Apuntes Examen de Grado Área Civil Unidad de Contratos Primera Parte
Apuntes Examen de Grado Área Civil Unidad de Contratos Primera Parte
Apuntes Examen de Grado Área Civil Unidad de Contratos Primera Parte
ARRENDAMIENTO – MANDATO
1. Nuestro Código Civil menciona los contratos como una de las cinco fuentes clásicas de las
obligaciones: “Las obligaciones nacen, ya del concurso real de las voluntades de dos o más
personas, como en los contratos o convenciones…” (artículo 1437).
Críticas al concepto:
1. “Convención – Contrato”: Tal confusión es criticada por una parte de la doctrina nacional,
puesto que la convención es el género (acuerdo de voluntades destinado a crear, modificar,
transferir o extinguir derechos u obligaciones) y el contrato una especie de convención
(acuerdo de voluntades destinado a crear derechos y obligaciones), recordándose que todo
contrato es una convención, pero no toda convención es un contrato.
- Así, por ejemplo, la resciliación o mutuo disenso, el pago y la tradición son actos jurídicos
bilaterales o convenciones, pero no son contratos, porque extinguen (los tres) y transfieren
(la última) derechos y obligaciones, pero no los crean. Por su parte, la novación es a la vez
convención y contrato, porque modifica y crea obligaciones, es decir, es al mismo tiempo un
modo de extinguir las obligaciones y un contrato. La renegociación de un crédito, por
ejemplo, es una convención que modifica obligaciones, pero no implica crear las mismas,
pues su fuente generadora fue el respectivo contrato de mutuo.
2. “una parte se obliga para con otra a dar, hacer o no hacer alguna cosa”: se hace
referencia a la prestación como objeto del contrato, en circunstancias que la prestación es el
objeto de la obligación y no del contrato.
- Una definición de contrato más precisa, siguiendo al profesor Jorge López Santa María,
sería la siguiente: “el contrato (es un acto jurídico que) engendra obligaciones y (…) éstas a
su vez tienen por objeto dar, hacer o no hacer alguna cosa”
3. “acto”: se plantea que el Código Civil cuando alude a el concepto acto se refiere a aquellos
de carácter unilteral, como el art. 999. El contrato es siempre un acto jurídico bilateral.
Elementos del contrato. Artículo 1444 establece que en todo contrato distinguimos cosas
que son de su esencia (comunes y propias), de su naturaleza y accidentales.
1. Elementos o cosas que son esenciales : Son aquellos sin los cuales, el acto jurídico no
produce efecto alguno o degenera en otro acto diferente..
1º Elementos de la esencia generales o comunes a todo acto jurídico: son los requisitos de
existencia y de validez de todo acto jurídico.
- En el contrato de compraventa: la cosa; el precio (este último debe pactarse en una suma de
dinero; si se pacta que el precio se pagará parte en una suma de dinero y parte en especies y
éstas últimas valen más que el dinero, el contrato será de permuta y no de compraventa).
- En el contrato de comodato: gratuidad (si hay precio, estaremos ante un contrato de
arrendamiento).
- En el contrato de sociedad: “animo societario”, obligación de aporte, participación en las
utilidades y contribución a las pérdidas.
- Los elementos de la naturaleza miran al estatuto normal de un acto jurídico, vale decir, a
los derechos y obligaciones “tipo”. A diferencia de los elementos esenciales, que son de
orden público, los elementos de la naturaleza son de orden privado y pueden ser modificados
o excluidos por las partes, en una determinada relación jurídica.
- En realidad, los únicos elementos verdaderamente constitutivos del acto jurídico son los
esenciales; los de la naturaleza no forman parte de la estructura básica del acto jurídico, sino
que dicen relación con sus efectos; por su parte, los elementos accidentales no son requisitos
del acto jurídico, sino de su eficacia, dado que a ellos puede subordinarse la producción de
los efectos del acto jurídico.
1. Unilaterales – bilaterales.
2. Gratuitos – Onerosos.
3. Conmutativos – Aleatorios.
4. Principales – accesorios.
- Se refiere a esta clasificación, el artículo 1439 del Código Civil: “El contrato es unilateral
cuando una de las partes se obliga para con otra que no contrae obligación alguna; y bilateral,
cuando las partes contratantes se obligan recíprocamente.”
- Contratos unilaterales, entonces, son aquellos en que una de las partes se obliga para con
otra que no contrae obligación alguna. Se requiere obviamente el consentimiento o acuerdo
de voluntades de ambas partes, pero una asume el papel de deudor y la otra el de acreedor.
Ejemplos de contrato unilateral: donación, comodato, depósito, mutuo, prenda, hipoteca,
fianza.
- Contratos bilaterales o sinalagmáticos, por su parte, son aquellos en que ambas partes se
obligan recíprocamente. El contrato genera obligaciones contrapuestas, de manera que cada
parte es deudora y acreedora de la otra. Ejemplos: promesa, compraventa, permuta,
transacción, arrendamiento, sociedad, mandato.
Trascendencia de la clasificación.
1º Resolución del contrato por falta de ejecución o cumplimiento: artículo 1489, condición
resolutoria tácita. En todo contrato bilateral va envuelta la condición resolutoria de no
cumplirse por una de las partes lo pactado, caso en el cual el acreedor o contratante diligente
(o sea el que por su parte ha cumplido o está llano a cumplir con sus obligaciones) puede
solicitar la resolución del contrato con indemnización de los perjuicios, si el deudor se
encuentra en mora de cumplir.
2º En cuanto a los riesgos: sólo en los contratos bilaterales se plantea el problema de los
riesgos (artículos 1550 y 1820), que consiste en determinar si al extinguirse la obligación de
una de las partes por caso fortuito o fuerza mayor, se extingue también o por el contrario
subsiste la obligación de la otra parte. Recordemos que, en el derecho chileno, la obligación
de la otra parte subsiste, y, por lo tanto, en la compraventa, por ejemplo, el comprador podrá
pagar el precio sin recibir nada a cambio, cuando la cosa específica o cuerpo cierto se
- En los contratos unilaterales, tal problema no se plantea, puesto que el caso fortuito o fuerza
mayor extingue las obligaciones de la única parte obligada, extinguiéndose por ende la
relación contractual.
3º Principio de “la mora purga la mora”: contenido en el artículo 1552, se aplica sólo en los
contratos bilaterales; ninguna de las partes está en mora dejando de cumplir lo pactado,
mientras la otra no cumpla o esté pronta a cumplir sus obligaciones recíprocas. Es la llamada
“excepción de contrato no cumplido”, conforme a la que el demandado puede negarse a
cumplir la prestación que le corresponde, mientras el demandante no cumpla o no de
principio a la ejecución de la obligación que el contrato ha puesto de su cargo. Se justifica lo
anterior, pues en los contratos bilaterales las obligaciones recíprocas de las partes se sirven
mutuamente de causa, es decir, de soporte jurídico.
4º Cesión del contrato: en los contratos bilaterales, puede ocurrir que una de las partes ceda
a un tercero el conjunto de sus créditos y obligaciones que emanan del contrato (en cambio,
en un contrato unilateral, cuando la única parte que tiene derecho a recibir la prestación
transfiere su derecho a otro, estaremos no ante la cesión del contrato, sino ante la cesión del
crédito).
- Las obligaciones, que han nacido en un mismo instante, son interdependientes, de manera
que lo que a unas afecta, repercute en las otras. Tal interdependencia no se agota en el
nacimiento del contrato, sino que se mantiene durante su ejecución y se proyecta hasta su
extinción.
- Puede ocurrir, sin embargo, que ciertos contratos que nacen como unilaterales, por
circunstancias posteriores a su generación originen obligaciones para aquella de las partes
que inicialmente no contrajo obligación alguna. Tales son los denominados “contratos
sinalagmáticos imperfectos”.
- Así ocurre, por ejemplo, en el depósito y en el comodato, contratos unilaterales, pues sólo
generan obligaciones para el depositario y el comodatario, respectivamente, pero que pueden,
a posteriori, generar obligaciones para el depositante y para el comodante, que consistirán en
- No tienen lugar en los contratos sinalagmáticos imperfectos, por tanto, las instituciones que
antes reseñábamos como propias de los contratos bilaterales: condición resolutoria tácita (con
las salvedades que hicimos respecto del comodato y la prenda), la teoría de los riesgos y la
excepción de contrato no cumplido.
- El artículo 1440 del Código Civil define unos y otros: “El contrato es gratuito o de
beneficencia cuando sólo tiene por objeto la utilidad de una de las partes, sufriendo la otra el
gravamen; y oneroso, cuando tiene por objeto la utilidad de ambos contratantes, gravándose
cada uno a beneficio del otro.” El aspecto fundamental reside en la utilidad que preste el
contrato a las partes. Contrato a título oneroso es por tanto aquél en que cada parte paga la
ventaja que obtiene del contrato, es decir, percibe un beneficio a cambio de una
contraprestación actual o futura. Contrato a título gratuito, en cambio, es aquél en que una de
las partes se procura una ventaja sin que ello le demande un sacrificio, porque no debe
suministrar una contraprestación a cambio del beneficio que recibe.
- El contrato gratuito, que no reporta utilidad para una de las partes, puede o no implicar,
además, empobrecimiento para el mismo contratante. Si se produce tal merma patrimonial,
como por ejemplo ocurre con el contrato de donación, podemos hablar de contratos gratuitos
propiamente tales; cuando no se produce un empobrecimiento, es decir, cuando uno de los
contratantes, movido del deseo de prestar un servicio a otro, no se empobrece en su beneficio,
pero no recibe nada a cambio de la prestación que hace o se obliga a hacer, estamos ante
contratos gratuitos desinteresados. Es lo que acontece, por ejemplo, en el comodato, el
depósito y la fianza no remunerada.
Acerca de si los contratos bilaterales son siempre onerosos: regla general y excepciones.
- Para Ramón Meza Barros, los contratos bilaterales son siempre onerosos: al obligarse,
ambas partes reportan un beneficio y soportan el gravamen que significa la obligación
recíproca.
- Sin embargo, existen figuras concretas de contratos bilaterales gratuitos, citando al efecto:
- Por su parte, los contratos unilaterales son generalmente gratuitos, pero también pueden ser
onerosos:
1º En el mutuo: cuando se refiere a dinero, el mutuario debe devolver la suma recibida (el
capital), más los intereses devengados (Ley número 18.010 sobre operaciones de crédito de
dinero: la gratuidad no se presume en estas operaciones. A falta de estipulación, el mutuario
debe pagar los intereses). El contrato entonces es provechoso para ambas partes, pero sigue
siendo unilateral, pues el único que resulta obligado es el mutuario, a pagar las sumas
adeudadas. En cambio, si se estipula que la suma prestada no devengará intereses de ninguna
clase, el contrato será unilateral y gratuito, pues no le reportará beneficio alguno al mutuante.
3º En el comodato en pro de ambas partes (artículo 2179): por ejemplo, el perro de caza que
se presta con la obligación de amaestrarlo.
4º En las cauciones constituidas por terceros, ajenos a la obligación principal que se garantiza,
en virtud de una remuneración o prestación en general realizada o prometida por el deudor
principal. En tal hipótesis, el contrato de hipoteca, prenda, fianza, etc., tendrá carácter
oneroso, pues tiene por objeto la utilidad del acreedor y del garante. Sin embargo, algunos
autores estiman que, en el caso anterior, el contrato es unilateral pero gratuito, pues para que
fuere oneroso, las partes contratantes deben gravarse recíprocamente, y en los casos citados,
es un tercero, ajeno el contrato, quien se grava a favor de una de las partes contratantes.
1º Para determinar el grado de culpa de que responde el deudor (artículo 1547): tratándose
de los contratos onerosos, el deudor responde de la culpa leve, considerando que se obtiene
por ambas partes un beneficio mutuo. En cambio, en los contratos gratuitos, debemos
distinguir a qué parte reporta utilidad el contrato; si sólo reporta utilidad al deudor (comodato,
por regla general), responde hasta de la culpa levísima, mientras que sólo responde de la
culpa lata o grave, si quien recibe la utilidad es la contraparte (el depósito, por regla general).
4º Los contratos gratuitos imponen ciertos deberes a quienes reciben los beneficios: así se
aprecia en nuestro ordenamiento positivo, en las donaciones entre vivos, las que son
revocables por ingratitud del donatario (artículos 1428 y siguientes). Ello es una excepción a
la irrevocabilidad de las donaciones entre vivos. Por su parte, el donatario está obligado a
proporcionar alimentos al donante que le hizo una donación cuantiosa (artículo 321 número
5); el donante, por su parte, goza del beneficio de competencia, si el donatario le demanda el
cumplimiento de la gratuidad
6º En los contratos gratuitos, la pura liberalidad es causa suficiente; en los contratos onerosos,
la causa está en relación a las prestaciones recíprocas y a las ventajas que se espera obtener.
- Se definen en el artículo 1441 del Código Civil y constituyen una subdivisión de los
contratos onerosos: “El contrato oneroso es conmutativo, cuando cada una de las partes se
obliga a dar o hacer una cosa que se mira como equivalente a lo que la otra parte debe dar o
hacer a su vez; y si el equivalente consiste en una contingencia incierta de ganancia o pérdida,
se llama aleatorio.”
1º Se supone por el art. 1441 que el contrato oneroso es siempre bilateral, en circunstancias
de que también puede ser unilateral, como ya vimos;
2º Porque da la idea de una supuesta igualdad en las prestaciones, significado que tiene
precisamente la expresión “equivalente”. Sin embargo, todo contrato oneroso, sea
conmutativo o aleatorio, conlleva riesgo o incertidumbre, lo que en definitiva trae consigo
cierto grado de desigualdad en las ventajas económicas que obtienen las partes.
b) Se sugiere por el precepto que sólo podrían tener carácter conmutativo los contratos
onerosos que originan obligaciones de dar o de hacer; conforme al tenor literal del art. 1441,
parecieran excluirse los contratos que originan obligaciones de no hacer, lo que ciertamente
es inadmisible.
- Con todo, hay casos en los que existe gran analogía entre contratos condicionales y
aleatorios, cuando del albur o contingencia incierta depende ya no la extensión de lo que a
una parte corresponde pagar, sino que, si tiene o no que pagar, es decir, si hay o no prestación.
Así ocurre, por ejemplo, en los contratos de seguro contra determinados siniestros.
- De los contratos aleatorios trata el CC. en los arts. 2258 a 2283 y entre ellos podemos
mencionar la renta vitalicia, el juego, la apuesta, el seguro, etc. También se menciona como
contrato aleatorio la venta de derechos litigiosos.
- Hay contratos que pueden revestir carácter conmutativo o aleatorio, como ocurre en la
compraventa de cosas que no existen, pero se espera que existan. Si las partes, al celebrar
esta clase de contratos, nada agregan, se entiende que el contrato es conmutativo y
condicional, y si la cosa en definitiva no llega a existir, se entenderá fallida la condición; por
el contrario, si las partes estipulan que se compra la suerte, entonces estaremos ante un
contrato puro y simple, pero aleatorio.
-Excepcionalmente, esta equivalencia debe fijarse dentro de ciertos límites, cuando la ley así
lo establece, y la sanción en caso de contravención será la nulidad relativa o la reducción de
la prestación excesiva o el aumento de la prestación ínfima. Tal acontece en la compraventa
y la permuta de bienes raíces, por ejemplo.
En nuestra legislación, los únicos casos en que se puede alegar lesión enorme son los
siguientes:
1. Compraventa voluntaria de inmuebles: “El vendedor sufre lesión enorme, cuando el precio
que recibe es inferior a la mitad del justo precio de la cosa que vende; y el comprador a su
vez sufre lesión enorme, cuando el justo precio de la cosa que compra es inferior a la mitad
del precio que paga por ella. / El justo precio se refiere al tiempo del contrato.”
2. Permuta de inmuebles, por aplicación de las normas de la compraventa, art. 1900: “Las
disposiciones relativas a la compraventa se aplicarán a la permutación en todo lo que no se
oponga a la naturaleza de este contrato”
3. Mutuo con interés; habrá lesión, cuando se pacte un interés que exceda el máximo
convencional.
4. Anticresis, art. 2443: “Las partes podrán estipular que los frutos se compensen con los
intereses, en su totalidad, o hasta concurrencia de valores. / Los intereses que estipularen
estarán sujetos en el caso de lesión enorme a la misma reducción que en el caso de mutuo.”;
5. Partición, art. 1348: “Las particiones se anulan o se rescinden de la misma manera y según
las mismas reglas que los contratos. / La rescisión por causa de lesión se concede al que ha
sido perjudicado en más de la mitad de su cuota.”;
6. En la liquidación de la sociedad conyugal, art. 1776, que hace aplicable el art. 1348: “La
división de los bienes sociales se sujetará a las reglas dadas para la partición de los bienes
hereditarios.”;
7. Casos de cláusula penal enorme, art. 1544: “Cuando por el pacto principal una de las partes
se obligó a pagar una cantidad determinada, como equivalente a lo que por la otra parte debe
prestarse, y la pena consiste asimismo en el pago de una cantidad determinada, podrá pedirse
que se rebaje de la segunda todo lo que exceda al duplo de la primera, incluyéndose ésta en
él.”
8. Aceptación de las asignaciones hereditarias, art. 1234: Se entiende por lesión grave la que
disminuyere el valor total de la asignación en más de la mitad. Éste es el único caso,
típicamente unilateral, en el que cabe la lesión enorme. Para algunos, se trataría de un
cuasicontrato (artículo 1437).
- El art. 1442 se refiere a esta clase de contratos: “El contrato es principal cuando subsiste
por sí mismo sin necesidad de otra convención, y accesorio, cuando tiene por objeto asegurar
el cumplimiento de una obligación principal, de manera que no pueda subsistir sin ella.”
general las cauciones (art. 46). Estas pueden ser reales o personales. En las primeras, una
cosa determinada garantiza al acreedor que se cumplirá íntegra y oportunamente la
obligación principal. Puede ser tal cosa un bien mueble (prenda) o inmueble (hipoteca). En
las cauciones personales, en lugar de garantizar el cumplimiento de una obligación principal
con un determinado bien, es un sujeto (por ejemplo, un fiador o un avalista y codeudor
solidario que suscribe un pagaré), quien se obliga a cumplir dicha obligación, si no lo hace
el deudor principal.
