SL1140 2023

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IVÁN MAURICIO LENIS GÓMEZ

Magistrado ponente

SL1140-2023
Radicación n.° 89394
Acta 3

Bogotá, D. C., primero (1) de febrero de dos mil


veintitrés (2023).

La Corte decide el recurso de casación que


AUTOGRANDE S.A. interpuso contra la sentencia que la
Sala Laboral del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Bogotá profirió el 3 de diciembre de 2019, en el proceso
ordinario laboral que BLANCA INÉS ZAMORA RAMÍREZ,
SANDRA ZAMORA, YENNY YIBED SÁNCHEZ ZAMORA en
nombre propio y en representación del menor M.M.M. y
BLANCA INÉS, LADY ESPERANZA, JOHN FREDY y JORGE
APARICIO SÁNCHEZ ZAMORA promueven contra la
recurrente.

I. ANTECEDENTES

Los accionantes solicitaron que se declare que entre


Omar Manuel Zamora y Autogrande S.A. existió un contrato

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de trabajo desde el 16 de septiembre de 2008 hasta el 20 de


diciembre de 2014, fecha en la que aquel falleció a causa de
un accidente de trabajo que ocurrió por responsabilidad del
empleador. En consecuencia, requirieron que se condene al
pago de la indemnización por perjuicios materiales y morales
indexados, junto con los intereses corrientes y moratorios, y
las costas del proceso.

En respaldo de sus aspiraciones, señalaron que Omar


Manuel Zamora prestó sus servicios en la empresa
Autogrande S.A. desde el 16 de septiembre de 2008 hasta el
20 de diciembre de 2014, a través de un contrato a término
indefinido, en el cargo de «mensajero» y con un salario de
$721.000.

Adujeron que el 20 de diciembre de 2014 aquel «en


cumplimiento de las órdenes emanadas por sus jefes» se
trasladó en motocicleta a una entidad bancaria con el fin de
consignar $45.000.000 y varios títulos valores de propiedad
de la demandada; sin embargo, en el trayecto fue abordado
por unos sujetos que lo hurtaron e hirieron con arma de
fuego, situación que posteriormente le provocó la muerte.

Señalaron que aquel daño «deviene imputable en el


plano fáctico y jurídico a la entidad demandada» al producirse
mientras el trabajador realizaba la labor de «mensajero
administrativo», razón por la cual convocaron a la empresa a
audiencia de conciliación extrajudicial a efectos de que
resarciera los perjuicios causados, pero no llegaron a un
acuerdo (f.° 61 a 67).

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Al dar respuesta a la demanda, la accionada se opuso a


las pretensiones. En cuanto a los hechos, aceptó la existencia
de la relación laboral, el cargo desempeñado por el
trabajador, el salario y la ocurrencia del accidente de trabajo
que le ocasionó la muerte. Respecto a los demás, manifestó
que no eran ciertos o que no le constaban.

Explicó que pese a que el causante perdió la vida en un


accidente de trabajo, este hecho no le es imputable, pues
actuó con debida diligencia y acató sus obligaciones en
materia de seguridad y salud en el trabajo, tal como lo
concluyó la investigación que el Ministerio de Trabajo realizó
por tal hecho; además, el accidente ocurrió por «el hecho de
un tercero», de modo que ello era irresistible para la empresa.

En su defensa, propuso las excepciones de cobro de lo


no debido, inexistencia de la obligación y prescripción (f.° 83
a 91).

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

Mediante sentencia de 27 de septiembre de 2018, la


Jueza Veintiuno Laboral del Circuito de Bogotá decidió (f.°
210, CD 6):

PRIMERO: DECLARAR que entre el señor OMAR MANUEL


ZAMORA y la empresa AUTOGRANDE S.A. existió un contrato de
trabajo a término indefinido vigente entre el 16 de septiembre de
2008 y el 20 de diciembre de 2014.

SEGUNDO: DECLARAR la existencia de CULPA PATRONAL de


AUTOGRANDE S.A., en el accidente de trabajo que ocasionó la

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muerte del señor OMAR MANUEL ZAMORA el día 20 de diciembre


de 2014.

TERCERO: CONDENAR a AUTOGRANDE S.A. a pagar los


perjuicios morales con ocasión del accidente de trabajo que
ocasionó la muerte del señor OMAR MANUEL ZAMORA de la
siguiente manera:

- A la señora BLANCA INÉS ZAMORA RAMÍREZ la suma de


$40.000.000 equivalente a 51.20 SMLMV.

- A los señores SANDRA ZAMORA, YENNY YIBED SÁNCHEZ


ZAMORA, BLANCA SÁNCHEZ ZAMORA, LADY ESPERANZA
SÁNCHEZ ZAMORA, JOHN FREDY SÁNCHEZ ZAMORA y
JORGE APARICIO SÁNCHEZ ZAMORA, la suma de
$10.000.000 equivalente a 12.80 SMLMV, esto a cada uno de
ellos.

CUARTO: ABSOLVER a AUTOGRANDE S.A. de las demás


pretensiones incoadas en su contra.

QUINTO: DECLARAR no probadas las excepciones de fondo


propuestas por la pasiva denominadas “INEXISTENCIA DE LA
OBLIGACIÓN Y COBRO DE LO NO DEBIDO” y “PRESCRIPCIÓN”.

SEXTO: CONDENAR EN COSTAS a la demandada. Liquídense


con la suma de $4.500.000 como agencias en derecho.

