2 Pedro Cap. 1 Millos 411-416

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CAPÍT ULO I

VIDA EN LA FE.

Introdu cción.

La Segunda Epíst?la de Pedro , es uno de los escritos del Nuevo


Testamento qu~ se estudia Ypredica menos en las iglesias . Acaso el tema
y las referencias a la escatología, hacen que se considere de difícil
interpretación Yde relativa aplicación, por lo que se puentea en el escrito
de las Epístolas del Nuevo Testamento.

Sin embargo, quienes creen en la inspiración plenaria de la


Escritura, deben reconocer que se trata de un escrito apostólico, como
aparece desde el primer versículo en el que el autor se identifica como
Simón Pedro apóstol de Jesucristo ( 1: 1). Por consiguiente, debiera
tenerse al mismo valor que el resto de los libros del Nuevo Testamento
considerándolo , como es, parte de la Escritura, apto por tanto para'
enseñar, instruir y corregir al creyente.

Las advertencias de la Epístola, hacen de ella un valioso


instrumento para el tiempo actual, en el que la doctrina está en continua
confrontación y donde el liberalismo por un lado y el extremismo por
otro, producen serias dificultades en las congregaciones, causando
desazón en las vidas de muchos creyentes. Ese es el objetivo que orienta
el escrito, procurando que los cristianos recuerden permanentemente las
enseñanzas que los apóstoles dieron a la iglesia y que son la base de fe de
cada creyente.

Los errores doctrinales son una triste realidad en el mundo


cristiano-evangélico. Cuestionadores de la inspiración plenaria,
seguidores del sistema espiritualista , con una constante búsqueda de
experiencias sin sustento bíblico , el academicismo que pretende
implantar la teología desprovista de práctica en las mentes de los
cristianos, uniéndose también a esto un fanatizado intento por seleccionar
como única verdad la que la escuela teológica sostiene, están trayendo
graves consecuencias en iglesias y, lo que es más triste, en vidas de
sencillos hermanos que no saben que es y cual no es verdad.

El relativismo produce también serios problemas entre los


creyentes. Este sistema que ha dado paso a la post-ve rdad, procura
destruir los valores absolutos dejando sólo los relativos, que aumentan o
disminuyen de valoración según se requiera en el tiempo y ocasió n. La
2 PEDRO 1
4l2
santidad de vida está en retroceso en muchos cristi?nos, entendiendo que
una separación del pecado es siempre asunto relativo, puesto que lo que
se consideraba pecado ayer, ya no lo es h~y, ~ tampoco. lo se1:á ~11 a~ana,
destruyendo el valor fundamental de la pt ácttca de la vida cristiana que
es la santidad.

Por esa razón, la Epístola toma una importancia grande por las
advertencias continuadas a prestar atención a la verdad enseftada por los
apóstoles y a vivir en la expectativa del regreso de Jesucristo.

Además, y como final de las palabras de introducción, la Epístola


ha sido el libro más cuestionado y debatido en cuanto a su paternidad
literaria. Al tiempo transcurrido para la aceptación en el Canon, por la
iglesia antigua, sigue siendo cuestionado más modernamente por el
liberalismo humanista, luchando denodadamente para que la idea de que
sea considerado como un libro seudónimo tome carta de naturaleza y se
acepte sin reservas.

Introducción general.

Como quiera que los temas que se pudieran considerar aquí


relativos a la Epístola, ya se han tratado con cierta extensión en la
introducción a la primera, se remite al lector a ese apartado. Recordando
aspectos generales de bibliología, como es la formación del Canon, la
hermenéutica que se sigue para el estudio, la Alta Crítica, los aspectos
generales de inspiración y revelación. También se consideró antes el
sentido de interpretación gramático-histórico-literal, que es el modo en
1
que se comentará esta Epístola .

Introducción especial.

Generalidades.

