El Angel Que Baila Con El Diablo
El Angel Que Baila Con El Diablo
El Angel Que Baila Con El Diablo
Había una vez un hermoso y curioso ángel que bajaba a la tierra de los humanos
para espiarlos, su nombre era Anaciel. Ella amaba su música, bailes y fiestas, ya
que en el paraíso aquellas actividades mundanas estaban prohibidas. Moría de
ganas de participar de uno de esos festejos, pero al no poder ocultar sus alas
observaba a aquel pueblo desde la oscuridad del bosque que estaba junto a él.
Así, esperaba a que la música comenzara y bailaba en soledad entre medio de
aquellos árboles.
Un día fue descubierta por un demonio que también visitaba la tierra en busca de
diversión, pero no era cualquier demonio, este era un príncipe, un Diablo llamado
Noré. A él le entretenía verla bailar, le parecía graciosa y muy bella. Como todo
Diablo era un maestro del engaño y por ende podía tomar la forma que él quisiese,
así que se transformaba en diferentes animales para estar cerca sin que Anaciel lo
notase, hasta el momento en que decidió hacerse presente ante ella. Le confesó que
hacía un tiempo la observaba en secreto y le preguntó que buscaba en la tierra, ya
que sabía que las leyes de los ángeles eran más rigurosas y tenían prohibido el
contacto con los humanos, no así los demonios que podían hacer y deshacer a su
gusto.
Ella tímidamente respondió que amaba las fiestas que hacían pero al no poder
participar en ninguna permanecía oculta allí para admirarlos de lejos. Fue entonces
cuando una idea cruzó la mente de Noré - Yo puedo ir y venir entre los humanos,
con mi magia logro cambiar mi apariencia. Si lo deseas puedo hacer lo mismo
contigo - le propuso
- ¿Por qué me ayudarías?, ¿Qué esperas a cambio? - desconfió ella
- Que bailes conmigo, ¿Es mucho pedir? - sonrió él
Anaciel no podía evitar dudar, desde pequeña le habían enseñado que no debía
confiar en los demonios, que eran seres malos. Pero su deseo de poder participar
en una de esas fiestas era tan grande que decidió aceptar su propuesta.
Así el diablo uso su magia, ocultó las alas de ella y cambió su color de cabello,
luego hizo lo mismo sobre él para desaparecer sus cuernos y cambiar sus rasgos.
Anaciel estaba sorprendida, nunca había visto una habilidad así, definitivamente él
era un ser poderoso.
Noré la tomó de la mano y la llevó hasta el pueblo, la ansiedad se iba haciendo
cada vez más fuerte en el pecho de ella.
Al llegar pudo descubrir que aquella música provenía de una alegre taberna cuyos
clientes siempre estaban dispuestos a celebrar.
Ella no podía ocultar el brillo en sus ojos y él, galante, la invitó a bailar
- Pero... ¿y si no puedo hacerlo bien?...- dudó Anaciel
- Sólo déjate llevar...- le susurró Noré mientras con el brazo derecho tomaba su
cintura, y con la izquierda su delicada mano.
Decidió hacerle caso y se dejó guiar por aquel misterioso demonio que la miraba a
los ojos de forma seductora. Ella no ocultaba su alegría, sus movimientos fluían
perfectos con los de él. No tardaron en llamar la atención, a la vista de todos era
una joven pareja, ninguno de los presentes podía jamás imaginar que un ángel y
un diablo bailaban en el medio del salón.
Luego de ello, Noré la invitó a probar la comida y bebida hecha por los humanos,
él se desenvolvía con total naturalidad entre ellos, dejando en claro que no era la
primera vez que lo hacía.
Así la noche transcurrió entre risas y baile, sorprendentemente para Anaciel había
pasado una velada inolvidable en compañía del ser menos pensado.
