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Nota sobre Antigüedad, nacionalismo(s) e historiografía: dos estudios de caso


en las historiografías vasca y catalana

Article · January 2014

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Antonio Duplá Jordi Cortadella


Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea Autonomous University of Barcelona
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ISNN: 02132095

REVISTA DE PREHISTORIA, HISTORIA ANTIGUA, ARQUEOLOGÍA


Y FILOLOGÍA CLÁSICAS

31

VITORIA 2014 GASTEIZ


NOTA SOBRE ANTIGÜEDAD,
NACIONALISMO(S) E HISTORIOGRAFÍA:
DOS ESTUDIOS DE CASO EN LAS
HISTORIOGRAFÍAS VASCA Y CATALANA
a note on antiquity, nationalism(s) and
historiography: two case studies from the basque
and catalan historiographies
Antonio Duplá y Jordi Cortadella
UAB - UPV/EHU
antonio.dupla@ehu.es
Jordi.Cortadella@uab.cat

Resumen: El artículo presenta una investigación en curso sobre el papel de Grecia y


Roma antiguas en determinadas historiografías nacionales en los siglos xviii y xix, combi-
nando un acercamiento propiamente historiográfico con el estudio de Grecia y Roma como
modelos políticos y culturales. El análisis sucinto de dos casos, el fallido proyecto de una
Historia nacional por los ilustrados vascos y el tratamiento de la Historia Antigua en la his-
toriografía catalana en el siglo  xix ilustran los problemas y dificultades de esta investiga-
ción. Como resultado, es posible seguir la evolución del patriotismo, el surgimiento del na-
cionalismo y el desarrollo de historiografías alternativas en España y otros países y cómo la
Antigüedad es utilizada para apoyar determinadas posiciones políticas y culturales.
Palabras clave: Antigüedad, nacionalismo, historiografía, Ilustración, España, Cataluña,
País Vasco.

Abstract: The paper presents a research project carried out by an international team on
the role Ancient Greece and Rome played in some national historiographies and cultures in
the 18th and 19th centuries. This project combines a properly historiographical approach
with the study of the interest in Greece and Rome as a source for cultural and political
models. A brief analysis of two specific cases, the (failed) project of a National History of
the Basque provinces by the Basque Enlightenment and Ancient History in the Catalan
historiography of the 19th century would illustrate the problems and difficulties which this
work in progress has to deal with. As a result, it is possible to envisage the development of
patriotism, the rise of nationalism and the development of alternative historiographies in
Spain and other Western countries, and how Antiquity is used to support different political
and cultural positions.
Keywords: Antiquity, nationalism, historiography, Enlightenment, Spain, Cataluña,
Basque Country.

Recibido: 29-04-2014 Informado: 04-06-2014 Definitivo: 10-06-2014

VELEIA, 31 261-276, 2014 ISSN 0213 - 2095


262 ANTONIO DUPLÁ Y JORDI CORTADELLA

1. Introducción

Las posibilidades de investigación de un tema tan amplio como la relación entre la recepción de
la Antigüedad, el surgimiento de los nacionalismos y su reflejo historiográfico, especialmente en
casos de identidades colectivas complejas como pueda ser la española, se ha visto facilitado en los
últimos años por tres fenómenos destacados1. Se trata de la consolidación de los estudios sobre his-
toriografía de la Historia Antigua y la Arqueología en España, de la renovación general de los estu-
dios sobre nacionalismo y de las perspectivas más recientes en el acercamiento a la historia de Es-
paña. Pasamos a comentar de forma algo más pormenorizada cada uno de ellos.
Si en el caso europeo la historiografía es un campo de notable tradición, con representantes tan
cualificados y señeros como Arnaldo Momigliano2, pero también Karl Christ o Luciano Canfora,
el caso español es muy distinto. En España, la historia de la historiografía sobre el mundo antiguo
surge como campo específico tan sólo hace poco más de un par de décadas, con el pionero con-
greso celebrado en Madrid en 1988 (Arce-Olmos 1991). Hasta entonces, en el marco de las Cien-
cias de la Antigüedad, la Filología Clásica, en particular de la mano de varios trabajos de Luis Gil,
había recibido mayor atención que la Historia Antigua y la Arqueología. Sin embargo, a partir del
congreso citado, se suceden una serie de trabajos individuales y de reuniones específicas (Beltrán-
Gascó 1993; Duplá-Emborujo 1994; Gascó-Beltrán 1995; Mora-Díaz Andreu 1997; Mora 1998,
etc.), que profundizan y amplían el campo. Cabe señalar como hitos significativos de esta evolu-
ción la monografía de F. Wulff Las esencias patrias (2003), la aparición de la Revista de Historiogra-
fía (2004), dirigida por J. Alvar, la creación de la «Sociedad Española de Historia de la Arqueolo-
gía», o la publicación de sendas monografías sobre casos concretos, como puedan ser Numancia
(Jimeno-de la Torre, 2005), Tartesos (Álvarez 2005) o la historiografía dieciochesca (Romero
2005). Si la aparición de diccionarios especializados presupone un significativo grado de madu-
rez de un determinado campo de investigación, el Diccionario histórico de la Arqueología en Espa-
ña (M. Díaz-Andreu, G. Mora, J. Cortadella 2009) reflejaría ese estadio y supone una herramien-
ta de trabajo fundamental, como pudiera suponerlo a un nivel más general el Diccionario Akal de
historiadores españoles contemporáneos (Peiró y Pasamar 2002). También en el terreno más general
de la recepción del mundo antiguo el avance es indiscutible, con iniciativas recientes que conectan
con las nuevas tendencias sobre el estudio del clasicismo (Wulff 2007; Castillo et al. 2008, Duplá
2013, García Morcillo 2013, etc.). Quiere decirse con ello que los estudios historiográficos, en el
campo de las Ciencias de la Antigüedad, descansan ya sobre una base más firme que hace no de-
masiado tiempo.
En segundo lugar y respecto a la renovación de los estudios sobre la historia de las naciones y
el nacionalismo, un punto de inflexión historiográfico se produjo en la década de los ochenta del
pasado siglo. Aparecieron entonces una serie de obras de reconocidos científicos sociales (historia-
dores, sociólogos, o politólogos, etc.), como B. Anderson; A. Smith; E. Gellner; E. Hobsbawm; T.
Ranger y otros, que abordaban el estudio del fenómeno nacionalista como una construcción polí-

1 Este texto es un avance de la investigación en tina), Amalia Emborujo (UPV/EHU), Marta García
curso sobre Antigüedad, nacionalismos e identidades Morcillo (Roehampton University, RU), Gloria Mora
complejas en la historiografía occidental (1700-1900): (UAM), Gregory Réimond (Toulouse).
los casos español, británico y argentino (MINECO 2 Su obra está recogida en los Contributi alla storia

HAR2012-31736). Pertenecen al grupo ANIHO Filip- degli studi classici e del mondo antico (1955-2012), cuyo
po Carlà (Mainz), Pepa Castillo (U. de la Rioja), Jor- décimo tomo, en dos volúmenes, apareció en 2012,
di Cortadella (UAB), Antonio Duplá (UPV/EHU), editado por R. Di Donato.
Eleonora dell’Elicine (U. General Sarmiento, Argen-

