Paper Teórico - JA Panduro 1.8.22

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CRIANZA Y ESTIMULACIÓN INFANTIL 1

Estimulación en la Crianza durante la Infancia

José A. Panduro
Universidad Nacional Mayor de San Marcos

Notas del Autor

Psicólogo. Máster en Psicología de la Educación y Desarrollo Humano (Premio


Extraordinario) - Universitat de València. Doctorando en Psicología -
Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Profesor de Post-Grado -
Universidad Femenina del Sagrado Corazón. Asesor de investigaciones de
Maestrías – Universidad Antonio Ruíz de Montoya. Coach para Personas con
TDAH – APDA. Consejero Familiar Sistémico – IFASIL e IFTA. Investigador en
temas de desarrollo humano, familia y educación superior. Jefe del
Departamento Psicopedagógico - Colegio Suizo Pestalozzi.
https://orcid.org/0000-0001-7979-4365. www.japanduro.com
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Resumen

Sustento la relevancia científica del estudio de la crianza apoyándome en la


evidencia empírica de su impacto sobre el desarrollo integral del niño. Planteo
la operacionalización de la crianza tomando como base los conceptos objeto-
estímulo y función-estímulo, y a partir de ello la defino como estimulación
infantil. Una propuesta derivada del planteamiento es su categorización:
estímulos que promueven el desarrollo conductual y estímulos que se orientan
al control conductual de niño, claro está dentro de aquello que se considera lo
socialmente deseable y no deseable.

Palabras clave: crianza, estimulación infantil, función-estímulo, objeto-


estímulo
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Estimulación en la Crianza durante la Infancia

Al pensar en desarrollo humano encuentro en la figura de las matrioskas


una metáfora del proceso del desarrollo humano, en el sentido que implica una
progresiva inclusión de capacidades, habilidades y destrezas, que se expresan
en conjunto en cada configuración de la conducta humana, y que estas
configuraciones pueden estar organizadas en una complejidad gradual, al
respecto, Ribes y López (1985), desde la Teoría de Campo, señalan que esta
graduación se sucede desde aquellas conductas fuertemente vinculadas con
las condiciones físicas y químicas del entorno, hasta aquellas que implican un
desligamiento total de dichas condiciones a través del lenguaje y la
imaginación.
El análisis de esta progresión tiene relevancia teórica y empírica en la
historia de la ciencia, y generado entre los investigadores un interés particular
por verificar una variedad de hipótesis en torno a los factores que lo afectan o
modulan. Entendiendo el desarrollo como una interacción de procesos
biológicos y contextuales (Zelazo, 2013), el texto que desarrollaré abordará uno
de los factores más relevantes del contexto social del niño: la crianza ejercida
por su madre. Por un lado, revisaré evidencias sobre el impacto de la acción de
la madre en el desarrollo del niño y, luego, una propuesta teórica sobre su
definición y dimensionalidad, que permita derivaciones metodológicas.
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Crianza brindada por la madre y desarrollo infantil