III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

Por apelación de la demandada, a través de providencia


de 3 de diciembre de 2019 la Sala Laboral del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Bogotá confirmó la decisión
de primer grado e impuso las costas de la instancia a la
convocada (f.° 216 y 217, CD 7).

Para los fines que interesan al recurso de casación, el


Tribunal señaló que no se discute que entre Omar Manuel
Zamora y Autogrande S.A. existió un contrato de trabajo a
término indefinido desde el 16 de septiembre del 2008 hasta
el 20 de diciembre del 2014, fecha en la que aquel falleció a

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causa de un accidente de trabajo mientras desempeñaba su


función de mensajero.

Así, precisó que los problemas jurídicos a resolver


consistían en determinar si existió culpa suficientemente
comprobada del empleador en la ocurrencia del accidente de
trabajo en el que perdió la vida Omar Manuel Zamora y, en
caso afirmativo, si resultaba procedente la condena y la
cuantía establecida por concepto de perjuicios morales.

Al respecto, señaló que para que proceda el pago de la


indemnización plena y ordinaria de perjuicios es necesario
que se declare la culpa del empleador en el accidente de
trabajo, esto es, que actuó con «imprudencia, impericia,
negligencia o violación de un precepto legal», por tratarse de
una responsabilidad subjetiva.

En esa dirección, advirtió que en este caso el estudio de


la culpa se concreta en evaluar la conducta del empleador
respecto a la previsión del riesgo, con el fin de evitar la
ocurrencia del accidente, caso en el cual los actores deben
demostrar la «culpa del patrono» y le corresponde a la
accionada acreditar que está exenta de responsabilidad por
actuar con diligencia y cuidado.

Y adujo que de acuerdo con el informe de accidente de


trabajo de la ARL SURA, el 20 de diciembre de 2014 Omar
Manuel Zamora fue víctima de hurto y recibió múltiples
heridas con arma de fuego que le ocasionaron la muerte
mientras realizaba su labor habitual de mensajería.

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Asimismo, expuso que el diseño sistemático del «árbol


de causas» que la ARL realizó da cuenta que el traslado de
dinero por vías públicas hacía parte de sus funciones
habituales y que hubo deficiencia en la documentación e
implementación del programa de seguridad para la gestión
del riesgo público y en la disminución del peligro asociado al
traslado de dinero, pues solo después del deceso, esto es, a
partir del 15 de enero del 2015, la empresa implementó
nuevas medidas para prevenirlo.

Por otra parte, señaló que la demandada certificó que:


(i) el trabajador se ocupaba de realizar consignaciones
bancarias, recoger y llevar cheques con las entidades que
tenían convenios con la empresa; (ii) al momento de ocurrir
el suceso laboral el trabajador transportaba la suma de
$45.200.000 en efectivo y $73.017.857 en cheques de
propiedad de la empresa con la instrucción de consignarlos,
e (iii) iba solo y sin arma de fuego.

Asimismo, advirtió que la testigo Marcela Alejandra


Moscoso, cajera de la empresa, manifestó que: entregó el
dinero al trabajador por instrucción del jefe inmediato de
realizar la consignación en el Banco Davivienda S.A. y para
ello la empresa solo le suministró una maleta al trabajador;
la moto era de él, y no contaba con ningún medio de
protección ni se impartió capacitación sobre la seguridad
para el transporte del dinero.

Agregó que las consignaciones se hacían a diario y a


través de entidades bancarias; que las precauciones

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asociadas al manejo de efectivo consistían en verificar que


nadie lo estuviera observando cuando se le entregaba el
dinero o no irse al banco inmediatamente; que recibiera la
plata en la caja y se sentara «en una tablilla donde se escondía
para contar el efectivo y guardarlo en la maleta», y que el
trabajador manifestó a sus jefes la inseguridad de
transportar dinero, en cuanto movilizaba sumas de hasta de
100 millones de pesos en efectivo; sin embargo, que no se
implementaron medidas adicionales en la prevención del
riesgo.

Adicionalmente, refirió que la testigo Diana Lorena


Chacón, directora de gestión humana, señaló que: la
empresa cumplió con todas las medidas de seguridad de la
ARL sin que fuese posible prever las contingencias que
ocurren en una ciudad, tal como el hurto; que al trabajador
no se le impartieron instrucciones para el transporte de
dinero porque era autónomo, su cargo era de confianza y que
por seguridad no se le imponía la vía por la que debía
desplazarse; el trabajador hacía otras actividades como
visitar fábricas y transporte de documentos; la liquidación
final de las prestaciones le fue cancelada a su progenitora, y
no tiene conocimiento si lo capacitaron en manejo de
transporte de dinero ni cuál es el tope que se podía movilizar
diariamente.
En ese contexto, el Tribunal advirtió que la empresa
faltó a su deber de cuidado y protección, dado que el
trabajador debía transportar por vía pública el dinero de la
empresa y hacer consignaciones bancarias procurando su
propia seguridad, puesto que no se acreditó que hubiera

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contado con la capacitación adecuada y suficiente para ello,


como tampoco que contara con un sistema de seguridad para
tales fines.

Al respecto, adujo que el transporte de dinero en


efectivo era una labor habitual del trabajador, pues todos los
días o con marcada frecuencia hacía consignaciones
bancarias que alcanzaban la suma de cien millones de pesos,
y que para ello la empresa solo le suministró un maletín, sin
dotarlo de ningún tipo de protección como armamento,
uniformes, chalecos antibalas o cualquier otra medida que
permitiera proteger su integridad física.

