Las Rebeliones Indígenas

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LOS CONQUISTADORES Y LOS INDÍGENAS

La lucha por el dominio del suelo

La toma de posesión de la tierra por los conquistadores no se llevó a cabo con facilidad, sino
soportando toda clase de dificultades y peligros. Aunque los indígenas se mostraban más o menos
hostiles en todas partes, puesto que defendían su propio suelo, en algunas regiones asumieron
una actitud de guerra a muerte.

Algunas tribus de carácter manso, sin embargo, se sometieron y aun acompañaron a los mismos
conquistadores contra otras tribus guerreras.

Los conquistadores lucharon, no sólo contra los indígenas, sino también contra la naturaleza
desconocida y hostil. La misma navegación por los ríos era peligrosa porque, muchas veces, desde
los matorrales de las orillas, los indígenas atacaban con flechas que herían o mataban a los
tripulantes.

En las aldeas o ciudades, los habitantes debían estar siempre alerta en sus ranchos con las armas
listas y al alcance de la mano, para empuñarlas al primer amago de asalto. En las luchas con los
aborígenes, generalmente encarnizadas y a muerte, los españoles tenían de su parte una gran
superioridad, no sólo por la mayor eficacia de sus armas sino también por su organización militar.
En algunas partes utilizaban jaurías de perros adiestrados que aterrorizaban a los indígenas.

El arcabuz -aunque muy superior al arco y flecha de los indígenas-, era muy pesado, engorroso en
su manejo y sólo permitía disparar cada tiro después de largos preparativos. Con los cañones
(culebrinas, serpentinos, etc.), no era posible disparar más de ocho tiros por hora.

Respecto del trato que los conquistadores, primero, y los colonizadores después, daban a los
indígenas, se debe reconocer, para ser justicieros, que si, en general, procedían sin mucha
consideración o con alguna crueldad se debía a que la belicosidad de los naturales y su tendencia a
la traición obligaba a aquéllos a proceder con la mayor desconfianza y energía, y, a veces, sin
contemplaciones.

Grosso, A. (1965) Nociones de historia. Buenos Aires: Kapelusz


Te voy a proponer que leas dos textos:

Uno, es un texto de un manual escolar que lo escribió una historiadora, que se llama Mariana
Pérez: Las rebeliones de los Valles Calchaquíes.

Y otro es un texto que es un fragmento, que lo escribió un español llamado Pedro Sotelo Narváez.
Pedro Sotelo Narváez trabajaba para el gobernador y escribe una especie de crónica contándole al
gobernador cómo eran los territorios que estaba explorando.

Las rebeliones de los Valles Calchaquíes

En la región de Tucumán la resistencia más importante se dio entre las poblaciones de los Valles
Calchaquíes, cuyos habitantes fueron sometidos recién después de más de cien años de presencia
española en la zona.

Entre los años 1631 y 1643, tras un nuevo intento de los españoles por lograr un dominio efectivo
de los valles, la resistencia se transformó en una rebelión generalizada que involucró a yocaviles,
andalgaláes, aconquijas, tolombones, famatinas, hualfines, paciocas, abaucanes y malfines. Este
“gran alzamiento diaguita” puso en serio riesgo la dominación española en el Tucumán. Las
ciudades de Londres, en el territorio de la actual Catamarca, y La Rioja fueron destruidas, y Salta y
San Miguel de Tucumán, duramente atacadas.

El frente antiespañol se mantuvo, sobre todo, basándose en la solidez de los lazos de parentesco
que relacionaban a los pueblos rebeldes entre sí. Sin embargo, no todos los grupos indígenas de
los valles se rebelaron. Los pulares, que tenían conflictos con los tolombones, prestaron su apoyo
para sofocar a los rebeldes. A cambio, se les prometió la eximición del pago del tributo, lo que solo
se cumplió por el lapso de un año. Tiempo más tarde, los famatinas cambiaron de bando y
también se unieron a los españoles. Estos dos grupos no mantenían lazos de parentesco con los
demás pueblos indígenas del valle, lo que explica en parte su actitud frente al poder español, que
fluctuaba entre la resistencia y la alianza.

Luego de doce años de lucha intermitente, los españoles lograron imponerse, aunque la
resistencia no fue derrotada totalmente y varios grupos siguieron negándose a tributar a los
encomenderos.
El último gran alzamiento en los Valles Calchaquíes se produjo entre 1657 y 1665, conducido por
un aventurero andaluz, Pedro Bohorques, quien se presentó como el heredero del Inca que podría
dar fin al dominio colonial. Aunque tiempo antes, Bohorques había logrado convencer a las
autoridades españolas de que las ayudaría a someter a los rebeldes y les revelaría los lugares
donde los indígenas tenían escondidos sus (imaginarios) tesoros, luego se transformó en un
impulsor de la resistencia indígena. La represión de las autoridades españolas fue devastadora y,
en 1659, Pedro Bohorques fue capturado, enviado a Lima y posteriormente ejecutado. Un sector
de los pueblos de los valles mantuvo la resistencia hasta 1665, cuando una nueva incursión
española terminó por doblegarlos.

