Problemas Sociales Latinoamericanos MODULO 1 Codigo 71021
Problemas Sociales Latinoamericanos MODULO 1 Codigo 71021
Problemas Sociales Latinoamericanos MODULO 1 Codigo 71021
2022
Universidad Nacional de Mar del Plata - Facultad de Psicología
Problemas Sociales Latinoamericanos
UNIDAD 1.
CONTEXTO MUNDIAL y
GÉNESIS DE LA ESTRUCTURA
……………SOCIAL ARGENTINA
CONTENIDOS
Páginas
PACENZA M.I Más allá de un siglo de condicionamientos internacionales. 1
ANSALDI W. Estado y sociedad en la Argentina del siglo XIX …………..……... 27
LADO Silvana. La metamorfosis del capitalismo …………………………..……… 55
SUNKEL O. Trasnacional y desintegración nacional ………..………..…………. 67
MERINO G. E. Tensiones mundiales, Multipolaridad relativa y bloques
de Poder en una nueva fase de la crisis del orden mundial ..……………….…. 73
SVAMPA M. La sociedad excluyente (capítulos 1º y 2!ª) ………..….…………. 79
Cuatro Claves para leer América Latina …-----…………….…………………………. 111
DALLE P. Estratificación social y movilidad en Argentina (1870-2010) …… 123
LOZANO C. y RAMERI A. Una aproximación a la estructura social
de la Argentina ….…………………………..…………………………………………...….. 145
OTROS RECURSOS de INTERES ………………………………………………….…….. 157
PARTE I°.
ANALISIS SOCIOHISTORICO DE LA ARGENTINA
Unidad 1º:
Objetivos
- Poder analizar las transformaciones y relaciones entre los contextos internacional y
regional, y los procesos nacionales
- Comprender y poder argumentar respecto a la relación entre la dinámica de clases,
y los tipos de desarrollo y las relaciones de dominación en diferentes momentos
históricos.
Contenidos
1.1. Contexto Internacional: De la hegemonía inglesa al surgimiento de EE.UU. como
potencia mundial. La edad de oro del capitalismo. Neo-liberalismo y nuevo
paradigma tecnoeconómico, sus efectos en las relaciones sociales. Las crisis del
capitalismo en el siglo XXI, las disputas de la hegemonía mundial, nuevas
configuraciones regionales-estatales, y disputas en la región. Nuevos bloques en
el espacio multipolar, las alternativas en Latinoamérica: entre proyectos neo-
desarrollistas y socialismos del siglo XXI, y la restauración neoliberal. La inserción
como mercado emergente subordinado o la conformación de un bloque de poder
regional, regionalismos.
1.2. La realidad Argentina: Las etapas de acumulación en Argentina en el siglo XX y XXI,
estrategias de acumulación; Estado, poder, clases dominantes y fracciones de
capital; estructura social. Modelo agro-exportador y división internacional del
trabajo, las migraciones internacionales, sus efectos económicos y políticos.
Modelo de industrialización sustitutiva de importaciones en el marco de la
postguerra, el justicialismo: rol del Estado, desarrollo industrial, alianza de clases,
y mercado-internismo. La fase desarrollista, nuevas alianzas y desarrollo
industrial. Modelo aperturista-neoliberal: dictadura y reformas económicas,
represión y disciplinamiento social. La etapa neoliberal, reformas en el nivel
estructural, institucional e ideológico en las políticas de los ’90, sus efectos
sociales, en la relación Estado-sociedad, en la configuración cultural y las
subjetividades. Crisis del ciclo neoliberal y disputas por un cambio de modelo,
debates: entre un desarrollismo reindustrializador y un extractivismo
reprimarizador, mercado internismo y dinámica exportadora; reestatización,
empleo y protección social. Las experiencias post-neoliberales y de restauración
neoliberal.
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
1. Introducción 2
Las interpretaciones acerca de los vínculos internacionales con América Latina desde
la colonización europea a la actualidad, tienen una importancia crucial para entender
muchas de las luchas políticas, ideológicas y académicas que han atravesado este último
siglo y que se han manifestado en oposiciones irreconciliables, no solo desde lo político
sino también desde los paradigmas que le dieron sustento. Las luchas y enfrentamientos
llevados a cabo en la mayoría de los países de la región en los últimos cincuenta años han
reflejado el carácter nodal de estas interpretaciones y sus efectos en la toma de posición
política.
Desde el punto de vista de las Ciencias Sociales este debate se expresa en las llamadas
teorías de la modernización o desarrollo por un lado, y las teorías dependentistas por el
otro. Las teorías desarrollistas interpretan la relación internacional como un vínculo
necesario para la salida de la etapa de subdesarrollo y el logro del crecimiento
económico, desde una visión positivista, e interpretando al subdesarrollo como etapa
anterior al desarrollo, los teóricos como Rostow aseguran que la inversión de capitales
extranjeros en estas economías posibilitarían el despegue, la salida del subdesarrollo, el
“take off” y la entrada a una economía desarrollada.
Por el contrario los pensadores que se insertan en el marco teórico de la teoría de la
dependencia ubicada en torno a la CEPAL, han puesto en evidencia que son justamente
estos condicionamientos internacionales los que produjeron el desarrollo de los países
centrales y el subdesarrollo de los periféricos. El desarrollo -subdesarrollo, es visto como
dos caras de una misma moneda, en un único contexto mundial en el cual los
condicionamientos económicos y políticos de las potencias hegemónicas hacia nuestros
países posibilitaron el desproporcionado crecimiento de los países centrales y la pobreza
y dependencia de los países llamados periféricos. La categoría dependencia denota, en
primer lugar, la particular forma en que los países de la región se insertaron en el
1
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
2
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
3
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
aquel ni lo uno ni lo otro, y no porque hayan sido fieles a su proyecto feudal o capitalista.
Las diferencias entre el Norte y el Sur de EEUU son prueba suficiente para lo que
estamos señalando: los plantadores del Sur de EEUU emplearon trabajo esclavo y los
colonizadores del Norte fundaron su desarrollo en el trabajo personal en pequeñas
granjas. Siendo que ambos eran ingleses, evidentemente la explicación culturalista deja
de tener fundamento y no puede sostenerse. Los puritanos del Norte no tuvieron
escrúpulos para esclavizar a sus semejantes ya fueran negros o indígenas, se esforzaron
igual que los españoles para reducir a los indígenas al estado de servidumbre, pero las
características de los “piel roja” hacia que no los pudieran reducir a trabajar bajo el
látigo.
En América Latina al igual que los anglosajones del Sur de los EEUU se encontraron
con productos fáciles de exportar con vistas al mercado mundial, pero a diferencia de los
colonizadores del Sur norteamericano, no dependieron de la mano de obra africana ya
que se encontraron con gran cantidad de población indígena fácilmente explotable. En
las colonias españolas cristalizo pronto un sistema de explotación capitalista en gran
escala, basado en el trabajo del indio o del blanco proletarizado, con destino al mercado
mundial. La economía colonial es la producción en gran escala (minas, obrajes,
plantaciones) para el mercado. Los indios comenzaron a producir para el mercado
mundial y local y el señor encomendero vivía con la mente puesta en el mercado.
En el Norte de EEUU los colonizadores también buscaban oro, su interés era igual
que los españoles, pero la zona geográfica que cayó en sus manos no contaba con tan
preciado tesoro, además en lugar de indígenas para someter a la esclavitud, los ingleses
se encontraron con un inmenso territorio de tierra virgen apenas colonizada por los
indios que, preferían la muerte antes que el cautiverio. Al no encontrar, ni masas de
indígenas para explotar ni productos de exportación- agrarios o minerales- requeridos
por el mercado mundial, se organizan a partir del trabajo familiar en pequeñas granjas,
acompañado de la industria artesanal. Los granjeros, producían para el mercado mundial,
pero también intercambiaban entre sí y con los artesanos y a partir de ella fue
entretejiéndose un sólido y extenso mercado interno. Por otra parte, la presencia de
grandes bosques, la cercanía del mar empujaba hacia la construcción de barcos que fue
siendo la base de su producción industrial.
Las diferencias entre las colonias inglesas del norte y las españolas están
determinadas por la riqueza natural de los medios de vida (fecundidad del suelo,
abundancia de pesca, ganado, etc.) y riqueza natural de medios de trabajo (saltos de agua,
ríos navegables, maderas, metales, carbón, etc.)3.
En el sur de EEUU y en América Latina el colonizador se encontró con abundancia de
medios de vida, a diferencia del Norte de EEUU (y la zona de Cuyo 4, en Argentina) en
las que había medios de trabajo. En síntesis, es el medio geográfico - en el amplio sentido
de disponibilidad de medios de trabajo, mano de obra y medios de vida- en donde hay
3 El capitalismo industrial (Marx, 1,21) se caracteriza por el uso intensivo y extensivo de los
medios de trabajo.
4 La zona de Cuyo se hallaba demasiado lejos de los puertos que conectaban con el resta del
mundo, de ahí que la riqueza de medios trabajo no fue determinante para su posterior
crecimiento. Por el contrario, en el Rio de la Plata, dadas las características geográficas, a
principios del siglo XIX un capataz y diez peones eran suficientes para cuidar 10000 cabezas de
ganado.
4
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
que buscar las razones que hicieron que se desarrollaran un tipo de organización social y
de relaciones sociales tan diferentes.
5 Holanda que por su flota y volumen de capital acumulado estaba capacitada para jugar el rol de
proveedor de manufacturas pero no contaba con el poderlo militar como para garantizar el
distante comercio con Asia y América y además tejer la urdimbre de pactos militares necesarios
para debilitar rivales en su provecho. Alemania permanecía dividida y carente de capitales tanto
industrial como comercialmente como para intentar el dominio de los mercados mundiales. Si nos
5
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
Los inventes aplicados al campo de la industria por parte de Inglaterra jugaron un rol
de primera línea en la consolidación de las tendencias esbozadas en este periodo, pero
estos inventos fueron una respuesta a las oportunidades comerciales que eran cada vez
mayores. El desarrollo de la economía inglesa no dependió originalmente de mejores
métodos de producción sino de la creciente expansión de los mercados extranjeros, lo
que le daba a los comerciantes ingleses la oportunidad de colocar cada vez más
productos en zonas marginales pertenecientes a otras potencias, como es el caso de
América Latina. En el interior de Inglaterra se han consolidado dos revoluciones que se
complementan entre sí: la revolución agrícola 6 (cercamientos de las tierras) y la
revolución industrial.
El siglo XVIII fue un periodo en el que se desarrolló al máximo el capitalismo
mercantil y esto benefició al país que estaba en mejores condiciones para explotar un
mercado mundial en creciente expansión: Inglaterra.
Inglaterra se benefició de la experiencia colonial pionera de España y Portugal, pero
al contrario de éstas, la riqueza acumulada mediante el comercio no fue utilizada para
perpetuar “el capitalismo de botín” o para construir un sistema de plantación burocrático
colonial, sino que establecieron una nueva división del trabajo internacional,
transformando a las tierras colonizadas en fuente de recursos para el desarrollo del
capitalismo industrial.
El comercio inglés consistía en: esclavos de África a América, minerales y
comestibles de América a Europa, bienes manufacturados baratos de Europa a
América y África, este comercio triangular posibilitó la industrialización de
Manchester; Liverpool, Bristol, etc.
La estructura social inglesa en la que la burguesía comercial se asoció a la aristocracia
inglesa, compartiendo el poder político y el proyecto industrialista, fue una de las claves
del predominio de Inglaterra sobre los otros países europeos. La revolución industrial 7
transforma a Inglaterra en el taller del mundo, esto produce un crecimiento inusitado de
la producción que necesita de nuevos mercados de colocación. La economía
metropolitana no puede confiar en el mercado interno, dado la disociación de la vida
campesina en aras de la revolución industrial, en las ciudades el nivel de vida de los no
propietarios era bajísimo. La potencia hegemónica buscará en el espacio socio -
económico mundial la solución que su propio desarrollo ha generado.
situamos a principios del siglo XIX el panorama que se nos presenta es de clara hegemonía
británica. Francia había quedado desgastada por las guerras napoleónicas, había perdido casi
todo su imperio colonial, en Alemania si bien se había producido la reforma agraria se encontraba
debilitada por la falta de unidad nacional
6 Nos referimos a las transformaciones en el uso de la tierra, como la práctica cada vez más
6
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
7
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
8El crédito de la Baring Brothers era para: proveer agua corriente a la capital, construir un puerto,
establecer tres ciudades sobre la costa y crear pueblos de frontera. La Ley de Enfiteusis era la garantía
de pago. Por supuesto, que no hubo ni puerto ni planta de agua corriente y el crédito se terminó de
pagar recién a mediados del siglo siguiente.
8
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
9En 1876 Inglaterra tenía unos 12000 millones colocados en préstamos gubernamentales, destinados
a ampliar el consumo de los estados dependientes y construcciones ferrocarrileras, sin embargo las
primeras décadas del siglo mostrarán un panorama diferente.
10Entre 1820 y 1930, 62 millones de personas migraron del viejo continente. Esta inmigración
resultará congruente con las tendencias del conjunto del sistema mundial en la medida que
refuerza y crea: las tendencias a la urbanización y al surgimiento y consolidación de los sectores
9
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
secundarios (pequeños talleres) y terciarios con los que se estimulan nuevas inversiones y la
importación de artículos manufacturados; al ampliarse en forma considerable el mercado interno.
10
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
11 Todos los estados latinoamericanos son inducidos por los intereses extranjeros y los grupos
dominantes locales, ligados a ellos, a promover importantes obras de infraestructura
(transportes, comunicaciones, servicios públicos) destinadas a crear la base para la expansión de
la producción primaria con destino al mercado extranjero.
12 Estados Unidos también estaba pasando por la era del ferrocarril, pero dado su inmenso
espacio interior, el esfuerzo nacional estuvo dirigido a tratar de integrar su territorio, no tenía por
lo tanto, una capacidad excedentaria suficiente como para emprender la construcción de
ferrocarriles en otro espacio.
11
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
13 El reparto de África, por ejemplo, se hace casi en forma simultánea que Inglaterra instaura el
libre comercio, y a continuación de la Gran Exposición y de una serie de tratados comerciales
realizados en base al libre comercio. Esto demuestra el carácter urgente de las nuevas
necesidades que la nueva etapa económica impone, especialmente la urgencia por contar con
colonias y semicolonias.
14 La importancia de lo señalado puede verse en el papel de los norteños trente al conflicto entre
Inglaterra y Francia en a fines del XV111, Estados Unidos transportaban en sus barcos, carnes y
harinas, esto fue un aliciente al comercio y a la industria naviera norteña que posibilitó obtener
buenos dividendos. Toda la agricultura se vuelca a la exportación, hecho que termina en 1808
cuando capturan 1600 barcos yanquis. Inglaterra y Francia impiden el comercio con barcos
neutrales y si bien el comercio se ve arruinado, estos capitales los ubican en el desarrollo
12
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
hicieron posible, el desarrollo de la industria naviera en pequeña escala que les permitía
comerciar con el sur y con los países tropicales.
En realidad, el desarrollo industrial yanqui, se realiza sobre la base de un colonialismo
interno que los sectores manufactureros del Norte operan sobre el sector agrícola en su
conjunto. Esta hipótesis fue observada en 1937 por M. Dobb en su trabajo “Economía
Política y Capitalismo”.
Tal como habíamos señalado en el apartado anterior, la base de las nuevas industrias,
están dadas por el uso del hierro y el carbón, ambos se encontraban en abundancia en el
territorio yanqui. En 1929, el 40% del abastecimiento mundial de hierro, provenía de
Estados Unidos, mientras que poseían la mitad de los yacimientos de carbón del mundo.
Lo mismo podemos decir respecta del petróleo, el cinc, el plomo, el cobre, etc., eran
materiales que superabundaban.
Además un tercio del continente se hallaba cubierto de bosques y no había, a
diferencia del territorio europeo, otra región que tuviera un área tan importante de tierra
fértil, apta para la producción de algodón, trigo, maíz y ganado. Dos océanos como
limites, una red fluvial de 27.000 millas de ríos y canales navegables completaba un
entorno geográfico excepcional. Las riquezas naturales, presentes en una proporción
inigualada en el resto del mundo, se combinaban con el constante crecimiento del
mercado interno, debido a las corrientes migratorias.
La entrada a la era del ferrocarril, luego de la guerra civil, termina de soldar ambos
elementos, al llevar la manufactura hasta los límites mismos del territorio nacional. Esto
se combina con la transformación de la agricultura, como resultado de la guerra civil, que
impone a la oligarquía sureña la subdivisión de latifundios esclavistas.
Después de la guerra civil, con el triunfo del Norte industrialista, por la renovación
tecnológica de los antiguos sectores agrarios, los Estados Unidos llegaron a ser una gran
nación agrícola, que lo convirtió en el granero del mundo, formando la base de lo que
será su evolución industrial y financiera.
En 1880 cuando se agotan las tierras disponibles y se consolidan las fronteras, esto
obliga a los granjeros a invertir en maquinarias para aumentar la producción, es así que
se generaliza el uso de maquinarias y de aplicación de métodos científicos, la
especialización e los cultivos, factores que proporcionaron un impulso adicional a la
industria manufacturera.
Se observa pues un sólido entramado entre la agricultura, la industria y los
movimientos de población15, este entrelazamiento sumado a las características de su
política exterior darán por resultado un crecimiento económico cada vez mayor.
Además Estados Unidos explotará las debilidades del comercio británico, los yanquis
con barcos más pequeños trasladan stocks cuyo volumen y composición se adaptan
mejor a las fluctuaciones del mercado interno. Recordemos, que hacia 1900 el comercio
que tenía lugar entre los estados de la Unión era más importante que todo el comercio
exterior combinado de los principales países europeos. (L. Huberman, 209).
A partir de 1783 hasta 1880 inicia la expansión continental obteniendo: Luisiana y La
Florida (1806 y 1812 respectivamente), la anexión de La Florida pone en manos
manufacturero.
15 Recordemos que la inmigración se asienta en el campo, ya que la atracción era la colonización
13
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
estadounidenses el control del Golfo de México y del mar de las Antillas. En 1836
anexiona Texas, perteneciente a México logrando la expansión en una amplia zona
comprendida por: Texas, Arizona, Nueva México, California, nevada que hacen un total
de 945.000 millas cuadradas. En 1846 incorpora Oregón, Washington y Montana.
En 1850 inicia la expansión extra continental con las conocidas intervenciones en
Cuba, república Dominicana, Nicaragua, ocupación de Haití, etc.
En 1898 y a modo de primer jalón, se produce la guerra con España, que concluye con
la derrota de ésta en menos de cuatro meses. En 1902 Venezuela era deudor de Inglaterra
y Alemania, éstos junto con Italia, la bloquean, esta campaña se prolonga por varios
meses, Estados Unidos anuncia el famoso corolario Roosevelt a la teoría Monroe; “solo
los Estados Unidos podrán usar la fuerza en el caso que un país latinoamericano se
convierta en deudor crónico”, asume de este modo el papel de gendarme del continente.
Se realiza un Tratado de Paz que específica que las Islas de Puerto Rico, Guam y las
Filipinas, serían entregadas a Estados Unidos, abonándose a España 20 millones de
dólares. La posesión de Filipinas tendrá una importancia crucial para la dominación del
Pacifico y los mercados de China.
La causa de la expansión era la misma que para las potencias europeas- la búsqueda
de materias primas para el desarrollo de la manufactura- en este caso Estados Unidos,
buscará aquellas que no tenía en cantidad suficiente, como el caucho, la seda, el corcho,
el yute, el estaño, el nitrato, el manganeso, etc. sumados a una serie de alimentes de tipo
tropical: café, cacao, azúcar, aceite de oliva, coco, etc. “Los cañaverales de Haití, las
plantaciones bananeras de Nicaragua, el caucho de Liberia, los pozos petrolíferos de
México, las minas de nitrato de Chile, he aquí solo unos pocos renglones entre los que
motivaron el creciente interés de los capitalistas”(L. Huberman, 246).
Hacia 1880 se termina en Estados Unidos la época del librecambismo, en las primeras
décadas del siglo XX había alrededor de 300 corporaciones no financieras, el porcentaje
de manufacturas producidas por las corporaciones había pasado del 66.7% en 1899, al
94%; éstas corporaciones: 42 de ferrocarriles, 52 de servicios públicos y 106 de
establecimientos industriales poseían activos por más de 100 millones de dólares, la
American Telephone and Telegraph Company, tenía un activo superior a los 4 millones
de dólares. Mientras la esfera de los negocios y requería cada vez más capital, los bancos
paulatinamente, fueron desempeñando un papel cada vez más importante en la
expansión de las corporaciones. Más tarde se produce la fusión de la industria y de los
bancos resultando un proceso de concentración y control de los negocios, que tendrá
efectos importantes en el campo mundial y en la construcción de una nueva hegemonía.
14
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
16 Así
en 1929, la Woolworth Company, tenía 130 tiendas en Canadá, 350 en Gran Bretaña, 35 en
Alemania y 8 en Cuba
15
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
Este periodo termina con la crisis de 1930 17, seguida de un largo interregno que
antecede a la hegemonía de estados Unidos, luego de la segunda guerra mundial.
16
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
Inglaterra fue primera potencia colonial, Francia nunca aceptó ese liderazgo y Alemania
entra en la guerra con el fin de recuperar su atraso en la expansión.
La URSS, que mantuvo una posición defensiva hacia occidente desde 1917 ha
acumulado capacidad de decisión para convertirse en una potencia militar a nivel
internacional, cuestiona las bases mismas del sistema capitalista y por lo tanto determina
un reordenamiento global del conjunto.
La contención del avance soviético se transforma en una condición sine qua non para
el despliegue de los objetivos fundamentales de occidente. Se torna necesario garantizar
la estabilidad y la existencia del capitalismo occidental con el fin de ejercer una acción
común frente a un bloque de poder que ha demostrado suficiente fuerza, dinamismo y
peligrosidad para las naciones capitalistas.
El resultado de la guerra en Europa, con la presencia de los ejércitos soviéticos en
Europa central, confería a este país una marcada superioridad en el continente,
determinando especiales condiciones para la URSS al iniciarse las negociaciones
tendientes a definir las respectivas áreas de influencia. Paralelamente el control militar
de Europa occidental y las explosiones de Hiroshima y Nagasaki, otorgan al país del
norte, el monopolio del arma decisiva, elemento que le sirve de presión hacia Europa y le
da, a ese país, una clara preeminencia en el Pacifico. Los países imperiales de la
preguerra - Inglaterra, Francia, Holanda y Bélgica son desplazados por el liderazgo
indiscutido de Estados Unidos como potencia dominante del sector occidental.
Los tratados de Yalta (URSS) y Potsdam (RDA) coronan a los triunfadores. La URSS
implementa una estrategia de seguridad que abarca a los países de Europa oriental dando
lugar a un salto cualitativo de su presencia política internacional.
El Tratado de Yalta y Postdam será un jalón importante para fijar el comienzo del
poder transnacional. Tras los pasos del Plan Marshall19 que transfieren 13.000 millones
de dólares a los países europeos del bloque occidental, comienza un proceso de
internacionalización de capitales con la correspondiente expansión de las grandes
corporaciones estadounidenses, cuya finalidad no es meramente económica sino también
política: se trata de frenar el avance soviético.
Por otra parte, la política de plena soberanía seguida por Argentina a partir de 1946
comienza a tener eco en Yugoslavia con el Mariscal Tito, en la India con Nehru, en
Egipto don Nasser y en Indonesia con Sukarno, y se forma el movimiento del tercer
mundo que en 1955 dará comienzo al grupo de los “No Alineados”, movimiento que será
permanente socavado por la potencia hegemónica a través de diferentes mecanismos,
pero el más importante desde el punto de vista político han sido los golpes de estado y la
interrupción de los gobiernos democráticos.
Durante la segunda guerra los norteamericanos habían tenido un desarrollo
prodigioso, centrado en la producción bélica, el proceso de concentración de capital llega
a proporciones gigantescas: Luego de la guerra gran parte de la producción bélica se
había transformado en producción de bienes de consumo durables y no durables.
La situación de Estados Unidos en la posguerra se ha comparado a la de un jugador de
17
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
cartas enviciado, que lleva el juego en la sangre, y no puede dejar de jugar, pero que le ha
ganado todo su dinero a sus adversarios y si no les presta fichas para renovar sus
apuestas, el juego está liquidado y el propio apostador condenado a la desesperación. Es
decir, que para reanimar el ciclo económico fue necesario impulsar el comercio mundial
en condiciones de paz. Pero para ello, los monopolios requerían reglas precisas. La
experiencia del New Deal, con su intervención del mercado interno para resguardar el
nivel de beneficios, ahora se pensaba extender a nivel mundial. Así en 1944 fue
convocada la conferencia de Breton Woods, allí nace el Fondo Monetario Internacional.
Estados Unidos impone el congelamiento del precio del oro a 35 dólares la onza troy y el
dólar pasa a ser la divisa a nivel mundial, al mismo tiempo las mercancías
norteamericanas habían sufrido un incremento entre el 200 y el 400% con relación a los
precios de 1939, es decir que con un oro congelado en su valor, América Latina, Europa,
el mundo en general debían afrontar la compra de mercaderías con un costo
incrementado notablemente.
En los decenios del 50/60 reaparece la inversión privada internacional directa
encamada ahora por la empresa transnacional, al comienzo norteamericana, luego
europeas y japonesas. Estas aprovechan las políticas proteccionistas de las economías
nacionales y saltan las barreras instalando filiales. Es el comienzo del proceso de
transnacionalización productiva y financiera que luego se extiende a los estilos de vida y
a la cultura.
El poder que el país del norte de América había logrado acumular se refleja en estas
cifras: su ingreso nacional es cerca del 50% del ingreso de las naciones capitalistas; su
participación en el comercio mundial es de 47%, y sus reservas de oro son el 70% de
las reservas mundiales.
Tales condiciones contrastan con la situación de profunda crisis de las metrópolis
capitalistas europeas, lo que los obliga a reconocer a Estados Unidos como cabeza
indiscutida por su capacidad de frenar el avance soviético. A partir de esta posición
Estados Unidos genera un proyecto estratégico global.
Las profundas contradicciones entre los bloques dan lugar a la guerra fría (1947-
1955). La doctrina Truman simboliza esta situación ya señalado por Churchill “Europa
oriental ha caído tras una cortina de hierro”.
Paralelamente la conmoción de la guerra y la consecuente debilidad europea afectan
profundamente las condiciones de Asia y África y el marco político del continente
latinoamericano.
Al iniciarse los primeras conflictos que llevan a la Guerra Fría, cuyos escenarios
fueron: Grecia, Turquía, Checoslovaquia, Polonia, Norteamérica comienza a
implementar su proyecto estratégico de contención del avance soviético sobre nuevas
regiones bajo influencia occidental. Se jerarquiza la construcción de un cerco geopolítico
de bases aéreas en países claves que rodean a la URSS y su esfera de influencia, y
señalará la dirección principal de los flujos de inversión y de los programas de ayuda.
En este marco se estructura el Plan Marshall que supone la redefinición del rol de
Alemania y Japón en las nuevas líneas de alianzas mundiales y una ayuda económica
importante al mundo europeo que incluirá sus áreas periféricas ya que la crítica situación
económica de los países europeos los pone en una incapacidad para ejercer su control
sobre las áreas colonizadas. Estados Unidos apoyará a las metrópolis en las diversas
18
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
19
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
20
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
japonesas
2. No son grupos económicos que invierten para la obtención de materias primas, sino
que son plantas para el consumo interno de la nación receptora o para realizar
exportaciones.
3. Internacionalización del capital y de los procesos productivos
4. Crece el comercio internacional dentro de cada empresa
5. Nueva lógica: dado el costo laboral o de las materias primas, algunos países
periféricos producen y exportan artículos de la industria de consumo.
6. Desde el punto de vista de la teoría social se desarrollan dos corrientes: desarrollista o
teoría de la modernización y Teoría de la dependencia.
20En 1989 se abrió la frontera, tras la caída del Muro y dos millones de alemanes cruzaron en
ambas direcciones luego de haberse eliminado el requisito de la visa y de otros controles. En
noviembre de 1989 miles de alemanes comenzaron a derrumbar el muro, este episodio fue
celebrado en el mundo como la finalización de la guerra fría, los jóvenes entonaron la canción The
Wall, de Pink Floyd.
21
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
21 Por ejemplo con respecto a la Corte Penal Internacional (CPI) Bush advirtió a los diplomáticos
extranjeros que sus naciones podrían perder toda ayuda económica si apoyaban la CPI. La nueva
legislación que fue aprobada en el Senado (agosto de 2002) provee de un instrumente coercitivo
para mantener a las fuerzas de paz norteamericanas fuera del alcance del nuevo tribunal
internacional que tiene por función juzgar a individuos de genocidios y otros crímenes de lesa
humanidad.
22 Se pasa de políticas sociales universalistas dirigidas al conjunto de la población, que
22
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
Tal como plantea Alcira Argumedo “En este contexto, las tecnologías de avanzada
permiten la consolidación de un nuevo modelo productivo y de administración
económica y social, que cierra el ciclo histórico de la Revolución Industrial y transforma
drásticamente el concepto y las características del trabajo, así como la composición y la
dinámica del mercado mundial, con decisivos impactos sobre el empleo y la
organización de las sociedades” (Alcira Argumedo: 1997, 2)
Desde comienzos de la década de los ochenta, los sectores de avanzada en ciencia y
tecnología -el complejo teleinformática, los nuevos materiales, la biotecnología, entre
otros- han establecido las bases de una transformación en profundidad de las condiciones
de producción e intercambio de la vida social de los hombres, reformulando las
condiciones laborales típicas de la etapa madura de los Revolución Industrial en los más
diversos aspectos.
En el Mundo del trabajo se observa, en todo el orbe capitalista, una tendencia al
descenso del nivel de empleo. A diferencia del periodo de industrialización, en el que un
aumento de la producción iba acompañada de un incremento en el empleo, con las
actuales tecnologías, se observa una tendencia opuesta: la producción puede crecer sin
que paralelamente crezca el nivel de empleo. Porque la informatización desplazó trabajo
del sector productivo al sector servicios.
El reemplazo de hombres por tecnología genera una disminución de la demanda de
trabajadores por parte de las empresas, segmentos enteros de calificaciones se convierten
en “inservibles”. La movilidad de los factores de producción produce una reorientación
espacial de la producción según una lógica interna de la firma que no tiene en cuenta a
sus viejos operarios o empleados, sino que se toman decisiones de localización de
inversión según los costos laborales del país y la carga impositiva.
Este proceso se acompañó con una baja en el nivel de salarios y remuneraciones, con
políticas de flexibilización laboral que tuvieron como efecto la segmentación y
precarización del mercado de trabajo, además del aumento de la desocupación abierta
que a nivel local es de un 22% sobre la PEA.
Con la internacionalización de los mercados, y las nuevas exigencias de
competitividad, el trabajo se ha vuelto el blanco principal de políticas de reducción de
costos y de eficacia productiva. Como bien plantea Castel (1996: 19) el trabajo está
dejando de ser uno de los ejes fundamentales sobre los que se estructura la vida en
sociedad, como lo había sido en épocas anteriores.
Para sintetizar, y siguiendo a E. López (1998, 24) desde el punto de vista económico,
la globalización económica puede ser entendida como una nueva fase de expansión del
sistema capitalista (que viene desarrollándose desde la etapa de libre concurrencia)
caracterizada por los siguientes rasgos:
Tendencia a la apertura de los sistemas económicos nacionales (y de sus respectivos
mercados nacionales) y, por lo tanto, disminución o cese de políticas estatales
reguladoras y/o proteccionistas.
Notorio incremento del comercio internacional.
Expansión y crecimiento de los mercados financieros. a Reorganización espacial de la
producción e interpenetración de las industrias a través (y no obstante) de las fronteras
nacionales.
Incremento de la movilidad de los factores de la producción.
