0% encontró este documento útil (0 votos)
94 vistas92 páginas

Tesis Libertad Probatoria

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1/ 92

INTRODUCCIÓN

La prueba en materia jurídica es de suma importancia para el


desarrollo del derecho, ya que no existe proceso judicial que no dependa
estrictamente de ella, ni mucho menos una sentencia que establezca el
derecho de las partes que no se sustente en prueba conocida y debatida
dentro proceso, porque no puede existir una sentencia en materia penal o
civil que no fundamente sus considerandos en lo que es objetivamente
veraz y, a todas luces, capaz de convencer sobre la inocencia o
responsabilidad de un acusado o bien que el actor acreditó sus
pretensiones.
Se tiene entonces, que sin la prueba el juez no podría tener un
contacto con la realidad extraprocesal. Y, por ello la forma mediata de
comprobar que la persona a la cual se le acusa de haber cometido un
hecho punible, es culpable o es inocente y solamente se puede llegar a
esta conclusión agotando todos los medios de la prueba legales. Facultad
que la misma ley ha concedido tanto al Estado representado por el
Ministerio Público y el juez así como al acusado y a su defensa, porque
en el procedimiento penal, por ser el instrumento de la definición de las
relaciones de orden público, el Tribunal debe procurar llegar al
conocimiento de la verdad efectiva analizando escrupulosamente el
material probatorio, en su doble aspecto de cargo y de descargo.
Es por ello que se afirma que la prueba en materia jurídica es
aquella en la cual los procedimientos, mecanismos y medios a través de
1
2

los cuales se desarrolla la actividad probatoria. La prueba se presenta


como la necesidad de comprobar, de verificar todo objeto de
conocimiento. De lo expuesto queda en claro que la prueba es algo
distinto a la averiguación o investigación, para probar es necesario
previamente investigar, averiguar o indagar. La averiguación es siempre
anterior en el tiempo a la prueba, así, se investigan y averiguan unos
hechos para poder realizar afirmaciones en torno a los mismos, y una
vez hechas tales afirmaciones es cuando tiene lugar la prueba de las
mismas, es decir la verificación de su exactitud, por lo que siendo
necesaria la investigación, la misma no forma parte del fenómeno
probatorio.
Consecuentemente, se tiene que la prueba no habla por sí sola, está
llena de detalles, de inconsistencias, concordancias, versiones y matices
que arrojan diversos caracteres para valorarlas y para fundamentar la
sentencia a dictarse, y que por ello la prueba debe ser necesaria, legal,
oportuna, libre, controvertida y practicada en la etapa del juicio.
Entonces dada la importancia de los medios de prueba en el proceso
penal, resulta necesario que el juzgador realice una correcta valoración de
los medios de prueba para arribar a la verdad histórica de los hechos y
con base a ello sentenciar al acusado.
En razón de lo expresado, se presenta esta investigación cuyo
objetivo general es analizar la vinculación de la libertad de prueba con el
sistema de libre apreciación probatoria en el proceso penal venezolano,
bajo los lineamientos teóricos de autores como Pérez-Sarmiento (2009) y
Quintero (2010), con sus aportes acerca de la prueba en el proceso penal
acusatorio.
3

En aras de responder a los objetivos propuestos, es preciso indicar


que la investigación realizada se desarrolló bajo el paradigma jurídico-
dogmático, de tipo documental, con nivel descriptivo y diseño
bibliográfico, recogiéndose la información a través del empleo de
diversas técnicas que utiliza la investigación documental.
La estructuración del trabajo se hizo en cuatro (4) capítulos, donde
el Capítulo I o Problema, contiene la contextualización y delimitación del
mismo, las interrogantes que se resolverán, el objetivo general y
específico, para pasar seguidamente a la justificación y el desglose del
sistema de variables en su forma conceptual y operacional. De inmediato,
se ofrece el Capítulo II, Marco Teórico, el cual recoge los antecedentes
que guardan relación con las variables abordadas; también se presenta un
conjunto de aspectos generales; luego, se desarrollan las variables del
estudio. En el Capítulo III, Marco Metodológico, se presenta el tipo y
diseño del estudio, describiéndose en el procedimiento la estrategia
seguida para conformar el cuerpo de este trabajo. De inmediato, se
aprecia el Capítulo IV, Conclusiones y Recomendaciones, donde se
plasman de manera resumida los hallazgos alcanzados y se plantean
ciertas sugerencias que pueden contribuir a mejorar la situación
problema. Para finalizar, se ofrece la Bibliografía.
CAPÍTULO I
EL PROBLEMA

1.1 Contextualización y Delimitación del Problema

El principio de la libertad de prueba, de acuerdo al criterio de Bello


(2008), igualmente distinguido como principio de prueba libre, radica en
la posibilidad, legalmente consagrada, de instaurar convicción en el
proceso sobre la veracidad o falsedad de un hecho a través de cualquier
clase de medios lícitos, libremente valorados por los llamados a aplicar el
derecho, sin más restricciones que las reglas de la lógica, las máximas de
experiencia y los conocimientos científicos, es decir, serán apreciadas
según la sana crítica. Por tanto, la libertad de prueba es ante todo libertad
de promoción, proposición u ofrecimiento y libertad de valoración sin
sujeción a tarifas legales.
Cabe agregar, siguiendo al autor mencionado en el párrafo
superior, que el principio de libertad de prueba es el único acorde con la
razón, con la indagación de la verdad material, con el avance de la
ciencia y la técnica, que cada día crea o revela nuevos y más eficientes
métodos de investigación. Éste es el principio regente del sistema
probatorio del proceso penal acusatorio y ha venido a suplir al antiguo
sistema de prueba legal, según el cual sólo eran admisibles los medios
probatorios expresamente autorizados por la ley, los cuales están sujetos
a reglas rígidas de valoración.

4
5

Considera el autor del presente trabajo de investigación, que


resulta oportuno apuntar que en los ordenamientos procesales que tienen
como regla la prueba libre, simplemente así lo promulgan en uno o
varios artículos y, por tanto, estos ordenamientos no instituyen cuáles
son los medios probatorios admisibles, sino simplemente imposiciones de
legalidad para los medios usualmente utilizados por el Estado para
obtener evidencias contra los ciudadanos imputados.
Siguiendo a Cafferata (2008), hay que agregar también, que la
libertad de prueba es consustancial al sistema acusatorio, comprendiendo
la facultad de las partes de promover cualquier medio probatorio lícito,
pertinente, idóneo y oportuno para demostrar los hechos en que basan sus
pretensiones, lo cual se opone al principio de prueba legal, propio del
sistema inquisitivo, según el cual sólo son medios de pruebas admisibles
aquellos expresamente establecidos en la ley. En consecuencia, los
ordenamientos procesales acusatorios no regulan taxativamente los
medios de prueba posibles, como es característico de los ordenamientos
inquisitivos.
En tal sentido, anota quien suscribe, la libertad de pruebas en el
proceso penal venezolano se encuentra establecida en el artículo 198 del
Código Orgánico Procesal Penal (COPP, 2001), el cual expresa:

Salvo previsión expresa en contrario de la ley, se podrán


probar todos los hechos y circunstancias de interés para la
correcta solución del caso y por cualquier medio de prueba,
incorporado conforme a las disposiciones de este Código y
que no esté expresamente prohibido por la ley. Regirán, en
especial, las limitaciones de la ley relativas al estado civil de
las personas.
6

Un medio de prueba, para ser admitido, debe referirse, directa


o indirectamente, al objeto de la investigación y ser útil para
el descubrimiento de la verdad. Los tribunales podrán limitar
los medios de prueba ofrecidos para demostrar un hecho o
una circunstancia, cuando haya quedado suficientemente
comprobado con las pruebas ya practicadas. El tribunal puede
prescindir de la prueba cuando ésta sea ofrecida para
acreditar un hecho notorio.

Observa el tesista de la norma transcrita, que consagra el principio


de la libertad de las prueba cuando dice que, “…se podrán probar todos
los hechos por cualquier medio de prueba…”. Pero, al propio tiempo
consagra los límites a ese principio de libertad probatoria, cuando exige
que para su admisión, un medio de prueba “…debe referirse, directa o
indirectamente, al objeto de la investigación y ser útil para el
descubrimiento de la verdad…”. Es la idoneidad u conducencia de la
prueba, es decir, la cualidad de ser apropiada para demostrar los hechos
del proceso.
Pero la prueba también debe tener la capacidad de aportar datos
útiles al proceso, o sea, debe ser pertinente al existir relación entre el
medio de prueba y el objeto de la prueba, en consecuencia, de ser ese el
caso se estaría en presencia de una prueba idónea. De modo que son los
criterios de utilidad, pertinencia y conducencia, los que sirven de
fundamento al juez para pronunciarse sobre la admisibilidad de la prueba.
La otra limitación a la libertad de la prueba está referida a que el medio
de prueba debe ser incorporado conforme a las disposiciones del Código
Orgánico Procesal Penal.
En otro orden de idea, es menester hacer alusión siguiendo a
7

Maldonado (2007), a que en un proceso penal debe predominar una


libertad probatoria amplia, sólo limitada por situaciones que no atenten
contra la moral del imputado, que no afecte las buenas costumbres y que
fundamentalmente no se atente contra los derechos humanos, ya que en
este caso si se violentan normas fundamentales. Por lo tanto las
limitaciones legales sobre las pruebas están en su obtención o producción
y en los derechos que la ley otorga a cada una de las partes, además de la
regulación por la formalidad exigida y las limitaciones de tiempo y el
cumplimiento de requisitos legales.
Sin embargo, aporta el autor de este trabajo, existe un número
determinado de medios probatorios que el Código Orgánico Procesal
Penal (2001) enumera, pero partiendo del principio de la libertad
probatoria enunciada por el mismo texto legal, cualquier medio que se
encuentre dentro de la legalidad procesal, tanto en el aspecto material
como en su formalidad procesal, viene a cimentar una actividad precisa
para formarse el juez un conocimiento de los hechos y de sus
circunstancias o bien para justificar los mismos según la pretensión que
aleguen las partes.
Por lo tanto, puede afirmarse de acuerdo a Maldonado (2007), que
los medios de prueba tienen carácter universal ya que son instrumentos
que señalan los Códigos Procesales, como las inspecciones, los testigos,
experticias, secuestros, interceptación de comunicación, y otras. La
postura que se toma como base a la ley es el de la libertad sobre los
medios de prueba, agotando primero la enumeración que de ellos hace la
ley. Si bien es cierto que los mencionados en el párrafo anterior son los
habituales porque tienen una relación probatoria con los hechos más
8

comunes, los demás como nuevos medios de prueba que pueden


proporcionar la evolución de la ciencia serán también admitidos por el
juez, siempre que no atenten contra la moral, los derechos humanos, las
costumbres de un pueblo determinado, porque presentan un
procedimiento semejante a los anteriores o porque vendrían a ser medios
necesarios útiles o convenientes, bajo la regulación que haría el juez y
con la única limitación constitucional que no entren en el grupo que la
doctrina denomina pruebas ilegales o prohibidas.
Ahora bien, el tesista considera oportuno resaltar que si bien es
cierto que existen medios de pruebas que no están expresamente
prohibidos por la ley, pero por su naturaleza son inadmisibles, es decir,
aquellos cuya existencia depende básicamente de una tarifa legal, no
pueden ser propuestos ni recibidos en un sistema procesal que execra las
tarifas legales, y así, ni la confesión, ni el juramento decisorio serán
proponibles, aunque este último nunca fue admisible para resolver la
cuestión probatoria penal.
Es por ello, que el COPP (2001), acoge el método de la libertad
probatoria como ya se ha dicho y con base a ello, ordena y admite que las
partes, salvo disposición expresa en contrario podrán probar los hechos
pretendidos por cualquier medio de prueba, incorporados en sus propias
disposiciones y que no estén prohibidos por la ley.
Pero además, Bello (2008), explica que el sistema de libre
valoración de la prueba es intrínseco al proceso penal acusatorio y una
exigencia del mismo, partiendo de la base que en tal sistema se trata de
apreciar la actividad probatoria de los intervinientes sin que el juez, como
ha señalado la jurisprudencia alemana, “se encuentre vinculado a reglas
9

probatorias, es decir, a disposiciones legales acerca de la eficacia de las


pruebas ni a disposiciones que establezcan los presupuestos bajo los
cuales un hecho debe considerarse acreditado” (p. 78).
El COPP (2001), recoge el sistema de libre valoración de la prueba
en el artículo 291, donde se consagra que los Tribunales apreciarán la
prueba con libertad, pero no podrán contradecir los principios de la
lógica, las máximas de experiencia y los conocimientos científicamente
afianzados. En consecuencia, resulta difícil de imaginar un proceso en el
que no se haya practicado ningún tipo de actividad probatoria, ya que sin
lugar a dudas la prueba es el eje fundamental de todo proceso. Se ha
llegado incluso a afirmar que sin prueba no hay proceso.
Ahora bien, para dictar una sentencia no basta con el mero
convencimiento subjetivo del juez, sino que, el mismo debe apoyarse en
la prueba practicada, de tal forma que el resultado puede obtener la plena
convicción de la culpabilidad del acusado. Señala Maldonado (2007), que
la existencia de la prueba se convierte en un requisito sine qua non de la
valoración; agrega que constatada la existencia de actos de prueba, el
juzgador deberá iniciar la actividad de la apreciación de los mismos; si
por el contrario, llega a la conclusión de que no existe actos de prueba es
obvio que ello impide toda apreciación, al no existir prueba alguna que
valorar.
Por otro lado, la necesidad de prueba conlleva a la prohibición de
que el juez pueda formar su convicción basándose en su propio
conocimiento privado adquirido a extramuros del proceso. De tal modo,
que la libre apreciación de la prueba según Pérez-Sarmiento (2009),
consiste en que “el Juez pueda dar a cada una de las pruebas presentadas
10

a su consideración, el peso que considere conveniente en la formación de


su convencimiento, pero a condición de que explique y fundamente esas
consideraciones en su decisión” (p. 101).
Por lo que se desprende entonces, según el juicio de quien escribe,
que la fuente de la convicción debe ser exteriorizada y plasmada en la
motivación de la decisión. Así se conjuga la libertad del juzgador con el
control de las partes y del público sobre los fundamentos de la decisión y
sobre la fuente de la convicción. Ello, según Maldonado (2007), acarrea
el efecto de que las decisiones judiciales no resultan puros actos de
voluntad o fruto de meras impresiones de los jueces sino que sean
consecuencia de la consideración racional de las pruebas exteriorizadas,
como una explicación racional sobre el motivo por el cual se concluyó y
decidió de esa manera, explicación esta que deberá ser comprensible por
cualquier persona, también mediante el uso de su razón.
Sin embargo, explica al autor de este trabajo, el sistema de libre
apreciación o valoración de la prueba conforme a la sana crítica, no es
precisamente una solución: el problema radica, en que, al carecer este
sistema de reglas expresas y constantes de apreciación, la valoración de
la prueba se sale de los marcos del ordenamiento jurídico para
convertirse en un profundo problema ético y cognoscitivo, que exige
jueces de gran inteligencia, sentido común, sensibilidad humana y social,
capaces de producir la valoración inteligente que el criterio racional
reclama.
Con base a las consideraciones mencionadas surgen las siguientes
interrogantes:
11

1.2 Interrogantes de la Investigación

¿Cuál es la vinculación de la libertad de prueba en el proceso penal


venezolano?.
¿Cuál es el fundamento de la verdad procesal como resultado de la
relación entre comprobación y valoración en el proceso penal
venezolano?.
¿Qué contenido tiene de la libertad de prueba con relación al
sistema de libre apreciación de la prueba en el proceso penal
venezolano?.
¿Cuál es la importancia de la actividad probatoria en cuanto a la
libertad y apreciación de la prueba en el proceso penal venezolano?.

1.3 Objetivos de la Investigación


1.3.1 Objetivo General

Analizar la libertad probatoria en el proceso penal venezolano.

1.3.2 Objetivos Específicos

- Analizar el fundamento de la verdad procesal como resultado de


la relación entre comprobación y valoración en el proceso penal
venezolano.
- Analizar el contenido de la libertad de prueba con relación al
sistema de libre apreciación de la prueba en el proceso penal venezolano.
12

- Determinar la importancia de la actividad probatoria en cuanto a


la libertad y apreciación de la prueba en el proceso penal venezolano.

