente Firmo
Nelson Soruco Lizarraga y otro no cumplieron con ese requisito de forma en el memorial de solicitud
de extinción de la acción que cursa de fs. 183 a 189 de obrados, toda vez que en el mismo no se
individualizó la prueba al respecto, ni se señaló en qué parte del expediente cursan los obrados con
los que pretendieron probar la mora procesal, pues la SC 101/2004 y el AC 0079/2004-ECA,
establecieron claramente que la carga procesal consiste en señalar expresamente las fojas en las que
cursan los actuados procesales y está a cargo de quien solicita la extinción de la acción; por
consiguiente, al no haber obrado de ese modo, el representado del recurrente no demostró
adecuadamente ante la Jueza recurrida que la mora procesal sea atribuible al Ministerio Público y al
órgano judicial, lo que impidió que la juzgadora evidencie y valore adecuadamente dicha prueba, tal
exigencia resulta necesaria tomando en cuenta que quien exige el restablecimiento de sus derechos
debe probar fehacientemente que los mismos fueron vulnerados, señalando el modo y aportando la
prueba que demuestre ese extremo, lo que no puede ser subsanado mediante un recurso de
amparo.

En consideración a que son las autoridades jurisdiccionales que conocen el proceso, las que deben
resolver la extinción de la acción penal, en ejercicio de sus atribuciones, tomando en cuenta la
prueba que aporten las partes, puesto que son éstas las autoridades facultadas para apreciarlas,
asignándoles el valor correspondiente a cada uno de los elementos de prueba, con aplicación de las
reglas de la sana crítica, justificando y fundamentando adecuadamente las razones por las cuales les
otorgan determinado valor, en apreciación conjunta y armónica de toda la prueba esencial
producida por las partes como manda el art. 173 del CPP; las mismas que a su vez pueden ser
impugnadas por la otra parte, de modo que su individualización resulta ineludible y de obligatorio
cumplimiento, y su omisión como en el caso de autos da lugar a que el petitorio sea rechazado por
no haberse especificado adecuadamente en qué lugar del expediente se encuentran los actuados
procesales que demuestran la mora procesal atribuible al Ministerio Público o al órgano judicial.

De la revisión de obrados se tiene que la Jueza recurrida al dictar la Resolución impugnada


por el representante del recurrente, obró conforme a sus atribuciones al haber rechazado la
extinción de la acción penal en vista a la falta de individualización de la prueba que no le permitió
que la misma sea valorada, lo que además dio lugar a que sin mayor trámite (sin señalar audiencia
oral) se dicte Resolución conforme a lo previsto por el art. 315 del CPP, que dispone que cuando el
incidente es de puro derecho, o si no se ha producido, ofrecido o dispuesto la producción de prueba,
el Juez o Tribunal, sin más trámite, dictará resolución.

III.4. Por su parte los vocales recurridos al haber confirmado la determinación de la Jueza
recurrida, mediante el Auto de Vista AV./A.V.-15/2005, de 7 de abril, obraron conforme a las
facultades que les confiere el art. 403 y ss del CPP, sin que por ello se evidencie vulneración alguna a
los derechos invocados por el representado del recurrente, dado que dicha Resolución evidenció
que el representado del recurrente no individualizó la prueba con la que pretendía demostrar que la
mora procesal que supuestamente origina la solicitud de extinción de la acción penal por
vencimiento del plazo de los tres años, sea atribuible al Ministerio Público y a las autoridades
jurisdiccionales, aspecto que impidió considerar igualmente el fondo de la problemática, puesto que
al no haber referido concretamente en qué fojas del expediente se encontraban los actuados
procesales que demuestran la demora procesal, se coartó la posibilidad para que el Tribunal superior
revise dicha prueba.

