Comité de Derechos Del Niño (2023) - OG #26, Relativa A Los Derechos Del Niño y El Medio Ambiente, Con Particular Atención Al Cambio Climático

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Naciones Unidas CRC/C/GC/26

Convención sobre los Distr. general


22 de agosto de 2023
Derechos del Niño Español
Original: inglés

Comité de los Derechos del Niño

Observación general núm. 26 (2023), relativa a los


derechos del niño y el medio ambiente, con particular
atención al cambio climático*

I. Introducción
1. El alcance y la magnitud de la triple crisis planetaria, que comprende la emergencia
climática, la pérdida de biodiversidad y la contaminación generalizada, representan una
amenaza urgente y sistémica para los derechos del niño en todo el mundo. La extracción y
uso insostenibles de recursos naturales, junto con la polución generalizada provocada por la
contaminación y los deshechos, han tenido un profundo impacto en el medio natural, que ha
exacerbado el cambio climático, intensificado la contaminación tóxica del agua, el aire y el
suelo, acidificado los océanos y destruido la biodiversidad, así como los ecosistemas mismos
que sustentan toda forma de vida.
2. El empeño de los niños por llamar la atención sobre estas crisis ambientales propició
e impulsó la presente observación general. Las aportaciones realizadas por los niños en el día
de debate general sobre los derechos del niño y el medio ambiente celebrado en 2016
resultaron excepcionalmente útiles al Comité. El proceso de consulta organizado para
elaborar la observación general contó con el apoyo de un equipo asesor infantil variado y
comprometido, formado por 12 asesores de entre 11 y 17 años de edad. Se recibieron
16.331 aportaciones de niños de 121 países, a través de encuestas electrónicas, grupos focales
y consultas presenciales de escala nacional y regional.
3. Los niños consultados denunciaron los efectos negativos que la degradación
ambiental y el cambio climático tienen en su vida y comunidades. Reivindicaron su derecho
a vivir en un medio ambiente limpio, saludable y sostenible: “El medio ambiente es nuestra
vida”. “Los adultos [deben] dejar de decidir sobre un futuro que no van a vivir. Somos el
principal medio para hacer frente al cambio climático, ya que son nuestras vidas las que están
en juego”. “Me gustaría decirles [a los adultos] que nosotros somos las generaciones del
futuro, así que, ¡¿dónde viviremos si destruís el planeta?!”1.
4. Los niños defensores de los derechos humanos, en cuanto que agentes de cambio, han
hecho contribuciones históricas a los derechos humanos y la protección del medio ambiente.
Es necesario reconocer su estatus y atender sus exigencias de medidas urgentes y de gran
calado para afrontar los daños ambientales en todo el mundo.
5. Si bien la presente observación general se centra en el cambio climático, su aplicación
no debería limitarse a ninguna cuestión ambiental en particular. Pueden aparecer nuevos
problemas ambientales, por ejemplo, en el marco del desarrollo tecnológico y económico y
de los cambios sociales. Los Estados deben difundir ampliamente la presente observación

* Aprobada por el Comité en su 93er período de sesiones (8 a 26 de mayo de 2023).


1 Véase https://childrightsenvironment.org/es/informes/.

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general entre todas las partes interesadas, en particular los niños, en diversos idiomas y
formatos, con versiones accesibles y adecuadas para cada edad.

A. Enfoque de la protección ambiental basado en los derechos del niño

6. Para aplicar un enfoque ambiental basado en los derechos del niño hay que tener en
cuenta todos los derechos del niño reconocidos en la Convención sobre los Derechos del
Niño y sus Protocolos Facultativos.
7. En un enfoque basado en los derechos del niño, el proceso por el que se hacen
efectivos dichos derechos es tan importante como el resultado. Como titulares de derechos,
los niños tienen derecho a protección frente a las vulneraciones de sus derechos derivadas de
daños ambientales y a que se los reconozca y respete plenamente como agentes ambientales.
Adoptar un enfoque de este tipo implica prestar especial atención a las numerosas barreras
que encuentran los niños desfavorecidos para ejercer y reivindicar sus derechos.
8. Un medio ambiente limpio, saludable y sostenible es tanto un derecho humano per se
como una condición necesaria para el pleno disfrute de un amplio abanico de derechos del
niño. A la inversa, la degradación ambiental, y dentro de esta las consecuencias de la crisis
climática, afecta negativamente al disfrute de esos derechos, especialmente en el caso de los
niños en situaciones desfavorables o que viven en regiones muy expuestas al cambio
climático. El hecho de que los niños ejerzan su derecho a la libertad de expresión, de reunión
pacífica y de asociación, a la información y la educación, a participar y ser escuchados y a
recursos efectivos puede propiciar políticas ambientales más respetuosas con los derechos y,
por tanto, más ambiciosas y eficaces. Así pues, los derechos del niño y la protección del
medio ambiente forman un círculo virtuoso.

B. Evolución del derecho internacional de los derechos humanos


y del medio ambiente

9. La Convención trata las cuestiones ambientales de forma expresa en el artículo 24,


párrafo 2 c), en el que se indica que los Estados deben adoptar medidas para combatir las
enfermedades y la malnutrición, teniendo en cuenta los peligros y riesgos de la contaminación
del medio ambiente, y en el artículo 29, párrafo 1 e), en el que se exige a los Estados que
encaminen la educación del niño a inculcarle el respeto del medio ambiente natural. Desde
la adopción de la Convención, se ha ido imponiendo el reconocimiento de los numerosos
vínculos existentes entre los derechos del niño y la protección del medio ambiente. Las crisis
ambientales sin precedentes y los consiguientes obstáculos para el ejercicio de los derechos
del niño exigen interpretar la Convención de forma dinámica.
10. El Comité está al corriente de diversas iniciativas relevantes para su interpretación,
entre ellas: a) el reconocimiento por la Asamblea General2 y el Consejo de Derechos3
Humanos del derecho a un medio ambiente limpio, saludable y sostenible como un derecho
humano; b) los principios marco sobre los derechos humanos y el medio ambiente 4; c) las
reglas, principios, normas y obligaciones que emanan del derecho internacional del medio
ambiente, como la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y
el Acuerdo de París, y su evolución; d) el reconocimiento, a través de los avances legislativos
y la jurisprudencia de ámbito regional, de la relación entre los derechos humanos y el medio
ambiente; y e) el reconocimiento de alguna variante del derecho a un medio ambiente limpio,
saludable y sostenible en los acuerdos internacionales, la jurisprudencia de los tribunales
regionales y nacionales, las constituciones nacionales, las leyes y las políticas de la gran
mayoría de los Estados5.

2 Resolución 76/300 de la Asamblea General.


3 Resolución 48/13 del Consejo de Derechos Humanos.
4 A/HRC/37/59, anexo.
5 Véase A/HRC/43/53.

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C. Equidad intergeneracional y generaciones futuras

11. El Comité reconoce el principio de la equidad intergeneracional y los intereses de las


generaciones futuras, a los que se refirieron la inmensa mayoría de los niños consultados. Si
bien los derechos de los niños que ya están presentes en la Tierra exigen una atención urgente
e inmediata, los niños que van llegando día tras día también tienen derecho al máximo
disfrute de sus derechos humanos. Además de las obligaciones inmediatas que establece la
Convención en materia de medio ambiente, los Estados deben responder de las amenazas
ambientales previsibles que se produzcan por acción u omisión en el presente, cuyas
consecuencias puede que no se manifiesten plenamente hasta transcurridos varios años o
incluso decenios.

D. Objetivos

12. Con la presente observación general, el Comité pretende:


a) Recalcar la apremiante necesidad de abordar los efectos adversos de la
degradación ambiental en el disfrute de los derechos del niño, haciendo especial hincapié en
el cambio climático;
b) Fomentar una visión holística de los derechos del niño relacionados con la
protección del medio ambiente;
c) Aclarar las obligaciones de los Estados en virtud de la Convención y
proporcionar orientaciones por autoridades en la materia acerca de medidas legislativas,
administrativas y de otra índole que sean apropiadas para afrontar los daños ambientales, con
especial atención al cambio climático.

II. Derechos concretos de la Convención relacionados


con el medio ambiente
13. Los derechos del niño, como todos los derechos humanos, son indivisibles e
interdependientes y están relacionados entre sí. Algunos de estos derechos se ven
especialmente amenazados por la degradación ambiental. Otros juegan un papel decisivo en
la protección de los derechos del niño en lo que respecta al medio ambiente. El derecho a la
educación, por ejemplo, conjuga ambas dimensiones.

A. Derecho a la no discriminación (art. 2)

14. Los Estados tienen la obligación de prevenir de manera eficaz la discriminación


directa e indirecta vinculada al medio ambiente, proteger contra ella y facilitar recursos
jurídicos. Los niños en general, y determinados grupos de niños en particular, tienen que
superar más barreras para poder ejercer sus derechos, debido a formas múltiples e
interseccionales de discriminación que se incluyen, además de los motivos expresamente
prohibidos en el artículo 2 de la Convención, “cualquier otra condición” a la que se hace
referencia en dicho artículo. Las repercusiones de los daños ambientales afectan de forma
discriminatoria a determinados grupos de niños, especialmente en los niños indígenas, los
niños pertenecientes a grupos minoritarios, los niños con discapacidad y los niños que viven
en entornos propensos a los desastres o vulnerables al cambio climático.
15. Los Estados deberían recopilar datos desglosados para determinar los efectos
diferenciados que tienen en los niños los daños relacionados con el medio ambiente y para
conocer mejor las interseccionalidades, prestando especial atención a los grupos de niños
expuestos a un mayor riesgo, y aplicar las medidas y políticas especiales que sean necesarias.
Los Estados deben asegurarse de que ni el contenido ni la aplicación de ninguna ley, política
o programa relacionado con el medio ambiente discrimine, de forma intencionada o no, a los
niños.

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B. Interés superior del niño (art. 3)

16. Las decisiones ambientales conciernen, en general, a los niños, por lo que el interés
superior del niño debe ser una consideración primordial cuando se aprueben y ejecuten
decisiones ambientales, en forma de leyes, reglamentos, políticas, normas, directrices, planes,
estrategias, presupuestos, acuerdos internacionales o de prestación de asistencia para el
desarrollo. En los casos en que una decisión relacionada con el medio ambiente pueda tener
importantes efectos en los niños, conviene seguir un proceso más exhaustivo de evaluación
y determinación del interés superior del niño y crear oportunidades para que participen de
forma sustantiva y genuina.
17. La determinación del interés superior del niño debería comprender una evaluación de
las circunstancias específicas que hacen que los niños corran un riesgo diferenciado cuando
se producen daños ambientales. El objetivo de la evaluación del interés superior del niño será
asegurar el disfrute pleno y efectivo de todos los derechos, incluido el derecho a un medio
ambiente limpio, saludable y sostenible. Además de proteger a los niños contra los daños
ambientales, los Estados deberían también velar por su bienestar y desarrollo, teniendo en
cuenta la posibilidad de riesgos y daños futuros6.
18. La adopción de todas las medidas de aplicación debe seguir, asimismo, un
procedimiento que garantice que el interés superior del niño sea una consideración
primordial. Habría que realizar una evaluación del impacto en los derechos del niño para
estudiar las repercusiones ambientales de cualquier medida de aplicación, como los proyectos
de política, legislación, reglamentación, presupuesto y demás decisiones administrativas que
afecten a los niños, la cual debe complementar el seguimiento y la evaluación permanentes
del impacto de las medidas en los derechos del niño.
19. Los posibles conflictos entre el interés superior del niño y otros intereses o derechos
deben resolverse caso por caso, sopesando cuidadosamente los intereses de todas las partes.
Las autoridades deberían analizar y sopesar los derechos e intereses de todos los afectados,
dando la importancia que merece a la primacía del interés superior del niño. Los Estados
deberían tener en cuenta la posibilidad de que decisiones relativas al medio ambiente que por
separado y a corto plazo parecen razonables pueden dejar de serlo si se combinan y si se
consideran todos los perjuicios que causarán a los niños a lo largo de su vida.

