Las Cargas Del Matrimonio. Dotes y Vida Familiar en La Nueva

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Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México

Chapter Title: LAS CARGAS DEL MATRIMONIO. DOTES Y VIDA FAMILIAR EN LA NUEVA
ESPAÑA
Chapter Author(s): Pilar Gonzalbo Aizpuru

Book Title: Familia y vida privada en la historia de Iberoamérica


Book Subtitle: Seminario de historia de la familia
Book Editor(s): Pilar Gonzalbo Aizpuru and Cecilia Rabell Romero
Published by: El Colegio de Mexico; Instituto de Investigaciones Sociales de la
Universidad Nacional Autónoma de México

Stable URL: http://www.jstor.com/stable/j.ctv47wf2t.12

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Familia y vida privada en la historia de Iberoamérica

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LAS CARGAS DEL MATRIMONIO.
DOTES Y VIDA FAMIUAR EN LA NUEVA ESPAÑA

PILAR GONZALBO AIZPURU


Centro rk Estudios Hiswricos
El Colegio de México

Entre las fórmulas usuales en los documentos relacionados con la aporta-


ción de dotes matrimoniales destaca por su frecuencia y simplicidad la de
"ayudar a sustentar las cargas del matrimonio". Es la expresión comúnmen-
te empleada por los padres o parientes de la novia, otorgantes de la dote,
a diferencia del testimonio del cónyuge, en el ofrecimiento de las arras propter
nuptias, que se refiere por lo general a la virginidad, honestidad, buenas
costumbres y virtudes de su esposa. Cualquier lector malicioso pondría en
tela de juicio las tan elogiadas virtudes, mientras que parece superfluo
discutir la pertinencia de lo expuesto por la familia de la novia. Y, sin
embargo, este tema adquiere particular importancia cuando pretendemos
indagar acerca de las consecuencias que tenía para la economía familiar la
aportación de la novia en los enlaces matrimoniales; también cuando
buscamos indicios de la reconocida intención de establecer redes de paren-
tesco entre familias influyentes y de su aparente fracaso durante dos centurias,
y, desde luego, al reflexionar en torno al tema de la posición de relativa
independencia o sumisión de las mujeres, dentro y fuera del matrimonio.
El objetivo de proteger a la futura esposa, poniéndola al amparo de
inmediatas estrecheces en su nuevo estado, aparece explícito en las funda-
ciones piadosas destinadas a la dotación de doncellas huérfanas y necesita-
das. Algo más complejo es el caso de las aportaciones familiares, ya fueran
como parte anticipada de la legítima paterna o materna, como legado de
un pariente próximo o como herencia de un anterior marido difunto. Otras
circunstancias distinguen las donaciones piadosas de las aportaciones
familiares, como las cantidades invariables y relativamente modestas pro-
porcionadas por las cofradías y por las numerosas obras pías de "casar
huérfanas", y la peculiaridad de que siempre se entregaban "en reales",
existiese o no un ajuar adicional u otros bienes familiares.
La Nueva España no podía permanecer al margen de las modas y
costumbres castellanas, aunque era frecuente que llegasen con algún retra-
so; de modo que no es raro que pueda apreciarse, a partir de comienzos

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208 ESTRATEGIAS FAMIUARES

del siglo xvn, el progresivo aumento en el monto de las dotes. 1 Casi media
centuria después, cuando la despoblación de España constituía un motivo
de preocupación para los consejeros de la monarquía, varios autores
subrayaron la conveniencia de fomentar los matrimonios y la necesidad de
poner freno a la exigencia de elevadas dotes. 2
La dotación de doncellas para el matrimonio era asunto en el que toda
la familia participaba y que a menudo se planeaba como una estrategia que
permitiera fortalecer la posición económica de la parentela. Algunos de los
emigrantes residentes en la Nueva España, al alentar a sus parientes a viajar
al Nuevo Mundo, no dejaban de advertir que los mozos viajasen solteros,
para obtener una jugosa dote en las Indias, mientras que las jóvenes harían
bien en contraer nupcias antes del viaje, puesto que una dote más modera-
da podría ser suficiente en la Península. Las cifras mencionadas en esta
correspondencia son las más altas de las que aparecen en los archivos
notariales, de modo que parece haber una notoria exageración al decir que
"son los dotes de a veinte mil pesos los moderados, que otros exceden a
treinta y de allí arriba". 3 Lo que parece indudable es que, a uno y otro lado
del Atlántico, los hombres buscaban novias provistas de dotes atractivas,
con el mismo afán que pretendían la obtención de jugosas rentas. 4
La observación del abogado castellano Martín González de Cellorigo,
de que sólo debería autorizarse la aportación femenina de un moderado
ajuar al matrimonio, tendía a distinguir, precisamente, lo que sería motivo
de lucro y lo que serviría tan sólo como soporte para un razonable bie-
nestar doméstico, adecuado al nivel social de los contrayentes. 5 Y éste es
un punto clave en la cuestión relativa a la importancia real de las dotes,
como medio de distribución y preservación del patrimonio familiar y como
signo de la posición de la mujer dentro del hogar. La importancia de la dote
en la vida social novohispana parece referirse a su función necesaria, como
complemento de los ingresos familiares y no sólo a su carácter de seguro
que podría atenuar los riesgos de un futuro incierto para la esposa. Era, al
mismo tiempo, un mecanismo que contribuía a alentar los matrimonios
entre iguales y a dar a ambos cónyuges una posición similar dentro del
hogar; en todo caso, se trataba de algo más complejo que la simple rutina,
tradición o prejuicio. Si las familias de modestos recursos y las de aristocrá-
tico linaje se preocupaban por dotar a sus hijas, y si los fieles piadosos

1 Entre otros autores Ida Altman hace notar este incremento, Altman, 1992,
pp. 195-197.
2 Bennassar, 1983, p. 95.
3 Carta del doctor Céspedes de Cárdenas a su primo el bachiller Alonso
Berna!,
desde
México, a 1 de abril de 1574. Una referencia similar se encuentra en la carta de Luis de
Córdoba a su mujer, desde Puebla, deiS de febrero de 1566; en Otte, 1988, pp. 88 y 148.
4 Bennassa1~ 1989, p. 512.
5 Bennassar, 1983, pp. 94-97.

