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Prof.

Emilio Cuello F ILOSOFÍA

FRAGMENTOS DE

Fundamentación
de la metafísica
de las costumbres
IMMANUEL KANT

C APÍTULO PRIMERO

N
i en el mundo ni, en general, fuera de él es
posible pensar nada que pueda ser LO ABSOLUTAMENTE BUENO
considerado bueno sin restricción excepto Kant asevera que algunas cualidades
una buena voluntad. La inteligencia, el ingenio, el (la moderación, el autocontrol, la
discernimiento, o como quieran llamarse los talentos reflexión) pueden ser favorables a
esa buena voluntad y pueden facilitar
del espíritu; o el coraje, la tenacidad, la perseverancia
bastante su trabajo, pero no tienen
en los propósitos como cualidades del temperamento ningún valor absoluto (es decir, un
son, sin duda, buenos y deseables en muchos valor intrínseco e incondicional) que
sentidos, pero también pueden llegar a ser nos permita considerarlas buenas sin
extraordinariamente malos y dañinos si la voluntad restricción, puesto que sin los
principios de una buena voluntad
[…] no es buena. Lo mismo sucede con los dones de pueden llegar a ser
la fortuna. El poder, la riqueza, el honor, incluso la extraordinariamente malas. Incluso,
salud y la satisfacción y alegría con la propia situación sostiene Kant, los malvados de
personal, que se resume en el término «felicidad», [no sangre fría son los más peligrosos y
despreciables (pensemos por
pueden ser considerados buenos sin restricción] si
ejemplo en el doctor Hannibal Lecter
no existe una buena voluntad que dirija y acomode a o el coronel Hans Landa).
un fin universal el influjo de esa felicidad y con él el
principio general de la acción; […]

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La buena voluntad no es buena por lo que efectúe o


realice ni por su aptitud para alcanzar algún fin LAS CONSECUENCIAS,
determinado propuesto previamente, sino que sólo es ¿IMPORTAN?
buena por el querer, es decir, en sí misma, y considerada
Nuestros actos tienen efectos
por sí misma es, sin comparación, muchísimo más valiosa en el mundo material, sin
que todo lo que por medio de ella pudiéramos realizar en embargo, no poseemos sobre
provecho de alguna inclinación y, si se quiere, de la suma éste un dominio pleno. Puede
de todas las inclinaciones. Aunque por una particular ocurrir que causas
desafortunadas o acciones de
desgracia del destino o por la mezquindad de una terceros hagan fracasar nuestros
naturaleza madrastra faltase completamente a esa propósitos. Pero la buena
voluntad la facultad de sacar adelante su propósito; si, a voluntad, afirma Kant, es buena
pesar de sus mayores esfuerzos, no pudiera llevar a cabo aun cuando el agente no tenga
nada y sólo quedase la buena voluntad (desde luego no la suerte o la habilidad suficiente
para producir el estado de cosas
como un mero deseo sino como el acopio de todos los deseable. Así, la atención se
medios que están en nuestro poder), aun así esa buena centra desde el comienzo en la
voluntad brillaría por sí misma como una joya, como algo voluntad del agente, y no en lo
que en sí mismo posee pleno valor. Ni la utilidad ni la que realmente hace.
esterilidad pueden añadir ni quitar nada a ese valor. […]
Para desarrollar el concepto de una buena voluntad digna
de ser estimada por sí misma y sin ningún propósito DEL CONOCIMIENTO INTUITIVO
exterior a ella, tal como se encuentra ya en el sano AL CONOCIMIENTO FILOSÓFICO
entendimiento natural, que no necesita ser enseñado sino
El punto de partida de su
más bien ilustrado; para desarrollar este concepto que se indagación es el conocimiento
halla en la cúspide de toda la estimación que tenemos de moral ordinario: todos poseemos
nuestras acciones y que es la condición de todo lo demás, un sentido moral intuitivo,
vamos a considerar el concepto del deber, que contiene directo, que nos informa acerca
de nuestras obligaciones y nos
el de una voluntad buena, aunque bajo ciertas
permite, asimismo, evaluar las
restricciones y obstáculos subjetivos que, sin embargo, acciones propias y ajenas; en
lejos de ocultarlo y hacerlo incognoscible, lo hacen otros términos, todos poseemos
resaltar por contraste y aparecer con mayor claridad. una conciencia moral que nos
reprocha cuando actuamos de
Prescindo aquí de todas aquellas acciones ya conocidas modo incorrecto. La tarea
como contrarias al deber, aunque en este o aquel sentido filosófica de Kant es, entonces,
puedan ser útiles, pues en ellas ni siquiera se plantea la analizar y fundamentar lo que,
cuestión de si pueden suceder por deber, ya que ocurren en el fondo, todos ya sabemos.
en contra de éste. También dejaré a un lado las acciones
que, siendo realmente conformes al deber, [el hombre las lleva a cabo porque una intención
egoísta le empuja a ello]. Por ejemplo, es sin duda conforme al deber que el comerciante no
cobre más caro a un comprador inexperto, y en los sitios donde hay mucho comercio el
comerciante avispado no lo hace, sino que mantiene un precio fijo para todos en general, de

