Lenguaje Oral y Escrito
Lenguaje Oral y Escrito
Lenguaje Oral y Escrito
Cuando se habla de lenguaje oral, lengua oral o comunicación oral, generalmente nos referimos al acto
de transmisión de información verbal que se produce mediante el habla, y que es característico de los seres
humanos. Se diferencia generalmente de la lengua o el lenguaje escrito.
Los seres humanos nacemos con todo el equipamiento físico y psíquico indispensable para comunicarnos. Al
hacerlo de manera oral, utilizamos nuestro aparato fonador (laringe, faringe, fosas nasales y cavidad bucal)
y respiratorio. El lenguaje oral es propio de nuestra especie y es uno de sus rasgos evolutivos clave, ya que
permitió una compleja interacción social y por lo tanto grandes márgenes de cooperación comunitaria.
Elementos lingüísticos:
Elementos extralingüísticos:
Contexto, el lugar, tiempo y las condiciones objetivas y subjetivas en que la comunicación oral ocurre. En
determinados contextos puede haber barreras que impidan la comunicación, mientras que en otros no.
Elementos pragmáticos, aquellos que acompañan al emisor y facilitan la transmisión del mensaje, pero que
no forman parte de la comunicación verbal, o sea, de las palabras y de lo dicho. Por ejemplo: la postura
corporal, los gestos, la expresión facial.
Capacidades comunicativas, esto es, la disposición y capacidad física de cada interlocutor para
comunicarse. Las personas sordas no pueden oír, por ejemplo, pero pueden tener la capacidad de leer los
labios.
La escritura, como sabemos, fue uno de los grandes inventos de la humanidad, que permitió guardar mensajes,
datos e instrucciones durante mucho más tiempo que el necesario para transmitirlo oralmente. Así, la escritura
es una forma de hacer perdurar el habla, acudiendo a distintos tipos de inscripciones en un soporte físico.
De hecho, las primeras formas de escritura (escritura cuneiforme) aparecieron en tablillas de arcilla, sobre las
cuales se grababa con un objeto afilado lo que era necesario registrar. Posteriormente se usaron cueros de origen
animal, fibras vegetales, papeles de distinta naturaleza y, en épocas recientes, la pantalla electrónica y
el software de procesamiento de palabras.
Es decir que la escritura es una tecnología humana, y que a diferencia del habla, no es natural y espontánea en la
especie. De hecho, la escritura fue creada alrededor del año 3.300 a. C., cuando la civilización ya tenía decenas
de miles de años de existencia.
Justamente por eso primero aprendemos a hablar y luego a escribir (y no al revés), ya que la escritura, según la
definía el lingüista suizo Ferdinand de Saussure (1857-1913), es “un segundo sistema de representación del
pensamiento”: aquello que pensamos lo representamos primero en sonido, y luego en gráficos que representan a
su vez a dichos sonidos, o sea, escritura.
Es artificial y aprendido, o sea, no es innato ni forma parte de las capacidades propias de la especie, sino
que fue un invento de la humanidad.
Consiste en un registro visual del habla. Esto quiere decir que es una representación del habla a través
de signos gráficos.
Es longevo, duradero, puede conservarse intacto, dependiendo del soporte físico, a lo largo de días,
meses, años o siglos. Por ende, puede comunicar a personas separadas por grandes dimensiones de tiempo.
Es indirecto, ya que emisor y receptor no tienen que compartir un espacio o verse las caras, sino que
pueden lidiar con el mensaje cada quien por su cuenta.
Por otro lado, permitió preservar el saber de una manera mucho más eficiente, masiva y duradera que
nunca: antes de la invención de la escritura, los conocimientos debían memorizarse y transmitirse de generación
en generación, oralmente, sufriendo pérdidas, transformaciones y corrupciones en el proceso.
En cambio, la escritura permitió márgenes de fidelidad inéditos para su época, y cambió para siempre el modo
en que comprendemos el conocimiento. Gracias a la escritura, los saberes se pudieron acumular en libros y
en bibliotecas, disponibles para las generaciones venideras que a su vez escribirían más libros, para así
multiplicar el saber humano a lo largo de los siglos.