Evangelios Apócrifos
Evangelios Apócrifos
Evangelios Apócrifos
EVANGELIOS APÓCRIFOS
Entre los evangelios apócrifos, que proliferaron en la Iglesia en el s. II y
posteriormente, los hay fundamentalmente de tres clases: aquellos de los
que sólo han quedado algunos fragmentos escritos en papiro y se
asemejan bastante a los canónicos, los que se conservaron completos y narran con sentido
piadoso cosas acerca de Jesús y de la Santísima Virgen, y aquellos otros que ponían bajo el
nombre de un apóstol doctrinas extrañas distintas de las que la Iglesia creía por la
verdadera tradición apostólica.
Los primeros son escasos y apenas dicen nada nuevo, quizás porque se conoce poco de su
contenido. A ellos pertenecen los fragmentos del “evangelio de Pedro” que narran la
Pasión.
Entre los segundos el más antiguo es el llamado “Protoevangelio de Santigo” que narra la
permanencia de la Santísima Virgen en el templo desde que tenía tres años y cómo fue
designado San José que era viudo para cuidar de ella cuando ésta cumplió los doce años.
Los sacerdotes del Templo reunieron a todos los viudos y un prodigio en la vara de José
consistente en que de ella surgió una paloma hizo que el fuera el designado. Otros
apócrifos más tardíos que recogen la misma historia, como el el “Pseudo Mateo”, cuentan
que la vara floreció milagrosamente. También se detiene el Protoevangelio en contar el
nacimiento de Jesús cuando San José iba con María hacia Belén. Narra que el santo
patriarca buscó una partera la cual pudo comprobar la virginidad de María en el parto. En
una línea parecida otros apócrifos como “la Natividad de María” se detiene en narrar el
nacimiento de la Virgen de Joaquín y Ana cuando éstos eran ya ancianos. La infancia de
Jesús y los milagros que hacía siendo niño los cuenta el “Pseudo Tomás”, y la muerte de
San José es el tema principal de la “Historia de José el Carpintero”. En los apócrifos árabes
de la infancia, ya más tardíos se fija la atención en los Reyes Magos de los que en un
apócrifo etíope se dan incluso los nombres que se han hecho tan populares. Un motivo
muy querido en otros apócrifos, como el llamado “Libro del reposo” o el “Pseudo
Melitón” fue la muerte y la Asunción de la Santísima Virgen, narrando que murió rodeada
de los apóstoles y que el Señor transportó su cuerpo en un carro celeste. Todas estas
leyendas piadosas circularon con profusión en la Edad Media y sirvieron de inspiración a
muchos artistas.
Otro tipo de apócrifos son los que proponían doctrinas heréticas. Los Santos Padres los
citan para rebatirlos y, con frecuencia, los designan por el nombre del hereje que los había
compuesto, como el de Marción, Basílides o Valentín, o por los destinatarios a los que
iban dirigidos, como el de los Hebreos o el de los Egipcios. Otras veces los mismos Santos
Padres acusan a estos herejes de poner sus doctrinas bajo el nombre de algún apóstol,
preferentemente Santiago o Tomás. Las informaciones de los Santos Padres se han
confirmado con la aparición de unas cuarenta obras gnósticas en Nag Hammadi (Egipto)
en 1945. Normalmente presentan presuntas revelaciones secretas de Jesús que carecen de
cualquier garantía. Suelen imaginar al Dios Creador como un dios inferior y perverso (el
Demiurgo), y la adquisición de la salvación por parte del hombre a partir del conocimiento
de su procedencia divina.