Dupla Cortadella NotassobreAntiguedadnacionalismosehistoriografia
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Antigüedad, nacionalismos e identidades complejas en la historiografía occidental (1789-1989): aproximaciones desde Europa y América Latina View project
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Abstract: The paper presents a research project carried out by an international team on
the role Ancient Greece and Rome played in some national historiographies and cultures in
the 18th and 19th centuries. This project combines a properly historiographical approach
with the study of the interest in Greece and Rome as a source for cultural and political
models. A brief analysis of two specific cases, the (failed) project of a National History of
the Basque provinces by the Basque Enlightenment and Ancient History in the Catalan
historiography of the 19th century would illustrate the problems and difficulties which this
work in progress has to deal with. As a result, it is possible to envisage the development of
patriotism, the rise of nationalism and the development of alternative historiographies in
Spain and other Western countries, and how Antiquity is used to support different political
and cultural positions.
Keywords: Antiquity, nationalism, historiography, Enlightenment, Spain, Cataluña,
Basque Country.
1. Introducción
Las posibilidades de investigación de un tema tan amplio como la relación entre la recepción de
la Antigüedad, el surgimiento de los nacionalismos y su reflejo historiográfico, especialmente en
casos de identidades colectivas complejas como pueda ser la española, se ha visto facilitado en los
últimos años por tres fenómenos destacados1. Se trata de la consolidación de los estudios sobre his-
toriografía de la Historia Antigua y la Arqueología en España, de la renovación general de los estu-
dios sobre nacionalismo y de las perspectivas más recientes en el acercamiento a la historia de Es-
paña. Pasamos a comentar de forma algo más pormenorizada cada uno de ellos.
Si en el caso europeo la historiografía es un campo de notable tradición, con representantes tan
cualificados y señeros como Arnaldo Momigliano2, pero también Karl Christ o Luciano Canfora,
el caso español es muy distinto. En España, la historia de la historiografía sobre el mundo antiguo
surge como campo específico tan sólo hace poco más de un par de décadas, con el pionero con-
greso celebrado en Madrid en 1988 (Arce-Olmos 1991). Hasta entonces, en el marco de las Cien-
cias de la Antigüedad, la Filología Clásica, en particular de la mano de varios trabajos de Luis Gil,
había recibido mayor atención que la Historia Antigua y la Arqueología. Sin embargo, a partir del
congreso citado, se suceden una serie de trabajos individuales y de reuniones específicas (Beltrán-
Gascó 1993; Duplá-Emborujo 1994; Gascó-Beltrán 1995; Mora-Díaz Andreu 1997; Mora 1998,
etc.), que profundizan y amplían el campo. Cabe señalar como hitos significativos de esta evolu-
ción la monografía de F. Wulff Las esencias patrias (2003), la aparición de la Revista de Historiogra-
fía (2004), dirigida por J. Alvar, la creación de la «Sociedad Española de Historia de la Arqueolo-
gía», o la publicación de sendas monografías sobre casos concretos, como puedan ser Numancia
(Jimeno-de la Torre, 2005), Tartesos (Álvarez 2005) o la historiografía dieciochesca (Romero
2005). Si la aparición de diccionarios especializados presupone un significativo grado de madu-
rez de un determinado campo de investigación, el Diccionario histórico de la Arqueología en Espa-
ña (M. Díaz-Andreu, G. Mora, J. Cortadella 2009) reflejaría ese estadio y supone una herramien-
ta de trabajo fundamental, como pudiera suponerlo a un nivel más general el Diccionario Akal de
historiadores españoles contemporáneos (Peiró y Pasamar 2002). También en el terreno más general
de la recepción del mundo antiguo el avance es indiscutible, con iniciativas recientes que conectan
con las nuevas tendencias sobre el estudio del clasicismo (Wulff 2007; Castillo et al. 2008, Duplá
2013, García Morcillo 2013, etc.). Quiere decirse con ello que los estudios historiográficos, en el
campo de las Ciencias de la Antigüedad, descansan ya sobre una base más firme que hace no de-
masiado tiempo.
