Serie EnsenÌ Anzas Que Los Padres No Podemos Delegar A Otros 3

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SERIE FAMILIA Y EDUCACIÓN

Enseñanzas que los


padres no podemos
delegar a otros (3)
María Estela Martínez

Preparado para Abel Esquivel; [email protected] con orden nr. 0121254289


REVISTA LA FUENTE
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El propósito de la revista La Fuente es inspirar,


equipar y fortalecer al obrero, líder y pastor
evangélico para potenciar el desarrollo y el creci-
miento de la Iglesia, el cuerpo de Cristo.

La revista La Fuente se publica bajo la personería


jurídica de la Asociación La Fuente, con número
de RUC 80111267-2, inscripta en los Registros
Públicos a inicios del año 2020.

Esta serie de artículos fue escrita por la Dra. María Estela Martínez y
publicada en la sección Familia y Educación de la revista LA FUENTE,
en las ediciones 206 al 208 (abril a junio de 2023).

María Estela Martínez


[email protected]

Doctora en Psicología Clínica y docente, María Es-


tela es miembro de la iglesia Centro Familiar de
Adoración de Capiatá, Paraguay. Realiza trabajo
de voluntariado con enfermos en hospitales. Hija,
esposa, madre, abuela y profesional.

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¿Estamos criando
personas solidarias?
EL APRENDIZAJE DE LA SOLIDARIDAD
DESDE LA VIDA HOGAREÑA

L a solidaridad es un valor que debe ser enseñado por los padres


y practicado por toda la familia. Si bien es un valor personal
como otros, la solidaridad va más allá de una simple palabra
corta, pues ella encierra mucha acción. Cuando hablamos de la soli-
daridad nos referimos al respeto y la empatía de cualquier individuo
hacia el otro.

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Este valor nos lleva a comprender que los demás necesitan de
nuestro apoyo, que hay situaciones que exigen de la buena volun-
tad, empatía y amor hacia los demás. A través de la solidaridad las
personas pueden llegar a conocer más su comunidad, realizar do-
naciones o participar de algún voluntariado; estas actividades men-
cionadas siempre son puertas hacia el respeto, el amor y la empatía.

ENSEÑAR, NUESTRO DEBER


¿Pero cómo podemos los padres trabajar con nuestros hijos este va-
lor que enseña sobre la tolerancia, la paciencia y el desapego volun-
tario? Y es aquí donde nace otra interrogante, pocas veces respon-
dida: ¿Cuándo fue la última vez que hablaste o enseñaste a tus hijos
sobre un valor?

De seguro te has quedado pensando. Es que a todos nos pasa,


porque como padres nos saltamos fácilmente la importancia de en-
señar el significado de los valores, y la mayor importancia de practi-
carlos. Lo más triste es que a menudo dejamos que la mayoría de las
cosas que deberíamos nosotros enseñar a nuestros hijos, lo apren-
dan en la escuela, en la iglesia, o tal vez en la televisión, o peor aun,
en las calles.

Hemos dejado que nuestros hijos aprendan las cosas buenas de


otros —y esto no necesariamente está mal—, muchas veces sin dar-
nos cuenta de nuestra propia falta. Pero cuán importante es que
nuestros hijos aprendan lo bueno de nuestras enseñanzas, y sobre
todo de nuestros ejemplos.

EL PODER DE LA SOLIDARIDAD
La solidaridad puede venir de parte de cualquier persona, y así mis-
mo puede dirigirse a cualquier persona, pero el alcance de la misma

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puede dejar un impacto mucho más amplio en la comunidad o el
lugar donde se la practica. Este valor tiene una particularidad muy
especial, y es que puede activar la participación de varios individuos
que se unen por una causa común, que es la de ayudar a alguien
que lo necesita. Es un valor que se considera también como una vir-
tud en las personas que la practican y hace que las mismas se man-
tengan unidas a los que necesitan, compartiendo con ellas no solo
sus necesidades, sino también aprenden a conocer de sus intereses,
incluso antes de que exista entre ellos algún lazo emocional.

