Jose Hernandez y Sus Mundos - 6 La Formulacion de Una Ideologia Ruralista en Argentina
Jose Hernandez y Sus Mundos - 6 La Formulacion de Una Ideologia Ruralista en Argentina
Jose Hernandez y Sus Mundos - 6 La Formulacion de Una Ideologia Ruralista en Argentina
sustancial, aunque esta vez en tono más melancólico que colérico.3 artículos del Rio de la Plata; en efecto, el nexo temático entre las insu-
Planteada en términos tan generales, la afirmación de una coin- ficiencias denunciadas en ellos y las desdichas y atropellos evocados en
cidencia entre las perspectivas propuestas por Hernández y las preferi- el Martín Fierro es muy estrecho. Pero la primacía temática y proble-
das por quienes se declaraban voceros del interés terrateniente aparece mática de estos últimos surge de la perspectiva de lectores que previa-
sin duda bien fundada, pero, pese a su validez global, es a la vez clara- mente a estos textos han leído el poema de 1872; una lectura menos
mente insuficiente para situar los escritos de tema rural publicados en orientada por esa perspectiva anacrónica no se la reconocería necesaria-
El Río de la Plata en la trayectoria total de la obra pubiicística de Her- mente. Y a falta de ella no se advierte tampoco entre los temas y pro-
nández, y -lo que es más grave también lo es para definir con alguna blemas evocados en orden disperso en esos artículos un nexo que los
precisión la reiación entre las propuestas defendidas en su órgano por- vincule entre sí integrándolos a la vez en una visión global de los proble-
teño y los ternas y perspectivas favorecidos por esa ideología ruralista mas de la campaña. Si ésta ha sido formulada, será necesario buscarla en
que, a partir de 1866, tiene su órgano de difusión específico en losAna- otra parte, y en primer término en el que se presenta como órgano cor-
'.es de la Sociedad Rural Argentina. porativo del interés terrateniente: es allí, en efecto, donde es más razo-
Con esto no se agotan los aspectos problemáticos de esa campaña nable esperar la identificación y articulación de nudos de temas y pro-
le prensa emprendida desde El Rio de la Plata que esa línea interpreta- blemas relevantes a la situación rural, en torno a los cuales quedaría
tiva no alcanza siquiera a abordar. Señalemos en primer lugar uno muy El Río de la Plata relegado a una tarea de ilustración y agitación, más
abvio: cuando esos artículos aparecen, Hernández acaba sólo de reanu- bien que de cooperación en el esfuerzo por definirlos.
Jar una residencia en su provincia nativa, interrumpida, salvo breves Pero esta nítida distribución de tareas supone la existencia, ya
intermitencias, por lo menos desde 1858: la campaña de la que se habla en 1869, de una (ideología ruralista* nítidamente perfilada y dotada de
;n ellos la conoce por una experiencia minuciosa de realidades sobre las interna^ coherencia, y todavía una relación estrecha entre esa ideología
cuales esa década larga no ha pasado sin dejar huellas, sólo actualizada y los modos de acción espontáneamente desarrollados por una clase
por contactos más recientes, pero mucho más superficiales. Cualquiera terrateniente que no había necesitado hasta entonces definir un marco
sea la autoría de esos artículos (y es de temer que la afirmación de Her- ideológico para esas acciones. Ahora bien, ambos supuestos están lejos
lández, según la cual todo lo que no va firmado con nombre o seudó- de ser evidentes. En cuanto al segundo, como ya señalaron para el Uru-
limo es de la pluma del redactor, ofrece orientación menos segura para guay Barran y Nahum en su admirable Historia rural del Uruguay mo-
su diario porteño que para los de su etapa litoral), la deuda que ellos derno,"' quienes allí organizaron la Asociación Rural advierten tan bien
irrastran con quienes atesoran una experiencia más relevante de la situa- como los iniciadores de la Sociedad Rural Argentina en Buenos Aires
ción rural porteña, no sólo en cuanto a las soluciones propuestas, sino que su objetivo no puede ser sin más el de representar y defender las
^a al definir los rasgos que las hacen necesarias, tiene que haber sido aspiraciones de la clase terrateniente: antes de eso tienen que revelar
considerable. El hecho de que sea por el momento imposible ofrecer a'esa clase cuáles debieran ser sus aspiraciones.
ana respuesta precisa a la obvia pregunta sobre el origen de la imagen de Los dirigentes y voceros de ese naciente ruralismo no sólo son fi-
la campaña que subtiende esos artículos no impide que la pregunta siga guras atípicas dentro de su grupo en el sentido obvio y trivial en que lo
imponiéndose. son todos aquellos que toman a su cargo una actividad organizativa y
Pero apenas se la formula surge otra pregunta previa y más radi- cuasi-política en nombre de éste: se esfuerzan ante todo por serlo en
cal: ¿se apoyan de veras estos artículos en una imagen global, así sea cuanto productores rurales. Si ello no les impide quererse a la vez voce-
ílla implícita, de la campaña y sus problemas? Eso no parece evidente; ros de los intereses de un grupo a la mayoría de cuyos integrantes as-
;llc>s se agrupan en torno a cinco ternas para los cuales la reforma se piran a parecerse lo menos posible, sí hace en cambio que no conciban
proclama urgente: la rebaja o supresión de los impuestos a la exporta- su papel en cuanto tales como el de dar palabras para las aspiraciones ya
ción; la descentralización de la base electoral para las elecciones legisla- latentes en el grupo: más que órganos de expresión de la conciencia de
iivas; una análoga descentralización administrativa, que será asegurada su clase, se ven a sí mismos como un sucedáneo hecho necesario por la
sor la elección popular de los jueces de paz; y todavía una reforma del incapacidad de esa clase para elaborar una conciencia de sí misma y de
¡istema de reclutamiento de tropas de frontera, que abandonaría el uso su situación que le permita orientar eficazmente la defensa de sus inte-
ie la conscripción de ia guardia nacional de la campaña en favor del en- reses. La relación entre esos organizadores e ideólogos y el grupo al que
?artche.de voluntarios atraídos por la soldada; son naturalmente estos por lüpótesis representan es entonces la necesariamente ambivalente
ios últimos tópicos (y en particular el referente al reclutamiento para que se da entre una vanguardia y una masa que no parece advertir del
a frontera) los que han atraído la atención de los estudiosos sobre estos todo hasta qué punto necesita de su guía.
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se aloja en alguna aldea a cuatro o cinco leguas de la ciudad, para..p_qder tener el puede contribuir a consolidarla, estará siempre presente en la mente de
placer de vivir aristocráticamente y.dar la dirección de su casa in the country". Olivera. Pero para que se dé esa conjunción feliz la clase terrateniente
debe aspirar a constituirse en dirigente, haciéndose cargo de los deberes
De inmediato Olivera va a señalar en la jerarquización de la acti- de tal que hasta el momento ha preferido eludir. Comenzando por lo
vidad agrícola una consecuencia feliz de ese universal esnobismo ruralis- más obvio, a sus integrantes les toca "vivir en el campo, mejorar
ta: nuestras propiedades, descentralizar nuestra vida urbana, dar a nuestros
paisanos el ejemplo del trabajo y pruebas prácticas de nuestros deseos
"la pobreza y la ignorancia no son aquí el atributo esencial de la profesión agríco- innovadores"; todo ello constituye, según asegura en el discurso que
la; desde que se distingue alguno entre los chacareros por su talento económico, pronuncia en el acto inaugural de la Sociedad Rural Argentina, "uno de
mejoras agrícolas y conocimientos comerciales, todos los demás se apresuran a
colocar sus hijos en su casa como dependientes, y no se arredran en pagar tres y los más poderosos medios de que nos valdremos".7
muchas veces cuatro mil francos al año para que éstos hagan el aprendizaje". Si bastara esa toma de conciencia de sus propios deberes por parte
de la clase terrateniente para constituir a la agricultura en un precioso
Es que el ideal aristocrático que se ve realizado en el campo no instrumento de estabilidad social, a la vez que de progreso económico,
excluye una orientación hacia las mejoras lucrativas que no desdeña ello se debería sobre todo a la índole misma del trabajo agrícola, que
buscarlas en las esferas más humildes. Así, "los grandes señores, los prepara a quienes lo cultivan a adoptar un estilo de pensamiento carac-
príncipes de la familia real y el mismo marido de la reina" no conside- terizado por "un orden regular y sistemático" y "sentimientos de justi-
ran por debajo de su dignidad "tomar parte en las discusiones sobre la cia y de nobleza, al ver que no hay esfuerzo que no sea premiado, siem-
manerajie engordar mejor un puerco, y disputarse los premios con los pre que al hacerlo se hayan respetado las leyes inmutables que rigen la
farmers". Pero no sólo el príncipe Alberto tiene en Windsor una cha- creación entera". La observancia de esas leyes
cra en que corre a su cargo el ganado mayor; la soberana cuida allí del
gallinero, con tenaz celo innovador; la prensa inglesa y francesa ha co- "le enseña la inutilidad de sublevarse sacrilegamente contra ellas, y cuando no las
mentado recientemente "el descubrimiento hecho por la reina Victoria, comprende, a someterse humildemente a su orden eterno; así adquiere el espí-
para conseguir los pichones'de pavos, manteniéndolos hasta la edad de ritu de disciplina y~órden, y como consecuencia, la moral y la familia -elementos
todos que forman la base de toda sociedad grande y poderosa".
dos meses con cebollas picadas".5
En este pasaje se refleja ya muy bien un aspecto esencial de la ac-
titud de Olivera: en Inglaterra ve un modelo de sociedad rural antes que Pero si el orden rural que debe aparecer ante aquellos a los que
uno de tecnología agrícola; de los ensayos de nutrición de aves de la gobierna como dotado de la misma iñmuja.'bili3SS que caractenza_aljle
reina le interesa claramente más el ejemplo que ellos ofrecen a sus sub- la naturaleza es para Olivera unt qríenjerárgmco i (y porque lo es su
ditos que su aporte a la avicultura científica; de modo aun más claro, construcción debe comenzar desde su cumbre; es ella la más importan-
la imagen del príncipe Napoleón, presidente de honor de la exposición te de las tareas que propone a sus pares de la clase terrateniente) él re-
de Grignon, corriendo "el campo, en medio de las desigualdades de un quiere a la vez una distribución más generosa del acceso a la propiedad:
terreno arado", y rivalizando en entusiasmo y agilidad con personajes
"para que el hombre sea agricultor [...] es preciso que es
de nobleza menos improvisada, como ese "viejo y activo marqués de D¡os_le_ha. Jjuesto en su corazón -e,l amor a la propiedad- sea altamente respc-
Bryas, quien a pesar de sus sesenta años y lo pesado de su cuerpo, corría -tad.0, [...] que._janiás [,,,] venga nada a turbar la conciencia íntima [...] que el
por todas partes con el objeto de demostrar su sistema de agotamiento suelo que fructifica con su sudor le pertenece exclusivamente".
de tierras"6 ilustra sobre todo sobre la vigencia en Francia de valoracio-
nes colectivas distintas de las dominantes en el Plata. Por otra parte un He aquí el secreto del éxito de los Estados Unidos: "respetando el
pasaje igualmente revelador de la carta de Birmingham se anticipa a sentimiento de amor a la propiedad [...] han hecho un día del proleta-
asignar a la orientación hacia la campaña que caracteriza a la vida in- rio europeo el ciudadano norte-americano", y Olivera se complace en
glesa ventajas que van más allá de las derivadas de la adopción del pro- recordar ese ejemplo precisamente en Chivilcpy, ya que Sarmiento
greso agrícola como causa nacional: ella disuade también a los ambi- "preocupado de esas verdades contribuyó a su aplicación en ese pedazo
ciosos de buscar oportunidades alternativas en la ciudad; entre otras la de tierra".8
de "agitar a las masas". La noción de que una de las superioridades de He aquí como ya en su primer número el órgano de la cíase te-
la agricultura es que en ella (a diferencia de otras ramas productivas) el rrateniente ofrece un recuerdo conmovido del episodio tan singular en
progreso económico, lejos de ser incompatible con la estabilidad social, que por una vez las posiciones hostiles al régimen de gran propiedad en
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tener sólo una renta del 3%, pero pagarla insume un 30%del producto
¿Qué es necesario para que esa transición se lleve adelante con fe- bruto del arrendatario, que por otra parte debe destinar un 24%de él a
pago de salarios, un 20%a otros gastos y un 10%a impuestos; el 6%res-
licidad? Tierra barata para todos, en primer término: la suba impuesta
a los precios de las públicas en 1864, por "hombres a quienes el espíri- tante, que Olivera presenta como ganancia, es menos considerable de lo
tu fiscal enceguece hasta suicidarnos",12 debe ser corregida de inmedia- que parece cuando se recuerda que el arrendatario es a la vez capitalista
to. Crédito abundante y barato en segundo lugar: ". ..la agricultura ne-
("el gran secreto de la fuerte producción en Inglaterra consiste en la aplicación de
cesita capitales cuyo uso pueda hacerse con la seguridad de no ser urgi- un fuerte capital circulante sobre la tierra [...] no empleando el productor ni una
do en su reembolso, y a bajo precio. Y entre nosotros eso no existe, es- sola libra esterlina en tierra, cuyo capital apenas ¡e produce un 3%, mientras el
tando los pocos que hay entregados a edificar palacios, o a la usura de otro le deja desde un 10 hasta un 12°/». Es por esto que el chacarero ingles no entra
18 o 24% anual en las ciudades." El resultado es que,lejos de avanzar, a cultivar sino cuando posee un capital de 32 libras esterlinas o 160 pesos por cua-
la explotación mixta que las circunstancias ya exigen retrocede aun dra cuadrada").
allí donde excepcionalmente se la vio surgir: Estos cálculos caracterizados por una imprecisión tan extrema en
cuanto a los conceptos empleados (el capital circulante parece reunir los
"en los pueblos de campaña pagan los desgraciados chacareros por el dinero que
necesitan para comprar sus semillas el 2.1/2, él 3%íñensual en algunos casos, vién- gastos de gestión a lo largo del ciclo agrícola con la amortización de los
dose reducidos a dar la mitad de sus cosechas para que otro, más feliz que él y con instrumentos que forman parte del capital del arrendatario, pero no está
capital, ¡as recoja [...! Éstos son uño délos motivos por que principalmente la claro que sea así) como en los porcentajes propuestos (es muy difícil
agricultura en pequeño muere, asfixiada al nacer. jLe.construy_éndose _el pastoreo," correlacionar esta ganancia del 10 al 12% sobre capital circulante con
como ya va sucediendo a gran prisa en ChÍYJlcpy .. ."*3 los porcentajes del ingreso bruto antes adelantados) de todos modos de-
ja de lado un aspecto esencial de la situación aquí llamada europea (en
De nuevo, también estas observaciones de quien conoce tan bien
rigor, la que Olivera descubrió en Inglaterra y algunos rincones de Fran-
la campaña porteña como la agricultura europea son del todo pertinen- cia): lo que hace posible una agricultura de alta productividad en el
tes. Pero, si se traza un balance de lo que Olivera percibe y no percibe rnarco del arrendamiento no es la modestia de la renta, que si es baja en
acerca de la situación que afronta la economía rural se advertirá cómo relación con el costo de la adquisición de la tierra en propiedad, no lo es
sus perspicacias y sus inesperadas cegueras consolidan ambas una ima- en relación con el producto bruto de la tierra arrendada; es la abundan-
gen de la campaña y su relación con el estado y la economía urbana que cia de capital y baratura del crédito, que tiene por consecuencia a la vez
—sin duda derivada de una indagación caracterizada por una indefec- el bajo rendimiento de los arrendamientos para los terratenientes y la
tible honradez intelectual— no por eso deja de ser la más adecuada viabilidad de una agricultura fuertemente capitalizada a cargo de arren-
para acortar las distancias entre las aspiraciones e intereses de la clase datarios.
terrateniente porteña tal como es, y los que Olivera y sus compañeros Esto es precisamente lo que Olivera no advierte,y con ello no ad-
de causa quisieran ver defendidos por esa que todavía no es, pero vierte tampoco que el ejemplo europeo —el primero que su experiencia
debiera ser. inmediata le incita a proponer a sus pares— es del todo irrelevante: la
Hay en efecto varios puntos que retrospectivamente parecen poco agricultura argentina lo encuentra más adecuado donde lo buscó Sar-
convincentes en su argumentación; el que primero salta a la vista parece miento, en los Estados Unidos, donde la comparativa escasez de capital
deberse más a una desatención espontánea por la dimensión estricta- se compensa con una abundancia de tierras que aumenta la productivi-
mente económica de los problemas de economía rural que a una tenta- dad del trabajo empleado en la agricultura. De nuevo, creo que sería
tiva —así sea ella del todo inconsciente— de enmascaramiento de cier- erróneo^ ver aquí en acción la hostilidad quizá inconsciente hacia un
tos aspectos de ella que se revelarían incompatibles con la visión que el modelo de avance agrícola al que le hemos visto prestar atención favo-
grupo terrateniente tiene de su papel en esa economía. Se trata del equi- rable, aunque excesivamente fugaz; como se ha indicado antes, aun si
paramiento entre la situación norteamericana, en que el bajo precio de lo hííBiese."considerado un riesgo para la hegemonía de la clase terrate-
la tierra facilita su adquisición en propiedad sin comprometer una parte niente , ese riesgo estaba lejos de ser urgente.
