El documento describe las manifestaciones de la sexualidad y salud sexual a lo largo del desarrollo humano, dividiéndolo en etapas de infancia, adolescencia temprana, media y tardía. Explica el modelo de los cuatro holones sexuales (reproductividad, género, erotismo y vinculación afectiva), que constituyen el sistema de la sexualidad humana en interacción.
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El documento describe las manifestaciones de la sexualidad y salud sexual a lo largo del desarrollo humano, dividiéndolo en etapas de infancia, adolescencia temprana, media y tardía. Explica el modelo de los cuatro holones sexuales (reproductividad, género, erotismo y vinculación afectiva), que constituyen el sistema de la sexualidad humana en interacción.
El documento describe las manifestaciones de la sexualidad y salud sexual a lo largo del desarrollo humano, dividiéndolo en etapas de infancia, adolescencia temprana, media y tardía. Explica el modelo de los cuatro holones sexuales (reproductividad, género, erotismo y vinculación afectiva), que constituyen el sistema de la sexualidad humana en interacción.
El documento describe las manifestaciones de la sexualidad y salud sexual a lo largo del desarrollo humano, dividiéndolo en etapas de infancia, adolescencia temprana, media y tardía. Explica el modelo de los cuatro holones sexuales (reproductividad, género, erotismo y vinculación afectiva), que constituyen el sistema de la sexualidad humana en interacción.
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MANIFESTACIONES DE LA SEXUALIDAD Y LA SALUD SEXUAL.
La salud sexual es definida como un “proceso continuo de bienestar físico,
psicológico y sociocultural relacionado con la sexualidad. La salud sexual se evidencia en las expresiones libres y responsables de capacidades sexuales que conducen al bienestar personal y social, enriqueciendo la vida individual y social. No es simplemente la ausencia de disfunciones, enfermedad y/o malestar. Para poder conseguir y mantener la salud sexual es necesario que se reconozcan y defiendan los derechos sexuales de todas las personas”. (OPS/OMS, 2000). En este sentido, adquiere particular relevancia el fortalecimiento de la autonomía y la autoestima para la toma de decisiones sobre la salud en general, de manera específica la salud sexual y reproductiva en particular, que permitan vivir una sexualidad sin ningún tipo de coacción, violencia, discriminación, enfermedad o dolencia. Si la sexualidad humana es algo que se desarrolla a lo largo de la vida, es conveniente realizar una revisión breve respecto a las manifestaciones de la sexualidad por fases, pues no será la misma en un niño que en un adolescente o un adulto. Etapas del desarrollo de la sexualidad La infancia (2-3 años). Esencialmente se manifiestan las relaciones de vinculación con los padres, desarrollándose una sexualidad positiva si fue un apego seguro. Se experimenta placer al explorar y acariciar sus genitales. De los 3-6 años, además de su autoestimulación genital, se da el interés por el descubrimiento de los genitales de otros. Así mismo se da el ajuste a los roles de género. (7-10 años) Hacia el final de la infancia inician los cambios asociados a la pubertad y el aumento del interés sexual. Adolescencia temprana (11-14 años). Durante esta etapa, que se caracteriza por la velocidad de los cambios físicos en el adolescente, se presenta una fase de autoexploración por los nuevos cambios físicos y psíquicos que experimentan y la exploración del contacto con el otro sexo. Se generan cambios a nivel hormonal, maduración de los órganos sexuales, aparición de los rasgos sexuales secundarios, así como la capacidad reproductiva: en las chicas aparece la primera menstruación (menarquía). La identidad sexual y el rol de género se consolidan, buscando la pertenencia a un grupo afín que refuerza su identidad. La fisiología del placer adquiere mayor significado emocional y social. Aprenden a reconocer la excitación sexual, sus manifestaciones corporales y los diferentes componentes de la respuesta sexual humana propia y de otros. Adolescencia media (15-18 años). El adolescente ya está casi completamente desarrollado, sus órganos sexuales están listos para la reproducción y el deseo sexual se incrementa. Se desarrolla una sensación de invulnerabilidad y fortaleza y empieza a buscar la intimidad y amistad con el otro sexo y pueden llegar las primeras relaciones sexuales. El adolescente responde a sus impulsos sexuales y a su narcisismo, es decir, pone a prueba la propia capacidad de atraer al otro. Se considera que durante esta etapa se produce