Es importante conocer en familia sobre la solidaridad, pues esta


es la cuna de todos los valores que se verán reflejados en nuestro
día a día y que practicamos con la propia familia, los amigos, en el
trabajo y en muchos otros lugares que frecuentamos. Por eso, la im-
portancia de fomentar este valor de la solidaridad con nuestros hi-
jos, que nos lleva a ayudar y servir a otros sin esperar retribución a
cambio; ayudarles a ver que el hecho mismo de poder ayudar a los
menos privilegiados o favorecidos, ya es nuestra mejor retribución.

CÓMO ENSEÑAR LA SOLIDARIDAD


La misión de los padres a veces se torna complicada al momento de
tener que enseñar a los hijos sobre algo que muchas veces resulta
complejo explicar. Por ello es muy importante saber responder a los
hijos de la manera más simple las interrogantes que a veces plan-
tean. Explicaciones simples, sencillas, concretas, son las que ellos
también esperan recibir y, en este contexto, explicarles el significa-
do de la solidaridad, que se define como: la acción de dar, ayudar,
apoyar, entender, escuchar, etc., a aquellas personas que se encuen-
tran en algún estado de necesidad o vulnerabilidad.

¿Pero cómo hacer para que los hijos aprendan, y sobre todo prac-

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tiquen, la solidaridad? El trabajo empieza en casa, en el día a día y
con los ejemplos, y sobre todo desde pequeños. Es necesario que
los padres enseñen a los hijos a ponerse en el lugar del otro y eso
empieza en uno mismo, con los padres siendo los primeros ejem-
plos o modelos de solidaridad.

Está científicamente comprobado que a partir de los 2 años de


edad, los niños ya empiezan a tener conciencia del otro, y van ad-
quiriendo conductas como compartir y ayudar. Como padres, de-
bemos guiar a nuestros hijos desde los primeros años practicando
con ellos el amor, la empatía, el cuidado hacia el prójimo, porque
todo esto será la base para que nuestros hijos logren convertirse
mañana en adultos solidarios. Nadie puede dar a otro lo que no tie-
ne, y por eso es muy importante lograr que nuestros hijos crezcan
en un ambiente familiar sano, donde se practican los valores, y de
esa manera influir en los demás.

ALGUNAS IDEAS PRÁCTICAS


¿Cómo practicar con los hijos la solidaridad? Con las siguientes
ideas, es posible ayudar a nuestros hijos a ser solidarios sin mucho
esfuerzo:
• En casa ayudar con los quehaceres del hogar
• Organizar la habitación
• Dar de comer a las mascotas
• Sacar la basura
• Visitar al vecino enfermo
• Compartir un plato de comida y otros alimentos
• Ceder el asiento en el bus
• Donar de su dinero
• Compartir el tiempo con los demás
• Ofrecer su compañía a aquel que lo necesita

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• Donar o regalar aque-
llas cosas que ya no usa
La familia es la (calzados, ropas, libros, ju-
guetes)
cuna de todos los • Visitar un voluntariado
(llevar algo para compar-
valores que se ven tir)
reflejados en nuestro • En la escuela, compartir
la merienda con algún
día a día. compañero
• Escuchar al que lo ne-
cesita

Cabe recalcar de nuevo que estos aprendizajes inician en la casa.


Por eso es muy importante involucrar a los niños en las tareas del
hogar; ese es el inicio del aprendizaje de la solidaridad: ser solidarios
primeramente con los de la casa. Obviamente se debe tener en
cuenta la edad que tengan, y entonces inmiscuirlos en las activida-
des domésticas que sean acordes. Pueden iniciar con tareas simples,
como meter la ropa en la lavadora, retirar los platos a la cocina, or-
denar sus juguetes… todas actividades oportunas para trabajar la
solidaridad. Considera ir progresivamente adecuando las responsa-
bilidades a la edad.

LA EMPATÍA COMO FUNDAMENTO


De esta manera, se irá promoviendo la empatía, primeramente en-
tre los miembros de la familia. La empatía se enseña a través del
ejemplo. Si los hijos observan en su entorno esta cualidad, en algún
momento la identificarán y repetirán con naturalidad.

