1 - Claro, Oscuro e Intermedios

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ILUMINACIÓN DE INTERIORES

De la percepción a la emoción

Apuntes basados en el libro “Light perspectives. Between culture and technology”

Naiara Goenaga Sarasola


ÍNDICE

Cualidades de la luz

1. Claro, oscuro e intermedios

2. Luz directa y luz difusa

3. Luz cálida y luz fría

4. Luz radiante e iluminación

5. Brillo y deslumbramiento

6. Luz natural y luz artificial

7. Luz blanca y luz de color

Glosario

Referencias

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CUALIDADES DE LA LUZ

La luz, más allá de ser la principal fuente de energía y vida, ha ocupado desde siempre un
lugar destacado en la cultura humana y en el desarrollo de la civilización. En el lenguaje
filosófico y espiritual, por ejemplo, el uso metafórico de la luz y la oscuridad ha sido una
constante a lo largo de la historia. Algunas veces, la luz y la oscuridad se presentan como
poderes opuestos e incompatibles; en otras ocasiones, como aspectos complementarios de
un todo equilibrado.

Desde el punto de vista físico, la oscuridad no es más que la falta de luz, es decir, la
diferencia entre luz y oscuridad es cuantitativa, medible. Sin embargo, para el ser humano,
ésta percepción es individual; la sensación de luminosidad y la emoción que provoca
dependerán de nuestras condiciones perceptivas personales.

A diferencia de otros seres vivos, para nosotros la luz es, principalmente, un recurso para
percibir el medio a través de la vista. Somos básicamente seres visuales, ya que alrededor
del 80% de la información sensorial que recibimos la obtenemos a través de ella. Por los
mecanismos fisiológicos que tenemos, somos capaces de adaptarnos a diferentes niveles
de luminosidad y mantener la percepción visual; es decir, el estímulo físico que se recibe en
los foto-receptores de la retina se convierte en sensación.

En general, la iluminación de interiores no es una simple escala lineal y unidimensional


entre los polos luz y oscuridad mencionados. Nuestra visión reaccionará instintivamente a
los estímulos luminosos, pero también se producirá una interpretación multidimensional
condicionada por nuestros antecedentes individuales y culturales. Entre la claridad y la
oscuridad extremas hay una gran variedad de percepciones visuales y en consecuencia,
infinitas posibilidades de diseño. No existe una única forma adecuada para iluminar, y
tampoco una única manera para conseguirlo. En cualquier caso, conociendo la naturaleza
de la luz, los parámetros de diseño y las posibilidades técnicas de ejecución, seremos
capaces de dar respuestas específicas a los diferentes retos que se nos presenten.

1. CLARO, OSCURO E INTERMEDIOS

Durante el día percibimos el entorno luminoso, gracias a la luz solar directa y la luz difusa
del cielo. Los huecos de fachadas y cubiertas permiten iluminar los interiores de forma
natural, lo que supone un importante ahorro energético. Sin embargo, la proporción de luz

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natural interior que se obtiene a través de las ventanas laterales respecto a la externa, va
disminuyendo según aumenta la profundidad de la habitación. En estas zonas será
necesaria la iluminación artificial para satisfacer las necesidades funcionales del espacio y
alcanzar un nivel de luminosidad uniforme.

Aunque en general los entornos luminosos son agradables y deseables, esta percepción
positiva tiene sus límites; los deslumbramientos, causan desagrado e incomodidad y deben
evitarse.

Entre el día más luminoso y la noche más oscura se encuentra la zona intermedia entre la
luz y la oscuridad. La combinación de ambas puede generar contrastes que provocan
emoción. Las luces de ángulo estrecho e iluminación directa permiten crear transiciones
bruscas y grandes contrastes de luz. De esta forma sólo se ilumina lo que se quiere mostrar,
manteniendo oscuro el entorno (efecto habitación oscura). Si por el contrario queremos
transiciones más suaves, tendremos que mezclar luz y oscuridad extendiendo el haz
luminoso. Para ello utilizaremos luces con ángulos más anchos, iluminando más allá de la
zona necesaria.

Oteiza Museoa. Alzuza.

