Culturas Indígenas de Norte América
Culturas Indígenas de Norte América
Culturas Indígenas de Norte América
Entre las montañas rocosas y las cadenas costeras: Sierra de las Cascadas
y Sierra Nevada, que corren paralelas a la costa Pacifico, impidiendo el paso del
aire humero que viene del Océano, se encuentra la Gran Cuenca, región desértica
de grandiosos escenarios, pero tan pobre en recursos naturales que el hombre
solo puede subsistir en pequeñas bandas nómadas que recorren un extenso
territorio, aprovechando al máximo cuanto recurso les ofrece la naturaleza: ratas,
topos, lagartijas, larvas, saltamontes, liebres y ocasionalmente algún venado o
antílope. El ajuste tan poco favorable requiere de un conocimiento profundo de los
hábitos de los animales y de las propiedades
Alimenticias de las diversas plantas, así como de un equipo especializado a pesar
de su sencillez, y de los escasos materiales disponibles para su elaboración;
varas fibras vegetales, cortezas, resinas y piedras. Cuando tal ajuste se ha
logrado, resulta peligroso introducir cualquier cambio; pues este haría perder el
precario equilibrio y poner en peligro la supervivencia del grupo. No es de extrañar
pues, que los Utes, Shoshones y Paiutes históricos (tribus pertenecientes a la
familia lingüística Uto-Azteca), tuvieron a principio del siglo XX un modo de vida y
un equipo muy similares a los de sus antepasados arqueológicos de la “Cultura
Arcaica del Desierto” que se caracterizó en sus rasgos básicos alrededor de 7000
A.C., experimentando pocos cambios a través de los milenios.
Subartico
Esta área está formada por el gran cinturón de bosques boreales que se
extiende en Canadá de costa a costa. Por el norte limita con la región de la tundra
habitada por los grupos esquimales y por el sur avanza hasta encontrase con la
región de los bosques mixtos al este y con las Praderas y planicies al centro y
oeste. Esta vasta región estaba habitada por pequeños grupos de cazadores y
pescadores nómadas que pertenecían a dos grandes familias lingüísticas: la
algonquina al este y la Atapascana al oeste. Cazaban venado, alce, caribú, y
castor cuyas pieles eran usadas para vestido. Aunque la mayor parte de sus
territorios estaba constituida por bosques, carecían de los instrumentos
necesarios para derribar grandes arbole, contaban en cambio con la corteza de
abedul (betula papyricera) que les proporcionaba un excelente material, ligero,
resiente y de usos múltiples. Su habitación llamada wigwam, estaba constituida
por una estructura en forma de cúpula a base de largas varas flexibles, a veces
con una capa intermedia de musgo o zacate seco para mejorar protección contra
el frio. La corteza de abedul y la armazón de varas así mismo eran utilizados para
la construcción de la canoa y el tobogán que proporcionaban el medio de –
transporte en aquellas bastas aldeas. También para los recipientes se usaba la
corteza de abedul. De primordial importancia en toda el área es la “Raqueta para
la nieve”, implemento que distribuye el peso de una persona en una superficie
mucho más amplia que el píe, impidiendo que esta se hunda en la nieve. Esto
permitiría al cazador desplazarse en la mullida alfombra nevada en seguimiento
de la presa lo cual, hacia menos dura durante el invierno, la existencia de estos
grupos siempre amenazados por el hambre. Los cazadores norteños usualmente
se desplazaban usualmente en pequeñas bandas, ya que los grandes grupos
asustarían a los animales y agotarían pronto las reservas de estos. En las
regiones del sur de Canadá, donde la fauna era más abundante existían territorios
de caza, cuya posesión se atribuían determinadas familias. La descendencia
seguía la línea paterna y al casarse los jóvenes de la pareja residían con el grupo
del marido, pues este no debía abandonar el territorio cuyo conocimiento le
facilitaba la caza. Al no ser proveedora directa, la mujer tenía una posición
subordinada. No existía gobierno organizado. Cuando la caza erigía una acción
conjunta, el cazador más diestro actuaba como líder decidiendo las fechas para
moverse y los sitios a los que habría de dirigirse. También se encargaba que no
se transgredieran los innumerables tabús relacionados con la caza. Para esta se
usaban trampas, reclamos y arco y flecha. Para la pesca se utilizaban arpones y
nazas. La dieta se complementaba con semillas, bayas y frutillas silvestres.
