Nº 15-2019 Derecho Procesal
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Nº 15-2019 Derecho Procesal
Ferrer
Director general Director ejecutivo
DOCTRINA
DIGITAL
www.rubinzalonline.com.ar
Nº 15
2019–3
DERECHO PROCESAL
Marisa Herrera
Natalia de la Torre
Mariano H. Borinsky
Daniel Schurjin Almenar
Gisela Zingaretti
ADMINISTRACIÓN DE PUBLICACIONES
Gisela E. Pérez
ÍNDICE GENERAL
4
La eficacia comunicativa como dimensión de los
actos procesales, por Adrián O. Morea . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 140
Violencia de género: acceso a justicia de las mujeres,
por Mariela A. González de Vicel. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 162
La restitución internacional de menores y las demoras: la necesaria
reglamentación a nivel nacional, por Leandro Baltar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 168
El “principio procesal” del lenguaje claro, por Mónica Graiewski . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 172
Los derechos de incidencia colectiva, por José María Salgado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 176
El procedimiento administrativo envidiado por el proceso judicial,
por Toribio Enrique Sosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 181
El momento procesal oportuno para la integración del pagaré de consumo
en el ámbito de la Provincia de Buenos Aires, por Adrián O. Morea . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183
Derecho Civil y proceso, por Gustavo Caramelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 191
La desnaturalización de la tutela anticipada, por Jorge A. Rojas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195
La oralidad. Un cambio de paradigma, por Enrique Manuel Falcón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 198
Alegación y alegato. Clases de alegato, por Enrique Manuel Falcón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 202
Por qué volvió el recurso de inaplicabilidad de la ley, por Enrique Manuel Falcón . . . . . . . . 205
Recursos sin efectos. Efectos sin recursos, por Enrique Manuel Falcón. . . . . . . . . . . . . . . . . . 208
Las medidas cautelares en el Proyecto de Código Procesal Civil
y Comercial de la Nación, por Roland Arazi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 211
El orden público internacional como límite al reconocimiento y/o ejecución
de sentencias extranjeras. Comentario al fallo: “Méndez Gallo
c/American Logistics Uruguay SA s/Ejecución de sentencia”,
CNA del Trabajo, sala IX, 12-09-2019, por Leandro Baltar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 214
Técnica para fundar recursos, por Marcelo Sebastián Midón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 220
Hablar claro y en idioma nacional, por Marcelo Sebastián Midón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 223
Abuso anticautelar. Reflexiones sobre la medida que, emanada de
juez antinatural, pretendió enervar los efectos de otra anterior,
dictada por el competente, por Marcelo Sebastián Midón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 224
Corrientes. Oportunidad, en el juicio ordinario, para ofrecer prueba.
¿Plazo individual o común?, por Marcelo Sebastián Midón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 229
Las medidas provisionales en el Código Civil y Comercial, por Gonzalo Ernesto Imas . . . . . 232
La prohibición de la “reformatio in pejus” ¿impide readecuar la morigeración a las tasas
de referencia? (el caso “Ferré” de la CSJN), por Domingo Jerónimo Viale Lescano . . . . 237
¿Cómo se aplica el Derecho extranjero en un conflicto internacional privatista que
tramita ante los tribunales argentinos?, por Adriana Dreyzin de Klor . . . . . . . . . . . . . . . 243
Refutando jingles, por Víctor Rodolfo Trionfetti . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 248
5
EL BENEFICIO DE LITIGAR SIN GASTOS Y EL DEPÓSITO PREVIO
PARA LA ADMISIBILIDAD DEL RECURSO EXTRAORDINARIO DE
INAPLICABILIDAD DE LA LEY EN LA PROVINCIA BUENOS AIRES
Cita: RC D 23/2019
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Derecho Procesal
3 SCBA, Ac 75528 I 3-11-1999, carátula: “Pellegrini, Alberto R. y ot. c/Motta Pastor, Guillermo
y ots. s/Daños y perjuicios”. Cit. en JUBA online.
4 SCBA, Ac 84210 I 28-8-2002, carátula: “Crozzoli, Mirta M. c/Alexandre, Alfredo A. y otro
s/Escrituración y medida cautelar urgente. Rec. de queja”. Obs. del fallo: Modifica doctrina
sustentada con anterioridad. Mags. votantes: Hitters, Pettigiani, De Lázzari, Roncoroni y Soria.
5 SCBA, Ac 84543 I 2-7-2003, carátula: “Marceillac, Juan Ignacio c/Bankboston SA s/Cumpli-
miento contractual. Rec. de queja”. Mags. votantes: Pettigiani, De Lázzari, Roncoroni, Soria y
Hitters. Cit. en JUBA online.
6 Buscar por fecha y carátula en https://sj.csjn.gov.ar/sj/novedades.do?method=iniciar (Con-
sultado el 11/02/2019).
7 Sosa, Toribio E., “Eficacia del beneficio de litigar sin gastos posterior”, en elDial.com del
29-11-2016, http://www.eldial.com/eldialexpress/home_ea_nd.asp?Edicion=29/11/2016 (Consul-
tado el 11-02-2019).
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Derecho Procesal
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Derecho Procesal
CPCC de Bs. As.), de no haberlo realizado por el solo pedido de un beneficio de litigar
sin gastos luego rechazado, debería entonces cumplir con lo que antes no cumplió.
¿Por qué la mutación de carga a obligación procesal? Porque lo que debía ser pagado
para tornar admisible el REIL, luego debería ser pagado para que el dinero nada más
tuviera el destino legal según el art. 295, CPCC de Bs. As. Carga u obligación procesal,
ambas se conjugan con el mismo verbo: “deber”; se debe depositar, como carga o
como obligación, según la oportunidad y las circunstancias procesales. Al fin y al cabo,
dejar indemne a quien planteó el REIL y, para sortear el depósito, sólo después pidió
un beneficio a la postre rechazado, sería de alguna manera premiar el incumplimiento
del deber de buena fe procesal (art. 34.5.d, CPCC de Bs. As.).
En coherencia, la misma solución cabe a simili para el caso de que el beneficio de
litigar sin gastos hubiera sido otorgado antes o después de la interposición del REIL,
pero luego el recurrente mejorase de fortuna y fuera privado del beneficio. Debería
cumplir la carga del depósito, aunque ya mutada en obligación procesal (art. 84, CPCC
de Bs. As.), en los supuestos en que, de haber realizado el depósito, lo habría luego
perdido conforme el desenlace del REIL (arts. 293 a 295, CPCC de Bs. As.). ¿Por qué
la mutación? Otra vez, porque lo que debía ser pagado para tornar admisible el REIL,
luego debería ser pagado para que el dinero nada más tuviera el destino legal según
el art. 295, CPCC de Bs. As. Al fin de cuentas no sería justo (justicia como valor jurídico,
art. 2º, CCyC) dejar indemne a quien planteó el REIL sin el depósito previo pero
habiendo dejado de merecer esa franquicia –conseguida por el beneficio de litigar sin
gastos otorgado– debido a su cambio posterior de fortuna.
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SOBRE LAS TRANSFERENCIAS ELECTRÓNICAS,
HONORARIOS PROFESIONALES Y OTRAS YERBAS...
Cita: RC D 230/2019
1) Procedimiento actual
El camino tradicional para obtener transferencias de montos correspondientes a
honorarios es, en general y centrándome en la cuestión netamente procedimental
“electrónica”, la siguiente:
Una vez acreditada la existencia de los montos correspondientes a honorarios
depositados en la cuenta judicial, el beneficiario de los mismos requiere al Órgano
Jurisdiccional la transferencia de dichos fondos a la cuenta bancaria de su titularidad.
Este último libra un oficio electrónico dirigido a la Sucursal Tribunales del Banco de la
Provincia de Buenos Aires a efectos de que sea éste quien efectivice la transferencia.
Salvo que se hubieran cancelado previamente los aportes previsionales pertinen-
tes, en cuyo caso la orden expresamente lo informará, las órdenes de transferencias
incluyen un determinado monto en concepto de honorarios y otro equivalente a los
aportes previsionales pertinentes.
Arribada la comunicación electrónica al Banco, éste aguardará el apersonamiento
del beneficiario/interesado (aunque esto puede ser delegado) a efectos de muñirse de
dos constancias necesarias para culminar la transferencia: por un lado, la constancia
de inscripción ante AFIP actualizada, y, por otro, la boleta de pago de aportes
previsionales expedida por la Caja de Previsión Social para Abogados. Una vez
presentadas ambas constancias, la entidad bancaria “procesará” la transferencia
definitivamente; de no acontecer ello la “guardará” por un plazo que, de acuerdo a lo
consultado, no podrá superar los 3 meses desde recibida.
En definitiva, más allá de lo electrónico de “casi todo” el sistema, en Departamentos
Judiciales donde existen localidades a 50 km –o más– de la cabecera (como es el caso
de Mercedes, Mar del Plata, Azul, Trenque Lauquen, entre otros), el traslado de los
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Derecho Procesal
profesionales del interior a la Sucursal Tribunales del Banco Provincia muchas veces
generará costos tan altos que tornan inconveniente el inmediato apersonamiento a la
espera de algún viaje que justifique el dispendio.
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Derecho Procesal
5) Paso a paso
¿Cómo se obtiene esta mejora sustancial en el procedimiento de cobro de transfe-
rencias y/o cancelación de cargas judiciales? Muy simple, siguiendo –cual regla– los
siguientes pasos:
a) El letrado beneficiario de los honorarios debe enviar, juntamente con el pedido
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Derecho Procesal
6) Palabras finales
Como he dicho en anteriores oportunidades, en la medida que unifiquemos criterios
y perfeccionemos el sistema electrónico vamos a ir transitando con mayor tranquilidad
este camino hacia el expediente electrónico al 100%, donde estar en nuestros Estudios
será la regla y la excepción el traslado al órgano jurisdiccional.
Es necesario repensar nuestro ejercicio profesional procurando optimizar las pre-
sentaciones electrónicas, en lo que aquí refiere dotándolas de suficiente autonomía en
pos de su ejecutividad. De la misma manera, los órganos jurisdiccionales deben
coadyuvar admitiendo esta modalidad e inclusive asumiendo de oficio –claro, cuando
corresponda (v. gr., pago de tasa de justicia)– la responsabilidad de dar autonomía a
las órdenes de pago comunicadas al Banco Provincia. Cuanto más ágil, económico y
efectivo sea un cauce procedimental, mejor se trabajará, y cuanto mejor se trabaje
creer en un mejor servicio de administración de justicia se vuelve posible.
Culmino destacando, dado el colectivo al cual pertenezco, que la idea de eludir
viajes, apersonamientos y cualquier otro innecesario costo (en tiempo y dinero) debe
siempre estar presente al momento de pensar hacia dónde tiene que proyectarse el
“expediente digital”. La senda aquí informada es de especial interés, no lo dudo, para
los abogados del interior de la provincia –más aún para quienes tenemos nuestros
estudios jurídicos fuera de la cabecera departamental– pues amén de los elevados
costos de traslado que eludiremos afrontar, optimizaremos tiempos laborales y, aún
más importante, evitaremos exponernos a severos riesgos, como ocurre en mi depar-
tamento, donde transitar la Ruta Nacional Nº 5, conocida en el foro como “Ruta de la
Muerte”, puede que se vuelva la última.
Insisto con que deben optimizarse las técnicas resolutivas y procurar otras que
simplifiquen y reduzcan tiempos. En esa tan cara empresa debemos estar involucrados
y aportando todos los que integramos el servicio de administración de justicia seamos
abogados, magistrados, funcionarios o empleados, pues de construir la mejor adminis-
tración de justicia se trata.
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OBLIGACIÓN DEL ESTADO DE PROTECCIÓN JUDICIAL
¿CUÁL ES EL ALCANCE DE LA TUTELA JUDICIAL
EFECTIVA A CARGO DEL ESTADO?
Cita: RC D 91/2019
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Derecho Procesal
2 “Caso de los Cinco Pensionistas vs. Perú”, sentencia de 28 de febrero de 2003. Ver voto
concurrente del Juez Antonio Augusto Cançado Trindade.
3 “Ivcher Bronstein vs. Perú”, sentencia de 6 de febrero de 2001; caso del “Tribunal Constitu-
cional vs. Perú”, sentencia de 31 de enero de 2001.
4 “Ivcher Bronstein vs. Perú”, cit.; “Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni vs. Nicaragua”,
sentencia de 31 de agosto de 2001; “Caso de Trabajadores Cesados del Congreso (Aguado Alfaro
y otros) vs. Perú”, sentencia de 30 de noviembre de 2007, entre otros. Ver en especial OC-9/87,
“Garantías Judiciales en Estados de Emergencia (arts. 27.2, 25 y 8º, Convención Americana sobre
Derechos Humanos)”, de 6 de octubre de 1987.
5 “Cantos vs. Argentina”, sentencia de 28 de noviembre de 2002; “Caso de las Niñas Yean y
Bosico vs. República Dominicana”, sentencia de 8 de septiembre de 2005.
6 “Albán Cornejo y otros vs. Ecuador”, sentencia de 22 de noviembre de 2007.
7 “Castañeda Gutman vs. México”, sentencia de 6 de agosto de 2008.
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Derecho Procesal
8
“Heliodoro Portugal vs. Panamá”, sentencia de 12 de agosto de 2008.
9
La CADH impone a los Estados los “deberes de respetar y garantizar” los derechos
humanos. El deber de respetar es no violar los derechos humanos (inacción). El deber de
garantizar comprende las obligaciones de prevenir, investigar y sancionar (acción). Esto es lo que
se ha llamado “las tres P” por las siglas en inglés de los deberes de “prevent, persecute and
punish”. A estos tres deberes convencionales se ha sumado jurisprudencialmente el deber de “dar
garantía de no repetición”.
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¿SOBRE QUÉ DEBE DECIDIR EL JUEZ QUE RESUELVE
UN RECURSO REGISTRAL INMOBILIARIO?
Cita: RC D 781/2019
Sumario: I. Introducción. II. El caso. III. De los argumentos de la mayoría. III.A) El juez no ordena, sino
que ruega. III.B) La publicidad edictal en materia de prescripción adquisitiva. III.C) El cotejo de
asientos como médula espinal de la función calificadora registral inmobiliaria. III.D) Sobre la gene-
ración de una matrícula distinta con motivo del juicio de usucapión. III.E) El objeto de decisión del
juez en materia recursiva o impugnativa registral-inmobiliaria. IV. De la lectura de los asientos
registrales. V. ¿Por qué entendemos que la decisión contenida en el fallo judicial analizado resulta
de “gravedad institucional”? VI. Conclusiones.
Fallo comentado
CCCom. 7ª Nom. de Córdoba, 7-9-2018, “YPF SA c/Dirección del Registro
General de la Provincia de Córdoba s/Recurso de apelación”, Sumarios
Oficiales Poder Judicial de Córdoba, 7025136; RC J 591/19
I. Introducción
Con fecha 15 de febrero de 2019 se publicó en el diario “Comercio y Justicia” de la
Provincia de Córdoba la reseña de un fallo dictado por la Cámara de Apelaciones en
lo Civil y Comercial de Séptima Nominación de la Provincia de Córdoba, que ha
despertado nuestro interés por la gravedad institucional que reviste.
Cabe mencionar que el fallo fue decidido con un voto en disidencia, que atempera
lo –según nosotros– erróneamente resuelto por el voto de la mayoría.
II. El caso1
En la decisión judicial bajo análisis se detallan los extremos del caso objeto de
resolución judicial. A saber:
“...Conforme constancias de autos, a través de Escritura Nº 154 del 12/12/96
Sánchez Gas constituyó hipoteca en primer grado a favor de YPF SA respecto del
inmueble que –según constancias del Registro– era de su propiedad y se encuentra
ubicado en Monte Cristo, Provincia de Córdoba. Posteriormente, el 29/5/98 se declara
la quiebra de Sánchez Gas SACIF, por lo que YPF verificó su crédito en el proceso
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Derecho Procesal
falencial, el que fue reconocido mediante sentencia del 24/2/2003 con privilegio
especial. Al intentar liquidar el bien asiento del privilegio, a través del informe de
dominio requerido al Registro de la Propiedad, se advirtió que el inmueble objeto de
garantía hipotecaria había sido transferido a Inversora Bluston SA, lo que motivó el
inicio de la acción de ineficacia concursal por parte de la sindicatura, lo que obtuvo
resolución favorable el 15/12/2015...”
Seguidamente, se expresa:
“...En ese estado, y atento que la garantía hipotecaria estaba próxima a caducar,
se libró Oficio Ley 22.172 a los fines de la reinscripción de la garantía oportunamente
otorgada, lo que fue observado por el Registro, porque el inmueble cuya matrícula
señala el oficio figura transferido en juicio de usucapión, y con posterioridad a ello, fue
objeto de sucesivas subdivisiones y transferencias (v. fs. 62)...”
También se dice:
“...La cuestión se origina por la observación efectuada con fecha 5/1/2017 (v.
Carátula Rogatoria Ley 9342 utilizada por el Esc. Lanza Castelli para ingresar el pedido
de reinscripción de hipoteca), oportunidad en la que se reclama al profesional la
acreditación del dominio del inmueble hipotecado, que figura transferido en juicio de
usucapión, y se consigna que –además– luego de la usucapión ha sido objeto de
sucesivas divisiones y transferencias, lo que motiva que no se asiente la inscripción
provisoria y prórroga en cuestión...”
Y finalmente se concluye:
“...Esta circunstancia motivó los recursos previstos en la Ley Provincial 5771 (arts.
16 y 17) que al no encontrar repuesta favorable, llevaron al presente recurso...”
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Derecho Procesal
en el que el juez actúa como uno de los instrumentadores mencionados por el artículo
3º de la Ley Registral Inmobiliaria Nacional (Ley 17.801).
La actuación del Registro Inmobiliario es excitada por la presentación de un
documento idóneo a tal efecto, siendo tal el que reúne los recaudos formales y fondales
contemplados en los artículos 2º y 3º de la Ley 17.801.
En cambio, la orden de inscripción se produce cuando el juez requiere –en franco
ejercicio de su imperium– algo que excede los límites de un proceso registral normal o
común. Tal el caso, por ejemplo, de una orden judicial de secuestro de una matrícula,
o de un folio, etcétera.
La fórmula sacramental con que se plantee la rogatoria no empece a que el
calificador la dote del contenido que le corresponda. Es decir, aunque la rogatoria
venga formulada en términos imperativos será tan sólo una rogatoria más, de idénticas
características y jerarquía a la formulada por cualquier otro de los instrumentadores
que implícitamente resultan reconocidos a partir de los documentos susceptibles de
inscripción, nominados expresamente por la Ley Registral Inmobiliaria Nacional.
El juez utiliza el modo imperativo porque en virtud de su imperium no puede hacerlo
de otra manera, pero ello de ningún modo implica que siempre esté ordenando y
exigiendo sumiso acatamiento por parte del registrador.
Por este motivo consideramos que –a tales fines– es indiferente el modo o la forma
en que se plantee la rogatoria, ya que aun cuando la misma exija u ordene la toma de
razón, el registrador debe considerar su pedido como una rogatoria común y corriente,
y –consecuentemente– ejercer su función calificadora sin variante alguna.
Ahora bien, es menester enfatizar que “...No debe confundirse rogatoria con
súplica, porque el servicio público registral es inexcusable y sólo en casos muy
especiales puede negarse la prestación...”2
Muy por el contrario, si se trata de un proceso registral anómalo o extraordinario, el
pedido formulado por la autoridad judicial en cuestión constituirá una orden que deberá
ser acatada sin más por el registrador, sin someterla al proceso de calificación registral
normal u ordinario que constituye la médula espinal de la función calificadora registral.
Lo que debe entenderse es que ante una rogatoria judicial el registrador debe
calificar (registralmente), y –por tanto– la supuesta “irreverencia” del registrador ante
la manda judicial no es más que el resultado del ejercicio de atribuciones funcionales
propias e imperativas del registrador, que –para más– no puede dejar de cumplir ni
siquiera ante una requisitoria jurisdiccional.
Al respecto Moisset de Espanés3 tiene dicho que:
“...los magistrados olvidan que al peticionar la inscripción de un documento no
imparten un mandato al Registro, sino que actúan como rogantes, y que el registrador
tiene el deber inexcusable de examinar la legalidad del documento, señalando los
defectos que en él existan, si los hubiere...” (la bastardilla nos pertenece).
Y agrega: “...Estas observaciones no configuran ‘desobediencia’, y la no registra-
ción en el caso de existir defectos no es un ‘desacato’ al magistrado, sino la estricta
obediencia de deberes que la ley impone al registrador, en su carácter de funcionario
público...” (la bastardilla nos pertenece)4.
Resulta fundamental destacar que el registrador no puede dejar de calificar, pues
abdicaría de una función legal propia, indelegable e inexcusable, que incluso debe
2 Ver Raúl R. García Coni, “Derecho Registral Aplicado”, Ediciones Librería Jurídica, La Plata,
1972, página 120.
3 Ver Luis Moisset de Espanés, “Dominio de automotores y publicidad registral”, Editorial
Hammurabi SRL, Buenos Aires, 1981, página 361.
4 Conforme artículo 20 de la Ley 5771 (modificada por la Ley 6737).
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Derecho Procesal
ejercer ante la autoridad judicial, la que –de no estar de acuerdo– bien puede echar
mano del remedio judicial de la insistencia judicial, conforme lo prescripto por el artículo
20 de la Ley 5771, que prevé:
“...En los casos en que los Tribunales insistieran en las inscripciones dispuestas, la
Dirección General elevará los antecedentes al Excmo. Tribunal Superior de Justicia
para su remisión a la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de turno de la
Capital, dentro de los 15 días en que se devolviere el documento al Registro General,
para que resuelva el conflicto, manteniéndose la inscripción o anotación provisional
durante la sustanciación del mismo. Los efectos y consecuencias de la Resolución
de la Cámara se regirán por lo dispuesto en el artículo 18...” (el subrayado nos
pertenece)5.
Por tanto, la pretensión de la mayoría de que se registre sin más el documento
frente a la disposición judicial (de primera instancia) raya el abuso de autoridad de su
parte (artículo 248 del Código Penal), toda vez que menoscaba la obligación funcional
del registrador de calificar el documento.
A modo de colofón, entendemos muy ilustrativas las palabras del ilustre jurista
García Coni, quien al respecto tiene dicho lo siguiente, a saber:
“...Con todo respeto, pero sin temores reverenciales, al anatema del desacato debe
oponérsele el planteo del abuso de autoridad. El registrador no es superior al notario
ni inferior al juez, por ello debe cumplir su cometido sin excesos ni sumisiones...” (el
subrayado y el destacado en bastardillas nos pertenecen).
5 Ver Raúl García Coni y Ángel A. Frontini, “Derecho Registral aplicado”, Editorial Depalma,
Buenos Aires, 1993, páginas 246/247.
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Derecho Procesal
6 Es muy notorio cómo resulta eficaz esta forma de publicidad en las jurisdicciones rurales o
semirurales de nuestro país, y en particular de Córdoba. Quizá los nacidos y criados en la ciudad
nos veamos tentados de menospreciar este tipo de publicidad, pero ello sólo podría obedecer a
una suerte de ignorancia (y hasta de una actitud vanidosa de nuestra parte) de la idiosincrasia de
zonas rurales o semirurales, en las que esta forma de publicidad resulta muy eficaz.
7 Sus clases.
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Derecho Procesal
A tenor del texto literal del artículo 1893 del Nuevo Código el acreedor hipotecario
conocía o debía conocer de la existencia de un adquirente por usucapión, frente
a lo cual si nada hizo en defensa y salvaguarda de sus derechos (buena fe diligencia)
no puede pretender “remendar” su actuar omisivo con una registración inconducente e
inocua.
Y refuerza lo dicho ut supra lo previsto por el artículo 20 de la Ley 17.801, que
mantiene idéntico temperamento legal que el nuevo Código fondal.
Por tanto, tampoco acierta la mayoría de la Cámara de Apelaciones cuando
expresa:
“...el Registro dispuso la eliminación del gravamen hipotecario sin siquiera dar
cuenta o explicación alguna de la razón que justificase tal proceder; más grave resulta
aún la omisión si se tiene en cuenta que la cancelación de la hipoteca y la toma de
razón (a la fecha de la baja de la matrícula 349.544) sólo podían tener lugar por
‘consentimiento de partes’ [...] o por sentencia pasada en cosa juzgada” (art. 3199, CC),
pero jamás por sentencia dictada en un proceso donde el tercero afectado (esto es, el
acreedor hipotecario) no ha tenido intervención alguna ni oportunidad de ser escucha-
do...” (el subrayado nos pertenece).
Ello así, toda vez que el acreedor hipotecario tuvo la oportunidad de ser escuchado,
pues se la brinda el propio trámite procesal del juicio de usucapión, mediante el
anoticiamiento a través de la publicación de edictos, publicidad ésta prevista legalmen-
te en varias oportunidades a lo largo del trámite procesal en cuestión.
Al respecto el Tribunal Superior de Justicia de la Provincia de Córdoba se ha
pronunciado diciendo:
“...La letra del art. 2505 del CC no debe habilitar a cualquier tercero a desconocer
un hecho real porque no ha alcanzado plena oponibilidad por falta de inscripción. Su
interpretación debe armonizarse con el principio de buena fe, el cual cobra relevancia
cuando se invoca ausencia de información. Y este aspecto se encuentra íntimamente
vinculado a la publicación de edictos en la subasta judicial. Es que permite anoticiarse
del remate a todos los terceros eventualmente interesados. Posee un sistema propio
que lo garantiza y el requisito de asiento registral se relativiza no pudiendo el embar-
gante alegar ignorancia de la mentada situación. Luego, se insiste, concebida la
publicidad como herramienta para facilitar la toma de conocimiento sobre la situación
jurídica de un bien, la postura ritualista carece de contenido...” (el subrayado y el
destacado en bastardilla nos pertenecen)8.
No se nos escapa que lo dicho por nuestro Máximo Tribunal fue pronunciado en el
marco de un conflicto entre un acreedor embargante y un comprador en subasta, pero
en cuanto alude a los alcances de la publicidad edictal entendemos perfectamente
aplicable a este caso –mutatis mutandis– lo dicho por el Tribunal Superior de Justicia
de la Provincia de Córdoba.
Igualmente es dable advertir que cuando la Cámara de Apelaciones indica que el
acreedor hipotecario no tuvo oportunidad de ser escuchado da por sentadas premisas
que ignora, pues no surgen de las constancias de las actuaciones recursivas, ni de los
asientos registrales.
Entonces, nos preguntamos: ¿cómo sabe la Cámara de Apelaciones que el acree-
dor hipotecario no tuvo la oportunidad de ser escuchado?; ¿cotejó el expediente de
usucapión o sólo está conjeturando o suponiendo?
22
Derecho Procesal
Y también nos preguntamos: ¿qué tienen que ver estos extremos con el objeto
litigioso y sobre el que debe pronunciarse el tribunal en el marco de la impugnación
traída a consideración del tribunal, consistente en la admisibilidad o receptabilidad de
la pretensión de reanotar la hipoteca de que se trata? En realidad, no tiene nada que
ver, e incluso en el caso que el acreedor hipotecario no haya sido escuchado no es el
recurso o la impugnación registral la instancia pertinente para formular este plantea-
miento, pues es una cuestión ajena a la materia objeto de decisión (cuestión extra
petita).
23
Derecho Procesal
cuenta o explicación alguna de la razón que justificase tal proceder; más grave resulta
aún la omisión, si se tiene en cuenta que la cancelación de la hipoteca y la toma de
razón (a la fecha de la baja de la matrícula 349.544) sólo podían tener lugar por
‘consentimiento de partes [...] o por sentencia pasada en cosa juzgada’ (art. 3199, CC),
pero jamás por sentencia dictada en un proceso donde el tercero afectado (esto es,
el acreedor hipotecario) no ha tenido intervención alguna ni oportunidad de ser escu-
chado...”
El Registro nunca “...dispuso la eliminación del gravamen hipotecario...”, ni tenía (ni
tiene) el deber de tomar “...recaudos para que se mantenga la publicidad de la
inscripción del gravamen hipotecario en resguardo de los derechos...”
¿De qué recaudos se habla? El Registro toma razón de documentos, no adopta
decisiones de oficio de tipo tutelar o cautelar, que le son funcionalmente impropias.
Aunque parezca una verdad de Perogrullo “El registro registra”. Y aun cuando no
se hubiese dado de baja la Matrícula Nº 349.544 ni generádose la Matrícula Nº
1.160.566, la respuesta registral al pedido de reanotación hipotecaria hubiese sido
exactamente la misma, por ser la que legalmente corresponde.
Por ello, yerra la Cámara de Apelaciones cuando señala que “...sin motivo alguno
(que surja del asiento registral), se dio de baja a la Hipoteca al generarse la nueva
Matrícula Nº 1.160.566 Dpto. Colón...”
La Hipoteca no “se dio de baja” por el Registro, sino que se extinguió al extinguirse
el dominio del deudor hipotecario con motivo del juicio de usucapión, que –en docu-
mento idóneo– accedió a la repartición registral para su toma de razón.
Del cotejo de la documentación presentada para su registración y los asientos
registrales (especialmente las Matrículas Nº 349.544 y Nº 1.160.566) surge evidente
que ésta es la razón (la adquisición de un inmueble por usucapión) conteste y
elocuente que hace que la hipoteca pierda oponibilidad respecto del usucapiente y sus
sucesores.
Recordemos que la prescripción adquisitiva es una forma originaria de adquisición,
razón por la cual prescinde de la existencia de un titular anterior, lo que no significa que
no exista éste.
Y tanto existe que mientras se tramita el proceso bien puede reivindicar el inmueble,
demandándoselo –en consecuencia– al pretendido usucapiente a tales fines.
Ahora bien, terminado el juicio de usucapión, firme la sentencia y –por tanto–
consolidado el dominio en cabeza del adquirente, el inmueble abandona el patrimonio
del dueño anterior para pasar a integrar el del usucapiente.
Siendo así, al ser la hipoteca un derecho real accesorio, habiéndose extingui-
do el dominio del deudor hipotecario, se “cae” necesariamente y por vía de
consecuencia el gravamen hipotecario.
Por tanto, cuando se pretende reanotar una hipoteca en los términos pretendidos
se está desconociendo el derecho de dominio del adquirente por usucapión, y haciendo
“renacer impropiamente” el derecho de dominio del deudor hipotecario, lo que vicia el
decisorio de que se trata de una nulidad incontestable.
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VI. Conclusiones
En virtud de todo lo expuesto es dable concluir lo siguiente, a saber:
1) La función calificadora registral consiste –fundamentalmente– en el cotejo de los
asientos registrales y su compulsa con los documentos (notariales, judiciales y admi-
nistrativos) con vocación registral, es decir, de los documentos presentados para su
toma de razón con los asientos registrales en cuestión.
2) Si la función calificadora del registrador consiste en el cotejo de asientos con los
documentos cuya registración se pretende, ello presupone saber leer los asientos
registrales, circunstancia que todo operador jurídico conoce o –al menos– debe
conocer.
3) Frente a un recurso o una impugnación registral inmobiliaria el Tribunal intervi-
niente debe revisar si el proceso de calificación del documento de que se trata ha sido
correcto o no, para luego concluir si resulta receptable o no registralmente el mismo.
29
EL DERECHO DEL CONSUMIDOR DE SOLICITAR
LA ORDINARIZACIÓN DEL TRÁMITE EN LA
EJECUCIÓN DEL PAGARÉ DE CONSUMO
Cita: RC D 617/2019
Sumario: I. Introducción. II. Una breve noción del pagaré de consumo. III. Las respuestas jurispruden-
ciales frente a la ejecución de un pagaré de consumo. IV. La posibilidad de peticionar la tramitación
ordinaria de la reclamación. IV.1. Las razones. IV.2. El sustento legal para la ordinarización de la vía
de cobro. IV.3. El principio de eficiencia procesal. IV.4. La efectiva tutela del consumidor. V. A modo
de conclusiones.
I. Introducción
En el presente trabajo abordaremos una particular problemática vinculada con el
pagaré de consumo.
Cabe mencionar que aun sin una expresa regulación legal, su creciente utilización
en la práctica comercial ha decantado en un paulatino reconocimiento pretoriano y
doctrinal, perfilando ciertas limitaciones para la pretensión de su cobro por la vía
judicial.
Dichos límites, vale decir, se centran especialmente en la competencia judicial para
su ejecución, y asimismo en el control del cumplimiento del calificado deber de
información exigible al proveedor en una relación consumeril. En punto a este último
recaudo, posturas extremas han fulminado la posibilidad de su ejecución por la vía
ejecutiva, sosteniendo derechamente la incompatibilidad del título valor con el ordena-
miento protectorio consumeril; mientras que otras posiciones, menos rígidas, admiten
la posibilidad de integración del título cambiario mediante la adición de la documental
que demuestre el cabal cumplimiento de los deberes del proveedor.
Ambas respuestas, vale decir, se edifican siempre a partir del escenario del juicio
ejecutivo, cuestión que resulta lógica teniendo en cuenta la consagración de dicha
especial vía de cobro que es conferida legalmente a los títulos de crédito, no sólo en la
propia normativa sustancial sino también en los digestos rituales.
Por nuestra parte y por las razones que explicaremos en este trabajo, somos
partidarios de admitir la posibilidad de integración y armonización del título. Pero
además de ello, entendemos que el juicio ejecutivo no siempre se presenta como una
vía idónea para un equilibrado debate judicial. Y en esa línea de armonización y de
diálogo de fuentes, entendemos posible, aunque de manera claramente excepcional,
la posibilidad de que el consumidor pudiera solicitar la tramitación de la respectiva
reclamación mediante la amplitud de conocimiento que brinda el juicio ordinario.
Nos abocaremos entonces a argumentar dicha idea.
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1 Farina, Juan Manuel, “Defensa del consumidor y del usuario”, Buenos Aires, 1995, pág. 266.
2 Decreto-Ley 5965/63, arts. 1815, siguientes y concordantes del Código Civil y Comecial.
3 En Europa existe una Directiva referida al crédito para el consumo que data del año 1986,
y en esa línea algunos países han optado por prohibir la utilización, por imponer la necesidad de
leyenda de pagaré de consumo, de modo que el tenedor conozca la eventualidad de oposición
de defensas causales, etc.
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8 Quiroga, Marcelo, “Los títulos de crédito frente a los derechos del consumidor y el juicio
ejecutivo –a propósito de la Ley 26.361– en la Reforma del Régimen de Defensa del Consumidor
por Ley 23.361”, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2008, pág. 119.
9 El artículo 1073 del Código Civil y Comercial ha receptado el instituto disponiendo que
“...Hay conexidad cuando dos o más contratos autónomos se hallan vinculados entre sí por una
finalidad económica común previamente establecida, de modo que uno de ellos ha sido determi-
nante del otro para el logro del resultado perseguido...” En pocas palabras podemos afirmar que
la conexidad o coligación es un fenómeno que vincula a dos o más negocios jurídicos diferentes
que se encuentran vinculados por una misma finalidad común. Y en el caso del crédito para el
acceso de bienes o servicios, resulta clara su interdependencia y ligazón, razón por la cual el
ordenamiento jurídico le impone particulares efectos. En particular el artículo 1075 del Código Civil
y Comercial dispone que un contratante podría oponer excepciones de incumplimiento total,
parcial o defectuoso, aun frente a la inejecución de obligaciones ajenas a su contrato.
10 En autos caratulados “Automotores Norte SRL c/Pérez, Omar s/Juicio ejecutivo” (CUIJ
21-02893369-7), tramitados por ante el Juzgado de Primera Instancia de Distrito en lo Civil y
33
Derecho Procesal
En esas hipótesis, resulta evidente que dichas defensas, o más bien pretensiones,
exorbitan el estrecho marco procedimental del juicio ejecutivo, máxime cuando en la
operación principal intervenga otra persona diferente de quien haya otorgado el crédito
para el consumo.
En esta tesitura, aun cuando se propugne y reconozca la admisión de la discusión
de cuestiones causales en juicio ejecutivo, incluso de manera amplia, resulta claro que
el eventual incumplimiento contractual del proveedor (que guarda clara conexidad con
el libramiento del título) sólo podría canalizarse por vía de reconvención en el marco
de un juicio ordinario de conocimiento.
Y es claro que la efectiva tutela del consumidor no podría aguardar al desarrollo de
un eventual juicio ordinario posterior.
Es decir que la armonización entre la reclamación del crédito y la tutela del
consumidor sólo se podría lograr con la ordinarización del proceso.
Cabe destacar que el fenómeno de la conexidad contractual que se presenta en
la operatoria de crédito para el consumo ha sido reconocido expresamente por el
Anteproyecto de Ley de Defensa del Consumidor en su artículo 92, estableciendo entre
los efectos, en el artículo 93, la posibilidad del consumidor de: suspender los pagos
(inc. 1º); de oponer el incumplimiento del proveedor como defensa (inc. 2º); de pedir la
reducción del precio (inc. 3º); de reclamar el cumplimiento previo del proveedor (inc.
4º); de exigir el resarcimiento de daños y perjuicios (inc. 5º).
Naturalmente, todas estas pretensiones exceden del limitado marco del juicio
ejecutivo.
Comercial de la 9ª Nominación de Rosario, el actor había iniciado demanda ejecutiva contra el Sr.
José Omar Pérez, con sustento en la tenencia de pagarés, e invocando las disposiciones del
Decreto-Ley 5965/63. Comparecido el accionado, el mismo niega los hechos expuestos en la
demanda, expone su propia versión fáctica, y solicita el rechazo de la acción; pero además efectúa
reconvención por daños y perjuicios, aludiendo a la existencia de un contrato de consumo.
Asimismo, solicita se transforme el trámite en juicio ordinario. Cabe destacar que esta pretensión
incidental, si bien sustanciada, quedó abstracta por un posterior acuerdo transaccional que
presentaron las partes luego de una audiencia de conciliación.
11 Ver: arts. 21 y concs., CPCC de Santa Fe.
12 Ver: art. 388, CPCC de Santa Fe.
34
Derecho Procesal
eventualmente declarar la nulidad o la inhabilidad del título ejecutivo por vulnerar el art.
36, Ley de Defensa del Consumidor (tal como lo propone una postura doctrinal y
jurisprudencial), considerando el viejo adagio A maiori ad minus, esto es, que quien
puede lo más puede lo menos, resulta claro que también se encontraría dentro de las
facultades judiciales la posibilidad de ordenar la modificación del trámite de la causa
por la vía de conocimiento más amplia que permita analizar la licitud de la operación y
su correspondencia con la realidad.
En este aspecto, además, debemos destacar que la propia Ley de Defensa del
Consumidor en su redacción actual dispone en su artículo 53: “«Normas del proceso».
En las causas iniciadas por ejercicio de los derechos establecidos en esta ley regirán
las normas del proceso de conocimiento más abreviado que rijan en la jurisdicción del
tribunal ordinario competente, a menos que a pedido de parte el Juez por resolución
fundada y basado en la complejidad de la pretensión, considere necesario un trámite
de conocimiento más adecuado”. Es decir que no sólo impone la necesidad de un
proceso de conocimiento, sino que se permite la modificación judicial del mismo
conforme a las circunstancias de la causa.
Y en esta misma línea, el art. 162 del Anteproyecto de Ley de Defensa del
Consumidor ya referido dispone que “...Si el consumidor promueve demanda solicitan-
do se aplique el procedimiento más amplio el juez deberá dar dicho trámite al proce-
so...” Además, al regular concretamente el pagaré de consumo en el artículo 91
dispone que “...el mismo se regirá por lo establecido en esta ley y subsidiariamente por
lo dispuesto en otras normas generales y especiales...”, añadiendo que “...En todos los
casos se aplica el principio de interpretación más favorable al consumidor...”
En este escenario entonces nos parece que el Juzgador cuenta con un suficiente
abanico normativo para decidir la ordinarización del juicio ejecutivo, máxime conside-
rando que las formas procesales tienden a proteger a los litigantes a fin de asegurar la
mayor eficiencia y celeridad de las decisiones judiciales; y si para ello es indispensable
remover los obstáculos que puedan encontrar los jueces para desempeñar eficazmente
sus funciones, no caben interpretaciones que sólo conducen a atribuir más importancia a
los medios que se instrumentan para alcanzar dicha finalidad, que está en sí misma13.
Sobre el particular, y por honestidad intelectual, no podemos soslayar el criterio
expuesto por la Cámara de Apelaciones de Rosario, Salas II y IV, revocando pronun-
ciamientos de baja instancia que habían dispuesto la ordinarización del proceso14. Sin
embargo, vale aclarar que dichas decisiones judiciales habían sido oficiosas, y los
cuestionamientos de la Alzada se centraron en que las sentencias habían resuelto en
abstracto, es decir, con total independencia de cualquier alegación y prueba por parte
del pretenso consumidor, lo que de ese modo se erigía como un indebido aniquilamien-
to o supresión del régimen procesal y cambiario del derecho común. Incluso en sintonía
con lo que sostenemos, la Sala IV dejó expresamente en claro que “...el juzgador
deberá procurar la armonización de ambos sistemas en el análisis de las defensas que
eventualmente podría oponer el ejecutado y el examen del título que se pretende
ejecutar...”
Es decir que, a suerte de obiter dictum, la Cámara dispuso la necesidad de
armonización del régimen de ejecución con el régimen tuitivo consumeril.
13 Morello, “El proceso justo”, La Plata, 1994, Editora Platense, pág. 228.
14 Cám. Civ. Com. de Rosario, Sala IV, 20/04/2015; Sala I, 24/11/2015, “San Martino,
Gustavo c/Sánchez s/Ejecutivo”, y 04/11/2016, “Confina Santa Fe SA c/Spuches, Víctor
s/Ejecutivo”.
