Sociología, Clases Sociales y Estratificación en El Chile Actual

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REVISTA DE SOCIOLOGÍA 20 (2006) • issn 0716-632x • 7-13

© facultad de ciencias sociales • universidad de chile

PRESENTACIÓN DEL TEMA

Sociología, clases sociales y estratificación


en el Chile actual

RODRIGO BAÑO

Como se sabe desde antiguo, el problema más importante que enfrenta la socio-
logía es saber qué es la sociología. Muchas y largas han sido las discusiones al
respecto y es muy posible que el lector recuerde algunas de esas discusiones,
como aquella de si es ciencia o no es ciencia y, si lo es, de qué tipo de ciencia se
trata. Si el lector es más sofisticado, tendrá también en la memoria las considera-
ciones acerca del especial objeto de lo que se denominaba ciencias del espíritu
y de las complejidades de su metodología de estudio, todo lo cual se asumía
como diverso de las ciencias de la naturaleza. Si este lector sofisticado estudió
alguna vez sociología, tendrá también presente los grandes teóricos y las grandes
teorías y hasta habrá sonreído con piedad ante la propuesta de elaborar teorías
de alcance medio. El conocimiento sociológico se presentaba como un conoci-
miento reflexivo y la consideración de los hechos era el punto de arranque para
definir problemas sociológicos y la necesaria referencia para sustentar afirma-
ciones al respecto o sostener su plausibilidad.
Es interesante recordar estas cosas, porque permiten vislumbrar los cambios
que han venido produciéndose. Por una parte, hay mayores exigencias de rigu-
rosidad para sostener las afirmaciones que se hacen, pero, por otra parte, los
llamados estudios sociológicos tienden cada vez más a reducirse a aspectos muy
específicos y delimitados de problemas sociales, casi siempre ligados a las expec-
tativas de manipulación social. El estudio sociológico persigue así obtener un
conocimiento que sea útil para una aplicación determinada, trátese de una ma-
nipulación privada, como vender bienes y servicios, o trátese de una manipula-
ción pública, como evaluar y dirigir determinadas políticas públicas. Pareciera
que desde que alguien declaró el fin de los grandes relatos, ya resulta ridículo
elaborar un pensamiento crítico acerca de la sociedad o, más aún, resulta ridícu-
lo elaborar cualquier pensamiento acerca de la sociedad, puesto que la sociedad
misma ya ha sido dada por desaparecida.
Por cierto, no se trata aquí simplemente de lanzar lamentaciones nostálgicas
ni de descubrir que las cosas cambian. Eso está claro, para bien o para mal
cambian: ya no hay niños a pata pelada en las calles y ya las universidades son

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meros centros de capacitación laboral. Lo que interesa es que la sociología se