California
En california nos encontramos con las tribus colindantes con la gran cuenca como
los Mono, Los Washo, y los Panamint, comparten la cultura de esta área. Sin
embargo, las culturas típicas de California son las formadas por los recolectores
especializados donde la actividad recolectora se centra en una especie básica. Es
este el caso de las tribus que habitan los valles centrales de california, donde
grandes bosques de encino proporcionan anualmente una cosecha casi ilimitada
de bellotas. El excedente alimenticio repercutía de muy diversas maneras: gran
densidad de población territorios tribales con áreas de recolección bien limitadas,
organización social compleja, guerra entre grupos para protección del territorio,
nomadismo estacional o, dicho de otra manera, vida sedentaria en aldeas durante
una buena parte del año (la dedicada a la recolección de la bellota y al
procesamiento de la misma), tiempo libre para dedicarlo a las ceremonias, con la
elaboración de la parafernalia correspondiente y gran desarrollo de la cestería.
Por lo que a las ceremonias respecta, estas eran del tipo de los llamados
“De los primeros frutos” que se celebran cuando se recolecta, se pesca o se caza
por primera vez una determinada especie dentro de un ciclo anual, y que dirigidas
al mantenimiento de los
recursos naturales. Muy importantes eran también las ceremonias nocturnas. En
cuanto al desarrollo artístico hacia la cestería que estos pueblos canalizaron su
habilidad artesanal, acaso por disponer de uan gran cantidad de fibras vegetales y
raíces apropiadas para este uso, llegando a convertirse en los cestos por
excelencia, dentro de Norte America. Con técnicas de cestería las mujeres
elaboraban la mayor parte del menaje: cestos para la recolección, el
almacenamiento y el procesamiento de la bellota, cunas, porta bebes, sombreros,
esteras e incluso vasijas de tejido tan cerrado que podía conetenr agua.
Verdaderas obras de arte son los pequeños cestos joyeros de los Pomo, adornos
con plumas y cuentas de abulón, de tejido tan fino que es necesario una lupa para
contar las puntas. Entre estas tribus se cuentan los Maidu, Miwok, Yokut, Wintun y
Costano que hablan diferentes dialectos todos del grupo lingüístico penutiano.
COSTA NOROESTE
Sureste
Las principales tribus que habitan el sureste eran: Los Creek (Muskogee),
Los Chickasawo, los Choctawo y los Cherokee. La ceremonia se basa en la
agricultura de azada, practicadas por las mujeres, y en la recolección y en caza.
Se cultivan varias clases de maíz, frijoles, girasol, calabaza y se recolectaban
diversos tipos de nueces, raíces semillas y frutillas silvestres, así como
crustáceos. Se caza
ban venados y diversos tipos de aves haciendo uso de trampas, arco y flecha, y
cerbatana. Para la pesca se usaban nazas y veneno. El comercio era, además de
la caza, una de sus principales actividades de los hombres.se traficaba con bienes
suntuarios como placas de cobre, procedentes de la región de los grandes lagos y
conchas traídos de las costas del Golfo. Las jornadas se hacían a pie o en canoa,
utilizando el curso de los ríos. La habitación era semi-subterranea de paredes de
argamasa y lodo y techo de paja. El manejo lo constituían: bancos y marcos para
camas de madera, esteras, cuencos de madera, morteros, diversos tipos de
canastas usadas para la recolección y el almacenaje y cerámica decorada con
marcas de cordelo con puntillaje. Existían chozas de segregación para las mujeres
menstruantes y embarazadas y temazcales para purificaciones naturales. En casi
todos los poblados la casa del jefe estaba situada en lo alto de un montículo. La
vestimenta era escasa: mocasín y taparrabos para los hombres, falda de fibras
vegetales para las mujeres. Durante el invierno se utilizaban polainas y ponchos
de piel. Se adornaban con placas de cobre, conchas y perlas de agua dulce. Los
jefes llevaban mantos y tocados de plumas. El tatuaje era considerado un símbolo
de estatus destinado a los guerreros y a los jefes y a sus esposas. En el sureste
las jefaturas cobraban una importancia desconocida en el resto de la
Norteamérica indígena. Los jefes son escogidos entre los miembros de ciertos
clanes y se les rodea de una ceremonia que les distingue claramente del resto de
los miembros de la tribu. Cada poblado constituía una especie de minúscula
ciudad – estado que se unía a otros de su misma tribu para emprender
actividades comunes solo si lo consideraba conveniente.