Tenemos que tener en cuenta que la noche nunca es del todo oscura. La Luna y las
estrellas son las luminarias naturales de la noche y permiten orientarse en la oscuridad.
Para crear un ambiente similar en el interior, podemos oscurecer/difuminar la iluminación

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general para conseguir un nivel de iluminación más bajo. Para dramatizar la escena,
bastará con provocar unos pocos destellos de luz en ese ambiente oscuro, aprovechando
las técnicas de iluminación escénica.

La oscuridad puede provocar tanto sensaciones desagradables como placenteras. Por un


lado provoca incertidumbre, por no poder ver el entorno y los posibles riesgos existentes.
Por otro lado, podemos sentir tranquilidad y seguridad. Tampoco podemos olvidar la
fascinación y la magia que provocan los destellos que asoman desde la oscuridad.

Luz y superficies

La luminosidad que percibimos sobre una superficie está condicionada principalmente por el
nivel de iluminación (iluminancia). Sin embargo, también influyen en gran medida las
propiedades del material que cubre esa superficie; tanto la luminosidad del color (del blanco
al negro), como la reflectancia.

Las superficies oscuras de gran reflectancia tienen la capacidad de reflejar los destellos
circundantes y se perciben más claras. En superficies oscuras y mates, en cambio,
destacan poco las sombras que produce la luz. Esta falta de contraste luminoso disminuye
la percepción de tridimensionalidad, es decir, los contornos de los objetos de color claro
siempre se perciben con más claridad.

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Contrastes de luz y adaptación

Acceder a una habitación oscura requiere que nuestra visión se adapte. Para ello, es
recomendable reducir gradualmente el nivel de luminosidad, creando zonas de transición. Si
diseñamos la iluminación considerando este proceso de adaptación visual, incluso con el
uso de luces de baja intensidad, conseguiremos una luminosidad adecuada. Por otra parte,
en la visión humana, la adaptación desde un espacio oscuro a uno luminoso se produce
mucho más rápido.

Tenemos que tener en cuenta que la consideración de claro o oscuro para un determinado
grado de brillo no depende de valores absolutos, sino de la relación con un medio oscuro o
claro. Por ello, un débil haz de luz colocado en una habitación totalmente oscura se percibe
como luminoso, mientras que un foco de la misma intensidad será imperceptible en un
entorno de alta luminosidad.

⏩ Magnitudes físicas relacionadas: flujo luminoso, Iluminancia y luminancia

Flujo luminoso (lumen) Es la energía/potencia lumínica


emitida por una fuente de luz. Se mide en lúmenes; esta
unidad se basa en la sensibilidad del ojo humano a la
radiación de determinada longitud de onda. El flujo
luminoso indica la potencia lumínica visible, sin tener en
cuenta la eficiencia de la fuente luminosa. Debido a las
diferencias en la eficiencia de las fuentes de luz, cada tipo
de lámpara necesita una cantidad diferente de vatios para
producir el mismo flujo luminoso. Este hecho debe tenerse
en cuenta por su impacto en la eficiencia energética.
Además, con más luminarias de baja potencia y emisión de
ángulo estrecho, obtendremos un confort visual mayor que
con menos luces de gran potencia.

Iluminancia (lux) Determina el grado de luminosidad de una superficie. Esta magnitud no depende de las
propiedades ópticas de la superficie y podemos validar su valor de forma sencilla con los aparatos de medida.
Se recomiendan intensidades luminosas estándar para determinados espacios y actividades. Sin embargo, lo
que nuestra vista recibe no es la luz que llega a la superficie, sino principalmente, lo que refleja. En
consecuencia, la iluminancia no coincide plenamente con la percepción humana.

Luminancia ( cd/m2) Depende de las propiedades ópticas de la superficie, por lo que es una magnitud
estrechamente relacionada con la percepción de la luminosidad. Este valor nos permite comprender por qué
percibimos como más luminoso un papel brillante de color gris iluminado con luz difusa que un papel blanco
mate con mayor nivel de iluminación. La luminancia también se utiliza para medir deslumbramientos, pero sin
tener en cuenta la adaptación visual. Además, hay que tener en cuenta que las características del reflejo
luminoso en la superficie difieren según el ángulo de observación. En consecuencia, la medición de la
luminancia es útil para un punto de observación concreto, pero será más compleja en zonas con múltiples
puntos de observación. Esta magnitud también se utiliza para medir el brillo de las superficies luminosas
(paredes luminosas, por ejemplo).

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