Manual Completo Ansiedad y Cerebro Bases Neuropsicologicas

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Este documento es un resumen que recoge los apuntes

y contenidos académicos del curso online


Ansiedad y cerebro, bases Neuropsicológicas.
Lic. Mag. Elena Flores García

Graduada en Psicología por la USAL (Univer-


sidad de Salamanca), Máster Universitario
en Neuropsicología General por la USAL, ti-
tulación de Experto en Educación Emocional
durante la Primera Infancia y Neuropsicolo-
gía de la Educación por la Universidad Nebri-
ja (Universidad Privada en Madrid).

NeuroClass
NeuroClass es una multiplataforma de producción y divulgación científica.
Está conformada por profesionales de la neuropsicología, neurociencias,
psicología y educación, provenientes de diversas nacionalidades. Su misión
es acercar información de calidad y estimular la formación y asesoramiento
en un espacio colaborativo e interdisciplinario. Desde la lucha contra la des-
información y la pseudociencia, se busca contribuir a un nuevo paradigma
de la salud mental, donde las personas se empoderen en el conocimiento.
Índice

Introducción.........................................................................................1

MÓDULO I
Definición de ansiedad y diferenciación de otros términos...................2
1. Para empezar, ¿qué es la ansiedad?......................................3
2. ¿Cuándo la ansiedad se convierte en el enemigo?................4
3. Diferencia entre estrés y ansiedad........................................5

MÓDULO II
Cuadros de ansiedad primarios y secundarios......................................6
4. Trastornos de ansiedad recogidos en el DSM-V.....................7
5. Diagnóstico diferencial.......................................................28
MÓDULO III
Bases neuropsicólogicas de la ansiedad en niños y adolescentes.......35
6. Ansiedad en niños y adolescentes.......................................36
7. Zonas cerebrales implicadas en la ansiedad........................40

MÓDULO IV
Zonas cerebrales involucradas en la ansiedad...................................47
8. ¿Qué efectos tiene la ansiedad en el cerebro si se
mantiene?..........................................................................48
9. ¿La ansiedad se puede prevenir?........................................51

10. Referencias bibliográficas............................................................53


Introducción

Los trastornos de ansiedad son cada vez más comunes, con una incidencia que
aumenta gradualmente a lo largo del tiempo. Además, este tipo de cuadros
implican un gran malestar por parte de quienes los presentan impactando ne-
gativamente en la calidad de vida y pudiendo convertirse en precursores de
otro tipo de trastornos.

El estudio a nivel cerebral se vuelve una opción clave como posible herramien-
ta de detección preventiva. Y, no solo eso, sino también con el fin de desarrollar
objetivos específicos de cara a la intervención. Al fin y al cabo, el conocimiento
de las estructuras cerebrales y sus conexiones nos permite comprender mejor
los síntomas de ansiedad.

En este manual se tratarán de exponer, muy brevemente, algunas de las zonas fun-
damentales implicadas en dicho mecanismo. Ahora, las conexiones subyacentes
son muchas más de las que aquí se comentan, esto es, hay que leer la información
consiguiente teniendo en cuenta que un trastorno de ansiedad no se limita única-
mente a las estructuras neuronales explicadas. Y, del mismo, tampoco existe un úni-
co sistema de neurotransmisión encargado de modular o generar esta respuesta.

Teniendo en cuenta tales aspectos, adentrémonos en qué son los trastornos


de ansiedad, algunas diferencias y, especialmente, cómo funciona nuestro
cerebro ante esta respuesta tan adaptativa y, a la par, tan disfuncional para
la persona en ocasiones.

1
MÓDULO I
DEFINICIÓN DE ANSIEDAD Y
DIFERENCIACIÓN DE OTROS TÉRMINOS

2
1. Para empezar, ¿qué es la ansiedad?

1.1 Una función adaptativa,


necesaria y universal
Seguro que todos hemos sentido ansie-
dad en más de una situación, los hormi-
gueos en el estómago, los temblores, la
tensión o un ritmo cardíaco excesivo. Ya
sean síntomas de tipo (Colegio oficial de
la Psicología de Madrid, 2020):
Somáticos o físicos: Palpitaciones, taqui-
cardia, mareos o sensación de inestabili-
dad, nauseas, sensación de malestar en el
estómago, sudoración excesiva, sensación
de ahogo, temblores, rigidez o debilidad
muscular, insomnio, tensión muscular, hor-
migueos, fatiga y dolor de cabeza tensional.
Emocionales: Sensación de agobio, mie-
do, sensación de falta de control, irascibi-
lidad, inseguridad, sensación de extrañeza
y/o vacío, incertidumbre, mayor vulnera-
bilidad, inquietud.
Conductuales: Hiperactividad o hipoactividad motora, bloqueo, impulsividad,
deseo de escapar o huir de la situación, estado de alerta permanente y dificul-
tad para permanecer tranquilo.
Sociales: Dificultades para seguir el curso de una conversación, verborrea, que-
darse en blanco, dificultades para expresar sus opiniones y emociones.

Todos ellos corresponden a un mecanismo que se caracteriza por ser adaptati-


vo, necesario y universal. Sin olvidar que, cada persona puede presentar unos
síntomas concretos diferentes a los de otra.

Lo cierto es que la ansiedad nos ha acompañado en múltiples contextos a lo largo


de la vida. Así pues, se puede decir que, a pesar de ser desagradable, por sí misma
no es patológica. Prepara a la persona para hacer frente a desafíos, amenazas o si-
tuaciones estresantes, por ejemplo. Y, además, estos cambios comportamentales
y fisiológicos que conlleva dicho mecanismo se conservan en todas las especies.

3
2. ¿Cuándo la ansiedad se convierte en el enemigo?

Cuando afecta de un modo desmedido, de manera intensa e interrumpe en las


actividades diarias, podemos considerar que ya no cumple tal función adaptativa.

De esta forma, puede generar problemas de salud física, mental y una dismi-
nución en el rendimiento. Dando paso a entidades clínicas como las fobias, el
trastorno de ansiedad generalizada o ataques de pánico, entre otros.

Y es que, de todos los trastornos mentales, son las que cuentan con una ma-
yor prevalencia a lo largo de la vida de una persona. Pudiendo, así, impactar
en el día a día y entorno.

Con esto, en términos generales, hay que tener en cuenta que los trastornos de
ansiedad no son enfermedades, sino síndromes clínicos que pueden superpo-
nerse unos sobre otros, o presentarse con otros cuadros psiquiátricos o enfer-
medades médicas (Ayala, 2012).

Según Heinze y Camacho (2010), podemos concluir que la ansiedad patológica se


distingue de aquella que todos podemos experimentar a lo largo de la vida en:

La duración o intensidad son mayores de lo que usualmente se asocia a las


circunstancias relacionadas con su aparición (tomando en cuenta el contex-
to social y cultural de la persona).

Cuando la intensidad de la ansiedad o el temor han llegado a interferir en


la funcionalidad cotidiana.

Cuando las conductas destinadas a mitigar la ansiedad repercuten en la


funcionalidad cotidiana.

Cuando la persona se queja de sufrimiento emocional secundario a los


síntomas o sus repercusiones.

Cuando el paciente presenta obsesiones, compulsiones o flashbacks.

En resumen, la diferenciación de una respuesta de ansiedad patológica es un as-


pecto que ha de ser distinguido y analizado, según juicio clínico, en cuanto a seve-
ridad, duración, persistencia y, sobre todo, el grado de angustia que conlleve y la
interferencia en la cotidianidad.

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3. Diferencia entre estrés y ansiedad

Empecemos por definir y distinguir el estrés de la ansiedad. Este primero es el


resultado de la incapacidad que experimenta la persona frente a las demandas
del ambiente. Por otro lado, la ansiedad hace referencia a una reacción emocional
frente a una amenaza manifestada a nivel cognitivo, fisiológico, motor y emocio-
nal (Brion et al., 2014).

Es decir, la causa del estrés podría ser la presencia de un factor estresante y la


referente a la ansiedad englobaría el estrés que continuaría después de que el
factor estresante hubiera desaparecido (Ayala, 2012).

Si embargo, la ansiedad, el miedo y el estrés, a pesar de sus diferencias, no son


términos muy distintos entre sí. Están muy relacionados en cuanto a diversos neu-
rocircuitos, como el sistema neuroendocrino, que participa a través de las hor-
monas en la respuesta del organismo frente al estrés y la ansiedad (Mah, Szabu-
niewicz y Fiocco, 2016).

5
MÓDULO II
CUADROS DE ANSIEDAD
PRIMARIOS Y SECUNDARIOS

6
4. Trastornos de ansiedad recogidos en el DSM-V

4.1 Clasificación y características centrales

4.1.1 Trastornos de ansiedad primarios

Trastorno de ansiedad por separación. En esta patología, principalmente,


la persona experimenta un gran nivel de ansiedad cuando se separa de un
progenitor, un allegado con el que se siente apegado o del propio hogar.

Mutismo selectivo. El niño experimenta un fracaso al hablar en situa-


ciones sociales, con lo que decide no hablar. Excepto cuando está solo
o con personas cercanas.

Fobia específica. Las personas que tienen alguna fobia específica experimen-
tan una ansiedad o miedo intenso ante objetos o situaciones específicas.
Los ejemplos más característicos suelen ser los animales, tormentas, alturas,
sangre, aviones, sitios cerrados o cualquier situación que pudiera causar vó-
mito, asfixia o desarrollo de alguna enfermedad.

Trastorno de ansiedad social. Miedo o ansiedad intensa cuando la persona


puede ser evaluada o examinada por otras personas. Por ejemplo, mientras
está comiendo o dando una charla.

Trastorno de pánico. Existe la presencia de continuos ataques de pánico,


de carácter imprevisto y recurrente. Además de episodios breves de temor
intenso acompañados por distintos síntomas físicos que generan un gran
malestar en la persona. Este cuadro está relacionado con otros trastornos
comórbidos que hay que diferenciar bien antes de realizar el diagnóstico.

Agorafobia. Los pacientes con este cuadro temen los contextos donde sien-
ten que les es difícil escapar o conseguir ayuda. Entre las situaciones más co-
munes se encuentra el uso de trenes, estar solo o en una tienda, por ejemplo.

Trastorno de ansiedad generalizada. Este trastorno se caracteriza porque


quienes lo presentan manifiestan una ansiedad continua y latente en la ma-
yoría de las situaciones de su día a día.

Trastorno de ansiedad inducido por sustancia/medicamento. El consumo


de una sustancia o medicamento desembocan en diversos trastornos de an-
siedad o ataques de pánico.
7
Trastorno de ansiedad debido a otra afección médica. Los ataques de pánico
y los síntomas de ansiedad pueden ser el resultado de otras condiciones mé-
dicas que presente la persona.

Otro trastorno de ansiedad especificado o no especificado. Esta categoría se


utiliza cuando la persona presenta síntomas que no corresponden con ningu-
no de los cuadros anteriores.

