Jock Romeo
Jock Romeo
Jock Romeo
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Moderación
LizC
Traducción
LizC y Lyla
LizC y Vickyra
Diseño
Larissa
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4
Es el Romeo menos probable de esta historia.
Roman Whitaker es el mejor amigo de todas las chicas. Un chico bueno y
sencillo, Rome es brillante y divertido. A la edad de veintidós años, se muda de la
casa de sus padres por primera vez a una vivienda fuera del campus con dos completos
extraños.
Ya no más el «Señor Jugando a lo Seguro».
Rome puede ser increíblemente inteligente, pero las matemáticas y la ciencia
solo lo llevarán hasta cierto punto, y ciertamente no le conseguirán una primera cita
con la chica de sus sueños.
Para eso, tendrá un poco de ayuda indeseada de sus amigos, y familiares
entrometidos.
Nunca olvidas una cara amiga.
Lilly Howard está cansada de que la den por sentada. Después de romper con
su novio mujeriego, está renunciando a los chicos y aprendiendo a amarse a sí misma
nuevamente.
Está harta de jugar bien.
Cuando se topa con Rome, se hacen amigos al instante. Cuando él le pide que
sea su novia falsa para mantener a su familia lejos de él, ella acepta, pero solo si él le
devuelve el favor…
Jock Hard #6
5
Lilly
Las cejas por encima de sus anteojos se mueven hacia arriba y hacia abajo.
—Automoción o aeroespacial.
—Como… ¿programar autos y esas cosas?
Asiente junto a mí.
—No me he decidido, pero sí, algo así.
Ah.
Eso hace que lo que voy a decir suene patético y juvenil.
Suspiro.
—Soy estudiante de Inglés con una especialización en negocios. Mis padres no
me dejarían especializarme en arte, así que tuve que conformarme. —No tengo idea
de por qué le estoy diciendo esto; es un extraño y no le importa una mierda—. Me
gusta hacer manualidades.
Cuando Roman me mira, los cristales de sus lentes captan la luz del piso de
abajo y no puedo ver sus ojos contra el resplandor, pero casi puedo oír lo que está
pensando: ¿Un estudiante de Inglés con una especialización en negocios? ¿Qué
diablos vas a hacer con eso?
Lo sé porque mi padre me ha hecho esa pregunta un millón de veces, y nunca
tengo una respuesta para él.
—Estoy seguro de que encontrarás algo que te apasione. Hacemos nuestro
propio destino.
Asiento lentamente.
Hacemos nuestro propio destino.
Esas son algunas palabras bastante profundas para un chico de primer año en
una fiesta de barril.
—¿Eso es lo que estás haciendo? ¿Creando tu propio destino? —Me estoy
burlando de él, pero también tengo curiosidad: nunca he escuchado a un chico decir
algo así, y es intrigante.
—Seguro. Quiero decir, cada decisión que tomamos hoy impacta lo que
sucederá mañana, ¿no estás de acuerdo?
Hum. 11
¿Sí?
—Por supuesto que estoy de acuerdo.
Roman tiene los ojos fijos en la acción al pie de las escaleras, donde un grupo
pequeño de chicas se está reuniendo y susurrando, girando la cabeza cada pocos
segundos para ver lo que sea, o quien sea, que esté al otro lado de la habitación.
Probablemente algún tipo atractivo del que una de ellas está enamorada, pero
tiene demasiado miedo de acercarse.
Roman está mirando a las chicas atentamente antes de aclararse la garganta y
mirarme.
—¿Estás saliendo con alguien? —le pregunto finalmente. No me parece el tipo
de persona que está saliendo; estoy segura de que su carga de cursos lo mantendrá tan
ocupado como espero estar durante el año escolar, pero nunca se sabe, tal vez tenga
una novia linda escondida en algún lugar.
—No. —Se ríe entre dientes.
—¿Dije algo gracioso?
—¿De verdad crees que estoy saliendo con alguien?
—¿Por qué lo dices como si te insultara? ¿Eres demasiado bueno para salir?
¿Nadie es lo suficientemente inteligente para ti?
Tendría mucho sentido que él no quisiera salir con una tonta; los tipos como
él, ambiciosos con sus vidas planeadas, rara vez encuentran tiempo para una persona
que no posee el mismo impulso y determinación.
Lo sabría porque así es mi papá.
Roman vuelve a guardar silencio, sus ojos posándose en las chicas al pie de las
escaleras.
Reconozco a una de ellas como Kaylee Sheffield; también es porrista, pero es
una volante y no practicamos en los mismos grupos, así que rara vez tengo la
oportunidad de hablar con ella.
—Son bonitas —digo—. ¿Quieres ir a hablar con ellas?
Él resopla.
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—Como si alguna de esas chicas me diera la hora del día.
Ah.
Lo entiendo.
Roman no tiene citas porque no tiene confianza en sí mismo. He visto antes a
muchas personas así, no solo chicos sino también chicas, que dudan y se cuestionan a
sí mismos porque no creen que sean lo suficientemente buenos, de la misma manera
que nunca me sentiría lo suficientemente inteligente como para salir con un chico que
quiere trabajar en la NASA y programar naves espaciales.
—No creo que debas juzgarlas por su apariencia. Todo el mundo tiene un tipo.
Su cuello gira.
—Estamos en Jock Row en una fiesta de béisbol. Te daré una idea de cuál es
su tipo.
Bien, me tiene ahí, pero solo por un tecnicismo.
Aun así.
Las está estereotipando de la forma en que probablemente me esté
estereotipando a mí, pero ¿adivinen qué?
Estoy acostumbrada a eso.
Las porristas pueden no ser consideradas del tipo estudioso, y claro, no soy una
cerebrito, de modo que algunos de los estereotipos en mi caso pueden ser ciertos, pero
soy amable, decidida y les doy una oportunidad a todos. Intento no juzgar y trato de
darle a la gente el beneficio de la duda.
Jugueteo con el brazalete en mi muñeca izquierda, el que me trencé hace unas
noches frente al televisor, sentada en mi trasero en el piso mientras veía un reality
show de emparejamiento. Está hecho de mis colores favoritos, verde y rosa, en un
patrón intrincado que aprendí un verano en el campamento.
Froto el hilo suave entre el pulgar y el índice.
—Entonces, ¿crees que, si bajas y hablas con esas chicas, te rechazarán?
Roman no me mira.
—Hum, ¿qué crees?
—Creo que no deberías dudar de ti mismo. 13
Se queda en silencio, pero en las sombras tenues, puedo ver sus labios
fruncidos; quiere responder, pero no va a hacerlo.
Entonces, finalmente…
—¿Qué hay de ti? ¿Por qué no estás ahí abajo coqueteando y pasándola bien?
Mi cabeza da una sacudida diminuta.
—No tengo la energía, mañana tengo que levantarme temprano, pero como
todos iban a salir esta noche, tampoco quería quedarme sola en los dormitorios.
Además, no quería estar ahí cuando llegara la compañera de cuarto nueva.
—¿Por qué tienes que levantarte mañana temprano? Es sábado.
—Tengo práctica.
—¿Práctica de qué?
Oh Dios, va a hacerme decirlo.
Me enderezo, fortaleciendo mi columna.
—Soy porrista. Practicamos seis días a la semana.
Me preparo.
Espero cualquier comentario sarcástico y mordaz que vaya a soltar sobre ser
cabeza hueca, rubia o porrista, pero no llega nada.
—Debes ser buena si entraste a un equipo universitario.
Me sonrojo.
Santo cielo.
—Supongo.
—¿Por qué eres tan modesta? Deberías estar orgullosa de ti.
—Estoy orgullosa de mí.
Lo estoy.
Estoy orgullosa. Como él dijo, no es fácil convertirse en porrista universitaria;
me he roto el trasero durante los últimos cinco años, animando a mi escuela
secundaria, animando a un equipo competitivo, haciendo campamentos, talleres,
entrenando. Y eso no incluye hacer ejercicio para mantenerse en forma y fuerte.
Ha sido brutal y ciertamente no ha sido fácil. 14
—Sin ofender, pero tener a la tía Myrtle viviendo contigo suena como una lata.
—Por un momento breve, me pregunto cuál es mi problema y por qué no puedo
detener estos pensamientos en mi cabeza.
—¿Alguna vez has visto The Golden Girls?
—Sí, ¿quién no lo ha hecho?
—La tía Myrtle es como un cruce entre Blanche Devereaux y Sophia. Así que,
imagínate entrar en la cocina todas las mañanas, sin mencionar que le encanta dar
consejos no solicitados. No tengo idea de cómo mi mamá puede soportarlo.
—¿Qué hay de tu papá? ¿Tus padres siguen juntos, o están divorciados?
—Aún están juntos. Papá trabaja mucho, viaja por trabajo y esas cosas. Es
ingeniero estructural y civil, diseña puentes y esas cosas. De hecho, es estresante ya
que él es parte del negocio familiar.
Caray, su padre también es muy inteligente.
—¿Como pegar palitos de helado y crear un edificio?
Roman se ríe de nuevo, y me enderezo bajo el elogio, habiéndolo divertido.
—¿Qué hay de tu mamá? ¿Qué hace? —¿Por qué le pregunto esto? Es tan
grosero. ¿Qué importa lo que hagan sus padres para ganarse la vida?
Lilly, estás siendo entrometida, basta.
—Se queda en casa, tengo un hermano menor en tercer grado, Alex. Es un
monstruo.
—Así que, tu mamá cuida a la tía Myrtle y a Alex el Monstruo.
—Exacto. Son un dúo dinámico de caos. —Me mira entonces—. ¿Qué hay de
ti? Siento que todo lo que he hecho es hablar de mí.
Solo porque le he hecho un millón de preguntas.
Saco una botella de agua de mi bolso, recordando de repente que la tengo
conmigo, arranco la tapa y tomo un sorbo.
—Bueno. Mi papá también trabaja mucho, y mi mamá es asistente legal, pero
también se considera mi manager. Extraoficialmente.
—¿Manager de qué?
—De nada. La carrera de baile que nunca voy a tener y no quiero. 18
—Ah.
Lo miro en la penumbra.
—¿Alguna vez has visto un episodio de Stage Moms?
—Uh, no.
—Bueno, es este programa sobre madres que están obsesionadas con que sus
hijos sean famosos o al menos los empujan a estar en la cima de su juego, en mi caso
es bailar y animar. Podría estar vomitando y mi madre aún me haría ir a la práctica
enferma. Y se sentaría allí observando todo el tiempo, gritándome instrucciones de la
misma manera que lo harían mis entrenadores. —Tomo una respiración profunda—.
No podía esperar para graduarme y escapar.
—¿Qué tan lejos estás de casa?
—Cuatro horas, lo suficientemente lejos como para que no pueda venir a todos
los partidos en casa y acosarme, decirme todas las cosas que hago mal después.
—¿No es para eso que están los entrenadores?
Mi risa es irónica.
—Ja. Eso pensarías. Honestamente, no tengo idea de lo que mi mamá espera
que haga con el baile: no quiero estar en Broadway o en un espectáculo, y no soy lo
suficientemente buena como para animar a un equipo deportivo profesional. No tengo
la motivación para hacer eso.
—¿Por qué quiere tanto que seas bailarina?
—No tengo ni idea.
—¿Era bailarina?
—No. Mi madre era estudiante de derecho y quería ser abogada, pero no pudo
ingresar a ninguna de las facultades de derecho que eligió, así que renunció y se
convirtió en asistente legal, lo que, por cierto, también requería mucha educación.
—Tal vez se siente como una cobarde al renunciar y no quiere que tú lo hagas.
—Bueno, no puedes renunciar si no es algo que siquiera quieres. —Tiro del
brazalete rodeando mi muñeca—. No pedí que me pusieran en clases de gimnasia,
danza y ballet. Y no pedí que me pusieran en concursos cuando tenía dos años.
—¡Vaya! Retrocede. ¿Estuviste en concursos?
—¿Tienes que decirlo así?
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—Lo siento. Pero nunca he conocido a nadie de Toddlers and Tiaras.
—Ja,ja, muy gracioso. —Pero saco mi teléfono y empiezo a desplazarme por
mi galería de fotos—. Espera, creo que tengo una foto aquí en alguna parte de mí
ganando el concurso Little Miss Coco Cabana.
Me desplazo, desplazo y desplazo hacia abajo a través de las semanas, los
meses y los años para encontrar fotos mías que arranqué y luego subí como una broma.
Las fotos de mí cuando era muy pequeña suelen traerme algún tipo de diversión. A
veces incluso sirven como un recordatorio de que mamá me ha estado empujando a
hacer cosas que no quiero durante toda mi vida.
Encuentro una foto mía, con el cabello rubio recogido en la parte delantera y
retorcido en un moño profesional en la parte posterior. Para estos retratos en
particular, mi madre me puso un postizo de modo que mi cabello pareciera más
abundante. Quiero decir, vamos, ¿qué niña de tres años tiene este tipo de estilo? Se ve
absolutamente ridículo.
Estoy bronceada con aerosol, usando maquillaje y una diminuta dentadura
postiza llamada flipper.
Al parecer, mis propios dientes no eran lo suficientemente buenos para mi
madre.
Tomo mi teléfono y lo sostengo hacia Roman para que pueda ver. A la luz del
resplandor del teléfono, tengo una buena vista de su rostro sorprendido. Sus cejas
levantadas y su boca en forma de O.
—Maldición.
Tomo mi dedo y paso a la siguiente fotografía. Estoy vestida con ropa
occidental y las manos en las caderas, en medio de un escenario. Mi cabello rubio
pálido está trenzado y sobresaliendo por debajo de un sombrero de vaquero de color
rosa intenso. Chaleco y falda de flecos a juego. Botas a juego de color rosa intenso
cubiertas de pedrería brillante que recuerdo que mi madre pegó minuciosamente
individualmente.
Pasó horas en ese disfraz. Estaba muy molesta cuando no clasifiqué en la
categoría de ropa occidental.
—No parece que te estés divirtiendo mucho —dice Roman después de unos
momentos estudiando la imagen.
—¿En serio? ¿No lo crees? La mayoría de la gente piensa que luzco como que
me estoy divirtiendo. 20
25
Roman
Las chicas también lo han notado. Nunca he tenido tantas chicas coqueteando
conmigo en mi vida como en las últimas semanas, por otra parte, ¿creo que debo
parecer un poco más europeo? Más larguirucho como los muchachos ingleses, y esa
era la atracción entre las chicas de Cambridge.
De repente, mi puerta se abre y Alex irrumpe, arrojando su mochila sobre mi
cama y dejándose caer como si fuera el dueño del lugar.
—¿Qué haces con tus mierdas en mi cama? —le pregunto, levantando una caja
del suelo y colocándola encima del escritorio.
—Me gusta hacer mi tarea aquí. —Se pone cómodo, cruzando los brazos detrás
de la cabeza—. La usé como oficina cuando no estabas.
—¿Usaste mi habitación como tu oficina mientras yo no estaba? —Estudio su
rostro en busca de alguna señal de que esté bromeando—. Tienes doce años, ¿para
qué necesitas una oficina?
Se encoge de hombros.
—Es agradable tener un cambio de sitio en lugar de mirar la misma pared día
tras día. Algo así como estar en prisión. Y esta habitación tiene una mejor vista del
patio trasero.
—Es literalmente la misma vista del patio trasero —le digo. Nuestras
habitaciones están una al lado de la otra al final del pasillo, la tía Myrtle se hace cargo
de la lujosa habitación de invitados que está abajo, con su enorme baño y vestidores,
sí, vestidores en plural.
Como en: dos.
Mis padres fueron parte de ese auge de las McMansiones hace unos años,
donde todos pensaban que mientras más grande mejor y más espacio significaba que
la casa era más impresionante, por lo que construyeron una estructura con cinco
dormitorios a pesar de que solo había dos niños viviendo en casa, una de las
habitaciones de invitados tan lujosa que es básicamente una suite de hotel.
Ahora creo que deben estar agradecidos por las cinco habitaciones con la tía
abuela Myrtle viviendo aquí porque así tiene espacio para vagar y no estar en el
camino de todos todo el tiempo, a pesar de que siempre está en los asuntos de todos.
Ja.
—Bueno, ahora estoy en casa, así que no usarás mi escritorio. O mi habitación.
¿Y desde cuándo entras en una habitación sin llamar? Podría haber estado desnudo. 33
—¿Y? No tienes nada que nunca haya visto —declara con autoridad—. Y no
es como si estuvieras aquí masturbándote.
—¿Qué diablos sabes sobre masturbarse? —Alex y yo nunca habíamos
hablado de sexo, y el hecho de que esté mencionando la masturbación como si no
fuera gran cosa me tiene los ojos prácticamente desorbitados. ¿Desde cuándo creció
tanto mi hermanito?
Jesús, ni siquiera quiero pensar en él masturbándose, y mucho menos discutirlo
con él mientras está acostado en mi cama.
Por otra parte, tiene doce años y probablemente tenga cajas de pañuelos y
toallas de papel debajo de su cama, de la misma manera que yo cuando empecé a tener
erecciones aleatorias en momentos inconvenientes.
Sin embargo, Alex definitivamente es mucho más relajado que yo. No hay duda
de que él es parte de la multitud popular, de la que yo nunca formé parte mientras
crecía. Juega fútbol y lacrosse, y no le importa un bledo los estudios académicos, así
que me sorprende que use cualquier habitación para estudiar y hacer la tarea, y mucho
menos mi habitación.
Ahora que lo pienso, probablemente está aquí para jugar videojuegos en el
televisor de pantalla plana que tengo colgado en la pared frente a mi cama. Fue un
regalo de mi abuela por mi decimocuarto cumpleaños, y es mucho más bonito que el
que está en el estudio de abajo.
No es por presumir, pero siempre fui uno de los favoritos de la abuela.
—Alex, ¿sabes lo que te agradecería? Me encantaría que salieras de mi
habitación.
—¿Cuándo te volviste tan idiota? —No hace ningún intento de moverse y
darme mi privacidad, y puedo ver que está sorprendido por mi actitud. No suelo
echarlo cuando se siente cómodo aquí, probablemente porque no viene muy a
menudo. Pero ahora que ha estado usando mi espacio para sus propios fines, necesito
establecer límites y restablecer mi territorio.
Lo miro por encima del hombro y abro la caja.
—Probablemente deberías cuidar tu boca. ¿Mamá sabe que hablas así?
Atrapo a mi hermanito poniéndome los ojos en blanco.
—Amigo, tengo doce, no soy un bebé.
34
Puedo ver que no es un bebé, ahora parece un preadolescente, habiendo crecido
varios centímetros en el corto período de tiempo que estuve estudiando en Inglaterra.
Alex es casi más alto que yo y aún le falta por crecer.
—No dije que fueras un bebé, te pregunté si mamá alguna vez te había oído
hablar así.
—Sí, claro —se burla—. Tendría un ataque, luego la tía Myrt se involucraría
y pronto todos estarían gritándome. No, gracias.
No está equivocado; desde que la tía Myrtle se mudó, le ha dado mucho gusto
insertarse en el drama familiar, incluyendo crear drama donde antes no existía.
Supongo que está jodidamente aburrida sin nada más para ocupar su tiempo
excepto nosotros.
—Es como vivir con el Guardián de la Cripta —continúa Alex.
—Oye, no seas cruel.
—¡No estoy siendo cruel! Tiene cien años. ¿Sabes lo poco genial que es vivir
con un geriátrico?
Me giro y lo nivelo con una mirada.
—¿Le dirías eso a la cara?
—No.
—Entonces, probablemente no deberías estar diciendo eso aquí. —Me vuelvo
hacia mi caja—. Además, probablemente está escuchando al otro lado de la puerta
con la oreja pegada a la pared.
Eso hace reír a mi hermano.
—Probablemente.
Me giro para mirarlo otra vez.
—¿Te vas o no?
—No —responde con una risa que me dan ganas de estrangularlo.
—¿No tienes nada mejor que hacer? Y, de todos modos, ¿por qué estás en casa?
Estamos a media mañana.
—Hoy tuvimos medio día de clases. Capacitación docente o algo así.
—¿Quién te trajo a casa?
35
—La mamá de Brandon. —Brandon es el mejor amigo de mi hermano, lo ha
sido desde que estaban en el jardín de infantes.
—Debiste habérmelo dicho. Estaba haciendo mandados y llevé a la tía Myrtle
a fisioterapia; podría haberte buscado de camino a casa.
—Creo que mamá lo olvidó, así que solo me subí al auto con Brandon.
Eso suena como nuestra madre; es muy olvidadiza y solía hacerme lo mismo
cuando era pequeño. Mis padres me dejaban de vez en cuando en la iglesia después
de dejarme en la escuela dominical. Ni siquiera me preguntes cómo sucede eso,
gracias a Dios tenemos teléfonos celulares.
—¿Qué hay en esa caja? —pregunta mi hermano.
—Solo cosas de la universidad: libros de texto y esas cosas.
—¿Los libros de texto no son ahora digitales en su mayoría?
—Quizás. Pero no en Cambridge.
Estudié allí con una beca que había estado luchando por ganar desde que era
estudiante de primer año en la escuela secundaria, rompiendo mi trasero por
calificaciones buenas y uniéndome a todos y cada uno de los clubes que podrían ser
académicamente beneficiosos, además de jugar al tenis.
Tenis, ¿verdad? ¿Quién juega eso?
—¿Conociste a alguna chica mientras estuviste allí? —pregunta mi hermano
mientras busca a tientas el control remoto de mi televisor. Estoy seguro de que tiene
la intención de quedarse un rato y ver uno de sus programas favoritos, algo que
probablemente ha estado haciendo todos los días desde el día que me fui.
—No, no conocí a ninguna chica. —Doblo una camiseta que está en la parte
superior de mi caja y la dejo a un lado—. Quiero decir, obviamente conocí chicas,
pero supongo que te refieres a si salí con alguna.
—Nunca sales con ninguna chica. ¿Siquiera sabes cómo?
Pequeña mierdecilla sabionda.
—¿Qué quieres decir con que nunca salgo con ninguna chica? He tenido
novias: salí con Britney Bevins durante unos meses en mi primer año.
—Britney no cuenta —me informa Alex con una burla—. Nuestros padres son
amigos.
Quiero decir, eso es cierto, además de que no era una relación tan romántica.