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forma que hasta un niño puede comprar en su tienda


EL COMERCIANTE Y EL FILÁNTROPO
tan bien como cualquier otro. Así pues, uno es
servido honradamente, pero esto no es ni mucho Pasando por alto todas aquellas
menos suficiente para creer que el comerciante acciones que Kant llama contrarias al
deber (acciones que comúnmente
haya obrado así por deber o por principios de
nosotros llamamos inmorales), se
honradez: lo exigía su provecho. […]
ocupa de aquellas que, siendo
Ser caritativo en la medida de lo posible es un deber, conformes al deber, no han sucedido
y además hay muchas almas tan llenas de por deber. Este es el caso del
compasión que encuentran un íntimo placer en comerciante y el filántropo: el
distribuir la alegría a su alrededor […] Pero yo comerciante actúa por conveniencia
propia (inclinación mediata) y el
sostengo que, en tal caso, semejantes actos, por
filántropo por compasión (inclinación
muy conformes que sean al deber, por muy dignos inmediata). Kant sostiene, por tanto,
de amor que sean, no tienen, sin embargo, un que ninguna de las dos acciones tiene
genuino valor moral […] Pero supongamos que el un auténtico valor moral.
ánimo de ese filántropo estuviera nublado por un Lo central aquí es que, tanto el
dolor propio que apaga en él toda compasión hacia comerciante como el filántropo actúan
la suerte del prójimo; supongamos además, que le en conformidad con el deber, pero no
quedara todavía capacidad para hacer el bien a por deber. Según Kant, la única acción
con genuino valor moral es aquella
otros miserables, aunque la miseria ajena no le
que se hace sólo por deber y no por
conmueve porque le basta la suya para ocuparle; si
inclinación ni conveniencia propia. En
entonces, cuando ninguna inclinación le empuja a síntesis, el valor moral de la conducta
ello, logra desprenderse de esa fatal indiferencia y es actuar por deber y no simplemente
realiza la acción benéfica sin inclinación alguna, sólo conforme al deber.
por deber, entonces y sólo entonces posee esta
acción su genuino valor moral. Pero hay más aún:
un hombre a quien la naturaleza haya puesto poca ¿SE PUEDE SER BUENO CON LOS
simpatía en el corazón; un hombre que, siendo por AMIGOS?
lo demás honrado, fuese de temperamento frío e Desde este punto de vista, cabe
indiferente a los dolores ajenos, […] desprovisto de preguntarnos si podríamos ser buenos
cuanto es necesario para ser un filántropo, ¿no (en sentido estrictamente moral), por
encontraría en sí mismo, sin embargo, cierto germen ejemplo, con nuestros amigos. Cuando
capaz de darle un valor mucho más alto que el que ayudamos con gusto a un amigo, lo
hacemos sin duda por inclinación (es
pueda derivarse de un temperamento bondadoso?
decir, porque le queremos), y por lo
¡Es claro que sí! Precisamente en ello estriba el
tanto, no tiene ningún mérito moral.
valor del carácter que, sin comparación, es el más Comúnmente pensamos que ayudar a
alto desde el punto de vista moral: en hacer el bien los amigos nos hace buenos, pero
no por inclinación sino por deber. […] según Kant, no es así (aunque
tampoco nos haga malos, porque
Así hay que entender, sin duda alguna, los pasajes
actuamos conforme al deber). Pero si
de la Sagrada Escritura en donde se ordena que
ayudamos a alguien que odiamos,
amemos al prójimo, incluso al enemigo. En efecto, entonces sí habremos actuado sin
el amor como inclinación no puede ser mandado, duda por deber y no por inclinación.
pero hacer el bien por deber, aun cuando ninguna

