Culturas Indígenas de Norte América

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CULTURAS INDÍGENAS DE NORTE AMÉRICA

Para esta breve presentación de los pueblos indígenas de Norte América,


utilizamos el concepto de “Área Cultural”. Norte América es sumamente compleja
culturalmente hablando; cientos de conglomerados humanos con sus modos de
vida propios poblaron este inmenso territorio. A fin de facilitar su estudio, aquellos
grupos con formas de vidas similares fueron agrupados en “Culturas”. A un
territorio X, poblados por culturas análogas se le denomino “Área Cultural”. En
general todas estas culturas muestran un alto grado de adaptación a su medio
ambiente, por lo que las áreas culturales corresponden en buena medida con
Áreas geográficas determinadas. Daremos pues una perspectiva de aquellas
empezando por las áreas de cazadores y recolectores simples, prosiguiendo con
los cazadores y recolectores especializados para pasar de ahí a los agricultores y
culminar con la más reciente de las culturas indígenas, las de las planicies las que
no se abrina originado a no ser por un elemento clave –el caballo- introducido por
el hombre blanco.

Gran Cuenca y Altiplano del Columbia

Entre las montañas rocosas y las cadenas costeras: Sierra de las Cascadas
y Sierra Nevada, que corren paralelas a la costa Pacifico, impidiendo el paso del
aire humero que viene del Océano, se encuentra la Gran Cuenca, región desértica
de grandiosos escenarios, pero tan pobre en recursos naturales que el hombre
solo puede subsistir en pequeñas bandas nómadas que recorren un extenso
territorio, aprovechando al máximo cuanto recurso les ofrece la naturaleza: ratas,
topos, lagartijas, larvas, saltamontes, liebres y ocasionalmente algún venado o
antílope. El ajuste tan poco favorable requiere de un conocimiento profundo de los
hábitos de los animales y de las propiedades
Alimenticias de las diversas plantas, así como de un equipo especializado a pesar
de su sencillez, y de los escasos materiales disponibles para su elaboración;
varas fibras vegetales, cortezas, resinas y piedras. Cuando tal ajuste se ha
logrado, resulta peligroso introducir cualquier cambio; pues este haría perder el
precario equilibrio y poner en peligro la supervivencia del grupo. No es de extrañar
pues, que los Utes, Shoshones y Paiutes históricos (tribus pertenecientes a la
familia lingüística Uto-Azteca), tuvieron a principio del siglo XX un modo de vida y
un equipo muy similares a los de sus antepasados arqueológicos de la “Cultura
Arcaica del Desierto” que se caracterizó en sus rasgos básicos alrededor de 7000
A.C., experimentando pocos cambios a través de los milenios.

LA constante búsqueda de alimentos limitaba el número de estos grupos y los


mantenía en un continuo movimiento (al agotar los recursos de un área había que
trasladarse a otra). Esto se reflejaba en todos los aspectos de su vida empezando
por la habitación que se reducía a una simple mampara o a una choza de varas y
zacate, cuando no se podía encontrar una cueva habitable. Su equipo que debía
ser sumamente ligero se componía de: palo excavador para desenterrar
tubérculos y raíce, lazos y redes para atrapar animales, canastas para guardar
semillas y cucharones de cestería para ventearlas, botellones de cetrería del
mismo material recubiertos de ceniza para poder contener líquidos; tenían
además un taladro para hacer fuego y alguna piedra plana que les sirviese para
moler semillas. Las armas de caza eran: el Atl-atl y posteriormente el arco y
flechas poseían además mazas y palos conejeros (especie de bumerang). Aunque
usaban sandalias de fibra, solían ir casi desnudos. Para el invierno tenían capas
confeccionadas con tiras de piel de conejo entretejidas. Su organización social era
sumamente sim
ple, tenían solo una especie de consejos paternales al que llamaban “El que tiene
la palabra”. El matrimonio o seguía reglas determinadas. Los jóvenes se casaban
con aquellos miembros del sexo opuesto que estuviese disponible excluyendo
solo a sus parientes más cercanos y se incorporaban al grupo ya de un cónyuge
ya del otro, debido a su activa participación en la economía, las mujeres gozaban
de una situación de igualdad. En cuanto a la religión, apenas si existía una
ceremonia anual, dirigida por un shaman, que precedía a la caza del antílope.
Existían unos cuantos tabús relacionados con la menstruación y el nacimiento.

