Chava
Chava
Las emociones
Un aspecto importante de la propuesta de Educación Socioemocional tiene que ver con establecer
y delimitar los objetivos que persigue, así como las estrategias y herramientas de las que se vale
para alcanzarlos. En este sentido, es importante recordar que su carácter es de orden pedagógico,
de manera que la puesta en práctica de la misma no genere confusiones metodológicas o
conceptuales asociadas a la psicología o a las ciencias de la salud.
Si bien el campo de las relaciones sociales y las emociones guarda estrecha relación con el estudio
de la psicología humana, esta propuesta educativa no parte del diagnóstico clínico, y no busca ser
una herramienta interpretativa o terapéutica. Tiene como propósito proveer a los estudiantes y a
los docentes de herramientas para trabajar el ámbito instruccional y las interacciones que ocurren
cotidianamente en el aula, en aspectos socioemocionales cruciales para favorecer el aprendizaje y
la convivencia escolar.
El enfoque pedagógico busca orientar la práctica docente para impulsar la educación integral de
los estudiantes y alcanzar los propósitos que van más allá de los aspectos disciplinares
académicos, pues se asume que está relacionado con la razón de ser de la educación, con la
manera de percibir al estudiante y con la función del docente en su práctica profesional.
La educación es una tarea compartida, y tanto estudiantes como docentes aprenden gracias a una
interacción enmarcada en el reconocimiento de la dignidad del otro como ser humano, capaz de
transformarse y de transformar su entorno para expandir las oportunidades de su propia vida y de
la de los demás. Es así como se reconoce la función que cumple la educación “en el desarrollo de
las capacidades necesarias para que las personas puedan llevar una vida con sentido y
dignificada”.
La planeación didáctica para trabajar cada una de las dimensiones socioemocionales y las
habilidades asociadas considera 25 indicadores de logro para cada grado de primaria y secundaria;
son por lo tanto 25 momentos de intervención docente y trabajo con los estudiantes; ello deja
espacio de diez semanas, y con esto da libertad, flexibilidad y autonomía al maestro para que
aborde más de una vez las dimensiones socioemocionales y los niveles de logro de acuerdo con las
necesidades particulares de su grupo.
La transversalidad de la Educación Socioemocional requiere, para ser más efectiva, que haya
oportunidades de trabajar las cinco dimensiones socioemocionales (“Autoconocimiento”,
“Autorregulación”, “Autonomía”, “Empatía” y “Colaboración”) más allá de la media hora
designada para esta asignatura en primaria y una hora en secundaria. El docente debe favorecer
un ambiente positivo de aprendizaje para lograr una interacción beneficiosa entre los miembros
del grupo, basada en normas de convivencia y relaciones de respeto, afecto y solidaridad. En este
sentido, el ejercicio de las habilidades de la Educación Socioemocional debe estar íntimamente
ligado al trabajo que se realiza en las diferentes asignaturas y áreas de desarrollo, y en diferentes
momentos de trabajo y convivencia en el aula y en la escuela.
Las niñas y los niños ingresan a preescolar con aprendizajes sociales influidos por las
características particulares de su familia y del lugar que ocupan en ella. La experiencia de
socialización que se favorece en la educación preescolar les implica formar dos rasgos
constitutivos de identidad que no están presentes en la vida familiar: su papel como estudiantes,
es decir, su participación para aprender en actividades sistemáticas, sujetas a formas de
organización y reglas interpersonales que demandan nuevas formas de relación y de
comportamiento; y su función como miembros de un grupo de pares con estatus equivalente,
diferentes entre sí, sin vínculos previos, a los que une la experiencia común del proceso educativo
y la relación compartida con otros adultos.
Reconocer lo que progresivamente pueden hacer sin ayuda, y saber solicitarla cuando la
necesiten. Implica que los niños se reconozcan capaces de realizar acciones por sí mismos,
que tengan confianza en sus aptitudes, que reconozcan sus límites, que identifiquen a
quién pueden acudir en caso de necesitar apoyo y que tengan confianza para hacerlo.