Cuando los niños son pequeños, el ambiente en el que se desenvuelven


se halla estructurado por su grupo familiar. Dentro de él, la figura que
evidentemente adopta mayor relevancia, al menos en nuestra cultura, son sus
madres, las cuales constituyen para ellos los primeros y principales focos de
estimulación durante los primeros años de sus desarrollos.
La familia tiene una significativa influencia en el desarrollo del niño en un
sentido amplio, por ejemplo, sobre el temperamento y ajuste socioemocional en
la infancia (Ato et al., 2007) o sobre el desarrollo de competencias sociales
(Berk, 2004), entre otros.
Henao et al. (2007) por su parte, plantean la importancia de la familia en
la socialización y desarrollo durante la infancia, precisan que la combinación de
costumbres y hábitos de crianza de los padres, la sensibilidad hacia las
necesidades de su hijo, la aceptación de su individualidad, así como el afecto
expresado y los mecanismos de control desplegados resultan fundamentales
para regular su comportamiento.
No es sino hasta hace unas cinco décadas que se han iniciado estudios
sistemáticos en torno a la importancia que tiene la relación madre-niño sobre la
conducta y el desarrollo de este. Una perspectiva para dar cuenta de ello es
aquella que estudia la influencia de las óptimas interacciones madre-niño sobre
múltiples aspectos positivos en el desarrollo del niño. Por ejemplo, sobre el
desarrollo de habilidades de comunicación (Flanagan et al., 1994),
competencias lingüísticas y sociales (Musselman & Churchill, 1991),
habilidades socioemocionales (Denham, 1993) o cognitivas (Esser et al., 1993).
Asimismo, se ha identificado que la calidez en la relación madre-niño es un
factor que modera la relación entre autoestima y las habilidades intrínsecas a la
Teoría de la Mente (Cahill et al., 2007) y que el vínculo que establece el niño
con su madre tiene impacto sobre el desarrollo de la conciencia, entendida esta
como la emoción, conducta y cognición moral, elementos que permiten la
adquisición de los valores familiares y culturales (Kochanska et al., 2005).
Por otro lado, una línea de investigación que resulta ser muy prolija, es
aquella que estudia cómo los trastornos psicológicos y emocionales, así como
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determinadas actitudes en la madre alteran el desarrollo o limitan el


aprendizaje de múltiples habilidades en los niños.
En general, el desarrollo de un niño depende mucho del número y de la
calidad de oportunidades que encuentre disponibles en su interacción con las
personas, en especial los padres, quienes se constituyen en el principal objeto
de estimulación social durante su infancia (Bijou & Baer, 1980). Considerada la
relevancia que tienen para él, pueden constituirse tanto en una fuente
importante de apoyo como en una de alteración de un desarrollo dentro de lo
esperado.
La velocidad, características y calidad del desarrollo varían de niño a
niño, no sólo por la exposición a experiencias de aprendizaje en el entorno, si
no también producto de su configuración biológica (como su estado nutricional),
la presencia de estas variables en niveles significativo influencia en las
probabilidades de que el desarrollo del niño continúe su curso normal (Pollitt et
al., 2007).
Waters et al. (1994), evaluando la Teoría del Apego, una de las
perspectivas de análisis de la construcción de los vínculos madre-niño más
populares, mencionan que luego de varias décadas de trabajo teórico y
descriptivo se sabe considerablemente poco sobre los mecanismos
subyacentes de establecimiento y cambio en las relaciones tempranas de
apego. Señalan que un paso en esta dirección podría ser la incorporación de
los mecanismos tradicionales de aprendizaje, tanto para explicar el desarrollo
de patrones específicos de apego, como de su relación con otras variables
psicológicas y conductuales concurrentes o futuras.
Algunas investigaciones asocian acciones parentales en la crianza con
diferentes aspectos de la conducta y el desarrollo del niño: con los niveles de
autocontrol (Bernier et al., 2010), con el desarrollo de estrategias de
aprendizaje autorregulado o mayor independencia para el aprendizaje (Pino-
Pasternak & Whitebread, 2010), y con la madurez social (Panduro, 1998a),
asimismo, la disciplina consistente ejercida por la madre con bajos niveles de
agresividad (Panduro, 1998a).
La poca estimulación lingüística se asocia con la inhibición conductual, la
memoria de trabajo no verbal, y la autorregulación del estado de arousal y
emociones (Barkley, 1997a).
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La investigación sobre la calidad de la interacción que favorece un


desarrollo cognitivo mayor en el niño señala las siguientes características en el
entorno familiar: la atención inmediata de las necesidades del niño, la
estimulación contingente (variada y dosificada), control-autonomía adecuados
sobre el niño y su entorno, orientaciones claras y apoyo emocional durante la
realización de las tareas; asimismo, garantizar un apego seguro, pues influye
sobre el funcionamiento metacognitivo (Lafuente, 2000).
Como se aprecia, existe una importante cantidad de evidencia que
apoya el supuesto de los significativos efectos de la relación del niño con su
madre sobre el desarrollo emocional, conductual, social y cognitivo del niño.
Estos elementos marcan la importancia de desarrollar investigación
acerca de la crianza, es decir, de los niveles en que las madres, durante la
interacción con su niño, estimulan o retardan el desarrollo, así como de
identificar los factores o variables que pueden estar influyendo en la calidad de
esta estimulación.

