El Espiritu No Enferma G.Acevedo
El Espiritu No Enferma G.Acevedo
El Espiritu No Enferma G.Acevedo
Gerónimo ACEVEDO
Resumen
En un formato de diálogo, se reflexiona sobre el postulado de la
logoterapia que afirma que el espíritu no enferma, distinguiendo también
entre conflicto y enfermedad.
Abstract
The spirit do not become sick
In a dialogue format, the work reflects on the postulate of logot-
herapy which states that the spirit does not become sick, distinguishing
also between conflict and disease.
Nota del editor: Este trabajo no tiene el formato APA habitual de la revis-
ta, pero se incluye por el interés de su reflexión, respetando el estilo ori-
ginal del autor que entronca con escritos de la antigüedad clásica.
Lector: (En voz alta y como riendo) “¿No será el otoño una enfermedad
del verano?, ¿no será una enfermedad del tiempo? o -como el espíritu- ¿el
otoño nunca enferma?”
Lector: Está bien, pero hay veces que la belleza te hace pensar, como le
diría Platón a sus discípulos. Vamos, empiezo yo. Ejercitemos a la par del
cuerpo también el pensamiento. Como te decía, para mí, el espíritu puede
enfermar; me cuesta entender que no puede padecer, sufrir...
Médico: A lo que dices habría que ponerle algunos matices, como mati-
ces tienen los colores que en otoño muestra un bosque y que tanto te gus-
tan.
En primer lugar habría que distinguir entre sufrir y enfermar.
Una de las aportaciones más importantes que hace la antropología fran-
kliana es enunciar que lo psíquico y lo físico están separados por una
membrana porosa, de modo que uno traspasa al otro produciendo altera-
ciones o beneficios de uno en otro. Pero lo espiritual, esa dimensión
humana, no pertenece a las categorías de lo psicofísico, de lo fáctico; de
ese modo, entre lo espiritual y lo psicofísico más que una membrana poro-
sa, lo que hay es un hiato ontológico. Por eso las categorías de sano o
enfermo no se pueden aplicar a lo espiritual.
Y una cosa más -mientras veíamos como pasaban las hojas llevadas por
una suave brisa-, las categorías de sano y enfermo no deben entenderse de
un modo estático sino siempre dinámico, más que sustantivos son verbos.
El sanar y el enfermar dicen más a desarrollo, a proceso. Sería bueno que
tampoco se lo utilice en lo referente a los seres humanos, es preferible
hablar de enfermar, así el verbo muestra cómo se está desarrollando.
A su vez la denominación de enfermedad habría que sustituirla por la de
disfunción, o mejor aún en este momento hay una disfunción, pero de suyo
no tiene entidad, como diría un filósofo que conozco, no es una cosa en
sí. La disfunción es algo en la historia de la persona, pero no se puede con-
fundir con la persona, por eso la persona espiritual no enferma.
Lector: Menos mal que estamos sentados, un poco mucho para mí. A ver
si te entiendo bien, ¿hay tanta diferencia entre ser y tener?, ¿son dos cosas
tan distintas?
Lector: Mira tú, y yo creía entender lo que leía, qué suerte que pudimos
charlar. Pero no creas que ya me convenciste o mejor, que ya entendí todo.
Porque si como dices el espíritu no enferma ¿cómo es que Frankl habla de
Médico: Más que surgidas del espíritu son enfermedades que se mani-
fiestan por un oscurecimiento del espíritu. Como cuando baja la marea
vos ves las piedras en el mar, pero la marea no originó las piedras, ya esta-
ban. Cuando se retrae el espíritu aparecen las afecciones de lo psicofísico.
En la obra de Frankl (1987) que se titula “El hombre doliente” aparece el
ejemplo del piano. El pianista y el piano. En esa comparación el pianista
sería lo espiritual y el piano lo psicofísico. ¿Me sigues? Hay que tener en
cuenta que ni el mejor pianista puede tocar bien un piano desafinado, que
en este caso sería un símil de la enfermedad. Entonces se llama al afina-
dor como una especie de intervención del médico y éste afina el piano
(símil del tratamiento). ¿Entiendes la comparación?