- Cabe recordar algo que explicamos en el estudio del acto jurídico: aun cuando las
expresiones “garantía” y “caución” suelen utilizarse como sinónimos, hay entre ellas una
relación de género a especie. En efecto, toda caución es una garantía, pero no toda garantía
es caución, pues el derecho legal de retención es una garantía, pero no es caución, pues no se
trata de una obligación “contraída” para asegurar otra obligación. No hay de por medio un
contrato, sino que es la ley, en este caso, la fuente de la garantía. Lo mismo acontece con las
medidas precautorias que pueda decretar el juez, en el transcurso de un litigio.
Importancia de la clasificación.
1. Hay casos en los cuales, no obstante extinguirse el contrato principal, subsisten contratos
accesorios, como ocurre, por ejemplo, en el caso de la reserva de las cauciones, al operar una
novación (artículos 1642 y 1643), o en el caso de la “cláusula de garantía general”.
2. Por otra parte, excepcionalmente puede ocurrir que el contrato accesorio influya en el
contrato principal: así, por ejemplo, si la cosa dada en prenda era ajena al constituyente o si
el derecho que sobre ésta tenía se resuelve, el acreedor que no reciba otra garantía equivalente
podrá exigir el cumplimiento de la obligación; o si el inmueble hipotecado experimenta
deterioros tales que deja de ser suficiente para la seguridad de la deuda, podrá el acreedor
hipotecario exigir otra garantía y de no haberla, el pago inmediato de la deuda, si ella fuere
líquida. En ambos casos, la extinción del contrato accesorio repercute en el contrato principal,
operando la caducidad de los plazos convenidos para el cumplimiento de la obligación
pactada en este último contrato.
La “cláusula de garantía general”: Si bien la lógica indica que el contrato principal debiera
celebrarse antes o al menos coetáneamente al contrato accesorio, en ocasiones puede
celebrarse un contrato accesorio no obstante que la obligación principal aún no existe.
- Ejemplo: “Se constituye hipoteca en favor del Banco X, para asegurar el pago íntegro
y oportuno de todas las obligaciones contraídas por la sociedad Z, presentes o futuras,
directas o indirectas, en moneda nacional o extranjera, etc.”.
- Dispone el artículo 1443: “El contrato es real cuando, para que sea perfecto, es necesaria la
tradición de la cosa a que se refiere; es solemne cuando está sujeto a la observancia de ciertas
formalidades especiales, de manera que sin ellas no produce ningún efecto civil; y es
consensual cuando se perfecciona por el solo consentimiento.”
- Esta clasificación, que en rigor, debió ser la primera de todas, pues cronológicamente, es la
que opera antes que todas las demás, dice relación con el momento en que nace el contrato,
concretamente con los requisitos que hay que cumplir para que ello acontezca. Naturalmente
que en todo contrato es requisito de existencia la voluntad, que se denomina
“consentimiento” en los actos jurídicos bilaterales; pero el consentimiento debe expresarse
en diferentes formas según el tipo de contrato de que se trate.
- Desde este punto de vista, recordemos que las normas acerca de la formación del
consentimiento contempladas en el Código de Comercio son aplicables a los contratos
consensuales, pero no explican por sí solas la formación del consentimiento en los contratos
solemnes y reales.
Solemnidades convencionales: las partes pueden hacer solemne un contrato al que la ley no
da tal carácter (art. 1802, en la compraventa; y artículo 1921, en el arrendamiento). En tal
caso, cabe el derecho a retractarse, mientras la otra parte no cumpla con la solemnidad. Con
todo, el contrato podrá ser eficaz, no obstante, no cumplirse la solemnidad convencional, si
las partes ejecutan actos que implican renunciar al derecho a exigir el cumplimiento de la
solemnidad.
Casos de contratos reales: en el contrato real, quien entrega la cosa, se torna acreedor de una
obligación restitutoria, y quien la recibe es el deudor. Por ejemplo, comodato, depósito,
prenda civil, mutuo y anticresis. En los tres primeros casos y en el último, quien recibe la
cosa pasa a ser un mero tenedor y por ende devolverá al acreedor la misma especie o cuerpo
cierto. Tratándose del mutuo, el mutuario adquiere el dominio de lo recibido, pasa a ser
poseedor, quedando obligado a restituir otro tanto del mismo género y calidad. En este punto,
recordemos la figura del cuasiusufructo que muchos asimilan al mutuo.
- Recordemos que la expresión “tradición” que utiliza el art. 1443 no es del todo correcta,
excepto para el mutuo, siendo la correcta la expresión “entrega”, más genérica. En realidad,
mejor habría sido que el Código hubiere dicho: “entrega o tradición”.
- Finalmente, cabe destacar que, en principio, los contratos reales son unilaterales.
1. Típicos – Atípicos.
3. Individuales – Colectivos.
Fuente de los contratos atípicos: Los contratos atípicos no están configurados por la ley y
van surgiendo como creación de los particulares, fruto de la autonomía de la voluntad y del
aforismo “en el Derecho Privado sólo no puede hacerse aquello que la ley expresamente
prohíbe”.
- Los contratos de ejecución instantánea o de una sola ejecución, son aquellos en los
cuales las obligaciones se cumplen apenas se celebra el contrato que las generó. Producen
sus efectos inmediatamente de celebrados, de manera que, realizada la prestación debida,
desaparece el vínculo contractual, las obligaciones recíprocas.
- Los contratos de ejecución diferida, son aquellos cuyos efectos se cumplen de una sola
vez o se van cumpliendo progresivamente, pero en ambos casos, en el plazo estipulado por
las partes o el que corresponda a la naturaleza de la obligación.
- De esta manera, podemos distinguir dos categorías de contratos de ejecución diferida: la
primera, es aquella en que las obligaciones se cumplen en el plazo convenido, en un solo
acto, quedando liberadas las partes (por ejemplo, cuando celebrada que sea la compraventa,
acuerdan los contratantes que el precio se pagará y la cosa se entregará treinta días después);
la segunda, es aquella en que las obligaciones se irán cumpliendo en distintos plazos, hasta
que al cumplirse la última de ellas, se extinga la relación jurídica.
- Los contratos de tracto sucesivo o de ejecución sucesiva, son aquellos que en el período
de tiempo establecido por la ley o acordado por las partes, van renovando sus efectos.
Ejemplos: contratos de arrendamiento, de sociedad y de trabajo. Estos contratos suelen llevar
una cláusula en cuya virtud sus efectos se van renovando por períodos similares, salvo
voluntad contraria de las partes. Cuando se verifica la renovación, se habla de “tácita
reconducción”.
- Los contratos de duración indefinida son aquellos que nacen sin que las partes fijen un
plazo expreso o tácito de vigencia de los mismos, teniendo éstas la pretensión de que se
prolonguen en el tiempo, por períodos extensos: es el caso de sociedades que se pactan a
duración indefinida. La duración indefinida no implica, en modo alguno, perpetuidad.
término indefinido, la extinción por caso fortuito o fuerza mayor de la obligación de una de
las partes extingue la obligación de la contraparte.
b. Nada obsta resciliar un contrato de ejecución diferida, siempre que reste por cumplir al
menos una obligación;
- Contratos individuales son aquellos que requieren el consentimiento unánime de las partes
a quienes vincularán. El contrato individual solamente crea derechos y obligaciones para los
que consintieron en él. Es el tipo normal de contrato.
- Contratos colectivos son aquellos que crean obligaciones para personas que no concurrieron
a su celebración, que no consintieron o que incluso se opusieron a la conclusión del contrato.
Representan por ende una excepción al principio del efecto relativo de los contratos, dado
que en este caso la convención no afecta exclusivamente a quienes la celebraron. Ni el
número de las partes ni la naturaleza de los intereses en juego, determina que el contrato deba
considerarse colectivo. Lo sustantivo es que afecta a una colectividad o grupo de individuos
que no necesariamente han concurrido a su celebración, por el hecho de pertenecer a dicha
colectividad o grupo.
- El contrato de adhesión es aquel cuyas cláusulas son redactadas por una sola de las partes,
limitándose la otra a aceptarlas en bloque, adhiriéndose a ellas. Nuestro Código Civil no
reglamenta los contratos de adhesión, pero cada día han ido cobrando mayor fuerza. Por
ejemplo: los contratos suscritos con Isapres, Administradoras de Fondos de Pensiones,
compañías de seguros, de cuenta corriente bancaria, de líneas de crédito bancarias o abiertas
en casas comerciales, etc.
1º Se trata de contratos estrictos o rígidos, en el sentido que el adherente nada puede cambiar,
se encuentra ante un “contrato-tipo”. Existe un obvio desequilibrio en el poder negociador
de los contratantes. El destinatario de la oferta, siendo el más débil, no puede discutirla,
circunscribiéndose a aceptarla. Esta característica engloba los elementos de predisposición o
redacción anticipada del contrato y de imposición de sus cláusulas.
- En parte como un modo de impedir o al menos morigerar la eventual inequidad que supone
para una de las partes el contrato de adhesión, se promulgó la Ley número 19.496, que
establece normas sobre protección de los derechos de los consumidores.
- Contrato preparatorio o preliminar es aquel mediante el cual las partes estipulan que en
el futuro celebrarán otro contrato, que por ahora no pueden concluir o que está sujeto a
incertidumbre, siendo dudosa su factibilidad.
- Contrato definitivo es aquel que se celebra cumpliendo con la obligación generada por el
contrato preparatorio. Tal obligación es de hacer, y consiste en suscribir, dentro de un plazo
o si se cumple una condición, el futuro contrato.
2. El contrato de corretaje o mediación (en este caso, la obligación que asume una de las
partes es con el corredor o intermediario, y no con la otra parte actual o futura, con la que
celebrará el contrato definitivo);
Las consecuencias más importantes de los contratos “intuitu personae” son las
siguientes:
1. La esencialidad del error en la persona del otro contratante, que dará derecho a solicitar la
rescisión del contrato;
2. La pretensión del otro contratante a que el contrato sea ejecutado personalmente por la
contraparte y no por otros, con el consiguiente derecho de rehusarse a recibir la prestación si
ésta fuese obra de otra persona;
- En efecto, las del contrato dirigido, del contrato forzoso y del contrato-tipo, afectan al
principio de la libertad contractual; la del contrato-ley refuerza el principio de la fuerza
obligatoria del contrato y la del autocontrato extiende éste principio; la del subcontrato, la
del contrato por persona a nombrar y la del contrato por cuenta de quien corresponda alteran
o extienden el principio del efecto relativo del contrato.
- En el Derecho nacional, respecto del contenido o los efectos de la convención, son contratos
dirigidos, por ejemplo:
1. El contrato de trabajo;
2. El contrato de matrimonio; y
¿Cuándo nos encontramos realmente ante un contrato forzoso? Por cierto, no es suficiente
un mandato de la ley en orden a cumplir con una determinada conducta, como ocurre por
ejemplo con las normas que obligan al pago de alimentos a favor de ciertas personas. En este
caso, la ley no genera ningún vínculo contractual. Para que tal ocurra, la norma, además de
contener un mandato legal, debe señalar que los sujetos involucrados han de entenderse
llamados a una relación contractual que ellos mismos deben acto seguido originar (contrato
forzoso propiamente tal) o lisa y llanamente concernidos en una relación contractual que el
propio legislador crea e impone (contrato forzoso ficto).
1.- El del artículo 89 del Código Civil, en la muerte presunta, para entrar en posesión
provisoria de los bienes del desaparecido: “Cada uno de los poseedores provisorios prestará
caución de conservación y restitución…”.
2.- El del artículo 775 del Código Civil, en el usufructo: “El usufructuario no podrá tener la
cosa fructuaria sin haber prestado caución suficiente de conservación y restitución…”.
3.- El del artículo 374, inciso 1°, del Código Civil, relativo a las guardas: “Para discernir la
tutela o curaduría será necesario que preceda el otorgamiento de la fianza o caución a que el
tutor o curador esté obligado.”
El contrato tipo: Es un acuerdo de voluntades en cuya virtud las partes predisponen las
cláusulas de futuros contratos o las condiciones generales de la contratación.
El contrato ley: En virtud del mecanismo de los contratos leyes, el Estado garantiza que en
el futuro no modificará ni derogará ciertas franquicias contractuales vigentes.
- Esta clase de contratos suele estar asociada a garantizar a los inversionistas nacionales o
extranjeros la estabilidad de ciertas normas que regulan una actividad económica, con el
objeto de impedir un cambio sustancial en las reglas, que afecte la expectativa de utilidades
considerada por dichos inversionistas.
- Ejemplo de contrato ley: la Ley número 18.392, de 1985, que establece por 25 años un
régimen de franquicias tributarias y aduaneras en favor de las empresas que se instalen
físicamente en la 12ª Región.
- Decir que la voluntad es autónoma significa que ella es libre para crear los derechos y
obligaciones que le plazcan. La voluntad se basta a sí misma.
1º Principio del consensualismo. Principio según el cual los contratos se perfeccionan por el
mero consentimiento de las partes, a través de dos actos jurídicos unilaterales: la oferta y la
aceptación, entendiéndose formado el consentimiento al momento de que la aceptación ha sido
declarada.
3º Principio de la fuerza obligatoria de los contratos “El contrato es ley para las partes”,
por lo tanto, debe cumplirse al tenor de lo pactado, respetando lo que se desprende de su
naturaleza y lo que por costumbre le correspondiere de acuerdo con la ley. Arts. 1545 y 1546.
a. El contrato reglamenta una situación jurídica particular y en principio sólo produce efectos
entre las partes. La ley en cambio contiene un mandato, prohibición o permiso de carácter
general y abstracto, que alcanza a todos cuantos se encuentren en los supuestos de hecho
previstos en la norma.
c. El contrato a menudo tiene vida efímera, pues está destinado a extinguirse apenas se
cumplan las obligaciones por él generadas. La ley, de ordinario, permanece en el tiempo.
d. Si una ley puede derogar expresa o tácitamente a otra ley, no siempre un contrato se deja
sin efecto mediante otra convención en sentido inverso, ya que existen contratos, como el de
matrimonio, en que es improcedente el mutuo disenso o resciliación; o en otros en que basta
un acto unilateral para ponerle término, como el desahucio en el contrato de arrendamiento,
o la revocación o renuncia en el mandato.
1. Desde el momento en que un contrato no contiene nada contrario a las leyes, ni al orden
público ni a las buenas costumbres, las partes están obligadas a respetarlo, a observarlo, como
están obligadas a observar la ley. El acuerdo que se ha formado entre ellas las obliga como
la ley obliga a los individuos. Dos aspectos derivan de esta primera consecuencia:
- Los contratos sólo pueden ser revocados por el consentimiento mutuo de los contratantes
(distractus o resciliación) o por las causas que la ley autoriza. Sólo de manera excepcional,
el contrato podrá terminar por la voluntad de una sola de las partes;
- Los contratos deben ser cumplidos de buena fe. Las partes deben, en el cumplimiento de la
convención, portarse honestamente, lealmente.
2. Por otra parte, el respeto a esta ley creada por la voluntad de los interesados se impone a
los jueces encargados de interpretarla. Estos últimos no pueden modificar los términos de la
convención ni cambiar sus elementos, como no podrían cambiar el texto de la ley, cuyo
cumplimiento tienen por misión asegurar.
4º Principio del efecto relativo de los contratos: Los contratos sólo generan derechos y
obligaciones para las partes contratantes que concurren a su celebración, sin beneficiar ni
perjudicar a los terceros. Para estos últimos los contratos ajenos son indiferentes. No les
empecen, no los hacen ni deudores ni acreedores.
Excepciones al efecto relativo de los contratos: Estamos ante excepciones al principio citado,
cuando un contrato crea un derecho o impone una obligación a un tercero absoluto. Tal es el
caso de los CONTRATOS COLECTIVOS, y de los acuerdos de mayoría adoptados por las
asambleas de copropietarios de edificios, o en general, en cualquiera comunidad. En estas
hipótesis surgen derechos y obligaciones para quienes no concurren a celebrar la convención
colectiva o incluso para quienes votan en contra.
- En materia de contratos, en los arts. 1842 y 1859 (los pactos de irresponsabilidad en casos
de evicción o de vicios ocultos de la cosa vendida, son ineficaces si el vendedor sabía que
existía la causa de evicción o el vicio oculto). Igual cosa, en los casos de los arts. 2110
(sociedad) y 2468 (acción pauliana).
b. La buena fe objetiva. A ella se remite el art. 1546, cuando establece que los contratos
deben ejecutarse de buena fe.
3. Como un criterio de conducta, conforme al cual deben ser cumplidas las obligaciones: en
la buena fe puede basarse, una ampliación del deber de prestación, más allá de los términos
resultantes del contexto del contrato o de la ley.
1. La nulidad deriva de infracciones legales o vicios que se producen al nacer el acto jurídico.
La inoponibilidad, en cambio, es independiente de la generación del contrato; el contrato es
válido, pero otras circunstancias determinan su ineficacia frente a terceros. Vale decir, sus
causas son diversas.
2. La nulidad produce efectos tanto entre las partes que celebraron el acto anulado cuanto
respecto de terceros. La inoponibilidad dice relación exclusivamente con los terceros.
3. La nulidad es una sanción de orden público y, por ende, no puede renunciarse de antemano.
La inoponibilidad, establecida únicamente en beneficio de los terceros que pueden invocarla,
es de orden privado. Los terceros, entonces, pueden renunciar al derecho a impetrarla.
Causales de inoponibilidad.