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DOTES Y VIDA FAMIUAR EN LA NUEVA ESPAÑA 209

tenían en cuenta a las doncellas casaderas como beneficiarias de sus


legados testamentarios, era porque lo consideraban un requisito necesario
para un matrimonio feliz o al menos respetable.
Nadie discutiría hoy que la seguridad concedida por la legislación a los
bienes parafernales de la esposa era una de las medidas destinadas a su
protección. 6 Mucho más sutil, y por lo tanto difícil de precisar, es la forma
en que la dote afectaba la organización de la vida doméstica y, por tanto, la
sumisión o indocilidad de la mujer dentro del hogar. Para hacer luz en este
problema podemos recurrir al análisis de la cuantía y composición de las
dotes en diferentes momentos y a su relación con el capital declarado por
el marido en el momento del enlace. No parece explicable, al menos como
regla general, que se resignase a una posición subordinada quien había
aportado el dinero, tributo, haciendas, herramientas, mercancías o rentas
con las que subsistía la familia.
No faltan signos indicadores de la importancia concedida a la aporta-
ción económica femenina: por una parte, la clara separación entre bienes
gananciales del matrimonio y propiedades exclusivas de la esposa; además,
la frecuencia con que la dote se adjudicaba por testamento a otra persona
de la propia familia, siempre dando preferencia a la línea femenina; en los
textos de las escrituras notariales, los términos utilizados para conminar al
marido a cuidar la administración, en la que comprometía su propio
patrimonio en defensa de la dote que se le confiaba; por último, pero quizá
lo más expresivo, el denuedo con que muchas mujeres defendían su dote y
la renuencia de no pocos maridos a firmar la correspondiente carta dotal.
En 1652, doña Thomasina de Izeta y Lozano, arrepentida de haber
firmado algunas fianzas, acudió al escribano público para dejar constancia
de que nunca fue su intención comprometer su dote de 35 000 pesos, que
firmó los documentos obligada por su marido, que era "colérico y de rígida
condición" y que se acogía a la ley que impedía al marido comprometer los
bienes dotales. 7
Al menos un novio dejó sin firmat: la carta dotal, la víspera de su boda,
"por no obligarse a la devolusión y saneamiento de la dote y arras, en caso
de disolverse el matrimonio o de que falleciese su esposa sin sucessor". 8
Pero la mayoría aceptaba la fórmula para defender los bienes que recibía,

6 Asunción Lavrin y Edith Couturier han señalado la importancia de las dotes como
elemento que aseguraba a la mujer una posición de autoridad dentro del hogar, de modo que
"el poder del hombre, aunque real, no era tan completo como se ha venido creyendo", Lavrin
y Couturier, 1979, p. 303.
7 Contradicción y reclamo de fianzas, ante Toribio Cobián, 25 de junio de 1652. Archivo
Histórico de Notarías de la Ciudad de México. En Jo sucesivo AHNCM.
8 Carta dotal, sin firmas, ante Miguel de Castro Cid, 21 de mayo de 1732, AHNCM.

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210 ESTRATEGIAS FAMIUARFS

asegurando que "no los obligaré a ninguna de mis deudas, crímenes o


excesos, y si lo hiciesse, no valga". 9
Por otra parte, ya que no siempre se firmaba la carta dotal ni se
realizaba el avalúo inmediatamente antes o después del matrimonio, varios
meses o años después se hacía constar que el marido cumplía el trámite a
instancias de la esposa y de la suegra. Y no cabe duda de que la oportuna
intervención de éstas en demanda de garantías para la dote podía salvar de
la ruina a la familia. En 1754, doña Dionisia González declaraba que aportó
63 000 a su primer matrimonio. Al quedar viuda invirtió su caudal en
compañía comercial con don Joseph Oyartegui, con el que casó después.
Lo que podría ser una magistral estratagema fue la cancelación de la escritura
de compañía, sustituida por carta de dote, en el momento de la boda. Así
quedaban a salvo las ganancias de la señora, por la muy respetable cantidad
de 144 371 pesos. En circunstancias en que los acreedores habían embargado
a su esposo, exigía la inafectabilidad de sus bienes, protegida por la ley. 10
Aunque menos explícitos, otros documentos dan a entender que la
repentina urgencia de la esposa por obtener una carta de avalúo de sus
bienes estaba relacionada con arriesgadas operaciones financieras de su
cónyuge. 11 Lo sorprendente es que un matrimonio acudiese en aparente
armonía a firmar un documento en el que ambos reconocían, de común
acuerdo, que el marido no podría disponer de los bienes de la herencia
paterna, recibida por ella, porque "los dilapidaría". No dejaba de advertir
la esposa que "no es su ánimo vulnerar ni denigrar la buena opinión y fama
del dicho don Francisco, su marido". 12
Desde nuestra perspectiva de fines del siglo xx, parecería que la
necesidad de contar con una dote para el matrimonio es un fenómeno
arcaico, que se remonta a un lejano pasado y cuya decadencia debió de ser
coincidente con el acceso a la modernidad. Sin embargo, esta apreciación
simplista debe matizarse con la observación de que la dote en Castilla,
como en la Nueva España, tuvo una etapa de auge creciente, que coincidió con
la primera modernidad del Renacimiento, y se mantuvo vigente aun en
plena época ilustrada. Para el presente estudio, he podido consultar 743
documentos relativos a aportación de dotes los cuales ofrecen información
más o menos detallada sobre determinados aspectos. 13 Sin duda podría

