Información de La Obra Yawuar Fiesta

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INFORMACIÓN DE LA OBRA YAWUAR FIESTA:

CONTEXTO HISTORICO:
Se trata de una hibridación, como es híbrido el título de la obra: «yawar» que significa
«sangre» y fiesta, la fiesta san- grienta, la corrida de toros. Cronológicamente la obra
está ambientada en la década de 1930, aunque hace regresiones a épocas pasadas,
como los años 1920, e incluso a siglos antes, en tiempos de la gestación del pueblo
puquiano. La novela es una de las obras representativas del movimiento literario
neoindigenista, donde su autor utiliza una fusión estilizada de la lengua castellana y
el quechua para tratar de describir de la manera más auténtica posible la realidad de
los pueblos andinos del Perú, en particular los pueblos de la sierra centro y sur. El
autor, aunque reconoce la importancia de los anteriores representantes del
indigenismo (Enrique López Albújar, Ventura García Calderón), se diferencia de ellos
y asegura mostrar más fielmente la realidad del indio, al haberse él criado y vivido en
medio de ese ambiente andino.10 A ello se llama neoindigenismo, para distinguirlo
del indigenismo primigenio.
José María Arguedas escribió la novela Yawar Fiesta (fiesta sangrienta), en primer
momento como justificación (identificación) de su vivencia con los indígenas (indios);
luego, se pudo distinguir el sentido antropológico que imprimió como escritor y
expuso a la realidad tal y como fue su influencia europea y quechua.
FECHA DE PUBLICACIÓN:
Yawar Fiesta, publicada en 1941, es la primera novela de José María Arguedas.
Ambientada en el pueblo de Puquio (sierra sur del Perú), relata la realización de una
corrida de toros al estilo andino (turupukllay) en el marco de una celebración
denominada yawar punchay (fiesta de sangre). Según los críticos, es la más lograda
de las novelas de Arguedas, desde el punto de vista formal.
PERSONAJES PRINCIPALES Y SECUNDARIOS:
Los personajes de la obra se pueden dividir en tres grandes grupos:13

• Los indios de Puquio, divididos en cuatro ayllus: K’ayau, Pichk’achuri,


Chaupi, K’ollana. Sus autoridades son los varayoks, cuatro por ayllu,
dieciséis en total. Cada uno de los cuatro grupos de varayok’s está
encabezado por un varayok alcalde.7
• Los mistis (blancos y mestizos), son los vecinos notables o principales del
pueblo, que viven en el jirón Bolívar. Conforman la clase dominante:
terratenientes, negociantes, letrados, autoridades municipales. Junto con
ellos están las autoridades enviadas desde Lima como representantes del
gobierno central (subprefecto, jueces), generalmente blancos y costeños.7
• Los chalos o mestizos pobres, al servicio de los mistis (no confundir con
cholos).11
Pero por una cuestión didáctica es necesario individualizar a los personajes en
principales y secundarios.7
Principales[editar]

•El Misitu, es el toro elegido para la «corrida india». Vive solo en la puna,
abrigado por los queñuales de Negromayo, en K’oñani, adonde los indios
temían entrar. Posiblemente había huido de algún criadero cercano, pero
los indios imaginaban que había salido de las aguas de una laguna y le
atribuían cualidades sobrenaturales.5
• Los varayok’s o autoridades indígenas de Puquio, cuatro por cada uno de
los cuatro ayllus, dieciséis en total. Encabeza cada ayllu un varayo’k alcalde.
• Don Julián Arangüena, misti o vecino notable de Puquio, es un terrateniente
dueño del territorio donde vive el toro Misitu. Es detestado por los indios por
sus violencias y abusos. No se opone a la «corrida india», aunque no
simpatiza para nada con los indios, a quienes considera seres inferiores.5
• Don Pancho Jiménez, es otro misti o vecino principal de Puquio, dedicado a
la venta de aguardiente y abarrotes. Es unos de los principales defensores
de la «corrida india». Por su constante oposición a la autoridad y por azuzar
a la gente del pueblo es apresado y tenido incluso como un peligro necesario
de eliminar.5
• El Subprefecto, es la autoridad que representa al gobierno central. Es
costeño y detesta las costumbres de los indios, por lo que está dispuesto a
hacer cumplir la prohibición de las corridas indias.514
Secundarios[editar]

• El alcalde don Antenor y sus concejales.


