Friedrich Spee

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Lecciones y Ensayos, Nro.

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Zaffaroni, Eugenio R. y Croxatto, Guido L., “Friedrich Spee: el...”, pp. 313-354

FRIEDRICH SPEE: EL PRIMER CRIMINÓLOGO CRÍTICO*

Eugenio Raúl Zaffaroni** y Guido Leonardo Croxatto***

I. El personaje polifacético: Spee

No ocupa el lugar que merece entre los héroes históricos de la crimi-


nología y del derecho penal, al que suele recordárselo solo como crítico
de la persecución de brujas, pero se opacan otros aspectos de su riquísima
personalidad.1 Es necesario advertirlo, porque centramos nuestro interés en
su obra fundamental (Cautio criminalis seu de processibus contra sagas
liber),2 por constituir el aporte más importante para nuestras disciplinas,
pero no por ello subestimamos sus otras contribuciones a la humanidad,
que nos limitaremos a referenciar someramente.3

* Recepción del original: 19/02/2019. Aceptación: 14/03/2019. Los autores agradecen muy
especialmente los consejos de Tamar Pitch, Rosa Mavita León, Margarita Cabello Blanco,
Sara Beatriz Guardia y Thomas Vormbaum, así como los aportes de los investigadores y
directores del Max Planck en Derecho Penal y Derecho Penal Internacional de la ciudad de
Friburgo, Alemania, Benjamin Vogel, Hans Kudlich, Ulrich Sieber y Hans-Jörg Albrecht.
** Profesor emérito de Derecho Penal (UBA) y Juez de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos (CIDH).
*** Abogado (UBA), Licenciado en Filosofía (UBA), LLM (FU), Máster en Derecho
Constitucional (Universidad Católica de Chile), Doctor en Derecho Público (FU). Director
del Tribunal Experimental en Derechos Humanos (UNLA).
1. Sin duda que le corresponde ese mérito, especialmente por haber dedicado al tema su
obra específica y fundamental, pero hubo serias críticas anteriores en la misma Compañía
de Jesús, en particular de los jesuitas tiroleses Adam Tanner (1572-1632) y Paul Laymann
(1564-1635). Adamus, Archidux de Austriae, & Menzelius, Adami Tanneri Societate Iesu,
Theologiae scholasticae... Al respecto: Behringer, Von Adam Tanner zu Friedrich Spee...,
p. 154 y ss; Diefenbach, Der Hexenwahn vor und nach der..., pp. 276-277; Hartmann, “Der
Hexenwahn im Herzogtum und Kurfürstentum... ”, p. 120; Soldan & Heppe, Geschichte
der Hexenprozesse, Neu bearbeitet und..., p. 184; Duhr, Die Stellung der Jesuiten in den...
2. El texto latino ahora: Gronaeus,“Auctore incerto theologo romano”.
3. Con mayor precisión lo desarrollamos en el Estudio preliminar a la traducción española
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II. ¿Contra quiénes escribió?

Ante todo, es necesario destacar que Spee no escribió su obra contra


la inquisición medieval, sino que lo hizo en 1631-1632, en momentos en
que arreciaba la quema de mujeres en Alemania4 y contra los jueces laicos
de los príncipes alemanes, lo que si bien para los historiadores es obvio,
no suele serlo en las obras generales de penalistas y criminólogos, que
no suelen distinguir con claridad las sucesivas inquisiciones: la medieval,5
la española, la romana y la de los tribunales laicos,6 cuyo procedimiento
provenía del derecho imperial romano.7 Debido a eso, cuando Spee invoca
una autoridad, se dirige a la cabeza del Sacro Imperio, pues las brujas eran
quemadas aplicando el art. 109 de la Constitutio Criminalis Carolina8 que,
además, permitía una arbitraria aplicación de la tortura.9 Varios autores ha-
cen notar que Spee jugó con el nombre latino de la Constitutio Criminalis,
oponiéndole el de Cautio Criminalis.10
Todo esto pone de manifiesto que Spee no solo confrontó críticamente
contra el crimen de los inquisidores, sino contra todo un sistema penal

de la Cautio Criminalis. Spee, Cautio Criminalis.


4. Al respecto: Modras, “A Jesuit in the Crucible. Friedrich...”, p. 11; Schatz, “Friedrich
Spees Kampf gegen den Hexenwahn”, p. 35; Brambilla, La giustizia intollerante,
Inquisizione e tribunali..., p. 141; Levack, La caccia alle streghe in Europa, p. 198; Berti,
Storia della stregoneria, p. 166; Daxelmüller, Storia sociale di un’Idea, p. 194.
5. Sobre esta inquisición y en especial sus procesos a brujas: Arnold, Dizionario Storico
dell’Inquisizione, p. 811. Los documentos y disposiciones acerca de la formación de
la inquisición y en especial contra brujas, fueron recopilados por Hansen, Quellen und
Untersuchungen zur Geschichte des...
6. Las que ejecutaron brujas fueron principalmente la primera y, en mucho mayor número,
la última (en general sobre estas distinciones, entre muchos: Cammileri, La vera storia
dell’inquisizione..., p. 20; también Dedieu, L’Inquisizione). En Francia también ejecutaban
brujas los tribunales laicos (al respecto el famoso discurso de Boguet, Discours execrable
des sorciers avec...).
7. En particular de los libris terribilis del Digesto de Justiniano, que entró a Alemania
con la recepción (Cfr. Uwe Wesel, Geschichte des Rechts in Europa, p. 234; Eisenhardt,
Deutsche Rechtgeschichte, München, p. 83). Sobre las disposiciones del Digesto, el
comentario de época de Matthei, De criminibus ad lib. XLVII et XLVIII.... Matthei, De
confessione extorta, pp. 704 y ss.
8. Peinliche Gerichtsordnung Kaiser Katls V...; sobre su vigencia, Schild, Justiz in alter
Zeit, Band VI..., p. 129.
9. Cfr. Jerouschek, “Friedrich Spee als Justizkritiker. Die Cautio...”, pp. 115 y ss. (130).
10. Así, Loichinger, “Friedrich von Spee und seine ‘Cautio criminalis’”, p. 134.
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vigente en su tiempo, obviamente inserto en un contexto cultural que creía


firmemente en la existencia y poder de la hechicería y en el pacto satánico.
La religiosidad de su tiempo era sincrética y los pueblos vivenciaban un
mundo de significados plagado de espíritus buenos y malos, muertos que
se manifestaban, ángeles y demonios, seres extraordinarios y míticos, pro-
cedentes de los germanos, de Grecia y Roma e incluso mucho más lejanos
en el tiempo.11 Spee no solo fue un crítico del sistema penal, sino también
un crítico social.12

III. Una vida excepcional

La obra de Spee es prácticamente inseparable de su biografía,13 por


lo que se lo consideró una persona “históricamente paradigmática”14 y se
calificó su vida como “socialmente apremiante, amarga y agonizante”.15 Su
existencia se desarrolló en un marco geográfico limitado,16 pues su voca-
ción de misionero, primero en India y luego en Italia, fue frustrada, puesto
que sus superiores privilegiaron su permanencia en Alemania.17

11. Cfr. Jilg, “‘Hex’ und ‘Hexerei’ als kultur- und religionsgeschichtliches...”, pp. 40-41;
Eliade, Ocultismo, brujería y modas culturales, p. 11; Valente, Johann Wier. Agli albori
della critica..., p. 3.
12. “La crueldad no evoluciona”, afirma Silvia Schwarzböck, profesora de Estética en la
Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, “pero eso no quiere decir que no tenga una historia”
(Schwarzböck, Los monstruos más fríos). Rastrear la figura de Spee puede contribuir a
iluminar un espacio de una historia repetida repleta de persecuciones y crueldad, historia
que está íntimamente vinculada al desarrollo y a la justificación de esta disciplina o campo
(o “arte”) que hoy llamamos “penalismo”.
13. Puede considerarse pionera la biografía de Diel, Friedrich von Spee. Eine biographische
und...
14. Beristain, Un derecho penal comprometido, p. 149.
15. Rahner, “Was hat Friedrich Spee uns heute sagen?”, p. 130.
16. Se lo resumió de la siguiente forma: nacimiento y adolescencia en Kaiserwerth 1591-
1601/2; Köln desde 1601/2 hasta 1610. Trier de 1610 a 1612. Fulda en 1612. Wüzburg de
1612 a 1615. Speyer de 1615 a 1617. Worms de 1617 hasta 1618. Mainz de 1618 a 1623.
Paderborn de 1623 a 1626. Speyer de 1626 a 1627. Köln de 1627 a 1628. Peine de 1628 a
1629. Paderborn de 1629 a 1631. Köln de 1631 a 1632. Trier de 1632 hasta su fallecimiento,
en 1635 (Brenninkmeyer, “Pater Friedrich Spee — ein Lebenslauf ”, pp. 15 y ss.). Sobre esas
tierras en tiempos de Spee, Finger, “Das Rheinland zu Lebzeiten Friedrich Spees”, pp. 9 y ss.
17. A este respecto son coincidentes todos los biógrafos: Schatz, “Friedrich Spee und seine
Zeit”, pp. 17 y ss.; Arens, “Friedrich Spee von Langenfeld. Jesuit, Wissenschaftler”, p. 9;
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Spee pertenecía a una familia tradicional pero no noble,18 aunque se


generaron confusiones porque recibió un título después de la muerte de
Spee,19 como también por el lejano parentesco con el almirante Maximilian
Graf von Spee. Dada la condición holgada de su familia, podría haber lle-
vado una vida cómoda, lejana a todos los riesgos y problemas que sufrió.
Su contacto con las “brujas” se debió a que un superior que le tenía en-
vidia en razón de su personalidad, al parecer fascinante,20 lo envió —como
forma de perturbarlo o afectar su formación— a confesar a las mujeres
que iban a la hoguera, pero también fue destinado a Speyer, donde tuvo a
su disposición una de las mejores bibliotecas jurídicas de Alemania. Allí
verificó que entre los juristas también reinaba una gran confusión acerca de
las brujas y la hechicería.21
Sin duda que allí no solo leyó a sus predecesores, sino también las
obras de quienes fueron los principales teóricos objeto de su crítica penal,
como Binsfeld (1540-1598),22 quien había sido vicario y rector, que entre
1587 y 1593 hizo ejecutar a unas trescientas personas.23 Otro autor blanco
de sus críticas fue Martín Anton Del Rio (1551-1606), que daba por ciertas
las más increíbles fábulas acerca de las brujas24 y afirmaba que los jueces
que no condenaban a muerte a las brujas incurrían en pecado mortal y todo
aquel que se opusiera o criticara la sentencia de muerte era un hereje.25 De

Rupp, Friedrich von Spee. Dichter und Kämpfer..., p. 14.