Britney es una cerebrito como yo y solo estaba matriculada en la universidad hasta 36
que la aceptaron en una universidad de la Ivy League, que llegó en nuestro segundo
año. Empacó sus maletas y se mudó a California para asistir a Stanford y buscar ese
doctorado que ha estado codiciando desde que éramos niños.
Ya casi no sé nada de ella.
Aparte de eso, lamentablemente, no he tenido ninguna otra relación, si no se
cuenta la familia y los amigos. Estoy hablando de relaciones románticas, y sí, también
de relaciones sexuales, supongo. Diría que es porque no me va el sexo casual, pero
eso sería una mentira. La verdad es que, en realidad no tengo las agallas para tener
sexo casual incluso si quisiera.
Alex observa cómo saco un balón de fútbol de la caja de cartón y lo arrojo al
suelo.
—¿Qué estás haciendo con un balón de fútbol?
—Lo obtuve mientras estaba en Inglaterra. Allí les gusta mucho el fútbol.
Compré este durante uno de los playoffs cuando todas las demás tiendas de la
ciudad vendían recuerdos para los diferentes equipos. Fue un caos, pero una diversión
fantástica y quería algo para recordarlo, así que traje a casa el balón de fútbol rojo y
azul.
—¿Empacaste una pelota de fútbol en tu equipaje? ¿Por qué no lo desinflaste?
Tiene un buen punto: desinflarlo habría tenido más sentido si no hubiera tenido
tanta prisa por empacar mis cosas al final de este semestre. Empacar era lo último que
tenía en mente; me dejé llevar con mis amigos nuevos, con hacer ejercicio y, por
supuesto, con estudiar, y esperé hasta el último día para empacar mis cajas, ponerles
la dirección y enviarlas por correo.
A decir verdad, no tenía un montón de cosas: algo de ropa, herramientas
académicas como libros de texto, mi computadora y otros suministros de oficina, y…
eso es todo. Pero compré algunas cosas mientras estuve allí, como regalos para mi
familia.
Alex enciende el televisor y comienza a hojear los canales, el volumen a todo
volumen como si tuviera problemas de audición.
—Baja eso. Vas a despertar a toda la casa.
—Ni siquiera es mediodía. Nadie está durmiendo.
—La tía Myrtle podría estar tomando una siesta. ¿Quieres que suba aquí?
37
—No. Además, no vendría aquí, nos gritaría a través del intercomunicador. A
Myrt le encanta el intercomunicador, pero no sabe cómo hacerlo funcionar
correctamente, así que lo repite diez veces y lo sopla con su aliento de anciana. Es
desagradable —se queja Alex.
—Bueno, de todos modos, bájalo, Jesús. Y quita los pies de mi cama. —Golpeo
sus piernas.
Aún usa sus zapatillas, y no quiero sus zapatos sucios en mi edredón.
¿Dónde se crio este niño, en un granero? A mamá le daría un infarto si supiera
que estaba corriendo por la casa con los zapatos puestos.
—¿No te dejan una lista de las tareas que se supone que debes hacer cuando
llegas a casa de la escuela?
Solían hacer eso conmigo.
—No. Estoy ocupado con los deportes.
—Para mí, no pareces muy ocupado con los deportes.
Alex me mira a medida que saco más cosas de mi caja.
—La práctica no es hasta más tarde hoy. Alguien tendrá que llevarme de
regreso a la escuela si mamá no está en casa para entonces.
—¿Qué hay de la mamá de Brandon?
—Brandon no juega al lacrosse.
—Eres un verdadero dolor en el culo. ¿Te das cuenta de eso?
Se encoge de hombros.
—Tengo doce, y está demasiado lejos para andar en bicicleta.
Quiero decir, no está equivocado.
Tomo la caja de cartón vacía y la arrojo por la puerta de mi dormitorio al pasillo
justo a tiempo para ver a mi madre subiendo las escaleras. Sus ojos van de mí a la caja
y luego de vuelta a mí.
—Veo que alguien se está instalando. Espero que estas cajas lleguen al
reciclaje. Al menos pliégalas, ¿quieres? Y apílalas ordenadamente junto al garaje.
Obviamente, eso es lo que iba a hacer con las cajas, pero ella no sería mi madre
si no me recordara constantemente que ordene mis cosas y saque la basura. 38
Miro hacia atrás a mi hermano, quien nos ignora a ambos ahora que está
obsesionado con la serie de anime en la pantalla del televisor.
—Hola mamá, ¿podemos hablar más tarde?
No puedo quitarme de la cabeza algo que dijo la tía Myrtle y ahora quiero
hablarlo con mis padres, pero quiero primero hablarlo con mamá, tantear un poco,
evaluar su reacción.
—Tengo tiempo ahora si quieres hablar. —Entra en el dormitorio y va a
sentarse junto a mi hermano en la cama. Se hunde bajo su peso.
—¿En privado?
Mamá levanta las cejas y mira a mi hermano. Se da cuenta por primera vez de
que lleva zapatillas y empuja las piernas fuera de mi cama.
—Oye, sal de aquí y quítate esos zapatos, señor.
Alex gruñe de nuevo, pero se agacha para desatar sus zapatos, se los quita y
camina penosamente hacia el pasillo.
—Cierra la puerta detrás de ti —dice mamá.
Alex se vuelve para cerrar la puerta un poco más fuerte de lo necesario.
Mamá me presta toda su atención, y me siento frente a ella en la silla de mi
escritorio, alejándola de la ventana para mirarla. Esta conversación es más difícil de
iniciar de lo que pensé que sería, pero si no la tengo, permanecerá en mi mente y se
enconará.
—No me di cuenta de lo mucho que te extrañaba hasta que finalmente llegaste
a casa. —Mamá se ve bastante emocional—. Podría aplastarte ahora mismo, te extrañé
mucho.
—Por favor, no lo hagas. —Me rio.
—¿Qué tal estuvo el vuelo? En realidad, no hemos tenido la oportunidad de
hablar a solas desde que regresaste, y me disculpo por eso. He estado tan ocupada con
este evento de recaudación de fondos para el club de mujeres (estamos creando
conciencia sobre la crianza temporal) que no he tenido tiempo para estar contigo.
Dime, qué ha estado pasando.
Esto solo va a hacer que lo que estoy a punto de decir sea mucho peor
considerando que estoy a punto de lanzarle la bomba sobre la posibilidad de mudarme 39
al campus.
—Pensé que tendrías acento británico.
En realidad, es divertida.
—Hemos hablado todas las semanas durante cuatro meses, sabías que no me
quedó ningún acento.
Mamá saca algo de pelusa de sus jeans.
—Bien. Esperaba que lo hicieras. Como Madonna cuando vivía en Londres.
—¿Quién?
Gime y se pasa una mano por la cara.
—No me hagas sentir vieja.
Tomo un lápiz de mi escritorio y empiezo a golpearlo nerviosamente contra la
parte superior de madera, con la rodilla rebotando debajo.
—Bueno, he estado pensando en mi arreglo de vivienda en los últimos días.
Esto llama la atención de mamá y se sienta más erguida, juntando las manos
en el regazo. Asiente.
—Y sabes que me encanta vivir aquí, nunca he vivido en ningún otro lugar,
pero estar solo los últimos meses fue increíble, y ahora que estoy de vuelta, creo que
es hora de que encuentre mi propio lugar. O al menos encontrar algunos compañeros
de cuarto. —Giro en la silla y miro por la ventana por un momento, hacia la casa del
vecino y hacia su patio trasero donde se encuentra una gran piscina azul—. Va a ser
prácticamente imposible encontrar a alguien que aún necesite un compañero de
cuarto, pero creo que debería buscar.
Mamá no dice mucho durante los siguientes segundos, pero prácticamente
puedo oírla pensar.
—Puedo entender por qué sientes la necesidad de… —Su voz se apaga—.
Abrir tus alas.
Me doy la vuelta.
—Quiero decir, mamá: Alex entra aquí cuando quiere y se siente como en casa.
Ha estado usando esta habitación como lugar de reunión y cree que aún puede hacerlo.
No tengo privacidad alguna.
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La tengo, pero ese no es el punto: tenemos una política de «Sin puertas
cerradas» en esta casa, y no veo que eso cambie pronto. A Alex le importa una mierda
que no lo quiera en esta habitación; está acostumbrado a venir aquí, y va a seguir
viniendo aquí.
Es mimado, joven y hace lo que quiere.
El punto es que, hay otras cuatro personas viviendo aquí y cada una de ellas
siempre está en mis asuntos, incluyendo a mi tía abuela de ochenta y tres años, que
puede que viva abajo pero siempre parece estar holgazaneando alrededor.
Algo así como un fantasma.
Casi como si estuviera aquí para cumplir las órdenes de mi difunta abuela,
mandándonos como lo hacía Nana cuando venía (y lo hacía tan a menudo),
apoderándose extravagantemente de toda la casa.
¿Y mencioné que la tía Myrtle tiene citas en línea?
Sí.
—¿Cómo planeas encontrar un apartamento?
Ambos sabemos que no he hecho un número decente de amigos nuevos, no en
los tres años que he estado en la universidad, demasiado absorto en mi trabajo de curso
para socializar.
—Conocí a alguien en Inglaterra que tiene un contacto aquí, casualmente.
Mamá no parece convencida.
—¿Cruzaste todo el océano y encontraste a alguien que conoce a alguien que
puede tener una habitación para alquilar en la misma ciudad en la que necesitas una
habitación para alquilar? —Frunce el ceño—. ¿Cómo es posible?
—Dame un segundo para procesar lo que dijiste —bromeo con una sonrisa—.
Sí, loco ¿verdad? Conocí a un chico cuyo hermano vive aquí. Va a la universidad aquí
y tiene una casa; todo lo que tengo que hacer es contactarlo y cruzar los dedos. No
hay garantía, pero…
Mamá no parece complacida.
—Eres tan útil.
—Mamá, tengo veintiún años, no puedo vivir aquí por el resto de mi vida solo
para poder llevar a la tía Myrtle por ahí y alimentar a Alex cuando papá y tú no estén.
—No es justo—. Es mi último año, ¿cómo se supone que voy a estudiar en esta casa?
—Tomo una respiración profunda—. Podrías contratar a alguien para que te ayude 41
con la tía Myrtle y Alex. Una niñera para los dos.
Mamá entierra su cara en sus manos y se ríe.
—Oh, Dios mío, ¿te imaginas? No sé quién se encargaría primero de que la
niñera huya, tu hermano o tu tía.
—Estoy cien por ciento seguro de que sería la tía Myrtle y su desfile de novios
geriátricos.
—Por favor. —Mamá extiende sus manos con más risas—. No me lo
recuerdes. El último tipo le dio piñas coladas y vino, y terminó vomitando en la
alfombra de la sala cuando la trajo a casa.
—¿Qué? —grito, sorprendido y horrorizado—. Espera… ¿qué? Rebobina.
—Salió con un caballero más joven que dijo que tenía sesenta y nueve años,
pero en realidad tenía setenta y ocho. La llevó a un tiki bar, y eso no le cayó muy bien.
—¿Qué?
—Aún está intentando festejar como si fuera 1999, y salió por ambos lados.
—Eso ni siquiera es gracioso. —Bueno, lo es más o menos, pero de una manera
extraña, voy a ir al infierno por reírme.
—Nadie se está riendo. Fue horrible. Tu padre casi tuvo un ataque al corazón,
y le pedí que ayudara a limpiar el desastre. Mientras tanto, la tía fue a almorzar con
un caballero que es dueño de un concesionario de carritos de golf mientras
limpiábamos las alfombras.
—Ni siquiera sé qué decir a eso.
—Nada. No dices nada. Ha sido una puerta giratoria de solteros canosos.
Hombres viudos. Viejos solterones empedernidos. Se está dando una fiesta con todo.
No sé cómo podría arreglárselas un cuidador, y yo apenas puedo manejar a tu
hermano.
Que es donde entro yo.
—Pero mamá…
—Tendré que hablar con tu padre, pero supongo que no estaría de más que
enviaras un mensaje de texto al hermano de tu amigo y vieras dónde vive con esa
habitación libre.
Quiero dar un puñetazo al aire por la pequeña victoria, pero me las arreglo para
contenerme hasta que mamá sale de la habitación. 42
43
Lilly
Kyle me engañó.
Mi novio me engañó.
Sexteando, enviando fotos de penes, llamadas telefónicas a altas horas de la
noche: todo lo demás.
Estaba a un paso del engaño físico real.
Pero por qué.
¿Por qué no romper conmigo en su lugar? ¿Por qué escabullirse a mis espaldas
y mentir sobre ser feliz? Seguramente decir la verdad habría sido más fácil que el
subterfugio.
Seamos realistas: algunos tipos se excitan con esa mierda, y esos no son los
tipos que quieres en tu vida.
Kaylee, mi compañera de piso, no está en casa en este momento y no tengo
ningún deseo de estar sola con mis pensamientos. Golpeo mis pies en el piso de linóleo
de la cocina, mirando por la ventana al otro lado de la calle el edificio administrativo
de la universidad, su rotonda hermosa y los escalones amplios conducido a las puertas
enormes en la parte superior.
Vivimos justo enfrente del campus, convenientemente ubicados cerca de…
bueno, de todo.
Todo menos la casa de mi amiga Eliza. Ni siquiera ella sabe exactamente 44
cuántas veces Kyle y yo hemos discutido. Cuántas veces me ha hecho llorar. Cuántas
veces he tenido dudas sobre su fiabilidad y fidelidad. La cantidad de veces que
estuvimos «dándonos un tiempo» en los cuatro cortos meses porque no podía
comprometerse por completo.
La cantidad de veces que lo atrapé saliendo de la habitación para enviarle un
mensaje de texto a otra persona y luego poniendo su teléfono boca abajo
inmediatamente.
Banderas rojas.
Banderas rojas.
Banderas.
Rojas.
Kyle no me merece.
Sé esto.
Sé que es un saco de mierda, pero eso no hace que duela menos.
Miro por la ventana, preguntándome si en primer lugar solo salí con él porque
es un miembro popular del equipo de fútbol, no es como si estuviese ganando algún
premio por su humor y personalidad. El chico no puede mantener una conversación
ni para salvar su alma, pero seguro que es bonito a la vista.
Músculos grandes. Rostro hermoso.
Todos lo conocen, no solo aquí sino en todo el país.
Kyle va a lugares, muy probablemente a la NFL.
Honestamente, toda nuestra relación fue como la escuela secundaria 2.0, y fui
lo suficientemente tonta como para quedar atrapada en esa trampa de la fama. Odio
admitirlo, pero algunos podrían considerarme una perseguidora de atletas, a pesar de
mi propia popularidad y estatus en el equipo de porristas.
Kyle no encajaba bien conmigo; me hacía sentir insegura de mí, mi inteligencia
y mi cuerpo, y fue necesario que me engañara para sacarme del aturdimiento color de
rosa.
Me rompo el culo; hago ejercicio y trabajo duro para ganar y mantener mi
puesto como porrista de la universidad, pero algo en la forma en que me trató siempre
me hizo sentir… inferior. Siempre me hizo sentir que tenía que trabajar más duro para 45
conservarlo más de lo que él tenía que trabajar por mí.
Luché más duro para salir con él que para permanecer en el equipo.
Salir con él se convirtió en un trabajo de tiempo completo.
El equilibrio de poder cambió el día que me enganchó. Algunas chicas aceptan
ese tipo de comportamiento porque quieren salir con un atleta, y yo también me vi
envuelta en eso.
Bueno, ya no.
De momento, planeo trabajar en mí de adentro hacia afuera y curarme de la
tortura emocional que fue estar con Kyle. Eliza puede animarme, así que le envío un
mensaje para ver si está cerca, ¿tal vez incluso tiene el refrigerador lleno?
Estoy hambrienta.
Yo: ¿Estás ocupada?
Eliza tarda unos minutos en responder, y me pregunto qué estará haciendo hoy;
tiene un novio nuevo y vive en su casa en una parte más residencial de la ciudad, no
lejos del campus pero tampoco cerca.
Eliza: Estoy haciendo la alcena. ¿Por qué, necesitas algo?
Yo: ¿Qué es una alcena?
Eliza: Almuerzo y cena.
Eliza: Pero en serio, ¿está todo bien?
¿En serio puede decir por el tono de mi mensaje de texto que no todo está bien?
Guau. Es buena.
Yo: Necesito hablar, ¿puedo ir?
Eliza: Por supuesto. ¡Seguro! Estamos aquí, simplemente pasando el rato. Se
muda un nuevo compañero de cuarto, pero sus cosas ya están básicamente en la casa.
Ven aquí.
Yo: ¿Nuevo compañero de cuarto?
Eliza: Sí, Jack y yo subarrendamos mi habitación y ahora duermo con él, LOL.
Yo: Ooooh ¿ahora son pareja? ¡Debiste decírmelo!
Eliza: Estás tan ocupada y nosotros hemos estado ocupados… 46
Yo: No puedo esperar para escuchar todo sobre esto y ver tu lugar. ¿Cuál es
la dirección? Estaba pensando en irme de aquí en unos minutos.
No estoy a más de diez pasos dentro de la adorable casa nueva de mi amiga
cuando me agarra del brazo y me mira a la cara.
—¿Qué ocurre?
—¿Cómo sabes que algo anda mal?
Eliza ladea la cabeza y me lleva a través de la casa sin mostrarme las
habitaciones (aún tengo que hacer un recorrido adecuado) y hacia la cocina.
—Puedo decirlo por la mirada en tu cara. Estás fingiendo.
Fingiendo.
Ja.
He estado fingiendo durante cuatro meses, incluyendo orgasmos, pero me
sorprende que alguien más pueda notarlo. Tengo una cara de póquer increíble y puedo
encantar a la mayoría de las personas, eso es lo que hacen las porristas. ¡Sonreír!
Sonreír para la multitud, sonreír para la cámara, incluso cuando tu equipo esté
perdiendo.
Dejo mi bolso en la encimera junto a lo que parece ser una puerta al cuarto de
lavado y luego tomo asiento en la isla sin que me inviten a sentarme.
Descanso mi barbilla en mis manos con un suspiro, mis ojos escaneando la
extensión de cosas que Eliza tiene.
Rebanadas de pizza en un plato, sándwiches de croissant, carne y queso.
Galletas saladas.
¿Para qué diablos es todo esto? ¿Hay algún partido de fútbol profesional del
que no esté al tanto? Parece una comida para el Super Bowl, no un sábado básico.
Tal vez esté teniendo compañía de verdad.
Tal vez no debí haber venido…
—Lamento aparecer así, pero Kaylee no ha estado mucho en casa y hoy
simplemente no quería estar sola. —Levanto las manos en un encogimiento de
hombros de disculpa.
Eliza toma mi mano y la aprieta.
47
—¿Por qué? ¿Qué está pasando?
—Yo… uf. —Tomo una servilleta incómodamente y juego con el borde—.
Kyle y yo hemos terminado. Como, terminamos, terminamos.
Listo.
Finito.
Hecho.
Acabado.
—¡Oh no, Lilly! ¡¿Por qué?!
No hay una manera fácil de decir esto sin hacerlo incómodo.
—Me engañó.
—¿Estás segura? —Eliza se queda inmóvil—. ¿Cómo lo sabes?
Eliza siempre ha sido una defensora del amor y de resolver las cosas; cuando
Kyle y yo pasamos por una mala racha no hace mucho, ella fue quien me animó a
contactarlo y arreglar las cosas. Ella es quien me dio el coraje para dar el primer paso.
Lo que ella no sabía era cuántos momentos difíciles hemos atravesado en tan
poco tiempo.
Demasiados.
No es saludable.
—Encontré los mensajes de textos. Ha estado pasando por un tiempo. —Robo
una rebanada de pizza que está en medio de la encimera, la exhibición es adecuada
para un rey de la universidad. O varios reyes universitarios, y por un momento breve
me pregunto por qué diablos hay…
Tanta.
Muchísima.
Comida.
La pizza está fría, no es que me queje, y la mastico lentamente mientras pienso.
—¿Sabes quién es?
—En realidad, no. Creo que, alguien que conoció en una fiesta. —Lo más
probable es que haya varios alguien: estaba demasiado traumatizada para buscar la
lista interminable de mujeres jóvenes que probablemente tiene en marcación rápida, 48
pero mis instintos me dicen que no había solo una.
Eliza arruga la cara, genuinamente triste.
—Lo siento.
También lo siento… siento que me tomara tanto tiempo darme cuenta y ver a
Kyle como la persona que es: egoísta, egocéntrico y excesivamente indulgente.
—Supongo que lo que no entiendo es por qué no me dice simplemente que no
es feliz. Tuvimos esa gran pelea, ¿recuerdas? —Eliza asiente—. ¿Por qué volvería a
estar conmigo si me estaba engañando? Debería habérmelo dicho entonces y dejar las
cosas como estaban y seguir su camino.
Eliza se deja caer en la silla a mi lado con un suspiro y robo un trozo de queso
del plato que tengo delante.
—A veces las personas no son lo suficientemente fuertes para ser honestas
cuando más importa.
Asiento, masticando. Trago.
—No puedo creer que no haya empezado a llorar. Pero de verdad, lo he hecho
muy bien. —Robo más queso—. El llanto feo no me queda bien. Tiendo a evitarlo a
toda costa.
Eso hace que Eliza se ría, y me da una palmadita en la mano antes de volver a
ponerse de pie para poder terminar de preparar la alcena. Se ocupa de la cocina,
abriendo este armario y el otro, sacando cosas de la nevera.
—¿Quieres ayuda con algo?
Mi antigua compañera de piso niega con la cabeza.
—No. Tú quédate sentada, eres mi invitada. —Sus ojos recorren mi rostro—.
Necesitas una bebida fuerte, pero todo lo que tenemos es refresco, jugo y agua. ¿Qué
quieres? —Quiere mi pedido como si fuera una camarera en uno de nuestros bares
favoritos del centro.
—Agua, sírveme otra.
—¿Solo agua? Es sábado y son las cinco en algún lugar.
—Ja. Sí, estoy segura. Anoche salí y aún me siento como una mierda.
Un poco de líquido anestésico podría haber mantenido a raya la autocompasión
por una noche, pero seguro que no me hizo ningún favor esta mañana cuando fui a 49
practicar.