23
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
2jLa globalización implica una disminución de la autoridad de los Estados Nacionales y una crisis
del concepto de soberanía nacional. Las fronteras entre países se vuelven más porosas, el
territorio, rasgo definitorio de la definición el Estado, se envanece, de al H que se comienza a
hablar de desterritorialización.
24
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
25
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
BIBLIOGRAFIA
25 García Delgado, Manuel (1994). “Estado & Sociedad. La nueva relación a partir del cambio
estructural”. Buenos Aires. Grupo Editorial Norma, página 99.
26
Cod. COPIAS AÑO Codificado por:
7080 28 2022
27
Cuestiones fundamentales de una historia compleja 1
1
Este texto es una versión resumida y modificada de "Notas sobre la formación
de la burguesía argentina, 1780-1880", ponencia presentada en el V Simposio
de Historia Económica, realizado por la Comisión de Historia Económica del
Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y publicada en
Enrique Florescano (comp.), Orígenes y desarrollo de la burguesía en América
Latina, 1700-1955, Editorial Nueva Imagen. México, 1985, pp. 515- 583.
28
de modo definitivo, tensión que, en verdad, no puede resolver
satisfactoriamente la ''solución federal" a la que se llega entre 1862
(reunificación de la república) y 1880 (federalización de la ciudad de
Buenos Aires).
En términos analíticos, esa compleja conflictividad puede
aprehenderse desde tres perspectivas, las de las contradicciones (a)
interregionales, (b) de clases y (e) campo-ciudad. La reunificación de las
tres en una exposición global permite apreciar que ellas expresan las de
una etapa de transición en el interior de la sociedad argentina, en la que
distintos modos y/o formas de producción aparecen dirimiendo sus
diferencias tanto en lo que atañe a la constitución política del país
cuanto a los mecanismos de inserción en el mercado mundial. En
términos generales, dicha sociedad puede caracterizarse como mercantil
simple con fuerte incidencia capitalista, con dos ejes muy bien
articulados: el sector externo (comercio mundial) y el sector productivo
rural (básicamente el ganadero del Litoral), ambos estrechamente
conectados.
Ahora bien, para una cabal comprensión es necesario caracterizar
adecuadamente a cada región, toda vez que cada una contiene
desiguales combinaciones de formas de producción, base de las
contradicciones inter e intramodos y formas de producción en el contexto
de transición de una sociedad colonial a una sociedad capitalista
dependiente. Esta transición interna -no debe olvidarse- se produce
simultáneamente con la que se opera en el sistema capitalista mundial,
especialmente en el centro del mismo, en el que se pasa de la libre
competencia a la fase monopólica. Más aún, esta transición interna forma
parte de la externa, en tanto no sólo se integra, sino que cumple un papel
crecientemente fundamental (lo será mucho más entre 1870-1880 y 1930)
en el proceso de acumulación y expansión mundiales del capitalismo.
Esta es una cuestión central para explicar la articulación entre economía
y política, entre la falta de autonomía (la dependencia, en definitiva) en
el primer ámbito y el alto grado de autonomía, en el segundo. Dicho, en
otros términos: las fuerzas sociales argentinas no tienen capacidad para
desarrollar una economía independiente, pero sí la tienen para organizar
un Estado jurídica, políticamente autónomo (no colonial, ni
semicolonial).
Tradicionalmente se ha distinguido Litoral e Interior como los
grandes bloques regionales. Es necesario complejizar -para aclarar- la
caracterización espacial, pues ni uno ni otro son homogéneos, si bien el
primero contiene elementos unificadores que tienden a predominar,
orientados a la definición de relaciones capitalistas -capitalismo agrario,
más específicamente ganadero-, en particular en las nuevas tierras que
se incorporan a la actividad productiva (la nueva frontera bonaerense,
los montes entrerrianos de Montiel; más tarde, el norte y el sur
santafesinos). En el Litoral se desarrolla, entonces, un área dinámica,
29
articulada con el mercado mundial, capaz de subordinar a las más
retrasadas.
El Interior, en cambio, es mucho más heterogéneo y tanto
económica como socialmente presenta fuertes dificultades para
adecuarse al nuevo contexto económico que viene definiéndose desde
fines del siglo XVIII.
Tal vez resulte útil considerar que el Interior es, en realidad, un
conjunto de cuatro regiones: interior noroccidental o el Tucumán (Jujuy,
Salta, Tucumán, Santiago del Estero), interior andino septentrional (La
Rioja, Catamarca), interior andino meridional o Cuyo (San Juan,
Mendoza, San Luis) e interior mediterráneo (Córdoba). El Litoral
comprende dos regiones: el litoral fluvial (Santa Fe, Entre Ríos,
Corrientes) y el litoral platense atlántico o bonaerense (Buenos Aires).
Esta división en seis regiones se funda en una combinación de
criterios de homogeneización espacial físico-geográfica y espacial
económico-social y debe entenderse como válida para el período que se
cierra hacia 1880-1890, cuando el mapa regional argentino vuelve a
redibujarse. Cada una de estas regiones tiene estructuras sociales
distintas y desiguales ritmos de transformación, los que son más rápidos
allí donde aparecen formas más definidas de producción capitalista,
básicamente en el litoral bonaerense y luego en el fluvial. En las regiones
del Interior persisten más largamente estructuras no capitalistas, con
diferentes formas de generar y repartir excedente. Así, en el Tucumán
los terratenientes-comerciantes de Salta obtienen aquél mediante una
apropiación dos veces exitosa: (a) la originada tributariamente en la
brutal explotación de los trabajadores de las haciendas o estancias
agrícolas y ganaderas y de las plantaciones azucareras, y (b) la que surge
del importantísimo comercio entre el Litoral y el Alto Perú, en particular
el de mulares y algunas producciones artesanales (textiles, herrería y
carretas). Desde los años '20-'30 comienza la conversión de comerciantes
en agroindustriales azucareros, impulsando, con la ayuda de una política
proteccionista, una pujante industria que permite abastecer amplios
mercados regionales y desalojar completamente al azúcar importado a
comienzos del siglo XX.
En cambio, el interior andino septentrional (La Rioja y Catamarca)
es una región aislada en la que la clase dominante -dividida y ferozmente
enfrentada- obtiene un excedente miserable, tanto en el caso de las
haciendas agrícolas de los valles precordilleranos, como en el del
comercio interregional. Algo más favorable es la posición de los
ganaderos llanistas y los invernadores de los valles riojanos. En los valles
catamarqueños la propiedad de la tierra está más dividida y hay una
notable participación de productos mercantiles simples, pero la situación
no es mejor y va deteriorándose paulatinamente.
La economía de pequeños productores alcanza niveles considerables
30
en Cuyo, mientras en Córdoba ella va desplazando a las formas
tributarias, aunque la región mediterránea presenta una fuerte
resistencia al cambio estructural y la economía heredada de la Colonia
persiste por lo menos hasta la década de 1860, de modo que el excedente
principal se obtiene del comercio interregional.
En todos los casos, la distribución capitalista subordina a la
producción, por lo general no capitalista, lo que explica el peso de los
comerciantes. Esta es una cuestión importante, que requiere un
tratamiento cuidadoso, más detenido del que puede dársele en este
texto. No obstante, debe apuntarse que la subordinación de la
producción encuentra su clave explicativa en el hecho de que ésta
frecuentemente opera como nexo con una esfera productiva mayor (la
de las economías centrales, con la inglesa a la cabeza) y, en definitiva,
con el mercado mundial; en cambio, es menos relevante su función
articuladora de economías o mercados regionales o locales (internos).
En el interior de cada región hay una clase dominante enfrentada
con sus propias clases subalternas, pero también con contradicciones que
la oponen a las clases dominantes de otras regiones. Es así como el
conflicto que en principio aparece como un conflicto entre regiones, en
un segundo momento se nos revela como una contradicción de clases,
que a veces es interclases y otras intraclases. Sustancialmente se trata
de un conflicto entre clases dominantes, no siempre necesariamente por
intereses económicos antagónicos o diferentes, sino por razones
políticas. También es cierto que en algunas regiones, como en el
Tucumán -particularmente en Salta y Jujuy- la contradicción entre las
clases dominantes y subalternas -generalmente contenidas
coercitivamente- se torna en ocasiones principal: tal el caso de Salta en
el período del liderazgo político militar de Martút Miguel de Güemes, o
el de la Puna jujeña cuando las revueltas agrarias de 1872/1875.
Ahora bien. la heterogeneidad estructural es uno de los elementos
que explica las características de la sociedad argentina decimonónica,
pero no es el único. A su lado hay que colocar la debilidad estructural de
las "clases" y grupos actores del proceso. Es ella la que obstaculiza el
camino hacia la formación de la nación, del mercado interno y del Estado
nacional, objetivos relativamente alcanzados cuando los terratenientes
del litoral logran hacer de sus intereses particulares los generales de la
sociedad.
31
relación entre la cuestión nacional, el conflicto social y la lucha política.
Puede suponerse, entonces, que la guerra contra los españoles convoca
a la integración social y a una identidad colectiva nacional. Sin embargo,
no es así como se desenvuelve el proceso histórico, pese a la invocación
que se hace a la patria, o a que la Marcha Patriótica proclame
solemnemente "se levanta a la faz de la tierra/ una nueva y gloriosa
nación”. Durante buena parte del siglo, la "patria", el "país" es para cada
habitante de las Provincias Unidas (casi siempre un eufemismo) o de la
Confederación, su provincia, su "patria chica". Esteban Echeverría, entre
otros, lo indica claramente: "¿Qué significa, pues, para vosotros la patria?
¿Es acaso el terreno donde nacisteis? Pero entre vosotros hay correntinos,
porteños, tucumanos, entrerrianos, y cada uno peleará por su pedazo de
2
tierra".
Las guerras independentistas se convierten básicamente en
campañas militares y sólo en pocas ocasiones (en la Banda Oriental
artiguista, en la Salta de Güemes) son verdaderas luchas populares. Más
aún, a menudo los gobiernos deben recurrir a medidas coercitivas para
integrar las fuerzas militares y/o para evitar deserciones. Buena parte
de las acciones que llevan a y aseguran la independencia argentina
encuentra su razón más en la debilidad interna de España que en la
fortaleza y cohesión de los revolucionarios, más en la calculada
estrategia guerrera de San Martín que en el entusiasmo y la participación
popular en la guerra. Hay conciencia estamental, hay conciencia
comarcal. provincial, pero cuesta encontrar una conciencia de nación
que se extienda por el conjunto del espacio geográfico-social que aspira
a definirse en nuevos términos. No es posible encontrar procedimientos
creadores de una comunidad que identifique el territorio que ocupa con
la nación argentina. La definición de una identidad colectiva, no
obstante, es esencial para que una sociedad se consolide y desarrolle; es
ella la que vincula el Yo y el Nosotros. Puede decirse también, como
Jürgen Habermas, que la nación es una estructura de conciencia social
que asegura la identidad colectiva.
Los dirigentes de la revolución y del ciclo pos-revolucionario que
advierten la necesidad de crear esa conciencia y las dificultades para
ello, creen que la solución pasa por la centralización del poder y la
desaparición de las más pequeñas unidades de integración social,
claramente representadas por los cabildos. Más a menudo -porque, en
rigor, las localidades con cabildos no son tantas- esa integración se
realiza en las propias unidades de producción, como las estancias,
haciendas, donde la experiencia ciudadana común no existe y sólo se
afirma la vieja concepción estamental, jerárquica (paternalista, en el el
mejor de los casos) del orden colonial. Empero, esa concepción y esa
2
Esteban Echeverría. Dogma Socialista de la Asociación de Mayo precedido de
una Ojeada retrospectiva sobre el movimiento intelectual en el Plata desde
el año 37, Editorial Perro Buenos Aires,1958, p.92.
32
práctica centralistas, como también su antagónica, la autonomista (que,
por cierto, no debe confundirse con la concepción federal, de aplicación
efímera en el litoral artiguista) llevan a colocar la construcción del
Estado nacional en el plano prioritario, aunque la demora en concretar
esa tarea es suficientemente ilustrativa de las persistentes dificultades
que ella implica.
Si bien fracasan tanto las políticas de convenir a un gobierno
centralista (unitario), cuanto a uno federal, en el mecanismo unificador
de esas unidades dispersas, es evidente que una y otra apuntan a
privilegiar el papel del Estado como tal elemento unificador. Es el Estado
(no la nación) quien aparece como garante (e incluso, antes, constructor)
de la identidad colectiva. Se suceden gobiernos, centrales, autonomistas
(como en el largo período rosista), y hasta confederal (1853/1862,
período en el que incluso hay una provincia Estado secesionada), pero no
hay un Estado ni centralista, ni federal, ni, mucho menos, nacional. Y
habría que ver si, en rigor, lo que se construye en 1880 no es un Estado
central, más que un estado nacional (la opción por un criterio de
ciudadanía restringida es aquí un elemento decisivo. Accesoriamente,
una historia de las luchas por la extensión de la ciudadanía, en Argentina,
desde Mariano Moreno y José Artigas hasta Roque Sáenz Pena y Juan B.
Justo, resultaría sumamente ilustrativa sobre el particular).
La cuestión, como se aprecia, es harto compleja y no puede tratarse
más detenidamente aquí. Hacen falta, además, muchas investigaciones
para dilucidarla más satisfactoriamente. Empero, no puede dejar de
trazarse -aun provisoriamente- un esquema general que sirva de guía. Y
no debe olvidarse que avanzaren el conocimiento empírico implica
también avanzar en los planos teórico y metodológico.
La persistencia de elementos de larga duración, originados en el
pasado colonial, pesa fuertemente tanto en el plano de la estructura,
cuanto en el edificio jurídico-político y en el de las mentalidades; en
todos los casos opera como una traba formidable para definir la
construcción de una nueva sociedad. La tardía división administrativa que
había consagrado el reformismo Borbón no tiene ni una antigüedad ni una
consistencia tal que pueda parecer una tradición fuertemente asentada,
frente a la cual las innovaciones revolucionarias han de estrella. Sin
embargo, la "juventud" de aquéllas no deja de expresar una plurisecular
tendencia al predominio de lo comarcal, ahora ambiguamente
entremezclada con la vocación centralista que los Borbones han afirmado
como garantía contra la disgregación. Esta ambigüedad es heredada por
la revolución y sus sucesores, apareciendo bajo la forma de la tensión ya
señalada entre la tendencia al centralismo y la tendencia al
fraccionalismo o, en el mejor de los casos, al autonomismo.
La fuerte dificultad para constituir un mercado interno es, una vez
más, muestra elocuente de la persistencia de lo comarcal, de lo
particular. Mantenimiento de aduanas interiores y de políticas
33
impositivas gravosas de la circulación de mercancías, trabas a la libre
circulación de las personas (lo que impide la formación de un mercado
libre de fuerza de trabajo),la ausencia de buenas vías de comunicación y
de políticas para crear otras (navegación fluvial, ferrocarriles), escasa
renovación y ampliación del utillaje tecnológico aplicado en los
diferentes procesos de trabajo, mantenimiento de un bajo grado de
división social de trabajo, confusión en los medios y mecanismos de pago
en las transacciones comerciales y en las relaciones laborales,...he ahí
apenas algunos de los hechos que frenan el proceso constitutivo de un
mercado nacional, situación agravada por los mecanismos de
dependencia económica.
La acumulación originaria
34
patrimonios existentes, acumulados ante todo por razones
especulativas- y en segundo lugar, como acumulación en de una clase
que, por su especial posición dentro de la sociedad, es capaz de
transformar en definitiva esos títulos acumulados de patrimonio en
medios efectivos de producción. En otras palabras, cuando se habla de
acumulación en un sentido histórico, nos estamos refiriendo a la
propiedad de patrimonios y a una transferencia de propiedad, y no a la
cantidad de instrumentos tangibles de producción en existencia".3
Las maneras de incrementar el patrimonio de la burguesía en esta
fase parecen reducirse a dos categorías principales: a) la adquisición de
"un tipo particular de propiedad cuando es excepcionalmente barata"
para "venderla en un período posterior, cuando su valor de mercado es
relativamente alto, a cambio de otras cosas". En esta segunda fase, que
es la más importante, el rasgo esencial consiste en que "el resultado
depende de un aumento del valor de capital de la propiedad; no del
ingreso o del ahorro practicado sobre el". Para que ese incremento
alcance un nivel elevado, amplio, se requieren circunstancias muy
especiales, que aparecen en algún momento del proceso, que se divide
en dos partes: a) la fase de adquisición, un mecanismo fundamental para
la creación de condiciones favorables a la segunda fase, b) la de
realización o acabamiento. La fase de adquisición implica una "creciente
concentración de la propiedad existente y el despojo simultáneo",
mientras en la fase de acabamiento se realizan o venden, al menos en
parte, “los objetos de la acumulación originaria"; ello permite "una
efectiva inversión en producción industrial".
Si bien "ambas fases deben ser consideradas, necesariamente,
distintas en el tiempo", es cierto que, en alguna medida, se superponen;
pero esta superposición dista de ser completa, por el hecho de no existir
aún las condiciones necesarias para que las inversiones en la industria
resulten beneficiosas (inversiones sujetas todavía a dificultades,
contingencias y menor liquidez del capital industria). Tales condiciones
han de darse cuando el proceso de concentración haya llegado a un punto
tal que sea efectiva la desposesión de los anteriores propietarios y la
existencia de una clase de desposeídos numerosa. "En cierta medida,
también, la acumulación de capital se produjo todo el tiempo a través
de un vuelco directo de ganancias corrientes a la financiación de un giro
comercial incrementado, así como de la industria doméstica, y parte de
la riqueza que la burguesía dirigió hacia la tierra no sólo se aplicó a la
compra de hipotecas y a la transferencia de un patrimonio existente
4
sino, también, al mejoramiento de la tierra."
El análisis de Dobb discurre sobre el desarrollo capitalista "clásico”,
3
Maurice Dobb, Estudios sobre el desarrollo del capitalismo, Siglo Veintiuno,
Buenos Aires, 1971, p.216.
4
Ibídem, p.217-233.
35
pero sus observaciones metodológicas son útiles para analizar otros
casos. En mi opinión, en el período que nos ocupa nos encontramos, en
el Río de la Plata, en la primera fase de la acumulación originaria, la de
adquisición -al menos preponderantemente. Dentro de tal fase, la
segunda manera posible de incrementar el patrimonio aparece como la
más importante, vale decir, la adquisición de propiedades
excepcionalmente baratas, en particular en Buenos Aires.5 Pero aquí
aparecen peculiaridades del desarrollo capitalista argentino: la burguesía
no acumula comprando tierras a sus anteriores propietarios, sino al
Estado (tierras públicas), a través de un proceso de expansión de las
fronteras que desaloja a los indios y gauchos y consolida la propiedad
terrateniente. 6 La mayoría de las veces ni siquiera la compra: la obtiene
gratis o a un costo extremadamente bajo. Pero, en cualquier caso, la
concentración de la propiedad existente se produce de manera distinta
de los modelos "clásicos", incluyendo los Estados Unidos, donde la
apropiación de tierras se realiza como aquí, también a costa de los indios,
pero creando una clase de medianos propietarios rurales fuertemente
opuestos a los terratenientes, los que se imponen en el sur, territorio de
plantaciones y trabajo esclavista. En Estados Unidos la frontera es un
espacio ocupado por hombres; en la Argentina, por ganado.
Halperin Donghi ha señalado que el movimiento de 181O provoca dos
innovaciones esenciales en el comercio exterior, que influyen en el
proceso de expansión de la ganadería bonaerense: el comercio libre
(anterior a Mayo, pero consolidado por la revolución) y la crisis de la
ganadería entrerriana y oriental (consecuencia del alzamiento rural de
1811, la guerra contra los realistas y los portugueses –“que consume la
riqueza ganadera, desordena los circuitos de comercialización"-, y más
tarde a Jos porteños), que a partir de 1814 se extiende al conjunto de la
Mesopotamia (Corrientes y Entre Ríos se recuperarán después de 1830).
"En estas condiciones, el estímulo que significa la libertad de comercio
se orienta, sobre todo, a las comarcas no tocadas por la guerra civil:
entre ellas las zonas del interior mejor ubicadas respecto del centro
exportador de Buenos Aires (y la expansión de la ganadería desde
Córdoba hasta Mendoza es señalada por los comerciantes británicos, que
5
En el sur santafesino, cordobés, puntano y mendocino esa apropiación es
más tardía, posterior a la campaña del desierto de 1879. También es tardía
en el norte de Santa Fe.
6
En este sentido se parece a Alemania oriental, donde los junkers desalojan
campesinos y amplían sus propiedades. Pero la semejanza termina allí, pues
el desalojo de indígenas no tiene el mismo significado económico y social que
el de los campesinos. Según acaba de indicarse, ese proceso se produce en
Argentina, en la expansión de la frontera sur, pampeana, de Buenos Aires a
Mendoza; la ocupación del espacio chaqueño presenta otras características,
aunque la eliminación física del indio no está excluida. Por otra parte, es
bueno tener presente que la propiedad terrateniente se consolida por
entonces, el latifundio capitalista no puede asimilarse al latifundio colonial.
36
en 1824 redactan un admirable informe sobre la situación económica
rioplatense, como una de las más importantes innovaciones que la
revolución introduce en la economía regional).7
El mismo Halperin ha explicitado cual es el mecanismo económico
de la expansión ganadera bonaerense, cuya base es la exportación de
cueros (no menos del del total de las exportaciones, en valor, durante la
primera mitad del siglo pasado), acentuada por la "aparición de nuevos
rubros exportables vinculados con la ganadería vacuna...; gracias a una
explotación más completa del animal era posible seguir produciendo
cueros con buen margen de ganancia, pese a que los precios internos del
ganado tienden durante este períodos subir y los mundiales del cuero se
orientan, sobre todo a partir de 1830, hacia una lenta baja". El "secreto"
de esta expansión se encuentra en las "ganancias muy elevadas y, sobre
todo, (en las) modestas inversiones iniciales de capital" de la ganadería
rioplatense, lo que explica el "arcaísmo técnico que caracteriza a esta
etapa ganadera", agravado por la escasez de capitales, que a juicio de
este autor se encuentra en la pérdida de su carácter de intermediario
comercial que tenía Buenos Aires respecto del Alto Perú y Chile, más que
8
en la balanza de comercio deficitaria.
A partir de 1815, pero sobre todo desde 1820, los ganaderos
porteños se van convirtiendo en el sector económico, social y político
más importante de la sociedad rioplatense, proceso que se refuerza por
la incorporación a él de comerciantes y por el gobierno del general Martín
Rodríguez, cuando los directoriales invierten en su favor -y el de la
provincia- la derrota que les infligieran las montoneras litoralenses en
Cepeda. Pocos años después, a partir de 1829, los ganaderos bonaerenses
vivirán en lo que han empezado a construir desde 181O: el "paraíso
terrateniente".
En algunos casos -como el de los Anchorena, por ejemplo- un
productor ganadero es también un agricultor, productor de trigo. Esta
combinación ganadería-agricultura -en rigor, rara en la primera mitad
del siglo- ofrece, en consecuencia, ganancias muy elevadas. Pero en las
condiciones del mercado de trabajo, con crónica escasez de mano de
obra, no es fácil ejercitarla. En el caso de los saladeros, las inversiones
iniciales son también escasas. El de Staples y McNeile -Emnsenada, 1810
insume menos de $ 16.500 en gastos de instalación (incluyendo la sal),
$36.500 en jornales y ganado durante los dos primeros años. La sociedad
Dorrego, Rosas y Terrero (Las Higueritas, 1815) eroga $ 12.832 con 3.5
reales (2.009, 3.5 en la instalación del establecimiento más 10.823 en
gastos de negocio y compras): en un año y medio de actividad este
7
Tulio Halperín Donghi, "La expansión ganadera en la campaña de Buenos
Aires (1810-1852), en Torcuato Di Tella y Tulio Halperin Donghi (comps.), Los
fragmentos del poder, Editorial Jorge Alvarez, 1969 p.24.
8
ibidem, p. 25 y 28.
37
saladero arroja una ganancia que sobrepasa el doble del capital
invertido. Pero en este sector irán disminuyendo mientras pasan los años,
porque la industrialización misma conduce a un reajuste de ese nivel de
precios (del ganado), que comprime las ganancias del industrializador 9.
El proceso inflacionario que vive en el país entre febrero de 1826 y
mediados de 1830 beneficia sobre todo a los ganaderos. En el clásico libro
de Jacinto Oddone puede verse la lista de 538 enfiteutas que se reparten
8.656.000 ha de tierras bonaerenses entre 1822 y 1830, período cuya
segunda mitad está signada, justamente, por la inflación10. Esto viene a
ratificar una afirmación de Dobb, en el sentido de que dentro de la
primera fase de la etapa de acumulación originaria la inflación de precios
influye poderosamente para facilitar la transferencia de tierras a manos
burguesas. La particularidad del Río de la Plata -ya se ha dicho- es que
esta transferencia no se realiza entre propietarios de distintas clases
sociales, sino que los nuevos y viejos terratenientes las obtienen del
Estado (tierras públicas), al que, por otra parte, controlan. Esto es, se lo
autoadjudican. Tal proceso ha de continuar de manera casi
ininterrumpida hasta los primeros años del siglo actual, e indica cómo el
control del poder del Estado sirve para que la clase dominante utilice sus
11
mecanismos para acrecentar su propio capital. En este sentido,
Halperin ha mostrado, por un lado, cómo, en Buenos Aires, "el Estado
provincial, administrado desde fines de 1820 por una élite administrativa
y profesional urbana, colocada en el poder por el ejército que custodia
la frontera indígena y por milicias rurales que durante la agitada década
revolucionaria han suplido a menudo la ausencia de fuerzas regulares,
deben tomar a su cargo tareas esenciales en el proceso expansivo": la
defensa misma de la frontera, el gobierno y la administración de la
campaña, y otras relacionadas con la apropiación de la tierra, 12 y por
9
ibidem, p. 36.
10
Jacinto Oddone, La burguesía terrrateniente, cuarta edición, Ediciones
Líbera. Buenos Aires, 1967, p. 75-90. Véase también la nómina de enfiteutas
compradores en la venta de 1.500 leguas de tierra dispuesta por Rosas (ley del
10 de mayo de 1836) y la de arrendatarios de acuerdo con la ley del 1º de
octubre de 1857, en p. 101-109 y 1126-136. Entre los enfiteutas, los
principales beneficiarios son Estaquio Diaz Vélez (unas 385.00 hs°), Tomás M.
de Anchorena (alrededor de 322.000 ha) y Aguirre Rojas (casi 270.00 ha). Vide,
asimismo, La detallada exposición de datos que realiza Andrés M. Carretero
en la propiedad de la Tierra en la época de Rosas. Editorial el Coloquio,
Buenos Aires, 1972, p. 60- 160.
11
Sergio Bagú ha estimado en 33.500.000 ha el total de tierras públicas
entregadas a particulares en el lapso de 75 años comprendido entre el primer
gobierno de Rosas y el final de la segunda presidencia de Roca (1899- 1904).
12
Tulio Halperin Donghi, ''La expansión de la frontera de Buenos Aires (1810-
1852)" en Alvaro Jara (comp.) Tierras nuevas. Expansión territorial y
ocupación del suelo en América (siglos XVI-XIX ), El Colegio de México, 1969,
p.86-87.
38
otro lado ha destacado algo que se relaciona con mi afirmación
precedente: "el régimen de enfiteusis, si no suprime la hegemonía de los
grandes hacendados en el sector rural, tiene una consecuencia social
cuya importancia no podría exagerarse: al poner a disposición de los
posibles compradores de tierras extensiones prácticamente gratuitas
impide que se acelere la valoración de la tierra; asegura que el efecto
de una disponibilidad tan vasta de tierras nuevas se mantenga, durante
un período relativamente prolongado. Gracias a ello los costos de
producción ganadera pudieron mantenerse bajos". 13
La aparición y desarrollo del saladero constituye el elemento divisor
de funciones dentro del sector o fracción de los hacendados: cría e
invernada. Si bien la invernada del siglo pasado es meramente
cuantitativa (suma kilos), incide en una temprana diferenciación y
especialización ganadera que resulta del doble efecto de la calidad de
los pastos (tierras con pastos tiernos por acción de una prolongada
presencia de animales) y de la proximidad al centro consumidor, sea para
el saladero o para el faenamiento. En esa época, el invernador no puede
estar ubicado geográficamente en otro lugar que no sea ése, el cercano
a la ciudad de Buenos Aires, mientras que tierras que se van ganando -la
frontera expandida- se destinan a cría (pastos más duros).
Está claro que más tarde el ferrocarril, al permitir el acercamiento
del ganado por otro medio de transporte distinto de su propia
locomoción, borra esta primera división de zonas de cría e invernada y
establece otras nuevas. La consecuencia no es sólo la diferencia que el
ganadero percibe en su renta (en este caso, primera forma de la renta
diferencial), sino cómo afecta la acción de los saladeristas. Giberti ha
indicado que los campos de cría se encuentran al sur de Buenos Aires (las
nuevas tierras), y los de invernada al norte, entre los saladeros y
aquellos; en tal ubicación, los invernadores compran “puntas de novillos
al corte a los estancieros, para luego clasificarlos y engordarlos. Al actuar
en forma decisiva la ubicación del campo, se facilita la acción conjunta
de los saladeristas, que eran a su vez los principales invernadores. En
definitiva, el saladero aleja doblemente al productor del centro de
consumo" y lo deja en desventaja, sometiéndolo a los precios impuestos
por los saladeros. Es que ahora el vacuno no sólo provee el cuero y la
grasa (etapa de nuestra historia ganadera en que los estancieros crían y
matan en sus propias estancias para luego llevar el producto a los
comerciantes, cuando no van éstos mismos a buscarlos), sino la carne
para salar (en gran escala, para exportar); y en esta situación el
productor vende el animal en pie, encargándose el saladerista de lo
demás; pero si la estancia no se encuentra cercana al establecimiento
industrializador, la presencia del invernador (que compra al criador para
13
T. Halperin Donghi,"La expansión ganadera..."art . cit. p.58.
39
14
vender al saladero) constituye una etapa intermedia.
El saladero es una actividad industrial capitalista en la que el hecho
Dominante es que quienes la ejercen son terratenientes (Dorrego,
Trápani, Rosas), o comerciantes deviniéndolo (los Anchorena que están
detrás de Rosas), o barraqueros (el oriental Pedro Trápani). En cualquier
caso -de origen terrateniente o comercial-, el capital invertido en la
industria saladeril lo es en carácter accesorio a otras actividades
(ganadería o comercio), y no constituye un capital comercial devenido
industrial y que como tal capital industrial adquiere autonomía y
termina dominando a aquél.
En las condiciones existentes en la primera mitad del siglo XIX, los
terratenientes y comerciantes rioplatenses encuentran una manera de
sortear el obstáculo de la escasez de capitales y de acumulación
mediante el impulso de una actividad productiva que se caracteriza por
necesitar una inversión inicial baja y redituar altas ganancias. Las
inversiones rurales, manifiestamente en ascenso a partir de la década de
los veinte, reemplazan a aquellas preferidas del final colonial: el
comercio de exportación e importación, las fincas urbanas y las
compañías metropolitanas. El comercio importador-exportador será cada
•
40
personificación del sistema tradicional y prontos a buscar directamente
a los productores; en la década siguiente, en cambio, la aventura cede
lugar al intercambio de cuero rioplatense por algodones de Liverpooll.17
En el período se va produciendo una clara división de trabajo, una
especialización de comerciantes, cuyas consecuencias económicas y
sociales han de ser importantes durante largos años: en líneas generales,
los comerciantes británicos controlan el Comercio exterior, y los
rioplatenses el interior (fluvial y terrestre), aunque en uno y otro hay
alguna presencia nacional y extranjera respectivamente. Así, por
ejemplo, Manuel Riglos, Antonio Lezica, Juan Pedro Aguirre y Manuel
Arroyo y Pinedo son destacados comerciantes argentinos vinculados al
comercio exterior. De la misma manera, se cuentan importantes
comerciantes extranjeros que son propietarios de embarcaciones de
cabotaje, que se suman a navíos de ultramar; es el caso de John
Robinson, James Brittain, Thomas Nelson, William Parish Robertson,
Roben Taylor. Ellos compiten con un fuerte núcleo de comerciantes del
país que controla el transporte fluvial (cabotaje): José de Roxas, Remigio
González Moreno, Antonio Bernárdez, Mariano Vidal, Francisco Dorrego,
Angel Villegas, Juan Lindo, Cosme J. Farías, Mariano Pascual y otros.