significativa del capital de que dispone el agricultor, y la europea, en Lo que Olivera no quiere advertir no es —parece— que la coloni-
que el alto precio de la tierra ve paliados sus efectos por lo bajo de la zación, lejos de ser un arma más en el arsenal de reformas que regenera-
renta que de ella puede obtenerse. Ahora bien, ocurre que la simetría rán a la campaña porteña, guiada en su avance por una clase terrate-
de efectos que Olivera propone es contradicha por las mismas cifras niente regenerada ella misma gracias a su conversión al evangelio del
utilizadas para justificarla. Sin duda, el propietario europeo puede ob-
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respeto de las garantías que la constitución estipula para todos se pro- juicio de Olivera, la mejor de las "garantías para nuestra frontera".
pone entre otras cosas "abaratar la mano de obra", ni tampoco que su Proyectos como éste formaban ya parte del arsenal de la monar-
protesta se intensifica porque (urgido por las necesidades de la guerra quía reformadora; en la década de 1780 ella dispuso la fundación en
externa y la inveterada dificultad de capturar a los auténticos vagos des- ambas bandas del Plata de poblaciones que sin duda iban a sobrevivir,
tinados por la ley al servicio de frontera), el gobierno se dedica a reclu- pero no a constituirse en centros agrícolas. La razón la iba a explicitar
tar ganaderos menores, a quienes la crisis de precios y la sequía privan un cuarto de siglo más tarde Félix de Azara, por entonces al frente de
de los recursos necesarios para pagar personeros,- y para engrosar sus proyectos análogos en la Banda Oriental: la distancia de cualquier po-
filas revisa la definición legal del empresario independiente, y por lo tan- sible mercado para sus productos hubiese condenado a la indigencia a
to sujeto a servicio militar,•> para incluir entre ellos a los capataces auto- quienes se obstinasen en actividades agrícolas. Olivera no deja de adver-
rizados a mantener rebaños propios y a los medieros, unos y otros aun tir que así están las cosas, pero a su juicio el problema tiene ahora solu-
menos prósperos que aquéllos, aun en tiempos menos duros que los co- ción, mediante el "establecimiento de vapores que pusieran esas
colonias en continua comunicación con los mercados principales". He
rrientes. El resultado es que el habitante de la campaña se siente poco
aquí una propuesta algo enigmática; es difícil creer que Olivera espere
inclinado a adoptar ese "espíritu de orden y acumulación de riqueza
de la navegación a vapor el correctivo contra el aislamiento de una fron-
que crea capitales y fortuna"; la medida "hace huir del desgraciado hijo
tera que sólo en su extremo meridional se acerca a la costa; más proba-
del país hasta la más remota esperanza de poder acumular nada, desde
blemente tiene en mente los proyectos de tranvías a vapor de campaña
que sabe que será preferentemente llevado a la frontera <o al ejército,
discutidos ocasionalmente en los Anales. Pero si hay algo que no es
desde que se conozca que algo tiene"; e} hacendado, por su parte, no
ambiguo en cuanto a este proyecto es que su costo —sin duda conside-
podría confiar sus majadas "a un hijo del país [...] dándole un interés
rable— deberá asumirlo el estado, destinado por otra parte a beneficiar-
eh su procreo y buena administración, porque se expone a que se le
se con él, ya que la colonización hará innecesaria la defensa militar de
tome para el servicio de las armas, con preferencia al que nada tiene".18
la frontera, que tan onerosa le resulta. Una vez más, ello incita a Olivera
De nuevo aquí, la atención a los intereses de la campaña en su conjunto
a desinteresarse de todo este aspecto del proyecto (mientras, como de
son muy explícitamente contemplados desde la perspectiva del grupo
costumbre, recupera su'interés por él apenas pasa a considerar el im-
en ella hegemónico. pacto de la distancia del mercado para el hacendado particular; se ha
Puesto que el motor esencial del progreso rural será la trasferencia
visto ya corno acaba de reivindicar por esa razón para el pastoreo los
a los otros sectores porteños del costo de las mejoras que lo harán posi-
terrenos interiores que espera mejor defendidos del indio por esa pací-
ble , lograda a través de la redistribución que el estado debe llevar ade-
fica vanguardia de labradores que deben ser atraídos a la frontera me-
lante mediante impuestos y subsidios, toda consideración estricta del
diante la creación de un sistema de trasportes que no tocará costear a
costo económico de esas mejoras se torna inoportuna; y en efecto Oli-
los hacendados dueños de esos terrenos).
vera, que al discutir las inversiones que el estanciero debe afrontar por
su cuenta para mejorar el nivel técnico del pastoreo muestra una sensibi- Se advierte cómo el intelectualmente más ambicioso de los voce-
lidad constantemente alerta a la relación entre costos y beneficios, al ros del interés rural es a la vez quizá el más dispuesto a recortar sus
ambiciones para mejor desempeñar ese papel representativo. Hay en
volver su mirada soñadora al futuro de la campaña porteña se siente li-
Olivera una visión tan exaltada como imprecisa de una campaña rege-
berado de las limitaciones impuestas por la economía. Gracias a ello sus
propuestas supuestamente innovadoras pueden arrastrar sugestivos ecos nerada por la reconciliación de todas sus fuerzas sociales en el común
de alguna tradicionalmente sostenida en el Río de la Plata y fracasada reconocimiento del liderazgo de la clase terrateniente, y por una diver-
cada vez que se intentó implementarla precisamente porque en su for- sificación productiva que reserva aun la posición central al pastoreo;
mulación se habían ignorado los condicionantes básicos de la expansión pero falta no sólo una clara definición de los supuestos económicos de
agrícola en el área piálense. Así, en 1868 propone el establecimiento de ese cambio necesario, sirio también la propuesta de un itinerario que
"colonias agrícolas en los puntos estratégicos que tiene nuestra conduzca a la campaña de su decaimiento presente a ese deseable
frontera, previa la división y amojonamiento de esos terrenos que divi- futuro; las que Olivera formula al respecto son, como él mismo ad-
didos en lotes se acordasen en propiedad, con ciertas condiciones, a las vierte, imposibles de implementar literalmente, y de hecho esa implc-
familias que quisieran radicarse al suelo por medio del trabajo; de- mentación queda pospuesta para un futuro indefinido. Esas reivindica-
jando para el pastoreo en grande escala los terrenos interiores, único ciones complejas y ambiciosas dejan entonces paso en lo inmediato a
modo como pueden emplearse, por la dificultad que tienen a causa de las más obvias que cabe esperar de un defensor de los intereses de un
sus distancias y Jas ningunas vías fluviales que poseen": he aquí, a grupo de productores: "la parte más fácil de reformar [...] la dismi-
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nución de los impuestos".19 He aquí una demanda que no podría en- costoso, pero más delicado, de asegurar la supervivencia de una red ca-
contrar eco desfavorable en el grupo al que aspira a representar, pero minera que, como no se refleja en mejoras concretas en el terreno, está
que ofrece a la vez moraleja un poco escasa para esa ambiciosa refle- siendo ignorada por los terratenientes que están cercando sus campos;
xión sobre los problemas sociales y económicos de la campaña que Oli- para lograrlo es necesario "delinear y amojonar los caminos" de esa fan-
vera ha emprendido. El resultado paradójico es que sus exámenes de las tasmagórica red, haciendo frente a esos "propietarios que no respetan la
realidades rurales parecen a menudo menos perspicaces que los de sus vía pública" y la clausuran de noche o cobran peaje por su uso, o le
compañeros de cruzada, que abordan los problemas de la campaña con imponen rectificaciones arbitrarias "cercando ambos lados, sin preocu-
ambiciones más modestas y a un nivel más pedestre. parse para nada que la vía, así rectificada, caía en bajos o cañados". La
Felipe Senillosa está por su parte dispuesto a prestar atención me- extrema delicadeza de esa tarca de arbitrar entre los intereses encontra-
nos panorámica que Olivera al contexto económico-social al que debe dos de los terratenientes que necesitan usar esos "caminos vecinales"
adecuarse esa redención de la campaña por la clase terrateniente, que y los que buscan impedir que ellos sean obstáculo para un total y efec-
está en sus votos tanto como en los del ex alumno de la escuela de Grig- tivo cercamiento de sus campos se agrava porque los derechos de los
nan, y esa sensibilidad más aguda se debe sólo en parte a que su for- primeros no tienen base más sólida que "el que adquiere el público por
mación profesional no es la del agrónomo, sino la del ingeniero. Así, prescripción". Pero esa difícil tarea no puede ya ser postergada sin pe-
cuando examina el problema del trasporte en la campaña, no se limita ligro:
como éste a propiciar un ambicioso programa de obras públicas que cos-
teará el fisco; está dispuesto a conceder atención mayor a los problemas "a medida que se cercan los campos, se va haciendo más difícil [...] el llegar a las
estaciones [...] algo debe hacerse antes que los cercados se aumenten |,..j por-
que deben afrontarse de un modo u otro aun antes del hipotético que entonces será mucho más difícil y costosa la resolución de esta cuestión tan
futuro en que ese costoso programa vendrá a resolverlos todos juntos. vital".2*
La mejora de las comunicaciones es urgente, observa Senillosa en 1873,
porque "abarata los consumos, y, por lo mismo, los jornales, permi- Pero todo esto pone menos distancia de lo que parece a primera
tiendo ensanchar la esfera de la producción". Es ocioso esperar que ello vista entre la perspectiva de Olivera y la de Senillosa. No las separa tan-
se logre mediante la construcción de una red caminera: "en nuestra Pro- to el distinto énfasis que el ingeniero y el agrónomo ponen en las mejo-
vincia no tenemos ni tendremos, desgraciadamente en mucho tiempo, ras de infraestructura y las de técnica productiva en el programa de
caminos propiamente dichos, porque ellos no pueden ser la obra de las cambio rural que ambos favorecen, cuanto la mayor resignación de Se-
empresas", y Senillosa no cree que la elocuencia de los voceros de la So- nillosa a una situación en que el papel del estado como iniciador y
ciedad Rural sea suficiente para persuadir- a la administración pública de financiador de las primeras es muy limitado. Ese desengañado realismo
la urgencia de costear esa vasta obra. "Por eso, invirtiendo el orden na- se refleja en una atención mayor al costo de esas innovaciones necesa-
tural, hemos de poner primero tren-vías, ferro-carriles y canales", pero rias, pero no hace necesariamente de Senillosa un partidario menos en-
como estos últimos requieren tráfico intenso desde el momento mismo tusiasta que Olivera del programa de cambio radical que en sus rasgos
en que son abiertos a los usuarios para costearse, y no llenan por lo esenciales les es común. Su adhesión a éste se refleja en la serie de ar-
tanto "las necesidades [...] a que responden las carreteras [...] sólo los tículos que publica, también en 1873, bajo el título general de "Econo-
tren-vías pueden llenar estas necesidades con la ventaja de recorrer la mía rural". Si sus propuestas innovaciones reflejan una atención mayor
campaña casi en todas direcciones"; su construcción sería, según Seni- por los aspectos económicos del negocio ganadero que las de su colega,
llosa, mucho más barata que en la ciudad, la imagen de la sociedad rural deseable es la oúsma que en éste: su re-
forma, llevada adelante por iniciativa y bajo ÜT guía de la clase terrate-
"con las llanuras que constituyen nuestro suelo, los puentes que tenemos y la niente, trasforinará a ésta en !a clase dirigente que no ha logrado aún
baratura de los caballos y su alimentación, no hay país en el mundo que se preste
más que el nuestro para el establecimiento de una red de tren-vías".
ser del todo. Ello debe lograrse asociando a la entera fuerza de trabajo
a la prosperidad del hacendado: es un error tratar de "tener encargados
Pero esa obra necesaria y posible será a la vez "la obra lenta de las o mayordomos por 1500 o 2000 pesos m/c que vivan en ranchos de pa-
empresas particulares", y mientras ella se consuma el gobierno debe ja y que íes cuiden bien sus intereses". Los que así se equivocan ignoran
ocuparse de los caminos "para que se allanen los más grandes inconve- que "un hombre bueno, capaz y empeñoso, no sale al campo por menos
nientes" para su uso, que son ofrecidos por pantanos y cañadas. Tampo- de 4000 pesos mensuales o un interés en todo";este segundo tempera-
co confía Senillosa en que esas mejoras tan necesarias como onerosas mento, más conveniente para el hacendado, sólo permite reclutar
sean para el día siguiente: el papel que asigna al gobierno es el menos mayordomos competentes, si la parte de éstos "no baja de $ 30.000 en
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los malos anos, pudiendo llegar a 70.000 en los buenos, lo que darán un mún de los terratenientes frente a aquellos que se presentan como pre-
término medio de 50.000 pesos". Del mismo modo en cuanto al aloja- cursores de ese futuro hacendado regenerado en el culto del progreso, y
miento para los peones; no se trata tan sólo de que los ranchos de porque la advierte mejor se defiende de ella confesando que está muy
techos de paja y quincho resultan a la larga más costosos de lo que se lejos de realizar ese noble ideal:
cree, ya que exigen constantes composturas, y "las poblaciones de
material [...] con dos habitaciones y un fogón con campana,con techo "No faltará quien diga que somos pretenciosos, que queremos enseñar, con-
de fieltro o con una hilada de ladrillo en forma abovedada, munida de siderando nuestros procedimientos en materia rural como los mejores y dignos de
una buena lechada o revoque, o bien la misma paja con fierro galvani- ser imitados [...] nada más inexacto [...] declaramos que ni todo lo que indicamos
zado sobrepuesto, son las más económicas y decentes"; una considera- como bueno se hace aún en nuestros establecimientos, ni pueden ellos ser estudia-
dos como modelos."
ción aun más importante es que "si queremos obtener de él [se. el
peón] un trabajo remunerativo, y que su voluntad secunde la nuestra,
es necesario tenerlo contento y fomentar en lo posible las cualidades La serie quiere ofrecer en cambio una destilación de la sabiduría
que nos convienen".21 colectiva del grupo terrateniente; sólo busca "generalizar los conoci-
La misma combinación de motivos económicos y sociales se ad- mientos útiles, adquiridos por la práctica de los hacendados inteligen-
vierte en la propuesta de abrir una "casa de negocios" en la estancia. El tes y laboriosos, a fin de llenar en parte la necesidad ya sentida de un
libro especial".23
hacendado está en situación particularmente ventajosa para ello: "po-
Y por otra parte encuentra modo aun más eficaz de dar testimo-
dría proveer bien y a menudo, valiéndose de sus propios carros, de lo
cual resulta economía de fletes y la posibilidad de espender a precios nio de solidaridad con la clase terrateniente (de cuya común medianía
se excusa de sobresalir) cuando se hace vocero de sus intereses frente al
relativamente acomodados, dando más rápido giro al capital" que por
estado. Si concentra sus demandas frente a éste en el sistema impositivo
otra parte cumple una función útilísima al ofrecer "siempre fondos
(que, como se ha visto, también Senillosa consideraba de interés priori-
disponibles" para los gastos corrientes de la estancia. Si el hacendado
tario), las que formula aquí no son menos ambiciosas que las de su co-
no quiere tomar a su cargo tarea tan compleja como abrir un negocio
lega. Deben desde luego desaparecer los derechos de exportación; su
de surtido completo, debe por lo menos introducir "todos los artícu-
abolición es "absolutamente necesaria para dar nuevo impulso a la pro-
los de primera necesidad para espenderlos a bajo precio"; así "los
ducción"; por otra parte ese impuesto ha sido ya "desechado por los
peones están más satisfechos viendo que sus salarios les alcanzan para
países que están a la cabeza de la civilización" y sólo se justifica allí
todo". Y a la vez ven cerrada para ellos una posible alternativa al marco donde
que a sus vidas ofrece la estancia, y a la orientación que en ese marco
brinda para ellas el hacendado: la actividad mercantil de éste "evita que
"la producción sobre que recae es tan escasa relativamente a los consumidores,
los peones se alejen" para surtirse en "casas de negocio" que no sólo que éstos y no el productor son los que vienen a pagarle en definitiva, como su-
cargan exorbitantes sobreprecios a "los infelices que se costean de 2,3 cede con el tabaco de La Habana".
