0% encontró este documento útil (0 votos)
36 vistas8 páginas

Capítulo 1

El documento describe la organización funcional del cuerpo humano y el control del medio interno. Explica que el cuerpo mantiene un medio interno constante a través de mecanismos de homeostasis. El líquido extracelular circula por todo el cuerpo a través de la sangre y los capilares, proporcionando nutrientes a las células y transportando desechos. Diversos órganos como los pulmones, riñones e intestinos ayudan a mantener niveles constantes de oxígeno, sales, azúcares y otros componentes en el
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Descargar como docx, pdf o txt
0% encontró este documento útil (0 votos)
36 vistas8 páginas

Capítulo 1

El documento describe la organización funcional del cuerpo humano y el control del medio interno. Explica que el cuerpo mantiene un medio interno constante a través de mecanismos de homeostasis. El líquido extracelular circula por todo el cuerpo a través de la sangre y los capilares, proporcionando nutrientes a las células y transportando desechos. Diversos órganos como los pulmones, riñones e intestinos ayudan a mantener niveles constantes de oxígeno, sales, azúcares y otros componentes en el
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1/ 8

CAPÍTULO 1

Organización funcional del cuerpo humano y control del «medio interno

La fisiología es la ciencia que pretende explicar los mecanismos físicos y químicos responsables del
origen, desarrollo y progresión de la vida. Cada tipo de vida, desde el virus más simple hasta el
árbol más grande o el complicado ser humano

Fisiología humana La ciencia de la fisiología humana intenta explicar las características y


mecanismos específicos del cuerpo humano que hacen que sea un ser vivo. El hecho de
mantenerse vivo es el resultado de sistemas de control complejos. El hambre nos hace buscar
alimentos y el miedo nos lleva a buscar refugio. Las sensaciones de frío nos impulsan a buscar
medios para calentarnos y otras fuerzas nos hacen buscar compañía y reproducirnos. El hecho de
que seamos seres que perciben, sienten y aprenden forma parte de esta secuencia automática de
la vida; estos atributos especiales nos permiten existir en situaciones muy variables, que en caso
contrario harían imposible la vida.

Las células como unidades vivas del cuerpo La unidad viva básica del cuerpo es la célula. Cada
órgano es un agregado de muchas células diferentes que se mantienen unidas mediante
estructuras de soporte intercelulares. Cada tipo de célula está especialmente adaptado para
realizar una o más funciones concretas. Por ejemplo, los eritrocitos, cuya cantidad asciende
aproximadamente a 25 billones en cada ser humano, transportan el oxígeno desde los pulmones a
los tejidos. Aunque los eritrocitos son las más abundantes entre todas las células corporales, hay
75 billones de células más de otros tipos que realizan funciones diferentes. El cuerpo en su
conjunto contiene en torno a 100 billones de células.

Líquido extracelular: el «medio interno» El 60% del cuerpo humano del adulto es líquido,
principalmente una solución acuosa de iones y otras sustancias. Si bien casi todo este líquido
queda dentro de las células y se conoce como líquido intracelular, aproximadamente una tercera
parte se encuentra en los espacios exteriores a las células y se denomina líquido extracelular. Este
líquido extracelular está en movimiento constante por todo el cuerpo y se transporta rápidamente
en la sangre circulante para mezclarse después entre la sangre y los líquidos tisulares por difusión
a través de las paredes capilares. En el líquido extracelular están los iones y nutrientes que
necesitan las células para mantenerse vivas, por lo que todas ellas viven esencialmente en el
mismo entorno de líquido extracelular. Por este motivo, el líquido extracelular también se
denomina medio interno del organismo.