4.1.2. Otras causas de ansiedad y síntomas relacionados

Trastorno obsesivo-compulsivo. Este tipo de trastorno implica que quien lo


presente se inquiete por pensamientos o conductas repetidas que son, en
mayor medida, irracionales y de una intensidad que provoca malestar.

Trastorno de estrés postraumático. Un evento traumático para la persona o


la presencia en un hecho de estas características se experimenta de nuevo
una y otra vez acompañado de ansiedad.

Trastorno de estrés agudo. Este cuadro es muy similiar al trastorno de estrés


postraumático, con la excepción de que comienza durante, o inmediatamen-
te, después de un evento estresante y tiene una duracion de un mes o menos.

Trastorno de la personalidad por evitación. Las personas que tienen un tras-


torno de personalidad por evitación intentan no interactuar con otras perso-
nas como consecuencia del miedo que experimentan ante la posibilidad de
ser criticados o rechazados por los demás.

Especificador “con tensión ansiosa” para el trastorno depresivo mayor.


Este especificador refiere a aquellas personas que, con un diagnóstico de
trastorno depresivo mayor, también presentan una gran tensión y ansiedad.

Trastorno de síntomas somáticos y trastorno de ansiedad por enfermedad


(Ejemplo: enfermedad cardíaca, hipertiroidismo, asma, epilepsia, etc.). Hay
que tener en cuenta que, el pánico y otros síntomas de ansiedad constituyen
parte de ciertos cuadros de síntomas somáticos y del trastorno de ansiedad
por enfermedad.

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4.2 Criterios para el diagnóstico

El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5) (Diagnos-


tic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition (DSM-5), en inglés)
establece diferentes diagnósticos que engloban la categoría de trastorno de an-
siedad, aquellos que están relacionados con esta y los respectivos diagnósticos
diferenciales.

Los trastornos aquí expuestos, presentan características compartidas y únicas,


cuyas diferencias más notables recaerían en los estímulos desencadenantes, pro-
minencia y foco de diferentes síntomas, entre otros. Así mismo, es fundamen-
tal tener en cuenta los procesos fisiopatológicos y las posibles cormobilidades
(Kenwood et al., 2021).

En cuanto a esto último, es importante recalcar que no solo se trata de identificar


un diagnóstico diferencial, sino también la posible aparición de múltiples diagnós-
ticos y la priorización de una gestión más intensiva para la persona que presente
tales comorbilidades (Penninx et al., 2021).

Así mismo, la descripción del diagnóstico diferencial expuesto en las siguientes


páginas hay que leerlo dando cuenta que es un resumen muy breve y en el que
se han nombrado algunos cuadros, mas no todos. En este caso, está únicamente
orientado a poder realizar la parte práctica de este curso.

Aunque utilizaremos la clasificación del manual mencionado, invitamos, asimis-


mo, a entender que la salud mental ha de comprenderse no desde una definición
categórica, sino como un continuo. Teniendo en cuenta un enfoque dimensional
para complementar los límites de diagnóstico.

De esta forma, es importante considerar un concepto continuo de salud y enfer-


medad mental que asuma una dimensión desde síntomas psiquiátricos severos a
síntomas subclínicos, leves o inexistentes.

Con lo anterior, y puesto que es probable que a lo largo de la vida se experimenten


síntomas de enfermedad en cuanto a salud mental, se interiorizaría que esta no es
categóricamente distinta de la “normalidad”. Sino que forma parte de un continuo
de experiencias de vida. Pero que, cuando son excesivas, no reguladas y generali-
zadas hay que actuar para evitar cronicidad (Peter et al., 2021).

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4.2.1 Trastornos de ansiedad primarios

Trastorno de ansiedad por separación


A. Miedo o ansiedad excesiva e inapropiada para el nivel de desarrollo del indivi-
duo concerniente a su separación de aquellas personas por las que siente apego,
puesta de manifiesto por al menos tres de las siguientes circunstancias:
1. Malestar excesivo y recurrente cuando se prevé o se vive una separación
del hogar o de las figuras de mayor apego.

2. Preocupación excesiva y persistente por la posible pérdida de las figuras


de mayor apego o de que puedan sufrir un posible daño, como una enfer-
medad, daño, calamidades o muerte.

3. Preocupación excesiva y persistente por la posibilidad de que un aconte-


cimiento adverso (p. ej., perderse, ser raptado, tener un accidente, enfer-
mar) cause la separación de una figura de gran apego.

4. Resistencia o rechazo persistente a salir, lejos de casa, a la escuela, al tra-


bajo o a otro lugar por miedo a la separación.

5. Miedo excesivo y persistente o resistencia a estar solo o sin las figuras de


mayor apego en casa o en otros lugares.

6. Resistencia o rechazo persistente a dormir fuera de casa o a dormir sin


estar cerca de una figura de gran apego.

7. Pesadillas repetidas sobre el tema de la separación.

8. Quejas repetidas de síntomas físicos (p. ej., dolor de cabeza, dolor de es-
tómago, náuseas, vómitos) cuando se produce o se prevé la separación de
las figuras de mayor apego.
B. El miedo, la ansiedad o la evitación es persistente, dura al menos cuatro sema-
nas en niños y adolescentes y típicamente seis o más meses en adultos.

C. La alteración causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social,


académico, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.

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D. La alteración no se explica mejor por otro trastorno mental, como rechazo a
irse de casa por resistencia excesiva al cambio en un trastorno del espectro del
autismo; delirios o alucinaciones concernientes a la separación en trastornos psi-
cóticos; rechazo a salir sin alguien de confianza en la agorafobia; preocupación
por una salud enfermiza u otro daño que pueda suceder a los allegados u otros
significativos en el trastorno de ansiedad generalizada; o preocupación por pade-
cer una enfermedad en el trastorno de ansiedad por enfermedad.

Mutismo selectivo
A. Fracaso constante de hablar en situaciones sociales específicas en las que existe
expectativa por hablar (p. ej., en la escuela) a pesar de hacerlo en otras situaciones.

B. La alteración interfiere en los logros educativos o laborales o en la comu-


nicación social.

C. La duración de la alteración es como mínimo de un mes (no limitada al primer


mes de escuela).

D. El fracaso de hablar no se puede atribuir a la falta de conocimiento o a la co-


modidad con el lenguaje hablado necesario en la situación social.

E. La alteración no se explica mejor por un trastorno de la comunicación (p. ej.,


trastorno de fluidez [tartamudeo] de inicio en la infancia) y no se produce exclu-
sivamente durante el curso de un trastorno del espectro del autismo, la esquizo-
frenia u otro trastorno psicótico.

Fobia específica
A. Miedo o ansiedad intensa por un objeto o situación específica (p. ej., volar, altu-
ras, animales, administración de una inyección, ver sangre).
Nota: En los niños, el miedo o la ansiedad se puede expresar con llanto, rabietas,
quedarse paralizados o aferrarse.

B. El objeto o la situación fóbica casi siempre provoca miedo o ansiedad in-


mediata.

C. El objeto o la situación fóbica se evita o resiste activamente con miedo o


ansiedad intensa.

D. El miedo o la ansiedad es desproporcionado al peligro real que plantea el


objeto o situación específica y al contexto sociocultural.

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E. El miedo, la ansiedad o la evitación es persistente, y dura típicamente seis
o más meses.

F. El miedo, la ansiedad o la evitación causa malestar clínicamente significa-


tivo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funciona-
miento.

G. La alteración no se explica mejor por los síntomas de otro trastorno men-


tal, como el miedo, la ansiedad y la evitación de situaciones asociadas a sín-
tomas tipo pánico u otros síntomas incapacitantes (como en la agorafobia);
objetos o situaciones relacionados con obsesiones (como en el trastorno ob-
sesivo-compulsivo); recuerdo de sucesos traumáticos (como en el trastorno
de estrés postraumático); dejar el hogar o separación de las figuras de apego
(como en el trastorno de ansiedad por separación); o situaciones sociales
(como en el trastorno de ansiedad social).

Trastorno de ansiedad social (fobia social)


A. Miedo o ansiedad intensa en una o más situaciones sociales en las que el
individuo está expuesto al posible examen por parte de otras personas. Algu-
nos ejemplos son las interacciones sociales (p. ej., mantener una conversación,
reunirse con personas extrañas), ser observado (p. ej., comiendo o bebiendo) y
actuar delante de otras personas (p. ej., dar una charla).
Nota: En los niños, la ansiedad se puede producir en las reuniones con individuos
de su misma edad y no solamente en la interacción con los adultos.

B. El individuo tiene miedo de actuar de cierta manera o de mostrar síntomas de


ansiedad que se valoren negativamente (es decir, que lo humillen o avergüen-
cen; que se traduzca en rechazo o que ofenda a otras personas).

C. Las situaciones sociales casi siempre provocan miedo o ansiedad.


Nota: En los niños, el miedo o la ansiedad se puede expresar con llanto, rabietas,
quedarse paralizados, aferrarse, encogerse o el fracaso de hablar en situaciones
sociales.

D. Las situaciones sociales se evitan o resisten con miedo o ansiedad intensa.

E. El miedo o la ansiedad son desproporcionados a la amenaza real planteada


por la situación social y al contexto sociocultural.

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F. El miedo, la ansiedad o la evitación es persistente, y dura típicamente seis o
más meses.

G. El miedo, la ansiedad o la evitación causa malestar clínicamente significativo


o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.

H. El miedo, la ansiedad o la evitación no se puede atribuir a los efectos fisiológicos


de una sustancia (p. ej., una droga, un medicamento) ni a otra afección médica.

I. El miedo, la ansiedad o la evitación no se explica mejor por los síntomas de


otro trastorno mental, como el trastorno de pánico, el trastorno dismórfico cor-
poral o un trastorno del espectro del autismo.

J. Si existe otra afección médica (p. ej., enfermedad de Parkinson, obesidad, des-
figuración debida a quemaduras o lesiones) el miedo, la ansiedad o la evitación
está claramente no relacionada o es excesiva.

Trastorno de pánico
A. Ataques de pánico imprevistos recurrentes. Un ataque de pánico es la aparición
súbita de miedo intenso o de malestar intenso que alcanza su máxima expresión en
minutos y durante este tiempo se producen cuatro (o más) de los síntomas siguientes:
Nota: La aparición súbita se puede producir desde un estado de calma o desde
un estado de ansiedad.
1. Palpitaciones, golpeteo del corazón o aceleración de la frecuencia car-
diaca.
2. Sudoración.
3. Temblor o sacudidas.
4. Sensación de dificultad para respirar o de asfixia.
5. Sensación de ahogo.
6. Dolor o molestias en el tórax.
7. Náuseas o malestar abdominal.
8. Sensación de mareo, inestabilidad, aturdimiento o desmayo.
9. Escalofríos o sensación de calor.
10. Parestesias (sensación de entumecimiento o de hormigueo).
11. Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (separar-
se de uno mismo).

13
12. Miedo a perder el control o de “volverse loco.”
13. Miedo a morir.
Nota: Se pueden observar síntomas específicos de la cultura (p. ej., acúfenos,
dolor de cuello, dolor de cabeza, gritos o llanto incontrolable). Estos síntomas no
cuentan como uno de los cuatro síntomas requeridos.