haga cargo del condicionamiento social de la sociología y tratar de entender eso.
Porque resulta que los temas y las formas de estudiar esos temas no son simple-
mente el resultado de un desarrollo del pensamiento sociológico que haya con-
cluido que esos son los temas y las formas de estudiarlo.
Si se sostiene que estamos en una época técnica (además de muchos otros
apellidos con que ha tenido que cargar esta pobre época), hay que entender que
la sociología tienda a transformarse también en mera técnica y que resulte un
lujo molesto recargar sus estudios con una base filosófica o histórica. Los «re-
querimientos del sistema» son tener personal especializado para obtener ciertas
informaciones que sirvan de base para desarrollar determinadas líneas de acción
para objetivos dados. Tratar de establecer quiénes establecen y sostienen «el sis-
tema» o quiénes determinan estos «objetivos dados» aparece como introducien-
do obscenamente de contrabando la política (antigua) en la ciencia.
Hace algunos años alguien, cuyo nombre callo piadosamente, sostuvo que la
sociología, como se la concebía antiguamente, ya no existiría más, que para eso
estaba la literatura que hacía mejor ese trabajo. Muchos se escandalizaron en ese
entonces; en la actualidad sólo algún viejo obsoleto y nostálgico. Poco a poco
los trabajos en sociología se inscriben en lo que es el estilo consagrado en la
sociología norteamericana: moderno, científico.
En la actual oleada formalizadora empieza a establecerse como un requisito
de supervivencia el orientarse a ese estilo de sociología. Un ejemplo muy claro
al respecto es la exigencia que se plantea de que las revistas sobre la disciplina
logren ser aceptadas en un índice de prestigio, que estén «indexadas». Si una
revista no está «indexada» no aporta al prestigio del Departamento, de la Facul-
tad, ni de la Universidad. A la vez, nadie se interesa por publicar en una revista
que no está indexada, puesto que no le otorga puntos en su currículo personal
ni le es considerada en su trabajo académico. Obviamente no existe interés en
mantener una revista no indexada y será difícil obtener su financiamiento; ten-
drá que desaparecer. Pero resulta que los índices de prestigio (ICI, SCIELO) son
de publicaciones «científicas» y, por lo tanto, exigen como requisito para aceptar
a una revista el que ésta publique artículos derivados de «investigaciones cientí-
ficas». Es fácil comprender que quién quiere ser reconocido como sociólogo
tiene que hacer esa sociología «científica». Lo mismo pasa a nivel de proyectos
de investigación enviados a agencias de financiamiento y va a suceder respecto
a la acreditación de las carreras.
Largas fueron las discusiones acerca de qué son las ciencias sociales y qué es
la sociología, sin embargo pareciera que esas discusiones, que no se lograron
resolver teóricamente, ahora se están decidiendo por secretaría.
Se preguntará el indignado lector: ¿Y qué tiene que ver esto con la estratificación
y las clases sociales? Pues tiene que ver en el sentido de que se trata de un tema
donde es muy claramente visible la transformación que se ha producido en el enfo-
que que se le da, y muestra que siempre es provechoso para el sociólogo preguntarse
no sólo respecto de un determinado fenómeno social, sino preguntarse además
qué es lo que hace que en esta situación dada se pregunte de determinada manera.

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RODRIGO BAÑO • Presentación del tema

No se trata simplemente de que haya un permanente cambio en los conoci-


mientos sobre lo social, y de que se planteen discusiones también permanente-
mente, sino que, más allá de tales discusiones y de la volatilidad de teorías y
consideraciones acerca de los fenómenos sociales, siempre está presente el com-
plejo dilema de que el objeto de estudio parece vengarse del observador deter-
minando la manera en que se observa. Por eso, al abordar un tema como el de
las clases sociales y la estratificación, no se puede dejar de señalar que la perspec-
tiva con que se aborda en la actualidad está muy determinada por las transfor-
maciones sociales que han ocurrido. Está claro que hace cuarenta años atrás las
preocupaciones sobre el tema eran otras y los análisis tenían otros rumbos.
La preocupación de los años sesenta se orientaba especialmente por el tema
en términos de clases sociales definidas estructuralmente por la economía. Se
discutía acerca del carácter capitalista de ella, sus retrasos, sus especificidades
respecto a los modelos centrales, sus posibilidades de desarrollo y de conflicto.
Interesaban las expectativas reales de cambio y quiénes eran los sujetos sociales
que potencial o realmente lo realizaban. Era en este contexto que preocupaba el
tema de las clases. Más allá de las apreciaciones ortodoxas acerca del papel revo-
lucionario de la clase obrera, interesaba conocer el potencial transformador que
podían tener los sectores marginales y el papel que pudieran tener las capas
medias en transformaciones tendientes al desarrollo capitalista o a su sustitu-
ción. De la misma manera se estudiaba la existencia de una burguesía nacional y
se trataba de entender el significado de aquel sector denominado oligarquía.
En la actualidad los estudios relacionados con el tema se ocupan mucho más
de la estratificación que de las clases sociales. Se podrá decir que esto se corres-
ponde con la desvalorización de las teorías originadas en el marxismo, que
introducían perspectivas de clases, conflictos y alternativas al capitalismo, pero
sería muy pobre una sociología que pretendiera que el conocimiento sociológi-
co no está condicionado por lo que ocurre socialmente. No se puede simple-
mente afirmar que en sociología las mejores teorías desplazan a aquellas que les
son inferiores. Aunque no están exentas de análisis estrictamente lógicos respec-
to de sus articulaciones y capacidad de incluir fenómenos, los estudios en las
llamadas ciencias sociales son especialmente sensibles a su condicionamiento
social.
A comienzos del siglo XXI no se plantean en Chile seriamente ni movi-
mientos sociales ni orientaciones de sentido que cuestionen el sistema capitalis-
ta. Más aún, el grueso de las críticas que se esgrimen respecto del «modelo
económico» no tiene ninguna pretensión de proponer alternativas no capitalis-
tas, sino que sólo apuntan a mejorar su funcionamiento en aspectos puntuales.
En tal situación, el interés se desliza fundamentalmente a evaluar la forma de
distribución de la riqueza y de las oportunidades. Naturalmente que la preocu-
pación inicial se dirige principalmente al tema de la pobreza, donde, además de
evaluar formas más adecuadas de medición, se proponen diversas alternativas de
políticas públicas tendientes a disminuirla o erradicarla. Con posterioridad en
los últimos años se ha desarrollado un interés más amplio en cuanto a las des-
igualdades, especialmente la distribución del ingreso y las oportunidades de