• El juez, amigo del alcalde
• Don Demetrio Cáceres, vecino principal de Puquio, que se pone a favor de
la abolición de la corrida india, pero se deja entrever que solo lo hace para
adular a las autoridades.
• Don Jesús Gutiérrez, otro vecino principal de Puquio, quien también está
contra las costumbres de los indios que considera bárbaras.
• El Sargento, natural de Arequipa, encargado de resguardar el orden en el
pueblo.
• Los capeadores o toreros indios: Wallpa, K’encho, el “Honrao” Rojas, el
Tobías.
• El Vicario, representante de la Iglesia católica en Puquio. Es quien dirige la
construcción de la carretera de Puquio a Nazca y quien convence a los
indios a aceptar la realización de una corrida a la española.
• El layka o brujo de Chipau, quien se ofrece a acompañar a los indios k’ayaus
durante la captura del Misitu, pues decía hablar de parte del auki
K’arwarasu, deidad tutelar de la montaña de dicha nombre a quien los indios
invocan su favor. Muere destripado por el toro.
• Ibarito II, torero español, radicado en el Perú desde hacía diez años. Es
contratado en Lima por la comunidad de Lucanas, a fin de que toree
«civilizadamente» en una plaza construida para tal fin en Puquio. Al final,
rehúye enfrentarse a Misitu, ante las pifias del público.5
El Estudiante Escobar o Escorbacha, mestizo de Puquio residente en Lima,