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NOTA SOBRE ANTIGÜEDAD, NACIONALIMO(S) E HISTORIOGRAFÍA... 263
tica y cultural que surge a partir de finales del siglo xviii, aunque con posibles raíces más antiguas
en épocas anteriores en cada caso. Particular fortuna tuvo la definición de las naciones avanzada
por Benedict Anderson como «comunidades imaginadas («imagined communities»): «una comuni-
dad política imaginada como inherentemente limitada y soberana» (Anderson 1993, 23). Notable
impacto obtuvo igualmente el libro colectivo editado por E. Hobsbawm y T. Ranger, The Inven-
tion of Tradition (Hobsbawm-Ranger 1983), de título explícito y rápidamente traducido a numero-
sos idiomas, que insistía en el carácter inventado de numerosas tradiciones consideradas antiguas y
venerables, tanto en el ámbito del mundo occidental como en el de sus extensiones coloniales. In-
dependientemente del alcance de la presunta «invención», en estas interpretaciones renovadoras se
subraya el carácter histórico, elaborado, voluntario, de las naciones y los nacionalismos, como fru-
to de la modernidad y la Revolución Industrial, frente a presupuestos atemporales, esencialistas y
ahistóricos3. No obstante, es importante destacar cómo Anderson se ve obligado a precisar, en su
crítica a Gellner, que «invención» o imaginación» no equivalen mecánicamente a «fabricación» o
«falsificación», de tal manera que las naciones no son exactamente creaciones ex novo, partiendo de
cero, sino que se apoyan en elementos sociales y culturales anteriores en ocasiones de indudable an-
tigüedad y calado, precisión metodológica de indudable interés en casos particularmente complejos
como pueda ser el español. Esta revalorización del papel del imaginario y de las construcciones po-
líticas e historiográficas, rigurosas o inventadas, a partir de un sustrato previo, ofrece un extraor-
dinario interés desde el punto de vista de la recepción de la Antigüedad en el mundo moderno.
Pues ahora, como una ampliación y profundización del análisis habitual de la historia del clasicis-
mo occidental, entendido tradicionalmente como el estudio de la transmisión del «legado» clásico,
se abre la puerta al análisis de la apropiación política y cultural del mundo antiguo en las moder-
nas culturas nacionales y al estudio de las distintas reconstrucciones de los tiempos antiguos en las
historias nacionales. Así, en el marco más general de los así llamados «Reception Studies» (Hard-
wick 2003) y no por casualidad, han florecido las publicaciones sobre este campo de las relacio-
nes entre la Antigüedad y la modernidad en los nuevos marcos nacionales (Krüger-Lindner 2009;
Stephens-Vasunia 2010; Klaniczay-Werner, 2010; Lianeri 2011).4 Posiblemente el capítulo más re-
ciente de esta evolución sea el coloquio «Nationalism, Patriotism, Ancient and Modern» (http://
www2.warwick.ac.uk/fac/arts/hrc/confs/npam/), organizado en mayo de 2013 en la Universidad
de Warwick, sede por otra parte de un célebre debate sobre nacionalismo entre Anthony Smith y
Ernest Gellner en 1995.
Finalmente, en lo relativo a las diferentes interpretaciones de la historia de España, tradicional-
mente asociadas en las centurias anteriores a distintos proyectos políticos e ideológicos, también
cabe pensar ahora en un momento de inflexión. De hecho, este acercamiento renovador a los pro-
cesos identitarios nacionales y su proyección historiográfica, política y cultural, así como a los usos
públicos de la historia, se ha producido igualmente en España desde finales del siglo pasado (For-
cadell 1998; Pérez Garzón et al., 2000; Carreras-Forcadell 2003; Álvarez Junco 2008; etc.). Igual-
mente, se han dado pasos significativos en el estudio de la apropiación política de la Antigüedad en
las reconstrucciones históricas específicas en Andalucía (Beltrán-Gascó 1993, 1995; Prieto y Cor-

3 En el contexto de esa renovación historiográfica 4 El renovado interés por estos estudios incluye

surge en 1995 la revista Nations and Nationalism, aus- la aparición de nuevas revistas (International Journal
piciada por la Association for the Study of Ethnicity of the Classical Tradition; Classical Receptions Journal,
and Nationalism y con Anthony D. Smith como fun- Anabases, etc.) e, incluso, proyectos internacionales
dador y primer editor. m u l t i d i s c i p l i n a re s c o m o I M AG I N E S ( w w w.
imaginesproject.org).

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264 ANTONIO DUPLÁ Y JORDI CORTADELLA

tadella 1993); Cataluña (varios trabajos de J. Cortadella); País Vasco y Navarra (Duplá y Emborujo
1991; Ortiz de Urbina 1991, 1996; Andreu 2008) o Galicia (Bermejo Barrera 1992).
Desde el punto de vista de la historia general de España, y en un recorrido que podría iniciar-
se en Garibay (1571) o, incluso, en Isidoro de Sevilla, con estadios fundamentales en el P. Mariana
(1592); Modesto Lafuente (1850-1859); R. Altamira (1899) o R. Menéndez Pidal (1935-), cabe re-
señar ahora la aparición de un proyecto colectivo asentado en parámetros que podemos considerar
nuevos. Nos referimos a la reciente Historia de España dirigida por Josep Fontana y Ramón Villa-
res, dos destacados representantes de la generación senior de la historiografía española, significati-
vamente procedentes ambos de ámbitos periféricos o, si se prefiere, alternativos (Cataluña y Galicia
respectivamente), al tradicional peso del «centro» en la historia española. En la «Introducción Ge-
neral» a la obra, sus directores aluden a la renovación historiográfica en España desde los años se-
tenta y subrayan su «voluntad decidida de superar las posiciones nacionalistas o esencialistas que
tanto han caracterizado el discurso historiográfico español del siglo xxi »; desde esos parámetros,
pretenden entender España desde el punto de vista de la «diversidad» y subrayan que esta obra no
nace de ninguna «angustia nacional» o de algún dramático conflicto bélico o político, sino «de la
práctica normalizada de una trabajo intelectual».
Particularmente interesante para nuestro tema es la inclusión en la citada Historia de un duo-
décimo volumen, de carácter transversal, dedicado a Las historias de España. Visiones del pasado y
construcción de identidad, coordinado por J. Álvarez Junco. En el «Prólogo» de este volumen, su
coordinador define la obra como un ensayo sobre la evolución de las visiones del pasado en re-
lación con este territorio y grupo humano conocidos hoy como ‘españoles’ (Álvarez Junco, 2013,
XVII), y apunta las dificultades de la empresa en un mundo «dominado por las pasiones naciona-
les (comenzando por las españolistas)» (o. c., XXVI). Fundamental resulta su intención de estudiar
no solo los relatos históricos o literarios sobre el pasado en sí mismos (el contenido y las técnicas
narrativas), sino también, y de manera primordial, la función que estos relatos han cumplido en la
conformación de unas identidades colectivas dadas (o. c., XVI).
Es en este marco general, sucintamente esbozado, en el que se puede situar una línea de investi-
gación sobre el papel de Grecia y Roma (más especialmente esta última) en la historiografía, la cul-
tura y la política españolas en los siglos XVIII y XIX, como un estudio específico entendido en el
marco general de la conformación histórico-político-ideológica de las naciones modernas.
Este estudio puede abordarse desde dos vertientes fundamentales, una primera más propiamen-
te historiográfica, una segunda más cultural y política, ambas interrelacionadas.
En el terreno historiográfico, se trataría de estudiar la importancia de la Antigüedad en la crea-
ción de los imaginarios e identidades colectivas, especialmente complejas en el caso español, donde
la Antigüedad puede jugar un papel protagonista en el momento fundacional de las esencias nacio-
nales, cuando ya se manifestarían (supuestamente) las características propias de las distintas identi-
dades (pueblos, culturas, modo de ser, lengua, etc.) y donde suelen aparecer ya los enfrentamientos
con una identidad «central». La historia española es particularmente interesante, pues cabe abordar
el tema desde la perspectiva de la historiografía central y, al mismo tiempo, las llamadas periféri-
cas, mejor alternativas, particularmente pero no sólo la vasca y la catalana. Incluso cabe ampliar el
estudio a otros ámbitos, en el espacio europeo o americano, donde pueda plantearse de igual forma
esta relación, más o menos conflictiva, entre una historiografía central y otras periféricas o alterna-
tivas. Se trata de revisar las reconstrucciones historiográficas, generales y locales, en el siglo xviii,
especialmente desde mediados de siglo, en el contexto ilustrado que se propone superar el contex-
to barroco, y en el siglo  xix , en el entorno de las nuevas necesidades y complejidades del Esta-
do burgués, reconstrucciones todas ellas que se remontan hasta la época antigua. En este terreno