y 6 leguas [...] y [...] una vez allí, no tienen más remedio que pagar lo
que les indican", sino que fomentan las peores inclinaciones de su clien- Pero la alternativa más obvia que el sistema impositivo vigente
tela: "estos negociantes que no tienen ningún interés en conservar el or- ofrece, a saber, los impuestos a la importación, sólo puede ser utilizada
den y la salud de las gentes de su distrito, se empeñan en aficionarles con cautela;no sólo no deben gravarse los artículos necesarios para ex-
poco a poco a la bebida y a los juegos de azar". Los hacendados, por el pandir la producción destinada a exportarse, 24 es también contraprodu-
contrario, "están interesados en sostener la moralidad y la robustez de cente afectar a artículos de consumo popular (azúcar, yerba, té, arroz,
las gentes de su servicio [...] quitando de las manos de los negociantes fariña, aceite sin embotellar, vino francés y español en barriles, textiles
adocenados, esas casas que son una de las causas principales de los mu- ordinarios). El resultado de estos impuestos es subir el costo de la vida,
chos vicios de que están poseídos casi todos los trabajadores del cam- y por lo tanto los salarios de los productores, que "son los que más con-
po".22 tribuyen al impuesto de consumos", con consecuencias nefastas para los
La mayor mesura en las demandas que Senillosa formula al estado intereses del terrateniente: debido al aumento en los salarios los salade-
no impide entonces que su adhesión a la imagen ideal de la clase terra- ros requieren ahora para funcionar con ganancia un margen de S 65 por
teniente como una élite progresista sea tan intensa como la de Olivera. animal, cuando siete años antes podían satisfacerse con $ 45: la diferen-
A la vez, su mayor realismo se refleja también en el hecho de que cia debe ser absorbida por la baja del precio del ganado en pie .2S Si la
advierte mejor que éste la ambivalencia que marca las reacciones del co- aduana no puede proveer a las necesidades del estado, "adóptese el 'in-
242 TULIO HALPERIN DONGHI
JOSÉ HERNÁNDEZ Y SUS MUNDOS 243
come tax' de los ingleses, y así serán los ricos todos y de toda la Nación,
entre los que vendrá a repartirse el impuesto".26 De nuevo, siguiendo lo
que es ya una tradición en las expresiones corporativas del interés terra- "¿Dónde está el agricultor que quiera establecerse a alguna distancia de la
capital, a no ser en las tierras cercanas a las vías férreas? Y a decir verdad estas
teniente, éste se confunde con el de los productores en general: "qui- mismas tierras sería muy difícil, si no imposible, colocarlas."27
siéramos ver el reparto equitativo de las cargas, y que no se persiga con
contribuciones la producción, única fuente de riqueza"; si, regenerada
por su conversión al credo del ruraíismo progresista, la clase terratenien- Encontramos aquí de nuevo, como en Olivera, un desfallecimien-
te ha revalidado su derecho a hablar en nombre de toda la campaña, a la to de la penetración con que Senillosa analiza el marco y los condicio-
vez reivindica una inesperada solidaridad con los asalariados, único namientos económicos de! progreso agrícola, apenas deja de examinar
grupo urbano que comparte con ella el desamparo al que un orden las acciones que exhorta a los hacendados porteños a emprender en su
social injusto condena a todos los auténticos productores. propio provecho, para ofrecer propuestas referidas a áreas que ellos no
Como en Olivera, en Senillosa esa identificación con la clase terra- dominan. ¿Qué razón hay para esperar que la colonización agrícola,
teniente no excluye la preferencia por un régimen de la tierra que la poco atractiva aun en los rincones mejor comunicados de los más ricos
divida entre el mayor número posible de propietarios, y en él esa prefe- distritos de la campaña de Buenos Aires, atraiga multitudes a las inhós-
rencia es razonada a partir de una crítica de la herencia colonial españo- pitas fronteras en que comienzan a proyectarse territorios nacionales?
la que en Olivera era invocaba para explicar, y repudiar, la poco Si Senillosa no propone ninguna es porque se siente eximido de plantear
previsora codicia de un fisco devorador y unas clases mercantiles excesi- el problema en esos términos. Lo que lo inclina en favor de la coloniza-
vamente rapaces. La comparación entre la América que fue inglesa y la ción agrícola en esas tierras nuevas son, como antes a Olivera, las venta-
que fue española es suficiente para medir el daño que ha infligido a la jas indirectas que ella ofrecerá al interés terrateniente. Sólo el rápido
crecimiento de la población nacional podrá ofrecer salida1 a la crisis
segunda el predominio del latifundio. "La enajenación de las tierras en
ganadera: un plan de colonización orientado a "fraccionar y entregar
grandes extensiones nos ha sido fatal, y sin embargo aún se pretende
al inmigrante los territorios baldíos", a fin de atraer "la población al se-
hacer lo mismo con las que nos quedan." Duele a Senillosa ver incurrir
en ese error a un apóstol de la colonización agrícola como el senador no mismo de los estados" puede en efecto poner fin a esa crisis:
Nicasio Oroño, que ha propuesto conceder lotes de estancias en los te-
"los 200 mil habitantes de la capital consumen anualmente de 230 a 250 mil re-
rritorios nacionales. Si se aplica ese temperamento "tendremos otras ses vacunas. ¿Qué se necesita pues para que se consuman las 300.000 que ela-
tantas provincias como las actuales cuyo progreso y verdadera civiliza- boran los saladeros? Bastará que se establezcan las industrias de conservas y que
ción tiene que ser muy lento, gracias a la primitiva división de las tierras la población se aumente en 100.000 habitantes". 28
en grandes propiedades y la consiguiente creación del simple estado pas-
toril". En las tierras colonizadas de más antiguo, en efecto, debido al la- Si para Olivera las colonias agrícolas debían servir sobre todo de
tifundio barrera defensiva para las estancias, para Senillosa su función es rege-
nerar un mercado para los productos de éstas.
"la civilización se umita a los grandes centros de población, como Buenos Aires o
el Rosario [...] En nuestros pueblos de campo se enseña, es cierto, a los niños a José María Jurado concentra por su parte sus aportes sobre un te-
leer y escribir [...] más luego el niño se hace hombre, mira a su alrededor y no ma que Olivera sólo trata en términos muy generales e imprecisos, y que
encuentra dónde elegir, tal es la fatalidad que le exige tomar 'el lazo que embru- interesa aun menos a Senillosa: el de la frontera. De 1869 es su primer
tece', según la feliz expresión del Sr. Oroño". escrito para los Anales, un proyecto sobre contingentes, que propone
A esta elocuente denuncia de la lacra del latifundio no sigue sin reemplazar el servicio de armas por una "contribución de fronteras", de
embargo ninguna exhortación a dividirlo, sino todo lo contrario. Si en $ 200 m/c por año, que deberán pagar todos los enrolados en la Guardia
los territorios nacionales no deben crearse nuevas estancias, en las tanto Nacional Activa, excepto los excluidos del servicio activo, y "los capata-
más ricas tierras pampeanas deben respetarse las que ya existen; el ces y peones por mes que hubiesen servido un año continuo en un esta-
modo de aliviar el peso de la gran propiedad sobre los trabajadores del blecimiento, por quienes estarán obligados a pagar la contribución co-
campo es hacer posible la mejora de sus salarios mediante la supresión rrespondiente sus patrones respectivos". Un régimen especial se propone
de los derechos a la exportación. Intentar otra cosa sería contraprodu- por otra parte para los pobladores de la frontera, hasta die¿ leguas a re-
cente: la ruina de la ganadería, consecuencia necesaria de la fragmenta- taguardia de ésta: ellos pasarán a ser "guardias nacionales fronterizos",
ción de las estancias, no tendría por consecuencia necesaria la expan- obligados a concurrir armados y con sus caballos en caso de invasión, y
sión de la agricultura: por eso mismo exentos del impuesto.
244 TULIO HALPERIN DONGHI JOSÉ HERNÁNDEZ Y SUS MUNDOS 245
Los fondos recaudados (aumentados con los de las multas por mente de vagos [...] de eso que se llama gauchos en la acepción genui-
falta de pago del impuesto, fijadas en $ 500 por mora de hasta tres me- na". Se volvería así a la situación ya conocida luego de la expedición
ses, en $ 2.000 por mora más prolongada; esta última multa será redimi- de Rosas al desierto, cuando "se formaron tolderías de gauchos, por
ble por cinco años de servicio de línea en la frontera, a cuyo término donde hoy es la estancia de Unzué, por la Verde, los Médanos de Mo-
recibirá el involuntario soldado $ 5000; por su parte los patrones o due- nigotes y otras partes. Esos gauchos vivían como los matreros del Esta-
ños de casa que conchaben o permitan residir en su propiedad a guar- do Oriental"; en esas corruptoras soledades, aun los ingleses perdían sus
dias nacionales activos "que no estuviesen enrolados o en cuyas pa- incomparables cualidades nativas, y sus descendientes,
peletas de enrolamiento no constase que habían pagado el impuesto
de fronteras" serán multados en $ 500 por cada infracción) se emplea- "hombres en la fuerza de la edad, resto de esa población, viven actualmente co-
rán en el enganche por plazos de cinco años de mil soldados de línea mo nuestros paisanos más atrasados. El pastoreo primitivo a que se han entre-
gado con sus últimos, escasos recursos, les ha hecho perder sus costumbres y el
destinados a las guarniciones de frontera.
desierto les ha hecho su presa".29
Este proyecto refleja muy bien una corriente de ideas y
soluciones arraigada en una tradición más antigua que la representada Esa incursión en la sociología rural no debe desorientarnos: lo
en el Plata por Olivera y Senillosa: lo que Jurado propone es una modi- que objeta Jurado a un avance demasiado rápido sobre la tierra de in-
ficación en el equilibrio vigente entre las presiones ejercidas por el esta- dios no es la recaída en la barbarie, consecuencia de una ganadería
do necesitado de soldados y la clase terrateniente necesitada de brazos excesivamente primitiva y un poblamiento demasiado tenue (no po-
sobre la población de la campaña. Atraído por la posibilidad de liberar dría serlo cuando propone para las nuevas tierras la introducción de
de hecho a toda ella del servicio de fronteras (aun la de la inmediata re- ganadería extensiva, apoyada en una población de siete personas —tres
taguardia sólo debe ser convocada por plazos cortos) Jurado está dis- adultos más una mujer y dos niños y "una sétima para trabajos extraor-
puesto a prohijar la participación de los terratenientes en el fínancia- dinarios"- por legua cuadrada). Lo que causa su alarma es que el ritmo
miento de la reforma que la hará posible, con modalidades que la tras-
de expansión en nuevas tierras se haga demasiado rápido para que el
forman en un instrumento eficaz para fijar en la estancia a la mano de avance de la gran estancia pueda seguirlo sin dejar soluciones de conti-
obra liberada del enrolamiento: en este ingenioso proyecto la continui-
dad en la condición de asalariado es premiada mediante la exención del nuidad : lo que diferencia el poblamiento disperso del que abomina y el
numéricamente no más nutrido que propone es en efecto que este últi-
impuesto, y el enrolamiento por mora es un riesgo que sólo tocará
afrontar a quienes no han trasferido la carga impositiva a un hacenda- mo tiene por marco a la estancia. En esto también, Jurado se muestra
do, en el acto mismo de entrar a su servicio. heredero de una sabiduría madurada por la clase hacendada a través de
su experiencia histórica, que le enseña que sólo el control total y sin res-
Sostenido por una visión más tradicional de la campaña y la fron-
tera, Jurado mantiene frente al avance de esta última reticencias más quicios del territorio le asegurará el de su población, que le es impres-
fuertes que Senillosa y aun que Olivera. Contra los que gustan de ima- cindible para realizar sus objetivos económicos.
En Jurado nos parece reconocer entonces a un vocero de la clase
ginar una frontera densamente poblada de agricultores, tiene muy claro
que "poblar los terrenos primitivos de la Pampa es ocuparlos con la cría terrateniente más representativo de las orientaciones vigentes dentro de
de ganado vacuno, manteniendo sólo de mil a mil doscientos animales ésta que quienes quieren constituirse en su avanzada (pero por eso mis-
por legua en los próximos diez años", y este avance sólo puede fijar en mo aislada) vanguardia. Pero si es razonable suponerlo así, es muy di-
las tierras de la nueva frontera a una población exigua; salvo "en las fícil convalidar con pruebas precisas esa conclusión de buen sentido: las
márgenes de los arroyos o grandes aguadas, donde las tribus [...] han contribuciones de colaboradores más esporádicos, lejos de alcanzar una
tenido su residencia por mucho tiempo, o donde han tenido antes sus armonía coral en tomo a opiniones que puedan juzgarse más represen-
querencias los ganados alzados", que cubren a lo sumo el 8% de las tres tativas de los sentimientos predominantes entre la clase terrateniente,
son tan heterogéneas como esos colaboradores mismos. A algunos de
mil leguas incorporadas por Alsina, será preciso esperar cuarenta años
éstos es fácil dejarlos de lado: ni Nicomedes Antelo, que responde brio-
para que el pasto blando reemplace al duro, y puedan poblarse los cam-
samente desde las páginas de los Anales al alegato proteccionista de
pos con oveja. Mientras la provincia concluye la lenta digestión de ese
Emilio de Alvear;30 ni "José Francisco López, abogado argentino", que
botín de tierras, sería peligroso avanzar aun más la línea de frontera, no
en El Rio de la Plata había estigmatizado la herencia colonial sobrevi-
sólo porque un ejército separado de su retaguardia por una ancha fran-
viente en el poder judicial, y en los Anales se eleva contra el latifundio
ja de desierto "se militarizaría más de lo que es conveniente", sino por-
feudal;31 ni menos B. Victory y Suárez,32 que alcanzó mayor signifi-
que en ese desierto "se formarían asociaciones de desertores o simple-
cación periodística como pionero de la prensa de protesta proletaria en
JOSÉ HERNÁNDEZ Y SUS MUNDOS 247
246 TUL10 HALPERIN DONGH1
el Plata, pueden considerarse buenos representantes del hacendado por- necesario como una reparación a siglos de injusticia, pero también para
teño. Tampoco lo es sin duda Alvaro Barros, que en un curioso proyec- "refundir en la masa de [...] población laboriosa [...] una parte de la
to propone írasferir la conquista de! desierto a una compañía privada, población indígena, a quien la injusticia con que hemos tratado [...]
que levantará un capital de un millón y medio de libras esterlinas en el ha hecho mantenerse en hostilidad [...] aunque su contacto con no-
mercado de Londres y con él financiará un ejército, reciutado en el sotros los haga crear necesidades, que les impulsan a la vida permanente
país o en ultramar, para llevar la frontera al Río Negro. Las tropas par- en los mismos lugares, nosotros más fuertes los empujamos siempre
ticiparán luego en la colonización de las nuevas tierras, de las cuales la hacia el desierto y hacia la vida nómade, incompatible con todo progre-
compañía recibirá la mitad en plena propiedad, corno único p'igo por so social". Por otra parte Jurado cree saber que "los indios desean
sus servicios.33 vivamente el reparto de esas tierras", que por otra parte ya ocupan con
Aun estos colaboradores anómalos pueden sin embargo decimos su campamento, en los términos definidos en su propuesta.