Halperin explica que la actividad de los comerciantes como
compradores de tierras obedece "en parte (a) las dificultades que los
grandes comerciantes hallan para prosperar en un nuevo clima dominado
por la relación con Inglaterra", agregando que "junto con ellos los que los
han marginado en sus actividades tradicionales se hacen presentes en
áreas rurales: en Buenos Aires, que no conoce limitaciones al acceso de
los extranjeros a la propiedad inmueble, habrá bien pronto hacendados
18
británicos y norteamericanos". Un contemporáneo del proceso, el
cónsul inglés Woodbine Parish, cree que el estímulo que tienen los
extranjeros para invertir en estancias, granjas, saladeros y otras
empresas ganaderas es consecuencia de la guerra de 1825-1828.
Si los comerciantes ingleses controlan el comercio de ultramar,
relegando el interior a los nativos, los hacendados porteños mantienen
el control de la producción, si bien relegan el transporte y
comercialización. Desarmando la argumentación de José María Rosa -que
cree que la exportación de la producción saladeril a las plantaciones
tropicales es un elemento de independencia económica- Halperin Donghi
ha indicado que "... en la medida en que la salazón no reemplaza sino
complementa la exportación de cueros, y cada etapa en la expansión del
salado se traduce de inmediato en un mayor stock exportable de
aquellos, que sólo podría colocarse utilizando los servicios, siempre
imprescindibles, de ese sistema de comercialización. La consecuencia de
la actividad de los saladeristas no es la independencia económica, sino
17
T.Halperin Donghi, "La expansión ganadera...", p. 47.
18
T. Halperin Donghi, La expansión de la frontera...", p.79.
41
el mantenimiento de altas ganancias para los hacendados en medio de
una continua expansión productiva. En esta primera escaramuza (entre
los saladeristas y los abastecedores, en 1817) se afirma ya lo que será la
política de la clase terrateniente que llegará luego a ser hegemónica;
reservarse la producción; ceder a asociados muy frecuentemente
extranjeros el transpone y comercialización, manteniendo sobre ellos el
control imprescindible para que en la distribución del provecho no
queden esos asociados con la parte más importante; esa política, cuya
eficacia se mantendrá hasta 1910 en cuanto al cereal y hasta 1925 en lo
que toca a la carne, se manifiesta ya en sus rasgos esenciales cuando de
esa clase no hay sino un esbozo".19
De aquí pueden inferirse algunos aspectos realmente importantes y
determinantes: a) los límites económicos de la burguesía, incapaz: a) de
controlar la comercialización de ultramar (importación y exportación) y
el transporte; b) la exportación de excedente a través de dos mecanismos
ya señalados, el control del transporte a distancia (que incluye pago de
fletes y seguros) y de la comercialización (a los cuales se agrega el
control de las inversiones bancarias y la consecuente salida de acciones
hacia Londres); esta exportación de excedente beneficia a la burguesía
inglesa y a sus adelantados en la capital rioplatense; e) el plusvalor,
generado en el interior de la sociedad bonaerense en sus expresiones
económicas más capitalistas -la estancia y el saladero- es apropiado por
los ganaderos, pero la masa de plusvalor se reparte entre éstos y los
comerciantes ingleses; d) la alianza de clases que se articula
implícitamente, a través de una coincidencia de intereses, entre los
ganaderos bonaerenses y la burguesía inglesa, cuya expresión directa o
visible son los comerciantes radicados en Buenos Aíres; pero detrás de
éstos están los burgueses residentes en el Reino Unido, mandantes de
ellos. Que esta alianza es ventajosa y férrea lo demuestra el hecho de
que, pese a varios enfrentamientos, dura un largo siglo.
En cuanto al interior, si bien se observa - manifiestamente en
Córdoba y La Rioja- un desplazamiento hacia la ganadería, es decir, a la
esfera de la producción, la actividad económica predominante sigue
siendo la distribución y cambio, la circulación de mercancías, o sea, el
comercio. Ello hace que sean los comerciantes quienes detecten el
poder: en Tucumán lo monopolizan, al igual que en Salta, donde lo
refuerzan por su carácter de terratenientes invernadores de mulas (y
Salta es el lugar donde los antagonismos y las tensiones sociales alcanzan
su mayor magnitud); también dominan en Córdoba (del Signo, Fragueiro,
Carreras, Malde, Tejerina, Urtubey, Bustos, etc.), si bien aquí los
ganaderos disputarán con algún éxito las posiciones de privilegio y
tentaran la apertura al mercado externo rompiendo con Buenos Aires a
través de la alianza con los orientales insurgentes: la reacción directoria!
19
T. Halperin Donghi, “La expansión ganadera...” , p. 53, las cursivas son del
autor.
42
terminará con este efímero intento, cuya cabeza visible es el coronel
José Javier Díaz, propietario de la rica estancia de Santa Catalina
(antiguo dominio de los jesuitas que su padre adquirió en remate), último
comandante de armas del poder español, prestamente volcado a la causa
separatista, donde encontrará el apoyo de quien será, en un lustro, uno
de los más enconados adversarios, el futuro directorial Juan Martín de
Pueyrredón.
En Mendoza, el vuelco hacia la ganadería de engorde reasegura el
dominio de los productores y comercializadores de la agricultura de
oasis. Las otras dos provincias cuyanas, al igual que La Rioja, Catamarca,
Jujuy y Santiago del Estero, dependen de alguno de los cuatro centros
arriba indicados.
Estos comerciantes del interior (y también los del litoral fluvial) han
dependido durante la colonia de los monopolistas radicados en la capital
virreinal; después del 1O, cuando éstos son desplazados por los sectores
consolidados a través de la política de libre importación y libre comercio,
la dependencia será de éstos, obligados distribuidores de las mercancías
europeas y compradores de la producción local. A veces deben sufrir en
su misma comarca la competencia de los comerciantes ingleses y
porteños; entre éstos, por ejemplo, Tomás Manuel de Anchorena, que se
encuentra en el norte del Tucumán y el Alto Perú, siguiendo los vaivenes
del Ejército Auxiliar, tratando de colocar los envíos que le llegan de
Buenos Aires o que solicita en dicho lugar; en 1812, para ilustrar un caso
concreto, se encuentra en San Salvador de Jujuy, y, por ello mismo, es
terreno de disputa entre los comerciantes porteños y los locales
(conjunto de pulperos monopolistas, en opinión de Anchorena). Estos
acuden reiteradamente al Cabildo de su ciudad solicitando se graven con
mayores impuestos a sus competidores “de abajo".20
El caso de los Anchorena ejemplifica, además, un estilo comercial
incisivo a la vez que prudente, que no desdeña ningún medio (incluyendo
el contrabando) y donde la racionalidad (el cálculo económico aparece
dominando), guía la actividad. Contrasta, además, con el de algunos
comerciantes ingleses -los Robertson, en primer lugar- que recorren el
litoral hasta Asunción comprando personalmente y hasta arriesgando su
capital en cuanta aventura les sedujera en ese verdadero ejercicio de
economía recolectora. Los Anchorena, en efecto, montarán toda una red
de consignatarios y apoderados atentos a la situación particular que Vive
la zona en la que actúan: así, mientras Tomás Manuel opera en el norte
y Alto Perú, Juan José Cristóbal atiende la conducción general de la casa
y las relaciones con el exterior; al mismo tiempo, Francisco Alsogaray
cubre la banda occidental del Paraná desde su centro en la ciudad de
Santa Fe, donde también actúa otro colaborador directo, Juan Garrigó,
20
Andrés Carretero, Los Anchorena, Política y negocios en el siglo XIX, Ediciones
8°Década. Buenos Aires, 1970, p.27-28.
43
vinculado al gobierno; en Entre Ríos, la asociación es con Francisco
Antonio de la Torre (que en 1817 será alcalde de segundo voto de la
Bajada);Benito Torres y Juan Alsina son los agentes comerciales en
Mendoza, mientras Bartolomé Carreras y José Joaquín de la Torre lo son
en Córdoba. En el exterior las vinculaciones son amplísimas: en Chile,
con Tomás Ignacio de Urmoneta, Solar y Campbell; en Río de Janeiro con
Sebastián Lezica -a quien el representante norteamericano John Murray
Forbes llamará gran maestro contrabandista y le achacará
responsabilidad en cuanto negocio ilícito se realice en el comercio
porteño-, Diego Gil y el apoderado Ribeiro; en la mismísima España, con
Juan Genesy y Cia; en Inglaterra los Anchorena operan con Hullet
Brothers y a través de su agente en Londres, Félix Castro; por otra parte,
el tercer hermano, Mariano Nicolás -para quien la situación que vive en
Buenos Aires no ofrece suficientes seguridades- hará. negocios en
Santiago, Río y Montevideo. Esa red comercial en el interior y el Litoral
permite que la familia porteña a sortee el obstáculo de las fluctuaciones
de los precios de algunos productos internos (cueros, básicamente)
mediante el oportuno aprovechamiento de precios locales; pero también
indica la sujeción del comercio local al de importación y exportación
radicado en Buenos Aires.
Esa penetración de capitales porteños en las economías del interior
no desdeña renglón, ni siquiera aquellos que se presentan como
riesgosos, como el de la minería. Cuando se experimenta la especulación
en minas, en la década de los veinte, capitales de comerciantes y
terratenientes bonaerenses aparecen vinculados a las cinco empresas
mineras formadas para tentar la exploración de minerales de La Rioja,
Córdoba, Mendoza y el noroeste. Ingleses de Gran Bretaña y de Buenos
Aires -integran con aquéllos- el grupo de accionistas, entre los cuales
aparece rara vez algún "capitalista" provinciano. Pero incluso antes de
este efímero boom especulativo, comerciantes porteños aparecen como
propietarios mineros en Famatina (La Rioja), en los comienzos de la
explotación más o menos sistemática del mineral, en la primera década
del siglo XIX.21 Mucho más avanzado el proceso, la actividad comercial
cordobesa -en particular en el comercio mayorista- se verá fuertemente
influida por el papel de comerciantes bonaerenses: las solicitudes de
inscripción en el Registro Público de Comercio que el juzgado de la
Capital recibe entre 1864 y 1870, muestran tanto la presencia de
comerciantes cordobeses en función de consignatarios y/o
representantes de casas importadoras de Buenos Aires (e incluso
Rosario), como la de comerciantes porteños que son socios capitalistas
de sus homónimos locales.
En la misma provincia de Córdoba aparecerán terratenientes de
21
He desarrollado este asunto en El mineral de Famatina entre la revolución y
la especulación, 1800-1830, 1976 (inédito), particularmente en los capítulos 4,
5 y 6.
44
Buenos Aires adquiriendo amplias extensiones de tierras en los
departamentos del Sur después de 1880 (expulsión de los indios). Es el
caso de Anchorena, Pereyra Iraola, Locas González, Ricardo Newton,
Jarbas Muñiz Barreta, Duggan, Pueyrredón, entre otros. Buena parte de
estas tierras serán vendidas, al cabo de algunos pocos años, a precios
muy elevados, concretando la segunda fase, la de realización o
acabamiento, de la acumulación originaria. Esta misma fase aparece en
forma muy precisa en el movimiento de propiedades de tierras del oeste
bonaerense y de La Pampa después de 1880 (sobre todo en la década de
los noventa). He aquí otra interesante línea de análisis para la
investigación histórica, especialmente rica en cuanto el proceso de
acumulación tiene con relación a la cuestión de la formación de las clases
y a la de determinadas formas de ejercicio del poder político (por
ejemplo, la relación entre acumulación originaria y dictadura
terrateniente en el período rosista, 1829- 1852).
Otro elemento destacable es la transformación de los comerciantes
terratenientes en industriales en la región del noroeste (Tucumán. Salta,
Jujuy), proceso que empieza a manifestarse desde comienzos de la
tercera década del siglo pasado, pero en particular desde los años
treinta. Hay consenso en destacar el papel desempeñado por el sacerdote
José Eusebio Colombres en la promoción de la industria azucarera (1821),
tras cuyos pasos siguen importantes comerciantes y terratenientes: así
aparecen varios ingenios -tales como Cruz Alta (1824), Mercedes (1830),
San Pablo (1832), Concepción (1835), El Paraíso (1838), y para este
último afio hay cinco, apareciendo otros siete en la década de los
cuarenta. Desde temprano, la industria azucarera se desarrolla por
acción de una política proteccionista, tanto provincial como nacional, la
que le permite ganar amplios mercados regionales hasta desalojar por
completo a la producción importada (principios del siglo XX) <e incluso
exportar.22
La burguesía del noroeste aparecerá, hacia los años setenta y
ochenta, como una clase regional notablemente desarrollada, con un
fuerte poder económico y político -el paradigma es, como dice Giménez
Zapiola, la familia Posse-, pero insuficiente para imponer su hegemonía
al conjunto dela burguesía nacional en formación. La alianza política y
la solidaridad de intereses con la burguesía del litoral, sobre todo de
22
En el trienio 1901-1903 se exporta el 33% de la producción anual con un
promedio anual de 40.482 toneladas. Estas cifras y las demás referencias al caso
de la burguesía tucumana están tomadas del excelente artículo de Marcos
Giménez Zapiola. "El interior argentino y el 'desarrollo hacia afuera': el caso de
Tucumán", incluido en su compilación El régimen oligárquico. Materiales para
el estudio de la realidad argentina (hasta 1930), Amorrortu Editores,
BueoosAires,197S, p.72-115.Véase también Jorge Balán y Nancy López, una
cuestión regional en la Argentina: burguesías provinciales y el mercado nacional
en el desarrollo agroexportador”, en Desarrollo Económico, vol. 18, N°69,
Buenos Aires, abril- junio 1978. pp.49-87.
45
Buenos Aires -solidaridad que va mucho más allá del hecho de que
sectores del Tucumán inviertan en el litoral y de esta región en aquella-
, se convertirá en una parte de la ecuación que permitirá solucionar la
larga crisis orgánica.
La otra raíz de esa ecuación se encuentra en Córdoba. Situada en
una encrucijada de regiones contrastantes (el Tucumán y el litoral) y ella
misma con elementos de uno y otro, la provincia mediterránea tiene una
incorporación tardía, relativamente, al proceso de transformación
económica de la segunda mitad del siglo pasado. Aquí los grandes
cambios se encuentran a partir de los ochenta (excepto el ferrocarril y
las primeras formas de colonización agrícola), impulsados por una nueva
fracción burguesa que desplaza -tras ruda lucha política- a los sectores
tradicionales. Esa fracción tiene, sobre todo, dos características básicas:
su habilidad política (verdaderos profesionales) y su actividad económica
especuladora, puestas ambas al servicio de un proyecto provincial y
nacional adecuado al nuevo orden económico internacional de la época.
A diferencia del litoral y del noroeste, en Córdoba casi no hay, en la
etapa que consideramos, inversiones significativas de capital comercial
en la producción. No hay aquí ganaderos o terratenientes como los del
primero, ni industriales como en el segundo. Muy avanzado el siglo, la
economía provincial mantiene notablemente características del periodo
colonial. Los comerciantes cordobeses sienten la repercusión del
dislocamiento del circuito de intercambio provocado por las guerras y no
tienen o no pueden encontrar una solución alternativa al mero reajuste
a esa coyuntura “de sobrevivencia”. Es cierto que la economía provincial
-largamente bifacial: altoperuana y atlántica- irá decidiéndose por su
"vocación" atlántica, ya durante el rosismo, pero tratando siempre de
reanudar sus lazos con el noroeste e incluso el Alto Perú: no es casual
que el principal mercado de las primeras producciones fabriles
cordobesas -harinas, calzado, cerveza- se encuentre en el antiguo
Tucumán y hasta en la misma Bolivia.
El grupo de esa nueva fracción burguesa tratará degenerar -
mediante la acción del Estado provincial- una economía industrial. Pero
la debilidad estructural de los potenciales burgueses industriales y los
devastadores efectos de la crisis de la década 1890-1900 en la economía
provincial, tenían con el proyecto, que cede al impulso del acelerado
crecimiento de la economía rural, desarrollada en las áreas de
colonización capitalista del este y sur de la provincia, de ocupación
reciente, beneficiaria de la expansión de la colonización agrícola y el
cultivo de cereales con centro en Santa Fe. Este crecimiento económico
es, sobre todo, resultado del empuje y acción de sectores provenientes
del litoral (agricultores y molineros santafesinos, terratenientes
ganaderos y especuladores de Buenos Aires), a los cuales se suman
algunos de la misma provincia mediterránea. En forma sobresaliente, los
innovadores se concentran en el Partido Autonomista Nacional, mientras
46
los sectores vinculados a la antigua economía provincial se enrolan en el
mitrismo (devenido luego Unión Cívica y más tarde Unión Cívica Radical).
Esta fracción vincula muy estrechamente la actividad política y la
económica: utiliza el aparato del Estado para su actividad especuladora
(y la especulación es la vía para la conversión en terratenientes) y ella le
permite afirmar su poder político. Una y otro necesitan de la alianza con
la burguesía bonaerense, de la misma manera que ésta encontrará en esa
"suboligarquía financiera" cordobesa excelente administradores de
poder. Y es bueno tener presente que el intercambio comercial entre el
noroeste y Córdoba (azúcar por trigo, harina, calzado y cerveza) añade
una fuerte solidaridad de intereses económicos que refuerzan la
solidaridad política. tanto como ésta lo hace con aquélla. Y ya que nos
ocupamos de esto, digamos que las vinculaciones matrimoniales entre
miembros de familias de una y otra región, añaden un ligamento tan
efectivo como aquéllos (el casamiento de Roca con una Funes Díaz no es
un caso único).
El problema de la formación
del Estado nacional
47
provincias puramente doctrinario. Tócale a ella, y está en sus
conveniencias como provincia y parte de la Nación Argentina, dar unidad
al pensamiento político y gubernativo, crear y establecer el predominio
de un solo partido, el partido de la ley, en todas y cada una de las
Provincias Unidas del Río de la Plata".
En 1869, durante las discusiones en el Congreso sobre el puerto, el
diputado por Buenos Aires, Carlos Keen, dice: "Lo que conviene a Buenos
Aires tiene forzosamente que convenir a las demás provincias...
Cualesquiera que arroje una mirada sobre nuestro territorio verá, como
ha dicho alguien, que la mayor parte de nuestros ríos convergen a un
punto donde se confunden, como si la naturaleza misma quisiera indicar
el camino que deben seguir los pueblos argentinos para salvarse y llegar
a la meta donde está colocada la corona de la grandeza y de su gloria.
Situado por otra parte Buenos Aires en un punto más cercano a ese mundo
que nos lleva la vanguardia en la marcha de la civilización, es el centro
natural, es, por decirlo así, el centro fatal del comercio argentino. A
Buenos Aires vienen todos los productos de las demás provincias para
consumir o explotarse en ella; de Buenos Aires van todos los productos
que ellas necesitan para el consumo o la reproducción. De consiguiente,
importar barato en Buenos Aires no sólo le conviene a ella sino a todos
los miembros de que se compone nuestro cuerpo político”. 23
Para llegar a este punto, la burguesía del Litoral platense ha
ensayado varios caminos, el más decisivo de los cuales fue el ejercicio
de la coacción, de la dictadura durante el período de gobierno de Juan
Manuel de Rosas y a lo largo de la llamada "Organización nacional".
Dictatorial para con las clases del Interior, no deja de fundarse en la
hegemonía, el consenso en Buenos Aires.
Ciertamente, como lo prueba la continuidad del conflicto político
dentro mismo de Buenos Aires (hasta el momento crucial de la
federalización, en 1880), no existe total homogeneidad en el seno de los
grupos dominantes bonaerenses. La fracción más interesada en encontrar
una solución nacional busca ampliar, así, la alcanzada en el Litoral; para
lograr que el bloque histórico regional del Litoral se convierta en
hegemónico a escala nacional, ella debe establecer una alianza con los
agroindustriales del Tucumán y la "suboligarquía financiera" de Córdoba,
esto es, una alianza de clases dominantes regionales. Pero de ninguna
manera puede reducirse constitución de un bloque histórico a la alianza
de clases. un elemento estructural. Junto a ella se afirma la dirección
política e ideológica de la burguesía bonaerense sobre el conjunto de la
sociedad argentina. La alianza ensancha la base social de la hegemonía
terrateniente a nivel de la estructura económica. La dirección política e
ideológica la afianza en el control de la sociedad política y la sociedad
civil, esto es, a nivel superestructural. La vinculación orgánica entre uno
23
Congreso Nacional. Diario de Sesiones de la Cámara de Dipulados,1869, p. 177.
48
y otro nivel es efectuada por los intelectuales -en el amplio sentido
gramsciano- y ella constituye, precisamente, el bloque histórico.
Cuando hacia 1880 se ingresa en la etapa de la hegemonía
terrateniente, la sociedad argentina está desarrollando una economía
liberal o. si se prefiere. una estructura capitalista con un edificio
jurídico-político o ajustado a los cánones de la democracia burguesa.
Lejos de implicar un desfase entre una y otro, hay una conexión
coherente y correspondiente: las características con que se han gestado
y desarrollado hasta el momento las relaciones capitalistas y la clase
fundamental del nuevo bloque histórico, explican que -para alcanzar.
ampliar, conservar y reforzar su situación de clase y el poder -ella haya
promovido, después de 1853, la más amplia libertad económica y
restringido la participación y decisión políticas. Es un signo de debilidad
estructural y de la fragilidad de la hegemonía política duramente
alcanzada. También, un elemento esencial para frenar el desarrollo de
la democracia burguesa argentina.
Porque la clase fundamental es estructuralmente débil, el Estado
desempeña un papel privilegiado, aun cuando una y otro se construyen
recíprocamente. Dicho en otras palabras: la unidad histórica de las clases
dominantes regionales en una clase nacional ocurre en y por el Estado.
He ahí un significado del nudo histórico de 1880.Toda la historia de la
burguesía argentina se resume en un movimiento de constitución y
reconstitución dentro y a través del Estado.
La historia de Argentina durante el siglo XIX revela claramente la
importancia estratégica que tiene el Estado en construcción. La ruptura
de la situación colonial deja en pie buena: parte del aparato estatal
español, cuyas manifestaciones se operan en cada región con diferente
velocidad. También aquí Buenos Aires aparece a la vanguardia, lo que no
es por cierto casual. En este sentido, mi hipótesis es que mientras la
burguesía bonaerense se construye como clase y como fracción
hegemónica dentro de la burguesía argentina, construye el Estado
provincial y el lado nacional; al mismo tiempo. la edificación de éstos
revierte en la de aquélla. En otras palabras, hay un simultáneo y
dialéctico proceso en el cual la clase construye el Estado y el Estado
construye a la clase.
Como proceso, es complejo. realmente tortuoso, y en él se
entremezclan diferentes cuestiones, proyectos y ritmos (o intensidades
de tiempo). Así, por ejemplo. puede decirse que en Argentina como en
el Risorgimiento italiano. el proceso de formación del Estado nacional
incluye simultánea y contradictoriamente elementos de "revolución” (el
desarrollo de relaciones capitalistas) y de "restauración" (la
restructuración o remozamiento de las clases no capitalistas del
interior). También aquí encontramos un Estado convertido en motor real
de la unidad nacional: la "función piamontesa" es desempeñada por la
provincia de Buenos Aires, aun cuando requiera, para afianzarse. de la
49
señalada alianza de clases regionales.
Las casi dos décadas (1862-80) que median entre la reunificación de
la república y la federalización de la ciudad de Buenos Aires conforman
una revolución pasiva, para decirlo con otra categoría analítica
gramsciana. Es a través del ejercicio de la dominación, de la dictadura
sin hegemonía, que la burguesía argentina conquista la dirección, el
consenso, en fin, la hegemonía. Ella construye su bloque histórico,
entonces, no mediante un verdadero proceso prerevolucionario, sino a
través de un contradictorio movimiento de “Revolución-restauración". En
estas condiciones, lógicamente, la forma hegemónica alcanzada dista de
ser sólida. ·
Estado y clases
50
en un proceso de transición, las clases sociales, ellas mismas en
constitución (o lo que es igual, también en transición), no son siempre
iguales ni están plenamente definidas. De allí la imposibilidad de explicar
el complejo proceso de luchas políticas y sociales que lleva a la
construcción de la Argentina moderna, en términos de reduccionismo
clasista. El conflicto, la lucha social existe, está en un primer plano, pero
no necesariamente es explicable en términos de luchas de clases,
entendidas éstas strictu sensu. Para los investigadores, en consecuencia,
el desafío empírico y teórico es dar cuenta de la complejidad de la
transición y con él del proceso constitutivo de las clases.
Frente a las clases subalternas, los grupos propietarios plantean la
cuestión de su incorporación al mercado de fuerza de trabajo, mercado
que progresivamente (sobre todo el Litoral) se va definiendo en términos
de mercado libre, dominado por relaciones asalariadas capitalistas. Se
trata de un proceso en el que el Estado juega un papel fundamental, bien
entendido que se trata de un Estado en construcción. Ese papel es doble:
por un lado, destructivo, en cuanto él mismo es el máximo "consumidor"
de fuerza de trabajo, la que, en rigor, es sacada del mercado y enviada
a servir en el ejército; esta incorporación coactiva provoca su correlato
obligado, la deserción y las bandas armadas de salteadores y cuatreros
(que no deben confundirse con las montoneras); por otro lado, recreador
permanente de dicha fuerza a través de la coacción jurídica que persigue
el disciplinamiento de la fuerza de trabajo. Este segundo papel es
central: representa el camino que los grupos dominantes siguen para
rehacer lo deshecho a través del proceso destructivo, que a su vez es
conservador del dominio de clase, en tanto persigue la destrucción de los
enemigos externos e internos de éste. El doble papel que desempeña el
Estado expresa un problema a resolver: el de la contradicción existente
entre una población marginal, flotante, desocupada, y una creciente
necesidad de fuerza de trabajo. Sucede que las clases dominantes de las
distintas regiones tienen que dar respuesta a dos problemas: 1) de
necesidad y 2) la conservación y extensión de las fronteras con los indios
y, durante las guerras de independencia, las fronteras exteriores, sujetas
a la presión del antiguo poder colonial, cuando no a la amenaza
portuguesa (que se resuelve finalmente en una alianza contra el
movimiento revolucionario oriental). Por eso la política de represión de
la vagancia (que se extiende a lo largo del siglo XIX) no es incoherente:
el envío a servir en los ejércitos de línea asegura (y eventualmente
expande) la frontera y con ello garantiza la continuidad de las tareas
productivas ganaderas (aspecto nodal en el Litoral fluvial y atlántico). Lo
que torna manifiesta la contradicción señalada es la resistencia de las
clases subalternas a incorporarse a la milicia.
En síntesis, entonces, la represión de la vagancia, la deserción y el
juego tiende a asegurar, reforzar el dominio interno de clase a través del
control del Estado en construcción y del proceso productivo: servir en el
51
ejército contra los españoles y/o (sobre todo) contra los indios, realizar
compulsivamente trabajos públicos, emplearse en labores productivas
(básicamente rurales), todo ello confluye en un mismo objetivo. cuya
expresión más nítida es visible, también aquí, naturalmente, en· la
provincia de Buenos Aires. En este plano, las clases subalternas son
objeto de un fuerte ejercicio de la coacción.
Una rigurosa investigación histórica deberá develar muchas
cuestiones presentes en la sociedad argentina decimonónica,
particularmente en este terreno de las clases subalternas. Pongo un caso:
¿cómo y por qué las masas rurales no devienen una clase campesina,
especialmente en las áreas económicamente hegemónicas?
Correlativamente con ello, la originalidad de la protesta rural
rioplatense: la no reivindicación de la propiedad de la tierra por parte
de esos sectores, que en cambio si aparece entre los indios de la Puna,
aunque sólo coyunturalmente (1872-75) y en un contexto de
restructuración del sistema de haciendas en el noroeste y de
enfrentamientos políticos de carácter nacional. Por cierto, caso aparte,
especial es el del proyecto agrario artiguista.
Durante buena parte del siglo (entre las décadas del 10 y del 70),
las clases subalternas rurales (peones, labradores, arrieros, artesanos)
del Interior y, en menor medida, del Litoral fluvial se expresan
contestariamente, a través del as montoneras. Las montoneras del
Interior con la excepción de la encabezada por Felipe Varela- expresan
por lo general la resistencia a la penetración capitalista, mientras las del
Litoral fluvial, en cambio, se movilizan por una adaptación a esta
penetración, buscando participar de los beneficios que ella trae
aparejados, particularmente económicos, derivados del acceso al
mercado externo. Pero, en rigor. Las montoneras expresan la defensa de
los intereses coyunturalmente coincidentes de las clases dominantes y de
las subalternas del Interior. La coincidencia se rompe cuando los grupos
dominantes (las oligarquías provinciales) acuerdan con la clase
hegemónica porteño-litoralense. Para entonces, las clases subalternas
vuelven a modificarse: el Estado impulsa una política de importación de
fuerza de trabajo de origen europeo y con ella aparecerán nuevos actores
sociales, característicos de la "Argentina moderna": obreros industriales
urbanos, chacareros pampeanos, sectores medios urbanos. Con ellos, la
protesta tendrá también nuevas formas, nuevas apelaciones, nuevos
lenguajes...Pero, otra vez, la peculiaridad de la desigualdad del
desarrollo de la economía y de la sociedad argentina acentuará las
diferencias regionales y con ellas las dificultades de las clases subalternas
para constituir una alternativa hegemónica capaz de englobar la
dimensión nacional de tales clases
52
Bibliografía
53
1985, pp. 229-250.
Chiaramonte, José Carlos: "Legalidad constitucional o caudillismo: el problema del orden social
en el surgimiento de los estados autónomos del litoral argentino en la primera mitad del
siglo XIX", en Desarrollo Económico, vol. 26, N9 102, Buenos Aires, julio-setiembre
1986.pp. 175-196.
García Delgado, Daniel: "El modelo federal y la soberanía popular", en Waldo Ansaldi y José
Luis Moreno, op. cit., tomo 1.
Halperin Donghi, Tulio: Guerra y finanzas en los orígenes del estado argentino (1791-1850).
Editorial Belgrano, Buenos Aires, 1982.
Halperin Donghi, Tulio: Proyecto y Construcción de una Nación (Argentina 1846 1880),
Biblioteca Ayacucho/68, Caracas, 1980. (Hay reedición del prólogo, Una nación para el
desierto argentino, Biblioteca argentina fundamental/156, Centro Editor de América
Latina, Buenos Aires, 1982).
Marichal, Carlos: "Políticas de desarrollo económico y deuda externa en Argentina (1868-1880)",
Siglo XIX. Revista de Historia, Año III, N" 5, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad
Autónoma de Nuevo León, Monterrey, enero-junio 1988. pp. 89-124.
Oszlak, Oscar: La formación del Estado argentino, Editorial de Belgrano, Buenos Aires. 1982
Trindade, Hélgio: "La construcción del Estado nacional en Argentina y Brasil (1810-1900)", en
Revista Mexicana de Sociología, Año XLVIII, Nº l, México D.F., enero-marzo 1986, pp. 137-
166.
54
Cod. COPIAS AÑO Codificado por:
7180 12 2018
INTRODUCCIÓN
En las ciencias sociales, el análisis de la génesis y conformación de la estructura social
latinoamericana y argentina en sus dimensiones internacional, nacional y local, es atravesado por
el debate de las teorías interpretativas sobre las posibilidades de desarrollo: las teorías de la
modernización o desarrollo que interpretan los procesos como etapas necesarias por los que los
países deben pasar y que toman como modelo y sociedad de llegada la sociedad norteamericana
triunfante de posguerra, y las teorías que lo interpretan desde América Latina, teorías que son
conocidas como cepalinas y teorías dependentistas.