18. Sobre esto: Miesen, Friedrich Spee, Pater, Dichter, Hexen-Anwalt, p. 31. Sobre los
antecesores de Spee y la rama de Langenlfeld, Ritter, Friedrich von Spee 1591-1635..., p.
9. Rupp, Friedrich von Spee. Dichter und Kämpfer..., p. 11, afirma que la familia era noble.
19. Sobre esto, Keller, Friedrich Spee von Langenfeld. Seelsorger, Modras, “A Jesuit in
the Crucible. Friedrich Spee...”, p. 19.
20. Se recuerda que logró volver al catolicismo a una joven luterana en pocas horas (Cfr.
Miesen, Friedrich Spee, Pater, Dichter, Hexen-Anwalt, p. 123); este episodio fue relatado
décadas después de su muerte por el padre Masen (Cfr. van Oorschot, “Zur Geistigen
Biographie Spees”, p. 19).
21. Cfr. Rupp, Friedrich von Spee. Dichter und Kämpfer..., p. 17.
22. Binsfeld, Tractatus de Confessionibus Maleficorum et Sagarum..., p. 45. En 1590
apareció su traducción alemana: Tractat Von Bekanntnuß der Zauberer vnd Hexen, 1590.
23. Cfr. Miesen, Friedrich Spee, Pater, Dichter, Hexen-Anwalt, p. 135. Sobre Binsfeld,
Daxelmüller, Storia sociale di un’Idea, p. 195; Prosperi, Dizionario Storico
dell’Inquisizione, p. 199. Behringer, Le streghe, p. 51, calcula que en toda la región en
tiempos de la gestión de Binsfeld fueron ejecutadas por lo menos unas 2.000 personas.
24. del Rio, Magicarum Disquisitionum tomus secundus, in quo...
25. Cfr. Modras, “A Jesuit in the Crucible. Friedrich Spee...”, p. 19.
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todas formas, estos autores eran tributarios de una obra fundamental de la


criminología etiológica de su tiempo: El Martillo de las brujas.

IV. El Malleus Maleficarum

Circularon por Europa diferentes manuales para inquisidores, como el


de Bernard Gui (1261-1332)26 y el de Eymerich, utilizado por la inquisi-
ción española y por la romana, en esta última actualizado por Peña,27 pero
en Europa Central el más difundido fue el Malleus Maleficarum,28 obra de
Heinrich Institoris o Heinrich Krämer, aunque se atribuye su coautoría con
Jacob Sprenger, quien al parecer solo aportó su nombre para prestigiarlo.29
Este texto es el monstruoso antónimo de la Cautio, que bien puede consi-
derarse un anti-Krämer.30
Se ha escrito mucho acerca de la forma bastante oscura en que se
engendró el Malleus, incluyendo alguna falsificación y los antecedentes
bastante siniestros de Krämer.31 Si bien estaba destinado a la inquisición
eclesiástica, apareció en vísperas de su decadencia (1486) y fue un best se-
ller de su tiempo,32 ampliamente utilizado por la inquisición de los jueces
laicos alemanes.
El Malleus es una síntesis final de los primeros criminólogos etio-
lógicos que, aunque no suele reconocérselos como tales, fueron los

26. Gui, Manuale dell’inquisitore.


27. Hay varias ediciones y traducciones de este texto: Eymerich & Peña, Il manuale
dell’inquisitore; Emérico & Gomes, O Manual dos Inquisidores; Directorium
Inquisitorium...; Emérico & Gomes, Directorium Inquisitorium. O manual dos Inquisidores,
prefacio de Boff; Eymerich y Fortea, Manual de Inquisidores, Directorium Inquisitorium
de Fray.
28. Hay varias traducciones y presentaciones del Malleus: Verdiglione, en Il martello delle
streghe; Jiménez Monteserín, presentación de El martillo de las brujas, para...; Muraro,
Breve Introduçäo histórica a O Martelo...; Gallo, Il marchio della strega. Malleus
maleficarum...
29. Cfr. Hansen, Quellen und Untersuchungen der Geschichte der..., pp. 360 y ss.; Miesen,
Friedrich Spee, Pater, Dichter, Hexen-Anwalt, p. 133.
30. Jerouschek, “Friedrich Spee als Justizkritiker. Die Cautio...”, pp. 115 y ss.
31. Nesner, “‘Hexenbulle’ (1484) und ‘Hexenhammer’ (1487)”, p. 102.
32. Hasta 1669 tuvo 34 ediciones (en detalle Gallo, Il marchio della strega. Malleus
maleficarum), aunque Hansen (Quellen und Untersuchungen der Geschichte de..., p. 460)
calcula treinta. Fue el libro más impreso en esos siglos después de la Biblia.
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demonólogos, casi todos dominicos.33 Además, por primera vez se enuncia


un sistema integrado de criminología etiológica (génesis del mal), derecho
penal (reacción contra el mal), derecho procesal (actuación contra el mal)
y criminalística (signos del mal), análogo al que siglos más tarde postularía
el positivismo criminológico.34

V. Criminología biológica, patriarcalismo y peligrosismo

No es la anterior la única analogía con el positivismo criminológico.


La criminología del Malleus —sintetizadora de los demonólogos— es no-
toriamente biologizante. Satán solo podía hacer el mal por medio de huma-
nos35 y, entre estos, los únicos que podían pactar con él eran los humanos
inferiores, es decir, las mujeres, conforme a la misoginia de la época, arras-
trada en siglos posteriores.
El biologismo del Malleus se pone claramente de manifiesto al consi-
derar que los hijos del Sabbat eran producto de una selección espermática
que genera predisposición a la hechicería,36 pero sobre todo porque atri-
buye la pretendida inferioridad de la mujer a su genética (costilla curva),
dando lugar a muchas páginas de síntesis repugnantemente misógina,37
propia de un patriarcalismo biológico que, como es sabido, se continuó
en el positivismo biologizante del siglo XIX.38 El siniestro Krämer llegó
a inventar una falsa etimología de femina, pretendiendo que deriva de fe y
minus, o sea, menos fe.39

33. Una selección cuidadosa de sus textos puede verse en: Abbiati & Agnoletto & Lazzati,
La stregoneria. Diavoli, streghe, inquisitori dal...
34. El concepto de sistema integrado fue creado por Alessandro Baratta para caracterizar al
positivismo (Ferri y von Liszt), por oposición al no integrado del neokantismo (Baratta,
Criminologia e dogmatica penale..., pp. 147-183).
35. Malleus Maleficarum, cuestión II.
36. Malleus Maleficarum, cuestión III.
37. Malleus Maleficarum, cuestión VI. Estas páginas están copiadas del Formicarius de
Johann Nider. Cfr. Brand, Studien zu Johannes Niders deutschen Schriften, p. 434.
38. Claramente, Cesare Lombroso. Lombroso & Ferrero, La donna delincuente. La
prostituta e...
39. El verdadero origen etimológico de femina es la raíz sánscrita dhê(i), común a
amamantar y a parto (Cfr. Roberts & Pastor, Diccionario etimológico europeo de la
lengua española, p. 42).
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Esto planteaba un problema jurídico, pues los penalistas de esos si-


glos, tributarios del aristotelismo y de la escolástica, eran rudimentarios
retribucionistas, pudiendo decirse en términos actuales, que consideraban
que la pena debía corresponder al grado de culpabilidad y que, por ende,
debía ser mayor cuanto mayor fuese la conciencia del injusto. Las mujeres
eran menos inteligentes que el hombre, tenían menos fortaleza y concien-
cia del injusto y, en consecuencia, menor culpabilidad, por lo que les co-
rrespondían penas menos severas.40
Se produjo así un primario y elemental enfrentamiento entre el retri-
bucionismo y el peligrosismo que, por lo general se considera originario
del siglo XIX. Los demonólogos —y el Malleus— no podían ser menos
que peligrosistas,41 lo que se adecuaba a la naturaleza policial de la función
de los inquisidores. La analogía con el positivismo del siglo XIX es consi-
derable, puesto que este provino de una alianza de policías con poder y sin
discurso, con médicos con discurso y sin poder, confrontando en común
contra jueces y juristas.42

VI. La gestación de la obra crítica de Spee

Se calcula que Spee escribió la Cautio entre 1629 y 1631,43 bajo la


fuerte impresión dolorosa que le producía su misión de confesor de mujeres

40. Así lo consideraba Diego de Covarrubias (1512-1577) (Cfr. Pereda, Covarrubias


penalista, p. 135). Análogo criterio sostenía Claro (1525-1575) (Julii Clari, Opera Omnia
sive practica civilis atque...). Tiraqueau (1488-1558) afirmaba también que “la mujer
deber ser penada menos que el hombre, puesto que este está dotado de mayor espíritu para
comprender el mal, de mayor voluntad para resistirlo” (Tiraqueau, De legibus connubialis
et juri maritali).
41. Como era de esperar, este peligrosismo desató el interés de los médicos, que en el
siglo XVI intentaron imponer las medidas de seguridad por obra de un discípulo del
famoso Agrippa, Johann Wier, que publicó en Basel en 1563 De Praestigiis Daemonum
et Incantationibus C.a. Venificiis, que alcanzó ocho ediciones en pocos años. Sobre Wier:
Baxter, “Johann Weyer’s De praestigiis daemonium: Unsystematic...”, pp. 53 y ss.;
Valente, Johann Wier. Agli albori Della critica... Recibió la conocida diátriba de Bodino,
en defensa de la competencia estatal judicial sobre las brujas: Bodin, De la demonomanie
des sorciers...
42. Por momentos dio lugar a conflictos ridículos, como la disputa de las cabezas de los
guillotinados en París (sobre esto, Darmon, Médicos y assasinos na belle époque...).
43. Cfr. Jerouschek, “Friedrich Spee als Justizkritiker. Die Cautio...”, pp. 115 y ss.
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inocentes, que le relataban la verdad, lo que al parecer incluso le había pro-


vocado una vejez prematura.44 La primera edición fue en 1631, publicada
por Peter Lucius, impresor de la universidad de Rinteln, sin el nombre del
autor. No obstante, a poco tiempo se conoció su autoría y Spee se defendió
de la censura imperante afirmando que había repartido copias del manus-
crito y alguien lo había impreso sin su consentimiento, lo que todos opinan
que fue una frommen Lüge.
La publicación de 1631 generó una serie de reacciones contra Spee,
incluso dentro de la orden, pero Spee corrigió y amplió el texto para publi-
car una segunda edición en 1632 con un editor misterioso, pues al parecer
se trata de un nombre de ficción y se sospecha que no fue impresa en
Frankfurt sino en Köln,45 donde por ese tiempo se ejecutaban mujeres en
forma masiva.
Las denuncias contra Spee se enviaban a Roma, donde el general de la
orden —Vitelleschi— dispuso la separación de este de ella, a lo que Spee
se resistió con el acuerdo más o menos tácito de su provincial, Goswin
Nickel (1582-1664), quien luego fue general de la orden. Nickel protegía
a Spee.46
Cabe observar que a Vitelleschi no le preocupaba lo que Spee opinaba
sobre la quema de brujas en Alemania, porque en Roma se ocupaban de los
reformados y no de las brujas, pero lo que lo alarmaba era la publicación
eludiendo la censura, que podía afectar las relaciones de la orden con los
príncipes alemanes.47
Spee, por su parte, sabía que como miembro de la orden, tenía inmuni-
dad frente a los inquisidores alemanes,48 por lo que no cabe considerarlo un
suicida inconsciente ni mucho menos. El resultado de estas intrigas49 fue

