El Angel Que Baila Con El Diablo

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El inicio...

"El Ángel que bailaba con el Diablo"

Había una vez un hermoso y curioso ángel que bajaba a la tierra de los humanos
para espiarlos, su nombre era Anaciel. Ella amaba su música, bailes y fiestas, ya
que en el paraíso aquellas actividades mundanas estaban prohibidas. Moría de
ganas de participar de uno de esos festejos, pero al no poder ocultar sus alas
observaba a aquel pueblo desde la oscuridad del bosque que estaba junto a él.
Así, esperaba a que la música comenzara y bailaba en soledad entre medio de
aquellos árboles.
Un día fue descubierta por un demonio que también visitaba la tierra en busca de
diversión, pero no era cualquier demonio, este era un príncipe, un Diablo llamado
Noré. A él le entretenía verla bailar, le parecía graciosa y muy bella. Como todo
Diablo era un maestro del engaño y por ende podía tomar la forma que él quisiese,
así que se transformaba en diferentes animales para estar cerca sin que Anaciel lo
notase, hasta el momento en que decidió hacerse presente ante ella. Le confesó que
hacía un tiempo la observaba en secreto y le preguntó que buscaba en la tierra, ya
que sabía que las leyes de los ángeles eran más rigurosas y tenían prohibido el
contacto con los humanos, no así los demonios que podían hacer y deshacer a su
gusto.
Ella tímidamente respondió que amaba las fiestas que hacían pero al no poder
participar en ninguna permanecía oculta allí para admirarlos de lejos. Fue entonces
cuando una idea cruzó la mente de Noré - Yo puedo ir y venir entre los humanos,
con mi magia logro cambiar mi apariencia. Si lo deseas puedo hacer lo mismo
contigo - le propuso
- ¿Por qué me ayudarías?, ¿Qué esperas a cambio? - desconfió ella
- Que bailes conmigo, ¿Es mucho pedir? - sonrió él
Anaciel no podía evitar dudar, desde pequeña le habían enseñado que no debía
confiar en los demonios, que eran seres malos. Pero su deseo de poder participar
en una de esas fiestas era tan grande que decidió aceptar su propuesta.
Así el diablo uso su magia, ocultó las alas de ella y cambió su color de cabello,
luego hizo lo mismo sobre él para desaparecer sus cuernos y cambiar sus rasgos.
Anaciel estaba sorprendida, nunca había visto una habilidad así, definitivamente él
era un ser poderoso.
Noré la tomó de la mano y la llevó hasta el pueblo, la ansiedad se iba haciendo
cada vez más fuerte en el pecho de ella.
Al llegar pudo descubrir que aquella música provenía de una alegre taberna cuyos
clientes siempre estaban dispuestos a celebrar.
Ella no podía ocultar el brillo en sus ojos y él, galante, la invitó a bailar
- Pero... ¿y si no puedo hacerlo bien?...- dudó Anaciel
- Sólo déjate llevar...- le susurró Noré mientras con el brazo derecho tomaba su
cintura, y con la izquierda su delicada mano.
Decidió hacerle caso y se dejó guiar por aquel misterioso demonio que la miraba a
los ojos de forma seductora. Ella no ocultaba su alegría, sus movimientos fluían
perfectos con los de él. No tardaron en llamar la atención, a la vista de todos era
una joven pareja, ninguno de los presentes podía jamás imaginar que un ángel y
un diablo bailaban en el medio del salón.
Luego de ello, Noré la invitó a probar la comida y bebida hecha por los humanos,
él se desenvolvía con total naturalidad entre ellos, dejando en claro que no era la
primera vez que lo hacía.
Así la noche transcurrió entre risas y baile, sorprendentemente para Anaciel había
pasado una velada inolvidable en compañía del ser menos pensado.
Antes de que la oscuridad desapareciese por completo se dirigieron nuevamente al
bosque, recuperando así sus verdaderas apariencias
- Quiero agradecerte por lo de esta noche, ha sido como un sueño para mí...
confieso que al principio dude de ti, no podía creer que lo único que quisieses a
cambio fuese bailar - dijo ella
- ¿Y quién dijo que era lo único que quería a cambio? - sonrió con picardía él
- ¿Qué quieres decir? -
Noré se acercó rápidamente a ella, le tomó el rostro y de sus labios robo un tierno
beso. Anaciel quedó inmóvil por un momento, aquel gesto fue totalmente
inesperado, provocando que se sonrojara por completo
- ¿De verdad creíste que estaría al lado de un ser tan bello como tú y simplemente
me conformaría con bailar? - sonrió él mientras aún acariciaba su rostro
- Yo... no...- continuaba ella sin poder ordenar sus pensamientos
- Me gustaste desde la primera vez que te vi y desde entonces no has salido de mi
mente -
- Pero... no puede ser...-
- ¿Por qué no?, ¿Crees que por qué somos distintos no podría poner los ojos en ti?,
soy un Diablo, las normas no van conmigo - continuó seduciéndola.
Ella, avergonzada, se tomaba el rostro mientras evitaba mirarlo directamente por
que era consciente de que algo en él también la atraía, temía ser ingenua y que
aquel atrevido Diablo sólo estuviese jugando con ella, después de todo era la
primera vez que tenía contacto con uno de ellos.
- Por favor mírame y dime que sientes - insistió Noré mientras volvía a acercarse
- L-lo siento, será mejor que me vaya... - respondió ella, se dio media vuelta y
lentamente comenzó a caminar hasta invocar una puerta al paraíso.
Él simplemente sonrió, aquella reacción tímida le parecía simpática, y al verla irse
le dijo en voz alta - ¡Sí deseas volver a vivir lo de esta noche sólo ven aquí!,
Siempre estaré esperándote... -
Anaciel volteó por última vez sólo para ver que la observaba con un gesto de
satisfacción en su rostro, todo había sido tan repentino, no sabía que pensar, si
creer o no en sus palabras. Pero que el Diablo tuviese la habilidad de engañar no
quería decir que todo en él fuese falsedad pues, como todo ser, también poseía un
corazón.
Al día siguiente la mente del ángel estaba llena de sentimientos encontrados, trató
de reflexionar sobre lo ocurrido la noche anterior, y si debía ser completamente
honesta consigo misma tenía que aceptar que había disfrutado mucho de la
compañía de Noré, incluso de aquel beso robado. Así que, llenándose de valor,
decidió ir al mundo humano esa noche, sin si quiera tener certeza de que él estaría
allí.
Ya en el bosque sus latidos no dejaban de acelerarse, ¿Cómo debía actuar?, ¿Qué
respuesta le daría?, ¿De verdad él asistiría?, las preguntas no paraban de
acumularse en su cabeza y con ellas los nervios sólo iban en aumento. Pero todas
sus dudas desaparecieron cuando él nuevamente se hizo presente ante ella.
Sorprendida, sin querer exclamó - ¡Viniste! -
Noré no pudo evitar reír - Claro que vendría, ¿Creíste que mentía? - le dijo
mientras se acercaba más a ella.
- Bueno... yo...-
- Es verdad que tenemos la habilidad de engañar con facilidad pero por esa misma
razón cuando decimos la verdad tiene más peso que cualquiera. Y cuando
queremos algo lo hacemos con más fuerza que ningún otro...- terminó mirándola
directo a los ojos.
Anaciel se sentía muy tímida a su lado, aquel Diablo la hacía estremecer con sus
palabras tan directas, tenía una personalidad avasallante. Él era consciente de ello
y parecía divertirse avergonzándola.
- ¿Y bien? ¿Que buscas de mí? - preguntó mientras la arrinconaba contra un gran
árbol
- Eh? ...-
- Yo ya te dije el por qué estaría aquí, porque me gustas. ¿Y tú por qué?, ¿Acaso
esperas otro favor de mí? - continuó
- Yo...- comenzó a sentirse nerviosa y evitaba mirarlo
- Dime -
Anaciel apoyó su mano derecha en el pecho de él, lentamente levantó la vista y le
respondió - Porque me gusta estar contigo... -
Noré se sorprendió con aquella respuesta, no esperaba que le dijese algo así y más
aun viéndolo con esos enormes y hermosos ojos verdes. Con su pureza había
logrado hacer sonrojar a aquel Diablo impetuoso.
Él sonrió amablemente y le dijo - Sí me miras así haré lo que sea por ti...- tomó su
mano y la besó con ternura.
Para ella era un misterio, quería saber más de él, era atrevido pero a la vez tan
dulce - ¿Deseas que vayamos nuevamente al pueblo? - le preguntó
- Me gustaría mucho...- respondió Anaciel
- Entonces no perdamos tiempo, quiero aprovechar cada segundo contigo -
terminó él.