En segundo lugar y respecto a la renovación de los estudios sobre la historia de las naciones y
el nacionalismo, un punto de inflexión historiográfico se produjo en la década de los ochenta del
pasado siglo. Aparecieron entonces una serie de obras de reconocidos científicos sociales (historia-
dores, sociólogos, o politólogos, etc.), como B. Anderson; A. Smith; E. Gellner; E. Hobsbawm; T.
Ranger y otros, que abordaban el estudio del fenómeno nacionalista como una construcción polí-
1 Este texto es un avance de la investigación en tina), Amalia Emborujo (UPV/EHU), Marta García
curso sobre Antigüedad, nacionalismos e identidades Morcillo (Roehampton University, RU), Gloria Mora
complejas en la historiografía occidental (1700-1900): (UAM), Gregory Réimond (Toulouse).
los casos español, británico y argentino (MINECO 2 Su obra está recogida en los Contributi alla storia
HAR2012-31736). Pertenecen al grupo ANIHO Filip- degli studi classici e del mondo antico (1955-2012), cuyo
po Carlà (Mainz), Pepa Castillo (U. de la Rioja), Jor- décimo tomo, en dos volúmenes, apareció en 2012,
di Cortadella (UAB), Antonio Duplá (UPV/EHU), editado por R. Di Donato.
Eleonora dell’Elicine (U. General Sarmiento, Argen-
3 En el contexto de esa renovación historiográfica 4 El renovado interés por estos estudios incluye
surge en 1995 la revista Nations and Nationalism, aus- la aparición de nuevas revistas (International Journal
piciada por la Association for the Study of Ethnicity of the Classical Tradition; Classical Receptions Journal,
and Nationalism y con Anthony D. Smith como fun- Anabases, etc.) e, incluso, proyectos internacionales
dador y primer editor. m u l t i d i s c i p l i n a re s c o m o I M AG I N E S ( w w w.
imaginesproject.org).
tadella 1993); Cataluña (varios trabajos de J. Cortadella); País Vasco y Navarra (Duplá y Emborujo
1991; Ortiz de Urbina 1991, 1996; Andreu 2008) o Galicia (Bermejo Barrera 1992).
Desde el punto de vista de la historia general de España, y en un recorrido que podría iniciar-
se en Garibay (1571) o, incluso, en Isidoro de Sevilla, con estadios fundamentales en el P. Mariana
(1592); Modesto Lafuente (1850-1859); R. Altamira (1899) o R. Menéndez Pidal (1935-), cabe re-
señar ahora la aparición de un proyecto colectivo asentado en parámetros que podemos considerar
nuevos. Nos referimos a la reciente Historia de España dirigida por Josep Fontana y Ramón Villa-
res, dos destacados representantes de la generación senior de la historiografía española, significati-
vamente procedentes ambos de ámbitos periféricos o, si se prefiere, alternativos (Cataluña y Galicia
respectivamente), al tradicional peso del «centro» en la historia española. En la «Introducción Ge-
neral» a la obra, sus directores aluden a la renovación historiográfica en España desde los años se-
tenta y subrayan su «voluntad decidida de superar las posiciones nacionalistas o esencialistas que
tanto han caracterizado el discurso historiográfico español del siglo xxi »; desde esos parámetros,
pretenden entender España desde el punto de vista de la «diversidad» y subrayan que esta obra no
nace de ninguna «angustia nacional» o de algún dramático conflicto bélico o político, sino «de la
práctica normalizada de una trabajo intelectual».
Particularmente interesante para nuestro tema es la inclusión en la citada Historia de un duo-
décimo volumen, de carácter transversal, dedicado a Las historias de España. Visiones del pasado y
construcción de identidad, coordinado por J. Álvarez Junco. En el «Prólogo» de este volumen, su
coordinador define la obra como un ensayo sobre la evolución de las visiones del pasado en re-
lación con este territorio y grupo humano conocidos hoy como ‘españoles’ (Álvarez Junco, 2013,
XVII), y apunta las dificultades de la empresa en un mundo «dominado por las pasiones naciona-
les (comenzando por las españolistas)» (o. c., XXVI). Fundamental resulta su intención de estudiar
no solo los relatos históricos o literarios sobre el pasado en sí mismos (el contenido y las técnicas
narrativas), sino también, y de manera primordial, la función que estos relatos han cumplido en la
conformación de unas identidades colectivas dadas (o. c., XVI).