2º Inoponibilidad por falta de fecha cierta: Por regla general, los instrumentos privados son
inoponibles a terceros respecto a la fecha en la cual aparecen suscritos, atendiendo a que es
posible antedatarlos o postdatarlos, careciendo por tanto de certeza en cuanto a su fecha. Pero
esta regla no puede ser absoluta. Existen ciertas circunstancias que permiten fijar con toda
claridad la fecha de un instrumento privado: art. 1703 (en relación a los arts. 419 y 430 del
COT).
- Esta es una acción de inoponibilidad, ya que el contrato que se revoca no tiene eficacia
frente al acreedor perjudicado por el fraude.
- Pueden invocarla sólo aquellos terceros a quienes la ley ha intentado proteger, vale decir, a
quienes perjudican los efectos del acto o la nulidad del mismo.
- Por regla general, la inoponibilidad puede invocarse contra todo aquel que intente valerse
del acto o de su nulidad. Excepcionalmente, la inoponibilidad por fraude no alcanza a terceros
adquirentes a título oneroso, que están de buena fe
Forma de hacer valer la inoponibilidad: Por regla general, será a través de una excepción.
En lo que respecta a las inoponibilidades por fraude o por lesión de las legítimas, deben
hacerse valer como acción. El tercero deberá interponer la acción Pauliana o la acción de
reforma de testamento, respectivamente.
Extinción de la inoponibilidad.
2. Por la renuncia expresa o tácita del tercero (dado que la inoponibilidad mira a su personal
interés). Habrá renuncia tácita, cuando no se interponga la acción respectiva, en aquellos
casos en que la inoponibilidad debe hacerse valer por vía de acción
3. Por prescripción, en todos aquellos casos en que debió hacerse valer como acción.
b. Cuando siendo claros sus términos, no se concilian con la naturaleza del contrato o con la
verdadera intención de las partes, que aparece manifiesta; y
c. Cuando relacionando las cláusulas del contrato, surgen dudas acerca del alcance particular
de alguna o algunas de ellas.
- De esta forma, cuando no estamos ante ninguna de las tres hipótesis mencionadas, lo que
debe hacer el juez no es interpretar, sino sencillamente aplicar el contrato.
Métodos de interpretación.
b. Método objetivo: Plantea que no interesa la voluntad que tuvieron las partes al concluir el
contrato, debiendo fijarse el alcance de las cláusulas discutidas de acuerdo con el sentido
normal de la declaración, de manera que los efectos jurídicos serán los que cualquier hombre
razonable atribuiría a la convención. En otras palabras, la declaración de voluntad tiene un
valor en sí, con autonomía o independencia de la intención de los contratantes. No debe
indagarse entonces la intención de los contratantes, sino un alcance que debe atribuirse a la
declaración, atendiendo a la costumbre, usos corrientes o prácticas usuales de los negocios.
Lo anterior demuestra que el método objetivo de interpretación está directamente vinculado
con la buena fe objetiva.
1. Regla de la aplicación restringida del texto contractual: art. 1561: “Por generales que sean
los términos de un contrato, sólo se aplicarán a la materia sobre que se ha contratado.”
3. Regla del objetivo práctico o utilidad de las cláusulas: art. 1562: “El sentido en que una
cláusula pueda producir algún efecto, deberá preferirse a aquel en que no sea capaz de
producir efecto alguno.”
- Si una cláusula por su ambigüedad o por su oscuridad puede llevar a dos conclusiones
distintas, pero una de estas no tiene significado alguno y solamente alguna de ellas puede
producir algún efecto, deberá preferirse esta última interpretación, porque es lógico suponer
que las partes estipularon esa cláusula para que produjera algún efecto.
4. Regla del sentido natural: art. 1563, inciso 1º: “En aquellos casos en que no apareciere
voluntad contraria deberá estarse a la interpretación que mejor cuadre con la naturaleza del
contrato.”
5. Regla de la armonía de las cláusulas: art. 1564, inciso 1º: “Las cláusulas de un contrato se
interpretarán unas por otras, dándose a cada una el sentido que mejor convenga al contrato
en su totalidad.”
- Cualquier intérprete, comienza por observar el conjunto o la totalidad de aquello que debe
interpretar. Normalmente, las cláusulas de un contrato se hallan subordinadas unas a otras.
Así como la ley debe interpretarse de manera que haya entre todas sus disposiciones la debida
correspondencia y armonía, porque la ley forma un todo que persigue un fin general, de la
misma manera los contratos forman un todo único, que desde la primera hasta la última
cláusula tienen un mismo objeto. Por ello, el juez no puede interpretar aisladamente.
6. Regla de la interpretación de un contrato por otro: art. 1564, inciso 2º: “Podrán también
interpretarse (las cláusulas de un contrato) por las de otro contrato entre las mismas partes y
sobre la misma materia.”
- Se puede recurrir a otros contratos celebrados por las mismas partes sobre idéntica materia.
8. Regla de las cláusulas usuales: art. 1563, inciso 2º: “Las cláusulas de uso común se
presumen aunque no se expresen.”
9. Regla de la última alternativa: art. 1566: “No pudiendo aplicarse ninguna de las reglas
precedentes de interpretación, se interpretarán las cláusulas ambiguas a favor del deudor. /
Pero las cláusulas ambiguas que hayan sido extendidas o dictadas por una de las partes, sea
acreedora o deudora, se interpretarán contra ella, siempre que la ambigüedad provenga de la
falta de una explicación que haya debido darse por ella.”.
Importancia práctica:
10. Genera una acción de carácter mueble: la acción para exigir el cumplimiento del contrato
prometido tiene carácter mueble, aunque tal contrato sea el de compraventa de inmuebles.
En efecto, con tal acción no se reclama la entrega de un bien raíz, sino el cumplimiento de
una obligación de hacer, y los hechos que se deben se reputan muebles. En consecuencia, es
competente para conocer de la mencionada acción, si no hay estipulación en contrario, el juez
del domicilio del demandado.
a. No pueden exigirse para la promesa de un contrato los mismos requisitos que la ley impone
al contrato prometido.
b. Son dos contratos, y cada uno con su objeto preciso. El objeto del contrato de promesa es
la celebración del contrato prometido; y el objeto del último será el que corresponda a su
naturaleza.
1. Dado que es un contrato, debe reunir en primer lugar todos los requisitos generales de
existencia y de validez de todo contrato.
2. Debe cumplir con los requisitos particulares del art. 1554. De faltar alguno de estos, la
promesa será inexistente, o en opinión de otros adolecerá de nulidad absoluta (han sido
exigidos en consideración a la naturaleza del contrato).
Art. 1554. La promesa de celebrar un contrato no produce obligación alguna; salvo que
concurran las circunstancias siguientes:
- De igual forma, el contrato de promesa no puede probarse por ningún otro medio probatorio
que no sea el instrumento mismo que se exige por vía de solemnidad; no procede ni siquiera
la confesión de parte.
1º El art. 1554 exige que la promesa conste por escrito, y “escrito” es todo documento. Si se
aceptara que la promesa debe constar por escritura pública, se llegaría a la conclusión de que
“escrito” es sinónimo de “escritura pública”, lo que es contrario a la ley.
2º El art. 1801 exige escritura pública para la venta de inmuebles, y como las solemnidades
son excepcionales y deben aplicarse restrictivamente, no pueden extenderse al contrato de
promesa.
3º Aceptar que la promesa de venta de un bien raíz requiere escritura pública, significa
aceptar que no existe la debida correspondencia o armonía en un mismo artículo, ya que
exigiéndose en el número 1 del art. 1554 escritura pública, sería ilógico el número 4 del
mismo artículo, que establece que pueden faltar en la promesa las solemnidades del contrato
prometido (y la primera de ellas es la escritura pública). Siendo la promesa y el contrato
prometido dos convenciones diferentes, el legislador no ha entendido someter a la una a las
solemnidades propias del otro.
4º En los casos en los cuales la ley ha querido que la promesa se celebre por escritura pública,
así lo ha dispuesto expresamente, por ejemplo, en el caso del artículo 1204, referido a la
promesa de no disponer de la cuarta de mejoras.
2. Que el contrato prometido no sea de aquellos que las leyes declaren ineficaces: Vale decir,
que el contrato prometido no adolezca de vicios de nulidad. Por eficacia del contrato
prometido debe entenderse, en un sentido amplio, que éste produzca efectos jurídicos, que
establezca un vínculo de derecho entre los contratantes.
- Cabe precisar que la ley se refiere a los contratos ineficaces o nulos por incumplimiento de
requisitos de fondo, no de forma, dado que los últimos perfectamente pueden cumplirse al
celebrar el contrato prometido. Por ello, es válida la promesa de compraventa de bienes de
incapaces, en la que se omite la autorización judicial, sin perjuicio que esta no puede faltar
al celebrar el contrato definitivo.
- A pesar de lo establecido en el art. 1464 número 3, en relación con el art. 1810, nada obsta
a que pueda celebrarse un contrato de promesa referido a bienes embargados u objeto de
medidas precautorias, sin perjuicio que tales embargos o prohibiciones se alcen antes o al
momento de celebrar el contrato prometido.
3. Que la promesa contenga un plazo o condición que señale la época de la celebración del
contrato prometido: Nada impide fijar copulativamente una condición y un plazo, o primero
la una y para el caso de que ésta falle, o en su defecto, el otro.
- Naturaleza del Plazo: ¿Plazo suspensivo o extintivo?: Para la mayoría de los autores, se
trata de un plazo suspensivo, es decir, posterga la exigibilidad de las obligaciones derivadas
de la promesa. Vencido el plazo, nace el derecho de exigir el cumplimiento de la obligación
de celebrar el contrato prometido, incluso recurriendo a la justicia de ser necesario. Aunque
en la promesa se estipule que el contrato prometido debe celebrarse “a más tardar” en cierta
-Distinta es la situación si en la promesa las partes acuerdan que el contrato definitivo debe
celebrarse dentro de cierto plazo y que vencido éste, dicha promesa quedará sin efecto. Tal
estipulación constituye simplemente un pacto comisorio o una condición resolutoria
ordinaria, según los términos en que esté estipulada la cláusula.
¿Plazo expreso o tácito?: Nada obsta a que se estipule un plazo tácito. Así, por ejemplo, las
partes podrían convenir que celebrarán el contrato de compraventa de una máquina trilladora,
cuando termine el proceso de cosecha.
Respecto de la condición.
4. Que en la promesa se especifique de tal manera el contrato prometido, que sólo falten para
que sea perfecto, la tradición de la cosa, o las solemnidades que las leyes prescriban.
- Además, tal figura sería nula, puesto que estaríamos ante una condición potestativa que
consistiría en la mera voluntad de la persona que se obliga (se trataría de una condición
meramente potestativa suspensiva del deudor).
- Los preceptos sobre lesión enorme de los arts. 1888, 1889 y 1896 del CC. dicen relación
directa y exclusivamente con un contrato de compraventa ya celebrado. No cabe, pues, atacar
por dicha lesión un contrato de promesa de venta. No puede excepcionarse el demandado,
- En este punto, tiene importancia el título en que consta la promesa. Si consta en un título
ejecutivo (escritura pública), podrá solicitarse su cumplimiento de acuerdo con las normas
del juicio ejecutivo de obligación de hacer. En caso contrario, deberá prepararse la vía
ejecutiva o promoverse previamente una acción ordinaria destinada a declarar la existencia
de la obligación de celebrar determinado contrato.
- Siendo la obligación que emana del contrato de promesa una obligación de hacer, tiene
carácter indivisible. Por tanto, si los deudores son varios, cada uno de ellos puede ser
obligado a satisfacer la obligación en el todo. Desde el punto de vista de los acreedores, todos
los comuneros, y no sólo uno o algunos de ellos, deben solicitar el cumplimiento del contrato
de promesa.
- Se ha planteado también ante los tribunales, en qué circunstancias cabe oponer por el
demandado la excepción de contrato no cumplido, cuando el actor exige el cumplimiento del
contrato de promesa. Se puntualiza que la mencionada excepción no puede oponerse por una
de las partes si ella nada hizo para que se suscribiera el contrato prometido, obligación
primordial suya que no cumplió. Basta tal mora para que no pueda aprovecharse de dicha
excepción, que se rige por los principios generales del Derecho.
1. Es bilateral: puesto que las partes contratantes se obligan recíprocamente desde su origen;
se trata de un contrato sinalagmático perfecto, en el que el vendedor se obliga a dar o entregar
la cosa y el comprador a pagar el precio. Estas obligaciones son de la esencia de la
compraventa, y sin ellas el contrato no produce efectos civiles o degenera en otro contrato
diferente.
- Como veremos, el vendedor también tiene la obligación de sanear la evicción y los vicios
redhibitorios y el comprador la obligación de recibir la cosa, pero tales obligaciones son de
la naturaleza de la compraventa, puesto que pueden suprimirse expresamente.
2. Es oneroso: por las prestaciones recíprocas que engendra, imponiéndose ambas partes un
gravamen y obteniendo ambas partes un beneficio.
6. Es nominado o típico: porque está reglamentado en la ley, nada menos que en 103 artículos.
7. En general, es de ejecución instantánea: pero nada obsta a que se trate de una compraventa
en la que las obligaciones se cumplan dentro de ciertos plazos y, por ende, en tal caso
estaremos ante un contrato de ejecución sucesiva o progresiva.
8. La venta no es enajenación, sino mero título traslaticio de dominio. El solo contrato genera
derechos personales, sirve de antecedente para la posterior transferencia del dominio (artículo
703 del Código Civil). En consecuencia, si no ha existido tradición en favor del comprador,
éste no adquiere el dominio ni la posesión de la cosa comprada.
- Cabe precisar, al tenor del art. 1793, que la frase “dar una cosa”, no es del todo correcta,
siendo preferible haber empleado la frase “entregar una cosa”. En efecto, al emplear el
legislador la expresión “dar una cosa”, pareciera indicar que el vendedor transfiere el dominio
de la cosa por el contrato, toda vez que tal es la obligación de dar; por el contrario, la
obligación de entregar no supone transferencia de dominio y por tanto puede contraerla o
asumirla quien no es dueño, puesto que en definitiva implica pasar la tenencia.
- Ahora bien, a la luz del art. 1824, la obligación que contrae el vendedor es la de entregar la
cosa y en ningún caso el hacer propietario al comprador. Lo normal será sin embargo que al
entregar la cosa se verifique la tradición.
1. Una cosa.
2. Un precio.
3. Consentimiento.
- Regla general: por el solo acuerdo de voluntades. Por excepción, es un contrato solemne
(art. 1801). Por ende, salvo en aquellos casos señalados en la ley, la compraventa se
perfecciona con la oferta y la aceptación, de conformidad a las reglas establecidas en el C.
de Comercio.
1. De bienes raíces;
2. De servidumbres;
3. De censos;
4. De derechos hereditarios.
- Además de esta solemnidad general, hay otras solemnidades que deben observarse en
ciertos contratos de compraventa: así, por ejemplo, en la venta de bienes raíces de ciertos
incapaces es necesaria la autorización judicial; y en otros casos es necesaria realizarla por
pública subasta (art. 394). Estas formalidades especiales no son requisitos generadores del
contrato de compraventa, no son solemnidades exigidas en consideración a la naturaleza del
contrato, sino al estado o calidad de las personas que en él intervienen. Por ello, la omisión
de estas formalidades no acarrea nulidad absoluta sino nulidad relativa. Se trata, en este caso,
de formalidades que atienden no a la existencia misma del contrato, sino a su validez.
1. Sobre la cosa objeto del contrato: no debe existir error en la identidad, calidad esencial o
sustancia de la cosa.
2. El precio a pagar por la cosa: debe ser el mismo para vendedor y comprador.
3. Sobre la propia venta: no debe haber dudas acerca del contrato, pues de lo contrario,
estaríamos también ante un caso de error esencial u obstáculo
LAS ARRAS. Arts. 1803 a 1805. Se llama “arras” la cantidad de dinero o cosas muebles que
una de las partes entrega a la otra en prenda de la celebración o ejecución del contrato, o
como parte del precio o en señal de quedar convenidas.
Clases de arras.
Pueden darse:
1. En prenda de la celebración o ejecución del contrato: En este caso, las arras operan como
una garantía. Se llaman también “penitenciales”. Tienen la virtud de dar a cada una de las
partes el derecho a retractarse del contrato que han celebrado.
2. Como parte del precio o en señal de quedar convenidas las partes: En este caso, las arras
se dan para dejar constancia de que las partes han quedado definitivamente convenidas. No
hay en este caso derecho a retractarse. Para que estemos en esta hipótesis, es necesario que
en la escritura pública o privada se haya expresado que las arras se dan como parte del precio
o en señal de quedar convenidas las partes. A falta de este requisito (es decir, si ninguna de
estas expresiones consta por escrito), se presumirá de derecho que las arras dan a las partes
el derecho a retractarse, entendiéndose que se han dado como garantía.
- Importante destacar que sólo tienen aplicación cabal cuando la compraventa es consensual
y no así en las compraventas solemnes.
- Serán de cargo del vendedor, salvo pacto en contrario. Cuando se trata de una escritura de
compraventa de un inmueble, conviene entonces estipular que los gastos de escritura serán
soportados en partes iguales y los de inscripción serán de cargo del comprador.
LA COSA VENDIDA: No puede faltar la cosa vendida, pues de otra manera faltaría el
objeto de la obligación del vendedor y carecería de causa la obligación del comprador: no
habiendo objeto y causa para los contratantes, no hay contrato o éste adolece de nulidad
absoluta.
- Recordemos que una cosa es comerciable, cuando puede ser objeto de una relación jurídica,
cuando puede radicarse en el patrimonio de una determinada persona. Por regla general, las
cosas comerciables son también enajenables, pero excepcionalmente, puede ocurrir que la
cosa, no obstante, su carácter comerciable, a pesar de estar incorporada al patrimonio de una
persona, no pueda transferirse. Tal acontece con los derechos personalísimos.
- De tal forma, para que una cosa comerciable pueda venderse, deberá también ser enajenable.
Sobre el particular, el art. 1810 dispone que pueden venderse todas las cosas corporales o
incorporales, cuya enajenación no esté prohibida por la ley.
