Cosas Que He Aprendido de ARISTIPO y Los Cirenaicos
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LOS CIRENAICOS
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hacía, sino por razones sin duda coherentes con su filosofía del
placer. Pero también le preguntaron, como a Diógenes, por qué
hacía una cosa tan poco recomendable, e incluso se lo reprocharon.
_¿Por qué Aristipo, pagas a la cortesana Lais? No te das cuenta de
que esa mujer entrega su cuerpo al cínico Diógenes sin pedir nada a
cambio?
Aristipo respondió: “Es que yo no la pago para que no se acueste
con otros, sino para que se acueste conmigo?
Creo que esta es una respuesta tan ingeniosa como razonable, que
me recuerda a Oscar Wilde, pues Aristipo a menudo recuerda a
Oscar Wilde: sus ideas tienen el difícil mérito de ser al mismo
tiempo llamativas y razonables.
Fragmentos cirenaicos
En estos días he experimentado el placer multiplicado de leer por
fin una antología de fragmentos cirenaicos. Es una edición
preparada por Eduardo Acosta Méndez y publicada por el Círculo de
Lectores. Llevo varios años persiguiendo este libro, pues sólo se
podía adquirir comprando un lote completo de filosofía. Al fin, lo he
leído en la Biblioteca. La lectura de estos fragmentos me ha
confirmado que Aristipo es el filósofo que me resulta más simpático
de la Antigüedad y al que me siento quizá más cercano (tal vez con
excepción de Demócrito).
Aristipo es certero y divertido. Ya he dicho que me recuerda a
Oscar Wilde, pero también a Groucho Marx. Con Wilde y Groucho
compartía también, al parecer, la elegancia: el propio Platón, uno de
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sus mayores enemigos, dijo que era la única persona que podía llevar
con la misma elegancia la clámide o los harapos.
Aristipo nació en Cirene, pero, cuando oyó hablar de Sócrates
viajó a Atenas para conocerlo. Fue quizá su discípulo más amado,
pero también era célebre porque no aceptaba sin más las opiniones
de Sócrates, sino que las discutía siempre que no estaba de acuerdo.
De Aristipo aprendí también quizá que uno ha de ser “extranjero
en todas partes”, aunque creo que eso también lo decía Demócrito y
posiblemente también Epicuro. Extranjero es todas partes es casi lo
mismo que cosmopolita o ciudadano del cosmos, pero tiene una
matiz que me hace más atractiva la idea cireanica: extranjero en
todas partes elimina cualquier idea de posesión y además el
extranjero es quien más disfruta de los lugares. Por eso titulé uno de
mis weblogs Turista en Madrid: ser un turista en tu propia ciudad
es disfrutar realmente de ella.
Ya he dicho antes que a Aristipo le reprochaban vivir
públicamente con prostitutas y estar entregado al placer, pero él
respondía: “Poseo el placer, pero no soy poseído por él”. Este
manera de disfrutar el placer me gusta.
También Epicuro decía que si un placer te causa después displacer
quizá debas renunciar a él. En Francia se llegó por este camino al
cálculo de los placeres, que es una de las mejores ideas que conozco.
La medida y el cálculo de los placeres no te aleja de los placeres, ni
los hace mecánicos o fríos, sino todo lo contrario: te permite
disfrutarlos más, y más veces. En la película de Almodóvar el
hedonista protagonista no sabe seguir este consejo de Aristipo, de
Epicuro y de algunos pensadores franceses y lo pasa bastante mal.
Otra anécdota relacionada con su afición a las hetairas dice que
iba caminando Aristipo con un discípulo y entró en un prostíbulo. El
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