algo sobre ese elusivo fondo de ideas y orientaciones que sería común Esta va a recibir críticas que le reprochan limitai la dotación te-
patrimonio de la clase terrateniente; así, el antilatifundismo de López rritorial a sólo las 20 leguas que ocupa ya la tribu de Catriel, y no las 80
se vuelca en proyectos concretos que retornan a la idea de proteger con reconocidas a ella por las paces firmadas por el general Escalada en
colonias agrícolas la frontera de las tierras ganaderas, y lo hace en un 1856: el resultado es que intenta agolpar a demasiados indios en territo-
contexto de odio al indígena que parece reflejar la experiencia secular rio demasiado exiguo; si todas las familias han de recibir tierras, el lote
de la campaña rioplatense (las ventajas de la colonización pueden medir- que le toque a cada una estará más cerca de las 75 que de las 150 cua-
se en Santa Fe, donde los colonos ofrecen "la verdadera muralla que dras. La distribución de ganados está calculada con criterios igualmente
protege las propiedades contra los bárbaros, cazados como venados por mezquinos: se necesitan 300 ovejas para asegurar la subsistencia mínima
el rifle certero" de esos admirables tiradores "que les envían la muerte de una familia consagrada a su cría en tierras propias, y Jurado propone
a mil pasos de distancia"). Y aun Victory y Suárez se hace oír en el asignarles sólo 200. Este replica en cuanto a las paces de 1856 que su
órgano de la Sociedad Rural con una encendida protesta contra el pro- proyecto supone gastos en construcciones y ganados equivalentes en va-
yecto de hacer compulsivo el control de la sarna en las ovejas: ese avan- lor a las 60 leguas que, en ignorancia de sus estipulaciones, nunca
ce intolerable sobre el derecho de propiedad es a su juicio superfluo, ya fueron trasferidas a la tribu de Catriel; en cuanto a la objeción de fon-
que el propietario sabe muy bien lo que le conviene; también esta con- do, viene a aceptar su validez ai observar a ella tan sólo que "es preciso
tribución, si se inscribe en contra del progresismo de la Sociedad Rural empezar por algo en reformas tan radicales [,..J los [indios] que no se
que prefiere promoverlo con el ejemplo y la persuasión, pero no instalen ahora los instalaremos después por allí cerca o en otra parte".'M
desdeña necesariamente el uso del poder coercitivo del estado, al hacer- La voz que lo acusaba -con argumentos que Jurado hallaba tan
lo viene a dar voz a sentimientos compartidos en la campaña por difícil rebatir- de no ir lo bastante lejos en busca de la reparación his-
quienes permanecían del todo ajenos a la ideología revolucionaria de su tórica debida al indígena, brotaba ella misma en la más remota campa-
ocasional vocero! Y el proyecto de Alvaro Barros tiene en común con la ña: era la de la Sociedad Económica de Azul, que por medio de su se-
propuesta de López no sólo la deuda con el tan antiguo de defender la cretario Blas Dhers arrojaba una mirada más atenía a la experiencia his-
ganadería con una vanguardia agrícola, sino la enemiga cerrada contra tórica para señalar que la que comenzó en la conquista,
los indios, cada vez más desafiantes en su impunidad, y cuya asimila-
ción creciente parece ver como una culpa adicional, "sí bien causó siempre la degradación mural e intelectual de esa desdichada raza
Pero en este punto era Jurado, cuyo arraigo en ía campaña era [indígena] no causó menos una especie de deshonra histórica sobre sus conquista-
tanto más sólido, quien se apartaba de esos frenéticos enemigos de los dores, cuya inhumana conducta, imitada por nosotros, pesa aún sobre esta socie-
dad como una maldición de la Providencia".
indios. En 1872 este tradicionalista presenta un proyecto de distribu-
ción de tierras entre los indios de Catriel, asentados en campamento en En ello se funda para proponer reformas que hagan del proyecto
Tapalqué. Se traía de fundar allí mismo un pueblo que poblarán en Jurado la obra de reparación que injustificadamente declara ser. La in-
mitades indios y cristianos; entre los primeros se distribuirán tierras en tención humaniíaria no es la única que inspira la toma de posición de la
extensiones que van desde una legua cuadrada para el cacique hasta 150 Sociedad Económica: a la vez observa que incorporando a los indios de
cuadras para cada indio; también se les dará ganado (2000 ovejas, 500 Catriel a la vida agrícola
vacas, 200 yeguas para Catriel, 200 ovejas a cada cabeza de familia) y
vivienda (de ladrillo y techo de teja francesa para Catriel, sus caciques "el Azul podría establecer industrias que con la vía férrea y la abundancia de bra-
y capitanejos, ranchos a cada indio cabeza de familia). El proyecto es zos harían de él un centro comercial floreciente: Tapalqué, al recibir una parte de
248 TULIO HALPERIN DONGHI
JOSE HERNÁNDEZ Y SUS MUNDOS 249
1874, y conminar a la Sociedad Rural a tomar el "benéfico rol" que vez y otra un rimero de nociones básicas sobre la campaña y sus pro-
blemas, éstas no se integran en una visión coherente, ni podrían hacer-
"la situación del país [...] le designa [...] en las circunstancias sociales
que atravesamos", ejerciendo su "influencia y actividad en escaía 'su- lo, ya que acumulan las adquiridas a lo largo de una extensa experiencia
prema' " en favor de esa de ofensiva fina! contra el secular enemigo ,36 histórica, y articuladas bajo el signo de sucesivas ideologías dominantes
y que, como hemos visto, en circunstancias menos extremas era capaz --desde la de la monarquía cristiana hasta la del progresismo republica-
de comentarios más serenos sobre el mismo tema) reflejan un consoli- no— por voceros que tienen en común una limitada familiaridad con
esas ideologías mismas y un interés aun más limitado por hacerla más
dado consenso ideológico que pueda articularse en torno de proposicio-
estrecha. Por otra parte, apenas se pasa de esas enrarecidas alturas a la
nes precisas y apoyadas por un consenso sin fisuras de los voceros de la
tarea más pedestre de sugerir respuestas concretas a los concretos pro-
campaña.
blemas que las trasformacion.es de la economía y la sociedad argentinas
Tampoco podría darse análogo consenso frente a las decisiones
plantean en cada coyuntura a la campaña, el consenso se hace —como
del poder político que afectan al interés rural, en parte porque,
acaba de verse - aun más difícil porque en torno a esos problemas aflo-
mientras no hay casi ninguna que no incida en él así sea marginalmente,
ran las diferencias de apetitos e intereses entre los distintos sectores
son muy pocas las que influyen con idéntica intensidad, o aun en el mis-
activos en ella y también porque el ejercicio de la profecía de corto
mo sentido, sobre cada uno de los complejos intereses que gustan de
plazo, exigido para articular esas respuestas, deja ancho espacio para
agruparse bajo ese rótulo común, en parte también porque no siempre
legítimas discrepancias aun entre quienes se identifican con el mismo
existe unanimidad para apreciar el modo en que esas medidas han de
sector de intereses.
afectarlos. Para poner un ejemplo extremo, y por eso mismo particular-
Pero se recordará que al emprender esta exploración no se busca-
mente claro, si hay un punto en que esa unanimidad parece existir es
ba a través de ella descubrir la presencia entre los voceros del interés
en la oposición al aumento de los precios con que la provincia de Bue-
terrateniente de una coherente ideología común a todos ellos y capaz
nos Aires ofrece sus tierras fiscales en venta y arrendamiento. Esa ini-
de dotar de contenido preciso a la toma de conciencia de clase que la
ciativa, de inspiración confesadamente fiscalista, es denunciada por Oli-
Sociedad Rural se propone suscitar entre los hacendados: así entendi-
vera como un factor decisivo en la agudización de la crisis que sufre la
da, esa exploración se anunciaba de antemano como muy poco prome-
ganadería portefia; otros prefieren señalar que ella arriesga despojar a
tedora. Se trataba más bien de ver en la elaboración de escritos que
la provincia de Buenos Aires de esa posición de vanguardia en los avan-
buscan a la vez interpelar a la clase terrateniente en nombre de su auto-
ces de la ganadería rioplatense que ha sido la suya por más de medio
designada vanguardia, y a la entera sociedad argentina en nombre de esa
siglo: será e'sa la consecuencia de la ciega codicia que sugiere al fisco
clase, un aspecto del proyecto que busca hacer de la clase terrateniente
porteño poner en venta tierras de calidad mediocre y mal comunicadas
un actor organizado en la vida social y política argentina. La coherencia
a un precio tres veces mayor que aquel al cual pueden adquirirse otras
de las posiciones sostenidas en esos escritos es entonces más bien la que
inmejorables en ambos aspectos en Santa Fe. 37 -Pero aun en ese coro de
mantienen con las finalidades de ese proyecto práctico que la derivada
voces autorizadas se escucha una disonancia: ss la de Daniel Maxwell,
de una inspiración ideológica depurada de cualquier ambigüedad o va-
que observa que, en medio de una crisis de sobreproducción, cualquier
cilación .
medida que frene la expansión territorial de la ganadería es necesaria-
Vistos desde esta perspectiva, los materiales aquí examinados, por
mente benéfica, ya que cualquier expansión adicional provocaría el de-
debajo de sus obvias discrepancias, reflejan orientaciones comunes que
rrumbe total de los precios que la Argentina ha logrado hasta el mo-
no necesitan dominar por entero ía marcha del pensamiento de cada
mento esquivar. Sin duda es posible especular sobre el influjo que la
uno de sus proponentes para hacer de todos ellos instrumentos eficaces
condición de comerciante-exportador, a la vez que hacendado —que es
en la tarea común. ¿Cuáles son esas orientaciones?
la de Maxwell- ha tenido en su excepcional sensibilidad para este as-
En primer lugar la visión de la sociedad pampeana como una
pecto del problema; no puede negarse, sin embargo, que el argumento
sociedad armoniosamente estructurada en un orden jerárquico aceptado
que ofrece toma en cuenta ante todo el interés general del grupo hacen-
por universal consenso, en que ese consenso reconoce a los hacendados
dado y se Umita a sostener que éste es mejor servido por la política de
la posición más eminente. El primer corolario de ellos es que, al planear
tierras en vigor de lo que supone el consenso sin duda mayorilario den-
el reordenamiento rural con vistas al favorecimiento de sus intereses, los
tro de ese grupo.38
hacendados servirán a la vez los de la entera campaña, por hipótesis
Luego de esta larga y zigzagueante exploración de las posiciones
coincidentes con los suyos propios. El segundo es que en esa sociedad
formuladas en nombre del interés rural se impone un breve inventario armónica toca a sus jefes naturales, los hacendados, guiarla por el cami-
de lo descubierto —o no descubierto- en ella: si se ha visto aflorar una
252 TULIO HALPERIN DONGHI JOSÉ HERNÁNDEZ Y SUS MUNDOS 253
no del progreso, guiados a su vez para ello por un interés sectorial en Esa posibilidad era facilitada todavía por la renuencia de su or-
armonía preestablecida con el colectivo. El tercero es que en esa especí- ganización representativa a bajar abiertamente a la liza política, como
fica tarea, como en la más general de defender sus intereses y los de consecuencia, más que de su propia definición estatutaria, de la pasivi-
toda la sociedad rural, los hacendados tienen el derecho y el deber de dad y la timidez política que caracteriza a la mayor parte de los más
formular reivindicaciones frente a la sociedad argentina y a su estado en influyentes hacendados, cuyas reticencias frente a la naciente Sociedad
nombre de la entera campaña, por hipótesis solidaria bajo su conduc- Rural se hubiesen sin duda agravado si ésta no se hubiera atenido escru-
ción. pulosamente a ese apoliíicismo de origen. Su abstención, y la preferida
Otro núcleo de nociones que —cualquiera sea su coherencia ideo- por los más entre sus representados, deja el campo Ubre a quienes se
lógica— son convocadas para ofrecer apoyo a esas reivindicaciones se propongan tomar a su cargo la representación política de los intereses
organiza en tomo al contraste entre el sector rural y los restantes de de los terratenientes que son también los de la campaña. Pero su éxito
la sociedad argentina. Aquí la hostilidad contra el interés mercantil, depende de que su prédica logre despertar a la clase dirigente de la cam-
nutrida en la memoria de las viejas luchas contra el monopolio colo- paña de una pasividad que la priva de la fuerza política a la que su peso
nial que había amenazado sofocar en su curia a la pujante agricultura social y económico le da derecho; en este punto esos autodesignados
rioplatense (o más bien de las embellecidas reconstrucciones retrospec- voceros políticos de un grupo cuyo silencio deploran sólo pueden ofre-
tivas de ese remoto conflicto) y apoyada igualmente en imprecisas re- cer un eco de la prédica primero articulada por los autodesignados vo-
miniscencias de la concepción fisiocrática de la agricultura como única ceros estamentarios de ese mismo grupo, también ellos urgidos de arran-
actividad auténticamente productiva, suman sus efectos, sin necesitar carlo de su pasividad suicida.
para ello integrarse coherentemente, con una suerte de versión cimarro- Ya en el primer tomo de los Anales, y hablando como hacendado
na del apólogo de Saint-Simon, que opone a las clases industriales las que se dirige a sus pares, Ángel Estrada invitaba a la campaña a tomar
parásitas atrincheradas en el estado y la Iglesia, esgrimida sobre todo co- en sus manos su destino político: "Se aproxima para los habitantes de
mo arma polémica contra la clase política, cuya criminal indiferencia la campaña, el momento que representa para sus habitantes como ciuda-
frente a los intereses de la campaña, y de los sectores productivos en danos lo que la cosecha les representa como industriales [...] Es decir,
general, es constantemente deplorada. al nombramiento de los jueces de paz, a las elecciones de municipales y
Lo que se espera por el momento en vano de esa clase política es de diputados [...] De éstos sólo se ha dado importancia al de Juez de
la disposición a costear con recursos fiscales el grueso del esfuerzo de Paz, porque de él dependían las elecciones" y precisamente por esa
preparación del territorio para una más lucrativa explotación de la tie- razón su designación sigue reservada, en ignorancia de los principios fe-
rra, reduciendo a la vez la carga impositiva o, si ello se revela imposible, derales, al gobierno provincial. A la espera de la reforma que haga elec-
aliviando por lo menos su peso sobre los productores rurales mediante tivo el cargo, y confiando mientras tanto en que "el gobierno se aparte
la trasferencia de lo más gravoso de ella a otros sectores de la sociedad de las sendas trilladas satisfaciendo las necesidades de la masa" (es decir
argentina. nombrando jueces de paz honrados y competentes, antes que meros
Olivera era en este aspecto quien más completamente venía a ar- agentes electorales dotados de poderes sin freno), es necesario desde ya
ticular el contexto de ideas adecuado a una inclinación por otra parte gravitar en las elecciones. Si los municipios se han trasformado en "pie-
común a los voceros del interés rural. Ella tiene todavía un corolario dra de escándalo" es porque se los abandonó sin lucha "a los que han
inescapable, cuya huella también hemos podido rastrear en sus escri- querido aprovechar ese abandono". En cuanto a las elecciones legisla-
tos pero de nuevo no sólo en ellos: la dimensión política -en su sentido tivas, la campaña debe elegir a "quien la represente verdaderamente en
más estricto- de la tarea de reeducación de la clase terrateniente y re- las cámaras" que no será "el diputado elegido por la ciudad". Porque
presentación de sus intereses se torna más significativa en la medida en eso no se ha hecho aún "no sale la ley de tierras". Es necesario, pues,
que esta representación se ejerce sobre todo frente al estado. que "invistiendo la campaña sus legítimos derechos, envíe a las cámaras
Es esta circunstancia la que parece ofrecer a un órgano como El representantes que la representen". Pero para que así ocurra es también
Río de la Plata la oportunidad de insertarse en ese diálogo para acrecen- necesario que se decida a reivindicar "definitivamente sus derechos
tar sus bases de arraigo en la sociedad porteña ganando el agradecimien- electorales" y no permitir "que gobierno, ni Juez de Paz, ni señor feu-
to del poderoso interés rural y, a la vez, movilizar ese interés al servicio dal, ni comandante de frontera le elijan sus representantes". 39
de soluciones políticas que considera ventajosas, en la medida que tenga Pero esas desafiantes invitaciones a la confrontación electoral con
éxito en su esfuerzo por presentarlas como idénticas o por lo menos so- las máquinas políticas que han puesto su control del voto rural al ser-
lidarias con las sectoriales del ruralismo. vicio de facciones urbanas no han de escucharse a menudo eri los Ana-
254 JULIO HALPERIN DONGH!
JOSÉ HERNÁNDEZ Y SUS MUNDOS 255
les, donde no escasean sin embargo los ataques a las insuficiencias de Esto en cuanto a la milicia. Para el servicio activo, "quedará ple-
una clase política a la que se acusa abiertamente de interesarse tan sólo namente cumplido con que cada comandante ciudadano entregue al
por sus querellas facciosas y, en ocasiones y de modo velado, de actuar Jefe que ordene el Gobierno el número de GN que corresponda a su
movida por objetivos aun menos confesables.40 En las ocasiones -ellas regimiento para que en Asamblea reciba la instrucción militar que co-
mismas poco frecuentes — en que resurge la ambición de ganar represen- rresponda". Pero se ocupará con aun mayor celo de asegurar su retorno
tación e influencia en la esfera política, la veremos manifestarse sobre que de su reclutamiento: "este comandante ciudadano reclamará por
todo a través de amistosas sugerencias a algunas figuras influyentes del deber a los GN que hayan cumplido su tiempo de servicio, sin temer a
mundo político, que se espera bien dispuestas para atender a las nada ni a nadie, porque su posición independiente lo pone a cubierto
reclamaciones de ía campaña. De ellas es representativa la que un ha- de todo". En cuanto al punto más doloroso, el de los "maldecidos con-
cendado de la frontera, Ramón Vitón,41 eleva a su "distinguido amigo tingentes" para la frontera, por el momento lo seleccionará de la lista
el ministro Juan S. Fernández". del regimiento de Guardia Nacional del partido con intervención del
Esta no podría ser más minuciosa: incluye un "proyecto de orga- Juez de Paz, y control del jurado municipal. Pero Vitón abriga la "fun-
nización civil, policial y municipal" y otro de "organización militar" dada esperanza" de que ese odioso servicio sea pronto suprimido,ya
para la provincia. El primero se propone redistribuir las atribuciones de que es "casi inútil en la frontera"; "el único y verdadero remedio" es
los jueces de paz y comisarios de campaña en un conjunto de magistra-
reemplazarlo con fuerzas de línea.