1.4 Justificación

La prueba es un estado de cosas susceptible de comprobación y


contradicción, que tiene lugar en el proceso de conformidad con la ley,
para producir convencimiento, no sólo en el juez, sino en las partes y en
el público, sobre la veracidad o falsedad de los hechos del proceso y,
consiguientemente, para sustentar las decisiones. Ese estado de cosas,
que puede consistir en un sujeto que confiesa, otro que rinde testimonio,
el juez que inspecciona, un experto que analiza y dictamina, un
documento que dice algo o un objeto que indica o sugiere algo, resulta
claro entonces que ese estado de cosas en el proceso al que se llama
prueba es introducido a éste a través de los llamados medios de prueba o
medios probatorios (Quintero, 2010).
La apreciación o valoración de la prueba constituye,
indudablemente, una operación fundamental en todo proceso y, por tanto,
también en el proceso penal. Rivera (2003), la califica de momento
culminante y decisivo de la actividad probatoria, consistente en aquella
operación mental que tiene por fin conocer el mérito o valor de
convicción que puede deducirse de su contenido. Mediante la misma se
trata de determinar la eficacia o influencia que los datos o elementos
probatorios aportados al proceso, mediante los oportunos medios de
prueba, tendrán en la formación de la convicción de juzgador.
Considera Pérez-Sarmiento (2009), que la apreciación de la
13

prueba determina el resultado que se infiere de la práctica de un


determinado medio de prueba, es decir, el grado de convicción o
persuasión de la prueba practicada, que puede ser positivo, en cuyo caso
se habrá logrado el fin de la prueba (la convicción judicial), o negativo, al
no alcanzarse dicho fin. Es por tanto una actividad intelectual que
corresponde realizar exclusivamente al órgano jurisdiccional, sin
perjuicio de que las partes, durante las sesiones del juicio oral, dediquen
gran parte de sus informes orales, a examinar, analizar y, en definitiva, a
valorar la prueba practicada.
La presente investigación se justifica en virtud de la importancia
que tiene la prueba en el proceso penal, ya que trata de aportar al juez la
convicción de la verdad de una afirmación o simplemente de fijarle a los
efectos del proceso. Sin embargo, la apreciación que haga el juzgador en
relación a éstas, es importante, en virtud de que contribuye a la
formación de la misma y a la convicción del juez sobre determinada o
determinados hechos.
Ahora bien, en el sistema de libre convicción el juzgador debe
aplicar también las reglas de la lógica y las máximas de experiencia, con
la particularidad de que en este caso, no viene impuesto por el legislador
en una norma concreta. También se hace necesario agregar, que la
eficacia de la prueba presupone la previa apreciación de la misma, por lo
que se hace imprescindible un adecuado sistema de valoración, ya que la
prueba es el único instrumento procesal con que cuenta el Juez para
controlar las afirmaciones iniciales de las partes y obtener convicción
acerca de su exactitud.
De igual modo, también es importante la presente investigación en
14

virtud de que mediante la aplicación de un adecuado sistema de


apreciación de la prueba, sirve al juez para depurar los resultados
obtenidos con la práctica de los diferentes medios de prueba,
interrelacionándolos unos con otras para llegar finalmente a formar su
convencimiento.
Por otro lado, este trabajo beneficia a los operadores de justicia
venezolanos por la información que ofrece acerca de la amplitud del
sistema de libre apreciación de pruebas, que si bien es cierto, permite
analizar los diferentes medios de prueba en forma exhaustiva también
puede ser medio peligroso en el proceso, sino es utilizado de forma
adecuada y honesta por los diferentes juzgadores.
Asimismo, la investigación abordada busca servir de aporte o
fuente a otras investigaciones, trabajos, proyectos que se realicen en
cuanto a la materia tratada y desarrollada a la largo de este trabajo.

1.5 Sistema de Variables

Una variable se puede definir como una propiedad que puede


variar y cuya variación es susceptible de medirse (Hernández, Fernández
y Baptista, 2006). Por su parte, Balestrini (1999), señala que la definición
conceptual, “se encuentra estrechamente relacionada con el cuerpo
teórico en el cual está contenida la variable en estudio. Se establece
específicamente el significado que ha de otorgársele a un determinado
término dentro de la investigación” (p. 103).
De este modo una variable se entiende como todo aquello que
puede asumir diferentes valores desde el punto de vista cuantitativo o
15

cualitativo. Las variables pueden ser definidas conceptual y


operacionalmente.

1.5.2 Definición Conceptual

Según el Manual de Normas para la Elaboración, Presentación y


Evaluación de los Trabajos Especiales de Grado de la Universidad Santa
María (USM, 2001), la definición conceptual de la variable viene dada
por el sentido que el autor pretende dar a los términos de la investigación.
Según la selección de los términos utilizados y el significado, representa,
a su vez, de manera sintetizada, cada objetivo específico planteado en
la investigación.
A continuación se muestra el Cuadro 1, contentivo de la
identificación y definición de las variables.

Cuadro 1
Identificación y Definición de las Variables
OBJETIVO VARIABLE DEFINICIÓN
ESPECÍFICO CONCEPTUAL

Analizar el fundamento Fundamento de la verdad Obligación que tiene el Juez


de la verdad procesal procesal como resultado Penal de analizar las pruebas
como resultado de la de la relación entre de autos para poder fundar su
relación entre comprobación y decisión.
comprobación y valoración en el proceso
valoración en el proceso penal venezolano.
penal venezolano.
16

Cuadro 1 (cont.)
OBJETIVO VARIABLE DEFINICIÓN
CONCEPTUAL
ESPECÍFICO

Analizar el contenido de Contenido de la libertad Características del proceso


la libertad de prueba con de prueba con relación al penal todo mediante las
relación al sistema de sistema de libre cuales puede ser probado, y
libre apreciación de la apreciación de la prueba por cualquier medio de
prueba en el proceso en el proceso penal prueba; pero no de manera
penal venezolano venezolano absoluta, ya que presenta
ciertas limitaciones.

Determinar la Importancia de la Relevancia de la actividad


importancia de la actividad probatoria en probatoria para demostrar o
actividad probatoria en cuanto a la libertad y descubrir la verdad real,
cuanto a la libertad y apreciación de la prueba constituyendo la mayor
apreciación de la prueba en el proceso penal garantía contra cualquier
en el proceso penal venezolano arbitrariedad de las decisiones
venezolano judiciales
Fuente: El Autor (2019)

1.5.2 Definición Operacional

Según la USM (2001), la definición operacional consiste en


sintetizar las variables en aspectos más sencillos que permitan la máxima
aproximación para poder medirla. Tales aspectos son las dimensiones, los
indicadores y de ser necesario, los sub-indicadores. Esto requiere el
análisis de las variables desde su más elemental nivel característico, el
cual permite la clasificación, la identificación pormenorizada de los
aspectos y detalles de funcionamiento y dimensión real, en determinado
contexto ideológico; esto, posibilita desglosarla en elementos más
17

reducidos llamados dimensiones e indicadores según la necesidad


ilustrativa y analítica de los investigadores.
En el Cuadro 2, se muestran las variables operacionalizadas:

Cuadro 2
Operacionalización de las Variables
VARIABLE DIMENSIÓN INDICADOR

Fundamento de la verdad Jurídica/Penal -La verdad procesal fáctica


procesal como resultado de la y la verdad científica
relación entre comprobación y -Incorporación de diversos
valoración en el proceso penal medios de prueba para
venezolano. lograr la verdad en el
proceso

Contenido de la libertad de Jurídica/Penal -Contenido de la libertad


prueba con relación al sistema de probatoria
libre apreciación de la prueba en -Relación de la libertad
el proceso penal venezolano probatoria con la libre
apreciación de las pruebas

Importancia de la actividad Jurídica/Penal -La prueba como medio


probatoria en cuanto a la libertad confiable para descubrir la
y apreciación de la prueba en el verdad
proceso penal venezolano -La prueba como garantía
contra arbitrariedades
judiciales

Fuente: El Autor (2019)


CAPÍTULO II
MARCO TEÓRICO

2.1 Antecedentes Relacionados con la Investigación

Cortez (2008), llevó a cabo un trabajo para determinar el Alcance


de la Libre Valoración de la Prueba como Sistema de Valoración
Probatoria en el Proceso Penal Venezolano, en la Universidad Católica
Andrés Bello, Caracas, cuyo objetivo general fue analizar el alcance de la
libre apreciación de la prueba como sistema de valoración probatoria en
el proceso penal venezolano, concluyendo con una posible solución
como es la necesidad de que el legislador limite la forma la valorar la
prueba por parte del juez, ya que esta forma de valoración depende del
prudente arbitrio del juez.
Del estudio anterior, se extrae como material de importancia para
este trabajo que el principio de la libre valoración de la prueba exige
como presupuesto fundamental la existencia de la prueba, donde el juez
única y exclusivamente podrá formar su convicción basándose en la
prueba aportada al proceso y practicada en el correspondiente juicio oral.
Otra investigación de interés, es la de Agüero (2009), que intituló
El Alcance de la Libertad Probatoria y sus Limitaciones en el Proceso
Penal Venezolano, efectuada en la Universidad Católica Andrés Bello,
Caracas. El objetivo fue analizar el alcance de la libertad probatoria y
sus limitaciones en el proceso penal venezolano, concluyendo que las

18
19

pruebas, para que sean admitidas e incorporadas al proceso,


fundamentalmente al juicio oral, deben ser lícitas, útiles, necesarias y
pertinentes, o sea: que no contraríen ninguna prohibición legal y que no
hayan sido obtenidas mediante un procedimiento ilícito; que sean
capaces de producir certeza o probabilidad acerca de los hechos y llevar
el convencimiento de ellos al sentenciador; que versen sobre hechos que
deban ser debidamente establecidos y no sobre aquellos exentos de
prueba, en cuanto tengan que ver con el objeto del proceso y con sus
circunstancias.
El aporte del trabajo anterior, radicó en la información ofrecida
acerca del principio de la libertad de prueba que radica en la posibilidad,
legalmente consagrada, de instaurar convicción en el proceso sobre la
veracidad o falsedad de un hecho a través de cualquier clase de medios
lícitos, libremente valorados por los llamados a aplicar el derecho, sin
más restricciones que las reglas de la lógica, las máximas de experiencia
y los conocimientos científicos. Por tanto, la libertad de prueba es ante
todo libertad de promoción, proposición u ofrecimiento y libertad de
valoración sin sujeción a tarifas legales
Chacón y Bedoya (2010), indagaron acerca de Alternativas de la
Moderna Investigación y la Prueba en el Proceso Penal, llevado a cabo en
la Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela, cuyo objetivo general
consistió en analizar las alternativas de la investigación moderna y la
prueba en el proceso penal. Concluyeron que en materia de pruebas
judiciales, existe en la actualidad un sistema de orden dominante,
impuesto desde la doctrina, cuya vertiente proviene de la especial
consideración Constitucional e interpretación de los tratados
20

internacionales de Derechos Humanos, a saber: la que considera como fin


de la prueba judicial establecer la verdad; la que ve como fin de la prueba
la fijación de los hechos del proceso y la que reconoce que con ella se
busca obtener el convencimiento del juzgador.
El autor de este trabajo seleccionó este estudio como antecedente
por el tratamiento teórico del sistema moderno de pruebas y aunque a su
juicio, estas doctrinas se refieren más que todo a la función de la prueba,
que se relaciona al descubrimiento de la verdad, hay que destacar en
cuanto a la determinación de lo que es la prueba para el ordenamiento
jurídico y en particular para el proceso penal. Es por ello que durante el
juicio penal, la actividad probatoria no es de investigación, sino de
verificación o comprobación de la acusación formulada por el Ministerio
Público y de la tesis que sostenga la defensa.
Ramírez (2010), en su trabajo El Régimen Probatorio en el Proceso
Penal Venezolano, efectuado en la Universidad de Los Andes, Mérida,
Venezuela, planteó como objetivo general, estudiar el régimen probatorio
en el proceso penal venezolano, llegando a la conclusión que la dinámica
de pruebas se manifiesta en actividades específicas llamadas actos de
pruebas, que en el derecho procesal penal son elementos de obligatorio
cumplimiento para dar inicio al proceso originado por una acción
punible. Durante la investigación correspondiente al hecho punible
interviene primero el denunciante o víctima del delito, el Ministerio
Público como titular de la acción penal, algunos terceros como testigos,
cuerpo de investigaciones competentes, peritos y otros que podrían
involucrarse y el imputado que es el sujeto procesal activo sobre quien va
21

a recaer la acusación orientada por el representante del


Ministerio
Público.
La selección del trabajo anterior, significó la profundización en
aspectos teóricos acerca de la interposición de la denuncia, el dictamen
de peritos, el testimonio, las diligencias practicadas por el cuerpo de
investigaciones, la inspección, el levantamiento de cadáveres,
comprobación de lesiones, objetos, daños, entre otros. Las pruebas
facilitan el fundamento jurídico para sus determinaciones; son el medio
indicado para justificar una postura legal, ya sea con el ejercicio de la
acción penal o cuando se determina que el acto cometido lesiona los
derechos humanos jurídicamente protegidos. Además, la investigación de
Ramírez (2010), se orientó en función de los fundamentos legales y
conocimientos doctrinados referidos a prueba. En general se enfoca lo
relacionado el medio probatorio en la legislación penal venezolana.
A continuación se exponen diversos aspectos generales que
contribuyen a una mejor comprensión sobre la vinculación de la libertad
de prueba con el sistema de libre apreciación probatoria en el proceso
penal venezolano.

2.2 La Prueba en el Proceso Penal

La prueba, al decir de Armenta (2003), es el segmento procesal


más importante de todo proceso judicial, sólo a través de la actividad
probatoria el Juez pronunciará su sentencia, la prueba es el sustento de la
22

condena o la absolución del acusado en el proceso penal, su relevancia en


todos los sentidos, es suprema.
Sostiene la misma autora, que la actividad probatoria, la prueba,
debido a su elementalidad en el proceso penal, ha suscitado varias
connotaciones de orden dogmático procesal penal; múltiples son las
apreciaciones jurídicas que surgen en torno a la prueba tanto a nivel del
Derecho nacional como extranjero, más el conocimiento jurídico de la
prueba se ha visto atemperado a su utilidad práctica, por lo que su praxis
domina el escenario académico de su estudio en el país.
Afirma Armenta (2003), que se sabe de su jerarquía, de su
influencia procesal, de sus ventajas y beneficios en la forma y el método
de introducirla en la litigación oral ante los tribunales penales, en fin,
pero en cuanto a los valores ideológicos que rigen a la actividad
probatoria en el proceso penal poco se ha dicho o se ha escrito, siendo
esto algo importante que anotar pues un sistema probatorio es el reflejo
de los valores políticos y éticos de un Estado, en donde se está, los
vinculados al Derecho y los que no, por lo que alejándose de esta manera
tradicional de estudiar la prueba, antes de aproximarse a la idea de la
prueba ilícita, se nota que no se puede ingresar de lleno al tema sin
abordar la prueba desde su concepción primaria, desde un sentido moral
y político, desde su ontología, asunto que no dilucidado en su extensión,
representa el soporte fenomenológico de lo que se va a tratar.
En efecto, asevera la citada autora, que si se entiende a la prueba
desde una perspectiva de profunda acentuación política y moral, se
afirma que la misma no es sólo normas, reglas, procedimientos, sino que
alrededor de la prueba se concibe una relación bien definida: verdad por
23

una parte y poder por la otra, los dos (2) interactúan y se interrelacionan
en ese espacio de Estado denominado proceso penal. La verdad, como es
sabido, obedece al fin mismo del proceso penal, encontrar la verdad
histórica y material de los hechos; el poder asimismo es la fuerza
coercitiva del Estado, el ius puniendi que sirve para encontrar la verdad
que busca el proceso penal.
A través del desarrollo histórico, la estructura de equilibrio entre la
verdad y el poder ha sido el ciudadano, esto ha sido así desde el
principio, aunque claro está y así lo describe Foucault, en épocas
primigenias las disputas, los pleitos, los litigios judiciales no tuvieron en
la verdad su solución, la verdad si bien en la actualidad se la trata de
conquistar a través de medios probatorios, como bien relata Lloré-
Mosquera (2009), tenía caracteres rudimentarios en épocas medievales,
tanto era así que se creía alcanzar la verdad yendo por caminos
completamente desvinculados del hecho a descubrirse, eran tiempos de
los juicios de Dios, de duelo judicial, de las ordalías, de los juramentos
compurgatorios entre otros, pero desde que se estableció la búsqueda de
la verdad como objetivo del proceso penal, se hizo indispensable
encontrar métodos de averiguación o búsqueda de verdad, porque la
necesidad era acercarse a la realidad de lo acontecido y entregarla al Juez
o Tribunal para que luego de su razonamiento judicial culmine con la
pretensión punitiva del Estado, que es aplicar la pena al culpable.
Opina el investigador de este estudio, que es aquí precisamente
donde aparece el ciudadano, quien en primer término es visto como
objeto del proceso, quien más que él, quien mejor que nadie, se decía,
conoció la verdad que se busca ingresar al proceso, convirtiendo al
24

individuo en un medio de prueba más y con ello se justificaba la tortura,


los castigos, los sueros de la verdad, la incomunicación, y otras formas de
coacción, al final el triunfo de la verdad no admitía límites y el Estado,
haciendo uso de su inmenso poder daba preeminencia a la verdad, como
valor más precioso, que el respeto al individuo, todo esto plenamente
identificado con una forma de enjuiciamiento criminal inquisitivo.
Mas, como bien identifica Pellegrini (2005), en todos los sectores
de conocimiento la noción que se tenga de verdad está constantemente
condicionada a aquella serie de valores que se traducen por el método a
través del cual se desenvuelve la búsqueda y si en la vigencia de sistemas
de aplicación de penas inquisitivo a nombre de la verdad se hicieron
muchos horrores, envileciendo la dignidad del hombre, esto
diametralmente cambió con un sistema procesal penal acusatorio
reconociéndole al individuo su valor y sobre todo su dignidad.
Inquisitivo y acusatorio, a más de ser sistemas procesales, son
sistemas políticos que definen de un modo sustancial la relación entre el
Estado y los ciudadanos, siendo necesario darse cuenta según señala
Cafferata (2008), que la diferencia esencial entre estos paradigmas
opuestos, contradictorios es como cada uno resuelve la tensión entre el
poder penal reconocido a aquel y las garantías individuales concebidas
como límites a ese poder; en efecto, como sostiene Binder (2009), dentro
del proceso penal hay un choque de fuerzas entre el poder penal que
quiere realizarse y las garantías ciudadanas que en cierto modo se oponen
a la aplicación de ese poder, siendo entonces un problema de poder, la
prueba es un problema de verdad, de cómo y bajo que términos se llega a
ella, de los límites de su búsqueda en el proceso penal.
25

Debido a ello es que la doctrina actual, en lo que atañe a la prueba


ilícita o las prohibiciones probatorias, como apunta Guariglia (2003), va
de acuerdo al modelo de Estado, indicándose dos (2) modelos: el
primero, de control del delito o estado gendarme o policíaco
administrativo y gerencial, el interés de un Estado verdugo y poderoso en
castigar a todos los culpables, que exige una averiguación ilimitada de la
verdad. El segundo, modelo del debido proceso o modelo estado de
derecho contradictorio y judicial, diferenciándose patentemente que si un
país se precia de ser un Estado de Derecho sólo podrá considerarse a un
individuo culpable si las pruebas que lo acusan son obtenidas bajo el
amparo de un procedimiento legal, lográndose una verdad, no sólo
judicial sino fundamentalmente una verdad válida clausurando entonces
toda forma de violación a los derechos y garantías del ciudadano.
En definitiva, ha entendido el autor de este trabajo, de acuerdo a
los anteriores argumentos, que verdad y poder, la persecución penal del
delito, la defensa social en un Estado de Derecho tienen consagrada su
frontera, la indagación de la verdad no es absoluta, tienen en el respeto a
los Derechos y Garantías Constitucionales del ciudadano, una barrera
condicionante insoslayable, la búsqueda de la verdad tiene un límite
concreto: el ciudadano.