Las células son capaces de vivir y realizar sus funciones especiales, siempre que este medio interno
disponga de las concentraciones adecuadas de oxígeno, glucosa, distintos iones, aminoácidos,
sustancias grasas y otros componentes. Diferencias entre los líquidos extracelular e intracelular El
líquido extracelular contiene grandes cantidades de iones sodio, cloruro y bicarbonato más
nutrientes para las células, como oxígeno, glucosa, ácidos grasos y aminoácidos. También contiene
dióxido de carbono, que se transporta desde las células a los pulmones para ser excretado junto
con otros residuos celulares que se transportan a los riñones para su excreción. El líquido
intracelular es muy distinto del líquido extracelular; por ejemplo, contiene grandes cantidades de
iones potasio, magnesio y fosfato en lugar de los iones sodio y cloruro que se encuentran en el
líquido extracelular.
Homeostasis: mantenimiento de un medio interno casi constante. mantenimiento de unas
condiciones casi constantes del medio interno. Esencialmente todos los órganos y tejidos del
organismo

por ejemplo, los pulmones aportan el oxígeno al líquido extracelular para reponer el oxígeno que
utilizan las células, los riñones mantienen constantes las concentraciones de iones y el aparato
digestivo aporta los nutrientes. Los diversos iones, nutrientes, productos de desecho y otros
componentes del organismo están regulados normalmente dentro de un intervalo de valores, no
poseen valores fijos.

, el intervalo en cuestión es extremadamente reducido. Por ejemplo, las variaciones en la


concentración de iones hidrógeno en la sangre se sitúan por lo general por debajo de 5 nanomoles
por litro (0,000000005 moles por litro). La concentración de sodio en sangre está también
estrechamente regulada, y varía en general en unos milimoles por litro, aun cuando existan
cambios importantes en la ingestión de sodio; sin embargo, estas variaciones en la concentración
de sodio son al menos 1 millón de veces superiores a las de los iones hidrógeno.

Las funciones normales del organismo exigen acciones integradas de células, tejidos, órganos y los
múltiples sistemas de control nervioso, hormonales y locales que contribuyen conjuntamente a la
homeostasis y a la buena salud. A menudo, la enfermedad se considera un estado de ruptura de la
homeostasis. Sin embargo, incluso en presencia de enfermedades, los mecanismos homeostáticos
siguen activos y mantienen las funciones vitales a través de múltiples compensaciones. Estas
compensaciones pueden conducir en algunos casos a desviaciones importantes de las funciones
corporales con respecto al intervalo normal, lo que dificulta la labor de diferenciar la causa
principal de la enfermedad de las respuestas compensadoras. Por ejemplo, las enfermedades que
impiden la capacidad de los riñones de excretar sales y agua pueden conducir a una elevación de
la presión arterial, que inicialmente ayuda a recuperar valores normales de excreción, de forma
que sea posible mantener un equilibrio entre la ingestión y la excreción renal. Este equilibrio es
necesario para el mantenimiento de la vida, pero los períodos de tiempo prolongados de alta
presión arterial pueden provocar perjuicios en diversos órganos, entre ellos, los riñones, lo que
deriva en nuevos aumentos de la presión arterial y, con ello, más daños renales.

La disciplina de la fisiopatología pretende explicar cómo se alteran los diversos procesos


fisiológicos durante las enfermedades y las lesiones.

Transporte en el líquido extracelular y sistema de mezcla: el aparato circulatorio El líquido


extracelular circula por el organismo en dos etapas. La primera de ellas consiste en el movimiento
de la sangre por el cuerpo dentro de los vasos sanguíneos, y la segunda es el movimiento del
líquido entre los capilares sanguíneos y los espacios intercelulares entre las células tisulares.