Antes de que la oscuridad desapareciese por completo se dirigieron nuevamente al
bosque, recuperando así sus verdaderas apariencias
- Quiero agradecerte por lo de esta noche, ha sido como un sueño para mí...
confieso que al principio dude de ti, no podía creer que lo único que quisieses a
cambio fuese bailar - dijo ella
- ¿Y quién dijo que era lo único que quería a cambio? - sonrió con picardía él
- ¿Qué quieres decir? -
Noré se acercó rápidamente a ella, le tomó el rostro y de sus labios robo un tierno
beso. Anaciel quedó inmóvil por un momento, aquel gesto fue totalmente
inesperado, provocando que se sonrojara por completo
- ¿De verdad creíste que estaría al lado de un ser tan bello como tú y simplemente
me conformaría con bailar? - sonrió él mientras aún acariciaba su rostro
- Yo... no...- continuaba ella sin poder ordenar sus pensamientos
- Me gustaste desde la primera vez que te vi y desde entonces no has salido de mi
mente -
- Pero... no puede ser...-
- ¿Por qué no?, ¿Crees que por qué somos distintos no podría poner los ojos en ti?,
soy un Diablo, las normas no van conmigo - continuó seduciéndola.
Ella, avergonzada, se tomaba el rostro mientras evitaba mirarlo directamente por
que era consciente de que algo en él también la atraía, temía ser ingenua y que
aquel atrevido Diablo sólo estuviese jugando con ella, después de todo era la
primera vez que tenía contacto con uno de ellos.
- Por favor mírame y dime que sientes - insistió Noré mientras volvía a acercarse
- L-lo siento, será mejor que me vaya... - respondió ella, se dio media vuelta y
lentamente comenzó a caminar hasta invocar una puerta al paraíso.
Él simplemente sonrió, aquella reacción tímida le parecía simpática, y al verla irse
le dijo en voz alta - ¡Sí deseas volver a vivir lo de esta noche sólo ven aquí!,
Siempre estaré esperándote... -
Anaciel volteó por última vez sólo para ver que la observaba con un gesto de
satisfacción en su rostro, todo había sido tan repentino, no sabía que pensar, si
creer o no en sus palabras. Pero que el Diablo tuviese la habilidad de engañar no
quería decir que todo en él fuese falsedad pues, como todo ser, también poseía un
corazón.
Al día siguiente la mente del ángel estaba llena de sentimientos encontrados, trató
de reflexionar sobre lo ocurrido la noche anterior, y si debía ser completamente
honesta consigo misma tenía que aceptar que había disfrutado mucho de la
compañía de Noré, incluso de aquel beso robado. Así que, llenándose de valor,
decidió ir al mundo humano esa noche, sin si quiera tener certeza de que él estaría
allí.
Ya en el bosque sus latidos no dejaban de acelerarse, ¿Cómo debía actuar?, ¿Qué
respuesta le daría?, ¿De verdad él asistiría?, las preguntas no paraban de
acumularse en su cabeza y con ellas los nervios sólo iban en aumento. Pero todas
sus dudas desaparecieron cuando él nuevamente se hizo presente ante ella.
Sorprendida, sin querer exclamó - ¡Viniste! -
Noré no pudo evitar reír - Claro que vendría, ¿Creíste que mentía? - le dijo
mientras se acercaba más a ella.
- Bueno... yo...-
- Es verdad que tenemos la habilidad de engañar con facilidad pero por esa misma
razón cuando decimos la verdad tiene más peso que cualquiera. Y cuando
queremos algo lo hacemos con más fuerza que ningún otro...- terminó mirándola
directo a los ojos.
Anaciel se sentía muy tímida a su lado, aquel Diablo la hacía estremecer con sus
palabras tan directas, tenía una personalidad avasallante. Él era consciente de ello
y parecía divertirse avergonzándola.
- ¿Y bien? ¿Que buscas de mí? - preguntó mientras la arrinconaba contra un gran
árbol
- Eh? ...-
- Yo ya te dije el por qué estaría aquí, porque me gustas. ¿Y tú por qué?, ¿Acaso
esperas otro favor de mí? - continuó
- Yo...- comenzó a sentirse nerviosa y evitaba mirarlo
- Dime -
Anaciel apoyó su mano derecha en el pecho de él, lentamente levantó la vista y le
respondió - Porque me gusta estar contigo... -
Noré se sorprendió con aquella respuesta, no esperaba que le dijese algo así y más
aun viéndolo con esos enormes y hermosos ojos verdes. Con su pureza había
logrado hacer sonrojar a aquel Diablo impetuoso.