44. Ritter, Friedrich von Spee 1591-1635, p. 50; Schatz, “Friedrich Spees Kampf gengen
den Hexenwahn”, pp. 33 y ss. El relato de Leibniz, según lo que le había contado Schönborn,
amigo de Spee, se transcribe en Soldan & Heppe, Geschichte der Hexenprozesse, T. II, p.
189; sobre la relación con Schönbeorn, Marigold, “Beziehungen zwischen Friedrich von
Spee und...”, pp. 277 y ss.
45. Sobre esto, Hahn, “Die Cautio Criminalis”, pp. 57 y ss.
46. Cfr. Miesen, Friedrich Spee, Pater, Dichter, Hexen-Anwalt, p. 224.
47. Sobre esto, Franz, “Friedrich Spee und die Bücherzensur” pp. 82-83.
48. Cfr. Rupp, Friedrich von Spee. Dichter und Kämpfer..., p. 55.
49. No pretendemos indagar en las minucias de estos conflictos. Más detalles: cartas y
respuestas de Roma en Rupp, Friedrich von Spee. Dichter und Kämpfer..., p. 86; la carta de
Hermann Saving contra Spee en Nigg, Friedrich von Spee. Ein Jesuit kämpf, p. 17.
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que Spee fue destinado a Trier, donde el medio no le resultaba tan adverso,
sin que lograsen tampoco incluir su obra en el Index.50
El mayor peligro para la vida de Spee, aunque parezca extraño, lo
corrió en 1628 antes de la publicación de su obra, cuando estaba destinado
a Peine y fue víctima de un atentado, al ser arrollado en un desfiladero por
un jinete; sufrió heridas de las que tardó casi un año en reponerse.

VII. El final de Spee y su posteridad

Spee murió a los cuarenta y cuatro años. La única de sus obras publi-
cadas en vida fue la Cautio y, por cierto, anónima. Pasó sus últimos años
en Trier, ciudad que se disputaban todos y que alguien dijo que era una
especie de pelota de fútbol entre las fuerzas francesas e imperiales.51 Mien-
tras atendía a soldados enfermos, lo sorprendió la muerte el 7 de agosto de
1635 y fue sepultado precipitadamente, dado que cundía la peste. Su tumba
se perdió hasta que en 1980 fue hallado en un ataúd de piedra, en la cripta
de la catedral de Trier.52
Aunque no se ha hecho debida justicia a Spee, no puede ignorarse
que existe una amplísima producción bibliográfica contemporánea sobre
su vida y obra. Al promediar el siglo pasado se publicaron varios libros
sobre Spee,53 aunque sería imposible aquí agotar los escritos sobre este
crítico, poeta y teólogo.54

50. Cfr. Hahn, “Die Cautio Criminalis”, pp. 57 y ss.


51. Nigg, Friedrich von Spee. Ein Jesuit kämpf gegen den Hexenwahn, p. 74. Durante la
guerra de los treinta años fue tomada dos veces por los españoles (1634), luego la ocuparon
los franceses y en 1814 los prusianos. Allí nació Marx en 1818.
52. Arens, Friedrich Spee von Langenfeld. Zur Wiederauffindung...
53. Rosenfeld, Friedrich von Spee von Langenfeld. Eine...; Rüttennauer, Friedrich von
Spee. 1591-1635. Ein lebender...; Zwetsloot, Friedrich Spee und die Hexenprozesse.
DieStellung....
54. Una idea aproximada de la bibliografía sobre Spee puede obtenerse en: Reichert,
“Friedrich-Spee-Bibliographie”, pp. 243-281; y, algunos años más tarde, la indicada por
Embach, “Neuerschienene Spee-Literatur, Eine Auswahlbibliographie der...”, pp. 377-385.
En 1991 se publicó en München el libro colectivo Die politische Theologie Friedrich von
Spees, con importantes trabajos de Italo Michele Battafarano, Doris Brockmann, Peter Eicher,
Anne-Lener Fenger, Günter Jerouschek, Heinz Dieter Kittsteiner, Sven K. Knebel, Heide
Wunder. La nota con indicaciones bibliográficas de Battafarano es bastante abarcativa.
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Con motivo del 350 aniversario de su muerte, el 7 de agosto de


1985, se fundó en su ciudad natal, Kaiserwerth, la Friedrich-Spee-
Gesellschaft, dedicada a su vida y obra, que mantiene información
online y publica el Spee-Jahrbuch, con trabajos, estudios e investiga-
ciones. Cabe destacar, además, que hay varias ediciones modernas de
las obras de Spee,55 como también traducciones recientes de estas.56
Dado que una figura con las características de Spee no podía pasarle
por alto a la literatura, se convirtió en personaje de varias novelas
históricas.57

VIII. Spee y los iluministas

Es claro que la Cautio se publicó cuando no estaban dadas las condi-


ciones para su éxito inmediato, es decir, no había en Alemania una burgue-
sía dispuesta a adoptarla como arma de lucha ideológica contra la nobleza,
como habría de suceder con Beccaria, Sonnenfels, Hommel, Lardizabal,
Melo Freire, etc. Faltaba casi un siglo y medio para ese momento social y
político, cuando Spee exigía en la Cautio las mismas garantías procesales
y penales que habría de demandar Beccaria.58

55. Ritter, Cautio Criminalis oder Rechtliches Bedenken... Arens, Güldenes Tugend-Buch.
van Oorschot, Trutz-Nachtigall. Rost y Machalke, Mein Herzt will ich dir schenken...
Las obras completas se publican bajo el cuidado de Theo van Oorschot: Spee, Sämmtliche
Schriften, Historische kritische Ausgabe in...
56. SPEE, Allemagne 1631: un confesseur de sorcières parle: Cautio criminalis; I processi
contro le streghe...; Cautio Criminalis, or a Book on Witch Trials.
57. Así, Reichert, “Friedrich Spee als literarische Figur”, pp. 152 y ss. Entre ellas se
mencionan las siguientes: Duller, Die Feuertaufe, Erzählung (presenta a Spee como
uno de los fundadores del colegio de Würzburg y se ocupa también del atentado); Haupt,
Hexe und Jesuit. Erzählung aus der... (comienza con el atentado a Spee en Woltorp,
aunque la autora desarrolla la obra en Trier); Huch, Der große Krieg in Deutschland.
Roman (hay una edición de más de mil páginas original de 1937, que la propia autora
redujo para esta edición de Frankfurt); Eschelbach, Hexenkampf. Friedrich-Spee-
Roman; Lohmeyer, Die Hexe / Der Hexenanwalt / Das Kölner Tribunal; Lieckfeld,
Anwalt der Hexen.
58. Cfr. Zopfs, “Unschuldvermutung und ‘in dubio pro reo’...”, pp. 79 y ss.; Rupp,
Friedrich von Spee. Dichter und Kämpfer..., p. 78; Jerouschek, “Friedrich Spee als
Justizkritiker”, p. 132; Arens, Friedrich Spee von Langenfeld Jesuit Wissenschaftler,
p. 9.
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Zaffaroni, Eugenio R. y Croxatto, Guido L., “Friedrich Spee: el...”, pp. 313-354

No obstante, el nombre del jesuita se ignoró hasta fines de su si-


glo, cuando llegó un manuscrito a manos de Leibnitz, quien le precisó a
Christian Thomasius la identidad de Spee.59
Como es sabido, Thomasius fue el gran demoledor del Malleus con su
famosa Dissertatio de criminis magiae de 1701,60 donde rescató a Spee del
olvido, dedicándole una página completa en el párrafo 4º de la introduc-
ción, titulado precisamente Commendatur Auctor Cautionis criminalis de
processibus contra Sagas. No solo lo elogia, sino que dice que no se ex-
plica cómo ha sido ignorado este pequeño tratado. Thomasius citó a Spee
también con referencia a las condenas de inocentes61 y como impugnador
de los indicios de magia.62

IX. La moral y el derecho.

Pero hay en la Cautio un aporte que no se ha destacado suficientemen-


te, pese a que emerge de una atenta lectura de las partes del libro dedicadas
a los confesores y que, seguramente, habrá impresionado a Thomasius,
más allá de la concreta cuestión de las brujas y de la tortura.
En efecto: se consideró que Christian Thomasius inauguró el Iluminis-
mo jurídico alemán al intentar la estricta separación entre el delito y el peca-
do, entre el derecho y la moral, entre el ser justo y el ser honesto. Si bien un
tanto burdamente hizo un enorme esfuerzo en este sentido, estableciendo la
diferencia entre el fuero interno y el externo.63 Aunque simple, fue el primer
ensayo iluminista para salvaguardar la autonomía de la persona como ente
con conciencia moral, capaz de distinguir entre el bien y el mal.64
Quien lea atentamente lo que Spee escribe en este libro dirigido a los
confesores, y en especial cuando les advierte que son mediadores entre la

59. Rupp, Friedrich von Spee. Dichter und Kämpfer..., p. 25; sobre Leibniz y Spee, Jaumann,
Ein jesuiter nahmens Pater Friedrich Spee..., pp. 321 y ss.
60. La traducción alemana de la obra de Thomasius lleva por título: Thomasius, Herrn D.
Christian Thomasii Königl. Preuss...
61. Thomasius, Über die Hexenprozesse, p. 105.
62. Thomasius, Über die Hexenprozesse, p. 96.
63. Así, Welzel, Naturrecht und materiale Gerechtigkeit, p. 164.
64. Kant y Feuerbach (crítico del retribucionismo del primero) intentarán luego hacerlo con
mucha mayor fineza, pero siempre por el sendero que Thomasius había abierto.
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Zaffaroni, Eugenio R.y Croxatto, Guido L., “Friedrich Spee: el...”, pp. 313-354

persona y Dios, y no entre la persona y el juez, verá que no está haciendo


otra cosa que tratar de establecer la separación entre las dos esferas, que
fue justamente el empeño iluminista de Thomasius y de todos los que si-
guieron por el camino de la razón. Nada tiene que ver el confesor con la
pena, con el delito ni con el juez, sino únicamente con la conciencia del
confesado, sin que tampoco el juez pueda interferir en eso. Esta es la pre-
misa de las admoniciones de Spee a los confesores y a su misma orden, a
la que le imputa elegir confesores que no respeten la estricta separación de
estas competencias.
La insistencia de Spee en la distinción entre la corte externa y la
corte interna,65 le deja a Thomasius planteada la distinción entre el fuero
externo y el interno. No cuesta mucho invertir la advertencia de Spee: si
el confesor no debe mediar con el juez, el juez tampoco debe mediar con
el confesor. De allí a la tesis de los fueros interno y externo, más que un
paso, hay casi una coincidencia. Y esa fue la clave fundamental del pen-
samiento iluminista primero, del sano liberalismo político y penal más
tarde y del respeto a la dignidad de persona del ser humano en el actual
jushumanismo.