Médico: A ver, está bien que el humor sea una característica del hombre,
pero no quieras ahora ser demasiado humano. Creo que la dificultad de
comprender que el espíritu no enferma se origina en el error de conside-
rar el conflicto como enfermedad. Eso me parece que te preocupa.
El conflicto es parte de la vida y la salud es la posibilidad de dar respues-
ta a esos conflictos. Si no se pueden dar dichas respuestas aparece la
enfermedad, siempre y cuando haya una predisposición psicofísica.
Médico: No entiendo bien lo que quieres preguntar. Hay veces que tienes
el don de hacer difícil lo fácil. ¡Trata de ser más claro!
Lector: No. Por eso me parece que tenemos que matizar también el tema
de la afectación. Si el espíritu no sufriera -vamos a decirlo así- de algún
modo la cosas del mundo, sería algo inconmovible, y a mi entender, fue-
ra de este mundo. Y siguiendo tu razonamiento anterior creo que la vida
perdería su sabor, su motivación.
Lector: Ahora veo; entonces, el espíritu es afectado por las cosas bellas y
por las cosas feas, pero eso es algo normal en la vida del espíritu. Lo que
no sucede, según lo que me explicaste, es que esa afectación llegue a ser
enfermedad. ¿Será algo así? Hay veces que pienso en la vida del espíritu
como una especie de paz, ¡quiero volver a lo inorgánico que diría un freu-
diano!
Médico: ¡Si la fotógrafa tardara tanto en sacar una foto como tu en hacer
una pregunta, ya se le hubiera hecho de noche!
Lector: Entonces, por todo lo que venimos diciendo, veo ahora que el
espíritu no enferma, pero tiene afecciones, sufre tensiones, y que esas ten-
siones son, en gran medida, signos de salud. Entiendo también que el espí-
ritu no se enferma porque si se enfermara no podría autodistanciarse, no
podía ejercer esa capacidad de oposición que lo caracteriza. Esa es una
noción que me confunde, ¿podrías explicarla?; capacidad de oponerme ¿a
qué?
Médico: Algo que hay que tener en cuenta es que la logoterapia apela a la
persona, a la facultad del espíritu de contraponerse a lo psicofísico, de
resistirlo. Se apela a ese poder de resistencia del espíritu gracias al cual el
espíritu afronta las disfunciones del aparato psicofísico. Lo que dijimos
antes del hiato ontológico se manifiesta acá de otra manera… Ese anta-
gonismo entre la existencia y la facticidad tiene una extremada relevancia
terapéutica. Gracias a esta facultad de lo espiritual para enfrentarse a lo
psicofísico, la logoterapia, como psicoterapia desde lo espiritual, puede
abordar, por la vía de lo espiritual y con los medios de lo espiritual, todos
los estados psicofísicos.
Lector: Pero hay algo que todavía no entiendo, y creo que es ese el gran
tema que me preocupa. Ya me has mostrado que el espíritu no enferma,
pero, ¿acaso la persona no puede fracasar?, ¿acaso no podemos sentirnos
frustrados? ¿No será esa frustración una prueba de que en el hombre hay
algo más que homeóstasis?, pero… no lo llego a entender. ¿Cuál sería la
diferencia entre la frustración existencial y la enfermedad del espíritu?
Médico: Sería bueno que hagas algo de filosofía. Frankl dice que como el
análisis existencial no es una terapéutica de la neurosis, no está reservada
al médico, sino que afecta por igual al filósofo y al teólogo, al pedagogo
y al psicólogo, pues ellos tienen que hacerse cargo, tanto como el médico,
de la duda en el sentido de la existencia (Frankl, 1992, p. 185).
Referencias