Es en este marco general, sucintamente esbozado, en el que se puede situar una línea de investi-
gación sobre el papel de Grecia y Roma (más especialmente esta última) en la historiografía, la cul-
tura y la política españolas en los siglos XVIII y XIX, como un estudio específico entendido en el
marco general de la conformación histórico-político-ideológica de las naciones modernas.
Este estudio puede abordarse desde dos vertientes fundamentales, una primera más propiamen-
te historiográfica, una segunda más cultural y política, ambas interrelacionadas.
En el terreno historiográfico, se trataría de estudiar la importancia de la Antigüedad en la crea-
ción de los imaginarios e identidades colectivas, especialmente complejas en el caso español, donde
la Antigüedad puede jugar un papel protagonista en el momento fundacional de las esencias nacio-
nales, cuando ya se manifestarían (supuestamente) las características propias de las distintas identi-
dades (pueblos, culturas, modo de ser, lengua, etc.) y donde suelen aparecer ya los enfrentamientos
con una identidad «central». La historia española es particularmente interesante, pues cabe abordar
el tema desde la perspectiva de la historiografía central y, al mismo tiempo, las llamadas periféri-
cas, mejor alternativas, particularmente pero no sólo la vasca y la catalana. Incluso cabe ampliar el
estudio a otros ámbitos, en el espacio europeo o americano, donde pueda plantearse de igual forma
esta relación, más o menos conflictiva, entre una historiografía central y otras periféricas o alterna-
tivas. Se trata de revisar las reconstrucciones historiográficas, generales y locales, en el siglo xviii,
especialmente desde mediados de siglo, en el contexto ilustrado que se propone superar el contex-
to barroco, y en el siglo xix , en el entorno de las nuevas necesidades y complejidades del Esta-
do burgués, reconstrucciones todas ellas que se remontan hasta la época antigua. En este terreno
Dos estudios de caso nos van a permitir ilustrar las particularidades, posibilidades y dificul-
tades de un estudio como el que aquí se plantea. Apuntamos brevemente el tema del proyecto de
«Historia Nacional» de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, en el País Vasco del úl-
timo tercio del siglo xviii, y la visión de la Antigüedad en las Historias de Cataluña del siglo xix5.
En opinión de un destacado especialista sobre el tema, la acción de los ilustrados vascos se sitúa
en el particular contexto político-institucional de la singularidad de las instituciones vascas con-
frontadas a un ambiente centralizador-uniformizador borbónico (Astigarraga, 2003, 23). Ese es
el marco general en el que integrar a la RSBAP, la primera de las sociedades ilustradas alentadas
desde el reformismo borbónico de Carlos III, y expresión máxima de la Ilustración en el País Vas-
co. Su impulsor principal fue Fco. Javier M.ª de Munibe e Idiáquez, conde de Peñaflorida (1729-
1785), alcalde de Azcoitia, luego diputado general, uno de los más importantes terratenientes y pa-
tronos diezmeros de Vizcaya y Guipúzcoa. Siguiendo el modelo de sociedades y academias que
había conocido en Francia, en 1763 presenta en las Juntas Generales su «Plan de una sociedad eco-
nómica o Academia de Agricultura, Ciencias y Artes útiles y Comercio adaptado a las circunstan-
cias y Economía particular de la M.N. y M.L. Provincia de Guipúzcoa». El proyecto, ampliado ya
a las tres provincias y con apoyo de los nombres más ilustres de la nobleza vasca (Landázuri, Ála-
va, Sanmaniego, Otazu, Mazarredo, Epalza, Olaso, Narros, et al.) recibe la sanción real en 1765.
Destaca su pragmatismo reformista, con explícita intención educativa, didáctica y, sobre todo, con
interés por las aplicaciones inmediatas y las mejoras técnicas concretas, por ejemplo en el terreno
agrícola, del comercio o de la investigación científica.
Ciertamente no hay acuerdo entre los especialistas en cuanto a la significación y el alcance de
la Bascongada. En los años sesenta y setenta del pasado siglo y de la mano de autores como Elorza,
Serrailh o Fernández de Pinedo quedaba superada la interpretación más crítica y temprana, en la
línea de Menéndez Pelayo, y se reivindicaba el pensamiento político y económico liberal ilustrado.
