Insuficiencia Renal Aguda
Insuficiencia Renal Aguda
Insuficiencia Renal Aguda
La IRA se etiquetara como IRA prerrenal, si lo que falla es la perfusión renal, como IRA
parenquimatosa o intrínseca, si la alteración radica en las estructuras renales y obstructiva o
posrenal si el flujo urinario está interrumpido.
Estos sistemas de clasificación facilitan información del deterioro funcional renal, no sobre el
tipo de IRA del paciente.
En los últimos años, se ha intentado poner orden a la definición y estadiaje: Bajo el acrónimo
RIFLE correspondiente a las palabras inglesas riesgo (Risk), daño (Injury), fallo (Failure), pérdida
prolongada de la función renal (Loss) y fin irreversible de la función renal- (End) se ha
pretendido unificar los criterios diagnósticos y se ha validado en múltiples trabajos.
El volumen normal de diuresis se mueve en un amplio rango en función de las necesidades del
organismo para regular primariamente volemia y osmolalidad plasmática. Cuando se orina
menos de 400 mL/día hablamos de oliguria y una cantidad inferior a 100 mL/día se conoce
como anuria. Si la podemos monitorizar de forma horaria (paciente sondado, nefrostomía,
cistostomía, catéter ureteral) <0,5 ml/(kg·h) para estadíos 1 y 2 o <0,3 ml/(kg·h) para estadios
3 de las clasificaciones de AKIN y KDIGO
EPIDEMIOLOGÍA Y PRONÓSTICO
Los datos epidemiológicos son muy variados debido a la metodología y definición empleadas.
Desde el año 2004, se ha estandarizado más la definición y han surgido datos de grandes
registros y bases de datos estatales. La incidencia e EEUU es de 2.880 pmp/año según datos
estatales y 5.000 según datos de una aseguradora californiana. Otra consideración importante
es matizar si el ámbito es comunitario u hospitalario, e incluso si se trata de unidades de
críticos. La IRA adquirida en la comunidad se debe en un 70% a causas prerrenales y en un 17%
a obstructivas. La IRA complica más del 5% de todos los ingresos hospitalarios y hasta una
tercera parte de los pacientes que ingresan en unidades críticas. Si utilizamos los criterios
RIFLE, el porcentaje puede elevarse hasta un 20% de todos los pacientes hospitalizados; casi
siempre en el contexto de isquemia, sepsis, fármacos y contrastes yodados. En unidades de
críticos, la causa suele ser multifactorial y se relaciona con fallo multiorgánico. En conjunto,
más de la mitad de los casos se deben a IRA prerrenal, un 40% a IRA renal o parenquimatosa y
un 5% a IRA postrenal. La mortalidad es muy variable: oscila desde el 15% en la IRA de la
comunidad a más del 50% de los que precisan tratamiento sustitutivo en UCI.
Si el paciente sobrevive, casi siempre recuperará total o parcialmente la función renal. Sin
embargo, un porcentaje de IRA severa (10-20%) continuará precisando tratamiento sustitutivo
renal al alta. De ellos, alguno recuperara función para abandonar la diálisis, aunque de entre
estos sea frecuente que progresen con el tiempo a insuficiencia renal crónica terminal (estadio
5).
ETIOLOGÍA
La IRA asociada a sepsis, se presenta con elevada frecuencia en los cuadros infecciosos, en
ocasiones antecediendo a la infección (ya que incrementa el riesgo de esta), acompañando
frecuentemente a la sepsis desde prácticamente el inicio, o apareciendo de forma más
diferida. Las respuestas hemodinámicas, la inflamación, el daño endotelial, la agregación de
células de la sangre en el vaso pequeño, la isquemia y los cambios en el metabolismo (desde
un metabolismo aeróbico hacia una fosforilación oxidativa terminada en lactato) provocados
tanto por la isquemia como por el daño mitocondrial, condicionan una respuesta que provoca
no solo la muerte celular, sino que en ocasiones supone una parada funcional de las células
tubulares que desarrollan para preservar su vida. La llegada de mediadores inflamatorios y de
productos derivados de los gérmenes patógenos a dichas células; la utilización de antibióticos
y de medios de contraste iodado para exploraciones radiológicas -con potencial
nefrotoxicidad- agravan el daño renal. La resucitación inicial mediante grandes cantidades de
líquidos intravenosos produce en una segunda fase sobrecarga de volumen con edema
intersticial, lo que agrava el ya iniciado por el aumento en la permeabilidad vascular que
condicionó la inflamación y el daño endotelial.