Nuevamente pasaron una noche increíble entre la gente de pueblo, ocultos bajo
aquel hechizo.
Cuando llegó el momento de partir, una vez más se encontraban solos en la
oscuridad del bosque - Ya es hora de que regrese...- dijo el ángel.
Noré le tomó la mano - Espera, ¿Acaso no me darás nada a cambio por lo de hoy? -
dijo con una sonrisa seductora.
Anaciel lo miró en silencio por un momento y se acercó tímidamente hacia él, Noré
no entendía que pretendía hacer hasta que vio que ella lentamente cerró sus ojos y
quedó de pie frente a él, como esperando a que la besara igual que la noche
anterior. Ese gesto inocente terminó de robar por completo el corazón del Diablo,
quien no desaprovechó la oportunidad para besarla dulcemente mientras la
rodeaba con sus brazos.
Así fue como inicio aquella historia de amor prohibido, que echaba raíces en la
tierra de los humanos. Con el paso del tiempo aquellos sentimientos se
fortalecieron más, a su lado aquel Diablo aprendió lo que era amar, y ella
comprendió que nunca debía dejarse guiar por los que otros pudiesen asegurar, ya
que sólo con sus propios ojos debía ver para poder juzgar.
Era su mayor secreto, nadie podía saber de su amor, sus encuentros en el mundo
humano eran puro romance y pasión. Ella amaba su rebeldía y desparpajo, y él su
dulzura y alegría. Podían entregar el corazón en las manos del otro sin dudar. Pero
por más cuidadosos que fuesen sabían que en algún momento alguien de sus
mundos podría descubrirlos, así que vivían su relación como si no hubiese un
mañana, llegando incluso a hacer el amor una noche que se hospedaron en el
pueblo.
No sabían que sería de ellos en un futuro, pero decidieron dejarse llevar por sus
sentimientos.
Hasta que aquello tan temido por Noré ocurrió, esa noche, simplemente, Anaciel
no llegó.
Él la esperó nervioso en aquel bosque, pero nunca apareció, y así varios días más.
El Diablo se sentía morir por dentro, necesitaba saber que había ocurrido con su
amada pero no quería iniciar un conflicto con los ángeles, necesitaba pensar
claramente las cosas. Hasta que finalmente ella un día regresó a él.
Allí le contó que sus superiores la habían descubierto, pero que creían que
mantenía una relación con un humano, como castigo por ello la encerraron por
unos días para que reflexionase. Pero en cuanto pudo nuevamente escapó. Noré
sabía que los ángeles eran muy rigurosos con quienes rompían las normas y que
los próximos castigos sólo serían peores. A él nada le ocurriría, pues en su mundo
era un príncipe y se hacía su voluntad. Pero la peor parte la llevaría ella y no
podría hacer nada para salvarla pues su límite era entrar en guerra con ellos.
Aquella situación despertaba toda la furia del Diablo pero Anaciel con su dulzura
lograba aplacarlo diciendo que podía soportarlo. Esa noche ella le pidió que no
pensase en nada más que amarla y Noré respeto cada uno de sus deseos.
Cuando llegó el momento de despedirse - No te vayas, quédate aquí conmigo. Si
regresas ahora a tu mundo temo no volver a verte...- le pidió él
- Te prometo que pase lo que pase regresaré... por favor espérame aquí mañana... -
respondió ella mientras acariciaba su mejilla y se marchó.
El día siguiente fue eterno para el Diablo, la incertidumbre oprimía su pecho
evitando que pudiese pensar en otra cosa, hasta que la oscuridad nuevamente cayó
en la tierra de los humanos. El tiempo pasaba y ella no llegaba, Noré comenzaba a
ponerse nervioso, no podía imaginar que le había ocurrido. Hasta que en un
momento, de la nada, Anaciel apareció. Angustiada, se abrazó con fuerza a él, esto
llamó su atención - ¿Anaciel, que ocurre?, ¿Sucedió algo? - preguntó
- Noré...-
De la oscuridad emergió un segundo ángel que venía persiguiéndola - ¡Anaciel si
no regresas ahora mismo perderás tus alas y quedarás condenada al destierro! -
exclamó - No puede ser, es un Diablo!, ¡¿Esa es la razón de tus escapes?!, Haz
perdido la cabeza?! -
Noré estaba dispuesto a enfrentarse con él pero ella lo detuvo - No lo hagas Noré...
no te involucres, podrías ocasionar una guerra...-
- ¿Acaso ese Diablo te hechizó? - continuó aquel ángel
- Él no tiene nada que ver, es mi decisión venir aquí y estar a su lado - se defendió
- Una cosa es que espíes a los humanos para observar sus costumbres y otra es que
vengas a estas tierras para reunirte con un demonio, es una deshonra! -
- Vete, diles que no me importa que me quiten mis alas, pero no volverán a
encerrarme jamás - dijo ella con determinación.
- Espero no te arrepientas de tu decisión...- sentenció por último el ángel y se
marchó.
- Anaciel... - susurró Noré
- ¿Puedes quedarte conmigo aquí?...- preguntó ella
- Yo haría lo que sea por ti...- sonrió él.
Se fueron juntos al pueblo y se alojaron en una confortable posada bajo sus falsas
identidades. Ya en la intimidad de la habitación - ¿Qué planeas hacer Anaciel?...
No puedes perder tus alas por esto... - dijo él
- No quiero pensar en eso ahora. En este momento sólo somos tú y yo Noré...-
respondió ella mientras se abrazaba a él.
Esos sentimientos le daban valor, su único deseo era compartir el mayor tiempo
posible con Noré.
Aquel Diablo la amaba y deseaba tanto que el más mínimo gesto de parte de ella
era suficiente para desatar toda la pasión que había en su corazón.
Pasaron días conviviendo en aquel pueblo, se sintieron tan completos juntos que
llegaron a imaginar que tal vez esa es la vida que deseaban tener.
Aquellas noches de romance desenfrenado hacían sentir a Anaciel que no dudaría
en entregar sus alas con tal de estar al lado de Noré. Pero pronto descubriría que
los sacrificios por amor tenían un límite.
Durante ese tiempo no habían vuelto a tener noticias de parte de ese ángel que en
esa ocasión persiguió a Anaciel. ¿Será que habían desistido de la idea del castigo?,
no, todo estaba a punto de volverse más difícil.
Un día llegó a manos de ella una nota en una paloma blanca, provenía del paraíso.
Al leerla quedó impactada, no podía disimular su conmoción - ¿Qué ocurre
Anaciel?, ¿Qué dice? - preguntó Noré que estaba junto a ella.
- Dice que los superiores han decidido perdonarme si regreso ahora, pero de no
hacerlo mi familia será exiliada ya que la unión de un ángel y un demonio es un
pecado de deshonor familiar...- respondió afectada
- No lo entiendo, ¿Por qué tanto interés en ti?, ¿Por qué no simplemente te dejan ir?
-
- Es porque soy candidata a suceder a un arcángel... no es algo que dictamine
nuestra sangre si no el azar. Hace un tiempo fui llevada a un palacio en mi mundo
donde se me prepararía para mi futuro. Algunos estaban al tanto de que venía aquí
porque me gustaba ver las cosas humanas y me lo permitían. Pero seguramente
jamás creyeron que podría encontrar el amor en esta tierra y mucho menos que
sería un Diablo - explicó ella
- Anaciel...-
- Debo admitir que era feliz con mi vida anterior, pero ahora que sé que existe no
concibo otra forma de felicidad que no sea estar a tu lado Noré...- confesó mientras
acariciaba el rostro de él
- Yo me siento igual...-
- No me importaría que me exiliaran, o que arrancasen una por una las plumas de
mi alas hasta quitármelas... Pero no puedo permitir que un inocente sufra por mi
culpa, y mucho menos si son mis padres. Estoy segura de que no saben nada de
todo esto...-
- ¿Cómo lo sabes? -
- Porque si están tratando de convencerme de regresar es porque quieren
solucionarlo entre nosotros sin que nadie se entere, sería un escándalo -
- Creo que puedo ver cuál será tu respuesta...-
Anaciel entristeció su mirada - Perdóname Noré... Pero ese es mi límite...-
El Diablo la rodeo con sus brazos, presionándola contra su pecho - No tienes que
pedirme perdón, lo único que puede hacerme daño es verte triste... sólo quiero que
sepas que lo que siento por ti es para siempre -
- Igual yo... Sí tan sólo fuésemos de la misma raza las cosas no serían tan difíciles...-
suspiró ella
- Tal vez... Pero tampoco nos hubiésemos amado así, nos queremos porque somos
diferentes, porque encontramos en el otro cosas que no conocíamos en nuestros
mundos...- terminó él.