X. ¿Creía Spee en la hechicería?

Es claro que en la Cautio su autor no negó directamente la existencia


de las brujas, pero rechazaba que Alemania fuese un país lleno de brujas,
con lo cual defendió el prestigio de su pueblo.66 Pero al no negar directa-
mente el poder de la hechicería, algunos creen ver una contradicción, por-
que al comienzo dice creer en la existencia de las brujas, pero a lo largo del
libro destruye todas las pruebas y afirma que ninguna de las condenadas
lo había sido.

65. El tema de la conciencia (Gewissen) era central en la teología moral de los jesuitas de
su tiempo. Con razón ha llamado el mismo la atención de los estudiosos de Spee, como
Weber, en su trabajo “Die Bedeutung des Gewissens bei Friedrich Spee...”, pp. 51 y ss.
66. Cfr. Jerouschek, “Friedrich Spee als Justizkritiker”, pp. 115 y ss., p. 126; también Hahn,
Die Cautio Criminalis aus soziologischer Sicht, pp. 104 y ss. Hay una curiosa respuesta a
este autor por parte de Gunther Franz, en el mismo libro, Franz, Die Cautio Criminalis aus
soziologischer Sicht, pp. 111-113, donde le critica la afirmación de que la mayoría de las
personas habían sido parcialmente maníacas (wahnsinnig) por creer en brujas.
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Se consideró que, inspirándose en Tanner, para no ser imputado de


ateísmo y herejía, centró su crítica contra el proceso y las prácticas pro-
cesales, deslegitimó el valor de las denuncias y de las declaraciones bajo
tortura, lo que permitió en los años posteriores criticar desde la razón la
creencia misma en las brujas.67 De ser esto cierto, para Spee la creencia en
brujas debía representar un delirio.68
Esta opinión se refuerza con el hallazgo del llamado Rinteler Hexen-
trostschrift (escrito de consuelo de brujas de Rinteln) atribuido a Spee. En
1879, Gustav Balke dio a conocer ese escrito de treinta y dos páginas, que
estaba unido a la edición de la Cautio (la de Rinteln) con el siguiente títu-
lo: Proceso teológico. Cómo habrá de procederse con brujas y personas
hechiceras. Divino escrito compilado para pastores que a esas personas
deben tratar, absolver y consolar.
Tanto Balke en 1879, como Emmy Rosenfeld en 1955 y Zwetsloot
en 1954, todos estudiosos de la obra del autor, dieron por cierto que este
escrito es de Spee, aunque no conste el nombre. Zwetsloot dice que en este
texto se ve con mayor claridad que en la Cautio que su autor no creía en la
posibilidad de que las brujas causasen ningún mal, pero no lo habría dado
a publicidad, en atención a los problemas que le hubiese acarreado, inclu-
so el riesgo para su propia vida. Su actitud no respondería a cobardía ni a
falta de coraje cívico, sino que, por el contrario, sería una conducta realista
conforme a las condiciones de su tiempo, pero pese a eso, pone claramente
de manifiesto el objetivo de destruir directamente el delito de brujas. En el
escrito se insiste en que el confesor no debe ser un mediador entre el reo y
el juez, sino entre el reo y Dios, expresión reiterada por Spee, como hemos
anotado antes.
De ser realmente este escrito de Spee, resultaría claro que pensaba que
los efectos de la hechicería eran puros productos de la fantasía y, por ende,
negaba la existencia de un crimen de competencia del príncipe, sino solo
un delito de apostasía que daría lugar a un proceso teológico de competen-
cia eclesiástica.69

67. Ritter, Friedrich von Spee 1591-1635..., pp. 57-58 y p. 138. También lo considera una
táctica Anton Arens, en Friedrich Spee von Langenfeld Jesuit Wissenschaftler..., pp. 9 y ss.,
p. 20; en igual sentido, Nigg, Friedrich von Spee. Ein Jesuit kämpf, p. 61.
68. Cfr. Rupp, Friedrich von Spee. Dichter und Kämpfer..., p. 57.
69. Sobre esto, Keller, Friedrich Spee von Langenfeld. Seelsorger, Dichter..., p. 66.
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Zaffaroni, Eugenio R.y Croxatto, Guido L., “Friedrich Spee: el...”, pp. 313-354

XI. Spee y la mujer

La tesis de que Spee no creía en el poder de las brujas se refuerza


además con su posición respecto de la mujer. Si bien la consideraba débil
y, por ende, más vulnerable ante la crueldad, no por ello se hizo eco de la
misoginia del Malleus ni mucho menos, sino que revaloró a la mujer.
En el plano literario se ha observado que Spee mantiene una coheren-
cia entre su obra poética y la Cautio en cuanto a la imagen de la mujer, pues
en el Trutz-Nachtigall —que es su principal obra poética— recupera la le-
yenda de María Magdalena, es decir, que en vez del lugar de bruja al que la
habían degradado el Malleus y los demonólogos, la eleva al de misionera.70
Es sabido que la idea de masculino y femenino como principios con-
trapuestos proviene de Oriente y, en definitiva, acaba identificando a la
mujer con la naturaleza y al hombre con la cultura (el hombre como lo abs-
tracto universal, concepto, la mujer como lo concreto material, corrupto)71
tesis que en síntesis suscribe y desarrolla el Malleus con su discurso de
repugnante misoginia, en que la mujer es concebida como un mal de la
naturaleza.72 La tesis contraria, según la cual ambos principios son com-
plementarios, defendida secretamente por los alquimistas,73 fue retomada
en la psicología profunda por Jung en el siglo pasado.
El autor de un ensayo publicado hace pocas décadas, trata de recons-
truir una biografía espiritual de Spee74 y para eso adopta el esquema jun-
giano, en particular para explicar la especial sensibilidad de Spee respecto
de la mujer, lo que le lleva a concluir que se trataba de una personalidad
con el ánima integrada.
Para corroborar su hipótesis, el autor va reconstruyendo, a través del
análisis bastante pormenorizado de sus cartas, de su obra poética (el Trutz-
Nachtigall) y teológica (el Güldenes Tugend-Buch), como de la permanen-
te referencia a ella y no a él en la descripción de las víctimas en la Cautio,
una parte femenina del inconsciente de Spee, perfectamente integrada en
sentido jungiano. Dice descubrir, entre otras cosas, una descripción de su

70. Cfr. Miesen, Friedrich Spee, Pater, Dichter, Hexen-Anwalt, p. 268, sobre Magdalena en
el Trutz-Nachtigall, en detalle Miesen, Trutz-Nachtigall, pp. 270-278.
71. Kairys, The Politics of Law.
72. Culianu, Eros e magia nel Rinascimento, p. 307.
73. Roob, Alquimia y mística.
74. van Oorschot, “Zur geistigen Biographie Spees”, pp. 9 y ss.
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Zaffaroni, Eugenio R. y Croxatto, Guido L., “Friedrich Spee: el...”, pp. 313-354

experiencia interior, inusual para un hombre. Afirma que a favor de la tesis


de la integración del ánima jungiana hay un punto relevante en su corres-
pondencia: del modo de argumentación de Spee surge que consideraba a
la mujer con un nivel de seriedad que era con toda seguridad inusual en su
tiempo. Más allá de la posición psicológica adoptada por el autor, lo cierto
es que esta investigación deja en claro la alta consideración de Spee hacia
la mujer, lo que no es compatible con la creencia en brujas. Más bien, lo
contrario y de allí la impugnación de los procesos de tortura.
Spee fue en este sentido también un crítico social que, al revalorar a
la mujer tácitamente estaba rechazando la misoginia de su tiempo, plasma-
da en el Malleus y, por cierto, considerando las particulares limitaciones
de su época, no es exagerado considerarlo un antecedente del feminismo.
Muchas de las construcciones argumentales del feminismo contemporáneo
(sobre todo del feminismo radical esencialista de género, como el femi-
nismo radical norteamericano de Catherine Mackinnon)75 obedecen a una
lógica semejante a la empleada por Spee para combatir la caza de brujas.

XII. El objeto de la crítica de Spee

Son muchos los autores que observan que probablemente Spee, al no


atacar la creencia en la hechicería y limitarse a criticar los procesos, no
osaba decir todo lo que pensaba76 y que, en definitiva, mediante la deslegi-
timación del proceso inquisitorial, procuraba acabar con la creencia en la
existencia de las brujas.77 No pasan de ver en esto una suerte de contradic-
ción dictada por la prudencia. Sin descartar la prudencia, no cabe compartir
por completo esta opinión dominante porque, desde la perspectiva de un
sociólogo crítico, no hubo ninguna contradicción.

75. Mackinnon, Toward a Feminist Theory of the State. Puede verse también Federici, “La
gran caza de brujas en Europa”, pp. 257-336. Ronda Copellon, en su texto Terror Íntimo,
violencia doméstica entendida como tortura, afirma, en línea con Silvia Federici, que la
tortura alcanza con la caza de brujas (que no era sino una forma de desarticular resistencias
campesinas, muchas de cuyas reuniones tenían lugar alrededor de una hoguera por las
noches, en el combate al aquelarre) su punto más alto y cruento. La tortura de las brujas era
una forma más de desarticular toda resistencia política campesina, Copellon, Terror íntimo.
76. Baschwitz, Hexen und Hexenprozesse, Die Geschichte eines, pp. 237-238.
77. Battafarano, “Von Spee zu Beccaria. Der Kampf...”, p. 237; Loichinger, en
Teufelsglaube und Hexenprozesse, p. 139.
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Zaffaroni, Eugenio R.y Croxatto, Guido L., “Friedrich Spee: el...”, pp. 313-354

Cuando se discute la legitimidad de un ejercicio de poder punitivo,


como puede ser en nuestros días, por ejemplo, la prohibición de tóxicos, es
posible centrar la crítica en la ley y discutir acerca del bien jurídico y de su
tutela. Discusión que puede ser adecuada, pero que queda en el plano del
deber ser, lo que mantiene la cuestión limitada al alcance del poder puniti-
vo en el plano legal o normativo. Esto es lo que en tiempos de Spee hubiese
sido la discusión acerca de la existencia misma de las brujas, lo que llevaba
a disputar sobre el poder y la naturaleza de Satán y otras discusiones de
naturaleza semejante.
Pero cualquier criminólogo crítico no se centra en ese género de dis-
putas, sino en el efectivo funcionamiento del aparato punitivo y en sus
consecuencias: la autonomización policial, la funcionalidad para el poder,
la formación de las mafias, la corrupción policial, la indiferencia o compla-
cencia judicial, las luchas entre grupos marginales, los resultados letales de
la prohibición misma, los que ahora suelen llamarse resultados colatera-
les, o sea que, en definitiva, demuestra que el objetivo manifiesto de la ley
se aleja disparatadamente de la función real que cumple el poder punitivo
que efectivamente se ejerce. Esto es exactamente lo que hacía Spee: no le
importaba la discusión y las teorizaciones acerca de la existencia de las
brujas, sino la injusticia, las aberraciones materiales de una macro victimi-
zación.78 Los crímenes concretos del poder estatuido.