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inclinación empuje a ello y hasta se oponga una aversión natural e invencible, […] es el único
[amor] que puede ser ordenado.

Clasificación de las acciones


Por deber Por inclinación
acciones llevadas a cabo por acciones llevadas a cabo no por
motivos morales motivos morales

Conformes al deber Acciones morales Acciones moralmente neutras


acciones moralmente obligatorias moralmente buenas ni buenas ni malas

Contrarias al deber Acciones inmorales


acciones moralmente prohibidas moralmente malas

Una acción realizada por deber tiene que


EL IMPERATIVO CATEGÓRICO
excluir completamente […] el influjo de la
inclinación […]. No queda, pues, otra cosa que Es recién en este momento en que explicita
pueda determinar la voluntad más que, la ley que debe determinar la voluntad para
objetivamente, la ley [moral], y subjetivamente, que ésta pueda ser calificada de buena en
términos absolutos: yo nunca debo proceder
el respeto puro a esa ley práctica, y, por tanto,
de otro modo salvo que pueda querer también
la máxima de obedecer siempre a esa ley, ver convertida en ley universal a mi máxima.
incluso con perjuicio de todas mis inclinaciones. El respeto a esta ley moral (que desde luego
[…] no se encuentra más que en un ser racional)
Ahora bien, ¿cuál puede ser esa ley cuya es lo que constituye el deber, y es la
condición de una voluntad buena.
representación, sin tomar en cuenta el efecto
que se espera de ella, tiene que determinar la El imperativo categórico nos ordena actuar
en concordancia con una ley válida para
voluntad para que ésta pueda llamarse, sin
todos los seres racionales. No proporciona
ninguna restricción, absolutamente buena? un contenido que nos informe sobre
Puesto que he sustraído la voluntad a todos los nuestros deberes en cada caso sino un
impulsos que podrían apartarla del procedimiento, un criterio racional y objetivo
cumplimiento de una ley, no queda nada más para aceptar o rechazar el contenido
que la legalidad universal de las acciones en provisto por las máximas. Kant pretende
general (que debe ser el único principio de la haber descubierto el único principio de la
voluntad); es decir, yo no debo obrar nunca moralidad del que se deriva cualquier
mandato incondicionado. Pese a que afirma
más que de modo que pueda querer que mi
que el imperativo categórico es uno,
máxima se convierta en ley universal. Aquí es
elabora distintas formulaciones que
la simple legalidad en general (sin poner como constituyen diferentes maneras en que
fundamento ninguna ley adecuada a acciones podemos representárnoslo.
particulares) es la que sirve de principio a la
voluntad, […]

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Sea, por ejemplo, la pregunta siguiente: ¿me es lícito, cuando