Hacia una definición de la crianza desde la estimulación infantil

En un intento por lograr una definición conceptual de la crianza por la


madre me apoyaré en el enfoque interconductual. En ese sentido, Bueno
(1998) menciona que cada uno de los eventos y objetos ambientales puede
recibir el nombre de objeto-estímulo, el cual irradia continuamente energías
diversas: a este proceso se le denomina estimulación. Pero también se puede
denominar estímulos a los cambios discretos que acontecen en el ambiente, ya
sea en los objetos-estímulo o en la estimulación.
Es evidente, que, para este caso, caracterizar a una persona como un
objeto-estímulo es, desde ya, una extrema simplificación. En el mismo sentido,
Bijou y Baer (1980), afirman que, debido a que muchos estímulos de la madre
varían dentro de amplios límites, es necesario considerarla no como una clase
fija de estímulo sino como un arreglo constantemente cambiante de estímulos
de muchas clases.
Estos estímulos, que son muestras o segmentos de la estimulación que
la madre otorga al niño, también son compartidos por otras personas.
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Muchos estímulos brindados por la madre se hallan en cierta relación


con las conductas del niño, a la cual llamaremos: relación funcional, si se
constata que a una variación en la estimulación brindada por la madre se sigue
una variación en la conducta del niño (Panduro, 1998a).
Al prescribirse una relación funcional entre el estímulo brindado por la
madre (segmento de su flujo de estimulación) y la conducta del niño se puede
hablar de una función-estímulo en esta relación: función-estímulo es un rótulo
que indica la acción específica de aquel en la relación funcional que está
siendo observada (Kantor & Smith, 1975).
En el caso de la crianza, las funciones-estímulo se concentran sobre las
maneras en que los estímulos brindados por la madre controlan, producen,
fortalecen, debilitan, etc., la conducta del niño (Panduro, 1998a).
Este concepto de función-estímulo abre la posibilidad de agrupar en
variadas categorías funcionales muchos eventos o estímulos brindados por la
madre (estimulación).

Dimensiones de la estimulación infantil

Propongo al menos dos categorías funcionales para los estímulos


brindados por la madre: 1) estímulos que promueven la adquisición y
mantenimiento de conductas socialmente deseables, y 2) estímulos que
previenen, inhiben y extinguen conductas no deseables socialmente en el niño.
Así se constituyen dos funciones básicas de la estimulación infantil: promover
conductas y controlar conductas en el niño (Panduro, 1998a). Ambas funciones
pueden constituir las dimensiones de la crianza.

Estimulación de promoción conductual

Según Panduro (1998a), la estimulación de promoción conductual es


una estimulación cuya función es promover el aprendizaje de conductas
socialmente deseables, refiriéndose a un grupo de conductas-estímulo de la
madre que tienen una probabilidad relativamente alta de generar el aprendizaje
de conductas y habilidades socialmente deseables en el niño.
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En ese sentido, el aislar las conductas identificadas con la estimulación