Subartico

Esta área está formada por el gran cinturón de bosques boreales que se
extiende en Canadá de costa a costa. Por el norte limita con la región de la tundra
habitada por los grupos esquimales y por el sur avanza hasta encontrase con la
región de los bosques mixtos al este y con las Praderas y planicies al centro y
oeste. Esta vasta región estaba habitada por pequeños grupos de cazadores y
pescadores nómadas que pertenecían a dos grandes familias lingüísticas: la
algonquina al este y la Atapascana al oeste. Cazaban venado, alce, caribú, y
castor cuyas pieles eran usadas para vestido. Aunque la mayor parte de sus
territorios estaba constituida por bosques, carecían de los instrumentos
necesarios para derribar grandes arbole, contaban en cambio con la corteza de
abedul (betula papyricera) que les proporcionaba un excelente material, ligero,
resiente y de usos múltiples. Su habitación llamada wigwam, estaba constituida
por una estructura en forma de cúpula a base de largas varas flexibles, a veces
con una capa intermedia de musgo o zacate seco para mejorar protección contra
el frio. La corteza de abedul y la armazón de varas así mismo eran utilizados para
la construcción de la canoa y el tobogán que proporcionaban el medio de –
transporte en aquellas bastas aldeas. También para los recipientes se usaba la
corteza de abedul. De primordial importancia en toda el área es la “Raqueta para
la nieve”, implemento que distribuye el peso de una persona en una superficie
mucho más amplia que el píe, impidiendo que esta se hunda en la nieve. Esto
permitiría al cazador desplazarse en la mullida alfombra nevada en seguimiento
de la presa lo cual, hacia menos dura durante el invierno, la existencia de estos
grupos siempre amenazados por el hambre. Los cazadores norteños usualmente
se desplazaban usualmente en pequeñas bandas, ya que los grandes grupos
asustarían a los animales y agotarían pronto las reservas de estos. En las
regiones del sur de Canadá, donde la fauna era más abundante existían territorios
de caza, cuya posesión se atribuían determinadas familias. La descendencia
seguía la línea paterna y al casarse los jóvenes de la pareja residían con el grupo
del marido, pues este no debía abandonar el territorio cuyo conocimiento le
facilitaba la caza. Al no ser proveedora directa, la mujer tenía una posición
subordinada. No existía gobierno organizado. Cuando la caza erigía una acción
conjunta, el cazador más diestro actuaba como líder decidiendo las fechas para
moverse y los sitios a los que habría de dirigirse. También se encargaba que no
se transgredieran los innumerables tabús relacionados con la caza. Para esta se
usaban trampas, reclamos y arco y flecha. Para la pesca se utilizaban arpones y
nazas. La dieta se complementaba con semillas, bayas y frutillas silvestres.

La religión estaba dominada por la creencia en el Orenda, fuerza


misteriosa que persuade todo el universo. De suma importancia eran los “Señores
de los animales”, guardianes de las diferentes especies de caza. Estos asumían a
veces forma humana, otros eran animales de tamaño exepcional de seres
antropozoomorfos. Se les propiciaba para que
nunca faltara la caza. Se creía además en innumerables espíritus que habitaban
los bosques. El shaman era el encargado de comunicarse con el mundo de los
espiritus – lo que hacía después de entrar en trance – y de apaciguarlos con
ofrendas de tabaco. Algunas de las tribus más importantes de esta área son: los
Montagnais-Naskapi del labrador; los Ojibwa y los Cree que habitan entre los
grandes Lagos y la Bahía de Hudson.

California

En california nos encontramos con las tribus colindantes con la gran cuenca como
los Mono, Los Washo, y los Panamint, comparten la cultura de esta área. Sin
embargo, las culturas típicas de California son las formadas por los recolectores
especializados donde la actividad recolectora se centra en una especie básica. Es
este el caso de las tribus que habitan los valles centrales de california, donde
grandes bosques de encino proporcionan anualmente una cosecha casi ilimitada
de bellotas. El excedente alimenticio repercutía de muy diversas maneras: gran
densidad de población territorios tribales con áreas de recolección bien limitadas,
organización social compleja, guerra entre grupos para protección del territorio,
nomadismo estacional o, dicho de otra manera, vida sedentaria en aldeas durante
una buena parte del año (la dedicada a la recolección de la bellota y al
procesamiento de la misma), tiempo libre para dedicarlo a las ceremonias, con la
elaboración de la parafernalia correspondiente y gran desarrollo de la cestería.

Por lo que a las ceremonias respecta, estas eran del tipo de los llamados
“De los primeros frutos” que se celebran cuando se recolecta, se pesca o se caza
por primera vez una determinada especie dentro de un ciclo anual, y que dirigidas
al mantenimiento de los
recursos naturales. Muy importantes eran también las ceremonias nocturnas. En
cuanto al desarrollo artístico hacia la cestería que estos pueblos canalizaron su
habilidad artesanal, acaso por disponer de uan gran cantidad de fibras vegetales y
raíces apropiadas para este uso, llegando a convertirse en los cestos por
excelencia, dentro de Norte America. Con técnicas de cestería las mujeres
elaboraban la mayor parte del menaje: cestos para la recolección, el
almacenamiento y el procesamiento de la bellota, cunas, porta bebes, sombreros,
esteras e incluso vasijas de tejido tan cerrado que podía conetenr agua.
Verdaderas obras de arte son los pequeños cestos joyeros de los Pomo, adornos
con plumas y cuentas de abulón, de tejido tan fino que es necesario una lupa para
contar las puntas. Entre estas tribus se cuentan los Maidu, Miwok, Yokut, Wintun y
Costano que hablan diferentes dialectos todos del grupo lingüístico penutiano.