2.3 La Carga Formal de la Prueba en el Proceso Penal Venezolano

Pérez-Sarmiento (2009), escribe que el desarrollo, la ciencia y la


tecnología del comercio, la industria y de las comunicaciones, condujo a
la igualdad formal de los hombres ante la ley y de ahí al principio
26

procesal, según el cual quien alega tiene la carga de probar sus alegatos.
Surge así el concepto de carga de la prueba, perfeccionado
paulatinamente a través de los siglos, hasta conducir a los siguientes
postulados teóricos esenciales:

...3°. En el proceso penal acusatorio, la carga de la prueba se


pone en cabeza del titular de la acción penal… Más claro aún
es este punto respecto al proceso penal, y sobre todo con
relación al proceso penal acusatorio, que como acertadamente
dice Montero Aroca, es la única y verdadera forma procesal
de enjuiciamiento penal. En este tipo de proceso, regido
básicamente por el interés público, funciona inexorablemente
el principio in dubio pro reo, que indica claramente que toda
la carga de probar está en cabeza de la parte acusadora, trátese
del Ministerio Público o de un querellante privado (p. 234).

Por ello, infiere el autor de este trabajo que aún cuando el


imputado alegue en su defensa hechos que resulten no demostrados, los
acusadores tienen la obligación de probar la existencia del delito, la
participación del acusado en él y la falsedad de sus descargos o
coartadas. Incluso, el hecho de que el imputado acepte que estuvo en la
escena del crimen no significa que pueda condenársele por ese sólo
hecho si el fiscal no desarrolla una actividad probatoria más allá de toda
duda razonable, que destruya la presunción de inocencia. Por tanto, la
carga de la prueba, más allá de las inútiles diatribas sobre su naturaleza
jurídica, es un conjunto de reglas que determinan quien debe probar y
que debe probar y que decisión debe adoptar el órgano jurisdiccional
según las partes cumplan o no con sus respectivas cargas de conformidad
con la naturaleza del proceso.
27

En este sentido, afirma Pérez-Sarmiento (2009), la carga de la


prueba es el presupuesto esencial de la actividad probatoria, su base o
fundamento y, en razón de ello, en el proceso penal acusatorio jamás
podrá haber en buena lid, una sentencia condenatoria si las partes
acusadoras no desarrollan eso que se ha dado en llamar la mínima
actividad probatoria, es decir, la prueba de la existencia del delito y de la
responsabilidad del imputado, que anule la presunción de inocencia. En
el proceso penal acusatorio, como lo reconoce Mechelli, no existe
distribución de la carga de la prueba entre las partes, pues las partes
acusadoras y fundamentalmente el Ministerio Público, tienen la
ineludible obligación de probar la existencia del delito y la participación
del acusado y toda inexactitud o insuficiencia en el cumplimiento de esa
obligación debe determinar una sentencia favorable al imputado.
Por su parte explica Cafferata (2008), que la carga formal de la
prueba, propia del procedimiento acusatorio caracterizado por el
principio de la aportación, que regula la relación entre las partes y el juez,
dispensando a este último de la obligación de informarse de oficio y de
practicar las diligencias necesarias para la averiguación de la verdad.
Indica el investigador quien escribe que en el sistema del Código
Orgánico Procesal Penal (COPP, 2001), la carga formal de la prueba
corresponde íntegramente al acusador, toda vez que el sistema de las
pruebas se basa en el principio de la presunción de inocencia,
expresamente reconocido en el artículo 8 del Título Preliminar del COPP
(2001), que junto con el principio de la defensa, al cual se refiere el
artículo 12 del mismo Código, determina el contenido material del
ulterior principio del debido proceso, expresamente reconocido por el
28

artículo 49 de la Constitución (1999). Si el fiscal y el acusador no


acreditan en el debate probatorio los hechos constitutivos de la acción
deducida, la asignación de la prueba determinará necesariamente la
consecuencia de la absolución del acusado.
Quintero (2010), considera que la influencia determinante del
principio dispositivo en el proceso penal venezolano, que se traduce en
que corresponde a las partes exclusivamente proporcionar los
antecedentes materiales necesarios para el pronunciamiento, tanto en lo
que se refiere a la determinación del objeto del proceso, o sea, a la
determinación de la extensión del thema probandi, como en cuanto se
refiere a la obtención de la prueba, dispensa al juez penal de toda
iniciativa probatoria. El juez en lo penal sólo podrá fundar su fallo en lo
que las partes hayan afirmado y probado. Si bien es cierto que los hechos
controvertidos deben ser probados, el tribunal no se procura por sí mismo
los medios de prueba. El predominio del principio dispositivo y la severa
limitación de las iniciativas probatorias del juez penal en el COPP
significan abierta contradicción con el principio de la verdad real como
fundamento de la justicia penal que proclama el artículo 13 del Título
Preliminar.
Agrega el mencionado autor que el principio de la verdad real se
encuentra además fuertemente limitado por diversos negocios jurídicos
procesales que autoriza el COPP (2001), tal es el caso de los llamados
acuerdos reparatorios, basados en negocios jurídicos de admisión de los
hechos, sobre cuya declaración puede fundamentarse la condena sin
necesidad de verificación alguna conforme a lo que disponen los
artículos 40, último aparte, y 41, penúltimo aparte, del citado Código. Lo
29

mismo ocurre en los diversos supuestos de suspensión condicional del


proceso, que igualmente se basan en negocios jurídicos de admisión de
los hechos, que pueden servir de fundamento a la condena sin
verificación probatoria en los casos de incumplimiento de las
condiciones, a tenor de lo dispuesto en el artículo 46, ejusdem.
De igual forma, enseña quien escribe, en el procedimiento especial
por admisión de los hechos es posible pronunciar la condena sin la
comprobación material de la verdad, como resulta de lo dispuesto en el
artículo 376 del COPP (2001). Aparte del principio de la presunción de
inocencia que determina el contenido material de las reglas de
distribución de la carga de la prueba, puntualiza Quintero (2010), que
existen otras reglas que regulan así mismo aspectos jurídico-políticos de
la actividad probatoria que se desarrolla en el proceso.
En este caso, analiza el investigador quien suscribe que el artículo
14 del COPP (2001) dispone que “el juicio será oral y sólo se apreciarán
las pruebas incorporadas en la audiencia”, el artículo 15 ejusdem,
establece que “el juicio oral tendrá lugar en forma pública”, el artículo 16
ejusdem, instituye el principio de la concentración y el artículo 18 el de
la contradicción. Entiende el tesista que de tales normas de la ley resulta
que la adquisición de los elementos de convicción es una actividad
jurídicamente regulada, sometida al principio de la legalidad y que las
reglas fundamentales que rigen la adquisición de los elementos de
convicción lo son: la oralidad, la publicidad, la inmediación, la
contradicción y la concentración de los actos.
También ha sido destacado por Borrego (2002) y Quintero (2010),
que, una vez individualizado el tema de la prueba, en el proceso penal,
30

mediante la actividad probatoria se reconstruye una verdad puramente


procesal que tiene el valor de lo meramente verosímil, puesto que, como
ha sido dicho, si ningún juicio histórico es de tal naturaleza que resulte
absolutamente imposible afirmar lo contrario, el concepto de verdad
procesal puede obtenerse únicamente a cambio de una determinación
cuantitativa de las probabilidades contrarias.
En consecuencia, para el investigador quien suscribe el resultado,
de la prueba no es un quid materialmente existente, a diferencia de las
huellas o del complejo de los signos significativos recogidos y sometidos
a valoración- sino el punto de arribo de una operación intelectual
aplicada a estos signos, lo que comporta el valor meramente verosímil de
la certeza judicial.

2.4 La Valoración de la Prueba

La valoración o apreciación de la prueba constituye,


indudablemente, una operación fundamental en todo proceso y, por tanto,
también en el proceso penal. Miranda-Entrampes (2004), la califica de
momento culminante y decisivo de la actividad probatoria, consistente en
aquella operación mental que tiene por fin conocer el mérito o valor de
convicción que puede deducirse de su contenido. Mediante la misma se
trata de determinar la eficacia o influencia que los datos o elementos
probatorios aportados al proceso, mediante los oportunos medios de
prueba, tendrán en la formación de la convicción de juzgador.
Para Guariglia (2003), la valoración de la prueba determina el
resultado que se infiere de la práctica de un determinado medio de
31

prueba, es decir, el grado de convicción o persuasión de la prueba


practicada, que puede ser positivo, en cuyo caso se habrá logrado el fin
de la prueba (la convicción judicial), o negativo, al no alcanzarse dicho
fin. Es por tanto una actividad intelectual que corresponde realizar
exclusivamente al órgano jurisdiccional, sin perjuicio de que las partes,
durante las sesiones del juicio oral, dediquen gran parte de sus informes
orales, a examinar, analizar y, en definitiva, a valorar la prueba
practicada.
En palabras de Miranda-Entrampes (2004), el fin de la actividad
valorativa del juzgador no coincide, necesariamente, con el fin de la
prueba. Este podrá no alcanzarse, pero en ambos casos la apreciación de
la prueba habrá logrado su objetivo, que consiste en conocer el resultado
de la prueba, su eficacia. La valoración de las pruebas tiene lugar, según
algunos autores, en la fase decisoria del proceso, una vez concluido el
período probatorio propiamente dicho y practicadas las pruebas
propuestas y admitidas.
Sin embargo, considera el autor de este trabajo, que la apreciación
probatoria se inicia, en la realidad, desde el mismo momento en que el
Juez o Tribunal entra en contacto con el medio de prueba, o mejor dicho,
con la fuente de prueba; así, en el proceso penal, este contacto tendrá
lugar durante las sesiones del juicio oral, salvo los supuestos legalmente
admitidos de prueba anticipada. Desde este momento, y en virtud del
principio de inmediación, el juzgador irá formando su juicio acerca de la
credibilidad y la eficacia de la fuente de prueba.
Teniendo presente lo afirmado anteriormente, opina quien escribe
que la actividad valorativa de tribunal sentenciador se orienta, dentro de
32

la estructura jurídica de la prueba procesal, en la fase de depuración,


enmarcada, a su vez, en el período de comprobación; y se traduce en el
análisis crítico que realiza el órgano jurisdiccional, mediante el empleo
de la máximas de experiencia, de las afirmaciones obtenidas de la
práctica de los diferentes medios de prueba, al objeto de que el juzgador
pueda obtener sus propias afirmaciones instrumentales que le servirán de
término de comparación con las afirmaciones iniciales realizadas por las
partes.
Miranda-Entrampes (2004), considera que mediante la valoración
de la prueba el juez depura los resultados obtenidos con la práctica de los
diferentes medios de prueba, interrelacionados unos con otros para llegar
finalmente a formar su convencimiento. La valoración de la prueba y
convicción o el convencimiento judicial no son conceptos equivalentes
sino distintos. La primera, como actividad intelectual del órgano
jurisdiccional, precede siempre a la segunda; y esta no es más que el
resultado de la valoración o apreciación efectuada.
Por su parte, sostiene Devis-Echandía (2002), que tradicionalmente
la doctrina ha venido distinguiendo dos (2) tipos de sistemas en orden a
la valoración de la prueba: el sistema de la prueba legal o tasada,
denominado también, de tarifa legal y el sistema de la íntima convicción
o de la libre convicción o de la libre valoración de la prueba o de la
apreciación en conciencia o libre convicción razonada.
De igual modo asvierte el autor mencionado en el párrafo anterior,
que acuerdo con el sistema de la libre valoración de la prueba y las reglas
de la sana crítica, el juez deberá valorar, ineludiblemente, las pruebas de
acuerdo con las reglas de la sana crítica, del criterio racional o del criterio
33

humano; es decir, de acuerdo con las reglas de la lógica, de la psicología,


de la sociología y de la experiencia. En la valoración los resultados
probatorios no puede prescindirse de las máximas de experiencia. Las
reglas o principios pueden resultar insuficientes en el ejercicio de la
función de apreciación de las pruebas, de ahí que las mismas deban ser
completadas con las reglas o enseñanzas que proporciona la psicología
judicial y con las máximas de experiencia. Una de las funciones que
dichas máximas de experiencia cumplen en el proceso, y que interesa
destacar, es la de su utilización por el órgano jurisdiccional como
instrumento para la valoración de las pruebas. No se trata de que máxima
o reglas de la experiencia sea utilizada como fuente de convencimiento
por el juez sino que, existiendo prueba, se utiliza a los fines de su
valoración.
Ahora bien, encuentra el autor del presente trabajo de
investigación, que de conformidad con los artículos 22 y único aparte del
512 de la Ley Adjetiva penal (2001), están contemplados los sistemas
que debe utilizar el juez al valorar las pruebas que se presenten dentro del
proceso penal, con lo cual el juez tiene libertad para apreciar las pruebas,
pero debe explicar las razones que lo llevan a tomar la decisión. Debe
observarse que el sistema de la libre convicción, previsto en el artículo
22, ejusdem, no exime al juzgador de explicar las razones o motivos que
lo llevan a condenar o a absolver, con base a los elementos probatorios
que se obtengan en el proceso, el referido artículo es muy claro en este
aspecto, al precisar que la libre convicción debe basarse en las regla de la
lógica, los conocimientos científicos y las máximas de experiencias.
34

Es decir, debe utilizarse el método de la sana crítica para llegar a


una conclusión razonada, plasmar en su sentencia mediante el esquema
de la motivación la razón de su convencimiento judicial. Por esto el
sistema que acoge en realidad el COPP (2001), es el de la libre
convicción razonada.
En este sentido, señala quien escribe que de conformidad con lo
establecido en el único aparte del artículo 512 del COPP (2001), el
legislador le ordena al juez la manera cómo apreciar las pruebas cuando
se trate de un proceso que se encuentre bajo el régimen procesal
transitorio, con lo que le establece que: “… la sentencia que se dicte en el
procedimiento previsto deberá fundarse en los elementos probatorios que
consten en autos, según la libre, razonada y motivada apreciación, bajo
las reglas de la sana crítica, salvo regla expresa en contrario...”, con lo
cual se observa que el juzgador en las causas que se hallaban en curso a
la fecha de la entrada en vigencia del COPP, debe explicar las razones o
motivos que lo llevan a condenar o a absolver, con base a los elementos
probatorios que consten en autos.