B. Al menos a uno de los ataques le ha seguido un mes (o más) de uno o los dos
hechos siguientes:
1. Inquietud o preocupación continua acerca de otros ataques de pánico
o de sus consecuencias (p. ej., pérdida de control, tener un ataque de
corazón, “volverse loco”).
2. Un cambio significativo de mala adaptación en el comportamiento relacio-
nado con los ataques (p. ej., comportamientos destinados a evitar los ataques
de pánico, como evitación del ejercicio o de las situaciones no familiares).
C. La alteración no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p.
ej., una droga, un medicamento) ni a otra afección médica (p. ej., hipertiroidis-
mo, trastornos cardiopulmonares).

D. La alteración no se explica mejor por otro trastorno mental (p. ej., los ataques
de pánico no se producen únicamente en respuesta a situaciones sociales temi-
das, como en el trastorno de ansiedad social; en repuesta a objetos o situaciones
fóbicas concretos, como en la fobia específica; en respuesta a obsesiones, como
en el trastorno obsesivo-compulsivo; en respuesta a recuerdos de sucesos trau-
máticos, como en el trastorno de estrés postraumático; o en respuesta a la se-
paración de figuras de apego, como en el trastorno de ansiedad por separación).

Agorafobia
A. Miedo o ansiedad intensa acerca de dos (o más) de las cinco situaciones siguientes:
1. Uso del transporte público (p. ej., automóviles, autobuses, trenes, bar-
cos, aviones).
2. Estar en espacios abiertos (p. ej., zonas de estacionamien- to, mercados,
puentes).
3. Estar en sitios cerrados (p. ej., tiendas, teatros, cines).
4. Hacer cola o estar en medio de una multitud.
5. Estar fuera de casa solo.

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B. El individuo teme o evita situaciones en las que escapar podría ser difícil
o podría no disponer de ayuda si aparecen síntomas tipo pánico u otros sín-
tomas incapacitantes o embarazosos (p. ej., miedo a caerse en las personas
de edad avanzada; miedo a la incontinencia).

C. Las situaciones agorafóbicas casi siempre provocan miedo o ansiedad.

D. Las situaciones agorafóbicas se evitan activamente, requieren la presen-


cia de un acompañante o se resisten con miedo o ansiedad intensa.

E. El miedo o la ansiedad es desproporcionado al peligro real que plantean


las situaciones agorafóbicas y al contexto sociocultural.

F. El miedo, la ansiedad o la evitación es continuo, y dura típicamente seis o


más meses.

G. El miedo, la ansiedad o la evitación causa malestar clínicamente signifi-


cativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcio-
namiento.

H. Si existe otra afección médica (p. ej., enfermedad intestinal inflamatoria,


enfermedad de Parkinson), el miedo, la ansiedad o la evitación es claramen-
te excesiva.

I. El miedo, la ansiedad o la evitación no se explica mejor por los síntomas de


otro trastorno mental, por ejemplo, los síntomas no se limitan a la fobia es-
pecífica, a la situación; no implican únicamente situaciones sociales (como
en el trastorno de ansiedad social); y no están exclusivamente relacionados
con las obsesiones (como en el trastorno obsesivo-compulsivo), defectos o
imperfecciones percibidos en el aspecto físico (como en el trastorno dis-
mórfico corporal), recuerdo de sucesos traumáticos (como en el trastorno
de estrés postraumático) o miedo a la separación (como en el trastorno de
ansiedad por separación).
Nota: Se diagnostica agorafobia independientemente de la presencia de tras-
torno de pánico. Si la presentación en un individuo cumple los criterios para el
trastorno de pánico y agorafobia, se asignarán ambos diagnósticos.

15
Trastorno de ansiedad generalizada
A. Ansiedad y preocupación excesiva (anticipación aprensiva), que se produce du-
rante más días de los que ha estado ausente durante un mínimo de seis meses, en
relación con diversos sucesos o actividades (como en la actividad laboral o escolar).

B. Al individuo le es difícil controlar la preocupación.

C. La ansiedad y la preocupación se asocian a tres (o más) de los seis sínto-


mas siguientes (y al menos algunos síntomas han estado presentes durante
más días de los que han estado ausentes durante los últimos seis meses):
Nota: En los niños, solamente se requiere un ítem.
1. Inquietud o sensación de estar atrapado o con los nervios de punta.
2. Fácilmente fatigado.
3. Dificultad para concentrarse o quedarse con la mente en blanco.
4. Irritabilidad.
5. Tensión muscular.
6. Problemas de sueño (dificultad para dormirse o para continuar durmien-
do, o sueño inquieto e insatisfactorio).
D. La ansiedad, la preocupación o los síntomas físicos causan malestar clíni-
camente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas impor-
tantes del funcionamiento.

E. La alteración no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p.


ej., una droga, un medicamento) ni a otra afección médica (p. ej., hipertiroidismo).

F. La alteración no se explica mejor por otro trastorno mental (p. ej., ansiedad
o preocupación de tener ataques de pánico en el trastorno de pánico, valora-
ción negativa en el trastorno de ansiedad social [fobia social], contaminación u
otras obsesiones en el trastorno obsesivo-compulsivo, separación de las figuras
de apego en el trastorno de ansiedad por separación, recuerdo de sucesos trau-
máticos en el trastorno de estrés postraumático, aumento de peso en la anorexia
nerviosa, dolencias físicas en el trastorno de síntomas somáticos, percepción de
imperfecciones en el trastorno dismórfico corporal, tener una enfermedad grave
en el trastorno de ansiedad por enfermedad, o el contenido de creencias deliran-
tes en la esquizofrenia o el trastorno delirante.

16
Trastorno de ansiedad inducido por sustancias/medicamentos
A. Los ataques de pánico o la ansiedad predominan en el cuadro clínico.

B. Existen pruebas a partir de la historia clínica, la exploración física o los


análisis de laboratorio de (1) y (2):
a) Síntomas del Criterio A desarrollados durante o poco después de la
intoxicación o abstinencia de una sustancia o después de la exposición a
un medicamento.
b) La sustancia/medicamento implicado puede producir los síntomas del
Criterio A.
C. El trastorno no se explica mejor por un trastorno de ansiedad no inducido
por sustancias/medicamentos. Tal evidencia de un trastorno de ansiedad
independiente puede incluir lo siguiente:

Los síntomas anteceden al inicio del consumo de la sustancia/medicamento; los


síntomas persisten durante un período importante (p. ej., aproximadamente un
mes) después del cese de la abstinencia aguda o la intoxicación grave; o existen
otras pruebas que sugieren la existencia de un trastorno de ansiedad indepen-
diente no inducido por sustancias/medicamentos (p. ej., antecedentes de episo-
dios recurrentes no relacionados con sustancias/medicamentos).

D. El trastorno no se produce exclusivamente durante el curso de un síndro-


me confusional.

E. Los síntomas causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo


social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
Nota: Solo se hará este diagnóstico en lugar de un diagnóstico de intoxi-
cación por sustancias o abstinencia de sustancias cuando los síntomas del
Criterio A predominen en el cuadro clínico y cuando sean suficientemente
graves para justificar la atención clínica.

17
Trastorno de ansiedad debido a otra afección médica
A. Los ataques de pánico o la ansiedad predominan en el cuadro clínico.

B. Existen pruebas a partir de la historia clínica, la exploración física o los


análisis de laboratorio de que el trastorno es la consecuencia fisiopatológica
directa de otra afección médica.

C. La alteración no se explica mejor por otro trastorno mental.

D. La alteración no se produce exclusivamente durante el curso de un síndro-


me confusional.

E. La alteración causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo


social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.

Otro trastorno de ansiedad especificado


Esta categoría se aplica a presentaciones en las que predominan los síntomas
característicos de un trastorno de ansiedad que causan malestar clínicamente
significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcio-
namiento pero que no cumplen todos los criterios de ninguno de los trastornos
de la categoría diagnóstica de los trastornos de ansiedad.

La categoría de otro trastorno de ansiedad especificado se utiliza en situa-


ciones en las que el médico opta por comunicar el motivo específico por
el que la presentación no cumple los criterios de un trastorno de ansiedad
específico. Esto se hace registrando “otro trastorno de ansiedad especifica-
do” seguido del motivo específico (p. ej., “ansiedad generalizada que está
ausente más días de los que está presente”).

Otro trastorno de ansiedad no especificado


Esta categoría se aplica a presentaciones en las que predominan los síntomas
característicos de un trastorno de ansiedad que causan malestar clínicamen-
te significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del
funcionamiento pero que no cumplen todos los criterios de ninguno de los
trastornos de la categoría diagnóstica de los trastornos de ansiedad.

La categoría del trastorno de ansiedad no especificado se utiliza en situacio-


nes en las que el médico opta por no especificar el motivo de incumplimien-
to de los criterios de un trastorno de ansiedad específico, e incluye presen-
taciones en las no existe suficiente información para hacer un diagnóstico
más específico (p. ej., en servicios de urgencias).
18
4.2.2 Otras causas de ansiedad y síntomas relacionados

Trastorno obsesivo compulsivo


A. Las obsesiones, compulsiones, preocupaciones por el aspecto, acumulación,
rascarse la piel, arrancarse el pelo, otros comportamientos repetitivos centrados
en el cuerpo u otros síntomas característicos del trastorno obsesivo-compulsivo
y relacionados predominan en el cuadro clínico.
a) Pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que se
experimentan, en algunos momentos durante el y trastorno, como intru-
sas o no deseada, y que en la mayoría de los sujetos causas ansiedad o
malestar importante.
b) El sujeto intenta ignorar y suprimir estos pensamientos, impulsos o
imágenes, o neutralizarlos con algún otro pensamiento o acto (es decir,
realizando una compulsión).

Las compulsiones se definen por 1 y 2:


1. Comportamientos (por ejemplo, lavarse las manos, ordenar, comprobar
las cosas) o actos mentales (por ejemplo, rezar, contar, repetir palabras en
silencio) repetitivos que el sujeto realiza como respuesta a una obsesión o
de acuerdo con reglas que ha de aplicar de manera rígida.
2. El objetivo de los comportamientos o actos mentales es prevenir o dis-
minuir la ansiedad o el malestar, o evitar algún suceso o situación temida;
sin embargo, estos comportamientos o actos mentales no están conecta-
dos de una manera realista con los destinados a neutralizar o prevenir, o
bien resultan claramente excesivos.
Nota: Los niños de corta edad pueden no ser capaces de articular los objetivos
de estos comportamientos o actos mentales.

B. Existen pruebas a partir de la historia clínica, la exploración física o los análisis


de laboratorio de que la alteración es la consecuencia fisiopatológica directa de
otra afección médica.

C. La alteración no se explica mejor por otro trastorno mental.

H. La alteración no se produce exclusivamente durante el curso de un síndrome


confusional.