9 La fórmula varía ligeramente de uno a otro esclibano. Ésta corresponde a varias


escrituras de Miguel de Castro, en 1732-1733, AHNCM.
10 Testamento de doña Dionisia González de Arnáez Mansolo, 15 de marzo de 1754, ante
el escribano Bernabé Zambrano, AHNCM. · · ·
11 Avalúo dotal de doña María Regina Zerón, 2 de febrero de 1753, ante Bernabé
Zamb1·ano, AI-INCM.
12 Escritura protocolizada por Juan Arroyo, 15 de enero de 1740, AHNCM.
13 Afectuosamente agradezco la colaboración de los compañeros Ludia López, Ana
Luisa Viveros y Eugenio Reyes, cuya valiosa ayuda me permitió completar esta información.

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DOTES Y VIDA FAMIUAR EN LA NUEVA ESPAÑA 211

ampliarse la muestra, mediante una revisión exhaustiva de los protocolos


archivados, pero los datos disponibles son suficientes para mostrar tenden-
cias y confirmar la relación entre los cambios en la organización de la
sociedad y la aportación femenina a los bienes familiares. 14 Los documen-
tos muestran el distanciamiento creciente entre los grupos más adinerados y
los menos afortunados así como la final desaparición de los documentos
referentes a pequeñas dotes, que ya en el siglo XIX se limitaban a fundacio-
nes piadosas, a medida que aumentaban los caudales de una minoría
opulenta. Lo que no se aprecia, ni aun en la sociedad decimonónica, es una
sensible decadencia del uso de la dote como mecanismo de fortalecimiento
de las fortunas familiares.
Incluso a mediados del siglo XIX, la cantidad de dotes registradas
anualmente por los notarios de la ciudad de México, y el monto de las
mismas, manifiestan que estaban muy lejos de caer en desuso. Fueron 277
las escrituras de dote protocolizadas durante la década de 1836 a 1845, de
las cuales podemos dejar al margen las 102 otorgadas por cofradías y obras
pías y que se destinaron preferentemente a profesiones religiosas. 15 Las 175
dotes para matrimonio que otorgaron las familias durante este periodo,
se caracterizan por incluir cifras más elevadas que las usuales en siglos
anteriores. No se registró ningún caudal inferior a los 500 pesos y aun los com-
prendidos entre 500 y 2 000 y entre 2 000 y 5 000, alcanzan apenas 43% del
total. Frente a esto, contamos 57%, representado por las 58 dotes superiores
a los 5 000 pesos. Esto confirma la tendencia iniciada cien años atrás hacia
el abandono de las cartas notariales por parte de las familias de menores
recursos, lo que seguramente no significaba que no existiese aportación de
dote, sino sólo que no parecía importante recurrir a escritura pública para
hacerlo constar. Incluso, en algunos casos, se advierte que la esposa no llevó
dote "sino sólo unos trastos para la casa". 16 En cambio aumentó el grupo
de las familias enriquecidas, para las que era muy importante este tipo de
escritura.l 7
Por otra parte, se ha hecho notar que en los arreglos matrimoniales
llevados a cabo por los padres y tutores, la segunda mitad del siglo xvm
marca la supremacía de intereses económicos, por encima de consideracio-
nes de nobleza, hidalguía, virtud o prestigio, que pudieron tener mayor

14 De los 743 documentos mencionados, 102 corresponden a 75 años del siglo XVI, 137
al XVII, 227 al XVlll y 277 al XIX.
15 Incluso las que no especifican su destino para la vida conventual, dejan la duda de si
realmente se aplicaron al matrimonio, puesto que no es el marido quien firma la carta de re-
cibo, como en el siglo anterior.
16 Testamento de don Ciriaco Pedraza, 16 de marzo de 174 7, ante el escribano Bernabé
Zambrano, AHNCM.
17 Véase gráfica 1: Distribución de dotes según cuantía, de 1600 a 1845.

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212 ESTRATEGIAS FAMILIARES

GRÁFICA 1
Proporciones relativas (siglos XVII a XIX)
sin considerar el grupo inferior a 500 pesos

Porcentaje
de las dotes
50

40

30

20

10

o
500·2000 2000·5000 5000·10000 Sobre 10000
Monto de las dotes
18111 Siglo xvu ISSl Siglo xvm - SigiOXIX

La gráfica sugiere una diferenciación progresiva de la capacidad económica de los


distintos sectores de población, con decadencia tardía de los grupos de medianos recursos,
que dejaron su lugar a las grandes fortunas.

influencia en siglos anteriores. 18 Esta tendencia es apreciable en la secuen-


cia de las dotes otorgadas a lo largo del siglo y aun durante la centuria
siguiente, en la cual existe suficiente información de las capitulaciones
matrimoniales de familias adineradas. 19
Parece indudable, por tanto, que la disponibilidad de la dote fuera tan
importante para las empobrecidas hijas de conquistadores del siglo XVI
como para muchas jóvenes de familias de comerciantes o artesanos del xvm
y del XIX. Lo que cambió, de acuerdo con las circunstancias, fue la compo-
sición y cuantía de las dotes, así como los grupos que podían disponer
de cantidades más o menos elevadas.2° Un futuro estudio, que abarque
el periodo de transición, desde mediados del siglo xvm hasta finales
del XIX, podrá aclarar la forma en que se produjo la última fase de esta
evolución.

