La Oración Del Corazón
La Oración Del Corazón
La Oración Del Corazón
a) El hesicasmo
¿Qué es el hesicasmo? Fundamentalmente
«un camino espiritual de orientación esencialmente contemplativa,
que funda Ia perfección del hombre en Ia unión con Dios por Ia
oración continua. Pero Io que Io caracteriza es precisamente Ia
afirmación de Ia excelencia, mejor todavía, Ia necesidad de Ia he-
sejía, o Ia quietud, en sentido amplio, para alcanzar Ia unión» 4 .
8 Cf. Pierre Adnes, 'Jésus (prière)', en DS 8, 1136. Todo el tema del hesicasmo
en el Monte Athos, ibid., 1126-1150.
9 Citado por André Bloom, La oración del corazón (Madrid, Studium, 1963)
p. 19 («Introducción»).
12 Cf. en DS 8, 1138-1139.
15 Ibid., p. 59.
16 Expuse estas ideas ampliamente en Daniel de Pablo Maroto, Amor y cono-
cimiento en Ia vida mistica (Madrid, Fundación Universitaria Española, 1979) pp.
55-59; 62-63.
Las técnicas concretas son muchos los libros que las proponen, co-
mo puede verse en Ia bibliografía ofrecida al principio, con ejemplos
para controlar los sentidos (ver, oler, gustar...), posiciones corporales,
ejercicios de respiración, uso de palabras, símbolos, etc. ". El uso de
Ia palabra Jesús, de Ia misma imagen intemporal de los iconos, pueden
ser de eficacia todavía para el hombre actual, practicando el ejercicio
de Ia nepsis que ya encontramos en los Padres del Desierto. No olvide-
mos que Ia palabra significa sobriedad y vigilancia. Abstenerse del
ejercicio propio de las potencias interiores que trabajan con pensa-
mientos, imágenes, fantasías. Vigilar los malos pensamientos y afectos
para que no perturben Ia paz interior del corazón. El efecto sanante,
psicoterapéutico, del nombre de Jesús, viene aquí como anillo al dedo,
y ya Io intuyeron los antiguos orantes28.
Quizá para un hombre occidental esta magia del nombre, de Ia pa-
labra, suene a esotérico, a brujería. Pero tenemos que situarnos en Ia
mentalidad no racional, intuitiva y simbólica de los pueblos primitivos,
y su significado arquetípico puede guiarnos a nosotros, hombres de
una civilización racionalística y tecnocrática. Solamente desde Ia com-
prensión de esa mentalidad, podremos entender los mecanismos de Ia
oración de Jesús y del corazón. El nombre, en esas culturas, era como
un doble de Ia persona y al nombrarla se actualizaba su presencia. Por
eso el nombre de Yahvé era tabú para los israelitas. El nombre signi-
fica Ia esencia del ser. Así, por ejemplo, Jesús significa Yahvé salvó
(Je-shua). Al nombrar y repetir Jesús, el orante es impregnado no del
sonido, sino de Ia esencia salvadora de Jesús, con Ia que de hecho es
salvado. Por eso se comprende el poder casi mágico que los antiguos
atribuían al nombre de Jesús contra los loguismoi (malos pensamien-
tos) y contra los demonios29.
Sobre Ia respiración y su sentido en el ejercicio de Ia oración del
corazón, vale Ia pena transcribir una vieja página, llena de sabor, y
que explica el porqué del método.
«Sábete, hermano, que el soplo que respiramos es aire y Io respi-
ramos únicamente por Ia necesidad de nuestro corazón. Porque el
aire es Ia causa de nuestra vida y del calor de nuestro cuerpo.
Ahora bien: el corazón aspira primero el aire y Io despide luego
afuera, con su propio calor, para procurarse refrigerio. El motor,
decirme que todo había sido creado para el hombre, que todo era
una demostración del amor de Dios hacia el hombre, que todo ora-
ba al Señor, presentándole su homenaje de adoración y ala-
banza» 32.
Los buenos efectos los nota también el cuerpo, como Io indicába-
mos al hablar del uso de los mantras.