I. La alteración causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social,


aboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
19
Trastorno de estrés postraumático
A. Exposición a la muerte, lesión grave o violencia sexual, y sea real o amenaza
en la que ha existido.
1. Experiencia directa del suceso(s) traumático(s).
2. Presencia directa del suceso(s) ocurrido a otros.
3. Conocimiento de que el suceso(s) traumático(s) ha ocurrido a un fa-
miliar próximo o amigo íntimo. En los casos de amenaza o realidad de
muerte de un familiar o amigo, el suceso(s) debe de haber sido violento
o accidental. La persona ha experimentado, presenciado o le han explica-
do uno (o más) acontecimientos caracterizados por muertes o amenazas
para su integridad física o la de los demás.
4. Exposición repetida o extrema a detalles repulsivos del suceso trau-
mático (p. ej., socorristas que recogen restos humanos: policías repetida-
mente expuestos a detalles de maltrato infantil).
Nota: El criterio A4 no se aplica a la exposición a través de medios electrónicos,
televisión, películas o fotografías, a menos que esta exposición esté relacionada
con el trabajo.

B. Presencia de uno (o más) de los síntomas de intrusión siguientes asociados al


suceso(s) traumático, que comienza después del suceso(s) traumático(s).
1. Recuerdos angustiosos y recurrentes, involuntarios e intrusivos del su-
ceso(s) traumático(s). Nota: En los niños mayores de 6 años, se pueden
producir juegos repetitivos en los que se expresen temas o aspectos del
suceso(s) traumático(s).
2. Sueños angustiosos recurrentes en los que el contenido y/o el afecto
del sueño está relacionado con el suceso(s) traumático(s). Nota: En los
niños pueden existir sueños aterradores sin contenido reconocible.
3. Reacciones disociativas (p. ej., escenas retrospectivas) en las que el
sujeto siente o actúa como si se repitiera el suceso(s) traumático(s). (Es-
tas reacciones se pueden producir de forma continua, y la expresión más
extrema es una pérdida completa de conciencia del entorno presente).
Nota: En los niños, la representación específica del trauma puede tener
lugar en el juego.
4. Malestar psicológico intenso o prolongado al exponerse a factores in-
ternos o externos que simbolizan o se parecen a un aspecto del suceso(s)
traumático(s).

20
5. Reacciones fisiológicas intensas a factores internos o externos que sim-
bolizan o recuerdan y se parecen a un aspecto del suceso(s) traumático(s).
C. Evitación persistente de estímulos asociados al suceso(s) traumático(s), como
se pone de manifiesto por una o las dos características siguientes:
1. Evitación o esfuerzos para evitar recuerdos, pensamientos o sentimientos
angustiosos acerca o estrechamente asociados al suceso(s) traumático(s).
2. Evitación o esfuerzos para evitar recordatorios externos (personas, lu-
gares, conversaciones, actividades, objetos, situaciones) que despiertan
recuerdos, pensamientos o sentimientos angustiosos acerca o estrecha-
mente asociados al suceso(s) traumático(s).
D. Alteraciones negativas cognitivas y de estado de ánimo asociadas al suceso(s)
traumático(s), que comienzan o empeoran después del suceso(s) traumático(s),
como se pone de manifiesto por dos (o más) de las características siguientes:
1. Incapacidad de recordar un aspecto importante del suceso(s) traumáti-
co(s) (debido típicamente a amnesia disociativa y no a otros factores como
una lesión cerebral, alcohol o drogas).
2. Creencias o expectativas negativas persistentes y exageradas sobre uno
mismo, los demás o el mundo (p. ej., «Estoy mal», «No puedo confiar en
nadie», «El mundo es muy peligroso», «Tengo los nervios destrozados»
3. Percepción distorsionada persistente de la causa o las consecuencias
del suceso(s) traumático(s) que hace que el individuo se acuse a sí mismo
o a los demás.
4. Estado emocional negativo persistente (p. ej., miedo, terror, enfado,
culpa o vergüenza).
5. Disminución importante del interés o la participación en actividades
significativas.
6. Sentimiento de desapego o extrañamiento de los demás.

7. Incapacidad persistente de experimentar emociones positivas (p. ej.,


felicidad, satisfacción o sentimientos amorosos).
E. Alteración importante de la alerta y reactividad asociada a suceso(s) traumá-
tico(s), que comienza o empeora después del suceso(s) traumático(s), como se
pone de manifiesto por dos (o más) de las características siguientes.
1. Comportamiento irritable y arrebatos de furia (con poca o ninguna pro-
vocación) que se expresan típicamente como agresión verbal o física contra
personas u objetos.
21
2. Comportamiento imprudente o autodestructivo.
3. Hipervigilancia.
4. Respuesta de sobresalto exagerada.
5. Problema de concentración.
6. Alteración del sueño.
F. La duración de la alteración (criterios B, C, D, E) es superior a un mes.

G. La alteración causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social,


laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.

H. La alteración no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p.


ej., medicamento, alcohol) o a otra afección médica.

Especificar si:
Con síntomas disociativos: Los síntomas cumplen los criterios para el trastorno de
estrés postraumático y, además, en respuesta al factor de estrés, el individuo expe-
rimenta síntomas persistentes o recurrentes de una de las características siguientes:
1. Despersonalizacion: experiencia persistente o recurrente de un senti-
miento de desapego y como si uno mismo fuera un observador externo del
propio proceso mental o corporal (p. ej., como si se sonara; sentido de irrea-
lidad de uno mismo o del propio cuerpo, o de que el tiempo pasa despacio).
2. Desrealización: Experiencia persistente o recurrente de irrealidad del
entorno (p. ej., el mundo alrededor del individuo se experimenta como
irreal, como en un sueño, distante o distorsionado).
Nota: Para utilizar este subtipo, los síntomas disociativos no se han de poder
atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., desvanecimiento) u otra
alteración médica (p. ej., epilepsia parcial compleja).

Trastorno de estrés agudo


A. Exposición a la muerte, lesión grave o violencia sexual, ya sea real o amenaza,
en una (o más) de las formas siguientes:

1. Experiencia directa del suceso(s) traumático(s).


2. Presencia directa del suceso(s) ocurrido a otros.

22
3. Conocimiento de que el suceso(s) traumático(s) ha ocurrido a un familiar
próximo o a un amigo íntimo. Nota. En los casos de amenaza o realidad de
muerte de un familiar o amigo, el suceso(s) ha de haber sido violento o ac-
cidental.
4. Exposición repetida o extrema a detalles repulsivos del suceso(s). trau-
mático(s) (p. ej., socorristas que recogen restos humanos; policías repetida-
mente expuestos a detalles del maltrato infantil).
Nota: Esto no se aplica a la exposición a través de medios electrónicos, televi-
sión, películas o fotografías, a menos que esta exposición esté relacionada con el
trabajo.

B. Presencia de nueve (o más) de los síntomas siguientes de alguna de la cinco


categorías de intrusión, estado de ánimo negativo, disociación, evitación y alerta,
que comienza o empeora después del suceso(s) traumático:
Síntomas de intrusión
1. Recuerdos angustiosos recurrentes, involuntarios e intrusivos del suce-
so(s) traumático(s). Nota. En los niños, se pueden producir juegos repeti-
tivos en los que se expresen temas o aspectos del suceso(s) traumático(s).
2. Sueños angustiosos recurrentes en los que el contenido y/o el afecto del
sueño está relacionado con el suceso(s). Nota. En los niños, pueden existir
sueños aterradores sin contenido reconocible.
3. Reacciones disociativas (p. ej., escenas retrospectivas) en las que el indi-
viduo siente o actúa como si se repitiera el suceso(s) traumático(s). (Estas
reacciones se pueden producir de forma continua, y la expresión más ex-
trema es una pérdida completa de conciencia del entorno presente).
Nota: En los niños, la representación específica del trauma puede tener
lugar en el juego.
4. Malestar psicológico intenso o prolongado o reacciones fisiológicas im-
portantes en repuesta a factores internos o externos que simbolizan o se
parecen a un aspecto del suceso(s) traumático(s).
Estado de ánimo negativo
5. Incapacidad persistente de experimentar emociones positivas (p. ej., fe-
licidad, satisfacción o sentimientos amorosos).

23
Síntomas disociativos
6. Sentido de la realidad alterado del entorno o de uno mismo (p. ej., verse
uno mismo desde la perspectiva de otro, estar pasmado, lentitud del tiempo).
7. Incapacidad de recordar un aspecto importante del suceso(s) traumáti-
co(s) (debido típicamente a amnesia disociativa y no a otros factores como
una lesión cerebral, alcohol o drogas).
Síntomas de evitación
8. Esfuerzos para evitar recuerdos, pensamientos o sentimientos angustiosos
acerca o estrechamente asociados al suceso(s) traumático(s).
9. Esfuerzos para evitar recordatorios externos (personas, lugares, con-
versaciones, actividades, objetos, situaciones) que despiertan recuerdos,
pensamientos o sentimientos angustiosos acerca o estrechamente aso-
ciados al suceso(s) traumático(s).
Síntomas de alerta
10. Alteración del sueño (p. ej., dificultad para conciliar o continuar el sueño,
o sueño inquieto).
11. Comportamiento irritable y arrebatos de furia (con poca o ninguna
provocación) que se expresa típicamente como agresión verbal o física
contra personas u objetos.
12. Hipervigilancia.
13. Problemas con la concentración.
14. Respuesta de sobresalto exagerada.
C. La duración del trastorno (síntomas del criterio B) es de tres días a un mes
después de la exposición al trauma.
Nota: Los síntomas comienzan en general inmediatamente después del trauma,
pero es necesario que persistan al menos durante tres días y hasta un mes para
cumplir los criterios del trastorno.

D. La alteración causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social,


laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.

E. La alteración no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p.


ej., medicamento o alcohol) u otra afección médica (p. ej., traumatismo cerebral
leve) y no se explica mejor por un trastorno psicótico breve.

24
Trastorno de la personalidad por evitación
Patrón dominante de inhibición social, sentimientos de incompetencia e hiper-
sensibilidad a la evaluación negativa, que comienza en las primeras etapas de la
edad adulta y está presente en diversos contextos, y que se manifiesta por cuatro
(o más) de los hechos siguientes:
1. Evita las actividades laborales que implican un contacto interpersonal sig-
nificativo por miedo a la crítica, la desaprobación o el rechazo.
2. Se muestra poco dispuesto a establecer relación con los demás a no ser
que esté seguro de ser apreciado.
3. Se muestra retraído en las relaciones estrechas porque teme que lo aver-
güencen o ridiculicen.
4. Le preocupa ser criticado o rechazado en situaciones sociales.
5. Se muestra inhibido en nuevas situaciones interpersonales debido al sen-
timiento de falta de adaptación.
6. Se ve a sí mismo como socialmente inepto, con poco atractivo personal o
inferior a los demás.
7. Se muestra extremadamente reacio a asumir riesgos personales o a im-
plicarse en nuevas actividades porque le pueden resultar embarazosas.