Anaciel decidió responder aquel mensaje diciendo que regresaría esa misma
noche.
Eligieron pasar sus últimas horas juntos en la intimidad de ese cuarto, amándose
en esa pequeña libertad. Antes de irse Noré le pidió bailar una última vez, pero
siendo ellos mismo, sin disfraces, mirándose tal cuáles eran, solos entre esas cuatro
paredes.
Finalmente el tan temido momento llegó, era la hora de despedirse. Fueron hasta el
bosque en el medio de la noche como ella prometió, se entregaría por propia
voluntad.
Allí la estaba esperando un ángel, un poderoso guardián, para llevarla de regreso.
Iban tomados de la mano, aquella imagen impactó al guardián, comprobó que lo
que le habían dicho era verdad, un ángel y un diablo juntos entre los humanos.
Una inmensa tristeza invadió el pecho de Anaciel, no quería soltar la mano de su
amado, él también se resistía a la idea de que se fuese. Resignada, se colocó frente a
él, aunque casi no podía ni mirarlo, y con un tímido beso le dijo adiós.
Comenzó a caminar en dirección a aquel guardián, pero a mitad de camino se
detuvo, volvió corriendo sobre sus pasos y abrazó con todas sus fuerzas a Noré.
- No puedo hacerlo... No quiero dejarte...- decía ella entre sollozos
- Por favor no llores Anaciel... sabes que es lo único que puede herirme...-
- Pero... de sólo pensar que no volveré a verte siento mucho dolor...-
Ella lloraba sin consuelo, Noré se sentía culpable por aquella situación, pensaba
que si no la hubiese buscado, si no la hubiese ilusionado desde un primer
momento, Anaciel no tendría que pasar por todo eso. Fue entonces cuando decidió
tomar una drástica decisión, había una sola cosa que podía hacer para ayudarla -
Mírame Anaciel...- le dijo con una voz serena y la besó apasionadamente - Si algún
día mi recuerdo regresa a tu corazón estaré aquí... esperándote - sonrió él
- A que te refiere- - intentó preguntar ella y de repente Noré besó su frente,
haciendo que cayera inconsciente en sus brazos.
El guardián quedó atónito ante esa acción - ¡¿Pero que les has hecho?! - preguntó
indignado a aquel Diablo que lentamente se acercaba a él cargando a Anaciel para
luego entregársela - Ella está bien, sólo borré de su mente todos los recuerdos que
tenía conmigo...- explicó
- Quieres decir ¿que ella no recordará ni siquiera haberte conocido...? -
- Exactamente - respondió él y comenzó a alejarse.
- Te conozco, tu eres Noré, tercer príncipe del infierno -
- Así es -
- ¿Cómo pudiste posar tus ojos en un ángel?... Acaso te divertiste robando el
corazón de un ser tan puro?...-
- ¿Dices que yo lo robé? - sonrió él - esa criatura que cargas ahí es quien se lleva en
sus manos para siempre mi
corazón - dijo señalándola.
El ángel quedó en silencio por un
momento - Me resulta difícil de
creer tu benevolencia - dijo
- Estás en lo cierto, si por mi fuese
hubiese arrasado con la mitad de
ustedes sólo para que nos dejasen
en paz. Pero sé que ella no quería
que nadie saliese herido por
nuestra causa -
- Eres muy arrogante al afirmar
algo así -
- Claro que lo soy, soy un Diablo -

- ¿Por qué haces esto? -


- ... Porque la amo. Algún día
cambiaré las reglas del juego y
será mía para siempre, pero hasta
ese entonces esto es lo mejor para
ella. Todo es por su bien - dijo por
último Noré y desapareció en la
oscuridad.
El ángel miró a Anaciel que aún
permanecía inconsciente y murmuró para si - Quien diría que un ángel tan joven
sería capaz de domar a una de las peores bestias del infierno...- y regresó al
paraíso.
Tal como aquel Diablo prometió, Anaciel no recordaba nada de lo sucedido
prácticamente hasta su llegada al palacio, ni siquiera de sus viajes al mundo
humano. Sus superiores decidieron que lo mejor era no mencionar el tema y todo
quedó como si nada de eso hubiese existido.
El tiempo pasó y la curiosidad de ella por la música humana despertó, haciéndola
regresar a esa tierra, esta vez seguida a escondidas por un guardián. Pero al
constatar que no había rastros del Diablo la dejaba ir en soledad por el bosque.
Una extraña sensación abrazaba el cuerpo de Anaciel, como si hubiese olvidado
algo que era muy importante, pero por más que lo intentaba no podía recordarlo.
Al igual que antes de que todo comenzara, cuando la música del pueblo llegaba
hasta donde ella estaba bailaba sola entre medio de los árboles, o quizás no tan
sola, si no en compañía de un pequeño y hermoso pájaro de color violeta que
siempre estaba rondándola en el lugar, llegando incluso a posarse en sus manos.
Anaciel, ni siquiera aquel guardián, podían imaginar que esa ave era Noré que,
cumpliendo su promesa, cada noche esperó su regreso. Pero esta vez para amarla
desde la distancia, en silencio.
Verla sonreír era suficiente para él, por ahora. Porque la amaba tal cual era, con sus
hermosas alas, no quería que las perdiese por estar a su lado, no necesitaba que ella
hiciese un sacrificio por amor, pensaba que no era justo que sufriese de esa forma.
El Diablo era un Diablo pero cuando amaba lo hacía de verdad, sin egoísmo. Aquel
ángel se había llevado su corazón, estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por su
bien, y en ese momento sintió que aquello era lo mejor, hasta que llegase el día en
que pudiesen estar juntos.
A veces amar de verdad significa dejar en libertad, y la libertad en algunas
ocasiones implica tener que olvidar...
FIN

Historia registrada con Derechos de Autor


II PARTE
"El Ángel que bailaba con el Diablo 2: Recuerdos en el Infierno"🌷
Capítulo 1
Cuatro estaciones pasaron desde aquel trágico día en que Anaciel y Noré tuvieron
que separarse, sin embargo el joven Diablo continuó visitando en secreto a su
amada, manteniendo así inamovibles sus sentimientos por ella.
Anaciel seguía siendo celosamente custodiada por un guardián, ya que aún era
una firme candidata a suceder a un arcángel.
Cientos de veces Noré se preguntó cuándo sería el momento indicado para volver
a aparecer ante ella, y a veces en ocasiones en que la desesperación por tocarla lo
invadía, se arrepentía de haber borrado sus recuerdos. Ya que en todo ese tiempo
nunca vio una mínima señal de que ellos volviesen.
Hasta una noche qué, una vez más, él la vistió en su forma de ave...
- Oh!, tú de nuevo...- comentó Anaciel mientras lo tomaba entre sus manos -
Siempre estás aquí, sería extraño ya no verte... eres como una compañía para mí...-
lo acarició - me siento un poco extraña hablando con un ave - sonrió ella.
Se sentó en las raíces de un árbol a admirar las luces lejanas del pueblo, y entre
suspiros continuó - Me gusta venir aquí, pero también me hace sentir sola...
A veces siento que estoy buscando algo que perdí en este lugar... pero ni siquiera
sé que es... sólo es una sensación... -
Noré estaba sorprendido, era la primera vez en todo ese tiempo que la oía pensar
en voz alta.
- Tal vez debería darte un nombre, mmm... No... Nor... Noré!, es un lindo nombre
aunque un poco extraño jeje - rio ella - A veces viene a mi cabeza, seguro debo
haberlo leído en algún lado... bueno debo irme, pero seguro te veré de nuevo
mañana - terminó mientras lo dejaba sujeto a una rama - Adiós pequeño - se
despidió con una sonrisa y finalmente volvió al paraíso.
Noré sintió que su corazón se detenía, necesitaba quedarse un momento quieto
para ordenar sus pensamientos, ¿Era posible que Anaciel pudiese recordarlo?.
Sentía como si estuviese a punto de tomar su mano pero por apenas unos
centímetros no lo lograba.
¿Qué debía hacer ahora?, ¿Cómo podía presentarse nuevamente ante ella?, ¿Qué
había cambiado en la situación?, ¿Podrían estar juntos?, todas esas preguntas
giraban en su mente y lo llenaban de dudas.
La ansiedad trataba de arrastrarlo a la desesperación, pero él se esforzaba por no
dejarse llevar.
Necesitaba pensar claramente como acercarse a ella, distanciarla de la custodia y,
llegado el caso en que no lo recordase, enamorarla de nuevo. Escucharla decir su
nombre lo había llenado de nostalgia y deseos, de esperanzas de tenerla de nuevo.
Pero lo que nunca imaginó es que alguien seguía sus pasos en las sombras...