C. Derecho a la vida, a la supervivencia y al desarrollo (art. 6)

20. El derecho a la vida se ve amenazado por la degradación ambiental provocada, entre


otros, por el cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad, fenómenos
estrechamente relacionados con otros graves problemas que impiden la realización de ese
derecho, como la pobreza, la desigualdad y los conflictos. Los Estados deberían adoptar
medidas positivas para proteger a los niños de una muerte prematura o no natural previsible
y de las amenazas contra su vida que pueden derivarse tanto de actos como de omisiones, así
como de las actividades de los actores empresariales, y garantizarles el disfrute de su derecho
a una vida digna7. Entre esas medidas cabe citar la aprobación y aplicación efectiva de normas
ambientales, por ejemplo, en materia de calidad del aire y del agua, inocuidad alimentaria,
exposición al plomo o emisiones de gases de efecto invernadero, y todas las demás medidas
ambientales que resulten adecuadas y necesarias para proteger el derecho del niño a la vida.
21. Las obligaciones que incumben a los Estados en virtud del artículo 6 de la Convención
también son aplicables a los problemas estructurales y a largo plazo provocados por
condiciones ambientales que pueden suponer una amenaza directa para el derecho a la vida,
por lo que es necesario adoptar medidas adecuadas para hacerles frente, por ejemplo,
haciendo un uso sostenible de los recursos requeridos para cubrir las necesidades básicas o
proteger la salud de los ecosistemas y la biodiversidad. Es preciso adoptar medidas de

6 Observación general núm. 14 (2013), sobre el derecho del niño a que su interés superior sea una
consideración primordial, párrs. 16 e), 71 y 74.
7 Comité de Derechos Humanos, observación general núm. 36 (2018), relativa al derecho a la vida,
párr. 62.

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protección especiales para prevenir y reducir la mortalidad de los niños menores de 5 años
causada por las condiciones ambientales y de los grupos en situación de vulnerabilidad.
22. La degradación ambiental eleva el riesgo de que los niños sean objeto de graves
violaciones de sus derechos en los conflictos armados como consecuencia de los
desplazamientos, la hambruna y el aumento de la violencia. En el contexto de un conflicto
armado, los Estados, en consonancia con sus compromisos internacionales, deberían prohibir
la fabricación o posesión de municiones sin detonar y residuos de armas biológicas, químicas
y nucleares, además de asegurar la limpieza de las zonas contaminadas por estos.
23. La degradación ambiental compromete la capacidad del niño para alcanzar todo su
potencial de desarrollo e interfiere en muchos otros derechos consagrados en la Convención.
El desarrollo de los niños está íntimamente ligado al entorno en el que viven. Un medio
ambiente saludable resulta beneficioso para el desarrollo, entre otras cosas, por las
oportunidades que ofrece de realizar actividades al aire libre y de interactuar y jugar en
entornos naturales, incluido el mundo animal.
24. Los niños más pequeños están especialmente expuestos a los peligros ambientales,
debido a su patrón de actividades, sus comportamientos y su funcionamiento propios. La
exposición a contaminantes tóxicos, incluso a niveles bajos, durante las fases de desarrollo
de mayor vulnerabilidad, puede alterar fácilmente los procesos de maduración del cerebro,
de los órganos y del sistema inmunitario y causar enfermedades y deficiencias durante la
infancia y más adelante, en ocasiones tras un prolongado período de latencia. Los efectos de
los contaminantes ambientales pueden persistir incluso en generaciones futuras. Los Estados
deberían ocuparse de forma sistemática y expresa de las repercusiones de la exposición a
sustancias tóxicas y a la contaminación durante los primeros años de vida.
25. Los Estados deben tener en cuenta cada etapa de la infancia, la importancia de estas
para las posteriores etapas de maduración y desarrollo, y las distintas necesidades de los niños
en cada una de ellas. A fin de crear un entorno óptimo para el disfrute del derecho al
desarrollo, los Estados, deberían estudiar de forma expresa y sistemática todos los factores
necesarios para que los niños de todas las edades puedan sobrevivir, desarrollarse y prosperar
al máximo de su potencial, e idear y poner en práctica intervenciones de base empírica
encaminadas a hacer frente a los diversos determinantes ambientales que surgen durante la
trayectoria vital.

D. Derecho a ser escuchado (art. 12)

26. Los niños consideran que las cuestiones ambientales tienen gran importancia para su
vida. La opinión de los niños es un potente motor para la protección del medio ambiente en
todo el mundo, y sus puntos de vista aportan perspectivas y experiencias pertinentes a la hora
de decidir sobre cuestiones ambientales a todos los niveles. Desde bien pequeños, los niños
pueden contribuir a mejorar las soluciones ambientales, por ejemplo, aportando información
muy valiosa sobre cuestiones como la eficacia de los sistemas de alerta temprana ante
peligros ambientales. Es menester recabar de forma proactiva la opinión de los niños y tenerla
debidamente en cuenta al diseñar y aplicar medidas para resolver los graves problemas
ambientales de larga duración que inciden de forma determinante en sus vidas. Los niños
pueden utilizar medios creativos de expresión, como el arte y la música, para participar y
expresar su opinión. Podrían requerirse apoyo adicional y estrategias especiales para
empoderar a los niños en situaciones desfavorables, como los niños con discapacidad, los
pertenecientes a grupos minoritarios y los que viven en zonas vulnerables, a fin de que puedan
ejercer su derecho a ser escuchados. Si se utilizan con cautela y prestando la debida atención
a los problemas relacionados con la inclusión digital, el entorno y las herramientas digitales
pueden facilitar las consultas a los niños y ampliar su capacidad y oportunidades de colaborar
de forma efectiva en los asuntos ambientales, por ejemplo ejerciendo presión de forma
colectiva8.

8 Observación general núm. 25 (2021), relativa a los derechos de los niños en relación con el entorno
digital, párrs. 16 y 18.

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27. Los Estados deben implantar mecanismos adecuados para la edad, seguros y
accesibles para recabar la opinión de los niños periódicamente y en todas las fases de los
procesos de adopción de decisiones relativas al medio ambiente relativos a las leyes,
políticas, reglamentos, proyectos y actividades que puedan afectarlos, tanto a nivel local
como nacional e internacional. Para que los niños puedan participar de forma libre, activa,
sustantiva y efectiva, deben recibir educación ambiental y sobre los derechos humanos e
información accesible y adecuada para su edad, y disponer de tiempo y recursos suficientes
y un entorno propicio. Deberían recibir información sobre el resultado de las consultas
ambientales, así como la manera en que se ha tenido en cuenta su opinión, además de tener
acceso a procedimientos de denuncia y vías de recurso adaptados a ellos, en caso de que no
se respete su derecho a ser escuchados en asuntos relacionados con el medio ambiente.
28. A escala internacional, los Estados, las organizaciones intergubernamentales y las
organizaciones no gubernamentales internacionales deberían facilitar la participación de las
asociaciones de niños y de las organizaciones o grupos dirigidos por niños en los procesos
de adopción de decisiones relativas al medio ambiente. Los Estados deberían asegurarse de
incorporar sus obligaciones relacionadas con el derecho del niño a ser escuchado en los
procesos internacionales de adopción de decisiones relativas al medio ambiente, tanto
durante la negociación como al aplicar instrumentos de derecho ambiental internacional. Las
iniciativas destinadas a aumentar la participación de los jóvenes en los procesos de adopción
de decisiones relativas al medio ambiente deberían incluir a los niños.

E. Libertad de expresión, asociación y reunión pacífica (arts. 13 y 15)

29. En todo el mundo, los niños están actuando, tanto a título individual como colectivo,
para proteger el medio ambiente, en particular haciendo hincapié en las consecuencias del
cambio climático. Los Estados deben respetar y proteger los derechos del niño a la libertad
de expresión, asociación y reunión pacífica en conexión con el medio ambiente, entre otras
cosas proporcionando a los niños un entorno seguro y propicio y un marco jurídico e
institucional en el que ejercer sus derechos de forma efectiva. El derecho del niño a la libertad
de expresión, de asociación y de reunión pacífica no podrá ser objeto de más restricciones
que las que imponga la ley y resulten necesarias en una sociedad democrática.
30. Los niños que ejercen su derecho a la libertad de expresión o participan en
manifestaciones sobre cuestiones ambientales, en especial los niños defensores de los
derechos humanos ambientales, son a menudo objeto de amenazas, intimidación, acoso y
otras graves represalias. Los Estados están obligados a proteger los derechos de estos niños,
en particular ofreciéndoles un entorno seguro y propicio para que puedan organizar
iniciativas de defensa de los derechos humanos en la escuela y en otros espacios. Los Estados,
los actores estatales, como la policía, y otras partes interesadas, entre ellas el personal
docente, deberían recibir formación acerca de los derechos civiles y políticos del niño, y en
especial sobre las medidas necesarias para que los niños puedan ejercer sus derechos en
condiciones de seguridad. Los Estados deben adoptar todas las medidas procedentes para que
no se impongan restricciones a la constitución de asociaciones y a la participación en ellas,
así como a la participación en protestas ambientales, salvo que estén previstas por la ley y
resulten necesarias. No se debe hacer un uso abusivo de las leyes, en particular de las relativas
a la difamación y la calumnia, con el fin de coartar los derechos del niño. Los Estados
deberían aprobar y aplicar leyes para proteger a los niños defensores de los derechos
humanos, tal y como establecen las normas internacionales de derechos humanos, y
establecer vías de recurso efectivas en caso de violación del derecho del niño a la libertad de
expresión, reunión pacífica y asociación.
31. Los Estados deberían alentar, reconocer y apoyar la positiva contribución de los niños
a la sostenibilidad del medio ambiente y a la justicia climática, por cuanto constituye un
medio importante para implicarse civil y políticamente, a través del cual los niños pueden
negociar y promover la realización de sus derechos, incluido el derecho a un medio ambiente
saludable, y exigir responsabilidades a los Estados.