Especificador “con tensión ansiosa” para el trastorno depresivo mayor


Especificar si:
Con ansiedad: La ansiedad se define como la presencia de dos o más de los sínto-
mas siguientes durante la mayoría de los días de un episodio de depresión mayor
o trastorno depresivo persistente (distimia):
1. Se siente nervioso o tenso.
2. Se siente inhabitualmente inquieto.
3. Dificultad para concentrarse debido a las preocupaciones.
4. Miedo a que pueda suceder algo terrible.
5. El individuo siente que podría perder el control de sí mismo.
Especificar la gravedad actual:
Leve: Dos síntomas.
Moderado: Tres síntomas.
Moderado-grave: Cuatro o cinco síntomas.
Grave: Cuatro o cinco síntomas y con agitación motora.

25
Nota: Ansiedad que se aprecia como característica destacada tanto del trastorno
bipolar como del trastorno de depresión mayor en la asistencia primaria y en los
servicios especializados en salud mental. Los altos grados de ansiedad se han
asociado a un riesgo mayor de suicidio, duración más prolongada de la enferme-
dad y mayor probabilidad de falta de respuesta al tratamiento. Por lo tanto, para
planificar el tratamiento y controlar la respuesta terapéutica es clínicamente útil
especificar con precisión la presencia y la gravedad de la ansiedad.

Trastorno de síntomas somáticos


Uno o más síntomas somáticos que causan malestar o dan lugar a problemas
significativos en la vida diaria.

A. Pensamientos, sentimientos o comportamientos excesivos rela- cionados con


los síntomas somáticos o asociados a la preocu- pación por la salud como se
pone de manifiesto por una o más de las características siguientes:
1. Pensamientos desproporcionados y persistentes sobre la gravedad de los
propios síntomas.
2. Grado persistentemente elevado de ansiedad acerca de la salud o los
síntomas.
3. Tiempo y energía excesivos consagrados a estos síntomas o a la preocu-
pación por la salud.
B. Aunque algún síntoma somático puede no estar continuamente presente, el
trastorno sintomático es persistente (por lo general más de seis meses).
Especificar la gravedad actual:
Con predominio de dolor (antes trastorno doloroso): este especificador se aplica
a individuos cuyos síntomas somáticos im- plican sobre todo dolor.
Especificar si:
Persistente: Un curso persistente se caracteriza por la presencia de síntomas in-
tensos, alteración importante y duración prolongada (más de seis meses).
Especificar la gravedad actual:
Leve: Sólo se cumple uno de los síntomas especificados en el Criterio B.

26
Trastorno de ansiedad por enfermedad
A. Preocupación por padecer o contraer una enfermedad grave.

B. No existen síntomas somáticos o, si están presentes, son únicamente leves. Si


existe otra afección médica o un riesgo elevado de presentar una afección médi-
ca (p. ej., antecedentes familiares importantes), la preocupación es claramente
excesiva o desproporcionada.

C. Existe un grado elevado de ansiedad acerca de la salud, y el individuo se alar-


ma con facilidad por su estado de salud.

D. El individuo tiene comportamientos excesivos relacionados con la salud (p. ej.,


comprueba repetidamente en su cuerpo si existen signos de enfermedad) o pre-
senta evitación por mala adaptación (p. ej., evita las visitas al clínico y al hospital).

E. La preocupación por la enfermedad ha estado presente al menos durante seis me-


ses, pero la enfermedad temida específica puede variar en ese período de tiempo.

F. La preocupación relacionada con la enfermedad no se explica mejor por otro tras-


torno mental, como un trastorno de síntomas somáticos, un trastorno de pánico, un
trastorno de ansiedad generalizada, un trastorno dismórfico corporal, un trastorno
obsesivo-compulsivo o un trastorno delirante de tipo somático.
Especificar si:
Tipo con solicitud de asistencia: Utilización frecuente de la asistencia médica, que
incluye visitas al clínico o pruebas y procedimientos.
Tipo con evitación de asistencia: Raramente se utiliza la asistencia médica.

27
5. Diagnóstico diferencial

Trastornos de ansiedad primarios


Trastorno de ansiedad por separación. La principal diferencia con el trastor-
no de ansiedad generalizada, es que en este que nos compete en el presen-
te apartado, la ansiedad se centra en la separación del hogar o las personas
vinculadas. Así, para el trastorno de pánico ocurriría lo mismo, siendo el foco
de ansiedad separarse de las figuras de apego más que a una crisis de pánico
inesperada. Siguiendo esta línea, la diferencia con la agorafobia radicaría en
que el miedo o temor en el trastorno de ansiedad por separación no es que-
darse atrapado en un sitio o no poder escapar de este.

En lo referente al trastorno de ansiedad social, el miedo se produce por la


posibilidad de ser juzgado negativamente por los demás, pero no a separa-
se de las figuras de apego. Algo parecido ocurre con el trastorno de estrés
postraumático, en el que la diferencia se establecería en el hecho de que la
preocupación en el cuadro que nos compete en el apartado se centra en el
bienestar de las figuras de apego y la separación de estas, y no a las intrusio-
nes o la evitación de los recuerdos asociados al evento traumático.

Por otro lado, en un trastorno de ansiedad por enfermedad, el miedo gira


en torno al padecimiento de diversas enfermedades y no a separarse de los
seres queridos.

Finalmente, en los trastornos depresivos y bipolares la preocupación se cen-


tra en una baja motivación para involucrarse con el entorno. Además, tam-
bién habría que tener en cuenta la distinción con los trastornos psicóticos. Y
es que, las personas con un trastorno de ansiedad de separación mantienen
una percepción errónea de la realidad que solo se mantiene en determinadas
situaciones y son reversibles cuando aparece la figura de apego.

Mutismo selectivo. En este caso, es crucial diferenciar otros cuadros como


el trastorno de lenguaje, fonológico, de la fluidez de inicio en la infancia o
de la comunicación social. La diferencia de estos con el mutismo selectivo es
que la alteración no se limita a una situación social específica.

En lo que respecta a trastornos del neurodesarrollo, esquizofrenia o psicóticos,


radica en que el mutismo selectivo solo se diagnostica en un niño que tenga una
capacidad demostrada para hablar en algunas situaciones.

28
Fobia específica. Ha de diferenciarse de la agorafobia, por ejemplo, por me-
dio de los criterios que se recogen de este primero. Especialmente, en el
número de situaciones temidas.

En lo que respecta al trastorno de ansiedad social, como hemos visto, preva-


lece el hecho de que en este existe un miedo a la evaluación social negativa.
Del mismo modo, en cuanto al trastorno de ansiedad por separación, si las
situaciones temidas son solo aquellas relacionadas con la separación de la
figura de apego, entonces no habría de hacerse un diagnóstico de fobia es-
pecífica.

Por otro lado, es importante distinguir la fobia específica del trastorno de


pánico, pues si bien pueden presentarse en esta, hay una diferenciación cla-
ve. Y es si las crisis de pánico no solo se producen como respuesta a la situa-
ción u objeto temido, sino también de forma inesperada. En cuyo caso, sería
un diagnóstico de trastorno de pánico.

También, cabe considerar el trastorno obsesivo compulsivo, observando si


la ansiedad de la persona se dirige hacia una situación determinada como
consecuencia de las ideas obsesivas. De ser así, y junto otros síntomas de
este trastorno, se diagnosticaría como tal.

Por añadir alguno más, en cuanto a trastornos de la esquizofrenia o psicóti-


cos, se recalcaría que el miedo se debiera a ideas delirantes.

Trastorno de ansiedad social. Entre algunos de los diagnósticos que hay


que tener en cuenta se encuentra, por ejemplo, la agorafobia. El marcador
que diferenciaría entre un trastorno de ansiedad social y uno por agorafo-
bia radica en que en este primero el temor se centra en las evaluaciones
negativas de los demás, mientras que en la agorafobia se resalta más la
sensación de que fuese difícil escapar de algún sitio o que nadie acudiera a
la ayuda si se necesitase.

En cuanto al trastorno de pánico, la diferencia se centra en que en este la


preocupación se focaliza en las crisis de pánico en sí mismas. Por otro lado,
también, habría de diferenciarse de las fobias específicas, donde, normal-
mente, no se teme a la evaluación negativa en situaciones sociales que no
sean la vergüenza o la humillación, por ejemplo.

Por otra parte, en lo que respecta a los trastornos delirantes, la clave es que
las personas que tienen un trastorno de ansiedad social son conscientes de
que sus creencias son desproporcionadas en cuanto a la amenaza real.

29
Finalmente, es importante tener en consideración la presencia de otras con-
diciones médicas o trastornos como la esquizofrenia (donde habría síntomas
de psicosis que en este cuadro no se presentan), los trastornos de la alimen-
tación o el trastorno obsesivo compulsivo.

Trastorno de pánico. En cuanto a otros trastornos de ansiedad especificados


u otros trastornos de ansiedad no especificados, por ejemplo, habría que
apartar este cuadro que nos compete si en los ataques de pánico no se pre-
sentan los síntomas completos (inesperados) o cursa con síntomas limitados.

Para un trastorno de ansiedad debido a otra condición médica, habría que


considerar que el trastorno de pánico ocurriera como consecuencia fisio-
lógica de otras afecciones médicas. Algo similar ocurre con los trastornos
de ansiedad inducidos por sustancias/medicamentos, donde de nuevo, el
trastorno de pánico no se diagnosticaría si los ataques son consecuencia de
la toma de alguna sustancia. Ahora, hay que tener en consideración cuándo
han ocurrido los ataques de pánico en una línea temporal.

Finalmente, hay que dar importancia a otros trastornos mentales con ata-
ques de pánico, como son aquellos de ansiedad y psicóticos. Los ataques de
pánico que suceden como un síntoma de otros trastornos de ansiedad son
del tipo esperado y no cumplirían con el diagnóstico para este, por ejemplo.

Agorafobia. En cuanto a la fobia específica de tipo situacional, de nuevo,


habría que analizar el número de situaciones que generan miedo o ansiedad
en el cuadro pertinente. Por ejemplo, no se diagnosticaría agorafobia si el
miedo, la ansiedad y la evitación se limitan a una sola de las situaciones ago-
rafóbicas. La cognición también sería un factor importante para la distinción.

Por otro lado, el trastorno de ansiedad por separación puede diferenciarse


de este cuadro que nos compete porque, como sabemos, el temor en este
primero se centra en la separación de las figuras de apego principalmente.
Algo muy similar ocurre en el trastorno de ansiedad social, donde hay un
miedo a situaciones en las que la persona pueda ser evaluada negativamente.

Con esto, no se tendría que diagnosticar agorafobia si se cumplen los criterios


del diagnóstico de trastorno de pánico, entre otros. En cuanto al trastorno
de estrés agudo y trastorno de estrés postraumático, si la ansiedad, el miedo
o la evitación solo se limitan a los recordatorios del trauma y la evitación no
abarca dos o más situaciones de agorafobia, no se podría diagnosticar.

30
Para finalizar, en lo referente al trastorno depresivo mayor, este se centra en
la apatía, la perdida de energía y la anhedonia. Y, como se ha mencionado,
en lo que respecta a otras afecciones médicas, la agorafobia se descartaría
si la evitación de las situaciones es consecuencia fisiológica de estas.