La noche siguiente Noré se demoraría un poco en llegar a su encuentro ya que
había mandado a hacer un somnífero especial para así deshacerse del guardián.
Mientras tanto en la tierra de los humanos, la joven ángel recorría el bosque
disfrutando de las alegres melodías que provenían del pueblo, cuando de repente
se encontró con una hermosa y solitaria rosa blanca que descansaba en las raíces de
un árbol.
- Que bella es....- comentó Anaciel quien la tomó entre sus manos, y en un mínimo
descuido se hirió con una de sus espinas - Auch!... tiene demasiadas espinas para
ser sólo una rosa...- se lamentó. Inexplicablemente ante sus ojos aquella flor cambió
de color y se volvió completamente roja - Pero... ¿Qué sucede?...- se preguntó
- Jaja, ahora eres mía preciosa - irrumpió una voz desconocida, y de la oscuridad
emergió un Diablo de cabello blanco eh imponente figura
- No puede ser... un Diablo... - susurró asustada.
- Anaciel cuidado!!! - reaccionó el guardián, pero el Diablo con un sólo movimiento
inmovilizó su cuerpo
- No intervengas... es inútil, ella acaba de hacer un pacto de sangre conmigo -
sonrió él.
Anaciel estaba aterrorizada, apenas podía moverse, el Diablo se acercó a ella y con
un chasquido de sus dedos hizo que aquella rosa se convirtiese en cadenas y
grilletes que rodearon el cuello y manos de la joven ángel.
Tomó la cadena del cuello y mirándola a los ojos le dijo - Ahora eres mía -
desapareciendo así ambos en el medio de la oscuridad.
Apenas se fue, el guardián recuperó la movilidad - No puede ser...- se dijo a sí
mismo y corrió a llamar a otro ángel.
Al poco tiempo llegó Noré como un ave y al ver a aquellos dos ángeles discutiendo
se sorprendió, ya que uno de ellos era Zarasel, el guardián a quien en aquella
ocasión le había entregado a su amada. Pero de la sorpresa pasó a la desesperación
cuando escuchó a uno de ellos decir - Un Diablo se la llevó, la engañó con una rosa
blanca -, y ahí fue cuando decidió hacerse visible
- ¿Dónde está Anaciel? - preguntó sin rodeos
- ¡Eres tú de nuevo! - dijo indignado Zarasel - Tú deberías decírnoslo, ya que otro
Diablo la raptó - continuó
- ¿Quién? -
- No lo conozco, pero dijo que había hecho un pacto de sangre con ella mediante
una rosa, tenía el cabello blanco... - respondió el ángel más joven
- Cabello blanco... y una rosa dices?... entonces fue Hazar...- dijo impactado Noré
- ¿Hazar?, ¿Quién es? -
- Hazar, segundo príncipe del infierno. Otra bestia insaciable y portador del
pecado de la Lujuria...Tu hermano mayor, ¿verdad? - dijo Zarasel.
- Sí - afirmó Noré.
- ¡¡Esto es inaceptable!!, raptar de esa forma a un ángel es una clara provocación a
una guerra!! - exclamó el guardián
- Vamos por ella señor Zarasel, salvemos a la señorita Anaciel - agregó el ángel
- Es inútil, si hizo un pacto de sangre no podrán sacarla de allí, su alma no pasará
por las puertas del infierno - respondió Noré
- Pero... ¿Cómo es posible que haya arrastrado un alma viva al haberno?, él no
debería tener poder sobre los vivos...- preguntó el ángel
- No tiene poder sobre los vivos, pero mediante el pacto de sangre hace que esa
alma sea su esclava y puede hacer lo que quiera con ella -
- Que desagradable, sabía que a ese Diablo le gustaba llevarse a las mujeres
hermosas pero desconocía la forma en que lo hacía... De todos modos no podemos
quedarnos de brazos cruzados, iremos por ella - exclamó Zarasel
- Yo la traeré de vuelta - continuó Noré
- ¿Crees que confiaríamos en un Diablo?, debes estar bromeando -
- Soy el único que puede ir y venir entre los reinos del infierno, aunque llamen a la
guerra si no rompen el pacto de sangre no podrán sacarla de allí -
- ¿Acaso te enfrentarás a tu propio hermano por un ángel? -
- Yo enfrentaría a cualquiera por ella - dijo con determinación Noré.
El guardián y el Diablo se miraron de forma desafiante por un momento mientras
los rodeaba un silencio incómodo.
- Señor Zarasel...- interrumpió en voz baja el ángel
- Tienes tres días para traerla aquí de vuelta, pasado ese lapso la guerra será
inevitable - sentenció el guardián
- De acuerdo, yo me encargo - dijo por último Noré y desapareció.
Zarasel se marchó para informar de lo sucedido a sus superiores y su decisión
- Es una locura... confiar el futuro de un arcángel en las manos de un Diablo...- se
decía a sí mismo.
Mientras tanto en el Infierno, Hazar admiraba a una Anaciel desvanecida que
permanecía prisionera en una de sus jaulas de cristal.
El Diablo que estaba sentado a su lado le acariciaba el rostro para hacerla
reaccionar - Despierta preciosa...- le susurró al oído y con eso ella despertó.
Asustada preguntó - ¿Dónde estoy?... ¿Quién eres?...-
- Mi nombre es Hazar, segundo príncipe del infierno, bienvenida a mi morada
preciosa Anaciel - le dijo besando su mano
Al verse notó que su vestido era diferente - ¿Qué me has hecho? -
- Nada, aún... jaja. Es sólo que así te ves mucho mejor - con una de sus manos le
tomó el rostro y se acercó lentamente a ella - No tengas miedo, no te haré daño... sé
apreciar la belleza de una mujer - continuó acercándose hasta besar delicadamente
su cuello, Anaciel se sonrojó, estaba asustada pero no podía oponer resistencia ya
que su cuerpo parecía no moverse - Así que era cierto... puedo sentir el olor de mi
hermano en ti...-
- ¿Qué quieres decir?...- preguntó sin entender
- ¿Qué?, ¿Acaso no recuerdas a mi hermano? -
- ¿Hermano?... otro Diablo?...-
- Ahh ya veo... así que él hizo eso contigo... bueno, mejor para mí si no lo
recuerdas, así podré ser el único en tu mente - sonrió
Anaciel tenía deseos de llorar, se sentía desprotegida ante aquel ser que había
encadenado su alma
- No te angusties preciosa, siempre que me obedezcas no tendré que usar la magia
del pacto para controlarte. Si lo deseas también puedo ser un príncipe para ti... o
un animal salvaje... lo que tú prefieras - le dijo mientras acariciaba su pelo.
- Me das miedo... no confío en ti... ¿Qué quieres de mí?...- preguntó ella
- Honestamente en un principio era para fastidiar a alguien, pero cuando te vi
sembraste una duda en mí, y necesito saber la verdad, por eso te traje hasta aquí -
- ¿A qué te refieres?...-
En ese momento tocaron la puerta - Señor Hazar ha llegado el Espectro que mando
a llamar - dijo un sirviente desde fuera
- Perfecto, hazlo pasar -
Entró a la habitación una figura de aspecto cadavérico y ropas negras - Con
permiso Señor -
- Adelante Arza, aquí está ella -
- Oh! en verdad lo hizo, no puedo creer que se haya atrevido a traer un ángel hasta
el Infierno -
- Ya me conoces, los límites no existen para mí. ¿Puedes hacerlo? -
- ¿Leer su alma?, claro, aquí traje el espejo de la vida -
- Entonces hagámoslo -
- ¿Qué es eso?, ¿Qué piensan hacerme? - preguntó asustada Anaciel
- No te preocupes, esto no te dolerá...- le dijo el Espectro.
Mientras tanto, en el tercer infierno, Noré había regresado a su propio palacio en
busca de una espada que le había sido otorgada por su padre como guardián del
infierno de la ira, al igual que a cada uno de sus hermanos. Cuando estaba a punto
de marcharse con el arma, fue interceptado por Vittorio, cuarto príncipe y portador
de La Pereza
- Vittorio, ¿Qué haces aquí? - preguntó sorprendido Noré
- Vine a ver qué es lo que está pasando, últimamente tú y Hazar han estado
actuando extraño, pero hoy todo está revolucionado por aquí, dime que sucede -
Noré a regañadientes respondió - Recuerdas que te hable de Anaciel?...-
- Si -
- Hazar la arrastró hasta aquí con un pacto de sangre, tengo que sacarla de este
lugar lo antes posible o los ángeles llamarán a la guerra -
- Ese idiota... en verdad lo hizo...-
- ¿De qué hablas?, ¿Sabes que planea Hazar? -
- Sé de algo que me dijo hace un tiempo Rustem, él habla más seguido con
Hazar...-
- ¿Qué sabes? -
- Hace un tiempo que Hazar te sigue a escondidas al mundo humano, dijo que
tenía curiosidad por Anaciel -
- Desgraciado... ni siquiera lo noté -
- Pero de repente le surgió la loca idea de que esa ángel es la reencarnación de una
mujer a la que él amo en el pasado...-
- ¿Qué... dices?... tiene que ser una broma - dijo impactado Noré.