Y si bien dejó al arbitrio del trabajador las rutas y


sucursales bancarias para movilizar y consignar el dinero, no
había «un solo indicio» de que la empresa se hubiese
preocupado por los riesgos a los que está expuesto un
motociclista en la vía pública que transportaba dinero en
efectivo.

Conforme lo anterior, concluyó que Omar Zamora no


fue capacitado en forma específica y especializada en
transporte de valores y mucho menos se acreditó la
existencia de algún esquema de seguridad para ello, con lo
cual la empresa incumplió su deber de cuidado, protección y
seguridad.

Por otra parte, respecto a la causación y tasación de los


perjuicios morales, advirtió que la jurisprudencia de esta
Sala ha señalado que es el juez quien debe hacer una

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estimación prudente de su valor, dado que, en principio, no


es posible evaluar monetariamente el «precio del dolor».

En ese orden, advirtió que los montos indemnizatorios


fijados en primera instancia eran prudentes para reparar la
pérdida de un familiar, sin que sea necesario demostrar este
perjuicio en el proceso como equivocadamente lo exige el
recurrente, precisamente por el dolor y aflicción que ocasiona
la pérdida de un ser querido. En apoyo, citó las sentencias
CSJ SL, 19 jul. 2005, rad. 24221 y CSJ SL, 16 oct. 2013, rad.
42433.

IV. RECURSO DE CASACIÓN

El recurso extraordinario lo interpuso la demandada, lo


concedió el Tribunal y lo admitió la Corte Suprema de
Justicia.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

La recurrente pretende que la Corte «case totalmente» la


sentencia impugnada para que, en sede de instancia,
revoque el fallo de la a quo y la absuelva de las pretensiones
de la demanda.
Con tal propósito, por la causal primera de casación
formula un cargo, que fue objeto de réplica.

VI. CARGO ÚNICO

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Por la vía indirecta, acusa la aplicación indebida de los


artículos 216, 58 numeral 7.º y 57 numeral 2.º del Código
Sustantivo Trabajo, 2341 del Código Civil y 167 del Código
General del Proceso «como violación de medio».

Afirman que dicha trasgresión se produjo como


consecuencia de los siguientes errores manifiestos de hecho:

1. Haber dado por demostrado sin estarlo, que hubo culpa


suficientemente demostrada de AUTOGRANDE S.A. en el
accidente de trabajo sufrido por el señor OMAR MANUEL
ZAMORA el día 20 de diciembre de 2014.

2. Haber dado por demostrado sin estarlo que AUTOGRANDE


S.A. no actuó con la debida diligencia y cuidado.

3. Haber dado por demostrado sin estarlo que existe nexo causal
entre el actuar de AUTOGRANDE S.A. y el accidente de trabajo
sufrido por el señor OMAR MANUEL ZAMORA.

4. Haber dado por demostrado que el hurto con arma de fuego


acontecido se presentó en virtud del porte de dinero.

5. Haber dado por demostrado sin estarlo que el riesgo de hurto


con arma de fuego es un riesgo inherente de una persona que
conduce motocicleta en una vía pública.

6. Haber dado por demostrado sin estarlo que el riesgo de hurto


con arma de fuego era previsible.

7. Haber dado por demostrado, sin estarlo, que el trabajador no


había recibido la capacitación necesaria para la ejecución del
cargo de mensajero.

8. No haber dado por demostrado, a pesar de estarlo, que


AUTOGRANDE S.A. sí implementó medidas de seguridad
dentro de la ejecución de las labores del señor OMAR MANUEL
ZAMORA.

9. No haber dado por demostrado, a pesar de estarlo, que el


accidente ocurrió por culpa de un tercero.

Menciona como pruebas equivocadamente valoradas el


informe de accidente de trabajo, el formato de investigación

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de incidentes y accidentes de trabajo, la certificación emitida


por Autogrande S.A. y los testimonios de Marcela Alejandra
Moscoso y Diana Lorena Chacón.

Y como no apreciadas, la calificación de profesionalidad


del evento reportado emitido por la ARL y el auto n.° 000302
de 25 de abril de 2016 proferido por el Ministerio de Trabajo.

En la demostración del cargo, manifiesta que el


Tribunal analizó el informe del accidente de trabajo de la ARL
Sura de forma «parcializada», toda vez en él se dejó
constancia de que la causa inmediata del accidente fue el
hurto y la inseguridad de la ciudad, factor externo e
imprevisible para la empresa.

Señala que al analizar el formato de investigación de


incidentes y accidentes de trabajo el Tribunal no se percató
que se realizó sin la totalidad de los documentos del evento
porque hacen parte de la investigación criminal de los
hechos, de modo que la ARL no podía determinar con total
certeza que el accidente tuvo como causa inmediata el
transporte de dinero.

Agrega que las autoridades competentes no han


descartado que el hurto haya sucedido con el fin de robar el
vehículo o alguna otra pertenencia del trabajador,
circunstancia que la misma ARL reconoce dentro del diseño
esquemático del «árbol de causas» del accidente, al señalar
que «no se tiene claridad si los delincuentes conocían la
cantidad del dinero que transportaba el trabajador».

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Por otra parte, aduce que al apreciar el referido formato


el Tribunal pasó por alto que en él se establece que en el
sistema de gestión de seguridad y salud en el trabajo 2014 –
2015 Autogrande S.A. contempló el plan estratégico de
seguridad vial y desarrolló el «procedimiento de tránsito y
colegio virtual de motos y autos de la ARL SURA», lo que
prueba las medidas adoptadas por la compañía a fin de
capacitar al trabajador.