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NOTA SOBRE ANTIGÜEDAD, NACIONALIMO(S) E HISTORIOGRAFÍA... 265
es una referencia fundamental el modelo de historia de España esencialista (los españoles existen
como tales desde el origen de los tiempos) e invasionista (historia definida también por las gentes
que, atraídas por sus riquezas, la invaden y la hacen suya, o cuando menos lo pretenden, y contra
quienes se rebelan los heroicos españoles) propuesto por Fernando Wulff (2003, 14). A partir de
ese modelo, cabe profundizar en esa línea y completar ese cuadro a partir de un tratamiento más
específico de determinadas realidades, como la catalana y la vasca, y establecer posibles compara-
ciones con otros casos. Por ejemplo, respecto al siglo xviii habrían de estudiarse iniciativas concre-
tas, como pudiera ser los proyectos (ambos fallidos) de una nueva historia de las provincias vascon-
gadas auspiciado por la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País (Olábarri 1986), o de una
nueva historia de Cataluña promovido por la Academia de Buenas Letras de Barcelona en 1729
(Cortadella 1994). En el siglo xix , y en relación con las nuevas historiografías periféricas, se trata
de ver si junto a los planteamientos más sectarios, rigurosamente estudiados por Wulff, caso de Sa-
bino Arana o Prat de la Riba, caben otras posiciones más matizadas, caso de Campión en Navarra
o el federalismo de Pi i Margall. En este sentido, es evidente que unas determinadas reconstruccio-
nes encubren siempre reivindicaciones políticas precisas, como queda patente en el caso del vasco-
cantabrismo (Duplá y Emborujo 1991; Ortiz de Urbina 1996, Andreu 2008) y esa correspondencia
concreta supone otra variable de la investigación. La creciente importancia de la Arqueología y la
recopilación de otras fuentes, por ejemplo epigráficas y numismáticas, como elementos sustentado-
res de las diferentes propuestas historiográficas representa otra línea de trabajo fundamental en este
apartado (Mora 1998, Mora y Díaz-Andreu 1997).
Una segunda vertiente sería la propiamente clasicista, es decir, la que estudiaría el interés por
Grecia y Roma como modelos culturales y políticos en la sociedad española en general. Es cier-
to que este clasicismo también puede utilizarse en determinados momentos para subrayar una es-
pecificidad cultural frente a la cultura «central» (véase, para un momento posterior, el «noucentis-
me» y su helenofilia), pero el tema es más amplio y abierto, y permitiría un análisis más desligado
de la controversia centro/periferia y más vinculado a la dimensión educativa y formativa atribuida
a la Antigüedad clásica, en relación con la evolución general del clasicismo europeo. En este segun-
do apartado, se debe estudiar la actividad, enormemente dinámica, de asociaciones y colectivos de
todo tipo, desde las Sociedades de Amigos del País, típicas del ambiente ilustrado, hasta las socie-
dades excursionistas, arqueológicas y ateneos, componentes fundamentales del entramado de la so-
ciedad civil en el siglo xix (Cortadella 1997). Se trata de confirmar que en la sociedad española, y
en los casos específicos vasco, catalán y otros, hubo un interés por la historia de Grecia y Roma en
general y no sólo por los supuestos antepasados nativos más o menos heroicos. En este terreno cabe
explorar paralelismos con las líneas generales del clasicismo europeo, en torno a episodios y perso-
najes particularmente celebrados y también en torno a determinadas manifestaciones culturales, tí-
picas en especial del siglo xix , como puedan ser la pintura y la novela histórica de temática anti-
gua (García Cardiel 2010; Duplá 2013).
Un capitulo particular de este segundo apartado hace referencia a la presencia de la Anti-
güedad en la reflexión y la oratoria política del periodo estudiado. Las nuevas necesidades po-
líticas que supone la superación del sistema absolutista, que giran en torno al constituciona-
lismo, el republicanismo, el racionalismo, las teorías sobre la soberanía popular y los derechos
ciudadanos, etc., remiten directamente a los modelos antiguos, especial, pero no exclusivamen-
te, a la República romana y a figuras como Cicerón (Duplá 2006). Junto a la profundización
de la presencia del Arpinate en el surgimiento del republicanismo español (Onaindia 2002), la
revisión de la influencia clásica en la reflexión ilustrada, constitucionalista y liberal ofrece am-
plias posibilidades.

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266 ANTONIO DUPLÁ Y JORDI CORTADELLA

Dos estudios de caso nos van a permitir ilustrar las particularidades, posibilidades y dificul-
tades de un estudio como el que aquí se plantea. Apuntamos brevemente el tema del proyecto de
«Historia Nacional» de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, en el País Vasco del úl-
timo tercio del siglo xviii, y la visión de la Antigüedad en las Historias de Cataluña del siglo xix5.

2. El proyecto de Historia Nacional de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del


País (RSBAP)

En opinión de un destacado especialista sobre el tema, la acción de los ilustrados vascos se sitúa
en el particular contexto político-institucional de la singularidad de las instituciones vascas con-
frontadas a un ambiente centralizador-uniformizador borbónico (Astigarraga, 2003, 23). Ese es
el marco general en el que integrar a la RSBAP, la primera de las sociedades ilustradas alentadas
desde el reformismo borbónico de Carlos III, y expresión máxima de la Ilustración en el País Vas-
co. Su impulsor principal fue Fco. Javier M.ª de Munibe e Idiáquez, conde de Peñaflorida (1729-
1785), alcalde de Azcoitia, luego diputado general, uno de los más importantes terratenientes y pa-
tronos diezmeros de Vizcaya y Guipúzcoa. Siguiendo el modelo de sociedades y academias que
había conocido en Francia, en 1763 presenta en las Juntas Generales su «Plan de una sociedad eco-
nómica o Academia de Agricultura, Ciencias y Artes útiles y Comercio adaptado a las circunstan-
cias y Economía particular de la M.N. y M.L. Provincia de Guipúzcoa». El proyecto, ampliado ya
a las tres provincias y con apoyo de los nombres más ilustres de la nobleza vasca (Landázuri, Ála-
va, Sanmaniego, Otazu, Mazarredo, Epalza, Olaso, Narros, et al.) recibe la sanción real en 1765.
Destaca su pragmatismo reformista, con explícita intención educativa, didáctica y, sobre todo, con
interés por las aplicaciones inmediatas y las mejoras técnicas concretas, por ejemplo en el terreno
agrícola, del comercio o de la investigación científica.
Ciertamente no hay acuerdo entre los especialistas en cuanto a la significación y el alcance de
la Bascongada. En los años sesenta y setenta del pasado siglo y de la mano de autores como Elorza,
Serrailh o Fernández de Pinedo quedaba superada la interpretación más crítica y temprana, en la
línea de Menéndez Pelayo, y se reivindicaba el pensamiento político y económico liberal ilustrado.
Sin embargo, más recientemente, J. Fernández Sebastián, C. Martínez Gorriarán o J. M. Portillo
han insistido en sus límites e insuficiencias: la limitación de la extracción social de los miembros
y su alcance, su inconsistencia reformadora, su preocupación por la preservación del orden (foral)
existente, con alguna pequeña reforma; propiamente sin ortodoxia ilustrada. En todo caso, como
señala J. Astigarraga (2003, 48), se trata del «primer ensayo de institución enraizada en las tres
provincias y creada con el fin de impulsar un programa común»6.
En los Estatutos (Título VI, arts 2-4) queda recogido el interés de la RSBAP por la historia, in-
terés presente ya desde las primeras tertulias embrión de la Sociedad7:

5 Ambos temas fueron tratados por los autores en cuencias. y estrechar más la unión de las tres Provin-
el I Seminario Internacional Historiografía, Antigüedad, cias bascongadas de Alaba, Vizcaya y Guipúzcoa» y
Nacionalismo, celebrado en la UPV/EHU (Facultad de era deber de los socios «siempre tener presente la ma-
Letras, Vitoria-Gasteiz), en noviembre de 2013. yor utilidad del País, y preferir lo útil a lo agradable»
6 El artículo I de sus Estatutos establecía: «El ob- (Areta 1976, 15).
jeto de esta Sociedad es el de cultivar la inclinación, 7 Según se lee en los Extractos de las Juntas Ge-

y el gusto de la Nación Bascongada ácia las Ciencias, nerales en Vergara, los miércoles se leía Historia y tra-
Bellas Letras, y Artes: corregir y pulir sus costumbres. ducciones de los académicos tertulianos (cit. en Areta,
desterrar el ocio, la ignorancia y sus funestas conse- 1976, 13).

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NOTA SOBRE ANTIGÜEDAD, NACIONALIMO(S) E HISTORIOGRAFÍA... 267
«La comisión de Historia, Política y Buenas Letras ha de dedicarse a la Historia y Geografía
Nacional y a la lengua y poesía vascongada, haciendo exquisitas averiguaciones para juntar docu-
mentos y modelos escogidos, y reconociendo antigüedades y autoridades auténticas con el fin de
formar las colecciones más completas que pueda de estos diversos asuntos, procediendo con la crí-
tica e imparcialidad que requiere la materia».
Ya en el Discurso Preliminar del Conde de Peñaflorida (Bilbao, 1999), leído en la primera «Jun-
ta General Preparatoria de la Sociedad», celebrada en Vergara en febrero de 1765, el promotor de la
Sociedad subrayaba la importancia de la Historia que,
«contando los grandes acontecimientos que ha habido en el Mundo desde su Creación, las diferen-
tes Naciones que han ocupado su superficie, su variedad de máximas, y costumbres, facilita el co-
nocimiento del corazón humano, contribuye a formar una idea justa del hombre, y propone mo-
delos à la virtud, y escarmientos al vicio»8.
Es en el seno de esa Comisión Cuarta donde se va a plantear el, a priori, proyecto más impor-
tante de la Sociedad en el terreno historiográfico, una Historia de las tres provincias bascongadas. El
Secretario de la Sociedad, Miguel José de Olaso Zumalabe, presenta en febrero de 1765 una me-
moria (Historia de la Nación bascongada. Instrucción para escribirla) en la que urge a la elaboración
de la Historia Nacional, supuestamente «desde el principio uno de los frutos más útiles y agradables
que debe esperar el País de nuestra Sociedad» (Areta 1976, 415-418)9.
En el Plan del Discurso previo a la Historia Nacional de las tres Provincias Bascongadas, posible-
mente debido también a Olaso, podemos ver la estructura que había de tener la obra: una prime-
ra parte, con una relación geográfica de la región de Cantabria en el tiempo de los romanos y la
extensión de los antiguos pueblos de autrigones, caristios, várdulos y bascones, ciudades, pueblos,
ríos, etc., basada en todas las noticias de los autores antiguos; una segunda parte con la relación
histórica de los hechos memorables de la región de Cantabria hasta la llegada de los Moros en 714;
y una tercera parte con la descripción histórico-geográfica de lo acaecido en las tres provincias des-
pués de la entrada de los moros en España; completaría la obra un «Apéndice o Suplemento» con
tres disertaciones reivindicando la pertenencia de las tres provincias a la antigua Cantabria, la an-
tigüedad del euskera y cómo ninguna de las tres provincias fue posesión de los moros, respectiva-
mente10.
La concepción de la historia dominante entre los ilustrados vascos, a juzgar por uno de los espe-
cialistas en el tema (Olábarri 1986) parece relativamente ambivalente, con materiales que muestran
interés por la crítica histórica y la metodología más moderna frente a puntos de vista muy tradicio-
nales sobre la historia y su utilidad. Los aspectos más modernos se refieren a distintas cuestiones
metodológicas, de la distinción entre narración histórica y disertación sobre problemas particulares
a la mención de los documentos de archivo como fuentes imprescindibles para el historiador, la ne-
8 Peñaflorida (1999, 19) se refiere elogiosamente a tal. 167.2. El Fondo Prestamero, cuidadosamente
Carlos III, «Principe, en fin à quien está la tierra tan catalogado (Camino Urdiain 1996) contiene una va-
acostumbrada a obedecer, que à una insinuación suya liosísima colección de documentos, especialmente
ha sabido descubrir Ciudades enteras sepultadas mas para el estudio de las tareas historiográficas de la Bas-
de mil años en su seno (a)». En nota el texto aclara que congada, a la espera de su transcripción y estudio de-
se alude al descubrimiento de Herculanum durante el tenido.
reinado de S.M. en Nápoles (sobre Carlos III y el des- 10 FP, caja 11, n.1.1.4; catál. 167.4. El texto de estas

cubrimiento y posteriores excavaciones en Herculano y Instrucciones está prácticamente transcrito en Ortiz de