XIII. La crítica criminológica

La mayor conmoción que en las últimas décadas del siglo pasado ex-
perimentaron las ciencias penales, provino de la criminología sociológica,
en particular de la llamada criminología de la reacción social, o sea, el mo-
mento en que los sociólogos dejaron de pivotear su criminología en torno
de las llamadas causas del delito, pues comprendieron que al dejar fuera
de su campo científico —de su horizonte de proyección— al sistema penal,
daban por cierta una etiología en gran parte falsa.
De este modo, se pasó a elaborar una criminología necesariamente
crítica del ejercicio mismo del poder punitivo. Por esa razón, en los años
sesenta y setenta del siglo pasado se cambió el paradigma criminológico y

78. Beristain, De Dios legislador en el Derecho..., p. 11.


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Zaffaroni, Eugenio R. y Croxatto, Guido L., “Friedrich Spee: el...”, pp. 313-354

pasó el sistema penal a ocupar el centro del escenario epistemológico de


este saber.
Por cierto, la criminología de la reacción social conoció los más di-
versos grados de profundización, desde el interaccionismo simbólico hasta
los planteos macro sociológicos que dieron lugar a la llamada criminología
radical en todas sus vertientes.79 Aunque con mayor serenidad se dejen de
lado los planteos sociológicos más radicales, lo cierto es que hoy, incluso
en las perspectivas más prudentes, no puede ignorarse que, en buena me-
dida, el propio sistema penal se erige en factor criminógeno. Todo esto,
que suele denominarse en conjunto criminología crítica, pareció ser una
novedad sin precedentes.
Afirmar ahora que la criminología crítica apareció en 1631, a primera
vista parece un despropósito, pero la atenta lectura de la Cautio Crimi-
nalis permite sostener —sin duda alguna— esta afirmación, a condición
de superar las diferencias de forma, cultura y modas académicas, para ir
directamente al corazón mismo de la crítica, a su sentido y objeto último y
al método que Spee empleó en su obra.
Ante todo, es obvio que el uso de las cuestiones es la modalidad de
la exposición científica de la época que, si bien por cierto resulta extraño
al uso de nuestro tiempo, en nada afecta el contenido mismo de la obra de
Spee.80

XIV. La Cautio es un texto criminológico, no jurídico

Es claro que Spee no quiso presentar un tratado jurídico —ni mucho


menos penal—, razón por la que para nada respetó la tradición de los prác-
ticos, que eran los penalistas de su época; sencillamente porque escribía un

79. Sobre las diversas corrientes, entre muchos, Aniyar de Castro & Codino, Manual de
Criminología Sociopolítica.
80. Quaestio, disputatio y quodlibet eran modalidades de la investigación que provenían
de la edad media y continuaban vigentes en las universidades del siglo XVII. La quaestio
se independizó en el siglo XIII de la lectio o interpretación exegética, para dar lugar
autónomamente a una disputatio entre maestros y estudiantes, en tanto que la disputa
quodlibética tenía lugar dos veces por año y consistía en una discusión de cualquier
quaestio propuesta por cualquiera de los participantes, sin ser fijada previamente (Cfr. Le
Goff, Os intelectuais na Idade Média, pp. 120 y ss.).
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Zaffaroni, Eugenio R.y Croxatto, Guido L., “Friedrich Spee: el...”, pp. 313-354

libro de criminología y no de derecho penal. Un penalista de su tiempo o


del actual, nunca se desentendería de la existencia de un fenómeno, acep-
tándolo con ligereza como verdadero, para luego desbaratarlo afirmando
que no logró conocer ninguna de sus manifestaciones. Un criminólogo crí-
tico puede y hasta debe hacerlo: no comienza ni le importa el tumulto de
la especulación conceptual jurídica, sino explicar y criticar lo que en la
realidad hace el sistema penal. Cuando el sociólogo crítico se refiere a los
penalistas —al igual que Spee— es solo para mostrar las contradicciones
de sus discursos, pues para el sociólogo los juristas son también objeto de
estudio.
Esto no se comprende por parte de quienes creen ver en este proceder
una incoherencia intencional,81 cuando en realidad hay una perfecta cohe-
rencia metodológica desde el punto de vista del sociólogo crítico.82 Cuando
Spee discute con los teóricos es para demostrar que sus especulaciones no
tienen nada que ver con la realidad; y es así como en su crítica a Del Rio, a
Bodino y a Binsfeld, les opone que no conoció a ninguna bruja. Con lo que
deja ver que sus opiniones no tienen base empírica además de sus íntimas
contradicciones: las muestra como carentes de sentido frente a la realidad
y, en general, como no cristianas.
Battafarano halla un paralelo estilístico o literario entre la Cautio y
Dei delitti e delle pene,83 lo que es correcto, pero en cuanto a contenido
crítico —y sin pasar por alto la enorme trascendencia del libro de Becca-
ria—, lo cierto es que no es puramente criminológico, sino más teórico y
político-criminal que la Cautio, cuyo contenido es mucho más empírico
y detallado en los aspectos reales del funcionamiento de las agencias de
criminalización y de sus operadores, como diría hoy un criminólogo crítico
del sistema penal.

81. Battafarano,“Die rethorisch-literarische Konstruktion von Spees”, p. 144.


82. El acercamiento creciente de la sociología al Derecho (no solo Penal) debe explicarse
como parte de una crisis del formalismo y del idealismo, sobre los que se asentaba la
consistencia cerrada del Derecho moderno, su justificación interna, “abstracta”, alejada de
lo social (efectivo resultado de las “teorizaciones”).
83. Battafarano,“Die rethorisch-literarische Konstruktion von Spees”, p. 148.
Lecciones y Ensayos, Nro. 102, 2019 331
Zaffaroni, Eugenio R. y Croxatto, Guido L., “Friedrich Spee: el...”, pp. 313-354

XV. Spee como provocador

En este sentido, la crítica de Spee no es solo ideológica, sino práctica y


experimental. El propio Battafarano lo reconoce al destacar que Spee hace
constar permanentemente su testimonio personal, su yo, su ich, “he visto”,
“me han dicho”, “he oído”.84 El criminólogo no se llena de citas, sino de
hechos, que en este caso los testimonia personalmente o los pone en boca
de otros.85 Muchas veces se trata de reflexiones, pero obsérvese que no son
teóricas, sino casi siempre valoraciones de circunstancias de hecho puestas
en boca de terceros anónimos.
En la Cautio no se plantea tanto la cuestión teórica, sino que se basa
en la experiencia personal y en la facticidad de los procesos,86 como corres-
ponde a todo criminólogo crítico. Sus discusiones lógicas con los teóricos,
sus reiterados silogismos, no tienen otro objeto que dejar en ridículo la
tortuosa lógica de esas construcciones. Pareciera que se complace en ha-
cerlo, se nota que le entusiasma descubrir sus falsedades, poner de relieve
sus contradicciones.87

84. Battafarano, “Die rethorisch-literarische Konstruktion von Spees”, p. 139.


85. Acaso deba buscarse allí la importancia dada por Spee a la poesía, su caracér de
críminologo crítico y a la vez de poeta (o dicho de otro modo, no es casual que un poeta
jesuita lance críticas tan severas al poder punitivo), como dos rasgos eminentemente
humanistas. La criminología crítica es humanista. Por eso puntualiza y combate las
aberraciones (cacerías) inhumanas —torturas pasadas y actuales— del poder punitivo,
aberraciones que son parte del presente en muchas regiones, como América Latina.
86. Cfr. Schatz, “Friedrich Spees Kampf gegen den Hexenwahn”, p. 46.
87. Es importante remarcar que la Edad Media fue un período de gran avance para la lógica
formal, a diferencia de la modernidad, período en que la lógica, paradójicamente siendo la
época ilustrada la que más exaltaba el avance del conocimiento y las “luces de la razón”
como base de todo progreso material, social y humano, se estanca. La predilección de Spee
por la poesía es una toma de posición frente a este predominio formal de la lógica en la
Edad Media, muchos de cuyos cultores “formales” fueron directos o indirectos cómplices
de las mayores aberraciones materiales, materialidad perseguida, torturada, diezmada,
rescatada por Spee en sus críticas criminológicas. La lógica es ciertamente menos pasible
que la religión o teología de tales críticas y contradicciones, pero tampoco le son del
todo ajenas, si bien la lógica argüirá en su defensa que se ocupa de la validez y no de la
verdad, lo cierto es que los lógicos formales son profesores que viven y desarrollan su
trabajo “formal” en una sociedad concreta, como cualquier científico. De lo que se trata
en definitiva es de pensar la formalización de los lenguajes naturales desde la política;
el derecho contemporáneo también ha querido “formalizar” el suyo propio, su propio
“lenguaje natural”, refugiándose en la lógica formal o deóntica sobre todo cuando no puede
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Por momentos no se sabe si estas discusiones formales le causaban


enojo o si lo superaba el placer de desbaratarlas.88 Si se apartó en ocasiones
de la temática criminológica para adentrarse en la teórica, no lo hizo para
cambiar la naturaleza del trabajo, sino para demoler las bases mismas de
la construcción legitimante, ridiculizar su aparente lógica, mostrar cómo
estos objetos de estudio que eran los juristas, apelaban a falsedades legi-
timantes, cómo sus autores escribían sin saber y, además, inventaban una
lógica propia, casi siempre trivial. Los criminólogos críticos de nuestro
tiempo, precisamente, se ocuparon de demostrar que los datos de realidad
que los penalistas daban por ciertos, a la luz de la sociología, eran falsos.89
El acercamiento actual de la sociología al Derecho se vincula a esta nece-
sidad de confrontar las abstracciones jurídicas —las veleidades legales—
con los datos duros, incómodos, de la realidad social.