Refiere que contrario a lo concluido por el Colegiado de


instancia, el testimonio de Marcela Alejandra Moscoso da
cuenta de la existencia de protocolos en la compañía
tendientes a evitar riesgos en el transporte de dinero.

Igualmente, manifiesta que el ad quem no valoró el auto


n.° 00302 de 25 de abril de 2016, a través del cual el
Ministerio de Trabajo archivó el proceso administrativo
sancionatorio, pese a que en él se dejó constancia de que
«acató los requisitos de la resolución 1401 de 2007 en la
investigación adelantada con ocasión del accidente en
estudio, reportó el accidente en los términos del artículo 62 del
Decreto 1295 de 1994 y cumplió con las recomendaciones
sugeridas [por] SURA/ARL».

Por último, expone que pese a que el trabajador perdió


la vida en un accidente de trabajo, este hecho no le es
atribuible, porque está demostrado que actuó diligentemente
y acató sus obligaciones en materia de seguridad y salud en
el trabajo. Además, el accidente ocurrió por el hurto y la
inseguridad de la ciudad, circunstancias completamente

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ajenas a la empresa y que constituyen un hecho de un


tercero de carácter imprevisible que rompe el nexo de
causalidad que hubiere podido existir entre la conducta del
empleador y el daño.

Conforme lo anterior, concluye que el Tribunal no podía


tener por demostrado el nexo causal, indispensable para que
opere la indemnización plena de perjuicios del artículo 216
del Código Sustantivo del Trabajo.

VII. RÉPLICA

Aduce que el Tribunal no se equivocó al analizar los


medios de convicción, toda vez que la demandada no
demostró que entregó elementos de protección al trabajador,
como tampoco que lo capacitó en el manejo de motocicleta,
armas de fuego o defensa personal para el desempeño de la
labor de alto peligro que realizaba.

Refiere que la convocada tampoco demostró un plan o


manual de labores del mensajero, «por ejemplo, un horario
circulante, unas rutas variantes, unos días rotativos para
realizar las consignaciones, una máxima cuantía que pudiera
portar», y contrario a lo expuesto por la recurrente, la
inseguridad de la ciudad es un hecho previsible.

Agrega que la gestión realizada por el Ministerio de


Trabajo no reemplaza la determinación que sobre el
particular debe emitir la jurisdicción ordinaria.

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VIII. CONSIDERACIONES

En sede casacional no se discute que entre Omar


Manuel Zamora y Autogrande S.A. existió un contrato de
trabajo a término indefinido desde el 16 de septiembre del
2008 hasta el 20 de diciembre del 2014, fecha en la que aquel
falleció a causa de un accidente de trabajo mientras
desempeñaba su función de mensajero en la ciudad de
Bogotá.

Así, la Corte debe dilucidar si el Tribunal incurrió en los


desatinos fácticos que le endilga la censura, al considerar
que en este caso se acreditó la responsabilidad
suficientemente comprobada del empleador en el accidente
de trabajo en el que perdió la vida Omar Manuel Zamora.

Pues bien, sea lo primero señalar que el error de hecho


en casación debe ser manifiesto o evidente, lo que se
configura cuando el Tribunal establece de la prueba lo que
no indica o, ignora apreciar una que era a todas luces
relevante para la definición fáctica del litigio, con plena
incidencia en la aplicación indebida de la norma sustancial
que regula el asunto en concreto.

Además, tales desafueros probatorios deben provenir de


medios de convicción calificados, estos son, el documento, la
confesión judicial e inspección judicial -artículo 7.º de la Ley 16
de 1969-, y solo si se acredita un error fáctico en estos, es

viable abordar los que no tienen ese carácter.

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Claro lo anterior, al analizar las pruebas calificadas


acusadas como erróneamente valoradas y dejadas de
apreciar por el Tribunal, la Sala advierte lo siguiente:

En relación con el informe de accidente de trabajo de la


ARL SURA, si bien se trata de documentos que provienen de
terceros, la Sala ha diferenciado cuándo es un medio hábil
en casación y cuándo se asemeja a un testimonio. El primer
caso ocurre cuando muestre o dé cuenta de uno o varios
hechos objetivos y específicos; y el segundo, si se trata de
una declaración personal que contiene manifestaciones
subjetivas o construidas sobre recuerdos de la memoria. De
modo que, como lo ha dicho la Corte por ejemplo respecto a
la historia clínica (CSJ SL5112-2020, CSJ SL1221-2020, CSJ
SL3343-2021 y CSJ SL2262-2022), si el informe es representativo

de lo que la ARL registró sobre el accidente de trabajo, no


debe reputarse como un documento declarativo o asimilable
a una prueba testimonial, pues aquel carácter no configura
una declaración personal de conocimiento sobre
determinados hechos, edificada a partir de los recuerdos de
la memoria.
Además, respecto a su contenido no se solicitó
ratificación ni se tachó de falsedad oportunamente, de modo
que es prueba hábil en casación y, por tanto, procede la Sala
a analizarlo.

Sin embargo, nótese que solo demuestra que la ARL


dejó constancia de que mientras el trabajador realizaba su
labor habitual de mensajería fue abordado por dos personas,
quienes lo hurtaron y le propinaron múltiples heridas que le

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causaron la muerte (f.° 93 y 94), hechos que la censura ni


siquiera discute, por lo que el Tribunal no pudo cometer
ningún error en su valoración.