La sepsis (infección más fallo de un órgano) es la causa de IRA más frecuente en unidades de
pacientes críticos y más de la mitad de aquellos que la desarrollan presentará IRA de mayor o
menor severidad. La respuesta hemodinámica, la inflamación, el daño endotelial, la agregación
de células de la sangre en vasos pequeños. la isquemia y los cambios en el metabolismo
mitocondrial -desde un metabolismo aeróbico hasta una fosforilización oxidativa terminada en
lactato- condicionan la muerte celular o en el mejor de los casos una parada funcional que
ejercen las células para preservar su vida.
FASES DE LA IRA
Fase de inicio
Está en general procedida por un periodo de azoemia prerrenal y puede durar desde horas a
días. Se caracteriza por un descenso de la TFG debido a que la presión neta de ultrafiltración se
reduce a consecuencia de la disminución del flujo sanguíneo renal. El daño isquémico es
mayor en el segmento S3 del túbulo proximal y en el asa ascendente de Henle, debido al alto
consumo de adenosintrifosfato (ATP) que se produce en ellos.
La caída del ATP intracelular es un hecho muy temprano que ocurre en la hipoperfusión, la
hipoxia y Ia isquemia. Los cambios hemodinámicos conducen al inicio del daño tubular y
endotelial, con la consecuencia de la acumulación de células desprendidas y restos necróticos
en la luz del túbulo que obstruyen el paso de la orina y contribuyen a la oclusión tubular a la
vez que se produce un efecto escape del filtrado glomerular debido a la incapacidad de la
reabsorción por parte de las células epiteliales tubulares
Fase de extensión
Se ha observado que en distintos modelos de IRA que incluyen isquemia, sepsis y nefrotóxicos,
se producen cambios morfológicos y funcionales en las células el endotelio vascular y/o del
epitelio tubular, con la consiguiente infiltración de neutrófilos, macrófagos, linfocitos citoliticos
naturales y linfocitos en las zonas dañadas del riñón.
Fase de mantenimiento
Durante la fase de mantenimiento, que dura entre 1 a 2 semanas pese a que se corrija la
hemodinámica sistémica, la TFG se estabiliza en su punto bajo (5-10 ml/min), hay oliguria y
pueden producir complicaciones urémicas.
Los mecanismos que se han propuesto para explicar la baja tasa de filtrado, aun en
condiciones de reperfusión, comprenden la posible desregulación de la liberación de
mediadores vasoactivos por parte de las células endoteliales, la congestión de los vasos
sanguíneos medulares y el daño producido por las ROS y los mediadores inflamatorios
generados por los leucocitos y las células del parénquima renal tras la reperfusión.
Fase de recuperación
Se caracteriza por la reparación y la regeneración del epitelio tubular, así como por un retorno
gradual de la TFG a niveles premórbidos. La fase de recuperación puede complicarse por una
acusada fase diurética debida a la falta de funcionalidad de las células del túbulo proximal pàra
reabsorber agua y solutos del filtrado glomerular.
Este ampliamente reconocido que las propias células del túbulo proximal participan en la
reparación y regeneración del epitelio tubular.
Para que la reparación y/o la regeneración del epitelio tubular se produzcan con éxito, debe
darse en paralelo un proceso de aclaramiento de acumulaciones celulares intratubulares.
para que las células quiescentes de la nefrona dañada se activen para regenerar, se
precisan cambios de expresión genética síntesis de proteína y entrada del calcio celular,
siendo muy importante la participación de factores de crecimiento y de supervivencia que
estimulen estos procesos. Así fue se han demostrado los efectos positivos del factor de
crecimiento de patrocinios en distintos modelos de daño renal y también los efectos
paracrinos y autocrinos de factor de crecimiento fibroblástico 1 en la regeneración tubular
renal.