es el presidente del Centro Unión Lucanas, asociación de hijos o naturales
de la provincia de Lucanas residentes en la capital. Ideológicamente está
influenciado por la prédica indigenista y el pensamiento mariateguista.15
• El chofer Martínez, indio de Puquio residente en Lima, es fiscal del Centro
Unión Lucanas. Aprendió a hablar castellano y de vuelta a Puquio, se atreve
a insultar al gamonal Julián Arangüena, llamándolo «ladrón».
• Guzmán, apodado el Obispo, es otro lucanino residente en Lima. Es
empleado y ejerce como vocal del Centro Unión Lucanas. Destaca como
orador.
ARGUMENTO:
La novela relata una de las costumbres más tradicionales de las comunidades
indígenas del Perú: la “corrida india”, que se celebra todos los años el 28 de julio,
aniversario de la fundación de la República del Perú. La corrida india es un evento
espectacular donde un toro debe enfrentarse, en un pampón, a unos cien o
doscientos indios a manera de toreros o capeadores espontáneos, y del cual son
parte otros elementos como la música de los wakawak`ras, (trompetas de cuerno de
toro), cánticos populares (huaynos), el consumo de aguardiente, el uso de dinamita
para matar al toro, e incluso la muerte de muchos indios, despanzurrados por el
cornúpeta. Esta tradición se ve amenazada por una orden proveniente de la capital,
que la prohíbe pues la considera una práctica “bárbara”. Ante la negativa de los indios
para acatar la orden, las autoridades buscarán la manera de permitir las corridas pero
“decentemente”: contratan un torero profesional que lidiará a la manera “española”.
Con ello quitan la esencia misma de la fiesta, pero esta finalmente se realiza,
imponiendo los indios su tradición ante los ojos de los principales del pueblo. Cabe
señalar que en este relato de Arguedas no se menciona al cóndor atado al lomo del
toro, que actualmente es la variante más conocida del yawar fiesta.
Yawar Fiesta es una obra que trata de la descripción adecuada de los pueblos de la
Sierra Sur, particularmente de la Provincia de Puquio, del Departamento de
Ayacucho. Detalla con gran un lenguaje sencillo y propio los paisajes de los pueblos
indios de Pichk’achuri, K’ayau y Chaupi, lugares cercanos de la Capital de Provincia
Lucanas; caracteriza con precisión a los habitantes de esos lugares, por ejemplo su
vestimenta, su lenguaje, sus hábitos, sus alimentos, sus creencias, sus tradiciones,
etc. En el Primer Capítulo, “Pueblo Indio”, describe los singulares paisajes de los
pueblos Pichk’achuri, K’ayau y Chaupi, y pueblos que rodean a la Capital Lucanas el
clima, su geografía sus accesos y la impresión que causan a los visitantes. Relata
también el orgullo de sus habitantes de vivir y/o pertenecer a cada uno de esos
pueblos, así mismo relata las llegadas de los mistis de la Costa hacia estas tierras
con fines de establecer autoridad principalmente. En el Segundo Capítulo, “El
Despojo”, describe acerca de la injusticia, abuso y robo que ocasionaban los
principales (gente de ciudad) y llegados de la costa a los indios de las zonas de
producción agrícola y ganadera de Puquio. Despojaban a los indios de sus terrenos,
de sus sembríos, de sus ganados y luego proveían de alimento a la costa,
especialmente a Lima. De manera que, a través de gestiones con las corruptas
autoridades (subprefecto, juez, teniente gobernador, el cura, los militares, etc.), los
principales lograron legalizar su posición sobre las pertenencias de los indios. Los
indios ante la impotencia de defenderse masticaban su amargura en las cárceles y
lamentaban su desgracia. En el Tercer Capítulo, “Wakawak’ras, trompetas de la
tierra” refiere los alborotos y preparativos que inician los indios para las fiestas patrias
como venían haciéndolo cada año, pero con la diferencia que este año, los indios
han sido despojados de sus pertenencias. Sin embargo, la costumbre no ha sido
erradicada. En el Cuarto Capítulo, “K’ayau”, describe los preparativos de los indios
de esa localidad para las fiestas Patrias del 28 de julio, se comenta en todos los
alrededores acerca de la competencia entre los toreros indios de K’ayau y
Pichk’achuri, ya que cada año ganaba los indios de Chaupi. Se comenta también
acerca de la exposición del Misitu, un toro muy feroz. Ante la expectativa, el Alcalde
promete mucha diversión al subprefecto, pero que éste ante los relatos de la
costumbre de los años anteriores, se siente intranquilo. En el Quinto Capítulo, “El
Circular”, se habla de la llegada de un circular, que era un oficio advirtiendo sobre la
prohibición de corridas de todo de la manera tradicional de Puquio, a fin de evitar
hechos de muerte y heridos. El Subprefecto, reúne a las autoridades y da a conocer
sobre la prohibición y como alternativa aducía la contratación de torero profesional
de la ciudad de Lima. Ante la noticia los indios se consternaron y vieron frustrados
sus expectativas para el festejo de las Fiestas Patrias de aquel entonces. Las
autoridades netas de la localidad que ya vivieron las tradicionales costumbres,
también se sintieron inconformes por el mandato. En fin las autoridades sólo pudieron
apaciguar a los indios, que tanto sintieron la humillación. El Capítulo VI, “La
Autoridad”, describe la actitud déspota y tirana del Subprefecto, quien al ver que de
todas formas, la gente creaba expectativa por los festejos de las Fiestas Patrias, tenía
en mente incluso en hacer desaparecer al pueblo, trataba a la gente como a salvajes
y no humanos. Conversaba con don Pancho, a quien le manifestaba todo su rechazo
y odio. En el Capítulo VII, denominado “Los Serranos”, describe acerca de los
habitantes de Lucanas, y en general de la Provincia de Puquio, describe la migración
de muchos lucaninos hacia la capital y el regreso de los mismo por Fiestas Patrias,
en las calles de aquella localidad, los comuneros daban vivas de su pueblo, de las
fiestas, de sus costumbres, etc. El obispo celebraba las ceremonias en quechua. En
el Capítulo VIII, El Misitu, relata acerca de Misitu que en aquel entonces se había
convertido en una leyenda viviente, porque decían que ese toro no tenía padre ni
madre sino que había surgido de un remolino de las aguas de Torkok’ocha, el cual
era difundido a nivel de esa región (Puquio, Coracora, Querobamba, Pampa
Cangallo, Andahuaylas hasta Chalhuanca). Después de varios intentos y decisiones,
uno de los Mayordomos, don Julían hizo el pago al Auki (Espíritu de los cerros,
semidios), persiguió al toro, sin poder lograrlo en el primer intento. Don Julián terminó
por regalarles el Misitu a los K’ayau y K’oñañi. En el IX Capítulo, “La Víspera” describe
la acción del Subprefecto junto con sus allegados, algunas autoridades de la localidad
para hacer cumplir el circular. Pero don Julián desafió la decisión del Subprefecto, de
modo que los preparativos para la corrida continuaron. Ya los habitantes de K’ayau
y Pichk’achuri alistaban las últimas cosas e incrementaban su rivalidad para el día de
la corrida. Los muros se hicieron solo bajo a fin de que todos tengan la oportunidad
de observar. En el X Capítulo, “Auki”, relata acerca de la relación y la veneración que
tienen los hombres de la localidad de Puquio hacia los espíritus de los cerros, en este
caso habla de Auki K’arhuarasu. Las ofrendas que realizan los K’ayau por medio del
brujo del pueblo. Después de varios procesos y por mandato del brujo, a quien dice
que el Auki, le había dicho en el corazón que llevaran al Misitu a la Plaza de la Corrida
para la fiesta, lograron agarrar al Misitu y llevaron hacia el lugar de la fiesta en Puquio.
En el Capítulo XI, “Yawar Fiesta”, el autor relata acerca del evento que se lleva acabo
en la Plaza K’ayau, donde las autoridades trataron de cambiar la tradición,
contratando a un torero de Lima para la fiesta. El día de la corrida, aparecieron una
multitud inmensa, de todos los alrededores del Capital de la Provincia de Puquio,
para ver el nuevo auque rechazado evento organizado por los principales y el
Subprefecto con rasgos de toreo costeño. Al ingresar el Misitu en la Plaza, ingresó el
torero Ibarito, quien ante la música de los indios con el Wakawak’ra y la canción de
las mujeres, sintió inseguridad. Los primeros momentos, capeó bien, luego el toro
buscó el cuerpo del torero y trató de arrollarlo, pero pudo escapar y esconderse en
los escondederos. En vista que el torero no se atrevía retornar a la Plaza, ingresaron
los toreros indios, emborrachados Wallpa, Tobías, “Honrao” y K’encho y capearon
una y otra vez. El torero principal fue Wallpa, quien luego de una y otra capeada, es
arrollado por el toro, que incrustó uno de sus cuerno en el ingle de Wallpa. El
Varayo’k, Alcalde de K’ayau, alcanza un cartucho de dinamitas al Raura. Al final el
toro fue mortalmente herido por la dinamita y Wallpa sangraba en borbotones por la
pierna que se veía regado por todo el suelo. El alcalde dijo al Subprefecto: Esta es
nuestra fiesta y así es.
VALORES DE LA OBRA:
VALOR ECONÓMICO. “Yawar Fiesta” nos revela la incursión de los hacendados que
amparados por la ley gubernamental despojaron a los indios de sus pertenencias,
cambiando de esa manera la situación económica y otros aspectos relacionados.