En cuanto al formato de investigación de incidentes y


accidentes de trabajo de 26 de diciembre de 2014, que viene
suscrito tanto por la ARL como por el representante legal de
la empresa recurrente, se advierte que inicialmente se
cuestiona su elaboración sin la totalidad de los documentos
del evento porque los mismos hacen parte de la investigación
criminal de los hechos. Para la Sala es evidente que con esa
afirmación la censura quiere restarle eficacia probatoria a
dicha prueba a fin de controvertir que la ARL no podía tener
como causas inmediatas del accidente de trabajo el traslado
de dinero que realizaba el trabajador y el riesgo público que
ello generaba.

Sin embargo, además de que este argumento no se


advierte expuesto en las instancias, lo que constituiría un
medio nuevo en casación (CSJ SL1143-2021), en todo caso,
determinar si dicha prueba es eficaz únicamente si se
incorporan todos los archivos que comprenden la
investigación criminal, tiene un carácter jurídico imposible
de abordar por la vía indirecta seleccionada.

Claro esto, al valorar el contenido de la prueba en


comento, se advierte que el Tribunal tampoco la tergiversó,
pues efectivamente da cuenta de que: (i) las «causas
inmediatas» del accidente obedecieron al hurto y la
inseguridad de la ciudad («condición subestándar») y, al «traslado

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por vías públicas de valores de dinero» y la falta de


«consignación de los dineros de la primera sede antes de
recoger los otros» («actos subestándar»), y (ii) las «causas básicas»
se relacionaron con factores del trabajo, concretamente el
traslado de dinero como parte de las funciones del
trabajador, deficiencias en la documentación e
implementación del programa de seguridad para riesgo
público, así como en la disminución del riesgo en el traslado
de dineros. Respecto a este último registro, el documento
demuestra que la ARL planteó la necesidad de adelantar
diversas medidas de intervención para evitar que eventos
similares se repitieran, tales como (f.° 95 a 98):

(i) Estudiar la posibilidad de realizar un convenio con


una empresa de transporte de valores para el
traslado de los dineros recaudados en las cajas de
cada una de las sedes, evitando que sea personal
de mensajería quienes realicen la labor. Incluso, el
formato destaca que este control de «medio» quedó
a cargo de la «contraloría o gerencia general» y se
ejecutó el 15 de enero de 2015, esto es, con
posterioridad a la ocurrencia del accidente laboral.

(ii) Definir como norma de seguridad montos


máximos para el recaudo en cajas de las sedes e
indicar que los pagos de dineros en efectivo que
superen el máximo autorizado deben realizarse
por los clientes directamente en los bancos donde
la empresa tenga sus cuentas. Este, como el
anterior, también fue un control de «medio» que

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quedó a cargo de la «gerencia general o gerencia


administrativa» y se ejecutó el 15 de enero de 2015.

(iii) Documentar e implementar un programa de


seguridad para riesgo público, divulgar el
programa al personal expuesto y verificar el
cumplimiento del mismo. También fue un control
de «medio» a cargo de «gerencia administrativa o
coordinador S&SO» y con fecha de ejecución el 27
de febrero de 2015.

(iv) Divulgar la lección aprendida, control de «persona»


que quedó a cargo del «coordinador S&SO» y con
fecha de ejecución 15 de enero de 2015.

(v) Capacitación y entrenamiento en riesgo público al


personal que se desplace por vías públicas en
función de sus labores y que trasladen valores,
que fue un control en la «persona» a cargo del
«coordinador S&SO o gestión humana» y realizado
el 27 de febrero de 2015.

Como puede advertirse, el Tribunal no se equivocó en la


apreciación de este elemento de convicción, dado que no
desconoció que daba cuenta de que el accidente de trabajo
obedeció al hurto sufrido por el trabajador y la inseguridad
de la ciudad, y también destacó que demostraba que: (i) en
el evento tuvo incidencia el hecho de que aquel transportaba
por la vía pública una alta suma de dinero en ejercicio de sus
funciones habituales, y (ii) esto le imponía al empleador

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anticipar y prever el peligro al que exponía a su colaborador,


así como tomar medidas especiales de control -implementar un
sistema de seguridad- que evitaran la ocurrencia del accidente

de trabajo o por lo menos disminuyeran el riesgo, sin


embargo, su actuación fue deficiente.

Ahora, respecto a la segunda conclusión, la censura


argumenta la inexistencia de un riesgo público que le
implicara la ejecución de medidas de protección o prevención
de un peligro potencial asociado al ejercicio de las funciones
y tareas que ejercía su trabajador, pues considera que si el
evento tiene como causas inmediatas el hurto y la
inseguridad de la ciudad, y aun cuando la ARL le efectuó
recomendaciones para evitar la reincidencia de accidentes
similares cuando los trabajadores transportan altas sumas
de dinero, en su opinión la correcta valoración de dicho
formato de investigación imponía concluir que esas causas
inmediatas están definidas por factores externos, ajenos e
imprevisibles que no se le deben atribuir, por lo que el nexo
causal no podía respaldarse en esa prueba.

En este punto es importante destacar que el Tribunal


consideró que no había un solo indicio de que la empresa se
hubiese preocupado por el riesgo al que exponía al trabajador
al enviarlo habitualmente a transportar en vía pública sumas
en efectivo que alcanzaban los cien millones de pesos, sin
dotarlo de ninguna protección, pese a que incluso el mismo
motociclista le había advertido sobre la inseguridad que ello
implicaba, tal y como lo manifestó la testigo Marcela

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Alejandra Moscoso. Y estas conclusiones no fueron


controvertidas en el cargo propuesto.

