Matar Un Ruiseñor

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Matar un Ruiseñor

Capítulo1
El capítulo comienza con la introducción del narrador, Scout (Jean Louise) Finch; de su
hermano mayor, Jem (Jeremy); y de su amigo y vecino, Dill (Charles Baker Harris). A
continuación, Lee da un resumen de la historia de la familia Finch. Su ancestro, un
metodista de nombre Simon Finch, huyó de la persecución británica para finalmente
instalarse en Alabama, donde cazaba animales para sus pieles y practicar medicina.
Habiendo comprado varios esclavos, estableció una gran hacienda que se
autoabastecía, Finch’s Landing, cerca de la ciudad de Saint Stephens. La familia perdió
su fortuna en la Guerra Civil.

El padre de Scout, Atticus Finch, estudió el derecho en Montgomery mientras mantenía


a su hermano, John “Jack” Finch, que estudiaba medicina en Boston. Su hermana,
Alexandra, se quedó en Finch’s Landing. Atticus comenzó a practicar la ley en
Maycomb, capital del condado de Maycomb, donde su “oficina contenía poco más que
una percha para sombreros, un tablero, una escupidera y un impoluto Código de
Alabama”. Su primer caso implicó defender a dos hombres que se negaban a
declararse culpable de un asesinato en segundo grado. En su lugar, se declararon no
culpables de asesinato en primer grado y fueron ahorcados, lo que marcó “el probable
comienzo de la profunda antipatía que profesaba mi padre a algunas disposiciones del
derecho penal”.
Scout pasa a describir la época de la “Gran Depresión” (de los años 20) en Maycomb,
“una población antigua, pero cuando yo la conocí también era una población fatigada”:
el verano calentaba y disminuía el ritmo de vida. Ella observa que “nadie tenía prisa
porque no había a dónde ir, nada que comprar ni dinero con que comprarlo, [JC1] ni
nada para ver fuera de los límites del condado de Maycomb [sic]” (11). Scout describe a
su padre como alguien completamente “satisfactorio”, y a la cocinera afroamericana de
su familia, Calpurnia, como estricta y “tirana”. La madre de Scout y de Jem murió de un
ataque cardíaco cuando Scout tenía dos años, y por lo tanto no la recuerda. Sin
embargo, Jem recuerda a su madre, y Scout nota que por momentos él se pone
nostálgico cuando piensa en ella. La novela comienza en el verano. Scout tiene casi seis,
y Jem casi diez.
Una vez que se completa el panorama histórico, comienza la verdadera narrativa con el
primer encuentro entre Scout, Jem y Dill, un niño enérgico y con mucha imaginación
que tiene casi siete, pero es muy pequeño para su edad. Dill defiende su estatura al
decir que “soy pequeño pero mayor”. Proveniente de Meridian, Mississippi, Dill pasará
el verano en la casa de la señorita Rachel Haverford, su tía. Él impresiona a los niños
Finch con su dramático relato de la película Drácula, lo que le gana su respeto y
amistad. Los tres pasan el verano ocioso mejorando el árbol de los Finch e
interpretando obritas teátricas adaptadas de las tramas de sus libros favoritos. Scout
observa que Dill podía considerarse un “Merlín de bolsillo, cuya cabeza está llena de
proyectos excéntricos, extrañas ambiciones y fantasías raras”.
Al pasar el verano, y habiendo cumplido todos sus objetivos anteriores, los niños
comienzan a interesarse en la misteriosa casa de los Radley, ubicada a una cuadra de la
casa de los Finch. Se decía que la casa de los Ridley estaba habitada por un “fantasma
maligno” de nombre Boo Radley (“Boo” no es un nombre común en inglés: evoca el
“bu” de las fantasmas, y a veces es usado como apodo familiar en dialectos
norteamericanos sureños). Aunque los niños jamás lo han visto, la palabra corría que
este Boo medía más de dos metros, tenía dientes amarillentos y podridos, ojos
saltones, hasta que babeaba y que comía animales crudos. Cada vez que algo extraño
sucedía en el vecindario, se le echaba la culpa a Boo. La historia de Boo es una
extensión de la extraña familia Radley, que “se había encerrado en su casa”, costumbre
imperdonable para el pueblo. Antes de morir, al señor Radley, el padre de Boo, solo se
veía yendo a la ciudad todas las mañanas a las once y media y volviendo a las doce,
con lo que se creían ser provisiones, y además, la familia se quedaba encerrada los
domingos. El hijo menor, Arthur, a quienes los niños llamaban Boo, supuestamente
sufría la influencia de sus “malas juntas”: un grupo de niños que terminó arrestado y
llevado a juicio después de conducir por el pueblo en un auto viejo y encerrar al
sacristán de Maycomb en una letrina. Aunque los otros niños fueron enviados a
escuelas industriales como castigo, e, irónicamente, recibieron una educación
excelente, la familia de Arthur Radley prefirió encerrarlo en el hogar. Después de vivir
allí quince años, se dice que Boo, de treinta y tres años, apuñaló a su padre en la pierna
con una tijera y luego continuó como si nada con su tarea de recortar artículos de los
periódicos. Rechazando que a su hijo se lo declarase loco o se le imputasen cargos
criminales, el señor Radley permitió que Boo quedara encerrado en el sótano del
tribunal: “el sheriff (alguacil) no tuvo el valor de meterlo en un calabozo junto con
negros”. Boo finalmente fue devuelto a su casa. Después de la muerte del señor Radley,
su hermano mayor, Nathan, llegó para continuar con el trabajo de su padre y mantener
a Boo fuera de la vista de la gente.
Dill desarrolla una insaciable curiosidad por Boo y queda ansioso de ver a este extraño
“fantasma”, de quien se decía que andaba por las noches espiando a través de las
ventanas. Dill desafía a Jem a traspasar la puerta de entrada de los Radley. Aunque
pasa tres días evadiendo la situación, el miedo que Jem le tiene a Boo sucumbe a su
sentido del honor cuando Dill cambia el desafío a solo tocar la casa con un dedo. Jem
finalmente acepta. Corre, toca la casa, y todos vuelven a salvo al pórtico de su casa,
donde contemplan la casa: “nos pareció ver que una persiana interior se movía. Un
movimiento leve, casi imperceptible, y la casa continuó silenciosa”.