2.5 El Principio de Libre Valoración Según las Reglas del Criterio


Racional

En el sistema actual de libre valoración, apoyado en el COPP


(2001), a diferencia del sistema anterior, el juez es libre para obtener su
convencimiento, porque no está vinculado a reglas legales sobre la
prueba; puede convencerse de lo que le diga un único testigo, frente a lo
que le digan varios. Ahora bien, el principio de valoración de la prueba
35

no significa que el juez tenga facultad libre y absoluta, sin limitaciones,


con total irrevisibilidad de la convicción del órgano a quo respecto de los
hechos probados. El principio de libre valoración de la prueba significa
que el juez debe apreciar las percepciones durante el juicio según las
reglas del criterio racional, es decir, según las reglas de la sana crítica,
observando las reglas de la lógica, los conocimientos científicos y las
máximas de experiencias, y dentro de ellas el principio de contradicción
e igualdad entre las partes (Pérez-Sarmiento, 2009).
Sostiene el mismo autor mencionado en el párrafo anterior, que un
correcto entendimiento del principio de la libre valoración exige
distinguir dos (2) momentos diferentes en el acto de la valoración de la
prueba:
1. El que depende de la inmediación, de la percepción directa de la
prueba, como las declaraciones del imputado, de los peritos, expertos,
facultativos, funcionarios policiales y de los testigos.
2. El momento en que hay que darle el necesario soporte racional
al juicio que se realice sobre dicha prueba.
Advierte Pérez-Sarmiento (2009), que el primer aspecto sobre la
prueba (aspecto subjetivo) no es controlable, ni en apelación, ni en
amparo, pero no porque la convicción del Tribunal tenga un carácter libre
y absoluto, sino porque, sencillamente, sería imposible entrar a enjuiciar
el sentido íntimo que el juzgador le ha dado a una determinada actitud; a
las manifestaciones ante él realizadas por el acusado, un testigo, un
perito, facultativo o experto, de acuerdo a esa inmediación que se
manifiesta al estar en contacto directo con las pruebas cuando se está
realizando el juicio oral. El juez tiene la libertad para apreciar las
36

pruebas, pero debe explicar las razones que lo llevan a tomar esa
decisión, bien sea condenando o absolviendo.
Ahora bien, a juicio del tesista lo anterior no significa que el
principio de libre valoración de la prueba no tenga límites. Precisamente,
el segundo aspecto del juicio sobre las pruebas o aspecto objetivo,
vincula al juez/tribunal a las leyes de la lógica, los conocimientos
científicos y las máximas de experiencias, luego este aspecto de la prueba
si representa una materia controlable en las distintas instancias, incluso
amparo, pues se trata de aplicar los artículos 22 y único aparte del 512
del COPP (2001), de acuerdo con las necesarias exigencias de la
racionalidad o libre convicción razonada, esto es de conformidad con las
exigencias que derivan de los requisitos de la sentencia (motivación),
contenidos en los artículos 365 y 512 ejusdem. En definitiva, esta parte
objetiva de la valoración de la prueba sí puede ser controlada, a fin de
salvaguardar los principios previstos en la Ley Adjetiva Penal y en la
Constitución.
En otro orden de ideas, el Tribunal Supremo de Justicia, citado por
Pérez-Sarmiento (2005), en reiteradas decisiones ha hecho dos (2)
observaciones en lo que respecta al sistema de la apreciación de las
pruebas que prevé el COPP (2001), y que deben acoger los tribunales
sentenciadores al dictar sentencia, el cual prevé que debe observarse que
el sistema de la libre convicción, previsto en el artículo 22 ejusdem, no
exime al juzgador de explicar las razones o motivos que lo llevan a
condenar o a absolver, con base en los elementos probatorios que se
obtengan en el proceso. El artículo 22 aludido es muy claro en este
aspecto, al precisar que la libre convicción debe basarse en “las reglas de
37

la lógica, los conocimientos científicos y las máximas de experiencias”,


es decir, debe utilizarse el método de la sana crítica para llegar a una
conclusión razonada. Por esto el sistema que acoge en realidad el COPP,
es el de la libre convicción razonada.
Es conveniente en este punto exponer dos (2) observaciones en lo
que respecta al sistema de apreciación de pruebas que prevé el COPP
(2001), de acuerdo a Pérez-Sarmiento (2009):
1. La sana crítica como método y no como sistema: en primer lugar
es usual confundir el sistema de la libre convicción razonada con el
método de la sana crítica en lo que respecta a la valoración de las
pruebas. El primero, como se dijo, es un sistema de valoración tal y
como lo son el sistema legal o tarifado y el sistema de la íntima
convicción; mientras tanto que la sana crítica es un método por medio del
cual se deben examinar y comparar las pruebas, a fin de que a través de
las reglas de la lógica se llegue a una conclusión, o sentencia.
Es más, la sana crítica, como método que es, debe utilizarse tanto
en el sistema de la libre convicción razonado según lo indica el COPP
(2001), como en el sistema legal o tarifado que establecía el Código de
Enjuiciamiento Criminal, puesto que el artículo 42 de dicho Código,
ordenaba que la sentencia debía contener una parte motiva, es decir las
motivaciones o razones de hecho y de derecho que llevaban al juez al
convencimiento de lo que declaraba como probado.
Textualmente, según Pérez-Sarmiento (2009), se ordenaba: “...se
expresarán las razones de hecho y de derecho en que haya de fundarse la
sentencia… y todos los puntos que hayan sido alegados y probados en
autos”. Por otra parte, el artículo 268 del Código de Enjuiciamiento
38

Criminal le ordenaba al juez que, en caso de declaraciones


contradictorias del mismo testigo, debía examinar cuidadosamente,
comparándolas con los demás datos del proceso, para admitir lo
verdadero, desechar lo inexacto y, siempre debía desestimar
declaraciones que, a su juicio resultaren falsas, debiendo explicar los
fundamentos que existían para creerlo así.
En relación a las experticias, refiere así mismo el autor señalado en
el párrafo anterior, el Código de Enjuiciamiento Criminal, en su artículo
276, le daba al juez la facultad de precisar la fuerza probatoria del
dictamen pericial, teniendo en cuenta la personalidad del perito y los
fundamentos científicos del dictamen. Todo esto, sin lugar a duda se
basaba en el sistema de la sana crítica, pues el juez debía utilizar las
reglas de la lógica y de los conocimientos científicos para llegar a una
conclusión, pero lo más importante, para explicar por qué razón decidía
como lo hacía, con base en el convencimiento que le provocaba las
pruebas.
Para quien escribe es claro, entonces, que una cosa son los
sistemas de libre convicción razonada y legal o tarifado, y otra el método
de la sana crítica en la cual debe aplicarse las reglas de la lógica para
llegar a una conclusión, método éste que debe emplearse en los dos (2)
sistemas aludidos.
2. Lo razonado en la decisión: el segundo punto que aclarara
Pérez-Sarmiento (2009), es que al haberse consagrado en el COPP
(2001), el sistema de la libre convicción, no significa que el juez o
tribunal cumpla con su deber con una simple coletilla de: “…luego de un
minucioso estudio de las actas se llega al convencimiento pleno,
39

haciendo uso de los principios de la libre convicción y de las reglas de la


lógica…” de que el procesado es culpable.
Para el ya tantas veces mencionado autor, lo consagrado en el
COPP (2001), es el sistema de la libre convicción razonada, aplicando
por tanto el método de la sana crítica que implica observar las reglas de
la lógica, los conocimientos científicos y las máximas de experiencias. El
juez tiene libertad para apreciar las pruebas, pero debe explicar las
razones que lo llevan a tomar la decisión.
Diferente es el método de la íntima convicción, propio de los
jurados, en el cual éste se limita a expresar en su veredicto la
culpabilidad o inculpabilidad del procesado, sin exigírsele explicar las
razones por las cuales llegaron a tal conclusión. Esto es lógico porque el
jurado representa al pueblo por tanto “…sería un sistema de juicio directo
del pueblo, equivalente a una forma plebiscitaria en lo legislativo” (p.
162). Al contrario, escribe el autor de la cita anterior, el tribunal técnico
no ejerce una soberanía directa, sino delegada o representación
republicana y por tal razón está obligada, como autoridad, a hacerlo de
manera racional, a fin de que su desempeño en tal función pueda ser
controlada.
Con relación a lo anterior, apunta el autor de este estudio, que el
artículo 24 de la Constitución de 1999, dispone que en los procesos
penales las pruebas ya evacuadas se estimarán, en cuanto beneficien al
reo conforme a la ley vigente para la fecha en que se promovieron.
De igual, es consideración del tesista, que aplicar el sistema legal
o tarifado para este asunto es lógico, puesto que la causa se sustanció a
través de un sistema inquisitivo escrito. Sería violatorio del principio de
40

igualdad, si habiéndose buscado y realizado las pruebas a través del


sistema inquisitivo, que impide la defensa durante tales operaciones,
tomándose el Estado a través de la policía todas las prerrogativas del
sumario y practicando las pruebas a la espalda de los procesados, luego,
en el plenario se le dé total libertad al juez, para apreciar o valorar dichas
pruebas a través del sistema de la libre convicción.
Por un lado el Ejecutivo a través de la policía practica las pruebas
en el sumario, sin control alguno, y por el otro, el Poder Judicial a través
de los tribunales, aprecian dichas pruebas sin las garantías del control
legal. Esto, sin duda alguna, violenta el principio de la igualdad que debe
prevalecer en todo juicio puesto que el Estado, a través de dos de sus
órganos, se atribuye todas las funciones del proceso, relegando la defensa
a una función meramente formal.
Reflexiona quien escribe que aún cuando se reconozca que
el
sistema de la libre convicción razonada es un método de valoración de
prueba que se ajusta a un proceso moderno, este debe ser de corte
acusatorio, puesto que si se trata de uno de característica inquisitiva lo
lógico y garantista es que se limite la función del juez a través del
sistema de la valoración legal o tarifado.
A este respecto, escribe Zaffaroni (1999):

…en la medida en que la instrucción sea inquisitiva o


napoleónica, las limitaciones a la valoración de la prueba por
el tribunal cumplen una función garantizadora positiva, puesto
que restringe el arbitrio del tribunal del plenario, lo que
compensa el tremendo arbitrio de la instrucción…lo que
41

resulta incompatible con los Derechos Humanos es que una


instrucción inquisitoria, secreta, con privación de libertad e
incomunicación, no se compense con limitaciones valorativas
en el plenario, porque en tal caso el procesado queda primero
ilimitadamente a merced del criterio de la instrucción y, luego
por si esto fuese poco, también del tribunal de juicio, que en el
proceso escrito suele ser incluso la misma persona… (p. 63).

En este contexto, reitera el investigador de este trabajo, que


motivar una sentencia es explicar la razón jurídica en virtud de la que se
adopta determinada resolución. Por lo tanto es necesario discriminar el
contenido de cada prueba, analizarla, compararla con las demás
existentes en autos y por último, conforme a la sana crítica, establecer los
hechos derivados de ellas.
En el proceso las partes tienen que probar sus afirmaciones con el
propósito de contribuir a formar el criterio del juzgador; esta tarea debe
ceñirse a una serie de reglas que intentan garantizar los derechos de las
partes, en especial del imputado.

2.6 Fundamento de la Verdad Procesal como Resultado de la


Relación entre Comprobación y Valoración en el Proceso Penal
Venezolano
2.6.1 La Verdad Procesal Fáctica y la Verdad Científica

Expone Quintero (2010) que es posible distinguir diversos


conceptos básicos de la verdad. El más extendido y antiguo de ellos es
sin duda la concepción semántica de la verdad como correspondencia
formulado por Platón, en boca de Sócrates cuando interpelaba a
42

Hermógenes, al referirse al discurso verdadero, expresando entonces que


“verdadero es el discurso que dice las cosas como son, falso el que las
dice como no son ellas” (p. 671).
También Aristóteles, citado por Quintero (2010), profesó esta
concepción semántica de la verdad y formuló los dos (2) teoremas
fundamentales de esta concepción: la primera, que la verdad está en el
pensamiento o en el lenguaje con que se expresa, y no en el ser o en la
cosa y, la segunda, consecuencia de la primera, que la medida de la
verdad es el ser o la cosa y no el lenguaje o el pensamiento:

Está en lo verdadero el que cree que realmente está separado


lo que está separado, que lo que realmente está unido está
unido. Pero está en lo falso el que piensa lo contrario de lo
que en circunstancias dadas son o no son las cosas. Por
consiguiente, todo lo que se dice es verdadero o falso, porque
es preciso que se reflexione sobre lo que se dice. No porque
creamos que tú eres blanco eres blanco en efecto, sino porque
eres en efecto blanco, y al decir nosotros que lo eres decimos
la verdad (p. 678).

Santo Tomás, citado por Quintero (2010), define también la verdad


“como la conformidad entre el entendimiento y las cosas (p. 681).
Ahora bien, entiende el autor de este trabajo que si las cosas son
verdaderas por cuanto tienen la forma propia de su naturaleza, es
necesario que también el entendimiento sea verdadero por tener la
imagen del objeto conocido y por eso la verdad se define como
conformidad entre el entendimiento y las cosas, de ahí que conocer esta
conformidad es conocer la verdad.
43

Roxin (2000), expone que el concepto clásico de la verdad como


correspondencia está implícito en las leyes procesales que derivan del
pensamiento ilustrado. Comparten también la doctrina de la
correspondencia, un grupo de estudiosos modernos, quienes
explícitamente toman como punto de partida la definición aristotélica.
Como explica Ferrajoli (2005), si se aplica la equivalencia
aristotélica al término verdadero, tal y como es predicable de la
proposición fáctica y de la jurídica en las que se puede descomponer la
proposición jurisdiccional:

Ticio ha cometido culpablemente tal hecho denotado por la


ley como delito, se obtiene por sustitución las siguientes
equivalencias: la proposición Ticio ha cometido
culpablemente tal hecho es verdadera si, y sólo si, Ticio ha
cometido culpablemente tal hecho, y la proposición tal hecho
está denotado por la ley como delito es verdadera si, y sólo si,
tal hecho está denotado por la ley como delito, que definen la
verdad fáctica y la verdad jurídica y, en su conjunto, definen
la verdad procesal, que será verdadera cuando si, y sólo si, es
verdadera tanto en uno como en otro sentido (p. 65).

Entendiendo el autor de este estudio de la cita anterior, que la


verdad en el proceso no puede ser absoluta, porque se estaría frente a una
ciencia no exacta, pero no por ello se puede desvirtuar la consecución de
la verdad para plasmarla en una decisión que enaltezca la justicia y que
legitime el poder del Estado ante la sociedad.
Tal definición, según Ferrajoli (2005) constituye una redefinición
parcial de la noción intuitiva de la verdad como correspondencia, en que
se basan las doctrinas ilustradas de la jurisdicción como verificación del
44

hecho, ya que no se compromete en el asunto metafísico de la existencia


de una correspondencia ontológica entre las tesis de las que se predica la
verdad y la realidad de la que ellas hablan, sino que se limita dilucidar de
manera unívoca y precisa el significado del término verdadero, como
predicado metalingüístico de un enunciado. Se trata de una definición
nominal y no real.
Esta puntualización permitirá, a juicio del autor citado, esclarecer
la diferencia entre la teoría de la verdad como correspondencia, que es
una teoría objetiva del significado del término verdadero y otras teorías a
propósito de la verdad, como la teoría de la coherencia y la de la
aceptabilidad justificada, que son teorías subjetivas de los criterios de
verdad. Infiere el tesista que tal teoría de la verdad procesal no suministra
criterio alguno objetivo o realista de aceptación de la verdad, sino que se
limita a indicar las condiciones de uso del término verdadero cualquiera
que sea la epistemología adoptada o rechazada.
Siguiendo con Ferrajoli (2005), éste considera que una vez
establecido que el término verdadero puede ser empleado sin
implicaciones metafísicas en el sentido de correspondencia, es en
realidad posible hablar de investigación judicial como búsqueda de la
verdad en torno al hecho y a las normas mencionadas en el proceso y
usar los términos verdadero y falso para designar la conformidad o la
disconformidad de las proposiciones jurisdiccionales respecto de
aquéllos.
Puntualiza también el autor en comento, que la verdad cierta,
objetiva o absoluta no representa más que la expresión de un ideal
inalcanzable y que, afirmar lo contrario, es en realidad una ingenuidad
45

epistemológica que las doctrinas jurídicas ilustradas del juicio como


aplicación mecánica de la ley comparten con el realismo gnoseológico
vulgar.
De acuerdo a lo explicado en los párrafos anteriores, encuentra el
investigador quien suscribe que la principal diferencia entre la verdad
científica y la procesal radica en las condiciones semánticas y
pragmáticas de la verificabilidad y de la verificación procesal, porque las
condiciones para asegurar que una tesis judicial es verdadera dependen
del modo como esté formado el sistema legal con referencia al cual la
verdad procesal es predicable, toda vez que la verificabilidad está en
función de las técnicas legislativas y jurisdiccionales normativamente
admitidas y practicadas, que coinciden con garantías penales y procesales
en ausencia de las cuales no se puede hablar de verdad en el proceso ni
siquiera en sentido aproximado.
Es así, entonces, que el tema del conocimiento de los hechos lleva
al investigador a hacer algunas consideraciones sobre la verdad judicial
de los hechos. En relación con este tema la opinión de quien suscribe, es
que el proceso no es un contexto donde se alcancen verdades absolutas o
incontrovertibles, como podría suceder en el campo de la teología o de la
metafísica, mucho menos si se pretende que estas verdades se funden en
estados de conciencia del juez, que de por sí son convicciones personales
e irracionales.
Por el contrario, el proceso es un ámbito en el cual, en el mejor de
los casos se obtienen verdades relativas, contextuales, aproximadas,
aunque derivadas racionalmente de las pruebas que están a disposición en
cada caso particular. Independientemente del criterio jurídico que se
46

emplee para definir y valorar la justicia de la decisión, se puede asegurar


que ésta jamás será justa si se funda sobre una comprobación errónea o
inverosímil de los hechos. En otros términos, la veracidad del juicio
sobre los hechos es una condición necesaria, pero obviamente no
suficiente, para que se pueda decir que la decisión judicial es justa.
En consecuencia, considera quien escribe que la exigencia de
verdad del enunciado fáctico para considerar justificada una sentencia,
depende de los medios probatorios de la verdad, que están restringidos y
su uso está reglado por las normas del proceso penal. De ahí que el
proceso judicial entraña un procedimiento determinativo de los hechos
que consiste en la verificación de la verdad de ciertos enunciados
empíricos, sujeto a limitaciones temporales y que finaliza por medio de la
decisión del juez.