—Sale un agua.
Más queso.
Un trozo pequeño de salchicha de verano.
—De acuerdo, ¿qué pasa con toda esta comida? ¿Tienes una fiesta y no fui
invitada?
Eliza está llenando un vaso con hielo en el congelador antes de sostenerlo
debajo del grifo para el agua.
—Jack y yo tenemos un nuevo compañero de cuarto y se está mudando hoy.
Pensé que sería bueno tener comida preparada en caso de que hubiera un montón de
gente entrando y saliendo para ayudarlo. Pero resulta que solo es él y unas pocas cajas,
así que… come.
—¡No me lo tienes que decir mucho!
Ñam.
La comida gratis sabe tan bien, especialmente la comida que no tengo que
preparar yo; no soy la mejor cocinera del mundo.
—¿Quién es el nuevo compañero de cuarto?
Eliza reorganiza los sándwiches que ya ha colocado en un plato.
—Es amigo de Ashley, el hermano de Jack. —Pausa—. Bueno, tal vez no un
amigo, pero alguien que conoció y con quien hizo clic que no ha estado viviendo en
el campus y ahora necesita un lugar para alquilar.
—Ah, ¿cómo un local?
—Sí, creo que es local. ¿Creo que sus padres están en North Liberty?
Nunca lo oí.
—¿Dónde es eso?
Eliza inclina la cabeza para pensar.
—Creo que, North Liberty está justo al sureste de la universidad. —Señala la
pared sobre la estufa—. A unos quince o veinte minutos de distancia.
Vuelvo a picotear el queso.
—¿Ha vivido alguna vez antes en el campus, o siempre ha viajado diariamente? 50
—Siempre ha viajado.
—Mierda, ¿de verdad? —Eso suena horrible—. No puedo imaginar vivir con
mis padres después de cumplir los dieciocho. Por otra parte, mi madre está loca.
—Amo a mis padres, pero tampoco me gustaría vivir en casa. —Toma un
tomate Cherry de la bandeja y se lo mete en la boca, masticándolo—. Es por eso que
me mudé tan lejos.
—Exactamente. Estoy demasiado lejos para visitarlos regularmente, pero lo
suficientemente cerca como para recibir la matrícula estatal.
Dios, no puedo imaginar ver a mi madre todos los días.
Sería como… estar atrapada en el infierno sin escapatoria.
—¿Qué estudia?
Eliza se encoge de hombros.
—Tendrás que preguntarle eso.
Nos quedamos en silencio durante unos minutos mientras picoteamos la
comida en medio de la encimera, y pongo mayonesa en un sándwich de croissant (y
un poco de mostaza) antes de devorarlo todo.
Me estoy comiendo mis sentimientos, y Eliza se da cuenta.
—¿Estás segura de que vas a estar bien?
—Eliza, estaré bien. —Sonrío para demostrarlo—. Este no es mi primer rodeo,
por supuesto, es el primer rodeo en el que el semental no se resistió a follar con otras
yeguas… supuestamente. —Pongo los ojos en blanco por si acaso.
Suelta una carcajada.
—Esa fue en serio la peor analogía posible.
—Lo siento, esa es la mejor que se me ocurrió en tan poco tiempo. —Me lamo
los dedos—. Voy a tomarme un tiempo para mí. Siempre estoy en una relación, y esto
será bueno, estar soltera por un tiempo y enfocarme en mí y en lo que quiero.
Eliza asiente.
—Creo que es una gran idea.
—Siempre he tenido novio. —Odio admitirlo, pero por lo general no pierdo el 51
tiempo yendo de uno a otro si rompo con alguien o él rompe las cosas conmigo.
Saltador de relaciones, ¿no es así como se llama?
Sí… esa soy yo.
Vergonzoso, pero cierto. Me encanta estar en relaciones. El problema es que,
por lo general, es con chicos inmaduros y emocionalmente atrofiados que aún no han
madurado y no saben lo que quieren. Chicos mimados con egos. Hombres populares
y bien parecidos con los que las mujeres coquetean y con los que la gente siempre
quiere charlar, lo que hace que busquen atención en todas direcciones.
Ese ha sido mi tipo, y no ha estado funcionando.
Algo tiene que cambiar, y ese algo soy yo.
Yo.
Tengo que cambiar.
¿Qué quiero?
No sé.
He pasado toda mi vida escuchando a mis padres, mi madre, mis entrenadores
y maestros diciéndome qué hacer. Finalmente siento que llegué al punto en el que es
hora de decidir lo que quiero. Y solo me tomó veintiún años darme cuenta.
—Creo que es maravilloso que quieras tomarte un tiempo para ti, Lilly. Es hora
de un poco de amor propio. Y puedes empezar comiendo algunas de estas fresas
bañadas en chocolate. —Empuja el plato pequeño hacia mí y robo una baya,
hundiendo mis dientes en ella con un gemido delicioso.
—Maldita sea, esto está bueno, ¿dónde conseguiste esto?
—Las hice esta mañana. Fue realmente fácil, todo lo que hice fue comprar un
poco de chocolate derretido en la tienda de comestibles y listo.
Robo otra.
—¿Cómo es que nunca cocinaste o sacaste comida como esta cuando vivíamos
juntas? Tal vez Kaylee no te habría pedido que te fueras. Ja.
—Oh, ¿ahora eres comediante? ¿Lilly hace chistes? —Eliza pone los ojos en
blanco y aparta el plato de mí—. No más para ti.
—¡Oh, vamos, solo estoy bromeando! Además, sabes que Kaylee te habría
pedido que te fueras sin importar qué, es una mocosa mimada y no merecías la forma
en que te trató. Como dije, no tenía idea de que se estaba comportando de esa manera 52
o que te había pedido que te mudaras porque estabas saliendo con Jack, y si lo hubiera
hecho… habría hecho algo. No habría dejado que te tratara como una mierda.
—Sé que es una mocosa mimada —dice—. También sé que solo estaba celosa.
Esa es la naturaleza humana. —Eliza se encoge de hombros dentro de su sudadera
gris—. ¿Qué vas a hacer al respecto, verdad?
—Hum, plantarte frente a su mierda, eso es lo que puedes hacer al respecto. —
Me detengo de masticar para no hablar con la boca llena. Trago—. En estos días no
está siendo completamente horrible, pero tampoco es completamente agradable. Nos
las arreglamos, pero… las cosas simplemente no son las mismas. La casa no es la
misma desde que te mudaste. Te extraño.
—Siempre fuiste mi favorita de las dos. —Eliza se ríe.
—Duh, obviamente.
—Además, Kyle puede chuparse la polla. Eras demasiado buena para él. ¿Lo
sabes, verdad?
Quiero decir, Kyle era el corredor del equipo de fútbol y un tipo visible en el
campus, así que estoy segura de que muchas personas no estarían de acuerdo con su
evaluación, pero esas personas tampoco conocen al verdadero Kyle.
Aun así, me vendría bien un poco de esponjosidad en estos días, y tomaré
cualquier halago que aumente mi ego.
—Lill, no estoy bromeando. Eres demasiado bondadosa para un tipo así. Eres
amable, dulce y buena. —Eliza se pone de pie y rodea la encimera para darme un
abrazo lateral, apretando mis hombros y besándome en la mejilla—. Te quiero, amiga.
Eres una de las mejores personas que conozco.
Justo en ese momento, y antes de que pueda responder, un chico entra en la
cocina con una caja de cartón, alto y ancho con el cabello lo suficientemente largo
como para recogerlo en una coleta corta.
Rubio oscuro.
Se parece a un surfista en la playa, si no se cuenta el hecho de que no tiene
bronceado.
Hace una pausa, deteniéndose en seco cuando nos ve sentadas en la encimera
con los brazos de Eliza alrededor de mí. Estoy segura de que parece que está
interrumpiendo algo íntimo, un momento emotivo y sentido entre amigas.
—Lo siento, yo… —tartamudea, mirando alrededor de la habitación como si
buscara un lugar para huir. Localiza la salida más cercana—. ¿Jack dijo que puedo 53
guardar algunas de mis cosas en el garaje?
Mi amiga me suelta con otro apretón suave antes de levantarse en toda su altura.
—Ah, por supuesto. Ven, déjame abrirte la puerta, eso parece pesado.
Observo cómo mi excompañera de piso va hacia la puerta lateral y la abre para
su nuevo compañero de cuarto, sintiéndome un poco arrepentida por la forma en que
sucedieron las cosas cuando se mudó. Aunque aún somos amigas, siento mucho
remordimiento por la forma en que permití que Kaylee la tratara. Sé que no puedo
controlar cómo se comporta la gente, pero pude haber intervenido.
No hay forma de saber si Eliza se habría quedado o no con nosotras o si se
habría ido, pero al menos habría sabido que estuve de su lado desde el principio.
El chico nuevo desaparece fuera, y regresa unos minutos más tarde con una
caja nueva, esta con la palabra FRÁGIL garabateada con rotulador negro en cada uno
de sus cuatro lados.
Lo estudio y sus ojos recorren la habitación.
Tiene una vibra extrañamente familiar.
¿Nos hemos visto antes?
Mmm…
Intento no mirarlo fijamente, y él evita activamente mirarme por completo
mientras Eliza, de pie cerca de mi silla, nos observa a ambos. Con las cejas levantadas,
pero por lo demás, sin comentar sobre el comportamiento extraño.
Él quiere decir algo, probablemente a Eliza, pero parece sentirse cohibido
conmigo aquí, y puedo decir que está en el lado tímido. Definitivamente no es
extrovertido.
Tengo mis días; a veces soy extrovertida, a veces no, a veces soy ambas cosas.
Parpadea hacia mí.
Abre la boca para hablar y luego la cierra de golpe. Vuelve a levantar la caja
para redistribuir el peso.
Tan incómodo…
—Debes ser el nuevo compañero de cuarto —digo por fin para romper el
silencio que Eliza se niega a llenar, maldita sea—. Yo soy la antigua.
54
—Lo soy.
—Rome, esta es Lilly.
—¿Te conozco? Pareces familiar.
El tipo tantea con la caja que lleva, casi dejándola caer al suelo y se sonroja
como una remolacha en el proceso.
Le guiño un ojo.
Esta vez deja caer su caja, el sonido innegable del vidrio rompiéndose resuena
en toda la cocina.
Todos nos congelamos.
Oh mierda, eso no sonó bien, nada bien.
—Mierda. —Rome cae de rodillas y comienza a abrir la caja, todo su cuerpo
hundiéndose cuando ambas solapas se abren y mira dentro. Se desinfla, con los
hombros encorvados en señal de derrota.
Eliza se acerca para detenerse detrás de él, y me uno a ella mientras los tres
miramos dentro.
—¿Qué es?
Fuera lo que fuera, brillaba y ahora está en un millón de pedazos, la base de
algo y su parte superior rotas en pedazos afilados de escombros.
Me dispongo a arrodillarme a su lado para verlo más de cerca.
—Parece que podría haber sido un premio Emmy —digo sin aliento, tocando
los fragmentos de vidrio con cautela para no clavarme uno en la punta del dedo—.
¿Qué era en realidad?
—Es… era un premio de Becas Cambridge Gate —dice en voz baja
finalmente, después de mirar los agujeros en el vidrio ya roto. Aún resplandece bajo
la luz.
Me siento absolutamente terrible, aunque no soy yo quien dejó caer la caja y
rompió el premio.
Aun así.
Obviamente es un recuerdo muy importante para él, y ahora está en ruinas.
—¿Por qué era? 55
Después, desempaco mis artículos de tocador y lleno el gabinete del baño con
cremas de afeitar, lociones para después del afeitado y productos para el cabello. Las
cosas que nunca pensé que usaría de forma regular se han convertido en mi rutina
habitual. No es que sea metrosexual, pero probablemente estoy lo suficientemente
cerca.
Paso un dedo por mi cabello desgreñado, lo único que solté mientras estaba en
el extranjero, los mechones más largos cayendo sobre mis hombros en ondas rubias
oscuras. A continuación, paso una mano por la barba cubriendo mis mejillas y
barbilla, sin prisa por afeitarme. Me siento más masculino de esta manera, mi
apariencia es probablemente la razón por la que Lilly no me reconoció.
Después de que termino de guardar las cosas, examino el baño: una cortina de
baño de color burdeos que en realidad combina con el edredón de mi cama y una
alfombra a juego en el piso de baldosas obsoletas. Es de pequeños cuadrados grises
sacados directamente de los años setenta.
Aparto la cortina de la ducha para dejar el champú, el acondicionador y la
maquinilla de afeitar en la repisa pequeña. Coloco con ventosa un espejo redondo
debajo del cabezal de la ducha para que pueda afeitarme allí si me apetece. Menos
desorden para limpiar en el lavabo.
Hago una meada rápida, luego vuelvo a la habitación y desempaco una caja de
útiles escolares que traje, comenzando con los muchos libros de ciencia que he
adquirido a lo largo de los años escritos por numerosos expertos en el campo de las
matemáticas. Ya sabes, solo un poco de lectura ligera. De hecho, hace años que no
leo nada de ficción por placer, ni siquiera para dormirme por la noche. Hay un límite
de horas en el día, y me gusta usarlas para alimentar mi cerebro con conocimiento;
siempre estoy en la búsqueda de salir adelante y graduarme antes.
No siempre tengo una mente para las matemáticas, pero generalmente se
relaciona con todo y, por lo tanto, quiero mantenerme alerta.
Mi mente vuelve a Lilly.
Podría patearme por la oportunidad perdida cuando me preguntó si me conocía.
Ladeó la cabeza y estudió mi rostro, y en ese instante pude sentir el reconocimiento
en su mirada: el problema es que soy demasiado cobarde para haber dicho algo a pesar
de que me presentó la oportunidad perfecta. Siempre pierdo oportunidades perfectas
a menos que sean académicas y, a veces, me odio por ello.
Ojalá fuera más valiente. Mi hermano menor tiene pelotas más grandes que yo
la mayor parte del tiempo. Pero tal vez eso solo es porque es más joven y mimado y
no ha tenido que trabajar por nada. 59
Probablemente debería quedarme en casa y ser amable con mis dos nuevos
compañeros de piso considerando que no hemos pasado tiempo juntos, pero ambos
están muy ocupados, y lo último que quiero hacer es insertarme o autoinvitarme a
cualquier cosa que vayan a hacer. Ya me siento como un gran perdedor; no necesito
empeorarlo.
—¿Por qué no traes a tus compañeros de piso? A papá y a mí nos encantaría
conocerlos.
—O, ¿quizás la próxima vez? Puede que sea demasiado pronto para
presentarles a la tía Myrtle. —Me rio.
Mamá también se ríe.
—Sí, podrías tener razón. —Hace una pausa—. ¿Hay algo que quieras cenar
este fin de semana en lugar de espagueti? ¿Podría preparar algo más, como bistec? ¿O
camarones? ¿Quieres sushi? Tal vez podríamos hacer pizza.
Se está esforzando tanto que, me siento culpable porque es obvio que no está
segura de qué hacer sin que yo esté allí. Todo el propósito de mi madre es ser mamá,
y tiene que volver a encontrar su camino ahora que he dejado el nido; quién sabe,
puede que nunca vuelva a vivir allí.
Un pensamiento un poco deprimente, ¿sí?
—Mamá, los espaguetis están bien. Sabes que me comeré cualquier cosa que
me pongas delante.
—No suenas emocionado. —Suena como si estuviese haciendo pucheros.
—No cambies lo que has estado haciendo durante los últimos dos años porque
me haya ido.
—Pero… —Su voz se apaga—. Me gusta tenerte en casa.
—Mamá, nunca me he ido.
—Te fuiste a Europa.
Es verdad.
—Pero eso solo fue por un semestre, y tú y papá fueron de visita. —La mayoría
de las veces solo fue de compras, tomó el té y jugó a los turistas mientras yo estaba
en clase, pero sí, no es como si no me viera en el tiempo que estuve fuera.
Además, me llamó por FaceTime y me llamó cada vez que pudo.
Mamá necesita en serio cortar el cordón. 62
Está actuando como si hubiera volado sobre el océano, para no ser visto nunca
más, cuando en realidad solo me tomará veinte minutos conducir a casa cuando ella
quiera verme y veinte minutos para que ellos me visiten.
Sabía que debería haber aplicado a NYU…
Me estoy quejando internamente, dejando que el silencio se alargue.
—Roman, ¿sigues ahí? —Mamá toca el teléfono como si estuviera probando
un micrófono—. ¿Hola?
—Estoy aquí. Solo estaba pensando.
—¿Sobre qué? Dile a tu madre.
Siempre dice eso: dile a tu madre, como si esas palabras fueran a hacerme
derramar mis entrañas y confesar todos mis pecados.
Pecados. ¡Ja!
La lista sería vergonzosamente corta, no es que sea perfecto. Es solo que soy…
aburrido.
Tendría que dejar la silla de mi escritorio para cometer un pecado, y no lo he
hecho en años, lo que me lleva a mi alojamiento nuevo.
Libertad para tomar algunas malas decisiones.
—Sobre… —¡Lo emocionado que estoy de vivir solo!—. Tu pan de ajo.
—Oh, para. Es tan fácil que prácticamente puedo hacerlo mientras duermo. No
es la gran cosa.
Pongo los ojos en blanco ante su modestia falsa.
—¿Ya conociste a alguien?
¿Conocer a alguien?
—¿Qué quieres decir?
—Ya sabes —continúa mamá evasivamente—. Chicas.
—Mamá, he vivido aquí exactamente… —Miro el reloj que rodea mi muñeca
izquierda—. Cinco horas.
—Bueno, ¿cómo sabría que la casa no está llena de gente? No nos dejaste ir a
ayudarte a mudarte —señala de nuevo. Tengo el presentimiento de que escucharé
mucho sobre esto; mi madre no es de dejar pasar las cosas. 63
—Ya te lo dije, vivo con dos personas: Jack y Eliza. Jack es de Gran Bretaña;
obtuve su número de su hermano Ashley, a quien vi varias veces mientras vivía allí.
Eliza es su novia.
Mamá se queda en silencio.
—Simplemente no sé cómo me siento que vivas con una pareja. Se siente raro.
No es que me importe que vivas con una chica. Es solo que… no quiero que te sientas
excluido porque están juntos. Y Dios no quiera que tengan sexo en la sala de estar.
¿Y si los escuchas?
Mi cara se sonroja mientras ella continúa hablando de sexo y las paredes
delgadas y cómo cuando estaba en la universidad, su compañera de cuarto de primer
año, Nicole, solía tener sexo con su novio en la litera de abajo mientras ella estaba
acostada en la litera de arriba. Intento recordarle que esto no es el dormitorio y que
somos adultos y que tanto Jack como Eliza parecen muy respetuosos, al menos lo
hicieron cuando nos reunimos para que pudieran entrevistarme a mí y yo a ellos para
este puesto de compañero de cuarto.
—Mamá, todo estará bien. No me preocupa que vayan a tener sexo donde
desayuno.
Tiene que dejar de preocuparse y dejar de inventar excusas para que no viva
aquí. Debí haberme mudado cuando comencé la universidad, pero no lo hice, y ahora
no hay vuelta atrás. No hay ningún Alex atravesando esta puerta. No tengo que
apresurarme para recoger a la tía Myrtle de una cita o dejar un espacio extra en la
mesa para uno de sus novios. O escucharla contándome sobre su aplicación de citas
para solteros mayores de setenta.
Mamá no hace ningún comentario sobre mi broma de sexo-donde-desayuno y,
en cambio, trae a colación la cena del domingo una vez más.
—Di que vendrás el domingo.
—¿Pensé que lo hice, como unas, tres veces?
—Solo estoy asegurándome. —Mamá se ríe.
—Mamá, no voy a ignorarte. Solo vivo a veinte minutos de distancia, he estado
tomando clases aquí durante dos años. —Dos y medio si cuentas el semestre del año
pasado antes de estudiar en el extranjero.
—Lo sé, lo sé, solo me preocupo.
—¿Te preocupas de qué? ¿Qué vaya a quedarme sin gasolina de camino a casa? 64
¿O que no puedo arreglármelas solo? Sé cómo lavar la ropa y hacer mi propia cena,
por Dios santo, me enseñaste cómo hacer todas esas cosas, mamá. No tienes que
preocuparte de que no vaya a sobrevivir. ¿Estabas así de preocupada cuando viví en
Inglaterra? —Porque me regañó mucho menos de lo que me regaña ahora.
—Por supuesto que estaba preocupada. Pero sabía que ibas a volver a casa.
Eso tiene sentido: no estaba tan asustada porque sabía que iba a estar de vuelta
en su casa y al final del pasillo, pero en su lugar llegué a casa, empaqué mis cosas y
me mudé por completo a una casa nueva, y eso la tiene tambaleándose.
—¿Estás seguro de que no quieres traer a tus compañeros de piso contigo? En
realidad, podrían disfrutar de una comida casera.
Mi madre hace un último intento medio desesperado para que lleve a mis
amigos nuevos a casa; probablemente para poder interrogarlos y verificar sus
antecedentes y darles el visto bueno después se sonsacarlos. Dios, ni siquiera puedo
imaginar cómo sería eso.
¿Quién sabía que iba a ser tan sobreprotectora?
Me siento mal por Alex; se va a llevar la peor parte de que ella me extrañe.
Aunque, tengo la ligera sospecha de que dentro de unos meses, habrá redecorado mi
dormitorio del todo y lo habrá convertido en una habitación de invitados o en un salón
para mi hermano. O posiblemente incluso una sala de manualidades para ella;
últimamente ha comenzado a tejer, y ese podría ser un buen lugar para que tenga algo
de paz y tranquilidad.
Sin duda, Alex se mantendría fuera de su cuarto de hilo.
Ja, ja.
—Sí, estoy seguro de que no quiero llevar a mis compañeros de piso para cenar
a casa. —Aún no. Primero quiero llegar a conocerlos un poco.
—Está bien, si estás seguro. —La oigo pensar a través de la línea telefónica—
. Siempre puedo hacer lo suficiente para que haya sobras que puedas llevar a casa. —
Se ríe—. Ni siquiera puedo creer que esté diciendo eso. ¡Tienes un nuevo hogar! Eso
me hace querer llorar. Mi pequeño bebé está creciendo.