se muestra la circulación general de la sangre. En este modelo toda la sangre atraviesa la totalidad
del circuito una media de una vez por minuto cuando el cuerpo está en reposo y hasta seis veces
por minuto cuando la persona está muy activa.
A medida que la sangre atraviesa los capilares sanguíneos se produce también un intercambio
continuo de líquido extracelular entre la porción del plasma de la sangre y el líquido intersticial
que rellena los espacios intercelulares Las paredes de los capilares son permeables a la mayoría de
las moléculas del plasma sanguíneo, con la excepción de las proteínas plasmáticas, que son
demasiado grandes para pasar con facilidad a través de los capilares. Por tanto, grandes
cantidades de líquido y sus componentes disueltos difunden yendo y viniendo entre la sangre y los
espacios tisulares, como demuestran las flechas. Este proceso de difusión se debe al movimiento
cinético de las moléculas en el plasma y en el líquido intersticial, es decir, el líquido y las moléculas
disueltas están en movimiento continuo y van dando tumbos en todas las direcciones dentro del
plasma y el líquido en los espacios intercelulares, además de atravesar los poros capilares. Pocas
células se encuentran a más de 50 μm de un capilar, lo que garantiza la difusión de casi cualquier
sustancia desde el capilar hacia la célula en pocos segundos, es decir, que el líquido extracelular de
cualquier zona del organismo, tanto en plasma como en líquido intersticial, se está mezclando
continuamente, manteniendo la homogeneidad del líquido extracelular en todo el organismo.