dos elegidos; los jueces de paz pasarán a serlo en una elección en que el He aquí una propuesta que usa el vocabulario de la democracia
más votado ocupará el cargo, el segundo y el tercero en la votación para reivindicar para la clase terrateniente una tutela no compartida de
serán su primer y segundo sustituto, y los cinco siguientes formarán el la vida administrativa y militar de la campaña; que el "comandante
jurado del partido; el gobierno provincial sólo podrá destituir al juez de ciudadano", dechado de altivez republicana que gracias a su "posición
paz por mala conducta, y aun en ese caso no podrá reemplazarlo (lo independiente" no necesita temer a nada ni a nadie, será necesariamente
harán sucesivamente sus sustitutos elegidos en la misma ocasión). El un "estanciero prestigioso" es un postulado que no va siquiera a discu-
juez y el jurado nombrarán a un comandante de partida honorario, pero tirse; hay otro postulado que no sólo no se discute, ni siquiera es recogi-
dotado de $ 1000 mensuales para gastos. La organización militar estará do como el anterior alusivamente, pero que no es menos evidente en el
encabezada por un comandante de Guardia Nacional, igualmente hono- trasfondo del proyecto Vitón: es que el prestigio del comandante-ciu-
rario, al frente de un contingente tomado del registro electoral.
dadano-estanciero es suficiente para asegurar el orden en su partido sin
Todo el proyecto tiene un muy claro doble objetivo: ungir con
ayuda del gobierno provincial. Cómo podría no serlo si ese prestigio,
autoridad administrativa y militar en cada partido a quien puede ejer-
que nace del cumplimiento estricto y leal de los deberes que su posición
cerla honorariamente y "se estimará lo bastante para desdeñar un sala-.
social le fija hacia sus inferiores, lo coloca inexpugnablemente en la
rio que vendría a amenguar el servicio que patrióticamente rinde a su
cima de una sociedad jerárquica y deferente, que se amoldaría espon-
partido", y por otra parte emancipar a esa autoridad local de la tutela
táneamente al orden que ese comandante representa si no la perturba-
de funcionarios y militares delegados por el gobierno provincial. Así,
ran la incuria del gobierno para afrontar la amenaza indígena y su
Vitón parece considerar a ía reforma militar aun más importante que
influjo corruptor sobre el sistema administrativo y militar que gobierna a
la civil, y la resume en el reemplazo de esos comandantes de carrera
cada uno de los partidos de la provincia sin identificarse con sus inte-
-ajenos al partido, por cuya culpa el servicio de armas "recarga siempre
reses.
al hombre laborioso, mientras el haragán sin hogar seguro" lo burla Es sobre todo en el terreno de la organización militar donde esa
constantemente- por "comandantes ciudadanos, que conozcan perfec- reivindicación se hace más tajante; es aquí también donde se apoya más
tamente la condición de los individuos que comandan, y no se dejen nítidamente en ese axioma básico a la prédica ruralista que postula la
jamás burlar del gaucho liviano, porque han de saber rastrearlo en todas necesaria armonía entre el interés terrateniente y el de todos los secto-
sus guaridas". Frente al escepticismo que adivina sobre la eficacia de res de la sociedad de la que son jefes naturales. La autoridad militar es
esos regimientos comandados por aficionados, a los que es difícil ima- reivindicada para un integrante por hipótesis ejemplar de ese grupo
ginar prestando "servicio pronto y conveniente" en emergencias, Vitón terrateniente con argumentos que muestran muy bien de que modo se
señala triunfalmente que "el gaucho sigue al estanciero prestigioso que espera que la ejerza: su función principal es disminuir el peso del deber
ha llenado sus necesidades muchas veces, que le da trabajo para que militar sobre la población del partido ;ía de seleccionar de modo menos
gane dinero, y no se lo quita, y porque lo conoce da crédito a sus pala- caprichoso las víctimas de esa carga que por el momento es posible
bras".
reducir, pero no eliminar del todo, toca en cambio a un grupo que se
TULIO HALPERIN DONGHI JOSE HERNÁNDEZ Y SUS MUNDOS 257
256
espera refleje aun más cabalmente la sabiduría colectiva de esa élite ha- lismo y los críticos de la clase terrateniente: la imagen de la campana
cendada cuya fácü conquista del gobierno municipal, una vez introdu- que la subtiende la ve como un conjunto de estancias en que se agolpa
cida la verdad electoral en los usos políticos de la campaña, sería ase- sin duda el grueso de su población, maleable por eso a la orientación
gurada también ella por la deferencia que, de acuerdo con la ya recor- que podría venirle de su clase-guía si ésta fuese capaz del esfuerzo y la
dada hipótesis, las masas rurales tributan a sus protectores. decisión requeridos para proporcionársela. Ahora bien, los datos del pri-
He aquí entonces una visión muy precisa del modo en que la cam- mer censo nacional de 1869 sugieren que esa imagen simplifica en exce-
paña debiera reorganizarse bajo la égida de su clase terrateniente; ella so los rasgos de una sociedad ya más diferenciada de lo que ella supone,
se ubica en la línea de una de las versiones del liberalismo hispanoame- aunque quizá menos de lo que una primera lectura rápida de las cifras
ricano de la segunda mitad del ochocientos, que integra una intransi- censales permitiría suponer.
gente vocación por la democracia política con una atención por la ne- La población económicamente activa se ubica en 1869 en un 36%
cesidad de asegurar la autonomía del individuo y la sociedad frente al en la rama primaria, en un 13,7% en la secundaria y en un 22,7% en la
poder del estado, que la acerca más al liberalismo europeo que a la ver- terciaria; esas proporciones dejan un 26,9% de inclasificables peones y
sión dominante en Hispanoamérica, más preocupada de conservar al jornaleros, que es sin embargo lícito suponer volcados predominante-
estado fuerza bastante para imponer las radicales trasformaciones que mente también ellos en actividades primarias. Desde la perspectiva
juzga urgentes. Esa reconciliación de democracia y liberalismo tiene co- adoptada por ideólogos y críticos de la clase terrateniente, que la postu-
mo fruto la justificación de una hegemonía oligárquica que es corolario la para un papel director en el campo político y el militar, la cifra per-
político de un orden social apoyado por la espontánea y efusiva adhe- tinente no es la de la población total ocupada, sino la de la masculina,
sión tanto de los postergados como de los privilegiados por sus abruptas y para ella el predominio del sector primario es más marcado (conside-
desigualdades. rando sólo varones ocupados, los de la rama primaria cubren el 31,3%.
En este trozo de prosa llegado del fondo de la frontera se respira los de la secundaria el 6,3%, los de la terciaria el 12,5%, los peones y jor-
así la misma atmósfera de ideas que caracteriza a corrientes en ese mo- naleros sin clasificar el 25,5%). Si se excluye de esos trabajadores
mento mucho más centrales en la vida política de Colombia o Chile. varones a los extranjeros, se descubre que la rama primaria ocupa al
Pero esto mismo nos está sugiriendo ya una de las razones por las cuales 20,7%, la secundaria al 1,4%, la terciaria al 5,3%y los peones y jornale-
esta propuesta y otras igualmente precisas no son seguidas en Buenos ros sin clasificar al 14,8%: cada una de esas sucesivas delimitaciones
Aires por las movilizaciones de opinión que podrían haberlas impuesto de nuestro universo aumenta en él el peso de la rama primaria sumado
en los hechos. al de los peones sin rama, ya que él pasa de un 62,8%para la población
Porque la propuesta de Vitón se apoya en una premisa menos evi- ocupada en su conjunto a un 75,1 %para la masculina y a un 83,2%para
dentemente válida en la campaña porteña que en Colombia o Chile, y la masculina nativa.
Apenas se Umita la mirada a los sectores de la población económi-
aun quienes reivindican el derecho de la clase terrateniente de Buenos
camente activa cuya consideración es pertinente, los porcentajes obte-
Aires a la hegemonía política sobre la campaña coinciden en deplorar
nidos a partir de los datos del censo de 1869 parecen confirmar la
que ese derecho no sea ejercido en plenitud. Se ha visto ya cómo van a
validez de las hipótesis sobre la sociedad rural porteña implícitas en las
encontrar la clave de esa deplorable situación en el hecho igualmente
incitaciones dirigidas a la clase terrateniente para que, abandonando su
deplorable de que la mayor parte de los terratenientes carecen de la vo-
pasividad, reivindicara para sí la jefatura política de la campaña. Pero
cación, y quizá de la capacidad, requerida para ocupar ese lugar director
y orientador; el motivo, que hemos visto abundantemente evocado en esa conclusión sólo sería plenamente persuasiva si los datos del censo
confirmasen además que las relaciones sociales en la campaña aseguran
los Anales para despertar a los hacendados a la necesidad de reivindicar
a esa clase un ascendiente sobre la población orientada hacia la ganade-
para sí esa posición eminente, aparece también de modo más episódico
ría y la agricultura lo bastante firme e intenso para otorgarle el indispu-
en los comentarios de Sarmiento, en un tono que refleja en cambio su
tado liderazgo político sobre ella, con sólo reivindicarlo con la energía
progresivo desencanto frente a una clase propietaria a la que termina
necesaria.
por juzgar radicalmente incapaz de asumir su tarea histórica.42
Y esto es ya mucho menos evidente. Entre los varones nativos
Cabe preguntarse, sin embargo, si ese modo de entender la situa-
ocupados en la rama primaria, el porcentaje de "estancieros y ganade-
ción toma en cuenta todos sus aspectos esenciales. En cuanto a esto,
ros por cuenta propia" (6,9%) es apenas inferior al de peones rurales
las consideraciones de Vitón sobre la organización militar de la campa-
(7,4%); aun si se consideran todas las categorías en las cuales cabe espe-
ña resultan particularmente reveladoras, ya que explicitan un supuesto
rar registrados a los trabajadores por cuenta ajena en establecimientos
compartido por este hacendado fronterizo con los ideólogos del rura-
258 JULIO HALPERIN DONGHI JOSÉ HERNÁNDEZ Y SUS MUNDOS 259
ganaderos —que incluyen, a más de la mencionada, a la de "trabajado- deben su influjo a la vez al prestigio heredado como parte de las tradi-
res especializados ganaderos" y la de "peones y jornaleros"— se alcanza ciones de una deferential society y a su papel de abanderados del pro-
a un máximo del 25,3%, que es necesariamente superior al porcentaje greso.
real; buena parte de los primeros son por naturaleza temporarios y no Lo que hace imposible realizar ese ideal en el Plata no es tanto
podrían desarrollar los lazos de clientela social y potencialmente polí- la pasividad política e ideológica de la clase terrateniente, que Olivera
tica con determinados terratenientes imprescindibles para la validez de no se cansa de deplorar, como las diferencias más generales entre las
la hipótesis que estamos intentando aquilatar; en cuanto a los segundos pampas porteñas y la campiña inglesa. Y aun entre estas últimas no son
son también muy frecuentemente temporarios, y no se orientan exclusi- las más importantes las que gustan de subrayar los voceros de la Socie-
vamente a la rama primaria o dentro de ella a la ganadería. dad Rural. Traduciendo su prédica a un lenguaje que les es desconocido,
Pero si la gravitación del personal dependiente de establecimien- y que sin duda hubieran hallado profundamente repugnante, ésta se
tos ganaderos es entonces menos abrumadora de lo que había parecido apoya en la noción de que la debilidad de la clase terrateniente se debe
antes, no es esto lo que hace más problemática la hipótesis aquí discu- al arraigo todavía parcial y frágil de un orden capitalista en la campaña,
tida. Más aun la pone en entredicho el número de "estancieros y y la agrava la incapacidad de muchos de sus miembros para advertir que
ganaderos por cuenta propia" que el censo registra, y que bordea los su tarea histórica es acelerar la implantación de ese orden, que tiene su
diez mil considerando tan sólo los nativos varones, y los catorce mil si expresión más aberrante, pero también más reveladora, en la relativa
se toma en cuenta toda la población ocupada; dicho de otro modo, el frecuencia con que hacendados de considerable envergadura se hacen
19,4% de los varones nativos aparecen en el censo como titulares de ex- cómplices del robo de haciendas, ofreciendo interesado refugio a sal-
plotaciones ganaderas, mientras en el segundo grupo la proporción teadores.
desciende a un todavía muy considerable 17,5%. Ante esos porcentajes Lo que esa prédica no advierte muy bien es que no son sólo las
cabe preguntarse si las lamentaciones sobre el fracaso del proyecto de demoras en la construcción de ese capitalismo agrario las que frustran
crear en las pampas la base social para una democracia rural como la a la clase terrateniente en esa indisputada hegemonía sobre la campaña
soñada por Jefferson —tema favorito de Sarmiento en sus momentos porteña que según sus no solicitados voceros es suya en derecho: las
depresivos— están todavía justificadas. Pero bastaría relacionar las cifras condiciones en que esa construcción debe llevarse adelante hacen difícil
censales con lo que otras fuentes nos dicen sobre los cambios en curso esperar que esa hegemonía esté mejor consolidada en el punto de
en la campaña porteña para advertir que siguen estándolo: en efecto, llegada que en el de partida.
los titulares de explotaciones ganaderas constituyen un grupo en extre- Esto se adivina ya en ese confuso momento transicional reflejado
mo heterogéneo, no sólo debido a la variable extensión de las explota- en las cifras del censo. Si la supuesta cifra de explotadores ganaderos
ciones mismas, sino todavía a los igualmente variados estatutos que independientes esconde quizá la porción más considerable de quienes
definían la relación entre cada uno de esos titulares de explotaciones y les están más directamente subordinados, la variedad de regímenes que
la tierra que explotaban. Esta va en efecto desde la plena propiedad, pa- ligan a éstos y aquéllos refleja no sólo esa transicionaíidad misma, sino
sando por el arrendamiento en dinero y aparcerías que constituyen ver- la muy variable, pero nunca desdeñable, fuerza negociadora de quienes
daderos contratos de sociedad en que el propietario aporta la tierra, el buscan acceso a la tierra mediante acuerdos con sus propietarios. Ella es
aparcero el trabajo, y ambos toman a su cargo las inversiones de capital, desde luego consecuencia de una expansión acelerada, que se hace sentir
que se reparten en proporciones muy variadas según los casos, hasta todavía de otra manera en la extrema movilidad de esa fuerza de traba-
llegar a otras modalidades de la aparcería en que el supuesto director jo, y en la contribución decisiva de la inmigración a su crecimiento nu-
de una explotación independiente se distingue mal de un asalariado mérico: si el 20,9% de los titulares de explotaciones y sólo el 18,l%de
retribuido parcial o totalmente a destajo (aunque estos últimos son sin los peones no especializados de ganadería son extranjeros, la proporción
duda menos numerosos en 1869 de lo que llegarán a ser una década más de éstos entre los peones y jornaleros sin clasificar sube al 42,7%, y al-
tarde).44 canza al 41,3% entre los peones ganaderos especializados. Una mano de
Se advierte cómo si esa sociedad marcada por la heterogeneidad obra en la cual los más afortunados no han renunciado a integrarse en
característica de una etapa de vertiginosa transición no está acercándose las clases terratenientes y los mucho más numerosos que se agolpan en
al ideal de la democracia rural, tampoco ofrece una base adecuada para estratos menos prósperos están dispuestos a retomar, en busca de me-
realizar el modelo descubierto y admirado por Olivera en la Inglaterra jores arreglos, esa movilidad geográfica a la que los obligan a menudo
victoriana: a saber, una sociedad rural que busca y encuentra su orienta- de todos modos la estacionalidad de buena parte de la demanda de tra-
ción en su propia cima, en una clase de grandes terratenientes que bajo, hace difícil que se consolide en torno de cada propietario esa
260 TULIO HALPERIN DONGHI
JOSÉ HERNÁNDEZ Y SUS MUNDOS 261
ya más de una vez de qué temibles reacciones era capaz cuando se con- extremo liberalismo que caracteriza a sus posiciones económicas.46
sideraba en peligro, parece entonces la actitud más adecuada para un La integración de los restantes temas centrales del ruralismo de
grupo cuya fuerza política deriva menos de su problemático ascendien- Hernández es en cambio menos problemática: todos ellos terminan en
te sobre las clases subordinadas rurales que de su posición central en la efecto por ofrecer corolarios a exigencias de libertad e igualdad que son
economía de la nación. básicas de su credo político; y en los artículos de terna rural, éste tiene
Esta circunstancia permite entender mejor el destino paradójico ocasión de desplegarse en forma menos fragmentaria que en los inspira-
de quienes a lo largo de un siglo se constituyeron en paladines políticos dos en la política del día, en que esas exigencias se invocan sobre todo
del interés terrateniente, para encontrar que si de éste comenzaban por para justificar propuestas forn.uladas con vistas a objetivos tácticos a
llegarles expresiones de reconocimiento por su prédica, a ellas no iba menudo efímeros. Y, como consecuencia de ello, es también en esos
a seguir ningún apoyo más eficazmente militante cuando esa prédica los artículos de tema rural donde se puede medir mejor la deuda (por otra
llevase a afrontar la oposición de otros intereses sociales o políticos; ese parte proclamada a cada paso) que Hernández mantiene con Gregorio
destino, que iba a ser protagonizado por última vez -en un contexto Pérez Gomar y su Idea de la perfección humana.