Él sonrió amablemente y le dijo - Sí me miras así haré lo que sea por ti...- tomó su
mano y la besó con ternura.
Para ella era un misterio, quería saber más de él, era atrevido pero a la vez tan
dulce - ¿Deseas que vayamos nuevamente al pueblo? - le preguntó
- Me gustaría mucho...- respondió Anaciel
- Entonces no perdamos tiempo, quiero aprovechar cada segundo contigo -
terminó él.
Nuevamente pasaron una noche increíble entre la gente de pueblo, ocultos bajo
aquel hechizo.
Cuando llegó el momento de partir, una vez más se encontraban solos en la
oscuridad del bosque - Ya es hora de que regrese...- dijo el ángel.
Noré le tomó la mano - Espera, ¿Acaso no me darás nada a cambio por lo de hoy? -
dijo con una sonrisa seductora.
Anaciel lo miró en silencio por un momento y se acercó tímidamente hacia él, Noré
no entendía que pretendía hacer hasta que vio que ella lentamente cerró sus ojos y
quedó de pie frente a él, como esperando a que la besara igual que la noche
anterior. Ese gesto inocente terminó de robar por completo el corazón del Diablo,
quien no desaprovechó la oportunidad para besarla dulcemente mientras la
rodeaba con sus brazos.
Así fue como inicio aquella historia de amor prohibido, que echaba raíces en la
tierra de los humanos. Con el paso del tiempo aquellos sentimientos se
fortalecieron más, a su lado aquel Diablo aprendió lo que era amar, y ella
comprendió que nunca debía dejarse guiar por los que otros pudiesen asegurar, ya
que sólo con sus propios ojos debía ver para poder juzgar.
Era su mayor secreto, nadie podía saber de su amor, sus encuentros en el mundo
humano eran puro romance y pasión. Ella amaba su rebeldía y desparpajo, y él su
dulzura y alegría. Podían entregar el corazón en las manos del otro sin dudar. Pero
por más cuidadosos que fuesen sabían que en algún momento alguien de sus
mundos podría descubrirlos, así que vivían su relación como si no hubiese un
mañana, llegando incluso a hacer el amor una noche que se hospedaron en el
pueblo.
No sabían que sería de ellos en un futuro, pero decidieron dejarse llevar por sus
sentimientos.
Hasta que aquello tan temido por Noré ocurrió, esa noche, simplemente, Anaciel
no llegó.
Él la esperó nervioso en aquel bosque, pero nunca apareció, y así varios días más.
El Diablo se sentía morir por dentro, necesitaba saber que había ocurrido con su
amada pero no quería iniciar un conflicto con los ángeles, necesitaba pensar
claramente las cosas. Hasta que finalmente ella un día regresó a él.
Allí le contó que sus superiores la habían descubierto, pero que creían que
mantenía una relación con un humano, como castigo por ello la encerraron por
unos días para que reflexionase. Pero en cuanto pudo nuevamente escapó. Noré
sabía que los ángeles eran muy rigurosos con quienes rompían las normas y que
los próximos castigos sólo serían peores. A él nada le ocurriría, pues en su mundo
era un príncipe y se hacía su voluntad. Pero la peor parte la llevaría ella y no
podría hacer nada para salvarla pues su límite era entrar en guerra con ellos.
Aquella situación despertaba toda la furia del Diablo pero Anaciel con su dulzura
lograba aplacarlo diciendo que podía soportarlo. Esa noche ella le pidió que no
pensase en nada más que amarla y Noré respeto cada uno de sus deseos.
Cuando llegó el momento de despedirse - No te vayas, quédate aquí conmigo. Si
regresas ahora a tu mundo temo no volver a verte...- le pidió él
- Te prometo que pase lo que pase regresaré... por favor espérame aquí mañana... -
respondió ella mientras acariciaba su mejilla y se marchó.