- Recordemos también que, para la mayoría de los autores, el art. 1810 no se aplicaría a los
casos contemplados en los números 3 y 4 del art. 1464, sino que sólo a los casos de los
números 1 y 2 del mismo precepto, pues los primeros corresponderían a normas imperativas
de requisito y los últimos a normas prohibitivas. En consecuencia, podría venderse una cosa
embargada, por ejemplo, sin autorización del juez ni el consentimiento del acreedor, sin
perjuicio que mientras subsista el embargo, no podrá verificarse la tradición, a menos que se
otorgue dicha autorización o se preste tal consentimiento.
- Si la cosa que se vende fuere indeterminada, no habrá contrato, porque no habrá una cosa
sobre la que recaiga la obligación del vendedor. La determinación de la cosa debe ser a lo
menos en cuanto a su género.
- En cuanto a la cantidad, también se aplican las reglas generales relativas al objeto de toda
obligación, contenidas en el art. 1461: la cantidad debe ser determinada o determinable, y en
este último caso, a partir de reglas o datos contenidos en el contrato por acuerdo de las partes,
y que sirvan para determinarla.
- La cosa vendida debe ser también singular: art. 1811. La ley no acepta que se venda una
universalidad jurídica. Puede sí una persona vender todo lo que tiene o lo que espera tener,
pero enumerando sus bienes, y desde ese momento, estamos ante una venta a título singular.
Tres son los requisitos que deben concurrir en la venta de todos los bienes de una persona:
a. Si la cosa ha dejado de existir al tiempo de celebrar el contrato, no puede nacer éste por
falta de objeto sobre que recaiga la obligación del vendedor: art. 1814, 1º.
b. Pero también puede ocurrir que las partes celebren el contrato sabiendo que la cosa no
existe, pero esperando que llegue a existir (art. 1813). El contrato será válido, pero también
debemos distinguir, según la forma en que se redacten sus estipulaciones, si estamos ante un
contrato condicional o puro y simple, aunque aleatorio. La regla general es el contrato
condicional, y lo excepcional el aleatorio.
- Habría en este caso nulidad absoluta, por falta de causa en la obligación del comprador.
- Cabe precisar que, para configurarse la nulidad, el comprador debe tener un dominio
absoluto y pleno sobre la cosa. Por ello, es válida la venta que hace el fideicomisario al
fiduciario. En virtud de tal venta, el fiduciario se evita cumplir la obligación de restituir la
cosa al fideicomisario al cumplirse la condición.
- Es válida:
b. Porque habiendo una cosa sobre la que recaiga el consentimiento de las partes que sea
determinada o determinable y lícita, el contrato puede formarse válidamente.
2. Pero si el vendedor entregó la cosa ajena al comprador, el dueño tiene a salvo su derecho
para reivindicar la cosa de manos del comprador mientras éste no la adquiera por
prescripción. Si el dueño de la cosa la reivindica antes que se extinga su derecho, el
comprador está autorizado a llamar o citar al vendedor a fin de que comparezca al juicio y
asuma la defensa del comprador; y si el vendedor no puede defender exitosamente al
comprador, éste tiene derecho a ser indemnizado por los perjuicios que se le originen,
restituyendo la cosa al dueño (restitución que no supone pago, por parte del reivindicante,
del precio que pagó el comprador derrotado, pues no hay entre el dueño y dicho comprador
vínculo jurídico alguno. Todo lo anterior, según analizaremos en el ámbito de la obligación
de saneamiento de la evicción.
- Si el comprador logra adquirir la cosa por prescripción antes de que accione el primitivo
dueño, el último habrá perdido el dominio de la cosa definitivamente.
- Al ratificarse la venta por el dueño, éste toma sobre sí las obligaciones del vendedor, y el
contrato se entenderá como celebrado entre él y el comprador.
- La ratificación podría ser expresa o tácita. Operará la última, por ejemplo, en el caso
previsto en el artículo 898 del Código Civil, cuando el dueño, recibe del enajenador, lo que
se le dio a éste por la cosa.
- En este caso, la tradición había operado sin intervención de la voluntad del primitivo dueño,
y por ende se trató de venta de cosa ajena. En este caso, si quien vendió llega a ser dueño
después de celebrar el contrato de venta, la ley entiende que la tradición hecha en favor del
primer comprador surte todos sus efectos, desde la fecha en que ella se efectuó, y no desde
la fecha en que el vendedor llegó a ser dueño.
EL PRECIO: es el dinero que el comprador se obliga a dar por la cosa, de acuerdo al art.
1793.
Requisitos:
1. Debe consistir en dinero;
el precio, puede ser novada, acordando las partes que se pague de otra forma, o pueden las
partes acordar que la obligación se cumpla dando en pago un determinado bien (en este
último caso, debe pactarse inicialmente que el precio se pagará en dinero efectivo;
posteriormente, ante la imposibilidad del comprador de disponer de la suma adeudada, podrá
convenirse en que opere la dación en pago. Si se pactare desde un comienzo que el precio
será satisfecho con otra cosa, estaríamos ante una permuta). Lo esencial es que, al momento
de celebrarse el contrato, el precio se fije en dinero.
- Puede ocurrir que el precio consista parte en dinero, parte en otra cosa. En este caso, habrá
que aplicar el art. 1794, para determinar si hay compraventa o permuta. Si el dinero vale más
que la cosa habrá compraventa, y a la inversa, permuta. Si la cosa y el dinero valen lo mismo,
habrá compraventa, pues el artículo 1794 dice que para haber permuta, la cosa debe valer
“más” que el dinero.
- El precio debe ser fijado de tal manera, que se manifieste que realmente el vendedor tiene
derecho a exigirlo y el comprador la obligación de pagarlo. Por este motivo, no es precio real
el que es simulado (cuando tiene por objeto, por ejemplo, simular una donación); tampoco
es real el precio irrisorio y ridículo, aquél que, por su falta de proporción con el valor de la
cosa vendida, pone de manifiesto que las partes no han tenido el propósito serio de que sea
exigido.
- Si bien el precio debe ser real y serio, no es menester que sea justo; precio justo es el que
equivale al valor de la cosa, en oposición a precio vil, que no refleja tal equivalencia. La
vileza del precio no obsta, por regla general, a la validez del contrato de compraventa. Sólo
excepcionalmente, en la compraventa de inmuebles, la ley exige una justicia relativa en el
precio, operando la lesión enorme cuando existe una desproporción grave en las prestaciones,
es decir, en el precio y en el valor del inmueble.
- Sea determinado o determinable, el precio no puede quedar al arbitrio de uno solo de los
contratantes, porque es de la esencia de la compraventa que las partes sepan, desde el
momento de celebrar el contrato, a qué se obligan.
- La regla general a este respecto, es que son capaces para celebrar el contrato de compraventa
todas las personas a quienes la ley no declara inhábiles para celebrar este contrato o
cualquiera otro contrato en general. De lo anterior resulta que, para celebrar válidamente el
contrato de compraventa, se requiere una doble capacidad: arts. 1795 (Regla general en
materia de capacidad en la compraventa), 1446 (Regla general de capacidad) y 1447 (Señala
quienes son incapaces)
- Ninguna influencia tendrá en esta materia el régimen de bienes que vincule a los cónyuges:
sea este el de sociedad conyugal, separación de bienes o participación en los gananciales, la
compraventa será nula.
- Se trata de una incapacidad especial doble, tanto para comprar como para vender.
- Nada impide sin embargo que los cónyuges puedan darse bienes en pago de sus obligaciones
recíprocas. La jurisprudencia ha sido uniforme en aceptar la dación en pago entre cónyuges.
Esta prohibición también es doble, para comprar y vender, y su infracción acarrea nulidad
absoluta.
4º Prohibición de comprar ciertos bienes que pesa sobre los empleados públicos: primera
parte.
- Al empleado público se prohíbe comprar los bienes que se vendan por su ministerio, sean
estos bienes públicos o particulares.
Estamos ante una prohibición simple, para comprar, cuya infracción acarrea nulidad absoluta.
- El art. 1798 no impide que los abogados o procuradores adquieran los derechos litigiosos
en los juicios en que intervienen, porque lo que la ley les prohíbe comprar son los bienes que
se vendan a consecuencia del litigio
- La infracción al art. 1798 origina nulidad absoluta. Se trata de una incapacidad especial
simple, sólo para comprar.
6º Compra de los bienes del pupilo, hecha por sus tutores o curadores: art. 1799. El art.
aplicable a la materia es el 412, que distingue entre bienes muebles e inmuebles.
- Dicho precepto impide la compra de bienes muebles del pupilo por el tutor o curador, su
cónyuge, parientes mencionados en el artículo o alguno de sus socios, sin la autorización de
los otros tutores o curadores generales que no estén implicados de la misma manera, o por el
juez en subsidio.
- A su vez, el inciso 2º del art. 412 prohíbe en términos absolutos al tutor o curador comprar
bienes raíces del pupilo, o tomarlos en arriendo. Se extiende la prohibición, que ni aún el juez
puede levantar, al cónyuge, ascendientes o descendientes del tutor o curador.
- En el inciso 1º del art. 412, estamos ante una norma imperativa de requisito, cuya infracción
ocasiona nulidad relativa por omisión de una formalidad habilitante, mientras que en el inciso
2º del precepto nos encontramos ante una norma prohibitiva, cuya infracción origina nulidad
absoluta por objeto ilícito (art. 1466).
El art. 2144, en las normas del mandato, establece una doble limitación:
- Pero en uno y otro caso, el mandante puede autorizar expresamente que el mandatario
compre para sí o venda de lo suyo, lo que el primero le ordenó vender y comprar,
respectivamente. La norma no es entonces prohibitiva, sino imperativa de requisito. Por ello,
y considerando además que las limitaciones están establecidas para proteger los intereses del
mandante, su infracción produce nulidad relativa y no absoluta.
- En cuanto a los albaceas, la situación es distinta. Se aplican las normas del Art. 412 respecto
de tutores y curadores.
- De estas obligaciones, y de acuerdo con art. 1793, sólo son de la esencia del contrato de
compraventa la obligación del vendedor de entregar la cosa y la obligación del comprador de
pagar el precio. Las demás son de la naturaleza del contrato, es decir, no requieren cláusula
expresa, pero las partes pueden excluirlas del contrato. Además de las mencionadas, las
partes también pueden pactar obligaciones accidentales, de acuerdo con las reglas generales.
- Ahora bien, como la compraventa es un contrato que reporta beneficios a las dos partes, el
vendedor responde hasta de la culpa leve, de acuerdo al art. 1547, de manera que debe
emplear en el cuidado de la cosa la diligencia de un buen padre de familia, o sea, aquella
diligencia o cuidado que los hombres emplean ordinariamente en sus negocios propios; y es
por lo tanto, responsable de los deterioros o de la pérdida de la cosa en el tiempo que media
entre la celebración del contrato y la entrega, producidos por un hecho o culpa suya.
1) Cuando las partes expresamente han pactado que será de cargo del vendedor la pérdida o
deterioro que sobrevenga aún por caso fortuito;
2) Cuando la venta es condicional (art. 1820), repitiéndose la regla general del art. 1486. En
este caso, la compraventa no puede formarse por falta de objeto y por lo tanto el comprador
no está obligado a pagar el precio.
3) En la venta al peso, cuenta o medida en que las operaciones de pesar, contar o medir tienen
por objeto determinar la cosa vendida, la pérdida, deterioro o mejoras pertenecen al
comprador solamente desde el momento en que se realizan tales operaciones.
4) En la venta al gusto, los riesgos son del comprador desde que manifiesta que la cosa le
agrada. Antes, son de cargo del vendedor.
- En estos casos, no pertenecerán los frutos al comprador, sino vencido el plazo o cumplida
la condición.
En el caso de Bienes raíces: ¿Basta con la inscripción del título en el Registro del
Conservador, o es necesario que el vendedor haga entrega material del predio al
comprador?
- No hay duda que, el vendedor está obligado a hacer ambas cosas o entregas, esto es, tanto
la entrega legal que hace por medio de la inscripción, como la entrega material de la cosa
vendida. Si el vendedor sólo se limita a la entrega legal y no hace la material, no ha cumplido
cabalmente con su obligación de entrega. La doctrina y la jurisprudencia mayoritaria
concluyen que ha de efectuarse entrega legal y material, atendiendo a diversas razones:
1º La obligación de cumplir los contratos de buena fe, que impone el art. 1546, y dentro de
la buena fe con que debe cumplirse el contrato de compraventa, se comprende que lo que el
comprador desea es la posesión material de la cosa.
4º Por último, el CC. habla expresamente de la entrega real de la cosa, al tratar de los plazos
en que prescribe la acción de saneamiento por vicios redhibitorios: señala que el plazo se
contará desde la entrega real de la cosa.
- Pero, para que el comprador pueda ejercer este derecho alternativo, se ha indicado que es
necesario que haya pagado el precio, o que esté llano a pagarlo o que haya estipulado pagar
a plazo
Lugar de la entrega.
- A falta de estipulación expresa, se seguirán las reglas generales del pago: así, si la cosa es
especie o cuerpo cierto, se entregará en el lugar en que existía al tiempo de la compraventa;
si la venta es de género, se entregará la cosa vendida en el domicilio del deudor (que es el
vendedor) al tiempo del contrato.
Gastos de la entrega.
- Son de cargo del vendedor y los gastos que demande el traslado de la cosa al lugar en que
definitivamente debe quedar, son de cargo del comprador.
- Dispone el art. 1828 que ha de entregarse “lo que reza el contrato”. Es decir, la cosa misma
que es objeto de la compraventa, y si se trata de un inmueble, deberá entregarse con todos
sus accesorios, que según el art. 570 y siguientes, se reputan inmuebles por destinación.
2º Pertenecen también al comprador los frutos naturales o civiles que la cosa vendida
produzca después de celebrado el contrato (lo anterior constituye una modificación a las
reglas, que establecen que los frutos pertenecen al dueño de la cosa que los produce; en la
Excepciones
1º Cuando las partes estipularon un plazo para entregar la cosa vendida: en este caso, los
frutos pertenecen al vendedor, hasta que venza el plazo;
2º Cuando la entrega de la cosa queda sujeta al cumplimiento de una condición: en este caso,
los frutos también pertenecen al vendedor, hasta el cumplimiento de la condición; y
3º Cuando las partes han acordado modificar las reglas generales, expresándolo así en el
contrato.
Art. 1824. Las obligaciones del vendedor se reducen en general a dos: la entrega o tradición,
y el saneamiento de la cosa vendida.
- Se desprende del art. 1824, que la segunda obligación que la compraventa impone al
vendedor es el saneamiento de la cosa vendida. El vendedor no cumple su obligación con la
sola entrega de la cosa al comprador, sino que es necesario además que la entregue en
condiciones tales, que el comprador pueda gozar de ella tranquila y pacíficamente, a fin de
que pueda obtener la utilidad que se propuso al celebrar el contrato.
- Puede suceder que después de entregada la cosa, no le sea posible al comprador usar y gozar
de la misma tranquila y pacíficamente, sea porque hay personas que tienen derechos sobre la
cosa vendida anteriores al contrato de compraventa y que de ejercerse importarían en la
práctica un menoscabo o despojo para el comprador; sea porque la cosa vendida adolezca de
vicios o defectos que la hagan inepta para obtener de ella la utilidad que el comprador se
proponía.
- La ley viene entonces en auxilio del comprador, y le da acción para obligar al vendedor a
que le proporcione el goce tranquilo y pacífico de la cosa vendida o si esto no fuere posible,
para que le indemnice los perjuicios. Estamos ante la ACCION DE SANEAMIENTO, que
busca precisamente sanear una cosa de los gravámenes o defectos de que adolece. La acción
entonces comprende dos objetos:
2º Reparar los defectos o vicios ocultos de que adolezca la cosa vendida, denominados
redhibitorios.
SANEAMIENTO DE LA EVICCIÓN.
Evicción: Arts. 1838 y 1839: privación del todo o parte de la cosa comprada que sufre el
comprador a consecuencia de una sentencia judicial, por causa anterior a la venta.
Requisitos de la evicción.
1º Que el comprador sea privado del todo o parte de la cosa comprada, a consecuencia de un
derecho que reclame un tercero. La privación puede ser total o parcial; es total, en el caso de
que el tercero sea dueño de toda la cosa o acreedor hipotecario del bien raíz; será parcial,
cuando el tercero sea comunero de la cosa, o cuando se le reconozca tener sobre ella un
usufructo, censo o servidumbre.
2º Que la evicción se produzca por sentencia judicial, que desposea total o parcialmente al
comprador de la cosa.
3º Que la privación que sufra el comprador tenga una causa anterior a la venta.
- Se comprende esta exigencia, porque de otra manera el despojo o la privación que sufre el
comprador no puede ser imputable a culpa o hecho del vendedor.
Citación de evicción: Interpuesta la demanda por el tercero en contra del comprador, nace
inmediatamente para el vendedor la obligación de amparar al comprador en la posesión y
goce de la cosa, amparo que se traduce en la intervención personal y directa del vendedor en
el juicio, asumiendo el rol del demandado. A fin de que esta intervención se efectúe, el art.
1843 establece que el comprador a quien se demanda la cosa vendida por causa anterior a la
venta deberá citar al vendedor para que comparezca a defenderlo.
Importancia.
3º Ordenada la citación, el juicio se suspende por 10 días, o por un término mayor, de acuerdo
con la tabla de emplazamiento.
- El comprador puede citar de evicción a una persona distinta del vendedor directo. El
comprador puede oponer la excepción de saneamiento no sólo a su vendedor o al vendedor
de quien éste hubo la cosa, sino a cualquiera de los vendedores anteriores hasta el que
aparezca como responsable de la evicción.
1º Durante el juicio.
juicio se haya perdido por culpa del comprador, que dejó de oponer en defensa suya alguna
excepción que sólo él podía deducir. En tal evento, el vendedor no será responsable, aunque
no haya comparecido a defender al comprador. Así, por ejemplo, si el comprador, habiendo
poseído la cosa el tiempo suficiente o agregando a su posesión la de sus antecesores, puede
invocar la prescripción adquisitiva y no lo hace.