35
Derecho Procesal
V. A modo de conclusiones
A lo largo del trabajo hemos intentado reflejar el estado jurídico actual del pagaré
de consumo, e incluso su proyectada regulación en el Anteproyecto de Ley de Defensa
del Consumidor.
El estudio de su problemática nos persuade a reconocer que más allá de las
exigencias vinculadas con la competencia judicial y con el cumplimiento del deber de
información del proveedor, en algunas oportunidades el ámbito del juicio ejecutivo no
satisface la tutela judicial efectiva del consumidor. En consecuencia, y habiendo
argumentado en pos de su procedencia, proponemos la admisión de la solicitud de
ordinarización del proceso en aquellos supuestos excepcionales en los que el consu-
midor oponga verosímilmente defensas causales vinculadas con la operación principal
de adquisición de bienes o servicios que resulte conexa con la operatoria de crédito al
consumo.
15 Rodríguez Junyent, Santiago, “¿La muerte del juicio ejecutivo en manos del derecho del
consumo?”, en L. L. del 05/09/2013; AR/DOC/2969/2013.
16 Álvarez Larrondo, Federico y Rodríguez, Gonzalo, “La extremaunción del pagaré de
consumo”, en L. L. 2012-F, 671.
17 CSJN, 04/03/2017, “Recurso de hecho deducido por la actora en la causa Prevención,
Asesoramiento y Defensa del Consumidor c/Bank Boston NA”.
18 Junyent Bas, Francisco, “El pagaré de consumo”, en “Tratado de Derecho del Consumidor”,
Stiglitz y Hernández, L. L., Tomo II, pág. 301.
36
LA UNIFICACIÓN DEL DERECHO PROCESAL
SANTAFESINO. CAMBIO DE PARADIGMA
Cita: RC D 701/2019
37
Derecho Procesal
de suponer que estarán previstas ciertas atribuciones de los jueces que permitan
mayor libertad para cumplir la mencionada función, como lo hace, por ejemplo, el
Código Procesal Civil uruguayo.
En lo que respecta al proceso penal, está regido actualmente por la Ley provincial
12.374 sancionada en el 2007, que entró en vigencia a partir del 10 de febrero de 2014,
y sus modificatorias. Dentro de las distintas etapas del proceso penal, la primera de
ellas es la investigación penal preparatoria, que tiene el objeto de determinar la
existencia del delito, la individualización del autor y preparar la prueba que se pueda
recabar. El responsable de dicha etapa es el Fiscal, que si no consiguiera encuadrar
el hecho dentro de una figura legal, o no recabare pruebas suficientes, entre otros
motivos, la IPP finalizará por Archivo Fiscal o Jurisdiccional (arts. 289/290 del CPP)
mediante aplicación de criterios de oportunidad. Por el contrario, si finalizada la
investigación presenta una acusación, dará comienzo a la segunda etapa del proceso
penal, que es la Etapa Intermedia. Es esta etapa del proceso penal la que interesa
analizar, en la cual el juez de la IPP convoca a las partes a una audiencia preliminar.
Ésta tiene propósitos varios, ya que en la misma se evalúa la acusación efectuada, se
analiza la posibilidad de realizar un procedimiento abreviado, las medidas cautelares y
por último la prueba que se pretende producir durante el juicio. Previo a analizar el
aspecto probatorio el juez intentará conciliar a las partes (siempre y cuando estén
dadas las condiciones según el tipo de delito) o promover acuerdos probatorios; y en
caso de que no se logre conciliación deberá resolver respecto de la admisión o rechazo
de la acusación del Fiscal como también del querellante disponiendo, en caso de ad-
misión, la apertura del juicio determinando cuál es la prueba admitida que deberán pro-
ducir las partes en la etapa procesal posterior. Es en definitiva de naturaleza muy similar
a la audiencia de conciliación oral civil, con un rol activo del Juez, intentos conciliatorios,
determinación de los hechos y análisis de la prueba a producir, todo ello apuntado a
evitar dilaciones y ordenar los procesos, facilitando el acceso a la jurisdicción.
En cuanto al proceso laboral, se sancionó la Ley 13.840, por la cual se sustituyen
e incorporan nuevo artículos a la Ley 7945 (CPL). Previo a estas modificaciones, en un
proceso laboral ordinario, contestada la demanda o vencido el término para hacerlo el
Juez fija una audiencia en la que las partes deben comparecer de forma personal, con
la prevención de que ante una imposibilidad de concurrir deberán hacerse representar
por apoderado con instrucciones y mandatos suficientes a fin de asegurar el cumpli-
miento del objetivo primario de dicha audiencia, que es la conciliación entre las partes.
Nos referimos a la audiencia de art. 51 del CPL, la cual es dirigida por el Juez, quien
intentará conciliar a las partes de forma total o parcial respecto de las pretensiones
deducidas, pero si ello no fuera posible deberá concertar las cuestiones litigiosas,
aclarar errores materiales si los hubiera y establecer la actividad probatoria, tendiendo
a la economía del proceso, produciendo allí mismo la apertura de la causa a prueba.
Aquí también estamos ante la presencia de un Juez director del proceso, que concilia
las pretensiones de las partes, actuando con oficiosidad, que cumple con el principio
de inmediación y de celeridad, muchas de las características que ya vimos en los dos
procesos anteriores. Ahora veamos qué sucede con las reformas mencionadas al
proceso laboral. En las mismas se prevé la creación de la oficina de conciliación laboral
y ordenamiento del proceso que se encontrará a cargo de un Juez conciliador, quien
tendrá a su cargo el procedimiento judicial hasta la efectiva celebración de la audiencia
del artículo 51, en la que si se llegare a conciliar se da por finalizado el proceso. En el
caso contrario, finalizada dicha audiencia el juez conciliador pierde jurisdicción y el
expediente es remitido a la Mesa de Entradas Única para que se efectúe un nuevo
sorteo a un juez laboral, que oficia de juez de sentencia, quien deberá producir la
prueba y recabar los alegatos, que pasan a ser en principio orales, para luego dictar
resolución.
En conclusión, se evidencia en este breve ensayo que los objetivos perseguidos en
38
Derecho Procesal
dichos procesos al momento de sus audiencias de trámite más importantes son los
mismos. Conciliación, determinación de los hechos controvertidos, delimitación de la
actividad probatoria, todo ello a través de los principios de celeridad, economía
procesal, inmediación del juez con las partes y la prueba, tendiendo a procesos orales
en los cuales se prevé un rol de los magistrados más activo respecto a la dirección del
proceso, lo que sorprende un poco en el ámbito civil, en el cual se aplicaba tradicional-
mente el sistema dispositivo, no así respecto del fuero laboral y penal. Existen más
similitudes en dichas audiencias, como el hecho de que en todas ellas se puede llegar
allí mismo a la conclusión de la causa a través de la conciliación, o específicamente en
el proceso penal la desestimación de la acusación; también el análisis de la prueba
ofrecida, la pertinencia de la misma, determinando cuáles son los medios más idóneos
y eficaces para probar los hechos conducentes; y todo ello lleva a procesos más
breves, reduciendo el costo de los mismos, evitando desgaste jurisdiccional innecesa-
rio, brindándole al justiciable un verdadero acceso a la justicia desde dos puntos de
vista, por un lado evitando demoras injustificadas y por otro permitiéndole el contacto
directo con el Juez, siendo esto último de trascendental importancia. Esto termina
siendo lo más importante, porque en definitiva el objeto de toda reforma es brindar un
servicio de justicia más efectivo para que aquel que requiera solucionar sus problemas
efectivamente pueda hacerlo, con tiempos y costos razonables, brindándole la estruc-
tura, el ámbito y las herramientas necesarias, tanto a las partes como a sus abogados.
Por último, respecto del rol de los operadores jurídicos, tanto para abogados como
auxiliares de justicia, existe un cambio de paradigma en cuanto a la práctica de la
procuración se aleja de la confrontación clásica para dar paso a un derecho coopera-
tivo, mediante el cual los profesionales asisten y cooperan con el Juez para la efectiva
resolución de los conflictos.
II. Bibliografía
– Ley Orgánica del Poder Judicial (Ley 10.160 y sus modificatorias).
– “La reforma de la justicia civil en Uruguay. Los procesos ordinarios civiles por
audiencias”, Santiago Pereira Campos, trabajo de investigación encomendado
por el Centro de Estudios de Justicia de las Américas.
– “Bases para la reforma procesal civil y comercial”, publicado por el Ministerio de
Justicia y Derechos Humanos de la Nación, publicado el 18 de Mayo del 2017.
– Ley 13.840 de la Provincia de Santa Fe, publicada en el Boletín Oficial el
07/01/2019.
– Ley 12.734 de la Provincia de Santa Fe, promulgada el 27/08/2017 y sus
modificatorias.
– Acuerdo Ordinario-Acta 48/2017 del 05/12/2017 de la Corte Suprema de Justicia
de la Provincia de Santa Fe.
– “Explicaciones del Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Santa
Fe”, Jorge W. Peyrano, Rubinzal-Culzoni Editores.
39
LA TUTELA DE LOS VULNERABLES: UN DEBER DE TODOS
Cita: RC D 598/2019
Sumario: I. Inicio. II. El poder de la vulnerabilidad. III. Tutela de los vulnerables: deber de todos.
IV. Pensamientos de cierre.
Fallo comentado
CSJN, 26-3-2019, “Institutos Médicos Antártida s/Quiebra.
Incidente de verificación”, Rubinzal Online, RC J 1942/19
I. Inicio
Motiva estas líneas el reciente fallo de nuestra Corte Suprema de Justicia de la Nación
en autos “Institutos Médicos Antártida s/Quiebra. Incidente de verificación”, en virtud del
cual el razonamiento que fuera esbozado por la disidencia pronunciada por los Dres.
Rosatti y Maqueda en autos “Asociación Francesa Filantrópica y de Beneficencia s/Quie-
bra s/Incidente de verificación de crédito por L. A. R. y otros”1 se vuelve mayoría.
Es preciso adelantar nuestra ponderación de la mencionada minoría, en especial
los fundamentos del voto formulado por el Dr. Rosatti en cuanto se detiene en los
deberes de la sociedad para con sus frágiles jurídicos –punto sobre el que volveremos
infra– en ocasión de la disertación efectuada en el marco del Congreso VI, Encuentro
Nacional de Ateneos de Estudios Procesales: “Nulidades Procesales”2, por lo que
celebramos el fallo que hoy motiva estas líneas.
En este comentario nos centraremos en abordar el poder de la vulnerabilidad,
entendiendo con ello las implicancias que se derivan para la lectura, interpretación y
aplicación del derecho cuando un sujeto vulnerable se encuentra en el proceso o puede
verse afectado por el mismo. Los consecuentes deberes del Estado –entendido en sus
tres poderes– en virtud de la obligación de garantía que recae sobre el mismo derivado
de imposiciones constitucionales y convencionales. Esto es, su deber de: eliminar las
normas y barreras que de modo alguno impidan o dificulten el ejercicio de los derechos
por las personas; evitar omisiones que conlleven a la desprotección de las personas y
dictar normas y propender a la realización de prácticas tendientes a la efectivización
de los derechos y tutela de la dignidad de las personas. En definitiva, las conside-
raciones a tener en cuenta para el tamiz de convencionalidad y constitucionalidad
cuando se encuentran en crisis los derechos de un sujeto vulnerable.
40
Derecho Procesal
ello a las implicancias que se derivan para la lectura, interpretación y aplicación del
derecho cuando existen sujetos vulnerables en el proceso o que puedan verse afecta-
das por el mismo4.
Es que existe una relación directa entre el grado de la vulnerabilidad del sujeto y el
“poder” de dicha situación para incidir en la forma en que se interpreta y aplica el
derecho. A mayor vulnerabilidad, aumenta el deber de tutela reforzado que recae sobre
el Estado para su efectiva tutela y, en consecuencia, el modo en que el derecho se
aplica en el caso concreto.
Sintetizaba GIL DOMÍNGUEZ5 en su comentario al fallo “Asociación Francesa
Filantrópica y de Beneficencia s/Quiebra s/Incidente de verificación de crédito por L. A.
R. y otros” que del mismo se puede confrontar entre la mayoría y la minoría de la Corte
“dos modelos jurídicos, dos formas de ejercer la jurisdicción”, indicando que “La
mayoría optó por una dimensión de la ley como instrumento uniforme, general y único
de los derechos establecidos en la Constitución y los instrumentos internacionales de
derechos humanos que todo lo puede y lo sabe respecto de sus contenidos. La minoría
consideró que la ley es solamente una garantía primaria general de los derechos
establecidos en la Constitución y los instrumentos internacionales de derechos huma-
nos que puede ser ‘dejada de lado’ cuando sea necesario hacerlos efectivos de manera
adecuada frente a determinadas situaciones”.
El resumen antedicho permite inferir a la luz del paradigma de la vulnerabilidad
que el enfoque de derechos humanos impone ponderar las particularidades de
aquellos a quienes ha de aplicarse el derecho y que el modelo legalista esgrimido
en aras de la seguridad jurídica se aparta de las obligaciones internacionalmente
asumidas por nuestro país y de las imposiciones constitucionales. En este sentido,
el nuevo articulado del Código Civil y Comercial, que importó “una reconstrucción de
la coherencia del sistema de derechos humanos con el derecho privado”6, nos obliga
a dejar “de lado un criterio estrictamente «positivista»”, conforme anotaban JUN-
YENT BAS y MARCOS. Sin embargo, puntualizaban los citados autores que “tam-
bién es importante advertir que esta posibilidad de apelar a principios y valores
jurídicos no se debe transformar en un mecanismo de interpretación arbitrario que
permita apartarse de la ley fácilmente y sin mayores exigencias” sino que “el artículo
3º del CCC fija límites de vital importancia para garantizar la seguridad jurídica y la
legalidad misma, al destacar que esa labor interpretativa debe ser coherente con
todo el ordenamiento jurídico y la decisión que se adopte tiene que ser razonable-
mente fundada” 7.
Es innegable que la seguridad jurídica resulta un eslabón fundamental del Estado
de derecho. El gran economista austríaco HAYEK8 sostenía que la civilización avan-
zaba extendiendo el número de situaciones de operaciones importantes en las que se
puede actuar sin pensar. De allí, también, el fundamento mismo de las normas. El
individuo tiene un acceso limitado al conocimiento. Acepta normas que le requieren
41
Derecho Procesal
menor esfuerzo y le permiten inferir cómo actuar ante situaciones análogas. Por ello la
claridad y practicidad de las normas debiera ser palmaria.
Por su parte, Luqui, al referirse al orden social e institucional y a la seguridad
jurídica, explicó que requieren de dos presupuestos funcionales: una razonable certeza
sobre lo que establece el derecho, tanto en lo que respecta a su alcance y consecuen-
cias, cuanto al ejercicio de las atribuciones por los órganos del Estado y, lo más
importante, la seguridad de que esas consecuencias han de producirse de manera
inexorable o, al menos, con la pretensión de que ello ocurra, porque hay una autoridad
pública encargada de hacerlas cumplir, según los procedimientos establecidos por las
normas, y dispuesta a ejercer esa función9.
Ahora bien, resulta también innegable que dicha trascendencia no debería erigirse
en el fundamento de una irrazonable vulneración del derecho en un supuesto particu-
lar. Por el contrario, un verdadero fortalecimiento de la seguridad jurídica requiere de
la efectiva tutela de los sujetos vulnerables.
La perspectiva de vulnerabilidad a la luz de la que han de interpretarse las normas
imperantes en casos como el anotado impone al Estado, tanto en la adopción de
normas como en su aplicación e interpretación, tener en cuenta a sus sujetos más
frágiles. Es que en palabras de MEDINA: “la vulnerabilidad se tiene con respecto a
algo, así se es vulnerable para acceder a la justicia en razón de alguna o múltiples
causas [...] En síntesis, la vulnerabilidad expresa una desigualdad, con lo que mientras
más profunda sea, mayor será la desigualdad sufrida. Y mayores, también, en conse-
cuencia, las restricciones y limitaciones para acceder a la administración de justicia en
igualdad de condiciones”10, y como expresa BERIZONCE11: “en la perspectiva del
Estado Democrático de Derecho y las obligaciones puestas a cargo de las autoridades
de gobierno, la exclusión genera desigualdad y discriminación que deben ser repara-
das mediante acciones positivas a cargo de todos los poderes con funciones de
gobierno, incluyendo naturalmente al Poder Judicial”.
En este sentido, el derecho –en palabras de MOREA12– es un fenómeno complejo
que no se manifiesta únicamente como dimensión normativa, sino también como
realidad fáctica y especialmente como orden de valores.
Esta imposición, este deber estatal de garantía sería baladí y mera retórica si al
momento de ponderar la aplicación de las normas los magistrados no tienen en cuenta
las circunstancias del caso concreto, entre las que revisten máxima relevancia la
presencia de un sujeto vulnerable en el proceso o que pueda verse afectado por el
mismo. Así, lo ha señalado MONTERISI a la hora de resolver la delicada cuestión
relativa al alcance del deber del Estado de velar por la permanencia de los niños con
sus familias de origen, iniciando su voto como sigue: “Dadas las particulares circuns-
tancias que aquí se presentan, entiendo que la cuestión planteada debe resolverse
bajo la perspectiva de los derechos humanos y la especificidad de los derechos de la
infancia y adolescencia”13 (la cursiva es nuestra).
9 Luqui, Roberto Enrique, El orden y la seguridad como valores del derecho, en Acad. Nac.
de Derecho 2008 (mayo), 9.
10 Medina, Graciela, Acceso a justicia de personas en condición de vulnerabilidad. Las 100
Reglas de Brasilia. En género, discapacidad y pobreza, publicado en: L. L. del 14/11/2017, 1; L.
L. 2017-F, 663.
11 Berizonce, Roberto O., Justicia de “acompañamiento” o protección, publicado en: J. A.
2019-I; J. A. del 06/02/2019, 9.
12 Morea, Adrián Oscar, www.infojus.gov.ar, Id SAIJ: DACF120195, disponible en http://
www.saij.gob.ar/adrian-oscar-morea-doctrina-abuso-procesal-derecho-argentino-dacf120195/
123456789-0abc-defg5910-21fcanirtcod (Consultado el 12/04/2019).
13 Del voto del Dr. Ricardo Monterisi en Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de
Mar del Plata (Buenos Aires), Sala II, 11/10/2018, Exptes. Nº 165.987 y 166.499, “J. T. M. y J. B.
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Derecho Procesal
Esta especificidad es la vulnerabilidad del sujeto. Claro está que esa vulnerabilidad
importa para el juzgador un deber reforzado de tutela que se efectiviza en la atención
del contexto en que ese sujeto se halla con la presunción de que su situación lo coloca
en una situación desventajosa que imposibilita o impide que ejerza sus derechos en
condición de igualdad con los demás.
En relación con lo expuesto precedentemente, vuelve a resultar clarificadora la visión
efectuada por KEMELMAJER14 trayendo a colación un voto del juez interamericano
Cançado Trindade, en cuanto a que “Desde el universo conceptual del Derecho Interna-
cional de los Derechos Humanos –en el cual se enmarcan, a mi modo de ver, los derechos
humanos del niño– son los niños los titulares de derecho y no la infancia o la niñez. Un
individuo puede tener derechos específicos en virtud de la condición de vulnerabilidad en
que se encuentre (por ej., los niños, los ancianos, las personas con discapacidad, los
apátridas, entre otros) pero el titular de derechos sigue siendo siempre él, como persona
humana, y no la colectividad o el grupo social al que pertenece por su condición existencial
(la infancia o niñez, la vejez, la discapacidad, entre otros)”. Aun cuando la eximia jurista
refiere en el trabajo citado al derecho de los niños, niñas y adolescentes a ser oídos, nos
permite efectuar otra reflexión: la condición de vulnerabilidad como situación objetiva que
por distintos motivos permite inferir que un sujeto forma parte de un colectivo vulnerable
determinado, impone al juez la especial consideración de las circunstancias o contexto
en el que se encuentra el sujeto integrante de ese colectivo en el caso concreto de estudio.
Es decir, ponderar si esa circunstancia ha interferido o imposibilitado el ejercicio de
derechos de los que la persona es titular. Sin embargo, la pertenencia a ese grupo –que
insistimos, es una situación objetiva, impone al Estado, sociedad y familia un especial
cuidado de sus más frágiles–. He aquí la cuestión: la vigencia de la seguridad jurídica
misma impone una tutela específica, en atención a “la calidad de sujeto preferente
constitucional y convencionalmente impuesto”15.
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24 En este aspecto es dable transcribir el ap. 268 en el que la Corte destaca que “los menores
de edad y las personas con discapacidad deben disfrutar de un verdadero acceso a la justicia y
ser beneficiarios de un debido proceso legal en condiciones de igualdad con quienes no afrontan
esas desventajas. Para alcanzar sus objetivos, el proceso debe reconocer y resolver los factores
de desigualdad real de quienes son llevados ante la justicia. La presencia de condiciones de
desigualdad real obliga a adoptar medidas de compensación que contribuyan a reducir o eliminar
los obstáculos y deficiencias que impidan o reduzcan la defensa eficaz de los propios intereses”.
25 Emerson, Ralph Waldo, Sociedad y Soledad, 1870: “The Glory 1 of the farmer is that, in the
division of labors, it is his part to create. All traderests at last on his primitive activity. He stands
close to Nature; he obtains from the earth the bread and the meat. The food which was not, he
causes to be”.
26 Camps, Carlos E., La figura del tutor especial y la eficacia procesal en el derecho de familia,
publicado en: RCCyC 2018 (diciembre), 3.
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COMPETENCIA Y DEFERENCIA
Cita: RC D 861/2019
1. La competencia y su alcance
Para el derecho no es suficiente que una decisión sea correcta, también tiene que
provenir del órgano con autoridad para tomarla.
Ciertamente, al derecho le importa la competencia.
Tanto así que puede ser invalidada la decisión adoptada por un órgano judicial
incompetente. Veamos un ejemplo. Antes de la reforma constitucional de 1994, la
materia contencioso-administrativa estaba adjudicada a la Suprema Corte por la
Constitución en instancia única y originaria. En cierto momento, la SCBA interpretó que
la competencia contencioso-administrativa era absolutamente improrrogable, de modo
que podía ser declarada en cualquier etapa o instancia del juicio, siendo nulo todo lo
actuado antes si había sucedido ante un juzgado o tribunal incompetente1.
Pero el derecho exige, o cuando menos tolera, bajo ciertas circunstancias, la
incompetencia para la toma de decisiones, en pos de valores superiores a la compe-
tencia misma (art. 2º, Código Civil y Comercial).
Es lo que sucede en materia cautelar, donde es preferible una decisión de órgano
eventualmente incompetente que la ausencia de toda oportuna decisión, ausencia
frustratoria del derecho subjetivo de que se trate y propiciatoria entonces de un servicio
judicial ineficaz (art. 114.6, Const. Nacional)2.
También ocurre con el recurso de reposición in extremis: a través de la emisión de
la sentencia definitiva el órgano judicial agota su competencia en torno al objeto del
proceso3 y no cabría entonces reposición contra ella; pero, ante errores manifiestos y
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groseros, vía reposición ese órgano judicial retoma su agotada competencia para
corregirlos, en pos de un servicio judicial eficaz (art. 114.6, Const. Nacional)4.
2. La deferencia
Asimismo, podría suceder que, en ocasiones, un órgano superior defiera parte de
su competencia a un inferior, también por motivos de mayor eficacia del servicio
judicial.
Por ejemplo, en los confines entre la admisibilidad y la fundabilidad de los recursos
extraordinarios, los superiores tribunales pueden deferir a los inferiores cierta libertad
de acción para rechazar recursos manifiestamente infundados, utilizados con abuso
(art. 10, Código Civil y Comercial) y con perjuicio de un servicio judicial eficaz máxime
ante la sobrecarga de tareas de los superiores tribunales. Al recurrente le quedaría
acudir en queja al superior tribunal, pero en teoría no lo debería hacer si su aventura
hubiera sido develada y desbaratada por el órgano judicial recurrido y sólo lo haría si
el rechazo liminar hubiera sido extremadamente erróneo.
Así, haciendo gala de una deferencia explícita (exigencia) con relación al recurso
extraordinario federal por arbitrariedad, la Corte Suprema de la Nación ha anulado la
decisión que lo había concedido pero sin haberse expedido concretamente el órgano
judicial recurrido sobre la existencia prima facie de un supuesto de arbitrariedad que diera
lugar, con base en la doctrina de esa Corte, a una cuestión federal5. La existencia o no de
arbitrariedad hace a la fundabilidad del recurso, pero en alguna medida el órgano judicial
recurrido debe expedirse sobre ella a los fines de concederlo o denegarlo.
Respetar la competencia es mirar desde abajo hacia arriba. En el caso de la
fundabilidad del recurso extraordinario por arbitrariedad, desde el órgano recurrido
hacia el órgano revisor, para abstenerse de ingresar en el análisis de fundabilidad. Pero
la deferencia es mirar de arriba hacia abajo: es exigir o tolerar cierta libertad de acción
a aquellos que están debajo, en pos de ciertos valores como, v. gr., la preservación de
la buena fe procesal, la mayor eficiencia del servicio jurisdiccional, etc.6
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Vale decir que, a los fines del juicio de admisibilidad del REN, es atribución del
órgano jurisdiccional recurrido revisar si el recurrente:
a. Ha mencionado, en términos claros y concretos, la cuestión esencial omitida (art.
279, último párrafo, Cód. cit.);
b. ha indicado en qué consiste la omisión (art. 279, último párrafo, Cód. cit.).
Si el autor del REN ni siquiera menciona, en términos claros y concretos, cuál es la
cuestión esencial omitida (art. 279, último párrafo, Cód. cit.), o si ni siquiera indica en
qué consiste la omisión (art. 279, último párrafo, Cód. cit.), su recurso es inadmisible y
eso debe ser declarado así por el órgano jurisdiccional recurrido (art. 281.3, CPCC de
Bs. As.)8, sin mengua de la chance de queja ante el órgano jurisdiccional revisor (art.
292, CPCC de Bs. As.).
Eso sí: mencionada la cuestión esencial omitida e indicado en qué consiste la
omisión, no corresponde al órgano jurisdiccional recurrido analizar si existe o si no
existe la indicada omisión de cuestión y, en su caso, si la cuestión omitida es esencial
o no lo es. ¿Por qué no le corresponde ese análisis al órgano judicial recurrido? Porque
ese análisis atañe a la fundabilidad del REN, que compete en exclusiva al órgano
jurisdiccional revisor.
De modo que, en resumen, hay que distinguir entre:
a. La mención, en términos claros y concretos, de la cuestión esencial omitida (arts.
297 y 279, último párrafo, Cód. cit.); es recaudo de admisibilidad, cuyo control compete
al órgano jurisdiccional recurrido y, en caso de negativa, cabe una queja ante el órgano
jurisdiccional revisor;
b. la indicación de en qué consiste la omisión (arts. 297 y 279, último párrafo, Cód.
cit.); es recaudo de admisibilidad, cuyo control compete al órgano jurisdiccional recu-
rrido y, en caso de negativa, cabe una queja ante el órgano jurisdiccional revisor;
c. la existencia de la omisión de cuestión esencial; es recaudo de fundabilidad, cuyo
control compete al órgano jurisdiccional revisor.
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PRUEBAS ILÍCITAS Y PROCESO CIVIL
Cita: RC D 846/2019
Sumario: I. La operatividad, en el proceso civil, de la regla de exclusión y su agregado del fruto del árbol
venenoso. II. Oportunidades para reclamar la exclusión de la prueba. II.1. Primera: de oficio y tras el
ofrecimiento. II.2. Segunda: a instancia de parte, previo traslado y tan pronto como se advierta.
II.3. ¿Hasta qué momento pueden las partes pedir la exclusión? II.3.a) Pruebas ilícitas propiamente
dichas. II.3.b) Pruebas prohibidas.
1 Para un estudio pormenorizado de la regla de exclusión, véase Midón, Marcelo S., Pruebas
ilícitas, análisis doctrinario y jurisprudencial, 2ª edición ampliada, Ed. Jurídicas Cuyo, Mendoza,
2005.
2 Según Falcón, en materia de pruebas ilícitas existe una concepción equivocada que tiene
bastante extensión y es que ésta sólo alcanza al proceso penal. Este error proviene de que los
orígenes y desarrollos más resonantes fueron dados en dicha área, especialmente en el Derecho
norteamericano. Pero la prueba ilícita se produce en cualquier tipo de proceso, pues es un sistema
de exclusión, cualquiera sea el alcance que se le pretenda dar (Falcón, Enrique, Tratado de la
Prueba Civil, Comercial, Laboral, Penal y Administrativa, Ed. Astrea, Bs. As., 2003, T. 1, pág. 771).
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Dicho en otras palabras, la licitud es siempre una causa que determina la supresión
de la prueba, sea en el esquema de un proceso penal, sea en una causa civil, laboral,
tributaria, contenciosa-administrativa, etcétera3.
I.2. En efecto, y en lo que al proceso civil refiere, el considerarlo aislado parece
proyectar la sensación de que únicamente interesa a las partes, en cuanto pretenden
obtener, mediante aquél, la satisfacción de una situación jurídica (por ejemplo, el
acreedor el cobro de su crédito). Circunstancia ésta que explicaría que sean los
justiciables quienes, según su propio arbitrio, decidan las contingencias de una causa,
asumiendo casi exclusivamente la responsabilidad de su desenvolvimiento bajo la
observación inocua de un tercero.
Sistema dispositivo que trasciende al Derecho Probatorio y señala, en general, que
el juez no tendría otra facultad que la de incorporar la prueba de los hechos invocados
por los litigantes, siempre que ésos no se opongan en tiempo a su incorporación ni se
desinteresen de su ofrecimiento y posterior producción4.
Sin embargo, incluso en el reino del mítico “dispositivismo”, la buena administración
de justicia es asunto que trasciende a las partes. Al Estado le interesa, fundamental-
mente, la conformidad de la sentencia con la ley (legalidad), como medio para
mantener el imperio del Derecho objetivo que él mismo se ocupó de crear. A la
comunidad, a su turno, además del mantenimiento de la paz social mediante la
supresión de la justicia por mano propia, le importa que la decisión del litigio sea justa5.
Por tal motivo, aun cuando el legislador se oriente hacia la corriente privatista
dispositiva e infunda ese aliento a las normas del proceso civil, nunca podrá evitar que
por encima de los intereses privados que mediante el proceso se procuran proteger,
existan otros intereses públicos y sociales igualmente dignos de tutela. Así, la correcta
administración de justicia, cuyo ejercicio presupone el respeto por la legalidad (CN, art.
19), el debido proceso (CN, art. 18) y demás principios y garantías inherentes al Estado
de Derecho, por esencia sensible a la dignidad humana.
De allí, en síntesis, que la ilicitud que contamina la prueba civil provoque la
inexistencia jurídica del acto y, por ende, cause la exclusión por inadmisibilidad
probatoria6.
Ocurre, además, que indiferente sea el sustrato o naturaleza del sumario, la justicia
3 Incluso antes de Sentís Melendo, el autor que con más profundidad había estudiado sobre
la ilicitud probatoria con especial referencia al proceso civil fue Mauro Cappelletti (véase Eficacia
de pruebas ilegítimamente admitidas y comportamiento de parte, en el libro La oralidad y las
pruebas en el proceso civil, traducción de Santiago Sentís Melendo, Ed. Ejea, Bs. As., 1972, págs.
137 y ss.; véase, también, Las garantías constitucionales de las partes en el proceso civil italiano,
en el libro Proceso, Ideologías y Sociedad, traducción de Santiago Sentís Melendo y Tomás
Banzhaf, Ed. Ejea, Bs. As., 1974, especialmente el Nº 18, Pruebas obtenidas de modo ilícito).
4 Acosta, José Virgilio, Visión jurisprudencial de la prueba civil, Ed. Rubinzal-Culzoni, Santa
Fe, 1996, T. I, págs. 43 y 44.
5 E. de Midón, Gladis, Lecciones de Derecho Procesal Civil, Ed. Mave, Avellaneda, 1999,
págs. 36 y 37.
6 Circunstancia que ha sido consagrada por muchos de los códigos de rito civil vigentes en el
país. Así, verbigracia, según CPCC de la Nación, art. 378: “La prueba deberá producirse por los
medios previstos expresamente por la ley y por los que el juez disponga, a pedido de parte o de
oficio, siempre que no afecten la moral, la libertad personal de los litigantes o de terceros, o no
estén prohibidos para el caso”. Una norma similar es contenida por los CPCC de las Provincias
de Buenos Aires (art. 376), Corrientes (art. 378), Misiones (art. 380), Formosa (art. 375), etcétera.
Incluso más clara y severa la censura para el CPCC de la Provincia del Chaco, art. 358: “Si bien
podrá utilizarse cualquier medio probatorio no prohibido por la regla de derecho, aplicando
analógicamente las normas que disciplinan a las expresamente previstas por la ley, en ningún
supuesto podrán computarse las pruebas obtenidas por medios ilícitos o en violación de principios
de valor preeminente”.
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1982-D-225, Considerando 5º; CSJN, 27/11/84, “Fiorentino, Diego”, Fallos: 306:1752; JA 1985-II-
108; LL 1985-A-159, Considerando 7º.
8 Contrariamente, para Arazi, la exclusión de la prueba ilícita se decidirá en la sentencia
ponderando las circunstancias del caso; la regla general sería que toda prueba se ha de admitir,
sin perjuicio de que después no se la tome en consideración (Arazi, Roland, Límites a la
verificación de la verdad material e histórica, en Libro de Ponencias, T. 1, pág. 298). Arazi dice
seguir a Santiago Sentís Melendo; de hecho cita su obra (La prueba, los grandes temas del
Derecho Probatorio, págs. 227 y 228). Es difícil confrontar con Roland Arazi. Empero nosotros
también hemos leído y releído las enseñanzas de Sentís Melendo y advertimos que él no decía
lo que Arazi le atribuye. Antes bien, bajo el título Las pruebas que el proceso no puede adquirir,
Sentís Melendo argumentaba que las pruebas ilegales, aunque hayan llegado a entrar en los
autos, no deben quedar incorporadas a ellos, no deben ser adquiridas por el proceso. Así
cuando se trate de prueba obtenida en violación de derechos constitucionales, o aun legalmente
garantizados (Sentís Melendo, Santiago, La prueba, los grandes temas del Derecho Probatorio
cit., pág. 228).
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Ello así y no sólo por el riesgo que genera la adquisición de aquella prueba en
relación con la psiquis del juzgador. Sino, principalmente, en punto a las medidas
cautelares o anticipatorias que puedan adoptarse. Es que de no admitirse la posibilidad
de denunciar y controlar de inmediato la ilicitud de las pruebas, se podría dar el caso
de acordar precautorias o, incluso, anticipos de sentencia, sobre la base de datos o
informaciones obtenidas ilegalmente, lo que en nuestra opinión resultaría inaceptable.
Por lo demás, la no exclusión –tan pronto se conozca– del medio de prueba
contaminado podría envenenar otras diligencias, actos procesales o pruebas basadas
en los datos o información suministradas por aquélla, que –sobre la base de la teoría
de las nulidades y/o doctrina del fruto del árbol venenoso– estarían infectadas por igual
ilicitud.
9 Pellegrini Grinover, Ada, Pruebas ilícitas, en el libro Derecho Penal, Derecho Procesal Penal,
Ed. Abeledo-Perrot, Bs. As., 1997, pág. 306. En la doctrina española, la distinción entre pruebas
prohibidas y pruebas ilícitas proviene de la obra de Gimeno Sendra (en coautoría de Morena
Catena y Cortés Domínguez): Derecho Procesal Penal, Ed. Colex, Madrid, 1996, págs. 384 y 385.
Para el citado autor, a inverso de lo expuesto, la prueba ilícita representa el género y la prohibida
la especie. Mientras la primera es la que infringe cualquier normativa legal (no sólo la fundamental
del Estado, sino también la legislación ordinaria), la prohibida es la que surge con violación de las
normas constitucionales tuteladoras de derechos fundamentales.
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procedimiento llamado cámara oculta cuando infringe la intimidad del individuo, las
intercepciones clandestinas de las comunicaciones telefónicas, etcétera) pertenecen a
la categoría de actos jurídicamente inexistentes. Esto es, a una especie de acto
procesal que no reúne los requisitos mínimos imprescindibles para su existencia, por
lo que se considera que no ha nacido. Para el caso, el elemento esencial ausente es
la licitud en su objeto10.
Siendo el acto inexistente de un linaje distinto del acto nulo, no le son aplicables los
principios atinentes a las nulidades procesales. Ergo a la hora de reclamar del órgano
judicial la operatividad de la regla de exclusión, no cobran operatividad los principios
de convalidación y de protección (que sí gobiernan en el reino de las nulidades) y la
supresión del medio de prueba ilícito podrá pedirse, incluso decretarse oficiosamente,
sin límite temporal.
En efecto, el precepto de “convalidación” que rige en materia de nulidades, que
impide la invalidación cuando el vicio haya sido saneado o purgado por las partes en
forma expresa o tácita, esto es, ratificando el acto o dejando transcurrir infructuoso el
plazo acordado para la impugnación desde que se tuvo noticia de él; el principio de la
“protección”, que obsta la anulación cuando el nulidicente haya causado o contribuido
a causar el acto viciado, y la máxima de la preclusión pierden virtualidad cuando lo que
se pretende es la preterición de pruebas ilícitas propiamente dichas.
De allí, entonces, que la prueba ilícita jamás pueda ser convalidada y que su
eliminación sea siempre susceptible de reclamación, cualquiera sea el estado o etapa
del proceso.
Apelaremos a un ejemplo que grafique la situación y el porqué del colofón propues-
to. Supongamos que en un proceso por cobro de pesos, en el que el actor alega la
existencia de una deuda impaga, pretenda demostrarla acompañando una grabación
subrepticia (sin el consentimiento ni la advertencia al interlocutor) de un diálogo
telefónico.
Supongamos, incluso, que en la oportunidad de corrérsele traslado de ese docu-
mento, por impericia o inactividad, el demandado no impugnare la prueba aportada en
su contra. Vayamos más lejos. Imaginemos que lejos de cuestionarla, la reconociese
expresamente.
Si esta hipótesis de laboratorio tuviere cabida, nos daría la sensación de que el
dispositivismo del proceso civil, la teoría de las nulidades procesales, la máxima de la
preclusión y la doctrina de los actos propios dificultarían que, a posteriori (verbigracia,
previo al dictado de sentencia), el accionado denunciara la ilicitud de la prueba y
reclamase su exclusión.
No es así sin embargo. La dignidad humana (asimismo, los atributos que de ella
derivan) no es transigible; tampoco la buena administración de justicia. La tutela de los
derechos y garantías fundamentales de la persona, comprometido en ello el orden
público, es un valor incluso más importante que la verdad. Por igual razón, a riesgo de
parecer reiterativos, la ilicitud de la prueba no es convalidable y hábil de plantearse sin
límites temporales11.
10 En la estructura del acto procesal, Podetti distingue tres elementos: sujeto, objeto y forma.
El objeto del acto procesal es la finalidad que busca quien lo realiza. Como acto jurídico que es,
el acto procesal debe tener un objeto lícito, un fin no prohibido por la ley y reunir los requisitos de
lealtad, probidad y veracidad que exige el fin último del proceso, es decir, la justicia (Podetti,
Ramiro J., Tratado de los actos procesales, Ed. Ediar, Bs. As., 1955, pág. 180).
11 Aserción corroborada por la jurisprudencia: “La prohibición contenida en el art. 427 del
CPCC respecto de testigos excluidos es de orden público, de modo que no puede ser violada
aunque medie conformidad de partes, pudiendo el juez, de oficio, dejar sin efecto el auto citatorio,
aunque esté consentido, o suspender la audiencia en el instante en que el impedimento se pone
de manifiesto”. Cám. Nac. Civ., Sala C, 27/05/69, ED 28-329.
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LA PRÁCTICA COACTIVA DE LA PRUEBA BIOLÓGICA
EN EL PROCESO CIVIL DE FILIACIÓN
Cita: RC D 778/2019
Sumario: I. Prueba científica y biológica. Conceptos. II. Caracteres. Diferencias y similitudes con la
pericia clásica. III. La necesidad de contar con la colaboración del litigante y los efectos derivados de
su negativa. IV. Cientificidad y licitud. La práctica compulsiva de la pericia. IV.1. Planteamiento de la
cuestión. IV.2. Nuestra opinión.
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En este sentido, para Arazi y Rojas, a través de las llamadas pruebas científicas se
quiere identificar aquellas herramientas que podríamos denominar de última genera-
ción, merced a los avances producidos en la ciencia, que ha venido a coadyuvar con
la tarea judicial. Se trata de pruebas que tienen ciertamente alguna sofisticación, sea
por la perfección o idoneidad de los medios que se utilizan para llevar a cabo algunas
investigaciones, o bien por los novedosos métodos utilizados3.
A su turno, el ejemplo más paradigmático de prueba científica, acaso, viene dado
por las denominadas pericias biológicas. Es decir, por aquellas que se practican sobre
la base de muestras orgánicas del hombre (v. gr., sangre, sudor, lágrimas, semen,
cabello, material cadavérico, etcétera), tanto vivo como muerto, y que se elaboran a
partir de la comparación de sus grupos o factores sanguíneos, del cotejo de sus
principales características morfológicas y fisiológicas trasmisibles de generación en
generación, o mediante confrontación de sus códigos o huellas genéticas, con la
finalidad de individualizar o identificar a las personas físicas4. Operaciones que permi-
ten acreditar la existencia de un nexo filial entre dos o más sujetos (supóngase en el
marco de un proceso de familia), o esclarecer la autoría de una violación u otro ilícito
(piénsese en el esquema de un proceso penal).
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una moderada violencia. Es lo que ocurre, verbigracia, con el testigo que se niega a
comparecer el día de la audiencia, en cuyo caso corresponde conducirlo al juzgado por
la fuerza pública; con la documental en poder de la contraparte o de un tercero, cuando
no la exhibiera pese haber sido intimado, en cuya hipótesis procede el secuestro de
aquélla, etcétera.