Al igual que otras células adherentes las células del túbulo proximal precisan para su
normal funcionamiento estar adheridas a la membrana basal, también mantener uniones
estrechas entre células, este es mediado por las integrinas celulares, receptores
transmembrana hetero dinámicos que adhieren a las proteínas de matriz extracelular. Tras
el daño celular tubular se han descrito tanto en vivo como in vitro cambios en la expresión
y deslocalización de las integrinas y de otras proteínas de la membrana plasmática como
la bomba sodio potasio ATPasa, que pierde su situación normal de la membrana basal
lateral a la membrana apical de las células epiteliales. la pérdida de la polaridad de la
membrana va acompañada por la disrupción de contactos focales contribuyendo a la
pérdida de lesión celular al colágeno IV y a otros sustratos de la Matriz extracelular MEC.
falta de una plataforma comercial, inadecuada definición de los valores absolutos para los
puntos de corte y evidencias insuficientes acerca de su superioridad sobre los parámetros
clínicos
las etapas necesarias para validar un biomarcador de usos clínicos comunes a múltiples
enfermedades en el caso de la IRA son las siguientes:
1. descubrimiento del biomarcador en estudios preclínicos
2. desarrollo de un ensayo para medir lo que sea fiable reproducible y adaptado al
tipo de muestras y a las condiciones de la IRA.
3. evaluación en muestra retrospectivas de ensayos clínicos o estudios
observacionales para comprobar que es capaz de detectar IRA y qué lo hace
añadiendo alguna ventaja sobre las puertas disponibles en la actualidad
4. validación ensayos clínicos prospectivos de su capacidad para superar la
información que proporcionan los biomarcadores actuales disponibles aportando
datos sensibilidad y especificidad y puntos de corte absolutos para uso clínico
5. demostración del beneficio para el paciente de una forma costo efectiva en la
práctica clínica diaria como consecuencia del uso del biomarcador
la forma clásica de diagnosticar IRA consiste en medir la creatinina sérica, aunque hay
criterios diagnósticos basados en el volumen de diuresis
La cistatina C
es un inhibidor de cisteínas proteasas, sintetizado por todas las células del organismo que
circula por el torrente sanguíneo y que es filtrada en los glomérulos y es catabolizada por
el túbulo proximal, sin ser secretada Tiene unas características similares a las de la
inulina, salvo por el hecho de que es un metabolito endógeno, por lo que constituye un
instrumento excelente para medir el filtrado glomerular, ésta sí es secretada por los
túbulos no dependen de la edad, sexo, la raza ni la masa muscular. la elevación de sus
niveles plasmáticos precede en 1-2 días al aumento de la creatinina y refleja mejor la
disminución en el filtrado glomerular mediada por métodos isotópicos
lipocalina 2
es una proteína de la familia de las lipoproteínas sintetizada por los neutrófilos y las
células epiteliales incluidas las del túbulo proximal, qué sobreexpresa intensa y
rápidamente en las células tubulares en cultivo sometidas a hipoxia y en modelos
experimentales del IRA.
interleucina 18
orina es un fluido de fácil acceso que puede ser recogido de forma repetida y no invasiva
y podría reflejar mejor que la circulación de los elementos que se producen en el riñón.
sin embargo, presentan diversas dificultades: puede no estar disponible en el caso de
oligoanuria, puede verse interferida por infecciones urinarias y la presencia de una sonda
vesical y hoy la gran variabilidad en la concentración de la orina plantea problemas de
normalización a los que se ha intentado resolver normalizando frente a creatinina urinaria.
