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RICHARD H. ROBERTS
21
Cf. J. J. Shuman y K. G. Meador, Health Thyself. Spirituality, Medicine,
and the Distortion of Christianity, Oxford 2003.
22
R. Williams, “God”, en D. Ford, B. Quash y J. M. Soskice (eds.), Fields of
Faith. Theology and Religious Studies in the Twenty-first Century, Cambridge
2005, pp. 75-89, aquí p. 81.
gías, mirar con ojos diferentes lo que llevan a cabo. Esto hace de la
investigación interdisciplinar un posible locus theologicus, no porque
allí donde las otras disciplinas tienen que vérselas con sus límites la
teología puede suministrar las respuestas que van más allá de ellos,
sino porque en la investigación interdisciplinar se pone en evidencia
la imposibilidad definitiva de comprender y controlar la realidad
desde un único punto de vista. Las tradiciones teológicas no nos
dicen qué hemos de pensar sobre la realidad, sino que nos desafían a
centrarnos allí donde la realidad muestra su misterio y explorar lo
que ahí acontece. La lógica de cada disciplina o subdisciplina acadé-
mica consiste en alejarse de sus límites para centrarse en lo que
puede investigarse dentro de éstos. En sus propias tradiciones, la teo-
logía atesora modos de tratar lo incomprensible, la realidad que siem-
pre huye y nunca está simplemente presente. Todo esto nos sugiere
que puede ser extremadamente valioso reflexionar y conocer lo que
está oculto y más allá de nuestra comprensión.
11
Cf. M. Weber, “Die protestantische Ethik und der Geist des Kapitalismus”
(1904-1905), en id., Gesammelte Aufsätze zur Religionssoziologie I, J. C. B.
Mojr, Tubinga 91988, pp. 17-206, aquí pp. 203-206.