La guerra era considerada una actividad muy importante por medio de la cual los
jóvenes se cubrían de gloria, EL “gran guerrero”,
Noreste
biente y al mayor contacto con otros grupos sureños, efectuado a través de los
ríos Ohio y Mississippi, que desde tiempos prehistóricos sirvieron de vías de
comunicación a innumerables pueblos. A groso modo se pueden hacer dos
subdivisiones: tribus lacustres y tribus de pradera. Las primeras tienen como
característica distintiva no poseer casi agricultura, pese a que conocen las
técnicas agrícolas y poseen tierras adecuadas para la siembra, pues cuentan
como el arroz silvestre que créese profusamente en las riberas de los lagos y que
sustituye al maíz. Entre ellas se encuentran las Ojibwa, Henomini y Otawa. En
cuanto a las tribus de pradera, sus aldeas estaban situadas a las orillas de ríos en
las inmediaciones de aquellas. Eran grupos eminentemente agrícolas, situación
favorecida por la riqueza del suelo de los valles fluviales que habitan. Un rasgo
característico de estas tribus era la cacería anual del búfalo, durante la cual toda
la tribu se movía a los espacios abiertos donde este habitaba. El objeto más
característico y distintivo de los grupos de los lagos y las praderas era la pipa de
la paz o “Calumet”. Esta estaba formada por un largo vástago de madera
adornado con cuentas y púas de puercoespín. La cazoleta de la pipa estaba
tallada en una piedra roja (catlinita). Las tribus hacían peregrinaciones a la zona
donde se encontraba la cantera. Se creía que el “Calumet” había sido dado a los
hombres por el gran espíritu “Manitou”. El calumet era usado para ratificar
tratados, dar la bienvenida a los extraños, para obtener las bendiciones de los
dioses y apaciguar su ira y como salvoconducto para atravesar territorios
enemigos. Penetrando como una cuña entre los algonquinos de la Costa Atlántica
y los del interior se encuentran los iroquies (de filiación sureña) cuyo territorio se
encontraba al sur de los lagos Enie y Ontario en el actual estado de Nueva York.
Los iroquies estaban integra
dos por cinco tribus: Seneca Cayuga, Onondaga, Oneida y Mohawk, que
constituían la “Liga Troquesa”. Las tribus iroquesas eran fundamentalmente
agrícolas, las faenas eran realizadas por las mujeres, quienes por ser
determinantes para la economía del grupo gozaban de un status muy elevado.
Ellas eran las duellas de los campos de cultivo y de las habitaciones
plurifamiliares llamadas “casas largas” que habitaban un grupo familiar formado
por una matrona, sus hijos solteros, y sus hijas cazadas junto con sus esposos e
hijos menores. Las aldeas estaban gobernadas por varias “casas largas” rodeadas
por una paliza destinada a protegerlas de ataques enemigos. Los hombres se
dedicaban a la caza y al comercio; los artículos con que se comerciaba no eran de
primera necesidad, que siempre eran locales, sino suntuarios. La guerra era otra
de las actividades más importantes de los hombres. Las armas y métodos
guerreros eran los mismos que ya sean descrito para los indios del sureste. La
“liga iroquesa” fue el tipo de gobierno más avanzado que llego a existir en la
Norteamérica indígena, el único ejemplo de varias tribus que permanentemente
estaban unidas para emprender acciones conjuntas en ciertos casos. Cada tribu
manejaba sus asuntos internos por medio de un consejo tribal a cuya cabeza
estaba un jefe o Sachem. Únicamente ciertos clanes podían proporcionar jefes. La
recolección de estos recaía en las matronas de las tribus de la tribu que tenían la
facultad de nominar o revocar. El “consejo confederado”, formado por los Sachem
de la “liga” solo actuaba en casos de guerra o cuando era llamado para arbitrar.
Se llegaba a una decisión por unanimidad. Entre las prácticas religiosas destacan
las de la Sociedad Shamanica de “Las Caras Falsas”, organización cuyos
miembros se dedicaban a hacer curaciones y exorcizar a los malos espíritus.
Parte esencial de las ceremonias era la máscara espantable que portaban, y que
debía ser tallada
mediante un proceso definido, que se iniciaba con la talla de los rasgos esenciales
de la máscara antes de que a la madera se desprendiera del árbol, a fin de que la
fuerza que impregna a los seres vivos le fuera trasmitida.