COSTA NOROESTE

El litoral e islas adyacentes que se extienden desde el sur de Alaska hasta el


norte de California, forman el área cultural y geográfica de la costa noroeste. Esta
región se caracteriza por tener un clima templado gracias a la corriente cálida
Kuno Sivo, que proveniente de Japón baña sus costas. La humedad del Océano
Pacifico origina una densa precipitación pluvial, dando lugar a espesos bosques
de coníferas y a innumerables corrientes donde el salmón se dirige a desovar. De
más riqueza aún son las costas, sumamente recortada, pobladas de mariscos y
mamíferos tales como la foca, la morsa, y la nutria mariana. En las lagunas
oceánicas abundan el bacalao, el mero o hipogloso, el enlachón o pez vela, el
arenque y la ballena orca. Disponiendo de tal abundancia de recursos naturales,
las tribus de esta área entran las categorías de pescadores-cazadores
especializados y a pesar
de carecer de agricultura han logrado un avance cultural apenas separado en la
América indígena por las altas culturas mesoamericanas y andinas. Los
habitantes de esta área llevan una vida sedentaria en aldeas costeras constituidas
hasta por treinta grandes casas plurifamiliares de techo de dos aguas, construidas
con tablones de cedro. Cada una de estas casas albergaba de veinte a cien
personas emparentadas entre sí. Esta familia extensa funcionaba como unidad
económica bajo el mandato del jefe de la casa quien era el propietario de esta, de
las pesquerías y de las canoas. Dichas embarcaciones eran un elemento
primordial; talladas de un solo tronco de cedro, las más grandes podían
transportar hasta veinticinco hombres y tres toneladas de carga. La riqueza de los
recursos naturales y de los excedentes que de esta resultaban dieron origen a una
sociedad jerarquizada en cuyo estamento más bajo se encontraban los
prisioneros tomados a otras tribus, que, aunque incorporados a la vida familiar,
eran los encargados de realizar la mayor parte de los trabajos rutinarios de pesca
y recolección dando oportunidad al surgimiento de especialistas de tiempo
completo entre los que se destacaban: los shamanes, los constructores de
canoas, los carpinteros, los tallistas y los arponeros para la caza de especies
marinas. Estos oficios eran generalmente transmitidos de padres a hijos y la
enseñanza comprendía aspectos técnicos y rituales. El nivel más alto de la escala
social estaba ocupado por los ricos propietarios de casas. En la casa más común
disponían de un departamento privado separado del resto de esta por una pared
de tablones decorados con sus emblemas clásicos. Los jefes de casa, ayudados
por la laboriosidad de sus familiares y sirvientes, se dedicaban a acumular bienes
materiales tales como cajas de madera ensamblada, bellamente decorados, pieles
de nutria marina, mantas “Chilkat”. tejidas con líber de cedro y pelo de
cabra montés cuernos de madera, cucharones tallados de cuerno de cabra,
escudos de cobres (este de martillaba en frio, pues la verdadera metalurgia de
desconocía), sartas de conchas dentalium, aceite y pescado seco.

Sin embargo, no era la culminación de estos bienes, muchos de los


cuales se obtenían por intercambio entre las diferentes tribus, la que confería
prestigio, sino la distribución de ellos, que se llevaba a cabo en una ceremonia
llamada “Potlatch”, en la cual un jefe de casa convidaba a sus familiares y amigos,
entre los que repartí, tomando en cuenta el rango de cada uno de ellos, todas sus
pertenencias.

El aprovisionamiento de víveres y la elaboración de las reservas


alimentarias, ocupaba solo unos cuantos meses, dejando abundante tiempo libre
que se empleaba en la celebración de complicadas ceremonias y en la
manufactura de las formas artísticas usadas en el culto. Las ceremonias se
llevaban a cabo en los meses de invierno escenificándoselos mitos de la creación,
los mitos de los orígenes de los clanes y leyendas, los hechos históricos que
formaban parte de la historia oral del grupo. Las máscaras que se empleaban para
representare a los indiferentes personajes, se encuentran entre las más
impresionantes, mejor talladas y más ingeniosamente elaboradas del mundo
primitivo. Es imposible hablar de los indios de la costa noroeste sin mencionar los
“postes totémicos”, estas tallas monumentales que llegan a medir hasta 25 m., no
son únicamente el rango distintivo de estas etnias y su mayor extensión artística,
sino que tienen connotaciones sociales sumamente importantes. El poste llama
función heráldica, mostrando el linaje de una familia noble por medio de las figuras
talladas en él. Los postes se erigen en diversas ocasiones: para conmemorar la
construcción de una nueva casa, para celebrar al poder de
un jefe o como monumento funeral a su muerte. Huelga decir, que la talla de estos
postes monumentales alcanzo su auge después de la introducción de las
herramientas de hierro que tuvo lugar en el último cuarto del siglo XVIII. Las
principales tribus de la costa noroeste de norte a sur son: Los Tligit, los
Tsimshiam, Los haida, los Kwakiutl, los Bella Coola y los Nootha.