que lo dotó de excepcional hondura trágica— por Lisandro de la Torre, ¿Pero qué debe Hernández a Pérez Gomar? ¿Qué lo atrajo en esa
ya en vísperas de la remezón que iba a trasformar los datos básicos del obra que no quiere ser científica ni de polémica, que no es —asegura su
orden político-social argentino, fue ya el de Hernández en cuanto autor— una producción erudita, sino "hija del buen sentido y de la ex-
vocero del interés rural. La identificación con éste tampoco iba a pro- periencia", y que (pese a un lenguaje que cultiva las más enrarecidas
porcionarle ese modo de arraigar como figura pública en la sociedad abstracciones) se presenta como ui,:- tentativa -le "hablar al pueblo",
porteña, capaz de reemplazar al más obvio ofrecido por las facciones de haciendo tesoro de la experiencia que el autor ha adquirido "desde muy
las que había venido a quedar marginado, cuya búsqueda da sentido a joven [...] en medio de las luchas políticas y las agitaciones sociales"?47
la aventura del Rio de la Plata. Ya en los últimos meses de publicación Se entiende muy bien la admiración que en un autodidacto como
del diario parece haber advertido que ése no era el camino de lograrlo; Hernández podía suscitar un libro que prometía no sólo ofrecer la clave
la defensa de la campaña se hace en efecto menos asidua, pero ya para para todos los problemas afrontados por los pensadores políticos, sino
entonces Hernández ha completado una presentación de los problemas hallarla en los rasgos básicos de la naturaleza humana, previamente
que la afligen que integra las reivindicaciones del naciente ruralismo con develados en los capítulos introductorios; y no hay duda de que ella
la de apertura del sistema político porteño que ocupa lugar central en pesó decisivamente en la devoción que Hernández iba a mostrar por la
la prédica del Río de la Plata. obra juvenil del desterrado jurista montevideano, como lo confirma,
más aun que el uso que hace de ella como fuente de inspiración, la in-
vocación constante de su autoridad, que tiene al parecer por irrecusa-
Lo que hace la originalidad de la prédica ruralista de Hernández ble. Por qué Hernández encontró su clavis universalis en Pérez Gomar
ha de encontrarse menos en las reivindicaciones que ella hace suyas —y no en otras obras de igualmente escaso vigor especulativo que no
—que no pueden ser muy distintas de las ya formuladas por los voceros escaseaban en ese momento— es una pregunta por el momento impo-
corporativos del interés rural- que en el modo en que ellas se organizan sible de contestar, pero quizá no sea tampoco demasiado importante
como un elemento de un proyecto político más vasto, al que busca contestarla: el autodidacto está notoriamente a merced del azar de sus
arrimar el apoyo de ese grupo de intereses. Ese modo de organizarías, lecturas, y la presencia nada silenciosa de Pérez Gomar en Buenos Ai-
que permite afirmar la existencia de un específico programa ruralista res podía ofrecer incitación bastante para emprender la de su obra
sostenido por El Río de la Plata, no podría sin embargo afectar a todas primigenia.
esas reivindicaciones por igual. Se ha indicado más arriba que ellas vienen Quizá importe más preguntarse qué encontró específicamente
a agruparse en el diario de Hernández en torno a cuatro nudos temáti- Hernández en Pérez Gomar que le serviría para razonar su ruralismo.
cos: los impuestos a la exportación, la descentralización electoral, la Para descubrirlo será preciso seguir brevemente al jurisconsulto orien-
administrativa asegurada por la elección popular de los jueces de paz y tal en las exploraciones por él emprendidas en su Idea de la perfección
la reforma del servicio de fronteras a través de la adopción del engan- humana. Parte éste —invocando en <¿l epígrafe de la obra la autoridad
che de voluntarios a sueldo. De ellos, el primero iba a revelarse parti- de la Revue ün'tannique, que así lo asegura— del hecho de que "los
cularmente refractario a cualquier tentativa de integrarlo a una pers- políticos olvidan que la materia sobre que trabajan, son los hombres".
pectiva específicamente ruralista; se articulará casi espontáneamen- Dispuesto por su parte a no repetir ese error, comienza por esbozar una
te, en cambio, con la orientación favorable a las soluciones del más suerte de antropología filosófica, que ofrece sin embargo interés muy
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moderado, salvo confirmar que Pérez Gomar permanece marcado por concluir que esa instancia la ofrece el municipio, se abstiene de exami-
el eclecticismo filosófico dominante en las primeras etapas de vida de nar qué relaciones se establecen entre familia y municipio; este último
la Universidad de su ciudad nativa: tras explorar sumariamente las no aparece por otra parte como sujeto de derechos que le sean propios
raíces de las distintas "aspiraciones individuales", en un último capítulo (en el plano social no existen propiamente hablando sujetos de derecho;
de su primera parte examina "los medios de equilibrar y dirigir las pa- la sociedad existe sólo para asegurar los derechos individuales de sus
siones y de combatir los vicios"; lo más interesante de ese examen —si miembros). Puesto que Pérez Gomar halla posible discutir las atribu-
no por su originalidad o riqueza de contenidos, sí por lo menos porque ciones del municipio sin ver en ellas el desplegarse de una autoridad dis-
ofrece el nexo entre esa sumaria antropología filosófica y moral y la tinta de la de los individuos, le es también posible asignárselas amplí-
indagación de las aspiraciones sociales y políticas que es tema de las simas sin tener que chocar para ello con las resistencias de un libera-
restantes dos partes de la obra- es la noción de que el principio de mo- lismo que le ofrecerá guía más constante en la tercera parte de su libro:
ralidad y el instrumento de armonización de encontradas aspiraciones hemos visto antes cómo el municipio debía tomar a su cargo la forma-
individuales ha de encontrarse "en la justicia, en el deber, en la obliga- ción del clero, la admisión de sus miembros al ejercicio del culto y el
ción que es la necesidad que concebimos de cumplir con lo justo y gobierno de éste; y éste es sólo un ejemplo de una tendencia más
desechar lo injusto".48 general a hacer de él el instrumento de que la sociedad dispone para
Pero el hecho mismo de que las aspiraciones individuales encuen- obligar a personas, instituciones y asociaciones a desempeñarse de
tren su síntesis en la justicia muestra que el único campo en que ellas acuerdo con su propia índole, fijada por la naturaleza misma de las
pueden realizarse es el de la vida en sociedad. Los dos elementos de cosas.
ésta son la familia y la religión; la primera presenta rasgos que son Lo que define al municipio no es entonces el ámbito territorial
propios de su naturaleza misma, e inmodificables: uno de ellos es la de su jurisdicción, sino sus funciones y finalidades, que son sociales y
autoridad del padre sobre la madre y los hijos. Esa autoridad fue a la no políticas; por su parte los municipios pueden y deben asociarse en
vez atemperada y legitimada por el cristianismo; sólo en su marco, en una organización que tomará a su cargo esas funciones cuando ellas
efecto, surgió "la verdadera sociedad", antes "ella no existía, era un exceden los términos de cada uno de ellos (el ejemplo que al autor pa-
conjunto de hombres de los cuales los esclavos y los parias eran esclui- rece más probatorio es la construcción y mantenimiento de los cami-
dos, las mujeres oprimidas y los ciudadanos los amos y opresores".49 nos, que es tarea social y no política). De nuevo aquí, esa instancia de
Ahora en cambio el padre es "director natural de la comunión; él debe más vasto ámbito jurisdiccional no aparece en una relación jerárquico-
satisfacer sus necesidades y emplear un buen sistema de dirección para autoritaria con otras que le estarían subordinadas, sino como suple-
armonizar las aspiraciones individuales de sus subordinados".50 Puesto mentaria de éstas; consecuencia de ello es que el modo de constitu-
que la autoridad del padre de familia se proclama necesaria para arbi- ción de los municipios y sus asociaciones sea examinado con menos
trar entre las aspiraciones individuales de los restantes miembros de ella, atención que la dispensada antes a la de las relaciones internas de la fa-
ello supone -implícita pero inescapablemente- la presencia de un inex- milia y más adelante a las del cuerpo político: en cuanto a la sociedad
cusable potencial conflictivo entre éstos, a la vez que sugiere el modo en su conjunto no se plantea en efecto el problema del origen y la legi-
en que ese potencial puede ser eliminado mediante la estructuración de timidad de la autoridad, ya que todo elemento autoritario ha sido abs-
la institución familiar sobre las líneas que su naturaleza misma ha pre- traído de la consideración de las relaciones que la definen: basta enton-
fijado : si la historia de la humanidad recoge demasiados episodios en ces en este caso afirmar sucintamente que esas instituciones sociales
que la autoridad paterna ha sido ignorada, las consecuencias necesaria- que son los municipios tendrán a su frente a los elegidos por los jefes
mente deplorables de cada uno de esos desafíos al orden natural confir- de familia, sin interrogarse sobre los problemas teóricos que esa elección
man mejor su vigencia ideal. plantea (¿es esa autoridad delegada por sus electores?, ¿les es propia, y
Parecería innecesario subrayar la presencia en el examen de la se ejerce sobre áreas en que esos electores, tomados individualmente, no
familia de una problemática de la autoridad que por otra parte iba a ser sólo no podrían en los hechos ejercerla, sino no la ostentan legítima?)
de nuevo introducida por Pérez Gomar al examinar en su tercera parte ni tampoco sobre los prácticos (¿cuál ha de ser el método de elección
las "aspiraciones políticas", si no fuese que no es claro que ella sea que asegure una representación fiel de la voluntad de los electores?),
igualmente tomada en cuenta al considerar la sociedad como conjunto; que volverán a hacerse ineludibles apenas se pase de la consideración
si bien el legista montevideano admite que hay funciones sociales que la de la sociedad a la del estado.
familia, inspirada en la religión, no puede desempeñar por sí misma, y Si la sociedad es el ámbito en el cual el conflicto en torno al
que es necesaria por lo tanto otra instancia que las tome a su cargo, para titular de la autoridad y el ámbito de vigencia de ésta es por definición
266 TULIO HALPERIN DONGHI JOSÉ HERNÁNDEZ Y SUS MUNDOS 267
imposible, el estado ofrece en cambio el terreno por excelencia para ese en ella, como se ve, a la individual y a la social, a las que ofrece un com-
conflicto; más aun, en la visión de Pérez Gomar, el estado es sólo un plemento necesario, y junto con los derechos individuales, las atribu-
proyecto, que sólo pasará a ser algo más que eso cuando ese conflicto ciones de los órganos de la sociedad —que no son en rigor derechos ju-
haya sido finalmente resuelto; por el momento la política es el terreno risdiccionales, pero que deben ser respetadas como si lo fueran- limitan
de las aspiraciones incumplidas y de las luchas entre el pueblo y el go- aun más la esfera de acción de un estado que por un momento pareció
bierno. Lo que hace la situación más afligente es que toda la tradición haber tomado a su cargo ajustar el orden del mundo a un designio
política antigua y moderna ofrece una guía engañosa a ese laberinto y divino del que tendría el secreto: si las libertades que ese orden confie-
contribuye decisivamente a ocultar la vía de salida al centrarse obsesi- re a los individuos tienen por consecuencia política la organización del
vamente en el problema de la soberanía: la teoría del origen popular estado sobre líneas sospechosamente parecidas a las de la democracia re-
de ésta, sobre la cual se ha construido en los tiempos modernos la prác- presentativa, la esfera de acción que ese mismo orden asigna a los órga-
tica del gobierno representativo, es para Pérez Gomar insostenible, pero nos sociales veda al estado tomar a su cargo tareas (desde la de policía
lo es porque propone una solución para un problema que no debiera y la de gobierno del trasporte y comercio interior hasta las relacionadas
haberse nunca planteado. A la noción de soberanía popular contrapone con el culto y la enseñanza) que en Europa ha venido colocando progre-
el jurista montevideano la de libertad popular, entendida como adhe- sivamente bajo su control y que aun las más rudimentarias organiza-
sión deliberada al orden natural fijado por Dios; ella es la base de la de- ciones estatales hispanoamericanas consideran deseable atender; gracias
mocracia, es decir a todas esas limitaciones a la esfera de acción estatal el liberalismo de
Pérez Gomar sobrevive sin daño a las asechanzas de una concepción del
"el sistema que aspira a segundar, en lo relativo a la libertad del hombre, el desig- estado que ve en él al agente de un a medias misterioso designio divino.
nio divino [...] por la libertad el hombre [...] no es dueño de su suerte sino para Este resumen que trata de hacer justicia a la elevada imprecisión
perfeccionarla y realizarla en ese cuadro del plan, eterno que Dios dejó en bosque- —antes que a cualquier ausente complejidad o riqueza de ideas— de una
jo para que tuviéramos una humilde participación en su obra, por cierto no para
teoría del hombre, la sociedad y el estado, permite todavía adivinar
desfigurarla sino para hacernos dignos de ella".51
muy mal que' encontró en ella Hernández de pertinente a los temas cen-
Esta democracia es entonces indistinguible de una teocracia, en la trales de su prédica política en general y de la ruralista en particular.