Sin embargo, no obstante a que los vocales recurridos, como se tiene dicho, no analizaron el fondo
de la problemática por no haberse individualizado las fojas donde se encontraban las pruebas, es
necesario aclarar lo argumentado en el Considerando IV del Auto de Vista AV./A.V.-15/2005 sobre
que, el plazo de los tres años de duración máxima del proceso, es a partir de la última notificación
con la imputación en casos de pluralidad de imputados, no tomaron en cuenta lo previsto por la SC
1036/2002-R, de 29 de agosto, pues el cómputo de los seis meses previstos por el art. 134 del CPP
para el desarrollo de la etapa preparatoria, empieza a partir de que el Juez cautelar pone en
conocimiento del encausado la imputación formal, y a partir de ahí, se tiene un término máximo de
seis meses para presentar la acusación, plazo que en casos de existir pluralidad de imputados se
computa desde la última notificación con la imputación formal; lo que no implica que el plazo de tres
años (art. 133 CPP) en el que deben finalizar los juicios se amplíe, con ese razonamiento
interpretativo la ya citada SC 1036/2002-R, en forma clara, determinó que el computo de los tres
años de duración del proceso no debía efectuarse desde la imputación formal al señalar que: “éste
entendimiento interpretativo (se refiere a la imputación formal y al inicio del proceso) no significa
que nuestro sistema procesal se aparte del mandato de justicia pronta y efectiva, que contiene el
art. 116.X constitucional, por cuanto el plazo de tres años (art. 133 del CPP) en el que deben finalizar
los juicios, no se amplía con este razonamiento interpretativo”.

Por su parte el art. 5 del CPP, párrafo segundo, dispone que: “ Se entenderá por primer acto del
proceso, cualquier sindicación en sede judicial o administrativa contra una persona como presunto
autor o partícipe de la comisión de un delito”; por consiguiente, considerando dicha normativa, el
cómputo de los tres años de duración del proceso penal previsto en el art. 133 del CPP, se computa a
partir de la primera sindicación efectuada en sede judicial o administrativa contra una persona como
presunto autor o partícipe de la comisión de un delito; en consecuencia, para computar la extinción
de la acción penal por el transcurso máximo del tiempo previsto en el referido art. 133 del CPP, es
necesario considerar lo manifestado.

III.5. En cuanto a la Fiscal recurrida, no se evidencia participación alguna de tal autoridad en la


emisión de las resoluciones impugnadas (Resolución de 9 de diciembre de 2004 y Auto de Vista
15/2005), por consiguiente carece de legitimación pasiva para ser recurrida, pues no es la persona
que causó el supuesto hecho ilegal que el recurrente en representación de su mandante denuncia,
razonamiento recogido por las SSCC 0706/2004-R y 0344/2004-R que han tomado lo expresado en
las SSCC 0829/2001-R, 1349/2001-R, 0984/2002-R, 1383/2002-R, 0591/2003-R, 0949/2003-R,
1225/2003-R, 1906/2003-R y muchas otras, cuando se refiere a la legitimación pasiva como la
“…calidad que se adquiere por la coincidencia que se da entre la autoridad que causó la presunta
violación a los derechos y aquélla contra quien se dirige la acción …”.

Por consiguiente no se abre la jurisdicción del recurso de amparo, en vista de que fue el
representado del recurrente, quien omitió referir en el memorial dirigido a la Jueza recurrida, en qué
parte del expediente se encontraba la prueba que demuestra que la demora procesal es atribuible al
Ministerio Público o al órgano judicial, negligencia que no puede ser atribuida a las autoridades
recurridas ni enmendada por medio de un recurso de amparo. Por tanto, no es posible ingresar a
analizar y revisar el fondo de la problemática presentada.

De todo lo expuesto, se concluye que la Corte de amparo, al haber denegado el recurso, ha aplicado
correctamente lo previsto en el art. 19 de la CPE y evaluado correctamente las normas aplicables al
mismo.
POR TANTO

El Tribunal Constitucional, en virtud de la jurisdicción que ejerce por mandato de los arts. 19.IV y
120.7ª de la CPE; arts. 7 inc. 8) y 102.V de la Ley del Tribunal Constitucional, con los fundamentos
expuestos resuelve APROBAR la Sentencia 06/2005, de 2 de junio, cursante de fs. 405 a 411,
pronunciada por la Sala Civil Segunda de la Corte Superior del Distrito Judicial de Tarija, sin costas ni
multa.

Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional.

No intervienen la Decana Dra. Elizabeth Iñiguez de Salinas por encontrarse en uso de su vacación
anual y el Dr. José Antonio Rivera Santivañez, por no haber conocido el asunto.

Dr. Willman Ruperto Durán Ribera


PRESIDENTE

Dra. Martha Rojas Álvarez


MAGISTRADA
Dr. Artemio Arias Romano
MAGISTRADO

Dr. Felipe Tredinnick Abasto


MAGISTRADO

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