Capítulo 2
El verano termina, y ya estamos en septiembre. Dill regresa a su familia en Meridian, y
Scout espera ansiosa su primer día de escuela. Le emociona la idea de finalmente
empezar, pero el primer día del primer grado la decepciona profundamente. Su
maestra, la señorita Caroline Fisher, tiene 21 años y es nueva en las escuelas del
condado de Maycomb. Ella proviene del norte de Alabama, que es más rico y culto, y
no comprende las costumbres de Maycomb.

Para empezar el día escolar, la señorita Caroline les lee una empalagosa historia infantil
sobre gatos, que deja a los niños impacientes. Scout explica: “La señorita Caroline
parecía no darse cuenta de que los andrajosos alumnos de “primer grado” (el primer
año de la escuela primaria), con camisas de franela y faldas de tela de saco, eran
inmunes a la literatura". La mitad de estos niños eran recursantes, y por lo tanto,
cuando la señorita Caroline escribe el alfabeto en la pizarra y Scout lo lee sin
problemas, y sigue leyendo de su abecedario y el periódico local, la señorita Caroline le
prohíbe a Scout seguir aprendiendo a leer con Atticus. En lugar de felicitarla por su
conocimiento, la señorita Caroline cree que a Scout no se le está enseñando
correctamente y le pide que ya no lea más en su casa. Scout le explica que no recuerda
cómo aprendió a leer, y que le parece que siempre supo cómo hacerlo. Cuando la
señorita Caroline le prohíbe continuar leyendo, Scout se da cuenta de lo importante
que es la lectura para ella: “Hasta que temí perderlo, jamás me embelesó leer. A uno no
le embelesa respirar”.