que no toca al estado crear soberanamente las normas del derecho, sino Para comenzar a entenderlo es preciso tomar en serio la declaración
prologal en que Pérez Gomar presentaba su obra como "hija [...] de
descifrarlas de ese bosquejado "plan eterno", ese "designio divino que
la experiencia cosechada [...] en medio de las luchas políticas y de las
comprende las manifestaciones de la humanidad como las de todo el
Universo"; en efecto, "no hay en la tierra mayor posibilidad que obe- agitaciones sociales". La constante oscilación que encontramos en sus
decer ese designio". Pero ese sincero enemigo del despotismo que era páginas entre las consagradas a la dilucidación de principios generales y
Pérez Gomar ha equilibrado este motivo potencialmente autoritario las que bruscamente trasportan al lector a la evocación de experiencias
con otros que —precisamente invocando el designio divino— limitan de muy limitado alcance, que primero parece ser la causante principal
considerablemente sus consecuencias. El nacimiento del estado ha de de la escasa envergadura de los vuelos especulativos a los que se lanza
resolver el conflicto entre pueblo y gobierno, al lograr que por fin las el pensador montevideano, termina por aparecer como la mejor clave
relaciones entre el uno y el otro se definan de acuerdo al orden natural para el itinerario de ideas que dirige esa zigzagueante búsqueda de los
querido por Dios; con ello no se habrá modificado la diferencia vigoro- primeros principios. Así, la relación entre la sociedad y el estado, que
samente establecida por Pérez Gomar entre la esfera colectiva (tanto la en ese plano más elevado nunca alcanza a ser cabalmente definida, co-
social como la política) en que los diversos sujetos actuantes no gozan mo no lo son tampoco de modo satisfactorio las funciones específicas
de derechos subjetivos, y la individual, en que sí son titulares de ellos: de este último, se hace inteligible apenas Pérez Gomar la proyecta sobre
invocándola le es posible, tras condenar altivamente siglos de esfuerzos la concreta experiencia del Uruguay, en que el estado es en efecto un
por definir y justificar sistemas representativos basados en la elección proyecto irrealizado, y la esfera política es la de las aspiraciones frus-
popular, apropiarse, sin embargo, de sus conclusiones: el único error de tradas .. ,53
esos teorizadores había sido no advertir que no estaban discutiendo Esa misma experiencia inmediata ofrece el trasfondo para una
sobre los derechos políticos del pueblo, sino sobre derechos individua- imagen de la relación entre la sociedad y el estado en que el segundo no
les, que por su índole misma escapan a la legítima esfera de acción del aparece como el arbitro para los conflictos que desgarran insolublemen-
gobierno.52 te a la sociedad civil, sino, por el contrario, como el objetivo aún inal-
La existencia de una específica esfera de lo político no subsume canzado de una esfera de acción humana específicamente política, que
268 TULIO HALPERIN DONGHI JOSÉ HERNÁNDEZ Y SUS MUNDOS 269
es la que introduce esa dimensión conflictiva desconocida en la esfera Cuestión Grave",56 ofrecía por fin justificación teórica r"ra esa exigen-
social: la noción de que el gobierno (que, como no se cansa de repetir cia, con argumentos tomados de "esa obra" donde -según ya había
Pérez Gomar, no es aún el titular de la autoridad de un auténtico es- asegurado en "Las elecciones y los distritos"-57 "están resueltos la
tado) es el principal elemento de perturbación del orden social,parece mayor parte de los problemas individuales, sociales y políticos que
ser en efecto la conclusión destilada por la sabiduría espontánea de las empiezan a preocuparnos, debido a la actividad y la iniciativa progre-
clases propietarias rioplatenses de las experiencias acumuladas en la sista del Gobierno Nacional, que ha abordado resueltamente la solu-
breve historia independiente de la región. Del mismo modo la experien- ción de las cuestiones más vitales de nuestra organización política";
cia uruguaya, aun más aleccionadora en este punto que la porteña,esa a esta altura es innecesario recordar de qué obra se trata. El problema
experiencia en que una sociedad encolumnada detrás de sus clases pro- en consideración se aclara apenas se recuerda que —como había ense-
pietarias busca una y otra vez regenerarse regenerando las bases rurales ñado Pérez Gomar— "los intereses sociales no son más que la prolonga-
de su prosperidad económica, para ver frustrada en todos los casos esa ción de los intereses individuales, y la vida política, la prolongación de
aspiración por la reapertura de la eterna crisis política, ofrece un tras- los unos y los otros". La reforma entonces vendrá finalmente a resti-
fondo preciso y una justificación intuitiva para la contraposición entre tuir a la sociedad lo que es suyo: una vez establecida, "veríamos renacer
una esfera política aún por construir y una social gobernada por un el espíritu público, siguiendo la sabia dirección de los intereses sociales,
orden tan sólido y firme como el de la naturaleza. y en esa reforma capital, base del sistema representativo, se habrían re-
Apenas se toma todo esto en cuenta, se comienza a advertir mejor suelto definitivamente todos los vicios de nuestra organización".
de qué modo esas que comenzaban por parecer vacías generalidades Igual influencia se advierte en los escritos dedicados a la reforma
podían ofrecer argumentos a una prédica ruralista. Pero sería probable- de la ley de elecciones, en que se defiende el proyecto del Poder Ejecu-
mente erróneo ver en el recurso que Hernández hace de la contribución tivo Nacional que divide a la provincia de Buenos Aires en varias cir-
de Pérez Gomar una mera manipulación de motivos ideológicos aprove- cunscripciones (todavía plurinominales) para las de diputados al Con-
chables para un bien definido propósito apologético: se sintió sin duda greso Nacional. De nuevo aquí, es el curioso descubrimiento del deste-
atraído por ellos porque reconoció allí, traspuesto a un lenguaje de rrado oriental —que hace del sufragio un derecho individual— el que es
ideas cuya tosquedad era incapaz de advertir, un modo de ver la utilizado del mismo modo que en éste para proclamar necesario acercar
realidad social y política que era ya el suyo y —se recordará— subten- sus condiciones de emisión, en la máxima medida posible, a las adecua-
día también sus artículos en respuesta a las imputaciones sobre el trato das al ejercicio de un derecho individual y no colectivo. De la inspira-
recibido por los inmigrantes en la Argentina. En él coexistían valores ción se pasa a la extensa y declarada cita literal: el ya evocado "Las
entendidos fundados en la aceptación inquebrantable de los rasgos bá- elecciones y los distritos", que proclama con énfasis singular la deuda
sicos del orden vigente y valores proclamados (con una sinceridad que de Hernández con Pérez Gomar, reproduce de éste el extenso excursus
está por encima de toda duda) que se colocaban bajo el signo de una sobre la conveniencia de establecer lugares de comicio en cada cuartel
insuprimible exigencia democrática; y Pérez Gomar, al delimitar la es- de campaña (en lugar de concentrar la votación en la capital del distrito,
fera de vigencia de una y otra orientación, había venido a legitimar a lo que no sólo dificulta el sufragio de la población rural, sino favorece
ambas. las aglomeraciones que ofrecen terreno fértil a los disturbios electora-
Lo había hecho por añadidura sobre líneas que hacían su lección les). Pero es en la consideración del problema de la conscripción militar
particularmente pertinente al esfuerzo de Hernández por integrar sus para la defensa de la frontera donde la dependencia de Pérez Gomar al-
aspiraciones a la reforma democrática del sistema político con las exi- canza su punto más alto: el artículo "La fuerza pública",58 que funda-
gencias del interés rural. Pero en verdad la deuda que en sus artículos menta su durísima condena, es trascripción lisa y llana del capítulo
sobre la campaña contrae con Pérez Gomar va más allá de la derivada xra ("De la fuerza pública") de Idea de la perfección humana.
de las nociones generales que toma de él, como se advertirá a través el Aun teniendo en cuenta este ejemplo extremo (que sin duda re-
examen de esos artículos mismos. fleja el ritmo necesariamente febril de la actividad editorial en el diario
Así, la descentralización, tanto administrativa como electoral, va porteño de Hernández antes que un plagio deliberado, poco creíble si
a ser sostenidamente defendida desde El Río de la Plata, y entre los ar- se tiene en cuenta que éste no se ha fatigado de proclamar su rendida
gumentos invocados en su favor, los tomados del uruguayo tienen lugar admiración por el "eminente j irisconsulto" y gusta de invocar su au-
central. Tras propugnar en "Los Jueces de Paz. Reforma necesaria"54 toridad, y sobre todo que hubiera sido difícil esperar que la supuesta
la elección popular de esos magistrados y volver a proclamar su necesi- víctima, residente en Buenos Aires, hubiera permanecido en la igno-
dad en "La descentralización administrativa"55 y en "Los Jueces de Paz, rancia de una apropiación indebida de texto), la deuda intelectual con
JOSÉ HERNÁNDEZ Y SUS MUNDOS 271
270 TULIO HALPERIN DONGHI
tema democrático son de nuevo independientes de esa posición. El conflicto se resuelve entonces en una victoria del motivo de
Esa definición estrechamente política de su prédica la hace com- conservación social frente a la exigencia de radical renovación democrá-
plementaria, antes que alternativa, de la que, en la pluma de los voceros tica; y el aporte de Pérez Gomar es decisivo para asegurar ese desenlace.
de la Sociedad Rural, se sustentaba en un proyecto de sociedad jerár- Lo es a través de lo que tiene de más específico: la postulación de un
quica y deferencial. ¿Es necesario repetir que ello no era el fruto de nin- momento social entre el del hombre individual y el político, y a la vez
guna utilitaria manipulación ideológica por parte de Hernández, sino la la reducción de ese momento a la esfera de la familia y la religión. Ello
expresión sincera de la convivencia en él de una fe encendida en un le permite supeditar la vigencia de los derechos individuales que supone
credo político intransigentemente democrático y una aceptación pre- innatos e irrenunciables a la integración a la sociedad del individuo cu-
crítica de un orden social que lo era muy poco? Pero, si nunca llegó a yos derechos los órganos sociales deben tutelar, y a la vez abstenerse de
percibir la contradicción entre ambos rasgos de su paisaje mental, no examinar el lugar concreto que en cada sociedad concreta esa integra-
podía escapársele que en algunos puntos concretos los corolarios de uno ción aseguraría a quien, al rehusarse a ella, viene implícitamente a
y otro entraban en contradicción abierta, y es allí donde el influjo de renunciar a todo derecho: la sociedad es una suma de familias;los lazos
Pérez Gomar se hace sentir con mayor eficacia. sociales que las unen tienen su expresión en el municipio, que concede
Se ha evocado ya el editorial que Hernández tomó de un capítulo a todas igual representación; ello sugiere (aunque la conclusión no sea
de Idea de la perfección humana, y no deja de ser significativo que él propuesta explícitamente) que, en lo que de veras cuenta, la sociedad es
versara sobre el problema de la conscripción, y en particular un aspecto en efecto una agrupación de iguales. Al parecer, el mejor servicio que
de éste en que el conflicto entre ideología democrática y apoyo activo Pérez Gomar puede ofrecer al orden vigente es abstenerse de tomar en
al orden social vigente parecía insalvable. En él el jurisconsulto oriental cuenta sus rasgos definitorios al proponer su imagen de lo social, y en
comienza por condenar a la conscripción como un atentado a los dere- esto sus logros anticipan la hazaña de Hernández que consistirá en ha-
chos individuales que debe ser de inmediato reemplazado por el engan- cer servir una prédica política democrática a la implantación de un pro-
che de voluntarios, para agregar de inmediato que hay sin embargo algu- yecto de sociedad que está lejos de serlo.
nos individuos que no es sólo lícito sino filantrópico seguir sometiendo Que ésa es precisamente su hazaña no tiene duda: si su línea de
al enrolamiento: son los vagos sin oficio, familia ni domicilio: "sólo argumentación se ubica en un plano muy distinto del preferido por los
puede ser llamada al servicio, la población vagamunda, que no tiene ad- voceros de la Sociedad Rural, las reivindicaciones que funda en esos
quirido el derecho municipal con el domicilio fijo". Esto atenúa por argumentos repiten fielmente las de esos voceros: reconocimiento de un
fortuna en el Río de la Plata la gravedad teórica y práctica de los pro- mayor peso político a la campaña y mayor atención a los intereses de
blemas vinculados con el reclutamiento de soldados: ésta. Y junto con los grandes temas reivindicativos, veremos también
evocados otros más ocasionales en que los mismos grandes principios de
"en nuestros Estados, la cuestión de fuerza es fácil de resolver por ahora, porque libertad e igualdad son de nuevo llamados a servicio. En medio de una
ola de protestas contra los peligros que los saladeros de Barracas encie-
existe en nuestros campos una población aventurera y vaga, que puede sujetarse rran para la salud de los porteños, el gobierno provincial eleva a consi-
a la disciplina militar y a la movilización sin que por ello se la ataque ni se le des- deración de la legislatura el proyecto de contrato que ha firmado con
conozca ningún derecho, sin que en ello los gobiernos invadan el orden social ni
usurpen el derecho' municipal de ninguna ciudad [...] Esta cuestión que preocu- Miguel Puiggari para llevar adelante la tarea de desinfección que le fue
pará en adelante a los gobiernos, puede resolverse entre nosotros al mismo tiempo encomendada por ésta en ley del 2 de noviembre de 1866. Según el pro-
que se resuelve el perfeccionamiento de la población vagamunda y aventurera. yecto, Puiggari toma a su cargo industrializar esos residuos, contando
Esta población ha renunciado por sus propios gustos e instintos a sus derechos para ello con una subvención del gobierno provincial destinada a ase-
municipales, al domicilio y a la sociedad; luego es la población que no tanto por
condena, como por necesidad, por educación, por perfeccionamiento, pueden y gurarle una ganancia fija del 15% anual sobre el capital invertido. El
deben los gobiernos emplear en la formación de ejércitos de línea, bien discipli- Rio de la Plata objeta menos estas cláusulas (aunque deplora que el go-
nados y movilizados [...] No es pues, la condena judicial, lo que motiva o puede bierno venga a "inmiscuirse como un simple comerciante en las opera-
motivar el reclutamiento forzoso de los vagos, porque la vagancia por sí sola no es ciones de una empresa particular") que el hecho de que el contrato su-
delito, sino una renuncia a los derechos sociales, un desborde de población que pone "un desconocimiento de derechos que deben ser respetados",
amenaza tanto al orden social como al político, y por lo tanto queda sometida a
las medidas precaucionales y de perfeccionamiento moral a que los gobiernos la desconocimiento que, como se aclara en el párrafo siguiente, se ve re-
sometan".60 flejado en "principios odiosos, que no podemos aceptar, sin atentar
contra los derechos y la propiedad de los saladeristas", y que no
parecen en verdad demasiado exorbitantes.61
274 TULIO HALPERIN DONGHI JOSÉ HERNÁNDEZ Y SUS MUNDOS 275
Pero es en los comentarios que ofrece a las iniciativas en torno a frontera el que le ha de ofrecer la mejor ocasión para ensanchar su pú-
la tierra donde se calibra mejor la afinidad profunda entre las posiciones blico rural, sobre todo a través de la campaña contra el reclutamiento
del Rio de la Plata y las de un ruralismo proclamado en nombre de la por sorteo propuesto en un proyecto del gobierno provincial.
clase terrateniente. El 7 de octubre "Un gran proyecto" celebraba el de Si éste propugna el sorteo es porque espera de él que haga impo-
creación de ejidos en los pueblos por fundarse más allá de la línea de sibles los abusos de autoridad de los jueces de paz que son a la vez agen-
fronteras; al día siguiente, y de modo escasamente original, vuelve sobre tes de reclutamiento, cuya deplorable realidad no pone en duda.
el tema para ponderar la ventaja para la seguridad de la campaña de Tampoco podría negar Hernández —ni quiere negarla— la intención de
crear una franja agrícola pionera que serviría de valla contra el indígena, equidad del decreto que establece la conscripción universal y el servicio
pero a la vez entra a examinar un proyecto de enajenación de tierras militar por sorteo; lo que le opone es la total impractibüidad del medio
públicas situadas más allá de la línea de fronteras, y aquí el entusiasmo
elegido:
se hace más matizado.
El proyecto sólo destina la mitad de ellas para ser entregadas a tí- "No es necesario poseer los secretos del porvenir para predecir lo que su-
tulo gratuito a colonos agrícolas; las restantes deben venderse en cinco cederá; basta conocer la campaña, la l'ndole de nuestros gauchos, sus costumbres
cuotas anuales, que'el proyecto declara equiparables al costo corriente y el terror pánico que les inspira todo lo que es servicio militar [...] No han de
del arrendamiento de terrenos de cualidades comparables. No hay nada concurrir al sorteo la mitad de los pobladores de cada partido; no han de reunirse
de eso, asegura El Rio de la Plata; guiado por su habitual objetivo fiscal, los sorteados en los dos puntos que el decreto ha determinado; no ha de devolver
fácilmente el Gobierno a la campaña alarmada la tranquilidad que hoy se le qui-
el gobierno reincide en el error de fijar a la tierra pública un precio de- ta."
masiado alto;la venta de esas tierras supondría extraer, de una campaña
sumida en honda crisis, un tributo anual de 28 millones de pesos mone- Porque el gobierno se obstina en no ver lo evidente, habrá que es-
da corriente; basta enunciarlo para advertir que, así caracterizado, el perar la lección de los hechos. Ellos confirmarán que de esa medida tan
proyecto no sólo no puede asegurar el progreso económico y social que generosa como imprudente sólo cabe esperar "esterilidad completa por
sus promotores dicen querer promover: es radicalmente irrealizable; ello lo tocante a la organización de los Regimientos; perjuicios para la indus-
se corregiría con una baja (que el diario propone inesperadamente mo- tria y el trabajo; perturbación, robos, asesinatos, y todos esos crímenes
derada) de la tasación que el proyecto asigna a las tierras, pero sobre que siempre son el cortejo de los trastornos y agitaciones de la cam-
todo con la extensión del plazo de pago de cinco a diez años. Igualmen- paña".62
te grave es que el proyecto no deje suficientemente en claro que se pro- Este artículo muestra muy claramente a qué público se dirige Her-
pone respetar los legítimos derechos de arrendatarios y concesionarios nández en la campaña. Las "deplorables consecuencias" del enrola-
"que han conquistado ya un título respetable a la propiedad", y debie- miento son, antes que las que se harán sentir sobre los enrolados, las
ran ser no sólo preferidos en las ventas sino mantenidos, cualquiera sea que genéricamente sufrirá "la campaña"; y lo que ese término genéri-
el adquirente, en el goce de los derechos de ocupación que sus contratos co significa aquí es bastante claro: el orden político-social que hace
aún vigentes les confieren. Y el 10 de octubre, en "Los ejidos de los posible el funcionamiento no perturbado de su economía productiva.