el auge de las fantasías románticas. Las relaciones sociales fuera del entorno familiar, especialmente con amigos, empiezan a tener una gran importancia , por lo que el adolescente contrapone los valores y la educación sexual recibida de sus padres con la de sus amigos (en muchas ocasiones llenas de mitos por la poca o nula experiencia sexual), lo que puede acarrear riesgos, a esto se suma que el adolescente aún no ha desarrollado del todo el pensamiento abstracto y en algunas ocasiones le cuesta pensar en las consecuencias de sus actos. Además, al no haber desarrollado por completo el pensamiento adulto, el adolescente utiliza los sentidos para expresar sus emociones. Adolescencia tardía (19-21 años). los niveles de sexuación referidos a la identidad y orientación están establecidos. En esta etapa es la pareja el principal ámbito de expresión erótica, que dependerá de la historia personal, sus actitudes hacia la sexualidad, sincronía con la pareja, etc. La capacidad de pensar en abstracto y de ser consciente de las consecuencias futuras de sus actos hace que el joven pueda mantener relaciones sexuales maduras y seguras. El deseo ya no sólo responde a un estímulo o pulsión sexual, sino que el adolescente, ya adulto, comienza a buscar otros valores en sus relaciones sociales, como la confianza o la reciprocidad. El desarrollo sexual es un proceso y en él, además de la evolución psicofísica, propia de cada edad, influyen el estado físico, capacidad intelectual, el deseo de contacto, intimidad, la comunicación y expresión emocional, el placer, el amor, el aprendizaje de creencias, roles de género y la educación afectiva y sentimental. El modelo de los holones sexuales La sexualidad humana se puede estudiar como un sistema. Los sistemas son conjuntos de elementos en interacción que cuando se consideran aisladamente, la visión que se obtiene no es tan completa como cuando se toma en cuenta la interacción de todos ellos. El modelo holónico del Dr. Eusebio Rubio Aurioles, propone cuatro holones (subsistemas) de la sexualidad: el género, la reproductividad, la vinculación afectiva-interpersonal y el erotismo. Estos holones forman un sistema o un todo completo al interactuar entre sí; pero también, cada uno es lo suficientemente complejo para poderse expresar de manera individual en nuestras vidas. Cada holón sexual está conformado por una base corporal y un componente mental que, a su vez, tiene implicaciones biológicas, psicológicas y sociales. El modelo de los holones sexuales se fundamenta en la Teoría General de Sistemas propuesta a mediados del siglo XX por Ludwig von Bertalanffy (1954). Esta teoría ha permitido utilizar principios de funcionamiento sistémico, lo que permite entender la interrelación e interdependencia de los componentes de un sistema; en este caso, el de la sexualidad. La idea central de la Teoría General de Sistemas es que todos los sistemas están formados a su vez por subsistemas en interacción, donde la modificación de alguno de ellos afecta al todo. En el modelo de los holones sexuales, cada uno de estos subsistemas ha sido denominado holón para subrayar el hecho de que son parte constituyentes de un sistema global, (holos en griego significa todo). El modelo de los cuatro holones sexuales ha sido propuesto por Eusebio Rubio Aureoles (1994), quien señala que “La sexualidad humana es el resultado de la integración de cuatro potencialidades humanas que dan origen a cuatro holones (o subsistemas sexuales): la reproductividad, el género, el erotismo y la vinculación afectiva interpersonal”. Todos estos subsistemas tienen una relación de interdependencia y cada uno de ellos tiene manifestaciones en cada uno de los niveles del desarrollo humano: biológico, psicológico y social. La integración es central en este modelo teórico, partiendo de que cada elemento del sistema no puede ser correctamente representado si se le considera aisladamente, ya que su influencia depende de los otros elementos del sistema. La integración en los sistemas se alcanza de diversas maneras, pero en el caso de la sexualidad, se hace presente gracias a la interpretación o el significado que el individuo o grupo social hace, es decir la integración es fundamentalmente mental, lo que involucra lo cognitivo y lo afectivo. A continuación se presenta cada uno de los holones que conforman la sexualidad humana, postulando que ésta se construye en la mente del individuo a partir de las experiencias tempranas de vida, las cuales le dan significado e integran las experiencias del placer erótico con un cuerpo de hombre o mujer, sus afectos que le vinculan con los