De todos modos, además de realizar actividades para trabajar la

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solidaridad, siempre es bueno tener presente hablarles de lo que es
la empatía y cómo esta contribuye a crear buenas relaciones con el
resto de las personas. Se les hará más fácil hacerlo primero con sus
seres queridos, y luego transpolar esto a los demás.

«Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insis-


tas con firmeza, para que los que creen en Dios procu-
ren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas
y útiles a los hombres» (Tito 3:8 RV60).a

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Haga de sus hijos
personas perseverantes
ENSEÑANDO A LOS HIJOS EL VALOR
DE LA PERSEVERANCIA

E stamos viviendo tiempos donde nuestros niños se muestran


cada vez más vulnerables, sensibles y frágiles. Los niños de hoy
en día enfrentan una gran cantidad de desafíos cotidianos que
ponen a prueba su resistencia emocional y les exigen desarrollar ha-
bilidades para enfrentar situaciones difíciles. Es por ello que hoy nos
interesa conversar sobre la importancia de enseñarles sobre la per-
severancia.

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Se ha observado que los niños actuales son más propensos a la
frustración, pierden el interés con facilidad y se distraen con fre-
cuencia, lo que hace que parezca difícil enseñarles sobre la perseve-
rancia. No obstante existen técnicas que podrían ayudarnos a lo-
grar que nuestros hijos manifiesten o demuestren apertura a las en-
señanzas que reciben en casa, porque es tarea nuestra, de los pa-
dres, formar a nuestros hijos en los valores, y tarea de los maestros y
la sociedad misma reforzar estos aprendizajes adquiridos en el ho-
gar. El trabajo en conjunto es una de las capacidades que siempre
arrojan buenos resultados.

¿A qué edad podemos comenzar a enseñar la perseverancia a


nuestros hijos? Estimular en este valor a nuestros niños desde muy
pequeños nos ayudará a crear adolescentes, jóvenes, incluso adul-
tos, perseverantes.

QUÉ INCULCAR
1. Sentido de propósito
Uno de los factores fundamentales es instruir a nuestros hijos para
que ellos crezcan sabiendo que tienen un propósito y ese propósito
debe darle un sentido a la vida, de tal manera a lograr en ellos no
solo el interés, sino la pasión en la práctica de la búsqueda del
propósito; es ahí donde iremos también enseñando sobre la perse-
verancia.

2. Metas por lograr


Trazar metas es otro de los factores que nos ayudan a crear interés.
Trabajar con nuestros hijos con metas nos ayudará a desafiarlos a
alcanzar aquello que desean lograr; y para alcanzarlo necesitan
comprender y asumir el valor de la perseverancia, así como ser re-
sistentes a los conflictos que pudieran presentarse, al fracaso e in-

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cluso a la frustración que podría traer el no alcanzar lo deseado.

3. Resiliencia
Explicarles que el fracaso también forma parte del proceso de
aquello que deseamos obtener. El ser resistente a la frustración los
irá forjando de alguna manera y de hecho los ayudará a ser más re-
sistentes. Esa actitud de resiliencia les ayudará a alcanzar sus metas
y, sobre todo, les permitirá ser más felices, se sentirán seguros y con-
formes.

CÓMO TRABAJAR CON ELLOS


Lograr que nuestros hijos comprendan el valor de practicar la per-
severancia, no solo les ayudará en su crecimiento personal, sino que
les ayudará también a en-
tender el valor y el sentido
que tiene la vida, el valor
del propósito que hay en
cada uno de ellos. Generará
en ellos la pasión y la volun-
Ser perseverantes
tad firme de lograr todo no es sinónimo de
aquello que se propongan —
sin minimizar los ganar siempre, sino
obstáculos que pudieran
presentarse—, y la confian-
saber que con la
za de que con la ayuda de ayuda de Dios lo
Dios son capaces de lograr
sus planes, de corto o largo podemos lograr.
plazo, a pesar de las dificul-
tades que surjan.

