Material de La Clase 13
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Crisis de la ética
a-Crisis de la ética
Así, se promueve un modo de vida y de desarrollo sin medir las consecuencias. En el documento
Contra el saqueo del planeta, firmado por intelectuales y científicos destacados, se hace
referencia a esta situación, en que la responsabilidad ética gana terreno, y apela a la ética de la
precaución, abriendo un nuevo espacio ético que tome conciencia de los riesgos de las políticas
económicas, tecnológicas y científicas que no se hacen cargo de las consecuencias de sus
decisiones sobre el tejido social.
El principio de precaución, es decir, la sana administración anticipada de los riesgos colectivos,
en particular en el caso de las incertidumbres científicas, es negado todos los días. EL largo
plazo, es decir, las generaciones futuras, es sacrificado.
Para explicar este principio debemos referirnos al alcance de la responsabilidad ética y del
compromiso social. En primer lugar, supone el reconocimiento de que las técnicas e
instrumentos que nos rodean no se agotan en su mera funcionalidad específica, sino que implica
una red: un celular, por ejemplo, supone una fuente de energía, antenas que irradian microondas,
cuyos efectos sobre la salud y sobre el ambiente aún no fueron investigados. Pero las
radiaciones no se ven. De este modo, el uso de artefactos y tecnologías implica consecuencias
no inmediatas, pero no por ello menos relevantes. Una toma de decisiones responsable, ya sea
en el marco estatal, empresarial, tecnocientífico o individual, debería tener en cuenta esas
consecuencias a largo plazo.
Las acciones humanas pueden analizarse desde diferentes encuadres éticos:
-La ética de la intención: nos hace responsables por nuestras acciones conscientes y
deliberadas. Este encuadre está implícito en nuestro sistema jurídico.
-La ética de la responsabilidad: nos pide hacernos cargo de las consecuencias negativas de
nuestros actos, aun si no tuvimos la intención de que se produzcan.
Ambas éticas vinculan nuestra responsabilidad primordialmente con referencia a acciones ya
realizadas.
A estos encuadres podemos agregar la ética de la precaución, que nos pide prudencia con
respecto a avances tecnológicos cuyas consecuencias son inciertas, y cuyos efectos a largo plazo
son difíciles de evaluar.
En ciertos círculos tecnocientíficos, empresariales o estatales se rechaza el principio de
precaución, alegando que se puede avanzar en una dirección mientras “no esté probado” tal
efecto negativo de cierta praxis tecnológica cuestionada.
El principio de precaución admite la complejidad de la realidad, de los efectos de la praxis
tecno-científica y de las bifurcaciones de las acciones humanas. Implica un llamado a nuestra
prudencia, a la responsabilidad sobre el futuro y no solo sobre acciones ya realizadas. Se trata de
tomar conciencia de nuestra condición humana.
La antigua invocación del “Conócete a ti mismo”, implicaba para los griegos “conoce tus
propios límites”.
La conciencia de nuestros límites, y de los límites del planeta, debería preceder a toda decisión,
si es que pretende proyectarse como decisión ética.
La precaución es una consecuencia de la incertidumbre en que viven los humanos. Es esa misma
incertidumbre la que nos obliga a poner los medios necesarios para la reducción de los riesgos
que, sin embargo, e inevitablemente, nos acompañarán siempre. Por eso mismo una ética y una
política basada en la “precaución” debe ser flexible, y su normativa debe resultar adecuada a las
posibilidades reales de la tecnociencia y del cálculo racional. Como decía ya el viejo Paracelso:
«la dosis hace el veneno».
Sin duda, en el «principio de precaución» se pone en juego la idea de transparencia de una manera
inmediata. La transparencia es la condición que hace posible una evaluación racional de los
riesgos, pero obliga también a poner énfasis en la “lealtad” sin la cual puede producirse una
manipulación de la opinión pública que manipula los principios de libre competencia.
Una sociedad basada en el «principio de precaución» está más abierta a asumir la
interdependencia social y cultural, de tal manera que nos acerca al «ideal cosmopolita»
intercultural. El «principio de precaución» tiende, por su propia lógica, a crear una comunidad
más atenta a las consecuencias de sus acciones. La relación hombre / naturaleza / tecnología se
vuelve más racional cuando se extiende la conciencia de la “precaución” en todos los ámbitos
tecnocientíficos y medioambientales.
En la medida en que la “precaución” nos habla, además de «anticipación» y de «responsabilidad
a nivel planetario» nos conduce, finalmente, a replantear la agenda de las prioridades políticas
hacia un desarrollo sostenible, acorde con las posibilidades de la tierra y que no haga imposible
la vida de las generaciones futuras.
A partir del material leído, los invitamos a reflexionar sobre siguientes tópicos:
Para profundizar estos temas, le recomendamos leer el capítulo “El impulso acelerador” del
siguiente libro, que encontrará en Recursos y Bibliografía (pp. 137-146):
Regnasco, M. J. (2008). Para comprender las problemáticas del mundo actual. Buenos Aires:
Ediciones Holograma.
También le recomendamos leer el capítulo “Verdad” del siguiente libro, que encontrará en
Recursos y Bibliografía (pp. 248- 255):
Harari, Y. N. (2020). 21 leciones para el siglo XXI. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Penguin
Random House Grupo Editorial.
También le recomendamos leer el artículo Alcoberro, R. (s/d). “El principio de precaución”, que
encontrará en Recursos y Bibliografía, en la carpeta de artículos.