Frente a tales situaciones, la coerción constituye la solución consagrada por la ley.
Y está muy bien, porque resulta razonable en función de la finalidad inmediata del
proceso de descubrir la verdad. Y nadie se “rasgó las vestiduras” alegando que, por
ello, se violentan la dignidad, la libertad, la integridad u otros derechos personales.
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LA PERICIAL ANTERIOR A LA DEMANDA EN EL RÉGIMEN
DEL NUEVO CÓDIGO PROCESAL CIVIL Y COMERCIAL
DE LA PROVINCIA DEL CHACO
Cita: RC D 746/2019
Sumario: I. Normativa. II. Concepto y finalidad. III. Diferencias y similitudes con la prueba anticipada.
IV. Diferencias y similitudes con la prueba trasladada. V. Presupuestos para gozar posterior eficacia
probatoria. V.1. Notificación fehaciente y oportuna. V.2. Forma y contenido del dictamen. V.2.a) For-
ma y estilo. V.2.b) Contenido. VI. Omisión de la notificación previa. VII. Valor probatorio del dicta-
men. VIII. Designación. Aceptación del cargo. Recusación. Gastos y honorarios. IX. Alternativas de
contralor. Solicitud de aclaraciones y formulación de objeciones.
I. Normativa
CPCC del Chaco, art. 443: Regla general. Antes de realizar extrajudicialmente la
actividad pericial con anticipación a las postulaciones, ello se hará saber a las personas
que se prevé serán parte o terceros interesados en el litigio a iniciarse, por medio
fehaciente y con antelación no menor de diez (10) días al de la fecha prevista para la
realización de la actividad:
1) En modo resumido, las circunstancias fácticas y jurídicas salientes de la preten-
sión o pretensiones que se articularán.
2) Los puntos de la pericia a realizarse, la incumbencia y demás datos personales
del experto que llevará a cabo la actividad pericial, acreditando su habilitación al efecto,
debiendo hallarse inscripto en la lista formulada por el Poder Judicial.
3) Los tiempos, lugares y demás circunstancias cuyo conocimiento permita a
dichas personas, si lo entienden necesario, concurrir a efectos de participar y controlar
el desarrollo de la actividad pericial, ya sea personalmente o acompañadas o mediante
la persona o personas que designen.
El perito que dictamine en este estadio procesal no será recusable.
Las personas indicadas en el primer párrafo del presente artículo podrán proponer
puntos de pericia, sobre los cuales también versará la actividad pericial.
CPCC del Chaco, art. 444: Colaboración. Alternativas del contralor. Cuando para
la realización de las tareas periciales de que se trate sea necesaria la colaboración de
la parte o partes, la comunicación allí referida incluirá el requerimiento circunstanciado
de las actividades que se estiman necesarias para la realización de la prueba y
exigibles a tal o tales personas, con propuesta concreta de tiempo, modo y demás
circunstancias para llevarlo a cabo.
La oposición a colaborar deberá hacerse saber por medio fehaciente dentro del
quinto día de recibido el requerimiento, pudiendo efectuar la manifestación a la que se
refiere el artículo 438.
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El perito debe estar inscrito en la lista que, al efecto, confecciona el Poder Judicial.
La sola omisión de este requisito impide que el dictamen de aquél pueda gozar, en el
esquema de un proceso posterior, la eficacia característica de ese medio probatorio.
Que, sin embargo, pensamos que debería conservar el calificado valor del testigo
técnico.
d) Los tiempos y los lugares (de las operaciones de recolección de datos o
antecedentes; del examen, cotejo, compulsa de los datos o de los experimentos
necesarios para sustentar el dictamen) cuyo conocimiento permita a los notificados
concurrir, participar y controlar el desarrollo de la pericial (ya sea que esa participación
o control lo realicen personalmente o a través de sus mandatarios, gestores o consul-
tores técnicos).
e) Cuando para la realización de la tarea pericial sea necesaria la colaboración de
la parte o partes (verbigracia, si de pruebas genéticas se trata, sin que las partes –y
eventualmente sus parientes consanguíneos– colaboren, facilitando la extracción de
las muestras orgánicas, el cotejo no puede hacerse) la notificación incluirá el requeri-
miento circunstanciado de las actividades que se estiman necesarias para la realiza-
ción de la prueba (por ejemplo, la extracción de muestras de sangre o saliva) exigibles
a tal o tales personas, con propuesta concreta de tiempo, modo y demás circunstancias
para llevarlo a cabo (así, verbigracia, día X, a la hora Y, en ayunas, en el laboratorio...).
La negativa a colaborar debe comunicarse por un medio fehaciente (carta docu-
mento, telegrama colacionado o acta notarial) dentro del quinto día de recibido el
requerimiento, pudiendo efectuarse la manifestación a la que refiere el art. 438, CPCC
(es decir, impugnar la pericia por estimarse improcedente –por no versar sobre hechos
controvertidos y conducentes, o por no requerirse, para la interpretación o valoración
de esos hechos, de los conocimientos de un experto en determinada ciencia, arte o
profesión–, o simplemente expresar desinterés en su realización). El no cumplimiento
oportuno de esta carga autoriza a considerar injustificada la oposición.
A su turno, la negativa injustificada, total o parcial, de dar la pedida cooperación,
determinará que aquel que haya incumplido sus deberes, a criterio del juez, cargue con
los honorarios y gastos periciales que irrogue la realización de la pericia de que se trate
en la etapa probatoria del juicio. Además, en caso de duda, esa conducta podrá, al
tiempo de la sentencia, considerarse como presunción favorable a las pretensiones de
la parte o partes contrarias (CPCC, art. 444).
Solución esa última que es congruente con lo previsto por el art. 179, inc. 5º, in fine,
CPCC: “la conducta observada por las partes durante la sustanciación del proceso
podrá constituir un elemento de convicción corroborante de las pruebas para juzgar la
procedencia de las respectivas pretensiones”; con el art. 559 del Código Civil y
Comercial, que impone al juez extraer un indicio grave en contra del sujeto procesal
que deniegue contribución para la pericia genética en juicio de familia; y con la moderna
doctrina procesal, que fomenta la teoría de la carga dinámica de la prueba y otorga
valor a la conducta de las partes.
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apreciación de hechos que escapan a sus aptitudes corrientes, necesario es, además
de la claridad en los conceptos, el no abuso de los términos técnicos, cuya acepción
debe ser explicada en cada caso si son poco conocidos.
El dictamen debe presentarse por escrito, con un juego de copias para cada parte.
V.2.b) Contenido
El dictamen debe contener:
– La explicación detallada de las operaciones técnicas practicadas.
Siendo que no basta para calificar de pericia a cualquier ensayo o estudio, sino que
lo pertinente es que las conclusiones provengan de un profesional experto, que opere
con datos asegurados por la singular rama de su conocimiento, la explicación en el
dictamen de las operaciones técnicas efectuadas es un elemento esencial para la
eficacia de la prueba pericial.
Si bien es cierto que el relato que efectúan de los hechos que dicen verificados por
ellos mismos otorga, en tanto comprobaciones técnicas de quienes están especialmen-
te capacitados para ello, mayor credibilidad a sus conclusiones, no lo es menos que
tales constancias no tienen sino el carácter de testimonios sui generis, sujetos –en
punto a su apreciación– a las reglas de la sana crítica.
– Los principios científicos que cimentan las conclusiones.
No basta que el perito adquiera convicción sobre lo que es materia de dictamen,
sino que debe suministrar los antecedentes y explicaciones que la justifiquen. Así,
pues, la eficacia probatoria del dictamen depende, entre otras circunstancias, “de los
principios científicos o técnicos en que se funda y de la concordancia de su aplicación
con las reglas de la sana crítica” (CPCC, art. 442).
– La opinión sobre cada uno de los puntos de pericia.
Para los peritos, como para el juez, rige el principio de congruencia: deben
dictaminar sobre todos los puntos de pericia dispuestos, y nada más que sobre ellos.
La opinión del experto sobre puntos distintos (conclusiones ultra petitum) sencilla-
mente carece, en lo pertinente, de atendibilidad, con la consecuencia de que viciada
de nulidad debe considerarse la sentencia que se fundara en esa parte del dictamen.
El dictamen con puntos de pericia omitidos es subsanable por vía de explicaciones
o del requerimiento de pericia complementaria, según la omisión consista o no en la
simple ausencia de la conclusión que concreta la opinión.
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Derecho Procesal
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Derecho Procesal
1 “La impugnación de la pericia debe consistir en una contrapericia, que debe contener, como
aquélla, una adecuada explicación de los principios científicos o técnicos en la que se funde”
(Cám. Nac. Civ., Sala D, “C. B., J. G. y otros c/Covisur Vial del Sur SRL”, LL 2000-D-59), siendo
insuficiente para atacar un dictamen la mera alegación de pareceres subjetivos o razonamientos
genéricos (Cám. Nac. Civ., Sala D, “Cruz Romero, Luis c/Boullosa, Rodolfo A. M. y otro”, DJ
2003-2-103), debiendo fundarse objetivamente en la incompetencia de experto, errores o en el
uso inadecuado de los conocimientos técnicos o científicos en los que pudo haber incurrido (Cám.
Nac. Civ., Sala D, “C. B., J. G. y otros c/Covisur Vial del Sur SRL”, LL 2000-D-59).
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LA DEMANDA IMPROPONIBLE
Cita: RC D 743/2019
I. Introducción
La demanda es el acto procesal escrito (incluso en los regímenes en los que se
privilegia la oralidad, los actos de postulación se formalizan mediante escritos), a través
del cual el actor ejerce su derecho de acción (prerrogativa, contenido esencial de la
garantía del debido proceso, de exigir al Poder Judicial el acceso al servicio de justicia)
y deduce la pretensión (el bien concreto de la vida que desea obtener, en contra de su
rival).
A su turno, el éxito de una demanda depende de superar dos sucesivos juicios o
controles: el de la admisibilidad, relativo a los requisitos de forma del acto, que se
efectúa –por el órgano judicial– inmediatamente tras de haberse interpuesto; y el del
mérito o procedencia, referente a la sustancia (si el actor es merecedor de la protección
legal que solicita), que por lo común se realiza con el dictado de la sentencia definitiva
(con la única salvedad de la llamada demanda improponible, que debe –por razón de
economía– rechazarse in limine, tan pronto sea posible).
Examinémoslo a continuación, con mayor detenimiento.
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Derecho Procesal
III.2. Supuestos
Aclaramos que la improponibilidad que autoriza el rechazo in limine de una deman-
2 E. de Midón, Gladis y Midón, Marcelo S., Manual de Derecho Procesal Civil, 2da. edición
actualizada, E. L. L., Avellaneda, 2014, pág. 252.
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Derecho Procesal
da es aquella que resulte clara, diáfana o evidente3. Por lo que, en caso de duda,
deberá estarse a la supervivencia del derecho constitucional de acceso al servicio de
justicia4.
Advertidos entonces de su evidente carácter restrictivo, resulta improponible la
demanda cuando, en forma manifiesta, surge de ella que:
a) El objeto o pretensión es imposible. Verbigracia, la víctima que, tras haberle
sido amputada una pierna como consecuencia del daño sufrido en el accidente de
tránsito, pretendiere –en vez de una indemnización en dinero y/o prótesis– una
extremidad natural idéntica.
b) El objeto o la causa es ilícito o inmoral. Verbigracia, la demanda por cumpli-
miento de un contrato de compraventa de estupefacientes.
c) Los hechos en que se funda la demanda se exhiben inhábiles para obtener
una sentencia favorable. Así, por ejemplo, la pretensión de adquisición del dominio
por prescripción, invocando plazo de posesión menor que el que exige la ley.
d) Quien demanda o es demandado carece de legitimación para obrar. Así, por
ejemplo, la demanda de divorcio promovida no por quien es cónyuge, sino por el padre
o suegro de aquél, etcétera.
e) Quien demanda o es demandado carece de interés. Como los jueces no
hacen declaraciones abstractas o académicas, el derecho de obrar en justicia exige
que haya una concreta necesidad de tutela jurídica. De ahí la regla: “donde no hay
interés no hay acción”, cuya razón de ser finca en que nadie tiene derecho a promover
litigios que no le importan y a ocupar a los jueces, cuyo tiempo es precioso, en
cuestiones que le son indiferentes. Así, por ejemplo, la demanda por desembargo
deducida por el deudor aduciendo que los bienes embargados son de propiedad de un
tercero es improponible.
3 “El rechazo de oficio in limine litis procede en forma excepcional cuando del contenido de la
demanda se advierta la existencia de una manifiesta y evidente inadmisibilidad (improponibilidad
objetiva o subjetiva)”. Cám. Civ. Com. de Gualeguaychú, Sala 1, 23/08/2016, “Farías, María
Gabriela y otro c/Aranda, Luis Andrés s/Ordinario”.
4 “Es criterio de este Tribunal que por encontrarse en juego el derecho constitucional de acción
–art. 18, CN– el rechazo in limine debe acotarse a los casos de evidente inadmisibilidad de la
demanda o de notoria falta de fundamentos que vedara cualquier decisión judicial de mérito, de
modo que debiera ser una solución reservada para casos extremos”. Cám. Civ. Com. Lab. de
Gualeguaychú, 31/10/2012, “Colombatto, Silvina c/Ojeda, Héctor David s/Ordinario. Acción reivin-
dicatoria (Legajo de Apel.)”. “Si la solución relativa al rechazo in limine de la demanda fuere
dudosa, debe preferirse aquella que permita obtener una respuesta jurídica a través del acto de
la sentencia final, por ser ésta la vía que mejor armoniza con el ejercicio del derecho de defensa
en juicio garantizado constitucionalmente (art. 18, Ley Fundamental)”. Cám. Nac. Apel. Civ. Com.
de Cap. Fed., Sala II, 27/02/1997, “Consud SA Cía. Argentina de Seguros c/Instituto Nacional de
Reaseguros Soc. del Estado en liquidación s/Acción meramente declarativa”.
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EL ALCANCE DE LA REGLA DE EXCLUSIÓN (LA DOCTRINA DEL
FRUTO DEL ÁRBOL VENENOSO) EN LA JURISPRUDENCIA
DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA NACIÓN
Cita: RC D 847/2019
Sumario: I. Las pruebas ilícitas por derivación. La doctrina del fruto del árbol venenoso. II. La polémica
sobre el alcance de la exclusión y su tratamiento doctrinal. II.1. Tesis restringida. II.2. Tesis ecléctica.
II.3. Tesis amplia. III. La doctrina del fruto del árbol venenoso en la jurisprudencia de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación. III.1. Primeros desarrollos. Los casos “Montenegro” y “Fiorentino”.
III.2. Una aplicación amplia y generosa de la exclusión. El caso “Raydford”. III.3. ¿Una reducción de
la hermenéutica? El caso “Fiscal c/Fernández”. III.4. El estado actual.
1 Para un estudio pormenorizado de la regla de exclusión véase Midón, Marcelo S., Pruebas
ilícitas, análisis doctrinario y jurisprudencial, 2ª edición ampliada, Ed. Jurídicas Cuyo, Mendoza,
2005.
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Derecho Procesal
Nace así el debate relativo a las denominadas pruebas ilícitas por derivación
(también llamadas pruebas ilícitas indirectas o por efecto reflejo), o sea, aquellas
evidencias en sí mismas lícitas pero a las que se llegó por intermedio de la información
obtenida de una prueba ilegalmente recolectada. Dicho de otro modo, de esta cuestión
han de participar una prueba adquirida de modo regular y con todas las garantías de
la ley, pero a la que se accedió a merced de conocimientos aprehendidos en forma
irregular2.
Muchos son los supuestos que nos permiten graficar la polémica a dirimir. Verbi-
gracia, en uno de ellos, una persona detenida revela en un interrogatorio violatorio de
su integridad física dónde se encuentra el arma y el botín procedente del robo; el arma
y el botín son hallados luego en el escondite del acusado durante un allanamiento
realizado por orden judicial. En otro caso, merced de una escucha telefónica clandes-
tina, se conoce la hora, el día y el lugar de la cita para la entrega de droga; y por ello
son esperados y detenidos in fraganti los autores, e incluso grabado en vídeo la entrega
de las sustancias prohibidas a cambio del dinero.
Planteadas situaciones como las descritas o similares, siempre que el denominador
común consista en la ocurrencia de una prueba obtenida lícitamente, pero que tiene
origen en un acto o prueba cumplido a través de métodos ilegales, nos encontraremos
frente a una polémica: conocer si la irregularidad inicial repercute o no sobre la
formalidad del acto subsiguiente, contagiando su vicio. O, propuesto de diverso modo,
saber si la regla de exclusión tiene un alcance amplio o una extensión acotada o
restringida.
En una posición más sensible a las garantías personales y, por lo tanto, más
intransigente con los principios y normas constitucionales, la ilicitud de la obtención de
la prueba se transmite a las pruebas derivadas, que son igualmente excluidas del
proceso. Es la conocida teoría de “los frutos del árbol venenoso”, acuñada por la Corte
norteamericana, según la cual el vicio de la planta se transmite a todos sus frutos3.
En efecto, aplicando la fruit of the poisonous free doctrine los tribunales de Estados
Unidos han estimado que siendo el procedimiento inicial violatorio de garantías cons-
titucionales, tal ilegalidad se proyecta a todos aquellos actos que son su natural
consecuencia y que se ven así alcanzados o teñidos por la misma ilegalidad. De tal
manera, no sólo resultan inadmisibles en contra de los titulares de aquellas garantías
las pruebas directamente obtenidas en el procedimiento original, sino además todas
las restantes evidencias que son “el fruto de la ilegalidad primaria”4.
2 Según Maier, los casos verdaderamente discutidos contienen dos componentes: un acto
regular por el cual se incorpora un elemento de prueba decisivo, desfavorable para el titular de la
garantía, y otro anterior, irregular, que afecta la garantía y torna posible, por su resultado (el
conocimiento logrado mediante él), la práctica del siguiente. Allí reside la cuestión, en la pregunta
acerca de si el acto regular, con fuente en uno anterior viciado, puede ser valorado en perjuicio
del imputado. Ver Maier, Julio, Derecho Procesal Penal, 2ª edición, Ed. del Puerto SRL, Bs. As.,
1996, T. 1, Fundamentos, pág. 701.
3 Sobre el origen de la expresión, relata Carrió que se remonta al caso “Silverthorne Lumber
Co. vs. United States”, 251 US 385 (1920), en el que la Corte estadounidense decidió que el
Estado no podía intimar a una persona a entregar documentación cuya existencia fue descubierta
por la policía a través de un allanamiento ilegal. Posteriormente, en el caso “Nardone vs. United
States”, 308 US 338 (1939), ese Tribunal hizo uso por primera vez de la expresión “fruto del árbol
venenoso”, al resolver que no sólo debía excluirse como prueba en contra de un procesado
grabaciones de sus conversaciones efectuadas sin orden judicial, sino igualmente otras eviden-
cias a las que se había llegado aprovechando la información que surgía de tales grabaciones
(Carrió, Alejandro, Garantías constitucionales en el proceso penal, 3ª edición actualizada y
ampliada, Ed. Hammurabi, Bs. As., pág. 162, nota 24).
4 “El radio de acción de la prohibición de obtener pruebas ilícitamente no se restringe a los
hechos directamente conocidos mediante la prueba original prohibida (original evidence), sino que
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Derecho Procesal
llega a las adquiridas de forma derivada (derivative evidence) a partir de aquélla, con arreglo a la
doctrina plásticamente conocida como de «los frutos del árbol envenenado»”. Doctrina emanada
de las sentencias de los casos “Silverthorne Lumber Co. vs. United States”, 251 US 385, 40
(1920); “Nardone vs. United States”, 308 US 338 (1939); “Wong Sun vs. United States”, 371 US
471 (1963), y “Harrison vs. United States”, 329 US 219 (1968). Ver Amadeo, Sergio L. y Palazzi,
Pablo A., Sentencias sobre prueba ilegal, en JA 1997-III, pág. 1152.
5 Entre los que participan de la visión, en la doctrina española cabe mencionar a Guasp,
Jaime, Comentarios a la Ley de Enjuiciamiento Civil, T. II, Vol. 1, Ed. Aguilar, Madrid, 1947, págs.
583/584; Castro, Prieto y Ferrandiz, Leonardo, Tratado de Derecho Procesal Civil, Ed. Aranzadi,
Pamplona, 1985, pág. 761; Ortega Pinto, L. T., Tratamiento de la ilicitud probatoria en el proceso
penal, en Revista de Derecho Procesal, 1996, Nº 1, págs. 171 y ss. En la doctrina alemana,
Schonke, Adolf, Límites de la prueba en el Derecho Procesal, en Revista de Derecho Procesal,
1955, Nº 3, págs. 373 y ss. En Estados Unidos, Fleming, Of crimes and rights, 1978, págs. 150 y
ss.; Wigmore, John Henry, Evidence, Boston, 1940, pág. 37.
6 Pastor Borgoñón, Blanca, Eficacia en el proceso de las pruebas ilícitamente obtenidas, en
Revista de Justicia 86, 2, pág. 361.
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a aquellas otras pruebas que si bien son en sí mismas lícitas se basan, derivan o tienen
su origen en informaciones o datos conseguidos por aquella prueba ilegal, dando lugar
a que tampoco estas indirectas pruebas ilícitas puedan ser admitidas o valoradas12.
También, López Barja de Quiroga ha de sostener que si entre un acto (ilícito) y otro
(lícito) existe una relación de causa-efecto, esto es, si al primer acto puede imputársele
objetivamente como resultado el segundo, de manera que pueda afirmarse clara y
rotundamente que el segundo acto es la consecuencia del primero, en tal caso la
ineficacia de la prueba lícita es lógica y a esa conclusión se llega simplemente
aplicando la regla general, que proclama la inadmisibilidad y la no aprovechabilidad de
la prueba ilegítimamente obtenida13.
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Derecho Procesal
16 Concretamente expresó que “Establecida en el sub lite la invalidez del registro domicilia-
rio, igual suerte debe correr el secuestro practicado en esas circunstancias. Ello es así porque la
incautación del cuerpo del delito no es entonces sino el fruto de un procedimiento ilegítimo, y
reconocer su idoneidad para sustentar la condena equivaldría a admitir la utilidad del empleo de
medios ilícitos en la persecución penal, haciendo valer contra el procesado la evidencia obtenida
con desconocimiento de garantías constitucionales (doc. de Fallos: 46:36), lo cual no sólo es
contradictorio con el reproche formulado, sino que ‘compromete la buena administración de
justicia al pretender constituirla en beneficiaria del hecho ilícito’ (Fallos: 303:1938)”. CSJN,
27/11/84, “Fiorentino, Diego Enrique”, Fallos: 306:1752.
17 Carrió, Alejandro, Garantías constitucionales en el proceso penal cit., págs. 165/166.
Piénsese –expresa el autor– el caso de una confesión obtenida mediante torturas. Si la exclusión
se limitara a la confesión misma, pero no a los testimonios de otras personas u otras evidencias
a las que se llega por vía de aquella confesión, parece claro que ello implicaría continuar
otorgando valor al resultado de un delito, y continuar comprometiendo la buena administración de
justicia, la cual seguiría siendo beneficiaria del hecho ilícito.
18 CSJN, “Raydford, Reginald”, 13/05/86, Fallos: 308:733; LL 1986-C-396.
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originado a partir de la declaración de otro imputado prestada en sede policial, obrando serias
presunciones que indicaban que las manifestaciones no fueron una libre expresión de voluntad.
Por lo que el Alto Cuerpo sostuvo que “aparece en autos un cauce probatorio inválido que parte
de la declaración del imputado y, en una cadena causal ininterrumpida, pasa por la coimputada,
hasta llegar a la captura del recurrente, por lo cual debe excluirse del proceso cualquier medio de
prueba obtenido por vías ilegítimas. Esta exclusión también debe extenderse a los elementos de
cargo que incriminasen a un tercero cuando aquéllos, como ocurre en el caso de autos, se
originasen en un cauce de investigación viciado de nulidad”.
21 Sagüés, Néstor Pedro, Elementos, T. 2, págs. 345/346, citado por Morello, Augusto Mario,
El proceso justo, Librería Editora Platense SRL Abeledo-Perrot SA, Bs. As., 1994, pág. 533.
22 CSJN, “Fiscal c/Víctor H. Fernández”, 11/12/90, Fallos: 313:1305; LL 1991-B-190. Este
caso tuvo que ver con el ingreso de un agente policial, que jamás se identificó como tal, en el
Consulado de Bolivia de la ciudad de Mendoza. En presencia del policía encubierto el Cónsul
entregó a un amigo de éste que ingresó con el agente una cantidad importante de cocaína.
Durante la causa se planteó, entre otras cosas, la validez de ese ingreso domiciliario sin orden
judicial. La Corte terminó rechazando la posible aplicación de la regla de exclusión sobre la base
del consentimiento prestado por el Cónsul, explicando que no había existido de parte del policía
un real ardid, sino tan sólo un silencio acerca de su calidad de funcionaria. También habría de
remarcar que una vez en el domicilio el policía encubierto no había convertido su visita en una
pesquisa, limitándose posteriormente a testimoniar acerca de la entrega de la droga observada.
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JUSTICIA “PROTECTORA” O “DE ACOMPAÑAMIENTO”
Cita: RC D 813/2019
En los años setenta del siglo pasado el Maestro Mauro CAPPELLETTI iluminó un
nuevo ciclo en la disciplina procesal, a través de una justicia creativa, sensible a las
nuevas realidades sociales con la finalidad de asegurar la tutela judicial efectiva. Sus
enseñanzas y prédica se generan producto de un cambio copernicano del análisis y
tratamiento del Derecho Procesal, éstos –sostiene el maestro florentino– no deben
tener como eje predominante al operador jurídico, al doctrinal, ni a los jueces ni
abogados, sino al verdadero “consumidor” de la actividad jurisdiccional, al “litigante”, y
esencialmente contemplando la especial situación de los más desprotegidos, los niños,
los adolescentes, los de capacidad restringida1.
Y es así que vertebra una concepción tridimensional de Derecho Procesal:
a) Dimensión constitucional: que se traduce en la constitucionalización de las
garantías procesales, por la que se consagran, por vía de los textos constitucionales
en el ámbito nacional, un mínimo de garantías a favor de las partes que deben presidir
cualquier modelo de enjuiciamiento, con ello se pretende evitar que el futuro legislador
desconozca o viole tales garantías. Ello se manifiesta en nuestro país con la consagra-
ción en la Constitución Nacional de las garantías instrumentales del amparo, el habeas
data y el habeas corpus, derechos y garantías a la mejor calidad de vida, al ambiente
sano, a los usuarios y consumidores, de incidencia colectiva, a la igualdad material y
las acciones positivas y el deber del Consejo de la Magistratura de dictar las normas
necesarias para “la eficaz prestación de los servicios de justicia” (art. 114.6).
b) Dimensión trasnacional: en esa inteligencia se otorga jerarquía supralegal a
tratados y convenciones internacionales de derechos humanos (art. 75.22) y se otorga
la legitimación para ocurrir a tribunales internacional (CIDH) en caso de violación
flagrante de derechos humanos.
c) Dimensión social: advenimiento de una nueva Filosofía del Derecho en general,
y del Derecho Procesal en particular, de la cual emerge su función social, cuya secuela
inevitable son dos parámetros definitorios: 1. El sistema de justicia es igualmente
accesible a todos, que produce el ensanchamiento de la legitimación activa, aparece
el niño, el adolescente, la pareja, las ONG, el defensor del pueblo, etc. 2. Debe producir
resultados que, individual y socialmente, sean justos, que se concreta en una justicia
“protectora” o “de acompañamiento” en aquellos litigios en los que se encuentran
involucradas personas en condiciones de vulnerabilidad, definidas como aquellas que,
por razón de su edad, género, estado físico o mental, o por circunstancias sociales,
1 Cappelletti, Mauro, “Aspectos sociales y políticos del procedimiento civil”, trad. de Santiago
Sentís Melendo, Bs. As., Ejea, 1974. Cappelletti, Mauro y Garth, Bryant, El acceso a la justicia,
México, Fondo de Cultura Económica, 1978, entre otros.
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5 Kemelmajer de Carlucci, Aída; Herrera, Marisa y Molina de Juan, Mariel F., “Los principios
generales del proceso de familia en el Código Civil y Comercial”, en Revista de Derecho Procesal,
Nº 2015-2, ps. 61-62.
6 Díaz, Clemente A., “Instituciones de Derecho Procesal Civil”, Bs. As., Abeledo-Perrot, 1968,
t. II-A, ps. 241-242.
7 Masciotra, Mario, “Poderes-deberes del juez en el proceso civil”, Bs. As., Astrea, 2014,
p. 442.
8 Arribar a un pronunciamiento conclusivo del proceso en un plazo razonable implica satisfa-
cer los siguientes presupuestos: a) preclusión: cumplida y clausurada una etapa, se pasará a la
siguiente, sin que el proceso pueda retrotraerse; b) celeridad: necesidad de resolver de la manera
más rápida y eficaz posible el conflicto; c) economía procesal: generar el menor esfuerzo y
desgaste posible mediante la simplificación de los trámites procesales, evitar traslados innecesa-
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PROCESO VS. PROCEDIMIENTO (LAS RAZONES
QUE OBLIGAN AL ACTIVISMO JUDICIAL)
Cita: RC D 853/2019
1. Introducción. Propósitos
Las consideraciones que siguen intentan constituirse en una contribución nacida
de la pura experiencia en derredor del desarrollo de distintas acciones judiciales de
trámite ante la Justicia Nacional en lo Civil.
Su finalidad no es otra que la de subrayar algunas causas de una conflictiva que
supone la administración por parte de un plantel de 15 técnicos, algunos profesiona-
les2, de más de dos mil causas judiciales en constante movimiento.
Para no quedar reducida la propuesta al relato de las tareas que se cumplen a diario
en una dependencia judicial, la cuestión será explicada poniendo de manifiesto algo
más que la ausencia de normas procesales modernas o el mejor uso de la tecnología.
Es más, la pretensión primera es poner al desnudo los motivos constantes por los
que una causa que se desarrolla en un proceso de conocimiento con la normativa
vigente hace factible la sentencia varios años después de promovida la mediación
prejudicial.
La sobrecarga de la justicia no es una cuestión actual ni local. Recuerda Morello
que el problema de la sobrecarga “en todas las latitudes desborda los tribunales”. Y
que “no se puede ingresar a la consideración de esta compleja problemática si se omite
1 Santiago Sentís Melendo, “El Proceso civil”, Ejea, Buenos Aires, 1957, pág. 68.
2 En una encuesta efectuada en el marco de “Sinergia Interjudicial” (http://sinergiainterjudi-
cial.blogspot.com.ar [Consultado el 20/05/2019]), sobre una base de 20 (veinte) juzgados civiles,
el promedio de abogados relevado es de 7,35%, sin contar los estudiantes avanzados.
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3 Morello, Augusto M., “Tendencias dominantes en la litigación civil. Los congresos interna-
cionales de Derecho Procesal”, págs. 77/78, Ed. Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2002.
4 El procedimiento de mediación obligatorio, fijado inicialmente para descomprimir la litigio-
sidad entonces existente, supone la intervención de un matriculado, cuya principal función es la
de invitar a las partes a una solución consensuada del reclamo. Basta que cualquiera de ellas
entienda que el inmodificable resultado será el negativo, para que no pueda avanzarse en dicha
instancia, habida cuenta la ausencia de poder coercitivo, de sanción u otra manera de compeler
o decidir la cuestión en derecho de parte del mediador.
5 El art. 7º de la Ley 26.589 establece que son principios que rigen el procedimiento de
mediación, entre otros: “f) Promoción de la comunicación directa entre las partes en miras a la
búsqueda creativa y cooperativa de la solución del conflicto”. Más ello se inscribe sin soslayar que
también es principio: “b) Libertad y voluntariedad de las partes en conflicto para participar en la
mediación”.
6 Para la reiteración de la notificación a la audiencia de mediación, cabe acudir al procedi-
miento implementado por el ritual (arg. art. 25, Ley 26.589).
7 El art. 20 de la Ley 26.589 establece que el plazo para realizar la mediación será de hasta
sesenta (60) días corridos a partir de la última notificación al requerido o al tercero. En el caso
previsto en el artículo 6º, el plazo será de treinta (30) días corridos. En ambos supuestos el término
podrá prorrogarse por acuerdo de partes.
8 El art. 9º de la Ley 23.898, en punto a la oportunidad en que el actor debe ingresar el tributo,
señala: “La tasa será abonada por el actor, por quien reconviniere o por quien promueva la
actuación o requiera el servicio de justicia, en las siguientes formas y oportunidades: a) En los
casos comprendidos en los incisos a), b), c), d), y h) del artículo 4º, la totalidad de la tasa en el
acto de iniciación de las actuaciones...”
9 El art. 51 de la Ley 23.187, al mencionar los distintos medios con que se integra el fondo
del CPACF, expresa en su inc. d): “El importe proveniente de un derecho fijo que se abonará al
iniciarse o contestarse cualquier acción judicial ante los jueces o tribunales con intervención de
abogados. La Asamblea fijará el monto de este derecho fijo en base a una proporción del importe
de la tasa de justicia que se tribute en juicios por monto indeterminado. Los jueces no darán curso
a ninguna presentación sin verificar el pago de este derecho sin perjuicio de la validez de los actos
procesales cumplidos. Quedan exceptuados de esta contribución los profesionales que ejerzan
el patrocinio o representación jurídica gratuita, los recursos de hábeas corpus, las acciones de
amparo y los casos en que se haya obtenido el beneficio de litigar sin gastos. El sistema de
percepción del derecho establecido en esta disposición se realizará mediante un bono que emitirá
el Colegio Público de Abogados de la Capital Federal, el que podrá convenir con el Banco de la
Nación Argentina o el Banco de la Ciudad de Buenos Aires, el sistema de recaudación”.
10 La reglamentación de la Ley 26.589 se materializó mediante el D. 1467/2011. Fija el art.
2º en lo pertinente que “Las partes citadas en la instancia judicial deben haber tenido el carácter
de requirentes o requeridos en el proceso de mediación prejudicial. Si la notificación del traslado
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Derecho Procesal
de la demanda al accionado pudiera llevarse a cabo con éxito en un domicilio distinto de aquel
donde no resultó posible citarlo a la instancia de mediación, podrán solicitar la reapertura de la
mediación el requerido o el requirente, o disponerla el juez por sí...”
11 Hemos señalado que la Ley 23.898 sobre tasas de justicia es clara en orden a que el
proceso no puede ser alterado por las vicisitudes que genera su liquidación y cumplimiento. Así
resulta expresa la manda desde el in fine del art. 11 al rezar la norma: “Ninguna de las
circunstancias expuestas impedirá la prosecución del trámite normal del juicio”.
12 Art. 333, según T. O. por art. 2º de la Ley 25.488, B. O. del 22/11/2001 –parte pertinente–:
“Si se ofreciera prueba testimonial se indicará qué extremos quieren probarse con la declaración
de cada testigo. Tratándose de prueba pericial la parte interesada propondrá los puntos de pericia”.
13 Sobre la notificación de la demanda y los planteos de nulidad, véase “Nulidad de notifica-
ción”, Causse, Federico J. y Pettis, Christian R., Ed. Ad-Hoc, 2009.
14 El régimen de las copias de traslado dimana del art. 120 del Código Procesal.
15 Según el art. 232 del RJN Civil, las copias de los escritos deberán ser conservadas en
Secretaría por sesenta días.
16 La Ley 26.589 de Mediación y Conciliación en su art. 27 establece en su parte pertinente
que “...La falta de acuerdo también habilita la vía judicial para la reconvención que pudiere
interponer el requerido, cuando hubiese expresado su pretensión durante el procedimiento de
mediación y se lo hiciere constar en el acta”. Considérese el temperamento asumido por los
autores: “Cuando el cumplimiento de la mediación es manifiestamente estéril”, Causse, Federico
Javier y Pettis, Christian R., en DJ del 18/11/2015, 25; Cita Online: AR/DOC/3548/2015.
17 Es vasta la temática referida a la recusación sin causa. Amerita distintas soluciones en
tiempos como los actuales en los que un porcentaje importante de juzgados están vacantes o se
les ha concedido licencia por más de un mes, o sus titulares se encuentran –a su vez–
subrogando. También hemos sumado nuestra opinión sobre la cuestión en “Recusación sin
causa. El juez recusado. Supresión de la figura. Enlace jurisprudencial”, Causse, Federico Javier
y Pettis, Christian R., en DJ del 06/06/2012, 87; Cita Online: AR/DOC/1924/2012.
18 No queremos dejar de anotar una conflictiva que se hace evidente de manera regular,
cual es la contestación de la citación en garantía que se subordina al emplazamiento y
presentación del asegurado, que en rigor responden –en la mayoría de los casos– al mismo
interés.
19 La ausencia del juez puede obedecer a distintos factores. Puede recordarse que el precepto
que ordena su presencia reza: “Art. 360, CPCCN. A los fines del artículo precedente el juez citará
a las partes a una audiencia, que presidirá, con carácter indelegable. Si el juez no se hallare
presente no se realizará la audiencia, debiéndose dejar constancia en el libro de asistencia...”
20 Bajo la nómina “Pertinencia y admisibilidad de la prueba”, el art. 364 del CPCCN estable-
ce: “No podrán producirse prueba sino sobre hechos que hayan sido articulados por las partes en
sus escritos respectivos. No serán admitidas las que fueren manifiestamente improcedentes o
superfluas o meramente dilatorias”. También resulta de aplicación: “Art. 367 – Plazo de Produc-
ción de Prueba. El plazo de producción de prueba será fijado por el juez, y no excederá de
cuarenta días. Dicho plazo es común y comenzará a correr a partir de la fecha de celebración de
la audiencia prevista en el artículo 360 del presente Código”.
21 En principio, las fechas de audiencias dependen de la agenda del juzgado, en vez del plazo
que le ordena el de rito. Tienen lugar entonces los preceptos referidos en la nota anterior.
22 El art. 431 del CPCC manda a que la declaración de la totalidad de los testigos se cumpla
90
Derecho Procesal
en el mismo día o en días inmediatos. También impone una audiencia supletoria, con carácter de
segunda citación en fecha próxima, por medio de la fuerza pública y multa. El art. 433 impone que
la citación se cumpla por lo menos tres (3) días antes.
23 Con excepciones, subsiste la subordinación de la acción civil a la acción penal (arts. 1774
al 1780 del CCCN).
24 Ley 27.423, art. 56: “Las resoluciones que regulen honorarios deberán ser notificadas a sus
beneficiarios y a los obligados al pago, personalmente, por cédula, telegrama o cualquier otro
medio previsto en el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Serán apelables en el término
de cinco (5) días, pudiendo fundarse la apelación en el acto de interponerse el recurso”. En el
régimen anterior, se fijaba de manera precisa (art. 62, Ley 21.839) que la notificación al cliente
debía realizarse al domicilio real de éste, o en el que especialmente hubiere constituido a estos
efectos, en el expediente o en otro instrumento público.
25 La nota de elevación del expediente a la Cámara Civil se debe cumplir en debida forma.
Con criterio, se ha decidido en doctrina judicial aún aplicada que la “inactividad de la secretaría al
no elevar a la cámara el expediente en el cual se ha notificado a los litigantes, se ha concedido
un recurso y repuesto el sellado, no produce la caducidad de la instancia” (CNCiv., en pleno,
diciembre 12-1951, in re “Mascías de Lozardy Sa Pereira, Mercedes c/Rico, Fernando L.”).
26 El art. 504 del CPCC, en su último párrafo, dice: “Sin perjuicio de lo dispuesto en este
artículo y en los dos (2) anteriores, el acreedor podrá solicitar se intime por cédula al ejecutado el
pago de lo adeudado, cuando se trate de cantidad líquida y determinada o hubiere liquidación
aprobada”.
27 En su libro “Tendencias dominantes en la litigación civil”, Augusto Morello da cuenta del
factor “partes y abogados” y la influencia de sus tácticas en la duración del proceso. Consúltese
págs. 85 y ss., Ed. Rubinzal-Culzoni, 2002.
91
Derecho Procesal
denoten actividad corriente por parte del Ministerio de Justicia a través de la Secretaría
de Justicia, por la que se persiga de ordinario el cobro de ella, según lo establece el
art. 28 de la Ley de Mediación –reglamentado por el art. 23 del Decreto 1467/201128–
que la fija en el cinco por ciento (5%) del sueldo básico de un juez nacional de primera
instancia.
b. Es cierto que la concurrencia a mediación deviene útil para agotar tal fundamen-
tal acto. Sin embargo, la vuelta a mediación de aquellas pretensiones con denuncia de
un domicilio distinto de la demandada –entonces requerida– terminan por ser contra-
producentes y suponen una demora inútil de tiempo si, al menos, hubiera más de una
requerida que haya asistido ante el mediador.
Se estimaría útil considerar esta variante si, como acontece, es el juzgado el que
decide la vuelta a mediación por ese incumplimiento. Véase que se trata de una
facultad la de así ordenarlo y sin modificar el precepto, podría el juez en la primera
providencia hacer valer la falta de acuerdo con los restantes requeridos para continuar
el trámite en sede judicial.
c. Otro tanto ocurre con las suspensiones que las partes acuerdan, las que
autorizan prórrogas. El régimen debería exigir que aquello que ha encontrado conteste
a las partes pueda permitir el avance al menos parcial del resultado propiciado. Ello
podría materializarse a través de reconocimiento de hechos, documentos, reclamos
extrajudiciales, pretensiones desistidas, preconstitución plural de pruebas29.
d. Lo concerniente a la tasa de justicia genera inconvenientes en la tramitación
regular de una causa civil. Ha sido la Ley 23.898 la que impuso a los funcionarios
92
Derecho Procesal
30 Art. 14, Ley 23.898: “Será responsabilidad de los Secretarios y Prosecretarios velar por el
cumplimiento de las obligaciones que emanan de la presente ley. A ese efecto, deberán facilitar
las causas a los encargados de la percepción de la tasa, designados de acuerdo al artículo 11,
en las oportunidades en que esta ley prevé el ingreso de la tasa, y verificar su pago, ajustándose
además a lo establecido por el artículo 11 de la presente, y procurando evitar demoras que
obstaculicen la sustanciación del proceso. El incumplimiento de estos deberes se considerará
falta grave”.