Ignoro el comentario de que soy su pequeño bebé.
—Las sobras estarían bien, tengo el presentimiento de que Jack comería
cualquier cosa que ponga en el refrigerador. Es uno de esos chicos. Definitivamente
parece un barril sin fondo.
—Está bien, entonces ese es el plan —dice mamá, aplaudiendo como siempre 65
lo hace cuando tiene una idea—. Iré a comprar comestibles; mientras tanto, si cambias
de opinión en cuanto a invitarlos, solo me avisas.
—Lo haré.
Pero no cambiaré de opinión, y no cambio de opinión porque se siente raro
invitar a dos extraños a mi casa, dos extraños con los que vivo.
Después de terminar la llamada con mamá, termino de sacar todo de las cajas
y tengo casi todo en su sitio. Lo último que saco, lo saco de mi bolsillo: el brazalete
de la amistad que Lilly me dio hace tres años cuando ambos éramos estudiantes de
primer año. Despistados y un poco asustados.
Lo guardé, obviamente, y lo guardé en mi bolsillo antes de dejar la casa de mi
madre y mi padre por esta.
Va en el tocador debajo de la ventana que da al patio trasero, probablemente
nunca más lo usaré en mi muñeca, al menos no si Lilly va a estar dando vueltas por
esta casa.
¿Cuáles son las malditas probabilidades de que sea la mejor amiga y antigua
compañera de piso de mi nueva compañera de piso?
Cuáles.
Son.
Las.
Probabilidades.
Ni siquiera supe cómo reaccionar cuando entré en la cocina y la vi sentada en
el asiento de la isla, mordisqueando una pizza y verduras como si perteneciera allí.
Definitivamente parecía sentirse más cómoda aquí que yo, pero imagino que eso
cambiará con el tiempo.
Como no puedo quedarme encerrado en esta habitación para siempre, ordeno
todo una última vez antes de bajar las escaleras. En cierto modo, tengo la esperanza
de que aún haya comida en la cocina porque me muero de hambre y en realidad no
comí antes porque Lilly estaba aquí y estaba jodidamente nervioso.
Me puso nervioso la noche que nos conocimos, y aparentemente no ha
cambiado mucho. Me gusta pensar que no soy el mismo idiota torpe y nervioso que
era cuando era un estudiante universitario de primer año, pero sigo siendo el mismo
idiota torpe y nervioso. Por Dios, tengo veintiún años, pensarías que sería capaz de 66
hablar con una chica sin titubear. O dejar caer una caja que ni siquiera era pesada para
empezar.
Lo único dentro de esa caja era mi premio, y solo pesa unos pocos kilos. Estaba
envuelto en plástico de burbujas, aparentemente no muy bien ya que se rompió.
Que embarazoso.
Lilly se llevó el trofeo con ella, y no puedo imaginar lo que va a hacer con la
maldita cosa, rota en un millón de pedazos.
Supongo que el tiempo lo dirá.
Bajo las escaleras, escuchando el sonido de mis compañeros de piso, y escucho
la televisión encendida en la sala de estar. Suena como si estuvieran viendo una
película de acción, y pronto descubro que la chimenea está encendida y trajeron parte
de la comida a esa habitación.
Impresionante.
Hace mucho frío afuera y es la noche perfecta para verduras.
—¿Qué están viendo? —No logro descifrar qué película o serie es.
—Se llama Bambulon; ayer lanzaron las dos primeras temporadas —explica
Jack, palmeando el cojín del sofá—. Ven, siéntate, compañero, pon los pies en alto.
—Gracias.
Me acerco al sofá y me dejo caer, aliviado de poder finalmente relajarme, y me
estiro para tomar una zanahoria de la bandeja de verduras. En realidad, tomo un
puñado de ellas y me reclino hacia atrás para meterlas en mi boca una a la vez,
masticando y tragando durante los próximos minutos.
Nadie habla.
Mastico y crujo más.
Y no quiero ser el imbécil que hace ruido mientras intentan ver su programa,
así que también dejo de comer zanahorias.
Eliza se come una papa frita.
Es ruidoso y tan crujiente como las zanahorias que acabo de comer.
—Lo siento. —Se ríe.
—Rome, ¿te gustan las películas de terror? —pregunta Jack—. A Eliza y a mí 67
nos parecen maravillosas las películas de Marvel, pero también nos encantan los
programas de miedo.
—Comenzamos nuestro maratón de Halloween temprano —explica—. Son
mis fiestas favoritas.
¿Me gustan las películas de terror? No particularmente, pero no voy a sentarme
solo en mi habitación mientras estos dos están aquí socializando.
—Seguro, me gustan bastante. Mayormente, hum… —Me limpio las manos
sudorosas en mis jeans.
¿Debería decirles que me gustan los musicales y los dramas?
Eh, tal vez no, esa información puede esperar hasta el día en que Jack me
encuentre disfrutando de la banda sonora de Hamilton.
—¿Decorarán la casa? —pregunto, a pesar de saber ya la respuesta. Eliza
definitivamente va a decorar la casa, especialmente si ya está viendo películas de
terror en preparación.
—Hum, obviamente. —Lo dice con una risita encantadora—. De hecho, hemos
estado sentados aquí discutiendo de qué nos queremos disfrazar para Halloween. Hay
una gran fiesta a fin de mes y, por supuesto, tenemos que repartir dulces a los que
pidan dulces.
Jack pone su mano en su muslo, y puedo verlo apretarlo.
—Nena, tú estás hablando de lo que quieres disfrazarte para Halloween. Yo
estoy intentando ver la tele. —Sacude la cabeza cuando nuestros ojos se encuentran.
—Bien, dejaré de hablar de eso.
Son divertidos y se llevan bien.
Tomé una buena decisión de mudarme aquí.
Estirando mis piernas frente a mí, apoyo una sobre la mesita de café ya que no
estoy usando zapatos y tengo calcetines. Se siente bien, y pongo los brazos detrás de
la cabeza a medida que me apoyo en los cojines del sofá.
—Lamento todo el asunto de hoy con el premio —dice Eliza finalmente—.
Lilly se sintió terrible.
—No fue culpa de Lilly que se me cayera la caja. De hecho, la caja solo pesaba
unos tres kilos.
68
—¿Qué pasó?
Jack detiene el programa.
—No estoy seguro. Un segundo estaba caminando por la puerta, y al segundo
siguiente la caja estaba en el suelo. Soy el que se siente como un completo idiota, ella
no debería sentirse mal. En absoluto.
—Bueno, te espera una grata sorpresa, porque es una gran artista. Sé que
probablemente solo querías botar toda la caja, pero cuando Lilly tiene la mente puesta
en algo, no hay quien la detenga.
—Sí, probablemente debería haberlo arrojado o haber insistido en que no lo
tomara, ¿y si se corta?
Mierda, en realidad no había pensado en esa parte de la ecuación. ¿Y si está en
casa entretenida y haciendo manualidades y se lastima con el vidrio? No vale para
nada la pena, no vale la pena ninguno de los problemas por los que va a pasar porque
se siente culpable.
Dejaste caer la caja al momento en que ella te guiñó un ojo, perdedor.
—¿Puedes enviarle un mensaje de texto por mí y decirle que lo arroje a la
basura?
Eliza me sonrió.
—Sí, no. Eso no va a pasar. Una vez que decide algo, eso es todo,
específicamente si está buscando un proyecto. —Probablemente tenga algo en mente
y necesite una distracción, razón por la cual estaba tan decidida a llevárselo a casa—
. Déjalo estar. Quería hacerlo o no se lo habría llevado. Créeme.
Mi nueva compañera de piso me guiña el ojo de la misma manera que lo hizo
Lilly.
No me afecta en absoluto.
—¿Cuánto tiempo que la conoces? —pregunto a Eliza.
—Nos conocimos cuando era estudiante de primer año, así que solo han pasado
unos años, pero en serio la amo. —A su lado, Jack le toma la mano y luego se la lleva
a la boca para besarla—. Aw cariño, yo también te amo.
Son un poco más cursis de lo que esperaba que fueran, pero un poco de
demostraciones públicas de afecto no puede considerarse algo malo. Necesitamos más
amor en este mundo, como siempre dice la tía Myrtle. Cada oportunidad que tiene,
especialmente cuando la atrapan saliendo con varios hombres a la vez.
69
Lo cual ocurre con más frecuencia de lo que cabría esperar.
—Lilly es una de mis mejores amigas, tiene un corazón de oro y no le haría
daño ni a una mosca. Por eso estoy tan cabreada de que Kyle sea una escoria
asquerosa. Quiero decir, sabía que era una escoria, pero no es como si pudieras decirle
eso a tu amiga, ¿verdad? —Se vuelve hacia Jack para confirmarlo—. ¿Verdad, cariño?
Está de acuerdo.
—Nunca conocí al tipo, pero basado en cómo lo describiste, suena como un
completo imbécil. Aunque, probablemente no usaría la palabra escoria para
describirlo, amor, eso parece un poco duro.
—¿Y llamarlo imbécil no lo es? —Eliza hace un puchero—. Lilly es mi amiga,
por supuesto que voy a ser protectora. Debí haber sabido que algo estaba pasando con
él. Simplemente era demasiado encantador.
Entrecierra los ojos.
Jack la mira, inclinando la cabeza.
—¿Alguna vez coqueteó contigo?
—No, pero aun así.
Los estudio a los dos.
Eliza realmente parece una chica buena, si sabes a lo que me refiero. La vibra
de la chica de al lado con cabello moreno, toda dulce con una sonrisa sincera y ojos
honestos. Tiene algunas pecas más oscuras en el puente de la nariz que la hacen
parecer más confiable si una persona fuera estereotipada únicamente en función de su
apariencia, por lo que dudo mucho que le coqueteen con mucha frecuencia, pero no
del tipo coqueto.
—Me preocupa que no vaya a confiar en nadie después de esto. ¿Sabes cómo
es, una vez que alguien ha abusado por completo de tu confianza? Me dijo que se está
sometiendo a una desintoxicación de hombres, y no quiero que eso afecte sus
relaciones futuras.
—No vas a intentar emparejarla con nadie, ¿verdad? —le pregunta Jack.
—No. No tengo a nadie con quien emparejarla, a menos que… ¿tú sí?
—No conozco a nadie más que a los muchachos del equipo de rugby —dice
Jack—. Y ninguno de ellos es lo suficientemente bueno como para que considerara
emparejarlos, así que no empieces a tramar ningún esquema.
—Te acabo de decir que no quiere salir con nadie. No voy a intentar 70
emparejarla con nadie.
—Escuché lo que dijiste. —Jack sonríe—. Simplemente no creo que vayas a
escucharte.
Eliza se inclina hacia atrás para verlo mejor, mirándonos a los dos.
—¿Puedes creer a este tipo? No confía en que me comporte —me dice—.
Parece que no confía en que no voy a entrometerme en la vida amorosa de mi mejor
amiga, eso es lo que estoy escuchando.
—¿Vas a entrometerte en la vida amorosa de tu mejor amiga? —Me encuentro
uniéndome a la conversación.
Resopla.
—No ahora mismo. Necesita algo de tiempo.
Continuamos viendo el programa, comentando una escena de vez en cuando o
nos levantamos y vamos a la cocina por más bebidas o comida, la amabilidad del
compañerismo es un cambio agradable del drama y el caos que suele ocurrir en la casa
de mis padres en una noche en la que estoy intentando ver la televisión.
Mi hermano no está aquí para molestarme o intentar cambiar el canal, y mi tía
abuela no está aquí para pedirme pequeños favores constantemente. Como traerle más
hielo para su vaso, o subir el volumen, o bajar el volumen, o correr a buscarle unos
calcetines gruesos porque tiene frío en los pies.
Considerándolo todo, ha sido un día jodidamente bueno.
71
Lilly
Es domingo.
Es domingo y he pasado mi tiempo libre todo el fin de semana, entre práctica,
animando y haciendo ejercicio, pegando minuciosamente este premio en la forma que
corresponde. Tuve que investigar en línea para ver cómo se supone que se ve la cosa
en realidad, y debo decir que hice un trabajo jodidamente bueno al replicarlo
considerando que no tenía nada más que vidrios rotos.
No fue fácil hacer que se pareciera a lo que era antes, pero afortunadamente,
un montón de piezas estaban lo suficientemente intactas como para que el nombre de
Roman sea visible.
Legible.
¿Algo así?
El resto es mezcolanza.
No estoy segura de cuál es su nombre completo en realidad porque las letras
de su apellido parecen faltar en los fragmentos y, para empezar, no estaba segura de
cuál era su apellido. ¿Siento que esto se ve bien?
Lo sostengo y lo estudio a la luz, inclinándolo de un lado a otro. Fui a la tienda
de pasatiempos tan pronto como salí de la casa de Eliza y compré un poco de brillo
transparente, del tipo súper fino que es más caro y lustroso, para llenar los espacios.
Todo brilla como un diamante.
72
Incluso agregué algunos diamantes de imitación transparentes en la parte
posterior para reparar algunos agujeros. Parece un trofeo que se presentaría durante
una competencia de sincronización de labios o como un regalo de intercambio, pero
al menos aún lo tendrá para exhibirlo en su estante.
En general, estoy bastante satisfecha.
Lo coloco sobre mi escritorio, y lo envuelvo en una toalla para que esté seguro
cuando lo vuelva a poner en su caja. Limpio el desorden que he hecho en mi
dormitorio, sacando la aspiradora y pasándola por la alfombra debajo del escritorio.
Mi compañera de piso asoma la cabeza en la habitación y me observa hasta que
me mira a los ojos y apago la aspiradora ruidosa.
—¿Quieres venir después a encargarte de mi habitación? —bromea, aunque
tengo el presentimiento de que su pregunta tiene algo de verdad: Kaylee me permitiría
con mucho gusto hacer la limpieza de toda la casa, incluyendo su dormitorio.
—Sí, claro —me burlo de vuelta—. ¿También debería limpiar tus ventanas?
Odio limpiar. No hay forma en este mundo de que esté limpiando sus ventanas,
y mucho menos su alfombra. El polvo en mis estantes es el mismo polvo que ha estado
ahí desde el día que nos mudamos.
—Seguro, ¿por qué no? —Se apoya en el marco de la puerta—. De todos
modos, ¿qué diablos estás haciendo? Has estado aquí durante horas.
Lo he estado y ahora me muero de hambre.
—Estaba haciendo manualidades. —Terminando con la alfombra, enrollo el
cable antes de volver a colgarlo en el mango de la aspiradora—. Estaba trabajando en
algo para un amigo, y ahora tengo que ir a llevárselo a su casa.
—Ah, ¿un amigo? ¿Es un amigo masculino?
Acabo de decir su casa.
Y lo dice de esa manera, su tono implicando que hay más en este hombre que
una amistad, pero estaría equivocada, y supongo que en realidad no estoy de humor
para sus bromas.
—Eliza y Jack tienen un nuevo compañero de piso, y él rompió un trofeo de
vidrio cuando se estaba mudando, así que decidí que se lo arreglaría.
—Déjame ver.
No me importa dejar que mire, especialmente porque juntar todo de nuevo fue
mucho trabajo, no me importa presumírselo. 73
Algo así.
Pero en realidad no.
—Todos los caballos del rey y todos los hombres del rey… eh…
Deja de hablar, Lilly.
—¿No pudiste juntar a Humpty de nuevo?
—Sí. Pero tan pronto como lo dije, me di cuenta de que en realidad no tenía
sentido. —Me rio nerviosamente, levantando la caja para que la tome.
—Entendí lo que querías decir. —Sonríe cálidamente.
Qué tipo tan bueno.
Apartándose de la puerta, me invita a pasar con un movimiento de su mano.
—¿Quieres entrar?
—Tienes que irte y no quiero retenerte. Toma. —Le extiendo la caja para que
pueda tomarla, y lo hace, pero aún insiste en que entre.
—No hay prisa. Solo son espaguetis, y no me toma mucho tiempo llegar allí.
La caja está en sus brazos ahora en lugar de los míos, y paso a su lado, dando
un paso vacilante hacia el vestíbulo.
Se siente extraño estar aquí sin Eliza, como si estuviera invadiendo su espacio
o algo así, irrumpiendo en la casa para ver a su compañero de piso y no a ella, aunque
mis intenciones son puras.
Obviamente.
Aun así, la casa está casi inquietantemente silenciosa, ni un solo pío.
—¿Todos se han ido?
Roman asiente, cerrando la puerta detrás de mí y bloqueándola. Me imagino
que cuando se vaya saldrá por la puerta lateral junto al garaje.
—Jack llevó a Eliza a ver a un comediante que está dando un show en el centro.
Probablemente llegarán tarde a casa. ¿Quizás a las diez?
—Ah, ¿la llevó a un espectáculo? —Suspiro con nostalgia—. Me encanta eso
para ella.
No tiene nada que decir a eso, nada que decir sobre mi tono cuando una 78
punzada diminuta de celos se dispara a través de mi estómago. Eliza tiene lo que
quiero: un novio que la adora y la invita a salir por la noche. Apuesto a que se arregló,
probablemente usó un vestido y tacones.
Hum.
O tal vez no, ya que estamos hablando de Eliza. Se siente mucho más cómoda
con jeans y una camisa linda o sudadera con capucha.
Todo lo que digo es que, mis últimos novios nunca se pusieron en cuclillas por
mí. Ni siquiera recuerdo haber ido a cenar con Kyle; lo mejor que hicimos para una
cita nocturna fue ir al cine y la hamburguesería junto al campus, y ese lugar es un bar.
Bueno. Él está en el pasado, y yo estoy avanzando.
Voy a encontrarme un tipo como Jack…
Honesto, divertido y considerado. Al menos, asumo que Jack es todas esas
cosas, que juzgo únicamente por la forma en que mira a Eliza y le habla. He aprendido
mucho de él en el poco tiempo que los he visto juntos como pareja. Además, Eliza es
una mujer joven de convicciones, y sé que la razón por la que no ha salido con nadie
antes de Jack es porque nunca soportaría la misma mierda que yo he tolerado.
Su carácter es más fuerte, pero estoy trabajando en el mío.
Mientras sigo a Roman por la casa, él enciende la luz de la cocina antes de
dejar la caja en la encimera.
—¿Supongo que trajiste esto para mí? —Golpea la parte superior con dos
dedos.
—Sí, es tu premio. —Me retuerzo las manos—. He estado trabajando en ello
religiosamente desde que lo llevé a mi casa.
Asiente.
—Entonces, vamos a echarle un vistazo.
Roman está sonriendo a medida que comienza a abrir la parte superior de la
caja tentativamente en la que puse cinta de embalaje, sellando las solapas como si
estuviera enviando el artículo en un viaje a través del país.
Es lo suficientemente alto como para mirar dentro antes de que sus manos
hurguen alrededor, acercándose para agarrarlo con cuidado entre dos manos muy
grandes.
Hago todo lo posible por no mirar. 79
Lilly, no estás buscando un novio; ni siquiera estás buscando un chico que sea
un amigo. Deja de mirarlo.
Levantándolo lentamente, este pedazo de vidrio envuelto en una toalla, deja
escapar un silbido bajo.
—Momento de la verdad, ¿eh?
Muerdo mi labio inferior, ahora temerosa de que se sienta decepcionado: el
premio se ve muy diferente de lo que parecía antes de que se arruinara (basado en mi
investigación), pero soy optimista de que tendrá la mente abierta en cuanto al brillo y
la pedrería.
¿Quién no quiere un poco de brillo en su vida?
Roman deja el premio en la encimera como un bebé, de la misma manera que
lo hice yo, quitando las capas una por una y desenrollando los pañales. Bajo el brillo
de la luz del techo, la obra maestra recién construida resplandece y centellea, y
observo su rostro con atención, esperando su reacción.
Sus cejas se disparan.
Su boca se abre.
Cierra.
Oh, Dios.
—¿Lo odias?
Roman finalmente levanta la mirada, sus ojos son azules, mientras una sonrisa
se extiende lentamente por su boca.
Endereza el premio, apoyándolo verticalmente sobre la encimera.
—Vaya, Lilly. Esto es…
Horrible.
Feo.
Tonto.
—… increíble.
Eso me anima, y levanto la barbilla.
—¿En serio? ¿No lo odias?
80
En lugar de mirarme, está mirando el galardón como si lo viera por primera
vez, lo que básicamente es así. Fue como volver a armar un rompecabezas; todo lo
que se necesitó fue paciencia y mucho super pegamento.
—No, no lo odio. Esto es increíble. —Sus manos lo levantan y sus ojos lo
inspeccionan—. ¿Esto es pegamento con brillantina o simplemente pegamento al que
le pusiste brillantina?
—Hum, ambos —admito, mi cara poniéndose roja a medida que pongo mis
dedos en mi frente—. Mi dormitorio es un desastre absoluto. Voy a tener brillantina
por todas partes durante meses.
Roman estudia mi rostro, su mirada dirigiéndose a la línea de mi cabello.
—Tienes un poco allí. Y ahí. —Lo señala, pero no me toca.
—Me encanta todo lo que brilla —confieso tímidamente, avergonzada de ser
una adulta a la que le encanta hacer manualidades—. Normalmente no tengo tiempo
para eso. —Este proyecto alimentó mi alma durante el poco tiempo que me tomó
completarlo, de una manera que las porristas no lo hacen.
Debería hacerlo más a menudo; tal vez incluso debería considerar tomar una
clase de arte en el centro recreativo. Dios sabe que nunca podría tomar una en la
universidad. Mi madre me mataría. No hay ninguna jodida posibilidad de que esté
dispuesta a pagar los costos de matrícula para que yo juegue.
—Deberías hacerlo más a menudo, me refiero a, las manualidades. Esto, lo que
has hecho, es increíble. ¿Por qué no tomas una clase de arte en alguna parte?
¿Es un lector de mentes?
Lo miro de nuevo, estupefacta.
—Sal de mi cerebro. —Me rio—. Lo haría, pero mis padres nunca aceptarían.
Se queda callado, pensando para sí mismo, con el ceño fruncido. Su cabeza
asiente lentamente.
—Claro, lo entiendo.
Ahora con timidez, soy consciente del cielo oscureciéndose afuera, el ambiente
íntimo, la cercanía de nuestros cuerpos mientras estamos en este espacio, rodeados
por un completo silencio.