VALOR CULTURAL. “Yawar Fiesta” es una obra que da a conocer a sus lectores
acerca de la vida de los pueblos apartados de nuestro país, a través de esta obra
podemos conocer los aspectos culturales como costumbres, creencias, hábitos de
vida, su actividad diaria, etc., que en aquella época cultivaron los puquianos, del
mismo modo nos sirve para evaluar el cambio cultural que ha sufrido hasta la
actualidad esa parte de nuestro departamento y por ende de nuestra región y nuestro
país.

VALOR SOCIAL POLÍTICO. “Yawar Fiesta” nos da a conocer la situación social de


los pueblos aislados, donde se nota la evolución histórica y social de la colectividad,
sumida primero en su aislamiento, su menosprecio, su opresión y la represión. La
presencia de autoridades políticas que sólo buscan hacer del indio un esclavo, un
servidumbre, propiciando la explotación del hombre por el hombre.
VALOR LITERARIO. “Yawar Fiesta”es una revolución en cuanto se crea un nuevo
estilo literario donde conculcan de manera cruda pero necesaria el castellano y el
quechua; el autor ha logrado reflejar utilizando los elementos autóctonos para dar
esa autenticidad que expresa la realidad de los pueblos andinos del Perú.
Los Valores de la obra Yawar Fiesta son: Justicia, Identidad nacional, entre otros...
APRECIACIÓN CRITICA:
Según los críticos, es la más lograda de las novelas de Arguedas. Se aprecia el
esfuerzo del autor por ofrecer una versión lo más auténtica posible de la vida andina
sin recurrir a los convencionalismos y al paternalismo de la anterior literatura
indigenista de denuncia. Con esta novela se inaugura el llamado neoindigenismo.
Yawar fiesta de José María Arguedas no solo compone un complejo microcosmos de
la sociedad andina, sino que delinea buena parte de los elementos centrales de su
trabajo literario posterior. Estos son: los problemas de comunicación cultural en
condiciones de violencia y opresión, la acción colectiva como fuerza liberadora, la
resistencia y posibilidad de la cosmovisión andina y, en términos narrativos, la
incorporación del quechua al castellano —tanto en el ámbito de contenido como de
estructura— y la voz etnológica comprometida. A diferencia de la tradición indigenista
que compone tipos sociológicos opuestos, Arguedas construye universos culturales
dentro de los cuales interactúan sus arquetipos sociales. Aunque escape por
completo del objetivo de este artículo, podría sostenerse que el énfasis que el autor
coloca en las caracterizaciones culturalistas no solo corresponde a sus
preocupaciones como escritor y a su experiencia personal como mestizo viviendo
entre dos culturas, sino que es también parte de un contexto mayor del canon
antropológico de la época. Yawar fiesta es una obra en transición —incluso por su
extensión, que la convierte en una nouvelle— y buena parte de ello se debe a la
estructura liminal de la corrida de toros. Gracias al recurso de lo carnavalesco, de la
inversión de mundos, Arguedas logra trascender el plano puramente mítico para
insertar la trama en la historia. El turupukllay se transforma en alegoría de la
resistencia de lo indígena frente a lo occidental y de la capacidad de adaptación de
la cultura andina. Al colocar la muerte del Misitu en manos de los carismáticos toreros
indígenas, Arguedas abandona el mito y avanza hacia la rebelión consciente.

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