31 Por la suspensión: CNCiv., Sala C, 03/10/1995, DJ 1996-1-40; Sala J, L. L. 2000-D-870
(42.874-S) y DJ 2001-2-1084; Sala K, 17/05/1999, L. L. 2000-C-886 (42.599-S); 28/12/1995, L. L.
1996-D-899; J. Agrup., caso 11.104. Por la no suspensión: CNCiv., Sala A, 16/02/1998, L. L.
1998-F-529; 06/09/1995, L. L. 1996-B-723 (38.546-S); 14/12/1998, L. L. 1999-A-496 (41.218-S);
Sala E, 02/10/1995, L. L. 1996-D-888; J. Agrup., caso 11.015; 14/05/1998, L. L. 2000-A-555;
13/03/1997, L. L. 1999-B-792 (41.305-S); Sala G, 22/09/1997, L. L. 1998-F-530; 17/07/1998, L. L.
1999-D-782 (41.758-S); 10/07/1995, L. L. 1995-E-234.
32 CNCiv., Sala C del 22/11/2007, Cita Online: AR/JUR/9803/2007.
33 CNCiv., Sala K del 13/06/2002, Cita Online: AR/JUR/2378/2002.
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Derecho Procesal
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Derecho Procesal
41 El último ajuste tuvo lugar hace treinta años en 1988 con la Ley 23.637 (21/10/1988).
42 Imagínese que se faciliten medios para el traslado de un magistrado a una constatación;
suspender el curso de una audiencia para continuarla allí, en el lugar de los hechos; poder extender
la mano de la justicia con presencia del tribunal al momento de producirse una pericia. Ni que decir
de la redacción de “protocolos” y “convenios” en el marco de buenas prácticas entre las oficinas
judiciales y reparticiones públicas como Registros de la Propiedad, Registros de las Personas, etc.
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Derecho Procesal
43 La denominada “industria del juicio” tiene para quien esto escribe una acepción más
próxima a demandas en formulario, que a demandas falsas o infladas. Sin la aproximación del
juez a las partes, el caso particular se desvanece. Las ventajas que aporta la tecnología a través
del copy page avanza a pasos invisibles pero firmes: párrafos enteros pertenecientes a otros
actores de otras demandas saltan a lo lejos cuando el actor era un hombre y luego una mujer;
algún punto de pericia refiere a un episodio extraño al narrado en los hechos; el ente sanatorial
privado a veces pasa a ser un hospital público, etc., etc.
44 Arts. 437 y ss. de la Ley 1/2000, de 7 de enero, de Enjuiciamiento Civil –España–.
45 No está de más apuntar aquí que para los redactores del “Anteproyecto de Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación” (Kaminker, González de la Vega, Beade, Sprovieri,
Ciocchini, Salgado y Herrera): “el Código Procesal Civil y Comercial con sus reformas si bien
ha perdido actualidad, supone un necesario punto de partida por constituir la vivencia diaria de
los diversos intervinientes en la litigiosidad” (pág. 8, Ed. Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2015).
46 Highton expresó en la VII Conferencia de Jueces que, según estadísticas sobre el total
mediado, sólo un tercio de los casos llegan a juicio (https://www.cij.gov.ar/nota-23902-VII-Confe-
rencia-Nacional-de-Jueces--panel-Protecci-n-de-los-m-s-vulnerables.html [Consultado el 20/05/
2019]).
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Derecho Procesal
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Derecho Procesal
nudo de la propuesta procesal: acudir con imaginación y sin mengua del derecho de
defensa hacia una instrucción lo más próxima a la tutela judicial en concreto.
53 Peyrano, Jorge W., “El proceso civil. Principios y fundamentos”, pág. 49, Ed. Astrea, 1978.
54 CSJN, Fallos: 238:550.
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Derecho Procesal
excepciones en textos jurídicos cuya literalidad no las incluye han servido y sirven para
posibilitar que textos antiguos o aun obsoletos, llámense constituciones, códigos o
leyes, sobrevivan tras cambios importantes operados en las circunstancias vigentes o
previsibles al momento de la sanción de ellos y que, todo hace suponer, fueron las
tomadas en cuenta al dictarlos”55.
Mas para ello debe prevalecer un procedimiento que le permita esas incursiones
sin incidencias burocráticas
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Derecho Procesal
7. Cierre parcial
No innovamos si afirmamos que el proceso civil escrito altera sustancialmente la
sana administración de justicia, cuando pese al numerus clausus de magistrados, el
incremento de causas civiles judicializadas y de abogados matriculados exige esfuer-
zos destinados a coordinar las tareas del tribunal en pos de proveer cada requisitoria.
Ante la emergencia, las respuestas pasan siempre por extender los límites de los
recursos humanos existentes.
Queda pendiente extender la inmediación. Queda pendiente satisfacer la manda
convencional y constitucional de tutela efectiva y concreta. La simplificación, la concen-
tración de actos, la gestión oficiosa, el anticipo en la producción de elementos proba-
torios decisivos, exige algo más que “llevar la causa”, “proveer lo que se pide”.
La transformación de los principios procesales y la irrupción de otros son la
respuesta necesaria al infortunio que avizoraba Sentís Melendo.
El procedimiento vigente lleva un diseño de hace más de cuatro décadas. Ha sido
remozado recientemente con un riguroso monto mínimo de apelación.
La simplificación y concentración del procedimiento y de los actos procesales
continúa pendiente hoy.
100
EL NUEVO PRINCIPIO PROCESAL DE LA CONSECUENCIA1
Cita: RC D 973/2019
Sumario: I. Introducción. II. Presentación del nuevo principio. III. Antecedentes jurisprudenciales. III.a.
Superior Tribunal de Justicia de Corrientes. III.a.1. Expte. C1272509/4, “Cardozo Otero, Daniel
c/Aguas de Corrientes SA y Estado de la Provincia de Corrientes s/Reivindicación”. III.a.2. Expte.
41262/9, JCC12, “Maidana, Evaristo Gregorio c/Domínguez, José Dardo y/o C. O. O. s/Desalojo”.
III.b Cámara de Apelaciones Civil, Comercial y Laboral de la ciudad de Reconquista. III.b.1. Expte. 187,
“Vernazza, Hugo Luis c/Amateis, Juan o Amateis, Juan Alberto y/o t. o. s/Dem. sum. de desalojo
por falta de pago”. III.c. Otros casos. IV. Cierre.
I. Introducción
La filosofía contemporánea, especialmente la de Deleuze, no se plantea la “clausu-
ra” de la filosofía toda, sino su apertura, su conexión múltiple con otras disciplinas
(economía, biología, literatura, pintura)2. Así el Derecho Procesal debe plantearse la
conexión con otras ciencias para encontrar soluciones a los problemas del proceso
actual.
A partir de esa conexión, usufructuamos el pensamiento del filósofo francés referido
a la “línea de fuga” para fundamentar este nuevo principio procesal.
Recordemos qué es la “línea de fuga”; algunos autores nos dicen que siempre hay
lugares, situaciones, hechos, experiencias, por donde todo se escapa3. Para otros, el
pensar sigue su curso, es abrirse a otras formas, romper con lo estructurado4. Es decir,
1 Principio expuesto por el Dr. Pablo M. Teler (Juez Civil y Comercial Nº 12 de la ciudad de
Corrientes) en la “Microcharla” del VI Encuentro Nacional de la FAEP llevado a cabo el 16 de
noviembre de 2018, en la Facultad de Derecho de la UBA y por quien suscribe el presente en la
Jornada Preparatoria del XXX Congreso Nacional de Derecho Procesal celebrado en San Nicolás
(Bs. As.) el 8 de marzo de 2019.
2 Fernández, Luis Diego, “Gilles Deleuze: fuga y control”, en https://www.eternaceden-
cia.com.ar/blog.html.
3 Deleuze, 2007, p. 43, citado por González Montero, Sebastián Alejandro, “Líneas de
fuga: transformación y cambio social”, Estudios Políticos, 45, Instituto de Estudios Políticos,
Universidad de Antioquía, pp. 115-133.
4 Ibarra Páez, Miriam y Toledo, David Bautista, “Sobre el anti-Edipo: Deleuze y Guattari”,
en Revista Entre Líneas, Nº 13, 22.6.2006.
101
Derecho Procesal
“la línea de fuga” es un camino por el que se abandona lo establecido, lo conocido para
llegar a lo nuevo, diferente, creativo. Como bien lo explica Peyrano5, abrir una línea de
fuga es zafar de las codificaciones y ejercer lo inédito. La creación siempre se produce
sobre una línea de fuga que es una huída por la cual se abandona lo que debía ser en
pos de algo diferente.
Ahora bien, llevado al plano que nos interesa, diremos que el Principio de la
Consecuencia es una “línea de fuga” que brinda el Derecho Procesal para dar
respuestas de manera excepcional y acotada a los derechos en juego de forma efectiva
y eficiente.
102
Derecho Procesal
8 De los Santos, Mabel, Principio de congruencia, en Peyrano, Jorge W., director; Barberio,
Sergio y Sola, Marcela, coordinadores, Principios procesales, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2011,
t. I, p. 200.
9 Powell, The logic and rhetoric, S. E., I, 474 y 477, citado por Linares, ob. cit., p. 90.
10 Perelman, Ch., La lógica jurídica y la nueva retórica, Civitas, 1988, p. 186.
11 Pound, citado por Kocourek, La libre investigación en Estados Unidos, 83, n. 4, citado por
Linares, Juan Francisco, Razonabilidad de las leyes. El “debido proceso” como garantía innomi-
nada en la Constitución Argentina, Astrea, 1970, p. 87.
12 Morello, Augusto, Recientes tendencias en la posición del juez, en El juez y la Magistratura,
publicación del Instituto Iberoamericano de Derecho Procesal, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 1999,
p. 63.
13 Maggs, The institution and the recovery legislation, etc. S. E., I, 497, citado por Linares, ob.
cit., p. 88.
14 Sentencia Nº 63, del 30.7.2013.
103
Derecho Procesal
en perjuicio de toda la sociedad; el inmueble estaba ocupado con una instalación del
Estado con una obra del dominio público que beneficiaba la salud de la población,
ordena rechazar la demanda y que, en la etapa de ejecución de sentencia, se
reconozca al dueño el valor del inmueble, como una especie de expropiación.
Aclaramos, en los escritos postulatorios básicos, ninguna de las partes había
solicitado el pago del valor del inmueble, sí la devolución del mismo. El bien debía
haber sido devuelto al particular demandante por aplicación del principio de congruen-
cia. Sin embargo, al existir en el inmueble una obra pública que beneficiaba a toda la
sociedad, la consecuencia más razonable, lógica y acotada a los hechos fue la
adoptada por el STJ, es decir, sin expresarlo de manera literal, ha aplicado el Principio
de la Consecuencia.
104
Derecho Procesal
IV. Cierre
Hemos presentado el Principio de la Consecuencia de aplicación excepcional y
acotada, una “línea de fuga” del procedimiento para la valoración de lo que no es
habitual, con el fin de conceder la solución justa del caso.
105
LA LEGITIMACIÓN DEL DEFENSOR DEL PUEBLO EN EL
ANTEPROYECTO DE LEY DE DEFENSA DEL CONSUMIDOR
Cita: RC D 1082/2019
Sumario: I. Introducción. II. El Defensor del Pueblo como mecanismo eficaz para la prevención y
solución de conflictos de los consumidores. III. La legitimación del Defensor del Pueblo en el Ante-
proyecto de Ley de Defensa del Consumidor. IV. Conclusión.
I. Introducción
La figura del Defensor del Pueblo alcanzó el rango constitucional en la Reforma de
1994. Allí se consagró el artículo 86 de la Carta Magna, en el cual se dotó al
Ombudsman de facultades de control de la Administración Pública, así como también
la protección de los derechos humanos y demás derechos y garantías tutelados en la
Constitución Nacional.
En paralelo, en dicha reforma constitucional se incorporaron los derechos de los
consumidores a través del texto establecido en el artículo 42 de la Ley Fundamental.
De este modo, el constituyente previó la protección expresa de los derechos e
intereses de estos sujetos, así como también dispusieron una serie de mandatos para
que las autoridades fijasen mecanismos, procedimientos y medidas de protección de
los mentados derechos.
En virtud de ello, se puede vislumbrar un primer punto de partida en el segundo
párrafo del artículo 43 de la Constitución Nacional, en donde confluyen los artículos 42
y 86 de dicho cuerpo normativo. En efecto, a través del amparo colectivo se previó la
legitimación del Defensor del Pueblo para interponer este tipo de acciones a fin de
buscar la tutela de ciertos derechos, entre ellos, los relacionados con los consumido-
res. Esto puede ser considerado como la piedra basal a fin de construir un andamiaje
jurídico tendiente a desarrollar plenamente las previsiones de los artículos 42 y 86 de
la Carta Magna, a los que se hizo referencia anteriormente.
Sin embargo, a poco de cumplirse 25 años de la Reforma Constitucional de
1994, escaso fue el avance en ambas materias, arrojándose como resultado un débil
desarrollo de la figura del Ombudsman y, en paralelo, una falta de mecanismos
adecuados y eficaces para la canalización de reclamos y solución de conflictos de los
consumidores.
En este contexto, más allá de las intenciones que se tuvieron con la sanción de la
Ley 26.361, en el Anteproyecto de Ley de Defensa del Consumidor (en adelante,
“Anteproyecto”) presentado en diciembre pasado ante el Ministerio de Justicia y
Derechos Humanos de la Nación se proponen algunas medidas tendientes a sanear el
déficit mencionado anteriormente.
106
Derecho Procesal
107
Derecho Procesal
derrota, entre otros4. Estas barreras fueron advertidas como obstáculos habituales que
presentan los mecanismos judiciales tradicionales de reclamación5.
En esta línea de pensamiento, la doctrina también fue conteste sobre este tema,
asignándole a la legitimación del Ombudsman una función de acceso a la justicia. Uno
de los primeros en observar esta ventaja fue Maiorano, quien sostuvo que el Defensor
del Pueblo constituía una alternativa para que los ciudadanos encuentren amparo a
sus derechos. Para ello, partió de la base de que el proceso judicial podía desalentar
el reclamo del individuo y es por ello que el Defensor del Pueblo se erigía como una
vía gratuita y confiable para la gestión de su reclamo6.
Por su parte, Palacio sostuvo que uno de los principales fundamentos de la
legitimación procesal del Defensor del Pueblo era la de acudir a la justicia para
representar a aquellos sujetos que por diversos motivos se encontrasen impedidos de
acceder a ella. Es por ello que el constituyente le otorgó una legitimación extraordina-
ria7. Por estos motivos, al ser el consumidor vulnerable per se8, en muchas ocasiones
tiene dificultades para acceder a una tutela judicial efectiva de sus derechos, por lo cual
el Ombudsman constituye una poderosa herramienta a su disposición para demoler las
barreras que pudieren presentársele.
En este contexto, se inserta la importancia del Ombudsman, quien, a través de su
legitimación procesal amplia, podrá canalizar los reclamos colectivos para la tutela de
los derechos de los consumidores, constituyendo una vía eficaz para cumplir con el
mandato del artículo 42 de la Constitución Nacional.
Ahora bien, de acuerdo a la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación (en adelante, “Corte Suprema” o “CSJN”), dicho tribunal sólo reconoció legiti-
mación para que el Defensor del Pueblo interpusiese acciones tendientes a tutelar
derechos de incidencia colectiva que tengan por objeto bienes colectivos9. Sin embar-
go, no es de igual manera para aquellos casos en los cuales se interponga la acción
colectiva en tutela de los intereses individuales homogéneos, cuestión que atañe
especialmente a los consumidores en virtud de la naturaleza de sus reclamos10. Esta
4 Cappelletti, Mauro y Garth, Bryant, “El acceso a la justicia”, La Plata, Colegio de Abogados
del Departamento Judicial de La Plata, 1983, pág. 27.
5 UNCTAD, “Manual on Consumer Protection” (Advanced copy), 2016, pág. 92.
6 Maiorano, Jorge L., “El ombudsman y la protección de los derechos del hombre”, en LL
1992-C-791.
7 Palacio, Lino Enrique, “El ‘apagón’ de febrero de 1999, los llamados intereses difusos y la
legitimación del Defensor del Pueblo”, en LL 2000-C-395.
8 Al respecto, la Corte Suprema expresó recientemente lo siguiente: “Que el artículo 42 de
la Constitución Nacional establece que los consumidores y usuarios de bienes y servicios tienen
derecho, en la relación de consumo, a la protección de su salud, seguridad e intereses económi-
cos; a una información adecuada y veraz; a la libertad de elección y a condiciones de trato
equitativo y digno. Dicha norma revela la especial protección que el constituyente decidió otorgar
a los usuarios y consumidores en razón de ser sujetos particularmente vulnerables...” (Fallos:
340:172). Ésta es una circunstancia –reconocida por el miembro informante convencional Irigoyen
en la Asamblea Constituyente de 1994– es clave para luego hacer la distinción con los denomi-
nados consumidores hipervulnerables, quienes, a la vulnerabilidad que ya tienen por ser consu-
midores, se les agrega otras, tales como ser menor o anciano.
9 Fallos: 330:2800.
10 En el caso “Halabi”, la Corte hizo especial referencia a la legitimación del Defensor del
Pueblo para interponer acciones colectivas para la tutela de los derechos de incidencia colectiva
que tuviesen por objeto bienes colectivos. Sin embargo, cuando se refirió a la otra clase de
derechos de incidencia colectiva (intereses individuales homogéneos) no hizo la aclaración que
sí había realizado anteriormente. A su vez, la ministro Highton de Nolasco dejó expresamente a
salvo su opinión sobre la exclusión de la legitimación del Defensor del Pueblo para esta clase de
intereses.
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Derecho Procesal
11 Nápoli, Sergio M., “La legitimación procesal del Defensor del Pueblo”, en RDA 2003-357;
Rivera (h), Julio César y Rivera, Julio César, “La tutela de los derechos de incidencia colectiva.
La legitimación del Defensor del Pueblo y de las asociaciones del artículo 43, segundo párrafo,
de la Constitución Nacional”, en LL 2005-B-1053.
12 Fallos: 332:111.
13 Jeanneret de Pérez Cortés, María, “La legitimación del afectado, del Defensor del Pue-
blo y de las asociaciones. La reforma constitucional de 1994 y la jurisprudencia”, en LL
2003-B-1333.
14 Cayuso, Susana G., “El Defensor del Pueblo de la Nación. Consecuencias de su reco-
nocimiento constitucional”, en LL 2008-D-984.
15 Maiorano, Jorge Luis, “La legitimación del Defensor del Pueblo para cuestión judicial-
mente de la administración”, en Revista de Derecho Público, Rubinzal-Culzoni, Nº 2, 2010,
pág. 11.
16 “Artículo 52 – Acciones Judiciales. Sin perjuicio de lo dispuesto en esta ley, el consumidor
y usuario podrán iniciar acciones judiciales cuando sus intereses resulten afectados o amenaza-
dos. La acción corresponderá al consumidor o usuario por su propio derecho, a las asociaciones
de consumidores o usuarios autorizadas en los términos del artículo 56 de esta ley, a la autoridad
de aplicación nacional o local, al Defensor del Pueblo y al Ministerio Público Fiscal. Dicho
Ministerio, cuando no intervenga en el proceso como parte, actuará obligatoriamente como fiscal
de la ley. En las causas judiciales que tramiten en defensa de intereses de incidencia colectiva,
las asociaciones de consumidores y usuarios que lo requieran estarán habilitadas como litiscon-
109
Derecho Procesal
sortes de cualquiera de los demás legitimados por el presente artículo, previa evaluación del juez
competente sobre la legitimación de éstas. Resolverá si es procedente o no, teniendo en cuenta
si existe su respectiva acreditación para tal fin de acuerdo a la normativa vigente. En caso de
desistimiento o abandono de la acción de las referidas asociaciones legitimadas la titularidad
activa será asumida por el Ministerio Público Fiscal”.
17 Salgado, José María, “Tutela individual homogénea”, Astrea, Buenos Aires, 2011, pág. 147.
18 “Artículo 171 – Legitimación activa. Tienen legitimación activa: 1. Fundada en derechos
de incidencia colectiva individuales homogéneos, los afectados que demuestran un interés
razonable, el Defensor del Pueblo de la Nación y los Defensores del Pueblo de las Provincias
y de los municipios, las asociaciones que tengan por objeto la defensa de los consumidores
reconocidas por la autoridad de aplicación; 2. Con sustento en derechos de incidencia
colectiva y difusos, los afectados que demuestran un interés razonable, el Defensor del Pueblo
de la Nación y los Defensores del Pueblo de las Provincias, las asociaciones que tengan por
objeto la defensa de los consumidores reconocidas por la autoridad de aplicación, el Ministerio
Público Fiscal y de la Defensa, la autoridad nacional de aplicación y las locales. Los procesos
colectivos de consumo en defensa de los derechos de incidencia colectiva cuentan con el
beneficio de la justicia gratuita”.
19 Por el contrario, sin llegar a ser una preocupación, se eliminaría lo previsto en el artículo 52
de la Ley 24.240, mediante el cual se habilita la posibilidad de que el Defensor del Pueblo pudiese
representar al consumidor en procesos individuales. En efecto, en las disposiciones propuestas
en los artículos 162 y siguientes del Anteproyecto no surge que se haya previsto esta posibilidad.
Sin perjuicio de ello, teniendo en cuenta lo establecido en los artículos 42 y 86 de la Constitución
Nacional, sumado a lo propuesto en el artículo 166 del Anteproyecto (intervención de terceros)
podría permitirse sin problema la representación del Defensor del Pueblo de intereses individuales
de los consumidores.
20 “Artículo 172 – Presupuestos de admisibilidad. Para que sea admisible un proceso colectivo
de consumo es necesario [...] 4. Representación adecuada que sustentan la pretensión de la
clase, acreditada mediante la certificación prevista en el artículo 174”.
21 “Artículo 174 – Certificación de la adecuada representación. Acción promovida por un sujeto
de derecho privado. En el supuesto que el proceso sea iniciado por un sujeto de derecho privado,
el tribunal efectuará una evaluación previa de la existencia de representación adecuada, para
determinar si el actor cuenta con aptitudes suficientes para garantizar la correcta defensa de los
intereses colectivos. Entre otros requisitos, el juez debe tener en cuenta los siguientes paráme-
110
Derecho Procesal
propone una evaluación por parte del juez de la representación adecuada que debe
presentar un sujeto de derecho privado que intente iniciar una acción colectiva en
defensa de los derechos de los consumidores.
Resulta plausible que no se someta al Defensor del Pueblo a dicho escrutinio,
guardando coherencia con el espíritu que inspiró el artículo 86 de la Constitución
Nacional. Por consiguiente, se presupone que el Ombudsman posee la suficiente
capacidad técnica para afrontar esta clase de litigios complejos. Este instituto está
pensado para afrontar conflictos estructurales y potenciar las voces de los sujetos más
indefensos.
IV. Conclusión
Si se toma en cuenta la voluntad de los convencionales constituyentes de 1994,
resulta claro que su intención fue concederle una legitimación procesal amplia con el
objetivo de que pueda cumplir con las misiones y funciones asignadas en el artículo 86
de la Constitución Nacional. De la lectura de los diarios de sesiones puede colegirse
que hubo un gran consenso sobre ello, no existiendo mayores diferencias sobre el
destino que se esperaba para esta figura.
Sin embargo, a muy poco de salir al ruedo, la Corte Suprema soslayó por completo
la voluntad de la Asamblea Constituyente y por casi 15 años denegó sistemáticamente
la legitimación del Ombudsman. Incluso en la doctrina vigente en estos días todavía
quedan algunas dudas sobre el alcance de dicha legitimación (en referencia a los
intereses individuales homogéneos).
Estas deudas se conjugan con otras tales como la tutela de los derechos de los
consumidores y la necesidad de crear mecanismos efectivos para tal fin. Esto agrava
las situaciones de quienes necesitan una adecuada respuesta frente a las vulneracio-
nes cotidianas de sus derechos.
En virtud de ello, es determinante considerar al Defensor del Pueblo como una
herramienta para brindar una efectiva protección a los consumidores. Para ello, es
necesario dotarlo con poderes suficientes para que pueda lograr dichos objetivos. Ésa
es una de las razones de ser de la legitimación procesal contemplada en el artículo 86
de la Constitución Nacional. Motivado y atravesado por el principio pro actione que se
incluyó en nuestro ordenamiento jurídico a partir de la reforma constitucional de 1994
por medio de los Instrumentos Internacionales de Derechos Humanos con jerarquía
constitucional mencionados en el artículo 75, inciso 22, de la Constitución Nacional, es
que el Poder Judicial debe ser flexible en materia de legitimación del Defensor del
Pueblo, ya que éste es el temperamento que debe adoptarse frente a la generosidad
del constituyente al redactar los artículos 43 y 86 de la Constitución Nacional.
En este contexto, la acción colectiva representa una herramienta que se encuentra
a disposición de los consumidores a fin de proteger sus derechos. En esta clase de
procesos resultará clave la participación de las asociaciones de consumidores y del
Defensor del Pueblo, quienes tienen la legitimación para interponer este tipo de
demandas. De esta manera, se podrán sortear los escollos que generalmente se le
presentan a un consumidor en situación de vulnerabilidad para acceder a la justicia. De
este modo, se podrá ver beneficiado sin tener que acudir personalmente ante los
estrados judiciales a litigar. Continuar utilizando los cánones clásicos para tratar los
problemas que conllevan estos nuevos derechos implica profundizar su desprotección.
111
Derecho Procesal
No debe perderse de vista que los consumidores son sujetos de especial tutela
constitucional y por ello es necesario que el legislador provea herramientas acordes a
las necesidades que ellos presentan con el objeto de cumplir con el mandato constitu-
cional impuesto.
En esta línea de pensamiento, el Anteproyecto aparece como una nueva esperanza
tendiente a saldar las deudas mencionadas. Al preverse expresamente la legitimación
activa del Defensor del Pueblo para iniciar acciones colectivas tanto para defender
intereses de incidencia colectiva e individuales homogéneos, se promete brindar un
mecanismo eficaz de solución de conflictos y de reparación para los consumidores.
Por consiguiente, el Anteproyecto es un notorio avance en la protección de los
derechos de los consumidores, cumpliendo con creces los mandatos previstos en los
artículos 42 y 86 de la Constitución Nacional. De este modo se busca establecer reglas
claras en materia de procesos colectivos, incorporando al Ombudsman como un actor
clave para la concreción de los objetivos propuestos. No por nada en aquellas latitudes
en las cuales fueron testigos del nacimiento de este instituto cuenten hoy con lo que se
conoce como Ombudsman del consumidor.
Por todo ello, se hace voto para que este Anteproyecto abandone prontamente este
estado y pase a integrar el plexo jurídico, ampliando la protección de los consumidores
que la Carta Magna manda a tutelar.
112
EL EMBARGO: ¿ESE “CABALLO DE TROYA” JURÍDICO?
A PROPÓSITO DEL ARTÍCULO 745 DEL NUEVO CÓDIGO
Y LOS ALCANCES DE LA RESPONSABILIDAD DEL
ADQUIRENTE DE UN BIEN REGISTRABLE EMBARGADO1
Cita: RC D 1208/2019
Sumario: I. Introducción. II. El caso. III. El embargo: ¿ese “Caballo de Troya” jurídico? IV. ¿Cuál es la
cuantía del monto dinerario a depositar para obtener la liberación del inmueble de la afectación del
embargo? IV.A. Las distintas posturas. IV.B. La evolución de esta problemática. V. ¿Algún cambio a
propósito del artículo 745 del Código? VI. ¿Qué importa hablar de “primer embargante”? VII. La
naturaleza jurídica del embargo. VII.A. La génesis del embargo. VII.B. Un poco de Derecho Compa-
rado. VII.B.1. La doctrina italiana. VII.B.2. La doctrina española. VII.C. La importancia práctica de la
distinción en torno a la naturaleza jurídica del embargo. VIII. En búsqueda de una definición de
embargo. VIII.A. Una necesaria aclaración preliminar. VIII.B. ¿Qué es el embargo? VIII.C. ¿Qué
efectos produce el embargo? VIII.D. Nuestra postura. IX. La naturaleza estructural del embargo.
X. En conclusión. XI. Conclusiones.
I. Introducción
El dictado de un reciente fallo judicial ha despertado nuestro interés por el contro-
vertido tema sobre el que se pronuncia, a saber: la responsabilidad del adquirente
de un bien registrable embargado2.
Tenemos para nosotros que las medidas cautelares en general y el embargo en
particular no han sido objeto de un estudio sistemático lo suficientemente sesudo y
minucioso por parte de la doctrina jurídica argentina.
Esto ha traído aparejado que se haya abierto un campo propicio para el surgimiento
de una multiplicidad de opiniones tan distintas como contradictorias, sobre distintos
temas. Y uno de ellos es el que motiva el presente ensayo.
En efecto, cuando analizamos los alcances de la responsabilidad del adquirente de
un bien registrable embargado no estamos ante un tema novedoso, sino frente a un
problema de vieja data.
Tanto es así que hace ya más de noventa años atrás Juan Antonio Bibiloni lo ponía
sobre el tapete diciendo: “...Sin perjuicio de algunas disposiciones especiales del Có-
digo, el derecho de pedir el embargo o la inhibición del deudor para disponer de sus
113
Derecho Procesal
bienes ha quedado abandonado a las leyes locales de procedimientos. Pero los dere-
chos de las personas no pueden ser definidos, ni limitados por las leyes provinciales...”3
Queda claro de la lectura del pasaje relacionado supra que Bibiloni está recono-
ciendo un problema preexistente, el cual entiende que resulta necesario solucionar.
En efecto, desde hace bastante tiempo se polemiza –tanto a nivel doctrinal cuanto
jurisprudencial– en torno a si el adquirente de un inmueble embargado puede obtener
la liberación del bien mediante el depósito de una suma dineraria y, en tal caso, cuál
es el monto a depositar: ¿el que indica la anotación de la cautela o el que surge de la
planilla de liquidación/actualización de montos del juicio de que se trata?
II. El caso4
En el fallo analizado la Cámara de Apelaciones interviniente resolvió que para desinte-
resar o liberar al embargante era menester consignar el monto publicitado por el asiento
registral, en virtud de no resultar aplicable el artículo 745 del Código Civil y Comercial, toda
vez que el embargo del interesado no era “el primer embargo” en sentido literal anotado
sobre la matrícula del inmueble, tal como lo exige el precepto legal en cuestión.
En efecto, en el propio decisorio judicial de la Cámara de Apelaciones interviniente
se expresa:
“...IV. El actor embargante cuestiona los fundamentos que expuso el Juzgador a fin
de justificar el rechazo del incidente de levantamiento de embargo deducido por la
tercera adquirente del bien inmueble matrícula Nº 144.340 Dpto. Capital (11), Sra.
Malena Sánchez. La queja encuentra génesis en las razones que adujo el sentenciante
a fin de inadmitir el levantamiento del embargo, concretamente en el hecho de que sólo
se solicitara a la tercera adquirente como presupuesto de admisión del incidente el
depósito del monto nominal de la cautelar más los intereses referidos en el fallo y no
el monto del crédito, intereses y costas del juicio correspondientes al juicio donde se
despachó la medida precautoria. El apelante pretende, tal como lo refirió al evacuar la
vista corrida del incidente de levantamiento de embargo, que la adquirente del inmue-
ble depositara no sólo el monto por el cual se trabó la cautelar sino también los
intereses y las costas del juicio (ver sus términos fs. 91/93)...”
Seguidamente, en el decisorio analizado se expresa:
“...Luego el Magistrado constató que el embargo trabado a fin de garantir el reclamo
intentado en los presentes autos por el Sr. Luis Martín Prego Rodríguez no era el
primero que constaba ingresado, razón por la cual concluyó en la inaplicabilidad de la
normativa contenida en el art. 745 del CCC...”
Y, finalmente, se termina señalando:
“...Del texto de la norma surge expresamente que la reglamentación de la preferen-
cia al cobro de la totalidad del crédito, léase capital, intereses y costas, fue dispuesta
sólo a favor del primer embargante y el aquí apelante no reviste tal carácter...” (el
subrayado nos pertenece).
Si leemos el asiento registral advertimos que los embargos a desinteresar son
cinco, anotados en la columna b) de la Matrícula Nº 144.340 (11) correspondiente a
“Gravámenes, restricciones e interdicciones”, allá por los apartados b-44), b-45), b-46),
b-48) y b-49). Y el embargo en b-44) no se corresponde con el acreedor que impugna
3 Ver Juan Antonio Bibiloni en “Anteproyecto de Reformas al Código Civil Argentino”, Tomo
II, Obligaciones, Editorial Valerio Abeledo, Buenos Aires, 1929, página 20.
4 Ver Cámara de Apelaciones de Sexta Nominación en lo Civil y Comercial de Córdoba, Auto
Nº 23 de fecha 26/02/2019, en autos caratulados “Prego Rodríguez, Luis Martín c/Sánchez,
Carlos Pastor y otro. Ordinario. Cobro de Pesos. Cuerpo. Prego Rodríguez, Luis Martín c/Sán-
chez, Carlos Pastor y otro. Ordinario. Cobro de Pesos. Expte. Nº 245.520”.
114
Derecho Procesal
o recurre, y –al decir del fallo anotado– sólo éste gozaría de la preferencia que le
acuerda el artículo 745 del Código5.
A partir de los extremos del fallo en crisis nos surgen los siguientes interrogantes,
a saber: a) ¿qué debe entenderse por primer embargante?; b) ¿qué es el embargo?;
c) ¿para desinteresar al acreedor embargante basta con pagar el monto publicitado por
asiento del Registro, o es menester pagar el monto actualizado del crédito adeudado,
comprensivo de los rubros de capital, intereses y costas judiciales?
Seguidamente habremos de analizar estos temas a fin de intentar dar una respues-
ta a estos interrogantes.
5 Valga aquí formular una pequeña crítica al fallo anotado, que en realidad es bastante
común, y que trasunta en una patología en materia de redacción de resoluciones judiciales (más
precisamente, sentencias y autos) de segunda instancia, a saber: lo ayuna que resulta la
descripción de los hechos que conforman la plataforma fáctica sobre la que debe pronunciarse el
juez. Dicho más derechamente, cuando uno lee un fallo de segunda instancia suelen quedar
confusos o poco claros tanto los extremos fácticos sobre los que debe pronunciarse el juzgador,
cuanto el thema decidendum, es decir, el tema controvertido, a decidirse por el juez interviniente.
6 Recordemos que estaba situada en el Estrecho de Dardanelos, que vierte sus aguas en
el Mar Egeo y éste –a su vez– en el Mar Negro.
7 En general, los historiadores coinciden en que esta guerra habría apenas durado cerca
de nueve años.
8 Hay quienes sostienen que sí existió a partir –fundamentalmente– de la obra del poeta
romano Virgilio (Eneida) y quienes la niegan como el geógrafo e historiador griego Pausanias
(Descripción de Grecia). Recientemente el debate se ha reeditado a partir de la obra de Francesco
Tiboni, arqueólogo italiano que sostiene que el Caballo de Troya era en realidad un barco con una
cabeza de caballo tallada en madera en la proa (ver Francesco Tiboni en “The Dourateous Hippos
from allegory to archaeology. A Phoenician Ship to Break the Wall”, en “Archaeologia Maritima
Mediterranea” an International Journal on Underwater Archaeology, 13, páginas 91-104).
9 “...Sí, mujer, con gran exactitud lo has contado. Conocí el modo de pensar y de sentir de
muchos héroes, pues llevo recorrida gran parte de la tierra: pero mis ojos jamás pudieron dar con
un hombre que tuviera el corazón de Odiseo, de ánimo paciente, ¡Qué no hizo y sufrió aquel fuerte
varón en el caballo de pulimentada madera, cuyo interior ocupábamos los mejores argivos para
llevar a los troyanos la carnicería y la muerte! Viniste tú en persona –pues debió de moverte algún
numen que anhelaba dar gloria a los troyanos– y te seguía Deífobo, semejante a los dioses. Tres
veces anduviste alrededor de la hueca emboscada tocándola y llamando por su nombre a los más
valientes dánaos y, al hacerlo, remedabas la voz de las esposas de cada uno de los argivos...”
(Homero, Odisea, IV, 265-290).
10 “...¡Qué locura tan grande, pobres ciudadanos! ¿Del enemigo pensáis que se ha ido? ¿O
creéis que los dánaos pueden hacer regalos sin trampa? ¿Así conocemos a Ulises? O encerrados
115
Derecho Procesal
Caballo de Troya consistió en un regalo que le hicieron los aqueos o “argivos” (es decir,
los helenos o griegos) a los troyanos después de diez años de una guerra de asedio
que terminó siendo infructuosa.
Como reconocimiento al triunfador troyano los helenos abandonaron el campo de
batalla, recogieron sus pertenencias y pertrechos, y se embarcaron a la isla de Téne-
dos, dejando atrás tierras troyanas. Y como reconocimiento al vencedor le regalaron
una estatua de madera con forma de caballo: el famoso “Caballo de Troya”11, que los
troyanos tomaron e ingresaron a su ciudad por el pórtico principal, trasponiendo los
altos muros de su fortaleza defensiva, y se dieron a los festejos desmedidos.
Dentro del caballo estaban ocultos un grupo de generales –dirigidos por Ulises u
Odiseo, autor intelectual de esta estratagema–, quienes luego de que los troyanos festeja-
ran el triunfo hasta desfallecer de cansancio y ebriedad, procedieron a abrir las puertas de
la ciudad para que los helenos entraran, mataran a sus enemigos y tomaran la ciudad.
¿Cuál es el sentido metafórico12 del “Caballo de Troya”?
Pues que lo que parece ser un trofeo, un premio o un reconocimiento terminó
siendo en sí mismo un problema, y en el caso puntual la causa de la derrota y la
destrucción de la ciudad de Troya13.
¿Qué vinculación tiene con la problemática del embargo?
Pues que el embargo parece comportarse como una suerte de “Caballo de Troya”
jurídico, toda vez que si alguien quiere vender un bien inmueble embargado se topa
con el problema de que el adquirente tendrá el inconveniente de saber si responderá
por el monto nominal publicitado o por el importe del embargo actualizado a la fecha
del pago. Y ello puede llevar a que el negocio jurídico no se realice, con el consiguiente
perjuicio que ello puede acarrear al vendedor.
en esta madera ocultos están los aqueos, o contra nuestras murallas se ha levantado esta
máquina para espiar nuestras casas y caer sobre la ciudad desde lo alto, o algún otro engaño se
esconde: teucros, no os fiéis del caballo. Sea lo que sea, temo a los dánaos incluso ofreciendo
presentes...” (Virgilio, Eneida, Libro II).
11 Recordemos que lo troyanos eran famosos por la calidad de los caballos que comerciaban.
12
Destáquese que hablamos de metáfora en sentido estricto. Recordemos que la metáfora
integra junto a la metonimia y a la sinécdoque el género común del tropo, y que suelen confundirse
y emplearse de manera promiscua estas figuras, denominando –por ejemplo– erróneamente
metáfora a lo que no lo es. Y tampoco olvidemos que hay autores que no admiten que haya
diferencias entre metonimia y sinécdoque. Verbigracia: sería un error catalogar como un supuesto
de metáfora la expresión “desenvainó el acero (en el sentido de espada)”, pues el tropo pertinente
es la sinécdoque.
13 “...El caballo estaba en pie, y los teucros, sentados a su alrededor, decían muy confusas
razones y vacilaban en la elección de uno de estos tres pareceres; hender el vacío leño con el
cruel bronce, subirlo a una altura y despeñarlo, o dejar el gran simulacro como ofrenda propicia-
toria a los dioses; esta última resolución debía prevalecer, porque era fatal que la ciudad se
arruinase cuando tuviera dentro de aquel enorme caballo de madera donde estaban los más
valientes argivos, que causaron a los teucros el estrago y la muerte [...] Cantó cómo los aqueos,
saliendo del caballo y dejando la hueca emboscada, asolaron la ciudad; cantó asimismo cómo,
dispersos unos por un lado y otros por otro, iban devastando la excelsa urbe, mientras que Odiseo,
cual si fuese Ares, tomaba el camino de la casa de Deífobo, juntamente con el deiforme Menelao.
Y refirió cómo aquél había osado sostener un terrible combate, del cual alcanzó Victoria por el
favor de la magnánima Atenea...” (Homero, Odisea, VIII, 490).
116
Derecho Procesal
14 Ver CNCiv., en pleno, 23/08/2001, en autos: “Czertok, Oscar y otro c/Asistencia Médica
Personalizada SA y otro”, L. L. 2001-E, 655.
15 Es dable recordar que no se trató de un fallo plenario unánime, sino que hubo disidencias.
16 Ver CNCiv., en pleno, 23/08/2001, en autos: “Czertok, Oscar y otro c/Asistencia Médica
Personalizada SA y otro”, L. L. 2001-E, 655.
17 La denominación completa del expediente es: “Banco de Italia y Río de la Plata c/Corbeira
Rey, Teresa s/Ejecutivo”.
18 Vide L. L. 1983-D, 476.
19 Ver CNCom., en pleno, 10/10/1983, en autos: “Banco de Italia y Río de la Plata c/Corbeira
Rey, Teresa s/Ejecutivo”, L. L. 1983-D, 476.