Sin embargo, más recientemente, J. Fernández Sebastián, C. Martínez Gorriarán o J. M. Portillo
han insistido en sus límites e insuficiencias: la limitación de la extracción social de los miembros
y su alcance, su inconsistencia reformadora, su preocupación por la preservación del orden (foral)
existente, con alguna pequeña reforma; propiamente sin ortodoxia ilustrada. En todo caso, como
señala J. Astigarraga (2003, 48), se trata del «primer ensayo de institución enraizada en las tres
provincias y creada con el fin de impulsar un programa común»6.
En los Estatutos (Título VI, arts 2-4) queda recogido el interés de la RSBAP por la historia, in-
terés presente ya desde las primeras tertulias embrión de la Sociedad7:
5 Ambos temas fueron tratados por los autores en cuencias. y estrechar más la unión de las tres Provin-
el I Seminario Internacional Historiografía, Antigüedad, cias bascongadas de Alaba, Vizcaya y Guipúzcoa» y
Nacionalismo, celebrado en la UPV/EHU (Facultad de era deber de los socios «siempre tener presente la ma-
Letras, Vitoria-Gasteiz), en noviembre de 2013. yor utilidad del País, y preferir lo útil a lo agradable»
6 El artículo I de sus Estatutos establecía: «El ob- (Areta 1976, 15).
jeto de esta Sociedad es el de cultivar la inclinación, 7 Según se lee en los Extractos de las Juntas Ge-
y el gusto de la Nación Bascongada ácia las Ciencias, nerales en Vergara, los miércoles se leía Historia y tra-
Bellas Letras, y Artes: corregir y pulir sus costumbres. ducciones de los académicos tertulianos (cit. en Areta,
desterrar el ocio, la ignorancia y sus funestas conse- 1976, 13).
cesidad de especificar con detalle el origen de la información o el gran interés por la epigrafía, ar-
queología, paleografía, cronología o geografía11. Por el contrario, en la documentación del Fondo
Prestamero encontramos concepciones muy convencionales de la historia en la línea de la magistra
vitae ciceroniana (de orat. 2, 36; Koselleck 1993, 41-66), su utilidad en cuanto valor ejemplarizan-
te, la memoria de los grandes hechos, o incluso tesis providencialistas. Ciertamente, entre los pro-
pios socios de la Bascongada cabe hallar concepciones mucho más avanzadas y radicales, en la lí-
nea de Voltaire, Robertson o Gibbon, caso de Manuel de Aguirre. En opinión de A. Elorza, en su
discurso de ingreso en la RAH en 1783 y en otros escritos, Aguirre mostraría una concepción de la
historia secular, totalmente alejada del providencialismo, crítica con la monarquía absoluta y cerca-
na, incluso, a una historia social (Aguirre 1974, 32 ss.). En cualquier caso, frente a la historia ante-
rior de reyes, generales y papas, etc., es cierto que ahora adquiere un nuevo protagonismo la propia
nación «bascongada», su historia, su evolución y sus características (Areta 1976, 235).
Respecto a la presencia de la Antigüedad en los proyectos historiográficos de la RSBAP, su im-
portancia viene dada en un triple plano12 . En primer lugar, por la importancia intrínseca de la pro-
pia Antigüedad como cantera de exempla, de autores de prestigio, de citas y referencias cultas, a
partir de esa idea ya comentada de la historia como magistra vitae. En segundo lugar, por la impor-
tancia, en clave vascocantabrista, de la antigua Cantabria no sometida y, por tanto, prueba y tes-
tigo de la independencia secular vascongada, y por la consiguiente imprescindible recopilación de
los testimonios de los autores antiguos sobre el territorio de las tres provincias. En tercer lugar, por
el interés de la RSBAP en la recopilación de materiales epigráficos y arqueológicos, tarea en la que,
entre otros, destaca desde los inicios de la Sociedad el socio alavés Lorenzo Prestamero (Ortiz de
Urbina 1996, 85 ss.).