me encuentro en un apuro, hacer una promesa con el ACTUAR POR PRUDENCIA,
propósito de no cumplirla? Aquí me resulta sencillo distinguir ACTUAR POR DEBER
que la pregunta puede tener uno u otro significado, según se
Kant plantea el ejemplo
cuestione si es prudente o si es conforme al deber hacer una
para distinguir entre ser
falsa promesa. Lo primero puede suceder, sin duda, muchas veraz por motivos morales
veces. Ciertamente veo con gran claridad que […] hay que (por deber) y ser veraz por
considerar detenidamente si no podrá ocasionarme luego esa motivos no morales (por
mentira contratiempos mucho más graves que éstos que prudencia). No es lo mismo,
ahora consigo eludir; y como las consecuencias, a pesar de afirma Kant, la pregunta por
cuanta astucia me precie de tener, no son tan fácilmente la conveniencia de la
previsibles que no pueda suceder que la pérdida de la mentira que la pregunta por
la moralidad de la mentira.
confianza en mí sea mucho más desventajosa para mí que el
Kant no niega que la
daño que pretendo evitar ahora, habré de considerar si no
mentira a veces pueda
sería más prudente conducirme en este asunto según una resultar conveniente, lo que
máxima universal y adquirir la costumbre de no prometer nada niega es que sea moral.
sin el propósito de cumplirlo. Pero pronto veo con claridad que
una máxima como ésta solo se fundamenta en el miedo a las
consecuencias. Ahora bien, es cosa muy distinta ser veraz por
deber o serlo por temor a las consecuencias perjudiciales, ¿ES CONFORME AL DEBER
MENTIR?
porque, en el primer caso [por deber], el concepto mismo de
la acción contiene ya una ley para mí, mientras que en el Frente a la encrucijada de
segundo [por prudencia, sagacidad] tengo que empezar mentir o decir la verdad,
observando a mi alrededor qué consecuencias puede Kant propone un test muy
acarrearme la acción. Si me aparto del principio del deber, eso sencillo, que consiste en
cuestionarse si uno mismo
será malo con seguridad, pero si soy infiel a mi máxima de la
podría querer que la máxima
prudencia, ello puede serme provechoso a veces, aun cuando
en cuestión (en este caso,
desde luego es más seguro permanecer fiel a ella. En cambio, librarse de un apuro gracias
para resolver de la manera más breve y sin engaño alguno la a una promesa ficticia)
pregunta de si una promesa mentirosa es conforme al deber, valiera como ley universal
me bastará preguntarme a mí mismo: ¿me daría yo por (es decir, tanto para mí
satisfecho si mi máxima (salir de apuros por medio de una como para los demás),
promesa mentirosa) debiese valer, tanto para los demás como asumiendo que cualquiera
para mí, como ley universal?, ¿podría yo decirme a mí mismo: puede hacer una promesa
hipócrita si se halla en un
cada cual puede hacer una promesa falsa cuando se halla en
apuro. Entonces,
un apuro del que no puede salir de otro modo? En seguida me
¿podríamos querer,
percato de que, si bien podría querer la mentira, no podría racionalmente, una ley
querer una ley universal del mentir; pues, según esa ley, no universal del mentir? Según
habría ninguna promesa propiamente hablando, porque sería Kant, evidentemente no,
inútil hacer creer a otros mi voluntad con respecto a mis porque en un mundo donde
futuras acciones, ya que no creerían mi simulacro, o si, por todos mienten, la mentira
precipitación lo hicieran, me pagarían con la misma moneda. sería imposible.
Por lo tanto, tan pronto como se convirtiese en ley universal,
mi máxima se destruiría a sí misma.
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Con el objeto de saber lo que he de hacer para que mi querer sea moralmente bueno no
necesito ir a buscar muy lejos […]. Inexperto en lo que se refiere al curso del mundo, incapaz
de estar preparado para todos los sucesos que en él ocurren, me basta con preguntar:
¿puedes querer que tu máxima se convierta en ley universal? De no ser así, es una máxima
reprobable, y no por algún perjuicio que pueda ocasionarte a ti o a algún otro, sino porque
no puede incluirse como principio en una legislación universal posible. […]
Así, pues, hemos llegado al principio del conocimiento
moral de la razón común del hombre, […] Sería muy fácil EL DEBER EN CONFLICTO CON
mostrar aquí cómo, con esta brújula en la mano, [la razón LAS INCLINACIONES
del hombre común] sabe distinguir perfectamente en
Kant reitera que el conocimiento
todos los casos que ocurren qué es bien, qué es mal, qué
moral (el conocimiento de lo que
es conforme al deber o contrario al deber. […] La verdad toda persona está moralmente
es que podía haberse sospechado esto de antemano: que obligada a hacer y no hacer) se
el conocimiento de lo que todo hombre está obligado a encuentra ya en el sano
hacer y, por tanto, también a saber, es cosa que compete entendimiento natural de
a todos los hombres, incluso el más común. Y aquí puede cualquier ser racional. Según
verse, no sin admiración, cómo en el entendimiento Kant, no hace falta ciencia ni
común humano la facultad de juzgar prácticamente es filosofía alguna para saber qué es
lo que se debe hacer para ser
muy superior a la de juzgar teóricamente. […]
honrado y bueno, y en este
Gran cosa es la inocencia, pero ¡qué desgracia que no sentido, afirma no enseñarnos
pueda conservarse bien y se deje seducir tan fácilmente! nada nuevo, sino ilustrarnos o
[…] El hombre siente dentro de sí mismo una poderosa explicarnos lo que en el fondo ya
fuerza contraria a todos aquellos mandamientos del deber sabemos. Sin embargo, el deber
moral está en continuo conflicto
que la razón le representa muy dignos de respeto; esa
con las inclinaciones. Esto
fuerza contraria radica en sus necesidades e
significa que la razón, por sí sola,
inclinaciones, cuya satisfacción total resume bajo el no determina suficientemente la
nombre «felicidad». Ahora bien, la razón ordena sus voluntad, sino que ésta se halla
preceptos sin prometer nada a las inclinaciones, sometida también a las
severamente y casi con desprecio, por así decir, y total inclinaciones. Sucede que el ser
despreocupación hacia esas pretensiones tan humano es moralmente
impetuosas y a la vez aparentemente espontáneas que imperfecto, siente una poderosa
ningún mandamiento consigue nunca anular. De aquí se fuerza contraria a todos aquellos
mandamientos del deber, y esa
origina una dialéctica natural, esto es, una tendencia a
fuerza contraria radica en sus
discutir esas estrechas leyes del deber, a poner en duda
deseos y propósitos egoístas.
su validez, o al menos su pureza y severidad estrictas,
acomodándolas en los posible a nuestros deseos e
inclinaciones, […].

