Aiden Bates - Serie El Despertar Omega 1 - El Despertar Del Omega
Aiden Bates - Serie El Despertar Omega 1 - El Despertar Del Omega
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AIDEN BATES
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o por qué había terminado ahí. Y ahí había tantos otros niños que eran
más fáciles de cuidar, más fáciles de amar. No se había sorprendido
cuando todos se rindieron.
No era como si se hubiese portado mal. Siempre había sido
tranquilo y tímido, ansioso por agradar, obediente. Él pensaba que fue por
eso que ellos querían conservarlo. Porque cuando no caminaba durante la
noche, él era fácil. Él hizo lo que le dijeron. Respetó la autoridad. Pero la
última familia, los Bennets, de quienes pensó que podrían quedarse con
él… A sus hijos él no les gustó. No les gustó que tan a menudo era elogiado
por su calmada obediencia. Ellos inventaron historias sobre él, y Darren,
renuente a acusarlos abiertamente de mentir, no había sabido cómo
defenderse. Entonces los Bennets también se habían dado por vencidos
con él, y por entonces él tenía casi 14, demasiado viejo para ser lindo, y no
muchas familias habían estado interesadas en quedarse con él nunca más.
Entonces aprendió que ser tranquilo y obediente no te llevaba
a ningún lado. Solo hace que otros niños te odien. Y en el grupo de casas
había aprendido que, si no te defiendes, ahí estarían personas que
tomarían todo lo que te pertenece. Había aprendido que podía ser herido
por ser tranquilo, por ser obediente. Así que aprendió a decirle a otras
personas vete a la mierda, había aprendido a crecer, discutir y defenderse.
Y nunca había sido quien él era, nunca había venido naturalmente, pero el
caparazón había crecido sobre él hasta que usó la máscara más que su
propia piel.
El día que cumplió dieciocho años, ellos casi habían terminado
con él. Lo ayudaron a empacar sus maletas, y lo mudaron a un
departamento que ayudaron a pagar mientras estuvo en la escuela. Por un
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tiempo, eso estuvo bien. Había sido extraño, vivir por su cuenta. Extraño y
algo solitario, incluso aunque realmente nunca se había llevado bien con
los otros chicos. Siempre pareció haber algo sobre él que a ellos
simplemente no les gustaba. Algo que era diferente, que ellos no
entendían. Las personas siempre temían lo que no entendían.
Se había graduado, aunque con las justas. Realmente nunca
había sido inteligente, aunque algunos de sus profesores habían intentado
decírselo. Darren supo desde el comienzo que no lo era, y con más de
dieciocho había aprendido que no valía mucho. Por ejemplo: con la
escuela superada, había perdido todo el apoyo del sistema de crianza, y
quedo completamente por su cuenta.
Sin el cheque, no había sido capaz de permitirse el
departamento. Había terminado en un albergue para indigentes un mes
después. Supuso que era uno de los afortunados ahí también. La mayoría
no conseguía una cama. Un montón de chicos con los que había crecido, o
que simplemente eran como ellos, todavía dormían en las calles,
acostados bajo puentes y en bancas del parque.
Cuando consiguió el trabajo en Walmart, ellos lo llamaron
afortunado también entonces, y Darren supuso que tenía que estar de
acuerdo. Con el mercado laboral como estaba, un chico con un diploma de
secundaria y sin una dirección real no tenía muchas oportunidades. El
trabajo en Walmart no pagaba por un departamento por sí solo, pero con
el trabajo en el call center lo hizo. Significaba que no dormía mucho la
mayoría de las noches, pero eso estaba bien. Él no dormía bien de todos
modos.
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Todos los días era la misma rutina. Levantarse a las 7am para
el trabajo en el call center y vaciar un tazón de avena o cereal, salir por la
puerta a las 7:30. Eran solos algunas cuadras hasta el gran edificio donde
trabajaba, sentado en un pequeño cubículo cercado por paneles a prueba
de sonido. El trabajo era de 8am a 4pm, con media hora para almorzar, el
cual usualmente era un sándwich de mantequilla de maní con jalea traído
desde casa. Algunas veces despilfarraba y tenía atún. Ocasionalmente,
tenía pavo con lechuga y tomate.
Cuando el trabajo en el call center terminaba, caminaba a
casa y tenía un tazón de ramen y una manzana o un plátano, luego se
cambiaba y se ponía su uniforme de Walmart. El edificio de Walmart
también estaba a poca distancia de su pequeño departamento en el
séptimo piso, a 5 cuadras en dirección opuesta al call center. Estaba un
poco alegre que así fuese. Al menos podía detenerse en casa para cenar.
Sus turnos en Walmart usualmente comenzaban alrededor de
las 5:00. Salía a medianoche. Si tenía mala suerte, su turno comenzaría
tarde, y él terminaría trabajando de 7:00 a 2am, o de medianoche a 6.
