Lectura Domiciliaria 2do Medios

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LICEO T. P.

DIEGO PORTALES – DEPARTAMENTO DE LENGUA Y LITERATURA

EVALUACIÓN UNIDAD 1:
SOBRE LA AUSENCIA: EXILIO, MIGRACIÓN E IDENTIDAD.
LOS INMIGRANTES, PRIMER SEMESTRE 2023
2do Año Medio
Asignatura: Lengua y Literatura

Identificación del
estudiante

Curso

Puntaje Total: 38 Puntaje Obtenido

Objetivo de aprendizaje  OA7


priorizado: -Leer y comprender cuentos latinoamericanos modernos y
contemporáneos, considerando sus características y el
contexto en el que se enmarcan.
Criterios de evaluación a  Analizar críticamente narraciones latinoamericanas.
considerar en las  Interpretar recursos narrativos de la literatura
actividades: contemporánea.
 Argumentar ideas de forma escrita.
Contenidos  Literatura Latinoamericana
 Contextos de Producción
Habilidades  Analizar
 Interpretar
 Argumentar

Instrucciones Estimado estudiante, te presento una nueva


evaluación, que tiene directa relación con la unidad
que estamos trabajando: sobre la ausencia: exilio,
migración e identidad. Esta evaluación contiene 7
preguntas que mide habilidades de comprensión
lectora (análisis de textos). Tienes 90 Minutos para
responder esta evaluación. Debes usar lápiz pasta
Azul o Negro. Para obtener nota 7,0 debes obtener 38
puntos y para obtener nota 4,0 debes obtener 23
puntos.
El éxito, sólo depende de ti.
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RESPONDE LAS SIGUIENTES PREGUNTAS:

1. Tomando en consideración los términos


que le dan el título a esta unidad
(ausencia, exilio, migración e identidad)
(6 puntos)
a) Defínelos con tus palabras.

A continuación, leerás un cuento del uruguayo Horacio Quiroga. A partir del


título, ¿de qué crees que se tratará?

Los Inmigrantes

El hombre y la mujer caminaban desde las cuatro de la mañana. El tiempo,


descompuesto en asfixiante calma de tormenta, tornaba aún más pesado el
vaho nitroso del estero. La lluvia cayó por fin, y durante una hora la pareja,
calada hasta los huesos, avanzó obstinadamente.

El agua cesó. El hombre y la mujer se miraron entonces con angustiosa


desesperanza.

—¿Tienes fuerzas para caminar un rato aún? –dijo él–. Tal vez los
alcancemos...

La mujer, lívida y con profundas ojeras, sacudió la cabeza.

—Vamos –repuso, prosiguiendo el camino.

Pero al rato se detuvo, cogiéndose crispada de una rama. El hombre, que


iba delante, se volvió al oír el gemido.

—¡No puedo más!... –murmuró ella con la boca torcida y empapada en


sudor–. ¡Ay, Dios mío!...

El hombre, tras una larga mirada a su alrededor, se convenció de que nada


podía hacer. Su mujer estaba encinta. Entonces, sin saber dónde ponía los
pies, alucinado de excesiva fatalidad, el hombre cortó ramas, tendiólas en el
suelo y acostó a su mujer encima. Él se sentó a la cabecera, colocando
sobre sus piernas la cabeza de aquélla.
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Pasó un cuarto de hora en silencio. Luego la mujer se estremeció


hondamente y fue menester enseguida toda la fuerza maciza del hombre
para contener aquel cuerpo proyectado violentamente a todos lados por la
eclampsia.

Pasado el ataque, él quedó un rato aún sobre su mujer, cuyos brazos


sujetaba en tierra con las rodillas. Al fin se incorporó, alejóse unos pasos
vacilantes, se dio un puñetazo en la frente y tornó a colocar sobre sus
piernas la cabeza de su mujer sumida ahora en profundo sopor.

Hubo otro ataque de eclampsia, del cual la mujer salió más inerte. Al rato
tuvo otro, pero al concluir éste, la vida concluyó también.

El hombre lo notó cuando aún estaba a horcajadas sobre su mujer,


sumando todas sus fuerzas para contener las convulsiones. Quedó aterrado,
fijos los ojos en la bullente espuma de la boca, cuyas burbujas
sanguinolentas se iban ahora resumiendo en la negra cavidad.

Sin saber lo que hacía, le tocó la mandíbula con el dedo.

—¡Carlota! –dijo con una voz que no era la suya, y que no tenía entonación
alguna. El sonido de su voz lo volvió a sí, e incorporándose entonces miró a
todas partes con ojos extraviados.

—Es demasiada fatalidad –murmuró.