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C APÍTULO SEGUNDO

[…] hallamos que aunque muchas acciones suceden en conformidad con lo que ordena el
deber, siempre cabe la duda de si han ocurrido por deber, y, por lo tanto, de si poseen un
valor moral. Por eso ha habido en todos los tiempos filósofos que han negado en absoluto
la realidad de esa disposición de espíritu en las acciones humanas y lo han atribuido todo a
un egoísmo más o menos refinado, aunque no por eso han puesto en duda la exactitud del
concepto de moralidad. Más bien han hecho mención, con íntima pena, de la fragilidad e
impureza de la naturaleza humana, que si bien es lo bastante noble como para proponerse
como precepto una idea tan digna de respeto, es al mismo tiempo demasiado débil para
ponerla en práctica, y emplea la razón, que debería servirle de legisladora, para administrar
el interés de las inclinaciones, […]
De hecho, es absolutamente imposible determinar por
medio de la experiencia y con absoluta certeza un solo EGOÍSMO ENMASCARADO DE
caso en que la máxima de una acción, por lo demás MORALIDAD
conforme con el deber, haya tenido su asiento en
Lo que Kant intenta expresar es
fundamentos exclusivamente morales y por medio de la
que nunca podemos concluir con
representación del deber. […] Sea como sea, y aun seguridad que la verdadera causa
ejercitando el más riguroso de los exámenes, no determinante de la voluntad (para
podemos nunca llegar por completo a los más el caso de una acción conforme al
recónditos motores de la acción, puesto que cuando se deber) no haya sido, en realidad,
trata del valor moral no importan las acciones, que se algún impulso secreto del egoísmo,
ven, sino sus principios íntimos, que no se ven. […] oculto tras el simple espejismo de
aquella idea del deber. Incluso
Por amor a la humanidad voy a admitir que la mayor admite que la mayoría de las veces
parte de nuestras acciones son conformes al deber; actuamos por inclinación y no por
pero si se miran de cerca los pensamientos y los deber. Sin embargo, ¿esto refuta su
esfuerzos, se tropieza uno por todas partes con el teoría ética, su concepto de
amado yo, que continuamente se destaca y sobre el moralidad? Pues no, porque aquí
que se fundamentan los propósitos, y no sobre el no se trata de lo que sucede, sino
de lo que debería suceder, o más
estrecho mandamiento del deber, que muchas veces
exactamente: de lo que la razón por
exigiría la renuncia y el sacrificio. [Sin embargo] no
sí misma ordena que debe suceder,
importa que no haya habido nunca acciones emanadas aun cuando el mundo no haya
de esas puras fuentes, pues no se trata aquí de si dado todavía ejemplo alguno de
sucede esto o aquello, sino de que la razón, por sí tales acciones. Así, aunque nunca
misma e independientemente de todo fenómeno, haya habido un amigo fiel sobre la
ordena lo que debe suceder, […] Así, por ejemplo, la faz de la Tierra, escribe Kant, eso no
pura lealtad en las relaciones de amistad no podría hace menos deseable que lo hubiera.
dejar de ser exigible a todo hombre, aunque hasta hoy
no hubiese habido ningún amigo leal, […]