Lipocalina 2
Interleucina 18
es una proteína de 14 kDa del túbulo proximal humano, que se une a ácidos grasos libres
en el citosol y los transporta mitocondrias o peroxisoma. Hola la expresión tubular y
eliminación urinaria de la LFABP aumenta en la IRA, hola procediendo al aumento de
creatinina en la cirugía cardiaca y otros contextos y también está aumentada en la ERC
Netrina 1
es una molécula similar a la lámina relacionada hasta ahora con las neuronas ausente en
el riñón normal la netrina 1 tubular y urinario aumenta en la IRA antes que la creatinina
y se ha correlacionado con la gravedad de la IRA
Enzimas
Hay varias enzimas tubulares que actúan en la orina cuando son liberadas desde las
células dañadas y su eliminación urinaria se ha asociado al daño renal en diversos
contextos:
Proteínas de bajo peso molecular: la lesión del túbulo proximal en la ira aumenta la
eliminación urinaria de proteínas cómo cistatina C o pequeñas cantidades de albúmina
que en condiciones normales son absorbidas y metabolizadas
Se define como una pérdida rápida de función renal por alteración súbita de la
perfusión sanguínea en el riñón. Por lo general, ocurre sobre un riñón
anatómicamente indemne y es debida a un descenso de la presión de filtración
glomerular. Constituye la forma más frecuente de insuficiencia renal rápidamente
reversibles
Causas.
Fisiopatología.
Formas clínicas.
Por otro lado los pacientes con ictericia de origen hepatobiliar están
predispuestos al desarrollo de La necrosis tubular aguda NTA, sobre todo,
de origen postoperatorio, especialmente relacionada con una alteración
hemodinámica con tendencia a la hipotensión arterial, a la depresión de la
contractilidad miocárdica y a sus efectos natriurético.
Tenemos que fijarnos también en la CPK si esta está elevada quiere decir que a
lo mejor está sufriendo un proceso de rabdomiólisis
sí tiene una sepsis pues lo que vas a hacer que va a ser dar antibióticos contra
el germen que le esté produciendo o fármacos basopresores como la
noradrenalina
esto no es todo por qué porque mientras tanto se soluciona el problema que lo
estaba originando tienes que mantener al paciente vivo esto se debe a que el
riñón regula los electrolitos entre ellos el potasio y el potasio es muy importante
mantenerlo en los rangos de normalidad porque interviene en la despolarización
de las membranas celulares del corazón entre otras.
ACTITUDES TERAPÉUTICAS
• Identificar a los pacientes susceptibles de presentar IRA y
situaciones de riesgo
-Edad avanzada
-Hipovolemia
-Hipotensión arterial
-Sepsis
-Diabetes mellitus
-Insuficiencia renal previa cardíaca/hepática
-Exposición a nefrotóxicos
• Mantener un correcto estado de hidratación
• Mantener una presión de perfusión adecuada
• Control de la función renal y diuresis en situaciones de riesgo
• Tratamiento precoz de las causas de deterioro función renal
• Uso cuidadoso de medicación nefrotóxica
• Manejo adecuado a radiocontrastes
MEDIDAS TERAPÉTICAS DE PREVENCIÓN DE LA
INSUFICIENCIA RENAL AGUDA
• De eficacia demostrada
-Correcta hidratación
-Dosis única de aminoglucósidos/formulación liposomal de
anfotericina B
-Contrastes iónicos isosmolares
• De eficacia probable
-N-Acetilcisteína
-Teofilina
-Bajas dosis de péptido natriurético auricular (en cirugía cardíaca)
• Ineficientes
-Diuréticos del asa
-Dopamina
-Péptido natriurético auricular
-Hemofiltración profiláctica
Tratamiento de la insuficiencia renal aguda obstructiva
Tratamiento de soporte
TRATAMIENTO DE SOPORTE
Control estricto de entradas/salidas de
líquidos, peso diario, presión arterial,
Balance hídrico frecuencia cardiaca, presión venosa central
Restricción de sal <1-1,5 g/día
Restricción de agua libre <1L/día
Restricción de K en la dieta <40 mmol/día,
supresión de diuréticos ahorradores de K y
Balance de potasio de los aportes de K
Anticiparse a aumentos rápidos en el K
séricos >0,5-1 mmol/L/día
En la aplicación del tratamiento sustitutivo renal en pacientes con insuficiencia renal aguda se