Pompeya, Mora 2013). Urbina (1996, 51s.).
9 Fondo Prestamero (FP) del Archivo del Territo-

rio Histórico de Álava (ATHA), Caja 11, 1.1; n.º  ca-

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268 ANTONIO DUPLÁ Y JORDI CORTADELLA

cesidad de especificar con detalle el origen de la información o el gran interés por la epigrafía, ar-
queología, paleografía, cronología o geografía11. Por el contrario, en la documentación del Fondo
Prestamero encontramos concepciones muy convencionales de la historia en la línea de la magistra
vitae ciceroniana (de orat. 2, 36; Koselleck 1993, 41-66), su utilidad en cuanto valor ejemplarizan-
te, la memoria de los grandes hechos, o incluso tesis providencialistas. Ciertamente, entre los pro-
pios socios de la Bascongada cabe hallar concepciones mucho más avanzadas y radicales, en la lí-
nea de Voltaire, Robertson o Gibbon, caso de Manuel de Aguirre. En opinión de A. Elorza, en su
discurso de ingreso en la RAH en 1783 y en otros escritos, Aguirre mostraría una concepción de la
historia secular, totalmente alejada del providencialismo, crítica con la monarquía absoluta y cerca-
na, incluso, a una historia social (Aguirre 1974, 32 ss.). En cualquier caso, frente a la historia ante-
rior de reyes, generales y papas, etc., es cierto que ahora adquiere un nuevo protagonismo la propia
nación «bascongada», su historia, su evolución y sus características (Areta 1976, 235).
Respecto a la presencia de la Antigüedad en los proyectos historiográficos de la RSBAP, su im-
portancia viene dada en un triple plano12 . En primer lugar, por la importancia intrínseca de la pro-
pia Antigüedad como cantera de exempla, de autores de prestigio, de citas y referencias cultas, a
partir de esa idea ya comentada de la historia como magistra vitae. En segundo lugar, por la impor-
tancia, en clave vascocantabrista, de la antigua Cantabria no sometida y, por tanto, prueba y tes-
tigo de la independencia secular vascongada, y por la consiguiente imprescindible recopilación de
los testimonios de los autores antiguos sobre el territorio de las tres provincias. En tercer lugar, por
el interés de la RSBAP en la recopilación de materiales epigráficos y arqueológicos, tarea en la que,
entre otros, destaca desde los inicios de la Sociedad el socio alavés Lorenzo Prestamero (Ortiz de
Urbina 1996, 85 ss.).
Así, en el «Prólogo» a la Historia General del País Bascongado, en sus tres provincias, se dice que
las «más antiguas y célebres naciones del Universo» han conservado la memoria de sus acciones
más ilustres de sus mayores13. Así lo habrían hecho hebreos, persas y medos a través de las Sagra-
das Escrituras, Fabio, Josepho (sic) y otros antiguos, o los griegos y romanos por otros autores,
etc. Se alude, sin las referencias concretas, a Alejandro leyendo las hazañas de Aquiles en Home-
ro y a César reflexionando sobre las victorias de Alejandro, también a Escipión Africano. Finali-
za el Prólogo con una cita de la Retórica a Herenio (4,44), atribuida en el texto a Cicerón (con el
texto latino en cita al pie), a propósito de la ineludible defensa de la patria14. Y se cita a Aulo Gelio
(5,18,1-2), de nuevo con el texto latino al pie, para subrayar la importancia de utilizar a los auto-
res antiguos más coetáneos a los hechos narrados. En ese sentido, la relación de aquellos incluye a
Estrabón, Plinio, Pomponio Mela, Ptolomeo para la primera parte geográfica, a Estrabón, Dión,
Silio Itálico, Apiano, Lucio Floro, Paulo Orosio, San Isidoro, San Julián, Ydacio y Rodrigo Xime-
nez para la histórica.

11 Cabe relacionar estos criterios metodológicos re- ñez de la Rentería, discurso pronunciado ante la Socie-
novadores con las estancias de diversos miembros de la dad en 1780 y publicado en 1790 (Fernández Sebastián
Sociedad en distintos centros de estudios europeos; sa- 1994). Sobre la Antigüedad en esta obra de Rentería,
bemos en particular de la estancia de algunos ilustra- Duplá 2003.
dos vascos en la abadía Saint-Maur, uno de los centros 13 FP, Caja 11, n.1.12, n.º catál. 167.12.

de renovación metodológica desde el siglo xvii (Zuazo 14 «Quoniam sunt omnia commoda a Patria acep-

1999). ta, nullum incommodum pro Patria grave putandum est»


12 La Antigüedad clásica está muy presente en al- («Y puesto que recibimos todos los beneficios de la pa-
gunas obras de teoría política derivadas igualmente de tria, ningún inconveniente debemos considerar peno-
la Comisión Cuarta de la Sociedad. Es el caso de las so cuando se trata de defenderla», trad. de S. Núñez,
Reflexiones sobre las formas de gobierno, de José A. Ibá- BCG, 1997).

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NOTA SOBRE ANTIGÜEDAD, NACIONALIMO(S) E HISTORIOGRAFÍA... 269
No obstante estas declaraciones de rigor y amor a la verdad, a la necesidad de seguir a los auto-
res antiguos y de dar referencia de las ediciones y obras manejadas para poder cotejar los datos, la
Bascongada no logra superar sus prejuicios e intereses previos al abordar el problema del vascocan-
tabrismo. La tesis permanente de la Bascongada es la pertenencia de las tres provincias a la antigua
Cantabria, posición de evidente dimensión política, relacionada con los fueros y privilegios de las
provincias vascongadas15.
Tras la publicación de La Cantabria del P. Flórez en 176816, inmediatamente la RSBAP deci-
de intervenir en la polémica, con gran número de textos y materiales (Ortiz de Urbina 1996, 51ss.;
Areta 76, 252, n.30)17. Sabemos de la intención de escribir un Apéndice al Plan del Discurso Previo
a la Historia Nacional, con una primera parte dedicada a Zurita, el P. Sota y otros que cuestiona-
ban que las tres «Provincias Bascongadas» se incluyeran en Cantabria; igualmente de un duro ale-
gato contra Flórez del guipuzcoano José Hipólito de Ozaeta Gallaiztegui18; de un importante escri-
to en 1781, del historiador alavés Landázuri, con la posición tradicional absolutamente contraria a
Flórez, pero rechazado no obstante como impugnación promovida por la Sociedad y no publicado.
De hecho, la polémica, cuidadosamente estudiada por C. Ortiz de Urbina (1996), provocará im-
portantes tensiones internas en la Bascongada, la salida de la misma de Landázuri y, finalmente, el
definitivo arrumbamiento del proyecto de una «Historia Nacional».
Como han señalado Olábarri, Fernández Sebastián o el propio Ortiz de Urbina, la contradic-
ción entre una historia rigurosa y necesariamente desmitificadora frente a un discurso histori-
cista para legitimar determinadas reivindicaciones políticas resultó insalvable. Según Fernández
Sebastián (1991, 21ss.), a diferencia de otros lugares, en el País Vasco la historia seguía siendo «ins-
trumento de afianzamiento de tradiciones espurias al servicio de viejas prerrogativas». Presumi-
blemente la Sociedad no quiso arriesgarse a avalar un proyecto que pudiera contener leyendas y
noticias falsas, vista la dificultad de contestar a las tesis muy sólidamente argumentadas de Flórez.
Los ilustrados vascos no pudieron superar la dificultad irresoluble de escribir una historia crítica
moderna, pero sin cuestionar la tradición cantabrista, fundamental para sustentar las reivindicacio-
nes fueristas, un tema en el que la Antigüedad representaba el papel protagonista19.