Trastorno de ansiedad generalizada. En este cuadro habría que diferenciar


el trastorno de ansiedad debido a otra afección médica, como hemos expli-
cado en apartados anteriores. Así como el trastorno de ansiedad inducido
por sustancias/medicamentos.

En cuanto al trastorno de ansiedad social, sabemos cuál es su foco, que se


diferencia de la ansiedad generalizada en que en este último las preocupa-
ciones se mantienen estén o no siendo evaluados.

Del trastorno obsesivo compulsivo se diferenciaría el hecho de que la preo-


cupación surge ante las obsesiones que se manifiestan en forma de imáge-
nes, impulsos o pensamientos no deseados. La ansiedad generalizada eng-
lobaría un conjunto de preocupaciones que se enfocarían en los problemas
futuros de manera excesiva.

Para concluir, en cuanto a trastornos depresivos, bipolares y psicóticos, la


diferencia radica en que la ansiedad y la preocupación habrían de ser los
suficientemente graves para recibir atención médica.

Trastorno de ansiedad inducido por sustancia/medicamento. En el caso de


una intoxicación por sustancias y la retirada de estas, ha de realizarse un
diagnóstico de trastorno de ansiedad inducido por sustancia/medicamento,
junto con ello, en caso de que los síntomas de pánico o ansiedad predomi-
nen y sean de gravedad. Evidentemente, se distinguiría de un trastorno de
ansiedad primario analizando el curso, inicio y otros factores relacionados
con el uso de sustancias/medicamentos.

En cuanto al delirium, por ejemplo, solo se diagnosticaría si los síntomas de


pánico o ansiedad únicamente aparecieran en el delirium. Por otro lado, un
trastorno de ansiedad debido a otra afección médica conllevaría que los sín-
tomas se atribuyeran a las consecuencias de otra afección médica.

Trastorno de ansiedad debido a otra afección médica. En cuanto al delirium,


no sería determinante este diagnóstico que aquí nos compete si la ansiedad
se produce exclusivamente durante el curso de este. Aunque, un punto im-
portante es determinar si la etiología de la ansiedad es una consecuencia del
proceso patología del trastorno o si es una parte importante del cuadro.

31
Por otro lado, si hay síntomas de estado de ánimo y ansiedad, por ejemplo,
dependerá de los síntomas que predominen en el cuadro. En un trastorno
de ansiedad inducido por sustancias/medicamentos ocurriría algo pareci-
do, siendo clave conocer si ha existido un uso de sustancias o la suspensión
de alguna determinada. Para ello habría que evaluar otros aspectos a la par.

Para concluir este bloque de trastornos de ansiedad primarios, también ha-


bría de diferenciarse el trastorno de ansiedad por enfermedad y el diagnós-
tico de una afección médica, donde, aunque se tiende a experimentar an-
siedad en relación con el estado de salud, este no estaría fisiológicamente
relacionado con los síntomas de la ansiedad.

Trastornos de ansiedad secundarios


Trastorno obsesivo-compulsivo. En este caso, para diferenciarlo de los tras-
tornos de ansiedad habría de tenerse en cuenta que los pensamientos recu-
rrentes, aunque están presenten en el trastorno de ansiedad generalizada,
estos son, por lo general, de la vida real, y las obsesiones de este cuadro que
nos compete no implican este tipo de preocupaciones, incluyendo que el
contenido sea extraño o irracional.

En cuanto al trastorno depresivo mayor, la mayoría de los pensamientos


son congruentes con el estado de ánimo y no tienen por qué experimentarse
como intrusivos.

En lo que respecta a los trastornos psicóticos, generalmente las personas


con trastorno obsesivo compulsivo tienen obsesiones y compulsiones y no
tienen otras características de la esquizofrenia.

Trastorno de estrés postraumático. La diferencia con los trastornos de an-


siedad y el trastorno obsesivo compulsivo es que, en el último, por ejem-
plo, los pensamientos intrusivos no están relacionados con un evento trau-
mático, hay compulsiones y no hay síntomas concretos de este cuadro. Así
mismo, ninguno de los comentados en el bloque anterior se asociaría con
un evento traumático específico.

Por mencionar el trastorno depresivo mayor, los principales diagnósticos


de este no cursan con ningún síntoma de ciertos criterios del cuadro que
aquí nos compete. Y, en lo referente a los trastornos psicóticos, las memo-
rias retrospectivas que caracterizan el trastorno de estrés postraumático
habrían de diferenciarse de las ilusiones o alucinaciones, por ejemplo.

32
Trastorno de estrés agudo. En cuanto al trastorno de pánico, es importante
tener en cuenta si los ataques de pánico son inesperados, existe ansiedad
por los ataques futuros o hay cambios desadaptativos en el comportamiento
asociado a las consecuencias de estos.

En el trastorno de estrés postraumático, es importante distinguir que los


síntomas del que aquí nos compete, deben ocurrir dentro del primer del
evento traumático y resolverse en dicho mes, a diferencia de este.

Por último, en lo referente al trastorno obsesivo compulsivo, los pensamien-


tos intrusivos cumplen la definición de obsesiones y no están relacionados
con el evento traumático. Así mismo, para los trastornos psicóticos, hay que
tener en cuenta que las memorias retrospectivas han de distinguirse de los
delirios, alucinaciones y otros trastornos de percepción. Especialmente, por-
que estos del cuadro presente se encuentran directamente relacionados con
la experiencia traumática.

Trastorno de la personalidad por evitación. Este cuadro, por ejemplo, tiene


una gran superposición con el trastorno de ansiedad social y la agorafobia
también se caracteriza por la evitación.

Trastorno de síntomas somáticos. Destacamos la diferenciación con el tras-


torno de pánico, por ejemplo, cuya diferencia con el trastorno de síntomas
somáticos es que en este último los síntomas y la ansiedad tienden a ser más
persistentes. En el trastorno de ansiedad generalizada, por otro lado, los
síntomas somáticos no suelen ser el foco principal.

En cuanto al trastorno obsesivo compulsivo, se destaca en el cuadro que


nos compete que las ideas recurrentes sobre los síntomas o las enfermeda-
des somáticas son menos intrusivas y no se suelen mostrar las conductas
repetitivas asociadas.

Trastorno de ansiedad por enfermedad. Se diferenciaría de los trastornos de


ansiedad en cuanto a que, en el tipo generalizado, las personas se preocupan
por variados sucesos, entre los que solo alguno podría involucrar la salud. En
el trastorno de pánico, la ansiedad es muy aguda y episódica.

33
En cuanto al trastorno obsesivo compulsivo, en este los temores suelen estar
asociados a más situaciones. Para finalizar, la diferenciación con el trastorno
depresivo mayor suele radicar en que las preocupaciones se produzcan o no
solo durante los episodios depresivos mayores. Así como en los trastornos
psicóticos, en los que el cuadro que nos compete se caracteriza porque la
persona no presenta actividad delirante y no alcanza la rigidez e intensidad
de los delirios somáticos, por ejemplo.

34
MÓDULO III
BASES NEUROPSICÓLOGICAS DE LA
ANSIEDAD EN NIÑOS Y ADOLESCENTES

35
6. Ansiedad en niños y adolescentes

Los trastornos de ansiedad comprenden: la ansiedad por separación y mutismo


selectivo (que ocurren principalmente en la niñez; entre 4 y 18 años), fobias es-
pecíficas, trastorno de ansiedad social y trastorno de ansiedad generalizada (que
se presentan tanto en la infancia como en la edad adulta) y trastorno de pánico y
agorafobia (que ocurren principalmente en edad adulta; a partir de los 18 años)
(Penninx et al., 2021).

Partimos de que los trastornos de ansiedad en niños, adolescentes y adultos con-


llevan consecuencias en cuanto a la anomalía tanto de procesos psicológicos
como cerebrales, control cognitivo, condicionamiento del miedo, anticipación
de la incertidumbre, sesgo de motivación y regulación del estrés. Correlatos psi-
cofisiológicos y respuestas a nivel neuronal anómalas e identificadas en la prime-
ra infancia, podrían predecir la psicopatología, deterioros posteriores y utilizarse
como biomarcadores o predictores.

6.1 Ansiedad en niños

Los dos predictores más sólidos del desarrollo de trastornos de ansiedad en los
niños engloban el temperamento (tendencia a retirarse, evitar o responder con
miedo a nuevas situaciones), que aumentaría el riesgo de los trastornos de an-
siedad posteriores más de siete veces, y tener un progenitor con un trastorno
de ansiedad, aumentándose casi el doble. Así mismo, existe una implicación de
las tasas de heredabilidad de los síntomas de ansiedad de entre el 25% y el 50%
(Creswell et al., 2020).

Con esto, no solo influyen tales factores, también habrían de tenerse en cuenta
los acontecimientos de la vida del menor, las relaciones con los compañeros y la
edad, entre otros. Y, dependiendo de este último aspecto, los efectos variarán.

36
Ahora, el estudio de la población infantil es sumamente importante. Dado que
este análisis nos permite observar los límites de la plasticidad biológica, procesos
como la mielinización y la poda sináptica, por ejemplo.

No olvidemos que la estructura del cerebro se desarrolla a lo largo de la niñez y la


adolescencia. Así como los cambios de comportamiento.

Aprovechando este inciso, se resalta el papel de dicha respuesta en el circuito de


control cognitivo (relacionado con la flexibilidad cognitiva, memoria de trabajo
y atención selectiva) y el circuito de afecto negativo (que puede contribuir a un
mayor sesgo negativo y desregulación de amenazas) (Coplan et al., 2018).

¿Por qué comentábamos en líneas anteriores que, desde la niñez, las


modificaciones neuronales pueden provocarse con mucha facilidad?
Lo cierto es que, cuando los cuadros relacionados con la ansiedad ocurren en
una etapa tan vulnerable, el desarrollo neurológico puede quedar afectado. Y,
por consiguiente, un aspecto que puede provocar anomalías en el desarrollo
evolutivo y las competencias respectivas.

De hecho, ¿sabías que hay estudios que han demostrado que se puede identificar
la ansiedad clínicamente significativa y diagnosticada en niños de hasta 2 años?

De esta forma, diríamos que ya desde la niñez, las conexiones neuronales de


las redes relacionadas con la ansiedad pueden modificarse con mucha facilidad.
Y, aunque haya zonas que requieren una maduración progresiva, la regulación
de ciertas respuestas asociadas con la ansiedad puede desarrollarse a una edad
temprana (Abend et al., 2021).

37
Además, no solo esto, investigaciones reportan que la ansiedad en la primera in-
fancia se diferencia en subtipos fenotípicamente distintos, similares a los patro-
nes de ansiedad observados en la adolescencia y la edad adulta. Entre estos, la
fobia social, ansiedad generalizada y ansiedad por separación.

En cuanto a esta primera, puede verse afectada, especialmente, por una


desregulación de redes prefrontales ventrales, como la red prefrontal ven-
tromedial.