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movilidad social. Consecuentemente, como ya se decía, en este ámbito el tema


es estratificación y movilidad social.
¿Significa esto que los anteriores estudios sobre clases sociales y sus perspec-
tivas de acción transformadora estaban equivocados? O, a la inversa, ¿significa
esto que los estudios actuales sobre estratificación y movilidad social son los
equivocados? Más drásticamente aún: ¿Significa esto que estudios de este tipo
carecen de validez? Las respuestas son difíciles, pero no tanto como para dejar
de escribir y dedicarse a otra cosa. En efecto, se puede sostener que ni los
estudios anteriores ni los actuales están equivocados, pues ambos, si están bien
llevados, dan cuenta de realidades sociales desde ciertas perspectivas. Más aún,
como se decía más arriba, en sociología siempre es válido y útil preguntarse no
sólo respecto de determinados fenómenos, sino qué es lo que hace que se pre-
gunte de determinada manera. Más allá de discutir acerca de lo acertado que
resulta adoptar una perspectiva de clase o de estratificación, interesa indagar
acerca de qué es lo que hace que se adopte una u otra perspectiva. Lo cual lleva
a ratificar que siempre el pensamiento sociológico es relativo, lo que no quiere
decir que sea falso.
Ahora bien, el hecho de que ahora se adopte preferentemente una perspec-
tiva centrada en la estratificación y la movilidad social no sólo implica que no se
considere en la actualidad como central el conflicto y las posibilidades de un
cambio social drástico, también está dando cuenta de un cambio en la defini-
ción de los agentes del proceso social. En efecto, la perspectiva de clases está
ligada a la consideración de que existen sujetos sociales y que son ellos los
principales actores del proceso social. En cambio, la perspectiva de estratifica-
ción se vincula al predominio del sujeto individual como el único que tiene
existencia real y puede incidir en la permanencia o cambio de una situación. De
hecho, el estudio de la llamada movilidad social suele disolverse en el estudio de
las condiciones que permiten que los individuos transiten entre distintas posi-
ciones de la estratificación. Más aún, las afirmaciones, que ya se han transforma-
do en sentido común, de que la mejor forma de ascender es a través de un
incremento en la educación o de desarrollar capacidades empresariales, sólo
apuntan a posibles soluciones individuales. Se trata aquí de mejorar las posibili-
dades individuales en la competencia, pero está claro que tendrá que ser en
desmedro de otros.
Por cierto que constituye una simplificación brutal señalar que en la década
de los sesenta, en el clima social y político de movilizaciones transformadoras en
el conflicto capitalismo socialismo, internacionalizado en la guerra fría, la aten-
ción estaba puesta en el tema de las clases sociales, mientras que ahora, en un
clima de fin de la historia como realización del capitalismo, la atención se pone
en la estratificación social. Sólo se puede hablar de predominio de una u otra
opción, puesto que siempre conviven ambas en los estudios que se realizan
sobre el tema.
Aunque muchas de las consideraciones sobre estructura social, especialmen-
te aquellas influidas directamente por los requerimientos de manejo del merca-
do, están orientadas en términos de estratificación según ingresos familiares o