3. La visión de la Antigüedad en las Historias de Cataluña del siglo xix

En Cataluña, a inicios del siglo xix, aún seguían leyéndose las historias de Jeroni Pujades (Crò-
nica Universal del Principat de Catalunya, 1609) y Narcís Feliu de la Penya (Anales de Cataluña,
1709). Más la primera que la segunda, a pesar del tiempo trascurrido, pues entre 1829 y 1832 tuvo

15 A pesar de que las tesis vascocantabrista y vas- puestamente vecinos de los aquitanos y, en consecuen-
coiberista ya habían sido cuestionadas desde el propio cia, el País Vasco integrado en Cantabria (Areta 1976,
ámbito vasco por el escritor suletino Ohienart en su 248 ss.).
Notitia utriusque Vasconiae, tum Ibericae, tum Aquitani- 18 Cantabria vindicada y demostrada según la ex-

cae (París 1638). tensión que tuvo en diferentes tiempos (Madrid, 1779),
16 La Cantabria. Disertación sobre el sitio y extensión replicado por Fray Manuel Risco, El R.P.M. Fr. Hen-
que tuvo en tiempo de los romanos la región de los Cán- rique Flórez, vindicado del vindicador de la Canta-
tabros, con noticia de las regiones confinantes y de varias bria, Don Hipólito de Ozaeta y Gallaiztegui (Madrid,
Poblaciones antiguas (preludio a la Historia de la Provin- 1779).
cia Tarraconense, t.XXIV de la España Sagrada). 19 Sobre las dificultades, de distinta índole, de
17 Véase la argumentación en torno al pasaje de los proyecto de escribir una historia nacional en el si-
César (Bell. Gall. 3,23; 3,26) sobre los cántabros su- glo xviii en Cataluña, vid. Cortadella 1994.

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270 ANTONIO DUPLÁ Y JORDI CORTADELLA

una reedición, en castellano (impulsada por Fèlix Torres Amat, Albert Pujol y Pròsper de Bofarull).
Aunque se trataba de obras plagadas de relatos legendarios a los que la crítica histórica diecioches-
ca había hecho frente con indudable éxito, los representantes de la Ilustración en Cataluña no ha-
bían podido, o sabido, substituirlas. A pesar de que en los estatutos de la Real Academia de Buenas
Letras de Barcelona, cenáculo del revisionismo historiográfico catalán, figuraba el compromiso de
redactar una nueva historia de Cataluña, tal empresa nunca se llevó a cabo. Tampoco el proyecto
del francés Jean Gabriel Hugelmann de escribir una Historia de Aragón, Cataluña, Valencia e Is-
las Baleares dio mejores resultados, ya que en el único volumen publicado (Imprenta de Juan Peña,
Madrid 1855), después de un largo preámbulo, de más de doscientas páginas, cuando Hugelmann
afronta finalmente su tema, se limita a la descripción geográfica de la Península Ibérica a partir de
largas citas de Florián de Ocampo, Eugène Rosseeuw Saint-Hilaire (Histoire d’Espagne, 1844) y la
Estadística de España (1835) de Alexandre Moreau de Jonnés. ¡Poco podríamos esperar de un pro-
yecto historiográfico hecho a retazos!
El mérito de escribir la primera historia de Cataluña del siglo xix, y de haber cosechado un no-
table éxito con tal empresa, fue de Víctor Balaguer i Cirera (Barcelona 1824-Madrid 1901) (Grau
2004b). Su Historia de Cataluña y de la Corona de Aragón (Barcelona 1860-1864), en cinco volú-
menes, no estaba exenta de las leyendas propias de otras épocas, por ejemplo la resistencia de los
betulones frente a los cartagineses en la costa del Maresme. De estos tan intrépidos como inexis-
tentes antepasados de los catalanes, decía Balaguer:
«Amílcar encontró a los que más tarde debían llamarse catalanes, muy audaces y atrevidos con
el continuo ejercicio de las armas, rebeldes a las lisonjas, indiferentes a las promesas, huyendo del
yugo extranjero, nada codiciosos de riquezas, fieros solo y envidiosos de su independencia, con
cuyo respeto se envolvían como con una coraza sagrada». (vol. I, p 18)
En realidad, estos supuestos «betulones» eran una pura invención. Aparecen citados por prime-
ra vez en la espuria obra de Bernat Boades (Libre dels feyts d’armes de Catalunya), que fue rector de
Blanes y murió en 1444. De hecho se trataba de una pura falsificación compuesta por el blanense
Joan Gaspar Roig i Jalpí durante la segunda mitad del siglo xix.
Debemos remarcar, no obstante, que para Balaguer la historia de Cataluña empezaba con los
primeros condes de Barcelona y todo lo que había ocurrido anteriormente pertenecía a la historia
universal. Para él, los tiempos antiguos constituían unos preliminares necesarios para explicar los
acontecimientos posteriores. Desde un primer momento —como hemos visto— las tribus ibéricas
habrían manifestado su espíritu de independencia ante cartagineses y romanos. En este sentido, el
dominio púnico y romano habría tenido la virtud de mostrar que en el país existía la semilla de la
independencia, y los caudillos ilergetas Indíbil y Mandonio, que lucharon con Cartago y contra-
Cartago, con Roma y contra Roma alternativamente, serían algo así como los proto-héroes de la
primera lucha por la libertad. A pesar de su conquista, Balaguer perdonaba la «tiranía» de los ro-
manos gracias a sus aportaciones culturales (leyes, ciencia, artes, idioma, usos y costumbres), que
hicieron aumentar la población del país, mejoraron su agricultura y compensaron la pérdida de li-
bertad con el bienestar de las instituciones romanas.
Roma cayó —según Balaguer— por la «ley de la civilización»; su brazo ejecutor fueron los bár-
baros, pero correspondería a los cristianos la construcción de una nueva civilización. En este as-
pecto, la invasión árabe habría sido posible a causa de la desaparición del «espíritu de independen-
cia», debido al largo dominio romano, pero su llegada traería como beneficio el despertar de las
antiguas nacionalidades. En síntesis, Balaguer veía España como una confederación de pueblos. Su
modelo político eran los antiguos reinos de la Corona de Aragón.