Se está haciendo tarde. 81
—Debería irme.
—No tienes que salir corriendo.
Ni quiero.
Irme, me refiero.
La verdad es que, no quiero volver a mi casa: Kaylee aún está en casa y está
de buen humor, e incluso si paso el rato en mi habitación, las vibraciones persistiendo
en el aire serán extrañas.
Pero Roman está siendo cortés, y debería despedirme y seguir mi camino feliz.
—¿Quieres venir a la cena del domingo con mi familia? Mamá dijo que podía
llevar a mis nuevos compañeros de piso —suelta Roman, la invitación saliendo de la
nada—. Mierda. Lo siento, no estoy intentando ser espeluznante.
Inclino mi cabeza.
—¿Qué van a comer? — Espera… ¿de qué estoy hablando? No, no, no, no
puedo ir a cenar a la casa de los padres de un tipo al azar, un tipo que acabo de conocer.
No.
—Espaguetis.
Duh, eso ya lo dijo. ¿Por qué me pone tan nerviosa que me olvido de todo?
—Los espaguetis son mi debilidad y es dulce de tu parte ofrecerlo, pero en
realidad, no debería.
Sus hombros caen, pero de una manera aliviada.
—¿Estás segura? No parece que quieras estar sola.
Nos acabamos de conocer; ¿cómo esta persona sigue leyendo mis
pensamientos?
—No puedo tenderle una emboscada a tu familia solo porque no quiero ir a
casa, eso sería muy raro.
Soy una adulta; puedo manejar a una compañera de piso amargada. Además,
no es que Kaylee no haya sido antes difícil.
De hecho, docenas de veces.
—¿Pero quieres estar sola esta noche?
82
Sabe que he tenido problemas últimamente, y está siendo amable.
Me encojo de hombros.
—Técnicamente no estaría sola si fuera a casa. Mi compañera de piso está allí.
Es solo que… está deprimida, lo que hace que la casa se sienta… —Busco las
palabras—. Mal.
Mal.
Eso es decirlo con sutileza. Cuando Kaylee está deprimida o enojada, tiende a
hacer que todos los demás se sientan miserables. Me di cuenta antes, cuando entró en
mi habitación que, estaba ansiosa por comenzar una discusión, sobre qué, no lo sé.
—¿Cambia el estado de ánimo? ¿Qué significa eso?
—Es un lenguaje femenino para «toda la casa se siente rara y tengo que andar
de puntillas porque cualquier pequeña cosa puede hacerla enojar». —Probablemente
esté teniendo su período, aunque no me atrevería a decirle eso a la cara.
Me sacaría los ojos, metafóricamente.
—¿Por qué no pasas el rato aquí?
—No puedo pasar el rato aquí. —Pausa—. ¿No crees que eso sería raro?
Los hombros anchos de Roman suben y bajan en un encogimiento de hombros.
—Estoy seguro de que a Eliza y a Jack no les importaría que te quedaras aquí
un rato hasta que quisieras irte a casa.
No, a Eliza no le importaría, es tan amable y generosa como una persona podría
ser, pero ¿sería extraño si me quedara sin nadie aquí?
La idea tiene mérito: esconderse hasta que el estado de ánimo de Kaylee cambie
de nuevo a una dirección agradable. No tengo que estudiar, bueno, siempre hay que
estudiar, pero no tengo nada conmigo, y hay un programa nuevo que no me importaría
ver.
Kaylee y yo tuvimos que deshacernos de algunas suscripciones mensuales
después de que echó a Eliza; tenemos un presupuesto más ajustado hasta que podamos
encontrar un nuevo compañero de piso, así que no me he puesto al día con mis
programas favoritos en un televisor real.
—¿Sabes qué? Creo que aceptaré esa oferta y me quedaré.
Roman localiza un juego de llaves de auto en la encimera cerca de la puerta
lateral.
83
—Esta puerta tiene un teclado, así que se cerrará automáticamente cuando te
vayas, si te vas mientras no estamos. Yo… hum… —Mira hacia abajo a sus pies—.
Estaré fuera unas dos horas. Solo voy a cenar. Siéntete libre de hacer lo que sea, y mi
habitación está arriba si prefieres ver la televisión allí.
—No leeré tu diario. —¡Ja!—. Promesa de meñique.
Extiendo mi mano para que pueda envolver su dedo más pequeño alrededor del
mío, pero en cambio, solo mira mi mano.
—Muchas gracias por hacer esto. —Roman pone su mano en la base del premio
que aún está en medio de la encimera, su pulgar ahora rozando el vidrio liso. Mucho
de él fue recuperable, excepto la parte superior, por lo que sigue siendo un elogio
distintivo… a pesar de que su nombre fue parte de la sección rota.
—Dios, estaba tan feliz de hacerlo. Me siento terrible.
Su cabeza da una sacudida lenta.
—No fue tu culpa que se me cayera la caja.
—No, pero eso no significa que no pueda sentir lástima por ti. El premio era
realmente importante, y deberías tener algo que mostrar.
Roman se golpea la cabeza de la misma manera que lo hizo el día que la caja
cayó al suelo.
—Aun así, todavía tengo los recuerdos.
Ha mencionado eso dos veces, lo que significa que es un poco sentimental.
Creo que eso es muy dulce y lindo.
No le menciono que como porrista y alguien que ha competido en concursos
casi toda su vida, los trofeos físicos son más importantes que los recuerdos, al menos
en opinión de mi madre. Nada amaba más que colocar otro trofeo de oro en el estante
de mi dormitorio; es casi como si ella fuera la ganadora.
Roman juguetea con sus llaves.
—Debería irme para poder volver a una hora decente, aún tengo que leer algo.
No me sorprende que vuelva a casa y estudie esta noche, muy probablemente
hasta altas horas de la madrugada. A diferencia de mí. Yo, por otro lado, planeo sentar
mi culo perezoso en el sofá y atiborrarme de cualquier programa que pueda encontrar
que me haya estado perdiendo.
Se va, eventualmente.
84
Observo por la ventana cómo Roman se sube a su Jeep burdeos, enciende las
luces, se abrocha el cinturón de seguridad en el asiento del conductor y se aleja
lentamente del bordillo. Observo hasta que ya no está a la vista, sus luces traseras
relumbrando en la oscuridad y el cielo de la tarde cubriendo su partida.
Bueno. Ahora definitivamente estoy sola, y de alguna manera esta soledad se
siente aún más solitaria que si estuviera en casa. No estoy familiarizada con esta casa
y no estoy familiarizada con dos de las personas que viven aquí, la única persona que
conozco, obviamente, es Eliza… y no estoy segura de que seamos lo suficientemente
buenas amigas para que esté holgazaneando sola en su espacio personal.
Me siento como un pervertido espeluznante.
Dirigiéndome a la nevera, abro la puerta para ver la delicia que hay dentro.
Tiene mucha más comida que yo, y estoy encantada de encontrar sobras en el estante;
junto con esos, saco un plato de pizza que ha sido cubierto con una envoltura de
plástico.
Solo hay tres rebanadas, así que puse todo en el microondas y presioné el botón
de inicio, saqueando un gabinete tras otro para encontrar un vaso de agua. Después de
que termino de calentar la comida, cargo mi plato y me dirijo a la pintoresca sala de
estar junto a la cocina donde está la televisión. Batallo con el control remoto,
completamente incapaz de averiguar cómo encender la maldita cosa.
¿Qué tan difícil puede ser esto?
Presiono el botón de encendido y luego lo presiono de nuevo, y lo único que
sucede es que la lucecita roja del televisor se enciende y se apaga.
Bueno.
Esta no es exactamente la velada relajante lejos de mi propia casa que esperaba.
Ahora está oscuro, pero en lugar de encender la luz, me levanto a mí y al plato
(he logrado devorar todos los pedazos de pizza en el poco tiempo que he estado
jugueteando con el televisor) y llevo el plato a la cocina, enjuagándolo rápidamente
antes de ponerlo en el lavavajillas junto al fregadero.
Mmm.
¿Debo irme o debo quedarme? Esto último parece inútil si solo voy a sentarme
en la oscuridad esperando torpemente a que regresen mis amigos.
Roman me dijo que me sintiera como en casa, pero eso no significa que deba
sentirme de verdad como en casa. Una parte de él solo estaba siendo cortés; la otra 85
mitad… en realidad esa mitad probablemente también estaba siendo educada.
En última instancia, decido que voy a echar un vistazo: Eliza no me dio un
recorrido completo cuando estuve aquí el fin de semana, principalmente porque
Roman nos interrumpió, luego rompió su premio y después salí con su caja a cuestas.
Deslizo la mano a lo largo de la suave barandilla de madera que conduce al
segundo piso donde están las habitaciones, y subo los escalones uno por uno como en
una película de terror con un peligro seguro (es decir, una muerte contundente)
esperándome en la parte superior de las escaleras.
Por suerte para mí, hay un interruptor de luz en la parte superior.
Lo enciendo.
El primer dormitorio en el que miro es uno pequeño con un escritorio y un sofá,
la única indicación de que en realidad es un dormitorio libre, el armario. Es anticuado
con cortinas gruesas y una lámpara dorada, un empapelado de damasco aún pegado a
las paredes.
Voy a la siguiente, que termina siendo la suite principal, al menos creo que
debe ser porque la cama es enorme. Lo que me hace dudar es el edredón, una colcha
de Spider-Man más adecuada para una persona joven, no para un adulto.
Sé con certeza que tanto Jack como Eliza adoran los cómics, el cine y Marvel,
así que esto parece apropiado. Hay un televisor gigante de pantalla plana en la pared
opuesta, y hurgo para encontrar el gran baño adyacente.
Hay una bañera grande, una ducha, lavabos dobles y un vestidor.
¡Qué suerte!
Un rato en la bañera sería increíble en este momento.
No he tomado uno de esos en mucho tiempo, y tal vez aliviaría parte de esta
tensión en mis hombros. En realidad nunca lo haría, pero quiero hacerlo.
¿Te imaginas si me metiera en la bañera, me sintiera como en casa, y luego
Eliza y Jack llegaran a casa y yo estuviera aquí bañándome en un mar de burbujas?
Ni siquiera saben que estoy aquí. ¿Qué tan incómodo sería eso? Además,
probablemente sería una escena dramática cuando me descubran, sin avisar,
descansando desnuda en su baño.
Apago la luz y salgo de su habitación, volviendo sobre mis pasos y regresando
al pasillo para ver la habitación de Roman. Empujo su puerta para abrirla un poco más 86
antes de entrar, una lámpara pequeña de escritorio brilla en su mesita de noche.
Se las ha arreglado para hacerlo suyo en poco tiempo, las estanterías que
recubren las paredes ya están llenas de premios y galardones, incluso algunas medallas
colgadas de ellos. Me acerco a ellos para poder inspeccionar a todos y cada uno, mis
cejas elevándose con interés a medida que mis ojos escanean los grabados.
Todos son académicos, lo que ya supuse que era el caso.
En su cama hay un edredón básico, pero se ve muy bien, incluso caro. A los
pies de la cama hay un baúl. Todo está limpio y ordenado, a diferencia de mi
dormitorio en casa con su caos desorganizado.
Me dirijo a la ventana para poder mirar hacia el patio trasero, hacia el
parquecito infantil que los dueños anteriores de la casa dejaron atrás. Está viejo y
oxidado y una de las cadenas de los columpios se ha roto y ha caído sin fuerzas al
suelo en un montón.
Solía tener un parque como este en nuestro patio trasero mientras crecía,
cuando era indiferente y libre de preocupaciones. Antes de que empezara a bailar y
hacer gimnasia, antes de que mi madre no me dejara jugar más por miedo a que me
lastimara y ya no pudiera actuar.
Le preocupaba que me rompiera el brazo y no pudiera competir en concursos,
y las cosas nunca mejoraron a medida que crecía; solo se volvió más controladora: tu
madre estereotipada en el escenario, queriendo que su hija sea famosa. No sé qué
diablos pensó que haría con mi vida, pero estar en el negocio del entretenimiento o
ser bailarina profesional ciertamente no era, no es y nunca será mi sueño hecho
realidad.
Ya establecimos el hecho de que solo estoy en el equipo de porristas de la
universidad para poder pagar mis cuentas.
Suelto la cortina, dejándola caer en su lugar antes de regresar a la habitación
de Roman. Mis dedos rozan la parte superior de su tocador, rozando la madera de la
misma manera que rozaron las barandillas. Tiene una bandeja pequeña con cambio
dentro (unos cuantos centavos y algunas monedas de veinticinco centavos) y una púa
de guitarra. Miro alrededor de la habitación y no veo un estuche de guitarra por
ninguna parte, y me pregunto si él consiguió esto de alguna parte o si en realidad toca.
A continuación, mis ojos se fijan en unos cuantos recibos, arrugados y
desechados. Unos lentes de montura negra. Una botella de medicina para la tos.
Y un brazalete.
Un brazalete. 87
91
Roman
Lo que sea, nunca voy a ser su novio, y mucho menos salir con ella, entonces,
qué me importa lo que piense de mí.
Estoy bien siendo su amigo.
Además, acaba de romper con un jugador de fútbol imbécil; claramente ese es
su tipo.
Además, ha renunciado a los hombres y yo entro en esa categoría, ¿no?
Aparto la mirada para darle privacidad.
—Dios mío —gime, chupando un largo fideo en su boca—. Esto debe haber
sabido mucho mejor recién salido de la estufa.
—Fue fantástico.
—Debí haber ido contigo esta noche. ¿Qué van a comer la semana que viene?
—Se ríe, limpiándose la comisura de la boca con una servilleta que ha tomado del
servilletero cercano.
—Uh, por lo general espaguetis, a menos que pida algo diferente.
Ella asiente.
—La gloria.
Como alguien cuya madre estaba en casa la mayoría de los días después de la
escuela y cocinaba una delicia todos los fines de semana, supongo que puedo dar por
sentado el hecho de que mi madre es una buena cocinera. No puedo recordar la última
vez que no tuvimos una noche familiar el domingo o la última vez que no hizo algo
casero; no tengo que preguntarle a Lilly para saber que ciertamente ese no fue el caso
en su casa mientras creció.
Lilly continúa comiendo, terminando toda la comida eventualmente mientras
solo me quedo allí torpemente. Al final, deja la servilleta sobre la encimera para
indicar que ha terminado de comer, y me sonríe.
—Espero que aún tengas mucho para ti.
—Oh, por supuesto, no te preocupes por mí. Además, hay más de donde vino
eso. —Señalo los contenedores—. Esto es mucho más de lo que puedo comer, y no
me encanta la idea de comer espaguetis desde ahora hasta el próximo fin de semana.
—Entonces, ¿comes lo mismo todos los fines de semana?
101
Retiro su plato mientras ella se sienta allí, lo enjuago en el fregadero y lo pongo
cuidadosamente dentro del lavavajillas para la siguiente carga.
—Sí, es como algo importante. Probablemente debería cortar el cordón
umbilical, pero no apesta tener comida preparada, ¿verdad?
—¿Qué quieres decir con, cortar el cordón umbilical? —pregunta a medida que
me seco las manos en un paño de cocina y luego lo doblo sobre el borde del fregadero.
—Solo que… —A ver, ¿cómo pongo esto sin sonar como un marica gigante?—
. Hum. Mi madre es…
—¿Controladora?
—No. Simplemente… —Agito mi mano, en busca de las palabras correctas—
. No sé, es ama de casa, y supongo que está apegada a mi hermano y a mí. A pesar de
que tiene a la tía Myrtle allí dándole dolores de cabeza y causándole problemas, mamá
actúa como si hubiera perdido una extremidad cuando me fui. —Me encojo de
hombros—. No me matará ir a casa de vez en cuando a cenar, ¿sabes?
Lilly asiente.
—Eso suena bonito. No sé si recuerdas cuando te describí cómo es mi mamá,
pero es prácticamente todo lo contrario. Si fuera a casa, me daría una zanahoria y me
haría practicar volteretas en el césped como postre. —Suspira ruidosamente,
golpeando el vaso de agua con una uña—. Supongo que no todos podemos ganar.
La recuerdo describiendo a su madre a pesar de que han pasado algunos años,
básicamente una madre que intenta controlar todos los aspectos de la vida de su hija.
También recuerdo a Lilly diciéndome que fue a una universidad lo más lejos posible
para escapar de la intromisión constante de su madre.
También tengo familiares entrometidos, pero de una manera completamente
diferente.
Empuja su silla hacia atrás de la isla y se pone de pie.
—¿Necesitas que haga algo? ¿Los platos? Me siento mal porque me
alimentaste después de encontrarme dormida en tu cama.
Así es; casi me había olvidado de eso. De ella encontrando el brazalete y mi
vergüenza por ello.
—No. Dios, no te preocupes por eso. Los platos ya están en el lavavajillas y no
hay nada que limpiar, así que estamos bien. —Miro por la puerta lateral a través del
cristal hacia la noche oscura y miro la hora—. Son más de las nueve… probablemente 102
deberías irte.
—¿Estás intentando insinuar que necesito una buena noche de descanso?
—Quizás. Dormir es mi favorito.
—Pensé que las matemáticas y las ciencias eran tus favoritas.
—Dormir es mi tercer favorito.
Ambos nos reímos y la acompaño hasta la puerta principal, la abro y me apoyo
en el marco.
—Gracias de nuevo. —Se mira los pies y, si no lo supiera mejor, diría que se
siente tímida. Me siento tan torpe en este momento porque es casi como si
estuviéramos en una cita y no estamos seguros de cómo terminarla.
Lo cual es ridículo, obviamente.
—No hay problema. —Me lo recuerdo, así como la razón por la que vino en
primer lugar—. Gracias otra vez por juntar a Humpty Dumpty.
—¿Qué?
¿Ya olvidó su broma?
—Eh, ¿el premio?
—¡Ah! Duh.— Se lleva una mano a la frente y la golpea.
Después de que se haya ido, aún me quedo en la puerta observando hasta que
sus luces traseras rojas desaparecen calle abajo, su luz intermitente indicando un giro
a la derecha. Cierro la puerta lentamente y la bloqueo, volviendo a la cocina para
continuar ordenando de modo que cuando mis compañeros de piso regresen, mis
recipientes sobrantes no estén aún fuera. No dudo ni por un segundo que Jack
devoraría los espaguetis restantes, y no lo culparía si lo hiciera. Esa mierda es
deliciosa.
Lilly
107
Lilly
—¿Por qué?
—Duh, estudio ciencia.
Eso me pilla desprevenida.
—¿Qué, ahora eres Gru, mi villano favorito? ¿Vas a tener un laboratorio
secreto en tu sótano?
—Laboratorio secreto, guarida de hombre, lo mismo, ¿verdad?
Me atrae la idea de una casa con sótano y un hombre con una guarida. Un hogar
feliz con niños cuyos padres no se andan con rodeos y los dejan ser niños.
Suspiro contra el pan de mi hamburguesa.
—Eso fue pesado —observa Roman.
—¿Qué?
—Ese suspiro. ¿Por qué fue? —Mira su reloj al mismo tiempo que pregunta,
probablemente necesitando estar atento a la hora con una clase avecinándose.
Tic-tac.
—Solo yo pensando en cómo podría ser la vida como adulto.
—Ah, ¿sí? ¿Cómo va a ser como adulto? —Suena genuinamente curioso.
—Normal. Con muchas noches de cine con bocadillos y ruidos fuertes. Y
definitivamente un perro.
125
Roman
—Espera, detente. ¿Un viejo trató de hacerse pasar por más joven?
—Sí, y la cuestión es que Rich no parecía tener ni remotamente sesenta y tantos
años. Superaba los setenta.
—¿Entonces qué pasó?
—Ella lo atrapó porque en su primera cita, él la invitó a su casa, y cuando le
dio su dirección, ella hizo una búsqueda inversa y obtuvo su nombre completo. Lo
que elevó su edad.
—¿Que hizo ella?
—Se lo reprochó, pero…— Hago una pausa para ser dramático, subiendo la
rampa para entrar a la autopista—. Fue a la cita.
—¿Qué pasó? —Lilly está pendiente de cada una de mis palabras.
—Bebieron piña colada seguida de cena y vino, y la tía Myrtle terminó
vomitando en la alfombra.
—¡Detente! —grita Lilly, riendo—. ¡No, no lo hizo! ¿Y entonces qué?
—Entonces se desmayó.
Lilly jadea.
—¡No!
—Sí. Se despertó y él se había ido. Se había ido a casa.
—¿Y la dejó allí?
Asiento con la cabeza.
—Sí.
—Ew, qué idiota.
—No creo que haya un límite de edad para ser un idiota. Entonces, después de
eso, comenzó a intentar ponerlo celoso saliendo con un cirujano, bueno, un cirujano
retirado. Rich no mordió el anzuelo, así que se separaron y ella conoció a Dan.
—¿Quién es Dan?
—Dan tiene ochenta y cinco años y toma Viagra.
—¿Como sabes eso?
—Ella nos lo contó en la cena una noche. Mis oídos sangraron todo el día 134
siguiente.
—Ni siquiera puedo creer esto. ¡Incluso yo no salgo tanto! — Lilly se desploma
en el asiento del pasajero—. Esto significa que las citas no mejoran a medida que
envejeces, ¡lo cual apesta!
Y me lo dices a mí.
No es que haya intentado tener citas, aunque…
—Siento que es más fácil para las mujeres que para mí.
Me mira.
—¿Cómo es eso?
—No sé… ¿no es fácil para ti conseguir citas? Los chicos deben invitarte a
salir todo el tiempo, mientras que nadie me invita a salir nunca.
El resoplido de Lilly no es propio de una dama.
—Hay una gran diferencia entre que alguien te invite a salir en una cita real
como una posible pareja amorosa que tiene un potencial a largo plazo y alguien que
te invite a salir con la intención de acostarse contigo. El problema es que es difícil
saber cuál es esa intención hasta que estás sentado con alguien al otro lado de la mesa.
—¿Qué quieres decir?
—Quiero decir, un chico te pedirá una cita, pero lo que realmente quiere decir
es: estoy intentando follarte.
—¿Por qué un chico te llevaría a una cita real si solo está intentando follarte?
—Eso no tiene sentido para mí en absoluto.