Como hemos adelantado, la cátedra toma posicionamiento en torno a las interpretaciones
teóricas de la CEPAL y su posterior derivación, la teoría de la dependencia que sostienen que el
desarrollo de los países centrales ha sido posible por la relación de apropiación, expoliación y
explotación de recursos de las sociedades colonizadas, y como contracara, el subdesarrollo de
estos países. Desarrollo y subdesarrollo serían así dos caras de la misma moneda, donde los
condicionamientos económicos y políticos impuestos por las potencias hegemónicas posibilitó el
desarrollo de los países centrales y la dependencia (trasladando las contradicciones propias del
modo de producción de los países centrales) de los países periféricos.
“El capitalismo, aún en su prehistoria (acumulación originaria de capitales) es un sistema mundial
polarizado en centros hegemónicos, metrópolis y áreas dependientes ligados entre sí con
concretas relaciones de explotación (…) Lo que interesa remarcar aquí es el concepto de totalidad
metrópoli- satélite, como desarrollo dialéctico de un único sistema mundial en el que, desde sus
inicios, el pasaje a formas superiores de organización social de las naciones centrales es imposible
sin la explotación subdesarrollante de otras áreas. En este sentido, es Marx el primero que llama
la atención sobre la importancia del sistema colonial (en el momento de predominio del capital
comercial y usurario en Europa), para la expansión de las manufacturas que tienen allí un mercado
fundamental y fuente de acumulación de capital en base a la expropiación de las colonias, el oro
proveniente del saqueo colonial y la explotación agrícola y minera de los países colonizados. Esta
acumulación […] es lo que posibilitará la inversión de las mismas en el proceso productivo
posibilitando así la aparición, desarrollo y posterior predominio del capital industrial, consolidando
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
55
así al capitalismo como sistema […] Si bien la característica esencial del sistema: -explotación
subdesarrollante- permanecerá inmutable, las formas que va asumiendo dicha característica no
permanecen inalterables, sino que, por el contrario, van cambiando en función de los cambios
operados en los países centrales” (Pacenza, 2002)
Nos proponemos en este artículo, describir las formas que ha adoptado esta relación desde la
colonización.
56
del siglo XVIII los productores americanos podían competir en precio y calidad con los productos
europeos mediante un capitalismo de tipo colonial (Peña, 1970) que utilizaba gran cantidad de
fuerza de trabajo (de aborígenes y esclavos negros aunque también criollos) para colocar en un
mercado que excedía la zona productiva: la economía colonial producía a gran escala alimentos
y otros productos para el Potosí y otras zonas que se dedicaban exclusivamente a la actividad
extractiva de minerales, en el noroeste de la actual República Argentina se producían tejidos que
se exportaban a Buenos Aires, Chile y Brasil. La política española para con sus colonias,
indiferente de la industria que se iba desarrollando en sus territorios, difería de la política inglesa
que mantenía, por el mismo tiempo, un estricto control de la producción de sus colonias para
que no se viera afectada la colocación de sus propios productos. En 1776 España reorganiza el
territorio con la creación del Virreinato del Río de la Plata. A partir de ese momento, se irán
configurando otros espacios que van a ir adquiriendo cada vez más importancia en el intercambio
comercial y va a ir sentando las bases y condiciones de la posterior centralidad del puerto de
Buenos Aires.
La expulsión de la clase comercial (judíos y musulmanes), sumada a que a la unidad política no le
correspondió una unidad administrativa y tributaria dificultó el desarrollo manufacturero de
España, que presentaba un desarrollo muy pobre respecto a de otros países europeos como
Inglaterra y Francia. Como su producción manufacturera era escasa, España importaba productos
de países extranjeros que estaban interesados en recibir parte de la renta de la explotación
extractiva. Si nos detenemos en este punto un instante, podemos ver claramente cómo las
riquezas extraídas de América favorecieron la acumulación originaria de capital, descriptas por
Marx como condición necesaria para el desarrollo del Capitalismo.
España no había podido usufructuar, debido a sus estrangulamientos estructurales ya que no
contaba con una clase comercial fuerte (desde la expulsión de los judíos y los musulmanes en
1492), de la acumulación originaria que le generaba a extracción de metales y la explotación de
las áreas colonizadas, por lo que gran parte de lo generado a partir de esta explotación terminó
financiando las industrias manufactureras francesas e inglesas y cumpliendo un rol central en la
consolidación de la estructura industrial inglesa. La complementación de procesos económicos
como el cercamiento de los campos -que transformó a gran parte de la mano de obra rural en
mano de obra asalariada-, la revolución agrícola -que transforma las tierras de labor en pasturas
para el ganado ovino que proporcionaba la materia prima necesaria para la manufactura urbana-
y la consecuente revolución industrial, fueron las condiciones que permitieron la consolidación
de Inglaterra como potencia hegemónica. La riqueza acumulada por el intercambio comercial “se
utilizó para establecer una nueva división del trabajo internacional, convirtiendo a las tierras
colonizadas en una fuente de recursos para un posterior capitalismo industrial dinámico y en
expansión.”1
A fines del Siglo XVIII, grandes avances científico-tecnológicos aplicados al desarrollo industrial
permite que Inglaterra produzca gran cantidad de mercaderías en menor tiempo y costo. La
1
Worsley, P., citado por Pacenza, María Inés en “Proyecto hegemónico inglés”, Op. Cit.
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
57
revolución industrial inglesa afectará al mundo entero y pondrá a Inglaterra por encima de las
otras potencias como Francia, Alemania y Holanda y las propias España y Portugal2. La saturación
del mercado interno inglés lleva a que Inglaterra necesite nuevos mercados donde colocar el
excedente de su producción. Este hecho, sumado a que su colonia más importante, EEUU, logra
su independencia en 1763, y que el bloqueo napoleónico le cierra el comercio con el resto de
Europa (1804), impulsa la búsqueda de nuevos territorios comerciales y el despliegue de
diferentes estrategias para conseguirlos: la invasión directa, la diplomacia y la intervención
indirecta (económica).
“De la prosperidad de este comercio, cuyo circuito aproximadamente era: esclavos de África a
América; minerales y comestibles de América a Europa; bienes manufacturados baratos de
Europa a América y a África, advino la prosperidad de la industria inglesa centrada en Liverpool,
Manchester, Bristol y una gran contribución al montaje de la Revolución Industrial británica […]
Internamente, la estructuración económico-social de Gran Bretaña proporcionaba un campo
apto para el pleno desenvolvimiento del industrialismo capitalista; la clase comercial ya tenía
acceso, en alguna medida, al poder político; el entronque entre la vieja nobleza rural y las nuevas
clases empresarias proporcionaba una alianza necesaria para que la industria británica se
desenvolviera en forma relativamente inmune a la interferencia estatal […] ” (Pacenza, 1992)
Como dice Pacenza (Pacenza, 1992), el desplazamiento de España por parte de Inglaterra
redefine la problemática económica latinoamericana: el neocolonialismo inglés consolida y
refuerza todas aquellas estructuras que posibilitan el cumplimiento de la relación
subdesarrollante, pero provocará una redefinición del peso de los distintos sectores económicos
de América Latina. A los cambios en la relación entre las distintas fuerzas sociales, se les sumará
el florecimiento de regiones que anteriormente no eran más que áreas marginales. Tal el caso de
Argentina respecto de la importancia que tenían países como el actual Perú, Bolivia y México
dentro del proyecto hegemónico español.
2 Excede los límites de este trabajo el análisis de las cuestiones estructurales y políticas internas de estos países que llevaron a
que no pudieran competir con Inglaterra en el desarrollo industrial. Baste decir que la intervención de un Estado fuerte en Francia,
que intentó poner la industria bajo su estricto control, afectó su competitividad y que, en Alemania, la falta de unidad nacional y
la proliferación de barreras aduaneras, afectaron su desarrollo.
Problemas Sociales Latinoamericanos
58
colonias al comercio con Inglaterra y la apertura del Puerto de Buenos Aires. Este hito marca el
inicio de la dominación económica inglesa en el Río de la Plata, el paso de la hegemonía española
a la inglesa y el paso del colonialismo al neocolonialismo inglés que pone a América Latina bajo
su área de influencia. Frente a los procesos independentistas, Inglaterra seguirá una doble
política, de apoyo a España para controlar las revoluciones y de apoyo militar y económico a los
rebeldes.
En Argentina, luego de la revolución de mayo, es la Junta Grande, debido a la presión de los
representantes de las provincias del interior, la que limita la introducción de artículos ingleses al
interior del país. Esta situación dura poco tiempo: la presión de los comerciantes ingleses
ubicados en el puerto de Buenos Aires y de los propios porteños liderados por Bernardino
Rivadavia, va a lograr el ingreso de productos que terminan compitiendo con los producidos
localmente. La diplomacia inglesa también interviene para promover la separación de la Banda
Oriental, estableciendo lo que se ha conocido como un “estado tapón” entre Argentina y Brasil,
junto con la separación del Paraguay.
“El proceso de penetración inglesa abrirá en América Latina la etapa Neocolonial, cuya función
principal será asegurar un mínimo orden interno para que se posibilite la entrada de
manufacturas. El comercio británico jugará en esta etapa, como ya dijimos, un rol fundamental,
operando en base a la producción y a la experiencia de los británicos en el campo mercantil. En
este momento se observa la migración de súbditos británicos, comerciantes, hacendados,
mineros, etc., en busca de fortuna y cuyo objetivo principal era mediante la creación de cámaras
comerciales y otras organizaciones de tipo mercantil actuar como condicionantes de la política
local” (Pacenza, 1992).
Los comerciantes británicos instalados en el Río de la Plata desplazan de las actividades
comerciales a criollos y españoles residentes, que a partir de ese momento comienzan a
dedicarse casi exclusivamente a las actividades ganaderas del cual se extrae el cuero, sebo y
tasajo. Ese es el comienzo de lo que se conocerá como la Oligarquía Terrateniente Argentina
(Rouquié, 1982).
No obstante, la consolidación de los procesos independentistas, la unidad hispanoamericana
propulsada por Simón Bolivar y José de San Martín y los movimientos nacionalistas de las
montoneras del Río de la Plata se transforman en un potencial peligro para los intereses
británicos, por lo que impulsa una política de empréstitos a los países aun sabiendo que eran
insolventes, empréstitos a altos intereses y por lo que los estados hipotecaron su producción y
Buenos Aires sus tierras provinciales (Rosa, 1973). El período que va de 1829 a 1851, durante los
gobiernos del Juan Manuel de Rosas como gobernador de la Provincia de Buenos Aires, se
implementaron políticas proteccionistas de la industria nacional. La oposición a los intereses de
los países centrales se hace sentir en dos oportunidades: en la intervención francesa de 1838-
1840 y Anglo-francesa de 1945-1850.
La consolidación del período neocolonial se produce entre los años 1850 y 1870, período en que
los países americanos organizan sus estados-nación y tienen independencia política pero las
políticas económicas y su papel en la economía mundial -como productoras de materias primas
59
e importadoras de bienes manufacturados- son dirigidos por Inglaterra (Rouquié, 1982). En la
nueva división internacional del trabajo, cada país latinoamericano se inserta como
monoproductor de materias primas.
3
Título de un capítulo de Historia del Siglo XX (Hobsbawn, 1998)
60
de Keynes, de desarrollo y expansión del mercado interno, de expansión de la demanda y por
consecuencia la producción, y la generación del llamado “círculo virtuoso del capitalismo” que
brindó casi 30 años de crecimiento y llevó a lo que se conoce como Edad de Oro del capitalismo.
Mientras tanto, en Europa oriental se había consolidado la Revolución Rusa y asume
características dictatoriales de la mano de Stalin, no iguales a las de occidente pero con los
mismos métodos.
En 1939 comienza la Segunda Guerra Mundial que enfrenta a los denominados países del Eje,
Alemania, Italia y Japón, con los denominados Aliados, básicamente Francia, Inglaterra, Rusia y
Estados Unidos. Al igual que lo que le había pasado a Napoleón, la derrota del Eje comenzó en
Rusia, en la batalla de Stalingrado. El desembarco en Normandía organizado por los Aliados pone
fin a la guerra con el triunfo de los aliados. Luego de esto, los ganadores reunidos en la Isla de
Yalta firman el acuerdo que toma el nombre de la isla.
Si hay algo que marcó el período de la Segunda Guerra fueron los genocidios: genocidio nazi que
produce el Holocausto donde se da muerte a más de 6 millones de personas (la mayor parte
judías, pero también gitanos, homosexuales y de otras minorías); genocidio criminal
norteamericano que lanza la primera bomba atómica en Hiroshima, con la excusa de poner fin al
enfrentamiento en el Pacífico, y una segunda bomba en Nagasaki luego de la rendición de Japón;
genocidio ruso bajo el stalinismo donde mueren, más de 20 millones de personas,
aproximadamente la mitad de los ellas como resultado de la guerra y otro tanto producto de las
ejecuciones sumarias, torturas, desplazamiento de población y envíos a los Gulag a los “enemigos
del pueblo”.
En 1945, en Postdam, los triunfadores se repartieron el mundo, sentando las bases del período
conocido como de Guerra Fría y el mundo Bipolar que marcó el enfrentamiento entre las dos
potencias líderes cada una de un bloque, entre dos modos de producción que necesitaban de
todo el mundo para desarrollarse, enfrentamiento que no se desarrolló directamente en sus
territorios (por eso la denominación de Guerra Fría) por la amenaza atómica, pero que dirimieron
sus disputas en otros países y mediante la carrera armamentística y la carrera espacial.
“De un lado, un conjunto de países hegemonizados por la Unión Soviética con regímenes
que constituyeron el <socialismo real>: Hungría, Alemania Oriental, Polonia, Albania, la
Yugoeslavia de Tito y todos los países que conformaron el Pacto de Varsovia. Del otro lado,
los países occidentales, Alemania Occidental, Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos que
se hacían signatarios del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)” (Moreno, 2005)
Un año antes, en julio de 1944 se realiza la conferencia de Breton Woods en la que se establecen
nuevas reglas para las relaciones comerciales y financieras internacionales, reglas que son
promovidas por los países industrializados para poner fin al proteccionismo comercial. Allí se
estableció la creación del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial y se estableció el
dólar como moneda de referencia internacional, aunque se sostenía el patrón oro de respaldo (1
onza de oro a 35 dólares). Se presentaron dos propuestas, la británica elaborada por Keynes, que
promovía un ordenamiento más democrático y sin jerarquías entre países, y la propuesta
norteamericana que, dado su papel fortalecido como potencia, logra imponer un orden
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
61
jerárquico de países de acuerdo con cuotas de participación económica. El acuerdo fue firmado
en principio por 44 países entre los que se encontraban las potencias de Europa occidental, la
URSS y China.
El 24 de octubre de 1945, finalizada la Segunda Guerra Mundial, se funda con la firma de 51
países, la Organización de las Naciones Unidas, como organización global dedicada a la
cooperación internacional en asuntos de paz, derechos, desarrollo económico y social, asuntos
humanitarios y DDHH.
Al finalizar la guerra y para promover la reconstrucción de los países de Europa occidental,
Estados Unidos implementa el Plan Marshall por el cual se transfieren 13.000 millones de dólares.
Este plan no sólo intenta prevenir el avance del bloque oriental, sino que inicia un doble proceso
de internacionalización de capitales y expansión de la corporación trasnacional (en principio de
corporaciones estadounidenses).
INTRODUCCIÓN
“No es una tarea sencilla describir el comportamiento de la economía mundial en el marco de
las grandes transformaciones que se están desenvolviendo dentro de ella y cuyos impactos
trascienden lo “económico”, para extenderse al campo político, social y cultural. Este proceso
involucra, aunque es obvio advertir que, con distintas modalidades, tanto a los países
capitalistas centrales como a los periféricos para abarcar, incluso, a los del “bloque” socialista.”
("Tristezas y melancolías del capitalismo. Las transformaciones en la economía", 1990)
En el apartado anterior expusimos las transformaciones o metamorfosis del capitalismo desde la
época colonial a la Crisis del ´30 y el período de posguerra. La solución a la Crisis del ´30 implicó
el paso de lo que se conocía como regulación competitiva, es decir mediante sanciones que
imponía la “mano invisible del mercado y la libre competencia”, a un tipo de regulación
“monopolista”, a través de la creación de instituciones y normas que tienden a garantizar la
acumulación intensiva y las relaciones salariales fordistas.
En esta segunda parte, pretendemos avanzar en la descripción de las características principales
del capitalismo desde la posguerra a la crisis del ´73 y la implementación de políticas neoliberales.
Hemos seguido para ello, la periodización propuesta por López y Díaz Pérez en el artículo de la
cita.
EDAD DE ORO DEL CAPITALISMO
Como expusimos previamente, desde 1950 hasta fines de los ´60 el capitalismo industrializado
conoce su Edad de Oro en la que se combinan altas tasas de crecimiento productivo, pleno
empleo, aumento de la inversión y mejora de la calidad de vida de la población.
Independientemente de las particularidades que ha asumido en su implementación en cada país,
presenta algunas características propias que la hicieron acreedora de la invención del “círculo
virtuoso” de la mano del “fordismo” como régimen de acumulación intensiva de capital que
Problemas Sociales Latinoamericanos
62
articulaba aumentos de productividad (basado en economías de escala, energía barata y la
producción en cintas de montaje), el incremento del salario, incremento de la demanda,
crecimiento del mercado interno. Este modelo mantuvo relativamente equilibrada la relación
capital/trabajo, en donde la presencia del Estado juega un papel fundamental como fiel de la
balanza de esa relación. En este período el Estado es caracterizado como Estado de Bienestar y
Estado interventor: por un lado, como productor de bienes y servicios y por otro, interviniendo
en los mercados, especialmente en el mercado de trabajo construyendo la demanda y el mercado
interno (seguro de desempleo, leyes de protección del trabajador, salario mínimo, mejoramiento
del salario directo e indirecto y transferencias de subsidios a las industrias nacionales, etc. )
Este modelo encontrará sus límites o cuellos de botella, a fines de los ’60, tanto por causas
internas como externas. Entre las causas internas que llevaron a una reducción de la tasa de
ganancia podemos citar: el agotamiento del mercado interno, por saturación de productos que
tenían larga vida útil y poca diversificación; cuestiones técnicas referidas a desequilibrios dentro
de la línea de montaje, tiempos muertos, falta de flexibilidad laboral, etc.; cuestiones de orden
social como el aumento del ausentismo, la reducción de la intensidad del esfuerzo laboral, las
huelgas, los costos crecientes de la fuerza de trabajo y del control que se debía realizar sobre la
calidad del trabajo, etc. Comienza entonces una etapa de conflictos y huelgas que se expresan
del lado de la lucha sindical en el cuestionamiento de la organización fordista y de las jerarquías,
y del lado del capital con intentos de realizar recortes salariales y de las conquistas laborales
obtenidas. Los conflictos en Francia e Italia en el ’68, pero también el Rosariazo y el Cordobazo
en Argentina, expresan en parte esos conflictos en la relación, conflicto en el cual la organización
de los trabajadores en organizaciones sindicales fuertes y los bajos niveles de desempleo
permitieron inclinar la balanza a su favor y sostener el régimen fordista -aún a costa del descenso
de la tasa de ganancia y el aumento inflacionario- hasta que los factores externos le asestaron el
golpe final.
Como factores externos que incidieron en la caída de la edad de oro y el Welfare State se
encuentra la crisis del petróleo de 1973, que ponía en crisis un modelo de acumulación basado
en energía barata.
CRISIS DEL ´70: DEL CÍRCULO VIRTUOSO AL CÍRCULO VICIOSO
“La crisis brindó la oportunidad para que las corrientes conservadoras propagaran, con fuertes
bríos, el cuestionamiento hacia la excesiva presencia estatal en la economía. La recesión se explica,
en esta versión, por las extendidas reglamentaciones gubernamentales que, supuestamente,
habrían obstruido la acción de las fuerzas del mercado; y la inflación, por la desmedida extensión
de los gastos públicos que llevaron a crecientes déficits fiscales y a una incontrolada expansión
monetaria. Se argumenta que el estado habría sido sobrecargado de demandas por parte de
diversos grupos sociales que pugnan por obtener, a través de él, transferencias de ingresos.
("Tristezas y melancolías del capitalismo. Las transformaciones en la economía", 1990)
El estancamiento del mercado interno lleva a una nueva lucha internacional por mercados
externos y comienza a hablarse en términos de “competitividad” de las economías nacionales
63
que agregará un componente internacional al salario dentro de los programas que intentan
implementarse para salir de la crisis.
“Se asiste de este modo a un “círculo vicioso” de internacionalización-austeridad. La recesión en
los mercados domésticos conduce a la búsqueda de mayores exportaciones para compensar la
baja tasa de crecimiento de la demanda interna. Las posibilidades de éxito de esta estrategia
consistirían, aparentemente, en limitar los aumentos salariales con vistas a conseguir un mayor
grado de competitividad en los mercados externos; esto, naturalmente, refuerza las presiones
depresivas por el lado de la demanda doméstica. Dado que la mayoría de las naciones centrales
adoptan idéntico curso de acción, no es posible la compensación buscada, lo que,
paradójicamente, lleva a reforzar la austeridad de las políticas internas”. ("Tristezas y melancolías
del capitalismo. Las transformaciones en la economía", 1990)
Ante la crisis, comienza a asistirse a una regulación macroeconómica de tipo privada de la mano
de empresas y bancos transnacionales que habían producido la internacionalización comercial,
productiva y financiera de posguerra. Se asiste a lo que Ominami (Ominami, 1986) llama un
intento de “regulación privada” liderada por los agentes financieros transnacionalizados
canalizada a través de la oferta internacional de crédito: la extraordinaria renta que recibieron
los países de la OPEP por el aumento del petróleo, fue a parar a la banca trasnacionalizada y esos
petrodólares financiaron el endeudamiento de la periferia. Esto, como dicen López y Díaz Pérez,
“permitió el surgimiento de un “keynesianismo planetario” que morigeró los efectos recesivos de
la crisis, suavizando las tendencias depresivas de los países desarrollados y asegurando la
continuidad inflacionaria del crecimiento del tercer mundo durante los ’70: el endeudamiento de
la periferia se tradujo en exportaciones para los países industrializados. La crisis de la deuda en
los ’80 marca el fin de esta etapa”. A partir de los ´80 asistiremos a la implementación de políticas
neoliberales en la mayor parte de los países desarrollados en un intento por detener los procesos
inflacionarios y con un alto costo social.
64
“La crisis petrolífera tuvo dos consecuencias aparentemente afortunadas. A los productores de
petróleo, de los que la Unión Soviética era uno de los más importantes, el líquido negro se les
convirtió en oro. Era como tener un billete ganador de la lotería cada semana. Los millones
entraban a raudales sin mayor esfuerzo, posponiendo la necesidad de reformas económicas y
permitiendo a la Unión Soviética pagar sus crecientes importaciones del mundo capitalista con la
energía que exportaba. […] La otra consecuencia aparentemente afortunada de la crisis petrolífera
fue la riada de dólares que salía ahora de los multimillonarios países de la OPEP, muchos de ellos
de escasa población, y que distribuía a través del sistema bancario internacional en forma de
créditos a cualquiera que los pidiera. Muy pocos países en vías de desarrollo resistieron la
tentación de tomar los millones que les metían en los bolsillos y que iban a provocar una crisis
mundial de la deuda a principios de los ochenta. Para los países socialistas que sucumbieron a esta
tentación, especialmente Polonia y Hungría, los créditos parecían una forma providencial de pagar
las inversiones para acelerar el crecimiento y aumentar el nivel de vida de sus poblaciones”
(Hobsbawn, 1998).
Esto llevó a una crisis más dura para los países socialistas con economías menos flexibles. En el
aspecto político, desde la primavera de Praga, muchos regímenes políticos de Europa del Este
habían perdido legitimidad. En Polonia, desde mediados de los setenta el partido comunista en
el poder tuvo que enfrentarse a un movimiento de trabajadores organizado políticamente, el
movimiento de Solidaridad, y a una iglesia muy presente con cada vez mayor injerencia por la
elección del primer papa polaco de la historia.
La conjunción de dos condiciones, la corrupción del partido y la crítica de los sectores
intelectuales y técnicos que intentaban mantener la competitividad de la economía soviética,
sostuvieron una reforma desde arriba de la mano de Mijaíl Gorbachov en el poder desde marzo
de 1985. Este líder soviético puso en marcha dos procesos, hacia dentro y hacia fuera, que
pusieron fin a 40 años de Guerra Fría con EE.UU.: la Glásnot (transparencia) y la Perestroika
(reestructuración económica y política).
Respecto del Muro de Berlín, símbolo división en dos del mundo durante los 28 años de
existencia, su caída marca el fin del mundo bipolar. El muro comenzó a construirse en el agosto
de 1961 para evitar que millones de personas siguieran dejando Alemania Oriental para vivir en
la Alemania capitalista. Lo que al principio fue pensado como puntos de control de migración y
separación por alambrados, terminó en un muro de 43 kilómetros de hormigón, ladrillos,
cemento y acero de entre 3, 4 y 5 metros de altura, rodeado de una franja conocida como la
franja de la muerte que dividían la ciudad en dos, dejando amigos, familias, compañeros a uno y
otro lado. En mayo de 1989, se abrieron las fronteras entre Austria y Hungría y muchos alemanes
viajaban a Hungría para pedir asilo en las embajadas de la República Federal Alemana.
Manifestaciones multitudinarias llevaron a que el 9 de noviembre de 1989 el gobierno informara
que el paso hacia occidente estaba abierto: miles de personas se agolpaban en los únicos pasos
migratorios para cruzar produciéndose un éxodo masivo. El 10, alemanes de uno y otro lado
comenzaron a sacar ladrillos del muro, terminando con 28 años de división territorial.
BIBLIOGRAFÍA
65
López, Andrés y Díaz Pérez, José Luis. 1990. "Tristezas y melancolías del capitalismo. Las transformaciones en la
economía". Buenos Aires: Realidad Económica, 1990, Vol. 92/93.
Hobsbawn, Eric. 1998. Historia del Siglo XX. Buenos Aires : Crítica (Grijalbo Mondadori SA), 1998. Vol. IV.
Moreno, Oscar. 2005. Principales corrientes del Pensamiento Contemporáneo. Facultad de Ciencias Sociales - UBA,
UBS. Buenos Aires : s.n., 2005. Apuntes de Teóricos.
Ominami, Carlos. 1986. El Tercer Mundo en la crisis. Las transformacionesrecientes de las relaciones Norte-Sur.
Buenos Aires : GEL, 1986.
Pacenza, María Inés. 1992. El Proyecto hegemónico Inglés. Cátedra de Problemas Sociales Latinoamericanos,
Facultad e Psicología - UNMdP. Mar del Plata : s.n., 1992. Documento de cátedra.
—. 2002. Más allá de un siglo de ocndicionamientos internacionales. Apuntes para la reflexión. Cátedra Problemas
Sociales Latinoamericanos, Facultad de Psicología - UNMdP. Mar del Plata : s.n., 2002. pág. 32, Documento de
cátedra.
Peña, Milcíades. 1970. Antes de Mayo. Formas Sociales del Transplante Español al Nueo Mundo. Buenos Aires :
Ediciones Fichas, 1970. pág. 116. Los textos originales fueron revisados y corregidos por Luis Franco. El capítulo
sobre la Colonización de América ... apareció como un artículo independiente en la revista Fichas de
investigación económica y social (n ̊10, julio de 1966)..
Rosa, José María. 1973. Análisis Histórico de la Dependencia Argentina. Buenos Aires: Guadalupe, 1973. pág. 93.
Vol. I, Colección Dependencia - Tomo I.
Rouquié, Alain. 1982. Poder Militar y Sociedad Política en Argentina. Buenos Aires : Emecé, 1982. Vol. I.
Wallerstein, Immanuel. 1998. El moderno sistema mundial III. La segunda era de gran expansión de la economía-
mundo capitalista, 1730-1850. México : Siglo XXI Editores, 1998. Vol. III.
66
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
Capitalismo transnacional y
desintegración nacional en la América
Latina
Osvaldo Sunkel
- Selección –
Publicado en
El Trimestre Económico
Volumen LXIII(2), 250
1996, pp. 525-585.
Estudios Internacionales
4(16), Enero – Marzo,
1971, pp. 3-61.
(…)
Las relaciones entre el proceso de polarización internacional
y el proceso de polarización nacional
El examen de los procesos de polarización externo e interno realizado en las
secciones anteriores sugiere claramente un paso adicional en el análisis. Si consideramos a
los países como estructuras heterogéneas, compuestas de conjuntos de actividades, grupos
y regiones desarrollados y conjuntos de actividades, regiones y grupos sociales
subdesarrollados, y recordamos además la característica básica de la economía
67
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
68
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
internacional está integrado por un solo país desarrollado o dominante y por dos
subdesarrollados y dependientes. La existencia en la realidad de varios subsistemas de este
tipo dentro del sistema capitalista internacional, con relaciones entre los países dominantes,
entre éstos y los dependientes de su sistema y entre los dominantes de un subsistema y los
dependientes de los otros subsistemas, es por supuesto un hecho de gran importancia, y
aunque no se le introduce explícitamente todavía para mayor claridad expositiva, deberá ser
tenido en cuenta en algunas de las cuestiones tratadas más adelante, y en todo caso será
incluido plenamente en el análisis lo antes posible.
Bajo estos supuestos, tendríamos la situación que se observa en el gráfico 1.
País desarrollado
Relaciones de
Dependencia
Países
subdesarrollados
69
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
Gráfico 2
Sectores
integrados
Sectores
marginados
70
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
Gráfico 3
“… los 24 millones de lectores de Time probablemente tienen más en común entre ellos
que con sus compatriotas. Elevados ingresos. Buena educación. Posiciones de
responsabilidad en los negocios, el gobierno y las profesiones… Los lectores de Time
constituyen una comunidad internacional de personas adineradas e influyentes, que son
proclives a aceptar nuevas idea”1, nuevos productos y nuevas maneras de hacer las cosas.
Para que esta comunidad internacional que reside en los diferentes países del mundo,
tanto desarrollados como subdesarrollados, pueda sostener patrones de consumo similares,
es evidente que debe tener también niveles de ingresos similares. Sin embargo, es notorio
que los niveles promedio de ingreso per cápita de los países desarrollados son varias veces
superiores a los niveles promedio respectivos de los países desarrollados. Dichos
promedios son, sin embargo, indicadores muy discutibles, particularmente si el universo
que se pretende que representen es de una gran heterogeneidad, como ocurre
particularmente en los países subdesarrollados, en los que prevalecen distribuciones del
ingreso extremadamente desiguales. De esta manera, según sea la amplitud de los sectores
modernizados de los países subdesarrollados, proporciones más o menos minoritarias de la
población concentrarán proporciones sustanciales del ingreso, obteniendo ingresos per
cápita similares a los promedios prevalecientes en los países desarrollados. Si se toma el
caso de Chile, por ejemplo, donde existe un nivel medio de ingreso de aproximadamente
600 dólares y una distribución de rentas en que el 10 % de la población percibe alrededor
del 40 % del ingreso, ello significa que ese décimo privilegiado de la población obtiene
2400 dólares de ingreso por habitante, promedio que es más elevado que el de la mayoría
de los países europeos.
71
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
72
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
Tensiones mundiales,
multipolaridad relativa y
bloques de poder en una
nueva fase de la crisis del
orden mundial.
Perspectivas para América
Latina
GABRIEL ESTEBAN MERINO
- Selección –
A nivel regional también el comienzo del nuevo siglo trae en la región una
nueva etapa política con indudables consecuencias geopolíticas. Emir Sader
(2009) la denomina como una etapa post-neoliberal, de ruptura con el
Consenso de Washington y con el programa de ajuste del Estado,
privatizaciones, flexibilización laboral y apertura externa.