Así, en el «Prólogo» a la Historia General del País Bascongado, en sus tres provincias, se dice que
las «más antiguas y célebres naciones del Universo» han conservado la memoria de sus acciones
más ilustres de sus mayores13. Así lo habrían hecho hebreos, persas y medos a través de las Sagra-
das Escrituras, Fabio, Josepho (sic) y otros antiguos, o los griegos y romanos por otros autores,
etc. Se alude, sin las referencias concretas, a Alejandro leyendo las hazañas de Aquiles en Home-
ro y a César reflexionando sobre las victorias de Alejandro, también a Escipión Africano. Finali-
za el Prólogo con una cita de la Retórica a Herenio (4,44), atribuida en el texto a Cicerón (con el
texto latino en cita al pie), a propósito de la ineludible defensa de la patria14. Y se cita a Aulo Gelio
(5,18,1-2), de nuevo con el texto latino al pie, para subrayar la importancia de utilizar a los auto-
res antiguos más coetáneos a los hechos narrados. En ese sentido, la relación de aquellos incluye a
Estrabón, Plinio, Pomponio Mela, Ptolomeo para la primera parte geográfica, a Estrabón, Dión,
Silio Itálico, Apiano, Lucio Floro, Paulo Orosio, San Isidoro, San Julián, Ydacio y Rodrigo Xime-
nez para la histórica.
11 Cabe relacionar estos criterios metodológicos re- ñez de la Rentería, discurso pronunciado ante la Socie-
novadores con las estancias de diversos miembros de la dad en 1780 y publicado en 1790 (Fernández Sebastián
Sociedad en distintos centros de estudios europeos; sa- 1994). Sobre la Antigüedad en esta obra de Rentería,
bemos en particular de la estancia de algunos ilustra- Duplá 2003.
dos vascos en la abadía Saint-Maur, uno de los centros 13 FP, Caja 11, n.1.12, n.º catál. 167.12.
de renovación metodológica desde el siglo xvii (Zuazo 14 «Quoniam sunt omnia commoda a Patria acep-
En Cataluña, a inicios del siglo xix, aún seguían leyéndose las historias de Jeroni Pujades (Crò-
nica Universal del Principat de Catalunya, 1609) y Narcís Feliu de la Penya (Anales de Cataluña,
1709). Más la primera que la segunda, a pesar del tiempo trascurrido, pues entre 1829 y 1832 tuvo
15 A pesar de que las tesis vascocantabrista y vas- puestamente vecinos de los aquitanos y, en consecuen-
coiberista ya habían sido cuestionadas desde el propio cia, el País Vasco integrado en Cantabria (Areta 1976,
ámbito vasco por el escritor suletino Ohienart en su 248 ss.).
Notitia utriusque Vasconiae, tum Ibericae, tum Aquitani- 18 Cantabria vindicada y demostrada según la ex-
cae (París 1638). tensión que tuvo en diferentes tiempos (Madrid, 1779),
16 La Cantabria. Disertación sobre el sitio y extensión replicado por Fray Manuel Risco, El R.P.M. Fr. Hen-
que tuvo en tiempo de los romanos la región de los Cán- rique Flórez, vindicado del vindicador de la Canta-
tabros, con noticia de las regiones confinantes y de varias bria, Don Hipólito de Ozaeta y Gallaiztegui (Madrid,
Poblaciones antiguas (preludio a la Historia de la Provin- 1779).
cia Tarraconense, t.XXIV de la España Sagrada). 19 Sobre las dificultades, de distinta índole, de
17 Véase la argumentación en torno al pasaje de los proyecto de escribir una historia nacional en el si-
César (Bell. Gall. 3,23; 3,26) sobre los cántabros su- glo xviii en Cataluña, vid. Cortadella 1994.
una reedición, en castellano (impulsada por Fèlix Torres Amat, Albert Pujol y Pròsper de Bofarull).
Aunque se trataba de obras plagadas de relatos legendarios a los que la crítica histórica diecioches-
ca había hecho frente con indudable éxito, los representantes de la Ilustración en Cataluña no ha-
bían podido, o sabido, substituirlas. A pesar de que en los estatutos de la Real Academia de Buenas
Letras de Barcelona, cenáculo del revisionismo historiográfico catalán, figuraba el compromiso de
redactar una nueva historia de Cataluña, tal empresa nunca se llevó a cabo. Tampoco el proyecto
del francés Jean Gabriel Hugelmann de escribir una Historia de Aragón, Cataluña, Valencia e Is-
las Baleares dio mejores resultados, ya que en el único volumen publicado (Imprenta de Juan Peña,
Madrid 1855), después de un largo preámbulo, de más de doscientas páginas, cuando Hugelmann
afronta finalmente su tema, se limita a la descripción geográfica de la Península Ibérica a partir de
largas citas de Florián de Ocampo, Eugène Rosseeuw Saint-Hilaire (Histoire d’Espagne, 1844) y la
Estadística de España (1835) de Alexandre Moreau de Jonnés. ¡Poco podríamos esperar de un pro-
yecto historiográfico hecho a retazos!