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RODRIGO BAÑO • Presentación del tema

personales, siempre se desarrolla en el ámbito de los estudios sociales una pre-


ocupación por establecer categorías que no sean meramente agregados estadís-
ticos, sino que puedan constituir sectores sociales que se puedan pensar como
conjuntos y, eventualmente, como sujetos pasivos o activos de acciones sociales.
Esto explica la permanente preocupación que existe por la clasificación ocupa-
cional y los cambios que en su interior se producen.
Existe claramente una diferencia entre los estudios nítidamente de estratifi-
cación social, orientados a establecer una distribución ordenada de la población
respecto a variables como la renta personal o familiar o la propiedad de bienes o
riqueza, y los estudios que intentan clasificar a la población de acuerdo a su
posición ocupacional. Los primeros, aunque más propios de los estudios de
mercado para bienes, servicios o créditos, tienden a ser cada vez más considera-
dos en estudios con pretensiones sociológicas. Por su parte, los estudios sobre
clasificación ocupacional, tienden a considerar también algún criterio de estra-
tificación ocupacional asociado al sector productivo y al nivel de ingresos. Na-
turalmente esto suele generar algunas confusiones, puesto que las agrupaciones
para los análisis suelen hacerse de acuerdo al nivel de ingresos o rentas, sin
considerar las diferencias propias de la inserción ocupacional.
De hecho, una de las discusiones actuales radica justamente en el carácter
más o menos clasista que presenta la estructura ocupacional que suele ser la base
de los estudios más recientes, aunque muchas veces el carácter de clase se des-
prende únicamente de la estabilidad en una determinada posición que da cuen-
ta de una carencia de movilidad social. Lo que sí parece haberse abandonado es
la perspectiva marxista que define a las clases sociales en términos objetivamen-
te conflictivos, y que postula que las clases esenciales al capitalismo, burguesía y
proletariado, se generan y desarrollan como relaciones de explotación de la
primera sobre la segunda.
En reemplazo de aquella perspectiva, y bajo la fuerte hegemonía del pensa-
miento liberal en sus distintas vertientes, los estudios sobre la estructura social
adquieren otro carácter. Desde aquí el pensamiento crítico sobre lo social apun-
tará principalmente a la utopía de una sociedad abierta, en la cual los individuos
puedan acceder a las posiciones sociales que correspondan a sus méritos. Esto
implicaría una alta movilidad social, ya que las posiciones no son por adscrip-
ción, sino que deberían corresponder efectivamente al logro individual. Conse-
cuentemente, los estudios sobre estratificación y categorías ocupacionales esta-
rán muy vinculados con los grados y carácter de la movilidad social, especial-
mente aquella que ocurre en generaciones sucesivas, pues esto da cuenta de la
existencia de una sociedad abierta y no de una sociedad de clases, entendiendo
por esto, como se indicaba recientemente, posiciones estructurales que se man-
tienen inalteradas en el tiempo.
Pero, como se ha venido señalando aquí, el cambio de perspectiva no se
puede atribuir sólo a cambios en las orientaciones de pensamiento, sino que
estas orientaciones de pensamiento tienen que entenderse también condiciona-
das por los cambios sociales reales. Es así como es conveniente conectar esto con
las transformaciones sociales que se han ido produciendo desde el último cuarto