—Es demasiada fatalidad... –murmuró otra vez, esforzándose entretanto por


precisar lo que había pasado. Venían de Europa, eso no ofrecía duda; y
habían dejado allá a su primogénito de dos años. Su mujer estaba encinta e
iban a Makallé con otros compañeros... Habían quedado retrasados y solos
porque ella no podía caminar bien... Y en malas condiciones, acaso, acaso
su mujer hubiera podido encontrarse en peligro.

Y bruscamente se volvió, mirando enloquecido:

—¡Muerta, allí!...

Sentóse de nuevo, y volviendo a colocar la cabeza muerta de su mujer


sobre sus muslos, pensó cuatro horas en lo que haría. No arribó a pensar
nada; pero cuando la tarde caía cargó a su mujer en los hombros y
emprendió el camino de vuelta.
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Bordeaban otra vez el estero. El pajonal se extendía sin fin en la noche


plateada, inmóvil y todo zumbante de mosquitos. El hombre, con la nuca
doblada, caminó con igual paso, hasta que su mujer muerta cayó
bruscamente de su espalda. Él quedó un instante de pie, rígido, y se
desplomó tras ella.

Cuando despertó, el sol quemaba. Comió bananas de filodendro, aunque


hubiera deseado algo más nutritivo, puesto que antes de poder depositar en
tierra sagrada el cadáver de su esposa, debían pasar días aún.

Cargó otra vez con el cadáver, pero sus fuerzas disminuían. Rodeándola
entonces con lianas entretejidas, hizo un fardo con el cuerpo y avanzó así
con menos fatiga.

Durante tres días, descansando, siguiendo de nuevo, bajo el cielo blanco de


calor, devorado de noche por los insectos, el hombre caminó y caminó,
sonambulizado de hambre, envenenado de miasmas cadavéricas –toda su
misión concentrada en una sola y obstinada idea: arrancar al país hostil y
salvaje el cuerpo adorado de su mujer.

La mañana del cuarto día vióse obligado a detenerse, y apenas de tarde


pudo continuar su camino. Pero cuando el sol se hundía, un profundo
escalofrío corrió por los nervios agotados del hombre, y tendiendo entonces
el cuerpo muerto en tierra, se sentó a su lado.

La noche había caído ya, y el monótono zumbido de mosquitos llenaba el


aire solitario. El hombre pudo sentirlos tejer su punzante red sobre su
rostro; pero del fondo de su médula helada los escalofríos montaban sin
cesar.

La luna ocre en menguante había surgido al fin tras el estero. Las pajas
altas y rígidas brillaban hasta el confín en fúnebre mar amarillento. La fiebre
perniciosa subía ahora a escape.

El hombre echó una ojeada a la horrible masa blanduzca que yacía a su


lado, y cruzando sus manos sobre las rodillas quedóse mirando fijamente
adelante, al estero venenoso, en cuya lejanía el delirio dibujaba una aldea
de Silesia, a la cual él y su mujer, Carlota Phoening, regresaban felices y
ricos a buscar a su adorado primogénito.
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Desarrollo
A continuación te presentamos preguntas relacionadas al texto de
Horacio Quiroga, el cual tiene directa relación con la unidad trabajada
en clases llamada, sobre la ausencia: exilio, migración e identidad.

1. ¿Fue acertada la predicción que hiciste acerca del título antes de leer el texto?
Explica. (4 puntos)
2. ¿Quiénes son los personajes del cuento? Caracterízalos considerando sus acciones y
motivaciones, apoyando tu respuesta en marcas textuales. (4 puntos)
3. Caracteriza al narrador que presenta el cuento, apoyando tu respuesta en marcas
textuales. (4 puntos)
4. ¿Cómo cambiaría el relato si fuese narrado por el protagonista? Fundamenta. (4
puntos)
5. ¿Qué crees que va a ocurrir con el protagonista? Considera los indicios que se entregan
para justificar tu hipótesis. Apóyate en marcas textuales. (4 puntos)
6. ¿Qué razones habrá tenido la pareja del cuento para realizar el viaje en esas
condiciones? Considera la información del cuento para elaborar una hipótesis. (4
puntos)
7. ¿Qué crees que sucedería si el protagonista sobreviviese y lograra llegar a una
ciudad cercana? A partir de tu respuesta, te invitamos a escribir en tu cuaderno un
final alternativo con las siguientes características: (8 puntos)
 Ten en cuenta las características del personaje, y los sueños y temores que se
expresan en el cuento.
 Considera una extensión mínima de media página y máxima de una página.
 Escribe tu historia utilizando un narrador heterodiegético. Recuerda evidenciar las
marcas textuales que den cuenta que utilizaste este tipo de narrador.
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