En el anterior contexto, si el empleador era conocedor


de los peligros que acarreaba esa función habitual e incluso
el propio trabajador ya se lo había manifestado, era su deber
adoptar las medidas de prevención y protección tendientes a
garantizar la seguridad de su colaborador contra los distintos
agentes de riesgo que acarrea el hecho de trasladar elevadas
sumas de dinero en una ciudad de alta inseguridad como lo
es Bogotá, tal y como posteriormente -y tardíamente- la ARL lo
estableció y fue lo que precisamente la condujo a establecer
las recomendaciones de intervención para evitar que se
produjeran sucesos similares y brindar así un entorno de
trabajo seguro.

Esas recomendaciones de la ARL ponen en evidencia la


conducta omisiva de la demandada y que no tuvo la debida
diligencia y cuidado que deben tener los empleadores en la
administración de sus negocios, la cual se manifiesta en el
cumplimiento de sus deberes de información y ejecución de
medidas de protección y prevención necesarias para la
gestión de los riesgos laborales conforme lo dispuesto en los
artículos 21, 56, 58 y 62 del Decreto 1295 de 1994, y el
artículo 56 del Código Sustantivo del Trabajo.

Sobre este particular, en la sentencia CSJ SL5154-2020


la Corte indicó que nuestro ordenamiento jurídico ha sentado
las bases del deber de prevención y cuidado del empleador
en torno a la definición del concepto de salud ocupacional,

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hoy denominada seguridad y salud en el trabajo, el cual «se


centra en la definición de la potencialidad de los riesgos
laborales frente a la salud o la seguridad de los trabajadores
conforme a la actividad económica, los sitios de trabajo, la
magnitud, severidad de los mismos y el número de
trabajadores expuestos por parte del empleador, según está
regulado en la Resolución 1016 de 1989»1.

Por tanto, es claro que la debida diligencia y cuidado


incorpora la implementación de procesos lógicos de
prevención en los que el empleador tiene la obligación de
identificar, anticipar, conocer, evaluar y controlar los riesgos
potenciales y peligros a los cuales expone a su colaborador
en el desempeño de sus funciones. Esta importante
obligación de prevención no la ejerció Autogrande S.A., pues
conforme lo juzgó acreditado el Tribunal y no lo discute la
censura, envió a Omar Manuel Zamora a transportar una
elevada suma de dinero sin ninguna protección, pese a los
altos índices de inseguridad registrados en el lugar donde se
desarrollaban sus labores.

En el contexto explicado, la Sala concluye que el


Tribunal no incurrió en ningún desatino fáctico al considerar
que el formato de investigación en comento demostraba que
el empleador bien pudo anticipar, identificar o prever la

1
Estas obligaciones están previstas actualmente en los artículos 2.º (numerales 18, 34
y 35), 4.º, 7.º, 8.º, 12 y 15 del Decreto 1443 de 2014. El artículo 4.º señala que el
empleador debe liderar e implementar el Sistema de Gestión de la Seguridad y Salud
en el Trabajo (SG-SST) con el objetivo de “anticipar, reconocer, evaluar y controlar
los riesgos que pueden afectar la seguridad y salud en el trabajo” (subraya la Sala), a
fin de garantizar su control eficaz.

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existencia de un peligro potencial en el transporte de


importantes sumas de dinero en la vía pública; o en otros
términos, que el riesgo era plenamente previsible, pese a lo
cual no adoptó las medidas tendientes a evitarlo.

Ahora, la Corte advierte que la recurrente también


afirma que al valorar dicho formato de investigación de
incidentes y accidentes de trabajo, el Tribunal no tuvo en
cuenta que allí se dejó constancia de que adoptó medidas de
prevención y protección en el sistema de gestión de seguridad
y salud en el trabajo 2014–2015, en el cual contempló el plan
estratégico de seguridad vial y desarrolló el «procedimiento de
tránsito y colegio virtual de motos y autos de la ARL SURA».

No obstante que es evidente la contradicción de la


censura, pues antes afirmó que el riesgo era imprevisible, en
todo caso, aquella evidencia no tiene ninguna incidencia en
la realidad fáctica que definió el Tribunal, dado que a lo sumo
demostraría alguna capacitación o medida en lo concerniente
a la gestión del riesgo tránsito, el cual involucra peligros y
agentes distintos al riesgo público asociado a la muerte del
trabador en este asunto.
Y respecto de la misma prueba la recurrente destaca
que dejó constancia de que manifestó que el trabajador «tenía
total autonomía en las rutas a seguir durante su jornada
laboral y era el único mensajero que transportaba valores»; sin
embargo, para la Sala esta medida –abstenerse de fijar una ruta-
por sí sola es insuficiente para prevenir un hurto y sobre todo
en este caso en el que el trabajador en un solo trayecto tenía
que recoger dinero en diferentes sucursales para finalmente

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Radicación n.° 89394

depositarlos en una entidad financiera, que fue precisamente


una de las razones por las cuales la ARL Sura estableció las
recomendaciones antes mencionadas, con los fines
preventivos también referidos.

Por otra parte, en lo que se refiere a que las


circunstancias que rodearon al accidente están siendo
investigadas por las «autoridades competentes» y que estas no
han descartado que el móvil haya sido el robo del vehículo o
alguna pertenencia del trabajador, o que la ARL no tuvo
claridad absoluta sobre si los delincuentes conocían la
cantidad de dinero que aquel custodiaba, son hechos que
aún de haberlos tenido presente el Tribunal, en modo alguno
anularían el deber legal que tenía el empleador de anticipar
y conocer el riesgo al que exponía al trabajador, en los
términos explicados.