BOSQUES DEL ESTE: SURETE Y NORESTE

Extendiéndose de norte a sur entre el Golfo de San Lorenzo y los


Grandes lagos y el golfo de México, de este a oeste entre el litoral acuático y el rio
Mississippi se encuentra una amplia zona de bosques mixtos, sumamente rica en
recursos naturales de origen vegetal y animal. Esta región cuenta además con las
fértiles tierras de los valles fluviales del Mississippi, Ohio y sus afluentes,
propiciados para la agricultura geográficamente este vasto territorio constituye una
sola área; culturalmente, la mayoría de los autores han optado por dividirla en dos:
el suroeste y el Noreste, la línea divisoria entre ambos corresponde más o menos
con el limite septentrional de los actuales estados de Carolina de Norte y
Tennessee. El criterio para esta división se basa en la presencia de múltiples
rasgos de origen mesoamericanos que se observan en la parte sur y que
disminuyen o desaparecen conforme se avanza hacia el norte.

Sureste

Las principales tribus que habitan el sureste eran: Los Creek (Muskogee),
Los Chickasawo, los Choctawo y los Cherokee. La ceremonia se basa en la
agricultura de azada, practicadas por las mujeres, y en la recolección y en caza.
Se cultivan varias clases de maíz, frijoles, girasol, calabaza y se recolectaban
diversos tipos de nueces, raíces semillas y frutillas silvestres, así como
crustáceos. Se caza

ban venados y diversos tipos de aves haciendo uso de trampas, arco y flecha, y
cerbatana. Para la pesca se usaban nazas y veneno. El comercio era, además de
la caza, una de sus principales actividades de los hombres.se traficaba con bienes
suntuarios como placas de cobre, procedentes de la región de los grandes lagos y
conchas traídos de las costas del Golfo. Las jornadas se hacían a pie o en canoa,
utilizando el curso de los ríos. La habitación era semi-subterranea de paredes de
argamasa y lodo y techo de paja. El manejo lo constituían: bancos y marcos para
camas de madera, esteras, cuencos de madera, morteros, diversos tipos de
canastas usadas para la recolección y el almacenaje y cerámica decorada con
marcas de cordelo con puntillaje. Existían chozas de segregación para las mujeres
menstruantes y embarazadas y temazcales para purificaciones naturales. En casi
todos los poblados la casa del jefe estaba situada en lo alto de un montículo. La
vestimenta era escasa: mocasín y taparrabos para los hombres, falda de fibras
vegetales para las mujeres. Durante el invierno se utilizaban polainas y ponchos
de piel. Se adornaban con placas de cobre, conchas y perlas de agua dulce. Los
jefes llevaban mantos y tocados de plumas. El tatuaje era considerado un símbolo
de estatus destinado a los guerreros y a los jefes y a sus esposas. En el sureste
las jefaturas cobraban una importancia desconocida en el resto de la
Norteamérica indígena. Los jefes son escogidos entre los miembros de ciertos
clanes y se les rodea de una ceremonia que les distingue claramente del resto de
los miembros de la tribu. Cada poblado constituía una especie de minúscula
ciudad – estado que se unía a otros de su misma tribu para emprender
actividades comunes solo si lo consideraba conveniente.
La guerra era considerada una actividad muy importante por medio de la cual los
jóvenes se cubrían de gloria, EL “gran guerrero”,

custodio de los talismanes de guerra, era el encargado de iniciarla, llamando a los


jóvenes por medio del redoble del tambor. Estos se preparaban por tres días, por
medio del ayuno, la danza y las purificaciones. Finalmente se fumaba una pipa en
solemne ceremonia y la partida guerrera se ponía en marcha para atacar alguna
aldea enemiga. Las armas eran el arco y la flecha y la maza guerrera para la
lucha cuerpo a cuerpo. Se escalpaba a los enemigos muertos, llevándose el cuero
cabelludo como trofeo de guerra. No se buscaban esclavos, pero si se hacían
algunos, estos eran adoptados dentro de la tribu. En cambio, se tenía gran
empeño en capturar vivo a un joven y valiente guerrero a quien se destinaba a ser
torturado en presencia de los habitantes de la tribu de la aldea de sus captores.
En el aspecto religiosos coexistía el shamanismo y las creencias de los cazadores
norteños en los espíritus de los animales, de las plantas y de las fuerzas de la
naturaleza, con la existencia de un sacerdocio, un templo con la imagen de un
dios, erigido sobre un montículo, y ceremonias como las del “Maíz Tierno” y del
“Fuego Nuevo”. Es precisamente en este último aspecto de la religión donde más
se hace notar la influencia mesoamericana.