18
Seed, 1988, p. 125.
19
Las referencias de dotes del siglo XIX se han tomado de las Guías computarizadas ... , de
1836 a 1845.
20
Muriel Nazzari ha señalado estos cambios en el Brasil colonial, Metcalf, 1993.

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DOTES Y VIDA FAMIUAR EN LA NUEVA ESPAÑA 213

ENCOMIENDAS Y "REALES", ALHAJAS Y "TRASTOS"

Cuando los vecinos de la ciudad de México lamentaban el estado de po-


breza de algunas doncellas de limpio linaje, el virrey don Antonio de
Mendoza dispuso que se dotase con fondos de las arcas reales y que se
prefirieran para oficios públicos a quienes tomasen por esposas a las niñas
huérfanas recogidas en el Colegio de la Caridad. En 1552, una real cédula
ratificaba esta disposición: "que el dicho Don Antonio de Mendoza, en su
tiempo, ayudaba con algunos dineros para su casamiento de la Caja de Su
Majestad, y a algunos daba corregimientos y otros cargos[ ... ] ahora conven-
dría que se hiciese lo mismo".2 1 No cabe duda de que tal ofrecimiento
aumentaría considerablemente el atractivo de las doncellas, que llevaban
consigo la manutención de la familia. Para aquellas fechas ya se había hecho
cargo del Colegio la Archicofradía del Santísimo Sacramento, que tomó por
su cuenta la dotación de las niñas. 22 Anualmente se adjudicaban por sorteo
varias dotes de 500 pesos cada una.
Aun era mayor el aliciente que atraía a pobladores y conquistadores a
desposarse con hijas y viudas de encomenderos, quienes aportaban al
matrimonio el tributo de los pueblos que tenían adjudicados. El matrimo-
nio fue así, desde fecha temprana, el método preferido por los conquista-
dores y pobladores españoles para afianzar su posición por medio de redes
familiares. Según recientes investigaciones, al menos dos terceras partes de
los matrimonios realizados entre españoles de la élite, durante el periodo
de 1521 a 1555, estaban formados por parejas en las que ambos contrayen-
tes pertenecían a familias de encomenderos. 23 Los ejemplos de las familias
del comendador Leonel de Cervantes, de Alonso de Estrada y de Bernar-
dino Vázquez de Tapia, muestran la forma en que los matrimonios de hijas
y sobrinas contribuyeron a asegura~; la continuidad e influencia de la
familia, no sólo por el respaldo de su solidez económica, sino también por
los privilegios derivados de los ventajosos enlaces con funcionarios. 24
Muchas fueron las m~jeres que heredaron encomiendas de sus padres i
y maridos difuntos, y casi todas se casaron en breve plazo. Sesenta de ellas,
entre 1530 y 1570, las aportaron como dote a su matrimonio. 25 Esta situación,
que no volvería a repetirse en años posteriores, da un peculiar carácter a la

21 Puga, 1945, f. 200.


2 2 AGNM, Cofradías, vol. X.
23 Himmerich y Valencia, 1991, p. 72.
24 Himmerich y Valencia, 1991, pp. 63-70.
25 De las 60 dotes constituidas por encomiendas, 29 correspondieron a viudas de
encomenderos, 23 a hijas, 5 a hijas naturales, 3 a nietas y 1 a una nuera, por fallecimiento del
hijo, único heredero directo. Los datos, recogidos en las relaciones publicadas por lcaza,
Scholes y O'Gorman, han sido sistematizados en forma ejemplar por Himmerich y Valencia,
1991, pp. 113·266.

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214 ESTRATEGIAS FAMIUARFS

función de las dotes a mediados del siglo XVI. Quienes no disfrutaban de


tributos ni de mercedes de tierra, limitaron su aportación a un ajuar
bastante modesto y algunas cantidades en efectivo. Al reducirse el número
de encomiendas en el periodo inmediatamente posterior, se apreció un
considerable incremento del número de las dotes, con indiscutible predo-
minio de las cantidades en "reales". No abundaban las grandes fortunas, ni
aun las familias con una situación económica desahogada; por ello pode-
mos apreciar en las gráficas la elevada proporción de dotes cuyo valor no
sobrepasaba los 500 pesos, y que junto a las de 2 000 constituían las tres
cuartas partes de las registradas. 26
Una sola dote por encima de los 20 000 pesos es la excepción en este
periodo y la muestra de que quizá en determinados niveles podía exigirse
una fortuna elevada, como lamentaba el doctor Céspedes. 27 Sólo a fines del
siglo xvm y comienzos del XIX, se invirtió la proporción de documentos
correspondientes a los distintos grupos de valores, registrándose un núme-
ro mayor de los superiores a 1O 000 pesos.
En las gráficas 2 a 7 son apreciables ciertos rasgos peculiares de cada
momento, como la aparente movilidad de los grupos medios y el crecimien-
to sostenido de los más pudientes. Entre 1525 y 1599, la característica es el
auge y decadencia de la encomienda. A lo largo del siglo xvn es notable la
presencia de grupos numerosos con capacidad suficiente para otorgar
dotes de entre 500 y 5 000 pesos, lo que se consideraba una cantidad muy
respetable, dentro del mismo rango que las dotes exigidas por los conventos
femeninos; simultáneamente descendió la proporción de pequeñas dotes,
y no porque las cofradías y obras pías dejaran de otorgarlas, sino porque
los padres, hermanos y tutores las aumentaban con sus propios medios.
Precisamente la cantidad de 300 pesos, 1:tiada por las fundaciones para la
dotación de doncellas, era la que las familias de menos recursos acostumbra-
ban dar en reales. Tampoco era raro que varios parientes aportasen donacio-
nes por la misma cantidad, hasta sumar 600, 900 o 1 200 pesos. Las cifras
indican que a lo largo del siglo xvm se produjo un relativo empobrecimiento
de aquellas familias que redujeron sus donaciones hasta quedar una mayo-
ría en el grupo inferior. En el otro extremo, la proporción cercana a 20%
de las dotes superiores a los 1O 000 pesos, es realmente excepcional e indica
un notable enriquecimiento de una minoría que ya no era tan reducida.