Las consecuencias de la derrota indígena Las consecuencias de esta derrota fueron terribles para
los pueblos indígenas. Para evitar futuros levantamientos, el gobernador vació los valles de la
totalidad de su población y la dispersó bajo custodia de los encomenderos. Los pueblos fueron
divididos en pequeños grupos de cinco o seis familias y enviados a La Rioja, Catamarca, Córdoba o
la lejana Buenos Aires, cuyo cabildo había solventado parte de los gastos de la represión a los
rebeldes indígenas. De esta forma, un grupo de la comunidad de los Quilmes fue instalado en la
reducción de Santa Cruz, cercana a la ciudad de Buenos Aires, zona que posteriormente tomó el
nombre de Quilmes.

“Las rebeliones en los Valles Calchaquíes”: Pérez, M. et. al. (2013). Historia de la Argentina. Desde los
pueblos originarios hasta la actualidad. Buenos Aires, Norma Kapelusz.

¿QUÉ POSTURA EXPRESA LA AUTORA SOBRE LA TEMÁTICA?


Fragmento –adaptado– del texto escrito por el conquistador Pedro Sotelo de Narváez en 1580.
Fuente: Sotelo de Narváez, P. (1582) Relaciones de las Provincias de Tucumán para el Ilustrísimo
Señor Licenciado Cepeda, Presidente de la Real Audiencia de la Plata. Citado en Gentile Lafaille,
M. (2012). Geografía y política. La gobernación de Tucumán en 1582, según la Relación de Pedro
Sotelo Narváez. Anuario Jurídico y Económico Escurialense, XLV. 581-608. ISSN: 1133-3677

Yéndose por estos valles adelante (…) se da en el valle de Calchaquí indios de guerra, belicosos y
para mucho. Es tierra donde han estado poblados, tres veces, los españoles. Saben servir como los
del Perú y es gente de tanta razón como ellos. Tratan en idolatrías y ritos, tienen maneras de vivir
como los del Perú. Han hecho despoblar por fuerza de armas a los españoles tres veces y muerto a
muchos de ellos [a causa] de que obedece este valle y otros de su comarca a un señor que señorea
a todos los caciques y más de dos mil quinientos indios. Y están los indios en muchas parcialidades
en quebradas y tierra muy fragosa, donde se hacen fuertes y se favorecen a una voz todos. Hay
oro y plata en el valle y sírvense los indios de ello. Correrá este valle treinta leguas, es tierra de
muchos ríos –aunque pequeños– y hay en ellos poco pescado y pequeño. Y tienen partes fragosas
y cimas donde sembrar. Es tierra muy abundante de papas*, quínoa, maíz y frijoles, zapallos, trigo,
maíz y cebada y todas legumbres, algarroba y chañar. Y tienen la puna** cerca donde tienen gran
suma de caza de guanacos, vicuñas y tarugas y otras muchas cazas. Tendrán en lo poblado como
dos mil quinientos indios, entre ellos muchos bautizados vueltos a sus antiguas costumbres.
Siembran con acequias de regadío todo lo dicho, tienen ganados de Castilla de lo que tomaron a
los españoles cuando los mataron e hicieron despoblar. Acábase este valle cerca de la puna de los
indios de Caxabindo, que están cerca de los chichas cuya lengua hablan –además de la natural
suya– que es la diaguita.

* Papas turmas de tierra que se siembran.

** Puna es páramo.

¿CÓMO DESCRIBE SOTELO DE NARVÁEZ A LOS “INDIOS DEL VALLE DE CALCHAQUÍ”? ¿QUÉ
DIFERENTES CARACTERÍSTICAS ASIGNA EL CONQUISTADOR A LA “GENTE” DEL VALLE?
El amigo Víctor Heredia le dedica esta canción en su notable disco Taki Ongoy:

En el valle Calchaquí
Como un algarrobo más.
Hay un hombre que se aferra
A sus montes, a su tierra,
Una flor en el desierto
Que va en nombre de sus muertos a luchar.
Para mí no es solo un hombre,
Es un grito de millones
Que resuena por los Andes,
De coraje, de bravura y libertad,
Juan Chalimín, Juan Chalimín.
Son Malfines, Andalgaes,
Abaucanes, Calchaquíes.
Van unidos a la gloria
De morir si es necesario.
Dignifico aquí su sangre,
Dignifico aquí su nombre por amor.
Han escrito en nuestros valles
Lo mejor de nuestra historia
Y rescato en su memoria
Nuestra raza libertaria calchaquí,
Juan Chalimín, Juan Chalimín.

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