2.6.2 Incorporación de Diversos Medios de Prueba para Lograr la


Verdad en el Proceso

Durante mucho tiempo parece haberse asumido que la valoración


de la prueba no plantea especiales problemas o que, planteándolos, está
irremediablemente abocada a la discrecionalidad extrema cuando no a la
pura y simple arbitrariedad judicial. Cordero (2009), pone de relieve que
no resulta aceptable entender que la prueba proporciona una verdad
incontrovertible que no necesita motivación. Pero tampoco resulta
aceptable concebir la prueba como el ámbito de la argumentación
persuasiva donde no tiene cabida la racionalidad y donde, por tanto, la
motivación, entendida como justificación, es imposible.
47

Señala el autor citado, que se pretende sostener, por el contrario,


que la valoración de la prueba ha de estar guiada por criterios de
racionalidad, aunque no se trate de una racionalidad deductiva o
demostrativa, y que tales criterios han de ser después los que permitan
justificar (o motivar) la declaración de hechos de la sentencia.
Indica el autor de este estudio, que el COPP (2001), distingue
claramente dos (2) etapas netamente diferenciadas, a la primera la
denomina fase preparatoria la cual, según dispone expresamente la ley,
tiene por objeto la preparación del juicio oral y público, mediante la
investigación de la verdad y la recolección de todos los elementos de
convicción que permitan fundar la acusación fiscal y la defensa del
imputado. La segunda es precisamente el juicio oral y público, que tendrá
lugar cuando se resuelva la apertura ajuicio al admitirse la acusación, a
los efectos de la evacuación de las pruebas admitidas.
Por otra parte, conforme a lo dispuesto en el artículo 339 del COPP
(2001), durante el debate podrán incorporarse al juicio por su lectura: los
testimonios o experticias que se hayan recibido conforme a las reglas de
la prueba anticipada, sin perjuicio de que las partes o el tribunal exijan la
comparecencia personal del testigo o experto, cuando sea posible; la
prueba documental o de informes, y las actas de reconocimiento, registro
o inspección, realizadas conforme a lo previstos en el Código; y, las actas
de las pruebas que se ordene practicar durante el juicio fuera de la sala de
audiencias.
Puntualiza quien suscribe que dispone expresamente la ley que
cualquier otro elemento de convicción que se incorpore por su lectura al
juicio, no tendrá valor alguno, salvo que las partes y el tribunal
48

manifieste expresamente su conformidad con la incorporación de la


misma.
Refiere Pérez-Sarmiento (2009), que el artículo 307 del COPP
(2001), dispone que cuando sea necesario practicar un reconocimiento,
inspección o experticia que por su naturaleza y características deban ser
consideradas como actos definitivos e irreproducibles, o cuando deba
recibirse una declaración que, por algún obstáculo difícil de superar, se
presuma que no podrá hacerse durante el juicio, el Ministerio Público o
cualquiera de las partes podrá requerir al Juez de Control que lo realice.
Si el obstáculo no existiera para la fecha del debate, la persona deberá
concurrir a prestar su declaración.
El juez, dice así mismo la ley, practicará el acto, si lo considera
admisible, citando a todas las partes, incluyendo a la víctima, aunque no
se hubiere querellado, quienes tendrán derecho de asistir con las
facultades y obligaciones previstas en el COPP (2001).
Infiere el autor de este análisis, apegado a la letra del COPP de
2001, que es evidente que el instituto de la evacuación anticipada de las
pruebas es de carácter excepcional y tiene como finalidad asegurar
durante la fase preparatoria del procedimiento ordinario la adquisición de
elementos de convicción de difícil obtención en el debate oral y público,
garantizándose, sin embargo, mediante la citación de todas las partes, el
control de la prueba en el momento de su formación mediante el
contradictorio. El instituto opera tanto en interés del Ministerio Público o
del querellante, como del imputado.
Para Pérez-Sarmiento (2009), su carácter excepcional resulta de las
consideraciones pertinentes acerca de que si fuere frecuente la
49

evacuación anticipada de la prueba, la efectiva vigencia del principio de


la asunción de la prueba en el debate oral y público se vería seriamente
comprometida y la instrucción probatoria previa al debate, propia del
procedimiento inquisitivo, resurgiría en esta forma subrepticia. Por otra
parte, la amplitud con que se concede valor probatorio y se permite
incorporar por la lectura al juicio el resultado de la fase preparatoria
representado por la prueba documental o de informes, y las actas de
reconocimiento, registro o inspección ha hecho que en la práctica el
Ministerio Público recurra rara vez a la evacuación anticipada de la
prueba.
A juicio de quien escribe, debe señalarse además que las pruebas
evacuadas anticipadamente que pueden ser incorporadas al juicio por su
lectura y libremente apreciadas por el Tribunal para fundamentar su
convicción, obra únicamente frente a los acusados que hayan participado
en el acto por sí o por medio de sus defensores.
Continuando con el análisis, refiere el tesista que el Título VII del
Libro Primero del COPP (2001), se denomina Régimen Probatorio y en
este sentido, el artículo 197, que encabeza el Capítulo I de dicho Título,
dispone que los elementos de convicción sólo tendrán valor si han sido
obtenidos por un medio lícito e incorporados al proceso conforme a las
disposiciones del Código. El Capítulo II de ese mismo Título está
dividido en varias secciones. La Sección Primera regula las inspecciones
bien sea de los lugares, de las cosas o de las personas. La Sección
Segunda se refiere al allanamiento, que requiere de la orden escrita del
juez de control. La Sección Tercera regula cierto tipo de comprobaciones
tales como el levantamiento e identificación de cadáveres, las muertes en
50

accidentes de tránsito, la autopsia y la exhumación de cadáveres, que son


de la misma naturaleza de las inspecciones y se diferencian de éstas
principalmente por su objeto.
Por otra parte, agrega quien escribe, la Sección Cuarta contiene las
normas que rigen la ocupación e interceptación de correspondencia y
comunicaciones, mientras la Sección Quinta se refiere al testimonio y a
los reconocimientos y la Sección Sexta a la experticia.
Es dable observar, que en ninguno de estos casos se especifica que
haya lugar al control de la prueba mediante la contradicción, aunque el
artículo 306 del COPP (2001), dispone que el Ministerio Público podrá
permitir en estos casos la asistencia del imputado, de la víctima y de sus
representantes a los actos de investigación, cuando su presencia fuere útil
para el esclarecimiento de los hechos y no perjudique el éxito de la
investigación o impida una pronta o regular actuación.
Para Pérez-Sarmiento (2000), el principio de contradicción,
expresamente reconocido en el artículo 18 del COPP (2001), que deriva
directamente del derecho constitucional a la defensa, adquiere plenitud
de sentido sólo cuando se ejerce en el momento de la formación de la
prueba. De otro modo, cuando únicamente se permita controvertir sobre
pruebas ya formadas, el fin debate contradictorio se desnaturaliza y
adquiere un sentido diverso al que corresponde a su objeto propio. No se
trata ciertamente, en los casos que se admite la lectura e incorporación al
juicio de pruebas preconstituidas, de contradicción en la formación de la
prueba, que es el medio idóneo de garantizar la defensa del acusado, sino
a lo sumo se trata de un debate contradictorio sobre una prueba ya
formada.
51

De acuerdo al autor citado en el párrafo anterior, al permitirse la


incorporación al juicio por su lectura de la prueba documental o de
informes, y las actas de reconocimiento, registro o inspección, como lo
dispone expresamente el numeral 2 del artículo 339 del COPP (2001),
está implícita una distinción cargada de ambigüedad que el legislador no
declara. Se trata de la pretendida distinción entre medios de prueba y
medios de búsqueda de la prueba. En un proceso de partes son éstas las
que han de proponer al Juez el hecho a representar que será verificado en
el contradictorio mediante los instrumentos probatorios que tienen el ya
precisado carácter de hechos representativos.
Quintero (2010), ha observado que la distinción entre medios de
prueba y medios de búsqueda de la prueba, está orientada a ocultar o
disimular la verdadera distinción que existe entre la prueba formada en el
proceso y la prueba preconstituida al proceso. La inspección, el registro,
la incautación y la interceptación, son a su juicio, en realidad, pruebas
preconstituidas al proceso mismo y no meros medios de búsqueda de
prueba, todo lo cual conspira contra el principio acusatorio y contra las
exigencias del contradictorio, por medio de la incorporación al juicio de
tales evidencias por su lectura.
Sin embargo, detalla quien suscribe que el artículo 281 del COPP
(2001), impone al Ministerio Público la carga de hacer constar “no sólo
los hechos y circunstancias útiles para fundar la inculpación, sino
también aquellos otros que sirvan para exculparle”. Esta carga de
ninguna manera contradice el objeto principal de su actividad. Como
quiera que el Ministerio Público debe decidir si la investigación
proporciona fundamento serio para el ejercicio de la acción en la
52

oportunidad prevista en el artículo 326 del Código, lo que se concreta en


establecer la probabilidad de la hipótesis de condena, no puede dejar de
cumplir las verificaciones relativas a hechos y circunstancias favorables
al imputado.
Además, como ha sido señalado por Pérez-Sarmiento (2009), si la
obligatoriedad de la acción penal busca garantizar el principio de la
legalidad y el principio de la igualdad, deben entonces evitarse los
procesos cuando la pretensión punitiva aparezca infundada, para cuya
valoración puede ser indispensable efectuar investigaciones favorables a
quien esté siendo investigado.
Igualmente explica Cordero (2009), cuando analiza el artículo 326
del Código de Procedimiento Penal italiano, “sabemos hacia dónde mira
el investigador, esto es, a establecer qué ha ocurrido y qué probabilidades
de resultado positivo tiene la acusación en el supuesto debate” (p. 146).
Es obvio que explore todo el caso, incluidos los aspectos favorables a la
defensa; si los ignora, trabajando a ojos cerrados en el sentido
persecutorio, corre el riesgo de una dificultad en el debate o inclusive en
la audiencia preliminar; que deba también ver el otro aspecto no es
providencialismo inquisitorio, sino precaución elemental.
En efecto, apunta el tesista, el Ministerio Público debe acusar sólo
cuando considere probable una condena, en otro caso deberá solicitar el
archivo o el sobreseimiento de la causa, conforme a los artículos 315 y
320 del COPP (2001). De igual modo revisa el investigador, de acuerdo
a lo dispuesto por el artículo 300 ejusdem, recibida la noticia de la
comisión de un delito de acción pública, el Ministerio Público debe
ordenar el inicio de la investigación y dispondrá que se practiquen las
53

diligencias necesarias para hacer constar las circunstancias de que trata el


artículo 283, ejusdem.
Puntualiza el tesista, que la ley elude cuidadosamente referirse a la
prueba durante la fase preparatoria y cuando lo hace tiene un carácter
absolutamente excepcional como es el caso del artículo 307 del COPP
(2001), que se refiere a la prueba anticipada. Sin embargo, la ley faculta
al Ministerio Público para la obtención de determinados medios
probatorios durante la fase preparatoria, los cuales podrán ser
incorporados cuando se cumplan los supuestos de los artículos 197 y 199,
ejusdem. Conforme al artículo 309 ejusdem, puede requerir informes a
particulares y a funcionarios públicos y conforme al mismo precepto
legal puede practicar por sí o por funcionarios policiales, cualquier clase
de diligencia.
Agrega quien escribe, que la ley permite la incorporación al juicio
por su lectura de las actas, de las pruebas que se ordenen practicar
durante el juicio fuera de la sala de audiencias y así el artículo 335 del
COPP (2001), instituye los principios de concentración y continuidad de
la audiencia y dispone que el debate podrá ser suspendido por un plazo
máximo de diez (10) días continuos sólo en los casos que enumera, entre
los cuales destaca el previsto en el numeral 1 que autoriza la suspensión
“para resolver una cuestión incidental o practicar algún acto fuera de la
sala de audiencias, siempre que no sea posible resolverla o practicarla en
el intervalo de dos sesiones”. Es así como la suspensión del debate y la
práctica de pruebas fuera de la sala de audiencias es del todo excepcional
y, desde luego, se justifica la incorporación por su lectura de las actas que
se hubieren formado sobre tales actuaciones.
54

Quintana (2007), sostiene que la libre apreciación de la prueba se


encuentra muy alejada de la íntima convicción; importa distinguir la
apreciación de las pruebas por el Tribunal según su libre convicción de la
apreciación de las pruebas según la sana crítica, como lo ordena el COPP
vigente. El sistema de la sana crítica, según Couture (2002), es hoy un
instrumento propio de la doctrina hispanoamericana; su punto de partida
es la consideración de que la sentencia no es una mera operación lógica y
que por el contrario, están comprendidas en ella multitud de operaciones
de la experiencia jurídica.
Para quien escribe, en el proceso penal venezolano, conforme el
principio dispositivo que lo rige, la prueba no es un método de
averiguación, sino un modo de controlar las proposiciones de hecho
formuladas por las partes. Mediante un sistema de cargas procesales el
legislador insta a las partes a demostrar la verdad de sus afirmaciones; no
hay averiguación porque la carga de la prueba es un imperativo del
propio interés del litigante. Teniendo presente lo afirmado anteriormente,
la actividad valorativa de Tribunal sentenciador se orienta, dentro de la
estructura jurídica de la prueba procesal, en la fase de depuración,
enmarcada, a su vez, en el período de comprobación; y se traduce en el
análisis crítico que realiza el órgano jurisdiccional, mediante el empleo
de la máximas de experiencia, de las afirmaciones obtenidas de la
práctica de los diferentes medios de prueba, al objeto de que el juzgador
pueda obtener sus propias afirmaciones instrumentales que le servirán de
término de comparación con las afirmaciones iniciales realizadas por las
partes.
55

Por tanto, no queda más que observar que mediante la valoración


de la prueba, el juez depura los resultados obtenidos con la práctica de
los diferentes medios de prueba, interrelacionados unos con otros para
llegar finalmente a formar su convencimiento. La valoración de la prueba
y convicción o el convencimiento judicial no son conceptos equivalentes
sino distintos. La primera, como actividad intelectual del órgano
jurisdiccional, precede siempre a la segunda; y esta no es más que el
resultado de la valoración o apreciación efectuada.
2.8 Contenido de la Libertad de Prueba con Relación al Sistema de
Libre Apreciación de la Prueba en el Proceso Penal Venezolano
2.8.1 Contenido de la Libertad Probatoria