Noreste

La parte norte de esta gran área de bosques mixtos se distingue


geográficamente de la parte sur, por una creciente diferenciación estacional
(veranos más cortos, inviernos más fríos). Culturalmente, como ya hemos dicho,
la diferencia radica principalmente en la disminución gradual de influencias
mesoamericanas. Esta sub área estaba habitada por tribus algonquinas,
desprendidas de su habitad original en los bosques boreales y por grupos de
filiación sureña que avanzaron hacia el norte. La característica principal en esta
área es la agricultura que los grupos algonquinos adoptan al llegar a regiones
aptas para el cul

tivo y entrar en contacto con grupos de agricultores. El cultivo principal es el maíz


(del cual llega a haber hasta quinces variedades) y varios tipos de frijoles y
calabazas, así como girasol. Los grupos algonquinos del NE. Se localizaron
principalmente en la costa atlántica que se extiende, de Norte a sur desde Maine
hasta Virginia y en la región del sur y oeste de los lagos mayores: superior,
Michigan y Huron. Los algonquinos de la costa atlántica eran grupos
fundamentalmente agricultores. La agricultura era practicada por las mujeres se
sembraba frijol, calabaza y varias clases de maíz, se extraía del arce la miel de
maple con la que elaboraban azúcar. Los hombres se dedicaban a la pesca caza
y la guerrear. Vivian en aldeas permanentes hasta de cien chozas. Varias de
estas aldeas se reunían en confederaciones bajo el mando de un jefe o
“Sagamone”. Su equipo incluía varios de los artefactos que hemos encontrado
entre los subárticos, como la raqueta para la nieve y la canoa de corteza. Sus
vestidos estaban elaborados con pieles de venado y decorados con bordados
hechos con púas de puercoespín y en la época posterior al contacto de los
europeos con cuentas y abalorios. En la guerra usaban el terrible Tomahawk o
maza de combate, tallada en una sola pieza de madera dura terminada en una
esfera (posteriormente se le dio el mismo nombre a un hacha de hierro obtenida
en comercio con los blancos) para finales del siglo XVII los grupos aloquines de la
Costa Atlántica que se encontraba en el área de la colonización anglo habían
perdido todos sus territorios tribales y de hecho dejaron de existir como etnias
entre ellos se contaban los Wampanoag, Narraganset, Pequot y Mohican, Por lo
que respecta al grupo algonquino del interior, resulta valido la mayoría de lo dicho
acerca de los habitantes de la costa Atlántica. Modificaciones a la cultura básica
se efectuaron en respuesta a la adaptación al am

biente y al mayor contacto con otros grupos sureños, efectuado a través de los
ríos Ohio y Mississippi, que desde tiempos prehistóricos sirvieron de vías de
comunicación a innumerables pueblos. A groso modo se pueden hacer dos
subdivisiones: tribus lacustres y tribus de pradera. Las primeras tienen como
característica distintiva no poseer casi agricultura, pese a que conocen las
técnicas agrícolas y poseen tierras adecuadas para la siembra, pues cuentan
como el arroz silvestre que créese profusamente en las riberas de los lagos y que
sustituye al maíz. Entre ellas se encuentran las Ojibwa, Henomini y Otawa. En
cuanto a las tribus de pradera, sus aldeas estaban situadas a las orillas de ríos en
las inmediaciones de aquellas. Eran grupos eminentemente agrícolas, situación
favorecida por la riqueza del suelo de los valles fluviales que habitan. Un rasgo
característico de estas tribus era la cacería anual del búfalo, durante la cual toda
la tribu se movía a los espacios abiertos donde este habitaba. El objeto más
característico y distintivo de los grupos de los lagos y las praderas era la pipa de
la paz o “Calumet”. Esta estaba formada por un largo vástago de madera
adornado con cuentas y púas de puercoespín. La cazoleta de la pipa estaba
tallada en una piedra roja (catlinita). Las tribus hacían peregrinaciones a la zona
donde se encontraba la cantera. Se creía que el “Calumet” había sido dado a los
hombres por el gran espíritu “Manitou”. El calumet era usado para ratificar
tratados, dar la bienvenida a los extraños, para obtener las bendiciones de los
dioses y apaciguar su ira y como salvoconducto para atravesar territorios
enemigos. Penetrando como una cuña entre los algonquinos de la Costa Atlántica
y los del interior se encuentran los iroquies (de filiación sureña) cuyo territorio se
encontraba al sur de los lagos Enie y Ontario en el actual estado de Nueva York.
Los iroquies estaban integra

dos por cinco tribus: Seneca Cayuga, Onondaga, Oneida y Mohawk, que
constituían la “Liga Troquesa”. Las tribus iroquesas eran fundamentalmente
agrícolas, las faenas eran realizadas por las mujeres, quienes por ser
determinantes para la economía del grupo gozaban de un status muy elevado.
Ellas eran las duellas de los campos de cultivo y de las habitaciones
plurifamiliares llamadas “casas largas” que habitaban un grupo familiar formado
por una matrona, sus hijos solteros, y sus hijas cazadas junto con sus esposos e
hijos menores. Las aldeas estaban gobernadas por varias “casas largas” rodeadas
por una paliza destinada a protegerlas de ataques enemigos. Los hombres se
dedicaban a la caza y al comercio; los artículos con que se comerciaba no eran de
primera necesidad, que siempre eran locales, sino suntuarios. La guerra era otra
de las actividades más importantes de los hombres. Las armas y métodos
guerreros eran los mismos que ya sean descrito para los indios del sureste. La
“liga iroquesa” fue el tipo de gobierno más avanzado que llego a existir en la
Norteamérica indígena, el único ejemplo de varias tribus que permanentemente
estaban unidas para emprender acciones conjuntas en ciertos casos. Cada tribu
manejaba sus asuntos internos por medio de un consejo tribal a cuya cabeza
estaba un jefe o Sachem. Únicamente ciertos clanes podían proporcionar jefes. La
recolección de estos recaía en las matronas de las tribus de la tribu que tenían la
facultad de nominar o revocar. El “consejo confederado”, formado por los Sachem
de la “liga” solo actuaba en casos de guerra o cuando era llamado para arbitrar.
Se llegaba a una decisión por unanimidad. Entre las prácticas religiosas destacan
las de la Sociedad Shamanica de “Las Caras Falsas”, organización cuyos
miembros se dedicaban a hacer curaciones y exorcizar a los malos espíritus.
Parte esencial de las ceremonias era la máscara espantable que portaban, y que
debía ser tallada