- No es una broma, está totalmente convencido de ello. Incluso dijo que la única
forma de saber quién era ella en su vida pasada era que un Espectro leyese su alma
a través del espejo de la vida, y para eso debía traerla hasta aquí. Rustem trató de
convencerlo de que traer un ángel al infierno era una locura, pero veo que no tuvo
éxito -
- A perdido la cabeza...-
- Pero... y si resulta que tiene razón?...-
- Eh? Que dices? -
- ¿Y si es verdad que ella es esa persona del pasado?, ¿Qué harás? -
Noré hizo un breve silencio y respondió - No me importa quien haya sido ella en
su vida pasada, en esta vida es Anaciel, mi Anaciel. No dejaré que él haga lo que
quiera con ella...-
Y al mismo tiempo, en el palacio de Hazar...
- Mire señor, el reflejo que ve en el espejo es ella en su vida anterior - dijo el
Espectro mientras sostenía aquel espejo frente a Anaciel.
- Lo sabía... lo supe desde el primer momento en que te vi... esos ojos son
inolvidables para mí... eres tú... mi hermosa Anna...- le dijo Hazar a una perpleja
Anaciel que miraba en su reflejo la imagen de una joven similar a ella...
Capítulo 2
Recuerdos en el Infierno 🌷

- ¿Quién... es ella?... ¿Quién es Anna?...¡¿Qué está pasando?! - preguntó asustada


Anaciel.
Hazar la tomó de los hombros por detrás y le dijo -Tranquila, entiendo que puede
ser confuso, pero ella eres tú en tu vida anterior - sonrió
- ¿Señor que hará ahora?, ¿Desea seguir con el plan? - preguntó el Espectro.
- Claro Arza, ve y has los preparativos. Quiero que se haga lo más pronto posible -
respondió satisfecho.
- Entendido señor - dijo por último y se retiró.
Anaciel había quedado helada, sentada dentro de la jaula, no podía terminar de
comprender la situación. El Diablo tomó asiento a su lado y acariciando su rostro
suspiró - Veo que sigues asustada, puedo explicártelo si lo deseas preciosa -
Ella sólo lo observó en silencio sin poder decir una palabra.
- Me miras igual que Anna la primera vez que nos encontramos... esos hermosos
ojos verdes, brillantes, llenos de incertidumbre y temor...-
- ¿Quién es Anna?...-
- Esto fue hace mucho tiempo... cuando solía ir al mundo humano para divertirme.
Las mujeres humanas son hermosas, atrevidas y algunas lujuriosas, pero no hay
nada más atractivo para un Diablo que un ser inocente y puro... Anna era una
humilde muchacha de un pueblo que visitaba, era joven, de cuerpo pequeño pero
esbelto y de una inocencia que me volvía loco... era perfecta.
Habíamos cruzado palabra sólo un par de veces, era tan pura que no me atrevía ni
a tocarla, hasta que un día lo hice. La cortejé, insistí una y otra vez hasta que
finalmente la hice mía. Creí que tenía la situación bajo control, pero luego me di
cuenta que quien me había hecho suyo era ella...
Esa dependencia hacia Anna me asustó, no quería aceptar que yo, un poderoso
príncipe del infierno, hubiese caído prisionero del amor de una niña... quería dejar
de verla, pero de sólo saber que me esperaba cada noche era suficiente para correr
hacia ella. Así que intenté que se alejara de mi asustándola, una noche le revelé que
era un Diablo, pero al verme lo único que dijo es que mis verdaderos ojos eran
mucho más hermosos... ¿Cómo podría no quererla?, decía amarme tal cual era, no
tenía escapatoria.
Entonces tomé el único camino que me quedaba, simplemente desaparecí, la
abandoné sin decirle nada.
Traté de olvidarla con otras mujeres, en otros lugares, pero fue imposible, seguía
tan viva en mí como el primer día. Cuando decidí volver por ella descubrí la
fragilidad de los humanos... pues había fallecido producto de una enfermedad.
Si nunca la hubiese dejado tal vez podría haberla salvado. Sentí que el corazón se
me partió, pero decidí esperarla en su siguiente vida.
La busque entre los humanos, incluso en el mismo infierno, y ahora que te veo
todo tiene sentido, un ser tan inocente sólo podía reencarnar en un ángel - sonrió
Hazar
- Pero... yo no soy ella...-
- Claro que lo eres, es increíble como un alma, aunque pase de cuerpo en cuerpo,
conserva la misma esencia...
En cuanto te vi supe quien eras, los mismos gestos, personalidad, todo -
- Yo... no sé quién eres... -
- Eso no es importante para mí, yo a ti sí te conozco y es suficiente. Supongo que
debo agradecerle a cierta persona, de no ser por él nunca te hubiese encontrado je
je - rio con ironía
- ¿Y qué harás conmigo ahora?, ¿Acaso me tendrás aquí encerrada por siempre? -
- No, tengo mejores planes para ti... te convertiré en un demonio -
- ¿Qué...?
- Lo que oíste preciosa, con mi sangre Arza hará una poción y te volverás un
demonio, así ya no tendré que preocuparme de que los ángeles vengan por ti. Serás
mía para siempre -
- Estás loco...-
- Ja ja ja!, Claro que estoy loco!, hace años que estoy loco por ti... ¿imaginas lo que
sentí cuando volví a buscarte y sólo encontré una lápida?..- le dijo mientras se
acercaba más a ella mirándola con sus ojos brillantes.
Anaciel intentó evadirlo pero él con un sólo movimiento de su mano la obligó a
recostarse en aquella jaula.
Hazar se abalanzó a medias sobre ella y le susurró - ¿Sabes cuál fue tú único
pecado?, robar el corazón de un Diablo... cuando amamos somos esclavos de
nuestros sentimientos, al punto tal que haremos cualquier cosa por tener lo que
queremos, incluso perseguirlas en cien vidas -
Sin poder moverse, estaba limitada solo a escucharlo en silencio. En un momento
Hazar tomó su rostro con ambas manos y la besó intensamente, ella quedó
impactada por tal acción.
- No sabes cómo extrañaba la sensación de tus labios dulces...- le dijo apenas
separados por unos centímetros, luego bajó lentamente por su cuello - y tu piel tan
suave, es como la recordaba... despierta viejos y salvajes deseos en mi... pero aún
no, ya tendremos tiempo para eso preciosa - sonrió.
Anaciel respiró aliviada - Déjame ir, estás en un error... no soy ella -
El Diablo se puso de pie - Ja ja no estoy equivocado, soy consciente de lo que digo
y hago... No quisiera tener que dejarte encerrada, pero como aún te resistes, no
quiero que cometas una locura en mi ausencia - le dijo y cerró la jaula - Ya te perdí
una vez, no dejaré que pase de nuevo...- terminó y se retiró de la habitación
cerrando una enorme puerta atrás de él.
La joven ángel seguía asustada, pero se decía a si misma que no tenía tiempo para
llorar, necesitaba encontrar la manera de salir de allí.
A los minutos que Hazar se fue, ella recuperó nuevamente el control sobre su
cuerpo. Intentó todo lo que estaba a su alcance, pero aquella jaula era un cubo
perfecto de cristal que no podía romper.
El tiempo siguió corriendo y Anaciel pasó de la determinación por escapar a la
aceptación con tristeza de su destino, ya que no veía forma de salir, poco a poco iba
perdiendo la fe.
Hasta que en un momento comenzó a oír fuertes ruidos que venían de afuera, no
podía distinguir que era, pero parecían ser gruñidos y pisadas que cada vez se
sentían más y más cerca. En un momento la puerta se abrió con violencia y
entraron dos enormes perros del infierno que asustaron terriblemente a Anaciel,
nunca antes había visto criaturas así de feroces. Lentamente se fueron acercando a
la jaula, ella no podía dejar de mirarlos con lágrimas en sus ojos por el miedo, hasta
que en un momento distinguió la figura de un hombre que se acercaba deprisa.
Parecía gritar su nombre, pero no podía escucharlo bien, y al verlo en detenimiento
pudo notar que, al igual que Hazar, tenía cuernos en su cabeza, se trataba de Noré.