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F. Acceso a la información (arts. 13 y 17)

32. El acceso a la información es imprescindible para que los niños y sus padres o
cuidadores sean conscientes de los efectos potenciales que los daños ambientales tienen sobre
los derechos del niño. Se trata, asimismo, de un requisito previo indispensable para que los
niños puedan ejercer su derecho a expresar su opinión, a ser escuchados y a acceder a recursos
efectivos en lo que respecta a las cuestiones ambientales.
33. Los niños tienen derecho a tener acceso a información precisa y fidedigna sobre el
medio ambiente, en particular sobre las causas, los efectos y las fuentes actuales y potenciales
de daños ambientales y climáticos, las medidas de adaptación, las leyes y reglamentos
pertinentes sobre el clima y el medio ambiente, las conclusiones de las evaluaciones del
impacto climático y ambiental, las políticas y los planes, y la adopción de un estilo de vida
sostenible. Esta información permite a los niños saber qué pueden hacer en su entorno
inmediato en lo que concierne a la gestión de los residuos, el reciclaje y los hábitos de
consumo.
34. Los Estados tienen la obligación de proporcionar información ambiental. Los métodos
de difusión deberían ser adecuados a la edad y capacidad de los niños y tratar de salvar
obstáculos como el analfabetismo, la discapacidad, las barreras lingüísticas, la distancia o a
la tecnología de la información y las comunicaciones. Los Estados deberían animar a los
medios de comunicación a que divulguen información y materiales rigurosos acerca del
medio ambiente, por ejemplo, acerca de las medidas que pueden adoptar los niños y sus
familiares para hacer frente a los riesgos relacionados con las catástrofes derivadas del
cambio climático.

G. Derecho a no ser objeto de ningún tipo de violencia (art. 19)

35. La degradación ambiental, que incluye la crisis climática, es una forma de violencia
estructural contra los niños y puede traer consigo el colapso social de comunidades y familias.
La pobreza, las desigualdades sociales y económicas, la inseguridad alimentaria y los
desplazamientos forzados acentúan el riesgo de que los niños sean objeto de violencia, abusos
y explotación. Los hogares más pobres, por ejemplo, tienen menos resiliencia a las
perturbaciones relacionadas con el medio ambiente, incluidas las causadas o agravadas por
el cambio climático, como la subida del nivel del mar, las inundaciones, los ciclones, la
contaminación atmosférica, los fenómenos meteorológicos extremos, la desertificación, la
deforestación, las sequías, los incendios, las tormentas y la pérdida de biodiversidad. Las
dificultades económicas, la escasez de alimentos y agua limpia y la fragilidad de los sistemas
de protección infantil que traen consigo este tipo de perturbaciones dificultan el día a día de
las familias, suponen una carga adicional para los niños y aumentan su vulnerabilidad a la
violencia de género, el matrimonio infantil, la mutilación genital femenina, el trabajo infantil,
los secuestros, la trata de personas, los desplazamientos, la violencia y la explotación sexuales
y el reclutamiento por grupos delictivos, armados o extremistas violentos. Hay que proteger
a los niños de toda forma de violencia física y psicológica y de la exposición a la violencia,
por ejemplo la doméstica o la infligida a los animales.
36. Invertir en servicios para la infancia puede reducir considerablemente los riesgos
ambientales generales que afectan a los niños en todo el mundo. Los Estados deberían adoptar
medidas intersectoriales para abordar las causas de la violencia contra los niños relacionadas
con la degradación ambiental.

H. El derecho al más alto nivel posible de salud (art. 24)

37. El derecho a la salud comprende el disfrute de una gran variedad de instalaciones,


bienes, servicios y condiciones necesarios para alcanzar el más alto nivel posible de salud, lo
que incluye un medio ambiente saludable. Este derecho depende de muchos otros derechos
consagrados en la Convención y es imprescindible para hacerlos efectivos.

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38. La contaminación del medio ambiente representa una grave amenaza para la salud de
los niños, expresamente reconocida en el artículo 24, párrafo 2 c), de la Convención. Sin
embargo, son muchos los países que no prestan atención a la contaminación y subestiman su
impacto. La falta de agua potable, las deficiencias en materia de saneamiento y la
contaminación del aire en los hogares suponen graves amenazas para la salud de los niños.
La contaminación resultante de actividades industriales del pasado o del presente, incluida la
exposición a sustancias tóxicas y desechos peligrosos, entraña amenazas más complejas para
la salud, con efectos que a menudo se manifiestan mucho tiempo después de la exposición.
39. El cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la degradación de los ecosistemas
representan un obstáculo al ejercicio del derecho del niño a la salud. A menudo se produce
una interacción entre dichos factores ambientales, lo que acentúa aún más las desigualdades
en materia de salud. Por ejemplo, la subida de las temperaturas causada por el cambio
climático incrementa el riesgo de contraer enfermedades de transmisión vectorial y
zoonótica, así como las concentraciones de contaminantes atmosféricos que inhiben el
desarrollo cerebral y pulmonar y agravan las enfermedades de las vías respiratorias. Tanto el
cambio climático como la contaminación y las sustancias tóxicas son factores causantes de
la alarmante pérdida de biodiversidad y la degradación de los ecosistemas de los que depende
la salud humana. Algunas de sus consecuencias concretas son la reducción de la diversidad
microbiana, fundamental para el desarrollo del sistema inmunitario de los niños, y la
creciente prevalencia de enfermedades autoinmunitarias, las cuales producen efectos a largo
plazo.
40. La contaminación del aire y del agua, la exposición a sustancias tóxicas, como los
fertilizantes químicos, la degradación de los suelos y las tierras, y otros tipos de daños
ambientales aumentan la mortalidad infantil, sobre todo la mortalidad de los niños menores
de 5 años, y favorecen la prevalencia de enfermedades, las alteraciones del desarrollo cerebral
y las consiguientes deficiencias cognitivas. Los efectos del cambio climático, como la escasez
de agua, la inseguridad alimentaria, las enfermedades de transmisión vectorial e hídrica, la
agudización de la contaminación atmosférica y los daños físicos provocados por fenómenos
repentinos o de evolución lenta, afectan de forma desproporcionada a los niños9.
41. Otro motivo de preocupación son los trastornos psicosociales y mentales que los niños
sufren o podrían sufrir como consecuencia de los daños ambientales, entre los que se incluyen
los relacionados con el cambio climático. La relación cada vez más evidente entre los daños
ambientales y la salud mental de los niños, por ejemplo en forma de depresión y ecoansiedad,
requiere la atención urgente de las autoridades sanitarias y educativas, tanto para combatir
dicho problema como para poner en marcha programas de prevención.
42. Los Estados deberían incluir en sus planes, políticas y estrategias nacionales de salud
y medio ambiente medidas para responder a las cuestiones de salud ambiental que afectan a
los niños. Hay que proteger de forma efectiva la salud ambiental de los niños en los lugares
donde viven, estudian, juegan y trabajan, por medio de marcos legislativos, reguladores e
institucionales, lo cual comprende la normativa relativa al sector empresarial. Las normas de
salud ambiental deberían estar en consonancia con la mejor información científica disponible
y con todas las directrices internacionales en la materia, como las que establece la
Organización Mundial de la Salud, y aplicarse de forma estricta. Las obligaciones que
incumben a los Estados en virtud del artículo 24 de la Convención también son aplicables a
la hora de elaborar y poner en práctica acuerdos ambientales destinados a combatir las
amenazas transfronterizas y mundiales para la salud de los niños.
43. El derecho a la salud requiere que los niños afectados por daños ambientales tengan
acceso a un sistema de salud pública e instalaciones, bienes y servicios de salud de calidad,
debiendo prestarse especial atención a los grupos de población que carecen de servicios
adecuados o con los que es difícil entrar en contacto y a la prestación de atención prenatal
materna de calidad en todo el país. Las instalaciones, programas y servicios deben disponer
del equipamiento necesario para responder a los riesgos para la salud relacionados con el

9 Por ejemplo, Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, Sexto Informe de
Evaluación, Resumen para responsables de políticas, figura RRP.1. Los datos muestran los efectos
desproporcionados, acumulados y a largo plazo del cambio climático sobre las personas nacidas
en 2020.

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medio ambiente. La protección de la salud también concierne a los elementos necesarios para
que los niños lleven una vida sana, entre los que se cuentan un clima sin riesgos, agua potable
y saneamiento, energía sostenible, una vivienda adecuada, acceso a alimentos apropiados
desde el punto de vista nutricional e inocuos y condiciones de trabajo saludables.
44. Es fundamental disponer de datos de calidad para protegerse adecuadamente de los
riesgos climáticos y de salud ambiental. Los Estados deberían evaluar los efectos que los
daños ambientales tienen sobre la salud a nivel local, nacional y transfronterizo, lo cual
comprende las causas de mortalidad y morbilidad, al tiempo que toman en cuenta la
integralidad del ciclo vital de los niños y las vulnerabilidades y desigualdades a las que se
enfrentan en cada etapa de su vida. Es necesario detectar las preocupaciones prioritarias, los
efectos del cambio climático y los nuevos problemas de salud ambiental. Además de recopilar
datos por medio de los sistemas ordinarios de información sobre salud, hay que llevar a cabo
una labor de investigación, por ejemplo, realizar estudios longitudinales de cohortes y
estudios de mujeres embarazadas, lactantes y niños, con el fin de descubrir los riesgos
existentes en las fases críticas del desarrollo.

I. Derecho a la seguridad social y a un nivel de vida adecuado


(arts. 26 y 27)

45. Los niños tienen derecho a un nivel de vida adecuado para su desarrollo físico, mental,
espiritual, moral y social. Un medio ambiente limpio, saludable y sostenible es indispensable
para poder hacer efectivo ese derecho, que incluye el derecho a una vivienda adecuada, a la
seguridad alimentaria y al agua potable y al saneamiento10.
46. El Comité subraya que el derecho a una vivienda adecuada, a la alimentación, al agua
y al saneamiento debe ejercerse de forma sostenible, también en lo que respecta al consumo
de materiales, al uso de recursos y energía y a la apropiación del espacio y la naturaleza.
47. La exposición a daños ambientales obedece a causas tanto directas como estructurales
y exacerba las consecuencias de la pobreza infantil multidimensional. La seguridad social,
amparada por el artículo 26 de la Convención, reviste especial relevancia en el contexto
ambiental. Se insta a los Estados a que introduzcan cláusulas en las políticas de seguridad
social y niveles mínimos de protección social, que protejan a los niños y a sus familiares
contra las perturbaciones ambientales y los daños de evolución lenta, incluidos los derivados
del cambio climático. Los Estados deberían reforzar los programas de alivio de la pobreza
centrados en el niño en las zonas más vulnerables a los riesgos ambientales.
48. Los niños, incluidos los desplazados, deberían tener acceso a una vivienda adecuada
y acorde con las normas internacionales de derechos humanos. Las viviendas deberían ser
sostenibles y resilientes, y no se deben construir en terrenos contaminados o en zonas con
alto riesgo de degradación ambiental. Deberían disponer de fuentes de energía seguras y
sostenibles para la cocina, la calefacción y la iluminación, así como de ventilación adecuada,
y no tener presencia de moho, sustancias tóxicas ni humo. Deberían contar con una gestión
eficaz de los residuos y desechos, estar protegidas del tráfico, el ruido excesivo y el
hacinamiento, y tener acceso a instalaciones de agua potable y de higiene y saneamiento
sostenibles.
49. Los niños no deberían ser objeto de desalojos forzosos sin que se les proporcione
previamente una vivienda alternativa adecuada, por ejemplo mediante el realojo en proyectos
urbanísticos y de infraestructuras dotados de medidas energéticas y de mitigación del cambio
climático y adaptación a este. Las evaluaciones del impacto sobre los derechos del niño
deberían ser un requisito previo en este tipo de proyectos. Debe prestarse especial atención a
la preservación de las tierras tradicionales de los niños indígenas y a la protección de la

10 Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, observación general núm. 15 (2002), relativa
al derecho al agua, párr. 3; y Comité de los Derechos del Niño, observación general núm. 15 (2013),
sobre el derecho del niño al disfrute del más alto nivel posible de salud, párr. 48.

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calidad del medio natural para que puedan disfrutar de sus derechos, incluido el derecho a un
nivel de vida adecuado11.
50. En situaciones de desplazamiento y migración transfronterizos causados por
fenómenos climáticos y ambientales o relacionados con situaciones de conflicto armado, el
Comité subraya la importancia de la cooperación internacional y la obligación de los Estados
de adoptar todas las medidas legislativas, administrativas y de otra índole que sean necesarias
para garantizar los derechos reconocidos en la Convención a todos los niños sujetos a su
jurisdicción, sin discriminación alguna. Las autoridades competentes deberían tener presente
el riesgo de violación de los derechos del niño causado por los efectos de la degradación
ambiental, incluido el cambio climático, al decidir si se admite o no una solicitud de
protección internacional y al examinar este tipo de solicitudes, en particular teniendo en
cuenta, por ejemplo, las consecuencias especialmente graves para los niños de la falta de
alimentos o de servicios de salud. Los Estados no deben expulsar a los niños y a sus familiares
a ningún lugar en el que corran un riesgo real de sufrir violaciones graves como consecuencia
de los efectos adversos de la degradación ambiental.

J. Derecho a la educación (arts. 28 y 29, párr. 1 e))

51. La educación es una de las piedras angulares de un enfoque ambiental basado en los
derechos del niño. Los niños han destacado que la educación es fundamental para proteger
sus derechos y el medio ambiente y para reforzar sus conocimientos y preparación para hacer
frente a los daños ambientales. Sin embargo, el derecho a la educación se ve muy afectado
por los daños ambientales, ya que estos pueden dar lugar al cierre de los centros educativos
y a la interrupción de las clases, al abandono escolar y a la destrucción de escuelas y espacios
de recreo.
52. El artículo 29, párrafo 1 e), de la Convención, que exige que la educación del niño
esté encaminada a inculcarle el respeto del medio ambiente natural, debe leerse
conjuntamente con el artículo 28, con miras a garantizar a todos los niños el derecho a recibir
una educación que transmita valores ambientales12.
53. Toda educación ambiental basada en los derechos debería ser transformadora e
inclusiva, estar centrada en los niños y adaptarse a ellos y empoderarlos. Debería buscar el
desarrollo de la personalidad, dotes y aptitudes del niño, reconocer la estrecha relación que
existe entre el respeto del medio natural y otros valores éticos enunciados en el artículo 29,
párrafo 1, de la Convención, y tener una orientación tanto local como global 13. Es necesario
adaptar los planes de estudios a los contextos ambientales, sociales, económicos y culturales
concretos de los niños y dar a conocer los contextos de otros niños afectados por la
degradación ambiental. Los materiales didácticos deberían proporcionar información
ambiental rigurosa desde el punto de vista científico, actualizada y adecuada para los distintos
grados de desarrollo y edades. Todos los niños deberían adquirir las habilidades necesarias
para afrontar los problemas ambientales que se les presenten en la vida, como los riesgos de
desastres y los efectos sobre la salud relacionados con el medio ambiente, lo cual comprende
la capacidad de reflexionar de forma crítica sobre dichos problemas, resolver problemas,
tomar decisiones ponderadas y responsabilizarse del medio ambiente, por ejemplo,
adoptando estilos de vida y de consumo sostenibles, en consonancia con la evolución de sus
facultades.
54. Deberían incorporarse valores ambientales a la educación y formación de todos los
profesionales del ámbito de la enseñanza, tanto en lo que se refiere a los métodos didácticos,
las tecnologías y los enfoques utilizados en la educación, como al entorno escolar y a la
preparación de los niños para trabajar en empleos verdes. La educación ambiental va más
allá de la escolarización formal y abarca un amplio abanico de experiencias de vida y

11 Observación general núm. 11 (2009), relativa a los niños indígenas y sus derechos en virtud de la
Convención, párrs. 34 y 35.
12 Observación general núm. 1 (2001), relativa a los propósitos de la educación, párr. 13.
13 Ibid., párrs. 2, 12 y 13.

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aprendizajes. Los métodos exploratorios, informales y prácticos, como el aprendizaje al aire


libre, son una forma muy apreciada para lograr ese objetivo pedagógico.
55. Los Estados deberían construir infraestructuras seguras, saludables y resilientes para
que el aprendizaje sea efectivo. A tal efecto, deben asegurarse de que haya vías peatonales y
ciclistas y medios de transporte público para ir a la escuela y de que las escuelas y centros de
aprendizaje alternativos estén situados a una distancia prudencial de las fuentes de
contaminación y las zonas de inundaciones, corrimientos de tierras y otros peligros
ambientales, como los terrenos contaminados, así como de que los edificios y las aulas
dispongan de calefacción y refrigeración adecuadas y de acceso a instalaciones de agua
potable14 y saneamiento suficientes, seguras y aceptables. Las instalaciones escolares
ecológicas, como las que disponen de iluminación y calefacción alimentadas por energías
renovables y de huertos escolares, pueden ser beneficiosas para los niños y contribuir a que
los Estados cumplan sus obligaciones ambientales.
56. En los períodos de escasez de agua, tormentas de arena, olas de calor y otros
fenómenos meteorológicos graves, y después de ellos, los Estados deberían asegurar el
acceso físico a las escuelas, especialmente a los niños de comunidades remotas o rurales, o
considerar la posibilidad de utilizar métodos de enseñanza alternativos, como las
instalaciones educativas móviles o la enseñanza a distancia. Debería darse prioridad a las
comunidades carentes de servicios adecuados a la hora de adaptar las escuelas al clima y
renovarlas. Los Estados deberían proporcionar alternativas habitacionales a las poblaciones
desplazadas lo antes posible para evitar que las escuelas sean utilizadas como vivienda. Al
responder a las emergencias causadas por fenómenos meteorológicos graves en zonas ya
afectadas por conflictos armados, los Estados deben velar por que las escuelas no se
conviertan en objetivos de la actividad de los grupos armados.
57. Los Estados deberían reconocer y subsanar los desproporcionados efectos indirectos
y en cadena que causa la degradación ambiental en la educación de los niños, prestando
especial atención a las situaciones propias de cada sexo, como el abandono escolar para
ocuparse de las tareas domésticas y económicas adicionales a los que deben hacer frente los
hogares afectados por las perturbaciones y el estrés relacionados con el medio ambiente.

K. Derechos de los niños indígenas y de los niños pertenecientes


a grupos minoritarios (art. 30)

58. Los niños indígenas se ven afectados de forma desproporcionada por la pérdida de
biodiversidad, la contaminación y el cambio climático. Los Estados deberían estudiar en
detalle las consecuencias que los daños ambientales, como la deforestación, tienen sobre las
tierras y la cultura tradicionales y sobre la calidad del medio natural, al tiempo que velan por
los derechos a la vida, a la supervivencia y al desarrollo de los niños indígenas. Deben adoptar
medidas para que los niños indígenas y sus familias participen de manera efectiva en la lucha
contra los daños ambientales, incluidos los causados por el cambio climático, teniendo
debidamente en cuenta los conceptos extraídos de las culturas indígenas y los conocimientos
tradicionales, e integrándolos en las medidas de mitigación y adaptación. Pese a los riesgos
específicos a que se enfrentan los niños de las comunidades indígenas, estos niños también
pueden actuar como educadores y defensores para que se apliquen sus conocimientos
tradicionales a fin de reducir el impacto de las amenazas de escala local y de reforzar la
resiliencia, si se transmite y respalda ese conocimiento. Deberían adoptarse medidas
similares respecto a los derechos de los niños pertenecientes a grupos minoritarios no
indígenas, cuyos derechos, modo de vida e identidad cultural estén estrechamente
relacionados con la naturaleza.

14 Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, observación general núm. 15 (2002), relativa
al derecho al agua, párrs. 12 c) i) y 16 b).

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L. Derecho al descanso, al juego, al esparcimiento y a las actividades


recreativas (art. 31)

59. El juego y las actividades recreativas son esenciales para la salud y el bienestar del
niño y promueven el desarrollo de la creatividad, la imaginación y la confianza en sí mismo
y en la propia capacidad y la fuerza y las aptitudes físicas, sociales, cognitivas y emocionales.
Contribuyen a todos los aspectos del aprendizaje, son fundamentales para el desarrollo
holístico de los niños15 y les brindan importantes oportunidades para explorar y experimentar
el mundo natural y la biodiversidad, lo que resulta beneficioso para su salud mental y
bienestar y les ayuda a comprender, apreciar y cuidar el medio natural.
60. Por el contrario, un entorno inseguro y peligroso obstaculiza la realización de los
derechos previstos en el artículo 31, párrafo 1, de la Convención y constituye un factor de
riesgo para la salud, el desarrollo y la seguridad del niño. Los niños necesitan espacios
inclusivos para jugar, que estén cerca de su hogar y no presenten peligros ambientales. Los
efectos del cambio climático acentúan dichos problemas, mientras que la carga que se deriva
del cambio climático para la renta de los hogares puede reducir el tiempo de que disponen
los niños para el descanso, el ocio, las actividades recreativas y el juego, así como sus
posibilidades para disfrutar de ellos.
61. Los Estados deben adoptar medidas legislativas, administrativas y de otra índole
efectivas para que todos los niños, sin discriminación alguna, puedan jugar y participar en
actividades recreativas en entornos seguros, limpios y saludables, como los espacios
naturales, los parques y los patios de recreo. En los planes públicos de ordenación del
territorio, tanto urbanos como rurales, se debe asignar la debida importancia a la opinión de
los niños y priorizar la creación de entornos que promuevan su bienestar. Debe estudiarse la
posibilidad de: a) permitir el acceso, con medios de transporte seguros, asequibles y
accesibles, a zonas verdes, grandes espacios abiertos y espacios naturales para el juego y las
actividades recreativas; b) crear un entorno local seguro donde jugar libremente, que esté
exento de contaminación, productos químicos peligrosos y residuos; y c) adoptar medidas de
tráfico rodado destinadas a reducir los niveles de contaminación en las proximidades de
viviendas, escuelas y parques infantiles, entre otras cosas estableciendo zonas en las que se
dé prioridad a los niños que estén jugando, caminando o montando en bicicleta.
62. Los Estados deberían aprobar leyes, reglamentos y directrices, y acompañarlos de las
necesarias asignaciones presupuestarias y de mecanismos eficaces de supervisión y
ejecución, para asegurar el cumplimiento por terceros del artículo 31 de la Convención en
los proyectos de desarrollo urbano y rural, por ejemplo estableciendo normas de seguridad
para todos los juguetes e instalaciones lúdicas y recreativas, en particular en lo relativo a las
sustancias tóxicas. En los casos de desastres relacionados con el cambio climático, deberían
tomarse medidas para restablecer y proteger estos derechos, entre otras cosas creando o
restaurando espacios seguros y estimulando el juego y la expresión creativa para promover
la resiliencia y la curación psicológica.

III. Derecho a un medio ambiente limpio, saludable


y sostenible
63. Los niños tienen derecho a un medio ambiente limpio, saludable y sostenible. Este
derecho está implícito en la Convención y directamente relacionado, sobre todo, con los
derechos a la vida, a la supervivencia y al desarrollo, consagrados en el artículo 6; al disfrute
del más alto nivel posible de salud, teniendo en cuenta los peligros y riesgos de
contaminación del medio ambiente, consagrado en el artículo 24; a un nivel de vida adecuado,
consagrado en el artículo 27; y a la educación, consagrado en el artículo 28, encaminada, en
particular, a inculcar al niño el respeto del medio ambiente natural, de acuerdo con el
artículo 29.

15 Observación general núm. 17 (2013), sobre el derecho del niño al descanso, el esparcimiento, el
juego, las actividades recreativas, la vida cultural y las artes, párrs. 9 y 14 c).

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64. Los elementos sustantivos de este derecho son de gran importancia para los niños, ya
que comprenden el aire limpio, un clima seguro y estable, unos ecosistemas y una
biodiversidad saludables, un suministro de agua seguro y suficiente, una alimentación
saludable y sostenible y un entorno no tóxico16.
65. El Comité considera que, para que los niños puedan hacer efectivo este derecho, los
Estados deberían adoptar las siguientes medidas, de forma inmediata:
a) Mejorar la calidad del aire, reduciendo tanto la contaminación del aire exterior
como la interior, para prevenir la mortalidad infantil, en particular la de los niños menores de
5 años;
b) Garantizar el acceso a un abastecimiento seguro y suficiente de agua, al
saneamiento y a ecosistemas acuáticos saludables, a fin de evitar la propagación de
enfermedades de origen hídrico entre los niños;
c) Transformar la agricultura y la pesca industriales, de manera que produzcan
alimentos saludables y sostenibles con los que prevenir la malnutrición y promover el
crecimiento y el desarrollo de los niños;
d) Eliminar de forma gradual y equitativa el uso de carbón, petróleo y gas natural,
conseguir una transición justa en lo que atañe a las fuentes de energía e invertir en energías
renovables, almacenamiento de energía y eficiencia energética, con el fin de hacer frente a la
crisis climática;
e) Conservar, proteger y restaurar la biodiversidad;
f) Prevenir la contaminación del mar, prohibiendo la introducción directa e
indirecta en el medio marino de sustancias peligrosas para la salud de los niños y los
ecosistemas marinos17;
g) Regular rigurosamente y erradicar, según proceda, la producción, venta, uso y
vertido de sustancias tóxicas que tengan efectos adversos desproporcionados para la salud de
los niños, en particular las sustancias que sean neurotóxicas para el desarrollo18.
66. Los elementos de procedimiento, como el acceso a la información, la participación en
la toma de decisiones y un acceso a la justicia adaptado a los niños y dotado de recursos
efectivos, son de igual importancia para el empoderamiento de los niños, también mediante
la educación, a fin de que se conviertan en agentes de su propio destino.
67. Los Estados deberían incorporar a su legislación nacional el derecho del niño a un
medio ambiente limpio, saludable y sostenible, y adoptar las medidas necesarias para hacerlo
efectivo, con el fin de reforzar la rendición de cuentas. Ese derecho debe tenerse en cuenta
en todas las decisiones y medidas que afecten a los niños, como las políticas en materia de
educación, ocio, juego, acceso a espacios verdes, protección infantil, salud infantil y
migración, así como a los marcos nacionales para la aplicación de la Convención.

IV. Medidas generales de aplicación (art. 4)

A. Obligación de los Estados de respetar, proteger y hacer efectivos


los derechos del niño

68. Los Estados deben procurar un medio ambiente limpio, saludable y sostenible a fin
de respetar, proteger y hacer efectivos los derechos del niño. El cumplimiento de la
obligación de respetar los derechos del niño exige que los Estados se abstengan de violar
dichos derechos como consecuencia de haber ocasionado daños ambientales. Deben proteger
a los niños de los daños ambientales atribuibles a otras fuentes y a terceros, entre otras vías,
mediante la regulación de las empresas. Los Estados partes también tienen la obligación de

16 Véanse A/74/161, A/75/161, A/76/179, A/HRC/40/55, A/HRC/46/28 y A/HRC/49/53.


17 Convenio para la Protección del Medio Marino del Atlántico Nordeste, art. 2, párr. 2 a).
18 Véase A/HRC/49/53.

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prevenir y corregir los efectos de los peligros ambientales sobre los derechos del niño, incluso
cuando tales amenazas escapen al control humano, por ejemplo, estableciendo sistemas
inclusivos de alerta temprana. Los Estados deben tomar medidas urgentes para cumplir su
obligación de facilitar, promover y permitir que los niños puedan disfrutar de sus derechos,
incluido el derecho a un medio ambiente limpio, saludable y sostenible, a través, por ejemplo,
de la transición a energías limpias y la aprobación de estrategias y programas para asegurar
el uso sostenible de los recursos hídricos.
69. Los Estados tienen la obligación de actuar con la diligencia debida a fin de adoptar
medidas preventivas adecuadas para proteger a los niños contra los daños ambientales que
sean razonablemente previsibles y contra las violaciones de sus derechos, prestando la debida
consideración al principio de precaución. Esto incluye evaluar los impactos ambientales de
las políticas y proyectos, detectar y evitar los daños previsibles, atenuarlos si no se pueden
prevenir y proporcionar recursos efectivos de forma oportuna, para solucionar tanto los daños
previsibles como los que ya se han producido.
70. Los Estados también están obligados a respetar, proteger y hacer efectivos aquellos
derechos del niño que guardan relación con el medio ambiente. La obligación de respetar
esos derechos obliga a los Estados a abstenerse de toda acción que limite el derecho del niño
a expresar su opinión sobre cuestiones relacionadas con el medio ambiente y de entorpecer
el acceso a información ambiental rigurosa, así como a proteger a los niños de la
desinformación sobre los riesgos ambientales y del riesgo de sufrir violencia u otras
represalias. La obligación de hacer efectivos los derechos hace necesario que los Estados
combatan las actitudes sociales negativas sobre el derecho del niño a ser escuchado y faciliten
su participación efectiva en la adopción de decisiones relativas al medio ambiente.
71. Los Estados deben actuar de forma deliberada, concreta y específica para asegurar el
disfrute pleno y efectivo de los derechos del niño relacionados con el medio ambiente,
incluido el derecho a un medio ambiente saludable, en particular elaborando leyes, políticas,
estrategias y planes de base científica y acordes con las directrices internacionales pertinentes
en materia de salud y seguridad ambientales, y absteniéndose de adoptar medidas regresivas
que protejan menos a los niños.
72. Los Estados están obligados a dedicar el máximo de recursos financieros, naturales,
humanos, tecnológicos, institucionales e informativos de que dispongan a hacer efectivos los
derechos del niño relacionados con el medio ambiente y, cuando sea necesario, dentro del
marco de la cooperación internacional19.
73. A reserva de las obligaciones derivadas del derecho internacional, incluidas las
contenidas en los acuerdos multilaterales sobre el medio ambiente en los que sean parte, los
Estados pueden ejercer su discrecionalidad para encontrar un equilibrio razonable entre la
determinación de los niveles adecuados de protección del medio ambiente y la consecución
de otros objetivos sociales, en función de los recursos disponibles. Sin embargo, dicho
margen de maniobra queda limitado por las obligaciones que la Convención impone a los
Estados. Los niños tienen una probabilidad mucho mayor que los adultos de sufrir daños
graves, como secuelas irreversibles y permanentes o la muerte, a consecuencia de la
degradación ambiental. Por lo tanto, teniendo en cuenta su acusado deber de diligencia, los
Estados deberían establecer y aplicar normas ambientales para proteger a los niños de
repercusiones desproporcionadas y a largo plazo20.
74. Los Estados deberían asegurarse de recopilar datos y estudios fidedignos, actualizados
periódicamente y desglosados sobre los daños ambientales, que incluyan los riesgos y las
consecuencias reales que los daños relacionados con el cambio climático tienen sobre los
derechos del niño. Deberían contar con datos longitudinales acerca de los efectos del daño
ambiental sobre los derechos del niño, en particular sobre la salud, la educación y el nivel de
vida a distintas edades. Dichos datos y estudios deberían servir de base para formular y

19 Observación general núm. 19 (2016), sobre la elaboración de presupuestos públicos para hacer
efectivos los derechos del niño, párr. 75.
20 A/HRC/37/58, párrs. 56 y 57.

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evaluar leyes, políticas, programas y planes ambientales en todos los niveles, y deben ponerse
a disposición de la ciudadanía.

B. Evaluación del impacto sobre los derechos del niño

75. Todas las leyes, políticas, proyectos, reglamentos, presupuestos y decisiones


relacionados con el medio ambiente que se propongan o que ya estén en vigor deben ser
objeto de una rigurosa evaluación del impacto sobre los derechos del niño, tal como se
establece en el artículo 3, párrafo 1, de la Convención. Los Estados deberían exigir que se
evalúe, antes y después de su aplicación, su impacto directo e indirecto sobre el medio
ambiente y el clima, prestando también atención a los efectos transfronterizos, acumulados,
tanto de producción como de consumo, sobre el disfrute de los derechos del niño.
76. Independientemente de que las evaluaciones del impacto sobre los derechos del niño
formen parte del marco de una evaluación del impacto ambiental o integrada o se lleven a
cabo por separado, deben tener especialmente en cuenta los efectos diferenciales que las
decisiones relativas al medio ambiente tienen sobre los niños, en particular sobre los niños
pequeños y otros grupos de niños más expuestos, en relación con todos los derechos
pertinentes reconocidos en la Convención, en particular los impactos a corto, medio y largo
plazo, los impactos combinados e irreversibles, los impactos interactivos y acumulados y los
impactos en las diferentes etapas de la infancia. A título de ejemplo, los Estados con un
importante sector de combustibles fósiles deben evaluar el impacto social y económico de
sus decisiones en ese ámbito en los niños.
77. Las evaluaciones del impacto sobre los derechos del niño deberían realizarse en la
fase más temprana posible del proceso de toma de decisiones, en las etapas clave de la toma
de decisiones y cuando se revisen las medidas que se hayan adoptado. Tales evaluaciones
deberían contar con la participación de los niños y se debería tener debidamente en cuenta
tanto su opinión como la de los expertos temáticos. Las conclusiones deberían publicarse en
un lenguaje adaptado a los niños y en las lenguas que estos utilizan.

