TEXTO 1 El Faro 2 El Misterio
TEXTO 1 El Faro 2 El Misterio
TEXTO 1 El Faro 2 El Misterio
Había una vez una pequeña ciudad llamada Villa Escondida, donde todos vivían en armonía.
Sin embargo, un día ocurrió algo inesperado: el valioso diamante del museo de la ciudad
desapareció. El alcalde y los habitantes estaban desconcertados y decidieron llamar a los mejores detectives de la
ciudad: los hermanos Lucas y Martina.
Lucas y Martina eran dos niños muy inteligentes y valientes. Juntos, formaban un increíble equipo de
detectives. Aceptaron el caso y comenzaron a investigar de inmediato. Visitaron el museo y examinaron
detenidamente la sala donde se exhibía el diamante. Descubrieron huellas dactilares en el vidrio de la vitrina, lo que
indicaba que alguien había estado allí.
Decidieron entrevistar a los empleados del museo y a los visitantes que estuvieron presentes ese día.
Descubrieron que una persona sospechosa había sido vista merodeando cerca del museo justo antes del robo.
También encontraron un trozo de tela rasgado cerca de la ventana trasera del edificio.
Con todas estas pistas, los hermanos detectives comenzaron a reconstruir la secuencia de eventos.
Desarrollaron una teoría: alguien había entrado al museo por la ventana trasera y había roto el vidrio de la vitrina
para llevarse el diamante. Las huellas dactilares en la vitrina y el trozo de tela coincidían con sus sospechas.
Decidieron seguir la pista de la persona sospechosa que había sido vista cerca del museo. Rastrearon su
paradero y lo encontraron en una vieja cabaña abandonada en las afueras de la ciudad. Al registrar la cabaña,
encontraron una bolsa escondida debajo del suelo. ¡Allí estaba el diamante robado!
Los hermanos Lucas y Martina entregaron el diamante al alcalde y fueron aclamados como héroes en Villa
Escondida. La ciudad volvió a estar tranquila y segura gracias a su astucia y determinación.
Desde ese día, Lucas y Martina siguieron resolviendo misterios y ayudando a la gente de Villa Escondida. Se
convirtieron en los detectives más famosos y admirados de la ciudad.
¡Fin!
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Había una vez, en un pequeño pueblo costero, un faro antiguo y misterioso. Se decía que por las noches,
cuando la luna llena brillaba en el cielo, el faro cobraba vida y emitía destellos de colores. Los niños del pueblo
siempre escuchaban estas historias y decidieron investigar por sí mismos.
Un grupo de amigos, conformado por Ana, Luis, Marta y Pedro, se propuso descubrir el secreto del faro
encantado. Una noche, decidieron reunirse en el muelle y dirigirse hacia el faro. Armados con linternas y valentía,
caminaron por un sendero oscuro hasta llegar a la imponente estructura.
Al acercarse, notaron un extraño resplandor proveniente de la ventana del faro. Se miraron entre sí y, con
cuidado, subieron las escaleras hasta el cuarto de control. Para su sorpresa, encontraron a un anciano sentado
frente a los controles del faro, rodeado de pinturas y pinceles.
El anciano, llamado Santiago, les explicó que él era el responsable de darle vida al faro. Cada noche, cuando
la luna llena iluminaba el mar, él pintaba maravillosos cuadros inspirados en el océano y los colores de la noche.
Utilizaba un proyector especial para que los destellos de luz se reflejaran en el agua y se vieran desde el pueblo.
Los niños estaban maravillados con la historia de Santiago y sus pinturas. Le hicieron preguntas sobre su
arte y el faro encantado. Santiago respondió amablemente y compartió algunos de sus cuadros con ellos. Finalmente,
los amigos decidieron mantener el secreto y prometieron visitar a Santiago en el faro cada vez que quisieran
disfrutar de su arte mágico.
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