Ser instruidos en la perse-

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verancia les enseñará que, para lograr las metas más grandes, tam-
bién tendrán que trabajar por los objetivos más pequeños. Apren-
derán el valor de hacer sacrificios, enfrentar y solucionar los proble-
mas, y en el trayecto irán conociendo sus potenciales, descubrirán
sus talentos, y se sentirán mejores personas cada día, porque cuan-
do se comprende el verdadero significado de la perseverancia, uno
se vuelve indetenible.

Algo que no podemos pasar por alto es que nuestros hijos deben
sentirse cómodos, seguros y confiados; no solo confiados en sí mis-
mos, sino confiados en los padres. Entonces, ante un desánimo o
pérdida de interés, es importante presentarles la posibilidad de es-
coger nuevas experiencias, de modo a despertar en ellos interés en
descubrir primeramente aquello que los apasione —un libro, un
instrumento musical, un deporte, etc.— y luego direccionarlos ha-
cia aquello con que se identifiquen y, a partir de ahí, instruirles en la
perseverancia por alcanzar sus anhelos.

COSAS QUE HAY QUE GANARSE:


RESPONSABILIDAD Y EXPERIENCIA
Tener en cuenta que la perseverancia va de la mano de la responsa-
bilidad, y viceversa. Entonces, cuanto mayor sea el interés o la atrac-
ción que su hijo sienta hacia algo, sea un trabajo, un deporte, o cual-
quier actividad, y al direccionarlo a enfocarse en lo que verdadera-
mente despierta su interés, lo más probable es que persista en lo
que decida hacer. Su interés despertará su perseverancia, y esta al
mismo tiempo su compromiso, y esto lo llevará a invertir cada vez
más tiempo y dedicación en lo que lo apasiona. Como padres, el
trabajo será el de ayudarles a desarrollar las habilidades y forjar en
ellos la perseverancia.

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Al mismo tiempo, mientras crece el niño irá conociéndose, acu-
mulando experiencias que lo irán desafiando, y de esta manera irá
adquiriendo nuevas habilidades emocionantes y divertidas. Pues
cuando son pequeños, el aprendizaje ocurre rápidamente, se da ca-
si de manera espontánea, hasta que llegan a cierta edad donde el
desarrollo de ciertas capacidades se vuelve más difícil y menos no-
torio. Esto mayormente, o por lo general, se empieza a dar en la
adolescencia; es en ese momento cuando como padres uno debe
reforzar las estrategias o hacer hincapié en la práctica de los valores
ya mencionados, y ofrecerles un mayor apoyo emocional, obvia-
mente sin dejar de ser firmes. Reforzando lo aprendido por ellos, les
ayudamos a que siempre se mantengan persistentes a pesar de las
circunstancias que les toque pasar en la difícil etapa de la adoles-
cencia.

NO CANSARSE DE INSISTIR
Los casos que se dan en esta etapa tan complicada para ellos (y
también para los padres, pues no es fácil direccionar a un adoles-
cente), suelen ser la pérdida de interés en las cosas que antes les
gustaban. Entonces tienden a desistir, se vuelven incumplidos, pere-
zosos, poco responsables.

Como padres, debemos insistir en la importancia de respetar y


asumir las obligaciones contraídas, ayudarles a no renunciar, a se-
guir siendo persistentes, aprender a tolerar la frustración. Es impor-
tante explicarles que a veces las cosas no salen como uno quiere o
espera, pero que de igual manera uno debe saber gestionar ese tipo
de situaciones, enfatizando la lealtad con uno mismo y con los
demás, así como el sentido de pertenencia y compromiso. También
tendremos que acompañarles si se presentan dificultades, sobre to-
do escucharles, pues son etapas donde nuestros hijos son más vul-

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nerables; dedicarles tiempo, atención, amor, seguridad. Todo esto
les ayudará a ser perseverantes, a valorar todo lo que alcanzan y lo-
gran, a entender que ser perseverantes no es sinónimo de ganar
siempre, sino saber que con la ayuda de Dios lo podemos lograr.

Y lo más importante: enseñar a los hijos a través del ejemplo.