«Cuando un frío intenso me agarrota, repito con más intensidad
mi oración y más me siento aliviado. Cuando el hambre comienza
a torturarme, invoco con más frecuencia el nombre de Jesús y me
olvido de que quería comer. Cuando estoy enfermo y me duele Ia
espalda, las piernas y los brazos, escucho las palabras de Ia ora-
ción y desaparecen mis dolores. Si alguno me hiere, me basta pen-
sar: «¡qué dulce es Ia oración de Jesús! », para que Ia ofensa y el
resentimiento se alejen y sean olvidados. He llegado casi a Ia
insensibilidad; no tengo preocupaciones, no tengo deseos, nada me
atrae» 33 .
4. ASPECTOS TEOLOGICO-ESPIRITUALES
a) Sentido de Ia Transcendencia
En Ia simple fórmula de Ia oración de Jesús el orante hace una
explícita confesión de fe: «Jesús, Hijo de Dios», que fue, sin duda, Ia
más breve síntesis de Ia creencia religiosa de Ia primitiva comunidad
de Jerusalén: «Christós kyrios». Bajo cualquier invocación a Cristo
b) Sentido de Ia inmanencia
Si el hombre descubre en Dios su centro, también se descubre co-
mo nada, necesitado de Ia Transcendencia. Es Io que confiesa el orante
cuando repite maquinalmente: «ten misericordia de mí». La experien-
cia de Ia gratuidad de Ia salvación no sólo abarca el reconocimiento
de Ia donación positiva y santificante, de Ia gracia transformadora,
sino Ia autoconciencia de Ia nada pecadora y destructora del proyecto
divino. No se puede expresar mejor el carácter de creaturalidad, de
finitud, de deficiencia del ser que aceptando Ia carga moral de los
actos humanos y su implícita responsabilidad ante Ia ley externa y Ia
interna, siendo Ia más honda Ia presenca de Dios en el hombre. En el
35 Remito a las breves, pero sustanciosas páginas, de Stinissen, op. cit., cap.
2: «¿Quién soy yo?».
c) «Ascética de Ia debilidad«
Esta fórmula es una variación sobre el tema de Ia conciencia de
pecador y de indigente, frase acertada de André Louf. Fue santa
Teresa de Lisieux Ia que cambió Ia mentalidad barroca, superó el
jansenismo rigorista y expuso el camino de Ia confianza, de las manos
36 Moradas I, 2, 9.
37 Moradas I, 2, 2.
38 Moradas I, 2, 5.
39 Todo el tratamiento, en Vida 40, 1-10; Moradas VI, 10, 6-8; VI, 5, 10-11.
Cf. Daniel de Pablo Maroto, 'Los caminos de Ia verdad en santa Teresa de Jesus',
en La vida sobrenatural 64 (1984) 321-335.
vacías ante Dios, de dejar hacer, pero al mismo tiempo del segui-
miento de Ia gracia interna que adviene primero. Es el «camino de
infancia espiritual» que tanto éxito tuvo en su tiempo y que con-
tinúa proponiéndose como válido. Es un modo fáctico de superar el
voluntarismo aplicado a Ia conquista victoriosa de Ia santidad, de
Ia ascesis como preparación. La gran verdad que el orante aprende,
cuando ora de corazón, desde el corazón, es que Dios se da primero
y urge Ia donación40.
Este es el camino que conduce al corazón. Historia, teología,
humanismo, espiritualidad, camino complejo, como Io es Ia vida, Ia
humana y Ia cristiana. Senderos paralelos —el humano y el divino—
que el cristiano debe recorrer, no de modo alternativo, sino integrados.
Por otra parte, se hace camino al andar. Al ser experiencia de inte-
rioridad, el camino hacia el corazón Io es hacia Ia sabiduría, como Io
demuestra Ia innumerable muchedumbre que Io ha recorrido, desde
Oriente hasta Occidente. Ahora, en Ia época de cambio acelerado,
de transformación, se está gustando su viejo sabor, tiene éxito. A Io
mejor es el acertado. Desde Io cristiano, Io oracional también está
de oferta, pero no de rebajas. Es una experiencia entre otras, porque
Ia verdad tiene que ser no solamente sinfónica, sino polifónica.
SUMMARY
40 Puede verse unn breve desarrollo, en Stinissen, op. cit., pp. 156-164.