Para ella era un completo desconocido, su única certeza es que era un Diablo y por
alguna razón se lo veía desesperado. Con la empuñadura de su espada, Noré
golpeó repetidas veces el cristal hasta que logró romperlo - Anaciel, ¡vamos! -
exclamó él.
- ¿Quién eres...? - preguntó ella desconfiada.
- Eso no importa ahora, he venido a sacarte de aquí. Ven conmigo por favor -
insistió.
La ángel, sin más opción, decidió tomar su mano y juntos salieron corriendo por
los pasillos del lugar escoltados por aquellos feroces perros.
En su camino se interponían los demonios sirvientes de Hazar - ¡Belzet al frente!,
¡Zero detrás de nosotros! - ordenó el Diablo. Noré controlaba a los perros como si
fuesen soldados de ataque y así abrirse paso hacia la salida.
En un momento fueron rodeados por un grupo de temibles demonios que
buscaban hacerse nuevamente con Anaciel - Señor Noré devuelva el ángel, le
pertenece al Señor Hazar - dijo un sirviente principal.
- Nunca, ella vendrá conmigo - respondió lleno de determinación.
- Lo siento, pero no podemos dejar que se la lleve -
- Entonces enfréntenme, si se atreven -
Las criaturas avanzaban hacia él - Belzet, Zero, protejan a Anaciel! - terminó por
decir el Diablo y se enfrentó a los demonios con su espada en la mano derecha y la
otra totalmente desarmada.
La fuerza y destreza que desplegaba eran impactantes, Noré era un guerrero
formidable, al igual que sus hermanos, un soldado del infierno.
En medio de la adrenalina un pensamiento atravesó su cabeza, Anaciel no conocía
ese lado salvaje y violento de él, temió que al presenciar eso ella le tuviese miedo.
Pero rápidamente se dijo a si mismo que ya no era importante si le temía, mientras
pudiese sacarla sana y salva de allí.
El enfrentamiento duró apenas unos minutos, Noré había resultado victorioso y
rápidamente escapó del palacio de Hazar. Al salir del mismo se dirigió a las
enormes puertas que estaban por fuera del lugar, una llevaba al primer reino, el
del orgullo, mientras que la otra al suyo, el infierno de la ira.
Su intención era ir hacia el reino del orgullo, pero aquella puerta estaba sellada con
una poderosa magia. Así que sin más opción, y viendo que otros demonios venían
por ellos, decidió volver a su reino ya en la compañía de Anaciel.
Atravesaron la puerta y él velozmente la cerró con su magia para que más nadie
pudiese cruzar.
Podía escucharse como las criaturas intentaban atravesar sin éxito, agitado, Noré
resoplaba de alivio ante la mirada de una Anaciel aún confundida por la situación.
Con todo lo sucedido él ni siquiera había tenido la oportunidad de hablarle de
manera apropiada, se acercó a ella con esa intención, pero al verla se dejó llevar
por la emoción y la abrazó con todas sus fuerzas - No sabes cuánto deseaba volver
a abrazarte... moría por tocarte una vez más... mi ángel...- dijo con ternura.
Anaciel se sonrojó, y en un susurro preguntó - Quién...eres?...-.
Mientras tanto en algún lugar del quinto infierno, Hazar se encontraba en el
templo del Espectro, entregando su sangre para conjurar la poción - ¿Con esto será
suficiente? - preguntó el Diablo, dejando caer la sangre que brotaba de la palma de
su mano.
- Sí señor, se lo aseguro - respondió Arza.
En ese momento se hizo presente el quinto príncipe y guardián de la Codicia,
Salomón - Así que aquí estabas - dijo mientras veía a Hazar cerrar su herida.
- Que sorpresa Salomón, ¿qué te trae por estos rincones? -
- Este es mi territorio, es normal que me interese si veo movimientos extraños, y
más si se trata de ti Hazar...-
- Sí!, ¿y ahora que tramas Hazar? Je je - Rio una voz desde la oscuridad, era Kalir,
sexto príncipe y portador de la Gula.
- ¿Tú también Kalir? - se sorprendió Hazar.
- ¿Y qué esperabas?, todos hablan de que regresaste de afuera con un ángel en tus
brazos, quiero saber más al respecto. Tú y Noré nunca dejan de entretenernos,
¿verdad? Ja ja - rio con sarcasmo.
- ¿Un ángel?, así que finalmente lo hiciste... la trajiste hasta aquí - continuó
Salomón.
- Así es, ¿Lo dudabas? - sonrió Hazar.
- De ti ya nada me sorprende, pero si estás en este lugar es porque tramas algo
más. ¿Comprobaste que se trata de ella? -
- Sí, es ella, es Anna -
- ¿Y qué piensas hacer ahora? -
- La convertiré en un demonio, es la única forma en que los ángeles no podrán
quitármela -
- ¿Convertirla en un demonio?... ¿sabes que ella puede morir verdad?... si fuese
humana sería posible, sus cuerpos son más maleables, pero en un ángel su
naturaleza divina buscará rechazar la maldición y moriría en el proceso... -
- Sí, sé que es una posibilidad -
- ¿Y qué harás si eso sucede?, eres consciente de que Noré te matará si algo le
ocurre a ese ángel, ¿Es lo que estás buscando? -
- Ja ja, no me interesa pelear con mi hermanito, si logró convertirla en un demonio
será mía y si muere de todos modos su alma ya me pertenece, haga lo que haga
Noré está batalla ya la he ganado -
- Bueno, de todos modos es como si estuviese haciéndole un favor al tratar de
convertirla, de quedarse como un ángel no sobrevivirá en este lugar por la
atmósfera del infierno, a menos que la tengas encerrada en una de tus jaulas - dijo
Kalir.
- Así es -
- Sí llegase a morir, ¿me dejarías comer su corazón? Los corazones de las mujeres
hermosas son deliciosos, pero nunca he probado el de un ángel ja ja - preguntó con
cinismo Kalir.
- Ja ja, te aprecio Kalir pero estas demente, jamás te dejaría ponerle un sólo dedo
encima, viva o muerta ella es mía - respondió intimidante Hazar.
- ¿Por qué haces esto Hazar?, ¿Por qué vas tan lejos? - interrogó Salomón.
Hazar hizo un breve silencio y reflexionó - Por qué estoy desesperado Salomón...
ahora que la he vuelto a encontrar siento que si no la tengo me muero... ustedes no
lo entienden por qué no saben lo que se siente, ni siquiera yo termino de
entenderlo... Sólo sé que el cuerpo me lo pide, los recuerdos me abruman... con
sólo verla se despierta toda clase de emociones en mi... y si Noré quiere quitármela
tendrá que matarme, si es que puede... - declaró Hazar con una mirada llena de
fuego...
Capítulo 3
Recuerdos en el infierno 🌷

- ¿Quién eres?...- preguntó nuevamente Anaciel.


- Yo... soy Noré - respondió él.
- Noré?... ¿Eres un Diablo también?...-
- Sí...-
Ella lo miró en silencio por un segundo - ¿Por qué tú- - intentó preguntar pero
repentinamente se sintió mal.
- Anaciel!, ¿Qué ocurre?, ¿Te sientes mal? - se preocupó Noré.
- Estoy... mareada.... y muy cansada...- terminó de decir ella y se desvaneció.
Él la tomó en sus brazos - Está respirando...- dijo aliviado, subió a Belzet cargando
con ella y se marcharon a su palacio.
A llegar al mismo fueron recibidos por un sirviente principal - Señor Noré - dijo el
demonio.
- Garono ven conmigo - ordenó el joven Diablo mientras cargaba a Anaciel.
La llevó hasta su cuarto y la recostó en su enorme cama mientras ella aún seguía
sin reaccionar - ¿Qué le ocurre Garono?, ¿Por qué se siente mal? - preguntó Noré.
- A simple vista señor puedo decir que es por la atmósfera del infierno, puede
resultar tóxica y consumir su energía por ser un ángel, lo mismo pasaría con usted
en el paraíso - respondió él sirviente.
- Entiendo... ¿No hay nada que pueda evitarlo? -
- Veré que puedo hacer, tenerla en un lugar cerrado sin respirar directamente el
aire de fuera la hará sentirse mejor, pero aun así... -
- Lo sé, ahora entiendo por qué Hazar la tenía en esa jaula. Sabía sobre esto... -
comentó Noré mientras acariciaba el rostro de ella - Garono, manda a llamar a
Vittorio, necesito hablar con él -
- Entendido señor, enviaré por él - dijo el sirviente y se marchó de la habitación
cerrando la puerta.
- Te prometo que te sacaré de aquí... sea como sea... no te dejaré morir en este
lugar...- susurró el joven Diablo mientras se acercaba más a Anaciel, que aún
permanecía dormida, y con ternura robó un suave beso de sus labios, para luego
quedarse a su lado esperando a que despierte mientras tomaba su delicada mano.