26 Gráficas 2 y 3, periodos 1525 a 1569 y de 1570 a 1599. En todos los casos, los
porcentajes se refieren al número de dotes, clasificadas por su valor. Si se buscase el impacto
económico más que el social, se establecerían las proporciones por cantidades y, en tal caso,
una o dos de las dotes más altas superarían al co1~unto de todas las demás.
27 Documento citado en la nota 3.

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DOTES Y VIDA FAMIUAR EN LA NUEVA ESPAÑA 215

GRAFICA2
Composición proporcional de 75 dotes. Periodo global de 1525 a 1569

Porcentaje
de las dotes

80
70
60
50
40
30
20
10
o
HastaSOO 500·2000 2000·5000 5000·10000 Másde 10000 Encomienda
Monto de las dotes
Bl!l8 Reales • Ajuar • Inmuebles l8Zl Esclavos ISSJ Indeterminado E::J Encomiendas

GRÁFICA3
Composición proporcional de 27 dotes. Periodo global de 1570 a 1599

Porcentaje
de las dotes

Hasta 500 500·2000 2000·5000 5000·10000 Másde 10000 Encomienda


Monto de las dotes
Bl!l8 Reales • Ajuar • Inmuebles l8Zl Esclavos ISSJ Indeterminado r:::::l Encomiendas

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216 ESTRATEGIAS FAMIUARES

GRÁFICA4
Composición proporcional de 86 dotes. Periodo global de 1600 a 1650

Porcentaje
de las dotes

80
70
60
50
40
30
20
10
o
Hasta 500 500-2000 2000-5000 5000-10000 Másde 10000
Monto de las dotes
IIBIII Reales • Ajuar • Inmuebles ~ Esclavos ISSllndeterminado

5 GRÁFICA
Composición proporcional de 51 dotes. Periodo global de 1651 a 1699

Porcentaje
de las dotes

80
70
60
50
40
30
20
10
o
Hasta 500 500.2000 20ü0-5000 50ü0-10000 Más de 10000
Monto de las dotes
111111111 Reales • Ajuar • Inmuebles ~ Esclavos ISSl Indeterminado

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DOTES Y VIDA FAMIUAR EN LA NUEVA ESPAÑA 217

GRAFICA6
Composición proporcional de 125 dotes. Periodo global de 1700 a 1730

Porcentaje
de las dotes

80
70
60
50
40
30
20
10
o
Hasta500 500.2000 20Q0.5000 50Q0.10000 Másde 10000
Monto de las dotes
1111'.1111 Reales • Ajuar • Inmuebles l8XI Esclavos lSSllndeterminado

GRÁFICA 7
Composición proporcional de 102 dotes. Periodo global de 1731 a 1762

Porcentaje
de las dotes

80
70
60
50
40
30
20
10
o
Hasta500 SQ0-2000 20Q0.5000 50Q0.10000 Más de 10000
Monto de las dotes
1111111 Reales • Ajuar • Inmuebles l8XI Esclavos lSSllndeterminado

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218 ESTRATEGIAS FAMIUARES

Fue constante en todas las épocas la diversificación de la aportación


femenina en dinero y ajuar. El dinero en efectivo constituía parte impor-
tante de las dotes, en proporción numérica, porque casi todas las más
modestas lo incluían, y en valoración económica porque las más elevadas con-
sideraban sumas muy importantes. En el siglo XVI, 51.2% de las cartas
dotales mencionan dinero; en el XVII, la proporción sube hasta 70.58% y ya
en el XVIII llega a 81.93%. Éste puede ser otro indicio de que no había decaído
la importancia de la dote en aquellas fechas.
Además del dinero en efectivo, habría que considerar las escrituras de
obligaciones de pago, los censos sobre inmuebles, las mercancías destina-
das a la comercialización en una tienda, los telares para un tejedor, las
herramientas para el trabajo de platería, el ganado, y aun negocios comple-
tos aportados como dote, como una cacahuatería y varios mesones. Entre los
bienes inmuebles, las haciendas de labor constituían igualmente una fuente
de ingresos. 28 Los bienes inmuebles no constituían parte importante de las
dotes, y además no siempre son cuantificables, puesto que se registran sin
el avalúo correspondiente, como "las casas de su vivienda" o "casas princi-
pales sujetas a censo".
La presencia de esclavos como parte de las dotes impone la reflexión
de si se destinaban a la producción o al cuidado de la casa. En todo caso,
su importancia no puede medirse exclusivamente en función de su valor
monetario, ya que cinco o seis era el máximo mencionado. Sólo en una
ocasión se trataba de esclavos destinados al trabajo en una hacienda, "seis
piezas de hombres y mujeres", y en otro es un esclavo oficial de platería,
mientras que en los restantes predominan las mujeres que se dedicaban al
servicio doméstico.2 9 En las dotes superiores a los 5 000 pesos, y sobre todo
en la etapa comprendida entre 1630 y 1670, se incluyeron esclavos en la
mayoría de las cartas dotales; ninguno se registró en dotes inferiores a los
500 pesos y prácticamente desaparecen a partir de 1730. En promedio, 27%
de las dotes del siglo XVII y 13.72% de las del XVIII incluyeron esclavos, lo cual
indica un claro descenso de la esclavitud como servicio doméstico, lo
que se hace evidente en los documentos del último periodo, que registran
los caudales más altos, a los que correspondería más numerosa servidumbre.
A juzgar por las edades y características que describen a los esclavos
que formaron parte de las dotes, se diría que era costumbre entregar a las

28 Numerosas escrituras mencionan este tipo de aportaciones, ya sean instrumentos


anesanales, como telares y telas, o bancos de trabajo, cebada, azúcar, mercancías de Castilla
o Filipinas. En algunos casos se menciona que estos bienes pertenecieron a un anterior marido
difunto o a los padres de la esposa, de la misma profesión u ocupación que el novio.
29 Esclavos para la hacienda en la dote de María Arrigorrieta, 3 de febrero de 1759, en
protocolos de Bernabé Zambrano. Un negro de 25 años, oficial platero, en la cana de dote de
Mari Piquero, viuda, 16 de agosto de 1631, esuibano Gabriel López Ahedo, AHNCM.