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de siglo en adelante y que han sido también estudiadas profusamente. No es


necesario reproducir todas sus características, pero basta recordar las considera-
ciones sobre la disminución de la clase obrera tradicional, la terciarización de la
economía o los cambios en las formas de inserción laboral, para tener algunos
elementos que explican la creciente heterogeneidad estructural y las dificultades
existentes para generalizar intereses y para organizarlos en términos de acción.
En tales condiciones, en sociología se tiene conciencia de que no resulta fácil
seguir aplicando el antiguo esquema de enfrentamiento de clases entre burgue-
sía y proletariado industrial. Pero de lo que no se tiene mucha conciencia es que
en esas condiciones tiende a abandonarse toda perspectiva sociológica, pues no
sólo se deja de lado el conflicto clásico entre burguesía y proletariado, sino que
se pierde la visibilidad de los actores sociales que podrían ser centrales para
entender el proceso social. Desde ahí es posible entender, al menos en parte, esta
derivación de la sociología a transformarse en técnica de manipulación social
más que en intento de conocer y comprender los fenómenos sociales. Desapa-
recen los sujetos sociales y en su lugar empieza a trabajarse con agregados esta-
dísticos, categorías inertes respecto de las cuales pueden proponerse distintas
formas de intervención para obtener objetivos determinados. En términos con-
cretos, mientras el proletariado enuncia una clase social definida en términos de
conflicto objetivo de explotación por la burguesía y, por lo tanto, en un sujeto
real o potencial de transformación social, la categoría pobreza da cuenta de un
agregado estadísticamente definido que sólo puede ser objeto de políticas más o
menos eficaces para mejorar su situación.
El tema sociológico sobre clases sociales quedó planteado desde que se tuvo
conciencia del cambio social producido en el capitalismo y el problema de las
proyecciones de tal cambio.Tal problema apuntaba a plantearse si aquellas clases
definidas en el capitalismo industrial conservaban su potencial de acción o, de
no ser así, cuáles son las clases, o, más genéricamente, los sujetos sociales capaces
de conducir el proceso social. Sin embargo, hay que consignar que las conside-
raciones que emanaban de la perspectiva de las clases como sujetos sociales,
tuvieron un carácter mucho más especulativo que de estudios concretos sobre la
situación de clases en Chile o en América Latina. Las discusiones y encuentros
tenían mucho de asunción de posiciones políticas, para las cuales se suponía una
determinada estructura social, que de estudios empíricos respecto de la compo-
sición de clases en una situación determinada. En tal sentido, se podría decir que
los estudios más recientes tienen a su favor el que se desarrollan como trabajos
de análisis fundados en información creada o preexistente. Pero, como ya se
decía, hubo también un cambio de perspectiva, donde lo social se diluye mu-
chas veces en la suma de individualidades.
En consideración a lo anterior, no resulta extraño que existan pocos estudios
sobre estructura social, y que buena parte de ellos estén orientados a proporcio-
nar información para la manipulación privada o pública de categorías inertes.
Naturalmente se ha tratado aquí de recoger artículos que tengan una perspecti-
va más próxima a lo que se considera propia de la sociología y en tal sentido se
pretende aportar a la discusión sobre los cambios en la estructura social y el

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RODRIGO BAÑO • Presentación del tema

significado de esos cambios. Es posible observar que los trabajos sobre clases
sociales y estratificación que se presentan dan cuenta del estado de avance en
estas materias y permiten mantener abierto un tema central en una sociología
que se preocupa de la sociedad y que elabora sus consideraciones sobre la base
de información de hechos. En general, se trata de dar cuenta de las transforma-
ciones ocurridas en la estructura social fundamentalmente en términos de la
clasificación ocupacional y del tránsito que se produce entre diversas posiciones.
La estratificación de las ocupaciones contribuye a definir posiciones de clase en
el sentido de oportunidades de vida y la preocupación crítica está orientada
claramente en el sentido de problemas de equidad. La movilidad social ocupa así
un lugar destacado en estos análisis y aporta una información valiosa para la
comprensión del proceso social.
En todo caso, al terminar de leer estos estudios sobre clases sociales y estrati-
ficación social, siempre será conveniente volver a preguntarse sobre qué hace
que se planteen estos temas y qué hace que se planteen de la manera que se
plantean. Seguramente siempre será difícil saber qué es la sociología, pero una
sociología no puede existir si no considera con seriedad el hecho de que ella
también está condicionada socialmente.

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