—Porque es de mala educación decir «Quiero follarte» en la cara de alguien;
él finge que te está invitando a salir porque en realidad le gustas y podrías importarle,
cuando en realidad ese no es el caso en absoluto. ¿Tiene sentido? Un chico puede estar
en un sitio de citas sin ninguna intención de salir contigo.
—¿No se vuelve costoso tener todas esas citas en las que solo quieres tener
sexo con alguien?
—Uso el término cita vagamente. Principalmente es una bebida, pero no
comida. Así que, ¿eso es una cita? Tal vez, tal vez no. ¿Quieren tragarse una cerveza
y luego llevarte de vuelta a su casa? Casi siempre. —Sus dedos tiran distraídamente
de la correa de su bolso—. Mi primo tiene nuestra edad; una vez me dijo que no hace
citas reales porque es una pérdida de dinero. Solo toma café o una bebida, y a veces
paga la mitad. 135
—¿Pagar a medias? ¿En una primera cita?
—Cierto, porque si tiene tres citas en una semana, y por citas, me refiero a
«sexo», eso se vuelve súper caro.
—Ni siquiera estoy seguro de qué decir.
—Si, igual. —Está mirando por la ventana ahora al lago por el que conducimos,
las luces brillantes de las casas de la costa se reflejan en el agua a medida que
pasamos—. Esto es tan bonito.
—No estamos lejos, diez minutos más.
Como si fuera una señal, su estómago gruñe y se ríe.
—No escuchaste eso.
El mío también gruñe.
—Mi estómago gruñendo cancela tu estómago gruñendo.
—Acordado. —Hace una pausa—. Hombre, espero que haya pan de ajo,
aunque apestaré durante unos días después de comerlo.
—Todavía estás atrapada en la idea de que el ajo te hace apestar, ¿eh?
—Claro que sí. Ajo, cebolla, alcachofa, cebollín, lo que sea. Ninguna cantidad
de desodorante ayuda, y no tengo idea de por qué te digo esto. Vas a pensar que soy
repugnante.
Creo que Lilly es muchas cosas, pero repugnante no es una de ellas.
Probablemente huele a rosas y sol la mayor parte del tiempo, y nada puede
convencerme de lo contrario.
—No creo que seas repugnante —le digo con una sonrisa, entrando en los
límites de la ciudad del pueblo donde crecí, deteniéndome en una esquina cerca de la
escuela secundaria.
—¿Es ahí donde fuiste a la escuela secundaria?
—Sí.
—¿Cómo estuvo?
—Estuvo bien. —Giramos a la derecha en el siguiente semáforo—. Estudiaba
mucho, así que no era muy social. Probablemente no como tú.
Supongo que era muy popular como animadora y todo eso. Lilly es tan 136
extrovertida en comparación con mi personalidad introvertida. Ella baila y anima
frente a una multitud de miles de personas, mientras que yo paso la mayor parte de mi
tiempo en un laboratorio con gafas.
El típico empollón.
—No sé sobre eso. Soy uno de esos extrovertidos introvertidos, ¿sabes a lo que
me refiero? Preferiría estar en casa acurrucándome que afuera gritándole a la gente,
rah, rah, rah, y todo eso. Me he visto obligada a salir de mi caparazón a lo largo de los
años, aunque no por elección. No siempre.
—Eso tiene sentido. En los últimos años, si tengo una exposición, un debate o
un campeonato en el que tengo que defender una tesis para obtener una beca o una
subvención, he tenido que obligarme a ser más extrovertido. De vez en cuando incluso
he practicado frente al espejo, discursos y cosas por el estilo.
—Puedo verte haciendo eso. —Su sonrisa es cálida cuando me mira.
—Cuando estaba en Gran Bretaña, dirigí un grupo de estudio y todas las
semanas me puse en marcha con iniciadores de conversación. Fue un gran desafío
para mí debido a mi timidez; a menudo tenía que buscar preguntas en Google porque
nunca podía encontrar ninguna por mi cuenta. —Me rio del recuerdo.
No es fácil ser un académico que prefiere realizar pruebas y experimentos que
conversar con un grupo de personas.
Afortunadamente, esas personas estaban en el mismo barco que yo, sin
importarles socializar. Nuestros puntos en común eran lo que nos entusiasmó: otros
apasionados por su tesis o estudios de posgrado se iluminaban como un árbol de
Navidad cuando discutían cualquier avance científico que hubieran descubierto.
De lo contrario, esos grupos eran incómodos como el infierno.
Me aclaro la garganta.
—Esta conversación es demasiado perspicaz y profunda para ir a la cena de
lasaña. —Mis manos agarran el volante con más fuerza.
—Eso no es cierto, me encanta escucharte hablar sobre tus experiencias. Las
mías son aburridas.
—¿Aburridas? ¿Cómo puedes decir que animar en un estadio es aburrido?
—No es tan emocionante como todos piensan que es. Por ejemplo, siempre
estoy preocupada de que voy a estar fuera de tiempo, la única imbécil en el campo
arruinando la rutina. 137
No tengo idea de cómo esta mujer consigue más citas que yo.
Es bajita, la mesa llega a la mitad de su pecho, los hombros ligeramente caídos
por la vejez.
Sus labios arrugados de color rosa intenso se abren.
—Ahí está. Finalmente. Pensé que me iba a morir de vieja por esperar, no de
hambre.
Se ríe y choca los cinco con mi hermano, las muñecas tintineando con
brazaletes brillantes.
—Sí —repite Alex—. Pensamos que íbamos a morir de viejos.
Dios.
—Todos, esta es Lilly. Lilly, ese es mi papá. Mi papá se pone de pie y se inclina
para estrecharle la mano—. Y la tía abuela Myrtle, y mi hermano Alex.
Lilly saluda con la mano alrededor de la mesa, sentada en la silla que mi madre
ha sacado para ella.
—Hola a todos. Muchas gracias por la invitación, me encanta la lasaña.
—Bueno, ¿no eres una cosita linda? —comienza la pequeña tía Myrtle—. Por
favor, dime que no estás tramando nada bueno con mi sobrino. Estábamos empezando
a preocuparnos de que nunca tendría otra novia.
—En primer lugar, poco importa si alguna vez tengo otra novia. O una relación,
eso no es…
Mi madre me interrumpe.
—Por favor, tía, estamos aquí para tener una buena cena. Es demasiado pronto
para acosarlo antes de que hayamos probado un bocado. —Recoge el pan de la mesa
y comienza a pasar la cesta a la derecha—. ¿Estás intentando asustarla?
Mi tía abuela gruñe y nos mira mal a Lilly y a mí.
—En mi época, ya se habrían casado con un bebé en camino.
—Tía. Por favor. —Mamá aprieta los dientes.
—Solo digo —dice mientras mi hermano coloca cortésmente una rebanada de
pan de ajo en su plato y luego le pasa la canasta a papá—. Tuve muchos pretendientes
cuando tenía tu edad. —Sorbe agua de su vaso, los brazos tiemblan un poco cuando
agrega—: Incluso deje que algunos sumerjan su mecha antes de casarme con mi 140
primer esposo, Ralph… lo cual no se hizo. —Guiña un ojo—. Yo era sexualmente
positiva incluso en el pasado.
Papá tose.
Mi madre gime.
A mi lado, Lilly se echa a reír.
—Esa es una frase de la que nunca he oído hablar: mojar la mecha. —Su cabeza
se inclina y se ríe un poco más—. Estoy segura de que lo usaré en una oración más
tarde.
La tía Myrtle asiente con aprobación.
—Por fin. Alguien que aprecia mi sabiduría.
—Yo no llamaría a eso sabiduría —dice papá con buen humor.
Por lo general, es súper tranquilo en lo que respecta a mi tía; quiero decir, ¿qué
opción tiene? La pequeña potencia de una mujer vive en su habitación de invitados y
llama la atención de todos las veinticuatro horas del día.
El hombre tiene la paciencia de un santo.
—Espero que te guste la lasaña. Hay suficiente para toda una familia. —Mamá
levanta la cazuela y comienza a cortar rebanadas gruesas y gigantescas del plato de
pasta al horno.
—Esta es una familia entera —le recuerda sarcásticamente mi hermano.
—Alex, no le respondas a tu madre —dice mi padre con severidad, lanzándole
una mirada de advertencia a través de la mesa, sin perder el ritmo.
Por alguna razón, mi hermano piensa que está por encima de la ley cuando está
sentado junto a la tía Myrtle, como si la pequeña duendecillo anciana fuese a
protegerlo de meterse en problemas cuando abre la boca. ¿Lo que supongo que es
cierto muchas veces? Pero solo cuando se trata de mi madre: papá es una historia
completamente diferente y no le importa castigar al niño cuando se lo merece,
independientemente de dónde ocurra la ofensa. Como en la mesa de la cena con un
completo extraño.
Cada uno de nosotros nos turnamos para entregar nuestros platos a mi madre
mientras nos sirve lasaña, que todavía está muy caliente del horno y humeante. Tiene
mucho queso y está llena de salsa de carne: pura perfección. También uno de mis
favoritos. Aunque, como Lilly, no discrimino entre alimentos.
141
Comeré casi cualquier cosa.
—¿Roman te dijo que vivía en Londres el semestre pasado? —pregunta mamá
después de volver a tomar asiento—. Es muy inteligente, prácticamente un genio.
Me sonrojo, sabiendo que esto no es cierto. No estoy ni cerca del nivel de genio,
aunque tengo un coeficiente intelectual muy alto y un gran promedio de calificaciones
acumulado.
—Mamá, no quiero hablar de la escuela.
Deja su tenedor.
—Bueno, hiciste otras cosas en Inglaterra mientras estuviste allí, ¿no? ¿Por qué
no le hablas de esas cosas? Háblale de jugar al squash.
Lo último que necesito es que mi madre haga de casamentera frente a toda mi
familia inmediata. Dios, es vergonzoso la forma en que está intentando venderme y
hacerme quedar bien frente a Lilly.
—De hecho, sabía que estudió en Londres. —Lilly me sonríe dulcemente—.
También sabía que es muy inteligente, pude ver su trofeo. —Hace un pequeño
movimiento de cabeza nervioso—. Lo siento, me refiero a su premio, ¿el premio que
recibió cuando le concedieron la beca para estudiar en el extranjero? Es tan
impresionante. Creo que parece un Grammy. —Se ríe.
—Se me cayó —les digo a mis padres—. Se rompió y Lilly lo arregló.
—¿Se rompió? —Papá hace una pausa antes de tomar un bocado de comida—
. ¿Qué quieres decir con que se rompió?
Me encojo de hombros, poniendo un bocado de lasaña en mi lengua. Mastico.
Trago.
—Estaba en una caja cuando me mudé, y esa caja se cayó.
Mamá jadea. Se tapa la boca con las manos.
—¡Roman, no! ¡Oh no, cariño, trabajaste tan duro para eso!
Me encojo de hombros.
—Trabajé duro por la beca, no por el premio. —Mirando a Lilly sentada a mi
lado, sonrío—. Además, Lilly me lo arregló.
—¿Lo hizo? —Mamá mira entre Lilly y yo—. ¿Cómo? 142
Saco mi teléfono del bolsillo trasero de mis jeans, hojeo mi galería de fotos y
selecciono una instantánea del premio ahora brillante cubierto de cristales.
Lo ofrezco para que mamá pueda verlo.
Se inclina hacia adelante para ver mejor mi teléfono. Levanta las cejas. Las
frunce.
Su boca se abre.
Puedo ver que está horrorizada, pero es demasiado educada para decir algo
grosero frente a Lilly.
—Que agradable.
Le muestro a papá.
Él no es tan sutil.
—¿Qué, en el nombre de Dios?
Tomo mi teléfono con una risa y lo meto de nuevo en mi bolsillo.
—Quiero ver —se queja Alex en voz alta con pan en la boca.
—Demasiado tarde. —Le sonrío y, de repente, ambos actuamos como de doce.
Lilly felizmente come de su cena, mastica, traga y explica.
—Así que yo estaba allí cuando dejó caer la caja, y todos escuchamos cómo se
estrellaba, sus compañeros de piso y yo. Soy la mejor amiga de su compañera de piso,
Eliza, ella y yo éramos compañeras de piso el año pasado. De todos modos, todos
estábamos sentados allí cuando Roman entró en la habitación y, por alguna razón, la
caja se le cae de las manos. Vi que tenía escrito FRÁGIL en los cuatro lados, y
pudimos escuchar las piezas… literalmente escuchar cómo se rompían. —Mastica,
mastica. Traga—. Fue tan triste que me quería morir.
Las cejas de mi madre se levantan.
—Me levanté de un salto y miré dentro de la caja, y uf, pobre Roman. —Cuelga
su cabeza en fingida tristeza—. Me encanta hacer manualidades y no puedo hacerlo
muy a menudo, así que pensé que si no podía arreglarlo, al menos podría animarlo,
¿saben?
Mis padres la miran como si un extraterrestre se hubiera apoderado de la
conversación de la cena. 143
—Se ve tan genial.
—Se ve muy bien —estoy de acuerdo felizmente—. Diferente pero genial.
Lilly se ríe.
—Utilicé una botella entera de pegamento con brillantina. Quiero decir, son
botellas pequeñas, pero eso solo muestra lo mal que estaba la cosa.
La cosa.
Mi madre palidece.
La tía Myrtle ulula como una gallina vieja.
—¡Loretta, deberías ver tu cara!
—¡Quiero ver! —repite mi hermano, sonando como un loro que solo sabe una
frase.
—Alex, come tu cena y deja de interrumpir. —Esto de papá.
—El premio es espléndido. Lo puse justo en el centro de mi estantería.
—Espléndido —dice Lilly, mirando alrededor de la mesa a mi familia, su nariz
respingona se arruga como si fuera linda—. ¿No les encanta cuando usa ese tipo de
palabras para describir cosas?
Mamá tiene una mirada perdida en sus ojos como si Lilly acabara de llamar a
su hijo mayor el chico más atractivo de toda la tierra.
Ella necesita parar.
—¿Cuándo empezaron a salir ustedes dos?
—Salir, ¡ja! —El lápiz labial rosa fuerte de la tía Myrtle ha migrado a sus dos
dientes frontales, el resto prácticamente se ha ido del secado ocasional de la servilleta
de lino contra su boca para quitar la salsa de pasta, lo que lo convierte en una vista
interesante—. Lo que ustedes niños hacen en estos días no es tener citas. Todos se
ponen manos a la obra antes de saber el apellido de la otra persona.
—Tía Myrtle, eso no es cierto. —¿Por qué estoy defendiendo a mi generación?
Es mayormente cierto. La gente en estos días tendrá relaciones sexuales con alguien
y ni siquiera sabrá su nombre, y mucho menos el apellido.
—¿Cuál es el apellido de la niña?
—En primer lugar, tía, su nombre es Lilly, no niña. 144
148
Lilly
—¿Sí?
—Gracias por traerme a casa contigo esta noche y por alimentarme. Eso fue
muy amable de tu parte. No tenías que invitarme.
—Sé que no tenía que invitarte, quería hacerlo. —Se queda en silencio durante
unos segundos—. Gracias por tolerar a mi extraña familia.
—¿Extraña? son geniales Desearía que mi familia fuera la mitad de única.
—¿Esa es tu forma educada de decir raros?
—No, en realidad creo que son increíbles. Especialmente tu papá, él realmente
se lleva bien con los golpes, ¿no es así? Puedo decir que nada lo desconcierta.
—Ya no —me dice—. Solía estar un poco más nervioso debido a su trabajo,
pero se ha relajado mucho en los últimos años. Mi tía abuela tiene un estilo que saca
lo mejor de las personas. Creo que mi papá simplemente aprecia el hecho de que todos
estamos sanos y vivos.
—¿Cambió todo eso después de la muerte de tu abuela?
—Sí, el gran cambio ocurrió después de la muerte de mi abuela. En realidad,
nadie quiere mudarse con sus parientes mayores, pero mis padres han sido geniales
porque la tía Myrtle solía vivir con mi abuela, así que puedes imaginar lo sola y triste
que estaba después de su muerte. Perdió a su mejor amiga y se volvió loca, saliendo
y acostándose con todos estos viejos para llenar ese vacío. Así que también es muy
bueno para ella estar en nuestra casa.
—Debe haber sido difícil para ti mudarte, ¿eh?
Puedo sentirlo asentir a mi lado.
—Sí. Sentí un gran sentido de obligación, pero sabía que tenía que pasar
eventualmente, y nunca es un buen momento para hacer un gran cambio, así que tuve
que saltar con ambos pies y hacerlo.
Es valiente. Sé que tuvo que enfrentarse a sus padres para mudarse; no puedes
hacer un movimiento audaz como ese sin apoyo: Roman ahora vive en una casa, lo
que requiere dinero para el alquiler y su parte de los servicios públicos, además de
alimentos y muebles.
—Obviamente, mi madre no quería que me mudara; se ha vuelto un poco
demasiado dependiente de mí en los últimos años, contando conmigo para tomar el
relevo en cuanto al cuidado de mi hermano y ahora cuidando a la tía Myrtle, que puede 161
ser tan un dolor en el culo.
Dice todo esto con una risa graciosa.
—Me imagino que eres realmente útil. Tampoco me gustaría que te mudaras.
—Supongo… pero no pueden mantenerme joven para siempre. Eventualmente
tuve que crecer.
Tan verdadero.
—Crecer apesta.
—Ser adulto apesta. —Se ríe.
Me pongo de espaldas y hablo hacia el techo.
—Oye, ¿a quién llamas adulto?
—A nosotros no.
Mientras suspiro y bostezo, mis ojos se cierran.
—Buenas noches, Roman. —Muevo mi mano sobre el edredón y busco la suya,
con los dedos tocando la carne de su brazo.
Sin decir palabra, entrelaza sus dedos con los míos.
—Buenas noches, Lilly.
162
Roman
—Solo así.
—¿Eso es todo?
No quiero abrir la boca e involucrarme, y por lo que parece, no tengo que
hacerlo. El tipo se está rindiendo más rápido de lo que puedo decir Beca Cambridge
Stein.
—Sí. ¿Por qué, tenías algo que querías decir?
Kyle mira de un lado a otro entre nosotros dos, mira su brazo alrededor de mi
cintura y la forma en que casualmente deslizo el mío alrededor del suyo. Es tan
pequeña que cabe justo debajo de mi axila cuando la acerco.
Espero más confrontación de Kyle; me puse jeans reales para correr aquí esta
noche. Los pantalones de chándal y los argumentos no encajan bien. Será mejor que
reduzca mis expectativas y encierre mi ingenio ahora que Kyle está parado frente a
mí, aparentemente retrocediendo ante cualquier tipo de pelea.
—¿Cuánto tiempo han estado juntos? —quiere saber, todavía no se va—. Él
no se parece a tu tipo habitual.
—¿Cuál es mi tipo habitual? —pregunta ella.
—Popular y genial.
¿Popular y genial? Me rio, echando la cabeza y el cabello hacia atrás. ¿Qué
estamos, en la escuela secundaria?
¿A quién le importa una mierda la popularidad a esta edad?
A este chico.
A este tipo le importa una mierda la popularidad, y por un breve segundo, me
pregunto qué tipo de oportunidad tiene un tipo como yo con una chica como Lilly que
sale con idiotas como este.
Puede que sea grande, pero es obvio que Kyle Gordeski es inofensivo.
Lilly le resopla antes de que tenga la oportunidad.
—Mi tipo realmente no es asunto tuyo —le dice Lilly con la barbilla levantada.
—Acabamos de romper.
Sus argumentos son espantosos y, francamente, estoy teniendo vergüenza de 170
segunda mano en su nombre.
—Me engañaste con tantas chicas que perdí la cuenta. Así que no seas
hipócrita.
Se vuelve rojo brillante, y dudo que sea por el alcohol que sostiene en el vaso
de plástico. Me mira, estudiándome. Me pregunto qué está pasando por su mente
mientras mira fijamente al tipo nerd con su exnovia; ciertamente no es una escena de
Revenge of the Nerds, pero tal vez eso es lo que estaba anticipando.
Kyle está mucho más tranquilo. De hecho, lo felicito por no discutir más.
Como si fuera una señal, una chica se acerca y lo toma del brazo, intentando
arrastrarlo. Tiene el cabello largo y las tetas grandes y lleva una falda más corta que
la de Lilly.
—Vamos, Kyle, vamos a empezar un juego de beer pong.
Él la sacude con una maldición.
—Jesucristo, Kami, estoy en medio de algo.
La chica hace pucheros.
—Dijiste…
—Guau. —Oigo a Lilly chasquear la lengua—. Este momento no podría ser
más perfecto, ¿verdad? Será mejor que te vayas, Kyle, tienes un juego de beer pong
para jugar con Kami, y estás matando mi entusiasmo. Quiero pasar tiempo con mi
novio.
Kyle duda, inseguro. Sin querer alejarse, dándole un último esfuerzo.
—Lilly, yo… lo siento mucho.
—He seguido adelante. —Su agarre se aprieta en mi cintura. Aprieta los
dedos—. No te preocupes por mí, estoy genial.
¿Lo está, sin embargo?
Si estuviera genial, no me habría enviado un mensaje de texto para que viniera
esta noche, ¿verdad? Puede que no sepa mucho sobre mujeres, pero sé lo suficiente.
Kyle se encuentra allí, con una cerveza en la mano, mirando a Lilly, luciendo
un poco… enfermo. Arrepentido.
Un sentimiento que sentiría si dejara escapar a una chica como ella. 171
Eh.
Si engañara a una chica así.
¿Qué clase de idiota de mierda hace una cosa así? ¿Engaña a una chica como
Lilly? Ella es…
Un tesoro.
El tipo de chica que llevas a casa con tu madre.
El tipo de chica que no piensa que tu extraña tía abuela es rara, que piensa que
tu papá es gracioso y que tu hermano es encantador.
Ese es el tipo de chica a la que Kyle engañó.
—Adiós, Kyle. —El tono de Lilly implica «Vete y lárgate de aquí» sin decir
las palabras «Vete a la mierda».
Él cede, mordiéndose el labio inferior mientras le da una última mirada.
Una última mirada cuando se pone de puntillas, presionando su boca contra la
mía, envolviendo sus brazos alrededor de mi torso.