En el sentido más amplio del término como una Epístola Católica 0


Unive~sal, se ajusta mucho más que la primera, puesto que ésta se dirige
a la umversalidad de gente que alcanzó una misma fe ( 1: 1). Es, por tanto,
una auténtica Epístola Universal, aunque todas las del Nuevo
Test~mento, en base a su condición, son para todos los creyentes en todos
los tiempos.

1
Ver todos estos aspectos en Introducción en el capítulo primero del libro.
V 11);\ EN 1,;\ FL.
4 13
Lí:1 l:¡,ís tolo dehe considerarse dentr 0 l • .
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para la v1d, crn, tic1 .1 , en el ~ntorno del c.:ucst1onam icnto de la fe. Además.
1

trata con todo cletallc la . form a r,rop,··,, ele v1·v·1r I·d v1'd a cristiana · · , que
pcrma '.1;ce a lo largo del llcmr,o Y es asumibl e en cualquier circunstanc ia
y oca!--1011 .

La epístola en la iglesia primitiva.

Esta carta no tuvo el reconocimiento unánime que tuvo la primera.


U r,rim er testimonio escrito que se tiene del reconoc im iento de la
l:pístola como escrita por el apóstol Pedro, es el de Orígenes en su
comentario a .Juan 2 , donde admite la autenticidad, pero reconoce que hay
otro~ que no la admiten y en sus obras griegas no se encuentra re fere ncia
alguna de ella. Dídimo hace un comentario a la Epístola. También
Metodio la admite en un fragmento griego 3 • Entre los que la cuestionan
c~tá Eusebio que la califica entre las antilegómenas, y él personalmente
no admite la autenticidad, pero, en ese tiempo ya se imponía el número
de las l'pístolas Católicas de las que se reconocían siete.

Era considerado difícil de probar, en la iglesia pnm1t1va, este


escrito como procedente de Pedro. Tal vez esa sea la razón por la que no
aparece en el Fragmento Muratoríano, aproximadamente sobre el año
150. La iglesia siríaca no la consideró así hasta el s. VI. La tradición
patrística no habla de la autenticidad petrina hasta el s. 111. Tertuliano
~obre el año 240, no la cita. Lo mismo ocurre con Cipriano, muerto en d
24k. Orígenes, fallecido en el 255 es el primer escritor eclesiástico que la
cita, cons iderando personalmente que el escrito es de Pedro, pero con tiesa
que ~e di scutía sobre la autoría4 . Por su parte Euseb io de Ces.íren. muerto
en el 340, la coloca entre los escritos cuestionados, Y él tlll la cnn~idcra
como canónica 5 como escribe: "De Pedro, una e¡>ístola m¡ucllu llamada
la primera, es 'admitida,· y los anli~uos ¡,r,·sl>íteros la 11sm·o11 en sus
prfJ¡1ios escritos s in <'Uest/ona rlo, ¡>ero " {t(Jtll'lla llamada la segunda
epístola no lu hemos r<'f'i/Jido r·omo cmiáni('o, <11111</IH' a 11111t"lws les ha

;, ( ,
Jngcnes. In /,ev hom. 4.4.
~ Mctodí,,. /Je Resurrwtíone.
, Orígenes. In /,ev. / !om. 4, 4.
' Euschio de Cesárea. / /istoriu hdcsíústica, 3,25.
414 2 PEDRO 1
6
parecido útil y ha sido estudiada junto con otras Escrituras " . • Dídimo
de Alejandría, muerto en 398, habla de 2 Pedro como de un escnto falso,
que no pertenece al Canon 7 .

Jerónimo que murió en el 420, se hace eco de estas dudas,


escribiendo a principios del s. IV: "Pedro escribió dos epístolas que son
llamadas católicas, la segunda de las cuales muchos niegan que sea de
8
él a causa de la diversidad de estilo con la primera " • Pero, más adelante
explica la diferencia de estilo, diciendo: "Las dos epístolas que llevan el
nombre de Pedro difieren entre ellas tanto por el estilo como por el
carácter. Por donde descubrimos que, según las necesidades, se ha
servido de diversos intérpretes " 9.