Esos eran los peores días. Los fines de semana, el call center estaba
cerrado, y trabajaba un turno de 8 horas en Walmart, lo cual significaba
que conseguía dormir un poco, e ir a la cama temprano. Esos eran los
mejores días. Los fines de semana, a veces, tenía tiempo para ver películas
en la laptop de segunda mano que uno de sus trabajadores sociales le
había encontrado y ayudado a pagar como un regalo cuando él se hizo
mayor. No podía pagar internet, pero las personas justo bajo su
departamento tenían una conexión insegura. Le gustaba las películas
sobre el aire libre. Documentales sobre lobos especialmente. El llamado
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de la Naturaleza. Tenía algunos libros que leía a veces: Julie de los Lobos,
Mi lado de la Montaña. Sin embargo, no había leído los finales después de
la primera vez. Ellos solo lo hicieron ponerse triste. Un día, se prometió a
sí mismo, iría a ver montañas, vería bosques. Se iría de Iowa e iría al norte,
a lugares donde aún había lobos, y una vez ahí, él no se iría.
CAPÍTULO DOS
en este estado. Entonces qué estaba haciendo el chico aquí, ¿solo? Los
omegas eran demasiado valiosos para desterrarlos de una manada, y si
bien el niño había sido menos que respetuoso, no había tenido
exactamente el aspecto de un criminal, con esos grandes ojos marrones
bajo esa cascada de cabello castaño. Así que Blake arregló su camioneta,
pero no volvió a entrar en ella y salió a la autopista. Reclamó una de las
bancas justo fuera de la tienda, y esperó a que el chico saliese.
Aunque él había sabido que el turno del niño podía tomar más
horas, Blake no había esperado mucho. Menos de media hora más tarde
de haberse sentado con un libro, el chico se había tambaleado fuera de la
tienda, luciendo como el infierno y apestando a celo. Lo cual no tenía
ningún sentido. El niño era joven, sí, pero no parecía lo suficientemente
joven como para no haber tenido su primer celo, y si sabía que iba a
entrar en celo, ¿por qué no se había quedado en casa? Salvo que él no
había olido un poco como a celo cuando Blake había pasado por la cola en
su caja, así que él no debería oler a nada como eso ahora, sin embargo,
todo lo que Blake podía oler era ese dulce aroma a maple, tan espeso que
casi podía saborearlo, y el chico estaba desplomado en la banca, el rizado
cabello contra su rostro, donde el sudor lo había pegado a su piel. Blake
tomó una decisión y se levantó.
—Oye. Chico. —Mantuvo la voz suave mientras ponía una mano en
el hombre del niño, sin poner nada del Alfa ahí.
El chico se sobresaltó bajo su toque, y lo miró con ojos aturdidos. Su
cabello cuidadosamente peinado había sido empujado hacia atrás por las
manos que había tenido sobre su cara, los ojos de Blake se estrecharon
cuando dió un vistazo a la cicatriz que cortaba desde la ceja hasta el
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pómulo, a lo largo del borde del alveolo del ojo del niño, gruesa y en
relieve. No había muchas cosas que podían marcar de esa forma a un
shifter, y la preocupación de Blake se redobló.
—Está bien, chico, te voy a llevar a un lugar seguro.
Deslizó un hombro bajo el del niño y con cuidado lo levantó,
ayudándolo a ponerse de pie. Su brazo envuelto alrededor de la cintura
del chico. El omega parecía fuera de sí como para saber lo que él estaba
haciendo, pero después de un par de pasos de repente el chico intentó
zafarse de sus brazos, consiguiendo solo ponerse completamente fuera de
balance. Si no hubiese sido por el brazo de Blake alrededor de él,
definitivamente habría caído.
—¿Relájate, quieres?
—Mierda, aléjate de mí.
La brusca respuesta sorprendió a Blake, y miró al chico, que lo
estaba mirando a través de la bruma del celo, e intentando alejarlo.
—No voy a lastimarte, —prometió Blake, pero el chico negó
con la cabeza.
—No voy a ningún lado contigo, —dijo obstinadamente. —
Vete a la mierda.
—Tu vocabulario deja mucho que desear, ¿lo sabías?
Blake arrastró al chico medio fuera de sus pies, porque el niño
seguía tropezándose con ellos, e iba a golpearlos a ambos si no lo dejaba.
Abruptamente el omega dejó de pelear, su nariz contra el lugar en que el
cuello de Blake se unía con su mandíbula, y estaba respirando su olor,
haciendo pequeños ruidos de lloriqueo que estaban yendo directamente a
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—¿Está bloqueada?
Darren asintió, dando vueltas alrededor de su cuello para levantar
una llave de departamento en una cadena, la cual Blake tomó y usó para
destrabar la puerta. Con el chico todavía en sus brazos, Blake entró, y la
puerta se cerró detrás de él.
CAPÍTULO CUATRO
mierda, y sintió que sus mejillas se calentaban un poco. Tal vez no debería
haberlo hecho cuando el sujeto había sido tan amable.
Arriba en su habitación él había… