Las Medidas Cautelares en La Ley Organica Procesal Del Trabajo
Las Medidas Cautelares en La Ley Organica Procesal Del Trabajo
Las Medidas Cautelares en La Ley Organica Procesal Del Trabajo
Twitter: @miguelmartint
1.- PRELIMINARES:
Las medidas cautelares constituyen un instrumento de la justicia dispuesto para que el fallo
jurisdiccional sea ejecutable y eficaz, además que constituyen una expresión de la tutela judicial efectiva que
pregona nuestro dispositivo Constitucional.
De esta norma, se destaca no sólo el derecho de acceder a la justicia para la protección de sus derechos e
intereses, incluso de carácter colectivo y difuso, sino el derecho a la tutela efectiva de los mismos, y el derecho
a obtener con prontitud la decisión correspondiente.
En virtud de que estamos en presencia de una legislación adjetiva novedosa, ello hace conveniente
recordar una máxima jurisprudencial que explana lo siguiente:
En un Estado social de derecho y de justicia (artículo 2 de la vigente Constitución),
donde se garantiza una justicia expedita, sin dilaciones indebidas y sin formalismos y
reposiciones inútiles (artículo 26 eiusdem), la interpretación de las instituciones procesales
debe ser amplia, tratando que si bien el proceso sea una garantía para que las partes puedan
ejercer su derecho de defensa, no por ello se convierta en una traba que impida lograr las
garantía que el artículo 26 constitucional instaura”. [1]
No tendría sentido accesar a la jurisdicción sin que se produzca una resolución sobre el fondo del asunto
debatido mediante decisiones motivadas y ajustadas a las pretensiones ejercitadas en el proceso, incluyendo
también el derecho a la tutela judicial efectiva la posibilidad del control jurisdiccional a través de los recursos
procesales permitidos y el sello de la tutela se consolida cuando el justiciable satisface sus pretensiones al
consolidarse la ejecución de la sentencia y precisamente allí entra en juego la justicia cautelar porque de nada
serviría acceder a la jurisdicción y obtener una sentencia, sino se garantiza el resultado del proceso.
El profesor Ricardo Henríquez La Roche, sostiene que las providencias cautelares son provisionales y
depende la medida en su existencia, de un acto judicial posterior al servicio del cual se dicta. Igualmente
expresa como características de las medidas cautelares: la instrumentalidad, que en si constituye su naturaleza
jurídica; la provisoriedad, en virtud del cual la providencia cautelar suple un efecto a la providencia definitiva,
y en virtud de que ella se encuentra a la espera de que ese efecto sea sustituido por otro efecto determinado de
carácter permanente; judicialidad, entendida que al encontrarse la medida al servicio de una providencia
principal, necesariamente está referida a un juicio; variabilidad, donde las medidas cautelares se encuentran
comprendidas dentro del grupo de providencias con la cláusula rebus sic stantibus, según la cual aún estando
ejecutoriadas, pueden ser modificadas en la medida que cambie el estado de cosas para el cual se dictaron.
Dependen de la mutabilidad o inmutabilidad de la situación de hecho que les dió origen; urgencia, que viene a
ser la garantía de eficacia de las providencias cautelares y; de derecho estricto, mencionando que las normas
cautelares son por regla general, de interpretación restringida, toda vez que tienden a limitar o prohibir de una u
Todas estas características que han sido señaladas por la Doctrina Patria Calificada y reflejadas por la
jurisprudencia [4] nos conducen a determinar que los efectos que produce el decreto y la ejecución de una
medida preventiva no son de cosa juzgada material, incluso el decretarla no conlleva un prejuzgamiento del
Juez, sino más bien la observación de los requisitos que prevé la Ley para decretar tales medidas.
“Por ello, el Juez tiene la obligación de valorar las pruebas que se consignen en autos, más allá de la
tempestividad de la oposición, pues, no existe en este caso, la posibilidad de resolver con atención a la
contumacia.
Al incumplir con dicha obligación el juez violenta el contenido del ordinal 4to del artículo 243 del Código de
Procedimiento Civil, dejándose inmotivada la decisión, así como el artículo 509 eiusdem, omitiendo la
obligación de cumplir la actividad allí prevista, como lo es la de analizar todas las pruebas de autos.
No cabe la menor duda de que la actividad a que se refiere el artículo 509 del Código de Procedimiento
Civil, se ve violentada cuando no se analizan todas las pruebas, pues expresamente indica el referido artículo
que toda prueba debe ser estudiada por el juzgador, incluso las que estime ilegales o impertinentes,
precisamente para evitar que el fallo carezca de las razones necesarias, y que por ello se vea impedida la
apreciación en el fallo del proceso hermenéutico en la aplicación de las normas por parte del Juez para
“...El régimen de las medidas preventivas implica por esencia o definición, que el acordarlas no
significa un procedimiento sobre el fondo, sino solo un juicio provisional de verosimilitud, según las
circunstancias de cada caso en concreto, y en relación con el aseguramiento, que se estime suficientemente
justificado, de las resultas del pleito (...) Si el Juez debe verificar el cumplimiento de los extremos exigidos por
el artículo 585 del Código de Procedimiento Civil, siendo posible que decrete la medida al admitir la demanda,
debe concluirse que para ello, debe efectuar un análisis de las pruebas acompañadas al libelo. En otras
palabras, el decreto de la medida supone un análisis probatorio. Por este motivo, el tribunal de Alzada no
podía revocar la medida cautelar sin analizar las pruebas en que se basó la primera instancia, desde luego
que, como consecuencia de la apelación la alzada revisa la materia en las mismas condiciones que lo hizo el
tribunal de la cognición…”.[6]
Al cumplirse con las exigencias que orienta la jurisprudencia patria se evitaría que el
fallo carezca de las razones necesarias, y que por su omisión se vea impedida la apreciación en
el fallo cautelar del proceso hermenéutico en la aplicación de las normas por parte del Juez,
comportamiento jurisdiccional que colinda con la tutela judicial efectiva.
En la norma antes transcrita se hace referencia a las medidas cautelares que el juez
considere pertinente acordar, las cuales sin duda se encuentran referidas a las medidas
nominadas (tales como el embargo de bienes y la prohibición de enajenar y gravar) o
innominadas que el juez considere adecuado acordar, teniendo en cuenta el asunto sometido a
su conocimiento.
Según lo previsto en el artículo 137 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, las
medidas cautelares pueden ser acordadas por el Juez Laboral a petición de parte, lo que infiere
que no pueden ser decretadas de oficio, sino que el juez tiene que obrar a solicitud de parte
interesada, salvo en aquellos casos en que se vean involucrados intereses cuya dimensión
exceda a los intereses subjetivos de las partes en conflicto.
Otro aspecto relevante es ante que juez se puede solicitar la medida cautelar, ya que la
norma señalada ut supra se refiere exclusivamente al Juez de sustanciación, mediación y
ejecución, siendo opinión de quien diserta que en armonía a los fines destinados para la justicia
cautelar, siempre podrá la parte solicitar medidas cautelares al juez que se encuentre conociendo
del proceso en cualesquiera de sus fases, bien ante el Juez de Sustanciación, Mediación y
Ejecución, el Juez de Juicio, el Juez Superior y la Sala de Casación Social del Tribunal
Supremo de Justicia, siendo importante reiterar lo expresado con anterioridad sobre la tutela
judicial efectiva y la interpretación de las instituciones procesales que deben ser efectuadas en
forma amplia para que el proceso sea una garantía de los derechos que le asisten a las partes en
conflicto, abonándose además la finalidad de la justicia cautelar de facilitar el ejercicio de un
derecho e impedir la violación del mismo.
Hemos señalado que el Juez Laboral tanto de primera como de segunda instancia, tiene
facultad para decretar medidas cautelares, ya que la necesidad de salvaguardar los derechos
discutidos, pueden presentarse en cualquier estado y grado de la causa, pudiendo presentarse
circunstancias que determinen que el obligado está realizando actos tendientes a insolventarse o
empobrecerse, por ello el Juez Laboral debe siempre efectuar un estudio y análisis en el decreto
de la medida y verificar la existencia de los requisitos de procedencia, porque de lo contrario
incurriría en el vicio de inmotivación, inficionando el decreto cautelar.
El artículo 137 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, prevé el recurso procesal de
apelación, el cual se admite en un solo efecto contra el decreto cautelar, dentro de los tres (03)
días hábiles siguientes, contados a partir del acto que se impugna.
Con la apelación se genera una incidencia que será conocida por el Juez Superior quién
decidirá en forma inmediata y previa audiencia de parte, dentro de los cinco (5) días hábiles
siguientes a al recepción del expediente en esa instancia superior, estableciendo la nueva
legislación adjetiva que no se admite el recurso de casación, abriéndose la puerta procesal del
ejercicio del recurso de control de la legalidad contra la decisión de alzada, para permitir el
control jurisdiccional.
A pesar de que la inexistencia de la oposición pueda ser considerado por algunos como
una limitación al ejercicio de los derechos que le corresponde a la parte, recordando lo sucedido
con las medidas cautelares consagradas en el artículo 1099 del Código de Comercio, norma que
dispone la apelación contra el decreto cautelar decretado por el juez de comercio, disposición
que fue anulada por inconstitucional por la Sala de Casación Civil de la entonces Corte
Suprema de Justicia [9], al considerar que la misma violenta el derecho a la defensa, declarando
jurídicamente procedente utilizar el régimen de contradicción cautelar previsto en el Titulo II
del Libro III del vigente Código de Procedimiento Civil, en cuanto que la vía procedimental de
la oposición allí contemplada –artículo 602 del Código de Procedimiento Civil- es plenamente
idónea para controvertir los presupuestos jurídicos de esa especial tutela jurisdiccional cautelar
mercantil.
Ahora bien, tomando en cuenta los principios que gobiernan al proceso laboral,
consideramos que la parte afectada por la medida ve garantizado sus derechos con la apelación,
oportunidad procesal que le brinda la ley para refutar los argumentos y pruebas que soportan la
cautela.
Igual situación se presenta en cuanto a los modos que tiene el afectado por la medida
cautelar de lograr la suspensión de la misma, pudiendo aplicarse perfectamente la solución que
brinda el artículo 588 parágrafo tercero del Código de Procedimiento Civil, en donde la parte
afectada puede hacer suspender la medida cautelar si presta caución o garantía suficiente, de las
señaladas en el 590 del Código de Procedimiento Civil, para resguardar los efectos que
eventualmente produciría la sentencia de mérito.
Para concluir es preciso destacar que en modo alguno la aplicación de soluciones que
brinda el Código de Procedimiento Civil, a las vicisitudes procesales que surjan en el
procedimiento laboral, no implican una afrenta a los nuevos principios que gobiernan el
procedimiento especial, toda vez que la misma legislación (artículo 11 LOPT) en forma mágica
consagra una herramienta que puede utilizar el Juez Laboral para aplicar supletoriamente
cualquier norma consagrada en el estamento jurídico procesal del país, siempre que se respete
en lo posible los principios del nuevo proceso laboral.
Nota: Los criterios valorativos son de exclusiva responsabilidad del autor del Blogger Prof. Miguel Angel
Martin. Se autoriza su difusión y reproducción citando la fuente. Caracas, 2012.
[1] Tribunal Supremo de Justicia, Sala Constitucional. Sentencia. N° 708 del 10-05-2000.
[2] Tribunal Supremo de Justicia, Sala Constitucional. Sentencia Nº 983, del 02-05-2003, con ponencia del magistrado José Manuel
Delgado Ocando, Exp. Nº 02-1687.
[3] Ricardo Henríquez La Roche, Medidas Cautelares, según el Código de Procedimiento Civil,
páginas 37 a la 48.
[4] Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, en sentencia dictada en fecha 03 de abril de 2003, con ponencia del
Magistrado Jesús Eduardo Cabrera Romero, Sentencia N° 640, Expediente N° 02-3105.
[5] Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, de fecha 25 de mayo de 2000, Exp. Nº 99-
371, Sentencia Nº 163, con Ponencia del Magistrado Dr. ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ, en el juicio
de INMUEBLES LA GIRALDA, C.A.
[6] Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, de fecha 30 de noviembre de 2000,
Exp. Nº 00-133, sentencia Nº 387, con Ponencia del Magistrado Dr. FRANKLIN ARRIECHE
G., se ratifica una decisión proferida por esa misma Sala de fecha 04 de junio de 1997 caso
Reinca, C.A. contra Angel Carrillo Lugo.
[7] Exposición de Motivos de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo
[8] Ricardo Henríquez La Roche, en su obra Nuevo Proceso Laboral Venezolano, página 390.
[9] Sala de Casación Civil, del Tribunal Supremo de Justicia, Sent. N° 41, del 23 de febrero de 2001, que ratifica la sentencia dictada
por esa misma Sala el 23 de abril de 1998.