20 Ver CSJN, 07/05/1934, J. A. 46-453.
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Derecho Procesal
21 Ver Cámaras Civ. y Com. de Cba., Plenario Nº 13 de fecha 08/07/1982, en autos: “Zabala,
Hugo C. c/Erio S. Moretto. Ordinario”, Bol. Jud. de Cba., T. XXVII, Vol. 1, enero de 1983, p. 11.
Cabe recordar que, instituida la obligatoriedad de los fallos plenarios por Ley 4782 –art. 1343 del
CPC anterior–, fue luego derogada en el año 1984 por mandato de la Ley 7157.
22 Ver CNCom., en pleno, 10/10/1983, en autos: “Banco de Italia y Río de la Plata c/Corbeira
Rey, Teresa”, L. L. 1983-D, 476.
23 Ver CNCiv., en pleno, 23/08/2001, en autos: “Czertok, Oscar y otro c/Asistencia Médica
Personalizada SA y otro”, L. L. 2001-E, 655.
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Derecho Procesal
24 Es dable recordar que no se trató de un fallo plenario unánime, sino que hubo disidencias.
25 Es menester recordar que tampoco fue un fallo plenario unánime, sino que hubo disidencias
–totales y parciales–, lo que denota la naturaleza controvertida del tema en cuestión.
26 Es dable recordar que este Anteproyecto fue confeccionado por el Instituto de Derecho Civil
del Ministerio de Justicia de la Nación, dirigido por el Doctor Jorge Joaquín Llambías.
119
Derecho Procesal
Los embargos ulteriores sólo afectarán el sobrante del producido de la venta, después
de satisfechos los créditos que hayan obtenido embargos anteriores...” (el subrayado
nos pertenece).
A estas alturas bien podemos preguntarnos: ¿la previsión contenida en el artículo
745 del Código resuelve el viejo debate doctrinal entre las posturas amplia y restringida?
Para responder este interrogante es menester indagar y pronunciarse previamente
sobre una serie de temas, a saber: 1) ¿Qué importa hablar de primer embargante? 2)
Naturaleza jurídica del embargo. 3) Naturaleza estructural del embargo.
Seguidamente habremos de analizar los mismos.
27 Sería el caso de quien –por ejemplo– grava un inmueble que hasta ese momento estaba
libre de gravámenes. O también –como en el fallo anotado– entre cinco embargos sólo es primer
embargante el correspondiente a b-44), y ninguno de los cuatro subsiguientes.
28 En el fallo anotado hablamos de cinco embargos anotados en b-44), b-45), b-46), b-48) y
b-49). El embargo en b-44) sería primer embargante respecto de los subsiguientes. Y pagado
éste, el embargo en b-45) lo sería respecto de los tres restantes. Y así sucesivamente. ¡Adviértase
la diferencia de criterio respecto de la posición que hemos dado en llamar literal!
29 Ver “Código Civil y Comercial de la Nación. Comentado” de Ricardo Luis Lorenzetti
(Director), Miguel Federico De Lorenzo y Pablo Lorenzetti (Coordinadores), Tomo V, Arts. 1882 a
2161, Primera edición, Rubinzal-Culzoni Editores, Santa Fe, 2015, página 58.
30 Que correctamente traducido significa: “Primero en el tiempo, mejor en el Derecho”.
31 En este sentido se pronuncian: Podetti y Busso –entre otros–.
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122
Derecho Procesal
Tal el caso de quienes entienden que estamos ante un Derecho Real de carácter
Procesal (RÍOS SALMERÓN39, MOLINARIO40 y ALTERINI41, entre otros), postura que
no compartimos.
Pero repasemos, seguidamente, algunos lineamientos en materia de embargo
seguidos en términos de Derecho Comparado.
39Ver B. Ríos, en “Los privilegios del crédito salarial”, Civitas, Madrid, página 451.
40 Según Luis Moisset de Espanés en sus clases en el Instituto de Derecho Comparado de la
Academia Nacional de Derecho de Córdoba.
41 Ver María Eugenia Alterini, en “El embargo como Derecho Real Procesal”, en Revista del
Notariado, Nº 879, páginas 89 y subsiguientes.
42 Ver P. Calamandrei en “Instituciones de Derecho Procesal Civil”, Volumen I, Traducción de
Santiago Sentís Melendo, Librería El Foro SA, Buenos Aires, 1996, páginas 170/171.
43 Vide “Contributo alla teoría del pignoramento”, 1936, página 4.
44 Vide “Struttura del pignoramento e del sequestro conservativo”, 1953, páginas 2/33.
45 De aquí tomamos el título de este apartado del presente ensayo.
46 Sostenida por autores tales como Pugliatti, Coviello, Franceschelli, Barassi, entre otros.
47 Sostenida por autores tales como Carnelutti, Liebmann, Carnacini, entre otros.
123
Derecho Procesal
cuando los intérpretes se dividían entre aquellos que sostenían la naturaleza real de la
prenda y la hipoteca, y aquellos que la negaban, reconociendo en la garantía real una
modalidad de la acción ejecutiva...” (el subrayado nos pertenece)48.
En fin, en el Derecho italiano el juez expropia del deudor la facultad de disposición
del bien pignorado (o embargado), con lo cual el embargo importa (aunque no se lo
denomine así) una causal de indisponibilidad del bien afectado por dicha medida.
Embonan esta afirmación las propias palabras del ilustre jurista italiano Carnelutti,
quien tiene dicho que “[la pignorabilidad es] [...] la idoneidad de los bienes para ser
objeto de responsabilidad por restitución mediante expropiación...”49
Así pues, bien podemos decir que el “pignoramento” italiano es el acto o la medida
del ordenamiento jurídico italiano que reviste un parentesco más cercano (sin tratarse
de la misma medida) a nuestro “embargo”. Y decimos “más cercano” pues el embargo
en nuestro Derecho reviste naturaleza jurídica procesal o ritual, mientras que en otros
sistemas jurídicos (en este caso el italiano) reviste naturaleza sustancial50.
124
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Derecho Procesal
Dicho más derechamente una cuestión es lo que el embargo es, que responde a la
pregunta “¿qué es el embargo?”, y otra distinta es la atinente a las consecuencias del
embargo, que contesta el interrogante acerca de “¿qué efectos produce el embargo?”.
54 Ver Hugo Alsina en “Tratado teórico-práctico de Derecho Procesal Civil y Comercial”, Tomo
V, Segunda edición, Editorial Ediar SA, Buenos Aires, 1962, página 62.
55 Ver Ramiro Podetti en “Tratado de las Ejecuciones”, Editorial Ediar SA, Buenos Aires, 1952,
página 143.
56 Ver Hugo Alsina en “Tratado teórico-práctico de Derecho Procesal Civil y Comercial”, Tomo
V, Segunda edición, Editorial Ediar SA, Buenos Aires, 1962, página 62.
57 Ver Ramiro Podetti en “Tratado de las Ejecuciones”, Editorial Ediar SA, Buenos Aires,
1952, página 143.
126
Derecho Procesal
Tenemos para nosotros que el embargo no impide la disposición del bien, sino que
la limita o restringe, tal como lo enseña Podetti.
Embona nuestra posición lo dispuesto por el artículo 1009 del Código Civil y
Comercial de la Nación (Ley 26.994 y modificatorias), que prevé:
“Art. 1009 – Bienes litigiosos, gravados, o sujetos a medidas cautelares. Los bienes
litigiosos, gravados, o sujetos a medidas cautelares, pueden ser objeto de los contra-
tos, sin perjuicio de los derechos de terceros [...] Quien de mala fe contrata sobre esos
bienes como si estuviesen libres debe reparar los daños causados a la otra parte si
ésta ha obrado de buena fe...” (el subrayado nos pertenece).
De la lectura del mismo queda claro que un bien embargado puede ser objeto de
disposición, más allá de que las facultades de disposición del titular estarán limitadas,
restringidas o acotadas en virtud de la medida cautelar de que se trata.
58 Hemos elaborado este título a partir de los estudios realizados por la doctrina italiana, tal
como habremos de analizar seguidamente.
59 En este caso no estamos ante una sentencia stricto sensu, pero sí ante una resolución
judicial que le resulta equiparable, por “causar estado”.
127
Derecho Procesal
decir, bienes en sentido estricto– (por ejemplo, un inmueble) cuanto derechos –es
decir, bienes en sentido amplio– (verbigracia, los derechos posesorios sobre un
inmueble).
Ahora bien, ¿en función de qué se podrá embargar?
Pues en función de un crédito insoluto, o –en otras palabras– de una obligación
incumplida.
Tenemos para nosotros que resulta fundamental precisar la extensión del embargo,
es decir, señalar cuál es el monto de la medida cautelar, en función de que concebimos
al embargo como una cautelar que afecta una porción del valor de la cosa al pago de
un crédito insoluto.
Dicho más derechamente, según qué se entienda por embargo (definición de
embargo) se seguirá de ello si la expresión del monto del mismo es o no una conditio
sine qua non.
X. En conclusión
Motiva el presente ensayo analizar si el viejo debate doctrinal y jurisprudencial
reflejado –quizá de una manera simplista pero clara– por los fallos “Plenario Czertok”60
y “Plenario Banco de Italia y Río de La Plata”61 se ha visto solucionado y superado con
la regulación legal contenida en el artículo 745 del Código Civil y Comercial.
¿Por qué surge nuestra inquietud?
Pues debido a que en ocasiones los códigos rituales locales62 prevén que el
embargo ya incluye –en el monto publicitado– los rubros correspondientes a capital,
intereses y costas judiciales adeudadas, razón por la cual pagando el monto publicitado
(tesis restrictiva: “Plenario Banco de Italia y Río de la Plata”) ya se estará dando
cumplimiento al texto literal del artículo 745 del Código Civil y Comercial, que parece63
responder al temperamento del “Plenario Czertok” (tesis amplia).
Pero el monto publicitado no necesariamente será el importe actualizado que surja
de la planilla de liquidación y actualización de capital, intereses y costas judiciales a la
fecha del pago de la deuda.
Si la ratio legis es que se refleje la tesis amplia plasmada en “Plenario Czertok”64
60 Ver CNCiv., en pleno, 23/08/2001, en autos: “Czertok, Oscar y otro c/Asistencia Médica
Personalizada SA y otro”, L. L. 2001-E, 655.
61 Es dable recordar que no se trató de un fallo plenario unánime, sino que hubo disidencias.
62 En Córdoba la ley del rito o foral en materia civil y comercial prevé que el embargo
preventivo incluye en su cuantía (monto) los rubros correspondientes a capital, intereses y costas
judiciales provisorias. En efecto, el artículo 471 del Código Procesal Civil y Comercial de la
Provincia de Córdoba (Ley 8465) prescribe lo siguiente, a saber: “...El embargo preventivo se
limitará a los bienes necesarios para cubrir la deuda, intereses y costas provisorias...” Por tanto,
el embargo ya incluye en su monto los importes correspondientes a capital adeudado, intereses
devengados y costas causídicas. De esta manera, entendemos que cuando el artículo 745 del
Código Civil y Comercial de la Nación prevé que el embargante anterior tendrá preferencia de
cobro de su crédito respecto del posterior, incluyendo los rubros correspondientes a capital,
intereses y costas, deviene redundante en función de la ley ritual cordobesa; ello, toda vez que el
embargo “cordobés” ya incluye capital, intereses y costas en su monto, en función de la ley forense
local. Ahora bien, esto es lo que acontece en Córdoba, pero no necesariamente ésta es la realidad
de otras provincias.
63 Decimos “parece” en virtud de las dudas que nos genera el texto legal, y que motivan el
presente trabajo.
64 Ver CNCiv., en pleno, 23/08/2001, en autos: “Czertok, Oscar y otro c/Asistencia Médica
Personalizada SA y otro”, L. L. 2001-E, 655.
128
Derecho Procesal
65 Es dable recordar que no se trató de un fallo plenario unánime, sino que hubo disidencias.
66 En clases solemos preguntar a los alumnos: “¿Para qué existen los Registros Inmobilia-
rios? Para registrar”, contestan los alumnos, en una respuesta que refleja una suerte de verdad
de Perogrullo. En verdad, la finalidad de la registración inmobiliaria es generar oponibilidad, tanto
de situaciones jurídicas (v. gr., embargo), cuanto de relaciones jurídicas (v. gr., negocios jurídi-
cos).
67 Ver CNCiv., en pleno, 23/08/2001, en autos: “Czertok, Oscar y otro c/Asistencia Médica
Personalizada SA y otro”, L. L. 2001-E, 655.
68 Es dable recordar que no se trató de un fallo plenario unánime, sino que hubo disidencias.
129
Derecho Procesal
XI. Conclusiones
1) Por primer embargante debe entenderse a aquel embargante de un bien que ya
ha sido objeto de distintos gravámenes, pero que resulta prioritario respecto de otro
embargante posterior con el cual se encuentra en conflicto.
2) El primer embargante no goza de un privilegio, sino de una preferencia de distinta
naturaleza, que emerge en virtud de la afectación que importa el embargo, la que no
puede modificarse –en perjuicio del embargante– por actos posteriores, sin autoriza-
ción legal. Y, puntualmente, en materia registral inmobiliaria la preferencia del primer
embargante está determinada por la fecha de toma de razón de la medida, conforme
el principio de prioridad directa inicial consagrado por los artículos 19 y 40 de la Ley
17.801.
3) El embargo es una medida cautelar de naturaleza procesal que consiste en la
afectación de una porción del valor de la cosa al pago de un crédito, y que produce la
limitación de la facultad de disposición del bien afectado por dicha especie de medida
cautelar.
4) Si el embargo consiste en la afectación de una porción del valor de la cosa al
pago de un crédito la expresión de monto es una condición necesaria. De no adscribir-
se a esta postura no resulta necesario que se consigne monto alguno en materia de
embargo de bienes, aunque en este último caso se diluyen las diferencias entre el
embargo y la anotación de litis.
5) Creemos que el viejo debate doctrinal y jurisprudencial reflejado –quizá de una
manera simplista pero clara– por los fallos “Plenario Czertok” y “Plenario Banco de
Italia y Río de La Plata” no se ha visto solucionado acabadamente con la regulación
legal contenida en el artículo 745 del Código Civil y Comercial de la Nación.
6) Si la ratio legis del artículo 745 del nuevo Código es que refleje la tesis amplia
plasmada en el “Plenario Czertok” sería recomendable reformular su texto legal en los
siguientes términos, a saber: “Art. 745 – Prioridad del primer embargante. Se entiende
por embargo la afectación de una porción del valor del bien afectado por esta medida
al pago de un crédito. El acreedor que obtuvo el embargo de bienes de su deudor tiene
derecho a cobrar íntegramente su crédito, lo que importa que los rubros correspondien-
tes a capital, intereses y costas judiciales estén actualizados al momento del pago, más
allá del importe publicitado en los registros respectivos en materia de bienes registra-
bles. Esta preferencia solamente es oponible a los acreedores de créditos no privile-
giados en el marco de procesos de ejecuciones individuales. Los embargos posteriores
deben afectar únicamente el sobrante del producido de la venta que quede después
de pagados íntegramente los créditos que hayan obtenido embargos anteriores...”
7) En virtud de lo expuesto ut supra, tenemos para nosotros que el artículo 745 del
Código Civil y Comercial de la Nación (Ley 26.994 y modificatorias) intenta reflejar la
tesis amplia del fallo “Plenario Czertok”69, aunque lo hace de manera deficiente.
69 Ver CNCiv., en pleno, 23/08/2001, en autos: “Czertok, Oscar y otro c/Asistencia Médica
Personalizada SA y otro”, L. L. 2001-E, 655.
130
PROYECTO DE LEY DE PROCEDIMIENTO DE VIOLENCIA
DE GÉNERO Y FAMILIAR EN LA PROVINCIA DE
BUENOS AIRES, ACIERTOS Y DESACIERTOS
Cita: RC D 1008/2019
I. Desaciertos
Falencias en el lenguaje elegido para la redacción.
Como bien indica el título elegido para la norma en cuestión, el proyecto, a
diferencia de la Ley 12.569 de la Provincia de Buenos Aires en su versión original, tiene
por objeto no sólo la protección contra la violencia familiar, sino que le presta especial
atención no sólo a la mujer, sino también a otros grupos que en su artículo 4º denomina
“personas que puedan encontrarse en situación de vulnerabilidad”, enumerando allí
además a niñas, niños y adolescentes, personas con discapacidad, personas mayores
adultas y personas que sufran discriminación por su orientación sexual o por su
identidad de género.
Sin perjuicio de la notoria voluntad del legislador de dar cumplimiento con la
normativa internacional en materia de derechos de las mujeres (en particular la
Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer
y la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia
contra la Mujer, “Convención de Belém do Pará”), lo cierto es que durante la lectura de
todo el articulado observamos graves contradicciones y falencias de redacción que,
con un fin loable de discriminación positiva, pueden devenir en perjuicios para grupos
vulnerables distintos al colectivo de mujeres (ya sea que se encuentren o no en
situación de discapacidad) que no se encuentran expresamente mencionados en gran
parte de su articulado.
Así se puede ver en el artículo 7º, tercer párrafo, en cuanto expresa que “Las niñas
y adolescentes que cuentan con edad y grado de madurez suficiente, y las mujeres con
restricción de su capacidad pueden participar en el proceso judicial con patrocinio
letrado”. De una lectura textual de este fragmento de la norma surge una clara
exclusión de la participación de las personas con y sin capacidad restringida distintas
a las mujeres, y aun también a las personas en situación de discapacidad que,
encontrándose sus derechos amparados por la normativa internacional de derechos
humanos de las personas con discapacidad (protección específica a este grupo
vulnerable), por no haber sido restringida su capacidad jurídica, han sido dejados de
lado en la redacción.
131
Derecho Procesal
De obligatorio a facultativo.
Como primera observación en este apartado podemos señalar que el artículo 231,
referente a la evaluación del riesgo, es un punto que entendemos representa un grave
retroceso en relación con lo que en la misma materia regula el actual artículo 8º2 de la
Ley 12.569 y sus modificatorias. Éste impone al juez la obligación de solicitar un
informe interdisciplinario que deberá ser remitido al mismo dentro de las 48 horas
siguientes. Por el contrario, en la propuesta en estudio nada se dice a este respecto,
generando un vacío que sin dudas será perjudicial para las víctimas. Es dable destacar
que aun con la normativa en vigencia se registran graves dilaciones en esta materia,
que resulta de vital importancia a los fines de la toma o modificación de medidas de
protección o resguardo. Amén de ello, y en sintonía con lo mencionado en el acápite
anterior, en su inciso primero, notamos que hace referencia, simplemente, a “Determi-
nar el riesgo psicofísico y social y los daños sufridos por la mujer”. Resulta evidente
que no puede dejarse por fuera de este recaudo a ninguna persona en situación de
violencia, entendiendo entonces que en estos términos debió redactarse este artículo.
Otro punto que merece nuestra observación versa sobre el párrafo tercero del
inciso 3º del artículo en cuestión, en cuanto torna facultativo el pedido de antecedentes
judiciales, penales o policiales por parte del magistrado interviniente. Como bien
impone el artículo 9º3 de la actual legislación, es obligatorio tomar dicho recaudo a fin
de conocer la conducta de la persona denunciada. No puede desconocerse que los
antecedentes de denuncias, procesamientos o condenas por delitos violentos o rela-
cionados con la violencia de género son datos con los que debe contar el Juez para
una mejor y más eficaz protección de la persona en situación de violencia.
132
Derecho Procesal
Por otro lado, aunque en idéntico andarivel, en este proyecto las medidas de
protección parecieran encontrarse supeditadas al informe profesional anteriormente
mencionado, para el que no existe plazo de presentación salvo “que la gravedad y
notoriedad de los hechos hacen evidente que la mujer se encuentra en situación de
alto riesgo, el o la Jueza puede adoptar las medidas de protección y de acompañamien-
to sin informe previo”.
Entendemos que esta redacción vuelve a apartar de la protección legal a un
universo de personas (por ejemplo, niños varones) que merece una adecuación,
pareciendo ello responder a una necesidad de aclarar continuamente que la mujer
resulta particular destinataria de esta normativa.
Percibimos cierto afán de trasladar determinados principios que emanan de la Ley
Nacional 26.4854 a esta normativa, olvidando que esta última brinda un marco jurídico
aplicable a casos de violencia contra la mujer, a diferencia de lo que se pretende
legislar, que es la violencia también dentro del ámbito familiar y vincular. Es necesario
hacer hincapié en que una interpretación con perspectiva de género de la Ley 12.569
de la Provincia de Buenos Aires, en consonancia con los tratados internacionales
de derechos humanos, permite una protección especial al colectivo de mujeres sin
necesidad de incorporación expresa en cada uno de los artículos.
Acuerdos.
Otro artículo que merece atención es el titulado “Audiencias separadas. Prohibición
de métodos alternativos de resolución de conflictos”5. A simple vista aparenta ser
respetuoso de la normativa nacional e internacional al respecto. Pese a ello, de su
íntegra lectura se vislumbra una cierta disponibilidad de la víctima en cuanto a la
comparecencia a audiencias en días diferentes, normando el legislador que “Las partes
deben comparecer en días diferentes si la mujer en situación de violencia lo solicitare
o en los supuestos en los que resulte conveniente para preservar su seguridad”, a
todas luces contrario a su derecho a “Que su comparecencia personal ante un juzgado
o tribunal tenga lugar de forma adecuada a su dignidad y preservando su intimidad y
propia imagen. a) Se adoptarán las medidas necesarias para que la víctima no coincida
con el agresor cuando ambos se encuentren en dependencias judiciales a la espera
de la práctica de cualquier actuación procesal. b) Las autoridades y funcionarios
velarán especialmente por la eficacia de este derecho en los supuestos de violencia
doméstica o de género, otorgando a las víctimas el amparo que necesiten”6.
Otro de los descuidos en que creemos que incurre el proyecto es en el siguiente
artículo (33), en el que se hace referencia a la posibilidad de las partes de arribar a
acuerdos con relación a diferentes temas, permitiendo prácticas que en la actualidad,
gracias a los avances en la materia, han sido descartados casi unánimemente por no
existir “Condiciones de igualdad para participar en una negociación equitativa y llegar
a un acuerdo justo...”7, generando “efectos contraproducentes en el acceso a la justicia
4 Ley de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las
Mujeres en los Ámbitos en que Desarrollen sus Relaciones Interpersonales.
5 Artículo 32, Proyecto E-30-2019-2020: Audiencias separadas. Prohibición de métodos
alternativos de resolución de conflictos. Las partes deben comparecer en días diferentes si la
mujer en situación de violencia lo solicitare o en los supuestos en los que resulte conveniente para
preservar su seguridad. Se prohíbe la mediación, conciliación y otros medios alternativos de
resolución de conflictos para los casos de violencia de género y familiar. Estas obligaciones se
extienden a todos los procedimientos judiciales y administrativos en los que la persona denun-
ciante y la persona agresora sean parte.
6 Artículo 4º de la Carta de Derechos de las Personas ante la Justicia en el Ámbito Judicial
Iberoamericano.
7 Segundo informe hemisférico sobre la implementación de la Convención de Belém do Pará,
Mesecvi, 2010.
133
Derecho Procesal
II. Aciertos
Sentencia declarativa de existencia o inexistencia de violencia de género o familiar.
Llegando al final de la norma se puede observar la propuesta de la legisladora de
lograr el dictado de una sentencia declarativa en el proceso de protección contra la
violencia familiar y de género, distando del procedimiento actual cuya única posibilidad
de resolución es cautelar y provisoria. En este sentido la disposición prevé un plazo de
5 días para el ofrecimiento de pruebas por parte de las partes y una sentencia que
determine la existencia o inexistencia de violencia de género o familiar, luego de
producidas las pruebas (sin especificar el plazo máximo para ello). Asimismo, el juez
deberá precisar la responsabilidad de la persona denunciada y las sanciones que
correspondan de las establecidas en el artículo 309. Aquí notamos un nuevo desatino
en cuanto, contrario al principio de proporcionalidad, prevé idéntica sanción para la
persona que comete un único hecho de violencia debidamente probado y así declara-
do, como para quien, habiendo sido debidamente notificado de una medida cautelar
dictada por el organismo jurisdiccional, incurre en un incumplimiento que da lugar a una
sanción de las reguladas en el artículo de mención.
Medida de exclusión de hogar pese a la falta de convivencia entre víctima y agresor.
Una innovación sumamente acertada, y que en la actualidad suele ser una medida
por demás resistida por parte de la judicatura, es la posibilidad que brinda el artículo
25 del Proyecto en tratamiento, en su apartado a)10, de excluir a la persona agresora
de la vivienda en la que resida aun cuando no conviva con la víctima. Resistencia ésta
que encontraría, en principio, su fundamento en el inciso c) del artículo 7º de la Ley
12.569, en cuanto requiere la cohabitación para que el pedido de exclusión sea
proveído favorablemente. Pese a ello consideramos que a través del inciso n) del
134
Derecho Procesal
11 Inciso n), Artículo 7º (Texto según Ley 14.509), Ley 12.569: Toda otra medida urgente que
estime oportuna para asegurar la custodia y protección de la víctima. El juez o jueza deberá
adoptar las medidas dentro de las cuarenta y ocho (48) horas de haber tomado conocimiento de
la situación de violencia.
12 Sentencia de fecha 10 de diciembre de 2018, Juzgado de Familia Nº 5 del Departamento
Judicial de Mar del Plata, “B. I., P. c/T. D., O. s/Protección contra la violencia familiar (Ley 12.569)”,
MP 8066-2018.
13 Artículo 39, Proyecto E-30-2019-2020: Reparación. La parte damnificada puede reclamar
la reparación civil por los daños sufridos ante el juzgado competente en violencia de género o
familiar. Para su trámite rige lo dispuesto en el Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia
de Buenos Aires.
135
ENFOQUE OPERATIVO DE LA ORALIDAD CIVIL
Cita: RC D 1201/2019
La autora analiza el Protocolo de Actuación para los Juicios por Audiencias –para
procesos civiles y comerciales– aprobado recientemente por el STJ de la Provincia de
Corrientes, a efectos de despejar dudas sobre la aplicación de éste.
136
Derecho Procesal
137
Derecho Procesal
138
Derecho Procesal
139
LA EFICACIA COMUNICATIVA COMO
DIMENSIÓN DE LOS ACTOS PROCESALES
Cita: RC D 1238/2019
Sumario: I. La comunicación en el mundo jurídico. II. La competencia comunicativa como criterio rector.
III. El lenguaje jurídico como lenguaje de especialidad. IV. La competencia comunicativa como fase
del control de razonabilidad. V. El lenguaje jurídico como objeto del control de competencia comuni-
cativa. V.1) Formalidad del contexto comunicativo. V.2) Referencia necesaria al expediente judicial.
V.3) Carácter triangular de las interacciones. V.4) Utilización de terminología específica. V.5) Em-
pleo de expresiones provenientes del latín. V.6) Construcción de párrafos extensos en los textos
jurídicos escritos. V.7) Empleo recurrente de formas verbales no conjugadas. V.8) Supresión de
preposiciones y conjunciones. V.9) Uso del pretérito imperfecto del modo subjuntivo. V.10) Uso de
fórmulas convencionalizadas en los textos jurídicos. V.11) Remisión a otros textos que poseen
autoridad. V.12) Forma específica de organización textual. VI. Efectos del control de competencia
comunicativa. VI.1) Pérdida de una facultad. VI.2) Inexistencia del acto procesal. VI.3) Nulidad del
acto procesal. VI.4) Desestimación del acto procesal. VI.5) Orden judicial de subsanar los vicios del
acto procesal. VI.6) Aclaración de la resolución judicial. VI.7) Rechazo in limine de la demanda.
VI.8) Admisión de la excepción de oscuro libelo. VI.9) Potestades disciplinarias. VI.10) Remisión al
Tribunal de Ética Forense. VII. Colofón.
1 Reale, Giovanni y Antiseri, Darío, Historia del pensamiento filosófico y científico, Tomo I,
Barcelona, Ed. Herder, 2010, pág. 70.
2 Di Pietro, María Cristina, Conflicto, comunicación y Derecho: comunicación como puente de
cambio, el conflicto jurídico-judicial. Complejidad, positivismo y lenguaje. Ponencia presentada en
el XXIX Congreso Nacional de Derecho Procesal en Termas de Río Hondo, Comisión 4, Conflicto
y Comunicación, pág. 325 del Libro de Ponencias generales y ponencias seleccionadas.
140
Derecho Procesal
En este contexto, el proceso judicial como medio técnico destinado a ser vehículo
de la jurisdicción que culmina en la sentencia se desarrolla a través de actos procesales
que, en virtud de su contenido de pensamiento y voluntad, deben expresarse a través
del lenguaje. Y para que esa expresión sea eficaz es preciso que el discurso jurídico
esté dotado de la necesaria competencia comunicativa.
El Maestro Ángel Ossorio remarcó que la primera condición que debe satisfacer el
“hombre del Foro” en sus presentaciones judiciales ha de ser la claridad3. Y esto tiene
sus razones:
Por un lado, la ciudadanía tiene derecho a comprender, sin la mediación de un
“traductor”, las comunicaciones verbales o escritas de los profesionales del Derecho
especialmente en aquellos segmentos fácticos y no técnicos que integran los actos
procesales.
No debemos olvidar que el funcionamiento de la justicia, amén de constituir la
expresión de un poder del Estado, importa la prestación de un servicio a la comunidad
que, como destinataria del mismo, tiene derecho a estar debidamente informada de los
procesos y resultados que respectivamente transita y alcanza la administración de
justicia4.
Cabe tener presente que el resultado de la comunicación no es lo que el emisor
dice, sino lo que entiende el receptor; de ahí que la importancia de que los operadores
del Derecho reflexionen sobre quiénes son los destinatarios de sus fallos para alcanzar
un nivel aceptable de eficacia comunicativa. Por ejemplo, cuando las decisiones
jurisdiccionales afectan la vida, la salud, la educación, la libertad y cualquiera de los
bienes jurídicos de personas en situación de vulnerabilidad (niños, niñas, adolescen-
tes, personas mayores, con discapacidad, etc.), la utilización de un lenguaje sencillo o
el empleo de una versión alternativa accesible a tales interesados se convierte en una
necesidad insoslayable5.
Por otra parte, el funcionamiento propio de la organización de justicia impone un
estándar de calidad en la comunicación lingüística desplegada por los operadores judi-
ciales tanto como condición necesaria para salvaguardar los derechos y garantías de las
partes como para asegurar el adecuado desenvolvimiento de la función jurisdiccional.
La utilización de un lenguaje claro no es irrelevante a los fines del proceso
judicial. Una comunicación competente entre los operadores judiciales: 1) aumenta
la efectividad e impacto del mensaje, 2) refuerza la seguridad frente a la ambigüe-
dad, 3) facilita la localización de la información, 4) reduce tiempo y costes evitando
conflictos, 5) disminuye la discrecionalidad, 6) impulsa la transparencia y refuerza
los hábitos democráticos y 7) promueve la generación de confianza por parte de la
comunidad6.
En esta línea, Maffía señala que “...las palabras son instrumentos nuestros y, como
3 Ossorio, Ángel, El alma de la toga, 11ª ed., Bs. As., Ed. Ejea, 1986, págs. 168-170.
4 El juez no puede ignorar que además de la interpretación judicial que los distintos operado-
res jurídicos efectuarán de sus sentencias, existirá “la interpretación social” que en particular los
medios habrán de instalar de la sentencia y por lo tanto tendrá que ser parte de la obra ingenieril
que el juez realice el dotarle al pronunciamiento de una textura que evite que en dicho tránsito de
lo interpretativo judicial a lo interpretativo social no se alteren las cuestiones primarias (ver
Cárcova, Derecho, política y magistratura, Buenos Aires, ed. Biblos, 1996, pág. 146).
5 Reglas sobre Acceso a la Justicia de “Personas en Condición de Vulnerabilidad” (XVI
Cumbre Judicial Iberoamericana, Brasilia, 4-6 de marzo de 2008), adheridas por el Superior
Tribunal de Justicia de la Provincia de Corrientes por pto. 18 del Acdo. 34/10.
6 Cf. González Carretero, Cristina, El lenguaje claro en textos jurídicos: de la tendencia a la
necesidad, Primera Jornada Internacional de Lenguaje Claro, El derecho a entender, Congreso
de la Nación Argentina y Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, 26 y 27 de octubre de 2017,
Buenos Aires, Argentina.
141
Derecho Procesal
7 Morello, Augusto M.; Sosa, Gualberto L. y Berizonce, Roberto O., Códigos Procesales Civil
y Comercial de la Prov. de Bs. As. y de la Nación. Com. y anot.”, 2ª ed., La Plata, Ed. Platense
Abeledo-Perrot, 1995, Tomo II-B, pág. 541.
8 Peyrano, Jorge W., Del clare loqui (hablar claro) en materia procesal, publicado en: L. L.
1992-B, 1159; L. L. P. 1992, 447.
142
Derecho Procesal
143
Derecho Procesal
En fin, la relación del Derecho con el lenguaje general y especial deviene impres-
cindible. El lenguaje es un instrumento valioso para la comunicación; un instrumento
que los hablantes han elaborado durante muchos siglos y que cada generación se
encarga de actualizar y modificar de acuerdo con sus propios intereses. Y también es
el medio por el que el Derecho se expresa de modo específico y la herramienta que
usamos para hablar de él, describirlo y aplicarlo12.
12 Guibourg, Ricardo A., Magia del lenguaje, humor y corrección política, publicado en: L. L.
del 27/12/2011, 1; L. L. 2012-A, 1025; Cita Online: AR/DOC/5888/2011.
13 Sagüés, Néstor Pedro, Derecho Constitucional, Tomo 3, Estatuto de los derechos, Buenos
Aires, Ed. Astrea, 2017, págs. 702-704.
14 La CSJN se ha ocupado en tantísimas oportunidades de delinear tal principio o, como se
dice en el precedente que se pasa a sintetizar, el “control de razonabilidad”. En un fallo del 2012
lo ha hecho en los siguientes términos: “la tercera característica de los derechos fundamentales
que consagran obligaciones de hacer a cargo del Estado con operatividad derivada es que están
sujetos al control de razonabilidad por parte del Poder Judicial. Lo razonable en estos casos está
relacionado con el principio que ‘manda desarrollar las libertades y derechos individuales hasta el
nivel más alto compatible con su igual distribución entre todos los sujetos que conviven en una
sociedad dada, así como introducir desigualdades excepcionales con la finalidad de maximizar la
porción que corresponde al grupo de los menos favorecidos. La razonabilidad significa entonces
que, sin perjuicio de las decisiones políticas discrecionales, los poderes deben atender a las
garantías mínimas indispensables para que una persona sea considerada como tal en situaciones
de extrema vulnerabilidad” (ver Rawls, John, A Theory of Justice, 1971, Harvard College; cf.
CSJN, “Q. C., S. Y. c/Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires s/Amparo”, 24/04/2012 [en línea],
http://www.csjn.gov.ar/jurisp/jsp/fallos.do?usecase=mostrarDocumento&falloId=5878, consultado
el 06/02/2015).
144
Derecho Procesal
CPCCN), ni éste es igual al exigible a una sentencia definitiva (art. 163 del CPCCN).
Incluso, entre las providencias simples, el recaudo de fundamentación no será igual
según estemos ante providencias que causan o no gravamen irreparable. Del mismo
modo, la exigencia de fundamentación varía para las partes. Un escrito simple o de
mero trámite no está sujeto a la misma carga argumentativa que un escrito de demanda
(art. 330 del CPCCN) o expresión de agravios de un recurso de apelación (art. 246 del
CPCCN).
En este sentido, la fundamentación de la razonabilidad del acto importa la exterio-
rización de los motivos que justifican su juridicidad formal y sustancial.
Etimológicamente, motivo o motivar proviene de la voz latina motivum, que significa
lo que se mueve.
El motivo es la razón del acto, el conjunto de consideraciones racionales que lo
justifica. Así pues, el motivo se alza como la causa determinante que hace que la razón
volente se inclina hacia una decisión. Se diferencia del móvil que tiene carácter
subjetivo y sustrato emocional. El motivo, en cambio, es adecuadamente racional,
presupone deliberación y reflexión15.
Por su parte, el vocablo “fundamento” encierra un concepto aún más profundo. Se
dice que mientras el motivo es la simple corteza, el fundamento es medular. Cuando
decimos que algo es fundado queremos significar que calado profundamente y que
hemos dado la razón suficiente del objeto de la fundamentación. En los fundamentos
queda revelado el proceso mental seguido por el operador jurídico al formular un
planteo (partes) o resolverlo (jueces).
El principio de razonabilidad –o también denominado interdicción de la arbitrarie-
dad (arts. 1º, 28, 31, 33, 75, inc. 22, de la CN)– constituye una exigencia imperativa e
inexcusable del fundamento adicional de la razón para toda decisión en la que el poder
se exprese.
El Estado de Derecho, en tanto manifestación derivada de la forma republicana de
gobierno, únicamente acepta como poder legítimo a aquel que en su ejercicio concreto
se presenta como el resultado de una voluntad racional, apoyado en razones justifica-
tivas16. Dicho en forma breve, el Estado de Derecho exige que “el Derecho aparezca
esencialmente bajo la forma de razonamiento, de razonamiento práctico justificado”17.
El Código Civil y Comercial de la Nación ha receptado las exigencias del principio
de razonabilidad o interdicción de la arbitrariedad en el art. 3º: “...El juez debe resolver
los asuntos que sean sometidos a su jurisdicción mediante una decisión razonable-
mente fundada”. No se trata entonces de que toda sentencia deba estar fundada, sino
de la exigencia de que tal fundamentación sea “razonable”.
Entonces, si decimos que la motivación no son los motivos, sino la “exteriorización”
de los fundamentos del acto, no resulta difícil arribar a la conclusión de que la forma,
la eficacia y la solvencia con que se exterioricen esos motivos podrán marcar la
diferencia entre un acto procesal motivado o inmotivado. Precisamente aquí la compe-
tencia comunicativa de los operadores del Derecho asume un papel protagónico, por
cuanto ya no se postula como un mero saber auxiliar y externo destinado a comple-
mentar la labor de abogados, funcionarios y jueces, sino que se erige como un aspecto
145
Derecho Procesal
constitutivo de la motivación del acto y, por vía transitiva, como una exigencia derivada
del principio de razonabilidad de los actos procesales.
En este sentido, el carácter esencialmente comunicable de la razón humana es el
fundamento último del control de competencia comunicativa como dimensión operativa
del principio de razonabilidad. Al decir de Rawls, la razón es comunicativa. En el
proceso judicial se trata de dar razón de la realidad en una secuencia de diálogo
racional, lo que lo lleva a sostener que en la sociedad los hombres deberían poderse
explicar los unos a los otros el fundamento de sus acciones de manera que tales
fundamentos fueran racionalmente aceptados por los demás18.
En esta línea, Habermas sostiene que la existencia de la sociedad es factible gracias
al entendimiento entre los sujetos a través del lenguaje. Con el lenguaje, el individuo
participa necesariamente de la perspectiva social, sale de la “lógica egocéntrica”. De ahí
que la comunicación lingüística sólo tiene sentido y razón de ser en cuanto orientada al
entendimiento con el otro, lo cual hace que quien se comunica no pueda sustraerse a las
condiciones de racionalidad inherentes a la acción comunicativa. Por tanto, toda acción
lingüística es idealmente una acción orientada al entendimiento y quien actúa en sociedad
y se comunica no puede sustraerse a los presupuestos de dicha comunicación19.
El control basado en la competencia comunicativa de las resoluciones judiciales y
de los actos procesales en general deviene pues como una consecuencia derivada del
principio de razonabilidad. Esto implica que, desde el punto de vista del lenguaje, los
actos procesales deben ser inteligibles, comunicables, estar adecuadamente expresa-
dos conforme a las reglas lingüísticas establecidas, al contexto institucional específico
y el propósito comunicativo que se persiga, so pena de ser descalificados total o
parcialmente por inmotivados según la gravedad con que el vicio comunicacional
afecte su razonabilidad.
Este tipo de control consiste específicamente en la revisión del razonamiento
judicial a la luz de los principios que gobiernan la competencia comunicativa en cuanto
conjunto complejo de directrices para una comunicación correcta y eficiente.
Los operadores jurídicos y, en particular, los jueces tienen el deber constitucional
de hacer transparente el juicio lógico que incardina el acto procesal realizado. De ahí
su obligación de ser claros en la formulación de sus pensamientos cuando expresan la
fundamentación de su decisión. Así pues, los participantes del proceso deben ser lo
suficientemente claros como para que el destinatario pueda seguir el hilo o los hitos de
su razonamiento, es decir, para que éste sea verificable.
Un razonamiento para ser jurídico debe ser necesariamente razonable; y para ser
razonable, debe ser necesariamente comunicable. Y un razonamiento es comunicable
cuando puede traducirse en una fórmula proposicional tal que si los términos emplea-
dos son interpretados en su significado, su contexto y su propósito, el resultado será
siempre la inteligibilidad del mensaje trasmitido a través del acto.
En orden a encauzar adecuadamente el radio material del control de competencia
comunicativa, es menester referir que existen cuatro clases de vicios según el objeto
sobre el cual recaigan. Los vicios in procedendo, los vicios in iudicando, los vicios in
cogitando y los vicios de comunicación. Los primeros trasuntan violaciones a las reglas
del proceso, los segundos importan violaciones a las reglas de Derecho material, los
terceros entrañan violaciones a las reglas de conocimiento y los últimos refieren a
violaciones a las reglas de la competencia comunicativa.