«No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debi-


do tiempo cosecharemos si no nos damos por venci-
dos» (Gál. 6:9).a

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Enseñemos a nuestros hijos a
comunicarse correctamente
ENSEÑANDO A LOS HIJOS EL VALOR

«
DE LA BUENA COMUNICACIÓN
No es lo que decimos, sino cómo lo decimos». Esta frase
siempre me lleva a reflexionar sobre la comunicación
que tengo con mis hijos y mis nietos, y al analizarlo, mu-
chas veces he tenido que reconocer que en ocasiones el mensaje
que estoy dando no les es claro y hasta les ha dañado. Me ha tocado
corregirme como madre, abuela, esposa, y hasta como profesional
en reiteradas ocasiones, no tanto por lo que digo, sino por cómo lo

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digo. Hecha esta aclaración, quisiera dejarles algunos consejos que
me han ayudado bastante en todas las áreas de mi vida.

LA BASE DE TODAS LAS RELACIONES


¿Qué queremos comunicar a nuestros hijos y cuál es la mejor mane-
ra de hacerlo? La comunicación entre padres e hijos es fundamental
dentro de la convivencia familiar, pero más allá de eso, la comunica-
ción es la base para contribuir a la formación integral de los niños y
jóvenes de modo a tener una relación y experiencia familiar más sa-
ludable.

La comunicación es uno de los pilares de la familia. El desarrollo


humano en la sociedad se da a partir de dos personas que se comu-
nican eficazmente, cuanto más importante es entonces saber co-
municarnos con nuestros hijos. Al considerar la importancia de una
buena comunicación para el desarrollo de nuestros niños y adoles-
centes, en este apartado tendremos en cuenta lo constructivo de
una correcta comunicación con nuestros hijos y cómo podemos lo-
grar esto desde la conviviencia familiar.

Toda relación interpersonal se sustenta en la comunicación. Vie-


ne a ser como un punto de fusión, más aun en el relacionamiento
familiar, entre padres e hijos. Como mencionábamos en artículos
anteriores, es dentro de ese relacionamiento donde se aprenden los
valores y hábitos que se trasladan a otros espacios que frecuenta-
mos. Y es ahí donde una buena comunicación nos ayuda a poder
expresar mejor nuestros deseos e ideales, o tal vez nuestras necesi-
dades, ante los demás. Si nuestros hijos logran aprender a comuni-
carse con los padres con seguridad, también lo harán con su entor-
no.

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NIÑOS Y JÓVENES CON CONFIANZA
Por medio de una buena comunicación las personas comprenden,
estructuran modelos de pensamientos y se relacionan con los
demás de manera eficaz. Una correcta comunicación en el hogar
no solo ayudará a mejorar la relación entre los miembros de la fami-
lia, sino que además ayudará a que los niños y adolescentes puedan
emplear pautas adecuadas de comunicación, diálogo coherente y
solución de conflictos, y lograrán asimismo gestionar sus emocio-
nes y potenciar su área cognitiva. Y lo más importante: sabrán rela-
cionarse con los demás, con buena autoestima. La percepción que
tendrán de sí mismos estará cimentada en la confianza y la seguri-
dad.

Todo lo que comunicamos o trasmitimos como padres se asienta


en el cerebro del niño, este lo procesa y lo lleva a la funcionalidad.
Una palabra negativa o insultante activa la amígdala, estructura del
cerebro vinculada a las alertas, y genera una sensación de malestar,
ansiedad o ira. Por otro lado, las palabras positivas o estimulantes
son asimiladas por el hemisferio derecho del cerebro, que es el de
las emociones, por lo tanto, van a generar placer, sorpresa y alegría.
Sin embargo, todo depende del tono, el volumen y el contexto.
¡Imagínese que hasta la reprimenda más fuerte puede asimilarse
bien si se la dice en un tono suave!