El mérito de escribir la primera historia de Cataluña del siglo xix, y de haber cosechado un no-
table éxito con tal empresa, fue de Víctor Balaguer i Cirera (Barcelona 1824-Madrid 1901) (Grau
2004b). Su Historia de Cataluña y de la Corona de Aragón (Barcelona 1860-1864), en cinco volú-
menes, no estaba exenta de las leyendas propias de otras épocas, por ejemplo la resistencia de los
betulones frente a los cartagineses en la costa del Maresme. De estos tan intrépidos como inexis-
tentes antepasados de los catalanes, decía Balaguer:
«Amílcar encontró a los que más tarde debían llamarse catalanes, muy audaces y atrevidos con
el continuo ejercicio de las armas, rebeldes a las lisonjas, indiferentes a las promesas, huyendo del
yugo extranjero, nada codiciosos de riquezas, fieros solo y envidiosos de su independencia, con
cuyo respeto se envolvían como con una coraza sagrada». (vol. I, p 18)
En realidad, estos supuestos «betulones» eran una pura invención. Aparecen citados por prime-
ra vez en la espuria obra de Bernat Boades (Libre dels feyts d’armes de Catalunya), que fue rector de
Blanes y murió en 1444. De hecho se trataba de una pura falsificación compuesta por el blanense
Joan Gaspar Roig i Jalpí durante la segunda mitad del siglo xix.
Debemos remarcar, no obstante, que para Balaguer la historia de Cataluña empezaba con los
primeros condes de Barcelona y todo lo que había ocurrido anteriormente pertenecía a la historia
universal. Para él, los tiempos antiguos constituían unos preliminares necesarios para explicar los
acontecimientos posteriores. Desde un primer momento —como hemos visto— las tribus ibéricas
habrían manifestado su espíritu de independencia ante cartagineses y romanos. En este sentido, el
dominio púnico y romano habría tenido la virtud de mostrar que en el país existía la semilla de la
independencia, y los caudillos ilergetas Indíbil y Mandonio, que lucharon con Cartago y contra-
Cartago, con Roma y contra Roma alternativamente, serían algo así como los proto-héroes de la
primera lucha por la libertad. A pesar de su conquista, Balaguer perdonaba la «tiranía» de los ro-
manos gracias a sus aportaciones culturales (leyes, ciencia, artes, idioma, usos y costumbres), que
hicieron aumentar la población del país, mejoraron su agricultura y compensaron la pérdida de li-
bertad con el bienestar de las instituciones romanas.
Roma cayó —según Balaguer— por la «ley de la civilización»; su brazo ejecutor fueron los bár-
baros, pero correspondería a los cristianos la construcción de una nueva civilización. En este as-
pecto, la invasión árabe habría sido posible a causa de la desaparición del «espíritu de independen-
cia», debido al largo dominio romano, pero su llegada traería como beneficio el despertar de las
antiguas nacionalidades. En síntesis, Balaguer veía España como una confederación de pueblos. Su
modelo político eran los antiguos reinos de la Corona de Aragón.
creía que era un anacronismo (más concretamente, una invención de Jeroni Pujades), pensar que
las tribus ganaderas que habitaban la península en la Antigüedad formaban una verdadera nación
moderna, con reyes y centros de decisión comunes. Para él, los pueblos antiguos de la península
eran bárbaros e incivilizados. En cuanto a la intervención romana, defendía que a ellos se debió la
sustitución del vicio de las antiguas tribus (libertad natural) por el régimen municipal (libertad ci-
vil). Es más, los romanos, al civilizar la Península, habrían depositado la semilla del espíritu nacio-
nal, y la conquista árabe no debería entenderse como el despertar de la antigua independencia sino
más bien todo lo contrario: la definitiva desaparición de las diferencias entre los pueblos indígenas.