Si la violación se relaciona con la prueba de los hechos, hablaremos de vicios de
comunicación de tipo fáctico. Y si la violación se proyecta sobre cuestiones de puro
18 Rawls, John, Teoría de la Justicia, Madrid, Ed. Fondo de Cultura Económica, 1993, pág. 45.
19 Cf. Habermas, Verdad y justificación, Madrid, Ed. Taurus, 2007, pág. 136.
146
Derecho Procesal
derecho, estaremos ante vicios de comunicación de tipo jurídico. Ello no empece a que
tales vicios pueden proyectarse conjuntamente sobre cuestiones relativas a los he-
chos, al proceso y/o al Derecho material, siempre que el quid del defecto consista en
el quiebre de una regla de competencia comunicativa.
En cuanto a la vía instrumental del control de competencia comunicativa, los
recursos constituyen las vías impugnativas aptas para provocar su ejercicio. En tal
sentido, cabe alegar la existencia de un error de comunicación, a través de un recurso
de reposición, como de apelación, de casación, etc.20
Y dado que las reglas del correcto decir deben estar presentes a lo largo del
proceso, y en todas las instancias, debe concluirse que el control de competencia
comunicativa es admisible en todas las oportunidades señaladas.
Por último, entendemos que el denominado control de competencia comunicativa
procede tanto a pedido de parte interesada como de oficio, siempre que la cuestión
dentro de la cual se suscita el error de comunicación haya sido debidamente propuesta
al magistrado. Así como el brocárdido clásico iura novit curia (art. 3º del CCyC) reza
que el juez conoce el Derecho y por ende debe aplicarlo aunque las partes no lo
invoquen, lo invoquen mal o no lo prueben, campea en esta temática una suerte de iura
novit communicationis, según la cual el juez conoce las reglas de la comunicación. Por
ejemplo, si el error de comunicación recae en el razonamiento empleado por el juez de
primera instancia a la hora de apreciar el nexo causal entre la conducta y el daño, el
órgano revisor podrá proceder al control de competencia comunicativa respectivo, en
la medida de que la cuestión sobre la que recae el defecto lógico haya sido debidamen-
te introducida como materia de agravio, y aun cuando el apelante no haya invocado
expresamente la existencia de dicho error.
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tica podría ocasionar que las partes procedan incorrectamente en relación con lo que
realmente quiso ordenar el magistrado, o que se generen incidencias entre aquéllas en
relación con el sentido auténtico de la manda judicial.
25 Cf. Austin, John L., Cómo hacer cosas con palabras, Barcelona, Ed. Paidós, 1982.
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tuya una unidad de sentido y sea reconocible como tal por sus destinatarios. De ahí
que la relación de pertinencia entre el texto principal y el texto citado debe estar
garantizada so riesgo de que se pierda la coherencia en cuanto requisito de la
competencia comunicativa26.
Extrapolando estas consideraciones a nuestro objeto de estudio, la falta de
enlace o inadecuada interrelación entre el texto jurídico y la fuente citada conspira
contra la eficacia del argumento de autoridad y, por vía traslativa, atenta contra la
motivación del acto procesal de que se trate. Esto adquiere especial gravedad si la
apelación a la autoridad ha operado como fundamento principal de una demanda,
contestación, recurso, etc., o bien como argumento dirimente de una decisión
judicial, es decir, como la razón que funda la decisión jurisdiccional –holding o ratio
decidenci27–.
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28 Peyrano, Jorge W., El proceso civil. Principios y fundamentos, Buenos Aires, Ed. Astrea,
1978, pág. 61,
29 Zannoni, Eduardo, Derecho Civil. Derecho de Familia, 5ª edición actualizada y ampliada,
Buenos Aires, Ed. Astrea, 2006.
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30 Morello, Augusto Mario; Sosa, Gualberto Lucas y Berizonce, Roberto Omar, Códigos
Procesales en lo Civil y Comercial de la Provincia de Buenos Aires y de la Nación. Comentados
y anotados, Buenos Aires, Ed. Abeledo-Perrot, 2015, pág. 496.
31 Peyrano, Jorge W., Del clare loqui (hablar claro) en materia procesal, publicado en: L. L.
1992-B, 1159; L. L. P. 1992, 447.
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Derecho Procesal
Ahora bien, cuando el defecto comunicativo recae sobre una demanda, afecta
significativamente su inteligibilidad y denota una clara negligencia de la parte actora, la
solución referida se torna inapropiada.
En estos casos, el rechazo in limine de la demanda se erige como una respuesta
jurisdiccional adecuada a la gravedad del defecto de comunicación.
Al respecto, no es ocioso señalar que una vez deducida una determinada preten-
sión el Juez no queda automáticamente conminado a admitirla y promover en conse-
cuencia el proceso, debe en principio analizar la concurrencia de los presupuestos
procesales y el cumplimiento de las formas necesarias de las que debe estar revestido
al acto de demanda.
En suma, el rechazo in limine está precedido por un juicio netamente formal (en
este caso, relacionado con el estándar razonable de competencia comunicativa) que
se realiza ante cualquier análisis sobre el fondo de la pretensión y está relacionado con
el poder reconocido al juez de sanear el proceso lo más pronto posible, para librarlo de
impedimentos y óbices formales y facilitar el rápido y ordenado pasaje a las etapas
vinculadas al mérito.
158
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ejercer su poder de policía sobre la conducta de las partes, sus letrados y represen-
tantes, para conservar el buen orden y el decoro en juicio33.
El Código ritual regula las siguientes soluciones disciplinarias:
a) Testado: consiste en la tacha o supresión de la frase expresada en un escrito.
Procede frente a aquellas expresiones que importan una grave falta de respeto a
la dignidad de la justicia o de los sujetos que intervienen en el proceso judicial.
Al respecto, la Sala I de la Cámara de Apelaciones de Bahía Blanca ha sostenido
que “Procede testar las frases que ofenden la dignidad del magistrado y afectan el buen
orden y decoro del juicio, las que han sido entendidas como aquellas que son
ofensivas, aunque en el diccionario tengan acepciones que puedan no serlo, si en el
lenguaje corriente adquieren el carácter de injuriosas”34.
b) Advertencia o llamado de atención: consiste en el aviso por parte del juez a la
parte que incurra en una falta o vicio de comunicación para que en lo sucesivo corrija
o enderece su expresión.
La advertencia es la más leve de las sanciones disciplinarias y se concreta en la
prevención que el juez hace a la parte o a sus auxiliares para que se abstengan a futuro
de persistir en una actividad comunicativa improcedente o inadecuada.
En este sentido, la jurisprudencia provincial tiene dicho que “Frente a débiles
planteos jurídicos y afirmaciones deslizadas con evidente ligereza de enfoque y habida
cuenta que la reiteración de actitudes semejantes podría hacer incurrir al peticionario
en violación de deberes procesales que hacen factible la aplicación de sanciones, en
función del deber de prevención que corresponde ejercer al órgano jurisdiccional [...]
cabe advertir a dicha parte y a su letrado patrocinante que, en lo sucesivo, deberá
poner el celo necesario al ejercitar el derecho de defensa, sin caer en apreciaciones o
expresiones que conspiren contra el buen orden...”35
En otro ilustrativo precedente judicial, la Sala B de la Cámara Nacional Civil dispuso
que “Corresponde prevenir al letrado firmante de un escrito que presenta numerosos
errores de ortografía, pues los mismos, inexcusables en tanto provienen de quien ha
cursado estudios universitarios, deben interpretarse como desaprensión de su firman-
te, traducida en falta de consideración al tribunal”36.
c) Apercibimiento: la sanción de apercibimiento debe considerarse implícita entre
las facultades correccionales de los jueces.
En este aspecto, se ha dicho que “Si los términos empleados exceden en mucho
el ámbito del arbitrio ético jurídico dentro del cual pueden manejarse los interesados
para expresar su disconformidad con un pronunciamiento judicial [...] resulta proceden-
te el apercibimiento decretado”37.
El Máximo Tribunal Provincial también ha hecho uso de esta facultad: “Correspon-
de apercibir a un letrado que vierte en un escrito expresiones que constituyen una
grave falta de respeto a la dignidad de la justicia” (SCBA, 1962-II-210).
d) Multas: se trata de sanciones de naturaleza pecuniaria que se imponen a los
sujetos procesales que incurran en determinadas inconductas.
Un supuesto frecuente de aplicación de multas por defecto de comunicación es el
empleo de falsa firma, circunstancia que implica una transgresión a la autenticidad
esperable en el uso de la signatura.
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VII. Colofón
La competencia comunicativa no se reduce a una cuestión de estilo de los actos
procesales, sino que constituye una exigencia de racionalidad inherente a éstos.
Dicha exigencia pesa sobre todos los operadores de Derecho, ya sea que se trate
de abogados, jueces, auxiliares de justicia, etc. Y básicamente implica que el discurso
jurídico debe respetar las reglas gramaticales, resultar adecuado al contexto institucio-
nal en que tiene lugar y ser coherente con el propósito comunicativo que se persigue.
El fundamento de su exigibilidad radica en el derecho de la ciudadanía a compren-
der el alcance de los actos procesales y en el adecuado desenvolvimiento de la función
jurisdiccional que requiere una comunicación eficaz para lograr sus cometidos especí-
ficos.
Como consecuencia lógica de lo expuesto, el control de competencia comunicativa
se erige como una fase necesaria de la revisión judicial de los actos procesales,
conforme al principio de razonabilidad imperante en el Estado Constitucional de
Derecho. Es que la juridicidad de los actos procesales no sólo supone que éstos se
sustenten en una razón válida de acuerdo al ordenamiento jurídico globalmente
considerado, sino que además es preciso que tal razón sea comunicada adecuada-
mente.
Toda vez que el lenguaje jurídico constituye un lenguaje de especialidad, resulta
imprescindible conocer sus características típicas a efectos de delinear los criterios
regulativos del control de competencia comunicativa de los actos procesales. Del
análisis de estos rasgos distintivos puede advertirse que algunos configuran en sí
mismos vicios de comunicación, y otros no asumen esta condición intrínseca, pero
pueden degenerar en defectos expresivos a causa de un mal uso.
La violación de las reglas de la competencia comunicativa produce una amplia
gama de consecuencias jurídicas que varían de acuerdo al sujeto procesal que incurre
en ellas, el tipo de acto procesal afectado y la gravedad del vicio de comunicación en
cuestión.
En fin, el presente artículo apunta a llamar la atención de los operadores jurídicos
respecto al profundo sentido lingüístico que orienta su actividad procesal. El abogado
debe pensar en la posición jurídica que asumirá en el proceso de acuerdo al rol que
ocupa, y fundamentalmente debe considerar cómo se expresará en consecuencia. Y
los jueces deben asimismo expresar su decisión conforme a las reglas de la compe-
tencia comunicativa.
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VIOLENCIA DE GÉNERO: ACCESO A JUSTICIA DE LAS MUJERES
Cita: RC D 1126/2019
Sumario: 1. Introducción. 2. Acceso a “la justicia” como forma de acceso “a justicia”. 3. Algunas
realidades a atender al momento de intervenir en los casos judiciales. 4. La roca de Sísifo o la absurda
esperanza.
1. Introducción
Existe consenso generalizado en sostener que la ruptura de un orden establecido
que nace como consecuencia de procesos históricos y de construcciones colectivas se
denomina revolución. Desde ese punto de vista, el enorme movimiento gestado más o
menos soterradamente y poco a poco visibilizado hasta tomar las calles y las concien-
cias, con soporte en las teorías feministas y la profunda incidencia de la doctrina de los
derechos humanos en la sociedad argentina han puesto al revés el sistema patriarcal.
Con manifestaciones masivas y medidas adoptadas por organismos del Estado, el
desequilibrio de poder se hizo visible y hay una tendencia que permite sostener que la
sensibilización de los primeros tiempos dará lugar a más acciones positivas. Nace
entonces una certeza: la revolución está en marcha. Y estamos en ella.
Numerosos instrumentos jurídicos internacionales y locales describen conductas,
postulan valores, determinan obligaciones y demarcan la esfera de actuación permitida
a la ciudadanía y a los Estados, incluso disponiendo las sanciones en supuestos de
incumplimiento; se trata de tratados multilaterales, constituciones nacionales y provin-
ciales, leyes federales o de cada Estado, e incluso reglamentaciones de jerarquía
inferior con las que se pretendió y pretende regular los conflictos derivados de la
convivencia humana.
Aun con el bagaje normativo enunciado, el sistema de protección de los derechos
humanos observa dificultades, tales como la exclusión y/o subrepresentación de las
mujeres en el universo de su implementación, que se incrementa respecto de otras
personas no pertenecientes a categorías binarias1; invisibilidad o minimización de
1 Conforme el mapa de género elaborado por la Oficina de la Mujer de la CSJN, que analiza
las tendencias en cuanto a la presencia de mujeres en la magistratura y en los cargos superiores
a nivel nacional y en cada jurisdicción, si bien el 57% de la composición global es de género
femenino, la mayor proporción se ubica en los cargos de menor jerarquía –administrativos y
funcionarios–, persistiendo la pirámide decreciente a medida que nos acercamos a cargos
superiores, donde sólo un 27% de magistrados/as que ocupa los espacios donde se organizan
las políticas judiciales son mujeres. Ese esquema suele repetirse en el ámbito de los poderes
ejecutivos, donde –por caso– de los 24 distritos provinciales, sólo 4 actualmente son gobernados
por mujeres, y varía en el caso del Legislativo por virtud de la ley de cupo, verdadera medida de
acción positiva. La información se encuentra disponible en el link https://om.csjn.gob.ar/mapage-
nero/pages/view/public/informes/informemapa2018.pdf (Consultado el 29/07/2019).
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9 Conforme los datos del Observatorio de la Deuda Social, UCA, en 2018 tuvo lugar
un importante incremento de la pobreza en un contexto fuertemente inflacionario y de estan-
camiento económico, que asume el valor más alto, afectando la pobreza al 23% de los hogares
y al 31% de la población. El estudio destaca que tuvo lugar un deterioro sostenido desde el
año 2014 para los estratos marginales, pero también se observa una tendencia similar para
los hogares del estrato obrero integrado, e incluso, aunque menor, un deterioro de la situa-
ción para sectores medios no profesionales. La información disponible en http://wadmin.
uca.edu.ar/public/ckeditor/Observatorio%20Deuda%20Social/Presentaciones/2019/2019-OB-
SERVATORIO-POBREZA-MULTIDIMENSIONAL-DOCUMENTO-TRABAJO.pdf (Consultado
el 29/07/2019).
10 Según datos brindados por la Oficina de Violencia Doméstica de la CSJN, en los primeros
tres meses de 2019 hubo un incremento en la atención de casos “del 19% en relación con el
mismo período del año anterior”, lo que implicó a 2.518 mujeres mayores de 14 años afectadas
por hechos de violencia.
11 Organizaciones como Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Asociación de
Derechos Civiles (ADC), La Casa del Encuentro, Colectivo de Derechos de Infancia, sólo por
nombrar algunas.
12 Movimientos como el “Ni una Menos”, “Colectivo de actrices”, como ejemplos más
sonados7, y sin perjuicio de las incontables formas de agrupamiento locales y sectoriales que
proliferan en el país.
13 Abramovich, Víctor, Acceso a la justicia y nuevas formas de participación en la esfera
política, Cita Online: 0003/012631.
14 Así, por ejemplo, en el caso “Sterla, Silvia s/Interrupción de la prisión preventiva” se
argumentó que la detención de personas enfermas terminales de HIV/sida podía constituir
trato inhumano o degradante y se requirió la concesión de un beneficio de arresto domiciliario
para una portadora. Esa acción y otras decisiones adoptadas por jueces de ejecución actuaron
como una señal de alerta que motivó la posterior reglamentación de la Ley de Ejecución Penal,
estableciéndose supuestos en los cuales portadores de HIV podían acceder al beneficio del
arresto domiciliario (Decreto 1058/1997, reglamentario del art. 33 Ley 24.660). Conf. amicus
curiæ Sterla, Silvia, presentada por el CELS en septiembre de 1996, en www.cels.org.ar
(Consultado el 29/07/2019).
15 Ley 27.452 de Régimen de Reparación Económica para Víctimas de Violencia de Género;
fue aprobada por el Congreso el 4 de julio de 2018, promulgada por Decreto 871/2018, y con ella
se dispone la percepción del equivalente a un haber jubilatorio mínimo, siendo los beneficiarios “las
164
Derecho Procesal
niñas, niños y adolescentes, cuyo progenitor y/o progenitor afín haya sido procesado y/o condenado
como autor, coautor, instigador o cómplice del delito de homicidio de su progenitora”, extensible
hasta los 21 años. Surgió a partir de la muerte de Daiana Barrionuevo a manos del padre de sus
tres hijos en diciembre de 2014, y como propuesta de la asociación civil La Casa del Encuentro.
16 Ley 27.447 de Trasplante de Órganos, Tejidos y Células, sancionada el 04/07/2018,
promulgada el 25/07/2018 y publicada el 26/07/2018, reglamentada por Decreto 16/2019 del
04/01/2019, instrumento que declara al INCUCAI como órgano de aplicación de la ley, que fue
dictada a partir del fallecimiento sin posibilidad de acceso a trasplante de la adolescente Justina
Lo Cane y la labor realizada por familiares y parientes de personas con necesidad de acceso a
trasplantes de órganos.
17 Ley 27.499, promulgada el 09/01/2019 por Decreto 38/2019, que establece la obligatorie-
dad de la capacitación en la temática de género y violencia contra las mujeres para todas las
personas que se desempeñen en la función pública, en todos sus niveles y jerarquías, de los tres
poderes del Estado, a partir del caso de la adolescente Micaela García, activa militante del
movimiento “Ni una Menos” asesinada en abril de 2017 en Gualeguay, Entre Ríos.
18 El Comité CEDAW ha señalado que “el origen étnico o la raza de la mujer, la condición de
minoría o indígena, el color, la situación socioeconómica y/o las castas, el idioma, la religión o las
creencias, la opinión política, el origen nacional, el estado civil, la maternidad, la edad, la
procedencia urbana o rural, el estado de salud, la discapacidad, los derechos de propiedad, la
condición de lesbiana, bisexual, transgénero o intersexual, el analfabetismo, la solicitud de asilo,
la condición de refugiada, desplazada interna o apátrida, la viudez, el estatus migratorio, la
condición de cabeza de familia, la convivencia con el VIH/sida, la privación de libertad y la
prostitución, así como la trata de mujeres, las situaciones de conflicto armado, la lejanía geográ-
fica y la estigmatización de las mujeres que luchan por sus derechos” son factores de discrimina-
ción de carácter relacional. Es imprescindible que estas apreciaciones sean divulgadas e interna-
lizadas para que los derechos que las normas cobijan se realicen.
19 Galeano, Eduardo, Patas arriba, la escuela del mundo al revés, 1998.
165
Derecho Procesal
Provincia de Tucumán en que se demoró la realización del aborto casi hasta constituir
trato inhumano y degradante20; el restante con la solicitud de prohibición de realización
de la interrupción del embarazo de una mujer adulta, efectuada por un varón que decía
tener sospechas de ser el progenitor de la persona gestada, dictado en la Provincia de
Río Negro. La jueza rechazó la pretensión de amparo a las puertas del proceso21.
La Ley 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la
Violencia contra las Mujeres en los Ámbitos en que Desarrollen sus Relaciones
Interpersonales consagra, entre otros, el acceso a la justicia de las mujeres que
padecen violencia (art. 2º, inc. f) y su derecho a obtener una respuesta oportuna y
efectiva (art. 16, inc. b). Adultas y niñas son beneficiarias de la norma, porque a ambas
alcanza el derecho a obtener justicia en un tiempo razonable, y en el caso de la niña,
los organismos de salud se la negaron, debiendo el Poder Judicial –adecuadamente
capacitado– enmendar la crueldad.
Eludiendo las consideraciones legales particulares de ambos supuestos, lo que
interesa remarcar aquí es cómo la ley puede ser aplicada con injusticia cuando los
efectores no la interpretan despojada de connotaciones personales y como acceso a
la justicia pueden coincidir a partir de incardinar a ambas con perspectiva de género.
Es imperioso que los operadores estatales y en especial los del servicio de justicia
se capaciten de forma sostenida y permanente, y que ésta sea una política que se lleve
a cabo desde los más encumbrados cargos, autoincluyéndose quienes los detentan
para cumplir los deberes a los que se comprometió nuestro país22.
166
Derecho Procesal
Parece suficiente mencionar que los hombres ganan hoy 30% más que las mujeres, según el
último informe del Indec sobre los ingresos (Evolución de la distribución del ingreso [EPH], Cuarto
trimestre de 2018).
24 Si se tiene en cuenta el promedio de ingresos totales (laborales y no laborales) se observa
que los varones ganan un 26% más respecto de las mujeres, según el Boletín del Observatorio
de Violencia contra las Mujeres, en https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/2-boletin-esta-
disticas-de-genero.pdf (Consultado el 29/07/2019).
25 Un 25,3% de las mujeres que se dedican al trabajo no remunerado y a tareas de cuidado,
siendo que solamente el 3,9% de los varones refieren ocuparse a dichos trabajos, conf. Boletín cit.
26 La población que se dedica al trabajo de cuidados no remunerado se encuentra altamen-
te feminizada, representando el 92% en mujeres con respecto al 8% para varones. Ver datos en lí-
nea en https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/2-boletin-estadisticas-de-genero.pdf (Con-
sultado el 29/07/2019).
27 CSJN, Oficina de Violencia Doméstica, Informe primer trimestre de 2019, señala: los cinco
tipos de violencia establecidos en la Ley 26.485 se registraron en todos los vínculos entre
personas afectadas y denunciadas, como también las de tipo ambiental y social. La de tipo
psicológica estuvo presente en el 96% de las evaluaciones de riesgo de las personas afectadas;
la física y simbólica en el 53%; la ambiental en el 39%; la económica y patrimonial en el 29%; la
social en el 13%, y la sexual se registró en el 10%. Datos disponibles en http://www.ovd.gov.ar/
ovd/verMultimedia?data=3131 (Consultado el 29/07/2019).
28 Según el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe, la autonomía
se define como la posibilidad que tienen las mujeres de contar con la capacidad y las condiciones
concretas para tomar libremente las decisiones que afectan sus vidas en diferentes ámbitos.
Véase en https://oig.cepal.org/es/autonomias (Consultado el 29/07/2019).
167
LA RESTITUCIÓN INTERNACIONAL DE MENORES Y LAS DEMORAS:
LA NECESARIA REGLAMENTACIÓN A NIVEL NACIONAL
Cita: RC D 1311/2019
Sumario: I. Introducción. II. Los plazos y la demora en la RIM. III. Palabras finales.
I. Introducción
La Restitución Internacional de Menores (RIM) es un proceso destinado a palear
contra situaciones lacerantes de los derechos de todo niño, niña y adolescente (NNA).
Por medio de este mecanismo, aquellos menores se encuentran trasladados o reteni-
dos ilícitamente fuera del Estado de su residencia habitual como consecuencia de un
cuestionable obrar por parte de aquellos quienes –justamente– deben velar por lo
contrario: su bienestar.
Actualmente, Argentina ratificó las dos convenciones internacionales más impor-
tantes en la materia, las cuales nacen en el ámbito de foros productores de normas de
Derecho Internacional Privado (DIPr.) con prestigio y trascendencia mundial. En primer
lugar, la Conferencia de La Haya de Derecho Internacional Privado1 aprobó el 25 de
octubre de 1980 la Convención sobre los Aspectos Civiles de la Sustracción Interna-
cional de Menores (CH1980), que a la fecha cuenta con 101 Estados Contratantes, lo
cual demuestra su éxito rotundo. Nuestro país ratificó este tratado por Ley 23.857
sancionada el 27 de septiembre de 1990 y promulgada el 19 de octubre del mismo año.
En la Cuarta Conferencia Interamericana de Derecho Internacional Privado, celebra-
da en la ciudad de Montevideo en 1989, se aprobó la CIDIP IV sobre Restitución
Internacional de Menores (CIDIPIV) entre 14 Estados, vigente desde el 29 de noviem-
bre del 2000 gracias a la Ley 25.358 por la cual se aprobó su texto.
Ambos tratados ponen como finalidad inmediata la restitución del NNA al Estado
168
Derecho Procesal
donde se encontraba su residencia habitual antes de producirse el hecho ilícito con una
particularidad: se habla de un pronto regreso. Entonces, la celeridad se vuelve una
meta a cumplir, algo que desde la realidad argentina cuenta con graves problemas.
Argentina no cuenta con una normativa a nivel nacional que instaure el proceso de
RIM. Esta carencia genera consecuencias negativas en varios aspectos, entre ellos, la
demora se vuelve uno de los principales problemas a solucionar.
En este marco, la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN) aprobó en 2016
un Protocolo de Actuación para el Funcionamiento de los Convenios con la finalidad
de brindar pautas para todos los operadores jurídicos: jueces, abogados, fiscales,
defensores, Autoridad Central, etc. Estamos ante una fuente calificada como de Soft
Law pero con una importante influencia, pues busca unificar los criterios de actuación
y así poder cumplir con los compromisos asumidos.
A lo largo su texto podemos ver cómo en diversas oportunidades se menciona a la
celeridad como una característica primordial. De este modo, ponen a los jueces como
verdaderos “directores del proceso” debiendo, entre tantos compromisos, fijar plazos
breves para así respetar la urgencia que caracteriza estos casos.
2 Baltar, Leandro y Antón Pérez, Mariana, “La importancia de un proceso especial para los
casos de Restitución Internacional de Niños. Comentario al fallo «G., L. s/Por su Hijo G. P., T. por
restitución s/Familia»”, en Revista Iberoamericana de Derecho Internacional y de la Integración,
Número 6, Junio de 2017, Fecha: 08/06/2017; Cita: IJ-CCCLXXV-893.
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EL “PRINCIPIO PROCESAL” DEL LENGUAJE CLARO
Cita: RC D 1589/2019
Sumario: I. La autonomía de la voluntad y el lenguaje claro. II. El lenguaje claro en el proceso judicial.
III. Las demandas. IV. Las sentencias. V. Usos que oscurecen el discurso. VI. El lenguaje claro como
carga procesal. VII. Conclusión.
Muchas veces, los abogados escribimos más para impresionar que para comunicar.
Hay cierta resistencia de los profesionales del mundo jurídico a clarificar el discurso
porque todavía existe la creencia de que cuanto más rebuscado es el mensaje más
erudito parece, o que la sencillez está reñida con el rigor y la calidad jurídica.
Nada más alejado de la realidad: hoy en día un lenguaje que no se entiende infunde
más desconfianza que respeto.
Necesitamos tomar conciencia de que los documentos legales no están escritos
para el deleite o el entretenimiento de los que los leen. Nadie espera gran retórica o
un vuelo estilístico en una sentencia o un contrato: los lectores solamente quieren
comprender el mensaje.
Por algún motivo, el lenguaje jurídico no evolucionó en la medida en que lo hizo el
lenguaje natural, ni acompañó los avances de la ciencia con un cambio en la manera
de relatarlos.
El progreso de la ciencia y la cultura tiene impacto directo en nuestra manera de
ver el mundo y trae consigo nuevos descubrimientos, que necesitan ser nombrados.
Es buen abogado quien se mantiene al tanto de los avances tecnológicos y los emplea
en el ejercicio de la profesión.
Sin embargo, es paradojal que continuemos redactando demandas, contratos y
sentencias referidos a temas novedosos, como gestación por sustitución, blockchains,
nanotecnología, identidad digital, etc., de la misma manera en que lo hacían los
abogados cuando no existía internet. La manera de argumentar en juicios y de redactar
contratos no evolucionó en la medida que lo hicieron los temas que en esos juicios y
contratos se tratan.
Hoy en día, en muchas jurisdicciones del país los juicios tramitan digitalmente.
Abogados y jueces subimos nuestros escritos y resoluciones en la web del Poder
Judicial, pero eso tampoco implica que se haya modernizado –o que haya mejorado–
nuestra manera de expresarnos.
Y es importante señalar que no es la terminología propia de la profesión lo que hace
ininteligibles nuestros documentos, porque en general el lector puede comprender el
sentido de un término que no conoce asociándolo con el contexto en que está usado.
Pero los abogados, además de usar jerga jurídica, tenemos una manera de redactar
172
Derecho Procesal
particular, heredada o copiada, que complica el mensaje y obliga a releer varias veces
para poder entender lo que quisimos decir.
Si lo que escribimos requiere más de una lectura para poder desentrañar su
sentido, quiere decir que no lo hemos hecho muy bien.
1 En algunos casos, es de aplicación el adagio italiano “se non è vero, è ben trovato”: “si no
es cierto, al menos está bien fundado”.
173
Derecho Procesal
Los abogados tendemos a pensar que las demandas tienen como único destinata-
rio al juez o –a lo sumo– al abogado de la parte contraria, y que entre abogados
entendemos el lenguaje común. Sin embargo en gran cantidad de casos los jueces no
entienden las demandas y los abogados no se entienden entre sí ni tampoco entienden
las sentencias.
Ni que hablar de los ciudadanos legos que son los que firman y reciben las
demandas, y a quienes están dirigidas las sentencias.
La exigencia de claridad que plantea el Código Procesal tiene su razón de ser en
el derecho de defensa y de debido proceso que emanan de la Constitución Nacional.
En efecto, se considera que quien no puede entender acabadamente qué es lo que
se le reclama o de qué se lo acusa no puede ejercer su defensa de modo eficaz y,
por eso, la ley procesal civil prevé un remedio contra demandas incomprensibles u
oscuras: la excepción de defecto legal, prevista en el inciso 5º del artículo 347.
2 Artículo 45 – Deberes de los jueces. Son deberes de los jueces [...] w) expresarse, tanto en
las audiencias como en las resoluciones, con un lenguaje claro.
3 Peyrano, Jorge W. (1992), “Del clare loqui (hablar claro) en materia procesal”, en L. L.
1992-B, 1159; L. L. P. 1992, 447; Cita Online: AR/DOC/6698/2001.
4 Para Peyrano la claridad en la redacción no está identificada con la veracidad del conteni-
174
Derecho Procesal
Coincidimos con este autor en la consideración del lenguaje claro como una
verdadera carga procesal, y también en su afirmación de que el clare loqui constituye
“un valioso reaseguro para la preservación de la buena fe procesal y del principio de
contradicción”.
A ello agregamos que –a nuestro entender– el lenguaje jurídico claro es una
garantía del derecho constitucional de defensa en juicio y constituye una aplicación
práctica del debido proceso.
Además, trae como consecuencia una mayor confianza de los ciudadanos en el
Poder Judicial y en los abogados en general.
VII. Conclusión
La toma de conciencia a favor de un lenguaje más comprensible, que implica
abandonar costumbres arraigadas en el ámbito jurídico desde antiguo, traerá aire
fresco a la profesión y promoverá mayor confianza de los ciudadanos en sus jueces y
abogados.
Para ello, hay que adecuar las currículas de las facultades de Derecho –como ya
vienen haciendo algunas universidades privadas– y formar a los noveles abogados
para que puedan expresarse con un discurso sólido y profesional y a la vez accesible
para todos.
do, porque dice no estar enrolado “en el bando de los que propician la existencia de un deber de
veracidad en el proceso civil” (Peyrano, Jorge W., “El proceso civil. Principios y fundamentos”, p.
231, Ed. Astrea, Buenos Aires). Sostiene que hablar claro no implica imponerle a las partes la
carga de “decir toda la verdad” ante cualquier trance porque “a los pleitistas no se les puede
imponer el comportamiento de un mártir o de un héroe” (ídem, p. 233).
175
LOS DERECHOS DE INCIDENCIA COLECTIVA
Cita: RC D 1296/2019
1 CSJN, 24/2/09, “Halabi, Ernesto c/PEN. Ley 25.873, Dto. 1563/2004 s/Amparo Ley 16.986”,
Fallos: 332:111.
2 Orden del día Nº 9.
3 CSJN, 27/12/57, “Siri, Ángel s/Interpone recurso de hábeas corpus”, Fallos: 239:382.
4 CSJN, 5/9/58, “Kot, Samuel SRL s/Recurso de hábeas corpus”, Fallos: 241:291.
176
Derecho Procesal
177
Derecho Procesal
CSJN deslindó los derechos individuales de los colectivos y, entre estos últimos,
diferenció los individuales homogéneos de los difusos.
Con el tiempo, fue la tesis de Lorenzetti la que esquematizó el sistema de dere-
chos en tres dimensiones: i) los derechos individuales, ii) los derechos de incidencia
colectiva que tienen por objeto bienes colectivos y iii) los derechos individuales
homogéneos. En “Mendoza”, en su voto particular, definía a los primeros como
aquellos bienes jurídicos individuales ejercidos por su titular. A los segundos, los
derechos colectivos, como aquellos que tienen por objeto un bien colectivo, pertene-
ciente a toda la comunidad, indivisible, y que no admite exclusión alguna. Los derechos
individuales homogéneos, finalmente, fueron conceptualizados como aquellos en los
que se afectan derechos individuales enteramente divisibles, pero en los que existe un
hecho, único o continuado, que provoca la lesión de todos ellos, y por lo tanto es
identificable una circunstancia fáctica o normativa homogénea.
El Tribunal terminó de perfilar cuál era el modelo escogido para la tutela de los
derechos de incidencia colectiva en el caso “Halabi”9 y lo ha mantenido hasta el
presente. Lo central de la actividad de la CSJN, sobre lo que mayormente nos
detendremos en el análisis, fue la elección de un mecanismo concreto, entre varios
posibles que se podrían haber delineado. En muchos países europeos –por poner
ejemplos– se ha seguido, mayormente, una matriz no representativa10. Se sigue lo que
se conoce como el mecanismo opt-in, en el que se confía en un sujeto al que se
considera representativo de los intereses del grupo, y se espera la adhesión de los
involucrados al litigio que él gobernará. Es decir, se han legislado modalidades tales
como las demandas adhesivas, los recursos repetitivos, los casos modelo y/o los
precedentes formalmente vinculantes, resultando esencial que cada uno de los miem-
bros del grupo exprese su voluntad para poder agregarse a los resultados de ese
proceso colectivo.
El sistema escogido por la CSJN, en cambio, es el que se denomina opt-out, o de
pretensión representativa, que encuentra su arquetipo más desarrollado en la Regla
23 del Derecho federal de los Estados Unidos. El eje de este mecanismo se centra en
que una persona –legitimada extraordinaria o por vía legal– representa los reclamos o
defensas del grupo sin que sea necesario que sus integrantes concurran personalmen-
te al pleito, ni expresen su voluntad para quedar incluidos en aquél; por el contrario,
sólo deberán formular tal petición para apartarse, en los casos en que el objeto del
proceso lo permita –v. gr., derechos individuales homogéneos–. La representación
adecuada es el modo en que ese legitimado extraordinario se “autopostula” como el
portador de la voz del grupo en conflicto y, bajo un riguroso control de sus condiciones,
a efectos de garantizar la eficaz tutela de todos los derechos comunes, les hace
extensivas las consecuencias de ese proceso.
En este punto, deben notarse varios aspectos: i) la reforma constitucional, al incluir
los derechos de incidencia colectiva, perfilándolos como una especie tutelable a través
de la “acción de amparo”, no indicó qué tipo de dispositivo procesal era aplicable; ii) la
lectura del art. 43, párrafo segundo, de la Constitución deja además otras enseñanzas,
que indican que lo postulado en el texto no es limitante de otras vías para tutelar los
derechos de incidencia colectiva, sino una base o piso de garantías disponibles y
rio de Salud y/o Gobernación”, Fallos: 329:4741; 31/10/06, “Mujeres por la Vida. Asociación Civil
sin Fines de Lucro –filial Córdoba– c/Ministerio de Salud y Acción Social de la Nación”, Fallos:
329:4593; 31/10/06, “Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires c/Secretaría de
Comunicaciones resol. 2629/99 s/Amparo ley 16.986”, Fallos: 329:4647; 26/6/07, “Defensor del
Pueblo de la Nación c/Estado Nacional”, Fallos: 330:2800 (Salgado, 2007).
9 CSJN, 24/2/09, “Halabi, Ernesto c/PEN. Ley 25.873, Dto. 1563/2004 s/Amparo Ley 16.986”,
Fallos: 332:111.
10 Son los casos de Italia, Alemania, Francia, Inglaterra.
178
Derecho Procesal
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Artículos
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de resolución de conflictos masivos, XXX Congreso Nacional de Derecho Procesal,
San Juan, 12, 13 y 14 de septiembre, inédito.
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Derecho Procesal
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EL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO
ENVIDIADO POR EL PROCESO JUDICIAL
Cita: RC D 1586/2019
Fallo comentado
CSJN, 24-9-2019 “Garrido, Martín Fabio c/Provincia de Río Negro y otro
s/Ordinario. Recurso de hecho”, Rubinzal Online, RC J 958/2019, 10523/19
1. Ante la denegación del recurso extraordinario federal, el recurrente –domiciliado
al parecer en Río Negro– envió a través de correspondencia o correo a la Corte
Suprema de Justicia de la Nación (en adelante, CSJN) su recurso de queja.
La CSJN tomó en consideración la fecha en la que la carta llegó a su secretaría.
Mejor dicho, la CSJN consideró la fecha del cargo colocado en su secretaría luego de
recibida la carta y no, en cambio, la fecha de imposición postal, esto es, la fecha de
envío de la carta.
Esto fue así decidido en los autos: “Recurso de hecho deducido por el actor en la
causa Garrido, Martín Fabio c/Provincia de Río Negro y otro s/Ordinario”, en resolución
del 24/9/2019.
2. La presentación de un documento en la oficina postal no es inocua en el Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación (en adelante, CPCC de la Nación), ya que,
tratándose de notificaciones por vía de cartas documento o de telegrama, esa presen-
tación importa el anoticiamiento formal de la parte patrocinada o representada (art. 137,
antepenúltimo párrafo, CPCC de la Nación).
Pero el CPCC de la Nación no regula expresamente qué fecha debe ser conside-
rada en situaciones de envío de escritos judiciales a través del servicio postal.
Claro, han de ser situaciones acaso poco usuales, pues lo corriente será la entrega
manual del escrito en la mesa de entradas, con simultánea colocación del cargo ante
el esmerado control del presentante. En esas raras situaciones de envío postal, el
riesgo del litigante es bastante grande, habida cuenta de la cantidad de manos
intermediarias entre el despacho de la carta en el correo –en un extremo del itinerario–
y la colocación del cargo en la secretaría de destino –en el otro extremo del trayecto–.
Cantidad de manos y, habría que agregar, ausencia de controles efectivos: ¿A
dónde la carta habrá de llegar? ¿Ha de ser entregada en la secretaría correcta? ¿Una
vez abierta y extraído su contenido, se le colocará el cargo inmediatamente? Etc., etc.,
etc. Cuanto más grande el tribunal de destino, más laberíntico y oscuro, como si se
181
Derecho Procesal
tratara de “El proceso” de Kafka, puede ser todo el recorrido entre la entrega de la carta
en algún lugar y la colocación del cargo en la secretaría correcta.
Por eso la envidia que inspira el procedimiento administrativo al proceso judicial, ya
que el art. 25.b, párrafo 2º, del Decreto 1759/1972, reglamentario de la Ley 19.549,
determina: “Los escritos recibidos por correo se considerarán presentados en la fecha
de imposición en la oficina de correos, a cuyo efecto se agregará el sobre sin destruir
su sello fechador, o bien en la que conste en el mismo escrito y que surja del sello
fechador impreso por el agente postal habilitado a quien se hubiere exhibido el escrito
en sobre abierto en el momento de ser despachado por expreso o certificado”.
Parecería que no ya la Ley de Procedimientos Administrativos, sino, para más
humillación de la ley procesal, su inferior decreto reglamentario, favorece más las
posibilidades de recurso judicial (según mandato de optimización contenido en el art.
25.2.b, del “Pacto de San José de Costa Rica”) que el CPCC de la Nación en
interpretación nada menos que de la CSJN. Favorecería más las posibilidades de
recurso judicial, vale la pena aclararlo, porque si, en el caso, de alguna manera se
hubiera traído a colación una solución semejante a la del art. 25.b, párrafo 2º, del
Decreto 1759/1972 (¿argumento art. 2º del Código Civil y Comercial?), entonces la
queja habría resultado tempestiva. ¿Es que acaso el proceso judicial es menos debido
proceso que el procedimiento administrativo?
3. Y, si eso fuera poco, para aún mayor envidia del proceso judicial resulta que, en
el procedimiento administrativo, cuando el recurso es tardío, funciona como denuncia
de ilegitimidad. No obstante, para menor humillación de la ley procesal, eso ya surge
de la propia Ley de Procedimiento Administrativo 19.549 y no de su decreto reglamen-
tario, cuando en su art. 1.e.6 declara: “Una vez vencidos los plazos establecidos para
interponer recursos administrativos se perderá el derecho para articularlos; ello no
obstará a que se considere la petición como denuncia de ilegitimidad por el órgano que
hubiera debido resolver el recurso, salvo que éste dispusiere lo contrario por motivos
de seguridad jurídica o que, por estar excedidas razonables pautas temporales, se
entienda que medió abandono voluntario del derecho”.
Imaginemos que una queja tardía sirviera cuando menos como denuncia de
ilegítima denegación del recurso extraordinario federal, permitiendo a la CSJN de oficio
enmendar ese déficit haciendo gala, entonces, como “dueña” del recurso mal denega-
do, de una suerte de certiorari positivo. Eso no sería mal recibido, probablemente, en
situaciones de gravedad institucional (ver párrafo 2º del art. 257 bis, CPCC de la
Nación, según Ley 26.790).
4. Afortunadamente, la litigación electrónica podrá devolver su orgullo al proceso
judicial en situaciones como las del caso que se comenta, si se admitiera la remisión a
distancia del recurso de queja en soporte digital. Atenta la tecnología, allende la
distancia geográfica no habría distancia temporal entre el envío y la recepción electró-
nicos del recurso. Pero no hay que menospreciar la condición “si se admitiera la
remisión del recurso de queja en soporte digital”. Si no, hay que ver lo que sucede,
curiosamente, en jurisdicción bonaerense, donde ya es prácticamente un hecho la
litigación electrónica. Allí el recurso de queja debe ser presentado ¡en soporte papel!
y, dentro del siguiente día hábil, recién hay que remitir ese mismo escrito pero
“escaneado” en soporte digital (ver art. 3º, Ac. 3886/2018, Suprema Corte de Bs. As.).