C. Derechos del niño y sector empresarial

78. Las empresas tienen la responsabilidad de respetar los derechos del niño relacionados
con el medio ambiente. Los Estados tienen la obligación de proteger a los niños contra la
vulneración de sus derechos por terceros, incluidas las empresas 21.
79. La actividad empresarial es fuente de considerables daños ambientales, lo que
favorece que se vulneren los derechos de los niños. Estos daños se derivan, por ejemplo, de
la producción, uso, emisión y eliminación de sustancias peligrosas y tóxicas, la extracción y
quema de combustibles fósiles, la contaminación industrial del aire y el agua y las prácticas
agrícolas y pesqueras insostenibles. Las empresas son una importante fuente de emisiones de
gases de efecto invernadero, que repercuten negativamente en los derechos del niño, y de
vulneraciones a corto y largo plazo de sus derechos ligadas a las consecuencias del cambio
climático. Las repercusiones de las actividades y operaciones empresariales pueden reducir
la capacidad de los niños y sus familias para adaptarse a los efectos del cambio climático,
por ejemplo, en los lugares donde se han degradado las tierras, con el consiguiente
agravamiento del estrés climático. Los Estados deberían fortalecer la efectividad de los
derechos del niño compartiendo y haciendo accesibles las tecnologías existentes y ejerciendo
presión sobre las operaciones empresariales y las cadenas de valor para prevenir el cambio
climático, mitigarlo y adaptarse a él.
80. Los Estados tienen la obligación de establecer un marco para hacer que las empresas
respeten los derechos del niño, por medio de leyes, reglamentos, control del cumplimiento y
políticas, así como de medidas correctivas y de vigilancia, coordinación, colaboración y
sensibilización, que sean eficaces y tengan en cuenta a los niños. Los Estados deberían exigir
a las empresas que procedan con la diligencia debida en lo que respecta a los derechos del

21 Observación general núm. 16 (2013), sobre las obligaciones del Estado en relación con el impacto del
sector empresarial en los derechos del niño, párrs. 28, 42 y 82.

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niño, a fin de detectar, evitar y mitigar el impacto de sus actividades sobre el medio ambiente
y los derechos del niño, y rendir cuentas al respecto. La diligencia debida es un proceso
basado en el riesgo, que consiste en concentrar los esfuerzos allí donde existan riesgos graves
y probables de daños ambientales, prestando especial atención a la exposición al riesgo de
determinados grupos de niños, como los niños que trabajan. Si se establece la condición de
víctimas de los niños, deben tomarse medidas de inmediato para evitar que su salud y
desarrollo se sigan viendo afectados y para reparar adecuada y eficazmente el daño causado,
de forma oportuna y efectiva.
81. El Comité recomienda a las empresas que elaboren, en colaboración con las partes
interesadas, incluidos los niños, procedimientos de diligencia debida que permitan integrar
en sus operaciones evaluaciones del impacto sobre los derechos del niño. Las normas de
comercialización deben evitar que las empresas confundan a los consumidores, en particular
a los niños, mediante prácticas de ecoimpostura o de un falso ecologismo, al hacer gala de
iniciativas falsas de prevención o mitigación de daños ambientales.

D. Acceso a la justicia y los recursos jurídicos

82. Deberían existir recursos efectivos para reparar las violaciones y promover la justicia
social22. A pesar de que los niños han estado a la vanguardia de varios casos relacionados con
el medio ambiente y el cambio climático y de que la Convención los reconoce como titulares
de derechos, debido a su condición, en muchos Estados se topan con barreras que les
deniegan la legitimación jurídica, con lo que sus posibilidades de hacer valer sus derechos en
el contexto ambiental se ven limitadas.
83. Los Estados deberían facilitar a los niños vías de acceso a la justicia, como
mecanismos de denuncia adaptados a los niños, que respondan a las cuestiones de género y
sean inclusivos de las personas con discapacidad, de manera que, en caso de que se produzca
una violación de sus derechos a causa de daños ambientales, puedan recurrir a mecanismos
judiciales, cuasijudiciales y extrajudiciales eficaces, como las instituciones nacionales de
derechos humanos centradas en los niños. Para ello, hay que eliminar las barreras que
impiden a los niños entablar procedimientos por sí solos, revisar las normas de legitimación
y asignar a las instituciones nacionales de derechos humanos el mandato de recibir denuncias
de niños.
84. Deberían existir mecanismos para denunciar daños inminentes o previsibles y
violaciones pasadas o actuales de los derechos del niño. Los Estados deberían asegurarse de
que esos mecanismos sean fácilmente accesibles para todos los niños sujetos a su
jurisdicción, sin discriminación, incluidos los niños que se encuentren fuera de su territorio
y se vean afectados por daños transfronterizos resultantes de actos u omisiones de los Estados
ocurridos dentro de su territorio.
85. Los Estados deberían permitir la presentación de demandas colectivas, como acciones
colectivas o litigios de interés público23, y ampliar los plazos de prescripción de las
violaciones de los derechos del niño ligadas a los daños ambientales.
86. La complejidad de los casos de daños ambientales provocados por efectos
transfronterizos, de sus causas y de los impactos acumulados hace necesario contar con una
representación letrada eficaz. Los litigios a menudo llevan mucho tiempo, y los organismos
supranacionales suelen exigir que, antes de presentar una denuncia, se hayan agotado los
recursos internos. Los niños deben tener acceso a asistencia letrada y de otro tipo sin costo
alguno, incluida la asistencia jurídica y la representación letrada efectiva, y se les debe dar la
oportunidad de ser oídos en todo procedimiento judicial o administrativo que los afecte. Los
Estados deberían considerar la posibilidad de adoptar medidas adicionales para reducir los
costos que supone para los niños interponer recursos, por ejemplo, protegiéndolos de las

22 Observación general núm. 5 (2003), relativa a las medidas generales de aplicación de la Convención,
párr. 24; y Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, art. 2, párr. 3.
23 Observación general núm. 16 (2013), párr. 68; y observación general núm. 25 (2021), párr. 44.

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condenas en costas, con el fin de limitar el riesgo financiero que corren los niños que
interponen demandas de interés público sobre cuestiones ambientales.
87. A fin de reforzar la rendición de cuentas y promover el acceso de los niños a la justicia
en cuestiones ambientales, los Estados deben estudiar opciones para que los niños que
presenten una demanda para demostrar la existencia de una relación de causa-efecto, en un
contexto de numerosas variables e información deficiente, no tengan que soportar la onerosa
carga de la prueba.
88. Los niños pueden experimentar dificultades especiales para acceder a recursos
jurídicos en los casos relacionados con empresas que puedan estar causando conculcaciones
de sus derechos o contribuyendo a ellas, sobre todo en lo que respecta a consecuencias
transfronterizas y de escala mundial. Los Estados tienen la obligación de establecer
mecanismos judiciales y extrajudiciales para facilitar el acceso a recursos efectivos en los
casos de vulneraciones de los derechos del niño cometidos por empresas, incluso los
ocurridos como resultado de sus actividades y operaciones de carácter extraterritorial,
siempre que exista un vínculo razonable entre el Estado y la conducta de que se trate. Según
lo estipulado en las normas internacionales, se espera que las empresas se doten de
mecanismos de reclamación efectivos para los niños que hayan sido víctimas de tales abusos,
o que participen en mecanismos a esos efectos. Los Estados también deberían asegurar la
existencia de organismos reguladores, seguir de cerca las vulneraciones y proporcionar
recursos jurídicos adecuados en los casos en que se produzcan violaciones de los derechos
del niño derivadas de daños ambientales.
89. Para que una reparación sea adecuada debe incluir la restitución, una indemnización
suficiente, la satisfacción, la rehabilitación y garantías de no repetición, tanto en lo que
respecta al medio ambiente como a los niños afectados, así como el acceso a asistencia
médica y psicológica. Los mecanismos de reparación deberían tener en cuenta la especial
vulnerabilidad de los niños a los efectos de la degradación ambiental, en particular la
posibilidad de que el daño sea irreversible y se prolongue durante toda la vida. La reparación
debería ser rápida, a fin de limitar las violaciones actuales y futuras. Se recomienda aplicar
formas novedosas de reparación, como las órdenes de creación de comités
intergeneracionales, en los que los niños participen de forma activa, con el fin de dictaminar
y supervisar la aplicación rápida de medidas destinadas a mitigar los efectos del cambio
climático y adaptarse a ellos.
90. Habría que facilitar el acceso a los mecanismos internacionales y regionales de
derechos humanos aplicables, entre otras cosas mediante la ratificación del Protocolo
Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a un procedimiento de
comunicaciones. Debería informarse ampliamente sobre estos mecanismos y sobre su uso a
los niños, los padres, los cuidadores y los profesionales que trabajan con y para los niños.

E. Cooperación internacional

91. Los Estados tienen la obligación de actuar, por separado y conjuntamente, a través de
la cooperación internacional, para respetar, proteger y hacer efectivos los derechos del niño.
El artículo 4 de la Convención pone de relieve que la aplicación de esta es una actividad de
cooperación para todos los Estados del mundo24, y que la plena efectividad de los derechos
del niño conforme a la Convención dependerá en parte de la forma en que los Estados
interactúen. El cambio climático, la contaminación y la pérdida de diversidad biológica son
ejemplos claros y urgentes de amenazas mundiales para los derechos del niño, que exigen la
cooperación más amplia posible de todos los países y su participación en una respuesta
internacional efectiva y apropiada25. Las obligaciones que incumben a cada Estado en materia
de cooperación internacional dependen, en parte, de su situación. En el contexto del cambio
climático, esas obligaciones se orientando según proceda en función de las emisiones
históricas y actuales de gases de efecto invernadero, así como del concepto de

24 Observación general núm. 5 (2003), párr. 60.


25 Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, preámbulo;
y resoluciones 26/27 y 29/15 del Consejo de Derechos Humanos.