Se da una convergencia entre proyectos desarrollistas o neodesarrollistas,
nacionalistas populares y “anticapitalistas” o de los denominados “socialismo
del siglo XXI”, que tienen en común su oposición al proyecto neoliberal y la
necesidad de plantear otras formas de integración regional para avanzar en
grados de soberanía relativa. En términos de integración, distintos autores,
como Sanahuja (2010) o Veiga y Ríos (2007), han identificado esta etapa como
“regionalismo post-liberal”, en el sentido de que el acento ya no está puesto
en el libre comercio y las políticas para atraer capitales, sino en las estrategias
para la acumulación de poder regional, la integración política y social, la
complementación productiva. Por su parte, Briceño Ruiz (2013) lo caracteriza
73
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
74
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
1 Una profundización de la propuesta del Área de Libre Comercio para las Américas propiciada por
Estados Unidos y rechazada en 2005 por los países del MERCOSUR más Venezuela en la cumbre de las
Américas.
2 En un Informe sobre Amenazas Globales de los Estados Unidos puede leerse: “Los esfuerzos regionales
que reducen la influencia de EE UU están ganando algo de tracción. Se planifica la creación de una
comunidad de América Latina y el Caribe, prevista para inaugurarse en Caracas en julio-que excluye a
EE UU y a Canadá. Organizaciones como la Unión de Naciones del Sur de América (UNASUR) están
asumiendo problemas que fueron del ámbito de la OEA. En efecto, los países de América del Sur, con
una o dos excepciones, cada vez más están recurriendo a la UNASUR para resolver los conflictos o
disturbios en la región […] El éxito económico de Brasil y la estabilidad política lo han puesto en la
senda del liderazgo regional. Brasilia es probable que continúe usando esa influencia para enfatizar
UNASUR como el primer nivel de seguridad y mecanismo de resolución de conflictos en la región, a
expensas de la OEA y de la cooperación bilateral con los Estados Unidos. También se encargará de
aprovechar la organización para presentar un frente común contra Washington en asuntos políticos y
de seguridad regionales”. James Clapper: “Statement for the Record on the World wide Threat
Assessment of the U.S intelligence Community for the Senate Select Committee on Intelligence”, 16 de
febrero de 2011.
75
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
3 En Suramérica, Argentina exporta unos U$S 500 dólares de tecnología media y alta por habitante,
Chile U$S 385, Brasil U$S 269 y Perú U$S 70, mientras que Corea supera los U$S 9.000 —según datos
del Banco Mundial recogidos en Narodowski y Merino (2015: 95)—. Por otro lado, la falta de
integración económica, base fundamental para la constitución de un bloque de poder regional, se puede
observar en que en el MERCOSUR sólo el 15% de las importaciones provienen de países del bloque y el
14% de las exportaciones tiene como destino alguno de sus miembros. Si bien es muy superior a la
integración de la Alianza del Pacífico (AP) donde las importaciones y las exportaciones entre países del
bloque son de sólo 4,2% y 4,0% respectivamente, sigue estando muy por debajo del 33% de integración
que requiere un bloque comercial (Arceo y Urturi, 2010).
76
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
fase de la crisis global. Esta fase anuda una crisis económica de cada vez
mayor profundidad, propia de la transición capitalista que vivimos —donde se
pone de manifiesto los problemas de sobreacumulación del capital,
problemas de realización y límites de la financiarización—, con una
agudización de los enfrentamientos entre bloques de poder. Son las dos caras
de la moneda en la transición histórica. La línea de enfrentamientos entre
bloques de poder es, principalmente, a partir de 2011, entre bloques centrales
y bloques emergentes, aunque existan matices y tensiones. Dichos
enfrentamientos, en este nuevo momento, han pasado a ser directos y en
escenarios principales, como por ejemplo en Ucrania o el mar de China
meridional. También se hacen más evidentes e intensos en escenarios
secundarios como en Siria. Por otro lado, estos enfrentamientos y avances de
poderes emergentes se expresan en la aparición de una nueva
institucionalidad internacional y en un conjunto de acuerdos económicos,
políticos y estratégicos. Estos cambios en las relaciones de poder a nivel
mundial, abonan una creciente situación de multipolaridad relativa.
Las pujas estratégicas globales surcan la región de América Latina
profundizando el enfrentamiento entre una forma de regionalismo que
prioriza el alineamiento con “Occidente” —y en particular con el polo de poder
angloamericano—, y el regionalismo autónomo, que prioriza la construcción
de un bloque regional y las alianzas con los bloques emergentes en el marco
de los BRICS. Hoy hay un claro avance del regionalismo abierto —o
dependiente desde la perspectiva de autores desarrollistas—, haciendo visible
las debilidades del regionalismo autónomo, la distancia entre los objetivos
planteados con lo realizado en estos años y el retroceso en los intentos de
conformar un Bloque de poder regional. Sin embargo, ello no implica
necesariamente un fin de ciclo del regionalismo autónomo, no sólo porque se
mantienen gobiernos de países y numerosas fuerzas políticas bajo este
paradigma —a pesar de las grandes diferencias existentes aun dentro de él—
sino porque en el mundo existe una situación de transición histórica y
agudización de las tensiones entre bloques de poder que vuelve inestable
cualquier situación particular. Este debate seguirá estando en el centro de la
escena estratégica de los próximos años e implicará también poner en
discusión la relación de la región con los distintos bloques de poder, los
modelos de desarrollo social y los modelos de integración, en un escenario
multipolar de crecientes tensiones. Un escenario donde los bloques centrales,
con EE UU como protagonista, se enfrentan, en un mundo en transición y
crisis capitalista, a los desafíos de poderes emergentes que cuestionan no sólo
el viejo orden mundial en crisis sino el nuevo orden de gobernanza global
pensado por los actores dominantes del viejo orden.
77
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
Bibliografía
Alves Teixeira, R., y Desiderá Neto, W. (2012) “A recuperação do desenvolvimentismo no
regionalismo latino-americano”, en R. Alves Teixeira y W. A. Desiderá Neto (comps.)
Perspectivas para la integración de América Latina. Brasilia: IPEA, 11-36.
Anderson, P. (2003) “Neoliberalismo: un balance provisorio”, en E. Sader y P. Gentili (comps.) La
trama del neoliberalismo. Mercado, crisis y exclusión social. Buenos Aires: CLACSO (2ª. ed.),
11-18.
Arceo, E., y Urturi, M. (2010) “Centro, periferia y transformaciones en la economía mundial”.
Centro de Economía y Finanzas para el Desarrollo de la Argentina, núm. 30.
Arrighi, G. (2007) Adam Smith in Beijing. Londres - Nueva York: Verso.
Arrighi, G. (2009) “Las sinuosas sendas del capital: entrevista de David Harvey”. New Left
Review, Nº56, 55-86.
Borón, A. (2014) América Latina en la geopolítica del Imperialismo. Buenos Aires: Ediciones
Luxemburg.
Brzezinski, Z. (1998) El gran tablero mundial. La supremacía estadounidense y sus imperativos
geoestratégicos. Buenos Aires: Paidós.
Brzezinski, Z. (2005) El dilema de EE.UU. ¿Dominación global o liderazgo global? Madrid: Paidós
Ibérica.
Briceño Ruiz, J. (2013) “Ejes y modelos en la etapa actual de la integración económica regional en
América Latina”. Estudios Internacionales (Santiago), vol. 45, núm. 175 [Puesto en línea en
agosto de 2013. URL: . Consultado el 20 de octubre de 2013].
Clinton, H. (2011) “America’s Pacific Century”. Foreign Policy. [En línea. URL: . Consultado el 10
de noviembre de 2014].
Harvey, D. (2003) The new imperialism. Oxford: Oxford University Press.
Harvey, D. (2010) The Enigma of Capital and the Crises of Capitalism. Londres: Profile Books.
Harvey, D. (2014) Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo global. Quito: Editorial IAEN.
Huntington, S. (1993) “The Clash of Civilizations”. Foreign Affairs, vol. 72, núm. 3, 22-49.
Huntington, S. (1996) The Clash of Civilizations and the Remaking of World Order. Nueva York:
Simon & Schuster.
Kepel, G. (2004) Fitna. Guerre au coeur de l’islam. París: Gallimard. Merino, G. E. (2011)
“Globalismo financiero, territorialidad, progresismo y proyectos en pugna”. Revista
Geograficando (Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, UNLP), Nº 7, 107-134.
Merino, G. E. (2014) “Lucha entre polos de poder por la configuración del orden mundial. El
escenario actual”. Revista de Estudios Estratégicos (CIPI, La Habana), núm. 1, 8-29.
Mészáros, I. (2009) La crisis estructural del capital. Caracas: Ministerio del Poder Popular para la
Comunicación y la Información.
Methol Ferré, A. (2013) Los Estados continentales y el Mercosur. Montevideo: Ed. HUM.
Narodowski, P., y Merino, G. E. (2015) “La agudización de las tensiones globales. Análisis de la
crisis del orden unipolar y los conflictos geoestratégicos desde una perspectiva centro-
periferia”. Estudios Socioterritoriales, núm. 18, 81-99.
Regueiro, L. (2014) “La Alianza del Pacífico: un pilar para el apuntalamiento del liderazgo global
de Estados Unidos”. Revista de Estudios Estratégicos (CIPI, La Habana), núm. 1, 149-176.
Sader, E. (2009) El nuevo topo. Los caminos de la izquierda latinoamericana. Buenos Aires:
CLACSO-Siglo XXI.
Sanahuja, J. (2010) “La construcción de una región: Suramérica y el regionalismo postliberal” en
M. Cienfuegos y J. A. Sanahuja (eds.) Una región en construcción. UNASUR y la integración en
América del Sur. Madrid: Fundación CIDOB, 87-136.
Stern, J.; Pirani, S., y Yafimava, K. (2015) “Does the cancellation of south stream signal a
fundamental reorientation of Russian gas export policy?”. Oxford Energy Comment. [En línea.
URL: . Consultado el 3 de junio de 2016].
Veiga, P. da M., y Rios, S. (2007) “América do Sul: A integração pode sobreviver ao nacionalismo
económico?”. Latin America Trade Network, FLACSO Serie Brief, núm. 32.
Wallerstein, I. (2003) Decline of American Power: The U.S. in a Chaotic World. Nueva York: New
Press.
78
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
Primera Parte
La Gran Mutación
Capítulo 1º
79
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
cohesión social, principalmente por medio del gasto público social. Esta política se
tradujo así en la ampliación de la esfera de la ciudadanía, a través del
reconocimiento de los derechos sociales, expresados paradigmáticamente en el
artículo 14 bis de la Constitución nacional. Por último, una tendencia a la
homogeneidad social, visible en la incorporación de una parte importante de la
clase trabajadora, así como la expansión de las clases medias asalariadas.
El desmantelamiento de este modelo societal, luego de largos avatares políticos
y tergiversaciones no menores, y su reemplazo por un nuevo régimen, centrado en
la primacía del mercado, conoció diferentes momentos. En realidad, el proceso de
instauración de un nuevo orden liberal estuvo lejos de ser lineal o de registrar una
secuencia única. De manera esquemática, podríamos afirmar que los cambios en el
orden económico arrancan durante la década del 70, a partir de la instalación de
regímenes militares en el cono sur de América Latina; las transformaciones
operadas en la estructura social comenzarían a tornarse visibles en la década del
80, durante los primeros años del retorno a la democracia; por último, podemos
situar los cambios mayores a fines de los 80 y principios de los 90, con la gestión
menemista.
En rigor, el cambio en el régimen de acumulación conoció un primer intento con
el "Rodrigazo", bajo el gobierno de Isabel Martínez de Perón (1974-1976).
Recordemos que, pese a la brevedad de su gestión, el ministro de Economía
Celestino Rodrigo (1975), marcó una inflexión de talla, pues aplicó drásticas
medidas de ajuste que implicaron una devaluación del 100% y un aumento de las
tarifas de los principales servicios públicos que, en algunos casos, llegó al 200%.
Impulsado por el ministro José López Rega, el plan de Rodrigo implicaba una
reorientación fundamental de la economía, pues apuntaba a poner fin a la política
económica nacionalista y reformista, característica del peronismo, para dar paso a
una política de estabilización y ajuste, asentada en una alianza con los grupos
económicos. Sin embargo, esta primera tentativa por cambiar el régimen de
acumulación encontró grandes escollos en las movilizaciones populares
espontáneas que paralizaron el país y culminaron en una huelga general decretada
por la CGT, lo cual determinó no sólo el final abrupto del plan de ajuste, sino la
suerte del hombre fuerte del régimen, López Rega, quien tuvo que renunciar y
abandonar el país.
La segunda tentativa arrancaría de manera decidida con el golpe de Estado del
24 de marzo de 1976. Como en otros países de América Latina, el objetivo de la
dictadura militar argentina fue llevar a cabo una política de represión, al tiempo que
aspiraba a refundar las bases materiales de la sociedad. En consecuencia, el corte
que introdujo fue doble: por un lado, mediante el terrorismo de Estado, apuntó al
exterminio y disciplinamiento de vastos sectores sociales movilizados; por otro lado,
puso en marcha un programa reestructuración económico-social que habría de
producir hondas repercusiones en la estructura social y productiva.
Las consecuencias económicas y sociales de estos procesos fueron
devastadoras. El nuevo régimen de acumulación supuso la puesta en marcha de un
modelo asentado en la importación de bienes y capitales y en la apertura
financiera. Estas medidas implicaban la interrupción de la industrialización
sustitutiva (visible en la erosión de la producción interna), y propiciaban el
endeudamiento de los sectores público y privado (reflejado en el aumento
espectacular de la deuda externa, que en el período 1976-1983 pasó de 13 mil
millones a 46 mil millones). Asimismo, la lógica de acumulación desencadenada por
este proceso centrado en la valorización financiera apuntó también a liquidar las
posibilidades de una coalición nacional-popular, al tiempo que fue sentando las
bases de un sistema de dominación centrado en los grandes grupos económicos
nacionales y los capitales transnacionales, que finalmente terminaría de
80
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
81
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
82
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
población la hiperinflación trajo consigo una mayor caída del salario real, la
contracción de la actividad económica, la suspensión de la cadena de pagos v el
reemplazo de la moneda local por el dólar.
En 1989, los índices de pobreza treparon al 47,3%, y la tasa de indigencia, al
17,5% (Lozano: 2005). Asimismo, sólo en ese año, el total de nuevos pobres
alcanzó el 23,3% (Minujín y Kessler: 1995).
En segundo lugar, la crisis hiperinflacionaria desembocó en el acuerdo entre
diferentes actores sociales sobre ciertos puntos básicos, referidos, en especial, al
agotamiento de la vía nacional-popular, esto es, del modelo de integración social
que el peronismo había puesto en vigencia en 1945, —y que el proyecto
alfonsinista, en parte, se había propuesto recrear—, poniendo al descubierto las
distorsiones e insuficiencias producidas en cuarenta y cinco años de conflictos y
transformaciones. En consecuencia, la hiperinflación terminó por afianzar aquellas
posturas que afirmaban la necesidad de una apertura del mercado y un
achicamiento radical del Estado.
En tercer lugar, en términos experienciales, la hiperinflación confrontó a los
individuos con la pérdida súbita de los marcos que rigen los intercambios
económicos, a través de la desvalorización —y desaparición— vertiginosa de la
moneda nacional. Más aún, la hiperinflación como experiencia de disolución del
vínculo social dejaría profundas huellas en la conciencia colectiva, visibles en la
fuerte demanda de estabilidad que recorrería la sociedad argentina durante los
años 90. La demanda no tardaría en transformarse en una suerte de mandato
irrevocable, que erigiría al régimen de convertibilidad (mediante la paridad entre el
dólar y el peso), implementado en 1991, en base y garantía de la nueva sociedad
posinflacionaria.
En cuarto y último lugar, la experiencia traumática de la hiperinflación habría de
asestar un rudo golpe al imaginario integracionista que, desde los orígenes de la
república, había alimentado las prácticas y las representaciones de vastos sectores
sociales, incluidas las clases medias y parte de las clases populares. Extenuada y
empobrecida, la sociedad argentina asistía al final de un modelo de integración
social que, desde los comienzos de la república y más allá de las crisis recurrentes,
había asegurado canales importantes de movilidad social ascendente.
Ahora bien, si la crisis hiperinflacionaria apuró el recambio presidencial y sentó
las bases para el consenso neoliberal en diferentes sectores sociales, no es menos
cierto que 1989 estuvo signado por otros sucesos, que habrían de tener vastas
repercusiones políticas en los años por venir, Uno de ellos tenía que ver con la
"cuestión militar", a saber, con las presiones ejercidas por las fuerzas armadas, que
reclamaban que el gobierno pusiera fin a las causas por la violación de los derechos
humanos registradas bajo la última dictadura. Esto, sumado a demandas más
puntuales de ciertos sectores del ejército que, desde 1987, habían venido
alimentando rebeliones sucesivas y rumores de conspiraciones, atentaba contra la
frágil institucionalidad del sistema democrático argentino, y aparecía como uno de
los legados más problemáticos del gobierno de Alfonsín, cuya cuestionable
resolución estaría a cargo de Menem.
Por otro lado, 1989 fue un año que condensó grandes derrotas en el campo de
los movimientos sociales. Así, en febrero, un hecho de violencia política sacudió a la
sociedad argentina: una fracción del Movimiento Todos por la Patria (MTP) intentó
copar el regimiento de La Tablada, en la provincia de Buenos Aires. El
levantamiento tuvo como respuesta una represión sangrienta ordenada por el
gobierno alfonsinista, que incluyó además fusilamientos secretos llevados a cabo
por el Ejército. Sin embargo, más allá del afán del gobierno por condenar los hechos
y congraciarse al mismo tiempo con la cúpula militar, los efectos de La Tablada
tuvieron una significación mayor, pues alcanzaron un modelo de militancia que
83
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
planteaba una continuidad ideológica entre los años 70 y los 80, al articular lo
social y lo político. En efecto, aunque incipiente, la experiencia del MTP fue una de
las tentativas más importantes de impulsar un proyecto de izquierda, con verdadera
militancia política en los barrios. Necesario es decir que la mayoría de sus
militantes no estaba al tanto del aventurerismo revolucionario de Enrique Gorriarán
Merlo, líder del levantamiento; otros, probablemente lo sabían, pero naufragaron en
la ambivalencia propia de un movimiento que reunía, sin duda de manera
heterogénea y hasta contradictoria, elementos o matrices ideológicas de épocas
diferentes. El caso es que La Tablada aceleró el proceso de quiebre ideológico de lo
que quedaba de la izquierda populista revolucionaria, lo cual se tradujo en el ocaso
de un tipo de militancia social y política. A esto se agregaría posteriormente la crisis
del MAS (Movimiento al Socialismo), partido de izquierda trotskista que en los
últimos años había registrado una importante inserción sindical. Sin embargo, su
implantación en los sindicatos no lograría resistir la ofensiva privatizadora y
neoliberal, realizada en medio de la conversión vertiginosa de amplios sectores del
peronismo histórico.
Por si esto fuera poco, en octubre de 1989 el nuevo gobierno de Menem firmó el
primero de los dos decretos que otorgaban la amnistía a la cúpula militar,
anteriormente condenada por crímenes de lesa humanidad, así como a los altos
dirigentes de Montoneros, la organización armada peronista más importante —y
más controvertida— de los años 70. Dichos decretos venían a convalidar la tesis de
los "dos demonios", fraguada durante los primeros años de democracia, que
repartía iguales responsabilidades por lo sucedido durante los "años de plomo", al
terrorismo de Estado y a las organizaciones guerrilleras (y tendía a incluir, de
manera más extensa, al conjunto del espacio militante).
Los indultos, que complementaban aquellas ya firmados por Alfonsín, concitaron
una oposición generalizada, no sólo de los organismos de derechos humanos, sino
también de vastos sectores de la sociedad. Hubo una gran movilización que, como
en los primeros tiempos de la democracia, logró concentrar centenares de miles de
personas; las encuestas de la época indicaban un amplio repudio de la sociedad,
que rozaba el 75% (Cerruti y Ciancaglini: 1992, p. 238), pero, sin embargo, nada
pudo torcer la particular política de "pacificación" asumida por el nuevo presidente
peronista. En consecuencia, este conjunto de hechos diferentes pondría de
manifiesto una inflexión en los sistemas de acción colectiva, lo cual sería
corroborado luego tanto por la desmovilización y fragmentación de las organiza
ciones de derechos humanos, como por la crisis de un tipo de militancia política en
los barrios populares. La época que se abría revelaría una concepción diferente
respecto de la relación entre lo social y lo político, en el marco de un nuevo modelo,
marcado por el desdibujamiento de los antagonismos políticos y el aumento de la
polarización social.
En suma, luego de 1989, la sociedad argentina cambió ostensiblemente. Tras la
imagen de un país devastado, la crisis del vínculo social experimentada durante la
hiperinflación dejó la puerta abierta, demasiado abierta, para la realización de las
transformaciones radicales llevadas a cabo durante la larga década menemista.
84
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
suerte de anomalía: cuanto más fuertes eran los grupos sociales, menor parecía ser
su expresión orgánica a través de los partidos políticos. Esto se debía, por un lado,
a que los sectores conservadores argentinos nunca pudieron consolidar un partido
de derecha fuerte y, por ende, recurrían, para canalizar sus intereses sectoriales, a
la intervención de los militares; por otro lado, los sectores populares lograron su
representación por medio de partidos-movimientos (el yrigoyenismo, pero, sobre
todo, el peronismo), en los cuales el rol y la autonomía del partido político
propiamente dicho aparecía como particularmente débil con relación al conductor
carismático y, en el caso del peronismo, hacia las corporaciones sindicales. Para
muchos, por ende, para ingresar en un verdadero modelo de representación política
de intereses sociales era necesario diferenciar estos niveles, a fin de posibilitar una
verdadera articulación entre lo social y lo político.
Cierto es que la progresiva institucionalización del sistema político partidario no
se dio sin inconvenientes, entre los cuales hay que destacar tanto las rebeliones
militares producidas durante el período de Alfonsín y el primer año del gobierno de
Menem, como la constante presión de los grupos económicos, dramáticamente
ilustrada por el primer brote hiperinflacionario de 1989, considerado por algunos
como un verdadero "golpe de mercado". Sin embargo, lo propio del período que se
abre en 1983 y, sobre todo, a partir de 1987, es el acercamiento cada vez mayor
entre los sectores económicamente dominantes y los partidos políticos
mayoritarios. En realidad, desde el punto de vista de los sectores dominantes, la
apertura democrática trajo consigo un cambio importante de perspectiva política, a
partir del abandono de las posiciones golpistas y la aceptación de las nuevas reglas
de juego. Este proceso, que tenía como trasfondo la convicción de que la
corporación militar había dejado de ser el canal más apropiado de sus intereses
económicos (Acuña: 1995), también daba cuenta de la existencia de una suerte de
mandato "democrático" que recorría el subcontinente, avalado por Estados Unidos y
los organismos internacionales. Ello nos permite comprender por qué, de ahí en
más, la acción de los sectores dominantes se orientará a la colonización de los dos
grandes partidos políticos existentes, a través de la infiltración del discurso
económico liberal, como eje de la solución de los problemas argentinos. Este
discurso tomaría un nuevo alcance, luego del fracaso ostensible del Plan Austral, en
1987, momento en el cual los sectores dominantes comenzaron a desarrollar una
campaña sistemática en favor de la necesidad de realizar profundas reformas
estructurales (Beltrán: 1999, p. 75).
Recordemos que en 1983, la política liberal, uno de los puntos centrales del
programa económico-social de la dictadura militar, era fundamentalmente
sostenida por los grandes grupos económicos y los partidos de inspiración liberal,
estrechamente vinculados con aquélla. Sin embargo, hacia fines de los 80, este
discurso pasó a formar parte de la plataforma político-económica del entonces
candidato a la presidencia por el partido radical, Eduardo Angeloz, revelando con
ello los resultados exitosos de una estrategia de acercamiento y seducción de los
sectores dominantes hacia los partidos mayoritarios. Finalmente, la puesta en
marcha de un nuevo programa liberal, mediante la alianza entre importantes
grupos socioeconómicos y el gobierno democrático, se tornaría posible con la
asunción del nuevo presidente justicialista de la Argentina, Carlos Menem.
Sin embargo, a fines de los 80 no fueron pocos los observadores políticos que
retomaron la categoría "populismo" para caracterizar las propuestas de los
candidatos presidenciales en países tales como la Argentina, Brasil, Perú,
Venezuela y México. En realidad, el escenario político-electoral latinoamericano, que
daba cuenta tanto de las limitaciones como de la crisis estructural del modelo
nacional-popular, estaba atravesado por demandas ambivalentes y hasta
contradictorias. Por un lado, frente a las crecientes dificultades económicas y la
85
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
86
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
87
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
88
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
89
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
90
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
91
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
capital y el trabajo.
En fin, la precarización laboral fue acompañada por nuevas formas de
contratación, las cuales se difundieron de manera vertiginosa por medio de los
contratos de "prestación de servicios" (tanto en el ámbito privado como en el
público) , y la derivación a terceros o externalización (extendida sobre todo en el
sector industrial y las nuevas áreas de comercialización), Una de las consecuencias
de este fenómeno fue la emergencia de un "derecho del trabajo de segundo tipo"
(Palomino: 2005), que afectó la capacidad de representación y de reclutamiento del
movimiento sindical. Más aún, estas transformaciones, operadas en un contexto de
ajuste del gasto público y de desindustrialización, aceleraron notablemente el
proceso de quiebre del poder sindical, reorientando sus fines y limitando su peso
específico dentro de la sociedad, y acentuaron el proceso de territorialización de las
clases populares, visible en el empobrecimiento y la tendencia a la segregación
socio-espacial.
92
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
93
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
1
Véanse los informes de Alerta Argentina, (2004), y del cels, consagrado al tema de los desalojos y
persecuciones de las poblaciones originarias (CELS: 2003b).
Problemas Sociales Latinoamericanos
94
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
95
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
2
En esta misma línea, reflexiona Alfredo Pucciarelli, cuando habla de “democracia excluyente”. Para
el tema, véase del autor La democracia que tenemos. Declinación económica, decadencia social y
degradación política en la Argentina actual, Libros del Rojas, Serie Extramuros NQ 4, Buenos Aires,
2002.
Problemas Sociales Latinoamericanos
96
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
Primera Parte
La Gran Mutación
Capítulo 2º
MUTACIONES DE LA POLÍTICA
Y
MODELO DE DOMINACIÓN
Gerard Althabe,
"Detour pour Buenos Aires".
97
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
1 Como afirma Pierre Salama (2003): "Nos podemos interrogar sobre la ceguera de numerosos
economistas, especialmente pertenecientes a instituciones internacionales, de miembros de gobiernos
argentinos y también de argentinos, economistas o no, durante todos estos largos años. Es por
incompetencia y si así fuera, el grado de incompetencia se mide con la vara de diplomas 'prestigiosos'
otorgados por universidades norteamericanas, condición sine qua non para formar parte de estos
instituciones? Es por interés personal? Es por ceguera ideológica y fundamentalista desconcertante? La
respuesta puede ser aún más compleja. No es cierto que a veces existen intereses comunes, no
expresados claramente, de conducir tal o cual política favorable a intereses “bien entendidos”, y que se
aplican dinámicas perversas en las que cada día que pasa se hace más difícil una ruptura negociada con
el modelo aplicado y que prefiriendo la recesión a la crisis, en lo inmediato menos costosa, se provoca a
corto plazo una crisis mayor?".
Problemas Sociales Latinoamericanos
98
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
99
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
En términos de Beck (2000), esta visión implicaba una confusión entre "globalización"
(reconocimiento de que la globalización es un dato de la realidad), y el "globalismo", que
es una ideología, que consiste en la creencia en la regulación automática por sobre los
mercados y en la renuncia a cualquier intervención política de relevancia sobre el
terreno de lo social.
No obstante, el argumento que colocaba como dato insoslayable la primacía de la
economía, sería utilizado a lo largo de la década de los 90, en un claro vaivén que iba
del "fatalismo" oficialista, dentro de los márgenes del "pensamiento único", al
"posibilismo" de la llamada oposición progresista, que llegaría al gobierno en 1999. Más
aún, una vez superada la crisis hiperinflacionaria y lograda la estabilización mediante la
estrategia de shock y la convertibilidad de la moneda Nacional al dólar, la tendencia a
naturalizar la asociaci6n entre globalización y neoliberalismo, reafirmando la existencia
de una "vía única", parece encontrar una confirmación en la ausencia de un verdadero
programa alternativo. No por casualidad esta estrategia de despolitización del espacio
de la decisión tuvo como corolario el borramiento de los antagonismos, anteriormente
constitutivos de la política argentina. En efecto, la adhesión al Plan de Convertibilidad,
transformado en piedra basal de la sociedad y nuevo dogma de los argentinos,
contribuyo notoriamente a desdibujar las identidades y divisiones políticas, creando esa
suerte de "consenso blando" (Chereski: 1995) que dominaría gran parte de la vida
institucional argentina durante los 90.
Lo dicho aparece reflejado en la oposición que se iría gestando desde 1993-94, a
partir de la emergencia de un eje de centroizquierda, primero el Frente Grande, luego
Frepaso (Frente por un País Solidario), liderado por ex peronistas como Carlos "Chacho"
Álvarez, cuyas criticas harían hincapié menos en el modelo económico (esto es, en la
propuesta de una nueva alternativa) que en la falta de transparencia en el
funcionamiento de las instituciones, como causa fundamental de la gran corrupción
existente. Más tarde, el frente constituido por la Unión Cívica Radical y el Frepaso —la
"Alianza"— insistiría en la existencia de una "deuda social" (visible en el aumento del
desempleo y la pobreza), ligada más a los "efectos colaterales" (esto es, no deseados)
del modelo económico, que a las propiedades estructurales del mismo. De este modo,
las posibles reformas políticas encontraban un umbral, suerte de punto ciego —esto es,
de no discusión— en la defensa de la convertibilidad de la moneda, aun cuando ya eran
claramente visibles sus efectos recesivos. Recordemos que el mismo Álvarez, antes de
devenir vicepresidente de la Nación, se vio en la obligación de realizar una autocrítica, 3
al reconocer que se había equivocado "en no votar la Ley de Convertibilidad". De esta
manera, luego de una década de menemismo, el discurso aliancista dejaba incólume el
tema de la convertibilidad monetaria y condensaba su "promesa política" en dos ejes, la
democratización de la política social y la depuración de las instituciones.
La inocultable rigidez del modelo estaba vinculada a las proporciones que tomó la
nueva dependencia, a través de la reducción del espacio de la política y la centralidad
de los mandatos económicos, pero también al efecto traumático e inhibidor de la
hiperinflación en los comportamientos sociales de los argentinos. Así, con el correr de
los años, transformada en imperativo categórico, la "convertibilidad" funcionaba no solo
como el máximo principio de regulación de la sociedad post-inflacionaria, sino, en el
límite, como único principio de legitimidad en medio de la recesión económica y la
inestabilidad de las posiciones sociales. Sacralizada por unos y por otros, se expresó en
la rigidización de las conductas, lo cual no hizo más que potenciar la dinámica perversa
del modelo.5 Un ejemplo de ello es la justificación que aportan los propios
protagonistas, luego del estallido del modelo y el colapso del gobierno de la Alianza: por
Corral (2002).
Problemas Sociales Latinoamericanos
100
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
lo general, el relato adquiere el tono de una tragedia griega, como si los actores
hubiesen caído presos de una lógica superior que terminaría por conducirlos
inevitablemente a un final de catástrofe.
En resumen: una de las declinaciones más importantes de la época es la forma
particular que adopto la sumisión de la política a la economía. Si Bien es cierto que
dicha sumisión tuvo su expresión en un acto único (el viraje neoliberal, realizado en
1989) , que hizo hincapié en el argumento de la crisis y la situación desesperada, esta
se fue construyendo y prolongando en movimientos sucesivos, mediante los diferentes
arreglos políticos e institucionales. Finalmente, lo que al inicio de la década apareció, en
medio de una crisis mayor, como una aceptación de la perdida de autonomía de la
política, mezcla de realpolitik con aggiornamento de la propia clase política, a lo largo
de una década de convertibilidad, terminó por convertirse, durante el gobierno de
Fernando de la Rúa, en una suerte de horizonte insuperable, anclado en la sola certeza
de la estabilidad de la moneda.