dar respuestas humanas a problemas concretos, no lógicos ni “formales”. No es casual la


predilección humanista de Spee por la poesía. La poesía es concreta. Es una voz menos
formal (más “natural”) que la voz de la lógica. Menos abstracta. Más comprometida y
humana, con mayor empatía que la fría lógica, elucubraciones teóricas —tautológicas—
encerradas en los gabinetes. La crítica criminológica es una crítica humanista vinculada
íntimamente a la poesía y a su defensa de una humanidad concreta, libre, sin ataduras. El
predominio de la lógica durante la Edad Media aún debe ser explorado, siendo la Edad
Media una etapa “oscura” para la razón y “oscura” sobre todo para el ejercicio cruento del
poder punitivo, el poder que cazaba y torturaba mujeres. La lógica formal no fue capaz
de contradecir o combatir esto abiertamente. La poesía sí. Y Spee era un poeta. También
puede pensarse como analogía el importante impulso que tuvo la lógica formal durante el
nazismo, impulso del cual Gerhard Gentzen, profesor en la Deutsche Universität in Prag (al
igual que Alois Höfler, profesor austríaco impulsor de la lógica que estudian los abogados,
la lógica deóntica) es solo un ejemplo. También en la Argentina la lógica formal tuvo un
importante impulso en la época (oscura) de la última dictadura militar, cuando toda filosofía
humanista moderna fue expulsada de las universidades y facultades de derecho. Era más
cómodo hacer lógica formal que afrontar problemas menos abstractos, más materiales.
Esto no debe leerse como un alegato en contra de la lógica o los lógicos, sino como una
reflexión o como un interrogante abierto acerca de sus momentos de mayor auge académico
y político, su oportunidad o justificación. Contrariamente, pueden pensarse los momentos
de mayor auge de la poesía, también en Alemania; la predilección de profesores como
Martin Heidegger, rector en Friburgo, por la poesía de Paul Celan, que había perdido a sus
padres en un campo de exterminio. Adorno, Negative Dialektik, Jargon der Eigentlichkeit.
88. Todos los autores señalan las fuertes críticas de Spee, no solo a los juristas, sino también
a los teólogos (por ejemplo, Beristain, Protagonismo de las víctimas de hoy..., p. 116).
89. Así, por ejemplo, Baratta, “Criminologia e dogmatica penale. Passato e futuro...”, pp.
147-183.
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Hay una tónica discursiva que es propia de todo criminólogo crítico,


que consiste en cierto grado de sana provocación. Nuestro jesuita confiesa
que quiso hablar con los jueces, pero no halló respuesta, dada la formación
propia de una corporación cuyos miembros pasan su vida dando por presu-
puestas demasiadas cosas y no quieren que nadie se las ponga en duda, que
nada les altere su pax burocrática. Ante esa actitud, no queda más remedio
que la sana provocación, y Spee fue un provocador.90 Pensemos en el re-
vuelo que causó la primera edición de la Cautio, edición que de inmediato
fue corregida y mejorada por el autor y dada de nuevo a la imprenta, con-
ducta que solo puede llevar a cabo un auténtico provocador.91
Son varios los autores que caen en la cuenta de la condición de cri-
minólogo crítico de Spee, aunque casi siempre se limitan a considerarlo
un exponente de la teoría del labeling approach.92 Cuando en realidad
su crítica era mucho más abarcativa, dado que responsabilizaba por la
matanza de mujeres inocentes por lo menos a cuatro grupos: teólogos,
jueces, nobles y pueblo,93 sin limitarse a una clase ni a los funcionarios
inferiores, sino que llevaba su crítica hasta los mismos príncipes. Impu-
taba la masacre a los teólogos teóricos que jamás habían estado en una
cámara de tortura y que solo se movían para construir abstracciones y
silogismos, como también a los juristas, que hacían un negocio de la caza
de brujas, y a los príncipes, que callaban y derivaban la responsabilidad
en sus subordinados y empleados.94

XVI. La crítica al poder

Cuando en los años sesenta del siglo pasado la llamada criminología


de la reacción social o crítica surgió en el hemisferio norte, la vertiente del
interaccionismo simbólico95 fue objetada por criminólogos más radicales,
porque parecía quedarse en los under-dogs y como máximo llegar a los

90. Cfr. van Oorschot, “Spee als Provokateur“, pp. 7 y ss.


91. Rasgo propio también de todo poeta.
92. Cfr. Jerouschek, “Friedrich Spee als Justizkritiker. Die Cautio...”, p. 127.
93. Cfr. Rupp, Friedrich von Spee. Dichter und Kämpfer..., p. 61; Beristain, Víctimas del
terrorismo. Nueva justicia, sanción..., p. 68.
94. Schatz, “Friedrich Spees Kampf gegen den Hexenwahn”, p. 42.
95. Se referían, por ejemplo, al famoso libro de Becker, Outsiders.
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middle-dogs, pero no alcanzaba a los top-dogs,96 es decir, que no llevaba la


crítica hasta los más altos responsables del poder punitivo.
Aunque esta objeción quizá no esté del todo justificada, lo cierto es
que Spee no podría ser objeto de ella, pues en 1631 llevó a cabo una crí-
tica ácida contra todos los niveles de responsables del sistema penal de
su tiempo, sin dejar de lado a ninguno. En este sentido, se ha observado
correctamente que, si bien señala a cuatro grandes responsables de este
crimen, en primer lugar, colocaba a los detentadores del poder político,
social y religioso.97
En efecto: lejos de limitarse a criticar a verdugos y carceleros, elevó
su crítica mordaz, fuerte, irónica y rica en adjetivos, contra los jueces, los
inquisidores, los confesores, los responsables de las órdenes religiosas, los
magistrados, los consejeros, los doctos y los príncipes. Los top-dogs estu-
vieron lejos de librarse aquí de sus durísimos juicios. Sin duda que Spee
llevó a cabo una crítica a la sociedad98 y al poder de su tiempo y de su
mundo.
Los ejecutores inferiores, como los verdugos, eran considerados por el
jesuita como criminales degenerados, lúbricos y violadores. Los carceleros
les estaban próximos y además eran charlatanes. Los jueces son descriptos
como crueles e inhumanos, además de ignorantes y violadores de la ley, de
la razón natural y de la doctrina, racionalizadores de sus decisiones atro-
ces y solo ocupados en condenar sin piedad, negando los más elementales
derechos de defensa, además de pervertidores del lenguaje jurídico para
ocultar sus aberraciones en las actas judiciales. Los abogados son conside-
rados cobardes e incapaces de asumir defensas, sensibles a la amenaza de
ser considerados aliados de las brujas.
Los inquisidores fueron pintados como corruptos y ladrones, pues se
quedaban con los bienes de los ejecutados, cobraban por cabeza de bruja
quemada y practican extorsiones en los pueblos, ofreciendo lo que hoy
se llamaría protección mafiosa. Pocas veces se ha descripto tan bien un
fenómeno de autonomización policial y de una agencia policial corrupta y
convertida en asociación ilícita.99

96. Así, Capecchi & Jervis, “Nota introduttiva”.


97. Cfr. Beristain, Victimología. Nueve palabras clave, p. 238.
98. Lo considera un crítico social Rupp, Friedrich von Spee. Dichter und Kämpfer..., p. 80.
99. En un ámbito religioso que también en el futuro iba a estar dominado por pensamientos
antimodernos, antiliberales, contrarevolucionarios, antiilustrados (cuyo ejemplo más alto
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Zaffaroni, Eugenio R. y Croxatto, Guido L., “Friedrich Spee: el...”, pp. 313-354

Los doctos a cada momento le provocaban asombro con sus elucu-


braciones de gabinete fuera de la realidad, escritas con comodidad y sin
percatarse y menos dolerse por el daño y el sufrimiento humano que cau-
saban.100 Le irritaba a Spee que los doctos se ocupasen de normalizar la
crueldad, limitándose a reproducir lo que en la opinión pública (el vulgo
la llamaba) se repetía, y que diesen crédito a fábulas fantásticas, sugeridas
por los verdugos en interrogatorios intencionales bajo las más crueles tor-
turas imaginadas.

XVII. Teóricos, consejeros, confesores y príncipes

Los consejeros y magistrados aparecen como mentirosos, oportunistas


—o cuanto menos— como gravísimos negligentes, que ocultan la verdad a
los príncipes o prefieren ignorarla por comodidad.
A los confesores no les ahorra descalificaciones: ignorantes, débiles
mentales, corruptos muchos (incluso por mera comida y bebida), aliados
de jueces y verdugos, acosadores sistemáticos de las presas, testigos pre-
senciales de torturas y también cooperadores intelectuales en estas, que
llegaban a sugerir métodos más dolorosos e insidiosos. Los considera cóm-
plices o coautores de los jueces crueles, peores que los propios verdugos.
A los responsables de las órdenes religiosas, incluyendo a los de la suya
propia, les imputaba la elección de los anteriores, incapaces y perversos.
A casi todos les reprocha su intolerancia ante las menores críticas u ob-
jeciones, su frecuente violencia contra quienes osan decir la verdad o formu-
lan observaciones razonables, su mala fe al imputarles de inmediato alianzas
y sospechas de encubrimiento de brujas e, incluso, de disimulo o cobertura
de su práctica. No obstante, no deja de emplear Spee la misma arma retórica,
puesto que en el texto queda flotando la sospecha de que el excesivo encar-
nizamiento de algunos sea producto de su propia práctica de la hechicería.

sería un siglo después Joseph De Maistre con sus Cartas a un caballero ruso sobre la
Inquisición española y Las veladas de San Petersburgo, en defensa de la inquisición y en
contra de la “ideología” de los derechos universales del hombre), la figura de Spee es una
anomalía crítica. Es una anticipación de la crítica criminológica y social que empezaría a
desarrollarse con fuerza recién dos siglos después.
100. Cfr. Beristain, Criminología y victimología. Alternativas Recreadoras del..., pp. 79
y ss.
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A los príncipes parece —en principio y diplomáticamente— tratarlos


bien, por su índole bondadosa, pero de inmediato se olvida de esta supues-
ta índole y les imputa tolerar que sus subordinados incurran en atrocidades.
Se maravilla de que parezca que no las conocen y que no tengan noticia de
ellas, lo que deja pendiente la duda acerca de su supuesta ignorancia de la
realidad punitiva y, por lo tanto, de su omisiva participación o complicidad
consciente y dolosa, aunque a algunos no deja de imputarles directamente
el carácter de instigadores o autores mediatos.