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DOTES Y VIDA FAMIUAR EN LA NUEVA ESPAÑA 219

hijas casaderas algunos de los jóvenes nacidos en esclavitud dentro de la


casa paterna. Casi siempre se trata de "negritos" o "mulatillas" de entre 10
y 15 años y también hay familias completas de esclavos en las que el padre
es aguador o cochero, la madre cocinera y los hijos de poca edad entran
como parte del "lote". De 142 esclavos nombrados, 57 contaban con edades
desde pocos meses hasta 14 años, lo que equivale a 40% del total.
Tanto los esclavos domésticos como el ajuar personal y mobiliario
estaban proyectados para hacer más cómoda la vida de la recién casada,
pero ello no significa que en un momento dado no pudieran convertirse
igualmente en dinero. El recurso del empeño siempre estaba disponible y
la pignoración de alhajas o prendas de ropa era cosa común. En 1797, doña
Josepha Romero denunció a su marido por malos tratos, por haberla
despojado de lo que le dio como arras y porque había empeñado la ropa de
ella para sus vicios.3°

CADA OVEJA CON SU PAREJA

Los registros parroquiales y las informaciones matrimoniales han propor-


cionado ya testimonios acerca de la frecuencia con la que hombres y
mujeres novohispanos contraían nupcias con personas de su mismo grupo
étnico, de familias dedicadas al mismo oficio o profesión, del mismo nivel
socioeconómico y aun de la misma circunscripción parroquial. 31 Esto
podría ser compatible con la práctica, al parecer bastante extendida, de
casar a las jóvenes criollas de familias acomodadas con españoles peninsu-
lares o con sus parientes próximos. La formación de influyentes redes fa-
miliares en las postrimerías de la época colonial se apoyó en enlaces
convenientes, ya para consolidar el patrimonio de un mismo grupo fami-
liar, ya para buscar estratégicos apoyos en otros medios. 32 Si el comporta-
miento de los grupos de la élite es bien conocido, no puede decirse lo
mismo de las modestas familias que apenas alcanzaban a entregar 500 o 1 000
pesos como dote.
Los documentos dotales proporcionan información acerca de la apor-
tación femenina en el momento de la boda, que en ocasiones representaba
la totalidad de su herencia, y sobre el caudal del novio, que en las arras
propter nuptias, debía de ofrecer la décima parte de sus bienes. Rara vez se

30 Denuncia elll de noviembre de 1797. Archivo judicial, Penales, vol. 9, exp. 2.


31 Pescadm, 1992, capítulo 111.
32 La mayor parte de los estudios relativos a alianzas familiares se refieren a grupos de
la élite desde finales del siglo xvm hasta comienzos del XIX. David Brading, Diana Balmori y
Stuart Voss, John Kicza y otros autores han subrayado la importancia de los enlaces conyuga-
les en el fortalecimiento de determinados sectores criollos.

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220 ESTRATEGIAS FAMIUARES

firmaba carta de dote sin que efectivamente se hiciera entrega de los bienes,
pero podía advertirse que el pago se aplazaba por cierto tiempo. Mucho
menos seguros son los datos relativos a las arras, que casi siempre se
referían a una promesa. Algunos novios advertían que la cantidad señalada
no correspondía a la décima parte de su caudal, pero que la entregarían si
mejoraba su fortuna. Esto significa que los cálculos a partir de las arras sólo
sirven. como indicadores de lo que la sociedad consideraba aceptable y de
lo que las familias estaban dispuestas a reconocer como prueba de que no
se trataba de un matrimonio "desigual". Lo que puede asegurarse es que
no hubo considerables cambios a lo largo de 300 años y que las diferencias
de fortuna no eran más comunes en uno u otro grupo social. Una viuda de
platero, casada con oficial platero o una hija dé comerciantes que se casaba
con otro comerciante, como un ganadero casado con propietaria de hacien-
das, es algo común en las escrituras dotales. Las gráficas 8 y 9 muestran la
proporción entre los capitales de ambos cónyuges. Dado que, mediante
la donación de arras, la dote aumentaba con 1O% del capital del novio, una
sencilla operación muestra cómo el aumento de la dote y la consiguiente
merma del capital del marido, permiten aproximar las aportaciones de uno
y otro, sobre todo entre las familias de mayores recursos.
Los patrones de enlace matrimonial que imperaban en la élite novohis-
pana de la primera mitad del siglo xvn no diferían gran cosa de los que
pusieron en práctica los acaudalados empresarios de fines del xvm. En uno
y otro caso, la mayoría de los comerciantes mejoró su posición gracias al
matrimonio, ya por el beneficio directo de una importante dote aportada
por la novia o ya por el capital simbólico que su linaje y apellido repre-
sentaban. 33
Las elevadas dotes que recibieron algunos de los más destacados
comerciantes de la ciudad de México, entre los siglos XVI y XVII, estaban en
proporción con los capitales que ellos mismos poseían, 34 y este equilibrio
en la fortuna de los cónyuges no era privativo de los grupos privilegiados.
La proporción de dotes y arras muestra una clara tendencia a la unión de
fortunas similares, aunque sistemáticamente se resalte la supremacía eco-
nómica del varón, seguramente más imaginaria que real. La exagerada
valoración del monto de los bienes del varón se refleja en la tendencia a
redondear las cifras y en el uso continuo de expresiones como "que hoy en
día no caben en la décima parte de mis bienes" o "si algún día llego a alcanzar
fortuna".