4 Para una discusión filosófica y política del tema, (Véase Flax, La democracia atrapada. Critica del
decisionismo, Buenos Aires, Biblos, 2002.
5 Este proceso, Althabbe lo analiza desde el punto de vista comunicacional. Así, afirma: "Y en esta
construcción, la comunicación social tiene un rol central: esta soberanía puesta en escena es producida
por la comunicación social" (Althabe:1998).
6 "No debe enervarse la capacidad del Presidente para mandar por decreto. Es la única forma que tiene
de mandar. Cualquier otra interpretación 'politizada' o 'desjuridizada' significa reducirle poder, y de suyo,
eximirle indebidamente de la responsabilidad de gobernar, 'administrar', 'ejecutar'. Las limitaciones de su
poder desvirtúan las responsabilidades del presidente", Carlos Menem, "El decreto es la forma ejecutiva
de mandar", Clarín, 18 de septiembre de 1996.
Problemas Sociales Latinoamericanos
101
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
7 El vínculo con el partido no es sino una prolongación de la tradición peronista en lo que a las
instituciones partidarias se refiere, caracteriza da por la fuerte subordinación del aparato partidario a las
decisiones del jefe presidencialista. Sin embargo, señalemos que este proceso va más allá del
justicialismo: Alfonsín altero una larga tradición en la UCR al aunar los cargos de presidente de la
Republica y de presidente del Comité Nacional del partido, subordinando fuertemente el partido radical a
sus designios políticos.
8 La crítica de Agamben va más lejos, pues la tendencia a la "normalización" del Estado de excepción
viene a revelarnos, antes que las dificultades, los verdaderos límites que enfrentan los regímenes
democráticos contemporáneos.
Problemas Sociales Latinoamericanos
102
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
9 Por otro lado, la crisis de las formas más tradicionales de militancia política y la transformación del
justicialismo en un partido burocrático de masas no es ajena a este proceso, caracterizado por el pasaje
a una "democracia de lo público" (Manin: 1995), donde predominan las estrategias de contacto y se
multiplican los sondeos de opinión.
Problemas Sociales Latinoamericanos
103
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
104
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
problemas, con el objeto de lograr una mayor eficiencia y "equidad".11 Siguiendo esa
caracterización, en este apartado quisiéramos hacer hincapié tanto en las
transformaciones que "desde arriba" significo la introduction de dicho estilo de gestión,
como en algunas de las repercusiones que tuvo "hacia abajo", en relación con los
sectores populares.
En primer lugar, dentro del nuevo modelo de gestión adquiere centralidad la figura
del experto. De manera general, la centralidad del saber-experto se vincula con el
proceso de destradicionalización de la sociedad contemporánea, que tiene como
correlato una mayor reflexividad, a la vez institutional y personal (Giddens: 1991).
Según ésta concepción, la profesionalidad y el conocimiento colocarían al experto en
una posición óptima para aprehender el interés público general y, en consecuencia,
para implementar las políticas más adecuadas. Sin embargo, como afirma Bourdieu
(2002, p. 448), las nuevas estructuras de dominación reflejan la convergencia entre
determinadas figuras del "productor cultural" —el experto y el consejero
comunicacional— con la nueva nobleza empresarial y de Estado.
Ahora bien, lo particular en el nuevo modelo es el lugar privilegiado que ha ido
cobrando el experto en economía. Aunque este modelo no estuvo ausente en la
Argentina en experiencias políticas anteriores, 12 recién a partir de 1989 se impondría
como un mandato político inexorable. Así, "desde arriba", el énfasis en la
profesionalización se vio potenciado luego del ingreso del equipo de Cavallo en la
cartera económica (continuado por Roque Fernández) 13. El reconocimiento general de
este mandato aparece ejemplificado por el hecho de que, en la actualidad, cualquier
político con aspiraciones electorales debe contar con —y exhibir— sus equipos técnico-
económicos (Iazzetta: 2000), cuya competencia suele medirse por el nombre del centro
académico de referencia —universidades norteamericanas—, así como por la fluidez de
sus contactos internacionales.
Por otro lado, aunque cierta literatura afirme la "autonomía relativa" del experto, el
caso argentino está lejos de expresar este tipo ideal. Antes bien, el modelo argentino ha
encarnado de manera acabada la vinculación orgánica entre elites tecnocráticas y
mundo empresarial, como lo refleja el caso de la Fundación Mediterránea, financiada
por empresas que durante la gestión de Cavallo fueron favorecidas por el proceso de
privatizaciones (Iazzetta:2000, p. 400).
Así, una de las claves del periodo, a saber, la rápida conformación de un nuevo
entramado económico, suerte de "comunidad de negocios" (Basualdo: 2002), entre
grupos econ6micos Nacionales y empresas transnacionales, asociados en la
adquisición de empresas estatales privatizadas, fue posible no solamente gracias a la
corrupción y cooptación de la clase política local, como lo reflejan los grandes
11 La noción de equidad se basa en la idea de que el Estado debe reorientar su intervención no de una
manera igualitaria, sino en pos de la protección de los grupos más vulnerables.
12 No olvidemos tampoco que esta política tuvo su antecedente en la llamada "Revolución Argentina",
bajo la dirección de Onganía (1966-1969), que apunto a poner fin a la recurrente inestabilidad
institucional mediante la alianza política entre una elite tecno burocrática y las Fuerzas Armadas. El
Estado burocrático-autoritario, según la formula desarrollada por O'Donnell (1972), característico de los
regímenes militares que se instauraron en los países latinoamericanos de alta modernización, como la
Argentina y el Brasil, ejemplificaba esta nueva etapa, en la cual el autoritarismo y la exclusión política
convergían con la modernización económica. En fin, siempre siguiendo a O'Donnell, en el Estado
burocrático-autoritario la "afinidad electiva" entre economía y política, en el periodo de transición entre la
fase inicial de la producción de bienes de consumo y la fase de "profundización" de la industrialización de
bienes de capital e intermedios (transito que habría requerido políticas ortodoxas y una nueva
concentración del ingreso en detrimento de los sectores populares) confluía con la existencia de una
fuerte activación política del sector popular, que no lograba ser controlado y que producía retornos
temporarios a la política nacional-popular.
13 Mientras Cavallo proviene de la Fundación Mediterránea, Roque Fernández pertenece al CEMA (Centro
105
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
14 De esta manera, "los programas de ajuste ofrecen a la coalition política hoy hegemónica la posibilidad
de recrear el escenario ideal para que se efectivice el crecimiento mecánico propuesto desde los modelos
duales" (Barbeito y Lo Vuolo: 1992).
15 Los ATN (Aportes del Tesoro Nacional) que dependían del Ministerio del Interior fueron instituidos por
ley en 1988 y sus fondos eran destinados a las provincias, con el objeto de atender situaciones de
emergencia y desequilibrios financieros. La ley autorizaba su utilización discrecional, siempre y cuando su
destino no violentara lo establecido por la misma. Una investigación realizada por la Cámara de
Diputados de la Nación da cuenta de su mecánica, durante el período 1990-2001, mostrando que "en su
mayoría se trató de la entrega lisa y liana de subsidios, no solo a gobiernos provinciales sino a cualquier
tipo de entidad no gubernamental, empresas y particulares, teniendo como premisa la simpatía política
Problemas Sociales Latinoamericanos
106
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
del gobierno central hacia la jurisdicción, a las instituciones o personas favorecidas". El informe
establece que solo el 51% de esos fondos (un total de 2880 millones de pesos) fue entregado de manera
legal.
16 La hipótesis de Gibson y Galva es que habría sido el apoyo electoral de las provincias periféricas lo que
permitió al peronismo mantener electoralmente la viabilidad de las reformas económicas que minaban
sus bases obreras, asentadas en la región metropolitana (Conurbano Bonaerense, Rosario, Santa Fe y
Córdoba). Dicho apoyo electoral se habría garantizado a través "del mantenimiento del patronazgo estatal
de redes clientelares de organizaciones políticas en regiones económicamente pobres pero políticamente
valiosas en la periferia". Las dos conclusiones de este trabajo indican: por un lado, como hemos dicho,
que el clientelismo es "integral a la racionalización política de las reformas"; por el otro, que el
federalismo y la sobrerrepresentación de las regiones periféricas en el sistema político (a través de las
Cámaras alta y baja) potenciaron el impacto del gasto político (pp. 190-204).
17 Sin embargo, la descentralización administrativa fue acompañada de reformas fiscales que apuntaron
107
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
a través de las multiplicadas formas del clientelismo afectivo o las nuevas formas de la
militancia social. Habría que esperar hasta 1997, esto es, hasta la emergencia de las
primeras organizaciones de desocupados, para que la militancia territorial se cargara de
nuevos registros políticos, a partir del cuestionamiento al sistema de "punteros"
barriales implementado por el Partido Justicialista y la extracción del "trabajo social" del
solo ámbito del barrio (Svampa y Pereyra: 2003). Esta lógica de acción permitiría la
reaparición de la política y la emergencia de un nuevo ethos militante, de la mano de
novedosas formas de movilización, como el corte de rutas y las practicas asamblearias.
En resumen, la consolidación de las nuevas estructuras de gestión pondría al
descubierto la emergencia de un nuevo modelo de dominación, no solo "hacia arriba",
sino también respecto de los sectores populares. "Desde arriba", su puesta en marcha
se tradujo en una nueva y estrecha articulación entre elites técnicas y grupos privados,
sentando las bases de lo que Basualdo llamaría, acertadamente, una nueva comunidad
de negocios. "Hacia abajo" el nuevo modelo fue consolidando una matriz asistencial, a
partir del desarrollo de estrategias de contención de la pobreza, por la vía de la
distribución de planes sociales y de asistencia alimentaria a las poblaciones afectadas y
movilizadas. La nueva división del trabajo político apunto también a encapsular el
conflicto en los barrios y a despolitizar la figura del militante. En la medida en que la
situación social se fue agravando y la política implementada por el Partido Justicialista
fue contestada por nuevos actores sociales, el Estado, en sus instancias provincial y
Nacional, debió intervenir, tanto para desarrollar planes de contención social más
vastos, como para reforzar el sistema represivo institucional, judicializando y
reprimiendo el conflicto social.
108
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
18Recordemos el spot de la campaña electoral de 1999, en el cual De la Rúa comenzaba diciendo "Dicen
que soy aburrido...", a fin de resaltar la oposición entre los valores aliancistas —seriedad y transparencia—
con aquellos asociados a la "fiesta menemista".
Problemas Sociales Latinoamericanos
109
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
110
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
* Socióloga y escritora. Es
investigadora del Consejo
Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas
(Conicet) de Argentina y
profesora de la Universidad
Nacional de La Plata (unlp).
Es posible leer la última década de América Latina a partir de cuatro ejes: el avance de las luchas
indígenas; el cuestionamiento de la visión hegemónica de desarrollo a la luz de la expansión del
extractivismo; la reactualización de la figura de la dependencia y, vinculado a ella, el alcance
111
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
A partir del año 2000, América Latina ingresó en un nuevo ciclo político y económico
caracterizado por un novedoso escenario transicional, mar- cado por el protagonismo
creciente de los movimientos sociales y por la crisis de los partidos políticos tradicionales y
de sus formas de representación; en fin, por el cuestionamiento al neoliberalismo y la
relegitimación de discursos políticamente radicales. El cambio de época tomó un nuevo giro
con la emergencia de diferentes gobiernos que, apoyándose en políticas económicas
heterodoxas, se propusieron articular las demandas promovidas «desde abajo», al tiempo
que valorizaron la construcción de un espacio regional latinoamericano. Frente a ello, no
pocos autores alentaron grandes expectativas de cambio y escribieron con optimismo
acerca del «giro a la izquierda», la «nueva izquierda latinoamericana» y el
«posneoliberalismo», entre otros tópicos.
Para designar a estos nuevos gobiernos, se impuso como lugar común la de-
nominación genérica de progresismo; si bien tiene el defecto de ser demasiado amplia, esta
categoría permite abarcar una diversidad de corrientes ideo- lógicas y experiencias políticas
gubernamentales, desde aquellas de inspiración más institucionalista hasta las más radicales,
vinculadas a procesos constituyentes. Más aún, en una América Latina diezmada por décadas
de neoliberalismo y ajustes fiscales, el progresismo fue emergiendo como una suerte de
lingua franca, común a diferentes países, más allá de la diversidad de experiencias y los
horizontes de cambio.
La hegemonía del progresismo estuvo ligada al boom de los commodities. En un
artículo publicado en esta revista, definimos la actual fase de acumulación que atraviesa
América Latina con el concepto de «Consenso de los Commodities»1, cuya caracterización
parte del reconocimiento de que, a diferencia de lo que ocurría en los años 90, las
economías latinoamericanas fueron enormemente favorecidas por los altos precios
internacionales de los productos primarios, lo que se verá reflejado en las balanzas
comerciales hasta los años 2011-2013. En este contexto, todos los gobiernos
latinoamericanos, más allá de su signo ideológico, apostaron por las ventajas comparativas,
habilitaron el retorno de una visión productivista del desarrollo y negaron o buscaron
escamotear los crecientes conflictos ligados a las implicancias (daños ambientales, impactos
sociosanitarios) de los diferentes modelos de desarrollo.
Con el correr de los años, el cambio de época fue configurando un escenario
conflictivo en el cual una de las notas mayores es la articulación entre tradición populista y
paradigma extractivista. Categorías críticas como la de «(neo)extractivismo»,
«maldesarrollo», «nueva dependencia» o «populismos del siglo xxi», y otras de tipo
propositivo, como «autonomía», «Estado Plurinacional», «buen vivir», «bienes comunes»,
«derechos de la naturaleza», «ética del cuidado» o «posextractivismo», atraviesan los
debates intelectuales y políticos, así como las luchas sociales de la época y plantean modos
diversos –si no antagónicos– de pensar la relación entre economía, sociedad, naturaleza y
política.
1
. Svampa: «‘Consenso de los Commodities’ y lenguajes de valoración en América Latina» en
Nueva Sociedad No 244, 3-4/2013, disponible en <www.nuso.org>
112
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
Para dar cuenta de estos escenarios en disputa, presentaré algunas líneas de cuatro
debates que, si bien atraviesan la historia latinoamericana de los últimos siglos, han vuelto a
constituirse en claves importantes para leer el escenario político actual bajo el ciclo
progresista (2000-2016). El primer eje se refiere al avance de las luchas indígenas y nos
convoca a pensar acerca de la expansión de las fronteras de los derechos de los pueblos
originarios. El segundo alude al cuestionamiento de la visión hegemónica de desarrollo,
sobre todo, a la luz de la expansión del extractivismo en sus diferentes modalidades. El
tercero nos inserta en el plano geopolítico y remite a dos cuestiones: por un lado, la
reactualización de la figura de la dependencia, categoría faro del pensamiento crítico
latinoamericano, y por otro lado, al alcance efectivo de un regionalismo latinoamericano
desafiante. La última clave remite al retorno de los populismos «infinitos» en América Latina.
Sin duda, estos debates no son las únicas claves político-ideológicas, pero la interrelación y
la dinámica recursiva que se estableció entre ellos han jugado un rol preeminente en la
reconfiguración del escenario político-social a escala regional.
113
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
representación política; en tercer lugar, hacia 2006, el eje se trasladó a Bolivia, donde la
demanda de autonomía estaría asociada al proyecto de creación de un Estado plurinacional
(momento constituyente), con la asunción de Evo Morales.
Fue en Bolivia donde se expresó de manera más acabada el proyecto político indígena
autonómico, ilustrado por el Pacto de Unidad, integrado por ocho importantes
organizaciones indígenas y campesinas que, en 2006, prepararon especialmente para la
Asamblea Constituyente un documento que proponía la creación de un Estado
comunitario y plurinacional. Sin embargo, esa propuesta autonómica encontró límites,
primero en la propia Asamblea Constituyente y, por consiguiente, en la Constitución del
Estado Plurinacional que se sancionó finalmente. Segundo, una vez derrotadas las
oligarquías regionales, a partir de 2009, con el proceso de consolidación de la hegemonía
del Movimiento al Socialismo (MAS), el gobierno boliviano dejó en evidencia que las
llamadas «autonomías indígenas originario-campesinas» (AIOC) ocupaban un lugar marginal
en su agenda. Ciertamente, uno de los problemas fundamentales ha sido la tensión entre la
autonomía como el núcleo duro del Estado plurinacional y su base extractiva y
neodesarrollista. Así, la soberanía de las aoic sobre los territorios ancestrales encontró una
muralla en la voluntad estatal de controlar el territorio, en especial el dominio sobre los
recursos naturales no renovables 2. En suma, si bien hubo efectos democratizadores
importantes en relación con el lugar de los pueblos originarios, visibles, entre otras cosas, en
la lucha contra la discriminación étnica y el racismo, y en la recuperación de la dignidad por
parte de sectores indígenas históricamente marginados, en Bolivia el gobierno de Evo
Morales terminó por consolidar «un Estado plurinacional débil, organizado de modo
jerárquico y no igualitario»3, en el que los niveles de codecisión que implicaba el Estado
plurinacional sobre los recursos naturales fueron netamente subordinados a la lógica
centralista del partido gobernante.
Otra de las cuestiones fundamentales del ciclo progresista asociadas a los
pueblos originarios es el derecho de consulta previa, libre e informada (cpli), incorporada a
todas las constituciones latinoamericanas a través del Convenio 169 de la oit de 1989. La
cuestión devino crucial debido a la multiplicación de megaproyectos extractivos ligados a la
expansión de la frontera petrolera, minera y energética y a los agronegocios (soja, caña de
azúcar y palma africana), que amenazan directamente a los territorios indígenas y conllevan
un aumento exponencial de los procesos de violación de derechos fundamentales. Al
respecto, un informe reciente de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(Cepal) sobre la situación de los pueblos indígenas, basado en los reportes del relator
especial sobre los pueblos originarios de la ONU (periodo 2009-2013), resalta como uno de
los grandes nudos de los conflictos la expansión de actividades extractivas en territorios
indígenas. El informe reproduce además un mapeo que identifica al menos 226 conflictos
socioambientales en territorios indígenas de América Latina durante el periodo 2010-2013,
asociados a proyectos extractivos de minería e hidrocarburos 4.
2
Retomamos aquí los análisis de José Luis Exeni Rodríguez: «Autogobierno indígena y alter- nativas al
desarrollo» en J.L. Exeni Rodríguez (coord..): El proceso de las autonomías indígenas en Bolivia. La
larga marcha, Fundación Rosa Luxemburgo, La Paz, 2015, pp. 13-73.
3
Luis Tapia: «Consideraciones sobre el Estado plurinacional» en AAVv: Descolonización, Estado
plurinacional, economía plural y socialismo comunitario. Debates sobre el cambio , Vicepresidencia del
Estado Plurinacional de Bolivia, La Paz, 2011.
4
Cepal: Los pueblos indígenas de América Latina, Avances en el último decenio y retos pendientes
para la garantía de sus derechos, ONU, Santiago de Chile, 2014, disponible en <www.cimi.org.br/pub/
lospueblosindigenasenamericalatinacepal.pdf>.
114
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
5
César Rodríguez Garavito: Etnicidad.gov: los recursos naturales, los pueblos indígenas y el derecho a
la consulta previa en los campos sociales minados, Dejusticia, Bogotá, 2012, cap. 1.
6
Donella H. Meadows, Dennis L. Meadows, Jorgen Randers y William W. Behrens III: Los límites del
crecimiento. Informe al Club de Roma sobre el predicamento de la humanidad , fce, Ciudad de México,
1972.
7
Arturo Escobar: «El postdesarrollo como concepto y práctica social» en Daniel Mato (coord.): Políticas
de economía, ambiente y sociedad en tiempos de globalización, Facultad de Ciencias Económi- cas y
Sociales, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 2005.
115
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
8
M. Svampa y Ariel Slipak: «China en América Latina: Del Consenso de los Commodities al Con- senso
116
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
117
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
latinoamericanos en los últimos años (muchos de los cuales comprometen a sus economías
por décadas) están lejos de ser la excepción. Al contrario, constituyen una regla bastante
generalizada en los últimos tiempos, lo cual, en lugar de afianzar la integración
latinoamericana, no hace más que potenciar la competencia entre los países de la región
como exportadores de commmodities. En suma, pese a la apertura de un espacio regional
latino-americano, la competencia económica entre países y la confirmación de una relación
comercial privilegiada con China, basada en la demanda de commodities y en la vertiginosa
consolidación de un intercambio desigual, parecerían estar marcando la emergencia de
nuevas relaciones de dependencia, cuyo contorno se estaría definiendo al calor de las
negociaciones unilaterales que aquel país mantiene con cada uno de sus socios
latinoamericanos.
12
Propongo una óptica crítico-comprensiva, que retoma los diferentes elementos que constituyen el
fenómeno populista no solo como matriz político-ideológica, sino sobre todo en tanto régimen
político. He desarrollado extensamente el tema en Debates latinoamericanos. Indianismo, desarrollo,
dependencia y populismo, Edhasa, Buenos Aires, 2016 y en Del cambio de época al fin de ciclo.
Extractivismos, gobiernos progresistas y movimientos sociales, Edhasa, Buenos Aires, en prensa.
13
G. Aboy Carlés: «Las dos caras de Jano. Acerca de la relación compleja entre populismo e
instituciones políticas» en Pensamento Plural vol. 7, 7-12/2010, disponible en <http://pensamento
plural.ufpel.edu.br/edicoes/07/02.pdf>.
118
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
14
Aníbal Viguera establece dos dimensiones para definir el populismo: una, según el tipo de
participación, y la otra, según las políticas sociales y económicas («‘Populismo’ y ‘neopopulismo’ en
América Latina» en Revista Mexicana de Sociología vol. 55 No 3, 7-9/1993). En función de este tipo
ideal, propongo distinguir entre un populismo de baja intensidad, de carácter unidimensional (estilo
político y liderazgo, que puede coexistir con políticas neoliberales), y un populismo de alta intensidad,
que ensambla estilo con políticas sociales y económicas que apuntan a la inclusión social. He
abordado el tema en el capítulo final de la segunda parte de Debates latinoamericanos, cit.
119
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
Otaviano Canuto: «The Commodity Super Cycle: Is This Time Different?» en Ecomomic Pre- mise No
15
150, 6/2014
16
Joan Martínez Alier: «Sudamérica, El triunfo del post-extractivismo en el 2015» en La Jornada,
21/2/2015.
120
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
defensores del derecho a la disidencia y del pensamiento crítico–. El tema no es menor y nos
confronta a un problema recurrente en la historia política latinoamericana, que golpea de
lleno el ciclo progresista y termina, lamentablemente, por darle forma definitiva: el
hiperliderazgo y, a través de ello, la tendencia de los gobernantes a perpetuarse en el poder
o, por lo menos, a buscar permanecer longevamente en él.
Por otro lado, el fin de ciclo y el eventual giro político se insertan en un escenario
mundial muy perturbador, marcado por el avance de las derechas más xenófobas y
nacionalistas en Europa, así como por el inesperado triunfo del magnate Donald Trump en
EEUU. Todo ello augura importantes cambios geopolíticos, que además de producir un
empeoramiento del clima ideológico internacional, en el cual las demandas antisistema de la
población más vulnerada se articulan con los discursos más racistas y proteccionistas,
impactarán de modo negativo en la región latinoamericana, en un contexto global de mayor
desigualdad.
Asimismo, podría decirse que, pese a la sobreutilización de la hipótesis conspirativa, el
giro conservador está vinculado, en gran parte, a las limitaciones, mutaciones y desmesuras
de los gobiernos progresistas. Sin embargo, no todo es ilusión conspirativa: en América
Latina, los procesos de polarización política habilitaron la vía más espuria del golpe
parlamentario y aceleraron con ello el retorno a un escenario claramente conservador. Esto
sucedió al menos en tres casos: con Manuel Zelaya en Honduras (2009), con Fernando Lugo
en Paraguay (2012) y, sin duda, el más resonante de todos, con el impeachement contra la
presidenta de Brasil Dilma Roussef en 2016, a quien sucedió su vicepresidente Michel Temer,
del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB). Tampoco es posible reducir los
progresismos existentes a una pura matriz de corrupción, como pretenden algunos,
bastardeando la categoría «populismo» o utilizándola en un sentido unilineal y olvidando
los componentes democráticos de los cuales fueron portadores. Ciertamente, al inicio del
ciclo, todos los progresismos implicaron la potenciación de un lenguaje de derechos
(sociales, colectivos, económicos, culturales) y abrieron un espacio a diferentes políticas de
democratización. Pero entre 2000 y 2016, mucha agua corrió bajo el puente. La mirada
retrospectiva nos obliga a reconocer que no es lo mismo hablar de «nueva izquierda
latinoamericana» que de «populismos del siglo XXI». En el pasaje de una caracterización a
otra, algo importante se perdió, algo que evoca la evolución hacia modelos de dominación
de corte tradicional, basados en el culto al líder, su identificación con el Estado y la
búsqueda o aspiración de perpetuarse en el poder. No por casualidad, hacia el final del ciclo,
el evidente desacoplamiento entre progresismos e izquierdas habilitaría la reintroducción de
categorías recurrentes como las de populismo y transformismo, que irían per- meando una
parte importante de los análisis críticos contemporáneos.
El agotamiento y el fin del ciclo progresista nos confrontan con un nuevo escenario,
cada vez más desprovisto de un lenguaje común. Por un lado, es cierto que, sin apelar a
retornos lineales, los actuales gobiernos de Brasil y Argentina recrean núcleos básicos del
neoliberalismo, a través, entre otras cosas, de políticas de ajuste que favorecen abiertamente
a los sectores económicos más concentrados, así como del endurecimiento del contexto
represivo. Sin embargo, la emergencia de una suerte de «nueva derecha» es todavía la
excepción, no la regla. Por otro lado, todo parece indicar que estamos asistiendo al inicio de
una nueva época, de carácter más expoliatorio en términos de derechos a escala regional,
que augura más incertidumbre y menos pluralidad, en un contexto internacional ya marcado
por grandes cambios geopolíticos. Se abre así un nuevo escenario a escala global y regional
más atomizado e imprevisible, que marca el fin de ciclo del progresismo como lingua franca,
121
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
aunque atravesado por múltiples protestas sociales. Este seguramente será el punto de
partida para pensar el posprogresismo que se viene.
122
Cod. COPIAS AÑO Codificado por:
7044 22 2022
123
Estratificación social y movilidad en Argentina (1870-2010)
Huellas de su conformación socio-histórica
y significados de los cambios recientes
Pablo Dalle 1
■■ Introducción
…
La descripción de algunos aspectos de la evolución histórica de la estructura social argentina
desde una perspectiva de largo plazo, tratando de captar las huellas de su proceso de
conformación socio-histórica, nos permitirá reflexionar sobre los significados de los cambios
recientes. El enfoque teórico y empírico de la estratificación social desarrollado por Gino
Germani en su estudio pionero Estructura social de la Argentina (1955), nos facilitará este
recorrido.
Germani enfoca el ordenamiento jerárquico de las posiciones de clase (o estratos) en base al
estatus socio-económico y el prestigio social de los mismos. Dado que es posible (y frecuente)
la movilidad vertical entre las posiciones de clase, pueden distinguirse tipos de sociedades
más o menos abiertas según las oportunidades de ascenso social que brindan. Este análisis
capta la evolución del sistema de estratificación social en Argentina a través de la observación
del cambio de tres dimensiones: el volumen y la composición de las distintas posiciones de
clase, la distancia entre las posiciones de clase en cuanto a su poder económico que da cuenta
del nivel de integración y equidad del sistema de estratificación, y los canales de movilidad
social que se “abren” y “cierran ”en la estructura social, especialmente las que afectan las
posibilidades de ascenso para las personas de origen de clase popular, un indicador clave del
grado de apertura social.
La inserción de la población en la estructura ocupacional permite reconstruir las posiciones
de clase y sus cambios nos informan sobre la evolución de la estructura social. Dada la
amplitud del período considerado, nos limitaremos a trazar un panorama general de estos
cambios y reflexionar sobre sus significados, a través de un análisis narrativo-histórico de los
cambios del sistema de estratificación social vinculados con otros procesos macro-sociales,
como las oportunidades ocupacionales y educativas generadas por el tipo de desarrollo
económico-social, el papel del Estado en la estructuración de dichas oportunidades, la
influencia de las corrientes migratorias y el prestigio social atribuido socialmente a grupos de
distinta ascendencia étnica.
1
Magister en Investigación en Ciencias Sociales, UBA. Becario de doctorado del CONICET, con sede
en el Instituto Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, UBA. Docente de “Metodología de la
Investigación Social I, II y III” y “Teoría y Métodos para el análisis de las clases sociales”, ambas
cátedras dirigidas por Ruth Sautu, en la FCS-UBA. E-mail: [email protected]
Agradezco a Ruth Sautu por sus comentarios y sugerencias sobre el artículo, los cuales significaron
un aporte valioso para la elaboración del mismo.
124
■■ Apertura del sistema de estratificación social durante la
etapa de desarrollo económico agro-exportador
e inmigración europea intensa
2
Del resto de los países de América Latina, Uruguay y en parte Chile también experimentaron una modernización
temprana de su estructura social (Filgueira, 2008).
3
En este proyecto la conceptualización de las razas constituía un factor determinante: los europeos, principalmente
los anglosajones, representaban a la “civilización” y el progreso. Por su parte, la “barbarie” estaba conformada por
las denominadas razas inferiores de indígenas, negros, españoles y la mezcla de todos ellos: el gaucho. En su
diagnóstico el país era un “desierto” y había que poblarlo de inmigrantes laboriosos que reemplazaran a la población
criolla (el gaucho) como condición para fundar una nación moderna y civilizada. Debe tomarse en consideración
que el positivismo era un clima intelectual de época. La crítica del carácter racista del proyecto no puede negar los
aportes ideológicos, políticos y económicos del aluvión inmigratorio europeo para la modernización y desarrollo
del país.
125
Esto posibilitó que el nivel de los salarios y la tasa de ocupación en Argentina fueran mayores
a los de los países de origen de los inmigrantes, lo que explica en grado sustantivo la
persistencia de los flujos inmigratorios entre 1860 y 1930 4 (con la interrupción de los años de
la Primera Guerra Mundial, Sautu y Lattes, 1978; Devoto, 2003). La política de promoción de la
inmigración tuvo mayor impacto durante los primeros años a través de políticas de
colonización agrícola, aunque éstas no alcanzaran la incidencia que tuvieron en otras
experiencias similares, como Estados Unidos y Canadá. Germani (1962, 1963) analizó el impacto
excepcional que tuvo el aluvión inmigratorio europeo sobre la estructura social: Argentina fue
el segundo país que recibió el número mayor de inmigrantes europeos detrás de Estados
Unidos, aunque el impacto fue comparativamente mayor en Argentina por el escaso tamaño
de su población y su concentración en la región pampeana, la de mayor dinamismo económico.
La inmigración europea impulsó un notable crecimiento de la población que se quintuplicó
entre 1860 y 1920, generando un acelerado proceso de urbanización estimulado por la demanda
de trabajo de la industria y los servicios que crecían al calor de la expansión agropecuaria.
Esta demanda sumada a las restricciones impuestas al poblamiento rural por el régimen
latifundista de la tenencia de tierras, determinaron que los inmigrantes se asentaron
mayormente en las ciudades. La proporción de extranjeros rondó la mitad de la población de
la ciudad de Buenos Aires y Rosario entre 1895 y 1914, y el impacto fue mayor aún entre los
varones adultos de la ciudad de Buenos Aires, donde los extranjeros alcanzaron al 80% de ese
segmento de edad, y entre el 50% y 60% en las provincias de la Pampa Húmeda, el Litoral y
Mendoza.