pueblos" encuentra objetable que la división de tierras ejidales se Sin duda, esta perspectiva no excluye, sino complementa, la ortodoxa-
extienda a los ya establecidos, aunque se exima de ella a los terrenos mente democrático-liberal previamente usada para criticar la medida,
particulares; es de nuevo el interés de los arrendatarios y concesionarios que sigue imponiendo "al habitante de la campaña, como un tributo
que ven amenazados establecimientos de pastoreo que se extienden por de sangre, el servicio de frontera". Esa crítica anticipa la solución que
"dos, tres o cuatro leguas de campo" el que se trata de defender. Se Hernández prefiere a la conscripción de guardias nacionales: confiar la
advierte muy bien hasta qué punto la perspectiva de Hernández repite defensa de la frontera al ejército de línea, formado por enganchados
en ese punto la del ruralismo terrateniente y combina como ella la adhe- voluntarios.
sión al principio de división y colonización de la tierra con la defensa de Es éste el punto de partida de una campaña que conocerá intermi-
aquellos intereses terratenientes que se verían golpeados por una apli- tencias, pero que no ha de cesar del todo mientras aparezca El Rio de
cación demasiado sistemática de ese principio. la Plata, y será mantenida con intransigencia mayor que en otros voce-
Como el ruralismo terrateniente, el de Hernández prefiere por ros ruralistas que juzgan sin duda poco realista esperar del gobierno na-
otra parte explayarse en temas que, a diferencia del de la tierra, no cional o provincial que tome a su cargo la costosa tarea de organizar un
dejan entrever las secretas líneas de fractura en esa postulada homoge- ejército de fronteras integrado por voluntarios a sueldo. Hernández
neidad social de la campaña. Entre ellos será el del servicio militar de tiene para ello una solución, que es el empréstito,63 y se niega por lo
276 TUL1O HALPERIN DONGHI JOSÉ HERNÁNDEZ Y SUS MUNDOS 277
tanto a refrenar en atención a la estrechez fiscal su ímpetu reforma- casas de comercio". Hernández ya no iba a conocer triunfos semejantes,
dor. Más aun, reprocha a Jurado que se haya inclinado ante esa aparen- en que pudo sentirse por un momento sostenido "por la gratitud de la
te necesidad: la que ha propuesto es una de esas "reformas nominales" población laboriosa de la campaña" luego de haberle comunicado un
que no hacen sino detener la marcha del progreso; en efecto, no triunfo debido a "la propaganda continua de las buenas ideas, a la de-
suprime el servicio de fronteras, ya que se limita a conmutarle con un fensa ardiente de los intereses generales con que se había distinguido su
impuesto que, en total desprecio del principio de igualdad, sólo golpea diario".67
a la campaña;64 ya días antes ha recusado con la misma firmeza un Pero fue precisamente durante este esfuerzo por un momento exi-
proyecto del diputado Rom, cercano a los medios de negocios y finan- toso por identificarse con el interés rural, tal como lo definía el ruralis-
cieros porteños, culpable de no eliminar del todo el desdichado sor- mo de los voceros de la clase terrateniente, cuando elaboró una requisi-
teo.65 toria contra la acción disgregadora y destructora de un estado que ex-
A fines de setiembre puede celebrar su victoria en la primera plota y no tutela a la campaña que —una vez fracasado su proyecto más
escaramuza de la batalla por la supresión del servicio de fronteras a car- ambicioso por integrarse finalmente a los grupos dirigentes de su pro-
go de la Guardia Nacional de Campaña: el gobierno ha rescindido el vincia nativa y hundido en un desamparo más radical que todo cuanto
decreto que establecía el sorteo; por el momento el reclutamiento se- había conocido en su trayectoria tormentosa— le serviría para articular
guirá supeditado al bon plaisir de los jueces de paz, pero desechada esa su metafórica protesta contra ese durísimo destino.
falsa alternativa que prometía engañosamente corregir sus abusos, no
podrá postergarse ya indefinidamente la abolición de un sistema que,
aun al margen de esos abusos, es intrínsecamente inicuo. NOTAS
Mientras ello ocurre, Hernández no se privará de atacarlo; al ha- 1
"El gran triunfo de la opinión", RP, 23-IX-1869.
cerlo mostrará celo comparable al de Pérez Gomar para deplorar que su 2
Milcíades Peña, De Mitre a Roca. Consolidación de la oligarquía angla-criolla,
carga no recaiga en los vagos sin oficio, para los cuales sería benéfica, Bue'nos Aires, Fichas, 1968, en especial "Variantes de las actitudes pro-imperia-
sino sobre trabajadores honrados y pacíficos que así sustrae a la activi- listas. Mitre y José Hernández", págs. 4CM6, y "La política estancieril de José
dad económica (y al servicio de hacendados que tanto los necesitan); Hernández", págs. 47-50.
3
José Pablo Feinmann, Filosofía y Nación. Estudios sobre el pensamiento argen-
el tema es elaborado ya en "La gran dificultad", a comienzos de setiem- tino^, Buenos Aires, Legasa, 1982, págs. 171-189.
bre ,66 y volverá a ser frecuentemente evocado en las columnas del dia- 4
José Pedro Barrán-Benjamín Nahum, Historia rural del Uruguay moderno
rio porteño de Hernández. (1851-1885), I, Montevideo, Banda Oriental, 1967, págs. 317-364.
5
Pese a ello, la urgencia del combate contra el sorteo es gradual- "La exposición agrícola de Birmingham", en Eduardo Olivera, Miscelánea. Es-
mente reemplazada por una atención más distraída por el tema de la critos económicos, administrativos, ecónomo rurales, agrícolas, ganaderos, expo-
siciones, discursos inaugurales y parlamentarios, viajes, correspondencia, historia y
defensa de la frontera. El problema crónico que éste evocaba parece legislación, Buenos Aires, Compañía Sudamericana de rfületes de Banco, 1910,
en efecto haberse prestado menos que la amenaza de cambios, de 1,7-23.
s
consecuencias difíciles de medir, que el sorteo suponía para crear la- "Fiestas agrícolas" (carta a su padre de Grignon, 7-IX-1855), en E. Olivera,
zos firmes entre sectores considerables de la campaña y el órgano que Miscelánea, cit., I, 562-583, 566.
7
"Discurso de inauguración", en E. Olivera, Miscelánea cit., !, 151-156, 155.
en la ciudad se consagraba a defender sus intereses. Cuando el decreto * "Consideraciones sobre la vida agrícola y el progreso de Chivilcoy", en E.
que ¡o establece es suprimido, Hernández se ocupa de enviar a sus co- Olivera,Miscelánea/cit., 1,157-163.
9
rresponsales de los pueblos de la campaña telegramas que comunican "La carta del Sr. Sarmiento", en E. Olivera, Miscelánea cit., I, 211-214 (pág.
la buena nueva; como se enorgullece en señalar, el suyo es el único 211: "Extasía el espíritu de los hombres progresistas al pensar cuánto podría
diario que lo ha hecho, y ello confirma que es también el único que ha hacer una inteligencia como la del señor Sarmiento, dotada de la fuerza de volun-
tad que le conocemos, teniendo una influencia directa en el progreso verdadero de
adoptado como causa permanente la defensa del interés rur;:' La res- estos países").
puesta que recibe su celo es quizá un poco magra, pero la exhibe tam- 10
Eduardo Olivera, "Banco Rural", en Anales de la Sociedad Rural Argentina,
bién en triunfo en las columnas de su diario: una carta firmada por nue- Buenos Aiies (en adelante ASRA), I, diciembre de 1866, 111.
1
ve vecinos de Chascomús que describe la llegada del telegrama del redac- E. Olivera, Miscelánea cit., I, 151.
2
E. Olivera, "Tierras públicas", ASRA, U, 12, 31-XIM 868, pág. 385.
tor del Río de la Plata como la de "un rayo de luz que en breves instan- 3
E. Olivera, "La carta del Sr. Sarmiento" cit. n. 9, Miscelánea, 1, 213.
tes iluminó toda la población, que despertando de la inercia y abati- 4
E. Olivera, "Banco Rural" cit. n. 10.
5
miento en que yacía, se entregó con placer a festejar la importantísima 16
É. Olivera, "Nuestra industria rural en 1866". Miscelánea, I, 62-126.
noticia" con campanas y cohetes quemados en profusión en "todas las E. Olivera, "Nuestra industria rural en 1867 y 1868", Miscelánea, I, 357-392.
278 TULIO HALPER1N DONGHI JOSE HERNÁNDEZ Y SUS MUNDOS 279
17
"Legislación territorial. Informe de la Comisión de Hacienda de la Cámara de teamericanos, que destronará al estanciero que hace nacer al gaucho y la mon-
Diputados de la Provincia sobre un proyecto relativo a tierras del partido de tonera, no sólo está próxima sino realizada. Aquí en este pedazo de la Pampa
Bragado, pronunciado el día 28 de mayo de 1869 por el señor don Eduardo Oli- hasta Córdoba va a constituirse una nueva sociedad, una nueva nación, dejando
vera", Miscelánea, 1, 539-553, pág. 543. a los muertos allá que entierren a sus muertos", Archivo del Museo Histórico
18
E. Olivera, loe. cit. n. 16, pág. 378. Sarmiento, "Epistolario entre Sarmiento y Posse, 1845-1888", I, Buenos Aires
19 1946, pág. 283.
E. Olivera, loe. cit. n. 16, pág. 379. 13
20
Felipe Senillosa, "Caminos", ASRA, XI, 1877, págs. 41-43. Las cifras porcentuales que aquí se analizan han sido calculadas sobre datos
21
Felipe Senillosa, "Economía rural", ASRA, VII, 1873, págs. 102-103. extraídos y elaborados del censo de 1869 por Hilda Sábalo, Ricardo González,
22
Id. pág. 104. Luis Alberto Romero y Juan Carlos Korol, en el marco de la investigación sobre
13
Id. pág. 105. "Trabajadores y mercado de trabajo, en Buenos Aires, ciudad y campaña, 1850-
24
Felipe Senillosa, "Los derechos de importación impuestos al alambre y al taba- 1880", PEHESA-CISEA, Buenos Aires y parcialmente publicados en Hilda
co considerado como específico para la cura de la sarna", ASRA, XI, 1877, 3-6. Sábato, "Trabajar para vivir o vivii para trabajar: empleo ocasional y escasez de
25
Felipe Senillosa, "Los derechos a la exportación", ASRA, II, 1867, 304-310. mano de obra en Buenos Aires, ciudad y campaña, 1850-1880" (CISEA-PEHE-
26
Felipe Senillosa, "Breves consideraciones sobre algunas de las causas que han SA, Documento de trabajo, Buenos Aires, junio de 1983). Debo a J. C. Korol, la
retardado nuestro progreso, y de los medios que habría para removerlas", ASRA, comunicación, autorizada por los restantes investigadores del proyecto, de las
III, 1869, págs. 275-280. y 332-340, pág. 339. tablas aún inéditas aquí utilizadas.
14
27
Loe. cit. n. 26, págs. 280 y 333. Sobre esa evolución en la ganadería ovina (en que estas formas habían sido
28
Proyecto sobre contingentes presentado por J. M. Jurado en la Asamblea de la particularmente frecuentes), remito a la tesis inédita de Hilda Sábato, Wool pro-
Sociedad Rural Argentina, de 12-VIII-l 869, ASRA, III, 1869, pág. 287. duction and agrarian structure in the Province of Buenos Aires, North of the
29
José María Jurado, "La frontera", ASRA, XI, 1877, 417421 y 476-480, pág. Salado, 1840's-1880's, University Collegc, London, 1980, caps. II y III.
15
478. Sociedad Rural Argentina, "Derechos de exportación. Petición al Congreso
30
Nicomedes Antelo, "Cuestiones económicas. Cartas del Señor Alvear", ASRA, Nacional, 2-VI-1869", en E. Olivera, Miscelánea, I, 554 ("La Sociedad Rural
IV, 1870, págs. 117-120 (a este comentario precede la reproducción completa de Argentina [...] como conocía por otra parte que el país se hallaba empeñado en
las dos cartas de Alvear a V. G. Quesada). una guerra desastrosa, que exigía grandes sacrificios y de la que no podía retro-
31 ceder sin gran pérdida de nuestra importancia política, calló y sufrió en silencio
José Francisco López, "Colonización de la frontera", ASRA, III, 1869, pág. 45
32
B. Victory y Suárez, "La sarna de las ovejas y el derecho de propiedad", ante V.H. la ruina en que se veía envuelta por diferentes causas, entre las que figu-
ASRA, II, 1867, pág. 436. raban en primera línea los fuertes derechos de exportación " ya que no hacerlo así
33
Alvaro Barros, "La conquista de la Pampa", ASRA, III, 1868, págs. 270-275. "en una situación tan difícil habrían podido ser interpretadas sus justas y sanas
!4
"Distribución de tierra a los indios en Tapalquc. Proyecto de José Ma. Jurado", intenciones como un desahogo del egoísmo". Pasada la emergencia, la Sociedad
ASRA, VII, 1872, págs. 228-234; "Memoria de la Sociedad Económica del Azul Rural solicita ver premiada su pasada abnegación).
sobre el Proyecto [...] Jurado", ASRA, VII, 1872, págs. 235-239. "La crisis económica", RP, 10 y ll-VIII-1869; "Los derechos de exportación",
35
"Memoria" cit. n. 34, pág. 237. RP, 25-VIIM869; "Los derechos de aduana", RP, 25-111-1870.
47
36
Blas Dhers, "Correspondencia del Azul", ASRA, X, 1876, págs. 227-229. Gregorio Pérez Gomar, Idea de la perfección humana. Tratado de las aspiracio-
37
"Remates de tierras en Santa Fe" (sin firma), ASRA, I, 1876, pág. 128. nes individuales, sociales y políticas, dedicado a los pueblos, Montevideo, 1864,
38
Daniel Maxwell a Eduardo Olivera, "Estadística de exportación de frutos del pág. 5.
18
país", ASRA, II, 1867, pág. 520. Pérez Gomar,Idea..., págs. 57-58.
19
39
A. E[strada], "Intereses sociales", ASRA, I, 86. Pérez Gomar,Idea ..., pág. 75.
50
40
He aquí las raíces de la vocación política en la Argentina, de acuerdo con Pérez Gomar,Idea..., págs. 71-72.
51
Eduardo Olivera: "Al comercio de contrabando ha sucedido lo que nosotros lla- Pérez Gomar,Idea...,pág. 301.
52
mamos política, el trastorno de todos los intereses generales de la sociedad en be- Pérez Gomar,Idea..., págs. 309-310.
;3
neficio de los particulares mal entendidos de algunos individuos que [...] aturden Pérez Gomar,Idea..., págs. 287-289.
y entorpecen a este pueblo ya fatigado por las guerras, usurpaciones y carnicerías ' "Los Jueces de Paz. Reforma necesaria", RP, 11-IX-l 869.
ss
de todo género, con la vocinglería de sus adeptos, que se agitan siempre en una ex- "La descentralización administrativa", RP, 28-IX-1869.
6
citación febril por la conservación de sus monopolios, que lian llegado a formar ya "Los Jueces de Paz. Cuestión grave", RP, 16-XI-1869.
57
su modo de existencia", en E. Olivera, "Llagas sociales y modo de curarlas", "Las elecciones y los distritos", RP, 28-1X-1869.
58
"La fuerza pública", RP, 2-X-1869.
ASRA II, 1868, pág. 97. 59
41
Ramón Vitón, que en carta al presidente Sarmiento ("La frontera y su defen- "La gran dificultad", RP, 4-IX-1869.
sa", ASRA, II, 1868, pág. 355) se presenta como un hacendado de la campaña del "La fuerza pública", cit. n. 58. El texto original, en Pérez Gomar, Idea...,
Oeste perjudicado por la última invasión india, fecha su carta al ministro Fernán- págs. 339 y 343.
61
dez el 23 de diciembre de ese año (ASRA, III, 18G9, págs. 4-9). "Los saladeros", RP, 16-X-1869.
42
D. F. Sarmiento, "Sistema de elecciones en Buenos Aires y San Juan" (inédito " "El sorteo en la campaña", RP, 24-VIII-1869.
63
de 1872), en Obras Completas, XXXII, Buenos Aires, Luz del Día, 1952. Ya "La regeneración de la campaña", RP, 30-IX-1 869.
64
antes, en carta a Posse, de Rosario, 24-1-1870, contrasta a Buenos Aires, "ocupa- "Reformas nominales", RP, 10-IX-1869.
da por una vieja sociedad colonial que posee la tierra y guarda para sí las posicio- "El proyecto del diputado Rom", RP, 28-VIII-1869.
nes" con el sur de Santa Fe y Córdoba, donde "la revolución que nos hará nor- " "La gran dificultad", cit. pág. 59.
67
'"El Río de la Plata' fin la campaña", RP, 26-IX-1869.