~~ Louisa Schell Hoberman aHrma que dos tercios de los comerciantes, entre 1590 y 1660,
recibieron más de 20 000 pesos como dote, mientras que los enlaces con familias aristocráticas
como Lara y Cervantes aportaron privilegios de hidalguía. Hoberman, 1991, pp. 65-67.
M Hoberman, 1991, pp. 237-244.

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DOTES Y VIDA FAMIUAR EN LA NUEVA ESPAÑA 221

La generosidad en el ofrecimiento de las arras era arma de dos filos,


puesto que, en caso de quedar viudo y si estaba en posibilidad de hacerlo,
el marido tendría que entregar la cantidad comprometida, en vida o por
testamento, a los legítimos herederos de su esposa. Pero también podía
evitar el cumplimiento de su compromiso alegando que ofreció lo que no
tenía y que, por tanto, se trató de una promesa sin valor. Esto declaró en
1751 Juan Martín Astiz, comerciante, natural de Pamplona, que en su
primer matrimonio ofreció 6 000 pesos, pero "la donación no fue legal",
porque sus bienes sólo ascendían a 16 000. Para el segundo matrimonio,
quizá a instancias de un suegro justificadamente receloso, declaró detalla-
damente la composición de su caudal, que ascendía a 54 000 pesos.35
Inventarios precisos como éste, de los bienes del novio son realmente
excepcionales.
Un simple oficial zapatero, bordador, tejedor o barbero, difícilmente
prodría pretender que su mujer aportase una dote superior a los 500 pesos.
Una india cacique, en 1760, llevó al matrimonio 622 pesos. Si el marido era
dueño de panadería, propietario de recuas, maestro herrero o sedero,
sastre, jubetero, espadero o coronel de milicias (aunque fuese pardo o
mulato) podía recibir una cantidad entre los 1 000 y los 3 000 pesos.
Médicos, arquitectos, comerciantes y acuñadores de la Casa de Moneda,
disfrutaron de dotes de alrededor de 4 000 pesos, que incluso superaron
algunos tratantes y escribanos. Y ya en la escala más alta, los oidores y al-
caldes mayores, los condes y marqueses y los comerciantes del último
periodo, dispusieron de caudales de 20 000 a 50 000 pesos.
En muchos casos cabe presumir que los padres arreglaban el matrimo-
nio de sus hijas y que la carta de dote daba testimonio del acuerdo
económico a que habían llegado ambas partes; en ocasiones se dice expre-
samente que se hace entrega de determinada cantidad, porque el matrimo-
nio se hace "a satisfacción de la familia", pero fueron los comerciantes y
empresarios de los últimos ·años quienes aprovecharon con mayor desen-
voltura el matrimonio de los vástagos para afianzar las finanzas familiares.
Un ~jemplo por demás expresivo es el documento de capitulaciones matri-
moniales entre don Jacinto Martínez de Aguirre, natural de Navarra, quien
se casaría con doña Josepha Ugarte, a quien representan su madre y
hermano "en atención al poco conocimiento y corta edad...". Él reconoce
haber recibido, a cuenta de la legítima 50 000 pesos en reales, los cuales le
entrega la futura suegra, propietaria de una empresa de comercio:

!1 5 Inventario de bienes de Juan Martfn Astiz, 2 de enero de 1751, ante Bernabé


Zambrano, AHNCM.

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222 ESTRATEGIAS FAMIUARES

[... ] atendiendo al mayor aumento y comercio de la casa... conociendo la


utilidad conocida que será a ella y sus negocios el que se conserve administrán·
dola y manejándola bajo su dirección y gobierno, en atención al grande
conocimiento y práctica que tiene de su dependencias y haber estado asistien-
do a ella por más de 30 años[ ... ] por tanto, conociendo el singular provecho
que resultará a todos de esto, han venido unánimes y conformes de su propio
consentimiento, en otorgar las presentes capitulaciones matrimoniales, con los
pactos, calidades y condiciones que aquí se expresan[ ... ]

GRÁFICAS
Proporción de arras y dotes. Siglos xvn-xvm.
181 cartas de dote consideradas

Porcentaje del
valor de las arras
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
o
Hasta 900 Más de 1000 Hasta 900 Más de 1000
16Q0-1699 1700-1762
Bllll Dotes 100% ISSl Arras

Las condiciones consistían en que el capital de la dote se aportaría


como participación del matrimonio en el negocio "con la expresión de
declarar dicho Dnjacinto no poner otro alguno de su parte, por no tener
caudal ni traerlo al matrimonio" .36 Evidentemente en esta ocasión, y
después de 30 años de fieles servicios a la firma comercial, la mejor
recomendación de la honradez de don jacinto era su falta de fortuna.

!16 Escribano número 135, Miguel de Casanova Vasconcelos, vol. 841. Escriptura de
compañía y capitulaciones matrimoniales, 19 de enero de 1731.