PARA UNA MEJOR COMUNICACIÓN


Existen muchas estrategias para mejorar la comunicación en el ho-
gar, pero a veces lo que a uno le resulta eficaz tal vez no lo sea para
otro. Es por eso que probar las alternativas es buen plan; alguna de
ellas nos ayudará a encontrar una respuesta y tal vez una solución.
Recordemos que la falta de comunicación o la incorrecta comuni-
cación en el hogar puede desencadenar múltiples conflictos y afec-

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tar no solo la convivencia, sino también la salud mental de los
miembros de la familia, y enfatizando el último punto, la salud
mental se encuentra bastante desprotegida en nuestra sociedad, y
cuán necesario es empezar a cuidarla desde el hogar.

Si no existe una buena comunicación familiar será mucho más


complejo llegar a acuerdos o comprender las necesidades, exigen-
cias, problemáticas o situaciones que pudieran estar afectando a los
niños y adolescentes. Existen algunas pautas que resultan positivas
para mejorar la comunicación en el hogar:

1. Asertividad en la comunicación: La asertividad es la habilidad


de expresar de manera adecuada, sin hostilidad ni agresividad, tus
emociones frente a otra
persona. Al desarrollar cri-
terios o pautas de comuni-
cación asertiva se logrará
Los padres tenemos la fortalecer la relación entre
padres e hijos, asegurando
responsabilidad de in- así la confianza al momen-
to de expresar los pensa-
formar y de enseñarles mientos, emociones e ideas
a nuestros hijos sobre dentro de un marco de res-
peto, armonía y seguridad.
los recursos que dispo-
nen para una buena 2. Uso correcto del len-
guaje. Esta comunicación
comunicación. también debe procurar en-
marcarse en los paráme-
tros del uso corecto del
lenguaje, verbal o escrito.

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Vivimos en un tiempo en que todo se basa en la mensajería rápida
o instantánea, donde emitimos mensajes cortos y muchas veces
poco claros, o incoherentes. Es importante el rol de la familia como
un agente preventivo para cuidar que los hijos no caigan en el error
de emitir mensajes confusos, con contenidos erróneos, o textos mal
redactados. En estos tiempos, lastimosamente, los adolescentes y
jóvenes han perdido el hábito de la lectura, y por lo mismo, sus re-
dacciones a menudo están llenas de errores ortográficos. Porque
una buena comunicación resulta de lo que hablamos o escribimos
correctamente, cualquiera sea el lenguaje que utilicemos.

3. Espacios para el diálogo: Al crear y propiciar espacios para el


diálogo, los padres también están demostrando interés en que los
hijos les entiendan, comprendan las pautas y que se sientan seguros
al relacionarse con ellos. Este espacio les ayudará a mejorar la rela-
ción con sus hijos. No necesariamente será un espacio para corregir,
o disciplinar, sino también ha de ser un espacio para conversar so-
bre los intereses de los hijos, sobre lo que pasan en su día a día, so-
bre cómo les fue en la semana, sobre las cosas que les gustan y dis-
frutan, sobre lo que piensan de la vida. Esto no solo hará que ganen
la confianza de sus hijos, sino que les ayudará a fortalecer el vínculo
familiar y reforzar los valores, sostenidos por el amor incondicional
y la comunicación abierta con los hijos.

Y he dejado lo más importante para el final:

4. Hábito de la bendición: Aprenda a declarar la bendición de Dios


sobre la vida de sus hijos. Cambie su lenguaje. Empiece por erradi-
car las palabras negativas. Elimine la autocrítica y la crítica destruc-
tiva hacia los demás. No utilice malas palabras, aquellas que ofen-
dan o humillen. Adquiera el hábito de la gratitud. Al levantarse, ce-

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lebre el nuevo día y transmítalo en el hogar: sus hijos lo estarán imi-
tando (ellos a veces no escuchan los consejos, pero siempre miran
los ejemplos). Declare palabras de bien sobre ellos cada día: te amo,
te bendigo, todo estará bien, tú puedes, eres un campeón, lo vas a
lograr, confío en ti.

«Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no menos-


precies la dirección de tu madre; porque adorno de
gracia serán a tu cabeza, y collares a tu cuello» (Prov.
1:8-9 RV60).a

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¡Saber más!

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