El mayor impacto fue el “efecto de reemplazo” de la población criolla que residía al comienzo
de la inmigración masiva en la región de la Pampa Húmeda. Lo excepcional del caso argentino,
señaló Germani, es que la población extranjera no tuvo que asimilarse culturalmente a la
población nativa criolla, escasa en cantidad y dispersa en un territorio muy amplio, por lo que
el aluvión inmigratorio europeo produjo “…la virtual desaparición del tipo social nativo
preexistente y la contemporánea destrucción de parte de la estructura social que le
correspondía” (1966:200).
En cambio, en Estados Unidos, el país que recibió la mayor cantidad de inmigrantes en
términos absolutos, la proporción de extranjeros nunca superó el 15% de la población total.
Por eso mientras en Estados Unidos los inmigrantes extranjeros se incorporaban en los
estratos más bajos del sistema de estratificación y lograban ascender económicamente y
socialmente a través de sus hijos (movilidad intergeneracional – Lipset y Bendix, 1963), en
Argentina, el ascenso social de los inmigrantes se realizaba más rápidamente a lo largo de
sus propias vidas (movilidad intrageneracional).
El mayor prestigio social de los inmigrantes europeos con respecto a la población criolla
favoreció su integración y ascenso social. Para Di Tella (1992) varios factores explican esta
diferencia de estatus a favor de los inmigrantes: la “aristocracia de la piel", la magnitud del
aporte inmigratorio y su efecto de reemplazo de la población nativa, y su inserción en las
clases más dinámicas de un proyecto de desarrollo y modernización capitalista: la burguesía
empresarial urbana y la clase obrera calificada. El ahorro y el esfuerzo, valores ligados a la
acumulación capitalista, motivaron una fuerte disposición a la movilidad social ascendente
entre los inmigrantes europeos. Este proceso no estuvo exento de una reacción tradicionalista,
los inmigrantes de origen obrero, artesano o campesino en su mayoría, muchos de ellos
anarquistas o socialistas, fueron discriminados por la elite criolla y las primeras generaciones
4
El flujo de inmigración europea se reactivó durante un breve período posterior a la Segunda Guerra Mundial (1946-
1952).
126
de argentinos de ascendencia inmigratoria europea que ya se habían integrado (Devoto, 2004).
Pero en general primó el sentimiento de superioridad del grupo social de ascendencia europea
por sobre las clases populares nativas y los estratos medios del interior, con excepción de la
clase alta estanciera (Di Tella, 1992).
La inmigración europea fue consecuencia y motor del desarrollo económico agro-exportador
y la expansión de los servicios y la industria que modificaron la estructura ocupacional del
país. No sólo se desarrollaron actividades ligadas a la producción agroexportadora como los
frigoríficos, el sistema de transporte (ferrocarriles) y obras de infraestructura (puertos) sino
también una industria local ligada al mercado interno. La existencia de una población con
salarios mayores al nivel de subsistencia constituyó un mercado para el consumo de
manufacturas, lo que favoreció el surgimiento de una industria local diversificada y poco
concentrada en la rama de alimentos y bebidas, empresas subsidiarias para la construcción y
mantenimiento de obras de infraestructura, textiles, de confección y cuero, y una incipiente
industria química. El rol de los inmigrantes extranjeros en el surgimiento de la industria fue
clave, ocupando la mayoría de las posiciones empresariales y suministrando la mayor parte
de los integrantes de la clase obrera (Lattes y Sautu, 1978).
Como consecuencia del crecimiento económico y la diversificación de la estructura
ocupacional entre 1860 y 1930, crecieron los estratos medios: propietarios de capital, cuenta
propia y asalariados (ver Anexo. Cuadro 1). Germani (1963, 1970) señaló que este proceso de
modernización se tradujo en un proceso de movilidad estructural ascendente. La expansión
de las posiciones de clase media, hizo que necesariamente éstas fueran cubiertas por
inmigrantes europeos provenientes de la clase popular (campesinos, obreros calificados,
obreros no calificados y jornaleros) en sus países de origen, lo que implicó para muchos de
ellos una movilidad social intrageneracional que los transformó en pequeños industriales,
comerciantes y arrendatarios rurales. Esto no excluye que una parte de los inmigrantes haya
permanecido en la clase obrera urbana en formación, como trabajadores asalariados
(ferroviarios, de los frigoríficos, portuarios, sastres, costureros, panaderos, etc.) o cuenta
propia (carpinteros, albañiles, zapateros). Para ellos el camino de ascenso social se lograba a
través de sus hijos nacidos en el país (movilidad intergeneracional), que se insertaban en el
sistema educativo y lograban acceder a ocupaciones de mayor estatus (profesionales y
puestos administrativos de la burocracia estatal en expansión (Cuadro 2). En contraste, las
personas de ascendencia criolla de origen de clase popular fueron reclutadas principalmente
como trabajadores rurales (peones) en condiciones de mayor explotación. La movilidad
estructural fue más intensa en la región más dinámica del país, principalmente en Buenos
Aires, donde los estratos medios duplicaban el promedio nacional. Asimismo, la clase alta fue
más permeable al ingreso de extranjeros y sus descendientes que en otros países de América
Latina, de Europa e incluso Estados Unidos.
Este “gran salto” se produjo en un período de tiempo corto para la vida de una nación y para
las generaciones que lo experimentaron. En realidad, en la experiencia del inmigrante, la
Argentina debió parecer, por lo menos durante la época de la inmigración masiva, una sociedad
mucho más abierta, en la que eran inexistentes o mínimos los obstáculos, la desigualdad, y la
diferenciación jerárquica característicos de sus lugares de origen” (Germani, 1963:361). El
propio Germani reconocía que en contraste con la modernización económica y cultural de la
región pampeana que generó la apertura del sistema de estratificación social, la región del
norte y noroeste del país quedó estancada y atrasada, y en consecuencia, su estructura social
permaneció más cerrada. Estas marcadas diferencias entre centro y periferia constituían
signos elocuentes de un modelo de desarrollo económico desequilibrado.
127
■■ Expansión de las clases medias y formación de una clase obrera
consolidada durante la Industrialización Sustitutiva de Importaciones
y las migraciones internas
En el período 1930-1970, se produjeron cambios considerables en la estructura social que
afectaron las pautas de movilidad social intra e intergeneracional, vinculados con dos
fenómenos decisivos: la industrialización por sustitución de importaciones y las migraciones
internas.
La crisis del treinta produjo la caída del precio de las materias primas y con ello de la
disponibilidad de divisas que aportaba el sector agro-exportador, redujo la capacidad
importadora e incentivó el desarrollo de políticas públicas de estímulo a la producción
industrial local. La industrialización por sustitución de importaciones (ISI) tuvo lugar en el
período 1930-1976, durante el cual es posible reconocer distintas etapas. En la década de 1930-
1940, se aplicaron políticas arancelarias de protección de la industria local, controles
cambiarios y provisión de crédito industrial. Este impulso industrializador no fue acompañado
por políticas de redistribución del ingreso lo que implicó el crecimiento de una clase obrera
urbana con demandas insatisfechas.
La Segunda Guerra Mundial actuó en los hechos profundizando la barrera proteccionista lo
que dio un nuevo impulso al desarrollo industrial. Luego, el peronismo (1943-1955) le otorgó al
proyecto de desarrollo industrial un carácter social distinto, al impulsar la industria de bienes
de consumo masivo mediante la expansión del mercado interno basada en una activa política
estatal de redistribución del ingreso hacia los asalariados, la inversión pública directa en
industrias y servicios, y una política de créditos subsidiados a los pequeños y medianos
empresarios locales. A partir de la segunda mitad de la década de 1950 y hasta mediados de
1970, se profundizó la sustitución de importaciones de insumos y bienes de capital, así como
la de bienes de consumo durables a través del impulso de la inversión extranjera y estatal.
Esto implicó cambios en la estructura de distribución del ingreso que favorecieron a
segmentos asalariados de las clases medias.
El desarrollo industrial impulsó un movimiento migratorio interno de gran intensidad hacia los
centros urbanos de la región pampeana (Buenos Aires, Rosario y Córdoba) desde regiones
periféricas que habían quedado al margen del desarrollo agro-exportador.
Desde el punto de vista socio-cultural, las migraciones internas pusieron en contacto a la
población criolla (de ascendencia mestiza) con la población de ascendencia europea ya
establecida en las ciudades, generando cambios en la estructura social. La formación de una
nueva clase obrera de origen criollo coexistió en un principio junto a las capas viejas del
proletariado urbano constituidas por inmigrantes europeos y sus descendientes (Germani,
1970, 1973) y luego paulatinamente ambos grupos se fueron mezclando e integrando
culturalmente.
La migración interna tuvo un impacto sobre el crecimiento urbano análogo en volumen al de
la inmigración europea, pero diferente en las pautas de movilidad social. A diferencia de la
inmigración europea de 1860-1930 que había contribuido a la formación de las clases medias,
los migrantes internos se incorporaron a los segmentos de clase inferiores del sistema de
estratificación, provocando un efecto de “empuje” ascendente hacia posiciones de clase media
a los residentes urbanos de origen inmigrante europeo. Entre 1930-1960 se mantuvo la línea
de movilidad que va desde la clase obrera a la clase media pero no ya como movilidad intra-
generacional de los inmigrantes europeos sino de la de sus hijos, como una movilidad inter-
generacional (Germani, 1963).
128
La industrialización por sustitución de importaciones abrió canales de movilidad intra e
intergeneracional en la estructura social.
En primer lugar, produjo una expansión de la fuerza de trabajo asalariada manual, que condujo
a la creación de una clase trabajadora consolidada, con acceso a amplios derechos sociales.
La mayoría de los migrantes internos eran, en sus lugares de origen, trabajadores no
calificados o semi-calificados (muchos de ellos de origen rural), por lo que su incorporación a
las ciudades y la inserción en la industria como fuerza de trabajo asalariada o como obreros
cuenta propia con oficio, implicó una movilidad social intra-generacional. En la experiencia de
los migrantes, la llegada a la ciudad significó un mejoramiento sustantivo de su calidad de vida.
El peronismo tuvo un papel muy importante en la formación de la clase trabajadora
consolidada por varios factores. Amplió las bases de ciudadanía de los trabajadores manuales
asalariados, otorgándoles derechos sociales y capacidades económicas para hacer efectivos
sus derechos civiles. El Estado, contribuyó a organizar una estructura sindical fuerte para
materializar las reivindicaciones sociales y económicas de los trabajadores y al mismo tiempo
canalizarlas en el marco de la política macro-económica.
Aunque ello implicó la formación de un movimiento sindical de carácter reformista, en la
práctica no se subordinó pasivamente al Estado puesto que tenía capacidad de movilización
propia para alcanzar sus intereses de clase. Como resultado, la clase trabajadora mejoró
sustancialmente su posición relativa en la estructura social aumentando la porción del salario
de los obreros fabriles en la distribución del ingreso. Se trató de un proceso de movilidad
ascendente, en este caso, apoyada en la acción colectiva. Asimismo, como señala James
(2006), el peronismo tuvo un significado de reivindicación simbólica de la clase trabajadora
dotando de dignidad, orgullo y respeto a los trabajadores en las interacciones cotidianas en la
fábrica y en los barrios. De allí, según el autor, el carácter “herético” que consistía en trastocar
los límites simbólicos sobre los que se apoyaba la desigualdad de clases, afectando los
principios de distribución social, los estatus y jerarquías imperantes en la estructura social
hasta el momento. Esta reivindicación simbólica tuvo cierto matiz étnico, ya que los nuevos
obreros migrantes internos de origen criollo eran discriminados (a través de términos como
“cabecitas negras”) por algunos sectores de clase media de origen europeo que ya habían
experimentado un proceso de movilidad social ascendente.
En relación con las clases medias, la industrialización y la continuidad del proceso de
urbanización posibilitaron su crecimiento acelerado: en el período intercensal 1914-1947
crecieron tanto los sectores asalariados como los medianos y pequeños propietarios de la
industria, el comercio y el sector agropecuario; entre 1947-1960 el crecimiento de las clases
medias se explica fundamentalmente por el crecimiento de ocupaciones asalariadas no
manuales (profesionales, técnicos, empleados de oficina) en el sector público y privado
(Cuadro 3). La expansión de la matrícula educativa en el nivel medio y universitario acompañó
este proceso, proporcionando las calificaciones necesarias para el trabajo no manual que
implicaban mayores remuneraciones y un mayor prestigio ocupacional, transformándose de
este modo en un canal de movilidad social ascendente frecuente y efectivo (Germani, 1963;
Babini, 1991). En este contexto, los hijos de obreros calificados (de origen europeo
principalmente, aunque no exclusivamente) que ya residían en las ciudades ascendieron a las
clases medias principalmente a través de dos canales: la educación universitaria y la
incorporación como cuadros técnicos, profesionales y administrativos a la administración
pública y privada en expansión. En las regiones del noroeste, norte, parte de cuyo y de la
Patagonia, la expansión de los estratos medios reclutó a la población mestiza que era
mayoritaria.
129
La industrialización y el desarrollo económico hasta entrada la década de 1960, impulsaban
hacia arriba a los trabajadores rurales transformándolos en obreros y a éstos en empleados
de “cuello blanco” administrativos, técnicos o profesionales, en el transcurso de una o dos
generaciones (Germani, 1963). No obstante, el proceso de industrialización no conllevó un
proceso de asalarización proporcional.
Entre 1947-1970, el porcentaje de asalariados en la población activa se mantuvo constante
alrededor del 72%; mientras que al comienzo se trataba de un nivel relativo alto, a fin del
período había quedado muy por debajo en comparación con los países capitalistas
desarrollados (Cuadro 4). La contracara de ello es que las clases medias autónomas
mantuvieron su presencia sostenida en la estructura social aunque cambiaron su composición
interna.
En esta etapa se produjo una transferencia ocupacional de pequeños patrones a
cuentapropistas que por su inserción ocupacional estable y formal en actividades “no
manuales” y sus expectativas de ascenso social a través del trabajo autónomo, formaban parte
de las clases medias. El tamaño de las clases medias autónomas constituía un rasgo distintivo
de la estructura social argentina en relación tanto a las sociedades latinoamericanas como
europeas (Palomino, 1987).
La profundización de la sustitución de importaciones durante la era desarrollista (1958-1976),
orientada a la producción de bienes de consumo durables e insumos intermedios
(petroquímicos, siderúrgicos, etc.) tuvo un carácter más concentrado y centralizado de
acumulación de capital y un impacto diferente en el empleo y en la estructura ocupacional. Por
un lado se expandieron ocupaciones de clase media de alta calificación (profesionales,
técnicos y cuadros administrativos) y por el otro, disminuyeron los pequeños y medianos
empresarios industriales y los obreros asalariados empleados en los mismos. En
contraposición, comenzó a aumentar el segmento autónomo de la clase obrera (Torrado, 1992,
2007).
En relación con las pautas de movilidad social, Beccaria (1978) muestra que el rasgo saliente
de esta etapa fue que se equilibraron los movimientos ascendentes y descendentes. En la clase
media urbana, se compensaron la desaparición de medianos y pequeños industriales con el
aumento de pequeños propietarios del comercio y los empleados altamente calificados del
sector servicios (profesionales y técnicos). En la clase obrera, la industria manufacturera dejó
de constituir un canal de incorporación para los trabajadores migrantes internos y de países
limítrofes en gran medida de origen rural, con la excepción del sector de la construcción y los
servicios cuya expansión siguió siendo una vía para su inserción (Torrado, 1992).
Sin embargo, hacia 1970 la estructura ocupacional argentina todavía conservaba rasgos de
integración que la distinguían en el contexto latinoamericano, destacándose en primer lugar
por la importancia de un sector configurado por pequeños y medianos empresarios de la
industria, el comercio y los servicios, que en términos económicos podrían caracterizarse por
el uso de tecnologías y logros de productividad intermedios. En segundo lugar, por la amplitud
del empleo independiente no marginal de ingresos medios; y por último, por la existencia de
un sector terciario maduro más cercano al de los países desarrollados en el que el empleo
estatal era muy importante. En comparación con otros países de América Latina, en Argentina
el subempleo encubierto y el “sector informal” eran comparativamente pequeños (Llach, 1978).
En síntesis, ambos modelos de desarrollo económico, el agro-exportador y la industrialización
por sustitución de importaciones, contribuyeron a la conformación de una estructura social
abierta e integrada, que hacia 1960-1970 se distinguía en el contexto latinoamericano por las
oportunidades de ascenso social que había brindado a las personas de origen de clase popular
130
y por la amplitud de las clases medias y una clase trabajadora fabril con una posición
económica consolidada, sustentada en niveles salariales altos y acceso a derechos sociales
comparativamente altos. Este conjunto de condiciones y un contexto de cuasi-pleno empleo
posibilitaron que la clase obrera alcanzara niveles de consumo y horizontes de expectativas
cercanos a los de las clases medias. El “poder económico” de la clase obrera se basaba en su
organización sindical fuerte y efectiva que le proporcionaba capacidad de resistencia a las
políticas contrarias a sus intereses de clase. Conforme a la extensión de los estratos de clase
media y el alto nivel de sindicalización de la clase obrera, Argentina tenía un perfil más
equitativo de la distribución de ingresos 5 en relación con otros países de América Latina.
El Estado desempeñó un rol importante en la conformación de aquella estructura social. En
primer lugar, impulsó la expansión de la educación pública y el empleo en la administración
estatal, mecanismos de ascenso social que acompañaron el crecimiento económico del país.
A través de la inversión y la participación pública en empresas de producción de bienes y
servicios promovió la creación de empleo público; esto fue acompañado por medidas de
regulación de precios y protección del mercado interno que contribuyeron a una redistribución
del ingreso hacia la clase trabajadora, junto al desarrollo de una extensa red de protección
social. Asimismo, la política de créditos favoreció el desarrollo de una pequeña y mediana
burguesía industrial y comercial ligada al mercado interno. Las políticas de equidad e igualdad
de oportunidades junto a la extensión de los canales de movilidad social se articularon y
contribuyeron a conformar una estructura social abierta e integrada.
Pensando una representación gráfica de la estructura de clases de 1960-1970, la figura
presentaría una amplia zona media constituida por clases medias y una clase trabajadora
consolidada, y más afinada en los extremos.
Arriba, se ubicaba una clase capitalista y dirigente reducida como en las mayorías de las
sociedades capitalistas avanzadas y en el extremo inferior un segmento de clase trabajadora
marginal que en adelante comenzaría a aumentar. Un rasgo distintivo de aquella sociedad era
la permeabilidad de los distintos estratos de clase que permitían una alta fluidez social
principalmente de abajo hacia arriba, de allí su carácter de “abierta”.
5
Ver Fajnzylber (1990) y Germani (1970) donde se exponen datos comparativos sobre la distribución del ingreso en
Argentina en relación a otros países de América Latina y los países capitalistas desarrollados.
6
Entre 1983-1989, durante el gobierno de Alfonsín, fracasaron los intentos de recrear políticas basadas en la
industrialización sustitutiva y el crecimiento del mercado interno. En términos generales, el estancamiento del
producto bruto durante el período y la crisis hiperinflacionaria hacia el final del mismo provocaron la disminución
del salario real y el aumento del nivel de pobreza.
131
La reestructuración capitalista, la desarticulación de la estructura productiva industrial y el
deterioro de las instituciones del Estado de Bienestar erosionaron las bases que
estructuraban el sistema de estratificación abierto e integrado de la década de 1960 y principios
de 1970. Una mirada de mediano plazo, permite observar las transformaciones regresivas de
la estructura social en el período 1974-2001. Entre estos efectos regresivos se destacan el
aumento de la desigualdad de ingresos, el crecimiento de la pobreza, la instalación de la
desocupación como problema estructural del funcionamiento de la economía y el aumento de
la precariedad laboral. Estos indicadores socio-ocupacionales muestran que la crisis de 1998-
2002 no se trató de un fenómeno coyuntural sino de la fase final de una progresiva “decadencia
social” de un país que desarticuló su estructura productiva y su entramado social (Pucciarelli,
1999).
En el período 1998-2001 en el que se registra la crisis final del modelo de apertura y
liberalización de la economía se profundizaron tendencias que venían desarrollándose en el
mediano plazo. La tasa de desempleo aumentó aceleradamente, el empleo asalariado no
registrado incrementó progresivamente su peso relativo en relación al registrado, el
porcentaje de participación de los asalariados en la distribución del ingreso descendió
abruptamente a 34% en 2002. Luego de la devaluación, la desocupación superó el 22% de la
PEA y alrededor del 57% de la población quedó bajo la línea de pobreza.
La apertura y desregulación de la economía produjeron la desaparición de gran parte de las
pequeñas y medianas empresas manufactureras locales que habían crecido bajo la protección
del mercado interno; cuando se liberaron las importaciones de bienes de consumo final e
intermedios no pudieron soportar la competencia externa. Con ello, disminuyó la mano de obra
en el sector industrial tanto en puestos técnicos, administrativos como obreros calificados.
Asimismo, la privatización de las empresas de servicios públicos y las industrias básicas de
hierro, acero, petróleo y petroquímicos tuvo el mismo efecto de contracción de la mano de
obra asalariada de tipo técnico administrativo y obrero (Sautu, 1997). En este contexto de des-
asalarización, aumentó
el empleo por cuenta propia, el trabajo asalariado precario y la desocupación tanto en los
estratos de clase media como en la clase obrera; en ésta el impacto de la desindustrialización
fue mayor, aumentando el estrato de tipo marginal-precario (Cuadro 5 – Torrado, 2007). En
contraste, en la cima de la estructura ocupacional la reconversión económica generó la
expansión de un núcleo moderno de empresas de servicios e industriales (de alto desarrollo
tecnológico) que produjeron el crecimiento de ocupaciones gerenciales y profesionales de alta
calificación.
Varios autores coinciden en que el impacto de estos cambios en la estructura ocupacional y
las condiciones del mercado de trabajo fueron la polarización y segmentación del sistema de
estratificación social (Palomino, 1989; Kessler y Espinoza, 2003; Svampa, 2005; Torrado, 2007;
Salvia, 2007). La polarización implicó el aumento de la desigualdad de ingresos entre los
sectores de clase media-alta que resultaron “ganadores” de la reconversión capitalista neo-
liberal y los sectores medios que se pauperizaron tras perder el empleo estable, la condición
salarial, o su pequeño comercio o taller. El proceso de des-industrialización y reducción del
estado desestructuró a la clase obrera consolidada lo que generó la expansión de un estrato
marginal-precario. Desvinculado del trabajo formal fabril, se fue configurando un universo
heterogéneo en el que prevalecía la marginalidad-socio económica compuesto por
trabajadores que realizaban “changas”, vendedores ambulantes, trabajadores de
emprendimientos comunales, feriantes, artesanos sin talleres, limpiavidrios, recolectores de
cartón, etc. En este proceso, se habrían cristalizado las fronteras de clase y reducido los
132
canales de ascenso social desde la clase trabajadora a las clases medias. Asimismo, las
consecuencias visibles de este proceso de segmentación fueron el deterioro de los espacios
de socialización inter-clases.
Para profundizar el análisis de los cambios de la estructura social y los canales de movilidad
intergeneracional entre 1976-2001 presentamos los principales resultados de un estudio
reciente basado en una encuesta probabilística del Área Metropolitana de Buenos Aires
realizada en 2004-2005 por el CEDOP-UBA. Éste utiliza el enfoque de la “tabla de movilidad”
que permite observar efectos diacrónicos sobre las pautas de movilidad 7:
7
El estudio corresponde a mi tesis de maestría: “La movilidad social intergeneracional desde la clase trabajadora.
Un análisis macro y micro social de los canales de ascenso, reproducción y descenso en la estructura de clases”
(2009); allí se encuentran los temas más desarrollados. Algunos avances pueden verse en Dalle (2007).
8
La movilidad ascendente de larga distancia implica saltear segmentos de clase y la movilidad de corta distancia
refiere al pasaje a un segmento de clase adyacente en la estructura social.
133
enfermeras, profesoras secundarias) y administrativas, que implicó un progreso en términos
de prestigio social y en ocasiones de estatus socio-económico.
5. En la parte inferior del sistema de estratificación social aumentó la inmovilidad en el
segmento de clase trabajadora no calificada, a través de la reproducción intergeneracional en
ocupaciones precarias, condiciones de pobreza y áreas urbanas segregadas. Estos sectores
conforman un estrato marginado dentro de la clase trabajadora que se caracteriza por dos o
más generaciones de personas que no pudieron acceder a oportunidades efectivas de
movilidad social ascendente.
9
Comparando los datos de la encuesta de Germani sobre Estratificación social y Movilidad en el Gran Buenos Aires
en 1960 con una llevada a cabo por el CEDOP-UBA en 2004-2005 en el AMBA.
134
polarizada, lo que provocó que la clase media ampliara sus oportunidades relativas de ascenso
socio-económico frente a la clase trabajadora (Dalle, 2010). Esto muestra la mayor rigidez de
las fronteras de clase para el ascenso social desde la clase obrera calificada a la clase media
de mayor estatus (Cuadro 6), hallazgo similar al de una encuesta realizada en 1995 en el AMBA
(Jorrat, 2000).
Los cambios descriptos se produjeron en un contexto de creciente expansión de la oferta
educativa tanto en el nivel medio como superior en el que se destaca un notable desarrollo de
la educación terciaria. En términos generales, aumentó el nivel educativo requerido por los
distintos grupos ocupacionales, lo que condujo a un proceso de devaluación de los títulos, que
exige movilizar cada vez más credenciales educativas para lograr una movilidad social
ascendente y/o mantenerse en el estrato de clase de origen.
La educación cumple un papel central en la apertura del sistema de estratificación social y la
igualdad de oportunidades. Varios estudios muestran que la movilización de credenciales
educativas es un canal de ascenso social efectivo, especialmente la obtención del título
universitario. Sin embargo, en la medida en que el origen social condiciona con fuerza el nivel
educativo alcanzado, mantiene la desigualdad de oportunidades entre personas de origen de
clase media y de clase trabajadora (Jorrat, 2009, 1997; Dalle, 2009). El deterioro de la educación
pública en los niveles primario y secundario, por acción y omisión de políticas públicas que
favorecieron la cobertura pero descuidaron la retención y la calidad (Tedesco y Tenti, 2001),
contribuyó a aumentar la desigualdad de oportunidades entre los hijos de padres de clase
trabajadora y los hijos de padres de clase media.
La educación universitaria había sido el canal privilegiado de movilidad social ascendente para
las personas de origen de clase trabajadora en las generaciones que nacieron entre 1934 y
1959, especialmente los hijos y nietos de inmigrantes europeos. El título profesional era la llave
para ingresar a la clase media y aumentar su prestigio social. En cambio, en las generaciones
más jóvenes (nacidos entre 1960 y 1980) de hijos de padres obreros calificados y semi/no
calificados se observa una mayor inclinación hacia carreras terciarias más cortas que
habilitan una movilidad social de menor distancia.
Una visión de conjunto de las transformaciones del sistema de estratificación social y el
régimen de movilidad durante entre 1970 y 2002, muestra que las fronteras de clase se fueron
cerrando progresivamente, especialmente para los movimientos de larga distancia desde la
clase trabajadora hacia la clase media. El régimen de movilidad social siguió siendo fluido,
pero predominó la movilidad de corta distancia en el interior de la clase media y la clase
trabajadora, lo que implica una progresiva segmentación del sistema de estratificación.
Aunque la fluidez es alta, no tiene el mismo significado de apertura que la en 1950-60, ya que
los hijos de padres obreros calificados y semi/no calificados tienen menos chances que en el
pasado de acceder a las ocupaciones de clase media de mayor estatus (profesionales,
gerentes/directivos altos y medios o propietarios de capital).
En relación con la composición étnica de la estructura social de las ciudades de la Pampa
Húmeda, se advierte un proceso de cambio, lento pero continuo a través del ingreso de
personas de ascendencia mestiza (criollos e inmigrantes de países latinoamericanos 10) en las
clases medias. Varios factores contribuyen a ello: el fin de la inmigración europea hace más
de medio siglo, la exogamia entre personas de distinto origen étnico y la continuidad del flujo
inmigratorio de países latinoamericanos. Si bien los migrantes internos y de países limítrofes
10
La corriente de inmigración de países limítrofes hacia Argentina se mantuvo constante desde fines del siglo XIX
a fines del siglo XX. En la década de 1970 aumenta su radicación definitiva en los grandes centros urbanos, en
particular en el Área Metropolitana de Buenos Aires.
135
ingresan por los estratos inferiores del sistema paulatinamente van ascendiendo, no sin
enfrentar barreras socioculturales impuestas por una sociedad que se pensó a sí misma
durante un tiempo largo de su historia como europea. La discriminación –que se reaviva sobre
todo en momentos de crisis económica y social- cumple un papel central en la legitimación de
las desigualdades, trazando límites de clase sobre prejuicios étnicos funcionando en
ocasiones como estrategia de cierre social excluyente. Sin embargo, estas barreras socio-
culturales son más tenues y permeables que en otras sociedades latinoamericanas. Con todo,
la integración socio-cultural plena de los criollos e inmigrantes latinoamericanos de
ascendencia mestiza y principalmente las comunidades indígenas 11 del noroeste, litoral y sur
del país es una cuestión pendiente y un desafío para el siglo XXI. Estas pautas se mantienen
hasta la actualidad.
Para analizar con mayor detalle las raíces históricas y culturales que ayudan a explicar la pobreza en las
11
136
vez, un campo propicio para desarrollarse con rapidez (Beccaria y Mauricio, 2007; Chitarroni
y Cimillo, 2007). Esta orientación de la política macro-económica, sumada al precio alto de los
productos exportables y, el crecimiento de las exportaciones de commodities y productos
primarios semi-elaborados, impulsaron un crecimiento económico a tasas muy elevadas
(alrededor del 9% entre 2003 y 2008) –superiores incluso a las del período de desarrollo agro-
exportador- que impactaron sobre el mercado de trabajo revirtiendo las tendencias
ocupacionales de la etapa de la “convertibilidad”.
El análisis de la evolución del empleo en el período 2003-2009 nos muestra el impacto
favorable del cambio de modelo de desarrollo económico-social sobre el mercado de trabajo
(Cuadros 7, 8).
Entre 2003 y 2008, se revirtieron las tendencias socio-ocupacionales de la etapa anterior. La
tasa de desocupación disminuyó progresivamente (pasando de 17,4% a 7,8% en el período) -en
un contexto de la expansión de la PEA- impulsada por un crecimiento económico vertiginoso
que produjo una expansión de oportunidades ocupacionales. Una característica saliente es que
se revirtió el patrón de crecimiento de la primera etapa de la Convertibilidad (1991-1994) en el
que el crecimiento del producto bruto interno se despegó de la creación de empleo,
produciendo una desocupación de tipo estructural (Cuadro 8).
La evolución de los ocupados según categoría ocupacional en el período 2003-2009 muestra
el crecimiento de los asalariados y en su interior el aumento progresivo de los trabajadores
registrados (con cobertura social) y la disminución del empleo precario. Esto marca un punto
de inflexión con la década de 1990, donde las tendencias marcaban el crecimiento del empleo
no registrado y la disminución del registrado. Los clasificados como “empleadores”, que
pueden asimilarse a los propietarios de capital, aumentaron su número con un ritmo lento
pero constante luego de la crisis de 2001-2002, mientras que en términos absolutos la cantidad
de los trabajadores cuenta propia se mantuvo constante desde 2003 en adelante, pero
disminuyeron su participación relativa entre los ocupados. Estas evidencias sobre el
incremento del número y, sobre todo, del peso relativo de los asalariados en las ocupaciones
indican un intenso proceso de asalarización en curso actualmente (Cuadro 8).
Al analizar la evolución de la mano de obra asalariada por rama de actividad en la etapa
2003-2008 se observa que (Cuadro 9) el mayor porcentaje de crecimiento de la mano de obra
asalariada se dio en la Construcción (101,8%), seguida por los servicios financieros e
inmobiliarios (52,7%), hoteles y restaurantes (50,3%), la industria manufacturera (35%),
transporte-almacenaje -comunicaciones (34,3%) y el comercio (33,4%). En todas las ramas se
produjo un mayor crecimiento relativo del empleo registrado sobre el no registrado (Cuadro
4).