otros seres humanos y su potencial reproductivo, haciendo énfasis en que no se puede estudiar los holones de forma aislada sino que están integrados a un sistema. Reproductividad Nuestra sexualidad es resultado de nuestra naturaleza reproductiva, se habla de términos reproductiva y no de reproducción, porque como seres humanos siempre está el potencial, aunque por diversas circunstancias lo impidan, como enfermedad, por decisión personal o porque no es congruente con el estilo de vida, pero el potencial persiste. La reproductividad no se limita al hecho biológico de poder embarazar y ser embarazada, es una dimensión compleja y sofisticada, algunos se reproducen biológicamente, pero hay quienes expresan su reproductividad en adopción y no son padres biológicos, algunos no son padres biológicos ni de adopción, pero se ocupan del crecimiento de otras personas y ahí también se expresa. Género En cierto momento de la vida del ser humano apareció el sexo, apareciendo dos formas mujer y hombre, de donde surge el género que se convierte en algo complejo al tener una dimensión psicológica denominada identidad de género que es un marco de ideas, conceptos que tenemos respecto a lo que somos, a lo que son los demás y a lo que debemos ser en función de nuestro sexo, es decir masculino o femenino. En la interacción con los otros se generan ideas compartidas de lo que es ser hombre y mujer y desde luego lo que es ser mal hombre o mala mujer, esto le ha dado el nombre de papeles o roles sexuales. El género termina conformándose muchas veces con ideas. Erotismo Por erotismo vamos a entender la dimensión humana que resulta de la potencialidad de experimentar placer sexual, todos los seres humanos nacen con esa posibilidad, la mayoría de los seres humanos la desarrollan, viven y gozan, pero no todos, a pesar de ser un hecho universal para potencializar el desarrollo del erotismo. El placer erótico tiene una relación con los mecanismos fisiológicos es decir que aceptemos las experiencias que resultan estimulantes. La experiencia placentera erótica, que cuando menos es casi sólo producto de la estimulación físico táctil, a medida que crecemos se hace más y más dependiente de lo que significa para nosotros la realidad que percibimos. El erotismo se convierte en una experiencia que depende casi por completo de lo que significa para nosotros lo que vivimos, del significado simbólico que le asignamos, de la realidad que percibimos (o que creamos en nuestra imaginación) aunque muchas veces no nos percatamos de los significados precisos (son inconscientes). Los significados tienen que ver con lo que el placer mismo representa, desde luego, pero de manera muy notable, del significado de nuestro ser hombre y mujer, de lo que el otro sexo nos significa, de lo que reproducirnos representa para nosotros y, para gozo y sufrimiento de la raza humana, de lo que el otro amado, deseado, odiado o humillado nos significa. Es tiempo de hablar de amor. Vínculo afectivo El potencial de amar en el ser humano es resultado de una necesidad de permanecer en el mundo. Por amor entendemos tanto la necesidad imperiosa de contar con la presencia de alguien, al punto que se siente indispensable para la vida: "yo sin ti no puedo vivir", como el supremo acto de ofrecer la vida por otro: "me muero por ti". Por amor entendemos tanto el gozo de ver al ser querido feliz, como el dolor que experimentamos cuando el ser querido nos abandona por haber encontrado su felicidad. Si observamos cómo desarrollamos nuestra capacidad para amar, las aparentes contradicciones humanas adquieren otra dimensión. Lo que casi todos los seres humanos experimentamos es algo que podemos denominar mejor como vínculo afectivo. Explicando de manera sencilla, un vínculo es un lazo, una unión. El primer vínculo de los seres humanos con alguna otra persona es físico, se llama cordón umbilical y lo tenemos durante más o menos ocho meses; nos une a la mujer que nos lleva en su vientre. Este vínculo (que por cierto es más complejo que solo un cordón), se rompe de manera más bien brusca al nacer el nuevo ser. En este sentido, el ser humano nace en tales condiciones que necesita el cuidado de otros seres humanos durante mucho tiempo sin riesgo de morir. Entre las dos personas interesadas, usualmente la madre y el bebé, aparece muy pronto otro vínculo, es decir, otra unión, pero este vínculo ya no es físico, ya no está compuesto de tejidos y células, sino que está compuesto de lo que cada uno siente: la presencia de ese otro ser no nos es indiferente, sino que nos provoca sentimientos muy intensos, que llamamos respuestas afectivas