Al tiempo Anaciel despertó sobresaltada, y lo primero que vio fue a aquel Diablo
que le sonreía amablemente - ¿Cómo te sientes? - preguntó él.
- Bi... bien - respondió confundía aún - ¿Qué me ocurrió? -
- Te desmayaste por respirar el aire del infierno, pero aquí dentro estarás bien -
- ¿Dónde estamos? -
- Este es mi palacio -
La joven ángel miró a su alrededor y notó que, aunque estaba en una cómoda
cama, toda las aberturas de la habitación estaban cerradas - ¿Soy... tu prisionera
también?...- preguntó mientras intentaba cubrirse con la sábana.
- No, no, tranquila... yo sólo quiero ayudarte -
-¿Ayudarme?... nosotros nos conocemos?...-
- Si, somos... amigos - respondió dudoso Noré, no quería asustarla con
sentimientos de amor, ya que sabía que Hazar seguramente le había hecho pasar
un mal momento por lo mismo, y continuó - Le di mi palabra a Zarasel de que te
sacaría de aquí, después de todo soy un príncipe del infierno y todo lo que afecte a
mantener cierto equilibrio entre nuestros mundos también me incumbe -
- ¿Conoces a Zarasel? - se sorprendió ella, si conocía a semejante guardián Anaciel
comenzó a pensar que él le estaba diciendo la verdad.
- Así es, primero debo romper el pacto de sangre que mi hermano te obligó a hacer,
de esa forma lograré que tu alma pase por las puertas principales del infierno -
- ¿Eres el hermano de Hazar?... ahora entiendo... por eso es que él dijo que sentía el
olor de su hermano en mi... ¿Eras tú no es así?, así que en verdad somos amigos...
pero... ¿Por qué no puedo recordarte?...- preguntó mientras se acercaba más a él
para tratar de reconocer su rostro.
- Te lo explicaré luego... ahora necesito que me digas que te hizo él, ¿Te dijo que
planea? -
- Todo fue muy confuso... dice que soy Anna... y que me convertirá en un demonio,
así los ángeles no podrán venir por mi...-
- ¡¿CONVERTIRTE EN UN DEMONIO?!, ¡ese infeliz ha perdido la cabeza! - dijo
molesto Noré.
- Todo esto me da miedo... sólo quiero salir de aquí... me siento muy indefensa a su
lado...- comentó con lágrimas en sus ojos Anaciel.
- No llores por favor... no tolero verte triste...- la consoló él mientras secaba
delicadamente sus lágrimas con su mano, ella se sorprendió con ese gesto - Te
sacaré de aquí y podrás volver a bailar en el bosque... como a ti te gusta...-
- Eh?... como lo sabes?...-
Noré sólo sonrió y continuó - Debes sentirte incómoda con esa ropa, te traje este
vestido, es de los que te gustan usar -
Anaciel miró a su lado y sobre la cama había tendido un hermoso vestido,
efectivamente era de los que ella amaba llevar puesto. Volvió su mirada a él y
preguntó - ¿Cómo es que sabes tanto de mi... y yo apenas conozco tu nombre?...-
- Ya te lo dije, somos amigos...- sonrió nuevamente él y se puso de pie - Bueno, te
dejaré descansar, todo esto debe ser demasiado para ti. Iré a resolver unos asuntos
pero volveré por ti... No es mi intención que te quedes encerrada en esta
habitación. Puedes recorrer todo el lugar si quieres - dijo mientras se acercaba a la
puerta.
- Noré...? -
- ¿Si? -
- Gracias...-
- No me agradezcas... es lo mínimo que puedo hacer, todo esto es mi culpa... No he
hecho más que meterte en problemas desde que te conocí...- terminó de decir con
misterio y se marchó cerrando la puerta.
Anaciel quedó pensando sobre sus últimas palabras sin entender a qué se refería.
Todo era muy confuso, ¿Cómo podía ser que el mismo día se topase con dos
Diablos tan distintos entre sí?, uno posesivo y lujurioso, el otro amable y
encantador.
No sabía qué hacer, Noré era un misterio para ella, aunque no podía recordar nada
de él, quería confiar en sus palabras. El hecho de que supiese sobre ella en el
bosque y los vestidos que usaba le daban el indicio de que al menos no mentía
cuando decía conocerla.
Se quedó recostada en aquella cómoda cama un tiempo más, luego se colocó el
vestido que le dio y se propuso salir a explorar aquel lugar, pero al abrir la puerta
se topó con que fuera de esta estaban apostados los perros de Noré.
Eran enormes, Anaciel no pudo evitar impresionarse, ni siquiera se atrevía a cruzar
entre medio de ellos. En ese momento apareció el joven Diablo - Ah!, disculpa,
olvide decirte que dejaría a Belzet y Zero cuidándote, ¿quieres salir?. Ven, no
tengas miedo - .
Ella pasó temerosa al lado de ambos hasta llegar a él - ¿Te asustan? - le preguntó.
- Sí... se ven feroces -
- Dame tu mano, déjame mostrarte algo -
Noré tomó su mano y la colocó lentamente sobre la cabeza de Belzet, para sorpresa
de Anaciel el perro se mostró completamente dócil - Belzet y Zero son mis
sirvientes, ellos te cuidarán siempre que yo no esté cerca -
- Increíble, son muy suaves... se ven tan agresivos -
- ¿Lo ves?, no siempre lo que parece malo en verdad lo es - le dijo mientras la
miraba a los ojos sonriendo.
Anaciel sólo pudo observarlo en silencio.
- Ven conmigo, te mostraré el resto del lugar - continuó él, y la guio tomando su
mano.
Era un palacio en verdad enorme, rodeado de lujo en un estilo gótico y servido por
pequeñas y extrañas criaturas, demonios que seguían fielmente las órdenes del
Diablo.
Mientras caminaban por uno de los pasillos ella preguntó - Dices que eres un
príncipe del infierno, ¿Entonces eres un guardián? -
- Así es, soy el guardián del infierno de la Ira -
- ¿Y qué significa ser un guardián? -
- Yo me encargo de custodiar las almas que han muerto bajo el pecado de la ira,
una vez que han cumplido sus sentencias se ve la posibilidad de liberarlas para así
reencarnar -
- Es increíble, no lo sabía en detalle -
- Sí, se podría decir que somos los que hacemos el trabajo sucio después de la
muerte... en realidad nunca fue de mi interés ser un guardián, pero mi padre nos
obligó a competir entre nosotros para así asignarnos un infierno a cada uno de la
hermanos -
- ¿Tienes más hermanos? -
- Sí, somos siete en total -
- ¡¿Siete?! - se sorprendió ella.
- No te preocupes, trataré de que no te causen problemas - sonrió él - Llegamos,
quería mostrarte este lugar...- dijo él y abrió una enorme puerta que daba paso a un
bello salón.
- Que hermoso es... nunca imaginé que pudiese existir un lugar así en el Infierno...-
exclamó asombrada Anaciel.
- Cualquier lugar es hermoso si tú estás...- dijo en voz baja Noré, pero ella pudo
oírlo y quedó mirándolo.
El joven Diablo chasqueó los dedos y una hermosa melodía comenzó a sonar -
¿Música?...- preguntó ella.
Él extendió su mano y dijo - Bailamos...? -.
Anaciel estaba impactada, no podía evitar preguntarse ¿Quién era este Diablo tan
galante?, ¿Qué había detrás de tanta amabilidad?... Sin saber por qué, tomó su
mano y él la acercó más hasta rodear su cintura - Pero... yo no sé bailar...- se excusó
ella.
- Sólo déjate llevar...- la convenció él.
Apenas dieron el primer paso juntos fue como si se conocieran de toda una vida,
bailaban con tal fluidez que parecía que nunca se hubieran separado.
Anaciel se sentía feliz, no pudo evitar esbozar una sonrisa, y él simplemente no
podía dejar de mirarla con ternura.
Cuando la música acabó, ambos quedaron en el medio del salón, mirándose
fijamente, se podía sentir cierta tensión entre ellos.
Hasta que ella rompió el silencio con una pregunta - ¿Quién eres en verdad?...-.
Noré sonrió - Alguien que haría lo que sea por ti... mientras me mires así...- y besó
su mano.
La joven ángel se ruborizó por completo, sintió que su corazón se aceleró
terriblemente, y en eso alguien tocó la puerta, era Garono - Señor Noré, ¿podría
venir un momento?, lo necesitamos - dijo el sirviente.
- Discúlpame Anaciel, regreso en un momento. Siéntete libre de estar donde
quieras, Belzet y Zero estarán cerca -
- Gracias...- dijo ella aún apenada y Noré se retiró.
