José Guadalupe Posada
José Guadalupe Posada
José Guadalupe Posada
Poseía un talento natural para el grabado, y no sin haberse visto obligado a superar
una empecinada oposición familiar, su padre le permitió ingresar, a los dieciséis años,
en el taller profesional de Trinidad Pedroso, reputado maestro de quien aprendió los
principios, métodos y secretos del arte litográfico. En estos primeros años de
aprendizaje, el joven Posada manifestó una facilidad innata para la caricatura, de tal
modo que su mentor logró introducirle en el mundo del periodismo y de la prensa
gráfica como dibujante; y logró publicar sus primeras viñetas en el periódico El
jicote (1871), cuando el artista acababa de cumplir los diecinueve años.
Influido por su familia, que seguía mirando con malos ojos su actividad un tanto
bohemia y estaba empeñada en conseguirle una ocupación más segura, José
Guadalupe ganó una plaza de maestro de litografía en la Escuela Preparatoria de León.
A esta ciudad del estado de Guanajuato se había trasladado, en compañía de su
maestro, en 1871. Fue profesor durante cinco años, aunque compartió la actividad
didáctica con lo que le gustaba en realidad: la litografía comercial -textos de anuncios y
carteles- y la estampación de imágenes religiosas.
Su obra abarca múltiples temas, entre los que cabría destacar las célebres "calaveras"
o imágenes de ultratumba; los "desastres", que comprenden catástrofes de tipo
natural (inundaciones, epidemias, sucesos astronómicos, nacimientos de seres
monstruosos), accidentes, hechos sobrenaturales, crímenes y suicidios; los "ejemplos"
o lecciones morales que pueden extraerse ante la perversidad y bestialidad humanas;
sucesos sociales y políticos, donde sobresalen las viñetas referidas a las ejecuciones y
los "corridos" revolucionarios; los milagros religiosos; la serie denominada Don
Chepito, que narra las desventuras de un solterón ridículo, una especie de antihéroe;
así como las imágenes captadas de la vida cotidiana con inigualable precisión e
intención certera.