El día siguiente fue eterno para el Diablo, la incertidumbre oprimía su pecho
evitando que pudiese pensar en otra cosa, hasta que la oscuridad nuevamente cayó
en la tierra de los humanos. El tiempo pasaba y ella no llegaba, Noré comenzaba a
ponerse nervioso, no podía imaginar que le había ocurrido. Hasta que en un
momento, de la nada, Anaciel apareció. Angustiada, se abrazó con fuerza a él, esto
llamó su atención - ¿Anaciel, que ocurre?, ¿Sucedió algo? - preguntó
- Noré...-
De la oscuridad emergió un segundo ángel que venía persiguiéndola - ¡Anaciel si
no regresas ahora mismo perderás tus alas y quedarás condenada al destierro! -
exclamó - No puede ser, es un Diablo!, ¡¿Esa es la razón de tus escapes?!, Haz
perdido la cabeza?! -
Noré estaba dispuesto a enfrentarse con él pero ella lo detuvo - No lo hagas Noré...
no te involucres, podrías ocasionar una guerra...-
- ¿Acaso ese Diablo te hechizó? - continuó aquel ángel
- Él no tiene nada que ver, es mi decisión venir aquí y estar a su lado - se defendió
- Una cosa es que espíes a los humanos para observar sus costumbres y otra es que
vengas a estas tierras para reunirte con un demonio, es una deshonra! -
- Vete, diles que no me importa que me quiten mis alas, pero no volverán a
encerrarme jamás - dijo ella con determinación.
- Espero no te arrepientas de tu decisión...- sentenció por último el ángel y se
marchó.
- Anaciel... - susurró Noré
- ¿Puedes quedarte conmigo aquí?...- preguntó ella
- Yo haría lo que sea por ti...- sonrió él.
Se fueron juntos al pueblo y se alojaron en una confortable posada bajo sus falsas
identidades. Ya en la intimidad de la habitación - ¿Qué planeas hacer Anaciel?...
No puedes perder tus alas por esto... - dijo él
- No quiero pensar en eso ahora. En este momento sólo somos tú y yo Noré...-
respondió ella mientras se abrazaba a él.
Esos sentimientos le daban valor, su único deseo era compartir el mayor tiempo
posible con Noré.
Aquel Diablo la amaba y deseaba tanto que el más mínimo gesto de parte de ella
era suficiente para desatar toda la pasión que había en su corazón.
Pasaron días conviviendo en aquel pueblo, se sintieron tan completos juntos que
llegaron a imaginar que tal vez esa es la vida que deseaban tener.
Aquellas noches de romance desenfrenado hacían sentir a Anaciel que no dudaría
en entregar sus alas con tal de estar al lado de Noré. Pero pronto descubriría que
los sacrificios por amor tenían un límite.
Durante ese tiempo no habían vuelto a tener noticias de parte de ese ángel que en
esa ocasión persiguió a Anaciel. ¿Será que habían desistido de la idea del castigo?,
no, todo estaba a punto de volverse más difícil.
Un día llegó a manos de ella una nota en una paloma blanca, provenía del paraíso.
Al leerla quedó impactada, no podía disimular su conmoción - ¿Qué ocurre
Anaciel?, ¿Qué dice? - preguntó Noré que estaba junto a ella.
- Dice que los superiores han decidido perdonarme si regreso ahora, pero de no
hacerlo mi familia será exiliada ya que la unión de un ángel y un demonio es un
pecado de deshonor familiar...- respondió afectada
- No lo entiendo, ¿Por qué tanto interés en ti?, ¿Por qué no simplemente te dejan ir?
-
- Es porque soy candidata a suceder a un arcángel... no es algo que dictamine
nuestra sangre si no el azar. Hace un tiempo fui llevada a un palacio en mi mundo
donde se me prepararía para mi futuro. Algunos estaban al tanto de que venía aquí
porque me gustaba ver las cosas humanas y me lo permitían. Pero seguramente
jamás creyeron que podría encontrar el amor en esta tierra y mucho menos que
sería un Diablo - explicó ella
- Anaciel...-
- Debo admitir que era feliz con mi vida anterior, pero ahora que sé que existe no
concibo otra forma de felicidad que no sea estar a tu lado Noré...- confesó mientras
acariciaba el rostro de él
- Yo me siento igual...-
- No me importaría que me exiliaran, o que arrancasen una por una las plumas de
mi alas hasta quitármelas... Pero no puedo permitir que un inocente sufra por mi
culpa, y mucho menos si son mis padres. Estoy segura de que no saben nada de
todo esto...-
- ¿Cómo lo sabes? -
- Porque si están tratando de convencerme de regresar es porque quieren
solucionarlo entre nosotros sin que nadie se entere, sería un escándalo -
- Creo que puedo ver cuál será tu respuesta...-
Anaciel entristeció su mirada - Perdóname Noré... Pero ese es mi límite...-
El Diablo la rodeo con sus brazos, presionándola contra su pecho - No tienes que
pedirme perdón, lo único que puede hacerme daño es verte triste... sólo quiero que
sepas que lo que siento por ti es para siempre -
- Igual yo... Sí tan sólo fuésemos de la misma raza las cosas no serían tan difíciles...-
suspiró ella
- Tal vez... Pero tampoco nos hubiésemos amado así, nos queremos porque somos
diferentes, porque encontramos en el otro cosas que no conocíamos en nuestros
mundos...- terminó él.