En la iglesia latina no es mencionada por Ireneo, Tertulinao y


Cipriano. Luego del tiempo de Jerónimo se admite en la iglesia latina, sin
reservas, reconocida en el Congreso de Cartago del año 397. Hay
testimonios de Ambrosio y de Agustín. La canonicidad de la Epístola se
recoge en el Decretum Damasi, anterior al año 400. También está
recogida como canónica en la carta de Inocencio I a Exuperio. El
Tridentino la reconoce como escrito canónico en la sesión 4ª. Algunos
entienden que, si bien la canonicidad está fuera de duda, no así la autoría
que no se ha definido, puesto que, a diferencia de la Primera, no hay
tradición unánime en la iglesia.

Sin embargo, se encuentran referencias, además de las citadas


antes, de la autenticidad de autoría donde aparece como de Pedro entre
otros en el Canon del Codex Claromontanus , que contiene las dos
epístolas. Está también en el papiro Bodmer IX, del s. 111. Firmiliano,
obispo de Cesárea de Capadocia, que murió en el 269, en su Epístola a
Cipriano, escribe: "los santos apóstoles Pedro y Pablo, en sus epístolas,
execraron a los herejes y nos amonestaron a huir de ellos Cipriano 10 ",
de modo que como en ningún otro escrito Pedro habla de falsos maestros
o herejes, tiene que referirse a la Segunda Epístola. Metodio, obispo de
Olimpo, en Licia, cita 2 P. 3:8 como obra apostólica. Atanasio, muerto
en el 373, admite la Epístola sin reserva alguna, citándola varias veces 11 •
Lo mismo ocurre con Gregario Nacianceno, fallecido en el 390 12 • Basilio

~ E;e~ett Harris~n. ln~roducción al Nuevo Testamento. Grand Rapids. Pág. 411 .


D1d1mo de AleJandna. Enarraciones in 2 Pe. 3,5.
8
Jerónimo. De vir. llustr. l.
9
Jerónimo. Epístola ad Hedib., l 20, 11.
1
°
11
Firmiliano. Epístola ad Cripriano 75 6
·
Atanas10. Oratio c. Arianos, 1: 16. ' ' '
i2 G . N .
regono acianceno. Carm. Liber I, 12.
YIDA EN LA FE.
415
\itilb•:1
· 111 f¡,/.,·tolo puru resolver un a di scu
_w7. n.:co11occ y cit. a la fpísto/a co mo · s,·ón'3. Ambrosto, · mue rt
o en
escritura sagrada'4.
l·'. 11trc los concilios que recon oce
n la Epístola como canónica y
pdrina, cslÍI el lli¡)(}n ens e del 393
Y el 111 y IV concilios de Carta
los nfios 197 y 419 . go de

Rcsumi~n~lo, lo rcla~ivo a la ª.ce


ptación de la Epístola en la iglesi
anti gua , es una111mc a partir de la a
trntad del s. IV, en adelante.
¡\utor .

No hay duda que en la Ep íst ola


se identifica el autor como "Si mó
Pedro " ( 1: 1), no habiendo otro con n
eso s dos mismos nombres, más que
el apóstol. Se presenta tam
bién como testigo presencia
transliguración ( 1: 16-18). Solo l de la
tres apóstoles estuvieron en el
Jacobo , Pedro y Juan . A nadie, monte:
salvo a Pedro , el Señor hizo pre
sobre su muerte, que mencion dicción
a también en el escrito (1:13
Jn.21: 18). Afirma también hab -15; cf.
er escrito una anterior, siendo
segunda (3: 1). Menciona al apó esta la
stol Pablo como su compañero
ministerio (3: 15). Por consiguie en el
nte, aceptando la autoría, se rem
lector a los datos biográficos sob ite al
re el apóstol en la int rod ucc ión
aparece en el primer capítulo de que
la Pr im era Epístola.
Destinatarios.