Aparato respiratorio

se muestra que cada vez que la sangre atraviesa el organismo también fluye por los pulmones y
capta el oxígeno a través de los alvéolos, adquiriendo el oxígeno que necesitan las células. La
membrana que separa los alvéolos y la luz de los capilares pulmonares, la membrana alveolar,
tiene un grosor de tan solo 0,4 a 2 μm y el oxígeno difunde rápidamente por el movimiento
molecular a través de esta membrana para entrar en la sangre. Aparato digestivo Una gran porción
de la sangre que bombea el corazón también atraviesa las paredes del aparato digestivo, donde se
absorben los distintos nutrientes, incluidos los hidratos de carbono, los ácidos grasos y los
aminoácidos, desde el alimento ingerido hacia el líquido extracelular de la sangre. Hígado y otros
órganos que realizan principalmente funciones metabólicas No todas las sustancias absorbidas del
aparato digestivo pueden usarse tal como las células las absorben y el hígado es el encargado de
cambiar la composición química de muchas de ellas, para convertirlas en formas más utilizables,
mientras que otros tejidos corporales, los adipocitos, la mucosa digestiva, los riñones y las
glándulas endocrinas, modifican o almacenan las sustancias absorbidas hasta que son necesitadas.
El hígado elimina también ciertos residuos producidos en el cuerpo y las sustancias tóxicas que se
ingieren. Aparato locomotor ¿De qué forma contribuye el aparato locomotor a la homeostasis? La
respuesta es evidente y sencilla: si no fuera por los músculos, el organismo no podría desplazarse
para obtener los alimentos que se necesitan para la nutrición. El aparato locomotor también
permite la movilidad como protección frente al entorno, sin la cual todo el organismo, incluidos
sus mecanismos homeostáticos, sería destruido. Eliminación de los productos finales metabólicos
Eliminación del dióxido de carbono en los pulmones Al mismo tiempo que la sangre capta el
oxígeno en los pulmones, se libera el dióxido de carbono desde la sangre hacia los alvéolos y el
movimiento respiratorio de aire que entra y sale de los pulmones transporta el dióxido de carbono
hacia la atmósfera. El dióxido de carbono es el más abundante de todos los productos del
metabolismo. Riñones Con el paso de la sangre a través de los riñones se eliminan del plasma la
mayoría de las sustancias que, además del dióxido de carbono, las células ya no necesitan, como
son los distintos productos finales del metabolismo celular, como la urea y el ácido úrico y el
exceso de iones y agua de los alimentos, que podrían acumularse en el líquido extracelular. Los
riñones realizan su función filtrando primero una gran cantidad de plasma a través de los capilares
de los glomérulos hacia los túbulos y reabsorbiendo hacia la sangre las sustancias que necesita el
organismo, como la glucosa, los aminoácidos, cantidades apropiadas de agua y muchos de los
iones. La mayoría de las demás sustancias que el organismo no necesita, en especial los productos
de desecho metabólicos, como la urea, se reabsorben mal y atraviesan los túbulos renales hacia la
orina. Aparato digestivo El material no digerido que entra en el aparato digestivo y algunos
productos residuales del metabolismo se eliminan en las heces. Hígado Entre las funciones del
hígado se encuentra la detoxificación o eliminación de numerosos fármacos y productos químicos
que se ingieren. El hígado secreta muchos de estos residuos en la bilis para su eliminación ulterior
en las heces. Regulación de las funciones corporales Sistema nervioso El sistema nervioso está
compuesto por tres partes principales: la porción de aferencia sensitiva, el sistema nervioso
central (o la porción integradora) y la porción eferente motora. Los receptores sensitivos detectan
el estado del cuerpo o de su entorno. Por ejemplo, los receptores de la piel nos alertan de que un
objeto ha tocado la piel en cualquier punto, los ojos son órganos sensitivos que nos aportan una
imagen visual del entorno y los oídos también son órganos sensitivos. El sistema nervioso central
está formado por el cerebro y la médula espinal. El cerebro almacena información, genera los
pensamientos, crea la ambición y determina las reacciones que debe manifestar el cuerpo en
respuesta a las sensaciones para, a continuación, transmitir las señales apropiadas a través de la
porción motora eferente del sistema nervioso para llevar a cabo los deseos del sujeto. Un
segmento importante del sistema nervioso es el sistema nervioso autónomo o neurovegetativo,
que funciona a escala subconsciente y controla muchas de las funciones de los órganos internos,
como la función de bomba del corazón, los movimientos del aparato digestivo y la secreción en
muchas de las glándulas corporales. Sistemas hormonales Dentro del organismo se encuentran
ocho glándulas endocrinas mayores y varios órganos y tejidos que segregan productos químicos
denominados hormonas. Las hormonas se transportan en el líquido extracelular a otras partes del
cuerpo para regular las funciones celulares, por ejemplo, la hormona tiroidea aumenta la
velocidad de la mayoría de las reacciones químicas de todas las células, con lo que se facilita el
ritmo de la actividad corporal, mientras que la insulina controla el metabolismo de la glucosa, las
hormonas corticosuprarrenales controlan los iones sodio y potasio y el metabolismo proteico, y la
hormona paratiroidea controla el calcio y el fosfato en el hueso; por tanto, las hormonas
proporcionan un sistema de regulación que complementa al sistema nervioso. El sistema nervioso
regula numerosas actividades musculares y secretoras del organismo, mientras que el sistema
hormonal regula muchas de las funciones metabólicas. Normalmente, los sistemas nerviosos y
hormonales trabajan de forma coordinada para controlar esencialmente todos los sistemas
orgánicos del cuerpo. Protección del cuerpo Sistema inmunitario El sistema inmunitario está
formado por los glóbulos blancos, células tisulares derivadas de los glóbulos blancos, el timo, los
nódulos linfáticos y los vasos linfáticos que protegen el cuerpo de patógenos como bacterias, virus,
parásitos y hongos. El sistema inmunitario proporciona un mecanismo para que el cuerpo: 1)
diferencie sus propias células de las células y sustancias extrañas, y 2) destruya al invasor por
fagocitosis o mediante la producción de linfocitos sensibilizados o proteínas especializadas (p. ej.,
anticuerpos) que destruyen o neutralizan al invasor. Sistema tegumentario La piel y sus diversos
anejos, como el pelo, las uñas, las glándulas y otras estructuras, cubren, amortiguan y protegen los
tejidos profundos y los órganos del cuerpo y, en general, definen una frontera entre el medio
corporal interno y el mundo exterior. El sistema tegumentario es importante también para la
regulación de la temperatura y la excreción de los residuos y proporciona una interfaz sensorial
entre el cuerpo y el medio exterior. La piel suele comprender entre aproximadamente el 12 y el
15% del peso corporal. Reproducción A veces no se considera que la reproducción sea una función
homeostática, aunque ayuda a mantener la homeostasis generando nuevos seres que ocuparán el
lugar de aquellos que mueren. Dicho así, puede sonar como un uso abusivo del término
homeostasis, pero nos muestra que, en el análisis final, todas las estructuras corporales están
esencialmente organizadas de tal forma que ayudan a mantener el automatismo y la continuidad
de la vida.