deben tener en cuenta los siguientes aspectos: indicación, momento de inicio, técnica dialítica,
dosis de diálisis y finalización
Indicaciones
Las indicaciones clásicas para el inicio del tratamiento sustitutivo renal en la insuficiencia renal
aguda son la hipervolemia con edema agudo de pulmón, hiperpotasemia (K >6,5 mmol/L)
acidosis (pH<7,1-7,2) hipercalcemia, hiponatremia o hipernatremia, todo ello cuando no
responde a tratamientos médicos habituales. En la presencia de síntomas urémico, como
pericarditis, diátesis hemorrágica, alteraciones neurológicas, nauseas y vómitos, también son
una indicación absoluta de inicio de diálisis,
Momento de inicio
el tratamiento positivo renal se debería iniciar antes de qué se presenten esas complicaciones
por ejemplo, cuando exista oligoanuria prolongada 12 a 24 horas sin más manifestaciones . No
obstante, un inicio precoz y necesario también puede tener consecuencias negativas, no sólo en
el coste sanitario, sino en los efectos adversos asociados con el tratamiento sustitutivo renal,
como los trastornos de coagulación y la inflamación como consecuencia del contacto de la
sangre con el circuito extracorpóreo y las membranas bio incompatibles, y la hipotensión
asociada al tratamiento dialítico. Además, hay que añadir las complicaciones asociadas al acceso
vascular como la infección, hemorragia
Técnica dialítica
Las técnicas continuas se utilizan sobre todo en las unidades de cuidados intensivos en pacientes
inestables. En los pacientes no críticos con estabilidad hemodinámica la hemodiálisis
intermitente es la técnica más utilizada
Dosis de diálisis
las recomendaciones indican que en cada sesión de diálisis se debe prescribir un Kt/V ( índice
de cantidad de urea eliminada en una sesión (Kt) y el volumen de distribución de la urea
en el paciente (V)) mínimo de 1,3 o un Kt/V estándar mínimo de 2. En cuanto a la frecuencia,
en general las diálisis se realizan en días alternos, con una duración de cuatro a cinco horas. En
algunos casos individuales serán necesarias hemodiálisis intermitente diarias, generalmente
para pacientes inestables con balances hídricos muy positivos
Finalización
El inicio de diuresis (volumen> 400mL/dia sin diuréticos) suele ser el motivo más frecuente de
suspensión de la diálisis
La HDI, por su parte, utilizaba un líquido de diálisis cuyo tapón precursor era el acetato, de modo
que la inestabilidad hemodinámica en el paciente grave estaba casi garantizada. Además, las
unidades de tratamiento de agua no proporcionaban ésta a la mayoría de los módulos en los
que se ubicaban los pacientes, y los traslados siempre complicaban la logística. En la actualidad
el líquido de diálisis con bicarbonato se ha universalizado, y la llegada de líquido a todas las
camas se puede conseguir con unidades portátiles de depuración
Con todo esto, la primera técnica continua fue la hemofiltración arteriovenosa continua
(HFAVC), que no precisaba bomba de sangre, al circular ésta a través de un hemodializador de
placas de membrana de alta permeabilidad al agua. La sangre discurría de una manera similar a
como lo hace por los tejidos humanos. La depuración se basaba en la ultrafiltración espontánea
no controlada.
El segundo paso fue el empleo de bombas para mantener un circuito de vena a vena.
Situación actual
Ya casi entrando en el siglo XXI aparecieron máquinas específicamente diseñadas para las
técnicas de depuración extracorpórea continúas (TDC), cuyo máximo desarrollo e
implementación correspondió el monitor PRISMA que mediante un sistema de control
Gravimétrico y controlado por placas informáticas, programas y servomecanismos, permitía
realizar tratamientos muy seguros
Para garantizar una buena realización de estas técnicas se hace necesario un buen acceso
vascular. Es necesaria una adecuada terapia anticoagulante, individualizada para cada paciente.
La alternativa más utilizada es la heparina sódica en dosis bajas de cinco a 10 U por kilogramo
de peso y hora