Me besa, sus manos se entierran debajo del dobladillo de mi gruesa sudadera
con capucha, sus dedos rozan la cintura de mis jeans.
Me estremezco, mi cuerpo se estremece.
Me hace cosquillas pero no, el contacto de sus palmas en mi piel. Inesperado y
desconcertante.
He besado a chicas antes, obviamente lo he hecho, si Britney y las chicas del
campamento de ciencias cuentan, recuerdo que fue descuidado y descoordinado con
un montón de torpezas.
Ah, y frenillos.
La boca de Lilly no es descuidada ni descoordinada y no tenemos frenos. Ya
no.
Abro la boca y su lengua se encuentra con la mía, tentativamente al principio.
Mierda, estoy besando en una fiesta.
En público.
Otra novedad para mí este año.
Los labios de Lilly son suaves y su lengua es exploradora, dudando en 172
empujarse dentro de mi boca. Nada de este momento me parece muy parecido a la
zona de amigos, pero no voy a dispararme en el pie alejándome y diciéndoselo.
Mis manos rodean la cintura de Lilly; la atraigo hacia mí, levantándola hacia
mí, manos deslizándose por su trasero por voluntad propia y luego apretándolo.
Su mano se desliza por mi pecho y mi cara, ahuecando mi mejilla en tanto me
besa, con la cabeza inclinada para que nuestras narices no se choquen.
—Lilly —susurro a medida que retrocedo, alejándome un poco.
—¿Mmm?
—¿Estás borracha?
Retrocede, aturdida, los labios hinchados y ya no tan brillantes como cuando
salió de la casa.
Está frunciendo el ceño.
—No, no estoy borracha, ¿por qué me preguntas eso?
Porque normalmente no me besarías. Porque presionaste tus senos contra mi
pecho. Porque no estamos saliendo y estamos en una fiesta de tragos y ¿puedo
recordarte que me besaste?
No digo ninguna de estas cosas; suena insultada por mi pregunta y parece
herida.
Mierda.
—Yo solo… —extiendo mis manos ampliamente, con las palmas hacia arriba
ahora que ella se alejó completamente de mí, dejando que mi cuerpo siguiera
tarareando y zumbando.
Me encojo de hombros débilmente.
—No te besé porque estoy borracha, Roman. —Levanta su vaso, su vaso lleno,
y me lo presenta, moviéndolo de un lado a otro. El líquido del interior chapotea—.
Tengo un trago, pero apenas he estado bebiendo. Una vez que vi a Kyle al acecho
desde el otro lado de la habitación, perdí mi entusiasmo por estar aquí. Quería irme
pero no quería molestar a Eliza.
Eso tiene sentido.
—Entonces, ¿por qué me besaste?
—Porque… no lo sé. 173
¿Porque Kyle está allí mirando? Odio dejar que mis inseguridades saquen lo
mejor de mí, pero aquí es donde mi mente se dirige directamente. Lo he visto en las
películas suficientes veces para saber que ella estaba intentando sacárselo de encima
al representar cualquier sentimiento real por mí, cualquier atracción real. Está bien.
Estoy aquí para eso.
Soy su amigo
—Ahh.
¿Fue falso el beso aunque se sintió real?
No lo sabré a menos que pregunte, y preguntar está fuera de discusión.
No tengo las bolas para eso, no ahora mismo.
—¿Qué es lo que quieres hacer? ¿Quedarte o irte?
—Irme. Quiero irme.
—¿Casa?
—No, quiero acurrucarme en tu cama y ver películas… ¿está bien?
Trago.
—Por supuesto que está bien. —Porque para eso están los amigos: calmar y
apoyar. Está preocupada por la presencia de su exnovio y es mi trabajo hacerla sentir
mejor.
174
Lilly
Sigo diciéndome a mí misma que quiero estar sola y sin ataduras, sin embargo,
la onda expansiva que atravesó mi cuerpo cuando estaba besando a Roman dice lo
contrario.
¿Qué fue eso? Claramente, me han besado antes. Honestamente, me han besado
mucho; hubo un tiempo cuando era más joven cuando pensaba que el contacto físico
significaba que alguien me amaba, así que salí con muchos chicos y mis labios no son
ajenos a esa atención.
La diferencia es que nunca he sido amiga de alguien antes de besarlo, ni he
besado a un chico sin su permiso.
Oh, Señor, ¿y si no le gustó?
¿Y si se ofendió?
¿Y si se siente violado?
Todas estas preguntas pasan por mi mente mientras me quito el rímel de las
pestañas, el horror de mis pensamientos está causando estragos en mi estómago.
Apoyando mis manos en el mostrador, me inclino hacia adelante, respirando
con dificultad. Tendré que decir algo cuando vuelva a entrar en ese dormitorio, ¿no?
¿Pero qué?
¿Cómo voy a disculparme por tomarme libertades?
Argh.
Pospongo las cosas, aplico loción, cremas y tónicos que normalmente no usaría
para perder el tiempo, avergonzada de volver a la habitación con Rome. También es
demasiado tarde para empezar una película en la sala de estar. Sé que Eliza y Jack
estarán en casa en unas pocas horas; no quiero que se sientan obligados a quedarse
abajo viendo la televisión conmigo.
En el armario de mi amiga, busqué un par de pantalones cortos de dormir de
algodón y una sudadera; es un atuendo de noche apropiado, pero de alguna manera
me hace sentir desnuda. Sobre eso, una túnica gruesa. El clima está cambiando y hace
frío fuera. A mi ex compañera de cuarto le encanta el frío dentro de la casa, así que
eché un vistazo al termostato solo para encontrarlo a 18 grados.
Brr.
Mucho mejor para acurrucarse, querida.
No voy a abordar el hecho de que podría haber ido a mi propia casa, sino que
vine aquí, no para esperar a Eliza y Jack, sino a casa con Roman. 176
¿Es extraño que encuentre consuelo en él? ¿Que me hace sentir segura?
Ya no lo considero un extraño; he pasado suficiente tiempo sola en su presencia
para saber que es un ser humano maravilloso que se preocupa por su familia y por mí.
Impulsivamente, quería saber cómo se sentían sus labios, y es posible que haya
arruinado la base que hemos puesto.
Apago la luz del baño y regreso por el pasillo hasta la habitación de Roman.
Lo encuentro hojeando los canales de su televisor cuando entro, completamente
vestido en pijama. Mis ojos escanean la habitación, notando una pila de ropa, sus jeans
y lo que parecen pantalones de chándal y una sudadera con capucha, al lado de la
puerta del armario.
—Hola. —Me siento cohibida, arrastrando los pies en la habitación más lejos.
Hay una luz encendida en la mesita de noche, pero la habitación está en penumbra,
apagada para dormir.
Él me mira antes de que su mirada regrese a la pantalla del televisor, su pulgar
presionando el control remoto.
—Hola.
No tengo idea de qué hacer conmigo misma; tal vez venir aquí fue un gran
error. Habría sido mejor irme a casa, podría haberme distanciado de Roman en lugar
de meterme de cabeza en el error que cometí esta noche.
Besándolo.
Argh, la mirada en su pobre rostro.
Debe odiarme.
¿Debo sentarme o debo quedarme de pie? ¿Debería sentarme en el suelo o sería
ridículo? Ya me he acostado con él en la cama, y he estado en la cama dos veces.
Obviamente está esperando que me deje caer a su lado o no estaría en el otro
extremo…
Haz un movimiento, Lilly, estás haciendo las cosas raras.
Antes de sentarme, me quito la bata y me subo a la cama con mi pijama
prestado, las piernas golpeadas por el aire fresco. No hay una manta para acurrucarse
en ninguna parte, así que retiro las mantas y me meto debajo. Las sábanas son frescas
pero suaves, de lino blanco fresco.
177
Brillante.
Apuesto a que Roman es el tipo de persona que lava su ropa de cama
regularmente, que es más de lo que puedo decir del resto de la población masculina
en los campus universitarios. Es más maduro que nadie que haya conocido, tanto
hombres como mujeres.
—Brr. —Me estremezco, mis pies bailan un poco donde nadie puede verlos—
. Tanto frío.
Sonríe pero no dice nada, y mi estómago cae.
Inhalo una respiración profunda, dejándola salir lentamente.
—Roman, solo quiero… disculparme por esta noche.
Deja el control remoto y se vuelve hacia mí, su expresión es de seriedad.
—No tienes que disculparte por sentirte asustada, Lilly.
¿Asustada? No. En absoluto a lo que me refiero.
Lo intento de nuevo, retorciéndome las manos bajo las sábanas.
—Quiero decir… Me disculpo por, hum. Besarte así. Lo siento si te hizo sentir
raro, no debería haberte emboscado.
—Entiendo por qué lo hiciste, sé que debe darte una sensación de seguridad
tener un nuevo novio para mantener al viejo lejos de ti.
—¿Crees que quería que fingieras ser mi novio?
El pensamiento me da una pausa mientras lo miro fijamente, parpadeando
rápidamente.
¡El horror! ¿Pensó que quería que se hiciera pasar por mi novio?
Hum.
No se me pasó por la cabeza en ese momento, pero ahora que lo ha hecho,
podría salir de fiesta sin tener que lidiar con Kyle husmeando alrededor de mi falda si
tuviera un nuevo novio.
—¿No es esa la razón por la que me besaste?
No. Esa no es la razón por la que lo besé, pero estoy demasiado avergonzada
para admitirlo; lejos de mí hacerle cambiar de opinión.
Besé a Roman por varias razones, pero ¿pretender que era mi novio? Ninguno
de ellas. 178
Duh. Por supuesto que sí. No quiero que me lleve a casa, y tampoco quiero
caminar a casa, pero aquí estoy siendo irrazonable, poniéndome los zapatos en la
puerta sin opción de regresar a menos que quiera dar la impresión de ser, bueno…
irrazonable.
Lo que soy.
¡Maldita sea!
En primer lugar, nunca debí haber iniciado la discusión, debí dejarlo estar, debí
acostarme en la oscuridad y mantener la boca cerrada.
Mientras me abrocho la correa de mi segundo zapato, coloca su mano en mi
hombro, el cálido calor llega a mi corazón.
—Lilly. No te vayas. —Su voz es tranquila—. Quédate. Volvamos arriba y
hablemos de esto. Ninguno de nosotros quiso decir nada con eso.
No se equivoca, por supuesto. Toda la conversación se nos escapó de las
manos; no estaba intentando usarlo antes y él lo sabe, y quiero volver arriba donde
hace calor y puedo acurrucarme en su cómoda cama.
Roman es mi amigo.
No quiero pelear con él, y no hay una razón lógica para hacerlo. Se supone que
debes resolver las cosas, ¿verdad?
—Lilly.
Suelto el zapato que pretendía ponerme y cae al frío suelo de baldosas.
—De acuerdo.
—¿De acuerdo?
Asiento, inclinándome para desabrochar la otra cuña, observando cómo se
desliza junto a su pareja.
—Tengo que llamar a mi entrenadora y registrarme para el toque de queda esta
noche de todos modos, lo haré muy rápido si no te importa. Entonces podemos hablar.
La entrenadora no responde, así que le envío un mensaje de texto con una foto
mía en la cocina vacía con una marca de tiempo antes de seguir a Roman de regreso
al segundo piso y a su habitación. Me mantiene abierta la puerta como un caballero
para que pueda pasar, sentándome en el borde de la cama pero sin subirme como lo
hice antes. Soy reacia a ponerme demasiado cómoda. Tal vez ese ha sido el problema 185
todo este tiempo: mi nivel de comodidad con él. Siento que hemos sido amigos desde
siempre, pero también siento algo más, algo que él no parece entender.
Algo que no parezco entender yo misma.
Eso está bien.
No es que no me hayan rechazado antes o que no le haya gustado a un chico;
ambas cosas han sucedido, pero no recientemente.
¿Me está estereotipando por mi carrera como porrista y el color de mi cabello?
Tengo demasiado miedo de preguntar.
—Creo que comenzamos con el pie izquierdo cuando llegamos a casa —me
dice, sentándose en la silla del escritorio al otro lado de la habitación, girándola para
quedar frente a mí. No sé cuándo se descarrilaron las cosas.
—Probablemente estoy hipersensible —confieso.
—¿Qué quieres decir?
Pienso un poco mi respuesta antes de decir:
—Es un nuevo semestre y he tenido muchos cambios, y para ser honesta, nunca
había tenido un chico que fuera solo un amigo. Supongo que Jack cuenta, ¿pero en
realidad no? No lo conozco desde hace mucho, y es el novio de Eliza… Hubiera sido
raro para mí pedirle ayuda esta noche. Supongo que simplemente… no sé cómo
comportarme con un amigo.
—Si te hace sentir mejor, no tengo idea de lo que hago a diario, y mucho menos
con una chica que también es una amiga. Nunca debí seguir el plan de que lo fingieras
por el bien de mis padres. Eso fue una tontería y me disculpo. No puedo imaginar
cómo te hizo sentir eso cuando acepté.
Ay, el pobre hombre.
—Rome, no tienes que disculparte por pensar en voz alta, de hecho creo que
nos divertiremos mucho fingiendo. —¡Además, obtendrá algo de práctica!
La idea de que él salga con otra persona me llena de un poco de pavor. Pero
esto es lo que hacen los amigos el uno por el otro; se ayudan unos a otros. No es que
crea que lo necesita, pero probablemente podría ganar un poco más de confianza en
sí mismo cuando se trata de la persuasión femenina.
—¿Qué dices? ¿Deberíamos dejar atrás esta noche y simplemente hacerlo?
—¿Hacerlo? —Se ve pálido y traga saliva. 186
Pongo los ojos en blanco.
—Ya sabes, lo de la relación falsa.
Rome gira en la silla de su escritorio.
—Podría ser divertido.
—Podría ser, nunca lo he hecho. —Nunca tuve que hacerlo; nunca lo había
considerado hasta que lo mencionó esta noche—. Y lamento que esta noche haya sido
un espectáculo de mierda. No estaba pensando cuando te envié un mensaje de texto,
solo estaba pensando en mí.
—Para eso están los amigos. No es como si estuviera haciendo algo.
—Estabas estudiando. —Sus calificaciones son importantes para él,
aparentemente mucho más que las mías para mí, y tal vez si fuera a menos fiestas y
abriera más libros de texto, no estaría en una posición en la que me sentiría atrapada.
Se me pasa por la cabeza sugerir varias reglas para esta nueva aventura, pautas,
pero es tarde y parece que ninguno de los dos está pensando con claridad.
Roman parece exhausto; Estoy exhausta.
Estoy cansada, malhumorada y sigo exagerando. Lo mejor para mí es una
buena noche de descanso. Tengo que levantarme a las seis de la mañana para practicar;
mañana hay un partido en casa al mediodía, así que será continuo desde el momento
en que abra los ojos.
Su cama es mucho más acogedora que la mía. Tuve la mejor noche de sueño la
última vez que estuve aquí.
Roman finalmente se levanta de la silla del escritorio y se acerca a la cama.
Duda un poco antes de meterse debajo de las sábanas.
—Me alegro de que hayamos superado esto —digo en voz baja.
—Todo un malentendido. Las cosas suceden cuando las personas están
estresadas, y encontrarse con un ex es estresante.
—Lo fue.
Estoy de lado frente a él, las luces aún encendidas.
Examinando la habitación, mis ojos se fijan en el premio que reparé para él.
Levantándome, cruzo para pararme frente a él, con los dedos trazando
cuidadosamente a lo largo del borde donde está su nombre. Donde estaba su nombre.
Es una pena. 187
—Síp. Quieren que tenga éxito, pero también hablan de equilibrio. —Su pulgar
lentamente comienza a acariciar la parte inferior de mi palma mientras habla.
—¿No crees que tienes un buen equilibrio?
—Me quedé esta noche porque estaba obsesionado con el proyecto de
ingeniería cuando podría haber salido con mis amigos; a eso lo llamaría equilibrio
trabajo-vida de mierda.
Verdad.
—La buena noticia es que siempre hay espacio para mejorar, ¡y terminaste
saliendo de todos modos! —Resquicio de esperanza.
—Pero no lo habría hecho si no me hubieras necesitado.
También cierto.
—Te necesitaba. —Además—: Quería que estuvieras allí para empezar.
—¿Lo hiciste? ¿Por qué no lo dijiste?
De alguna manera lo hice, simplemente no prestó atención a mis súplicas. Me
encojo de hombros, aunque estoy en posición de dormir.
—Porque estabas decidido a quedarte en casa. No es mi lugar presionarte para
que hagas lo que claramente no quieres hacer. Además, no a todo el mundo le gustan
las fiestas, y pensé que tú eras una de esas personas. Estabas miserable esa noche que
nos conocimos hace tres años.
—Esa es una evaluación válida.
Evaluación válida.
Me rio de su formalidad, mordiéndome el labio inferior.
Es tan adorablemente inteligente.
Nuestras manos están entrelazadas ahora y no sé cómo llegaron a estar así, pero
sus dedos están entrelazados con los míos, lo que hace que mi corazón lata
violentamente dentro de mi pecho. No estaba latiendo tan salvajemente cuando lo
besé, pero puedo sentir cada pulso. Cada ritmo.
Se siente como si estuviéramos demasiado separados, en una isla, no es que me
atreva a acercarme más; no quiero acosarlo o hacerlo sentir incómodo o sobrepasarme
de ninguna manera. Ya lo hice, y mira a dónde nos llevó. 189
—Debería apagar las luces para que podamos dormir —finalmente murmura,
rodando hacia la puerta. Su largo brazo se estira tanto como puede y apaga el
interruptor, dejándonos en la oscuridad.
Sorprendentemente, reubica mi mano y la agarra de la forma en que lo hacía
antes.
Me estremezco.
—¿Tienes frío?
Algo así, pero en realidad no. Pero no voy a decirle eso. En cambio, digo:
—Sí, solo un poco. Probablemente debería haberme puesto pantalones y
también: no haber salido.
De verdad, me vendría bien un abrazo.
—Si quieres acercarte para calentarte, puedes hacerlo. El calor corporal es la
defensa de la naturaleza.
No necesito más invitación.
—No se puede discutir con la ciencia. —Me rio a medida que me acerco a él
en la cama, rodando en sus brazos abiertos, acurrucando mi trasero contra su frente.
No muevas tu trasero en su basura, no muevas tu trasero en su basura…
Es más fácil decirlo que hacerlo; soy una coqueta natural. Además, me gusta
Roman como ser humano y como amigo. Es atractivo y adorable y ¿quién podría
resistirse a esa combinación?
—No estoy seguro de dónde poner mis manos. —Se ríe suavemente en mi oído
después de un tiempo, enviando más escalofríos por mi espalda.
—Puedes ponerlas a mi alrededor, no te morderé. —Han pasado años desde
que cucharé o me cucharearon. Los brazos de Rome se mueven tentativamente desde
donde los estaba escondiendo a mi brazo, con la gran palma en mi bíceps.
Es agradable.
Tan agradable.
Sin intentar ser demasiado obvia, me inclino hacia atrás, presionando mi
trasero más cerca de su pelvis, nuestra diferencia de altura cuando estamos de pie crea
la pareja perfecta mientras estamos horizontales.
Encajamos bien.
190
Roman debe haberse duchado en algún momento antes de venir a rescatarme
esta noche porque huele divino.
Fresco.
Masculino.
Lo he olido después de la ducha antes y lo agrego a mi lista de cosas favoritas.
«Cosas que podría oler para siempre» o «Hueles que me excitas».
1. Roman
2. Especia de calabaza en cualquier cosa
3. ¿Old Spicr? ¡Ja!
4. Roman
5. Lluvia
6. Hierba recién cortada
7. Pan de jengibre
8. Galletas horneadas
9. Bebés y talco para bebés
10. Roman
La lista sigue y sigue, así que terminaré en diez, pero sobre todo, Roman
encabeza la lista.
Estoy a un suspiro de lamerme los labios, a pesar de que esta sesión de abrazos
es cualquier cosa menos sexual.
Suspiro.
—¿Te estás calentando?
¡Por supuesto! Pero no hay forma de que lo admita: él podría volver a su lado
de la cama, y luego, ¿dónde estaríamos? De vuelta a lo estrictamente platónico. Claro,
eso es lo que acordamos, pero díselo a mi cuerpo. No está de acuerdo con ese acuerdo.
—Ayuda tener tus brazos alrededor de mí, seguro.
Nos acostamos así por un rato y mi corazón late salvajemente por los nervios;
me pregunto en qué estará pensando mientras estamos aquí acurrucados como dos
personas en una relación. Ciertamente nunca me había acurrucado con un amigo…
¿lo estoy haciendo mal? Porque se siente absolutamente bien. 191
203
Roman
227
Roman
—¿Estas?
Lilly se muerde el labio inferior dramáticamente.
—Rawr.
Siento un rubor cruzar mis mejillas, calentando mi rostro.
—Ah, caray.
—Lo digo en serio. Ven aquí. Y quítate la camisa.
¿Quitarme la camisa? Esta es la casa de mi mamá… ¿y si alguien entra?
Deja de ser un mojigato, Whitaker. Quítate la maldita camisa, no es como si
te estuviera pidiendo que te quitaras la ropa interior.
Hago lo que me pide y me quito la camisa, tirándola al suelo.
Lilly sonríe y se pone a cuatro patas, sacudiendo su largo cabello. Está
desordenado: lo tenía en una cola de caballo baja y ordenada para la cena, con clase y
elegante. ¿Pero ahora…?
Es una tigresa de rodillas que se arrastra hacia mí, con las manos alrededor de
mi cintura.
—Siempre quise besar a un chico que usa lentes.
—¿Es una hazaña difícil de lograr? —Quiero decir, ¿qué tan difícil podría ser
encontrar a un tipo que usa anteojos?
—Deja de hacer preguntas y bésame. —Sus labios se fruncen a medida que
inclina su rostro en mi dirección para que pueda encontrar fácilmente su boca.
Rodamos el uno hacia el otro, los cuerpos ahora obligados a estar juntos, labios
presionados contra labios. Los suyos son suaves, cálidos… ¿y puede perderte una
boca?
Este beso es como el primero de nuevo; se siente nuevo, diferente y
emocionante. Dejo que mis manos vayan a su trasero, la tela sedosa del pijama deja
que mis manos se deslicen suavemente por su trasero. Las manos de Lilly recorren mi
columna, mi cuello, luego mi cabello; arrastra sus uñas por mi cuero cabelludo como
lo ha hecho en el pasado.