- El comprador puede a su vez adoptar dos actitudes: concordar con el vendedor y dar por
terminado el juicio, restituyendo la cosa al tercero demandante y siendo debidamente
indemnizado por el vendedor; o no conformarse con la actitud del vendedor y optar por seguir
el juicio por su propia cuenta. En el último caso, si la evicción se produce, en definitiva, el
vendedor está obligado a indemnizar al comprador, pero como no es justo hacerle responder
por los gastos del juicio que quiso evitar, ni hacerle pagar los frutos devengados durante el
juicio que el comprador se vio obligado a restituir, se exime al vendedor de responder por
tales conceptos.
- Esta puede resolver en favor del comprador o en favor del tercero que demanda la cosa.
a. En el primer caso, la defensa del vendedor o del comprador ha sido eficaz y la demanda
ha sido rechazada. No hay evicción y no le cabe al vendedor responsabilidad alguna, salvo
en cuanto la demanda fuere imputable a hecho o culpa del vendedor
b. En el segundo caso, esto es, cuando el comprador es evicto o derrotado, cuando el juicio
se resuelve en favor del tercero demandante, y el comprador es despojado de todo o parte de
la cosa vendida, habiendo sido ineficaz la defensa del comprador o del vendedor, la primitiva
obligación del vendedor (de hacer), se transforma en una obligación de dar
- Los perjuicios que el vendedor debe abonar serán distintos, sin embargo, según que la
evicción sea TOTAL o PARCIAL.
- Como cuestión previa, cabe señalar que, si el vendedor se allana buenamente a pagar los
perjuicios, concluye allí toda controversia y dificultad; pero lo más frecuente será que el
vendedor no se allane a indemnizar al comprador el daño sufrido, o que exista entre las partes
1º Debe restituir el precio, aunque la cosa al tiempo de la evicción valga menos. Salvo que la
disminución del valor de la cosa se deba a deterioros causados por el comprador y de los
cuales haya reportado beneficios (por ejemplo, cuando el comprador, mientras tuvo un predio
forestal en su poder, taló parte de los bosques y vendió la madera, de manera que el inmueble,
al producirse la evicción, vale menos), deterioros cuyo valor será descontado en la restitución
del precio, de acuerdo con el principio de que nadie puede enriquecerse a costa ajena
2º Debe pagar las costas legales del contrato de venta que hubieren sido satisfechas por el
comprador (por ejemplo, lo que se le hubiere pagado al notario público que autorizó la venta
de un inmueble; o el impuesto al valor agregado que se hubiere pagado tratándose de la venta
de un inmueble construido por el propio vendedor, del giro inmobiliario, o en la venta de
muebles nuevos o el impuesto a pagar en la venta de un automóvil).
3º Debe pagar el valor de los frutos, que el comprador hubiere sido obligado a restituir al
dueño, sin perjuicio de lo dispuesto en el art. 1845 (vale decir, cuando el vendedor se allanó
a la demanda y el comprador optó por seguir el juicio, caso en el cual el comprador carece
de derecho para exigir al vendedor que le restituya el valor de los frutos percibidos a partir
de la defensa asumida por el comprador).
- Cabe indicar que la obligación del comprador frente al tercero demandante en orden a
restituirle los frutos se rige por las normas generales de las prestaciones mutuas, siendo la
obligación más o menos onerosa, según haya estado el comprador de mala o buena fe.
Recordemos que el poseedor de buena fe no está obligado a la restitución de los frutos
percibidos antes de la contestación de la demanda (arts. 904 y siguientes).
4º Debe pagar las costas que el comprador hubiere sufrido a consecuencia y por efecto de la
demanda.
5º Debe pagar el aumento de valor que la cosa evicta haya tomado en poder del comprador,
aun por causas naturales o por el mero transcurso del tiempo.
Se distingue:
a. En cuanto al aumento de valor que haya experimentado la cosa por mejoras, el vendedor
tiene mayor o menor responsabilidad según hubiere estado de mala o buena fe:
- Si estaba de buena fe, el vendedor debe reembolsar al comprador el valor de las mejoras
necesarias y útiles, siempre que ellas no hubieren sido pagadas por el demandante;
- Si estaba de mala fe, el vendedor debe abonar al comprador incluso las mejoras
voluptuarias.
b. Tratándose del aumento de valor por causas naturales o por el transcurso del tiempo,
también será determinante la buena o mala fe del vendedor:
- Si el vendedor estaba de buena fe: abonará hasta la cuarta parte que excediere el precio de
venta;
- Si el vendedor estaba de mala fe: abonará todo el aumento de valor, cualquiera sea su causa.
- Cabe consignar que, en las VENTAS FORZADAS, esto es, las que se hacen por intermedio
de la justicia y a petición del acreedor y en las que el juez es el representante legal del
tradente, la indemnización de la evicción se limita a la restitución del precio que haya
producido la venta. Lo anterior obedece a una razón de equidad, ya que el vendedor se vio
obligado a enajenar, contra su voluntad.
- Si se opta por la primera alternativa, recaerá en el comprador la carga de probar que la parte
evicta era esencial para contratar.
Relaciones entre comprador y vendedor, en el caso que el primero opte por pedir la
resolución del contrato: El comprador debe restituir al vendedor la parte no evicta;
- Si la evicción parcial no es de tanta magnitud, de manera que sin la parte evicta el comprador
igual hubiere contratado, sólo habrá derecho a pedir el saneamiento de esa evicción. En este
caso, no tiene el comprador derecho a pedir la resolución del contrato, pero sí a ser
indemnizado.
- Por regla general, la renuncia del saneamiento de la evicción, esto es, la estipulación acerca
de que si la evicción se produce, el vendedor no estará obligado a sanearla, no exime al
vendedor de la obligación de restituir el precio; únicamente libera al vendedor de la
obligación de abonar todos los demás perjuicios que se indican en el art. 1847.
- A este respecto, hay que distinguir entre el derecho que el comprador tiene para citar de
evicción a su vendedor cuando es perturbado en la posesión tranquila y pacífica de la cosa, y
el derecho del comprador para exigir del vendedor, una vez producida la evicción, que lo
indemnice
b. El derecho que tiene el comprador para exigir del vendedor que le sanee la evicción una
vez producida rescribe en el plazo de 4 años; en otras palabras, se refiere a la acción que el
comprador posee para exigir las prestaciones que indica el art. 1847. La prescripción se
vincula entonces a la OBLIGACION DE DAR que caracteriza la segunda fase del
saneamiento de la evicción. En cambio, la OBLIGACION DE HACER, propia de la primera
fase, no prescribe: cualquiera que sea la época en que el comprador sea perturbado en la
posesión de la cosa, podrá ejercitar su derecho de citar de evicción.
- El plazo de 4 años se aplica para todas las prestaciones del art. 1847, excepto en lo que
respecta a la restitución del precio, que prescribe en conformidad a las reglas generales, esto
es, en 3 años si el título es ejecutivo y en 5 años si se trata de una acción ordinaria.
- Son los vicios o defectos que, existiendo en la cosa vendida al tiempo de la venta, y siendo
ocultos, esto es, no conocidos por el comprador, hacen que ella no sirva para su uso natural
o sólo sirva imperfectamente. (El CC no los define)
- Se refieren estos vicios a defectos físicos de la cosa, a su mala calidad, que impide o dificulta
su uso natural, y no a los defectos jurídicos relacionados con posibles prohibiciones legales
para contratar o vicios del consentimiento sancionados con otros remedios jurídicos, como
la acción ordinaria de nulidad.
- La acción de saneamiento por vicios redhibitorios puede tener cabida tanto en la venta de
bienes muebles como inmuebles, según lo deja en claro el art. 1857, siendo distinta la
prescripción de la acción en uno y otro caso, como veremos.
- De conformidad al art. 1454, el error sustancial ocasiona nulidad relativa. Así, por ejemplo,
si un individuo compra un reloj de oro y el relojero le vende uno de metal inferior, habrá
error sustancial; pero si el relojero le entrega un reloj de oro que no funciona adecuadamente,
habrá vicios redhibitorios. De tal forma, mientras el error sustancial vicia el consentimiento
porque mediante ese error las partes no se han puesto de acuerdo sobre una calidad esencial
o sobre la sustancia de la cosa, pudiendo declararse nulo el contrato, los vicios redhibitorios
no vician el consentimiento, estableciendo la ley sanciones particulares.
1º El vicio debe existir al tiempo del contrato: Vale decir, debe existir en el momento en que
las partes se ponen de acuerdo en el precio y en la cosa, si la venta es consensual, o en el
momento de otorgarse la respectiva escritura pública, si la venta es solemne.
2º El vicio debe ser grave: Tiene tal carácter, según el art. 1858, cuando por él la cosa vendida
no sirve para su uso natural o sólo sirve imperfectamente, de modo que sea de presumir que,
conociéndolo, el comprador no la hubiere comprado o la habría comprado a un precio
inferior.
3º Que el vicio sea oculto: Esta es sin duda la característica principal del vicio redhibitorio.
Que el vicio sea oculto, quiere decir que el comprador no lo haya conocido al tiempo de
celebrar el contrato. Si lo conoce y a pesar de eso compra la cosa, quiere decir que no le
atribuye importancia al defecto. De ahí que los vicios aparentes, o sea los visibles de manera
ostensible, no son vicios redhibitorios.
- Del número 3 del art. 1858, se desprende que el vendedor que sabe que la cosa adolece del
vicio, debe manifestarlo al comprador, y si no lo hace, el vicio será oculto, y, por lo tanto,
redhibitorio. Pero no basta que el vicio no sea manifestado al comprador para que sea oculto;
es menester, además, que el comprador no lo haya conocido, sin negligencia grave de su
parte, o que los vicios sean tales que no los haya podido conocer fácilmente en razón de su
profesión u oficio.
- Según el art. 1863, los contratantes pueden hacer redhibitorios los vicios que naturalmente
no lo son. Pero sean los vicios ocultos por disposición de la ley o por voluntad de las partes,
ellos dan al comprador el derecho alternativo de ejercitar la acción redhibitoria:
- Pero no todos los vicios redhibitorios autorizan al comprador para ejercitar alternativamente
uno u otro derecho: únicamente le dan esta facultad los vicios que reúnen las calidades
indicadas en el Nº 2 del art. 1858, esto es, los vicios graves.
- Por otra parte, el art. 1861 hace más gravosa la responsabilidad del vendedor, cuando
conoció los vicios o debió conocerlos en razón de su profesión u oficio: además de la
resolución del contrato o de la rebaja del precio, el comprador puede pedir indemnización de
perjuicios. En otras palabras, en contra del vendedor de mala fe, el comprador tiene además
acción de indemnización de perjuicios.
1º Por renuncia: Al igual que el saneamiento por evicción, el saneamiento de los vicios
redhibitorios es de la naturaleza del contrato de compraventa, pudiendo las partes renunciar
al mismo, es decir, estipular que el vendedor no responderá de los vicios ocultos de la cosa.
Pero aún en el caso de renuncia, el vendedor estará obligado al saneamiento, si estaba de
mala fe, es decir, cuando conocía los vicios y no los declaró
2º Caso de las ventas forzadas: También cesa la obligación en este caso, por las mismas
razones expuestas al tratar del saneamiento de la evicción. Pero al igual que en la renuncia,
si hay mala fe del vendedor, estará obligado al saneamiento y a la indemnización de
perjuicios, y se entenderá que estaba de mala fe, cuando conocía los vicios y no los declaró
a petición del comprador
- Las obligaciones del comprador también son dos: la de pagar el precio y la de recibir la
cosa vendida. El art. 1871 sólo se refiere a la primera, pero eso no excluye la existencia de la
segunda, ya que del mismo tenor del art. queda en claro que el comprador tiene otras
obligaciones.
1º El comprador debe abonar al vendedor el alquiler de los almacenes, graneros, etc., en que
se contenga lo vendido: es decir, en general, debe abonar al vendedor todos los perjuicios
que se derivan de la mora.
2º Se atenúa la responsabilidad del vendedor, pues queda descargado del cuidado ordinario
de la cosa, y sólo será responsable del dolo o de la culpa grave.
- El art. 1827 no excluye en todo caso la posibilidad para el vendedor, de pedir la resolución
o el cumplimiento forzado del contrato, con indemnización de perjuicios.
Lugar y época del pago del precio: De conformidad a las reglas generales del pago
- El comprador está autorizado a retener el precio, cuando fuere turbado en el goce de la cosa
o tuviere noticias de alguna acción real que pese sobre ella, y de que el vendedor no le ha
dado conocimiento
- Pero ni una ni otra causal permiten al comprador retener para si el precio: debe depositarlo,
con autorización de la justicia, depósito que durará hasta que:
- Podrá entonces el vendedor exigir el pago del precio, entablando la respectiva acción
ordinaria o ejecutiva, según la naturaleza del título, o podrá pedir la resolución del contrato.
- Elegida la resolución y pronunciada esta por sentencia judicial, se producen los efectos
propios de toda condición resolutoria cumplida, señalados en el art. 1875, pero con una
importante modificación en lo tocante a los frutos.
2º El vendedor tiene derecho para exigir que se le restituyan los frutos percibidos por el
comprador o que éste debió percibir, en el período en que la cosa estuvo en su poder, ya en
su totalidad si ninguna parte del precio se le hubiere pagado, ya en la proporción que
corresponda a la parte del precio que no hubiera sido pagada.
3º Tiene derecho el vendedor a exigir que se le restituya la cosa objeto del contrato, y sus
accesorios.
1º Tiene derecho el comprador para que se le restituya la parte que hubiera pagado del precio.
2º Tiene derecho el comprador a que se le abonen las mejoras, pero también se le considerará
como poseedor de mala fe (presunción simplemente legal de mala fe), con la salvedad que
pruebe haber sufrido en su fortuna y sin culpa de su parte, menoscabos tan grandes que le
hayan hecho imposible cumplir con lo pactado. Por tanto, el vendedor debe abonarle las
mejoras necesarias pero no las útiles y menos las voluptuarias. El comprador podrá llevarse
los materiales de dichas expensas, siempre que puedan separarse sin detrimento y que el
vendedor se niegue a pagarle el precio que tales materiales tendrían una vez separados.
- Con respecto a los terceros que hayan adquirido la cosa del comprador o en cuyo favor se
hayan constituido derechos reales, tendrán aplicación los arts. 1490 y 1491, conforme lo
dispone el art. 1876, 1º. En otras palabras, la resolución del contrato no afecta a los terceros
de buena fe.
- Las partes pueden agregar al contrato de compraventa diversos pactos accesorios, siempre
que sean lícitos . Se trata de una manifestación del principio de la autonomía de la voluntad
y del subprincipio de la libertad contractual.
- Se trata de un pacto que presta servicios muy útiles en el campo de los negocios, tanto para
el vendedor como para el comprador. Es útil para el vendedor, porque mediante tal pacto
puede obtener dinero de una cosa sin los trámites de una hipoteca o prenda. Es útil para el
comprador, porque mediante la hipoteca o la prenda no puede quedarse con la cosa sino
después de una acción judicial de desposeimiento, mientras que, en virtud de este pacto,
puede quedarse con la cosa sin trámite alguno, si el vendedor no le reembolsa el precio.
- Pero el pacto también presenta inconvenientes: sirve para ocultar préstamos usurarios o para
disfrazar figuras jurídicas que la ley no admite, como la prenda pretoria (llamada también
pacto comisorio, que no debemos confundir con aquél que estudiamos en materia de
Obligaciones), en la que el acreedor prendario puede quedarse con la cosa prendada por el
solo hecho de no pagarle el deudor, sin mediar acción judicial alguna.
2. Reembolso del precio por el vendedor: Al ejercer la acción del pacto de retroventa, el
vendedor debe reembolsar al comprador el precio estipulado o a falta de estipulación, lo que
el comprador pagó por la cosa. Este reembolso debe hacerse en el momento mismo de
ejercerse el derecho por el vendedor.
3. La acción debe ejercerse oportunamente: Es necesario que la acción que nace del pacto se
ejerza dentro del término fijado por las partes o en su defecto por la ley. El plazo fijado por
las partes no podrá exceder de 4 años. Este plazo no es propiamente un plazo de prescripción,
sino lo que en derecho se denomina un término de caducidad, porque el derecho se extingue
por la sola llegada del plazo, sin que sea necesario que la otra parte lo alegue y una
declaración judicial que así lo establezca.
3. Que el derecho se haga valer en tiempo oportuno: La acción que nace del pacto de
retroventa debe ejercitarse dentro del término fijado por las partes o por la ley. El plazo que
fijen las partes no podrá exceder de 4 años, y si fuere mayor, caducará el derecho en los
cuatro años. Se trata de un plazo fatal (art. 49).
1º Efectos entre las partes: se deben prestaciones mutuas. Se trata de los efectos propios de
toda condición resolutoria cumplida, con algunas variantes:
- El vendedor debe restituir el precio que se haya estipulado o a falta de estipulación, lo que
se haya pagado por la cosa.
- El comprador debe devolver la cosa con todas sus accesiones naturales. En este punto, hay
una variante con la regla general del artículo 1488 del Código Civil, conforme a la cual,
habiendo operado la resolución, no se deben los frutos que la cosa produjo en el tiempo que
media entre la celebración del contrato y el momento en que se produjo la resolución.
- El comprador debe indemnizar al vendedor los deterioros imputables a hecho o culpa suya
(regla similar a la contenida a propósito de las prestaciones mutuas en el artículo 906,
considerándose por ende al comprador como poseedor de mala fe).
- El vendedor deberá indemnizar al comprador por las expensas o mejoras necesarias, pero
no las útiles y menos las voluptuarias, salvo que se hubieren hecho con el consentimiento del
vendedor
2º Respecto de los terceros: rigen las reglas generales de los arts. 1490 y 1491.