Estas tendencias se frenaron en 2009 por el impacto de la crisis internacional, pero es muy
probable que continúen su expansión con el impulso del crecimiento económico que comenzó
a evidenciarse ya a fines de ese año que indican la superación local de dicha crisis. Si bien el
crecimiento reciente de la mano obra asalariada en la industria manufacturera fue importante,
aún no alcanza en cifras absolutas el nivel que registraba en 1998, pero es de esperar que
después de la crisis continúe la tendencia expansiva.
Algunos estudios basados en la evolución ocupacional que podía constatarse hasta 2005
(Salvia, Estafan, Comas, 2007; Chitarroni y Cimillo, 2007) muestran que el crecimiento del
empleo registrado había incorporado hasta ese año más a las personas de los quintiles de
ingresos medios y medio-alto, mientras que las situadas en deciles inferiores habían accedido
más a ocupaciones no registradas.
137
La composición de éstos últimos mostraba que cubría los segmentos de la clase trabajadora
con más larga trayectoria en empleos asalariados precarios o trabajadores cuenta propia de
menor calificación. Con posterioridad al 2005 se observa una continuidad del crecimiento del
empleo asalariado registrado y una disminución del no registrado, lo que abre el interrogante
sobre la capacidad de inclusión del modelo actual de los segmentos de la clase trabajadora
ubicados más abajo en la estructura social, excluidos durante las décadas de
desindustrialización del país y desestructuración del aparato productivo. Es posible conjeturar
que de continuar en el futuro las tendencias de expansión del empleo asalariado registrado,
vaya incorporando a las nuevas generaciones provenientes de estos segmentos de clase
trabajadora.
En cuanto a la distribución del ingreso, la masa salarial creció progresivamente en el período
2003-2009. En el 2003, el salario representaba el 34,3 por ciento del PBI, lo que implica que
había caído 11% respecto de 1974. En 2008, alcanzó el 43,6 por ciento y en el 2009, a pesar de
la crisis, llegó al 44,7 por ciento (DGEyEL, 2010). En este punto, el cambio de orientación del
Estado retomando algunas funciones de la política macro-económica de la ISI cumplió un papel
importante. Entre ellas podemos destacar la regulación de precios (a través de subsidios al
transporte y los servicios de luz, gas, agua) y su impacto en la transferencia de ingresos hacia
segmentos de clase media y clase trabajadora, la protección del mercado interno y el papel de
árbitro en la puja distributiva entre capital y trabajo reabriendo las negociaciones colectivas.
Por otra parte, otros indicadores basados en la distribución personal del ingreso (como el
índice de Gini y la concentración del ingreso por deciles) muestran que el nivel de desigualdad
disminuyó en el período 2003-2009. Sin embargo, el mismo, aún presenta un nivel alto, similar
al de principios de la década de 1990, aunque con la diferencia que actualmente la tendencia
va en dirección opuesta a la de aquel período. Esto sugiere que aún perduran los efectos de
largo alcance del patrón distributivo que dejó como herencia la reestructuración social del
neoliberalismo y que se requerirá un esfuerzo sostenido en el tiempo para mitigar esos
efectos.
¿Qué implicancias tienen estas tendencias observadas en los indicadores socio-ocupacionales
sobre la configuración de la estructura social? Retomemos las tres dimensiones del sistema
de estratificación planteadas al comienzo: a) el volumen y tamaño de los segmentos de clase;
b) el nivel de integración entre los mismos dado por su poder económico, y c) los canales de
movilidad social ascendente desde los segmentos de clase que están más abajo en el sistema
de estratificación.
Respecto del tamaño de los segmentos de clase y su capacidad económica, se puede
conjeturar que crecieron y mejoraron su posición relativa en la estructura social amplias
fracciones de las clases medias asalariadas, medianos y pequeños propietarios de capital y
trabajadores cuenta propia. También lo hizo el segmento de clase trabajadora asalariado
formal especialmente aquellos que se insertan en grandes empresas y están sindicalizados.
Se trata de una recomposición parcial de la clase trabajadora consolidada. Sin embargo, un
segmento importante de la clase trabajadora aún no ha podido salir de una situación de
pobreza y precariedad laboral. Esto hace que todavía la estructura social siga siendo “ancha”
en términos de distribución del ingreso. Estas huellas del modelo neoliberal excluyente
imponen el desafío de que se profundicen políticas de transferencia de ingresos e igualación
de oportunidades hacia los segmentos de clase trabajadora.
En relación a los canales de movilidad, en este período es muy probable que se haya mantenido
la movilidad ascendente entre la clase media y media alta basada en la educación formal y
138
empleos de alta calificación en el sector moderno de servicios altamente productivo y
competitivo. Esta pauta se trata de una tendencia mundial en la era de la globalización.
Por su parte, los segmentos de clase media y media-baja conformados por docentes,
empleados públicos, empleados de oficina de pequeñas y medianas empresas, mejoraron
levemente su posición económica relativa en relación al período de crisis contribuyendo a abrir
canales de ascenso para las personas de origen de clase trabajadora.
El crecimiento económico y la expansión de ocupaciones asalariadas registradas, impulsó una
movilidad estructural intra e inter generacional ascendente de corta distancia al interior de la
clase trabajadora y la clase media. Fundamentalmente los que accedieron a un empleo estable
y calificado en las grandes industrias: petroquímica, siderurgia, minería, automotrices y
empresas de servicios. Para los trabajadores cuenta propia y asalariados no registrados,
pertenecientes a los segmentos más bajos de la clase trabajadora, la salida de la crisis del
2001-2002 implicó una cierta mejora de sus ingresos. La recuperación del trabajo, aunque sea
precario, implicó efectos favorables en la organización y reproducción de la vida cotidiana. En
esta línea, la Asignación Universal por Hijo, aplicada recientemente, va a mejorar su posición
económica relativa, no obstante, para este segmento de clase todavía no se han abierto
canales de movilidad ascendente efectiva.
Con todo, si las tendencias socio-ocupacionales se mantienen en el tiempo y se profundizan
políticas públicas orientadas a la igualdad de oportunidades podemos conjeturar que podrían
recuperarse pautas históricas de integración y apertura de la estructura social argentina.
Actualmente, en las vísperas del Bicentenario, se abrió un debate acerca de profundizar el
modelo económico-social incrementando la participación estatal en el desarrollo económico
o retraer su papel interventor y abrir más espacio para el mercado y aplicar políticas de ajuste.
Los cambios sobre la estructura social analizados desde una perspectiva de largo plazo
brindan elementos para comprender qué camino está más cerca y más lejos de promover un
desarrollo económico con integración social.
■■ Bibliografía
Babini, A. M. (1991), Sociología de la Educación, Buenos Aires, Editorial El Ateneo.
Basualdo, D. M. (2006), Estudios de historia económica argentina. Desde mediados del siglo XX
a la actualidad, Buenos Aires, FLACSO – Siglo XXI editores.
Beccaria, L. (1978), “Una contribución al estudio de la movilidad social en Argentina. Análisis
de los resultados de una encuesta para el Gran Buenos Aires”, Desarrollo económico.
Volumen 17, n° 68, pp. 593-618.
Beccaria, L. y Mauricio, R. (2007), Movilidad ocupacional en Argentina, en Colección
Investigación. Serie Informes de Investigación. Universidad Nacional de Gral. Sarmiento.
Bolsi, A. y Paolasso, P. (2009), “La pobreza entre los argentinos del Norte Grande”, en Ciencia
Hoy nº 109, febrero-marzo.
Dalle, P. (2007), “Herencia y movilidad ocupacional (de clase), intergeneracional de personas
de origen clase trabajadora del AMBA (2004)”, Revista Lavboratorio nº 21, Facultad de
Ciencias-UBA.
Dalle, P. (2010), “Tendencias y oportunidades relativas de movilidad social intergeneracional
desde la clase trabajadora en una época de transformación estructural 1960-2004-5”,
Revista Lavboratorio, nº 24, Facultad de Ciencias-UBA (en evaluación).
Devoto, F. (2004), Historia de la inmigración en la Argentina, Buenos Aires: Editorial
Sudamericana.
Dirección General de Estudios y Estadísticas Laborales (2010) Informe de Coyuntura 2009,
Buenos Aires, MTESS (en edición).
139
Di Tella, T. (1992), “El impacto inmigratorio sobre el sistema político argentino”, en Jorrat, R. y
R. Sautu (comps.) Después de Germani. Exploraciones sobre estructura social de la
Argentina, Buenos Aires, Paidós.
Fajnzylber, F. (1990), Industrialización en América Latina. De la caja negra al casillero vacío,
Santiago de Chile: CEPAL-Naciones Unidas.
Filgueira, C. (2000), La actualidad de viejas temáticas: sobre los estudios de clase,
estratificación y movilidad social en América Latina, Santiago de Chile, CEPAL.
Germani, G. (1955), La estructura social de la Argentina. Análisis estadístico, Buenos Aires,
Raigal.
Germani, G. (1962), Política y Sociedad en una época de transición, Buenos Aires, Paidós.
Germani, G. (1963), “La movilidad social en Argentina”, en Lipset, S. y R. Bendix Movilidad social
en la sociedad industrial, Buenos Aires, Editorial Universitaria de Buenos Aires.
Germani, G. (1970), La estratificación social y su evolución histórica en la Argentina, Harvard
University.
Germani, G. (1973), “El surgimiento del peronismo: el rol de los obreros y los migrantes
internos”, en Revista de Desarrollo Económico, Volumen 13, n° 51.
James, D. (2006), Resistencia e Integración, Buenos Aires, Siglo XXI.
Jorrat, R. (1997), “En la huella de los padres: movilidad ocupacional en el Buenos Aires de 1980”,
en Revista de Desarrollo Económico. Volumen 37, nº 145, pp. 91-112.
Jorrat, R. (2000), Estratificación Social y Movilidad. Un estudio sobre el Área Metropolitana de
Buenos Aires, Tucumán, Ed. Universidad Nacional de Tucumán.
Kessler G. y V. Espinoza (2003), Movilidad social y trayectorias ocupacionales en Argentina:
Rupturas y algunas paradojas del caso de Buenos Aires, Santiago de Chile, CEPAL
Naciones Unidas.
Llach, J.J (1978), “Estructura ocupacional y dinámica del empleo en la Argentina: sus
peculiaridades. 1947-1970, Desarrollo económico. Volumen 17, n° 68.
Lattes, A. y Sautu R. (1978), Inmigración, cambio demográfico y desarrollo industrial en la
Argentina, Cuadernos del CENEP, Buenos Aires.
Palomino, H. (1987), Cambios ocupacionales y sociales en Argentina. 1947-1985, Buenos Aires:
Centro de Investigaciones Sociales sobre el Estado y la Administración (CISEA).
Palomino, H. (1989), “Reflexiones sobre la evolución de las clases medias en la Argentina”
Revista El Bimestre N° 42-43. CISEA, Buenos Aires.
Pucciarelli, A. (1999), “¿Crisis o decadencia? Hipótesis sobre el significado histórico de algunas
transformaciones recientes de la sociedad argentina”, Estudios sociológicos, Vol. XVII,
núm. 49, México D. F.
Salvia, A. (2007), “Consideraciones sobre la transición a la modernidad. La exclusión social y
la marginalidad económica”, en Salvia, A. y E.
Chávez Molina (ed.) Sombras de una marginalidad fragmentada. Aproximaciones a la
metamorfosis de los sectores populares de la Argentina, Buenos Aires, Miño y Dávila.
Sautu, R. (1997), “Reestructuración y empleo en Buenos Aires”, en Estudios del Trabajo, Número
14. Segundo Semestre.
Svampa, M. (2005), La sociedad excluyente. La Argentina bajo el signo del neoliberalismo,
Buenos Aires, Ed. Taurus.
Tedesco, J. C. y E. Tenti (2001), La reforma educativa en Argentina. Semejanzas y
particularidades.
Proyecto: “Alcance y resultados de las reformas
educativas en Argentina, chile y Uruguay”, Buenos Aires, IIPE / UNESCO (documento para la
discusión).
Torrado, S. (1992), Estructura social de la Argentina 1945-1983, Buenos Aires, Ediciones de la
Flor.
Torrado, S. (2007), “Estrategias de desarrollo, estructura social y movilidad”, en Susana
Torrado (comp.) Población y Bienestar Social en Argentina del Primero al Segundo
Centenario. Una historia social del siglo XX, Tomo I, Buenos Aires, Ed. EDHASA.
140
■■ Anexo
Cuadro 1. Población Económicamente Activa según estratos socio-ocupacionales por sector
de actividad, en % Argentina (1869-1947)
141
Cuadro 4. Población económicamente activa según categoría ocupacional. Argentina 1947-
1980 (en %)
Destinos de clase
Orígenes de clase Alto no manual Bajo no manual Alto manual Bajo manual Total
1960 51,5 24,6 12,5 11,4 100,0
Alto no manual 1969 55,6 23,1 10,9 10,4 100,0
1995 48,6 30,0 15,0 6,4 100,0
2004-5 47,2 29,2 16,8 6,8 100,0
1960 25,3 31,2 20,2 23,3 100,0
Bajo no manual 1969 20,7 29,2 23,5 26,6 100,0
1995 30,7 30,2 22,6 16,5 100,0
2004-5 37,0 35,2 14,9 12,9 100,0
1960 15,6 28,7 32,5 23,2 100,0
Alto manual 1969 17,8 26,1 34,8 21,3 100,0
1995 13,1 23,3 34,4 29,2 100,0
2004-5 12,1 21,0 34,8 32,1 100,0
1960 7,7 15,4 34,8 42,1 100,0
Bajo manual 1969 5,9 21,6 30,8 41,7 100,0
1995 7,6 16,4 28,1 47,9 100,0
2004-5 3,8 14,5 33,6 48,1 100,0
Total 100,0 100,0 100,0 100,0
De acuerdo a pautas convencionales en la bibliografía sobre movilidad la variable “orígenes de clase” se ubica
en eje horizontal y la variable “destinos de clase” en el vertical. En gris se marca la diagonal de inmovilidad
social, abajo hacia la izquierda se indican los movimientos ascendentes y arriba de la diagonal hacia la derecha
los movimientos descendentes.
142
Cuadro 7. Evolución de la Población Económica Activa, la tasa de desempleo y la PEA ocupada
según categoría ocupacional. Argentina, total urbano, período 1998-2002.
143
Cuadro 9. Evolución de los asalariados, de los asalariados registrados y los no registrados
según rama de actividad en el período 2003-2008
2003 2008 % de
(en miles) (en miles) crecimiento
Industria Manufacturera
Asalariados (empleados y obreros) 1.084 1.463 35,0
Asalariados registrados 591 996 68,4
Asalariados no registrados 492 467 -5,2
Construcción
Asalariados (empleados y obreros) 399 806 101,8
Asalariados registrados 84 269 220,4
Asalariados no registrados 315 537 70,2
Comercio
Asalariados (empleados y obreros) 1.270 1.701 33,9
Asalariados registrados 587 979 66,7
Asalariados no registrados 683 721 5,7
Hoteles y restaurantes
Asalariados (empleados y obreros) 261 393 50,3
Asalariados registrados 111 204 84,1
Asalariados no registrados 151 189 25,6
Transporte, almacenaje y comunicaciones
Asalariados (empleados y obreros) 624 838 34,3
Asalariados registrados 301 519 72,2
Asalariados no registrados 323 319 -1,1
Servicios financieros e inmobiliarios
Asalariados (empleados y obreros) 702 1.072 52,7
Asalariados registrados 464 809 74,3
Asalariados no registrados 238 263 10,6
Administración pública y defensa
Asalariados (empleados y obreros) 1.126 1.214 7,8
Asalariados registrados 807 1.076 33,3
Asalariados no registrados 320 138 -56,9
Enseñanza
Asalariados (empleados y obreros) 1.012 1.103 9,0
Asalariados registrados 829 1.010 21,9
Asalariados no registrados 183 93 -49,1
Servicios sociales y de salud
Asalariados (empleados y obreros) 784 735 -6,3
Asalariados registrados 358 522 46,1
Asalariados no registrados 426 212 -50,2
Fuente: BEL – Dirección de Estadísticas y Estudios Laborales –SSPTyEL en base a EPH-
INDEC- segundo trimestre de cada año 2010.
144
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
1
Base Estadística: Samantha Horwitz, Javier Rameri, Ignacio López Mieres.
Problemas Sociales Latinoamericanos
145
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
2
Al respecto véase, Informe de Resultados 544: “El sector medio en la Ciudad de Buenos Aires: una
aproximación a partir de la estratificación de la población porteña según ingresos”. DGEyC. Marzo
de 2013.https://www.estadisticaciudad.gob.ar/eyc/wp-content/uploads/2015/04/ir_2013_544.pdf
3
Actualización de la metodología oficial de cálculo de las Líneas de Pobreza (Documento en
discusión). 13º TALLER REGIONAL LA CONSTRUCCION DE LÍNEAS DE POBREZA EN
AMERICA LATINA. METODOLOGÍA Y PRÁCTICA. Lima, Perú, 7-9 de julio de 2004.
Problemas Sociales Latinoamericanos
146
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
2) Estrato Pobre no Indigente: constituido por los hogares cuyo ingreso total mensual, si
bien alcanza para cubrir una CBA, no logra cubrir el valor de una Canasta Básica Total
(CBT) de $27.588,1 para una familia tipo.
3) Estrato No Pobre Vulnerable: constituido por los hogares cuyo ingreso total mensual, si
bien alcanza para cubrir una CBT, no logra cubrir el valor de una Canasta Total (CT)
socialmente aceptable de $32.425,96 para una familia tipo propietaria y de $43.676,84 para
una inquilina.
4) Estrato Medio Frágil: constituido por los hogares cuyo ingreso total mensual, si bien
alcanza para cubrir una CT, sólo la supera en un 25%. Es decir, sus ingresos familiares se
encuentran por debajo de los $40.532,5 para una familia tipo propietaria y de $54.596,1
para una inquilina.
5) Estrato Medio: constituido por los hogares cuyo ingreso total mensual, si bien alcanza
para cubrir una canasta equivalente a 1,25 veces la CT, se encuentran por debajo de los
$129.703,8 para una familia tipo propietaria y de $174.707,4 para una inquilina, es decir, no
logra cuadriplicar el valor de la CT.
6) Estrato Acomodado: constituido por los hogares cuyo ingreso total mensual es igual o
superior a cuatro veces la CT.
Ver detalle sobre el valor de las canastas, especialmente la Canasta Total4, del GBA y regiones
en Anexo Metodológico.
4
La misma comprende, además del gasto alimentario, los siguientes conceptos del gasto:
a) gastos con economías de escala (principalmente los servicios y gastos comunes en la vivienda)
b) gastos con equivalencias específicas y sin economías de escala (incluye la indumentaria para mayores
y chicos, la educación, y el transporte )
c) gastos en salud (según sea un hogar con cobertura sanitaria y con mayor de 65 años a cargo
d)gastos sin economías de escala ni equivalencias (resto de los bienes y servicios)
e) gastos en alquiler (para los hogares no propietarios).
Problemas Sociales Latinoamericanos
147
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
(*) Nota: Proyección poblacional en base al Censo Nacional de Población del año 2010.
Fuente: elaboración propia en base a datos de EPH-INDEC y DGEYC.
(*) Nota: Proyección poblacional en base al Censo Nacional de Población del año 2010.
Fuente: elaboración propia en base a datos de EPH-INDEC y DGEYC.
148
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
149
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
Se observa entonces en el siguiente cuadro y gráfico la drástica caída que sufrió la clase
media que pasó de representar el 43,5% al 37,4%, reducción que no obstante el aumento
demográfico de los cuatro años transcurridos (1,8 millones acumulados) implicó una
expulsión de 1.972.901 personas. De manera simultánea, se verifica un radical engrosamiento
Problemas Sociales Latinoamericanos
150
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
del estrato pobre (no indigente) que se amplía en 2.381.428 personas generando una mayor
representación del mismo en el total, al pasar del 22% al 27%, del 2015 al 2019. Otro sector
que refleja un movimiento importante es el estrato indigente: el mismo cuenta con 600 mil
personas más en relación con el verificado en el 2015 conforme a un aumento de la tasa del 6%
al 7,1%. Los estratos que experimentan aumentos, pero de menor magnitud en términos
poblacionales, son “la clase media baja” y la “clase alta o acomodada” 5.
En términos relativos surge entonces que: mientras los sectores medios cayeron, los dos
segmentos de pobreza (incluyendo la extrema) se expandió entre 4,5 y 4,8 veces más que el
crecimiento demográfico normal del sector (dando cuenta no sólo de una reproducción
intergeneracional sino de la incorporación de personas provenientes de segmentos sociales
más altos) mientras el sector acomodado duplicó el crecimiento poblacional “natural”. La
clase media baja, vulnerable y frágil, tuvo una expansión similar a la demográfica para
conservar la incidencia del 2015.
Lo anterior indica que, si 1,9 millones de personas fueron eyectadas de la clase media
cuando el ritmo de aumento poblacional para conservar la representación requería ser de
788,5 mil, la intensidad de expulsión del segmento fue aún mayor, ascendió a 2.761.191
personas.
Considerando lo anterior entonces, al analizar los movimientos netos de la población
entre los segmentos sociales surge que el 71,4% de quienes dejaron de formar parte del
denominado estrato medio pasaron a engrosar el estrato de pobres no indigentes, el 17,8%
pasó directamente a la indigencia, un 7,4% en cambio experimentó un proceso de movilidad
social ascendente para alcanzar una posición de mayor privilegio y el 3,1% vio deteriorar sus
condiciones de vida hasta hundirse en un situación de vulnerabilidad social.
5
Conviene señalar aquí que nuestra fuente de información es la Encuesta Permanente de Hogares
(INDEC) no está diseñada para captar a los integrantes de la clase alta o la elite local. Es
principalmente una encuesta destinada a la fuerza de trabajo que tiene como principal objetivo ofrecer
una caracterización de la misma y abordar también otras dimensiones socioeconómicas y
demográficas. Por otro lado, la misma capta ingresos a través de la declaración voluntaria de los
encuestados incluidos en la muestra, que en una parte importante, son objeto de subdeclaración. En
concreto, la constitución de lo que aquí se denomina “sector acomodado” sólo alude a un mejor
posicionamiento socioeconómico relativo en relación con el resto, que está mucho más próximo de dar
cuenta de los procesos de fragmentación y polarización dentro de la misma clase trabajadora y de la
capas medias asociadas a pequeños y medianos propietarios antes que a os integrantes del poder
económico local.
Problemas Sociales Latinoamericanos
151
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
Cuadro Nº4. Flujo de población entre estratos sociales. 1ºTrim. 2015 vs 1ºTrim. 2019 -
Total Nacional.
Movimiento intra- estrato Estructura relativa de la
movilidad
(+) Estrato Pobre No Indigente 1.972.542 71,4%
(+) Estrato Indigente 492.527 17,8%
(+) Estrato Acomodado 203.611 7,4%
(+) Estrato Vulnerable No Pobre 86.812 3,1%
(+) Estrato Medio Frágil 5.699 0,2%
(-) Estrato Medio -2.761.191 100,0%
Fuente: elaboración propia en base a datos de EPH-INDEC y DGEYC.
152
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
153
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
tradicionales y ganan terreno las formas independientes del trabajo (cuentapropismo que
aumentó en 41 mil personas y supera los 80 mil si consideramos a los asalariados no
registrados). Haremos una aclaración importante aquí, si bien se observa un aumento de la
informalidad laboral asalariada en el sector mejor posicionado, el ingreso medio de la misma
en este segmento resulta ser tres veces superior a la media ($30.758 vs. $10.722) cuya
explicación se encuentra la reclasificación que la EPH resuelve para los casos de trabajadores
que facturan (no tienen descuento jubilatorio) pero trabajan para un solo cliente y por lo
tanto, a pesar de autopercibirse como independiente, mantienen una relación asalariada (que
no está registrada).
El modelo de consumo, en este marco, para una estratificación social que atraviesa, y
especialmente en los últimos cuatro años, un proceso de empobrecimiento de magnitudes
colosales, es indudablemente desigual y orientado a los sectores de altos ingresos, a su vez
funcional con el actual perfil del aparato productivo. En el cuadro Nº10, de hecho se verifica
que, de la mano del empobrecimiento de la clase media y la mayor pauperización de las
condiciones de vida de la población pobre, la brecha de ingresos entre los estamentos sociales
se amplía: mientras en el 2015, el ingreso medio per cápita de la población del estrato
acomodado superaba en 28,5 veces el ingreso de los indigentes, al año 2019 la brecha es del
30,5. También se amplía en relación con la población pobre no indigente (pasa de 10,8 a 11,1) y
la clase media (de 2,79 a 2,84).
Cuadro 5: Condición de actividad del sector medio. 1ºTrim. 2015 vs 1ºTrim. 2019 -
Total Nacional.
Sector Medio 1º Trimestre 2015 1º Trimestre 2019 Comparación 2015 vs. 2019
154
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
Cuadro 6: Categorías ocupacional de los ocupados del sector medio. 1ºTrim. 2015 vs
1ºTrim. 2019 - Total Nacional.
Sector Medio 1º Trimestre 2015 1º Trimestre 2019 Comparación 2015 vs. 2019
Tasa Población Tasa Población % Tasa Diferencia
Patrón 3,7% 349.701 3,1% 264.375 -17,71% -85.326
Cuenta Propia 16,8% 1.580.261 17,6% 1.522.949 4,89% -57.312
Asalariados 79,1% 7.428.339 79,0% 6.823.352 -0,02% -604.988
Registrados 77,9% 5.788.670 78,5% 5.355.310 0,72% -433.360
No Registrados 22,0% 1.634.812 21,5% 1.468.042 -2,24% -166.770
Trabajador Familiar 0,4% 37.176 0,2% 21.535 -36,95% -15.642
TOTAL 100,0% 9.395.478 100,0% 8.632.211 0,00% -763.267
Fuente: elaboración propia en base a datos de EPH-INDEC y DGEYC.
Cuadro 7: Condición de actividad del sector acomodado. 1ºTrim. 2015 vs 1ºTrim. 2019
- Total Nacional.
Comparación
Sector Acomodado 1º Trimestre 2015 1º Trimestre 2019 2015 vs.2019
Tasa Población Tasa Población % Tasa Diferencia
PEA 68,2% 1.406.402 65,1% 1.531.272 -4,56% 124.870
Ocupados 67,0% 1.380.954 63,1% 1.484.375 -5,78% 103.422
Desocupados 1,8% 25.449 3,1% 46.897 69,25% 21.448
TOTAL 100,0% 2.062.311 100,0% 2.352.760 0,00% 290.450
Fuente: elaboración propia en base a datos de EPH-INDEC y DGEYC.
Cuadro 8: Categorías ocupacional de los ocupados del sector acomodado. 1ºTrim. 2015
vs 1ºTrim. 2019 - Total Nacional.
Comparación
Sector Acomodado 1º Trimestre 2015 1º Trimestre 2019 2015 vs.2019
Tasa Población Tasa Población % Tasa Diferencia
Patrón 6,4% 87.820 7,7% 114.385 21,17% 26.565
Cuenta Propia 14,1% 194.265 15,9% 235.963 13,00% 41.698
Asalariados 79,5% 1.097.553 76,0% 1.128.322 -4,36% 30.769
Registrados 90,4% 992.367 87,1% 982.933 -3,65% -9.434
No Registrados 9,6% 105.186 12,9% 145.389 34,45% 40.203
Trabajador Familiar 0,1% 1.315 0,4% 5.706 303,59% 4.390
TOTAL 100,0% 1.380.954 100,0% 1.484.375 0,00% 103.422
Fuente: elaboración propia en base a datos de EPH-INDEC y DGEYC.
155
Universidad Nacional de Mar del Plata – Facultad de Psicología
Cuadro 9: Montos del ingreso per cápita familiar según estratos sociales. 1ºTrim. 2015
vs 1ºTrim. 2019 - Total Nacional.
Ingreso per cápita familiar (IPCF)
2015 2019 Diferencia nominal
Estrato Indigente $ 534,90 $ 1.761,30 $ 1.226,40
Estrato Pobre No Indigente $ 1.410,10 $ 4.829,20 $ 3.419,10
Estrato Vulnerable No Pobre $ 2.252,60 $ 8.151,30 $ 5.898,70
Estrato Medio Frágil $ 2.873,50 $ 10.154,30 $ 7.280,80
Estrato Medio $ 5.470,00 $ 18.919,20 $ 13.449,20
Estrato Acomodado $ 15.244,90 $ 53.789,90 $ 38.545,00
Total $ 4.052,90 $ 13.447,30 $ 9.394,40
Fuente: elaboración propia en base a datos de EPH-INDEC y DGEYC.
Cuadro 10. Brechas de ingreso per cápita familiar de los estratos sociales respecto al
sector acomodado. 1ºTrim. 2015 vs 1ºTrim. 2019 - Total Nacional.
Ingreso per cápita familiar (IPCF)
2015 2019 Diferencia nominal
Estrato Indigente 28,50 30,54 31,43
Estrato Pobre No Indigente 10,81 11,14 11,27
Estrato Vulnerable No Pobre 6,77 6,60 6,53
Estrato Medio Frágil 5,31 5,30 5,29
Estrato Medio 2,79 2,84 2,87
Estrato Acomodado 1,00 1,00 1,00
Fuente: elaboración propia en base a datos de EPH-INDEC y DGEYC.
156
UNIDAD 1°.
OTROS RECURSOS de INTERES
Les compartimos otros recursos que les puede permitir ampliar ciertos temas y cuestiones
abordadas en clases teóricas y prácticas de ésta unidad:
1.
MOVILIDAD SOCIAL DESDE LAS CLASES
POPULARES
Por Pablo Dalle
Publicado el 3 de octubre de 2016.Revista Sociedad HD.
Dirección: https://www.youtube.com/watch?v=akQQskF_ZyM
2.
MARISTELLA SVAMPA. DIÁLOGOS DEL
PENSAMIENTO CRÍTICO EN LA ARGENTINA ACTUAL
Parte 3. 2 de diciembre de 2016. CLACSO TV
Dirección: https://www.youtube.com/watch?v=f4NJo4r4pmE
3.
ALEJANDRO GRIMSON. DIÁLOGOS DEL
PENSAMIENTO CRÍTICO EN LA ARGENTINA ACTUAL
Parte 2. Ciclo: Diálogos del pensamiento crítico en la Argentina
actual Foro de los Centros Miembros de CLACSO. CLACSO TV. 2
de diciembre de 2016.
Dirección: https://www.youtube.com/watch?v=y_itn2G_4QM
4.
MARISTELLA SVAMPA | POPULISMOS EN AMÉRICA
LATINA
CLACSO TV. Ponencia de Maristella Svampa en el Congreso
Ideología y Presente II: Ideologías Contemporáneas, en la
Facultad de Filosofía de la UCM, 17 de Mayo de 2017.
Dirección: https://www.youtube.com/watch?v=RHfZm60TSFg
157
5.
LIBERALISMO Y NEOLIBERALISMO
Por José Pablo Feinmann
Publicado el 8 may. 2019. Fragmento del capítulo tres de la
sexta temporada de "Filosofía aquí y ahora". Emitido por
Canal Encuentro, año 2103. Duracion: 2,39.
Dirección: https://www.youtube.com/watch?v=jrJj9hZgf9U
6.
EL CONSENSO DE WASHINGTON
Por José Pablo Feinmann
Publicado el 8 may. 2019. Fragmento del capítulo tres de la sexta
temporada de "Filosofía aquí y ahora". Emitido por Canal
Encuentro, año 2103. Duración: 2,39.
Dirección: https://www.youtube.com/watch?v=6Bg9N8wkfaA
7.
DEBATES LATINOAMERICANOS | POR
MARISTELLA SVAMPA | Clases 1 y 2
158