Recuérdese que en relación con la «culpa


suficientemente comprobada del empleador» respecto a una
contingencia de origen laboral, la Sala ha establecido que la
misma se determina por el análisis del incumplimiento de los
deberes de prevención y demás acciones o controles que
corresponden al empleador, que permitan establecer la
existencia de un nexo causal entre aquellas y el hecho
generador del accidente (CSJ SL2206-2019 y CSJ SL5154-2020).

Referente a la calificación de profesionalidad del evento


reportado (f.° 108), cuya falta de apreciación plantea la
censura, no hace otra cosa que corroborar que: (i) «al
momento de ocurrir los hechos desafortunados que

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Radicación n.° 89394

ocasionaron el fallecimiento del empleado en mención, el


mismo se encontraba en cumplimiento de sus funciones como
mensajero de la compañía»; (ii) llevaba consigo $45.250.000
en efectivo y $73.017.857 de propiedad de Autogrande S.A.
y, (ii) «mientras realizaba esta función no estaba acompañado
ni contaba con arma dotada de la compañía».

Como puede notarse, este elemento de juicio simple y


llanamente ratifica las altas sumas de dinero que el
trabajador llevaba al momento del hurto y el peligro que ese
simple hecho implicaba para su humanidad.

En lo que concierne al auto n.° 00302 de 25 de abril de


2016 emitido por el Ministerio de Trabajo y que la censura
relaciona en su argumentación, la Sala advierte que es un
trámite administrativo que se surtió con posterioridad al
accidente de trabajo y en el que aquella entidad tan solo puso
de presente que la empresa accionada cumplió su obligación
de informar el accidente y que acató las recomendaciones de
la ARL.

Además, dicho trámite no reemplaza la decisión que por


ley debe adoptar el juez laboral, quien de acuerdo con los
elementos de convicción practicados es el competente y
llamado a determinar si se configuraron o no los
presupuestos de la indemnización plena perjuicios, que fue
justamente lo que hizo el ad quem.

Lo anterior es una garantía judicial contemplada en el


artículo 8.º de la Convención Americana sobre Derechos

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Radicación n.° 89394

Humanos, ratificada por Colombia el 28 de mayo de 1973,


según el cual toda persona trabajadora tiene derecho a que
un juez competente, independiente e imparcial, resuelva
sobre la determinación de sus derechos laborales.

Por último, en cuanto a que por haber ocurrido el


accidente por el hecho de un tercero –hurto- la empresa queda
exenta de responder por los perjuicios causados en este caso,
es un argumento jurídico inadmisible en la vía indirecta
elegida, pues no invita a la Corte a estudiar si existió o no un
error en la valoración o no apreciación de alguna prueba
calificada.

Como no se advierten errores en la valoración de las


pruebas enunciadas, la Corte no puede estudiar los
testimonios, tal y como se advirtió al inicio.

En el anterior contexto, el Tribunal no incurrió en los


desatinos fácticos que le endilgó la censura, de modo que el
cargo es infundado.

Las costas en el recurso de casación estarán a cargo de


la recurrente y a favor de todos los demandantes por cuanto
hubo oposición. Se fijan las agencias en derecho en la suma
de diez millones seiscientos mil pesos ($10.600.000), que se
incluirá en la liquidación que el juez de primera instancia
haga, con arreglo a lo dispuesto en el artículo 366 del Código
General del Proceso.

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IX. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia,


Sala de Casación Laboral, administrando justicia en nombre
de la República y por autoridad de la ley, NO CASA la
sentencia que la Sala Laboral del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Bogotá profirió el 3 de diciembre de 2019,
en el proceso ordinario laboral que BLANCA INÉS ZAMORA
RAMÍREZ, SANDRA ZAMORA, YENNY YIBED SÁNCHEZ
ZAMORA, en nombre propio y en representación del menor
M.M.M., BLANCA INÉS, LADY ESPERANZA, JOHN FREDY
y JORGE APARICIO SÁNCHEZ ZAMORA promueven contra
AUTOGRANDE S.A.

Costas como se indicó en la parte motiva.

Notifíquese, publíquese, cúmplase y devuélvase el


expediente al Tribunal de origen.

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ACLARO VOTO

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ACLARACIÓN DE VOTO

Radicación: 89394
De: Blanca Inés Zamora Ramírez y otros.
Contra: Autogrande S.A.
Magistrado Ponente: Iván Mauricio Lenis Gómez

Como lo manifesté en la sesión en que se debatió el


caso, aunque comparto la decisión de no casar el fallo del ad
quem comoquiera que el Tribunal no se equivocó en la
apreciación de los elementos de convicción, al no desconocer
que aquellos demostraban que el accidente de trabajo
obedeció al hurto que el trabajador sufrió y a la «inseguridad
de la ciudad y traslado por vías públicas de valores de dinero»
en ejercicio de sus funciones habituales, lo cual imponía al
empleador anticipar y prever el peligro al que exponía a su
colaborador, así como tomar medidas especiales de control -
implementar un sistema de seguridad- que evitara la
ocurrencia del accidente de trabajo o disminuyera el riesgo.
Considero oportuno aclarar mi voto.

Para ello, es preciso recordar que en el presente asunto


se solicitó el pago de la indemnización por perjuicios
materiales y morales indexados, junto con los intereses
corrientes y moratorios y, como se sabe, el Tribunal confirmó
el fallo condenatorio de primer grado, al estimar que el
causante no fue capacitado en forma específica y no se

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Radicación n.° 89394

acreditó la existencia de algún esquema de seguridad. En ese


sentido, acotó que la empresa incumplió su deber de
cuidado, protección y seguridad.