Carácter intransferible del derecho emanado del pacto de retroventa: sin perjuicio que
sí puede transmitirse por causa de muerte (no es, por tanto, un derecho personalísmo).
PACTO DE RETRACTO: es aquél en que las partes acuerdan que se resolverá la venta si
en un plazo determinado, que no puede pasar de UN AÑO, se presenta un nuevo comprador
que mejore el precio pagado.
- Estamos nuevamente ante una compraventa sobre la que pende una condición resolutoria
ordinaria, pero a diferencia del pacto de retroventa, la condición es casual, pues no implica
incumplimiento del contrato y depende de la voluntad de un tercero.
- Los efectos del pacto de retracto, tanto respecto de las partes como en relación a terceros,
son análogos a los del pacto de retroventa
Requisitos:
2. Debe tratarse de aquellas ventas en que la ley admite lesión enorme: art. 1891.
- Recordemos por su parte lo que indicamos al tratar del contrato de promesa, en cuanto a
que la jurisprudencia ha subrayado la improcedencia de la acción rescisoria por lesión
enorme, respecto de tal contrato. Por lo tanto, no puede atacarse con esta acción un contrato
de promesa de compraventa, toda vez que las acciones que procedan para anular o rescindir
un contrato de esta naturaleza sólo pueden basarse en los vicios de que intrínsecamente
adolezca ese contrato de promesa.
3. Que la cosa no se haya perdido (perecido) en poder del comprador: Lo anterior es lógico,
puesto que, si la cosa pereció en manos del comprador, se tornaría imposible la restitución al
vendedor. La pérdida debe haberse producido por caso fortuito.
4. Que la cosa no haya sido enajenada por el comprador: En efecto, si el comprador enajena
la cosa, no podrá pedirse la rescisión de la compraventa que adolece de lesión enorme.
Observamos aquí una excepción a los efectos generales de la nulidad judicialmente
declarada, que siempre da acción contra terceros
- Con todo, si el comprador vendió la cosa en un precio mayor del que había pagado, el primer
vendedor podrá reclamar la diferencia, pero sólo hasta el justo valor de la cosa, con una
deducción de una décima parte.
- Pero en la compraventa, la rescisión por lesión enorme varía, pues se funda en la manifiesta
desproporción en las prestaciones, y propende al restablecimiento del equilibrio de estas
prestaciones.
Casos:
1° El demandado opta por perseverar en el contrato: El comprador demandado que ha optado
por insistir en el contrato, puede enervar la acción de rescisión, completando el justo precio
con deducción de una décima parte.
- Observamos que la ley es más rigurosa con el vendedor que recibe más de lo que podía, que
con el comprador que paga menos de lo que debía.
- El derecho de opción que tiene el comprador o vendedor demandado, sólo nace una vez que
queda ejecutoriada la sentencia que acoge la demanda rescisoria.
- Puesto que nada dice el Código acerca del plazo dentro del cual el demandado debe restituir
la suma correspondiente, el juez debe señalarlo en la misma sentencia que acoja la demanda.
- La rescisión de la venta por lesión enorme, en general, como toda nulidad, confiere el
derecho a las partes a ser restituidas al mismo estado en que se hallarían si no hubieren
celebrado el contrato rescindido. Pero con respecto a la rescisión por lesión enorme,
observamos las siguientes modalidades:
a. El vendedor deberá restituir el precio y el comprador la cosa, con intereses y frutos, pero
sólo aquellos devengados o percibidos desde la notificación de la demanda correspondiente.
De tal forma, el vendedor, para evitar la rescisión, además de restituir el exceso recibido
sobre el justo precio aumentado en una décima parte, debe pagar al comprador intereses
legales sobre esa suma desde la fecha de la demanda. Por su parte, el comprador que opta por
completar el justo precio debe hacerlo con los intereses legales producidos desde la fecha de
la demanda de lesión enorme.
b. El vendedor, no podrá pedir cosa alguna en razón de los deterioros que haya sufrido la
cosa, excepto en cuanto el comprador hubiere aprovechado de ellos.
d. El comprador, que debe restituir la cosa, previamente está obligado a purificarla de las
hipotecas u otros derechos reales constituidos sobre el inmueble
______________
LA PERMUTA
Art. 1897: “La permutación o cambio es un contrato en que las partes se obligan mutuamente
a dar una especie o cuerpo cierto por otro.”
¿Qué contrato sería aquél en el cual las partes se obligan mutuamente a dar una cosa
genérica a cambio de otra también individualizada sólo por su género? No podría tratarse
de permutación, dado los términos del artículo 1897. Se trataría entonces de un contrato
atípico o innominado.
- Algunos autores han señalado que la definición del artículo 1897 no es del todo precisa,
puesto que también hay permuta cuando se cambia una cosa por otra y por una suma de
dinero, siempre que la cosa que se entrega a cambio de la primera, valga más que la suma de
dinero. Por ende, si la cosa y la suma de dinero valen lo mismo, habrá compraventa.
- Por expreso mandato del art. 1900, se aplican a la permuta las disposiciones relativas a la
compraventa, en lo que no se opongan a la naturaleza del primer contrato.
Características:
1. Es un contrato bilateral.
2. Es un contrato oneroso.
4. Es un contrato principal.
5. Es un contrato consensual, por regla general, salvo que una de las cosas que se cambian o
ambas sean bienes raíces o derechos de sucesión hereditaria, casos en los cuales el contrato
será solemne, perfeccionándose por escritura pública.
7. No son hábiles para celebrar el contrato de permutación las personas que no son hábiles
para celebrar el contrato de compraventa. Se aplicarán a la permuta, por ende, las
incapacidades particulares o prohibiciones que estudiamos en la compraventa
- Cada permutante es considerado vendedor de la cosa que da y el justo precio a la fecha del
contrato se mirará como el precio que paga por lo que recibe en cambio; de manera que hay
precio para ambas, susceptible de recibir lesión, que puede llegar a ser la que la ley califica
de enorme y que sanciona con la rescisión del contrato
Clases de arrendamiento.
1. Arrendamiento de cosa;
2. Arrendamiento de obras;
3. Arrendamiento de servicios.
a. El arrendador, se obliga a conceder el goce de una cosa, a ejecutar una obra o prestar un
servicio.
b. El arrendatario, se obliga a pagar un precio determinado por este goce, obra o servicio.
- De acuerdo al principio general establecido en el artículo 1438 del Código Civil, nada obsta
para que cada parte esté compuesta por una o más personas, naturales o jurídicas.
1. Una cosa, cuyo goce temporal ha de concederse por una de las partes a la otra; o un hecho,
que una de las partes debe ejecutar y que a su vez puede consistir en la ejecución de una obra
o en la prestación de un servicio.
2. Un precio, que el arrendatario se obliga a pagar; precio que toma el nombre de renta cuando
se paga periódicamente.
- Rigen también las limitaciones a la prueba de testigos, contempladas en los artículos 1708
y siguientes del Código Civil, lo que pone en evidencia la conveniencia de pactar el contrato
por escrito, aún en aquellos casos en que la ley no lo exija.
- Cabe advertir que, en nuestra legislación, no hay normas limitativas acerca de la duración
del contrato de arrendamiento, el que podría pactarse por cualquier plazo, con o sin tácita
reconducción.
- Con todo, si dentro del giro ordinario de la cosa dada en arrendamiento está la disposición
de bienes, como por ejemplo tratándose de un predio agrícola, el arrendatario podrá ejecutar
actos de disposición, en ese caso, relativos a los frutos cosechados.
a. cuando se pactan mes a mes o por plazo indefinido o a plazo fijo que no exceda de un año,
el legislador, imperativamente, dispone que el arrendatario gozará de un plazo adicional para
la restitución del inmueble, después que el arrendador le notifica el desahucio.
b. si se trata de un contrato que recae en una vivienda y ha sido pactado a plazo fijo superior
a un año, el legislador desconoce la “ley del contrato”, pues faculta al arrendatario para poner
término anticipado al contrato sin la obligación de pagar la renta por el período que falte,
derecho que puede ejercer si el arrendador le prohibió subarrendar.
c. son irrenunciables los derechos que la Ley 18.101 confiere a los arrendatarios.
Arrendamiento y compraventa:
Semejanzas.
Diferencias.
enorme (salvo, si se trata de una compraventa forzada, vale decir, ordenada por la
justicia). En el arrendamiento de muebles o de inmuebles, las partes pueden pactar el
monto al que asciende la renta sin restricciones, salvo que ella se configurara al
estipular una pena ante el incumplimiento, y ella fuere enorme, en los términos
previstos en el artículo 1544 del Código.
6. En la compraventa, la estipulación de pacto comisorio calificado, a pesar de los
términos del artículo 1879 del Código Civil, no resuelve el contrato ipso facto en caso
de incumplimiento del comprador en su obligación de pago del precio, pues siempre
podrá pagar, en el plazo fatal de veinticuatro horas, subsiguientes a la notificación
judicial de la demanda. En cambio, si el pacto comisorio calificado se pacta en un
contrato de arrendamiento, el contrato efectivamente se extinguirá ipso facto en caso
de incumplimiento de alguna de las partes.
ARRENDAMIENTO Y USUFRUCTO.
Semejanzas.
1. Tanto el arrendamiento como el usufructo confieren un derecho de goce sobre cosa ajena
2. Ambos sólo confieren la mera tenencia sobre la cosa.
Diferencias.
5. Los derechos del arrendatario se transmiten a sus herederos; el usufructo expira con la
muerte del usufructuario;
EL ARRENDAMIENTO DE COSAS: aquél contrato por medio del cual una de las partes,
llamada arrendador, se obliga a conceder el goce de una cosa a la otra parte, llamada
arrendatario, la que se obliga a pagar por ese goce un precio determinado.
- Si bien el Código Civil, en el artículo 1915, alude al “goce de una cosa”, es obvio que el
arrendamiento confiere también el uso de la misma, entendiéndose, igual que acontece en el
artículo 582 del mismo Código, cuando se define el dominio o propiedad, que la facultad de
uso está comprendida por la facultad de goce, para los efectos de ambos artículos (lo mismo
acontece en el artículo 764, cuando se define el usufructo, y en el artículo 811, cuando se
define el derecho real de uso, ambos del Código Civil).
1. Consentimiento de las partes: Nada impide que las partes acuerden transformar en un
contrato solemne al arrendamiento (artículo 1921 del Código Civil). En este caso, los efectos
serán los mismos previstos en el artículo 1802 del Código Civil, en la compraventa, operando
el derecho de retractación, antes del cumplimiento de la solemnidad convencional o de la
entrega de la cosa arrendada.
2. La cosa arrendada: Debe reunir los requisitos comunes al objeto de todo contrato, cuando
recae sobre una cosa: ha de ser real; comerciable; determinada o determinable; y susceptible
de darse en arrendamiento (constituir objeto lícito).
- La regla general es que pueden darse en arrendamiento todas las cosas corporales e
incorporales
1) Los derechos personalísimos (esto implica, entonces, que el titular del derecho real de uso
o habitación, no puede darlo en arrendamiento);
2) Las cosas cuyo arrendamiento esté prohibido por la ley (así, por ejemplo, las viviendas
adquiridas del Servicio de Vivienda y Urbanización, no pueden arrendarse sino después de
transcurrido cierto plazo, desde la adquisición del inmueble);
3) Las cosas consumibles (mal podrían ser objeto de arrendamiento, si consideramos que el
arrendatario, al término del contrato, ha de restituir la misma cosa, sin perjuicio del
detrimento que pueda haber experimentado por el uso conforme a su naturaleza y el
transcurso del tiempo).
3. El precio: lo que el arrendatario debe pagar por el goce de la cosa arrendada. Puede
consistir ya en dinero, ya en frutos naturales de la cosa arrendada (artículo 1917 del Código
Civil); y en este segundo caso, caben dos opciones:
b. Puede fijarse una cuota de los frutos de cada cosecha; cuando el precio del arrendamiento
consiste en una parte alícuota de los frutos que produce la cosa, hay un contrato de aparcería,
también denominado mediería.
- Cuando el precio se paga de manera periódica, se llama renta. Las rentas, según se establece
en el artículo 647 del Código Civil, constituyen frutos civiles.
- Normas especiales
necesaria tanto si se trata del inmueble que sirve de residencia principal a la familia, como
de los muebles que lo guarnecen.
- A las tres anteriores, que podríamos calificar de principales, agregamos otras obligaciones,
secundarias si se quiere, pero no por ello carentes de importancia, a saber:
5. Obligación de reembolsarle al arrendatario, las sumas que éste destinó a reparaciones del
inmueble, cuando dicho gasto era de cargo del arrendador;
- Momento de la entrega: Será aquél que las partes hubieren estipulado, y a falta de pacto, al
momento de celebrar el contrato o en el plazo que se desprenda de la finalidad con que se
arrendaron las cosas. La cosa ha de entregarse en el tiempo convenido, y en el silencio de las
partes, inmediatamente de celebrado el contrato de arrendamiento.
el arrendatario tendrá derecho para pedir la resolución del contrato y a ser indemnizado, salvo
si el retardo no fuere culpable, es decir, si proviene de fuerza mayor o caso fortuito.
Lugar de la entrega.
- La cosa se entregará en el lugar acordado por las partes. A falta de estipulación, se seguirán
las reglas generales del pago
- La entrega de la cosa que se da en arriendo podrá hacerse bajo cualquiera de las formas de
tradición reconocidas por la ley. En el caso de un mueble, se regirá por el Art. 684, pero para
los inmuebles no rige el Art. 686, sino la entrega del inmueble deberá hacerse, sencillamente,
colocando el predio a disposición del arrendatario, sea entregándole las llaves, sea
colocándolo en él para que goce en debidas condiciones.
a. Reparaciones necesarias: Regla general: son de cargo del arrendador. Se entiende por
reparaciones necesarias aquellas indispensables para la subsistencia misma de la cosa. Si el
arrendador no las hiciere, podrá hacerlas el arrendatario, a costa del primero, siempre y
cuando se cumplan los siguientes requisitos:
Excepción: tratándose de las reparaciones locativas: las que tienen por objeto subsanar
aquellos deterioros que son una consecuencia normal del goce que el arrendatario tiene de la
cosa. En dos casos, sin embargo, serán de cargo del arrendador:
1º Si los deterioros que las han hecho necesarias provienen de fuerza mayor o caso fortuito;
en rigor, dado que falta la “normalidad” en el deterioro, no estamos ante reparaciones
locativas.
2º Si los deterioros que las han hecho necesarias provienen de la mala calidad de la cosa
arrendada, situación que obviamente no puede ser imputable al arrendatario.
b. Reparaciones útiles: Regla general: serán de cargo del arrendatario, sin perjuicio de poder
separar y llevarse los materiales, siempre y cuando no se provoque detrimento a la cosa
arrendada, a menos que el arrendador esté dispuesto a abonar al arrendatario lo que valdrían
los materiales, considerándolos separados.
Excepción: serán de cargo del arrendador, si éste consintió en las mejoras, con la expresa
condición de abonarlas.
a. Cuando las reparaciones proceden de causa que ya existía al tiempo del contrato, y no era
conocida del arrendatario, pero sí por el arrendador;
b. Cuando las reparaciones proceden de causa que ya existía al tiempo del contrato, y aun
cuando no era conocida por el arrendador, era tal (la causa) que el arrendador tenía
antecedentes para temerla o debiese por su profesión conocerla; y
c. Cuando las reparaciones embarazan el goce de la cosa demasiado tiempo, de manera que
no pueda subsistir el arrendamiento sin grave molestia o perjuicio del arrendatario.
- Si se trata de terceros sobre los cuales el arrendador nada puede hacer, o que ningún vínculo
tienen con él, será el arrendatario quien asumirá su propia defensa
1. Si la causa del derecho alegado y justificado por el tercero fue conocida del arrendador,
pero no del arrendatario: deberá el arrendador indemnizar todos los perjuicios ocasionados
al arrendatario;
2. Si la causa del derecho alegado y justificado por el tercero debió ser conocida del
arrendador, pero no lo fue del arrendatario: deberá el arrendador indemnizar todos los
perjuicios ocasionados al arrendatario;
3. Si la causa del derecho alegado y justificado por el tercero fue conocida por ambas partes,
pero se estipuló que el arrendador respondería por ella: deberá el arrendador indemnizar todos
los perjuicios ocasionados al arrendatario, o según lo que se haya estipulado por las partes;
4. Si la causa del derecho alegado y justificado por el tercero no fue ni debía ser conocida
por el arrendador: éste sólo responderá del daño emergente producido al arrendatario, no del
lucro cesante.
- Cabe consignar que los terceros que pretendan derechos sobre la cosa, deben demandar al
arrendador, no al arrendatario, lo que resulta de toda lógica, pues el primero es el dueño de
la cosa, y por ende legítimo contradictor con el tercero que reclama derechos sobre la cosa.
De todas formas, el arrendatario debe comunicar al arrendador la molestia o turbación que
reciba de los terceros, a consecuencia de los derechos que alegan. De no hacerlo, podrá verse
en la obligación de indemnizar los perjuicios que se le ocasionen al arrendador
- Puede ocurrir que la cosa arrendada esté en mal estado, o su calidad sea insuficiente, de
manera que el arrendatario no puede destinarla al uso para que fue arrendada. En este caso,
el arrendatario tiene derecho a la terminación del contrato. Podrá impetrar este derecho el
arrendatario:
1. Cuando el arrendador conocía el mal estado o calidad de la cosa al tiempo del contrato.
2. Cuando el arrendatario no conocía el mal estado o calidad de la cosa al tiempo del contrato;
3. Y aún en el caso de haber empezado a existir el vicio de la cosa después del contrato, pero
sin culpa del arrendatario. En este punto, se diferencian el arrendamiento y la compraventa,
pues en ésta, se exige que los vicios redhibitorios hayan existido “al tiempo de la venta”. Por
ende, en el arrendamiento los vicios (que en rigor no podríamos calificar entonces de
redhibitorios) pueden ser sobrevinientes, nacer después de celebrado el contrato, mientras
que en la compraventa han de ser coetáneos al contrato, pues cualquier defecto que nazca
con posterioridad, y en la medida que no haya existido en germen al momento de la
compraventa, deberá ser soportado por el comprador, sin ulterior responsabilidad del
vendedor.