182
EL MOMENTO PROCESAL OPORTUNO PARA LA
INTEGRACIÓN DEL PAGARÉ DE CONSUMO EN EL
ÁMBITO DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES
Cita: RC D 2103/2019
Sumario: 1. Introducción. 2. La doctrina legal de la SCJBA como punto de partida. 3. Panorama jurispru-
dencial y doctrinal en relación con la oportunidad procesal útil para integrar el pagaré de consumo.
3.1. Tesis de la demanda. 3.2. Tesis de la intimación previa. 3.3. Tesis de la notificación de demanda.
3.4. Tesis del período probatorio. 3.5. Tesis de la sentencia como límite absoluto. 3.6. Tesis de la
sentencia como límite relativo. 4. Nuestra posición.
1. Introducción
Cuando nos referimos al momento procesal oportuno no estamos aludiendo a un
concepto de estratégica judicial, sino a la dimensión temporal de los actos procesales.
No se trata, en efecto, de identificar la oportunidad más conveniente o ventajosa para
ejercer una determinada facultad jurídica, sino más bien de determinar el lapso de
tiempo dentro del cual ésta puede ser ejercida válidamente.
El momento procesal oportuno atañe directamente a la juridicidad en el ejercicio de
un derecho, y no a su economicidad o utilidad.
El propósito del presente trabajo se enmarca en el ámbito del pagaré de consumo,
instrumento respecto al cual la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos
Aires en la causa “Asociación Mutual Asís c/Cubilla”1 ha dicho que debe ser integrado
con las constancias que acrediten el cumplimiento de los recaudos informativos
previstos en el art. 36 de la Ley 24.240.
El interrogante central que aquí nos convoca –y que viene a complementar el
estudio del pagaré de consumo que hemos realizado en un trabajo recientemente
publicado2– girará alrededor del momento procesal oportuno para la integración del
pagaré de consumo.
1 SCBA, “Asociación Mutual Asís c/Cubilla, María Ester. Cobro ejecutivo”, causa C. 121.684,
14 de agosto de 2019.
2 Morea, Adrián Oscar, El pagaré de consumo como título ejecutivo integrable, publicado en
Editorial Erreius, octubre de 2019.
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Derecho Procesal
184
Derecho Procesal
integración en la Alzada. En otros términos, lo que se resuelve es que la ejecución es viable sólo
si se procede a la integración del título ejecutivo en primera instancia, a fin de cumplir (en el criterio
del tribunal) con la mencionada norma de la Ley 24.240 (ver Sentencia del 9/3/17, cita online:
AR/JUR/1822/2017).
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Derecho Procesal
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Derecho Procesal
187
Derecho Procesal
integración del título ejecutivo durante el proceso judicial, aunque no llega al extremo
máximo de extender dicha facultad hasta al momento previo a la sentencia judicial.
De cualquier modo, entiendo que de acompañarse la documentación complementaria
recién durante el período de prueba, corresponderá otorgar oportunidad al demandado
para que en forma previa a la sentencia se expida sobre la aptitud de la misma para
acreditar el cumplimiento íntegro de las exigencias informativas previstas en el art. 36
de la Ley 24.240, so pena de conculcarse el derecho de contradicción (arts. 18 y 75,
inc. 22, de la CN).
En esta línea, parecería adentrarse el fallo de la Sala III de la Cámara de Apelacio-
nes 2ª en lo Civil y Comercial de La Plata al considerar la integración documental como
una carga probatoria de los litigantes sin perjuicio de la facultad del juez de calificar la
relación jurídica implicada de acuerdo a las particularidades del caso: “Cuando el
aporte probatorio no fue efectuado por los litigantes a fin de acreditar los hechos
alegados en sus presentaciones, la invocación de la normativa protectoria del consu-
midor impone al juez en la situación de analizar, en cada proceso en particular, la
eventual existencia de una relación sustancial de consumo”8.
188
Derecho Procesal
4. Nuestra posición
Por nuestra parte, consideramos que a falta de regulación normativa expresa como
de doctrina legal del Máximo Tribunal bonaerense respecto a la determinación del
momento procesal oportuno para la integración del título ejecutivo, no cabe postular
una respuesta jurídica unívoca en relación con esta temática.
Con esto quiero significar que en la medida en que el órgano judicial garantice la
posibilidad a la parte actora para que integre el pagaré con la documentación que
acredita el cumplimiento de los recaudos informativos previstos en el art. 36 de la Ley
24.240, cada magistrado podrá receptar la tesis de oportunidad procesal que estime
más adecuada y justa sin que ello implique violentar la jurisprudencia de la Corte
Provincial sentada en la causa “Asociación Mutual Asís c/Cubilla”.
Hete ahí la regla. Ahora, las excepciones. Consideramos, en este sentido, que la
tesis de la demanda no satisface el umbral mínimo de juridicidad a la luz del nombrado
precedente, por cuanto directamente elimina toda posibilidad de integrar el título
ejecutivo en el curso del proceso judicial. Es decir, al establecer que la documentación
complementaria del título ejecutivo sea acompañada con la demanda como única
forma de integración válida, termina por circunscribir el marco de la ejecución a títulos
“preintegrados”, desechando el “título integrable” como aquel que se conforma en el
desarrollo mismo del proceso judicial, desvirtuando de tal modo el alcance lógico y
jurídico de la tesis intermedia.
La otra excepción se proyecta en el extremo opuesto. Es decir, la tesis de la
sentencia como límite absoluto resulta incompatible con los principios básicos del
debido proceso constitucional. En concreto, la pretensión del demandado de integrar
incondicionadamente el título ejecutivo habiendo vencido el período de prueba deja sin
posibilidades de defensa al demandado para contradecir la validez y eficacia de la
integración pretendida. A diferencia del supuesto anterior, esta tesis presenta una
incompatibilidad parcial con la doctrina legal de la SCJBA por cuanto únicamente
colisionará con el aludido criterio jurisprudencial cuando el actor pretenda integrar el
título con posterioridad a la clausura del período de prueba y con antelación al dictado
de la sentencia ejecutiva, mas no en las etapas anteriores del proceso.
Dicho esto, y sin desconocer que la determinación de la oportunidad procesal para
la integración del título presenta un marco amplio de alternativas jurídicamente posi-
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Derecho Procesal
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DERECHO CIVIL Y PROCESO
Cita: RC D 1381/2019
Sumario: I. Introducción. II. La difuminación del Derecho Privado. III. El Derecho Civil en clave de
derechos humanos. IV. Derecho Civil resignificado y proceso.
I. Introducción
Es propósito de estas líneas establecer en forma sucinta cuál es el estado actual
de la cuestión relativa a la finalidad y a los límites del Derecho no Público y su
vinculación con las reglas del proceso civil.
Hablamos en términos generales de “Derecho Civil” y no de “Derecho Privado”,
pues sostenemos que éste es un concepto que ya no explica la realidad jurídica a la
que supuestamente se refiere, profundamente transformada por el Derecho del Con-
sumo y la resignificación de todo el ordenamiento jurídico por las reglas y principios
establecidos en los tratados internacionales sobre derechos humanos.
Tal evolución proyecta cambios relevantes en el proceso civil.
191
Derecho Procesal
192
Derecho Procesal
Hoy el Derecho Civil tiene por función ser vehículo para la concreción de los
derechos humanos de naturaleza económica, social y cultural. Ello fue especialmente
tenido en consideración en la sanción del Código Civil y Comercial de la Nación que
rige en nuestro país desde el 1º de agosto de 2015, cuya norma inicial establece a los
tratados de derechos humanos en los que la República sea parte2 como una de las
fuentes para la resolución de los casos, tras lo que el artículo 2º establece el deber de
tenerlos en consideración para la interpretación de la ley, dejando así sentadas las
bases de una imbricación normativa que deconstruye definitivamente el sistema de
retroalimentación endogámica con el que se desarrolló el Derecho Civil argentino.
Los diversos tratados internacionales que resultan de aplicación, en primer término
por razones elementales de lógica sistémica y luego porque así lo dispone el Código
Civil y Comercial de la Nación, contienen numerosas reglas vinculadas con derechos
económicos, sociales y culturales, cuyo contenido e interpretación debe ser tenida en
cuenta por los operadores del sistema jurídico en general, pero por los jueces en
especial.
Así, por ejemplo, la definición del concepto de vivienda adecuada no puede
prescindir de lo dicho por el Comité del Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales en su Observación General Nº 4, ni la realización de un desalojo
de los criterios enunciados en la Observación General Nº 7; como tampoco debería la
evaluación de un conflicto que concierna al interés de un niño, niña o adolescente en
un caso relativo al derecho a la educación soslayar lo dicho por el Comité de la
Convención sobre los Derechos del Niño en su Observación General Nº l.
2 No limita ello a los tratados con rango constitucional sino a todo tratado sobre derechos
humanos, por lo que, por ejemplo, en algún caso puede ser necesaria la aplicación de la
Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer,
Convención de Belém do Pará, que no tiene rango constitucional pero indudablemente encuadra
en la categoría a la que la norma hace referencia.
3 Weinrib, Ernest J., La idea de Derecho Privado, Marcial Pons, Madrid, 2012, p. 16.
4 Abramovich, Víctor y Courtis, Christian, Los derechos sociales como derechos exigibles,
Trotta, Madrid, 2002, pp. 29-30.
5 La denominada “cláusula federal” contenida, por ejemplo, en el artículo 28 de la CADH,
193
Derecho Procesal
Por ello hoy un juez civil tiene habitualmente ante sí la exigencia de realizar un
delicado balance de derechos de naturaleza constitucional, algo evidente en casos que
involucran cuestiones de salud, educación o vivienda, en los que suele plantearse un
conflicto entre el derecho de propiedad y derechos humanos de naturaleza económica,
social o cultural, con un problema de asimetría constitutivo, como es que el primero
tiene una matriz protectoria muy fuerte en nuestro sistema jurídico, que ha desarrollado
todo un sistema logístico para su control y resguardo, mientras que la satisfacción de
los derechos sociales requiere de políticas concretas e inversión del Estado, que no
siempre da respuestas efectivas a esas necesidades, generando tensión para la
resolución de los casos.
La cuestión puede ser analizada con ejemplos de distintas áreas, frente a los que
es claro que el sistema de justicia debe adoptar las medidas necesarias para que los
órganos obligados a satisfacer en la medida de los recursos disponibles cumplan con
sus obligaciones constitucionales.
Siempre han existido factores que han determinado que la tarea de los jueces no
pueda ser considerada una labor simple, pero en las últimas décadas se ha incremen-
tado notoriamente la complejidad de las circunstancias propias del contexto en el que
deben emitir sus decisiones y en el marco de una crisis global de la razón jurídica6, que
no facilita ciertamente la tarea.
Lo complejo de la situación se da porque, con algún que otro ajuste en equipamien-
to informático, seguimos encarando la tarea que impone la resolución de problemas
del siglo XXI con un esquema organizacional concebido en el siglo XIX, con base en
procedimientos escritos, obsoletos. Ello se da más allá del esfuerzo personal de miles
de servidores públicos que realizan sus tareas con honestidad y dedicación en el Poder
Judicial.
Es necesario establecer un sistema de justicia no penal que fortalezca las estruc-
turas de acceso y asegure mecanismos de defensa de los derechos de los vulnerables;
que cuente con un buen soporte de métodos de resolución alternativa de disputas; que
pueda procesar en un lapso de tiempo breve los conflictos de menor cuantía; que
tramite por audiencias con inmediación efectiva en los juicios de conocimiento; que
prevea la capacitación constante de los jueces en temas metajurídicos, como los
inherentes a las nuevas tecnologías y que incluya un sistema de organización y apoyo
logístico que permita a los magistrados concentrarse en el ejercicio de la función
judicial7, liberándolos de la carga de cuestiones administrativas que a diario afrontan.
De no producirse un cambio profundo el Poder Judicial seguirá siendo para la
sociedad una corporación oscura y sospechada de corrupción. Y en materia civil,
perdurará en el “como si” del culto a la opacidad del papel, en no ser una herramienta
idónea para dirimir en tiempo razonable los conflictos que afectan a los particulares,
con sujeción a las normas constitucionales y convencionales que deben aplicarse para
ello.
No hay que perder las esperanzas, el sistema de justicia está emplazado a
reformarse.
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LA DESNATURALIZACIÓN DE LA TUTELA ANTICIPADA
Cita: RC D 1398/2019
I. La tutela anticipada puede ser identificada –sin mayor esfuerzo– como el efecto
que provoca el dictado de una medida cautelar sobre la decisión de mérito, cuando se
superpone en todo o en parte con la pretensión sustancial o de fondo.
Por esa razón, la hemos caracterizado como aquel sistema cautelar en virtud del
cual la jurisdicción, a través de una actuación asegurativa o protectoria, resguarda
–manteniendo o alterando– una determinada situación de hecho o de derecho, propen-
diendo a la eficacia de la sentencia definitiva, a través de una inmediata actuación de
la ley en el proceso, a fin de evitar un daño o los riesgos de un menoscabo, o de un
perjuicio, que resultan manifiestos o inminentes, en desmedro de derechos fundamen-
tales1.
La doctrina de la Corte Suprema ha convalidado su expresión a través de la
aplicación del art. 230 del Código Procesal Nacional, para lo cual sólo requirió como
presupuestos para su viabilidad, verosimilitud del derecho y peligro en la demora, como
toda cautelar, con la salvedad de que en los casos que sea otorgada demande de los
jueces una mayor prudencia en su aplicación precisamente porque importa un anticipo
de jurisdicción, por lo que recomendó que esos presupuestos se encuentren debida-
mente acreditados.
De tal modo resolvió que “...la Alzada no podía desentenderse del tratamiento
concreto de las alegaciones formuladas so color de incurrir en prejuzgamiento, pues
en ciertas ocasiones –como ocurre en la medida de no innovar y en la medida cautelar
innovativa– existen fundamentos de hecho y de derecho que imponen al tribunal
expedirse provisionalmente sobre la índole de la petición formulada.
”Que ello resulta así pues es de la esencia de esos institutos procesales de orden
excepcional enfocar sus proyecciones –en tanto dure el litigio– sobre el fondo mismo
de la controversia, ya sea para impedir un acto o para llevarlo a cabo, porque dichas
medidas precautorias se encuentran enderezadas a evitar la producción de perjuicios
que se podrían producir en caso de inactividad del magistrado y podrían tornarse de
muy dificultosa o imposible reparación en la oportunidad del dictado de la sentencia
definitiva.
”Que, de considerarse admisible el único sustento dado por el a quo, la medida
195
Derecho Procesal
cautelar innovativa se convertiría en una mera apariencia jurídica, sin sustento alguno
real en las concretas circunstancias de la causa, habida cuenta de que toda presenta-
ción en tal carácter se enfrentaría con el valladar del eventual prejuzgamiento del
tribunal como impedimento para la hipotética resolución favorable al peticionario”
(Fallos: 320:1633).
Esa doctrina la continuó desarrollando la Corte y los tribunales inferiores al inter-
pretar que “La viabilidad de las medidas precautorias se halla supeditada a que se
demuestre la verosimilitud del derecho invocado y el peligro en la demora y, dentro de
aquéllas, la innovativa es una decisión excepcional porque altera el Estado de hecho
o de Derecho existente al tiempo de su dictado, habida cuenta de que configura un
anticipo de jurisdicción favorable respecto del fallo final de la causa, lo que justifica una
mayor prudencia en la apreciación de los recaudos que hacen a su admisión” (Fallos:
326:3729).
II. Es aquí donde se plantean las dudas que señala el título de este trabajo, porque
se puede comprobar una especie de desnaturalización de esa tutela anticipada, a partir
de un inexplicable procedimentalismo que se advierte en varias provincias (v. gr., San
Juan, La Pampa, San Luis, Misiones, entre otras), a través del cual se agravan los
requisitos para la concesión de una cautela al punto de llegar, por ejemplo, en el Chaco
a establecerse 14 recaudos para la concesión de una cautela de esta índole2.
Ese procedimentalismo, que desvirtúa los requisitos que exige la Corte, continúa
propagándose por el interior del país, como ahora sucede con el Proyecto de Código de
la Provincia de Chubut, que pese a que aún no se ha sancionado, sigue la misma línea.
La desvirtuación implica violar la sustancia de algo, o quitarle el vigor que posee, y
en sentido similar cuando aludimos a la desnaturalización de la tutela anticipada, que
paradójicamente ha provocado un avance de consideración en la órbita del Derecho
Procesal, toda vez que permite la obtención de una tutela efectiva e inmediata,
contrarrestando el consumo de tiempo que naturalmente produce el proceso, por
supuesto, cuando las circunstancias así lo requieren.
En esas provincias del interior del país, como las que hemos mencionado a modo
de ejemplo, se ha regulado la tutela anticipada como si se tratara de un instituto diverso,
introduciendo el legislador una serie de requisitos absolutamente inconvenientes, que
desvirtúan la operatividad simple y sencilla que contempla el art. 230 del Código
Procesal.
Se opone a la verosimilitud del derecho y el peligro en la demora, por ejemplo, entre
los requisitos más llamativos, que se bilateralice el planteo cautelar, previa acreditación
de los “hechos” invocados, lo que por sí mismo denota una clara demora en su trámite,
además de la desnaturalización denunciada, que se hace más gravosa aún cuando se
requiere –por ejemplo– que se cite por cédula al afectado por la medida a una
audiencia (como San Luis, Misiones o Chaco, entre otras).
Y lo más importante de esta desvirtuación se advierte en que la medida que se
adopte no debe tener carácter irreversible para la sentencia. Es decir, por ejemplo, lo
resuelto por la Corte en el leading case “Camacho Acosta” hubiera corrido una suerte
adversa en esos lugares.
III. Lo que importa advertir en este aspecto es que ya hace tiempo que quedó de
lado el viejo Estado de Derecho Legal, que presuponía un arraigado iuspositivismo en
virtud del cual lo que la ley disponía era el límite del Derecho, para pasar a un Estado de
Derecho Constitucional, donde los valores en juego son otros porque priman los principios
que surgen de la Constitución Nacional y los Tratados Internacionales de Derechos
Humanos a los que se debe propender en resguardo de la dignidad de la persona.
196
Derecho Procesal
197
LA ORALIDAD. UN CAMBIO DE PARADIGMA
Cita: RC D 1739/2019
1. Oralidad y gestión
Desde hace ya tiempo, pero cada vez con mayor interés, se ha hecho hincapié en
diversas formas de agilizar y hacer más efectivo el proceso, ante la evidencia de su
ineficacia, tardanza y falta de criterio en muchas oportunidades. Este aspecto no ha
sido sólo notado por los operadores jurídicos, sino por un clamor social al respecto, que
si bien en ciertos momentos fue más notable en materia penal y en seguridad social,
no están exentos los procesos no penales, entendiendo por ellos de modo general el
proceso civil. La idea de gestión ha prendido así, en el sistema judicial, como una
alternativa válida para ir resolviendo estos problemas. En este campo podemos decir
que la gestión, en todos los negocios y actividades de la organización, es el acto de
reunir a las personas para lograr los objetivos deseados utilizando los recursos
disponibles de manera eficiente y eficaz. La gestión comprende la planificación,
organización y dotación de personal, que conduce, o bien dirige y controla una
organización (un grupo de una o más personas o entidades), o el esfuerzo con el fin
de lograr un objetivo. Dentro de ella el concepto de recursos (o insumos en la teoría
general de los sistemas) abarca el despliegue y la manipulación de los recursos
humanos, económico-financieros y científico-tecnológicos.
En el esquema actual, la Gestión debe considerarse especialmente en el campo
del proceso oral, con un cambio de paradigma formidable. El tribunal o juzgado
decimonónico que nosotros aún tenemos en muchos lugares debe ceder para ser
reemplazado por un nuevo esquema, un nuevo paradigma, esto es, un nuevo modelo,
mejor, más eficaz, más adecuado a la realidad social y destinado al cumplimiento de
la tarea que le es propia con celeridad y certeza, esto es, la tarea de resolver los
conflictos judiciales que a él se acerquen.
Este cambio de paradigma requiere un cambio de mentalidad y una preparación
específica en la materia. Un cambio de paradigma es un cambio de modelo, de
sistema. Como todo cambio hay factores que obstruyen este cambio. Uno es el del
miedo al cambio, pues el miedo produce una conmoción desde distintos puntos de
vista, ya que existe una inevitable tendencia, bastante extendida en las sociedades, al
198
Derecho Procesal
statu quo, es decir, dejar las cosas como están en determinado momento. Por supuesto
que los cambios requieren tiempo, ya que hay que gestionar el proceso, llevarlo
adelante y desarrollar un entorno que facilite el cambio. No obstante hay que tener
cuidado con los pseudocambios, esto es, cambios apurados dentro de la misma
estructura que termina absorbiendo y eliminando el cambio. Para el cambio real hay
que establecer un claro plan estratégico y táctico que muestre con toda claridad las
ventajas de lo que se propone.
En el caso de la oralidad, de la que nos ocuparemos ahora es la del proceso civil,
porque cada área del conocimiento que hace al Derecho requiere consideraciones
especiales, sin perjuicio de lo cual nos serviremos también de soluciones en otro
campo del Derecho. Esta oralidad no puede asentarse, como han hecho muchos
códigos provinciales, en aplicar esquemas orales en sistemas escritos, porque ésa no
es en realidad la oralidad. Puede, eventualmente, utilizarse como un paso intermedio,
pero la oralidad es otra cosa y requiere una reforma judicial profunda, como estructura
indispensable para montar una organización judicial acorde con los tiempos que
venimos transitando. Una reforma de esta naturaleza se asienta en los insumos que
adopta la Teoría de los Sistemas y que son, como ya señalamos, humanos, científicos,
tecnológicos, económicos y financieros.
Yendo ya a la oralidad, la aplicación de ella se apoya en: 1) La formación de los
operadores del proceso oral (en particular el aprender a hablar en el mismo); 2) la
preparación del proceso en el campo de la teoría del caso (originaria del proceso penal,
pero aplicable al proceso civil oral); 3) preparar y sanear el proceso en la audiencia
preliminar, con el tratamiento de una adecuada negociación entre las partes que pueda
conciliar el proceso, o limitar los campos del conflicto, determinando los medios
probatorios y la oportunidad de la audiencia de vista de causa; 4) recorrer un proceso
en el que exista contigüidad y continuidad de los actos procesales, especialmente de
las audiencias con la presencia inexcusable del juez, sin poder delegar; 5) la interroga-
ción de las partes, los testigos y los peritos, por las partes (o sus abogados) libremente,
quedando el juez para dirigir esos interrogatorios haciendo preservar la igualdad y la
defensa en juicio y quedando su actuación posterior en la expectativa de interrogar
para aclarar, salvo que se trate de procesos donde existan vulnerables, en cuyo caso
su intervención debe ser directa y fundamental; 6) darle vida a los alegatos como
elemento esencial conclusivo de demostración y persuasión; 7) reorganizar la compe-
tencia judicial conforme a las necesidades de la gestión en cada lugar (no es lo mismo
una gran metrópolis que un pueblo pequeño).
Estos elementos deben ser acompañados, en nuestro tiempo, por dos apoyos más
que se consideran esenciales. La tecnología, a través de la electrónica en el campo
informático (TIC) y la Oficina Judicial.
2. La Oficina Judicial
Cierto es que la teoría del caso y la Oficina Judicial han sido originadas en el
proceso penal, donde mejor se han desarrollado en el mundo, pero no implica ello que
no puedan aplicarse los criterios de gestión que suponen ambos institutos a todos los
procesos. En el caso particular de la Oficina Judicial debemos decir, no obstante, que
no hay un criterio único para definirla en todos sus alcances. Dependerá en muchos
casos del lugar donde debe implementarse, y su conformación, estructura y funciona-
miento que deberán adecuarse a ese entorno. Sin perjuicio de ello podemos decir, en
primer lugar, que la Oficina Judicial tiene como base la separación de las funciones de
oficina administrativa que tiene actualmente el juzgado, para que el magistrado pueda
concentrarse en su función jurisdiccional, sin estar distraído por temas que no hacen
en realidad a la solución del conflicto. Pero esta primera idea general, que en muchos
casos es rechazada por los jueces, pues creen que pierden poder, o que los juicios van
199
Derecho Procesal
a ser resueltos fuera de su campo, requiere, además, de mostrar cuáles son los
elementos que requiere la Oficina Judicial, también persuadir de su importancia y sus
ventajas1. La determinación de las funciones de la Oficina Judicial requiere en el campo
de la reforma judicial establecer dónde se regulan las funciones, cuáles son sus tareas
y cuántas oficinas judiciales son necesarias.
Para poder ver las ventajas de la Oficina Judicial hay que probarla en la práctica,
pero puede tenerse una idea bastante aproximada si se consideran las siguientes
cuestiones que contraponen el proceso en el que actúa la Oficina Judicial y el
precedente. En primer lugar se tiene que tener presente que la Oficina Judicial se
desarrolla en los sistemas orales. De manera que varios aspectos que hacen a la
misma están consubstanciados con la oralidad. Veamos:
1) Una cuestión fundamental es la del Tribunal. Éste debe ser unipersonal y no
como algunos pretenden que sea pluripersonal e inclusive de instancia única. Ya se ha
demostrado que tal sistema no es el adecuado (por ejemplo, tribunales laborales
provinciales, justicia de familia de la Provincia de Buenos Aires, etc.). Y esto porque
debe haber primera y segunda instancia, dos modos de ver el proceso, el uno ejecutivo,
el otro reflexivo, que un solo tribunal (además de las objeciones convencionales a ese
sistema) no puede realizar.
2) La siguiente cuestión es la determinación de la competencia. No es dable que el
mismo juzgado que toma audiencias en procesos de conocimiento sea a su vez el que
hace las ejecuciones, ya sean de juicios ejecutivos, procesos monitorios e inclusive de la
misma sentencia, porque el tiempo que distraen cualquiera de esas cuestiones puede
simplificarse mediante juzgados especializados, donde también se aplicará en lo perti-
nente la oralidad, pero que están destinados más que a “decir el derecho” a hacerlo
efectivo.
3) En este tipo de organización, con Oficina Judicial, se encontrarán separadas las
actividades administrativas y de mero trámite de la actividad jurisdiccional que corres-
ponde al tribunal. Pero la coordinación entre ambas debe ser perfecta. La actividad
debe ser concentrada, coordinada, continua desde su comienzo hasta la finalización,
dando la idea de que la causa es un micromundo de solución de conflictos que no está
confundido con los otros micromundos entre otras partes y sobre otros temas.
1 Hay algunos interesantes trabajos sobre el tema, como por ejemplo: Quiroga, Carlos,
Nuevas formas de organización y gestión judicial civil. Caso Mendoza, Noviembre de 2018 (en
power point), que resume otros varios trabajos anteriores y Soto, Andrés Antonio, Nuevas tecnolo-
gías y gerenciamiento de la Oficina Judicial, en Nueva gestión judicial, 2ª edición (Oralidad en los
procesos civiles), Coordinadores: Héctor Mario Chayer y Juan Pablo Marcet, Editorial: Ministerio de
Justicia y Derechos Humanos de la Nación, Buenos Aires, 2017, SAIJ: LB000206, pp. 19 y ss.
También puede verse entre otros trabajos Bielsa, R. A., El concepto de reforma orgánica del servicio
de justicia, Fundación de Estudios para la Justicia, Buenos Aires, 1993. En materia penal se han
realizado “Encuentros de Oficinas Judiciales” en Chubut, 2016 y en Mendoza, 2018. En la temática
del primero de ellos se trabajó sobre Reformas procesales y gestión del caso, Organismos de
asistencia técnica a la actividad jurisdiccional, infraestructura, gestión de recursos, auditorías,
relación juez/a, gestión del caso, Oficina Judicial, Gestión del Trámite, Modelos de Organización en
los diferentes Fueros, Modelos de Organización en los Sistemas Procesales Escritos, Mixtos y por
Audiencias, Judicatura-Oficina Judicial, Nuevos modelos de Gestión, su inserción en las normas
procesales, planificación, Gestión Jurisdiccional, Justicia en el territorio, Accesibilidad para capaci-
dades diferentes. El segundo encuentro fue coorganizado por el Instituto de Estudios Comparados
en Ciencias Penales y Sociales (INECIP) y la Suprema Corte de Justicia de Mendoza. El encuentro
se ocupó de los temas que hacen a la capacitación e intercambio de experiencias de los integrantes
de las Oficinas Judiciales del país. Asimismo, entre los objetivos del encuentro se buscará unificar
criterios de trabajo que posibiliten procesos más ágiles y un mejor aprovechamiento del tiempo y
los recursos del sistema. García Martínez, Inmaculada, La nueva Oficina Judicial. ¿Por qué y para
qué?, VIU, Universidad Internacional de Valencia, del 21/03/2018.
200
Derecho Procesal
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ALEGACIÓN Y ALEGATO. CLASES DE ALEGATO
Cita: RC D 1746/2019
El alegato es una especie dentro del concepto de alegación1, término genérico que
comprende otras varias instituciones que se encuentran insertas desde la demanda
hasta los fundamentos de la apelación. Si bien muchos autores consideran que su
límite es la prueba producida, no escapa del alegato la posibilidad de articular argu-
mentaciones relacionadas con el Derecho. Pero las partes no pueden desarrollar sus
respectivas argumentaciones sobre la base de elementos que no fueron ofrecidos
como prueba ni incorporados a los autos en la forma y en la oportunidad establecida
por la ley procesal2.
Veamos primero la alegación.
a) Concepto de alegación. Según nos aclara PALACIO, “la alegación es un acto
mediante el cual cualquiera de las partes, en apoyo de determinada petición, afirma o
niega la existencia de un hecho o la aplicabilidad o inaplicabilidad de una norma jurídica
a ese hecho”3. Este autor considera las alegaciones de hecho divididas en principales
y accesorias (las primeras relativas a la admisibilidad o fundabilidad de la pretensión o
la defensa y las segundas relacionadas con peticiones incidentales o similares, distin-
tas de las primeras), concordantes o controvertidas (según coincidan o no), e introduc-
torias y críticas (es decir, las que llevan por primera vez el conocimiento al órgano
judicial, o las que tienen por fin valorar las alegaciones introductorias en función de la
prueba producida; en este último caso encontramos las directas, como el alegato, y las
indirectas, como la expresión de agravios). Las alegaciones de Derecho consisten en
la afirmación de que una norma jurídica es aplicable o inaplicable, con un paralelismo
en la clasificación con las de hecho.
b) El alegato y sus distintas especies. Como casi todos los términos del Derecho,
la palabra “alegato” goza de la mayor imprecisión. De allí que una definición que resulte
omnicomprensiva de los distintos tipos no sea siempre posible. Podemos, no obstante,
clasificarlo y de allí obtener las distintas variantes que presenta el instituto.
1) Por su amplitud. En este punto podemos considerar la concepción del alegato
restringido y del alegato amplio. El alegato restringido sólo involucra el tratamiento de
los hechos y la prueba. Esta tesis restringida está relacionada exclusivamente con un
alegato específico, que se ha dado en llamar “alegato de bien probado”, también
1 Palacio, Derecho Procesal Civil, t. IV, p. 420. Una mayoritaria corriente jurisprudencial
sostiene que el alegato no es un escrito para invocar y desarrollar el derecho de las partes, sino
el análisis de los hechos y de la prueba (CNCiv., Sala B, 16/2/82, JA 1983-11-488; Sala C, 4/8/86,
JA 1987-111-39; Sala F, 22/6/83, LL 1983-D-146), pero eso depende de la legislación, jurispru-
dencia y doctrina de cada lugar.
2 CNCom., Sala A, 25/9/59, LL 100-738, 5496-S.
3 Palacio, Derecho Procesal Civil, t. IV, p. 420.
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POR QUÉ VOLVIÓ EL RECURSO DE INAPLICABILIDAD DE LA LEY
Cita: RC D 1708/2019
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RECURSOS SIN EFECTOS. EFECTOS SIN RECURSOS
Cita: RC D 1689/2019
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Derecho Procesal
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Derecho Procesal
¿cómo es esa opinión? Supongamos que hay siete salas. En la mayoría de las salas
(cuatro de ellas) el voto no es unánime, sino que se obtuvo por mayoría (dos a uno).
Luego para la votación final tendríamos 8 votos por A y 4 por B de las salas que hacen
mayoría, pero podría haber 6 votos por B en las salas que hacen minoría, con lo cual
habría seis votos más por B, los que hacen un total de 10 a los fines del art. 297.
Pero lo que a nosotros nos interesa es que el pronunciamiento se ha suspendido
sin recurso alguno en las salas, en que no se ha presentado el recurso y esto significa
la suspensión del proceso, no de la resolución, porque la misma no se ha dictado
todavía.
2) El supuesto del rechazo de la producción, denegación o sustanciación de
pruebas. El art. 379, CPCCN dice: “Serán inapelables las resoluciones del juez sobre
producción, denegación y sustanciación de las pruebas; si se hubiere negado alguna
medida, la parte interesada podrá solicitar a la cámara que la diligencie cuando el
expediente le fuere remitido para que conozca del recurso contra la sentencia definiti-
va”. Este caso se conoce como replanteo de pruebas. Pero éste no es el único caso.
El Código Procesal contempla la misma situación en dos supuestos: o bien se permite
replantear el tema en segunda instancia cuando el juez deniega una medida, la
producción y sustanciación de pruebas (que es lo que considera este artículo), o
cuando haya negligencia en la parte en el trámite de la prueba (ver art. 385, segunda
parte). Véase que en ninguno de los dos supuestos es necesario presentar un recurso
sobre el tema, ni siquiera reservarlo. Lo que será necesario es que se apele la
sentencia definitiva, a la que se le agregarán, en su caso, los fundamentos impugnati-
vos sobre el tema probatorio de primera instancia, porque si la sentencia no causa
agravio, no interesan las pruebas que no se pudieron producir.
3) El rechazo de la demanda o el rechazo de una medida cautelar. Cuando se
rechaza la demanda o se rechaza una medida cautelar, ¿cómo se concede el recurso?
Si el mismo se concede con efecto suspensivo (que es la regla, art. 243, tercer párrafo)
la resolución no puede ejecutarse o cumplirse, por lo tanto la demanda o la medida
cautelar deberían continuar su trámite. Pero esto no es admisible porque ese tipo de
rechazos tienen un efecto distinto a los otros rechazos a las peticiones admitidas. En
efecto, en estos casos no hay efecto alguno, pues el efecto no produce la suspensión
de los efectos de la sentencia, ya que esta última suspensión está destinada sólo a los
supuestos en los que hay que cumplir un acto ordenado por la misma y en el rechazo
la pretensión, de la petición o de la defensa, de la medida cautelar o de cualquier
resolución que sea de este tipo, no ordena ningún acto que deba cumplirse; por lo tanto,
lo que suspende es el trámite del proceso. Como se observa aquí, el Código ha omitido
considerar una situación, que es la que se produce en los recursos cuando suspenden
el procedimiento.
210
LAS MEDIDAS CAUTELARES EN EL PROYECTO DE
CÓDIGO PROCESAL CIVIL Y COMERCIAL DE LA NACIÓN
Cita: RC D 1856/2019
El autor analiza la regulación de las medidas cautelares y las innovaciones que trae este
título en el Proyecto de Código Procesal Civil y Comercial Nacional, remitido al Senado
de la Nación por parte del Poder Ejecutivo.
1 Ver, entre muchos otros comentarios, el Suplemento Especial de L. L. 2019-E, con notas de
Roberto O. Berizonce, Carlos Camps, Pablo A. Grillo Ciochini, Osvaldo A. Gozaíni, Francisco A.
Hankovits, Pablo R. Toleda y un trabajo de mi autoría.
211
Derecho Procesal
2 Ver Carlos E. Camps, “Preocupante ineficacia cautelar en la reforma procesal civil nacional”,
en el Suplemento Especial de L. L. cit.
212
Derecho Procesal
texto surge que también prevé la innovativa pues contempla el supuesto de que el
peligro se encuentre en mantener la situación de hecho o de derecho existente; es
obvio que en tal caso el juez decretará una medida innovativa ya sea para retrotraer
las cosas a la situación anterior o crear una nueva situación, tal como lo resolvió la
Corte Suprema en el tantas veces citado caso “Camacho Acosta”3.
La medida cautelar innovativa es sumamente útil para obtener soluciones urgentes
a peticiones que no admiten demora, como podría ser en los casos de una intervención
quirúrgica, la entrega de medicamentos, etc.
213
EL ORDEN PÚBLICO INTERNACIONAL COMO LÍMITE
AL RECONOCIMIENTO Y/O EJECUCIÓN
DE SENTENCIAS EXTRANJERAS
COMENTARIO AL FALLO: “MÉNDEZ GALLO C/AMERICAN
LOGISTICS URUGUAY SA S/EJECUCIÓN DE SENTENCIA”,
CNA DEL TRABAJO, SALA IX, 12-09-2019
Cita: RC D 550/2020
Sumario: I. Introducción. II. El orden público internacional como límite al reconocimiento y/o ejecución
de sentencias extranjeras. III. Los hechos del caso. IV. Palabras finales. V. Bibliografía.
Fallo comentado
CNAT, sala IX, 12-09-2019, “Méndez Gallo c/American Logistics Uruguay
SA s/Ejecución de sentencia”, Rubinzal Online, RC J 313/20
I. Introducción
La doctrina internacionalista viene abogando en los últimos años por la inde-
pendencia del reconocimiento y/o ejecución de sentencias extranjeras respecto de la
cooperación jurídica internacional1. En este sentido, Tellechea Bergman se inclina por
un tratamiento separado “en razón de que afecta de modo mucho más significativo los
derechos justiciables y al Estado en el que se pretenda su eficacia, cuanto que a
diferencia del auxilio de mero trámite, probatorio y cautelar, materializados en el
libramiento de exhortos o rogatorias, la sentencia no nace usualmente con expresa
vocación internacional”2.
Tal como lo expresa Adriana Dreyzin de Klor, “la concreción del reconocimiento de
resoluciones y documentos provenientes del extranjero impide situaciones claudican-
tes y compendia la función del DIPr., que no es otra que dar continuidad a las relaciones
jurídicas en el espacio”3. La ausencia de un procedimiento que garantice este punto
obligaría a las partes a iniciar tantos reclamos como países donde pretenda hacer valer
sus derechos generándose posibles sentencias contradictorias, dispendios jurisdiccio-
214
Derecho Procesal
nales innecesarios hasta imposibilidades para quien se vea afectado por la incapaci-
dad de poder sufragar los reclamos en más de una oportunidad.
Sin embargo, no se habla de un reconocimiento (y/o ejecución) automática, pues
deberán satisfacerse la totalidad de requisitos o recaudos impuestos por la normativa
proveniente de la fuente convencional y, en ausencia de ella, por lo normado en el art.
517 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación (CPCCN).
Dentro de ellos, la no violación del orden público (internacional) local se alza como
una de las barreras que permiten al juez rechazar el pedido y, como consecuencia,
negarle efectos territoriales a toda sentencia (o laudo) dictado en el extranjero. Carlos
Vico se refirió a este punto al decir: “el respeto a la autoridad extranjera, así legislativa
como judicial, no puede llegar hasta el punto de que borre o inutilice los fundamentos
cardinales en que descansa la organización del Estado”4.
En este trabajo, se analizará esta exigencia en el marco de una reciente sentencia
dictada por la Sala IX de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo como
consecuencia del exequatur iniciado por un particular quien, en Uruguay, obtuvo una
sentencia a su favor.
4 Vico, Carlos M., Curso de Derecho Internacional Privado, 2ª ed., Tomo II, Biblioteca Jurídica
Argentina, Buenos Aires, 1935, p. 324.
5 Fernández Arroyo, Diego y Véscovi, Eduardo, Cap. 11, Aspectos generales del reconoci-
miento, en Fernández Arroyo, Diego (Coord.), Derecho Internacional Privado de los Estados del
Mercosur, Ed. Zavalía, Buenos Aires, 2003, p. 423.
6 Hooft, Eduardo, Derecho Internacional Privado al alcance de todos, 1ª ed., Ed. Eudem, Mar
del Plata, 2012, p. 80.
7 Dreyzin de Klor, Adriana, El Derecho... cit., p. 302.
8 Dreyzin de Klor, Adriana; Uriondo de Martinoli, Amalia; De Araújo, Nádia; Ruiz Díaz Labrano,
215
Derecho Procesal
Roberto y Fresnedo de Aguirre, Cecilia, Cap. 12, Dimensión autónoma de los sistemas de
reconocimiento de los Estados mercosureños, en Fernández Arroyo, Diego (Coord.), Derecho
Internacional Privado de los Estados del Mercosur cit., p. 478.
9 Vico, Carlos, Curso... cit., p. 324.
10 Feuillade, Milton, La sentencia extranjera, 1ª ed., Ed. Ábaco de Rodolfo Depalma, Buenos
Aires, 2008, p. 174.
11 Ibídem.
12 Uzal, María E., Derecho Internacional Privado, Ed. L. L., Buenos Aires, 2016, p. 284.
13 Goldschmidt, Werner, Derecho Internacional Privado. Derecho de la tolerancia, 10ª ed.
actualizada por Alicia M. Perugini Zanetti, Ed. Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2009, p. 982.
216
Derecho Procesal
Montevideo, República Oriental del Uruguay, en los autos “Méndez Gallo, Eduardo
c/American Logistics Uruguay SA y otros s/Proceso Laboral Ordinario Ley 18.572” ante
el incumplimiento de la condena.