Estaba aturdida por sus emociones, ¿Qué es lo que le sucedía?, ¿Era posible que se
sintiera atraída por ese Diablo?
Decidió quedarse en ese salón tratando de tranquilizar su corazón.
Pasó un tiempo allí sentada y en un momento notó que el techo era bastante alto
así que, para matar el tiempo, decidió intentar volar, ya que si pasaba mucho
tiempo sin hacerlo sus alas se volvían perezosas y olvidaba como hacerlo
correctamente.
Lo intentó varias veces, pero sumado a la debilidad de su cuerpo por el ambiente
ni siquiera podía elevarse unos centímetros del suelo.
En ese instante llegó Vittorio, luego de recibir el llamado de Noré.
Iba por el pasillo cuando, por entre medio de una puerta apenas abierta, vio a
Anaciel. Estaba de espaldas a él, decidió intentarlo una vez más y desplegó sus
hermosas alas. Vittorio quedó impactado, nunca antes había visto a un ángel de
cerca. Logró volar hasta el techo pero inesperadamente una de sus alas falló
comenzando así a caer, rápidamente Vittorio entró al salón y la atrapó entre sus
brazos evitando que se lastimase.
Cruzaron miradas por un momento, definitivamente ella no se parecía a nada que
hubiese visto antes ya que Vittorio, por propia voluntad, nunca había salido del
infierno. Le parecía extraña pero hermosa - Gracias... - dijo ella aún asustada por la
caída.
- Estas... bien?...- preguntó él que no podía dejar de mirarla y la bajó
delicadamente.
- Sí, debo haber fallado por el cansancio -
- No deberías intentar volar si no tienes fuerzas, te harás daño...-
- Tienes razón, lo siento...-
- No es para que te disculpes...-
- Es que siento que hace mucho no muevo mis alas, y si no lo hago pierdo la
costumbre -
- Entiendo... - dijo Vittorio manteniendo cierta distancia, pero por dentro pensaba
en lo hermosa que era.
En ese momento apareció Noré - Vittorio?, ya estás aquí - se sorprendió.
- Acabo de llegar...-
- Ya veo, Anaciel él es uno de mis hermanos, Vittorio, el cuarto príncipe - lo
presentó.
- Así que es tu hermano... gracias por lo de antes Vittorio - agradeció nuevamente
ella.
- No fue nada...-
- ¿De qué hablan?, ¿Qué ocurrió? - preguntó Noré.
- Estaba intentando volar pero mi ala falló y caí, Vittorio evitó que me lastimara
atrapándome -
- ¿Tú Vittorio?, eso es raro en ti - agregó Noré.
- No es para tanto...No podía dejar que se lastimara, sé lo que es ella para ti...-
- ¿Qué quieres decir? - preguntó ella.
- No es nada Anaciel, no le hagas caso - irrumpió Noré - Discúlpanos, pero debo
hablar a solas con mi hermano -
- Esta bien - dijo ella, y ellos se retiraron a hablar al balcón.
- ¿Qué fue eso de recién?... No me digas que no le has dicho quién eres - interrogó
Vittorio.
- No. Ella no me recuerda... y para no asustarla como Hazar le dije que éramos
amigos -
- Ya veo... -
- Me siento miserable, porque una parte de mi está feliz de tenerla aquí pese a las
circunstancias -
- Sí, todo es una locura... entonces?, ¿de que querías hablar?...-
- Seré directo, necesito pedirte dos favores -
- ¿Dos favores?... interesante...-
- Para sacarla de aquí primero debo deshacer el pacto de sangre con Hazar, el
único que podría hacerlo es Loxur, pero cuando intenté pasar al primer infierno la
puerta estaba sellada, seguramente el maldito de Hazar lo hizo. Así que necesito
que le pidas a Rustem que nos traiga la joya de transporte, esa que está en la
entrada principal y transporta las almas a los infiernos. Con ella podremos ir
directamente al reino del orgullo sin la necesidad de pasar por la puerta. "
Como Rustem es el único capaz de volar, puede alcanzarla a la altura que está -
- ¿Y por qué no se lo pides tú?...-
- Ya sabes que Rustem es bastante volátil y si yo se lo pido sólo jugará conmigo, en
cambio contigo es más serio, te escuchará -
- Comprendo... ¿y el segundo favor?...-
- Ese sería en caso de que no hallemos a Loxur a tiempo, tendré que recurrir a la
segunda opción...-
- ¿Te refieres a...-
- Sí, mataré a Hazar. Sé que por propia voluntad no la liberará así que no me dejará
más opción que matarlo para romper el pacto...-
- ¿Estás seguro de hacer eso?... sabes las consecuencias...-
- Sí, por eso el segundo favor sería que si algo me pasa tú seas quien la saque de
aquí luego de liberarla -
- Entiendo...-
- Lamentablemente todo está en contra de ella, Zarazel me dio un plazo de tres
días para sacarla de aquí, pero de la forma que este lugar le afecta, no resistirá... y
para peor Hazar quiere convertirla en un demonio a riesgo de que pueda morir -
- ¿Convertirla en un demonio?... definitivamente está loco -
- Al paso que va ni siquiera podré sacar su alma de aquí, ese desgraciado la tendrá
para siempre... ¿Qué dices?, ¿Me ayudarás? -
Vittorio hizo un breve silencio, miró hacia dentro del palacio y vio a Anaciel
acariciando a los perros de Noré - Dime... ¿De verdad vale la pena ir tan lejos por
ella?...- preguntó.
Noré volteó a verla y respondió - No tienes idea... haría cualquier cosa por ella. Tal
vez si algún día te decides a salir al mundo exterior te enamores de alguien así
como lo hice yo -
- No gracias... Prefiero seguir así y no exponerme a hacer tantas estupideces como
ustedes - dijo con sarcasmo Vittorio.
- Ja ja, tienes razón... pero es algo que no se puede controlar. ¿Me ayudarás? -
- Esta bien... Iré a hablar con Rustem...-
- Sabía que podía contar contigo, te estaré siempre en deuda -
- Dejémoslo ahí... volveré apenas tenga novedades -
- Entiendo, gracias -
Vittorio hizo un gesto de saludo en silencio y se marchó.
Mientras tanto, en el segundo infierno, Hazar acababa de regresar a su palacio,
topándose con el rastro de sangre y destrucción que había dejado Noré a su paso.
Cuando fue a la habitación donde tenía a Anaciel, se encontró con la jaula
destruida y unas pocas plumas que habían quedado en ella.
- Así que se la llevó el infeliz... -
- Disculpe señor Hazar, no pudimos detenerlo...- dijo el sirviente.
- No te preocupes, conozco a Noré, sé de lo que es capaz - respondió mientras
tomaba una de las plumas y la admiraba - Actuó más rápido de lo que esperaba...
pero sólo necesito pensar como el salvaje de mi hermano para adivinar qué hará...
y creo que ya sé que es lo que planea... pronto la recuperaré...-.
Luego de todo lo sucedido Noré fue hasta su habitación, allí estaba Anaciel, se
había quedado dormida nuevamente debido a la falta de energía.
Se sentó a su lado en la cama y notó que ella lloraba entre sueños, era la primera
vez que la veía así.
Delicadamente con su mano secó sus lágrimas y ante ello Anaciel despertó -
Disculpa no quería despertarte - se disculpó él.
- No te preocupes... estoy bien - respondió ella mientras se sentaba a su lado en la
cama.
- Es que te vi llorando y pensé que tenías un mal sueño -
- No era eso... de verdad estoy bien... pero tú sí te ves preocupado, ¿Qué ocurre? -
- Debo sacarte de aquí lo antes posible... Vittorio me ayudará, pero igual siento que
el tiempo se agota...-.
Anaciel sólo lo miraba en silencio - Pero no temas, encontraré la manera, te lo
prometo - continuó él.
Ella tocó su mano y dijo - No tengo miedo, yo confío en ti... Noré -
- Eh?...- se sorprendió el joven Diablo e inesperadamente Anaciel le dio un tierno
besó en la mejilla.
Noré quedó impactado por aquella acción, pero no sólo por eso, también por la
forma en que dijo su nombre con tanta confianza - No puede ser... Anaciel... tú... -
trató de preguntar él.
Ella sólo lo miró con una dulce sonrisa - Siempre fuiste tú verdad?... eso tan
importante que no podía recordar... eras tú...- dijo y una lágrima rodó por su
mejilla.
Aquellos gestos de amor y frases sueltas al azar habían hecho un sendero de
migajas en la mente de Anaciel, logrando armar parcialmente un rompecabezas en
su cabeza mientras dormía, y llegando a recuperar parte de sus recuerdos tan
preciados...
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