Sistemas de control del organismo

Son los de control genético que actúan en todas las células para mantener el control de las
funciones intracelulares y extracelulares. Esta materia se comenta con más detalle en el capítulo 3.
Hay muchos otros sistemas de control que actúan dentro de los órganos para controlar las
funciones de sus componentes, otros actúan a través de todo el organismo para controlar las
interrelaciones entre los órganos como, por ejemplo, el aparato respiratorio, que actúa asociado al
sistema nervioso y regula la concentración de dióxido de carbono en el líquido extracelular. El
hígado y el páncreas regulan la concentración de glucosa en el líquido extracelular y los riñones
regulan las concentraciones de hidrógeno, sodio, potasio, fosfato y otros iones en el líquido
extracelular.

Ejemplos de mecanismos de control


Regulación de las concentraciones de oxígeno y dióxido de carbono en el líquido extracelular.

Como el oxígeno es una de las principales sustancias que requieren las reacciones químicas de las
células, el organismo tiene un mecanismo de control especial para mantener una concentración
casi exacta y constante de oxígeno en el líquido extracelular. Este mecanismo depende
principalmente de las características químicas de la hemoglobina, que está presente en todos los
eritrocitos. La hemoglobina se combina con el oxígeno a medida que la sangre atraviesa los
pulmones. Posteriormente, cuando la sangre atraviesa los capilares tisulares, su propia afinidad
química por el oxígeno permite que no lo libere en los tejidos si ya hay demasiado. Sin embargo, si
la concentración de oxígeno en el líquido tisular es demasiado baja, se libera oxígeno suficiente
para restablecer una concentración adecuada. Es decir, la regulación de la concentración de
oxígeno en los tejidos se basa principalmente en las características químicas de la hemoglobina,
regulación que se conoce como función amortiguadora de oxígeno de la hemoglobina..

El dióxido de carbono es el principal producto final de las reacciones oxidativas de las células;

una concentración mayor de lo normal de dióxido de carbono en la sangre excita el centro


respiratorio, haciendo que la persona tenga una respiración rápida y profunda. Esta aumenta la
espiración de dióxido de carbono y, por tanto, elimina el exceso de dióxido de carbono de la
sangre y los líquidos tisulares. Este proceso continúa hasta que la concentración vuelve a la
normalidad.

Regulación de la presión arterial

Hay varios sistemas que contribuyen a la regulación de la presión arterial. Uno de ellos, el sistema
de barorreceptores, es un ejemplo sencillo y excelente de un mecanismo de control de acción
rápida (fig. 1-3). En las paredes de la zona en que se bifurcan las arterias carótidas en el cuello, y
también en el cayado aórtico en el tórax, se encuentran muchos receptores nerviosos
denominados barorreceptores que se estimulan cuando se estira la pared arterial. Cuando la
presión arterial es demasiado elevada los barorreceptores envían descargas de impulsos nerviosos
al bulbo raquídeo cerebral, que es donde estos impulsos inhiben el centro vasomotor y, a su vez,
disminuyen el número de impulsos transmitidos desde el centro vasomotor a través del sistema
nervioso simpático hacia el corazón y los vasos sanguíneos. La ausencia de estos impulsos hace
que disminuya la actividad de bomba en el corazón y también produce una dilatación de los vasos
sanguíneos periféricos, lo que permite aumentar el flujo de sangre a través de ellos. Ambos
efectos hacen que la presión arterial disminuya y tienda a recuperar sus valores normales.

También podría gustarte