En el recreo, Jem escucha las quejas de Scout y trata de calmarla, explicándole que la
señorita Caroline está introduciendo una nueva técnica de estudio denominada el
sistema decimal de Dewey. De vuelta en la clase, Scout se aburre y comienza a
escribirle cartas a Dill, pero nuevamente su maestra le hace una crítica por saber
escribir en cursiva cuando solo debería saber letras de molde (letras de imprenta) en el
primer grado. Scout le echa la culpa a Calpurnia por enseñarle a escribir en letra cursiva
los días de lluvia.

Durante el almuerzo, la señorita Caroline quiere saber quiénes no van a casa para
almorzar, y les dice que ellos tienen que mostrarle sus almuerzos empacados. Un
niño, Walter Cunningham, no tiene almuerzo y no quiere aceptar el dinero que la
señorita Caroline le da para comprarse algo. La señorita Caroline no entiende el
rechazo, y un compañero de clase le pide a Scout que lo ayude a explicárselo. Scout le
dice a la señorita Caroline que Walter es un Cunningham, asumiendo que esa
explicación sea suficiente. Después de darse cuenta de que la señorita Caroline no
entiende lo que significa esto, Scout le explica que los Cunningham no aceptan ayuda
de nadie y se arreglan las cosas con lo poco que tienen. Scout recuerda interiormente
cómo el señor Cunningham, cuando se complicó el mayorazgo de su estancia, le pagó
a Atticus por sus servicios legales con un saco de nueces, leña para la estufa y otros
productos de la finca familiar involucrada. Los Cunningham son granjeros con algo de
tierra pero nada de dinero en efectivo debido a la Gran Depresión. Muchos
profesionales del pueblo les cobran a sus clientes del campo con productos agrícolas
en lugar de dinero debido a este trasfondo económico. Cuando Scout explica que
Walter no podrá devolver el dinero del almuerzo que la señorita Caroline le ofreció, la
maestra golpea la mano de Scout con una regla y la obliga a pararse en un rincón del
aula. Scout y el resto de los niños quedan perplejos ante esta forma poco amenazadora
de la “azotaina” reglamentaria, ya que están acostumbrados a castigos corporales más
severos, y toda la clase se echa a reír hasta que una maestra local de sexto grado llega
y anuncia que “prendería fuego a todos” si no hacen silencio (en la novela original, solo
amenaza a los estudiantes con una paliza clásica).
Termina la primera parte del día y cuando sale de la clase, Scout ve a la señorita
Caroline esconder la cabeza entre los brazos. Sin embargo, Scout no siente pena por
ella después de lo mal que la trató aquella mañana.

Capítulo 3
Jem invita a Walter Cunningham a almorzar cuando se entera de que éste no tiene
nada para comer. Walter duda, pero terminaba aceptando la invitación. En la casa de
los Finch, Atticus y Walter discuten asuntos técnicos del campo, y Scout está abrumada
por su discurso tan maduro. Walter pide un poco de melaza y la vierte en la carne y las
verduras. Scout le pregunta sin pelos en la lengua qué está haciendo, y Calpurnia le da
una lección sobre cómo tratar a los invitados, incluso si son de familias como los
Cunningham.

De vuelta en la escuela, surge un alboroto cuando la señorita Caroline grita al ver un


piojo saltar de la cabeza de uno de los niños de la clase. El niño, Burris Ewell, viene de
una familia tan pobre que Atticus dice que “viven como animales”. Todos los niños
Ewell van a la escuela el primer día de clase pero jamás vuelven el resto del año escolar.
Los otros niños advierten a la maestra de esto, explicándole que “es uno de los Ewell”.
La señorita Caroline quiere que Burris vaya a casa y que se bañe, pero antes de
abandonar la clase por el resto del año, él la insulta a los gritos y la hace llorar. Los
niños la tranquilizan y le piden que les lea una historia.