Expresar sus opiniones acerca de situaciones sociales y de las relaciones entre compañeros
en la escuela; hablar de lo que les gusta y no les gusta en el trato, lo que les causa temor,
lo que aprecian como justo e injusto. Para esto es necesario que las normas del aula y la
escuela sean muy claras y que se apliquen de manera consistente por todos, que los
adultos en la escuela traten con respeto a todos los niños y que promuevan la
participación en condiciones equitativas.
Proponer acuerdos para la convivencia y actuar con apego a ellos; identificar convenciones
que facilitan la convivencia social; apropiarse gradualmente de normas de
comportamiento individual, de relación y de organización en grupo; escuchar y tomar en
cuenta la opinión de los demás.
Enfrentar retos, saber persistir en las situaciones que los desafían y tomar decisiones.
Ser sensible y respetuosa hacia la vida de los niños y sus condiciones particulares; hay que
evitar etiquetas y prejuicios hacia los niños debido a sus circunstancias, creencias, modos
de crianza, por el trabajo de sus familias, sus características físicas o cualquier otra
situación.
Brindar seguridad, estímulo y condiciones para que los estudiantes expresen las
percepciones acerca de sí mismos y del sentido del trabajo escolar.
Crear condiciones para adquirir valores y desarrollar actitudes que pondrán en práctica en
toda actividad de aprendizaje y en toda forma de participación e interacción en la escuela.
Ser una figura en quien se pueda confiar, para favorecer que los niños compartan lo que
sienten y viven cuando enfrentan situaciones de maltrato, violencia o situaciones que les
causan miedo e inseguridad. Esto es especialmente importante si se considera que su
seguridad emocional es un requisito para lograr su bienestar y una disposición más
efectiva ante las oportunidades de aprendizaje.
Finalmente, dado que los alumnos de este nivel escolar se encuentran en una etapa de
construcción y valoración de su identidad cultural y social, la Educación Socioemocional es
también el proceso mediante el cual aprenderán a reconocer y valorar la diversidad sociocultural,
y la importancia de la inclusión como mecanismo para garantizar la igualdad y la paz social. En este
sentido, esta educación contribuye en esta etapa de la vida a la formación de ciudadanos
responsables, libres, incluyentes y solidarios; capaces de superar el individualismo y construir un
ambiente de comunidad a través de trabajar la empatía como un mecanismo que permite tejer
relaciones sinceras, respetuosas y duraderas.
La adolescencia es una etapa de transición entre la infancia y la adultez. Los distintos cambios que
se experimentan durante la adolescencia no se viven todos a la vez. En esta etapa suceden
cambios corporales, cerebrales y, posteriormente, cambios conductuales que reflejan los
intereses, inquietudes y necesidades sociales, emocionales e intelectuales de cada adolescente. En
ocasiones nos encontramos con estudiantes que a veces tienen comportamientos infantiles; y
otras, se comportan como adultos responsables. Esta particularidad hace que las relaciones entre
el adolescente y los adultos se tornen, en ocasiones, complejas.
Dos de los principales cambios estructurales del cerebro que se experimentan en la adolescencia y
que influyen en el comportamiento son:
Cambios en la corteza prefrontal. Esta zona del cerebro se localiza en el área frontal del
cerebro e interviene en el momento de organizar los procesos mentales como el
pensamiento y la toma de decisiones, pero también en los procesos sociales como la
empatía y el comportamiento moral. De igual manera, permite pensar las cosas con
claridad, evaluar una situación y racionalizarla, recordar otros acontecimientos y
reflexionar sobre lo que está sucediendo. Son funciones importantes y por eso se les
conocen como funciones ejecutivas. La creciente integración de estas funciones durante la
adolescencia posibilita que habilidades tan diversas como el control del pensamiento, la
regulación emocional, la conciencia de uno mismo y las habilidades sociales cambien.
La investigación en torno al cerebro adolescente ha mostrado que este sufre una transformación
profunda; por lo tanto, atribuir los cambios en el comportamiento tan solo a cuestiones
hormonales, como se había hecho hasta ahora, es erróneo.