En la segunda, desregulación de la conectividad entre la amígdala y la corteza pre-


frontal, la corteza prefrontal dorsomedial y la corteza cingulada anterior.

Y, por último, la corteza orbitofrontal, la amígdala, la regulación asociada de la


corteza prefrontal lateral y el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (Eje HPA) pa-
recen estar implicados (Carpenter et al., 2015).

Así pues, en líneas generales, existen ciertas alteraciones y retraso en la madu-


ración de los circuitos neuronales y en zonas cerebrales como el hipocampo, la
amígdala, corteza prefrontal, cerebelo, cuerpo calloso y el eje hipotalámico-hi-
pofisario-adrenal que darían como resultado un deterioro en el funcionamiento
de los procesos cognitivos.

Se ha reportado que los niños con altos niveles de ansiedad muestran una amíg-
dala agrandada y una mayor conectividad intrínseca en diversas áreas. De hecho,
esta primera estructura constituye uno de los principales biomarcadores predic-
tivos para identificar diferencias individuales de ansiedad a una temprana edad.
Concretamente, la amígdala basolateral izquierda.

A diferencia de los adultos con un trastorno de ansiedad generalizada, por ejem-


plo, la población infantil con características más ansiosas no demuestra un au-
mento de volumen en los núcleos centromediales de la amígdala (Qin et al., 2014).

38
6.2 Ansiedad en adolescentes

Los trastornos de ansiedad también son muy frecuentes durante la adolescencia.


Veamos algunos de los puntos principales que se destacan en este periodo (Xie et
al., 2021):

Insuficiente control cognitivo


Quienes tienen trastornos de ansiedad también presentan un control cognitivo
disfuncional resultado de la proyección de la corteza prefrontal a la amígdala. En
estas zonas, por ejemplo, la conexión a nivel estructural se reorganiza.

Extinción ineficaz del miedo


Al principio del desarrollo, el volumen del hipocampo aumenta y después dismi-
nuye desde la etapa de la adolescencia a la edad adulta.

Dado que, en esta época del desarrollo, las conexiones aún están madurando,
tanto áreas como la amígdala y el córtex prefrontal medial aún están por formar-
se, por lo que todavía no existe una extinción al miedo eficaz.

Así pues, una relación anómala en estas zonas está asociada a afectaciones en la
extinción del recuerdo y la respuesta de ansiedad.

39
Mayor respuesta a la anticipación de la incertidumbre
Los núcleos del lecho de la estría terminal, que describiremos posteriormente, ge-
neran una respuesta ante posibles amenazas o peligros. La activación de estos nú-
cleos en los jóvenes tiende a ser más fuerte que en los adultos, por ejemplo. Es
más, a medida que se cronifica la ansiedad en la adultez, esta respuesta es aún más
fuerte. Lo que puede inferirse que se debe a un debilitamiento progresivo funcional.

Sesgo de procesamiento motivacional en la adolescencia


Sabemos que los adolecentes son más sensibles a las recompensas, producto de
la conectividad entre el cuerpo estriado y la amígdala. Todo ello, sin olvidar el pa-
pel de los neurotransmisores, por lo que también habría un desarrollo anormal
de neuronas dopaminérgicas. Estas células cerebrales del sistema nervioso dan
lugar a sensaciones placenteras y de relajación.

Hipersensibilidad al estrés
Como hemos mencionado, las áreas cerebrales y todo aquello que secretan no
están del todo maduras. De esta forma, una sobreexposición a determinados
neurotransmisores, como la corticotropina (segregada durante momentos de
estrés o tensión), puede dar paso a que se produzcan anomalías en diferentes
áreas. Con esto, lo hormonal es sumamente importante y tiene un papel crucial
en cuanto a la respuesta de ansiedad.

7. Zonas cerebrales implicadas en la ansiedad

Los estudios realizados muestran que no existe una región única y específica en-
cargada de la integración de la ansiedad. Ni tampoco un único sistema de neu-
rotransmisión. Es por esto por lo que, la evidencia de alteraciones estructurales
específicas de la ansiedad conforma un aspecto bastante heterogéneo.

Sin embargo, existe un gran número de centros nerviosos que participan en la


producción y modulación de la ansiedad en el cerebro. Estos son en su mayoría
zonas que forman parte del sistema límbico. Un área del cerebro que incluye
el tálamo, el hipotálamo y la amígdala cerebral. Lo veremos en profundidad un
poco más adelante.

40
Así pues, se encuentran implicadas diferentes zonas cerebrales como la amígda-
la, la ínsula, el cuerpo estriado ventral, el hipotálamo, las regiones ventrales de
la corteza cingulada anterior y de la corteza prefrontal. Específicamente, la zona
ventromedial y la corteza orbitofrontal.

Hipocampo Estriada

condicionamiento
del miedo

cortex
Amígdala
prefrontal

regulación
de estres
Núcleo del lecho
Hipotálamo
de la estría terminal

Ilustración 1. Estructuras cerebrales y sistemas funcionales relacionados con la ansiedad. Las


flechas indican las proyecciones neuronales entre zonas del cerebro.

Hay que tener en consideración, que la actividad de estas áreas no es la adecua-


da ante un trastorno de ansiedad. De hecho, estudios recientes señalan, aprove-
chando lo anterior, la presencia de una hipo e hiperactivación en el lóbulo parietal
inferior, el giro temporal superior y una hiperactivación en el giro frontal superior
durante el procesamiento emocional. Esto, resaltaría factores como la audición y
la percepción en redes cerebrales que median la ansiedad, por ejemplo (Sinder-
mann et al., 2021).

Veamos a continuación, explicadas de forma breve, algunas de las regiones cere-


brales más implicadas:

41
7.1 Corteza prefrontal

El cerebro humano se caracteriza por una expansión significativa de la corteza de


asociación, especialmente de la corteza prefrontal.

Un sustento neuronal importante de los trastornos de ansiedad. Pues cumple una


función crítica en cuanto la amortiguación de la reactividad a estímulos emocio-
nales negativos, por ejemplo. Y es que, una respuesta de anticipación de amenaza
excesiva es una característica clave de la ansiedad patológica. Existirían, así, ses-
gos persistentes hacia la predicción de la amenaza, participación excesiva de los
sistemas defensivos y evitación (Kenwood et al., 2021).

Las vías de esta área interactúan con diver-


sos sistemas inhibidores dentro de la cor-
teza, la amígdala o el tálamo regulando las
respuestas.

Actualmente, se estudia una posible asime-


tría prefrontal en cuanto a los correlatos
estructurales de la corteza. Habiendo una
mayor tendencia a la zona izquierda de este
córtex (Abend et al., 2021).

Las zonas más ventrales de la corteza prefrontal medial se han relacionado con
la emoción, mientras que la porción rostral y dorsal se han asociado, en mayor
medida, con la evaluación explícita de amenazas. Por último, la región más lateral
se encarga de la regulación activa de las emociones, la dirección de atención y
manipulación de información relevante.

Así mismo, las regiones laterales de esta área, como la parte más rostral de la cir-
cunvolución frontal media y la llamada pars orbitalis (área 47), están relacionadas
con el control cognitivo.

En los trastornos de ansiedad se ha reportado que existe una correlación neuro-


química anómala durante el estado de reposo entre la corteza prefrontal dorso-
lateral izquierda y derecha. Dos áreas importantes en la planificación motora, la
organización (Coplan et al., 2018).

42
7.2 Papel de la amígdala y el hipocampo

Nos centraremos en dos zonas del lóbulo temporal, la amígdala y el hipocampo.


Indaguemos, para empezar, en esta primera, una estructura localizada en el lóbu-
lo temporal relacionada con la supervivencia y el miedo.

Dado que las regiones del tronco encefálico pueden ser reguladas por la amígdala,
cumple un importante papel en el aprendizaje asociativo y la selección de respuestas
defensivas según las contingencias aprendidas (Kenwood et al., 2021).

Esto es, si nos encontrásemos ante factores externos que pudieran suponer una
amenaza, la amígdala se activaría para indicarnos que hemos de alejarnos de esa
amenaza y así, incrementar las posibilidades de supervivencia (Feinstein et al., 2011).

Sumado a lo anterior, también estaría relacionada con las respuestas emocionales y el


reconocimiento de las expresiones faciales. Teniendo un claro papel en la formación y
recuperación de recuerdos que están relacionados con el miedo (Martin et al., 2010).

Además, la amígdala recibe la entrada de otras estructuras, como el hipotálamo,


el tálamo y el hipocampo. Este último, es importante en la consolidación de la
memoria y el aprendizaje. Tiene, asimismo, la función de almacenar los sucesos
peligrosos en forma de recuerdos para poder evitarlos en situaciones futuras.

43
Ahora, podríamos preguntarnos: ¿Qué pasaría si no tuviéramos amígdala? ¿La
respuesta de ansiedad desaparecería? Lo cierto es que, si esta zona tan impor-
tante para dicha respuesta estuviera dañada, habría una disminución de la an-
siedad, pero a su vez, una afectación negativa de la codificación y retención de
información verbal, entre otros efectos cognitivos.

Un ejemplo de ello, lo podemos observar en el caso del síndrome de Klüver-Bucy,


un trastorno de la conducta donde existe una alteración de los lóbulos tempora-
les mediales, afectando a la amígdala. Como consecuencia, en este cuadro todas
las funciones que tiene esta estructura quedarían mermadas. Ahora, el hecho de
que se redujera al mínimo la ansiedad no es tan beneficioso como podría parecer.
Recordemos que es un mecanismo universal, adaptativo y necesario.

Por otro lado, en lo que refiere a la zona hipocampal, los niveles de ansiedad mo-
derados se han asociado con una disminución de la memoria episódica y verbal.

Además, un volumen disminuido del hipocampo, por ejemplo, conforma uno de


los factores de riesgo de los trastornos de ansiedad (Pietrzak et al., 2014).

Correlaciones neurometabólicas aberrantes entre el hipocampo y las regiones


neocorticales pueden subyacer a un sustrato compartido en pacientes con un
trastorno de ansiedad generalizada (Coplan et al., 2018).

¿Por qué? Si nos acercamos un poco más al campo de los neurotransmisores,


esta zona tiene una alta densidad de receptores de glucocorticoides y cumple una
función esencial en el circuito de retroalimentación negativa del eje hipotalámi-
co-pituitario-adrenal. Una actividad del HPA muy elevada podría conducir a atro-
fia neuronal o inhibición de la neurogénesis en el hipocampo (Merz et al., 2018).

44
7.3 Cuerpo estriado e hipotálamo

El cuerpo estriado incluye el núcleo accumbens, núcleo caudado y putamen. For-


ma, asimismo, una parte clave del circuito de recompensa.

Y, como no podría ser de otro modo, contribuye a los síntomas de ansiedad, sesgos
relacionados con la ansiedad, emocionales, motivacionales y procesos atencionales.

Otra de las características de los trastornos de ansiedad se encuentra mediada por


los núcleos del lecho de la estría terminal, que regulan la anticipación de la incer-
tidumbre. Influyendo, asimismo, en un aprendizaje indiferenciado de amenazas.