mediante un proceso definido, que se iniciaba con la talla de los rasgos esenciales
de la máscara antes de que a la madera se desprendiera del árbol, a fin de que la
fuerza que impregna a los seres vivos le fuera trasmitida.

El suroeste

El área del SW incluye la altiplanicie del Rio Colorado y las tierras bajas
que la rodean, ocupa los estados de Arizona y Nuevo México. A pesar de ser un
área semidesértica, su característica principal es la agricultura, que se practica en
valles irrigados o bien aprovechado la corta temporada de lluvias veraniegas que
presta humedad al suelo. La historia de esta área empieza varios milenios antes
de nuestra era, cuando pequeños grupos de recolectores de la cultura “Cochise”,
cuyo modo de vida era muy similar al descrito al hablar de los habitantes de la
gran cuenca, empezar a recibir, en forma intermitente, influencia que venía desde
Mesoamérica, de esta manera llegó, en el año 2000 A.C. el cultivo de maíz,
posteriormente llegaron el frijol y la calabaza. Ya en nuestra era, aparecieron la
cerámica y el cultivo de algodón. Poco a poco se fueron delineando varias culturas
arqueológicas: LA Hohokan, en el Valle del Rio Gila afluente del Colorado, en la
parte sur del área, la Mogollón en la región central de Arizona y Nuevo México, y
la Anasazi en la meseta del Colorado en el parte N. del área. De éstas fue la
cultura Hohoka la que más influencia tuvo de Mesoamérica, incluyendo: juegos de
pelota, cerámica pintada, avanzada técnica textil, canales de riego, etc. Los
Anasazi antepasados de los modernos indios Pueblo constituyen el otro desarrollo
importante de cultivadores de maíz en el SW su lugar de asentamiento es la árida
meseta que corre diagonalmente a través de Arizona y Nuevo México. Su origen
fue, como en el caso de los Hohokan, pequeños grupos de rocolec

tores como una cultura de desierto. Tanto énfasis ponían en la elaboración de


canastas que se les ha llegado a conocer como los Basket-makers o “cesteros”.
También a esta región llegaron las influencias del sur, aunque mucho más
tardíamente. El maíz hizo su aparición alrededor del año 200 de nuestra era,
posteriormente fueron apareciendo otros elementos, tales como cerámica y
textiles. Los Anasazi también dedicaron gran esfuerzo a la construcción grandes
habitaciones plurifamiliares de hasta varios cientos de cuartos, muchos de ellos
destinados a depósitos de granos, otros a habitaciones, y algunos a santuarios o
Kivas. Da ahí les viene el nombre de “Pueblos” que les aplicaron los españoles. El
material de construcción era el adobe, que no solo era el más accesible, sino
también el más apropiado para el clima desértico de la meseta: sol ardiente
durante el día y noches frías. Los Anasazi-Pueblo tuvieron una etapa de
florecimiento entre 900 y 1300. Este es el periodo de los grandes en lo alto de las
Mesas y de los grandes asentamientos colocados en las fallas de las rocas como
el de Mesa Verde conocidos como Cliffdwellings o “Habitaciones de las
escarpaduras”, que posteriormente fueron abandonados. Después decayó la
cultura acaso debió a largos periodos sequía, a problemas internos o más
probablemente al ataque de los nómadas venidos del norte, que partir del año
1000 de nuestra era empezaron a infiltrarse en el SW.
La cultura Anasazi-Pueblo, no declino sin embargo en forma tan marcada
como los Hohokan, y al llegar los españoles en 1540 aún conservaba la mayoría d
sus rasgos originales, muchos de los cuales persisten hasta nuestros días. En la
actualidad los indio Pueblo se encontraron localizados en el N.E. del estado de
Arizona; a lo largo del Rio Grande en el estado de Nuevo México y en dos puntos
intermedios: Acoma y Zuñi. Debido a su localización geográfica, son los Hopi de
Arizona