Dentro del entorno escolar los tutores, docentes y directivos tienen la responsabilidad de conocer
las características de la adolescencia, para reconocer oportunidades de crecimiento y aprendizaje.
Así, el esfuerzo de quienes laboran en la escuela se enfocará en descubrir opciones para ampliar el
horizonte de desarrollo personal de los estudiantes.
Un adolescente al cual se acompaña para que viva esta etapa más fortalecido en los aspectos
socioemocionales, tendrá más herramientas para afrontar y evadir riesgos, como el uso y abuso de
sustancias tóxicas, el involucramiento en situaciones de violencia o delincuencia, el uso
inapropiado de redes sociales, la falta de cuidado de su salud física y emocional, el rompimiento
de reglas o normas de convivencia, entre otros.
Planear momentos en los cuales los estudiantes adquieran o fortalezcan estrategias para
la expresión y regulación de las emociones.
Como podrá observarse, la Tutoría y la Educación Socioemocional no serán esfuerzos aislados sino
parte medular de la educación secundaria que contribuyan al desarrollo integral de los
adolescentes.
Estos documentos se vinculan para presentar, a las maestras y maestros, una serie de estrategias
que les permitan acompañar los procesos educativos de sus alumnas y alumnos.
Estas actividades se pueden realizar a lo largo de todo el ciclo escolar para fortalecer las
habilidades de autocuidado, vida saludable y soporte emocional, que son fundamentales para el
desarrollo y fortalecimiento de la resiliencia ante los estresores cotidianos en contextos de
adversidad. Las actividades están adaptadas a cada nivel de educación básica.
Los otros documentos que forman parte de la caja de herramientas, derivadas de la Estrategia son:
Herramientas Educativas para el Inicio, Permanencia y Egreso del Ciclo Escolar de las Niñas, Niños
y Adolescentes de Educación Básica. Hace una recopilación de herramientas para hacer frente a la
pérdida de aprendizajes, el abandono escolar y el rezago. De esta manera, los docentes podrán
tener un acercamiento con instrumentos que van desde ejercicios hasta repositorios de materiales
didácticos para poder elegir los más apropiados.
Las personas con habilidades socioemocionales desarrolladas están mejor equipadas para
manejar los retos cotidianos, establecer relaciones personales positivas y tomar decisiones
informadas. El aprendizaje socioemocional ayuda a los estudiantes y a los adultos a prosperar
en la escuela y en la vida.
Resumen: Dentro del proceso educativo, se ha tendido a privilegiar los aspectos cognitivos por
encima de los emocionales. Incluso para muchos estos dos aspectos deben ser considerados
por separado; sin embargo esto no es conveniente si se pretende lograr el desarrollo integral
del educando. Para poder incorporar los aspectos emocionales en el proceso educativo se
debe caracterizar en qué consisten las emociones, cómo a partir de estas surge la educación
emocional y qué papel juega está dentro de dicho proceso.
A su vez, se debe considerar el papel del maestro y cómo las emociones -tanto propias como
de los estudiantes-, deben ser tomadas en cuenta en su acto pedagógico; por último se
considerará la relación entre emociones y estilos de aprendizaje.
Como es propio en las ciencias sociales, definir constructos teóricos con los cuales trabajar no
es tarea fácil, y las emociones no escapan a este dilema. Nadie pone en duda que todos los
seres humanos experimentamos su existencia, aunque no siempre podemos controlar sus
efectos, de ahí la importancia de considerar a la educación emocional como un aspecto tan
importante en la formación del individuo como lo es la educación académica, por constituir
ambas un todo tan íntimamente ligada una a la otra, que es impensable considerar la
posibilidad de desarrollar cualquiera de estos aspectos por separado.
Y dado que el acto educativo solo es posible gracias a la presencia de sus dos actores
principales, los educandos y los educadores, se debe considerar como los segundos influyen
sobre las emociones y los sentimientos de los primeros, dentro de un contexto cultural
específico, que es en última instancia el lugar donde se define lo que asumimos como
emociones y sentimientos.