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responsabilidades comunes pero diferenciadas y de la capacidad respectiva de los Estados,


atendiendo a las diferentes circunstancias nacionales26, al tiempo que requieren que los
Estados desarrollados presten asistencia técnica y financiera a los Estados en desarrollo,
según lo dispuesto en el artículo 4 de la Convención. Los Estados deberían cooperar a escala
internacional para asegurar la conformidad entre las normas que rigen el reconocimiento y la
aplicación de los derechos del niño y los procedimientos de diligencia debida en materia de
medio ambiente.
92. La mayoría de los Estados desarrollados se han comprometido a respaldar las medidas
dirigidas a solucionar los problemas ambientales interrelacionados de escala mundial que
afectan a los países en desarrollo, facilitando para ello la transferencia de tecnología verde y
ayudando a financiar medidas ambientales, en consonancia con los objetivos de financiación
en materia climática y de biodiversidad acordados a escala internacional. La Convención
debería ser un elemento central de las decisiones globales relativas al medio ambiente, lo que
incluye las estrategias internacionales de los Estados en materia de mitigación, adaptación y
daños y pérdidas27. Los programas ambientales de los Estados donantes deberían estar
basados en los derechos, mientras que los Estados que reciben financiación y asistencia
ambiental internacional deberían considerar la posibilidad de destinar una parte sustancial de
esa ayuda expresamente a programas destinados a los niños. Es necesario revisar y actualizar
las directrices de aplicación, para tener en cuenta las obligaciones de los Estados respecto a
los derechos del niño.
93. Los Estados deberían asegurarse de que las medidas ambientales respaldadas por los
mecanismos internacionales de financiación ambiental y las organizaciones internacionales
respeten y protejan los derechos del niño y traten de hacerlos efectivos de forma proactiva.
Los Estados deberían incluir normas y procedimientos de evaluación del riesgo de causar
daños a los niños, cuando planifiquen y ejecuten nuevos proyectos relacionados con el medio
ambiente, y adoptar medidas para mitigar el riesgo de daños, de conformidad con la
Convención y sus Protocolos Facultativos. Deberían asimismo cooperar para apoyar la
implantación y aplicación de procedimientos y mecanismos que faciliten el acceso a recursos
efectivos en caso de que se violen los derechos del niño en este contexto.
94. Los Estados tendrían que cooperar de buena fe para establecer y financiar iniciativas
mundiales para hacer frente a los daños ambientales que sufran las personas en situación de
vulnerabilidad, con especial atención a la salvaguarda de los derechos del niño dada su
especial vulnerabilidad a los riesgos relacionados con el medio ambiente, y para paliar las
devastadoras consecuencias que la alteración del clima, tanto súbita como de evolución lenta,
tiene para los niños, sus comunidades y sus naciones. Los Estados deberían cooperar para
invertir en la prevención de conflictos y en iniciativas de mantenimiento de la paz que
contribuyan positivamente a mitigar cualquier daño ambiental a los niños que pudiera
derivarse de un conflicto armado, y deberían tener en cuenta las opiniones de los niños en los
procesos de establecimiento de la paz y consolidación de la paz.

V. Cambio climático

A. Mitigación

95. El Comité insta a todos los Estados a que adopten medidas colectivas urgentes para
mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero, en consonancia con sus obligaciones
en materia de derechos humanos. Más concretamente, son los principales emisores, tanto
históricos como actuales, los que deberían liderar los esfuerzos de mitigación.
96. Los avances insuficientes en el cumplimiento de los compromisos internacionales
para limitar el calentamiento global entrañan una mayor exposición de los niños a los daños
permanentes y en rápido aumento derivados de unas concentraciones más elevadas de

26 Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, preámbulo y art. 3, párr. 1;
Acuerdo de París, art. 2, párr. 2; y resoluciones 26/27 y 29/15 del Consejo de Derechos Humanos.
27 Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, art. 4, párr. 5; y Acuerdo
de París, art. 9, párr. 1.

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emisiones de gases de efecto invernadero y de los consiguientes aumentos de la temperatura.


Los científicos alertan sobre los puntos de inflexión, o umbrales a partir de los cuales ya es
imposible evitar determinados efectos, que entrañan riesgos graves e inciertos para los
derechos del niño. Si se quiere evitar llegar a esos puntos de inflexión, es necesario adoptar
medidas urgentes y ambiciosas para reducir las concentraciones de gases de efecto
invernadero en la atmósfera.
97. Los objetivos y las medidas de mitigación deberían basarse en la mejor información
científica disponible y revisarse periódicamente para alcanzar el objetivo de cero emisiones
netas de carbono a más tardar en 2050, de forma que se eviten daños a los niños. El Grupo
Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático ha señalado la necesidad
imperiosa de acelerar los esfuerzos de mitigación a corto plazo, para limitar el aumento de la
temperatura a 1,5 ºC con respecto a los niveles preindustriales, y que la cooperación
internacional, la equidad y los enfoques basados en los derechos son fundamentales para
alcanzar objetivos ambiciosos de mitigación del cambio climático 28.
98. Al valorar si sus medidas de mitigación se ajustan a la Convención, y teniendo
presente también la necesidad de prevenir y corregir los posibles efectos adversos de dichas
medidas, los Estados deberían tener en cuenta los siguientes criterios:
a) Los objetivos y medidas de mitigación deberían indicar claramente de qué
modo respetan, protegen y hacen efectivos los derechos del niño consagrados en la
Convención. Los Estados deberían centrarse de forma transparente y expresa en los derechos
del niño al preparar, comunicar y actualizar las contribuciones determinadas a nivel
nacional29. Esta obligación también es aplicable a otros instrumentos, como los informes
bienales de transparencia, los procesos de evaluación y examen internacional y los procesos
de consulta y análisis internacional30;
b) Los Estados tienen la responsabilidad individual de mitigar el cambio
climático para cumplir las obligaciones que les imponen la Convención y el derecho
internacional del medio ambiente, en particular el compromiso contenido en el Acuerdo de
París de mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 ºC con
respecto a los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de
la temperatura a 1,5 ºC con respecto a los niveles preindustriales para 203031. Las medidas
de mitigación deben reflejar la parte equitativa que corresponde a cada Estado parte en las
iniciativas mundiales dirigidas a mitigar el cambio climático, en función de la reducción total
necesaria para proteger contra la persistencia y el agravamiento de las violaciones de los
derechos del niño. Cada Estado, y todos ellos conjuntamente, deberían seguir reforzando los
compromisos climáticos, con la mayor ambición posible y de acuerdo con sus
responsabilidades comunes pero diferenciadas y sus respectivas capacidades. Los Estados de
renta alta deberían seguir encabezando los esfuerzos adoptando metas absolutas de reducción
de emisiones absolutas para el conjunto de la economía, y todos los Estados deberían
aumentar sus esfuerzos de mitigación, a la luz de sus diferentes circunstancias nacionales, a
fin de proteger al máximo los derechos del niño32;
c) Las sucesivas medidas de mitigación y las promesas actualizadas deben ser
representativas de los esfuerzos progresivos de los Estados a lo largo del tiempo 33, y habría
que tener en cuenta que el plazo para evitar un cambio climático de consecuencias
catastróficas y daños a los derechos de los niños es más breve y requiere medidas de carácter
urgente;

28 Véase https://www.ipcc.ch/assessment-report/ar6.
29 Acuerdo de París, art. 4, párr. 2.
30 Ibid., art. 14, párr. 4.
31 Ibid., art. 2, párr. 1 a); y Sacchi y otros c. la Argentina (CRC/C/88/D/104/2019), párr. 10.6.
Véanse también Sacchi y otros c. el Brasil (CRC/C/88/D/105/2019), Sacchi y otros c. Francia
(CRC/C/88/D/106/2019) y Sacchi y otros c. Alemania (CRC/C/88/D/107/2019), así como Sacchi
y otros c. Turquía (CRC/C/88/D/108/2019).
32 Acuerdo de París, art. 4, párr. 4.
33 Ibid., arts. 3 y 4, párr. 3.

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d) Las medidas de mitigación a corto plazo deberían tomar en consideración el


hecho de que retrasar una rápida eliminación gradual de los combustibles fósiles dará lugar
a un aumento de las emisiones acumuladas y, por tanto, a mayores daños previsibles para los
derechos del niño;
e) Las medidas de mitigación no pueden basarse en que en el futuro se conseguirá
eliminar los gases de efecto invernadero de la atmósfera a través de tecnologías no probadas.
Los Estados deberían dar prioridad a la reducción rápida y efectiva de las emisiones en la
actualidad a fin de favorecer que los niños disfruten plenamente de sus derechos lo antes
posible y evitar que se causen daños irreversibles a la naturaleza 34.
99. Como medida de mitigación para evitar que se produzcan más daños y riesgos, los
Estados deberían dejar de subvencionar a agentes públicos o privados que inviertan en
actividades e infraestructuras incompatibles con la transición hacia un bajo nivel de emisión
de gases de efecto invernadero.
100. Los Estados desarrollados deberían ayudar a los países en desarrollo a planificar y
aplicar medidas de mitigación, a fin de ayudar a los niños en situación de vulnerabilidad. Esta
ayuda podría incluir el compartir información y conocimientos financieros y técnicos,
además de otras medidas de fomento de la capacidad que contribuyan de forma expresa a
prevenir los daños causados a los niños por el cambio climático 35.

B. Adaptación

101. En vista de la intensificación de los efectos del cambio climático sobre los derechos
del niño, es necesario acelerar de forma urgente y drástica el diseño y la aplicación de
medidas de adaptación que tengan en cuenta a los niños, que respondan a las cuestiones de
género y sean inclusivas de las personas con discapacidad, y de los correspondientes recursos.
Los Estados deberían detectar las vulnerabilidades relacionadas con el cambio climático que
afectan a los niños en lo que respecta a la disponibilidad, calidad, equidad y sostenibilidad
de servicios esenciales para los niños, como el agua y el saneamiento, la atención de la salud,
la protección, la nutrición o la educación. Los Estados deberían reforzar la resiliencia
climática de sus marcos jurídicos e institucionales y asegurarse de que sus planes nacionales
de adaptación y las políticas sociales, ambientales y presupuestarias existentes tengan en
cuenta los factores de riesgo relacionados con el cambio climático, ayudando a los niños
sujetos a su jurisdicción a adaptarse a los efectos inevitables del cambio climático. Entre estas
medidas cabe citar reforzar los sistemas de protección infantil en contextos de riesgo,
proporcionar un acceso suficiente al agua, el saneamiento y la atención de la salud, así como
a entornos escolares seguros, y fortalecer las redes de protección social y los marcos de
protección, al tiempo que se da prioridad al derecho del niño a la vida, a la supervivencia y
al desarrollo. Los ecosistemas saludables y la biodiversidad también son importantes para
fomentar la resiliencia y la reducción del riesgo de desastres.
102. Al adoptar medidas de adaptación, incluidas las de reducción del riesgo de desastres,
preparación, respuesta y recuperación, deben tenerse debidamente en cuenta las opiniones de
los niños. Estos deberían estar preparados para comprender las consecuencias que las
decisiones relacionadas con el clima tienen sobre sus derechos y tener la oportunidad de
participar de forma efectiva y genuina en los procesos de toma de decisiones. Ni al diseñar
ni al aplicar medidas de adaptación se debe discriminar a los grupos de niños en situación de
mayor riesgo, como los niños pequeños, las niñas, los niños con discapacidad, los niños en
situación de migración, los niños indígenas y los niños en situación de pobreza o conflicto
armado. Los Estados deberían adoptar medidas adicionales para que los niños en situación
de vulnerabilidad que se vean afectados por el cambio climático puedan disfrutar de sus
derechos, en particular combatiendo las causas subyacentes de la vulnerabilidad.