- Cabe destacar que resulta indiferente el motivo o causa del mal estado de la cosa. En
cualquier circunstancia, el arrendatario podrá pedir que se declare la terminación del contrato
o eventualmente su resolución, si no alcanzó a producir efectos.
- Puede ocurrir también que el impedimento para el goce de la cosa sólo sea parcial, o que la
cosa se destruya en parte. En estos casos, el juez decidirá, de no haber acuerdo entre las
partes, entre:
Sin embargo, carecerá el arrendatario del derecho a ser indemnizado, en los siguientes
casos:
b. Si el vicio era tal, que el arrendatario no pudo, sin grave negligencia de su parte ignorarlo;
Para conocer la suerte final de esta garantía, debemos distinguir, según si la cosa
arrendada, al momento de ser restituido al arrendador, presenta o no deterioros imputables
al arrendatario:
1. La cosa arrendada presenta deterioros: La suma que el arrendatario entregó como garantía,
no puede destinarse al pago de la renta, a menos que el arrendador consiente en ello. Dicho
dinero se entrega para responder el arrendatario, ante los deterioros que presente la cosa
arrendada al momento de cesar el contrato, con el objeto que el arrendador pueda destinarla
a efectuar las reparaciones pertinentes. En todo caso, el arrendador debe dar cuenta al
arrendatario, de los gastos en que incurrió, a consecuencia de las reparaciones que se hicieron
en la cosa arrendada.
- Por cierto, la renta debe pagarse por todo el período de vigencia del contrato, siendo de
cargo del arrendatario probar que éste expiró anticipadamente, por haberlo acordado así las
partes. Al efecto, hay que advertir que el simple abandono de la cosa arrendada hecho por el
arrendatario, no supone el término del contrato, subsistiendo por ende la obligación del
primero, de pagar la renta hasta la efectiva expiración de aquél.
2. A falta de estipulación, conforme a la costumbre del país (una de las escasas hipótesis en
que la ley se remite a la costumbre);
1º Renta de predios urbanos: se pagará por meses (Los cinco primeros días de cada mes dice
la jurisprudencia).
3º Renta de cosas muebles o semovientes arrendadas por cierto número de años, meses, días:
cada una de las pensiones periódicas se deberá inmediatamente después de la expiración del
respectivo año, mes o día;
4º Si se arrienda por una sola suma: se deberá ésta luego que termine el arrendamiento.
- Tratándose del arrendamiento de casas, almacenes u otros edificios se establece que “La
mora de un período entero en el pago de la renta, dará derecho al arrendador, después de dos
reconvenciones, entre las cuales medien a lo menos cuatro días, para hacer cesar
inmediatamente el arriendo, si no se presta seguridad competente de que se verificará el pago
dentro de un plazo razonable, que no bajará de treinta días.
- Es interesante consignar que el artículo 1977 constituye una excepción al artículo 1551
número 1 del Código Civil, en virtud del cual el deudor está en mora “Cuando no ha cumplido
la obligación dentro del término estipulado, salvo que la ley en casos especiales exija que se
requiera al deudor para constituirle en mora”. El artículo 1977 es precisamente uno de los
“casos especiales”
- En el caso de los predios rústicos, la diferencia es que entre ambas reconvenciones deben
mediar 30 días.
c. De la mala calidad del edificio, por su vetustez (o sea, por su antigüedad), por la naturaleza
del suelo, o por defectos de construcción.
- La cosa debe restituirse en el estado en que le fue entregada al arrendatario, pero tomando
en consideración el deterioro ocasionado por el uso y goce legítimos.
- Si el arrendatario, voluntariamente, restituye la cosa antes del último día fijado para el
contrato, será obligado a pagar la renta de todos los días que falten hasta completar el plazo
convenido (artículo 1955). Se trata de una aplicación del artículo 1545 (ley del contrato), y
del artículo 1497 (obligaciones a plazo), pues estamos ante un plazo que cedía también en
- Así como dijimos que el arrendatario de un inmueble no está en mora por la sola llegada
del plazo pactado para el pago de la renta, tampoco lo estará el arrendatario de cualquier clase
de bien, en lo que a la restitución de la cosa se refiere, sino una vez requerido por el
arrendador, aun cuando haya precedido desahucio. Dicho de otro modo, no aplicamos el
número 1 del artículo 1551 del Código Civil, sino que el número 3, siendo necesaria la
interpelación judicial al arrendatario, para constituirlo en mora.
2. Derecho a exigir al arrendatario que efectúe las reparaciones locativas; salvo, en aquellos
casos, ya estudiados, en los cuales las mencionadas reparaciones sean de cargo del
arrendador.
3. Derecho a exigir al arrendatario que le indemnice por los daños ocasionados a la cosa
arrendada, salvo si estos se producen por caso fortuito o fuerza mayor;
5. Derecho a pedir al Tribunal que lo autorice para retener bienes del arrendatario, cuando
éste le adeude rentas o indemnizaciones.
7. Derecho a inspeccionar la cosa arrendada, durante la vigencia del contrato, en los términos
que expusimos a propósito de las obligaciones del arrendatario.
8. Derecho a destinar la suma percibida por concepto de garantía, a cubrir los gastos
efectuados por las reparaciones que deben ejecutarse en el mueble o inmueble arrendado,
cuando se trate de deterioros de los cuales el arrendatario era responsable.
- En lo que respecta a los frutos, podrá apropiarse de los frutos naturales que produzca la cosa
arrendada, y eventualmente de frutos civiles, si subarrendare la cosa.
2. Derecho a exigir al arrendador que mantenga el inmueble en condiciones aptas para el fin
pactado en el contrato (por ejemplo, si se arrienda un local comercial, y la Municipalidad
respectiva niega la patente, porque el inmueble no cumple con ciertos requisitos, el
arrendador debe subsanar tal situación);
3. Derecho a exigir al arrendador que efectúe aquellas reparaciones que no sean locativas; y
aún las locativas, cuando sean de cargo del arrendador.
4. Derecho a exigir al arrendador que le indemnice, por las deficiencias que presente el
mueble o inmueble arrendado, y que existían al momento de celebrar el contrato.
6. Derecho a pedir al Tribunal que lo autorice para retener bienes del arrendador, cuando éste
le adeude indemnizaciones.
8. Derecho a pedirle al arrendador que le otorgue los recibos en los que conste el pago de la
renta
9. Derecho a exigir la devolución del dinero entregado por concepto de garantía, si procede.
Será improcedente, si el arrendador justifica que debió invertir los dineros en reparaciones
locativas.
10. Derecho a subarrendar, cuando el arrendatario esté premunido de esta facultad, conforme
a lo estudiado.
1. Artículo 1938, al disponer que “El arrendatario es obligado a usar de la cosa según los
términos o espíritu del contrato; y no podrá en consecuencia hacerla servir a otros objetos
que los convenidos; o, a falta de convención expresa, aquellos a que la cosa es naturalmente
destinada, o que deban presumirse de las circunstancias del contrato o de la costumbre del
país.”
2. Artículo 1940, conforme al cual “El arrendatario es obligado a las reparaciones locativas.
Se entienden por reparaciones locativas las que según la costumbre del país son de cargo de
los arrendatarios, y en general, las de aquellas especies de deterioro que ordinariamente se
producen por culpa del arrendatario o de sus dependientes, como descalabros de paredes o
cercas, albañales y acequias, rotura de cristales, etc.”
3. Artículo 1986, al establecer que “Si nada se ha estipulado sobre el tiempo del pago, se
observará la costumbre del departamento”, entre otras
- Se trata de un derecho que la ley confiere tanto al arrendador como al arrendatario, para
hacer más eficaz el cobro de las rentas o el pago de ciertas indemnizaciones, según el caso.
- El derecho legal de retención es una garantía, pero no es caución, pues no se trata de una
obligación “contraída” para asegurar otra obligación. No hay de por medio un contrato, sino
que es la ley, en este caso, su fuente.
1. Es un derecho sui géneris, que no es absolutamente real ni personal, pero que tiene algo
de una y otra clase de derechos.
- Es personal, porque sólo puede invocarse respecto de cierta persona, aquella a quien
pertenece la cosa. Es real, porque se ejerce sobre una cosa determinada, pero no confiere un
atributo esencial de todo derecho real, como es el derecho de perseguir la cosa de manos de
quien se encuentre.
- Para que el arrendador pueda ejercer el derecho de retención, debe previamente ser
autorizado por el tribunal.
2. Caso en que lo invoca el arrendatario (artículo 1937): puede ser invocado, cuando el
arrendador adeuda indemnizaciones por las mejoras efectuadas por el arrendatario, y que
deben reembolsarse por el arrendador. Son tales todas aquellas que no tengan el carácter de
locativas. Igual que en el caso del arrendador, el arrendatario debe solicitar la respectiva
autorización judicial.
- Cabe advertir, sin embargo, que nuestra jurisprudencia ha precisado que el arrendatario
carece de la facultad para hacer suyos los frutos que la cosa retenida produzca, porque con
arreglo a los artículos 646 y 648 del Código Civil, aquellos pertenecen al dueño de la cosa,
calidad que ostenta el arrendador.
- Sin embargo, no podrá ejercitarse el derecho, cuando estemos ante la extinción involuntaria
del derecho del arrendador sobre la cosa arrendada.
- Como presupuesto básico, cabe afirmar que resulta necesario que el arrendador o el
arrendatario detente en su poder la cosa arrendada. Sólo puede “retener” quien todavía tiene
la cosa ajena en su poder.
- Expira por los mismos modos que los otros contratos, y especialmente:
-Si la cosa se destruye, entonces falta el objeto de la obligación del arrendador, cual es
proporcionar al arrendatario el goce de una cosa. Y si falta el objeto para el arrendador,
entonces falta la causa de la obligación del arrendatario, porque pagaría una renta a cambio
de nada.
- Carece de importancia que la pérdida de la cosa sea fortuita o culpable, para los efectos de
la expiración del contrato, lo que ocurre en ambos casos. Sin embargo, si la pérdida fuere
imputable a una de las partes, se podrá pedir la respectiva indemnización de perjuicios,
conforme a las reglas generales.
Expiración del arrendamiento por concluir el tiempo estipulado para la duración del
arriendo.
1º Cuando se ha estipulado un plazo fijo para que tenga fin (plazo expreso);
2º Cuando su terminación está indicada por la naturaleza del servicio a que la cosa está
destinada (plazo tácito: por ejemplo, se arriendan vehículos motorizados, para el traslado de
los participantes a una reunión internacional, que se efectuará durante 15 días en cierta
ciudad);
3º Cuando su terminación está indicada por la costumbre del país (por ejemplo, la costumbre
establece que el arriendo de ciertas maquinarias agrícolas, se hace por el período de cosecha).
- En los tres casos anteriores, no será necesario desahucio, para poner término al contrato.
Este expira, con la llegada del plazo (artículo 1954 del Código Civil): se trata sencillamente
del cumplimiento del plazo extintivo
b. Expiración indeterminada: lo será, cuando el contrato no tiene plazo estipulado por los
contratantes, ni puede deducirse del servicio al que la cosa se destina, ni por la costumbre del
país. En este caso, el contrato puede terminar en cualquier momento, por desahucio del
arrendador o del arrendatario (artículo 1951 del Código Civil).
El Desahucio: acto jurídico unilateral que consiste en la noticia anticipada que una de las
partes da a la otra de su deseo de poner término al contrato.
Características:
1. El desahucio no puede además revocarse por la sola voluntad del desahuciante, sino sólo
con el consentimiento del desahuciado
2. El desahucio puede ser extrajudicial o judicial, pero como es lógico, por regla general sólo
el último será verdaderamente eficaz, en caso de oposición del arrendatario.
3. El desahucio judicial es el que se hace por medio de una notificación judicial, en que se
hace saber a una de las partes la intención del otro contratante, de poner término al contrato.
La notificación debe hacerse previo decreto judicial que así lo autorice (artículo 588 del
Código de Procedimiento Civil). El desahucio extrajudicial, es aquél que se realiza a través
de un notario, en el caso de un contrato de arrendamiento de inmuebles, pactado mes a mes
y de duración indefinida. En este caso, el desahucio tendrá la misma eficacia que el desahucio
judicial.
- No obstante haberse cumplido el plazo expreso o tácito del contrato o haberse efectuado el
desahucio, puede ocurrir que el contrato continúe vigente por un cierto término, operando
entonces una “tácita reconducción”
b. Por el tiempo necesario para utilizar las labores principiadas y coger los frutos pendientes
en los predios rústicos (plazo tácito, por ende).
- En todo caso, advierte el artículo 1957 del Código Civil que, renovado el contrato, se
extinguirán las garantías constituidas por terceros.
Expiración del arrendamiento por la extinción del derecho del arrendador sobre la cosa
arrendada.
De cuatro maneras puede extinguirse el derecho del arrendador sobre la cosa arrendada:
1. Por causas ajenas a su voluntad; en realidad, es la ley la que pone término al contrato.
Ejemplos: si el arrendador era usufructuario o propietario fiduciario de la cosa, expira el
arrendamiento por la llegada del día en que debe cesar el usufructo o pasar la propiedad al
fideicomisario
2. Por hecho o culpa suya; puede ocurrir que el arrendador pierda su derecho porque vende
o dona la cosa arrendada o se resuelve un contrato de compraventa por su culpa.
3. Por actos de terceros; artículo 1965 del Código Civil, “Si por el acreedor o acreedores
del arrendador se trabare ejecución y embargo en la cosa arrendada, subsistirá el arriendo, y
se substituirán el acreedor o acreedores en los derechos y obligaciones del arrendador”.
4. Por disposición de la ley. Ocurrirá lo anterior, cuando en virtud de una ley, la cosa
arrendada fuere expropiada por causa de utilidad pública.
1º Aquel a quien se transfiere el derecho del arrendador por un título lucrativo. Consignemos
que la expresión “lucrativo” es sinónimo en el Código, aunque no lo parezca, de título
gratuito. De esta forma, el donatario deberá respetar el arrendamiento vigente, por todo el
plazo que reste.
2º Aquel a quien se transfiere el derecho del arrendador por un título oneroso, siempre y
cuando el contrato de arrendamiento se hubiere celebrado por escritura pública, y
exceptuándose también a los acreedores hipotecarios.
- Nótese que el Código Civil sólo exige que el arrendamiento conste por escritura pública,
pudiendo o no estar inscrita. La disposición, entendible a la época en que entró en vigencia
el Código, resulta muy peligrosa en nuestros días, pues resulta imposible para el adquirente,
por el número de notarías existentes en la actualidad, saber a ciencia cierta si pesa o no un
arrendamiento sobre el bien que incorpora a su patrimonio.
- En todo caso, si el comprador se encuentra con tal desagradable sorpresa, bien puede
solicitar que se declare la resolución de la compraventa y se le indemnicen los perjuicios.
- Ello es un problema ajeno al arrendatario, quien estará protegido por el plazo que reste al
contrato.
Expiración del contrato por la sentencia del juez en los casos en que la ley ha previsto.
- Conforme a las reglas generales, el contrato de arrendamiento podrá expirar por declararse
su nulidad, o por resolución, siempre y cuando no hubiera empezado a cumplirse, pues en
caso contrario, debemos hablar de término del contrato, conforme ya lo explicamos.
2. Las reparaciones sobre una parte tan grande de la cosa arrendada, que el resto no aparezca
suficiente para el objeto con que se tomó en arriendo
4. Si el mal estado o calidad de la cosa le impiden hacer de ella el uso para que ha sido
arrendada
3. Cuando la cosa arrendada necesita reparaciones que en todo o parte impidan su goce
Arrendamiento para la confección de una obra material: “aquél por el cual una persona
llamada artífice, se obliga, mediante cierto precio, a ejecutar una obra material”
a. Pagar una sola cantidad, por toda la obra: obra a precio alzado;
b. Pagar por etapas o partes, según avance la obra: obra por administración.
- Si las partes no hubieren fijado el precio, se presumirá que las partes han convenido en el
que ordinariamente se paga por la misma especie de obra (vale decir, la ley se remite a la
costumbre); y a falta de dicho precio, será el que se estime equitativo por peritos.
a. Será compraventa: cuando el que suministra la materia es el propio artífice. Se trata de una
compraventa a prueba o al gusto, porque sólo se perfecciona cuando el que ordenó la obra la
aprueba. Por lo tanto, el riesgo por la pérdida de la cosa será asumido por el vendedor,
mientras el comprador no manifiesta su conformidad
- Puede ocurrir que ambas partes suministren materiales, caso en el cual será arrendamiento
si la materia principal es aportada por el que encarga la obra, y compraventa a la inversa
EL MANDATO Art. 2116: contrato en que una persona confía la gestión de uno o más
negocios a otra, que se hace cargo de ellos por cuenta y riesgo de la primera.
- Cabe destacar, desde ya, la importancia que tiene la expresión “confía”, que pone de
manifiesto, según veremos, su carácter de contrato intuitu personae.
1. Que se confíe o encargue a otra persona, la ejecución de uno o más negocios jurídicos,
como celebrar un contrato, cobrar, percibir, demandar, etc.
- En principio, todos los actos jurídicos pueden ejecutarse mediante mandatarios, salvo que
la ley disponga lo contrario. Ejemplos:
3) Ratificación ante un Oficial del Registro Civil, del matrimonio celebrado ante un Ministro
de culto
- En algunos casos, no basta con poseer capacidad de ejercicio: por ejemplo, será nulo el
mandato conferido a un tercero, con el fin de que celebre un contrato de compraventa con el
cónyuge del mandante (no habiendo entre ellos separación judicial). Habrá que atender
entonces, también, a las reglas especiales de capacidad propias del contrato de que se trate.