Bofarull no ponía en cuestión la unidad política de España, entendida como una realidad plural en
la que Cataluña debía tener su representación. Antoni de Bofarull no formulaba tampoco ninguna
propuesta política de futuro para Cataluña ajena al estado liberal español. Su reivindicación, muy
activa y constante, quedaba limitada a los aspectos culturales e historicistas centrados en la Edad
Media (Anguera 1996).
Muy diferente será el planteamiento del político y escritor Antoni Aulèstia i Pijoan (Reus
1849-Barcelona 1908) (Gil 1993). Su Història de Catalunya (1887-89), en dos volúmenes, pretende
divulgar la historia catalana y, al mismo tiempo, extender el uso de la lengua propia como claves
para incrementar la conciencia nacional. No en vano su historia es la primera que se escribe en ca-
talán desde Pujades, en 1609. Aulèstia formaba parte de la generación que protagonizó la transfor-
mación del catalanismo de corriente literaria a movimiento político. Él mismo fue miembro de la
«Jove Catalunya», primer grupo político abiertamente catalanista, fundado en 1870.
Retomando el tema de los pueblos prerromanos, Aulèstia ve de manera muy diferente a Indíbil
y Mandonio, que dejan de ser unos personajes despreciables para convertirse en gentes que pagaron
con la vida:
«son esperit d’independència patria; esperit que fins en mig de les seves flaqueses humanes,
com tots los homes extraordinaris, aquests dos prínceps catalans, brilla en lo fons de tots sos actes
en lo grandiós quadre quals línies acabem d’esbossar» (vol. I, p. 55)20.
Con su obra Aulèstia pretendía abiertamente fomentar el sentimiento de patria entre el pueblo
mediante las emociones producidas por las gestas heroicas de los antepasados. La diferencia básica
entre Aulèstia y las historias anteriores está en el hecho de que, mientras Balaguer y Bofarull recla-
maban la parte que correspondía a Cataluña dentro de la Historia de España, Aulèstia creó para la
historia catalana un espacio de actuación particular. En su planteamiento histórico, la Antigüedad
entró a formar parte plenamente de Cataluña sin las medias tintas de Balaguer o la áspera crítica
de Bofarull.
En concreto, Aulèstia veía el territorio catalán en la Antigüedad habitado por un solo pueblo,
étnicamente parecido al actual vasco, sobre el que se dejaron sentir una serie de influencias asiá-
ticas (los «cheta» mencionados por Sanpere i Miquel, que los vincula con los «pueblos del mar»; o
los tirios como defendía Josep Pella i Forga), mientras que en el resto de España predominaría la
influencia celta. El sustrato poblacional sólo se vería matizado posteriormente por la llegada de los
griegos, en el litoral, y la conquista romana, sin que la influencia de unos u otros afectase al carác-
ter de los antiguos pueblos. Es más, la dominación romana habría producido una amalgama entre
el espíritu de la tierra y las nuevas ideas y costumbres que fortalecerían a los catalanes, respetando
20 «su espíritu de independencia patria; espíritu pes catalanes, brilla en el fondo de todos sus actos en el
que hasta en medio de sus flaquezas humanas, como grandioso cuadro las líneas del cual acabamos de esbo-
todos los hombres extraordinarios, estos dos prínci- zar.» (citado según la edición de 1922).