34 Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, arts. 4, párrs. 1 h) a j) y 2 b);
y Acuerdo de París, preámbulo y arts. 4, párr. 8, 12 y 13.
35 Acuerdo de París, art. 13, párr. 9.

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103. Las medidas de adaptación deberían estar orientadas a reducir los impactos a corto y
largo plazo, por ejemplo preservando los medios de subsistencia, protegiendo las escuelas o
desarrollando sistemas sostenibles de gestión del agua. Entre las medidas necesarias para
proteger los derechos del niño a la vida y a la salud frente a amenazas inminentes, como los
fenómenos meteorológicos extremos, se incluyen la creación de sistemas de alerta temprana
y el reforzamiento de la seguridad física y la resistencia de las infraestructuras, entre ellas las
escolares, las de agua y saneamiento y las sanitarias, al objeto de reducir el riesgo de verse
expuesto a amenazas relacionadas con el cambio climático. Los Estados deberían elaborar
planes de respuesta para casos de emergencia, por ejemplo medidas para proporcionar
sistemas de alerta temprana inclusivos, asistencia humanitaria y acceso a alimentos, agua y
saneamiento para todas las personas. Al formular medidas de adaptación, también deberían
tenerse en cuenta las correspondientes normas nacionales e internacionales, como las
contenidas en el Marco de Sendái para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030. Los
marcos de adaptación deberían ocuparse de la migración y los desplazamientos provocados
por el cambio climático y prever disposiciones que permitan asegurar que estas cuestiones se
abordan desde el punto de vista de los derechos del niño. En caso de que surjan amenazas
inminentes de daños relacionados con el cambio climático, como fenómenos meteorológicos
extremos, los Estados tendrían que asegurarse de difundir inmediatamente toda la
información que permita a los niños y a sus cuidadores y comunidades adoptar medidas de
protección. Los Estados deberían aumentar el conocimiento que tienen los niños y sus
comunidades de las medidas de reducción y prevención del riesgo de desastres.

C. Pérdidas y daños

104. En el Acuerdo de París, las partes señalaron la importancia de evitar, reducir al


mínimo y afrontar las pérdidas y los daños relacionados con los efectos adversos del cambio
climático. Los efectos adversos del cambio climático han provocado importantes pérdidas y
daños desde el punto de vista de los derechos humanos, sobre todo en los países en desarrollo.
105. Las pérdidas y daños relacionados con el clima pueden afectar a los niños y a sus
derechos tanto de manera directa como indirecta. Entre los efectos directos figuran los casos
en que se produce una violación de los derechos recogidos en la Convención, bien por
fenómenos meteorológicos extremos repentinos, como las inundaciones o las lluvias
intensas, bien por fenómenos de evolución lenta, como las sequías. Los efectos indirectos
pueden incluir situaciones en las que los Estados, las comunidades o los padres y madres se
vean obligados a reasignar recursos de proyectos que tenían previstos, como los relativos a
la educación o la atención de la salud, para hacer frente a crisis ambientales.
106. A este respecto, es crucial reconocer las pérdidas y daños como un tercer pilar de la
acción climática, junto con la mitigación y la adaptación. Se alienta a los Estados a tomar
nota de que, desde el punto de vista de los derechos humanos, las pérdidas y los daños están
estrechamente relacionados con el derecho al recurso y el principio de reparación, que incluye
la restitución, la indemnización y la rehabilitación36. Los Estados deberían adoptar medidas,
incluso a través de la cooperación internacional, para proporcionar asistencia financiera y
técnica destinada a reparar las pérdidas y los daños que afecten al disfrute de los derechos
enunciados en la Convención.

D. Empresas y cambio climático

107. Los Estados deben adoptar todas las medidas necesarias, convenientes y razonables
para proteger contra los daños a los derechos del niño derivados del cambio climático que
causen o perpetúen las empresas, y estas, a su vez, tienen la responsabilidad de respetar los
derechos del niño relacionados con el cambio climático. Los Estados deberían velar por que
las empresas reduzcan rápidamente sus emisiones y exigir a estas, y también a las
instituciones financieras, que realicen evaluaciones del impacto ambiental y pongan en
práctica procedimientos de diligencia debida con respecto a los derechos del niño para
asegurarse de que detecten, prevengan mitiguen los efectos adversos, reales y potenciales,

36 A/77/226, párr. 26.

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del cambio climático sobre los derechos del niño, incluidos los derivados de actividades
relacionadas con la producción y el consumo y los resultantes de sus cadenas de valor y
operaciones mundiales, y asuman su responsabilidad al respecto37.
108. Los Estados de origen tienen la obligación de hacer frente a los daños y riesgos
relacionados con el cambio climático que puedan afectar a los derechos del niño en el
contexto de las actividades y operaciones extraterritoriales de las empresas, siempre que
exista un vínculo razonable entre el Estado y la conducta en cuestión, y deben permitir el
acceso a recursos efectivos en caso de que se violen dichos derechos. Para ello, deben
cooperar para lograr que las empresas con actividades transnacionales cumplan las normas
ambientales aplicables, con el fin de proteger los derechos del niño frente a los daños
relacionados con el cambio climático, y ayudar y cooperar a nivel internacional en las
investigaciones y la aplicación de los procedimientos en otros Estados 38.
109. Los Estados deberían incentivar la inversión sostenible en energías renovables,
almacenamiento de energía y eficiencia energética, así como su uso, en particular por parte
de las empresas de titularidad o control estatal y las que se benefician en gran medida del
apoyo y los servicios de los organismos públicos. Los Estados deberían aplicar una fiscalidad
progresiva e imponer requisitos estrictos de sostenibilidad en la contratación pública 39.
Pueden asimismo fomentar el control comunitario sobre la generación, gestión, transmisión
y distribución de energía, a fin de ampliar el acceso y la asequibilidad de las tecnologías
renovables y el suministro de productos y servicios energéticos sostenibles, especialmente a
nivel comunitario.
110. Los Estados deberían asegurarse de que las obligaciones contraídas en virtud de
acuerdos comerciales o de inversión no mermen su capacidad de cumplir sus obligaciones en
materia de derechos humanos, así como de velar por que esos acuerdos promuevan
reducciones rápidas de las emisiones de gases de efecto invernadero y otras medidas
encaminadas a mitigar las causas y los efectos del cambio climático, entre otras cosas
facilitando las inversiones en energías renovables40. Habría que evaluar periódicamente los
efectos relacionados con el cambio climático que la aplicación de los acuerdos tiene sobre
los derechos del niño y adoptar las medidas correctivas que sean necesarias.

E. Financiación para el clima

111. Tanto los proveedores internacionales de financiación para el clima como los Estados
receptores deben asegurarse de que los mecanismos de financiación para el clima se apoyen
en un enfoque basado en los derechos del niño, tal como establecen la Convención y sus
Protocolos Facultativos. Los Estados deberían velar por que los mecanismos de financiación
para el clima defiendan los derechos del niño y se abstengan de vulnerarlos, aumenten la
coherencia estratégica entre las obligaciones relacionadas con los derechos del niño y otros
objetivos, como el desarrollo económico, y delimiten mejor las funciones de las distintas
partes interesadas en la financiación para el clima, como los Gobiernos, las instituciones
financieras, incluidos los bancos, las empresas y las comunidades afectadas, especialmente
los niños.
112. De acuerdo con el principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas y
con las respectivas capacidades, la lucha contra el cambio climático debe tener en cuenta las
circunstancias nacionales de cada Estado. Los Estados desarrollados deberían cooperar con
los Estados en desarrollo con miras a proporcionar una financiación para la acción climática
que defienda los derechos del niño, en consonancia con los compromisos internacionales que
los Estados han asumido en materia climática. En concreto, pese al vínculo existente entre
diversos mecanismos de financiación, incluidos los que favorecen el desarrollo sostenible, la
financiación para el clima proporcionada por los Estados desarrollados debería ser

37 Observación general núm. 16 (2013), párr. 62.


38 Ibid., párrs. 43 y 44.
39 Ibid., párr. 27.
40 Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, observación general núm. 24 (2017), sobre
las obligaciones de los Estados en virtud del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales en el contexto de las actividades empresariales, párr. 13.

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transparente, agregarse a otros flujos financieros de apoyo a los derechos del niño y
contabilizarse debidamente, entre otras cosas evitando problemas de seguimiento como el
doble cómputo.
113. Los Estados desarrollados deben resolver de forma urgente y colectiva el actual déficit
de financiación para el clima. La actual distribución de la financiación para el clima,
excesivamente orientada a la mitigación en detrimento de las medidas de adaptación y
relativas a las pérdidas y daños, tiene efectos discriminatorios sobre los niños que residen en
entornos donde se necesitan más medidas de adaptación y sobre los niños que se ven
afectados por las limitaciones de la adaptación. Los Estados deberían subsanar el déficit
mundial de financiación para el clima y asegurarse de que las distintas medidas se financien
de forma equilibrada, prestando atención a las medidas relativas a la adaptación, la
mitigación, las pérdidas y los daños y a otros medios de aplicación más generales, como la
asistencia técnica y el fomento de la capacidad. Al fijar el volumen total de financiación para
el clima, los Estados deberían tener en cuenta las necesidades documentadas de las
comunidades, sobre todo en lo que respecta a la protección de los niños y sus derechos. La
financiación para el clima que se proporciona a los países en desarrollo debería concederse
en forma de subvenciones, y no de préstamos, a fin de evitar consecuencias negativas para
los derechos del niño.
114. Los Estados deberían asegurar y facilitar el acceso de las comunidades afectadas,
especialmente de los niños, a la información sobre las actividades que reciben financiación
para el clima, y permitirles presentar reclamaciones por presuntas violaciones de los derechos
del niño. Tendrían que delegar la toma de decisiones sobre la financiación para el clima de
forma que se refuerce la participación de las comunidades beneficiarias, especialmente de los
niños, y supeditar la aprobación y desembolso de la financiación para el clima a una
evaluación del impacto sobre los derechos del niño, con el fin de evitar y subsanar la
financiación de medidas que puedan propiciar una violación de los derechos del niño.
115. Los niños exigen a los Estados que actúen de forma colectiva. Según apuntan dos
niños consultados para la presente observación general: “Los Gobiernos de todos los países
deberían colaborar para reducir el cambio climático”. “Tienen que reconocernos y decirnos:
‘Os escuchamos. Esto es lo que vamos a hacer para solucionar el problema’”41.

41 Véase https://childrightsenvironment.org/reports.

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