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NOTA SOBRE ANTIGÜEDAD, NACIONALIMO(S) E HISTORIOGRAFÍA... 271
Balaguer no era un historiador académico. Su perfil respondía más bien al del periodista y escri-
tor que, con los años, se forjaría una exitosa trayectoria como político liberal cercano al general Prim,
llegando a ocupar el cargo de Ministro de Fomento y de Ultramar durante el reinado de Amadeo I
(1871) y el gobierno de Sagasta (1886). Muy diferente fue el caso de Antoni de Bofarull i de Brocà
(Reus 1821-Barcelona 1892), autor de la Historia crítica (civil y eclesiástica) de Cataluña (Barcelona,
1876-78) (Grau 2002). Antoni de Bofarull era miembro de un ilustre linaje de archiveros. Su herma-
no, Andreu de Bofarull, era archivero del Ayuntamiento de Reus; su tío, Prosper de Bofarull i Mas-
caró (1814-1849), fue durante muchos años director del Archivo de la Corona de Aragón, cargo en el
que le sucedió su hijo Manuel de Bofarull i de Santorio (1850-1892), primo de Antoni de Bofarull. A
sus quehaceres en el Archivo de la Corona de Aragón, donde se incorporó en 1846, en Antoni de Bo-
farull se sumaban las inquietudes por restaurar el certamen literario por excelencia del catalanismo,
los «Jocs Florals», y el mérito de publicar la primera novela romántica en catalán (L’orfeneta de Menar-
gues o Catalunya agonitzant, 1862), además de destacar como autor de dramas históricos centrados en
la Edad Media catalana (Pedro el Católico, rey de Aragón, 1842; Urg el Almogàver, o el Noble y el Villa-
no, 1844; Roger de Flor, o El manto del templario, 1845; El Consejo de Ciento, 1846).
No es de extrañar pues que cuando Balaguer publicó su obra, Antoni de Bofarull se sintie-
se profundamente dolido por la culminación de un proyecto en el que él mismo venía trabajando
desde hacía años. Por tanto, su Historia crítica (civil y eclesiástica) de Cataluña, en nueve volúmenes,
nació como reacción directa a la de Balaguer (Grau 2004a). Pero como, en el fondo, compartía con
Balaguer el deseo de despertar el «espíritu histórico» de los catalanes, su oposición se centró en la
revisión crítica de las fuentes, ejerciendo más como archivero que como historiador. Por ejemplo,
en las luchas de los ilergetes contra Roma, Bofarull destacaba la bellaquería del comportamiento de
Indíbil y Mandonio:
«Para nosotros, la reincidencia de nuestros régulos [Indíbil y Mandonio] no es más que hija de
su ambición o de la falta de civilización de sus costumbres, y no sabemos ver en este nuevo acto,
ni siquiera simbolizado, el principio de aquel espíritu patrio que en todos los siglos posteriores ha
distinguido a los hombres de este suelo, y que creen distinguir ciertos patriotas de tiempos moder-
nos, fijados solo en la idea de resistencia a todo dominio, sin pensar la inconsecuencia de los que
resisten y la inutilidad de sus planes».
Y añade que la vileza de aquellos régulos:
«… no es capaz de cometer ni el más ínfimo vasallo de los antiguos condes de Barcelona, ni
ninguno de aquellos ciudadanos impertérritos que defendieron la capital de Cataluña contra los
Felipes austríacos o borbónicos, ni la más débil mujer de las que ayudaron a rechazar de la inmor-
tal Gerona el despotismo napoleónico…» (vol. I. p. 57, 58)
El contraste es grande respecto a la obra de Balaguer, pues recordemos que en ella Indíbil y
Mandonio aparecen como los primeros héroes de los futuros catalanes y no merecen el calificati-
vo de rebeldes. No obstante, la reacción más virulenta en contra de las tesis críticas defendidas por
Bofarull vino del historiador y político Salvador Sanpere i Miquel, introductor en España del po-
sitivismo evolucionista. En su «Vindicación de Andobales y Mandonio» (Revista de Ciencias Histó-
ricas, V, 1887) defendió que los régulos ilergetes fueron los «últimos catalanes» de la Antigüedad
y merecen la consideración, el primero, de héroe, por haber muerto en batalla, y el otro de mártir,
ejecutado por el enemigo romano.
Bofarull se limitaba a recordar que, así como el nombre de Cataluña no empezó a ser utilizado
hasta el siglo xii, tampoco se podían fijar los límites de Cataluña en la Antigüedad. Por lo tanto,

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272 ANTONIO DUPLÁ Y JORDI CORTADELLA

creía que era un anacronismo (más concretamente, una invención de Jeroni Pujades), pensar que
las tribus ganaderas que habitaban la península en la Antigüedad formaban una verdadera nación
moderna, con reyes y centros de decisión comunes. Para él, los pueblos antiguos de la península
eran bárbaros e incivilizados. En cuanto a la intervención romana, defendía que a ellos se debió la
sustitución del vicio de las antiguas tribus (libertad natural) por el régimen municipal (libertad ci-
vil). Es más, los romanos, al civilizar la Península, habrían depositado la semilla del espíritu nacio-
nal, y la conquista árabe no debería entenderse como el despertar de la antigua independencia sino
más bien todo lo contrario: la definitiva desaparición de las diferencias entre los pueblos indígenas.
Bofarull no ponía en cuestión la unidad política de España, entendida como una realidad plural en
la que Cataluña debía tener su representación. Antoni de Bofarull no formulaba tampoco ninguna
propuesta política de futuro para Cataluña ajena al estado liberal español. Su reivindicación, muy
activa y constante, quedaba limitada a los aspectos culturales e historicistas centrados en la Edad
Media (Anguera 1996).
Muy diferente será el planteamiento del político y escritor Antoni Aulèstia i Pijoan (Reus
1849-Barcelona 1908) (Gil 1993). Su Història de Catalunya (1887-89), en dos volúmenes, pretende
divulgar la historia catalana y, al mismo tiempo, extender el uso de la lengua propia como claves
para incrementar la conciencia nacional. No en vano su historia es la primera que se escribe en ca-
talán desde Pujades, en 1609. Aulèstia formaba parte de la generación que protagonizó la transfor-
mación del catalanismo de corriente literaria a movimiento político. Él mismo fue miembro de la
«Jove Catalunya», primer grupo político abiertamente catalanista, fundado en 1870.
Retomando el tema de los pueblos prerromanos, Aulèstia ve de manera muy diferente a Indíbil
y Mandonio, que dejan de ser unos personajes despreciables para convertirse en gentes que pagaron
con la vida:
«son esperit d’independència patria; esperit que fins en mig de les seves flaqueses humanes,
com tots los homes extraordinaris, aquests dos prínceps catalans, brilla en lo fons de tots sos actes
en lo grandiós quadre quals línies acabem d’esbossar» (vol. I, p. 55)20.
Con su obra Aulèstia pretendía abiertamente fomentar el sentimiento de patria entre el pueblo
mediante las emociones producidas por las gestas heroicas de los antepasados. La diferencia básica
entre Aulèstia y las historias anteriores está en el hecho de que, mientras Balaguer y Bofarull recla-
maban la parte que correspondía a Cataluña dentro de la Historia de España, Aulèstia creó para la
historia catalana un espacio de actuación particular. En su planteamiento histórico, la Antigüedad
entró a formar parte plenamente de Cataluña sin las medias tintas de Balaguer o la áspera crítica
de Bofarull.
En concreto, Aulèstia veía el territorio catalán en la Antigüedad habitado por un solo pueblo,
étnicamente parecido al actual vasco, sobre el que se dejaron sentir una serie de influencias asiá-
ticas (los «cheta» mencionados por Sanpere i Miquel, que los vincula con los «pueblos del mar»; o
los tirios como defendía Josep Pella i Forga), mientras que en el resto de España predominaría la
influencia celta. El sustrato poblacional sólo se vería matizado posteriormente por la llegada de los
griegos, en el litoral, y la conquista romana, sin que la influencia de unos u otros afectase al carác-
ter de los antiguos pueblos. Es más, la dominación romana habría producido una amalgama entre
el espíritu de la tierra y las nuevas ideas y costumbres que fortalecerían a los catalanes, respetando

20 «su espíritu de independencia patria; espíritu pes catalanes, brilla en el fondo de todos sus actos en el
que hasta en medio de sus flaquezas humanas, como grandioso cuadro las líneas del cual acabamos de esbo-
todos los hombres extraordinarios, estos dos prínci- zar.» (citado según la edición de 1922).