Los casos analizados, especialmente representativos de dos momentos de las historiografías vas-
ca y catalana en los siglos xviii y xix respectivamente, permiten apuntar algunos elementos de in-
terés para ulteriores investigaciones. En primer lugar, la pervivencia y el peso de los relatos más o
menos legendarios, con interpretaciones interesadas de las fuentes, en la historiografía ilustrada,
pese a los avances metodológicos registrados. Presumiblemente, esa contradicción entre la dificul-
tad de superar de forma definitiva determinados mitos históricos relativos a los tiempos más anti-
guos y unos métodos históricos renovadores y críticos está en la base del fracaso, a lo largo del si-
glo xviii tanto en el caso vasco como en el catalán, de la elaboración por las élites intelectuales
respectivas de sendas Historias nacionales. En segundo lugar, cabe señalar cómo en el siglo xviii
los planteamientos particularistas, incluso apelando a la idea de nación propia, no son disgregado-
res. Esas historiografías comparten la adhesión a la monarquía y a una idea de España común, pese
a subrayar al mismo tiempo las especificidades propias incluso desde los tiempos más remotos. Se
podría hablar así de un «doble patriotismo» aceptado con naturalidad. La situación, sin embargo,
cambia a lo largo del siglo xix y en especial en su segunda mitad, cuando surge el fenómeno nacio-
nalista como movimiento político que, no obstante, sigue reivindicando la Antigüedad como una
etapa de particular valor. Finalmente, un planteamiento esencialista subraya la singularidad de los
primitivos pobladores como elemento esencial de continuidad para la configuración de las realida-
des contemporáneas. La profundización en todos estos aspectos ofrece un programa de trabajo su-
gerente en los terrenos historiográfico y cultural.
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Presentación: P. Ciprés (coord.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
P. Ciprés, Hispania citerior en la geografía de la Naturalis Historia de Plinio /Hispania citerior in the
Pliny the Elder’s Naturalis Historia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
N. Barrandon, Les oubliées des promotions de la fin de la République en Hispanie citérieure:
les cités de droit pérégrin (état de la question) / The forgotten places of the promotions at the end
of the Republic in Hispania citerior: the cities with peregrinus right (state of the art). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
J. J. Palao, Augusto y el ejército romano en la provincia de Hispania citerior. ¿Nuevas respuestas
a viejos interrogantes? / Augustus and the roman army in the province of Hispania citerior.
New answers to old questions? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
S. Armani, Les C. Iulii et la postérité des noms d’Auguste en Citérieure : étude d’onomastique
provinciale / The C. Iulii and the posterity of the names of Augustus in Hispania citerior: a provincial
study of onomastics . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
E. Ortiz de Urbina, Los C. Iulii y la posteridad de los nombres de Augusto en Hispania citerior: estu-
dio de su proyección civil y militar / The C. Iulii and the posterity of the names of Augustus
in Hispania citerior: study of their civil and military significance . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99
M. Ramírez Sánchez, Paisajes epigráficos en la provincia Hispania citerior en época de Augusto /
Epigraphic landscapes in the provincia Hispania citerior at he time of Augustus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
J. A. Delgado Delgado, El sacerdocio salio de Sagunto. La recepción del programa religioso de
Augusto en un municipio de Hispania citerior / The Salian Priesthood of Saguntum. Reception of
Augustus’ Religious Program in a municipium of Hispania citerior . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143
D. Dopico y J. Santos, La conquista del noroeste en la historiografía gallega del s. xix:
Vicetto y Murguía / The conquest of the Northwest in the Historiography of Galicia in the 19th century:
Vicetto and Murguía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163
Artículos
L. Salem: Literatura, memoria y política: la construcción del pasado en el Reino Medio egipcio / Literature,
memory and politics: the construction of the past in the Egyptian Middle Kingdom . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183
D. Martino García: Nuevas aportaciones al corpus epigráfico vadiniense / New contributions to
Vadiniensis epigraphic corpus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 199
S. Tantimonaco y H. Gimeno: Un nuevo epitafio de una esclava en Toletum / A new epitaph of
a female slave at Toletum . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 213
J. Ferrer i Jané: Ibèric kutu i els abecedaris ibèrics / Iberian kutu and the iberian abecedaries . . . . . . . . . . . . . 227
A. Duplá y J. Cortadella: Nota sobre Antigüedad, nacionalismo(s) e historiografía:
dos estudios de caso en las historiografías vasca y catalana / A note on Antiquity, nationalism(s) and
historiography: two case studies from the basque and catalan historiographies . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 261
Varia
S. Alfayé: Relecturas de algunas inscripciones latinas de la cueva-santuario de «La Griega», Pedraza
(Segovia) / Revisiting some latin inscriptions from the cave-sanctuary of «La Griega», Pedraza (Segovia) . . . . 279
Reseñas bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 289
Memoria de las actividades de investigación y de formación de investigadores del Instituto
de Ciencias de la Antigüedad / Antzinaroko Zientzien Institutua (ICA/AZI). Curso académico
2013-2014. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 305