El principio de la libertad probatoria ha sido caracterizado diciendo


que en el proceso penal todo puede ser probado, y por cualquier medio
de prueba; sin embargo, señala Cafferata (2008), que este principio no es
absoluto, puesto que existen ciertas limitaciones:
1. En relación con el objeto de la prueba: en virtud de la máxima
en cuestión, es posible hacer prueba sobre cualquier hecho o
circunstancia interesante para la investigación. Tal interés debe derivar
de la relación entre lo que se quiere probar y los hechos de la causa
(pertinencia). Sin embargo, hay algunas excepciones a la libertad
probatoria en relación con el objeto que se quiere probar, a saber: la
prueba no podrá recaer sobre hechos o circunstancias que no estén
relacionados con la hipótesis que originó el proceso, de modo directo o
indirecto. Cualquier investigación que exceda de estos límites
configurará un exceso de poder; además, hay ciertos temas sobre los
56

cuales no se puede probar por expresa prohibición de la ley penal, o de


la ley civil.
2. En relación a los medios de prueba: Cafferata (2008), explica
que la libertad probatoria respecto del medio de prueba significa lo
siguiente: no se exige la utilización de un medio determinado para probar
un objeto específico y, si bien se debe recurrir al que ofrezca mayores
garantías de eficacia, el no hacerlo carece de sanción alguna y no impide
el descubrimiento de la verdad por otros medios, pues todos son
admisibles al efecto; es posible hacer pruebas no sólo con los medios
expresamente regulados en la ley, sino con cualquier otro no
reglamentado, siempre que sea adecuado para descubrir la verdad.
Visto lo anterior, encentra el tesista que hay discrepancias acerca
del verdadero alcance de la libertad probatoria en relación con este
último. La mayoría de la doctrina (Cafferata, 2008, Cordero, 2009),
sostiene que además de los medios expresamente regulados por la ley,
cabe utilizar otros, en la medida en que sean idóneos para contribuir al
descubrimiento de la verdad. Pero hay quien piensa lo contrario,
sosteniendo que la regulación legal de los medios de prueba tiene
carácter taxativo, por lo cual no concibe la utilización de uno que no esté
expresamente previsto en la ley.
Sin embargo, en todos los autores es común la afirmación que la
libertad de medios de prueba no significa arbitrariedad en el
procedimiento probatorio, pues a éste se le concibe como una forma de
asegurar la eficacia de la prueba y los derechos de las partes.
Considera Cafferata (2008), que cada prueba se ajustará al trámite
asignado y, cuando se quiera optar por un medio expresamente regulado
57

que sea analógicamente más aplicable, se hará según la naturaleza y las


modalidades de aquél. El principio de libertad probatoria en relación con
los medios de pruebas admite algunas excepciones, en primer lugar, no
corresponde admitir medios de prueba que afecten la moral,
expresamente prohibidos, incompatibles con el sistema procesal
venezolano.
Por otro lado, Pérez-Sarmiento (2009), establece que el principio
de libertad de prueba es el único cónsono con la razón, la búsqueda de la
verdad material, el desarrollo de la ciencia y la técnica, que cada día crea
o descubre nuevos y más eficientes métodos de investigación. Éste es el
principio rector del régimen probatorio del proceso penal acusatorio y ha
venido a sustituir al viejo sistema de prueba legal, según el cual sólo son
admisibles los medios probatorios expresamente autorizados por la ley,
los cuales están sujetos a reglas rígidas de valoración.
De tal manera, sostiene el mismo autor citado que los
ordenamientos procesales penales basados en el sistema de prueba libre
se limitan a proclamar la máxima de admisibilidad general, con
especificaciones acerca de los límites de la libertad probatoria por
razones de utilidad, pertinencia, idoneidad y legalidad de los medios,
especialmente de los utilizados usualmente por el Estado para incriminar
a los ciudadanos imputados, según el llamado principio favor regulae o
regla de obtención de la evidencia a favor de los ciudadanos.
En lo fundamental, asevera Pérez-Sarmiento (2009); la libertad de
pruebas implica cuatro (4) manifestaciones o aspectos relevantes: (a)
libertad de las partes para elegir los medios probatorios y el objeto de la
prueba; (b) libertad para determinar el modo de formación de la prueba;
58

comunidad de la prueba; (c) libertad para valorar el mérito de la prueba y


(d) libertad de elección de los medios probatorios y del objeto de la
prueba.
Entiende el tesista que la libertad para elegir los medios
probatorios y el objeto de prueba, implica que las partes pueden, en
principio, traer al proceso cualquier hecho que tenga relación directa o
indirecta con el objeto del proceso e intentar probarlo por cualquier
medio útil, conducente y lícito, susceptible de valoración por el sentido
común. Los hechos que pudieran incorporarse al proceso bajo el
principio de libertad de prueba podrían ser, tanto los hechos relacionados
directamente con la conducta de las personas involucradas en el proceso
en calidad de partes, testigos, peritos, postulantes o funcionarios
públicos, como aquellos hechos de terceros que pudieran influir en la
calificación de la conducta de los anteriores.
Volviendo con Pérez-Sarmiento (2009) y el contenido de la
libertad probatoria, la libertad para determinar el modo de formación de
la prueba se refiere a la posibilidad que tienen las partes de acceder a la
prueba y tomar parte en la actividad probatoria, ya que asistiendo a los
actos, tales como reconstrucciones de hechos, experimentos de
instrucción, interrogatorios de testigos, experticias o peritajes, e
interviniendo decisivamente en ellos, proponiendo contraprueba
oponiéndose a la admisibilidad de la prueba de la contraparte o
aduciendo su ilegalidad o la nulidad de los actos de donde proviene.
En este mismo sentido, asevera el autor en referencia, la libre
determinación del modo de formación de la prueba supone la libre
elección del modo de proposición o promoción de la prueba, ya sea como
59

promoción material o directa, sujeta a simple admisión, o como


promoción de investigación o indirecta, sujeta a ordenación de prueba.
Como resumen, puede afirmarse que el principio de libertad de
prueba implica su libre apreciación o valoración. En un Estado de
derecho verdadero, el principio de libertad de prueba está unido
indisolublemente al de su licitud y al de su libre apreciación, pues los
hombres libres sólo pueden apreciar libremente la prueba libre y
lícitamente obtenida, sin menoscabo de su propia integridad y de su
conciencia. En el proceso penal venezolano, rige el principio de libertad
de prueba, como limitante del principio de libertad de medios; es así, que
el artículo 198 del texto adjetivo penal expresa que el medio debe
incorporarse al proceso por los cauces señalados en el COPP (2001).
Por lo tanto, puede entenderse que la incorporación del medio sin
atenerse a las reglas establecidas en la norma, en principio, anula el
medio, más que hacerlo ineficaz. Aunque la ley expresamente no los
prohíbe, hay medios que por su naturaleza son inadmisibles en el proceso
penal que rige el COPP (2001). Aquellos cuya existencia depende
básicamente de una tarifa legal, no pueden ser propuestos ni recibidos en
un sistema procesal que execra las tarifas legales, y así, ni la confesión,
ni el juramento decisorio serán proponibles, aunque este último nunca fue
admisible para resolver la cuestión probatoria penal. De esta manera se
requiere que la prueba ofrecida se diligencie y valore de acuerdo a la sana
crítica razonada, respetando las reglas que gobiernan el razonamiento
humano: lógica, psicología y experiencia común.
60

2.8.2 Relación de la Libertad Probatoria con la Libre Apreciación


de las Pruebas

En principio, opina Cortez (2008), que en un sistema de libertad de


prueba, el juez, al valorarla tiene, de manera inexcusable, que realizar las
siguientes operaciones:
1. Analizar todos los medios probatorios admitidos y practicados,
sin omitir ninguno, es decir, sin incurrir en silencio de prueba, y sin
atribuir menciones o determinaciones a las fuentes de pruebas, que éstas
realmente no contienen (falso supuesto).
2. Expresar lo que a su juicio indica cada uno de los medios
probatorios practicados, de conformidad con las reglas de la lógica, las
máximas de experiencia y los conocimientos científicos, sin dar por
sentado un hecho con la mera referencia a la prueba (petición de
principio).
3. Analizar el conjunto de los medios probatorios entre sí, a los
efectos de determinar cuál es la dirección en que se encamina la prueba,
que hechos pueden darse por probados, cuáles no y cómo debe ello
influir en el fondo de la decisión, si existe duda razonable o no y en qué
consiste.
Por su parte, Cafferata (2008), explica el sistema de libre
apreciación de la prueba de la siguiente manera:

Claro que si bien el Juez, en este sistema, no tiene reglas


jurídicas que limiten sus posibilidades de convencerse, y
goza de las más amplias facultades al respecto, su libertad
61

tiene un límite infranqueable: el respeto de las normas que


gobiernan la corrección del pensamiento humano (p. 49).

Entiende el tesista que el sistema de libre apreciación de la prueba


o sana crítica se caracteriza, entonces, por la posibilidad de que
magistrado logre sus conclusiones sobre los hechos de la causa valorando
la eficacia conviccional de la prueba con total libertad, pero respetando,
al hacerlo, los principios de la razón, es decir, las normas de la lógica,
constituidas por las leyes fundamentales de la coherencia y la derivación,
y por los principios lógicos de identidad, de no contradicción, de tercero
excluido y de razón suficiente, los principios incontrastables de las
ciencias, no solo de la psicología, utilizable para la valoración de dichas
actitudes y la experiencia común, constituida por conocimientos vulgares
indiscutibles por su raíz científica.
Para Cortez (2008), parece insuficiente la intuición, pues aunque se
admita que ésta es una forma reconocida de adquirir conocimiento, la
corrección de la conclusión intuitiva debe ser demostrada racionalmente,
a base de pruebas. La otra característica de este sistema es la necesidad
de motivar las resoluciones, o sea, la obligación impuesta a los jueces de
proporcionar las razones de su convencimiento, demostrando el nexo
racional entre las afirmaciones o negociaciones a que llegó y los
elementos de prueba utilizados para alcanzarlos.
Observa el autor de este trabajo, que en el COPP (2001), artículo
22, se impone este sistema: “las pruebas se apreciarán por el Tribunal
según la sana crítica, observando las reglas de la lógica, los
conocimientos científicos y las máximas de experiencia”. Como puede
62

apreciarse claramente, dicha norma prevé la libre convicción del juez


para la apreciación de las pruebas, pero la sujeta a la aplicación de las
reglas de la lógica, los conocimientos científicos o las máximas de
experiencia. No se trata, simplemente, de una apreciación libre del juez;
sino, que ésta debe ser libre pero razonada, aplicando la lógica, los
conocimientos científicos y las máximas de experiencias. El ser libre esa
convicción del juez, quiere decir que no está condicionada por la
predeterminación que el legislador le hace señalándole una regla expresa
de valoración para la prueba.
El sistema de libre valoración razonada de la prueba, de acuerdo
con Pérez-Sarmiento (2009), está acatada por las máximas experiencias,
las reglas de la lógica y los conocimientos científicos. Las máximas de
experiencia son reglas generales, extraídas de la experiencia cotidiana
como producto de la observación continua de la conducta humana y de
los fenómenos naturales, que permiten predecir que determinados estados
de hechos conocidos y comprobados, pueden de ser la causa o la
consecuencia de otros desconocidos pero que pudieran ser sus
antecedentes lógicos y probabilísticos. Esa determinación o afirmación
de hecho, a partir de una regla de probabilidad lógica, a partir de la regla
que la máxima de experiencia comporta, es lo que se denomina juicio de
hecho.
Agrega el citado autor, que la máxima de experiencia está
íntimamente ligada a las reglas de la lógica, pues, en la práctica, la
valoración de la prueba se comporta como un silogismo, en el cual la
máxima de experiencia actúa como premisa mayor, la fuente de prueba
concreta que se analiza en el proceso juega el papel de premisa menor y,
63

el valor que se confiera al medio probatorio, sería la conclusión o


síntesis. En este sentido, la máxima de experiencia actúa como factor de
validación o invalidación del medio probatorio y su fuente.
En cuanto a las reglas de la lógica, como bien dice Cafferata
(2008):

La sana crítica racional se caracteriza, entonces, por la


posibilidad de que el magistrado logre conclusiones sobre los
hechos de la causa valorando la eficacia conviccional de la
prueba con total libertad, pero respetando, al hacerlo, los
principios de la recta razón, es decir, las normas de la lógica,
constituidas por las leyes fundamentales de la coherencia y la
derivación, y por los principios lógicos de identidad, de no
contradicción, de tercero excluido y de razón suficiente (p.
46).

Lo anterior, a juicio de quien suscribe, puede interpretarse como


que el límite de la libertad del juez para apreciar las pruebas lo
constituyen las normas que gobiernan la corrección del pensamiento
humano. La libre convicción se caracteriza, por la posibilidad de que el
juez arribe a sus conclusiones, valorando la prueba con total libertad pero
respetando los principios de la recta razón, sea, las normas de la lógica, la
psicología y la experiencia común.
Por tanto, deduce quien escribe que el principio de valoración
razonable de la prueba, atiende al hecho de que ésta no puede ser
valorada arbitrariamente, sino que se deben seguir las reglas del
raciocinio, así como las máximas de la experiencia. El juzgador tiene la
potestad y obligación de valorar la prueba recibida conforme a las
normas o máximas de la experiencia común, que somete el criterio del
64

juez a parámetros objetivos, los cuales pueden ser invocados al impugnar


una sentencia por valoración arbitraria o errónea
Finalmente, los conocimientos científicos son fundamento de la
sana crítica, cuanto el resultado de la práctica de la prueba es una
consecuencia de alta probabilidad respecto a los hechos que se intentan
demostrar, que se basa en rigurosas relaciones causales establecidas por
la ciencia, siempre y cuando la relación entre ambos fenómenos haya
sido establecida correctamente.

2.9 Importancia de la Actividad Probatoria en Cuanto a la


Libertad y Apreciación de la Prueba en el Proceso Penal Venezolano
2.9.1 La Prueba como Medio Confiable para Descubrir la Verdad

Cafferata (2008), señala que la prueba es el medio más confiable


para descubrir la verdad real, y, a la vez, la mayor garantía contra la
arbitrariedad de las decisiones judiciales. La búsqueda de la verdad
sobre los hechos contenidos en la hipótesis acusatoria, el llamado fin
inmediato del proceso, debe desarrollarse teniendo a la reconstrucción
conceptual de aquéllos. La prueba es el medio más seguro de lograr esa
reconstrucción de modo comprobable y demostrable, pues la inducirá de
los rastros o huellas que los hechos pudieron haber dejado en cosas o
personas, o de los resultados de experimentaciones o de inferencias sobre
aquéllos.
Además, asevera el autor citado, que conforme al sistema jurídico
vigente, en las soluciones judiciales sólo podrá admitir como ocurridos
los hechos o circunstancias que hayan sido acreditados mediante pruebas
65

objetivas, lo cual impide que aquéllas sean fundadas en elementos


puramente subjetivos. La convicción de culpabilidad necesaria para
condenar únicamente puede derivar de los datos probatorios legalmente
incorporados al proceso: son las pruebas, no los jueces, las que condenan;
ésta es la garantía.
En este mismo orden de ideas, Cortez (2008), expresa que resulta
difícil imaginar un proceso en el que no haya habido actividad probatoria
alguna. Se ha llegado a afirmar que sin pruebas no hay proceso, que las
pruebas son la vida del proceso, son el proceso mismo. En este sentido, el
arte del proceso no es otra cosa que el arte de administrar las pruebas.
Por supuesto que eso no se aplica para los procesos o incidencias donde
sólo se ventilan cuestiones de mero de derecho, fundamentalmente de
interpretación sobre normas jurídicas.
Conforme al sistema jurídico vigente, aprecia quien escribe, en las
resoluciones judiciales sólo se podrá admitir como ocurridos los hechos y
circunstancias que hayan sido acreditados mediante pruebas, a menos que
se trate de aquellos hechos que por notorios o evidentes no necesitan
comprobación. En el proceso penal existe la necesidad de determinar
mediante pruebas la certeza de los hechos a los que debe aplicarse el
derecho sustantivo, o sea los hechos que son el objeto de la imputación,
lo que los antiguos denominaron el thema probandum. El proceso penal
es fundamentalmente, un proceso de hechos, o sea de hechos punibles,
que deben ser reconstruidos en el mismo. Esa reconstrucción se logrará
con la constatación de los rastros o huellas que los hechos pudieron dejar
en cosas o personas, o de los resultados de experimentaciones o
inferencias sobre aquellos.
66

Cafferata (2008), afirma que la prueba es el modo más confiable de


descubrir la verdad real y la mayor garantía contra la arbitrariedad de las
decisiones judiciales; y es el único medio seguro de reconstruir
conceptualmente el acontecimiento histórico sobre el cual versa el
proceso penal. Desde esta perspectiva, la actividad probatoria tiende a
determinar si ha existido un hecho presuntamente delictivo, si el mismo
reúne los requisitos de tipicidad prescriptos por la ley penal y si es
posible determinar quienes han sido sus autores, cómplices o
instigadores, como también quienes son los sujetos responsables
civilmente de dicho hecho.
Opina el tesista que desde ese punto de vista y tal como lo sostiene
Cafferata (2008), toda sentencia penal contiene una ficción necesaria,
pues para las partes procesales, la verdad real puede coincidir o no con lo
fijado por la sentencia. Y así, por ejemplo, transcurridos muchos años
desde el dictado de una sentencia, el condenado puede seguir afirmando
su inocencia, pese a que el discurso probatorio no lo ha favorecido
oportunamente. El derecho requiere de esa ficción llamada sentencia,
pues, de lo contrario, no se podría poner fin a los conflictos de intereses.
De allí que, en determinados plazos procesales y, conforme lo dispuesto
por la legislación procesal penal, se deba validar el discurso de alguna de
las partes, en detrimento de lo afirmado por otras. Toda actividad
probatoria posee límites constitucionales y legales muy precisos.
Por su parte, Cortez (2008), sostiene que actualmente, frente a una
criminalidad creciente, podría afirmarse que el debate político jurídico
sobre la prueba oscila entre dos (2) posturas netamente diferenciables; y
surge la contradicción entre los intereses de la sociedad y del Estado por
67

descubrir la verdad y hacer efectiva la ley sustantiva, por una parte, y el


de los individuos porque sus derechos y garantías constitucionales no
sean violentados so pretexto de investigar un hecho delictivo. No basta,
en consecuencia, que la prueba sea racional y que se funde
adecuadamente, sino que debe respetar los derechos y garantías
consagrados constitucionalmente y en los tratados internacionales
protectores de los derechos humanos.
Concuerda el tesista con los argumentos anteriores, indicando a
modo de interpretación, que en el sistema legal penal venezolano, el juez
también valora desde su intuición y experiencia legal, pero, a diferencia
del jurado, necesita motivar su valoración. Y reconocer lo primero, es
decir, la subjetivación del objeto de conocimiento, no implica actuar en
desmedro del proceso que se quiere, sino que constituye un punto de
partida para reconocer los límites del conocer y la necesidad de contar
con mecanismos e institutos procesales que posibiliten controlar desde lo
racional ese proceso de conocimiento.
Como punto final, hay que afirmar que el fin inmediato del proceso
penal es la búsqueda de la verdad, debiéndose desarrollar en base a una
reconstrucción de un acontecimiento histórico, siendo la prueba el único
medio confiable y seguro de alcanzar dicha reconstrucción de manera
demostrable y comprobable; es el medio confiable para el efectivo
descubrimiento de la verdad, en relación a los hechos que se investigan
en el proceso penal, siendo la de mayor garantía contra cualquier
arbitrariedad de las decisiones judiciales que se tomen en el país.