El suroeste
El área del SW incluye la altiplanicie del Rio Colorado y las tierras bajas
que la rodean, ocupa los estados de Arizona y Nuevo México. A pesar de ser un
área semidesértica, su característica principal es la agricultura, que se practica en
valles irrigados o bien aprovechado la corta temporada de lluvias veraniegas que
presta humedad al suelo. La historia de esta área empieza varios milenios antes
de nuestra era, cuando pequeños grupos de recolectores de la cultura “Cochise”,
cuyo modo de vida era muy similar al descrito al hablar de los habitantes de la
gran cuenca, empezar a recibir, en forma intermitente, influencia que venía desde
Mesoamérica, de esta manera llegó, en el año 2000 A.C. el cultivo de maíz,
posteriormente llegaron el frijol y la calabaza. Ya en nuestra era, aparecieron la
cerámica y el cultivo de algodón. Poco a poco se fueron delineando varias culturas
arqueológicas: LA Hohokan, en el Valle del Rio Gila afluente del Colorado, en la
parte sur del área, la Mogollón en la región central de Arizona y Nuevo México, y
la Anasazi en la meseta del Colorado en el parte N. del área. De éstas fue la
cultura Hohoka la que más influencia tuvo de Mesoamérica, incluyendo: juegos de
pelota, cerámica pintada, avanzada técnica textil, canales de riego, etc. Los
Anasazi antepasados de los modernos indios Pueblo constituyen el otro desarrollo
importante de cultivadores de maíz en el SW su lugar de asentamiento es la árida
meseta que corre diagonalmente a través de Arizona y Nuevo México. Su origen
fue, como en el caso de los Hohokan, pequeños grupos de rocolec
los que han logrado mantener la cultura más pura. A pesar de su unidad cultural
los indios Pueblo pertenecen a varias familias lingüísticas: Tonoana, Keresana,
Zuniana y Shoshoneana. En estas regiones no existían las condiciones óptimas
para la siembra que había en el este. Aquí había que aprovechar al máximo la
humedad que existía en el suelo la corta temporada de lluvias veraniegas; había
que conjurar por medio de constantes ceremonias y rituales sumamente
complejos a las fuerzas de la naturaleza para que no faltase la lluvia; había que
crear nuevas variantes de maíz resistente a la sequía que de cuando en cuando
azotaban la región. La agricultura, tanto en el aspecto material de las faenas del
campo como en el espiritual de las ceremonias agrícolas, era atendido por los
hombres. En la distribución del trabajo tocaba a las mujeres hacer la ceremonia,
en la que alcanzaron un alto grado de perfección, preparando alimentos, acercar
el agua (que a menudo debía ser llevada a lo alto de la meseta desde los
manantiales distantes) y sobre todo moler el maíz hasta convertirlo en harina muy
fina, actividad en la que pasaban varias horas del día. A pesar de que no eran
proveedoras directas, tenían una posición social que no era de inferioridad. La
casa les pertenecía. El matrimonio era estrictamente monógamo, y el divorcio
relativamente fácil. La religión ocupaba un papel predominante en la vida del
pueblo, desde el nacimiento, en que se presentaba al recién nacido al sol en una
impresionante ceremonia, hasta la muerte. Además de las grandes ceremonias
religiosas que acompañaban cada fase del cultivo, y que eran dirigidas por
sacerdotes, el hombre común, hacia frecuentes ofendas a los espíritus para
implorar benevolencia. Estas consistían en los “palitos de oraciones” o pahos,
varitas a las que se le ponía una pluma y una bolsita con harina de maíz, que se
colocaban en los manantiales y en otros sitios sagrados. La teolo
gia de los Pueblo era bastante más elaborada que la de los otros indígenas
norteamericanos. Contaba con innumerables seres sobrenaturales. Entre estos
los preferido s eran los seres de los nueves y de la lluvia llamados rachinas.
Hombres de la sociedad Kachina vestidos y enmascarados, para representar a
estos seres danzaban en las plazas para propiciar las lluvias. Antes de la
ceremonia, los miembros de esta sociedad, se reunían en la kiva donde
preparaban los objetos de culto y tallaban unas figurillas de madera blanda que
representaba a los espíritus Kachina. Dichas figurillas eran dadas a los niños que
de esta manera se iniciaban ene le conocimiento de su religión. Aparte de los
grupos agricultores que hemos visto en el SW. Otros grupos cuya trayectoria es
completamente diferente. Nos referimos a los grupos de cazadores nómadas que
a partir del año 1000 de nuestra era empezaron a infiltrarse en el SW. Venían del
norte pertenecían al tronco lingüístico Atapascano que se habla en la parte central
de Alaska y Oeste de Canadá. Los cultivadores los denominaron Apaches, que
significa “enemigos”. Su cultura material era muy pobre, pero poseían un
poderoso arco reforzado con tendones, por lo que, a pesar de su número inferior,
resultaban enemigos formidables. A su contacto con la población sedentaria, los
intrusos comenzaron a asimilar ciertos rasgos; sin embargo, no todos los grupos
de nómadas se a culturaron a igual ritmo. Un grupo permaneció apegado a sus
costumbres nómadas, vistiendo pieles, viviendo de la caza, y ahora también
viviendo de los ataques a los pacíficos agricultores. Andando el tiempo adquirieron
el caballo y esto los convirtió en también merodeadores que asolaron tanto las
aldeas Pueblo como lo ranchos establecidos en la región de los colonos blancos.
A estos se les siguió llamando siempre Apaches. El otro grupo empezó a ser
llamado por los Pueblo Apaches de Navahu ósea los “enemigos de los campos
sembrados”
con lo que nos indica que estos iban mucho más adelante en el proceso de
aculturación y que muy probablemente habrían acabado por construir una cultura
agrícola. Pero un acontecimiento histórico, la introducción del caballo y de la oveja
cambio su destino y los “apaches de Navahu” o Navajos terminaron por
convertirse en un pueblo pastor por excelencia. Los Navajos se han mostrado a
través de su historia como los aprendices más aptos dentro del territorio
norteamericano, tomando en forma selectiva aquellos rasgos que, de culturas
extrañas, que más les han convencido (o atraído) y llevándolos a un grado de
perfeccionamiento que en muchas ocasiones a sobre pasado el de sus maestros.
De los indios pueblo aprendieron, la agricultura, las ceremonias religiosas y el arte
del tejido. Los navajos a pesar de ser un pueblo industrioso, nunca dejo de ser
guerrero, con la posesión de caballos participo activamente en los merodeos, lo
mismo que los apaches, y no fue sino hasta el último tercio del siglo pasado que
ambas tribus fueron sometidas por los americanos. Son afamados por sus cobijas
de lana tejidas por las mujeres, y por su joyería en plata y turquesa, que se
encuentra en la cúspide de la artesanía indígena contemporánea.
LAS PLANICIES
Desde el punto de vista geográfico, las planicies están construidas por los
inmensos espacios abiertos que se extienden desde el Mississippi hasta las
Rocallosas. Para muchos es el indio de las planicies el típico indio americano. Su
cultura, sin embargo, es la más reciente entre las culturas indígenas y empezó a
conformarse solo hasta que el caballo traído por el hombre blanco prolifero en
dicha área. Fue entonces que la caza del bisonte –bison-bison-, que en
innumerables mana
das cruzaban estas bastas tierras durante sus movimientos anuales de migración,
dejo de ser peligroso e incierta y a partir de 1700 un nuevo modo de vida se
ofreció a los indios de los grandes llanos. La cultura de las planicies empezó a
gestarse apenas en el siglo XVIII con contribuciones de infinidad de grupos
asentados ya en estas o venidos de áreas vecinas, pertenecientes a diferentes
culturas y por lo menos a cinco familias lingüísticas. A pesar de esto, debido a la
gran fluidez que proporcionan el caballo en estos espacios abiertos, al cabo de un
siglo esta cultura se extendía por toda la inmensa área con características
uniformes, descontando las pequeñas diferenciaciones tribales y, desde luego, la
diferencia idiomática que se subsano en parte con el surgimiento de un “idioma” a
base de señas que era comprendido por todos. Como hemos dicho la cultura de
las planicies se basa en la caza del bisonte, y en el caballo que lo hacía posible a
gran escala. La carne de aquel se consumía fresca, en tasajos o en forma de
“pemmican” (carne seca, molida y mezclada con grasa y frutillas silvestres) que
podía ser guardada durante largos periodos. La piel tenia múltiples usos; inclusive
proporcionaba el material para la habitación del nómada de estas tierras, el Tipi o
tienda cónica hecha por doce o diez pieles de búfalo, cocidas entre sí por
tendones, y extendidas sobre un armazón de tres o custro postes maestros y de
20 a 25 postes adicionales. Nuevamente, el caballo era el que facilitaba el
transporte de la tienda, siendo factor decisivo de la gran movilidad del grupo. La
organización social era apenas existente al menos durante el invierno, en que
cada banda o aun cada familia acampaba en valles protegidos viviendo de sus
reservas alimenticias y cazando vedado cuyas pieles usaban para los vestidos.
Cundo reaparecían los pastos y se esperaba el regreso de las manadas, la tribu o
parte de esta se reunía y surgía co