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Todos los imperativos se expresan por medio de un «debe ser» […] todos los imperativos
mandan, o bien hipotéticamente, o bien categóricamente. Los primeros representan la
necesidad práctica de una acción posible como medio de conseguir otra cosa que se quiere
[…] El imperativo categórico sería aquel que representa una acción por sí misma como
objetivamente necesaria, sin referencia a ningún otro fin. […] Ahora bien, si la acción es
buena sólo como medio para alguna otra cosa, el imperativo es hipotético, pero si la acción
es representada como buena en sí […], entonces el imperativo es categórico. […]

IMPERATIVOS CATEGÓRICOS E IMPERATIVOS HIPOTÉTICOS


Un imperativo es hipotético cuando tiene la forma: Si quieres p, entonces debes hacer q. Por
ejemplo: «Si quieres irte de vacaciones, entonces debes ahorrar». Lo importante es el modo
condicionado en que obliga. Su exigencia se limita al fin que se pretende alcanzar, es decir que
sólo vale para un propósito determinado (en nuestro ejemplo, irse de vacaciones). El imperativo
categórico, en cambio, posee un valor incondicionado, y por ello es el único imperativo moral.
Por ejemplo: «Debes devolver el dinero que te prestan» es un imperativo categórico porque
expresa una obligación incondicionada. Así, los imperativos hipotéticos obligan de modo relativo,
mientras que los categóricos obligan de modo absoluto.
Por ejemplo, cuando se dice «No debes prometer falsamente» y se admite que la necesidad de tal
abstención no es un simple consejo para evitar un mal mayor sino que se afirma que una acción
de esta especie tiene que considerarse mala en sí misma, entonces el imperativo de la prohibición
es categórico. Pero si se dice «No debes prometer falsamente, no vaya a ser que te descubran y
pierdas toda credibilidad», entonces tal imperativo no es categórico sino hipotético. Según Kant,
los imperativos morales no son hipotéticos sino categóricos, son mandatos a los que hay que
obedecer aún en contra de las inclinaciones.

[…] hay [pues] un imperativo que, sin poner como


condición ningún propósito a obtener por medio de EL IMPERATIVO DE LA MORALIDAD
cierta conducta, manda esa conducta Si la moral consiste en actuar conforme
inmediatamente. Este imperativo es categórico. al deber y, además, por deber, queda
No se refiere a la materia de la acción y a lo que por ver qué exige el deber. Para Kant,
ha de producirse con ella, sino a la forma y al un imperativo moral es un precepto que
principio que la gobierna, y lo esencialmente puedo establecer para mí mismo y
querer coherentemente que sea
bueno de tal acción reside en la intención del que obedecido por todos los seres
la lleva a cabo, sea cual sea el éxito obtenido. Este racionales. La prueba de un imperativo
imperativo puede llamarse imperativo de la categórico es que puedo universalizarlo,
moralidad. […] esto es, que puedo querer que sea una
ley universal. Por lo tanto, expresa Kant,
[…] sólo hay un imperativo categórico, y dice así: todos los imperativos morales pueden
obra sólo según aquella máxima que puedas resumirse en uno.
querer que se convierta, al mismo tiempo, en ley
universal. […]