de promoción conductual, implicaría discriminar aquellas conductas-estímulo
cuya función sería promover (a) la adquisición y (b) el mantenimiento de
conductas adecuadas; y, por otro lado, promover la adquisición de habilidades
propias del desarrollo, tales como (e) el auto valimiento e independencia, así
como, (d) el aprendizaje de conductas verbales/sociales en el niño.
Adquirir conductas señala un proceso por el cual comportamientos que
no se encontraban en el repertorio del niño ahora lo integran. Este proceso de
adquisición va ganando probabilidades mediante el uso de determinados
procedimientos que, en última instancia, implican una reorganización del
ambiente del niño realizado por la madre y capaz de provocar la adquisición de
estas nuevas conductas. La reorganización puede implicar una variación en los
estímulos físicos, o colocar determinados objetos al alcance del niño;
asimismo, puede ser una variación de índole social, como dar instrucciones
simples o complejas, o brindar información espontáneamente; o una mezcla de
ambas, es decir, la madre organiza tanto al ambiente como a sí misma para
facilitar el aprendizaje; por ejemplo, puede dar modelos o enseñar
progresivamente una conducta compleja, casos en los cuales, por lo general,
se brindan múltiples estímulos en un arreglo único.
Asimismo, el mantenimiento de las conductas adquiridas, lo cual implica
su uso o ejecución bajo condiciones en las que es esperado que sucedan,
puede probabilizarse si es que estas conductas obtienen una ventaja, beneficio
o atención, por su uso o ejecución en tales condiciones.
Es evidente que cuando el niño nace, su repertorio de conductas es
pequeño. Un indicador de desarrollo es, precisamente, la diversificación e
incremento de conductas, así como, cambios cualitativos en la forma de
interacción con el entorno, producto en gran parte de las oportunidades que las
personas de su ambiente le facilitan, incluyendo aquellas que promueven su
independencia y auto valimiento (oportunidades de elegir, asumir
responsabilidades, y realizar actividades sin ayuda).
En resumen, la estimulación de promoción conductual en las relaciones
madre-niño es el nivel de acción de la madre para promover conductas
socialmente deseables en el repertorio del niño.
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Estimulación de control conductual

La estimulación de control conductual es un proceso cuya función es


prevenir, inhibir y extinguir conductas no deseables en el niño, refiriéndose a un
grupo de conductas-estímulo de la madre con una probabilidad relativamente
alta de controlar conductas inadecuadas en el niño (Panduro, 1998a). El
desarrollo de conductas inadecuadas en el niño se asocia (según datos de
investigación), por un lado, a prácticas crueles de crianza e interacciones
hostiles con el niño (Kingston & Prior, 1995); por otro, a la carencia de recursos
en los padres para el manejo de ellas, tal como lo refieren, implícitamente,
investigaciones como la de Lucano (1987), quien identificó entre las madres de
niños hiperactivos niveles significativamente altos de actitudes de
sobreprotección y sobreindulgencia en la relación con ellos. Otro trabajo
importante es el de Feeham et al. (1991), quienes asociaron inconsistencia y
bajos niveles de disciplina experimentados en la infancia con desórdenes de
externalización o agresividad posteriores. Es preciso señalar que tanto las
conductas inadecuadas del niño como las adecuadas están sujetas a los
mismos principios del aprendizaje. Si obtienen beneficios o atención
contingentes, particularmente de las personas significativas del ambiente, se
genera una alta probabilidad para su mantenimiento en el repertorio del niño,
incrementando su frecuencia e intensidad (Panduro, 1998a).
Así, aislar las conductas identificadas con la estimulación de control
conductual implicaría identificar aquellas conductas-estímulo cuya función es
controlar conductas inadecuadas en el niño: (a) anticipándose a su aparición,
(b) inhibiéndolas cuando están presentes en el instante, y (c) actuando de tal
modo que, si sucedieron, su probabilidad futura de ocurrencia sea baja. En
conclusión, la estimulación de control conductual en las relaciones madre-niño
es el nivel de acción de la madre para controlar conductas no deseables
socialmente en el repertorio del niño (Panduro, 1998a).
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Conclusiones

Concluyo que 1) la estimulación infantil en las relaciones madre-niño


constituye un segmento significativo, específico y operativo de la complejidad
que implica la crianza brindada, 2) la crianza merece un análisis teórico,
epistemológico y metodológico rigurosos, y, 3) considero que este paso hacia
una operacionalización es un aporte para la construcción de un modelo
representativo cada vez más preciso de uno de los vínculos más importantes
de las personas, el vínculo con sus madres.
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Observaciones
La teoria de apoyo no va en mayúscula, es decir ninguna teoría se le debe de
colocar la mayùscula.
Mucho espacio libre entre la página 4 y pàgina 5 .
Las conclusiones no deben de estar enumeradas, así sea en forma de
seriación.
Algunas de tus referencias tienen el nombre de la ciudad. El APA de la sèptima
edición ya las cancelò.
Muy buen trabajo.

Nota: 19

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