XVIII. Igual de Nerón

Por último y como corolario, no se ahorra la comparación del sistema


penal de su tiempo, sostenido o tolerado por todos ellos, con la persecu-
ción de cristianos por Nerón y su equipo con el pretexto del incendio de
Roma, que los quemaba como teas humanas. Con semejante cierre, en que
el autor no puede ocultar su indignación, es clarísima la profunda herida
que siente ante la negación del mensaje evangélico de amor al prójimo,
frente a una perversión del discurso que habría tenido su lejano comienzo
más de un milenio antes, con el enredo con el poder en la romanización de
la Iglesia.101
En su tiempo, no era menor que a todos ellos Spee les vaticinase una
rápida y directa remisión a los diferentes círculos del infierno que, en el
imaginario de la época, no difería mucho de la creación dantesca y, dada
la brevedad de la vida europea en ese momento histórico, nunca habría de
demorar mucho.

XIX. La avidez de riqueza

Una característica de la criminología crítica es poner de manifiesto


los intereses económicos y la corrupción que se mueven alrededor de la
criminalización, y Spee lo hace con toda claridad, conociendo la psicología

101. Sobre este proceso, Filoramo, La croce e il potere, I... La reforma gregoriana jugó (S.
XI) un papel decisivo en el abandono de la primitiva doctrina cristiana de amor al prójimo
(no matarás), abriendo la puerta a la justificación de la guerra y las cruzadas.
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Zaffaroni, Eugenio R. y Croxatto, Guido L., “Friedrich Spee: el...”, pp. 313-354

de corruptos, fanfarrones y provocadores, al hablar de la confiscación de


bienes, del cobro por cabeza de inquisidores y jueces, de la industria de
los cadalsos y torturas.102 Lo que atribuye tanto a las autoridades laicas,
como a las eclesiásticas, para responsabilizar a todos por el crimen masivo
en curso que describe y atribuírselo a su comodidad, a su funcionalidad
política, pero también a su avidez de riqueza y al alto grado de corrupción
del sistema.
Es muy claro que con esto Spee denunciaba a todo el aparato de poder
de su tiempo, es decir, al armazón mismo de la sociedad y de la cultura en
que estaba inserto. Lo que reconocen incluso los autores que provienen del
campo religioso, quienes también se percatan de la naturaleza de altísima
crítica social del trabajo de Spee, por lo que alguno lo considera un teólogo
de la liberación,103 otro termina comparándolo con los jesuitas asesinados
en El Salvador104 y otro, movido por su metodología crítica, reflexiona
sobre el presente, para concluir que no debemos sentir mucha superioridad
cultural cuando comparamos nuestra época con los tiempos de la quema
de brujas, verificando que sus alumnos apenas recuerdan hechos tan graves
como el asesinato del obispo Romero.105

XX. Los teóricos doctos

Pocas cosas son capaces de molestar más a un sociólogo crítico —y


a cualquier cientista social— que la especulación sin contenido fáctico o
basada en datos presupuestos y falsos.106 Esta incomodidad —por no decir
exasperación— se encuentra a cada paso en el texto de la Cautio, pero en
particular cuando el jesuita rebate a Del Rio o a Binsfeld, quienes, además,

102. Cfr. Ritter, Friedrich von Spee 1591-1635..., p. 55.


103. Así, Rupp, Friedrich von Spee. Dichter und Kämpfer..., p. 67.
104. Cfr. Modras, “A Jesuit in the Crucible. Friedrich...”.
105. Cfr. Modras, “A Jesuit in the Crucible. Friedrich...”.
106. Vale la pena repetir que la lógica, disciplina hegemónica en la Edad Media, no se
ocupa de la verdad o falsedad de las premisas. Se ocupa de la validez de los razonamientos,
pero no de la verdad de estos. La lógica se ocupa de precisar cuáles razonamientos son o
no válidos, no verdaderos. La “verdad” es ajena a la lógica formal. Por ello, limitarse a la
lógica formal es insuficiente. Es dejar la realidad social de lado, en segundo plano. Este es
un vicio que reproduce aun hoy gran parte de la doctrina penal. El avance de la sociología
con trabajos de campo viene en parte a subsanar este vicio.
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habían pertenecido a su misma orden. Da la impresión de que Binsfeld le


agota la paciencia más que el propio Del Rio, quizá porque no podía igno-
rar que se trataba de un verdadero asesino masivo, dado que había actuado
durante los años de su niñez.
Pocas dudas caben de que Spee experimentaba este profundo senti-
miento de repulsa contra las especulaciones de los inquisidores, que lo
llevaba a recordar que, para la iglesia antigua, la creencia en brujas debía
combatirse como un resabio pagano107 y aconsejaba a los teólogos inclinar-
se por un sano escepticismo y no confiar simplemente en argumentos de
autoridad, sin ponderar los contrarios.
Cuando alguien pretende cerrar un discurso basado en datos fácticos,
respondiendo con puras citas de autoridad, es obvio que apela a un autori-
tarismo que irrita a cualquier investigador social, y esto le pasaba a nuestro
autor, cuando afirmaba como principio que una opinión no puede tenerse
por verdadera y segura solo mediante la autoridad, es decir, sin que los co-
rrespondientes escritores hayan ponderado antes los argumentos contra-
rios, con lo que claramente se estaba refiriendo a Binsfeld.108 Sin duda que
Spee adelantaba la tesis del estereotipo del delincuente con su reiterada
referencia a las pobres mujeres ejecutadas, pero también, como buen cri-
minólogo crítico, ponía de manifiesto el cruel mecanismo de reproducción
de clientela usado por los inquisidores, que no torturaban para que la bruja
confesase, sino para que diese cualquier nombre, lo que luego era admitido
como prueba suficiente para someter a tortura a la nombrada.

XXI. La reproducción mafiosa

La criminología crítica de las recientes décadas puso en descubierto la


reproducción del delito que en muchos casos provoca la propia interven-
ción del sistema penal. Lo que en su obra describe crudamente Spee, no es
más que una forma brutal, primitiva, descarada y rudimentaria, del mismo
proceso de reproducción.

107. Perece que Spee se refiere con esto al Canon Episcopi, que es un texto antiguo de la
Iglesia que, en definitiva, restaba importancia a la hechicería, lo que constituyó un obstáculo
para la legitimación de la inquisición. Sobre esto: Hansen, “Aus dem sog. Canon episcopi
(c. 900)”, p. 38.
108. Cfr. Rupp, Friedrich von Spee. Dichter und Kämpfer..., p. 74.
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Desnudaba la repetición de leyendas mediante las preguntas sugesti-


vas, la coincidencia en descripciones fantásticas, tomadas como prueba de
la realidad de la brujería, y sometía esta aberración a una crítica mordaz e
inclusive poética. Puso en evidencia que todas las fabulaciones que llena-
ban los libros de los teóricos nacían en las salas de tortura de los inquisi-
dores, sugeridas por ellos mismos y por los confesores corruptos, de cuya
elección acusaba a su propia orden.
Spee denunciaba la perversión del lenguaje jurídico, el cambio de
nombres para encubrir lo que asentaban en sus actas: así, la declaración
que se registraba como espontánea, cuando había sido obtenida por tortu-
ra, es decir, ponía al descubierto los eufemismos jurídicos y procesales, aún
hoy en boga, a veces hasta el disparate ridículamente dramático. No hemos
cambiado tanto desde aquellas críticas de Spee: también nosotros emplea-
mos eufemismos jurídicos, detrás de los cuales se esconde la barbarie.
La creación de realidad mediática de su tiempo se reforzaba por todos
los que difundían estas versiones y abusaban de la credulidad. Era el fa-
moso teorema de Thomas en acción: en cuanto a efectos, poco importa que
algo sea verdadero o falso, porque si se lo da por cierto, produce efectos
reales.
Nada podía ser más funcional al poder de esa sociedad, que imputar
todos los males a Satán y a las brujas, por lo que su necesidad de inventar
criminales era evidente. Spee se enfrentaba con una coincidencia de inte-
reses corruptos dedicados a reproducir delincuentes reales o imaginarios:
era necesario a los príncipes para descargar responsabilidad en Satán y
las brujas; a los verdugos e inquisidores, para seguir extorsionando y en-
riqueciéndose; a los confesores para seguir medrando en la corrupción; a
los jueces para seguir usufructuando sus privilegios; a los teóricos para
aumentar su prestigio; etc.
Cabe recordar que, en la época, cuanto mayor era la gravedad de un
crimen, más se legitimaban los medios crueles y sádicos para su investiga-
ción. Los crímenes extraordinarios fueron aumentando, hasta llegar a serlo
el de lesa majestad, el robo con muerte, la hechicería, la falsificación de
moneda, la alta traición, la conspiración y se fueron agregando otros. Esa
categoría de crimen exceptum, autorizaba medios también excepcionales,
el derecho desaparecía, deglutido por la supuesta necesidad policial —de
seguridad— de esclarecimiento y erradicación del mal mayor. Se trataba
de la misma estructura de pensamiento que alimentaría todos los discursos
de los estados policiales hasta hoy. El estado de excepción permanente
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(contradicción en la que estamos sumidos) que justifica —anacronismo


aparte— el recorte de garantías. Gran parte de la doctrina penal se dedica
también en nuestros días a justificar estas contradicciones.

XXII. La tortura

Spee se enfrentaba en materia de tortura con la retorcida lógica de los


teóricos: afirmaba, en contra de estos, que por grave que fuese un crimen,
nada autorizaba a dejar a un imputado librado a la arbitrariedad de los
jueces109 y menos de las policías, como eran en definitiva los inquisidores.
Si bien esta afirmación parece una obviedad, con frecuencia se la sigue
desconociendo hasta la actualidad.
La crítica a la tortura en la Cautio no es únicamente producto de un
frío razonamiento criminológico, sino que refleja su indignación ante la
crueldad, pero también —y quizá aún más— ante la indiferencia y, con
mayor razón, frente a los teóricos que la legitimaban con silogismos mal
construidos y que rebuscaban en la Biblia, tratando de hallar palabras para
justificar sus intereses corporativos, mezquinos, corruptos e inconfesables.
Es preciso ser demasiado paciente para no irritarse, por ejemplo, ante los
esfuerzos de Bodino, metiéndose en las etimologías del hebreo, para reba-
tir a Wier y pretender demostrar que la Biblia ordenaba matar a todas las
brujas, cuando en realidad lo hacía para concentrar poder en el rey.110
La tortura era una institución milenaria, difícil de erradicar, pues uno
de los argumentos más frecuentes para defender cualquier institución pu-
nitiva es su antigüedad. Pues bien: más antigua que la tortura hubo pocas
y, por cierto, bien resistente, pues casi un siglo y medio después de Spee,
Sonnenfels publicó su alegato,111 en tanto que el de Verri permaneció inédi-
to y solo fue publicado póstumamente.112