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NOTA SOBRE ANTIGÜEDAD, NACIONALIMO(S) E HISTORIOGRAFÍA... 273
las divisiones territoriales, las leyes, el derecho y libertades de los antiguos pueblos. Finalmente, la
lucha contra los árabes habría servido, según Aulèstia, para dar al pueblo catalán una misma len-
gua, religión, arte e ideales políticos, aparte de unas características étnicas propias y un territorio
delimitado que ya poseía desde la antigüedad prerromana.
Los planteamientos de Aulèstia sobre la antigüedad catalana debe mucho a las obras de Salva-
dor Sanpere Miguel, y en especial a sus Orígens i fonts de la nació catalana (1878). Sanpere, siguien-
do las inquietudes del positivismo, fue introductor en España del positivismo evolucionista y el
fundador y director de la Revista Histórica Latina (1874-1877) y, en especial, la Revista de Ciencias
Históricas (1880-1887) (Albareda 2011). Se trata de la primera revista especializada en historia, si-
guiendo el modelo de las revistas europeas del momento, con unos intereses temáticos amplísimos,
como queda constancia por sus secciones, a saber: historia, arqueología, epigrafía, numismática,
bellas artes, artes suntuarias, indumentaria, lingüística y filología, legislación, etnología, etnogra-
fía, religión y mitología, cronología y bibliografía.
La generación de Aulèstia rompió con la «moda» de glosar los episodios emblemáticos de la his-
toria catalana, cultivada por la generación anterior, más interesada por los aspectos simbólicos le-
gendarios que no por su veracidad histórica (Casassas 2004). En su lugar construyó unos tópicos
esencialistas, compartidos por otra parte por la historiografía española y demás historiografías eu-
ropeas del momento, en los que se subrayaba la singularidad de los primitivos pobladores como ele-
mento esencial para la configuración de los catalanes contemporáneos. En la historiografía espa-
ñola de la época, respecto a las esencias, los planteamientos no eran muy diferentes (Pérez Garzón
2005), aunque diferían evidentemente en la interpretación (Simon 1994). La historia de Aulèstia
coincide en buena parte con los objetivos de Modesto Lafuente (Historia General de España, 1850–
1867) y el proyecto dirigido por Antonio Cánovas del Castillo (Historia general de España, 1890-
1894). En Francia, por ejemplo, podría equipararse a la Histoire de France de Victor Duruy (1854,
1857 y 1892).
La diferencia entre Balaguer, Bofarull y Aulèstia estriba en que los dos primeros tenían una vi-
sión institucionalista de la nación, mientras que para el tercero, la esencia de la nación no estaba en
las instituciones que la dirigían sino en el pueblo. Por tanto, Balaguer y Bofarull relacionan la apa-
rición de Cataluña y su pervivencia con la creación y el mantenimiento de sus instituciones. En
cambio para Aulèstia, Cataluña era el resultado de la ecuación entre raza (en el sentido de etnia),
lengua y territorio, aspectos que podían ser rastreados desde mucho antes de la aparición de las ins-
tituciones catalanas mediante las herramientas que aportaba la ciencia histórica del momento.

4. Más líneas de trabajo que conclusiones

Los casos analizados, especialmente representativos de dos momentos de las historiografías vas-
ca y catalana en los siglos xviii y xix respectivamente, permiten apuntar algunos elementos de in-
terés para ulteriores investigaciones. En primer lugar, la pervivencia y el peso de los relatos más o
menos legendarios, con interpretaciones interesadas de las fuentes, en la historiografía ilustrada,
pese a los avances metodológicos registrados. Presumiblemente, esa contradicción entre la dificul-
tad de superar de forma definitiva determinados mitos históricos relativos a los tiempos más anti-
guos y unos métodos históricos renovadores y críticos está en la base del fracaso, a lo largo del si-
glo  xviii tanto en el caso vasco como en el catalán, de la elaboración por las élites intelectuales
respectivas de sendas Historias nacionales. En segundo lugar, cabe señalar cómo en el siglo xviii
los planteamientos particularistas, incluso apelando a la idea de nación propia, no son disgregado-

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274 ANTONIO DUPLÁ Y JORDI CORTADELLA

res. Esas historiografías comparten la adhesión a la monarquía y a una idea de España común, pese
a subrayar al mismo tiempo las especificidades propias incluso desde los tiempos más remotos. Se
podría hablar así de un «doble patriotismo» aceptado con naturalidad. La situación, sin embargo,
cambia a lo largo del siglo xix y en especial en su segunda mitad, cuando surge el fenómeno nacio-
nalista como movimiento político que, no obstante, sigue reivindicando la Antigüedad como una
etapa de particular valor. Finalmente, un planteamiento esencialista subraya la singularidad de los
primitivos pobladores como elemento esencial de continuidad para la configuración de las realida-
des contemporáneas. La profundización en todos estos aspectos ofrece un programa de trabajo su-
gerente en los terrenos historiográfico y cultural.

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VELEIA, 31, 2014


ÍNDICE

Dossier monográfico: Hispania citerior bajo Augusto: Cuestiones de Geografía, Historia e Historiografía. . . 9
Presentación: P. Ciprés (coord.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
P. Ciprés, Hispania citerior en la geografía de la Naturalis Historia de Plinio /Hispania citerior in the
Pliny the Elder’s Naturalis Historia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
N. Barrandon, Les oubliées des promotions de la fin de la République en Hispanie citérieure:
les cités de droit pérégrin (état de la question) / The forgotten places of the promotions at the end
of the Republic in Hispania citerior: the cities with peregrinus right (state of the art). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
J. J. Palao, Augusto y el ejército romano en la provincia de Hispania citerior. ¿Nuevas respuestas
a viejos interrogantes? / Augustus and the roman army in the province of Hispania citerior.
New answers to old questions? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
S. Armani, Les C. Iulii et la postérité des noms d’Auguste en Citérieure : étude d’onomastique
provinciale / The C. Iulii and the posterity of the names of Augustus in Hispania citerior: a provincial
study of onomastics . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
E. Ortiz de Urbina, Los C. Iulii y la posteridad de los nombres de Augusto en Hispania citerior: estu-
dio de su proyección civil y militar / The C. Iulii and the posterity of the names of Augustus
in Hispania citerior: study of their civil and military significance . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99
M. Ramírez Sánchez, Paisajes epigráficos en la provincia Hispania citerior en época de Augusto /
Epigraphic landscapes in the provincia Hispania citerior at he time of Augustus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
J. A. Delgado Delgado, El sacerdocio salio de Sagunto. La recepción del programa religioso de
Augusto en un municipio de Hispania citerior / The Salian Priesthood of Saguntum. Reception of
Augustus’ Religious Program in a municipium of Hispania citerior . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143
D. Dopico y J. Santos, La conquista del noroeste en la historiografía gallega del s. xix:
Vicetto y Murguía / The conquest of the Northwest in the Historiography of Galicia in the 19th century:
Vicetto and Murguía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163

Artículos
L. Salem: Literatura, memoria y política: la construcción del pasado en el Reino Medio egipcio / Literature,
memory and politics: the construction of the past in the Egyptian Middle Kingdom . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183
D. Martino García: Nuevas aportaciones al corpus epigráfico vadiniense / New contributions to
Vadiniensis epigraphic corpus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 199
S. Tantimonaco y H. Gimeno: Un nuevo epitafio de una esclava en Toletum / A new epitaph of
a female slave at Toletum . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 213
J. Ferrer i Jané: Ibèric kutu i els abecedaris ibèrics / Iberian kutu and the iberian abecedaries . . . . . . . . . . . . . 227
A. Duplá y J. Cortadella: Nota sobre Antigüedad, nacionalismo(s) e historiografía:
dos estudios de caso en las historiografías vasca y catalana / A note on Antiquity, nationalism(s) and
historiography: two case studies from the basque and catalan historiographies . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 261

Varia
S. Alfayé: Relecturas de algunas inscripciones latinas de la cueva-santuario de «La Griega», Pedraza
(Segovia) / Revisiting some latin inscriptions from the cave-sanctuary of «La Griega», Pedraza (Segovia) . . . . 279
Reseñas bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 289
Memoria de las actividades de investigación y de formación de investigadores del Instituto
de Ciencias de la Antigüedad / Antzinaroko Zientzien Institutua (ICA/AZI). Curso académico
2013-2014. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 305

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