1º Para que una persona pueda actuar como mandatario de otra de manera que obligue a ésta
y a los terceros a cumplir las obligaciones que de su actuación emanen, no es necesario que
sea plenamente capaz: se admite que el mandatario sea un menor adulto.
- La razón de esta disposición radica, a juicio de algunos, en que el mandatario no actúa por
sí mismo en representación de su mandante, y es la capacidad de éste la que debe tomarse en
cuenta en la celebración del acto jurídico. Sin embargo, tal fundamento resulta discutible, a
la luz de los aludidos postulados de la doctrina de la representación-modalidad del acto
jurídico.
- En las normas del pago, artículo 1581, el Código contempla otro caso que demuestra que
puede actuar válidamente como mandatario un incapaz: “Puede ser diputado para el cobro y
recibir válidamente el pago, cualquiera persona a quien el acreedor cometa este encargo,
aunque al tiempo de conferírsele no tenga la administración de sus bienes ni sea capaz de
tenerla.”
Mandato solemne.
2º El mandato para contraer matrimonio: el mandato debe constar por escritura pública, según
lo dispone el art. 103 del CC. Se trata de un mandato nominado, como es obvio.
3º El mandato conferido por la mujer casada en sociedad conyugal, para que su marido realice
determinados actos jurídicos: El mandato deberá ser especial y conferido por escritura
pública.
4º El mandato conferido para reconocer un hijo, debe otorgarse por escritura pública, en la
que especialmente se confiera la aludida facultad, entre otros
¿Debe ser solemne el mandato conferido para ejecutar o celebrar un contrato de tal
naturaleza? ¿Se extiende la solemnidad tanto al mandato como al acto jurídico?
1º Si la ley exige que en determinados contratos el consentimiento sea dado por escritura
pública, en la misma forma debe ser extendido el mandato, ya que es en el momento de
otorgarse éste, en el cual el mandante, futuro vendedor o comprador, presta su
consentimiento.
- Por la ley;
- La costumbre;
- Adicionalmente, el mandante también se obliga a cumplir con las obligaciones que contrae
el mandatario, aunque a juicio de algunos, ésta no sería una obligación derivada del mandato,
sino más bien de los contratos que el mandatario celebre en ejecución del mandato.
- Los actos jurídicos celebrados por el mandatario obligan al mandante, desde el momento
que el primero no actúa, por regla general, a nombre propio, sino a nombre del segundo.
Serán entonces para el mandante los beneficios y soportará las pérdidas provenientes del acto
jurídico celebrado por el mandatario, igual que si el mandante lo hubiere celebrado
personalmente.
CLASES DE MANDATO.
a. Atendiendo a la extensión con que se ha conferido el mandato, este puede ser general o
especial
Mandato general es el que se otorga al mandatario para todos los negocios del mandante,
aunque se indiquen algunas excepciones determinadas.
-El verdadero mandato general no contiene enumeración de facultades, y por eso mismo, es
general. Se contiene en una foja.
- Conferido en esta forma, el mandato no otorga al mandatario otras facultades que las que
enumera el art. 2132. De los términos de este artículo, se desprende que el mandato general
otorga al mandatario la facultad de administrar los negocios del mandante dentro del giro
ordinario. La enumeración que al efecto hace de los actos administrativos el citado artículo,
es sólo por vía ejemplar, lo que implica que cualquier otro acto de administración que no se
mencione en dicho precepto, podrá también ser ejecutado válidamente por el mandatario
general.
Mandato especial es aquél que comprende uno o más negocios especialmente determinados.
- Como en el mandato pueden indicarse todos los actos jurídicos que una persona puede
ejecutar, es posible en la práctica que el poder especial llegue a ser más amplio que uno
general.
- Cabe señalar que según la parte final del art. 2132, se requiere poder especial para la
ejecución de todos los actos que salgan de los límites del giro ordinario de los negocios del
mandante.
a) Simplemente especial: por ejemplo, cuando se confiere mandato para que el mandatario
pueda administrar todos los inmuebles que pertenezcan al mandante, sin que ellos sean
singularizados;
Importancia de la clasificación.
- Esta clasificación es importante, en definitiva, para saber qué tipo de negocios jurídicos
puede ejecutar legítimamente el mandatario.
Definido, cuando se precise cuáles son las facultades o atribuciones del mandatario. Por
ejemplo, un mandato para vender un determinado bien del mandante.
- De lo expuesto, se puede afirmar que el mandato especial podrá ser definido o indefinido
(por ejemplo, será especial pero indefinido, si confiero mandato a Juan, para que se haga
cargo de todos los asuntos vinculados con mi inmueble ubicado en tal ciudad; y será especial
y además definido, cuando confiero mandato a Juan, para que venda el inmueble de mi
propiedad, ubicado en tal ciudad). El mandato general, en cambio, es indefinido.
- La definición o indefinición del mandato tiene directa relación con las facultades del
mandatario.
- Vemos que no existe un límite muy definido entre los actos de administración y los actos
de disposición, caracterizándose estos últimos por modificar la composición del patrimonio.
En ocasiones, un acto que parece ser dispositivo será sin embargo de administración. Por
ejemplo, si se venden los frutos de un bien, como la cosecha de un fundo. Lo determinante,
en definitiva, es averiguar si el acto pertenece al giro ordinario del negocio que se administra.
Si pertenece, el acto será de administración, aunque implique disponer de bienes.
1. Para transigir
4. Tratándose del mandato conferido para reconocer un hijo, el que debe otorgarse por
escritura pública, en la que especialmente se confiera la aludida facultad.
- Acorde con el art. 1546, el art. 2134 establece que la recta ejecución del mandato comprende
no sólo la substancia del negocio encomendado (o sea, el fondo del negocio), sino los medios
por los cuales el mandante ha querido que se lleve a cabo (es decir, la forma como realizarlo).
2º En el art. 2142, a propósito de la compraventa (quien está facultado para vender, está
igualmente facultado para recibir el precio, sin necesidad de mención especial); y
2º Si nada previó el mandante, los mandatarios pueden dividir la gestión (en verdad, lo
anterior, aunque lo diga la ley, es sólo teórico, pues en la práctica, se exige la actuación
conjunta de los mandatarios);
3º Pero si el mandante prohibió dividir la gestión, es decir, quiere que los mandatarios actúen
de consuno, serán “nulos”, dice la ley, los actos que realicen separadamente los mandatarios
que debieron actuar conjuntamente (en verdad, no se trata de un problema de nulidad, sino
de inoponibilidad de los actos realizados por el mandatario al mandante). De cualquier
manera, creemos que el contrato será un título injusto, para los efectos previstos en el artículo
704 número 2 del Código Civil: “No es justo título: (…) 2º. El conferido por una persona en
calidad de mandatario o representante legal de otra sin serlo”
- Las prohibiciones no son absolutas, sin embargo, porque el mandante puede autorizar
dichos actos. Lo anterior implica que la facultad para autocontratar, requiere de expresa
autorización.
2º Art. 2145:
- No puede el mandatario tomar para sí el dinero que el mandante le encargó colocar o prestar
a interés.
- Puede sin embargo el mandatario prestar de su dinero al mandante cuando éste le encargó
obtenerlo, pero siempre que lo haga al mismo interés designado por el mandante o a falta de
éste, al interés corriente.
3º Art. 2146: No puede el mandatario colocar a interés dineros del mandante, sin autorización
expresa de éste. Si contaba con dicha autorización para colocar el dinero a un determinado
interés y lo coloca a un interés superior, el exceso no pertenecerá al mandatario, sino que, al
mandante, salvo si el mandante lo hubiere autorizado para apropiarse del exceso.
4º Art. 2147: Si el mandatario ejecuta el mandato con mayor beneficio o menor gravamen
que los designados por el mandante, se prohíbe al mandatario apropiarse lo que exceda al
beneficio o disminuya el gravamen designado en el mandato. Pero si el mandatario negocia
con menos beneficios o más gravamen que los designados en el mandato, el mandatario
deberá responder ante el mandante por la diferencia.
- Por otra parte, el mandatario no responde de la solvencia de aquellos con quien contrata, a
menos que expresamente haya tomado sobre sí la responsabilidad, caso este último en el que
en realidad no hay verdadero mandato, desde el momento que el mandatario no actúa por
cuenta “y riesgo” del mandante. En este caso, establece la ley que el mandatario se constituye
en principal deudor para con el mandante, y son de su cuenta hasta los casos fortuitos y la
fuerza mayor.
2. Obligación de rendir cuenta al mandante: Ya que el mandatario actúa por cuenta y riesgo
del mandante.
- El legislador propende a que la cuenta sea documentada, cuestión obligatoria en las partidas
importantes, sin perjuicio que el mandante pueda relevar al mandatario de tal obligación.
- De no rendirse la cuenta por el mandatario, el mandante podrá demandarlo para que lo haga,
tramitándose el juicio de conformidad a las reglas del procedimiento sumario.
- El traspaso de las cosas adquiridas para el mandante es, pues, uno de los puntos esenciales
de la rendición de cuentas. Dicho traspaso constituye el cumplimiento efectivo y final de la
obligación compleja que contrae el mandatario de ejecutar el negocio por cuenta y riesgo del
mandante y jurídicamente representa el pago de lo que el mandatario debe al mandante, la
prestación de lo que debe.
2º Traspaso de los derechos reales: El mandatario deberá hacer tradición al mandante, de las
cosas adquiridas para éste. El título traslaticio de dominio necesario para la validez de la
tradición será el mismo contrato de mandato.
3º Traspaso de las deudas: el mandante debe cumplir las obligaciones contraídas por el
mandatario a su propio nombre, en la medida que dichas obligaciones se enmarquen en el
cometido encargado. Por eso, el mandante, junto con recibir los créditos y derechos reales,
debe hacerse cargo de las deudas. Con todo, el traspaso de las deudas al mandante no libera
al mandatario frente a los terceros que contrataron con él (y que ignoraban la existencia del
mandante), según las reglas generales.
- Podríamos afirmar que después del traspaso de las deudas al mandante, tanto éste como el
mandatario están obligados a la deuda, pero en la contribución a la deuda, el mandante ha de
reembolsar al mandatario, si éste hubiere pagado.
b. Obligaciones del mandante: Las obligaciones del mandante pueden nacer conjuntamente
con el contrato o emanar de actos posteriores, derivados de la ejecución del mandato.
Requisitos:
1° Que el mandatario actúe a nombre del mandante; si el mandatario actúa a nombre propio,
pero después traspasa las deudas al mandante, entonces éste también quedará obligado ante
los terceros que contrataron con el mandatario.
2° Que el mandatario haya actuado dentro de los límites del mandato: Si el mandatario
excedió en su cometido los límites del mandato, ciertamente que el mandante no resulta
obligado, a menos que éste ratificara expresa o tácitamente lo actuado por el mandatario
¿Qué ocurre en tal caso con la responsabilidad del mandatario frente a los terceros con
quienes contrató extralimitándose en su mandato?
1º Cuando ejecuta de buena fe un mandato nulo: es decir, cuando el mandatario ignora tal
circunstancia; se trata en verdad de un caso en que la ley admite el error de derecho,
permitiendo al agente oficioso reclamar el reembolso de los gastos en que ha incurrido (pero
no de la remuneración, pues no es verdadero mandatario).
2º Cuando debe salirse de los límites del mandato por una necesidad imperiosa.
2º Si el negocio no debió ejecutarse parcialmente (lo que sucede cuando de los términos del
mandato o por la naturaleza del negocio apareciere que el encargo no debió cumplirse en
parte sino solamente de forma íntegra), la ejecución parcial no obligará al mandante sino en
cuanto le aprovechare.
- De la inejecución del resto, responderá el mandatario ante el mandante, por los perjuicios
que al último le ocasionare el incumplimiento parcial.
- El mandatario podrá desistirse del encargo sin responsabilidad ante el mandante, en caso de
que no se le provea de los recursos necesarios para ejecutar el mandato. Ninguna obligación
tiene el mandatario en orden a empeñar recursos propios en la ejecución del cometido.
- Esta obligación y la anterior, son las únicas obligaciones del mandante que nunca pueden
faltar.
5. Obligación de indemnizar al mandatario de las pérdidas en que haya incurrido sin culpa y
por causa del mandato: Expresamente dispone el inciso final del art. 2158 que las
obligaciones del mandante son ineludibles, cualquiera haya sido el resultado del cometido
del mandatario, salvo que un resultado negativo o excesivamente oneroso se deba a culpa del
mandatario. Por ende, no podrá el mandante excusarse de cumplir sus obligaciones, alegando
que el negocio no ha tenido éxito o que pudo desempeñarse a menos costo.
- Es el acto por el cual el mandatario encarga a otra persona la ejecución del cometido que a
él se le había confiado por el mandante.
Efectos de la delegación.
- La delegación podrá hacerse, pero el mandatario responderá ante el mandante tanto por los
actos propios cuanto por los actos del tercero delegado.
- En cuanto a los terceros que contrataron con el delegado, no tienen ningún derecho contra
el mandante, a menos que éste ratifique la delegación.
a. Autorizó sin designar la persona del delegado: el mandatario no responderá de los actos
del delegado, a menos que éste sea notoriamente incapaz o insolvente. La ley pretende que
el mandatario tenga el tino y prudencia para delegar en una persona responsable,
normalmente diligente.
- Si el mandatario infringe la prohibición y delega el mandato, los actos del delegado son
inoponibles, no obligan al mandante, a menos que éste ratifique.
1. Por el desempeño del negocio para el que fue constituido: Esta causal de extinción será
aplicable sólo cuando el mandato se confirió para un negocio o cometido específico o
determinado. Vale decir, será la forma normal de extinción de un mandato especial.
2. Por la expiración del plazo extintivo o al cumplirse la condición resolutoria prefijados para
la terminación del mandato.
Revocación: acto jurídico unilateral por el cual el mandante hace saber a su mandatario su
deseo de poner término al mandato. La facultad de revocar es de la esencia del mandato, y el
mandante puede hacer uso de ella a su arbitrio, en cualquier momento.
- En un caso, el Código Civil faculta a revocar un mandato, a persona distinta de aquella que
lo confirió: es la situación contemplada en el artículo 2171, que alude al mandato otorgado
por la mujer siendo soltera y que luego es revocado por su marido, habiendo sociedad
conyugal.
Clases de revocación: La revocación puede ser expresa o tácita. Es tácita el encargo del
mismo negocio a distinta persona; pero si el primer mandato es general y el segundo especial,
el primero subsiste para los negocios no comprendidos en el segundo. En este caso, la
revocación será parcial y no total.
Efectos de la revocación: Para que la revocación tenga la virtud de poner término al mandato,
debe notificarse al mandatario, pues el art. 2165 establece que la revocación expresa o tácita,
produce su efecto desde el día que el mandatario ha tomado conocimiento de ella
Se distinguen 3 situaciones:
2° El mandatario, sabiendo que el mandato había expirado, contrata con terceros de buena
fe, frente a los cuales el mandante queda obligado, como si el mandato hubiera subsistido,
sin perjuicio de su derecho a exigir al mandatario que le indemnice.
3° Si se notificó por periódicos el término del mandato, y en general en aquellos casos en que
resulta improbable que los terceros hayan ignorado la expiración del mandato, la ley faculta
al juez a eximir al mandante de responsabilidad. Nótese que la ley otorga una facultad al juez
“en su prudencia...”, y no le ordena; podría en consecuencia condenarse al mandante a
responder frente a los terceros.
Efectos de la renuncia.
- Igual como acontece en la revocación, para que la renuncia del mandatario ponga término
al mandato, es necesario que sea notificada al mandante, y las obligaciones que al mandatario
le empecen para con el mandante, no tendrán fin sino después que haya transcurrido un
tiempo razonable para que el mandante pueda proveer a los negocios encomendados, es decir,
pueda asumirlos por sí mismo o encargárselos a un tercero.
b. Si por la gestión encomendada se causa grave perjuicio a los intereses del mandatario
- Vemos entonces, que la renuncia, al igual que la revocación, no ponen término inmediato
al contrato de mandato.
- Los herederos del mandatario que fueren hábiles para la administración de sus bienes tienen
dos obligaciones:
2° Harán a favor de éste lo que puedan y las circunstancias exijan (lo anterior no significa
que deban continuar con la gestión, sino que fundamentalmente, deben adoptar providencias
conservativas).
- La omisión de tales obligaciones los hará responsables de los perjuicios. Como el contrato
ya expiró, la responsabilidad de los herederos del mandatario tiene carácter legal.
b. Fallecimiento del mandante: Por regla general pone término al mandato. En efecto, en los
siguientes casos, el mandato continuará vigente:
1) Sabida la muerte del mandante, cesará el mandatario en sus funciones; pero agrega la ley
que, si de suspender las funciones se sigue perjuicio a los herederos del mandante, el
mandatario está obligado a finalizar la gestión.
2) No se extingue por la muerte del mandante, el mandato destinado a ejecutarse después que
ella acontezca: estamos ante el mandato póstumo. En este caso, los herederos suceden en los
derechos y obligaciones del mandante.
3) Mandato judicial
4) Mandato mercantil
manejar sus negocios propios, siendo razonable estimar que quien no sabe administrar lo
suyo, tampoco sabrá hacerlo con lo ajeno.
8. Por la cesación de las funciones del mandante si el mandato ha sido dado en ejercicio de
ellas.
Ejemplo: el mandato conferido por el tutor para la gestión de los negocios que conciernen al
pupilo expira terminada que sea la tutela;
Fuera de las causales enumeradas en el art. 2163, debemos considerar dos situaciones
especiales:
1. Caso de los mandatarios conjuntos: si son dos o más los mandatarios y por la constitución
del mandato están obligados a actuar conjuntamente, la falta de uno de ellos por cualquiera
de las causas antedichas pondrá fin al mandato. Así las cosas, si actuare uno solo,
suscribiendo por ejemplo una escritura pública en la que se invoca la representación,
estaremos ante una hipótesis de título injusto, de conformidad a lo previsto en el art. 704 Nº
2 del CC.
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