2.9.2 La Prueba como Garantía Contra Arbitrariedades Judiciales


68

Todo Derecho Procesal Penal enmarcado dentro de los parámetros


de un Estado Constitucional de Derecho, según Roxin (2000), se halla en
la necesidad de armonizar por un lado, el interés en la búsqueda de la
verdad y, por otro lado, el interés del procesado en la salvaguarda de sus
derechos fundamentales. Conseguir dicha conjunción muchas veces es
una labor compleja, puesto que la línea entre vulneración y protección de
derechos suele ser demasiado fina cuando de la verdad jurídica se trata; si
se revisa la historia antigua y reciente, se aprecia que numerosas
violaciones a los derechos humanos se han cometido en nombre de la
búsqueda de la verdad.
En este mismo orden, menciona el autor citado, que esta idea
referida a la prohibición de valorar la prueba obtenida mediante violación
de derechos fundamentales, en el derecho contemporáneo goza de
aceptación mayoritaria tanto a nivel doctrinario, jurisprudencial y legal,
sin embargo es ahí donde terminan las coincidencias, puesto que los
problemas comienzan ya al tratar sobre su denominación, su concepto, la
determinación de su supuesto de configuración, su tratamiento procesal,
sus consecuencias o efectos, así como sus reglas de excepción.
A lo anotado se suma un nuevo problema que, a decir de Maier
(2003), pertenece a la llamada postmodernidad y de la mayor gravedad,
pues el alcance veloz y arrollador de las ciencias naturales y de la técnica
frente a los tiempos de las ciencias culturales, una de las cuales es la
ciencia jurídica, verdaderas tortugas en comparación con aquéllas, ha
concebido medios de indagación de la verdad y de información que
superan geométricamente las posibilidades antiguas, desde escuchas a
69

distancia con trasmisores suprasensibles, trasmisiones audiovisuales o


grabaciones ocultas, hasta el cruzamiento de informaciones almacenadas
en bancos de datos, posible en tiempo útil solo por computadores, todo el
tema es, sin duda, uno de los más complejos y polémicos de la dogmática
procesal penal.
A tenor de lo explicado, considera quien suscribe que la función
del proceso judicial es la aplicación del derecho, es decir su función
principal radica en determinar la ocurrencia de determinados hechos a los
que el derecho vincula determinadas consecuencias jurídicas, y la
imposición de esas consecuencias a los sujetos previstos por el propio
derecho. La idea fundamental es que el ciudadano tiene derecho a
demostrar la verdad de los hechos en que se funda su pretensión procesal
y lo logra a través del derecho a la prueba; es pues la actividad probatoria
la que permite fijar los hechos a los que el juez en su sentencia aplicará el
derecho.
De nuevo con Maier (2003), éste asevera que la importancia de la
prueba reside en que es a través de los diversos medios de prueba que se
busca hallar la verdad dentro de un proceso, a través de ellos los hechos
que configuran una pretensión o una defensa pueden dejar de ser simples
afirmaciones para pasar a ser hechos sobre los cuales el juzgador adquirió
convicción con certeza; es pues gracias a la prueba que pasan a ser
ciertos o verdaderos, procesalmente, los que eran simples hechos
afirmados al inicio del proceso. Solo respecto de los hechos alegados y
probados, puede el órgano jurisdiccional concretar el derecho de acuerdo
a la máxima iudex iudicare debet iuxta allegata et probata.
70

Igualmente, refiere que el derecho a la prueba es considerado como


un derecho fundamental que goza de protección constitucional, a pesar de
no estar expresamente previsto en una norma constitucional, pues se trata
de un derecho comprendido en el contendido esencial del derecho al
debido proceso; existe un derecho constitucional a probar, orientado por
los fines propios de la observancia o tutela del derecho al debido proceso,
que faculta a los justiciables a postular los medios probatorios que
justifiquen sus afirmaciones en un proceso o procedimiento, dentro de los
límites y alcances que la Constitución y la ley.
Para quien escribe, el derecho a la prueba puede también ser
inferido del contenido del derecho fundamental a la presunción de
inocencia consagrado en la Constitución de 1999. El precepto según el
cual toda persona es considerada inocente mientras no se haya declarado
judicialmente su responsabilidad, supone que la destrucción de la
presunción de inocencia en el proceso penal debe ser consecuencia de
una actividad probatoria suficiente.
Adicionalmente, indica Maier (2003), que siendo un derecho
fundamental, el derecho a la prueba tiene una doble dimensión o carácter.
En su dimensión subjetiva, las partes o un tercero legitimado en un
proceso o procedimiento tienen el derecho de producir la prueba
necesaria, con la finalidad de acreditar los hechos que configuran su
pretensión o defensa. En su dimensión objetiva, comporta el deber del
juez de la causa de solicitar, actuar y dar el mérito jurídico que
corresponda a los medios de prueba en la sentencia.
A la luz de lo expuesto, puede quien escribe inferir que ningún
derecho fundamental es ilimitado, por lo que el derecho a la prueba
71

también se encuentra sujeto a restricciones o limitaciones, derivadas


tanto de la necesidad de que sean armonizados en ejercicio con otros
derechos o bienes constitucionales, como de la propia naturaleza del
derecho en cuestión. En términos generales, el derecho a la prueba se
encuentra sujeto a determinados principios, como son que su ejercicio se
realice de conformidad con los valores de pertinencia, utilidad,
oportunidad y licitud. Estos constituyen principios que informan la
actividad probatoria y, al mismo tiempo límites inmanentes a su
ejercicio, esto es derivados de la propia naturaleza del derecho a la
prueba.
La prueba es fundamental en el ordenamiento jurídico procesal
patrio; la misma debe contar con una relación directa al fin procesal
propuesto dentro del desarrollo metodológico de la investigación, ya que
de lo contrario no dará el grado de seguridad y certeza requerido como
aptitud necesaria para el acto de acusación, imputación o bien de
requerimiento del proceso oral y público necesario para la no existencia
de arbitrariedades en la toma de decisiones judiciales.
CAPÍTULO III
MARCO METODOLÓGICO

3.1 Tipo y Diseño de la Investigación

La presente investigación, donde se analizó la vinculación de la


libertad de prueba con el sistema de libre apreciación probatoria en el
proceso penal venezolano, se llevó a cabo tomando en consideración el
paradigma dogmático-jurídico, con un tipo documental, con nivel
descriptivo y diseño bibliográfico.
La dogmática jurídica, de acuerdo con Tamayo-Samorán (2003), es
considerada como ciencia jurídica, de hecho, dentro del ius positivismo,
se afirma que se trata de la única ciencia que se ocupa del derecho. Ella
consiste “en determinar cuáles son las normas que deben ser obedecidas
y por ello es considerada por algunos juristas la labor de decir derecho o
jurisprudencia” (p. 27).
No hay un solo método para investigar el fenómeno jurídico.
Siendo la investigación jurídica dogmática aquella que concibe el
problema jurídico desde una perspectiva estrictamente formalista,
descontando todo elemento fáctico o real que se relacione con la
institución, norma jurídica o estructura legal en cuestión, su objeto debe
estar constituido por las fuentes formales que lo integran; es decir, por la
ley, la costumbre, sus principios generales, el negocio jurídico y la
jurisprudencia.

72
73

Adaptando estas consideraciones al presente trabajo, se efectuó


una revisión crítica del estado del conocimiento sobre un problema
jurídico, como es la vinculación de la libertad de prueba con el sistema
de libre apreciación probatoria, integrando, organizando y evaluando la
información contenida en las fuentes del Derecho, haciendo énfasis en el
progreso de la investigación actual, en las posibles vías para la solución
de problemas jurídicos, en el análisis de la consistencia interna y externa
de las teorías y conceptualizaciones para señalar sus fallas o demostrar la
superioridad de unas sobre otras.
A su vez se tiene que el estudio es de tipo documental-descriptivo,
entendiéndose como tal, el estudio del problema con el propósito de
ampliar y profundizar el conocimiento de su naturaleza, con apoyo,
principalmente, en fuentes bibliográficas y documentales, donde según
Márquez (2007), “la originalidad del estudio se reflejará en el enfoque,
criterios, conceptualizaciones, conclusiones y recomendaciones” (p. 56).
Al ser descriptivo, sostiene Márquez (2007), “tratará de obtener
información acerca del fenómeno o proceso, para describir sus
implicaciones, fundamentalmente dirigido a dar una visión de cómo
opera y cuáles son sus características” (ibidem).
Es por ello que el tesista concuerda con Cervo y Bervian (1999), al
entender a la investigación como “actividad encaminada a la solución de
problemas. Su objetivo consiste en hallar respuestas a preguntas
mediante el empleo de procesos científicos” (p. 32). Agregando a ello
que al ser descriptiva consistirá en la caracterización del hecho con el fin
de establecer su comportamiento.
En este orden de ideas Balestrini (1999), sostiene que:
74

Los estudios documentales y teóricos, derivados de la


investigación documental, como una de las opciones de la
investigación científica, son aquellos cuyos objetivos sugieren
la incorporación de un esquema de investigación (p. 34).

Bajo esta misma óptica, Cervo y Bervian (1999), establecen que la


investigación documental, “es el estudio descriptivo o diagnóstico de una
situación inherente a la especialidad que lleva a la descripción o
evaluación de los elementos que configuran el ámbito del problema” (p.
4).
La presente investigación se enmarcó en las anteriores
conceptualizaciones, pues se utilizaron criterios para destacar elementos
esenciales de su naturaleza, presentando además, las posibles alternativas
de solución a las dificultades y limitaciones derivadas del problema
investigado.
El estudio en comento se realizó mediante un diseño bibliográfico;
al respecto Sabino (2002), afirma que el diseño es “un método específico,
una serie de actividades sucesivas y organizadas, que deben adaptarse a
las particularidades de cada investigación, y que nos indica las pruebas a
efectuar y las técnicas a utilizar para recolectar y analizar datos” (p. 46).
Al constituir el diseño un elemento fundamental de la
investigación, es necesaria una claridad conceptual previa y la aclaración
de las opciones metodológicas pertinentes a la investigación planteada.
Teniendo en cuenta estas consideraciones y por la naturaleza del
problema a investigar, es que se planteó la utilización de un estudio
bibliográfico el cual proporcionó un beneficio significativo al permitir al
75

investigador acceder a una mayor gama de fenómenos, no restringida


solamente a su experiencia.

3.2 Procedimiento

Concebido el documento desde su doble naturaleza constitutiva de


soporte más contenido, los niveles del análisis externo e interno, estarán
en relación directa con los elementos dicotómicos que integran el
documento, es decir, con la información en él contenida y con su soporte
documental. El análisis externo se efectuará sobre el soporte y el interno
sobre el contenido que se ocupará del mensaje identificándolo e
informando sobre él. De ahí que puedan extraerse dos (2) fases: análisis
externo o formal y análisis interno o de contenido (Cervo y Bervian,
1999).
Dentro de esta primera fase del análisis documental, habrá que
distinguir entre la descripción bibliográfica y la catalogación,
operaciones que sin ser contrapuestas, tampoco se pueden considerar,
desde un punto de vista operacional, identificables, ya que la primera se
ocupa exclusivamente de la redacción del asiento bibliográfico, no
recogiendo nada sobre encabezamientos, confección de fichas
secundarias y su ordenación en los catálogos, así como tampoco de la
ubicación del documento dentro de una colección determinada,
operaciones éstas propias de la catalogación.
Ahora bien, tomando en cuenta los lineamientos establecidos por la
Universidad Santa María (USM, 2001), en cuanto al procedimiento, el
mismo se desglosa en las siguientes etapas:
76

1. Indagación de los antecedentes: el autor procedió a revisar en la


biblioteca de la Universidad Santa María, Núcleo Oriente, a fin de
localizar trabajos que mantuvieran relación con el que aquí se presenta.
En vista de que los resultados fueron negativos, se inició la búsqueda en
otras Universidades; así, en la Universidad de Los Andes se encontraron
dos (2) y por Internet, se localizaron dos (2) más efectuados en la
Universidad del Zulia.
2. Revisión de la literatura: culminada la búsqueda de
antecedentes, se procedió a la detección de la literatura en bibliotecas
públicas y privadas, empleando para ello la descripción bibliográfica que,
en términos amplios, podría decirse que, descripción es la numeración de
cualidades y elementos fundamentales de una persona u objeto, de
manera que la persona que la efectúa pone en conocimiento de otros los
rasgos determinantes que identifican lo que describe (Cervo y Bervian,
1999).
Por descripción bibliográfica se entiende la operación encargada de
recoger del documento aquellos elementos que posibiliten su
identificación en una colección determinada. Es, por tanto, el análisis
llevado a cabo por el analista sobre los fondos y documentos, a fin de
sintetizar y condensar todos aquellos elementos, aparentes y
convencionales del documento, con la finalidad de ofrecérselos,
posteriormente, a los interesados.
Considera el autor de este trabajo, en base a lo anteriormente
expuesto, que se trata de una parte fundamental en el tratamiento de los
documentos al permitir su identificación, dentro de la memoria
documental, en función a sus características físicas. Su finalidad se
77

encuentra, por tanto, relacionada con la actividad descriptiva física o


externa del documento y proporciona descripciones normalizadas para
cada unidad de información, facilitando, así, su rápida identificación.
Este proceso, según exponen Guinchat y Menou (2003),
comprende varias etapas: examen previo del documento para conocerlo;
determinar el tipo de documento para saber las normas a aplicar; decidir
el nivel de descripción que se va a utilizar; identificar los elementos que
interesen, del documento siguiendo el orden de áreas que indican las
normas; transcribir los datos con exactitud y trasladar dichos datos al
soporte documental elegido, donde se completan con la catalogación.
3. Construcción del Marco Teórico: se siguieron los siguientes
pasos:
- Desarrollo de categorías de codificación: consistió en un proceso
de clasificación de datos en torno a ideas, temas y conceptos que fueron
emergiendo de la lectura del propio material de estudio. La identificación
de las categorías emergentes es un proceso relacionado no sólo con el
material de análisis sino con la formación y el propio marco teórico de la
investigación.
- Codificación: tratar el material es codificarlo. La codificación
corresponde a una transformación efectuada según reglas precisas de los
datos brutos del texto. Transformación que por descomposición,
agregación y enumeración permite desembocar en una representación del
contenido, o de su expresión, susceptible de ilustrar al analista sobre las
características del texto que pueden servir de índices, o como dice
Arroyo (1998): “la codificación es el proceso por el que los datos brutos
son transformados sistemáticamente y agregados en unidades que
78

permiten una descripción precisa de las características pertinentes del


contenido” (p. 17).
- Organización de los datos: esta es la fase en la cual se llevan a
cabo la síntesis y selección de los resultados para realizar, posteriormente
las interpretaciones que den lugar a una serie de conclusiones, teniendo
en cuenta siempre el Marco Teórico que se ha elaborado. Por ello fue
necesario diferenciar la inferencia, que es el paso de la descripción, la
interpretación y la comparación. La interpretación, entendido como el
significado axiológico de las frecuencias de códigos descritos.
Por último se plantearon las conclusiones para la consecución de
los objetivos de la investigación y las recomendaciones, que son algunas
alternativas de solución a la problemática abordada.
CAPÍTULO IV
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

4.1 Conclusiones

- El primer objetivo de este trabajo, estuvo referido a analizar el


fundamento de la verdad procesal como resultado de la relación entre
comprobación y valoración en el proceso penal, conociéndose que la
verdad procesal fáctica es un tipo particular de verdad histórica, relativa a
proposiciones que hablan de hechos pasados, no directamente accesibles
como tales a la experiencia de modo que los problemas de su verificación
y verificabilidad son más o menos los mismos que se plantean respecto
de cualquier proposición que verse sobre el pasado.
El hecho escapa a observación directa y se considera sólo a través
de las pruebas, que son experiencias de hechos presentes, interpretables
como signos de hechos del pasado. Se puede realmente afirmar que la
verdad procesal fáctica, al igual que la verdad histórica, en vez de ser
predicable en referencia directa al hecho juzgado, es el resultado de una
ilación de los hechos probados del pasado con los hechos probatorios del
presente, que puede ser presentada como una inferencia inductiva que en
las premisas lleva la descripción del hecho que se ha de explicar y las
pruebas practicadas, además de las generalizaciones habitualmente
sobreentendidas sobre la fiabilidad de experiencias análogas, que hacen
probables las premisas con propósitos limitados de persuasión.