Anaciel decidió responder aquel mensaje diciendo que regresaría esa misma
noche.
Eligieron pasar sus últimas horas juntos en la intimidad de ese cuarto, amándose
en esa pequeña libertad. Antes de irse Noré le pidió bailar una última vez, pero
siendo ellos mismo, sin disfraces, mirándose tal cuáles eran, solos entre esas cuatro
paredes.
Finalmente el tan temido momento llegó, era la hora de despedirse. Fueron hasta el
bosque en el medio de la noche como ella prometió, se entregaría por propia
voluntad.
Allí la estaba esperando un ángel, un poderoso guardián, para llevarla de regreso.
Iban tomados de la mano, aquella imagen impactó al guardián, comprobó que lo
que le habían dicho era verdad, un ángel y un diablo juntos entre los humanos.
Una inmensa tristeza invadió el pecho de Anaciel, no quería soltar la mano de su
amado, él también se resistía a la idea de que se fuese. Resignada, se colocó frente a
él, aunque casi no podía ni mirarlo, y con un tímido beso le dijo adiós.
Comenzó a caminar en dirección a aquel guardián, pero a mitad de camino se
detuvo, volvió corriendo sobre sus pasos y abrazó con todas sus fuerzas a Noré.
- No puedo hacerlo... No quiero dejarte...- decía ella entre sollozos
- Por favor no llores Anaciel... sabes que es lo único que puede herirme...-
- Pero... de sólo pensar que no volveré a verte siento mucho dolor...-
Ella lloraba sin consuelo, Noré se sentía culpable por aquella situación, pensaba
que si no la hubiese buscado, si no la hubiese ilusionado desde un primer
momento, Anaciel no tendría que pasar por todo eso. Fue entonces cuando decidió
tomar una drástica decisión, había una sola cosa que podía hacer para ayudarla -
Mírame Anaciel...- le dijo con una voz serena y la besó apasionadamente - Si algún
día mi recuerdo regresa a tu corazón estaré aquí... esperándote - sonrió él
- A que te refiere- - intentó preguntar ella y de repente Noré besó su frente,
haciendo que cayera inconsciente en sus brazos.
El guardián quedó atónito ante esa acción - ¡¿Pero que les has hecho?! - preguntó
indignado a aquel Diablo que lentamente se acercaba a él cargando a Anaciel para
luego entregársela - Ella está bien, sólo borré de su mente todos los recuerdos que
tenía conmigo...- explicó
- Quieres decir ¿que ella no recordará ni siquiera haberte conocido...? -
- Exactamente - respondió él y comenzó a alejarse.
- Te conozco, tu eres Noré, tercer príncipe del infierno -
- Así es -
- ¿Cómo pudiste posar tus ojos en un ángel?... Acaso te divertiste robando el
corazón de un ser tan puro?...-
- ¿Dices que yo lo robé? - sonrió él - esa criatura que cargas ahí es quien se lleva en
sus manos para siempre mi
corazón - dijo señalándola.
El ángel quedó en silencio por un
momento - Me resulta difícil de
creer tu benevolencia - dijo
- Estás en lo cierto, si por mi fuese
hubiese arrasado con la mitad de
ustedes sólo para que nos dejasen
en paz. Pero sé que ella no quería
que nadie saliese herido por
nuestra causa -
- Eres muy arrogante al afirmar
algo así -
- Claro que lo soy, soy un Diablo -