109. Sobre esto llama la atención especialmente, Ritter, Friedrich von Spee 1591-1635...,
p. 59.
110. En rigor, Bodino defendía la estatización de la lucha contra las brujas, lo que tampoco
era del agrado de la Iglesia, razón por la cual sus obras fueron incluidas en el Index. Sobre
esto en detalle, Valente, Bodin in Italia, la Demonomanie des..., pp. 147 y ss.
111. Sonnenfels, Über die Abschaffung der Tortur.
112. Sobre la publicación póstuma del libro de Pietro Verri en 1803, Cfr. Malarino,
“Estudio preliminar a Verri”.
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XXIII. El personaje en toda su dimensión

Por momentos se mezcla en Spee su vocación de criminólogo crítico


con la del ser humano contrariado y enardecido, también con la del poeta
herido y con la del teólogo indignado, pero no por eso deja de ser un ver-
dadero criminólogo crítico o, quizá, en el fondo de todo crítico se muevan
los mismos sentimientos y, en alguna medida, las mismas sensibilidades.
Como se advirtió al comienzo, es imposible en pocas páginas dimen-
sionar toda su figura,113 pues también tuvo una alta relevancia literaria y
teológica, lo que fue una feliz coincidencia y, además, mantiene una per-
fecta coherencia en estas dos dimensiones con la de criminólogo crítico.
Sobre el valor literario de Spee se ha escrito muchísimo.114 Su obra
poética máxima, el Trutz-Nachtigal, contiene cincuenta y una piezas (can-
ciones, poesías o Lieder) y fue objeto de muchos estudios literarios.115 La
revaloraron los románticos del siglo XIX, que lo descubrieron como de-
voto poeta católico. Achim von Arnims (1781-1831) y Clemens Brentano
(1778-1842) lo incluyeron en sus recopilaciones de Lieder. Se ocupó de
Spee nada menos que Friedrich von Schlegel, como también Joseph von
Eichendorff y Joseph von Görres. Por otra parte, al escribir en alemán,
Spee reivindicó su lengua, que los intelectuales de la época despreciaban
como inadecuada para la poesía.116 Cabe recordar que, como poeta, tampo-

113. Pueden verse mayores datos, entre otros, en: Heinz, Friedrich Spee Dichter, Seelsorger,
Bekämpfer des..., pp. 16 y ss.; Ritter, Friedrich von Spee 1591-1635...; Decker,“Die
Cautio Criminalis und die Hexenprozess-Ordnung...”; Hartmann, “Der Hexenwahn im
Herzogtum und Kurfürstentum...”; Jilg, “‘Hex’ und ‘Hexerei’ als kultur- und...”; Kresing,
“Ein Mann von immenser Spannweite des Wirkens”; Nigg, Friedrich von Spee. Ein Jesuit
kämpf...
114. Arens, Friedrich Spee von Langenfeld Jesuit Wissenschaftler..., p. 9; Nigg, Friedrich
von Spee. Ein Jesuit kämpf..., pp. 30-40; Mohr, “Lieder von Friedrich von Spee in... ”, pp.
103 y ss.; Schaub, “Die Trutz-Nachtigall. Friedrich Spee: Volksdichter...”, pp. 115 y ss.;
Scheele, “‘In Spee spes’. Friedirch Spees frühe...” pp. 65 y ss.; Küppers, “Trutz-Nachtigal”,
p. 83 y ss.; Fetscher,“Ein Tafebild”, pp. 97 y ss.; Fechner, “Friedrich Spee, poeta sacer et
doctus...”, pp. 63 y ss.; Ameln, “Die Melodien zu Friedrich Spees Liedern”, pp. 207 y ss.;
Faber, “Friedrich von Spee - Josef von Eichendorff... ”, pp. 343 y ss.; fuera del círculo de
estudiosos de Spee, Grass, Das Treffen in Telgte, p. 228.
115. Por ejemplo, Jacobson, Die Metamorphosen der Liebe und Friedirch... Un extenso
análisis de la poesía de Spee en el capítulo Ritter, “Zu einem geistlichen Parnaß”, pp.
81-130.
116. Ritter, Friedrich von Spee 1591-1635..., p. 88. Sobre el “alto alemán” de Spee,
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co en vida Spee tuvo suerte, puesto que el Trutz-Nachtigal solo se publicó


después de su muerte.
En cuanto a su figura teológica, su obra es el Güldenes Tugend-Buch
—que terminó en 1631 y tampoco fue publicado durante su vida—, escrito
a pedido de mujeres y dedicado a ellas, lo que guarda perfecta coherencia
ideológica y emocional con la fuerza que lo impulsó a escribir la Cautio
y el respeto que demostró siempre por la mujer. En el plano teológico se
ponderó su creatividad religiosa117 e incluso se la comparó con la de Tomás
de Kempis.118

XXIV. A modo de conclusión

Una conclusión es por regla un resultado. No obstante, aquí se plantea


un interrogante. Hemos visto que, si extendemos nuestra mirada más allá
de lo cronológicamente habitual en las obras corrientes de derecho penal y
de criminología, hallamos ciertas estructuras de pensamiento que hasta el
presente nos resultan familiares. En efecto: el retribucionismo de los prác-
ticos y el peligrosismo y la criminología etiológica de los demonólogos
son bastante evidentes. No costaría mayor esfuerzo descubrir en Bodino
una estatización de bienes jurídicos análoga a la del derecho penal del fas-
cismo italiano, como tampoco en Molitor119 y algunos otros demonólogos
una franca adhesión al Willensstrafrecht,120 en Wier un abierto reclamo de
medidas de seguridad curativas y, en el caso de Johann Nider, al postular
al hormiguero como forma ideal de sociedad en su famoso Formicarius,121

Becker, Die Sprache Friedrichs von Spee. Ein....


117. Fischer, “Die Schöpfungsfrömmigkeit Friedrich Spees”, pp. 33 y ss.; un interesante
estudio de Berns, Zum Verhältnis von Mystik und Mechanik..., pp. 101 y ss., vincula su
mística y su poesía con la mecánica del reloj y del corazón.
118. Nigg, Friedrich von Spee. Ein Jesuit kämpf..., pp. 19 y ss.; Keller, Friedrich Spee
von Langenfeld. Seelsorger, pp. 21 y ss.; Sudbrack, “Mystik und Methode. Ganzheitliches
Beten bei...”, pp. 107 y ss.; Franz, “Das Güldene Tugenbuch”, p. 100 y ss.; Weber, Spee als
Moraltheologe, idem., pp. 110 y ss. También son interesantes las observaciones de Mertes,
“Hexenverfolgung und Gottesbild, Zur Mystik Friedrich...”, pp. 119 y ss.
119. Molitor, De lamiis et pythonicis mulieribus, capítulo X.
120. Cfr. Jerouschek, “Vom Schadenzauber zum Teufelpakt. Friedrich. Spees... ”, p. 133
y ss.
121. Llama la atención la cantidad de ediciones del Formicarius, reiteradas veces impreso
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una cercanía significativa con la idea de la Volksgemeinschaft. Ahora, una


observación más profunda a la Cautio muestra que tampoco la criminolo-
gía sociológica llamada crítica es una creación tan reciente.122
En síntesis, la conclusión es un interrogante digno de meditación:
¿Acaso continuamos discutiendo acerca de estructuras básicas de pen-
samiento de varios siglos atrás? Tal vez debamos reconocer que hemos
avanzado en doctrina y dogmática penal mucho menos de lo que nos gus-
taría creer que hemos avanzado. Seguimos debatiendo, también en materia
penal y criminológica, estructuras y hábitos de la Edad Media. Como es-
cribió Spee: “Was suchen wir so mühsam nach Zauberern? Hört auf mich,
ihr Richter, ich will euch gleich zeigen, wo sie stecken”123 (“¿Para qué nos
esforzamos tanto por encontrar magos? Háganme caso a mí, ustedes jue-
ces, yo les mostraré ahora mismo dónde se han metido”). El esfuerzo que
inició Spee no ha terminado. Su trabajo de crítica humanista, de concienti-
zación, que nosotros como penalistas críticos heredamos, recién comienza.
Sería un error severo pensar que la caza de brujas (como la esclavitud y
otras formas de torturar a la humanidad) ha terminado. La opresión cam-
bia de forma, se perpetúa con nuevos nombres, se justifica con nuevos
eufemismos legales. El desafío es no caer en ellos. Es mantener la conci-
encia crítica despierta, como la tuvo Spee en su tiempo. Rehusar repetir
los discursos que legitiman la barbarie, inclusive la barbarie disfrazada
de cultura legal. Porque la caza de brujas no ha terminado. Y los proce-
sos donde aun hoy se aplica la tortura para extraer “verdades”, inclusive
en las democracias más avanzadas del mundo, tampoco. Tiene una nueva
forma: hoy se llama estado de “excepción”, “antigarantismo”, “guerra al
delito”. Guantánamo. Genocidios por goteo. Muertos por “gatillo fácil”,
falsos positivos, muertos en falsos “enfrentamientos”, bajas en “combate”.

junto al Malleus (por ejemplo, en la edición de Lyon de 1620, se lo agrega a partir de la p.


469 (F R Ioannis Nider svuevi, ordinis praedicatorum...), que alcanzó 17 ediciones antes de
1500 (Cfr. Schieler, Magister Johannes Nider aus dem Ordem..., p. 381).
122. Debe tenerse en cuenta que el crimen medieval más grave era la relación con el
demonio. No el asesinato. El asesinato era execrable, pero perdonable. La relación con el
demonio, en cambio, no. Gilles de Rais, noble francés que había combatido junto a Juana
de Arco, asesinó a cientos de niños, pero esto estaba dentro de la lógica jurídica moderna
—incipiente— de lo perdonable (si se arrepiente). Sin embargo, la Iglesia lo excomulga
por haber invocado al demonio y la práctica de magia negra. Bataille, El verdadero barba
azul: la tragedia...
123. Spee, Cautio Criminalis, p. 96.
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La lista es larga y penosa. La humanización del Derecho latinoamericano


es una tarea pendiente. Como dijo magníficamente Gabriela Mistral: la
humanidad es todavía algo que hay que humanizar. También lo dijo Jürgen
Habermas: la modernidad, con sus consignas ilustradas valederas sobre la
dignidad humana universal, conforman un proyecto inacabado, que toda-
vía debe realizarse.124 La humanización del Derecho (no solo Penal) es una
tarea que está en sus albores y que reconoce en personas como Spee, un
poeta jesuita, capaz de discutir no solo para afuera, sino también al interior
de su propia orden religiosa, a sus iniciadores. Los operadores jurídicos
tienen en Friedrich Spee un buen modelo a seguir. Un modelo crítico de un
discurso dominante y cruento, discurso que aun hoy sigue cazando brujas y
recortando garantías, que sigue justificando la tortura —la barbarie— con
nuevos eufemismos legales.125

Bibliografía

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