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E JEMPLOS

Veamos algunos ejemplos de imperativos morales propuestos por el propio Kant en su


Fundamentación de la metafísica de las costumbres:

a) [Alguien] se ve apremiado por la necesidad de pedir dinero prestado. Sabe perfectamente


que no podrá pagar, pero también sabe que nadie le prestará nada si no promete
solemnemente devolverlo en determinado tiempo. Le dan ganas de hacer tal promesa,
pero todavía tiene suficiencia conciencia moral como para preguntarse: «¿No es ilícito y
contrario al deber salir de apuros de esta manera?» Supongamos que, pese a todo, decide
hacerlo, por lo que la máxima de su acción vendría a ser ésta: «Cuando crea estar en un
apuro económico, pediré dinero prestado y prometeré devolverlo, aunque sepa que nunca
sucederá tal cosa» Este principio del egoísmo o de la propia conveniencia es quizá
compatible con mi bienestar futuro, pero la cuestión ahora es ésta: «¿Es eso justo?»
Transformo pues la pretensión del egoísmo en una ley universal y reformulo así la
pregunta: «¿Qué pasaría si mi máxima se convirtiera en una ley universal?». Enseguida
veo que nunca puede valer como ley universal de la naturaleza ni concordar consigo
misma, sino que siempre ha de ser contradictoria. Pues la universalidad de una ley según
la cual quien crea estar en apuros pudiera prometer lo que se le ocurra proponiéndose no
cumplirlo haría imposible la promesa misma y el fin que con ella pudiera obtenerse, pues
nadie creería en tales promesas y todos se reirían de ellas como de un vano engaño.

b) [Alguien] a quien le van bien las cosas ve a otros luchando contra grandes dificultades.
Podría ayudarles, pero piensa: «¿A mí qué me importa? ¡Que cada cual sea lo feliz que el
cielo le conceda o pueda hacerse a sí mismo, que yo no le quitaré nada ni le tendré envidia,
sólo que no tengo ganas de contribuir a su bienestar o a su auxilio en la necesidad.» Desde
luego, si semejante modo de pensar se convirtiera en una ley universal de la naturaleza,
el género humano podría subsistir […] Sin embargo, aun cuando sea posible que aquella
máxima se mantenga como ley universal de la naturaleza, es imposible querer que un
principio semejante valga siempre y por todas partes como ley natural. Pues una voluntad
que así lo decidiera se contradiría a sí misma, ya que podrían suceder algunos casos en
que necesitara del amor y la compasión de los demás, y entonces, por la misma ley natural
originada en su propia voluntad, se vería privado de toda esperanza de ayuda.

Según escribe Kant, estos son algunos de los deberes morales que se derivan del
imperativo categórico.

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Hay que poder querer que una máxima de nuestra acción se convierta en ley universal: tal
es el canon del juicio moral de una máxima en general. Algunas acciones están constituidas
de tal modo que su máxima no puede siquiera ser pensada sin contradicción como ley
universal de la naturaleza, y mucho menos que uno pueda querer que deba serlo. En otras,
ciertamente, no se encuentra esa imposibilidad interna, pero sí resulta imposible querer que
su máxima sea elevada a la universalidad de una ley natural, porque tal voluntad sería
contradictoria consigo misma. […]
Si ahora nos prestamos atención a nosotros mismos en cada transgresión de un deber, nos
encontraremos con que realmente no queremos que nuestra máxima se convierta en una
ley universal, pues eso es imposible, sino que más bien debe permanecer como una ley lo
contrario de dicha máxima, pero nos tomamos la libertad de hacer una excepción para
nosotros (aunque sólo sea por esta vez) en provecho de nuestra inclinación. Por
consiguiente, si lo consideráramos todo desde un único punto de vista, el punto de vista de
la razón, hallaríamos una contradicción en nuestra propia voluntad, […]
Ahora podemos terminar en el mismo punto por el que habíamos comenzado, es decir, por
el concepto de una voluntad incondicionalmente buena. La voluntad es absolutamente buena
cuando no puede ser mala y, por consiguiente, cuando su máxima nunca puede
autocontradecirse cuando es convertida en una ley universal. Este principio supone también
por tanto una ley suprema: «Obra siempre según una máxima que puedas querer al mismo
tiempo que su universalidad sea ley». Ésta es la única condición bajo la que una voluntad
nunca puede estar en contradicción consigo misma, y tal imperativo es categórico.