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DOTES Y VIDA FAMIUAR EN LA NUEVA ESPAÑA 223

GRÁFICA 9
Aportación al capital conyugal considerada la donación de arras

Porcentaje
de las dotes
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
o
Hasta 900 Más de 1000 Hasta 900 Más de 1000
16()()-1699 1700.1762
I8B!III% de dotes ISSl Capital del novio

Un convenio similar, aunque en cantidades más moderadas, se estable-


ció simultáneamente con la escritura de dote para la explotación de una
hacienda. El suegro ofrecía 1O000 en reales como dote y a cuenta de la
herencia que le correspondería a su hija. El novio ofrece en arras 2 400,
que son un décimo de sus bienes, con el compromiso de completar otros
8 000 cuando disponga del dinero. Así constituyeron un capital en partes
iguales, con el que firmaron una escritura de compañía para la explotación
de la hacienda de San Bartolomé de Tepetates. 37
Mientras a muchos novios se les hacía fácil ofrecer una cantidad
cualquiera como arras, la tuvieran o no realmente, otros afirmaban su
honestidad, advirtiendo que no tenían otro caudal que su trabajo, con el ,
que esperaban mantener a su familia. Y, desde luego, fueron muy pocos los
hombres totalmente carentes de fortuna que casaron con una rica heredera,
como tampoco abundaron las doncellas robres que enlazaron con ricos
propietarios. Como excepción que confirma la regla, puede anotarse el
nombre de doña Thomasa Piñeiro, que llevó 270 000 pesos como dote,
recibiendo en arras 6 000. 38 Y, en el caso contrario, doña María Ignacia de

~ 7 4 de enero de 1751, recibo de dote y, en la misma fecha, escritura de compañía.


Escribano Bernabé Zambrano, AHNCM.
~ 8 Testamentaría de doña Apolonia Arcayos Garrote, 2 de diciembre de 1748, escribano
Juan José Zara zúa, AHNCM.

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224 FSTRATEGIAS FAMIUARES

Osaeta, recogida en casa de los condes del Valle de Orizaba, que aportando
4 642 pesos como dote, recibió en arras 10 000. Pese a la diferencia de
fortuna, parece que el enlace era del gusto de todos ya que el futuro esposo
se mostraba en grado sumo agradecido y consignaba: "quisiera lograr
muchos rey nos para tener que rendirle, no obstante, corrido y avergonzado
[... ]le mando en arras 10 000 pesos". 39
Sabemos que no todas las hijas se sometían dócilmente a la elección
paterna a la hora del matrimonio, pero, a juzgar por las cartas dotales,
podríamos suponer que una mayoría optaba por la obediencia. Y las
madres viudas eran quienes, con mayor frecuencia, tomaban las decisiones
y las imponían.

LAS RESPONSABIUDADES COMPARTIDAS

Los protocolos notariales hablan, sobre todo, de intereses familiares y de


aportaciones materiales, pero algo dejan entrever de las relaciones conyu-
gales y de las actitudes familiares. La persistencia de la costumbre de dotar
a las jóvenes y la progresiva diferenciación de grupos con mayores recursos
económicos está en relación directa con la evolución de una sociedad que,
poco a poco, abandonaba el sistema de castas o calidades para incorporarse
al de clases. Si bien no siempre anotaba el escribano la calidad de los
firmantes de cartas de dote, son muchos los que se presume que fueron
miembros de las castas y unos pocos los que claramente aparecen como
mulatos, indios o pardos. Los apellidos ilustres de otrora, como Cano
Moctezuma, que un día llevó en dote las más prósperas encomiendas,
quedaban reducidos a una modesta dote de 2 803 pesos en el primer cuarto
del siglo xvm. 40
Las "cargas del matrimonio" no sólo incluían la manutención de la
pareja, sino el sostenimiento de la prole y el mantenimiento de un hogar
decoroso en el que los signos externos de bienestar dieran testimonio de
la dignidad familiar. A esto contribuía la esposa con una buena administra-
ción doméstica y con los hijos que procreaba durante el matrimonio.
La elevada proporción de dinero en "reales" y la presencia en las dotes
de otros componentes, como haciendas y negocios, destinados a la produc-
ción, indican también que las mujeres tenían una participación activa en la
administración de los bienes familiares. A esto habría que añadir el elevado
número de mujeres que llegaban a desempeñar la jefatura del hogar, por

59 Carta de dote de don Manuel Urrutia de Vergara y Estrada Niño de Córdoba, 24 de


febrero de 1734. Escribano Juan Eusebio Chavero, AHNCM.
40 Carta de dote, fumada el29 de mayo de 1723, ante el escribano Nicolás Varela, AHNCM.

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DOTES Y VIDA FAMIUAR EN LA NUEVA ESPAÑA 225

muerte prematura del cónyuge o por celibato permanente. Y no es raro que


las dotes más elevadas se encuentren entre las viudas que contraían nuevas
nupcias. El brillo de los ducados hacía perdonable la falta de los atractivos
de la juventud. Por cierto que ellas, como algunas solteras, podían llegar al
altar acompañadas de uno o varios hijos naturales, lo que constituía una
carga adicional. De esto se lamentaba Bernardo Rodríguez, cuya esposa no
trajo dote "sino tres hijas naturales", muriendo ella a los 15 días. Las hijas,
a las que había socorrido en la medida de sus posibilidades, alegaban
derechos a los bienes del padrastro, con la suposición de que en realidad
era su padre natural. 41 Otros padres, más tolerantes o más pudientes,
dotaron generosamente a las hijas naturales de su esposa.
Coches y sillas de manos, vestuario lujoso y plata y porcelana como
parte del ajuar doméstico contribuían a rodear de prestigio al nuevo
matrimonio y eran muestra de la buena disposición de las familias de
ambos contrayentes. Los objetos suntuarios en el hogar eran importantes
sobre todo para los miembros de la nobleza, de la burocracia o del
comercio, porque para ellos, la imagen de opulencia era una necesidad
social. No cabe duda de que con la ayuda de los parientes y la colaboración
de la esposa, eran más llevaderas "las cargas del matrimonio".

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