los que han logrado mantener la cultura más pura. A pesar de su unidad cultural
los indios Pueblo pertenecen a varias familias lingüísticas: Tonoana, Keresana,
Zuniana y Shoshoneana. En estas regiones no existían las condiciones óptimas
para la siembra que había en el este. Aquí había que aprovechar al máximo la
humedad que existía en el suelo la corta temporada de lluvias veraniegas; había
que conjurar por medio de constantes ceremonias y rituales sumamente
complejos a las fuerzas de la naturaleza para que no faltase la lluvia; había que
crear nuevas variantes de maíz resistente a la sequía que de cuando en cuando
azotaban la región. La agricultura, tanto en el aspecto material de las faenas del
campo como en el espiritual de las ceremonias agrícolas, era atendido por los
hombres. En la distribución del trabajo tocaba a las mujeres hacer la ceremonia,
en la que alcanzaron un alto grado de perfección, preparando alimentos, acercar
el agua (que a menudo debía ser llevada a lo alto de la meseta desde los
manantiales distantes) y sobre todo moler el maíz hasta convertirlo en harina muy
fina, actividad en la que pasaban varias horas del día. A pesar de que no eran
proveedoras directas, tenían una posición social que no era de inferioridad. La
casa les pertenecía. El matrimonio era estrictamente monógamo, y el divorcio
relativamente fácil. La religión ocupaba un papel predominante en la vida del
pueblo, desde el nacimiento, en que se presentaba al recién nacido al sol en una
impresionante ceremonia, hasta la muerte. Además de las grandes ceremonias
religiosas que acompañaban cada fase del cultivo, y que eran dirigidas por
sacerdotes, el hombre común, hacia frecuentes ofendas a los espíritus para
implorar benevolencia. Estas consistían en los “palitos de oraciones” o pahos,
varitas a las que se le ponía una pluma y una bolsita con harina de maíz, que se
colocaban en los manantiales y en otros sitios sagrados. La teolo

gia de los Pueblo era bastante más elaborada que la de los otros indígenas
norteamericanos. Contaba con innumerables seres sobrenaturales. Entre estos
los preferido s eran los seres de los nueves y de la lluvia llamados rachinas.
Hombres de la sociedad Kachina vestidos y enmascarados, para representar a
estos seres danzaban en las plazas para propiciar las lluvias. Antes de la
ceremonia, los miembros de esta sociedad, se reunían en la kiva donde
preparaban los objetos de culto y tallaban unas figurillas de madera blanda que
representaba a los espíritus Kachina. Dichas figurillas eran dadas a los niños que
de esta manera se iniciaban ene le conocimiento de su religión. Aparte de los
grupos agricultores que hemos visto en el SW. Otros grupos cuya trayectoria es
completamente diferente. Nos referimos a los grupos de cazadores nómadas que
a partir del año 1000 de nuestra era empezaron a infiltrarse en el SW. Venían del
norte pertenecían al tronco lingüístico Atapascano que se habla en la parte central
de Alaska y Oeste de Canadá. Los cultivadores los denominaron Apaches, que
significa “enemigos”. Su cultura material era muy pobre, pero poseían un
poderoso arco reforzado con tendones, por lo que, a pesar de su número inferior,
resultaban enemigos formidables. A su contacto con la población sedentaria, los
intrusos comenzaron a asimilar ciertos rasgos; sin embargo, no todos los grupos
de nómadas se a culturaron a igual ritmo. Un grupo permaneció apegado a sus
costumbres nómadas, vistiendo pieles, viviendo de la caza, y ahora también
viviendo de los ataques a los pacíficos agricultores. Andando el tiempo adquirieron
el caballo y esto los convirtió en también merodeadores que asolaron tanto las
aldeas Pueblo como lo ranchos establecidos en la región de los colonos blancos.
A estos se les siguió llamando siempre Apaches. El otro grupo empezó a ser
llamado por los Pueblo Apaches de Navahu ósea los “enemigos de los campos
sembrados”

con lo que nos indica que estos iban mucho más adelante en el proceso de
aculturación y que muy probablemente habrían acabado por construir una cultura
agrícola. Pero un acontecimiento histórico, la introducción del caballo y de la oveja
cambio su destino y los “apaches de Navahu” o Navajos terminaron por
convertirse en un pueblo pastor por excelencia. Los Navajos se han mostrado a
través de su historia como los aprendices más aptos dentro del territorio
norteamericano, tomando en forma selectiva aquellos rasgos que, de culturas
extrañas, que más les han convencido (o atraído) y llevándolos a un grado de
perfeccionamiento que en muchas ocasiones a sobre pasado el de sus maestros.
De los indios pueblo aprendieron, la agricultura, las ceremonias religiosas y el arte
del tejido. Los navajos a pesar de ser un pueblo industrioso, nunca dejo de ser
guerrero, con la posesión de caballos participo activamente en los merodeos, lo
mismo que los apaches, y no fue sino hasta el último tercio del siglo pasado que
ambas tribus fueron sometidas por los americanos. Son afamados por sus cobijas
de lana tejidas por las mujeres, y por su joyería en plata y turquesa, que se
encuentra en la cúspide de la artesanía indígena contemporánea.