79
80

Su valor es, por consiguiente, el de una hipótesis probable en orden


a la conexión causal entre el hecho adoptado como probado y el conjunto
de los hechos adoptados como probatorios. Su verdad no está demostrada
como lógicamente deducida de premisas, sino sólo probada como
lógicamente probable o razonablemente plausible de acuerdo a uno o
varios principios de inducción.
En el proceso judicial, a diferencia de otros tipos de investigación,
la comprobación jurisdiccional es obligatoria y ha sido dispuesta para
concluir en un término preciso, de donde si el dilema no puede ser
resuelto en tal oportunidad prevalece la hipótesis más favorable al
acusado gracias a una regla jurídica sobre las condiciones de
aceptabilidad de la verdad procesal y solamente será posible la
confrontación de las hipótesis fácticas formuladas hasta que entre en
juego la presunción legal de verdad de la cosa juzgada
- En cuanto al segundo objetivo, orientado a analizar el contenido
de la libertad de prueba con relación al sistema de libre apreciación de la
prueba, la valoración de la prueba constituye, indudablemente, una
operación fundamental, de gran importancia en todo proceso y, más aún
en el proceso penal, puesto que de ella depende que el tribunal llegue o
no a una certeza; es decir va a determinar el carácter absolutorio o
condenatorio de la sentencia para el acusado. Porque precisamente, al
momento de la valoración de las pruebas, el juez no solo pone al servicio
del Estado su intelecto y raciocinio, sino incluso su honestidad como
persona.
Entonces, la valoración de la prueba determina el resultado de la
práctica de los medios de prueba, es decir, el grado de convicción o
81

persuasión que la prueba practicada por las partes logre sobre el


juzgador. La apreciación probatoria se da desde el momento en que el
Juez tiene contacto con el medio de prueba, porque desde ese instante se
irá formando su juicio acerca de la credibilidad y la eficacia de cada
medio de prueba, para al final confrontar todas las pruebas receptadas,
depurarlas y tomar una decisión, esto es valorarlas en conjunto para
sentenciar en base a la convicción lograda luego de dicha valoración.
En el sistema libre apreciación de la prueba, el juez no obedece a
un criterio legal preestablecido, sino a lo que dicta su propia estimación;
no es la ley quien fija el valor de la prueba, es el juzgador.
- En el tercero y último objetivo, donde se determinó la
importancia de la actividad probatoria en cuanto a la libertad y
apreciación de la prueba en el proceso penal, debido a la gravedad de las
consecuencias jurídicas que éste supone, parece especialmente
importante que la determinación de la efectividad de la acusación sobre
la base de las pruebas rendidas en juicio pueda aproximarse en la mayor
medida posible a la verdad de los hechos que esta contiene. Así, en esta
manifestación del proceso, las instituciones que rigen la actividad
probatoria deben permitir el mayor grado de corroboración posible entre
lo que se declara probado con lo que realmente ha ocurrido. Si bien en el
proceso la verdad es un valor estructural y fin último a alcanzar mediante
la actividad probatoria, esta finalidad se traduce en la búsqueda de la
reducción del error.
En el proceso penal se debe apuntar a descubrir la verdad sobre la
comisión de un delito para así evitar veredictos falsos, pero, como en
toda actividad humana, se debe reconocer que los errores van a estar
82

presentes y en el proceso penal estos errores, de naturaleza epistémica,


consisten en absoluciones falsas y en condenas falsas. Los criterios de
racionalidad con los que debe operar la libre valoración de la prueba no
pueden por sí solos determinar si el apoyo inductivo que aportan las
pruebas a una hipótesis es suficiente para declararla probada en el
proceso.
Para que el juzgador declare la existencia de responsabilidad penal
e imponga la sanción correspondiente al autor de un hecho punible, es
preciso que adquiera la certeza de su comisión y de la vinculación con el
accionar del procesado. O sea, el juzgador debe de adoptar tal criterio en
base al convencimiento generado por la certeza proporcionada tras la
valoración de los medios probatorios aportados por los órganos de
prueba. He ahí la importancia de la prueba para adquirir dicha certeza.
A modo general, puede concluirse que el principio de libertad
probatoria en su vinculación con los medios de pruebas, admite algunas
excepciones, en primer lugar, no corresponde admitir medios de prueba
que afecten la moral, expresamente prohibidos, incompatibles con el
sistema procesal venezolano. El artículo 22 del Código Orgánico
Procesal Penal (2001), prevé la libre convicción del juez para la
apreciación de las pruebas, pero la sujeta a la aplicación de las reglas de
la lógica, los conocimientos científicos o las máximas de experiencia.

4.2 Recomendaciones

- Existen medios de pruebas que por su relevancia e injerencia en


el proceso penal, deben ser previstos en el COPP y además establecerse
83

la regulación de los mismos a los fines de garantizar el derecho a la


defensa como parte del debido proceso, principio rector de todo proceso.
- El juzgador debe determinar la importancia de la prueba en el
proceso penal y hacer de la misma el único medio seguro y eficaz para el
descubrimiento de la verdad acerca de los hechos en investigación y
respecto de los cuales se pretende llevar a cabo actuaciones para erradicar
arbitrariedades en la toma de decisiones judiciales.
- Los elementos de prueba para poder ser valorados, deben haberse
obtenido mediante un procedimiento permitido e incorporado al proceso
de conformidad a las disposiciones y normas establecidas dentro del
procesal penal.
- Se sugiere en una futura reforma al COPP, incluir como prueba
innominada la reconstrucción de los hechos por su importancia en el
proceso penal, con una regulación determinada adaptada al sistema
acusatorio, al igual que la prueba indiciaria y la experimentación judicial,
sin que ello implique o constituya una limitación o violación alguna al
principio de la libertad probatoria.
- Dar a conocer este trabajo de investigación, en vista de los
aportes que se realizan acerca de la libertad de prueba y el sistema de
libre apreciación probatoria en el proceso penal venezolano, de
actualidad indiscutible ante las debilidades que sigue presentando el
proceso penal venezolano.
- Motivar a futuros investigadores para la prosecución de estudios
semejantes al aquí planteado, orientándolos hacia otros ámbitos del
proceso penal y así contribuir a la formación profesional del abogado
venezolano dentro de las más modernas técnicas de investigación.
BIBLIOGRAFÍA

Agüero, N. (2009). El Alcance de la Libertad Probatoria y sus


Limitaciones en el Proceso Penal Venezolano. Trabajo de grado no
publicado. Universidad Católica Andrés Bello, Caracas.

Armenta, T. (2003). Lecciones de Derecho Procesal Penal. Madrid:


Marcial Pons.

Arroyo, R. (1998). Técnicas de Investigación en Ciencias Sociales.


Madrid: Dykinson.

Balestrini, M. (1999). Como se Elabora el Proyecto de Investigación.


Venezuela: BL Consultores Asociados.

Balestrini, M. (1999). Como se Elabora el Proyecto de Investigación.


Caracas: Servicio Editorial BL.

Binder, A. (2009). El Incumplimiento de las Formas Procesales.


Buenos Aires: Ad Hoc.

Cafferata, N. (2008). La Prueba en el Proceso Penal. Buenos Aires:


Alianza.

Cervo, A., Bervian, P. (1999). Metodología Científica. Bogotá:


McGraw-Hill.

Chacón, J., Bedoya, E. (2010). Alternativas de la Moderna


Investigación y la Prueba en el Proceso Penal. Trabajo de grado no
publicado. Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela.

Código Orgánico Procesal Penal (2001). Gaceta Oficial de la República


Bolivariana de Venezuela N° 5.558. Noviembre, 14, 2001.

84
85

Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (2000). Gaceta


Oficial de la República Bolivariana de Venezuela Nº 5453
(Extraordinario). Marzo 24, 2000.

Cordero, F. (2009). Procedimiento Penal. Buenos Aires: Giuffré.

Cortez, C. (2008). Alcance de la Libre Valoración de la Prueba como


Sistema de Valoración Probatoria en el Proceso Penal Venezolano.
Trabajo de grado no publicado. Universidad Católica Andrés Bello,
Caracas.

Couture, E. (2002). Las Reglas de la Sana Crítica en la Apreciación de


la Prueba Judicial. Buenos Aires: Editorial Bibliográfica Argentina.

Devis-Echandía, H. (2002). Teoría General de la Prueba Judicial.


Buenos Aires: Víctor de Zavalia Editor.

Ferrajoli, L. (2005). Derecho y Razón. Madrid: Trotta.

Guariglia, F. (2003). Las Prohibiciones de Valoración Probatoria en el


Procedimiento Penal. Buenos Aires: Fundación Myrna Mack.

Guinchal, C., Menou, M. (2003). Introducción General a las Ciencias y


Técnicas de la Información. París: Unesco.

Hernández, C., Fernández, R., Baptista, P. (2006). Metodología de la


Investigación. México: MacGraw Hill.

Lloré-Mosquera (2009). Derecho Procesal Penal. Tomo I. Cuenca,


Ecuador: Fondo de Cultura Ecuatoriana.

Maier, J. (2003). Derecho Procesal Penal. Tomo II. Parte General.


Buenos Aires: DePalma.

Maldonado, P. (2007). Pruebas Penales y Problemas Probatorios.


Bogotá: Temis Librería.

Márquez, E. (2007). El Análisis de Contenido. Madrid: UNED.


86

Miranda-Estrampes, M. (2004). La Mínima Actividad Probatoria en el


Proceso Penal. Barcelona: José María Bosch Editor.

Pellegrini, A. (2005). “Pruebas Ilícitas en Ciencias Penales”. Revista de


la Asociación de Ciencias Penales 7:10. San José de Costa Rica.

Pérez-Sarmiento, E. (2009). La Prueba en el Proceso Penal


Acusatorio. Caracas: Vadell Hermanos.

Quintana, J. (2007). Correlación entre Acusación y Sentencia. Caracas:


Universidad Católica Andrés Bello.

Quintero, J. (2010). Nuevamente Sobre la Prueba en el Procedimiento


Criminal Ordinario. Caracas: Tribunal Supremo de Justicia.

Ramírez, L. (2010). El Régimen Probatorio en el Proceso Penal


Venezolano. Trabajo de grado no publicado. Universidad de Los
Andes, Mérida, Venezuela.

Rivera, R. (2003). Nulidades Procesales Penales y Civiles.


Barquisimeto: Jurídica Rincón.

Roxin, C. (2000). Derecho Procesal Penal. Buenos Aires: Editores del


Puerto.

Sabino, C. (2002). El Proceso de Investigación. Caracas: Panapo.

Tamayo-Samorán, R. (2003). Razonamiento y Argumentación


Jurídica. El Paradigma de la Racionalidad y la Ciencia del
Derecho. México: UNAM.

Universidad Santa María, Decanato de Postgrado y Extensión, Dirección


de Investigación. (2002). Normas para la Elaboración, Presentación
y Evaluación de los Trabajos Especiales de Grado. Caracas: Autor.

Zaffaroni, R. (1999). Sistemas Penales y Derechos Humanos en


América Latina. Buenos Aires: Temis.
UNIVERSIDAD SANTA MARÍA
DECANATO DE POSTGRADO Y EXTENSIÓN
DIRECCIÓN DE INVESTIGACIÓN
ESPECIALIZACIÓN EN DERECHO PENAL

LA LIBERTAD PROBATORIA
EN EL PROCESO PENAL VENEZOLANO

Autor: Gil, Marcos.


C.I. Nº: 12.718.967

Caracas, Octubre, 2019

i
ii

UNIVERSIDAD SANTA MARÍA


DECANATO DE POSTGRADO Y EXTENSIÓN
DIRECCIÓN DE INVESTIGACIÓN
ESPECIALIZACIÓN EN DERECHO PENAL

LA LIBERTAD PROBATORIA
EN EL PROCESO PENAL VENEZOLANO

Trabajo Especial de Grado presentado como requisito para optar


al Grado de Especialista en Derecho Penal

Autor: Gil, Marcos.


C.I. N: 12.718.967

Caracas,
ÍNDICEOctubre,
GENERAL2019
iii

pp.

ÍNDICE GENERAL iii


LISTA DE CUADROS v
RESUMEN vi

INTRODUCCIÓN 1

CAPÍTULOS

I EL PROBLEMA 4

1.1. Contextualización y Delimitación del Problema 4


1.2 Interrogantes de la Investigación 11
1.3 Objetivos de la Investigación 11
1.3.1 Objetivo General 11
1.3.2 Objetivos Específicos 11
1.4 Justificación 12
1.5 Sistema de Variables 14
1.5.1 Definición Conceptual 15
1.5.2 Definición Operacional 16

II MARCO TEÓRICO 18

2.1 Antecedentes Relacionados con la Investigación 18


2.2 La Prueba en el Proceso Penal 21
2.3 La Carga Formal de la Prueba en el Proceso Penal
Venezolano 25
2.4 La Valoración de la Prueba 30
2.5 El Principio de Libre Valoración Según las Reglas del
Criterio Racional 34
2.6 Fundamento de la Verdad Procesal como Resultado
de la Relación entre Comprobación y Valoración en
el Proceso Penal Venezolano 41
2.6.1 La Verdad Procesal Fáctica y la Verdad
Científica 41
2.6.2 Incorporación de Diversos Medios de Prueba
pp.
iv

para Lograr la Verdad en el Proceso 46


2.8 Contenido de la Libertad de Prueba con Relación al
Sistema de Libre Apreciación de la Prueba en el
Proceso Penal Venezolano 55
2.8.1 Contenido de la Libertad Probatoria 55
2.8.2 Relación de la Libertad Probatoria con la Libre
Apreciación de las Pruebas 59
2.9 Importancia de la Actividad Probatoria en Cuanto a la
Libertad y Apreciación de la Prueba en el Proceso
Penal Venezolano 64
2.9.1 La Prueba como Medio Confiable para
Descubrir la Verdad 64
2.9.2 La Prueba como Garantía Contra
Arbitrariedades Judiciales 67

III MARCO METODOLÓGICO 72

3.1 Tipo y Diseño de la Investigación 72


3.2 Procedimiento 75

IV CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES 79

4.1 Conclusiones 79
4.2 Recomendaciones 82

BIBLIOGRAFÍA 84
v

LISTA DE CUADROS

CUADRO pp
.

1 Identificación y Definición de las Variables 15

2 Operacionalización de las Variables 17


vi

UNIVERSIDAD SANTA MARÍA


DECANATO DE POSTGRADO Y EXTENSIÓN
DIRECCIÓN DE INVESTIGACIÓN
ESPECIALIZACIÓN EN DERECHO PENAL

LA LIBERTAD PROBATORIA EN EL PROCESO PENAL


VENEZOLANO

Trabajo de Grado

Autor: Marcos, Gil


Año: 2019

RESUMEN

El principio de la libre valoración de la prueba en el proceso penal


venezolano, le otorga al juez la libertad de valoración de las pruebas, pero el
problema radica en que al carecer este sistema de reglas expresas y constantes de
apreciación, la valoración de la prueba se escala de los marcos del ordenamiento
jurídico. Tal situación conllevó a analizar la vinculación de la libertad de prueba con
el sistema de libre apreciación probatoria en el proceso penal venezolano, bajo los
lineamientos teóricos de autores como Pérez-Sarmiento (2009) y Quintero (2010),
con sus aportes acerca de la prueba en el proceso penal acusatorio, cuyo objetivo fue
la libertad probatoria en el proceso penal Venezolano. La investigación se desarrolló
bajo el paradigma jurídico-dogmático, de tipo documental, con nivel descriptivo y
diseño bibliográfico, recogiéndose la información a través del empleo de diversas
técnicas que utiliza la investigación documental. Se concluyó que el principio de
libertad probatoria en su vinculación con los medios de pruebas, admite algunas
excepciones, en primer lugar, no corresponde admitir medios de prueba que afecten
la moral, expresamente prohibidos, incompatibles con el sistema procesal
venezolano. El Código Orgánico Procesal Penal (2001), prevé la libre convicción del
juez para la apreciación de las pruebas, pero la sujeta a la aplicación de las reglas de
la lógica, los conocimientos científicos o las máximas de experiencia; se recomendó
incluir en el COPP medios de pruebas que por su relevancia e injerencia en el proceso
penal, y además establecerse la regulación de los mismos a los fines de garantizar el
derecho a la defensa como parte del debido proceso.

También podría gustarte