En agosto de 2015, y compartiendo lo indicado por el Fiscal, el juez intimó a la parte
actora para que, dentro del plazo de tres días, acompañe la documentación suficiente
para acreditar que la demandada fue legalmente citada y declarada rebelde en el juicio
cuya ejecución de la sentencia pretende. Un año más tarde se ordena el embargo
preventivo sobre los bienes de la demandada por la suma de $ 227.483,89 con más la
de $ 45.000 que se presupuesta provisoriamente para responder a intereses y costas.
En abril de 2017 se presenta American Logistics contestando demanda oponiendo
excepción de inhabilidad de título, entre otros planteos. En sus argumentos, destaca el
error de la actora en la selección del marco normativo pues, en su entender, resulta de
aplicación el Tratado de Montevideo de Derecho Procesal de 1940 y no el CPCCN.
En este orden de ideas, entiende que la sentencia que se pretende ejecutar viola
las garantías del debido proceso, la defensa en juicio y el orden público argentino. Ello
se produce como consecuencia de la ausencia de la citación personal de la demanda-
da en el proceso tramitado en Uruguay, tornando inhábil el título ejecutivo y la
procedencia del exequatur.
Para sostener esta falta de notificación, argumentan que la demandada no tiene
actividades en Uruguay como tampoco vinculación con la empresa situada en aquel
país como pretende el actor. Ante ello, sostienen que debió cursarse al domicilio
situado en la CABA.
La jueza de 1ª Instancia dictó sentencia el 8 de noviembre de 2017 declarando
procedente la demanda de exequatur, otorgándole fuerza ejecutoria en la República
Argentina a la sentencia dictada por el Juzgado Letrado del Trabajo de la Capital de 11
Turno de la ciudad de Montevideo, República Oriental del Uruguay. Arriba a dicha
conclusión luego de señalar que la sentencia extranjera logró satisfacer los requisitos
formales (se encontraba debidamente legalizada) y procesales (pues la demandada ha
sido citada y notificada en el mes de junio de 2012). Ante ello, expresó: “no existe razón
para no admitir la validez de tales actos cuando de los instrumentos surgen debida-
mente acreditados los requisitos exigidos en el art. 517 del CPCCN”.
En la expresión de agravios, como consecuencia de la apelación deducida por la
demandada, destacan principalmente la violación al orden público por la falta de
notificación de la demandada en el juicio cuya sentencia se pretende reconocer y
ejecutar. Entienden que el error se centró en considerar que la sociedad demandada en
el proceso tramitado en Uruguay (American Logistics Uruguay SA) es la misma empresa
que la local (American Logistics SRL). Aducen estar ante una falta de identificación
pues no se acreditó ni el CUIT de la local ni el RUT de la sociedad uruguaya.
De esta manera, expresa: “la sentencia adolece de vicios que la parte actora en su
falaz accionar se ocupó de que no sean esclarecidos. Por dicho motivo, agravia a esta
parte que V. S. le otorgara validez a una sentencia extranjera, omitiendo realizar el
debido control de legalidad sobre la misma, afectando de esta manera gravemente las
garantías constitucionales que le asisten a esta parte”.
La Sala IX de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo decidió revocar la
sentencia el 12 de septiembre de 2019. Concluyen de esta manera al entender que no
se acreditaron de modo suficiente los requisitos exigidos tanto por el Tratado de
Derecho Procesal Internacional de Montevideo como por el art. 517 del CPCCN para
otorgar fuerza ejecutoria a la sentencia de un tribunal extranjero. La falta de constan-
cias que permitan determinar de modo fehaciente que la aquí demandada hubiera sido
legalmente citada de conformidad con la ley del país donde se siguió el juicio (Uruguay)
los llevaron a esta resolución.
217
Derecho Procesal
218
Derecho Procesal
V. Bibliografía
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Ed. Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2015.
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KALLER DE ORCHANSKY, Berta, Nuevo manual de Derecho Internacional Privado,
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VICO, Carlos M., Curso de Derecho Internacional Privado, 2ª ed., Tomo II, Biblioteca
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219
TÉCNICA PARA FUNDAR RECURSOS
Cita: RC D 2195/2019
Sumario: I. Introducción. II. La técnica adecuada. III. Los déficits más frecuentes. III.1. Los planteos
inoperantes. III.2. Los agravios no computables. III.3. La ausencia de crítica concreta. Lo que sucede
por no centrarse el agravio a la motivación expuesta en el fallo. III.4. La falta de crítica razonada
o argumentada. III.5. Planteos que sólo trasuntan discrepancias con los fundamentos del fallo recu-
rrido.
I. Introducción
Los juicios se ganan y se pierden. Los litigantes que, al mejor estilo de Keanu
Reeves, protagonista de “Abogado del diablo”, nunca han sido derrotados, créanme,
únicamente existen en las películas.
De la misma manera en que los mejores médicos han visto morir a varios de sus
pacientes, los más prestigiosos abogados también han sufrido reveses. En ocasiones,
se explica porque sus clientes eran delincuentes o deudores y, por lo tanto, justas
resultaban las condenas. Otras, por la sencilla razón de que nuestros jueces son seres
humanos y, por lo tanto, imperfectos y susceptibles de cometer errores.
Precisamente, en pos de rectificar los errores deslizados en las resoluciones que
de los magistrados emanan, la ley procesal nos ha conferido lo que técnicamente se
denomina “recursos”. Así, entre otros, la apelación, que es el recurso a través del cual
el sujeto perjudicado por un fallo de primera instancia solicita su revisión por parte de
la Cámara o tribunal de segundo grado, con poder para revocarla total o parcialmente.
Ahora bien, al abogado que ejerce la profesión, ora que litigue en forma liberal, ora
que se desempeñe administrando justicia, le interesa –en rigor de verdad, debería
obsesionarlo, en su afán por dominar la técnica– cuál es la manera o método que debe
utilizarse para “expresar agravios”, vale decir, para fundar los recursos. Ello así pues,
como veremos seguidamente, si bien una adecuada técnica recursiva no nos garantiza
el éxito, lo que sí les aseguro es que, el no satisfacerla, provoca un fracaso irremediable
e irreversible.
Veamos, entonces, a continuación, en qué consiste esa técnica; y cuáles son, en
la praxis forense, los principales y más habituales déficits en que incurrimos los
abogados litigantes a la hora de recurrir.
220
Derecho Procesal
221
Derecho Procesal
222
HABLAR CLARO Y EN IDIOMA NACIONAL
Cita: RC D 2201/2019
Según los códigos de rito civil vigentes en nuestro país, “en todos los actos del
proceso se utilizará el idioma nacional” (a título ilustrativo, CPCC de la Nación, de
Corrientes, de Misiones y de Formosa, arts. 115; CPCC del Chaco, art. 131).
De manera, entonces, que el empleo del castellano en ámbitos tribunalicios no es
meramente facultativo o voluntario, sino imperativo legal y, por consiguiente, una
obligación de cumplimiento exigible a sus operadores conforme el principio de la
legalidad, contenido esencial del debido proceso (CN, arts. 19 y 18).
Partiendo de esa premisa (que las leyes están para ser observadas), flaco favor el
que se hace a la República y al servicio de justicia si, quienes deben velar por que las
normas se cumplan (los jueces), son los primeros en violarlas. Para el caso, y como
adquirió notoriedad en medios masivos de comunicación, a través del dictado de
resoluciones en un dialecto sectario (y, por ende, no general), bien distinto del lenguaje
oficial. Veamos por qué:
1. Si la hechura de la legislación es de dominio estatal, y su interpretación y vigencia
del resorte soberano de los magistrados (que iura novit curia), entonces ésos deben
predicar con el ejemplo y ser, por tanto, los primeros y más fervorosos respetuosos del
ordenamiento.
Si, no obstante, aquéllos decidieran “sacar los pies del plato” (léase obrar deliberada-
mente contra legem), no tan sólo infringirían el principio constitucional de vinculatoriedad
de la ley (CN, art. 19), sino que, además, se conducirían con evidente inmoralidad e
hipocresía: “Haz lo que yo digo (el mensaje que proyectan), pero no lo que yo hago”.
2. A su turno, si de hablar claro se trata (finalidad a la que propenden todas las
modernas fuentes procesales –verbigracia, los Anteproyectos de CPCC para la Nación
y para la Provincia de Corrientes– en aras de acortar la distancia que, de antaño,
separa a la administración de justicia de sus destinatarios, los justiciables), mayor
resulta el deber de los jueces de suministrar respuestas (proveer-resolver) echando
mano de un lenguaje diáfano y sencillo. Lo que a su vez intensifica la necesidad de
apelar al único idioma de dominio universal, descartando, por consecuencia, las jergas
sectarias y demás deformaciones lingüísticas.
3. Ocurre, finalmente, que el español o lengua castellana es, entre nosotros, el
único idioma verdaderamente inclusivo. Pues, como ningún otro, su dominio y com-
prensión es de patrimonio de todos los argentinos, cualesquiera que sean nuestros
orígenes, géneros, preferencias sexuales, voluntades e ideas políticas y condiciones
sociales, económicas, culturales o educativas.
Su excluyente imperio se justificaría, entonces, no sólo por razones legales, sino,
también, por su singularidad: la de abrazar y comprender, como partes de la misma
Nación, tanto a quienes, en minoría, advierten en él una amenaza machista y patriarcal,
como a quienes, con indiferencia de su número, consideramos que la igualdad (a
secas, sin adjetivaciones) es una causa que, por su supremo valor, no merece ser
subestimada mediante la proposición de batallas absurdas.
223
ABUSO ANTICAUTELAR. REFLEXIONES SOBRE LA MEDIDA QUE,
EMANADA DE JUEZ ANTINATURAL, PRETENDIÓ ENERVAR LOS
EFECTOS DE OTRA ANTERIOR, DICTADA POR EL COMPETENTE
Cita: RC D 2221/2019
A partir de lo resuelto en la causa “Provincia del Chaco s/Medida”, por el Juzgado Civil y
Comercial Nº 6 de Resistencia, el autor analiza la resolución del magistrado que, contra
el ordenamiento procesal vigente, pretendió neutralizar una medida precautoria de fecha
anterior, dictada por el juez natural y de mayor jerarquía.
Fallo comentado
JCCom. Nº 6 de Resistencia, 31-7-2019, “Provincia del Chaco
s/Medida”, Rubinzal Online, RC J 9340/19, 747/20
“Los recaudos legales para la procedencia de la anticautelar que se pretende se
hallan configurados [...] con la documental acompañada, especialmente: el Dto. Nº
2518/2019 de fecha 04/08/2019 mediante el cual se establece en su art. 1º que, a partir
de su vigencia, los arts. 1º al 4º del Dto. Nº 1843/2019 quedarán redactados de la
siguiente manera: ‘Artículo 1º – Convocase al electorado de la Provincia del Chaco,
para el día 13 de octubre de 2019 a fin de elegir Gobernador y Vicegobernador de la
Provincia. Artículo 2º – Convocase al electorado de la Provincia del Chaco, para el día
10 de noviembre de 2019, si correspondiera, en segunda vuelta electoral, a fin de elegir
Gobernador y Vicegobernador de la Provincia. Artículo 3º – Convocase al electorado
de la Provincia del Chaco, para el día 13 de octubre de 2019, a fin de elegir dieciséis
(16) Diputados Provinciales. Artículo 4º – Convocase a los Municipios de la Provincia
del Chaco a unificar sus respectivas elecciones comunales para el día 13 de octubre
de 2019’ [...] y el Acta Nº 09 de fecha 12/07/2019 de reunión del Tribunal Electoral de
la Provincia donde consideraron el nuevo cronograma electoral ante la modificación de
la convocatoria a elecciones; fijaron nuevo cronograma electoral acorde con la actual
fecha fijada para la realización de las elecciones generales...
”En tal sentido y siendo sólo necesaria la apariencia del buen derecho, lo cual se
obtiene analizando los hechos referidos y documental aportada en estas actuaciones,
no debiendo buscarse en esta instancia la certeza que solamente se logrará a través
de las probanzas que han de efectuarse a posteriori durante la secuela del juicio.
”En cuanto al presupuesto del peligro en la demora [...] siendo de público conoci-
miento las notas periodísticas de las cuales surge información en orden a la posibilidad
de efectivizarse presentaciones judiciales, de la efectiva petición ante el Tribunal
224
Derecho Procesal
I. Comentario
¡Escandaloso y vergonzante! Las valoraciones que, instintivo, nos provoca el fallo
comentado.
En su virtud, el Juzgado Civil y Comercial Nº 6 de Resistencia, inaudita pars (vale
decir, con supresión de la bilateralidad que garantizan el debido proceso y el principio
de la igualdad; CN, arts. 18 y 16), en contra del ordenamiento procesal vigente (que,
recientemente remozado en la Provincia del Chaco, no reguló sobre la llamada medida
anticautelar) y con desprecio de la garantía del juez natural, pretendió neutralizar (dejar
sin efecto) una medida precautoria de fecha anterior, dictada por el juez natural (el
órgano competente para intervenir en los principales), y para colmo de una mayor
jerarquía (la Cámara Contenciosa Administrativa de Resistencia)1.
Se trata, a nuestro entender, de una decisión de claro tinte antirrepublicano
(arbitraria con mayúsculas, dictada a instancia del Poder Ejecutivo y en beneficio
electoral de quien lo detenta, exterioriza la falta de independencia del emisor), que no
supera el control desde el registro constitucional. Veamos por qué:
I. Las medidas (llámense cautelares, anticautelares o cualquier otro modo) que se
soliciten con el objeto de innovar o de enervar los efectos derivados de los actos
jurisdiccionales son, por principio, improcedentes. Y por una multiplicidad de razones,
a saber.
1) Los actos procesales, cumplidos o emanados del Poder Judicial, gozan, por
imperio de la ley, de mecanismos de impugnación que le son propios. Así, y en el caso
de las medidas cautelares: a) Los recursos (de revocatoria y de apelación, directa o
subsidiaria; eventual y muy excepcionalmente, los extraordinarios), y b) el incidente,
ante el juez que dictó la medida, para solicitar el levantamiento (se la deje sin efecto),
la reducción (del monto por el que fue decretada), el reemplazo (de una medida por
otra menos lesiva) o la sustitución (por otros bienes de menor valor).
De manera, entonces, que la herramienta procesal de la que echó mano el juez de
primer grado (la denominada “medida anticautelar”), al no estar prevista por el rito
1 En el marco del Expte. Nº 10.631/19, “Ch. S. T. s/Med. cautelar”, a través de la Res. Nº 516,
de fecha 29-7-2019, la Cámara Cont. Adm. de Resistencia decidió suspender la vigencia del Dto.
Pcial. 2518/2019 (que había alterado el calendario eleccionario previsto y fijado, como una nueva
fecha de celebración de los comicios, el día 13-10-2019). A su turno, el fallo comentado, de fecha
31-7-2019, resolvió: “Decretar medida anticautelar contra cualquier decisión judicial y/o de
cualquier índole que afecte la legalidad y la plena vigencia del Decreto 2018/19”.
225
Derecho Procesal
2 Éste ha sido, en efecto, el sentido de la jurisprudencia, tanto nacional como regional: la Corte
Suprema de Justicia de la Nación, en reiteradas oportunidades, señaló que “el dictado de medidas
cautelares no puede interferir en el cumplimiento de pronunciamientos judiciales, ni ser empleado
para impedir u obstaculizar el derecho de índole constitucional de ocurrir a la justicia para hacer
valer los derechos que las partes interesadas consideran tener” (CSJN, “Patagonia Rainbow SA
c/Neuquén, Prov. s/Cumplimiento contrato”, 26-12-95, Fallos: 319:1325). Asimismo, indicó que
“no corresponde, por la vía que se pretende [medida cautelar] interferir en procesos judiciales ya
existentes” (CSJN, “Supermercados Norte SA y otros c/Provincia de Entre Ríos”, 2-11-2004,
Fallos: 327:4773). “La medida cautelar resulta inadmisible cuando tiende a suspender el trámite
de otro proceso o impedir el cumplimiento de una resolución dictada en éste” (Cám. Civ. Com. de
Ctes., Sala III, 11-4-2012, “Inc. Med. Cautelar E/A Kaufman, Reinaldo Ludovico c/Ramón Pablo
González s/Interdicto de retener”, Expte. Nº 903, Sent. Nº 77). “No corresponde interferir en otro
proceso distinto de aquel en el que se solicitó la cautela, tanto sea que el mismo ya se encuentre
resuelto, en trámite o por promoverse, pues de lo contrario se violentaría la autoridad de la cosa
juzgada que integra la defensa en juicio. En todo caso, el interesado debe presentarse al proceso
donde se dictó la medida que lo afecta y en él y ante el juez que allí actúa, plantear sus defensas”
(Cám. Civ. Com. de Ctes, Sala II, 31-5-2010, “Marconi, Miguel Horacio c/Gaich, Francisco Miguel
s/Med. Cautelar [conocimiento]”, Expte. Nº 40.217/9, Sent. Nº 187). “Aceptar la procedencia de
una medida cautelar referida a un juicio de distinta jurisdicción implicaría la interferencia de un
juez sobre otro juez, vulnerando indirectamente las reglas de competencia, y dada la naturaleza
de éstas, el orden público” (STJ de Misiones, 19-7-84, “Conarsa SA s/Recurso de inconstitucio-
nalidad”). “Un juez no puede decretar medidas que impidan el curso de otro proceso, como ocurre
con la solicitud de autos, ya que el juez aquí requerido no tiene autoridad para inmiscuirse en la
jurisdicción de otro juez por más conexidad que pudiere existir con la causa que ante él se ventila”
(Cám. Civ. Com. de Formosa, 7-11-2002, “Caballero, Serafina Limpia c/Fiat Auto SA de Ahorro
para Fines Determinados s/Acción de nulidad [Inc. Med. Cautelar]”, Fallo Nº 7646).
226
Derecho Procesal
judicial dirigida contra el titular de una potestad cautelar (el acreedor o titular del
derecho fuente de la pretensión principal), empero jamás respecto del juez natural de
la causa, que tendrá por objeto delimitar la selección de la medida precautoria que
aquél podría solicitar, circunscribiendo su clase o alcance, pero sin establecer una
prohibición absoluta.
Dicho de otra manera, el juez antinatural, emisor de la anticautelar, no tan sólo se
admitió una herramienta de impugnación legalmente imprevista, interfiriendo u obsta-
culizando la intervención del competente, sino que, además, desnaturalizó el instituto
anticautelar, abusando de él, al asignarle un destinatario diferente (el Poder Judicial y
no el acreedor, puesto que la orden se dirigió contra de “cualquier resolución judicial”)
y un efecto mayor: no se circunscribió el poder cautelar del juez natural sino que, más
grave, se decretó una interdicción absoluta de dictar o trabar cualquier medida que
afecte la vigencia del Dto. 2518/2019 (más grave, valga aclarar, por la razón de que
una prohibición de esa magnitud, de contornos ilimitados, implica una grosera violación
de la garantía del debido proceso)3.
227
Derecho Procesal
la utilización de este tipo de medidas en situaciones como las presentes se provocaría una
violación al procedimiento legalmente previsto para la revisión de las decisiones judiciales, que
en lugar de seguir el carril normal de apelación permitiría acudir a un nuevo juez para revocar la
decisión desfavorable en detrimento de la garantía del juez natural y el debido proceso (art. 18,
Constitución Nacional; arts. 8º y 25, Convención Americana sobre Derechos Humanos; art. 20,
Constitución Provincial) [...] La Corte Suprema de Justicia de la Nación en reiteradas oportunida-
des señaló que ‘el dictado de medidas cautelares no puede interferir en el cumplimiento de
pronunciamientos judiciales, ni ser empleado para impedir u obstaculizar el derecho de índole
constitucional de ocurrir a la justicia para hacer valer los derechos que las partes interesadas
consideran tener’ (Fallos: 319:1325). Asimismo, indicó que ‘no corresponde, por la vía que se
pretende interferir en procesos judiciales ya existentes’ (Fallos: 327:4773) [...] Traduciéndose así,
la solicitud a otro juez para que suspenda o innove con relación a los actos cumplidos o dictado
por otro magistrado, competente para el asunto, en una sustracción de la causa del juez natural,
con violación del orden público y la consecuente garantía constitucional del art. 18 (Midón,
Marcelo, Abuso anticautelar. Reflexiones sobre la medida que, emanada de juez antinatural,
pretendió enervar los efectos de otra anterior, dictada por un tribunal competente y de grado
superior) [...] En idéntico sentido se ha dicho, en cuanto a la admisibilidad de la medida
anticautelar que ‘presupone que su destinatario no ha peticionado todavía en sede judicial la traba
de la precautoria aflictiva del caso, pues el principio de prevención impediría a otro juez interferir
en la cuestión, directa o indirectamente’ (Fernández Balbis, Amalia, El despuntar de las medidas
anticautelares, en L. L. del 30-12-2014, pág. 1)”.
228
CORRIENTES. OPORTUNIDAD, EN EL JUICIO ORDINARIO,
PARA OFRECER PRUEBA. ¿PLAZO INDIVIDUAL O COMÚN?
Cita: RC D 2219/2019
“No hay nulidad posible. Es cierto que la actora presentó su memorial de pruebas
en la audiencia, y que no le fue admitido por extemporáneo. Pero sucede que el art.
367 del CPCC recobró su redacción originaria [...] El art. 367, Dto.-Ley 14, dice
entonces: ‘«Plazo y ofrecimiento de pruebas». El plazo de prueba será fijado por el
juez, y no excederá de cuarenta días. Dicho plazo es común. Las partes ofrecerán las
pruebas de que intenten valerse dentro de los cinco días de notificada la audiencia
preliminar’. En la redacción del art. 367, Dto.-Ley 24, hoy ya sin vigencia, decía: ‘«Plazo
y ofrecimiento de pruebas». El plazo de prueba será fijado por el juez, y no excederá
de cuarenta días. Dicho plazo es común. Las pruebas tratándose de un proceso
ordinario, deberán ofrecerse dentro de los primeros diez (10) días’. Por eso, es que la
recurrente se confunde y pretende interpretar que el plazo de ofrecimiento de pruebas
es común, pero el ofrecimiento es individual, dado que la norma es clara. Se cuen-
tan cinco días desde que cada parte se notificó de la audiencia preliminar, ya sea
personalmente o por cédula”. Juzg. Civ. Com. Nº 12 de Corrientes, “Vallejos, Raúl
Antonio y otra c/Álvarez, José O. s/Prescripción adquisitiva”, Expte. Nº 113.769, Interl.
Nº 15.428.
I. El caso
En el marco de la audiencia preliminar, celebrada en un proceso ordinario, la actora
presentó escrito ofreciendo prueba. Propuesta que sería desestimada, por extemporá-
nea, con asidero en el art. 367, in fine, CPCC (“las partes ofrecerán las pruebas de las
que intenten valerse dentro de los cinco días de notificadas de la audiencia
preliminar”), por el Juez Civil y Comercial Nº 12 de Corrientes, Dr. Pablo Martín Teler.
A su turno, después de concluida la audiencia, la actora planteó la nulidad del acto,
aduciendo que: 1) El plazo de ofrecimiento de la prueba es común y debe computarse
desde que se agrega la cédula de citación a la audiencia preliminar, y 2) la decisión
adoptada le causaba perjuicio pues, en su virtud, habrá perdido el derecho a ofrecer y
producir prueba, enervando su derecho a la defensa y, por lo tanto, a un debido
proceso.
Planteamiento éste que fue rechazado in limine (sin sustanciación), sobre la base
de considerar el magistrado que, según el ordenamiento (art. 367, CPCC), el plazo de
producción de prueba (cuarenta días) es común; empero el plazo para su ofrecimiento
(cinco días) es individual y se computa desde que cada parte se haya notificado,
personalmente o por cédula, de la audiencia preliminar.
229
Derecho Procesal
230
Derecho Procesal
Según el artículo 367, CPCC: “El plazo de prueba será fijado por el juez, y no
excederá de cuarenta días. Dicho plazo es común. Las partes ofrecerán las pruebas
de que intenten valerse dentro de los cinco días de notificada la audiencia preliminar”.
De manera entonces que, previo a referir que la redacción normativa no es clara ni
feliz, creemos posible colegir lo siguiente:
a) El plazo de producción de la prueba, de hasta cuarenta días, es común y se
computa desde la última notificación a las partes (CPCC, art. 156, 1er párrafo) de la
providencia que ordene su gestión.
b) Que, en punto al plazo para el ofrecimiento, caben dos interpretaciones, igual-
mente sustentables, a saber:
– El plazo es individual. Y se computa a partir de que cada parte haya sido
notificada, personalmente o por cédula, de la providencia que llama a la audien-
cia preliminar. Es el criterio sentado por el fallo comentado y, sin ninguna duda,
la hermenéutica que mejor se compadece con la literalidad del texto legal.
– El plazo es común. Así establecido expresamente para la producción, a la misma
solución deberá estarse por la razón de que la última parte de la norma, en lo
relativo a la proposición de prueba, no aclara que ese segundo plazo –de cinco
días– sea, por el contrario, de tipo individual. Y, por consiguiente, se cuenta
desde la última notificación, a las partes, de la convocatoria a la audiencia
preliminar.
Colofón este último el que más nos convence. Amén de lo expuesto, por el hecho
de que, siendo el derecho a la prueba de jerarquía constitucional (sin fisuras, las
fuentes lo consideran contenido esencial de la garantía del debido proceso), las
normas sobre admisión, producción y valoración de prueba deben interpretarse de tal
manera que se favorezca la máxima operatividad de ese derecho2. Aserción que, a su
vez, sirve de fundamento al denominado principio del favor probationem, en cuya
virtud, en caso de duda, deberá estarse –siempre– a favor de la admisión, la produc-
ción o la eficacia de la prueba.
c) Esa última temporaneidad –la que concierne al ofrecimiento de la prueba– rige,
aclaremos, apenas por principio.
Ello así, pues, de acuerdo a la antigua (y nunca abandonada) doctrina de la
Suprema Corte Nacional, cuando la evidencia es esencial, porque de ella depende la
justa solución del pleito, negar su incorporación o prescindir de su convicción so
pretexto de la extemporaneidad, importaría incurrir en exceso ritual manifiesto y, a la
vez, en la renuncia consciente, por el juez, de su deber de descubrir la verdad y, por
eso mismo, de su misión de hacer justicia3.
d) Finalmente y a manera de síntesis, desinteligencias interpretativas como las
registradas en la especie –entre el juez y la parte– se explican, pues, por una variedad
de concausas, a saber: la oscura redacción de la ley; los muy diferentes métodos de
hermenéutica jurídica y, digámoslo también, por el apuro –fuente de improvisaciones–
en la puesta en vigencia del nuevo sistema procesal impuesto, de la noche a la
mañana, por el denominado “Protocolo de juicio por audiencias”.
2 Midón, Marcelo S., Concepto de prueba. Jerarquía y contenido del derecho a la prueba, en
el libro Tratado de la prueba, Librería De la Paz, 2007, pág. 49.
3 CSJN, 18/09/1957, “Colalillo c/Cía. de Seguros España y Río de la Plata”, Fallos 238:550;
J. A. 1957-IV-477; ídem, “Oilher, Juan C. c/Arenillas, Oscar N.”, 23/12/1980, Fallos: 302:1601; L.
L. 1981-C-67. Sobre la doctrina de la prueba esencial y la jurisprudencia de la Suprema Corte,
véase Midón, Marcelo S., Principios, máximas y sistema probatorios, en Tratado de la prueba cit.,
págs. 91 a 94.
231
LAS MEDIDAS PROVISIONALES EN
EL CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL
Cita: RC D 70/2020
1. Introducción
En el presente trabajo se desarrollarán las medidas provisionales que se encuen-
tran reguladas en los artículos 721 a 723 del Código Civil y Comercial, dentro del Libro
Segundo, Título VIII, Capítulo 4, sus diferencias y similitudes con las medidas cautela-
res de orden general que se encuentran reguladas en el Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación.
A medida que sean analizadas las medidas provisionales en particular, se obser-
vará que no son medidas cautelares típicas, sino que, en realidad, se trata de tutelas
provisionales anticipadas. Doctrinalmente1 se sostiene que las medidas provisionales
no son medidas cautelares típicas sino que se trata de tutelas provisionales anticipadas
de urgencia y de evidencia, ya que uno de los valores que la legislación sostiene es la
solidaridad, que se promueve que sea sustentada durante todo el recorrido que importa
cualquier relación jurídica familiar, cuya finalidad reside en “regular las relaciones
personales entre los cónyuges y los hijos durante el proceso”2; y en que al momento
del dictado de la sentencia de divorcio y nulidad de matrimonio, o algunos de los efectos
del cese de las uniones convivenciales, la misma sea efectiva.
Una de las similitudes que observan con las medidas cautelares en general es que
1 De los Santos, Mabel, Las medidas provisionales de los procesos de familia en el Proyecto
de Código Civil y Comercial Unificado, en Proyecto de Código Civil y Comercial. Aspectos
procesales, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, en Revista de Derecho Procesal, Nº 2013-1, págs.
173-194; Ferreyra de de la Rúa, Angelina; Bertoldi de Fourcade, María Virginia y De los Santos,
Mabel, comentario a los arts. 705-723 del CCyC, en Kemelmajer de Carlucci, Aída; Herrera,
Marisa y Lloveras, Nora (dirs.), Tratado de Derecho de Familia según el Código Civil y Comercial
de 2014, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2014, T. IV, págs. 476 y ss.; Herrera, Marisa; Caramelo,
Gustavo y Picasso, Sebastián (dirs.), Código Civil y Comercial de la Nación comentado, Tomo II,
Libro Segundo, artículos 401 a 723, págs. 577 y ss., en http://www.saij.gob.ar/docs-f/codigo-co-
mentado/CCyC_Nacion_Comentado_Tomo_II.pdf (Consultado el 15/01/2020); Belluscio, Claudio
A., Medidas cautelares en familia según el Código Civil y Comercial, García Alonso, Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, 2018, págs. 70 y ss.; Jiménez, María Eugenia, Medidas provisionales
y procesos urgentes en el proceso de familia, en DFyP 2018 (marzo), del 12/03/2018, 46; Cita
Online: AR/DOC/3345/2017.
2 Herrera, Marisa; Caramelo, Gustavo y Picasso, Sebastián (dirs.), Código Civil y Comer-
cial de la Nación comentado, Tomo II, Libro Segundo, artículos 401 a 723, pág. 579, en http://
www.saij.gob.ar/docs-f/codigo-comentado/CCyC_Nacion_Comentado_Tomo_II.pdf (Consultado el
15/01/2020).
232
Derecho Procesal
las mismas podrán ser peticionadas antes o en forma simultánea con la interposición
de la demanda principal, conforme lo establece el art. 195 del Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación3.
Dentro de las diferencias, es dable observar que en las mismas no se aplican los
plazos de caducidad establecidos en el artículo 207 del Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación4; no es necesario que se preste contracautela juratoria, real o
personal5; el requisito de la verosimilitud en el derecho se atenúa y se presume su
admisión con la sola acreditación del vínculo6.
En relación con la competencia en los casos en que se haya trabado la acción
principal, será competente el juez que ya conoce en dicha acción. O, si no ha sido
deducida la acción principal, será el que deba conocer en las actuaciones principales,
entendiendo el mismo juez en todas las cuestiones vinculadas que derivan de la conflic-
tividad familiar. Excepción a este principio cuadra una vez concluidos los procesos de
divorcio o nulidad del matrimonio; y ante futuros planteos con relación al cuidado de los
hijos, alimentos, régimen de comunicación o suspensión o privación de la responsabilidad
parental, sea declarada la competencia del juez del lugar donde residen, en consonancia
con lo dispuesto por el artículo 716 del Código Civil y Comercial7.
En este orden de ideas, es necesario tener en claro que las medidas son relativas
a las personas (artículos 721 y 723 del Código Civil y Comercial) o relativas a sus
bienes (artículos 722 y 723 del Código Civil y Comercial), tanto en el divorcio, en la
nulidad del matrimonio y el cese de las uniones convivenciales.
3 Art. 195, CPCCN: “Las providencias cautelares podrán ser solicitadas antes o después de
deducida la demanda, a menos que de la ley resultare que ésta debe entablarse previamente...”
4 Art. 207, CPCCN: “Se producirá la caducidad de pleno derecho de las medidas cautelares
que se hubieren ordenado y hecho efectivas antes del proceso, dentro de los diez (10) días
siguientes al de su traba, si tratándose de obligación exigible no se interpusiere la demanda o no
se iniciare el procedimiento de mediación prejudicial obligatoria...”
5 Arazi, Roland, Derecho Procesal Civil y Comercial, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 1999, T. II,
pág. 320.
6 Conf. CNCiv., Sala A, E. D. 23-579; íd., E. D. 49-655; Sala C, E. D. 41-735; íd., E. D.
83-673; íd., E. D. 47-698; íd., E. D. 49-533; Sala F, E. D. 11-933.
7 Art. 716, CCyC: “Procesos relativos a los derechos de niños, niñas y adolescentes. En
los procesos referidos a responsabilidad parental, guarda, cuidado, régimen de comunicación,
alimentos, adopción y otros que deciden en forma principal o que modifican lo resuelto en otra
jurisdicción del territorio nacional sobre derechos de niños, niñas y adolescentes, es competente
el juez del lugar donde la persona menor de edad tiene su centro de vida”.
8 De los Santos, Mabel, ob. cit., págs. 173-194; Ferreyra de de La Rúa, Angelina; Bertoldi de
Fourcade, María Virginia y De los Santos, Mabel, comentario a los arts. 705-723 del CCyC, en ob.
cit., págs. 488 y ss.; Herrera, Marisa; Caramelo, Gustavo y Picasso, Sebastián (dirs.), Código Civil
y Comercial de la Nación comentado, Tomo II, Libro Segundo, artículos 401 a 723, págs. 582 y
ss., en http://www.saij.gob.ar/docs-f/codigo-comentado/CCyC_Nacion_Comentado_Tomo_II.pdf
(Consultado el 15/01/2020); Belluscio, Claudio A., ob. cit., págs. 70 y ss.; Jiménez, María Eugenia,
ob. cit., págs. 18 y ss.
9 Art. 722, CCyC: “Medidas provisionales relativas a los bienes en el divorcio y en la nulidad
233
Derecho Procesal
234
Derecho Procesal
4. Uniones convivenciales
Las disposiciones de los artículos 721 y 722 son extensibles a las parejas
convivenciales conforme lo regula el artículo 723 del Código Civil y Comercial20 y,
en consecuencia, se podrá disponer provisionalmente que la vivienda sea atribuida
a alguno de los miembros de la unión, el cuidado de los hijos y la determinación de
alimentos provisionales, la fijación de una renta, tanto a pedido de parte como de
oficio.
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LA PROHIBICIÓN DE LA “REFORMATIO IN PEJUS”
¿IMPIDE READECUAR LA MORIGERACIÓN A LAS TASAS
DE REFERENCIA? (EL CASO “FERRÉ” DE LA CSJN)
Cita: RC D 171/2020
Sumario: I. Introducción. II. La comparación de las tasas muestra una evidente e injustificada despro-
porción que habilita la morigeración. III. La prohibición de la reformatio in pejus. IV. La prohibición de
la reformatio in pejus en el proceso civil. V. La prohibición de la reformatio in pejus desde el Derecho
Administrativo. VI. La prohibición de la reformatio in pejus ¿impide readecuar la morigeración a las
tasas de referencia? VII. La Corte. VIII. ¿Será hora de revisar la prohibición de la reformatio in pejus
cuando se trata de la morigeración de tasas abusivas?
Fallo comentado
I. Introducción
1. Dicta sentencia el Sr. Juez de Primera Instancia de Mar del Plata resolviendo
morigerar “...los intereses compensatorios al 72% anual y los punitorios al 36% anual”,
en autos “FINANPRO SRL C/PONCE, ANTONIO RAMÓN S/COBRO EJECUTIVO”.
2. “Dicho pronunciamiento es apelado en fecha 22/07/2019 por el apoderado de la
parte actora, fundando su recurso la apelante en fecha 06/08/2019, con argumentos
que no merecieron respuesta de la contraria”.
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1 Fundamentos del Derecho Procesal Civil, 3ª ed. (póstuma), Depalma, Bs. As., 1958, Nº 226.
2 Delitalia, Il divieto della reformatio in pejus nel proceso penale, Milano, 1921.
3 Carnelutti, Sulla reformatio in pejus, en Riv. D. P. C., 1927, 1, p. 181; Calamandrei, Appunti
sulla reformatio in pejus, en Riv. D. P. C., 1929, 1, p. 297; D’Onofrio, Appello civile, ps. 585 y 596;
Rodríguez, La garantía de la reformatio in pejus en caso de una sentencia anulada, en L. L., t. 40,
p. 894.
4 Fundamentos del Derecho Procesal Civil, 3ª ed. (póstuma), Depalma, Bs. As., 1958, Nº 226.
5 Palacio, Lino Enrique, Manual de Derecho Procesal Civil, Abeledo-Perrot, Bs. As., 2003,
p. 646.
6 Principios de Derecho Procesal Civil por José Chiovenda, T. II, Editorial Reus (SA), Madrid,
1925, p. 503.
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VII. La Corte
10. El 22 de agosto de 2019, en autos: “Ferré, Fernando Emilio c/Frigorífico
Calchaquí Productos 7 SA s/Despido”, la CSJN consideró:
“1) Que la Sala III de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo confirmó la
sentencia que había admitido las diferencias salariales reclamadas por el actor,
derivadas de la supresión –durante los últimos años de la relación laboral– de las
comisiones por ventas y cobranzas que percibía como viajante de comercio. Por otra
parte, modificó los intereses establecidos en aquel pronunciamiento (de fecha 30 de
abril de 2014), en función de la tasa activa del Banco Nación para el otorgamiento de
préstamos prevista en el acta del tribunal CNAT 2357, vigente a aquel momento, y
ordenó que se aplicara la tasa activa para préstamos personales de libre destino del
Banco Nación, fijada el 21 de mayo de 2014 por acta CNAT 2601, respecto de créditos
originados en los años 2009 y 2010.
”2) Que, para así decidir (fs. 466/496), el a quo sostuvo, entre otros argumentos,
que el ajuste del crédito por vía de intereses era una consecuencia necesaria de la
innegable inflación que con carácter de hecho público y notorio afectaba al país, y tenía
por finalidad reparar la falta de pago en tiempo oportuno de créditos de naturaleza
alimentaria, debidos a quien se encontraba en situación de insuficiencia respecto de
su empleadora. Destacó que hacía uso de la regla iura novit curia, pues consideró que
era menester mantener constante el valor indemnizatorio.
”3) Que contra ese pronunciamiento la demandada dedujo el recurso extraordinario
federal (fs. 501/510) que fue concedido a fs. 520. Además de expresar agravios
concernientes al progreso de los reclamos salariales del actor, la recurrente afirma que
la Cámara revocó de oficio la tasa de interés dispuesta en primera instancia, que no
había sido materia de agravios, para aplicar otra que no estaba vigente al momento de
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¿CÓMO SE APLICA EL DERECHO EXTRANJERO EN
UN CONFLICTO INTERNACIONAL PRIVATISTA QUE
TRAMITA ANTE LOS TRIBUNALES ARGENTINOS?
Cita: RC D 688/2020
Sumario: I. Situándonos en el tema. II. ¿Por qué puede resultar aplicable un Derecho extranjero?
III. ¿Con relación a la prueba?
I. Situándonos en el tema
El Siglo XXI es fiel escenario del aumento exponencial de casos en los que se
plantea ante tribunales nacionales la necesidad de aplicar un Derecho extranjero. Esta
tendencia que parece irreversible responde a las más diversas razones; sea por
motivos laborales, económicos, políticos, culturales, religiosos o turísticos, las perso-
nas nos movilizamos de manera permanente entre diversos estados matizando, de
algún modo, las barreras geográficas que se alzan entre los países. De esta suerte, se
genera una dinámica muy significativa que revierte en el empleo de normas jurídicas
privadas internacionales.
¿Cuáles son las normas legales a las que nos referimos? Ya abordamos la cuestión
de fuentes jurídicas en una entrega anterior1, por lo que en esta oportunidad nos
ubicamos en la situación que se plantea cuando se debe aplicar un Derecho extranjero.
Este fenómeno puede ocurrir como consecuencia de lo dispuesto en un tratado
internacional, en las normas jusprivatistas internacionales contenidas en el Código Civil
y Comercial o en leyes especiales.
1 Ver: “Una primera y esencial pregunta ante las relaciones jurídicas internacionales: ¿hay
tratados?”, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2019.
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2 CNCom., Sala A, 16/10/2013, “Scrugli, Carlos Antonio c/HSBC Bank Argentina SA”.
3 Suprema Corte de Mendoza, Sala I, sent. del 28/4/2005, “Sabaté Sas SA en Covisan p/Conc.
verificación tardía”.
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REFUTANDO JINGLES
Cita: RC D 2358/2020
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que incomoda? ¿No ve nada? Claro que no lo ve, porque tiene naturalizada una forma
de leer, sus competencias hermenéuticas han sido degradadas en la Facultad, Ud. es
simplemente normativista, recitador, trabaja con el jingle. ¿No le parece que no se
puede afianzar la justicia si se indemniza a los propietarios de esclavos en lugar de
indemnizar a quienes estaban en la esclavitud? Trabaje sobre eso. ¿Qué justicia se
afianza? Porque lo que se afianza parecería ser una perspectiva de mirar el mundo y
fijar relaciones de mando y obediencia. En ese caso no se afianza la justicia sino un
privilegio. Y así podríamos seguir.
Corolario de lo expuesto: no trabaje con esquemas, permítase la capilaridad para
establecer relaciones, readecuaciones, nuevas formas de sentido, el descubrimiento
de contradicciones, paradojas o aporías. El Derecho no es una ciencia exacta. No es
una ciencia. Es un arte. ¿Es Ud. un artista?
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ÍNDICE DE AUTORES
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