De esta forma, todas aquellas vías que involucran tales acúmulos de cuerpos neu-
ronales intervienen en la respuesta de sobrerreacción ante anticipaciones de di-
versos contextos, que generan ansiedad y malestar en la persona. Asimismo, las
funciones motoras, somatosensoriales y la circunvolución central también están
implicadas en esta modulación.

Además, el núcleo del lecho de la estría terminal, una estructura límbica ubicada
en el espesor la estría terminal del cerebro es uno de los responsables de la an-
siedad crónica.

Por otro lado, el hipotálamo


es una parte del eje hipota-
lámico-hipofisario-adrenal
mencionado, cuya función
reside en regular las emo-
ciones, el comportamiento
defensivo, respuestas de
agresión y estrés.

45
7.4 Ínsula y corteza cingulada

La corteza insular forma parte de la zona paralímbica, donde existen múltiples


conexiones con áreas corticales y subcorticales. Tiene un rol crucial en la percep-
ción y modulación de la sensibilidad, sensorialidad e información vegetativa que
incluye al dolor y la sensibilidad visceral. De hecho, a la porción anterior de esta
corteza se la denomina “centro de alarma interno”.

Se ha reportado un aumento funcional en la actividad de esta primera zona du-


rante el procesamiento de emociones. Especialmente, de la corteza de la ínsula y
los cuerpos amigdalinos en pacientes con diagnóstico de trastorno por estrés pos-
traumático, pacientes con fobia social y con trastorno de ansiedad generalizada
(Tornese y Mazzoglio y Nabar, 2017).

ÍNSULA

Aspecto que puede subrayar la importancia de la red de prominencia. Un conjun-


to de regiones del cerebro que se conectan entre sí y se relacionan con la genera-
ción de ideas y su evaluación (Sindermann et al., 2021).

La corteza cingulada anterior influye en expresio-


nes conductuales y autónomas relacionadas con la
ansiedad, por medio de conexiones con el sistema
motor y elhipocampo. Además, el circuito cingu-
lar-subcortical está vinculado con la motivación.

La zona rostral de esta, por ejemplo, muestra una


desactivación en el trastorno de ansiedad gene-
ralizada, mientras que en la fobia social se repor-
ta una hiperactivación. Aspecto que influye en la
atención (Kenwood et al., 2021).

46
MÓDULO IV
ZONAS CEREBRALES
INVOLUCRADAS EN LA ANSIEDAD

47
8. ¿Qué efectos tiene la ansiedad en el cerebro si se mantiene?

Algunas de las zonas mencionadas empiezan a fallar. Cuando hablamos de ansie-


dad y cerebro, un área crucial que ya hemos mencionado es el córtex prefrontal.
Y, como indicamos, este se encarga de regular las emociones entre otras muchas
funciones, sufriendo un deterioro en su funcionamiento ante la ansiedad crónica.

Las investigaciones constatan que las personas con un trastorno de ansiedad pre-
sentan una amígdala hiperactiva, es decir, en continua activación procesando
cualquier estímulo como amenazante. De hecho, las personas con un cuadro de
ansiedad prolongado en el tiempo, generalmente, presentan un volumen reduci-
do del lóbulo frontal y aumento del volumen de la amígdala en comparación con
personas que no hayan experimentado este tipo de ansiedad.

Por otro lado, dicha corteza prefrontal (implicada en el condicionamiento del


miedo y la extinción, muy relacionados con el aprendizaje de amenazas y ansie-
dad anticipatoria) se encuentra hipoactiva.

Todas estas regiones implicadas generan que la regulación de las emociones que he-
mos mencionado no se lleve a cabo del modo correcto y la ansiedad se prolongue.

Todo ello, sumado al desequilibrio consecuente de los neurotransmisores involu-


crados, en particular el que respecta a la serotonina, noradrenalina, eje hipotalá-
mico-pituitario-adrenal (Eje HPA), sistema GABAérgico y glutamatérgico.

48
Factores que dan como resultado que la persona que lo sufre se encuentre en un
bucle de ansiedad del que le es muy difícil salir. Es más, un proceso que tiene mucho
que ver con ello es la autorregulación cerebral.

Esto último, entre sus funciones, protege el tejido cerebral de la hiperperfusión o hi-
poperfusión y, asimismo, regula la hemodinámica cerebral. Ya existen investigacio-
nes que han determinado cómo la autorregulación cerebral se encuentra alterada
en personas que presentan un trastorno de ansiedad generalizada.

Con esto, en quienes tienen un trastorno de ansiedad generalizada no tratado, se


ha mostrado un aumento de la perfusión en el área de Broca izquierda (controla el
lenguaje expresivo) y la región occipitotemporal izquierda (Guo et al., 2018).

Así pues, estudios realizados demuestran que el estrés y la ansiedad, cuando se


prolongan en el tiempo, no solo tienen efectos en el momento en el que aparecen.
También existe un efecto a largo plazo que genera efectos dañinos para el cerebro.

Tal es la gravedad, que puede conllevar un aumento del riesgo de desarrollar des-
órdenes neuropsiquiátricos. Algunos destacados son la depresión y, recientemente,
se ha descubierto su relación con la demencia (entre las más frecuentes el alzhéi-
mer y demencias vasculares).

En cuanto a la depresión, esta y la ansiedad son trastornos de salud mental comu-


nes y a menudo comórbidos, como se ha podido leer entre algunos de los diagnós-
ticos diferenciales de los trastornos de ansiedad.

49
La literatura actual indica que zonas corticales, como el lóbulo parietal inferior, el
giro temporal superior y el giro frontal superior, entre otras, están vinculadas a
una mayor participación cognitiva en trastornos de ansiedad en comparación con el
trastorno depresivo mayor.

Esto, podría explicar el procesamiento deteriorado en cuanto a la respuesta del mie-


do, así como en las respuestas de carácter auditivo y visceral hacia señales amena-
zantes (Sindermann et al., 2021).

En lo referente a la demencia, como sabemos, el beta-amiloide (proteína clave para


la transmisión de la información entre neuronas) se acumula progresivamente a
medida que avanza la edad y es anormalmente elevado en la mayoría de las perso-
nas que presentan deterioro cognitivo leve o enfermedad de Alzheimer.

Con esto, tanto la ansiedad como la de-


presión también están relacionadas con
un aumento de beta-amiloide en adultos
mayores sanos sin demencia y en aque-
llos con deterioro cognitivo leve o enfer-
medad de Alzheimer. Por ello, entre otros
motivos, es crucial controlar los niveles
de ansiedad para un mejor manejo preclí-
nico y prodrómico en estos cuadros (Pie-
trzak et al., 2014).

Diversas investigaciones concluyen que


una respuesta de ansiedad desmedida
puede dar paso al envejecimiento de las
células cerebrales y cambios en el siste-
ma nervioso central.

50
Esto es, existe una especie de envejecimiento cerebral en trastornos avanzados de
ansiedad (como el trastorno de ansiedad generalizada, trastorno de pánico y tras-
torno de ansiedad social) (Han et al., 2020). Además, todo ello, se vincula también
con un mayor riesgo de deterioro cognitivo leve.

De hecho, esto último, se reportó midiendo la respuesta de estrés en un estudio


donde se evaluó la actividad cortical cerebral y la conectividad entre áreas encar-
gadas de la planificación y regiones cerebrales no motoras durante una tarea de
lanzamiento de dados en un contexto mentalmente estresante.

Se observó que, durante la tarea en la que se mantenía dicha situación estresante,


la zona temporal, central, parietal y occipital revelaron un aumento del espectro de
alta alfa (10-12 Hz) en la región occipital acompañado de una elevación en la activi-
dad relacionada con la planificación motora. Además, los participantes presentaron
una disminución en la precisión del rendimiento de la tarea, así como una reducción
en la atención visual (Lo et al., 2019).

9. ¿La ansiedad se puede prevenir?

Con el tratamiento correcto se puede aumentar la neurogénesis (nacimiento de


nuevas neuronas) del hipocampo, normalizar la actividad funcional de la amígdala
y del córtex prefrontal. Debido a que cada trastorno de ansiedad es distinto, el
tratamiento consecuente también lo será, adaptándose a la persona, su caso y los
síntomas que manifieste.

Un aspecto crucial conlleva recibir psicoeducación adecuada sobre la ansiedad y sus


síntomas por parte de profesionales de la salud mental (no solo al paciente, sino
también, si puede llevarse a cabo, a su círculo cercano). Así como aquella referida
a los tratamientos existentes basados en la evidencia que han demostrado eficacia.
Tener en cuenta el consejo médico, la terapia de apoyo y la terapia de resolución de
problemas pueden ser aspectos útiles para la persona (Garrido Picazo, 2008).

Hoy en día, las técnicas de tratamiento más habituales ante trastornos de ansie-
dad son aquellas tanto cognitivas, farmacológicas, centradas en la conducta y
cognitivo-conductuales. Incluso las que se orientan a la relajación y meditación.

En cuanto a técnicas no farmacológicas, cabe destacar evitar el consumo de dro-


gas, sedantes, hipnóticos o sustancias que puedan favorecer su aparición (cafeína,
teína, o anfetaminas, entre otros) y estimular del sistema nervioso central.

51
Dependiendo del caso, en terapia se puede proceder a la “desensibilización sistemá-
tica en la imaginación”, método de “prevención de las respuestas”, técnicas respira-
torias y de relajación muscular para el manejo de la ansiedad con el fin de reducir
los síntomas físicos. Así mismo, también es recomendable para los profesionales
tener una formación en intervención en crisis y primeros auxilios psicológicos.

Por otra parte, se ha reportado el papel


del ejercicio físico y la importancia de un
estilo de vida saludable. La actividad físi-
ca, de hecho, se ha relacionado con una
gran cantidad de alteraciones celulares
y moleculares a nivel cerebral. Y es que,
el ejercicio mejora el estado de ánimo y
la cognición, acelerando, por ejemplo, la
neurogénesis del hipocampo.

Las técnicas farmacológicas orientadas al tratamiento de los síntomas de la an-


siedad se concentran en diversas clases de inhibidores de la recaptación de sero-
tonina (ISRS) o noradrenalina (IRSN). Demostrando tener una eficacia de leve a
moderada en ciertos cuadros.

Este tipo de tratamiento se suele utilizar cuando el paciente no responde a la


intervención psicológica, si el curso del trastorno es crónico, hay otros trastornos
comórbidos que se han de tratar o existe otro tipo de situaciones que complejizan
el caso de la persona. Todo ello ha de estar consensuado con el especialista en
medicina implicado en el proceso teniendo como base la multidisciplinariedad.

Por otro lado, diversos estudios reportan que, en caso de necesitarse un trata-
miento farmacológico, sería importante la combinación de este con psicoterapia
basada en la evidencia. Y, tanto para uno como para otro, la información que se ha
de prestar al paciente es crucial, así como la toma en consideración de sus prefe-
rencias (Penninx et al., 2021).

52
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