Cuando llega a casa de la escuela, Scout se siente desmotivada. Después de cenar, le


dice a Atticus que no quiere regresar. Atticus le explica que debe entender la situación
desde el punto de vista de la señorita Caroline: no se le puede esperar que maneje bien
a sus alumnos si no sabe nada de ellos. Scout quiere ser como Burris Ewell y no tener
que ir a la escuela. Como Atticus le explica, las autoridades del pueblo hacen
excepciones a la ley con los Ewell porque jamás cambiarían sus hábitos. Por ejemplo: el
señor Ewell puede cazar fuera de la temporada designada para cada animal porque
todos saben que gasta sus cheques de subsidio en whiskey, y como tal, si él no caza, no
comen sus hijos. Atticus le enseña a Scout sobre el compromiso: si va a la escuela,
Atticus le dejará leer con él al llegar a casa. Scout acepta, y Atticus les lee el periódico a
ella y a Jem.

Capítulo 4
La escuela sigue avanzando; el año también. Scout duda de que el nuevo sistema
educativo realmente la beneficie; la escuela le aburre y desearía que la maestra le
permitiera leer y escribir, en lugar de pedirles hacer actividades tontas relacionadas con
“la dinámica de grupo” y “la buena ciudadanía”. Una tarde, cuando pasa por la casa de
los Radley, nota algo en un agujero en el tronco de un roble en el jardín delantero.
Decide investigar un poco más y descubre ahí adentro dos gomas de mascar. Scout
tiene cuidado, pero decide comerlas. Cuando se entera de que su hermana encontró
ahí goma de mascar, Jem la obliga a escupirla. Un tiempo después, cuando se acerca el
fin del año escolar, Jem y Scout descubren en el mismo agujero dos “centavos indios”
(monedas de un centavo del periodo en el cual se imprimían con una cabeza de un
indígena en el verso), considerados monedas de la suerte. Los niños no saben si el
agujero es el escondite de alguien o si las monedas son un regalo, pero deciden
guardarlas en el baúl de Jem.

Dill regresa a Maycomb por el verano, lleno de historias sobre viajes en tren y sobre su
padre, a quien afirma por fin haber podido ver. Los tres intentan comenzar juegos
nuevos, pero se aburren rápidamente. Jem pone a Scout en una llanta vieja (un
neumático automóvil de la época) para que pueda rodar en ella, pero la empuja tan
fuerte que termina en el patio de los Radley. Aterrada, Scout corre de vuelta a su casa,
pero deja la llanta. Jem tiene que ir a buscarla. Dill piensa que Boo Radley haya muerto,
y Jem dice que hayan colocado su cuerpo en la chimenea (para esconderlo). Scout
piensa que tal vez esté vivo. Inventan un nuevo juego sobre Boo Radley. Jem hace de
Boo, Dill interpreta al señor Radley y Scout tiene el papel de la señora Radley. Durante
el verano, el juego se va transformando en una pequeña obra dramática incorporando
a todos los rumores que escucharon sobre Boo y su familia, incluyendo una escena
donde usan la tijera de Calpurnia como utilería. Un día, Atticus los descubre mientras
juegan así y les pregunta si la obra tiene algo que ver con la familia Radley. Ellos lo
niegan, y Atticus responde: “Espero que no”. La firmeza de Atticus los obliga a dejar de
jugar, y Scout se siente aliviada ya que estaba preocupada por otros motivos: le pareció
escuchar a alguien riéndose en la casa de los Radley cuando sucedió lo del neumático.