Está dirigida a los cristianos en gen


eral, pero, de forma especial, por el
contexto histórico, es para los que
están en las diferentes iglesias de
Menor, lugar donde el apóstol tuv Asia
o ministerio por tiempo. No eran
de años, por lo que de ellos se apr cristianos
ecia en la lectura (2:19-20). Estos
están en peligro de ser arrastrados creyentes
de la verdadera fe, por la enseña
costumbres de los falsos maestros, nza y
que se introducían en las iglesias (2:
13 ss; 3: 17). Estos viciosos y arroga 2 s, 10,
ntes, cambian la libertad cristiana
libertinaje, con lo que dividían las por
comunidades de fieles (2:1-1O).
despreciaban la doctrina bíblica qu Estos
e los apóstoles habían enseñado ( l
forma especial la cristología y la ang :16), de
elología (2:10-12). Estos falsos ma
e.ran ellos mismos y convertían a estros
los adeptos que podían captar, en
licenciosos entregados a los instintos ~om b.res
de la carne. Estos creyentes hab1an
ya advertidos contra quienes preten sido
derían apartarlos de la verdadera fe
(3: 15).

13 B ..
14 as1 ho. Adv. Eun. 5.
Am brosio . De Fide, J, 19; 3, 12.
Epístola 43 , 1O.
416 2 PED RO I

Evidenc ias internas de autoría.

E l autor usa el nombre de Simón Pedro en el saludo (l: l ).


Constituye esto una diferenc ia con la Primera Epístola en la que usa sólo
el de Pedro. Simón no aparece en la forma griega, sino en su adecuac ión
semítica :EuµEwv , literalm ente Simeón.

Quien escribe la Epístola es alguien que anuncia su muerte que


ocurrirá de forma repentin a ( !': 14), lo que parece ser un recuerdo de lo
que el Señor les anunció antes de la ascensió n (Jn. 21: 18). Usa el ténnino
E~ooov, éxodo ( 1: 15), que concuer da con la forma usada por Lucas para
referirse a la muerte de Jesús (Le. 9 :31 ).

El autor manifie sta haber sido un testigo presenc ial de la


transfig uración ( 1: 16), por tanto, tiene que ser o bien Juan, o Jacobo, o
Pedro y, sólo éste puede hablar de este escrito como el segundo ,
concord ando con la primera y segunda Epístolas.

Quien escribe usa el término a"Kr¡vwµa-r0<; , tabernáculo, para


referirse al cuerpo, y fue Pedro el que propuso la erección de tres
tabernáculos en el lugar de la transfigu ración (Mr. 9:5).

Tambié n hace la promesa de dejar a los lectores algo que les


recuerd e continua mente las cosas que él estuvo enseñán doles, que sin
duda compren día aspectos generale s de la vida y enseñan zas de Jesús
( 1: 15). Es posible que estuvies e pensand o en el evangelio, que Marcos
escribir ía como portavoz o intérpre te de Pedro.

Sobre esto escribe el Dr. B. B. Warfiel:

Ciertamente esto parecería promete r un Evangelio. Y tenemos


entonces esta serie: 1 Pedro test(flca de la intimida d que Marcos tenía
con Pedro,· 2 Pedro promete un Evangelio de corte petrino; la
antigüed ad nos dice que Marcos no Jite sino el vocero de Pedro. ¿Quién
podría haber inventado ese término del medio para insertarlo tan
delicada mente en 2 Pedro'! Es así que 2 Pedro parece ser un eslabón en
una cadena natural que queda completada con ella, e incompleta sin ella.
Estas tres fuentes de las cuales se toman los eslabon es son por lo tanto
genuinas 15 ".

15
B. 13. Wurtliel, <.: itado por l•:vcrctl l l11rriso11, pi'tg. 42 1.

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