Por tal razón, a través de la vía indirecta, la recurrente


acusó al juez de segunda instancia de aplicar indebidamente
los artículos 216, 58 numeral 7. ° y 57 numeral 2. ° del
Código Sustantivo de Trabajo, 2341 del Código Civil y 167 del
Código General del Proceso «como violación medio». Ello,
debido a la apreciación equivocada y falta de valoración de
las pruebas, toda vez que no se tenía certeza de que el hurto
obedeciera al transporte de dinero, sino más bien a otra
circunstancia ajena a la empresa que constituye un hecho de
un tercero de carácter imprevisible que rompe el nexo de
causalidad entre la conducta del empleador y el daño.

Ahora, en la decisión que aclaro, si bien se admitió que


el problema jurídico se contraía a dilucidar si el juzgador de
segundo grado incurrió en los desatinos fácticos que le
endilga la censura, lo cierto es que se resolvió el asunto con
algunos argumentos que obedecen a la senda de puro
derecho como el hecho de referir que «la debida diligencia y
cuidado incorpora la implementación de procesos lógicos de
prevención en los que el empleador tiene la obligación de
identificar, anticipar, conocer, evaluar y controlar los riesgos
potenciales y peligros a los cuales expone a su colaborador en
el desempeño de sus funciones».

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Radicación n.° 89394

Inferencia que por demás en ningún momento fue


discutida por la censura y que es ajena a la vía indirecta
elegida.

Así, en mi criterio, para dar respuesta a la acusación,


era suficiente con el estudio de las pruebas que fueron
acusadas sin desarrollar argumentos de estirpe jurídico, que
se itera, tampoco fueron propuestos en la demanda de
casación.

Fecha ut supra.

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IVÁN MAURICIO LENIS GÓMEZ
Magistrado Ponente

ACLARACIÓN DE VOTO
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Como siempre, con el mayor respeto, con el presente


escrito aclaro mi voto dentro del proceso con Rad. 89394,
respecto del cual se profirió la sentencia SL1140-2023 de uno
(1) de febrero de dos mil veintitrés (2023).

Lo anterior, pues si bien estoy de acuerdo con la


decisión tomada por el pleno de la Sala, estimé pertinente
aclarar el voto, en relación con alguna de las motivaciones
realizadas para resolver el único cargo formulado, en
particular, las alusivas a considerar prueba calificada el
«informe de accidente de trabajo de la ARL SURA», en efecto,
a folio 15 del citado proveído, se lee:

[…]En relación con el informe de accidente de trabajo de la ARL


SURA, si bien se trata de documentos que provienen de terceros,
la Sala ha diferenciado cuándo es un medio hábil en casación y
cuándo se asemeja a un testimonio. El primer caso ocurre
cuando muestre o dé cuenta de uno o varios hechos objetivos y
específicos; y el segundo, si se trata de una declaración personal
que contiene manifestaciones subjetivas o construidas sobre
recuerdos de la memoria. De modo que, como lo ha dicho la Corte
por ejemplo respecto a la historia clínica (CSJ SL5112-2020, CSJ
SL1221-2020, CSJ SL3343-2021 y CSJ SL2262-2022), si el
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informe es representativo de lo que la ARL registró sobre el


accidente de trabajo, no debe reputarse como un documento
declarativo o asimilable a una prueba testimonial, pues aquel
carácter no configura una declaración personal de conocimiento
sobre determinados hechos, edificada a partir de los recuerdos
de la memoria.

De este párrafo la sala mayoritaria estableció que el


citado documento acreditó que el siniestro acaecido al
causante tuvo ocurrencia cuando este «realizaba su labor
habitual de mensajería fue abordado por dos personas,
quienes lo hurtaron y le propinaron múltiples heridas que le
causaron la muerte (f.° 93 y 94), hechos que la censura ni
siquiera discute, por lo que el Tribunal no pudo cometer ningún
error en su valoración».

En este caso la aclaración de voto radica en que si bien


es cierto, la censura no logra derruir la presunción de
legalidad y acierto que imbrica a la decisión confutada, pues,
a esa conclusión se podía arribar, simplemente, al considerar
que no se acreditó por la recurrente la comisión de los yerros
endilgados al a-quem, sin que fuera necesario incorporar al
análisis de los medios de prueba idóneos y calificados para
ser revisados en casación el precitado «informe de accidente
de trabajo de la ARL SURA», pues, en nuestro sentir dicho
documento es, en efecto, un documento proveniente de un
tercero cuyo contenido no puede ser controvertido en
casación por la senda fáctica dado no solo por la proveniencia
del mismo, sino, por la pretensión o alcance de su contenido
que no era otra que brindar información de cara al eventual
reconocimiento de las prestaciones periódicas a cargo de la

2
Radicación n.°89394

administradora de riesgos laborales emisora del precitado


documento.

Por tanto, considero que el endilgado informe no debió


haber sido auscultado bajo el prurito de tener un carácter
factico representativo, distinto hubiera sido en el evento de
haberse encontrado evidenciada la errada valoración o falta
de apreciación de alguno de los otros medios de convicción
idóneos para ser revisados en casación, circunstancia que la
no haber ocurrido cerraba la posibilidad al ejercicio
probatorio realizado por la sala mayoritaria. Empero, tal
raciocinio no enerva la decisión final que se acompaña.

Dejo entonces así planteada mi aclaración de voto.

Magistrado

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