Capítulo 5
Jem and Dill se hacen muy amigos, y Scout, al ser niña, se encuentra excluida de sus
juegos. Dill, comportándose de manera infantil, decide comprometerse con Scout; pero
ahora que él y Jem juegan juntos a menudo, Scout siente que no la quieren allí. En
lugar de jugar con ellos, Scout se sienta con su vecina —una jardinera ávida de nombre
Maudie Atkison— a mirar la puesta del sol o a comer los pasteles caseros que la
señorita Maudie hace. La señorita Maudie es muy honesta en lo que dice y en cómo se
comporta, y además tiene parla. Por lo tanto, Scout la considera una amiga de
confianza. Un día, Scout le pregunta sobre Boo Radley, y la señorita Maudie dice que
todavía está vivo y que no le gusta salir. También agrega que la mayoría de los rumores
sobre él son mentiras. La señorita Maudie le explica que los Radley son bautistas
estrictos: ellos creen que los placeres son un pecado contra Dios y pasan la mayor
parte del tiempo encerrados y leyendo la Biblia. Dice que Arthur había sido un niño
agradable cuando ella lo conocía.

Al día siguiente, Jem y Dill inventan un plan para dejarle una nota a Boo en la ventana
de los Radley, usando una caña de pescar. La nota le pedirá que de vez en cuando se
asome para decirles qué está haciendo adentro, y también dirá que no le harán daño y
le comprarán un helado. Dill dice que quiere que Boo salga y se siente con ellos por un
rato ya que podría ayudarle a sentirse mejor. Dill y Scout vigilan en caso de que alguien
llegue, y Jem intenta entregar la nota con la caña de pescar, pero se da cuenta de que
éste es más difícil de manejar de lo que pensaba. Mientras se las ingenia, Atticus llega y
los descubre. Les dice que dejen de molestar a Boo y les da una lección sobre el
derecho que tiene Boo a su privacidad, y sobre el derecho que no tienen ellos para
acercarse a la casa, a menos que sean invitados. Los acusa de explotar la vida de Boo
para la edificación del vecindario. Jem dice que no estaban haciendo eso y admite sin
querer que justamente era eso lo que hacían. Atticus los había enredado recurriendo a
“la treta jurídica más vieja que existe”.

Capítulo 6
Es la última noche de verano de Dill en Maycomb. Jem y Scout tienen permiso para
sentarse con él aquella tarde. Dill quiere dar “un paseo”, pero termina siendo algo más:
Jem y Dill quieren escabullirse para ir a la casa de los Radley y espiar por una de las
ventanas. Scout no quiere que lo hagan, pero Jem la acusa de ser una niñita, un insulto
que ella no puede soportar y decide sumarse al plan. Pasan por debajo de una cerca de
alambres y traspasan una puerta. En la ventana, Scout y Jem le echaron una mano a Dill
para que pueda espiar por la ventana. Dill no ve nada, solo cortinas y una luz tenue a lo
lejos. Los chicos intentan con una ventana trasera, a pesar de que Scout pide irse.
Cuando Jem levanta su cabeza para mirar adentro, la sombra de un hombre aparece y
pasa por delante de Jem. Tan pronto como desaparece, los tres niños corren lo más
rápido que puedan de regreso a casa, pero Jem pierde sus pantalones, enganchados en
la verja. Mientras corren, escuchan el sonido de un disparo de escopeta detrás de ellos.

Cuando vuelven, el señor Radley está parado en la puerta, y Atticus está ahí con varios
vecinos. Escucharon que el señor Radley le estaba disparando a un "negro blanco" en
su patio trasero y tenía otro barril esperando por si regrese. Dill inventa una historia
acerca de jugar strip poker para explicar por qué Jem no traía pantalones, y Jem dice
que jugaban con fósforos en lugar de cartas, pecado que sería considerado
imperdonable. Dill se despide de ellos, y Jem y Scout se van a dormir. Jem decide
volver por sus pantalones una vez que anochezca. Scout trata de convencerlo de que
no lo haga, de que sería mejor que Atticus lo azote antes de que el señor Radley le
dispare y lo mate, pero Jem insiste en ir. Jem le explica que Atticus jamás lo azotó y que
no quiere que lo azote. Jem se va por un corto tiempo, pero vuelve con los pantalones,
temblando

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