Peomas de Eleodoro Vargas Vicuña Revisda Haraui

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Año XXXV Lima, abril de 1998 N° 115

Director: Francisco Carrillo Bolivia 174 Chosica- Pení. Editor: Víctor Mazzi

'Retrato áe Poeta
Tranquilo o exaltado, trata de vivir poeticarnente. Una Fa-
cultad de aventura lo mueve hacia el mundo donde el hombre es
símbolo de lo humano, donde la muerte existe como afirmación
de vida. De allí su confianza: el Sol, la montaña, el mar: no le ha-
blan a quien no tiene, en su interior; el ánima de otro Sol, otro
mar; otra montaña.
El hombre es siempre actual, presente en la tierra prome-
tida, porque la Tierra es él, la promesa, en quien se cumple el
gesto único y múltiple del día y la noche, del futuro y del pasado.
Corno en Zora imagen de Poesía, la eternidad vive en su mirada.
Desde el instante en que por amor dio nombre a las cosas,
el poeta adquirió su espíritu, recobró su unidad con la Naturale-
za a través del cielo que él ha inventado. Con ello instaló el reino
de la imaginación, el terreno firme de las significaciones, allí don-
de existencia y realidad son los ojos de su mirada. De este modo
el hombre es la conciencia, el corazón del Universo.
Cuantas mascarillas de aparecer: tantos rostros tiene la
Poesía, corno ojos de ver el creyente. Si es imposible definirla,
tal vez podría referirse a su actitud obstinada, a su poderosa ago-
nía por descubrirla. Le parece haber logrado alguna vez lo in-
tenso de lo íntimo, su resonancia, allí donde el sonido, su ima-
gen, recuerda lo creado.
Si sabe lo que debe decir, no sabe cómo decirlo y si su-
piera cómo hacerlo, dejaría de escribir. Su trabajo es una bús-
queda leal y persistente, la certeza de quien halló una forma de
vida posible de acercarlo, alerta y dócil, al oculto lenguaje de la
tierra.
El río, un árbol, una nube, un toro, se encuentran en los
lugares por donde va de regreso.
Así como
la tierra, los árboles o nubes,
tú serás el signo
por quien vea el gesto interno
de las cosas y
pronuncie su nombre verdadero.
Tal es ahora,
la alegría con que te consagro
descubro tu rostro
ysé:
Han empezado tus canciones.

~
~

O eres
un sentimiento que
me llega
como a esos árboles
de los cielos
la oculta
ternura de la tierra.
Sus ramas
se inclinan.
Y son oraciones
o rastros
cantares al viento,
cuando -
se adivina su sombra,
viviente,
entre las sombras.
No hay otra realidad
más evidente
que tu amor:
Tu amor es mi fuerza.
Losé.
Aún si muriera
seguiría
mirando por tus ojos.
No obstante,
con la tarde,
entre la sombra,
solitario,
alguien en nú,
lejano,
obscuro se desangra.
'Raíces

Es una tristeza ondulante corno la silenciosa música


del crepúsculo
Como bosques
Corno gorriones viviendo en la nieve
Como una gota de agua detenida evaporándose
Como un trigal de cuyas cañas jamás nacerá la música
Como la vibración vivificante en un grano de trigo
Como una cordillera cayéndose de la tierra a la tierra
Como un pétalo que no acaba de caer
Como un reloj detenido y un corazón paralizado
Como leones alimentándose de la carne de leones
Como un ángel a quien nadie invoca
Como una música que no halla la palabra
Como el silencio perdido en la gran ciudad
Como los ojos podridos de una doncella
Como remotos campanarios rompiéndose en canciones
cuando ya no hay nadie quien escuche
Como el rosario gastado en manos de una virgen vieja
Como un beso perdido, corno una mariposa, la yerba
en abandono
Como lo oscuro oscuro donde murciélagos se aman y vomitan
Como una casa, como un ropero, corno un saco, como un colgador
Corno un nicho estremecido, solo, sin muerto.
Corno los jardines de los cementerios,
los cipreses de la orilla
Como el juego de ese niño jugando a carpintero
y ahora viejo está clavando las maderas de su ataúd
Como la soledad del que no sabe a quién ordenar
y espantado ha empezado a contar sus medallones
Como la borrachera del genio riéndose del orgullo
Como los gatos, como el maullido odioso de los gatos
Como la suavidad sexual en el agua de los peces deslizándose
Como el amor enamorado de una ramera enamorada
Como el recogimiento del labriego en el atardecer
Como la luna amarilla yéndose yéndose, amarillando,
Como el espíritu infantil del mar en las caracolas
Como los ahogos, como la noche sobre su rostro
Como la lujuria esplendorosa de la luz en medio de su sueño
Como el azadón con que enterramos al abuelo
y ahora abrimos surcos
donde la semilla pertinaz y los jóvenes acrecen
Como la carta de los héroes y sus palabras renacen
de alegria o esperanza
Como una obra de teatro que nadie jamás representará
Como cuando me preguntan y al contestar me estremezco
dudo de la existencia con mi nombre
Como las momias de corazón reseco, de aquellos que amaron,
amaron tanto hasta producir un poeta,
sus versos de verbos, brasas y relámpagos.
Puyí[a cíe[Tíemyo
Por la pupila del tiempo,
alwnbrados,
tú y el río son
así, mirándose, un espejo.
Sí, a veces,
el silencio se oye, el agua,
las olas,
eres tú
mi cuerpo que me habla.
Tú quién evoca y construye
el mar:
los cambios, la integridad
de la visión.
Desde el amor, cimiento
del ser; el mundo
aquí vives múltiple, única.
El hombre, el río.
Tú los reúnes, los revelas
y eres,
término a término,
el río que yéndose muriendo,
viviendo permanece.
¡Por primera vez
he visto!
Un árbol
con toda la hermosura
de su fuerza,
en medio del paisaje,
me inunda de ternura.
¿Eres tú,
amada, ese árbol?
¿O eres
la imagen de mi corazón
que tenso de amor;
reconoce su amor
aun en la piedra?
Con e{ corazón en {a Mano

Liberador de la muerte el arte de l poeta, su victoria


mayor es haber preguntado,hablado la Poesía, no sólo
a in:iagen y esperanza de sus actos, sino también a con-
tragolpe de su muerte, de su escritura y vid.a.

El ha modelado así su rostro con la arcilla de sus manos


yha labrado con el agua de su corazón,en su corazón,el
cauce sólido de los ríos, de los árboles, los orígenes, las
casas, las estaciones.

El, a través de sus ojos se ve un campo de batalla, los


abismos, el hombre , los caminos, donde la idea del tiem-
po, pasión de historia, pleno de realidad se afirma,libre
de libertad y coraje.

El, vo~ del humus humeante d e la tierra, más allá del


espacio, los cambios; aquí del tiempo, la simiente; su
palabra, yema en llaga viva, carne y e spíritu de agonía,
piedra de quemante humanidad.

El, desde los suelos de la sangre parte y por él, y en él,


despiertan los días jueves.la primavera,las casas, el Sol,
las avenidas, el aire, la gente, las puertas y horizontes, el
canto coral de la alborada.

Eleodoro nació en Acobarnba, distrito de la p rovincia de


Tarma, en 1924; murió en Lima, ~n 1997, en abril, el mes más
cruel del año.

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