Las emociones; Definir qué son las emociones, es extremadamente difícil y complicado, dado
que son fenómenos de origen multicausal. Estas se asocian a reacciones afectivas de aparición
repentina, de gran intensidad, de carácter transitorio y acompañadas de cambios somáticos
ostensibles, las cuales se presentan siempre como respuesta a una situación de emergencia o
ante estímulos de carácter sorpresivo o de gran intensidad, las mismas se vinculan con las
necesidades biológicas y bajo el control de las formaciones subcorticales (Bustamante, 1968,
como se cita en Martínez, 2009), lo que hace que se presenten de diversas formas y cumplan
funciones determinadas generando distintas consecuencias (Puente, 2007).
Esto significa que, las emociones son eventos o fenómenos de carácter biológico y cognitivo,
que tienen sentido en términos sociales. Se pueden clasificar en positivas cuando van
acompañadas de sentimientos placenteros y significan que la situación es beneficiosa, como lo
son la felicidad y el amor; negativas cuando van acompañadas de sentimientos desagradables
y se percibe la situación como una amenaza, entre las que se encuentran el miedo, la
ansiedad, la ira, hostilidad, la tristeza, el asco, o neutras cuando no van acompañadas de
ningún sentimiento, entre las que se encuentra la esperanza y la sorpresa (Casassus, 2006). Las
emociones se clasifican además según la respuesta que brinda el sujeto como de alta o baja
energía, por último, es importante destacar que es posible que se manifiesten distintas
emociones a la vez (Santrock, 2002).
A partir de lo anterior es comprensible que existan diferentes opiniones con respecto a lo que
son las emociones, incluso algunos/algunas especialistas en el tema utilizan de manera
intercambiable los términos emoción y afecto. En el presente ensayo se considera que las
emociones se refieren a estados temporales que incluyen el humor y la disposición general
(Ormrod, 2005), en calidad de respuestas específicas ante hechos determinados, por lo
general de corta duración y relativamente intensa; en tanto los sentimientos y estados de
ánimo son de menos intensidad y a diferencia de las emociones pueden durar más tiempo
(Guerrit y Zimbardo, 2005).
La inteligencia emocional; Cuando a finales de los años 80, Howard Gardner publicó Frames of
Mind en 1983 y posteriormente Inteligencias Múltiples, La Teoría en la Práctica (1995),
planteando la existencia de diferentes inteligencias, incluyendo entre estas las inteligencias
intrapersonal e interpersonal, abrió un espacio fundamental en la reconceptualización de la
educación, y aunque no era esta su intención, esto llevó a tener que reconsiderar el papel que
las emociones juegan en ella. Sin embargo fue Daniel Goleman (1996), quien frente al
anquilosado sistema educativo heredado desde la ilustración y determinado por el
conductismo, popularizó por medio de su libro, la Inteligencia Emocional (IE), las ideas audaces
e innovadoras que Peter Salovey y John Mayer habían propuesto desde 1990, las cuales venían
a cubrir los espacios vacios dejados por el constructivismo y el construccionismo como
propuestas cognitivistas opuestas al conductismo.
Peter Salovey y John Mayer en 1990 (Dueñas, 2002), plantearon que la IE consistía en la
capacidad que posee y desarrolla la persona para supervisar tanto sus sentimientos y
emociones, como los de los demás, lo que le permite discriminar y utilizar esta información
para orientar su acción y pensamiento.
Es la capacidad para percibir con precisión los propios sentimientos y emociones; identificarlos
y etiquetarlos. Contempla la posibilidad de experimentar emociones múltiples y de reconocer
la incapacidad de tomar consciencia de los propios sentimientos debido a inatención selectiva
o dinámicas inconscientes.
Practicar algunas técnicas que nos ayuden a eliminar o disminuir las emociones negativas. Por
ejemplo, cómo reconocer los diferentes estilos de pensamiento que tenemos, para aprender a
modificarlos, cómo relajarnos, y respirar adecuadamente, etc. Si la situación tiene solución,
hacer lo necesario para solucionarla.
La autogestión emocional pasa por estar abiertos a dejarnos sentir, escuchar lo que sentimos,
comprender el mensaje que nos traen, y después, responder según nuestros valores y
objetivos, y no con impulsividad.