LAS PLANICIES

Desde el punto de vista geográfico, las planicies están construidas por los
inmensos espacios abiertos que se extienden desde el Mississippi hasta las
Rocallosas. Para muchos es el indio de las planicies el típico indio americano. Su
cultura, sin embargo, es la más reciente entre las culturas indígenas y empezó a
conformarse solo hasta que el caballo traído por el hombre blanco prolifero en
dicha área. Fue entonces que la caza del bisonte –bison-bison-, que en
innumerables mana

das cruzaban estas bastas tierras durante sus movimientos anuales de migración,
dejo de ser peligroso e incierta y a partir de 1700 un nuevo modo de vida se
ofreció a los indios de los grandes llanos. La cultura de las planicies empezó a
gestarse apenas en el siglo XVIII con contribuciones de infinidad de grupos
asentados ya en estas o venidos de áreas vecinas, pertenecientes a diferentes
culturas y por lo menos a cinco familias lingüísticas. A pesar de esto, debido a la
gran fluidez que proporcionan el caballo en estos espacios abiertos, al cabo de un
siglo esta cultura se extendía por toda la inmensa área con características
uniformes, descontando las pequeñas diferenciaciones tribales y, desde luego, la
diferencia idiomática que se subsano en parte con el surgimiento de un “idioma” a
base de señas que era comprendido por todos. Como hemos dicho la cultura de
las planicies se basa en la caza del bisonte, y en el caballo que lo hacía posible a
gran escala. La carne de aquel se consumía fresca, en tasajos o en forma de
“pemmican” (carne seca, molida y mezclada con grasa y frutillas silvestres) que
podía ser guardada durante largos periodos. La piel tenia múltiples usos; inclusive
proporcionaba el material para la habitación del nómada de estas tierras, el Tipi o
tienda cónica hecha por doce o diez pieles de búfalo, cocidas entre sí por
tendones, y extendidas sobre un armazón de tres o custro postes maestros y de
20 a 25 postes adicionales. Nuevamente, el caballo era el que facilitaba el
transporte de la tienda, siendo factor decisivo de la gran movilidad del grupo. La
organización social era apenas existente al menos durante el invierno, en que
cada banda o aun cada familia acampaba en valles protegidos viviendo de sus
reservas alimenticias y cazando vedado cuyas pieles usaban para los vestidos.
Cundo reaparecían los pastos y se esperaba el regreso de las manadas, la tribu o
parte de esta se reunía y surgía co

mo un cuerpo organizado. Entonces se elegía un jefe o consejo de jefes que se


hacían cargo de guardar el orden en el campamento. Cuando al fin aparecían los
búfalos se elegía un jefe de caza al que todos debían obedecer mientras esta
durase. La guerra era importante, no desde el punto de vista económico, sino
como medio para obtener prestigio personal. No se buscaba hacer prisioneros ni
se usaba la tortura. Los hechos de guerra más celebrados eran: 1° tocar durante
la batalla a un enemigo vivo, 2° llegar hasta el enemigo caído en batalla y
escarparlo, 3° llegar solo a un campamento enemigo y robar un caballo y por
ultimo matar y escalpar aun enemigo. Los que habían perpetrado alguno de estos
hechos tenían derecho a jactarse de ellos. Existía también en cada tribu un
completo sistema de honores e insignias, tales como participar en ciertas
ceremonias o portar un tocado de plumas de águila. En este mundo de cazadores
y guerrearos la mujer, que no contribuía directamente en el aspecto económico,
tenía un estatus muy bajo, aunque trabajaba durante rudamente aderezando las
pieles, haciendo y decorando las vestimentas, montando y desmontando los tipis y
preparando los alimentos, además de criar a los hijos. La religión había heredado
su aspecto ceremonial de los pueblos agricultores del sureste; d los grupos
norteamericanos de cazadores nómadas habían tomado la importancia que se le
concedía a la “visión”. El joven guerrero llegaba a increíbles extremos de auto
tortura a fin de obtener una visión que le preconizase éxito. La cultura de las
planicies tuvo un corto periodo de florecimiento, que duro de 1800 a 1805, al
obtener por contacto con la civilización occidental cuchillos y hachas de hierro,
armas de fuego, cuentas de vidrio, (como los que decoraron primorosamente sus
prendas de vestir) A partir

de esta fecha y a causa de la creciente invasión de sus territorios por sucesivas


oleadas de colonos blancos, empezó a declinar vertiginosamente quedando de
ella, únicamente la leyenda a que dio lugar. En la actualidad, descendientes de las
orgullosas tribus cazadoras de las planicies, como los Dakota (sioux) cheyenne,
arapacho, comanche, cuervo, etc., viven en reservas dedicadas a una agricultura
y ganadería de bajo rendimiento (obviamente las tierras que se les otorgaron
fueron las menos favorecidas). Iguales destinos encarnan los descendientes de
otras tribus. Algunos de sus miembros han abandonado las reservas y han
logrado desempeñarse bien en la competitiva sociedad norteamericana, pero en
conjunto los indígenas norteamericanos se sitúan en los estratos más bajos de la
sociedad americana.

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