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La idea de humanidad como fin en sí mismo

Kant ofrece varias versiones o formulaciones del imperativo categórico, que cree
equivalentes. Las más importantes son dos:

1. La fórmula de la Ley Universal 2. La fórmula de la Humanidad

Con la segunda formulación del imperativo categórico, Kant afirma que no debemos
tratar a las personas como si fueran cosas, es decir, utilizarlas meramente como medios
sin tener en cuenta que son fines es sí mismos:

Yo sostengo lo siguiente: el hombre, y en general todo ser racional, existe como un fin
en sí mismo, no simplemente como un medio para cualesquiera usos de esta o aquella
voluntad, sino que tanto en las acciones dirigidas hacia sí mismo como en las dirigidas
hacia otros seres racionales, el hombre ha de ser considerado siempre al mismo tiempo
como un fin. Todos los objetos de la inclinación sólo poseen un valor condicionado,
pues si no se dieran las inclinaciones y las necesidades sustentadas en ellas, su objeto
quedaría sin valor alguno. […] Así pues, el valor de todos los objetos que podemos
obtener por medio de nuestras acciones es siempre un valor condicionado […]. En
cambio, los seres racionales se llaman personas porque su naturaleza los distingue
como fines en sí mismos, o sea, como algo que no puede ser usado meramente como
medio […]
El imperativo práctico será entonces como sigue: obra de tal modo que te relaciones
con la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre
como un fin y nunca simplemente como un medio.»
[…] todo tiene un precio o una dignidad. Aquello que tiene precio puede ser sustituido
por algo equivalente; en cambio, lo que se halla por encima de todo precio y, por tanto,
no admite nada equivalente, eso tiene dignidad.

Uno de los aspectos más importantes de la filosofía moral de Kant se encuentra en el


reconocimiento del valor de la persona humana: el ser humano no tiene precio, tiene
dignidad, afirma Kant. Tienen precio aquellas cosas que pueden ser sustituidas por algo
equivalente, en tanto que aquello que trasciende todo precio y no admite nada
equivalente, eso tiene dignidad. El desprecio a la dignidad humana salta a la vista cuando
pensamos en violación a los derechos básicos de las personas, pues ahí es evidente que
quien no respeta estos derechos, está decidido a servirse de otros meramente como
medios y no como fines en sí mismos.

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C UESTIONARIO

1. ¿Cómo considera Kant las consecuencias de nuestras acciones en relación al valor moral
de las mismas? ¿De qué depende, o en qué consiste el valor moral de nuestras acciones?

2. ¿Por qué Kant afirma que nada, a no ser una buena voluntad, puede ser considerado
bueno son restricción?

3. ¿Qué significa y qué diferencias hay entre actuar contrario al deber y conforme al
deber? Ejemplifica.

4. ¿Todas las acciones conformes al deber tienen el mismo valor moral? ¿Por qué?

5. ¿Qué significa y qué diferencia hay entre actuar por deber y actuar por inclinación?
Ejemplifica.

6. ¿Cómo resuelve Kant la cuestión de si es conforme al deber mentir en circunstancias


adversas?

7. ¿Cuál es la diferencia entre imperativos hipotéticos e imperativos categóricos? ¿Qué


relación tienen con la moralidad?

8. ¿Una persona con inclinaciones egoístas y sentimientos de odio, puede llegar a ser
buena? ¿Cómo?

9. ¿Todo el mundo debería tener como regla suprema de conducta, hacer lo que le hace
feliz? ¿Por qué?

10. ¿Es moralmente más valorable una acción que se hace por sentimientos buenos, o una
acción que se hace por pura obligación moral? ¿Por qué?

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