Nunca supe cuánto amaba que me rasquen la cabeza hasta que lo hace ahora.
Siento que me pongo duro; aparentemente ella también lo nota porque se 237
retuerce, girando su pelvis contra mi parte frontal, provocando mi polla.
—Me encanta tu polla —murmura en mi boca.
—¿Sí?
Se aparta para poder ver mi cara.
—Hum, ¿no has notado que es un poco más grande que el promedio? Como,
¿alguna vez lo miras y piensas: «Uf, oye Dios, gracias por el pequeño extra».
Me rio, acercándola más.
—Ja, ja, no.
—Yo lo haría. —Se acurruca más contra mí—. Vamos a meternos debajo de
las sábanas, tengo frío.
Retiramos la colcha de mi cama, la manta y las sábanas de franela y nos
metemos debajo, tirando de ellas de nuevo a nuestro alrededor, volviendo a nuestra
posición de acurrucarnos.
Besa un poco más.
—Te sientes tan bien —le digo con timidez, el cumplido un poco forzado. Aun
así, quiero intentar decir las cosas que tengo en mente. Es justo para ella y bueno para
mí.
—Tú también. —Sus manos suben por mi estómago y pectorales.
—Amo tu pecho.
Pronto, esas mismas manos se deslizan por la parte de atrás de mis pantalones
de dormir, lo único que tengo al quitarme los calzoncillos cuando me pongo este
pijama.
—Mmm —tararea felizmente—. Estoy tan contenta de que hayamos charlado.
—Besa mi clavícula, su cálido aliento me hace sentir un hormigueo—. Gracias por
invitarme esta noche.
Técnicamente fue mi madre quien la invitó, pero me alegro por ello. No
estaríamos en esta posición en este momento si ella no lo hubiera hecho, o si Lilly no
hubiera aceptado la invitación.
—Gracias por aceptar venir. No tenías que hacerlo.
—Preferiría estar aquí contigo. —Más besos—. Te extrañé estos últimos días.
Me sentí muy sola.
238
Yo también me he sentido solo, por mucho que odie admitirlo. Traté de
perderme en la tarea y el estudio y este proyecto que vence al final del semestre, pero
fracasé miserablemente. No es fácil concentrarse cuando hay alguien en tu mente, y
nunca he tenido a nadie en mi vida de quien preocuparme aparte de mis padres, mi tía
y mi hermano.
Todavía estoy aprendiendo, pero puedo ser entrenado. Y sé que la voy a cagar
otra vez, pero la próxima vez no me voy a esconder. Voy a ser un adulto al respecto.
—No veo la hora de volver a intentar tener sexo —susurra Lilly en la oscuridad.
Apagué la luz para que podamos intentar dormir, aunque eso es ridículo. Tengo la
sensación de que vamos a estar despiertos hasta tarde en la noche hablando y
tonteando.
—Oh, Dios mío, moriría si alguien nos escuchara o entrara.
—Todos están dormidos —susurra de nuevo, sus dedos apretando mi trasero.
—En realidad no quiero arriesgarme.
—¿Puedo al menos… —Su frase se apaga—. No sé, ¿chuparte?
—¿Te estás ofreciendo como voluntaria para hacerme una mamada?
—Tu voluntariamente me hiciste sexo oral, ¿por qué no te correspondería?
Porque, hasta donde yo sé, a las chicas no les encanta chupar a los tipos, pero
me he equivocado tanto en tantas cosas antes, así que ¿por qué no iba a estar
equivocado también en esto?
—No quiero hacer un lío —me atraganto.
—Está bien, cariño, tragaré. Solo relájate. —Sus dedos agarran la cinturilla de
mis nalgas debajo de la manta y la empujan hacia abajo alrededor de mis caderas, mi
pene saltando libre de mis pantalones—. ¿Un poco de ayuda aquí?
—Mierda. De acuerdo.
Me quito los pantalones de dormir hasta que se pierden en la profundidad
oscura de la ropa de cama y me quedo quieto, la anticipación corriendo por mis venas.
Cada célula de mi cuerpo cobra vida, un efecto dominó de emoción que hace que mi
pierna izquierda quiera rebotar.
Mi cuerpo zumba.
Lilly tararea, besando su camino desde la base de mi cuello hasta el centro de
mi pecho. Estómago. Ombligo. Sigue el rastro feliz hasta que llega a mi polla, 239
desapareciendo bajo las sábanas. No puedo verla, pero puedo sentirla, no puedo ver
lo que está haciendo, pero puedo imaginármelo.
Labios cálidos en la parte interna de mi muslo.
Ligeras yemas de los dedos haciendo cosquillas en mis bolas, acunándolas.
Mierda, eso se siente bien.
Esto es…
¿Divertido?
¿Está bien?
Lo desconocido. El ligero miedo. La idea de que me atrapen es un elemento
emocionante, por mucho que odie que suceda.
Entonces mi polla está en su boca y ella está chupando suavemente la punta
antes de tomarme, centímetro a centímetro. Húmedo y caliente. Manos en mi eje,
acariciando arriba y abajo.
Oh, mierda.
Nunca voy a durar.
Santo infierno, su boca es cálida, como mojar mi mecha en, maldición, no sé,
salsa de fondue de chocolate o algo así. Maldita sea, ¿qué estoy diciendo?
Un gemido escapa de mi garganta; es ruidoso e inesperado. Otro sale cuando
Lilly toca mi perineo, presionando en el lugar entre mis bolas y mi ano como si tratara
de activar la secuencia de lanzamiento.
—Sí —la escucho decir—. Haz ruido.
Mmm. Demasiado ruido y llegará la caballería; mi madre tiene orejas de
gavilán o lo que sea.
Pero en serio no puedo detener los ruidos que vienen, girando mi cabeza para
que sean amortiguados por una almohada. Las manos y la boca de Lilly me succionan,
tiran y acarician hasta el olvido: el placer es tan embriagador que mis caderas salen
del colchón por un breve momento, empujando.
No le folles la boca, no eres una estrella porno.
Veo estrellas, mis ojos se cierran y mi boca se abre.
Oh, mierda…
240
Mierda.
Sin pensar, mis manos encuentran su cabello y entierro mis dedos en la espesa
masa. No tiro, pero estoy tentado a hacerlo, mi cerebro no funciona. Cortocircuito.
Funcionamiento defectuoso.
Pérdida de poder.
241
Lilly
Lamo, lamiendo hacia arriba la polla de Roman como una paleta, tal como mis
amigas me han enseñado, está bien, honestamente, fueron mis amigas y exnovios y
los tutoriales en Internet los que me enseñaron.
Se necesita un pueblo.
Si hay algo que sé hacer, es hacer correr a un tipo con mis manos y mi boca, la
combinación de los dos es un componente clave. A juzgar por los gemidos que salen
de los labios de Roman, diría que está disfrutando.
Sé que yo lo estoy.
Me siento poderosa. Hermosa.
Sexy.
Puedo estar en un estadio rodeada de gente, hombres, mirándome lascivamente
y mirándome en lugar del partido de fútbol frente a ellos, y no tiene nada que ver con
este momento.
Siento que tengo el control, una mano agarra firmemente la dura longitud de la
hermosa polla de Roman, chupando el extremo con mi boca. Uso mis labios y lengua
para sacar otro gemido.
Siento la gota de líquido preseminal y sonrío alrededor de su pene.
Se va a venir pronto, mejor para mí ya que estoy debajo de la manta y no es
como si estuviera recibiendo mucho aire fresco. 242
Es demasiado fácil.
Unas cuantas caricias más y sus dedos aprietan su agarre en mi cabello, tirando
suavemente pero no hasta el punto de doler. No es que me importe que me tiren del
cabello…
—Mierda, voy a correrme —tartamudea adorablemente, con pánico en su
voz—. Lilly, me voy… mierda… oh Dios…
Esos ruidos sexis.
Mmm.
Sé que piensa que voy a arrancarle la cabeza de su polla, pero cuando se corre,
está en mi boca, en lo profundo de mi garganta.
Me ha advertido, pero no me importa, me lo trago para que no se ensucie; no
tiene trapos cerca, y lo último que quiero hacer es levantarme de la cama y quitarme
el semen de las manos y la cara y donde sea que vaya a ir de manera impredecible.
Este no es mi primer rodeo.
Sin embargo, salto de la cama para poder hacer gárgaras con enjuague bucal,
pero es una tarea fácil, no lleva más de unos segundos, antes de volver a subir al lado
de un Roman inerte.
Al principio, nos acostamos abrazados, su brazo alrededor de mis hombros
mientras nos acostamos boca arriba, mirando hacia el techo en la oscuridad, lo único
que ilumina el reflejo de la habitación desde la nieve brillante afuera.
Luego se mueve.
Con un rápido beso en mi boca, se arrastra por mi cuerpo de la misma manera
que yo maniobré por el suyo, separando la parte inferior de la camisa de dormir de
seda para besar mi ombligo. Sus dedos tiran del lazo de los pantalones, deshaciendo
el lazo y aflojando la cintura.
Los latidos de mi corazón se aceleran, eufórica de que me vaya a chupar.
Lo quiero tanto. Quiero que me dé un orgasmo; lo he estado deseando desde
que tuvimos sexo.
Mordiéndome el labio inferior, dejo escapar un suspiro emocionado tan pronto
como su boca hace contacto con mi región inferior, las piernas se separan por su
propia cuenta. Estoy un poco desesperada, si debo admitirlo, desesperada por él y el
contacto y la conexión. Si no puedo tener su pene dentro de mí esta noche, seguro que 243
me conformaré con sus labios, dientes y lengua.
Mordisquea la piel sensible de mi muslo, sus manos grandes me acarician,
dedos buscan el cálido calor de mi coño.
Me cubro los ojos pasando un brazo por mi frente, bloqueando la luz de las
ventanas, aunque no es mucha. Quiero cada uno de mis sentidos para este momento;
lo he estado esperando por un tiempo, no estoy muy segura de que llegue.
Creo que amo a Roman.
En realidad, amarlo de verdad.
Lo que hace que esto sea mucho mejor.
Quiero decir, idealmente no estaríamos tonteando en la casa de sus padres, pero
estamos solos, todos están en la cama (supuestamente) y no es probable que nadie
entre (crucemos los dedos). ¿Los hermanos menores tienen la costumbre de irrumpir
sin ser invitados?
Mis oídos se esfuerzan por escuchar el sonido de pasos por el pasillo, y cuando
no escucho ninguno, vuelvo a concentrar mi energía en Roman.
Para ser un chico que se corre demasiado pronto durante el sexo, tiene un gran
talento oral. La cantidad correcta de presión. La cantidad correcta de boca y lengua.
Un poco de dedo.
Eso. Es. Tan. BUENO.
—Eso, justo ahí —lo animo—. No te detengas.
Parece que no es el único que no tarda mucho en llegar al clímax, mi mitad
inferior ya está haciendo eso de querer tener un orgasmo…solo necesita un
poco…más de…esa…cosa…que…está…haciendo…
—Sí, sí, oh, Dios mío…
Levanto mi trasero del colchón, abriendo más mis piernas, lo que no me ayuda
a correrme más rápido.
Bajo mi culo.
Aprieta mi pelvis.
Gracias a Dios que las luces están apagadas, probablemente estoy roja brillante,
la desesperación ardiendo en mi frente. Definitivamente hay sudor en mi labio 244
superior; quiero esto tan mal.
Todo lo que vale la pena tener vale la pena sudar, dice siempre mi entrenadora,
y tiene razón. Esto vale la pena
Inclino mi cabeza hacia atrás cuando la sensación golpea y mis rodillas
comienzan a temblar y soy incapaz de mantenerlas separadas, mi cuerpo sufre
espasmos de esa manera maravillosa.
Hago muy poco ruido, solo gemido, mucho más silencioso que Roman cuando
tuvo un orgasmo.
Su boca besa mi pelvis después de que finalmente me quedo quieta.
—Me chupaste la vida —bromeo, pasando mis dedos por su cabello, mi nueva
cosa favorita para hacer. Es tan apuesto, más ahora que puedo ver su rostro.
—Podría decir lo mismo de ti.
—Ves —le digo—. No eres solo tú quien se corre rápido. ¿Cuánto tiempo me
llevó eso, tres minutos?
—Nadie lo está cronometrando.
—Entonces no deberías preocuparte por eso tampoco. —Hablando en serio, sin
embargo, no quiero tener que preguntarme siempre si él terminará tan pronto antes
que yo. A veces, una chica solo quiere montar una polla y correrse a la antigua.
Se da la vuelta y me besa, sus brazos alrededor de mi cintura, tirando de mí.
—La práctica hace al maestro.
Pero nadie es perfecto. Nunca lo seremos, aunque podemos intentar ser
mejores.
245
Roman
Nos desabrochamos el cinturón, pero antes de que pueda abrir la puerta, le digo:
—Espera aquí.
Acercándome rápidamente al lado del pasajero y actúo como el perfecto
caballero abriéndola para ella.
—Aww, gracias.
Nuestros zapatos crujen en el suelo cubierto por una fina capa de nieve. En la
distancia cercana, la góndola se mueve junto con los telesillas hasta la cima de la
pequeña «montaña», toda la colina iluminada por luces brillantes y la luz de la luna.
—Esto es genial, pero… todavía no entiendo lo que está pasando. ¿Vamos a ir
a esquiar? No tengo ninguna de mis cosas.
—Nop.
Sacando mi teléfono del bolsillo de mi chaqueta, lo abro. Sosteniéndolo
mientras caminamos hacia la base de la góndola donde una mujer con un traje de nieve
rojo escanea el código QR.
Ella mira hacia abajo a su máquina de mano.
—¿Dos de ustedes para las siete en punto?
—Síp.
—Pasen por aquí, por favor.
La góndola avanza lentamente, lo suficientemente lento como para que
podamos entrar con seguridad, la puerta se cierra detrás de nosotros.
Nos sentamos justo cuando cobra vida y nos lleva rápidamente a la montaña.
—Roman, ¿qué es esto? — Lilly mira a su alrededor, maravillada—. ¡Esto es
increíble! Nunca he estado en uno de estos antes.
Es como una niña en la mañana de Navidad, y todo lo que puedo pensar es
Hice eso… puse esa sonrisa en su rostro.
Es embriagador, este sentimiento, hacerla feliz.
La ciudad de abajo aparece a la vista a medida que subimos, sus farolas
parpadean, los autos se vuelven cada vez más pequeños.
—Guau —dice entrecortadamente—. Roman, me encanta esto.
Hay un restaurante en la parte superior, que solía ser un bar y parrilla, pero ha 250
sido renovado para convertirlo en un elegante destino nocturno para citas de bistec y
mariscos. «El restaurante más romántico del Medio Oeste» según el periódico local.
Busqué sus redes sociales durante un día entero, viendo video tras video de la
remodelación en línea antes de elegir esta como nuestra primera cita.
Lilly está asombrada.
La góndola se detiene suavemente; cuando bajamos, somos recibidos por un
paraíso invernal de árboles cubiertos de luces navideñas y nieve, una escena
pintoresca directamente de una pantalla de cine.
Ambos inhalamos un aliento excitado.
Tomo su mano, llevándola dentro.
Está lo suficientemente lleno como para emitir buena energía, y la mesa que
nos dan tiene vista a la colina y más allá.
—Esto es tan romántico —chilla Lilly—. Me estoy muriendo ahora mismo. —
Saca su teléfono para tomar una foto, el flash se dispara cuando se dirige hacia el
comedor—. Estas fotos no le hacen justicia a la vista.
Nunca lo hacen.
Lilly juguetea un poco más, tan atolondrada como un niño pequeño.
Finalmente, deja el teléfono, deja de tomar fotografías y se da cuenta de que la estoy
mirando fijamente.
—¿Por qué estás tan callado?
Porque quiero cagarme en mis pantalones.
—Porque estoy demasiado nervioso para hablar. —Me rio ansiosamente, la
pequeña caja en el bolsillo de mi chaqueta quema un agujero a través del material. No
tiene un anillo de compromiso ni nada, pero es el primer regalo que le doy a una mujer,
y es tan cursi que no sé cómo reaccionará.
Tomo torpemente la caja y la coloco sobre la mesa después de sacarla de mi
bolsillo, agradecido de que el mesero haya venido y se fuera con nuestra orden de
bebidas.
Lo último que necesito es una audiencia.
Los penetrantes ojos marrones de Lilly se posan en el alegre papel de regalo
rojo y luego en mi cara; no pregunta qué hay en la caja o para quién es.
La deslizo a través de la mesa muy torpemente.
251
—Esto es para ti.
Se muerde el labio inferior, emocionada. Con cuidado lo arranca de la mesa,
tirando de la cinta que estaba minuciosamente atada.
Esta corbata alrededor de mi cuello se siente como si me estuviera ahogando,
la anticipación golpeando los únicos nervios que me quedan, las palmas de las manos
sudorosas.
Las paso por la pernera de mis vaqueros mientras Lilly desenvuelve el regalo.
—No te compré nada.
—No esperaba que lo hicieras. No te hagas ilusiones, no es tan emocionante.
—Lo minimizo, una defensa contra el rechazo.
Observo cómo quita con cuidado la tapa cuadrada de la caja. Toma el objeto
dentro y lo levanta por la cinta sedosa para que cuelgue sobre la mesa entre nosotros.
—¿Nuestra primera Navidad? —lee, mirando hacia arriba—. Aww, esto es tan
dulce, Roman. Gracias.
—Estoy, eh, dándotelo por una razón.
Inclina la cabeza hacia un lado, esperando más explicaciones.
—Obviamente sería para conmemorar nuestra primera Navidad ya que se
acerca, pero también quería… —Tomo un sorbo de agua, necesitando mojar mi
garganta repentinamente seca—. Quería preguntarte… —Mierda. Suena como si
estuviera intentando hacerle una propuesta de matrimonio cuando lo que realmente
quiero decir es—: ¿Quieres ser mi novia? Sé que esta es nuestra primera cita, pero ya
hemos hecho algunas cosas fuera de lugar y ya sé que siento algo por ti.
Este no es en absoluto el discurso que preparé ayer, ensayándolo en el espejo
de mi baño al menos una docena de veces.
—Sé que originalmente no estabas interesada en tener citas debido a tu
desintoxicación y no has estado soltera por mucho tiempo, pero a veces… —Me
aclaro la garganta—. Cuando sabes, sabes. —Al menos, eso es lo que siempre me
decía mi abuela. Confía en tu instinto; nunca te dirige mal.
—Tienes razón —dice finalmente, dejando el adorno sobre el mantel de lino—
. No estaba interesada en tener citas cuando rompí con ya sabes quién, pero eso fue
porque pensé que todos los chicos me iban a tratar de la forma en que él y los chicos
antes que él me trataron. ¿Por qué? Porque siempre salgo con el mismo tipo de 252
persona. No a propósito, sino porque eso es lo que me rodea. —Recoge un trozo de
pan de la cesta que acaba de traer el camarero y corta un trozo de mantequilla para
untarlo—. Ahora veo lo equivocada que estaba.
—¿Equivocada? ¿Acerca de?
—Mi pausa muy breve de los hombres. Fue estúpido, no necesito renunciar a
ellos. Solo necesitaba encontrar el correcto. —Las palabras van acompañadas de una
sonrisa—. No estaría aquí contigo si pensara que quiero estar sola, no te haría eso.
Engañarte, quiero decir. —Lilly toma un delicado bocado de pan y mastica
lentamente—. Esto es tan bueno.
Ella todavía no ha respondido a mi pregunta.
Para evitar volver a preguntar, también me meto un poco de pan en la boca.
Baja como un cartón, casi atascándose en mi garganta.
—Creo que sí. Me gustaría intentar ser tu novia. Podemos etiquetarlo, ¿no?
¿Mientras apenas comenzamos a salir? —Más masticar y tragar—. Entonces no
tenemos la confusión más tarde. No tienes que preocuparte por tener «la charla». —
Usa comillas en el aire alrededor de la última frase—. Sí. Quiero ser tu novia… estaría
orgullosa de salir contigo.
Orgullosa de salir conmigo.
Me enderezo en mi asiento cuando el mesero regresa a la mesa.
—¿Vamos a celebrar algo especial esta noche?
Lilly y yo intercambiamos una mirada.
—Hum, sí. —Mis palabras son menos articuladas de lo que estoy
acostumbrado a decir, pero probablemente debería acostumbrarme al hecho de que
me deja boquiabierto—. Estamos celebrando nuestra nueva relación.
253
Roman
—Cariño, tengo algo que tengo que darte, toma esto y guárdalo en tu bolsillo.
Antes de que pueda preguntarle qué está haciendo, mi madre abre el bolsillo
de mi chaqueta y capto un destello de color rojo brillante cuando me arroja algo.
—Se los daría a la propia Lilly, pero no quiero avergonzarla. Solo pon esto en
su bolso antes de irte y ella no se enterará.
—Uh… ¿qué son estos?
Voy a sacarlos, pero me detengo cuando mi mamá dice:
—Las bragas de Lilly, debe haberlas dejado después del Día de Acción de
Gracias, y no voy a preguntar qué estaban haciendo en el piso.
—Oh, Dios mío. —Las meto dentro de mi bolsillo tanto como puedo—. N-no
es… nosotros no…
Quiero decir… sí, tonteamos, pero no hubo penetración si no cuentas las
lenguas y los dedos.
—Espero que no, no bajo mi techo —proclama mamá con rigidez, con las fosas
nasales dilatadas—. Pero diré esto: es bueno verte comportarte como un chico normal
de veintidós años, y es bueno verte divirtiéndote. Papá y yo estábamos preocupados
de que te tomaras la escuela demasiado en serio como para permitirte enamorarte tan
joven.
¿Enamorarse? 254
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Sara Ney es la autora más vendida de USA Today con la serie How to Date a
Douchebag, y es mejor conocida por sus sexis romances divertidos New Adults. Entre
sus vicios favoritos, incluye: el café con leche helado, la arquitectura histórica y el
sarcasmo bien ubicado. Vive de manera colorida, colecciona libros antiguos, arte, ama
los mercadillos y se imagina a sí siendo británica.