Fallo
Fallo
109520/2012
TRIPODORO CRISTINA VIVIANA c/SANCHEZ GRANERO
MARIA Y OTROS s/DAÑOS Y PERJUICIOS (ACC. TRAN.
C/LES. O MUERTE)
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tenerse por interrumpido el curso de la prescripción liberatoria, en el
entendimiento de que tal presentación judicial, exterioriza la voluntad
de accionar, aun cuando no se trate de la demanda propiamente dicha.
Finalmente, se agravia de la imposición de costas
decidida en su contra.
III. En lo que concierne a la cuestión venida a
conocimiento, es menester destacar en primer término que no se
encuentra controvertida en estas actuaciones la normativa que resulta
de aplicación al caso (art. 4037 del Cód. Civil y ley 26.589). En
efecto, las partes se encuentran contestes en que, de conformidad con
lo dispuesto en el sistema de derecho transitorio contenido en el art.7°
del CCyCN, la relación jurídica que da origen a esta demanda, al
haberse consumado antes del advenimiento del actual CCyCN, debe
ser juzgada –en sus elementos constitutivos y con excepción de sus
consecuencias no agotadas– de acuerdo al sistema del anterior Código
Civil (ley 17.711), ya que el plazo de la prescripción bienal que aquí
se trata comenzó su curso y concluyó durante la vigencia del Código
Civil derogado (art. 2537 del Código Civil y Comercial, ley 26694)
Tampoco ha sido motivo de crítica que, en el “sub
examine”, la cuestión ventilada encuadra dentro de la responsabilidad
extracontractual y, por ende, que el plazo de prescripción es el bienal
que dispone el artículo 4037 del código citado. Y, además, no ha sido
objetado que, tratándose en el caso de obligaciones concurrentes, por
tener distintas causas de deber, los efectos interruptivos y suspensivos
de la prescripción no se propagan (conf. Llambías, Jorge Joaquín,
“Tratado de Derecho Civil. Obligaciones”, T°II-A, pág.592, 3ra.
edición actualizada, Ed. Perrot).
IV. En ese orden de ideas, cuando la prescripción es el
medio por el cual el transcurso del tiempo opera la modificación
substancial de un derecho en razón de la inacción de su titular, quien
pierde la facultad de exigirlo compulsivamente (conf. Llambías, Jorge
Joaquín, ob. cit., T°III, pág.304, 3ra. edición actualizada, Ed. Perrot),
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reservada al tribunal, la discrecionalidad en su dictado no es absoluta
y su límite es el derecho de defensa de las partes, por lo que no deben
suplir la inactividad o negligencia de las partes, ni vulnerar el
principio de igualdad entre ellas, y no pueden circunscribirse,
únicamente, a aquellas beneficiosas para una de las partes.
Si bien basta ello para justificar su improcedencia en el
caso, no puede dejar de destacarse que el pedido de que la mediadora
interviniente informe “…el nombre completo de todos los requeridos
en la etapa de mediación llevada a cabo el día 19 de septiembre de
2011…”, pone en evidencia que no ha comprendido la parte actora
que, precisamente, es la falta de acreditación del requerimiento a
mediación de la demandada Borrajo, la causa de que no opere en el
caso la suspensión prevista por el art.51 de la ley 26.589.
V. En lo que atañe a las restantes quejas que la actora
esboza en subsidio, es dable recordar que, de conformidad a lo que
prescribía el artículo 3986 del Código Civil, la interposición de la
demanda interrumpe la prescripción. Como es sabido, en la norma
anotada, la palabra “demanda” no tiene el sentido estricto con que se
la emplea en derecho procesal, sino que comprende todas aquellas
manifestaciones judiciales que importan la voluntad del titular del
derecho de mantenerlo vivo, siempre que por su contenido sea apto
para llegar a su actuación, pero esto no debe considerarse con criterio
restrictivo, porque la abdicación de un derecho no se debe presumir.
Así, cuando se trata de gestiones judiciales, la doctrina y
jurisprudencia han tenido y tienen un criterio amplio. Por demanda no
sólo se entiende la acción formalmente entablada, sino también todo
acto procesal que demuestre en forma auténtica que el acreedor no ha
abandonado su crédito y que tiene el propósito de hacerlo valer.
Ahora bien, cuando la presentación judicial idónea para
interrumpir el curso de la prescripción liberatoria, es la que exterioriza
de manera indubitada la voluntad de accionar de un particular, a pesar
de lo argumentado por la recurrente, el sorteo y asignación del
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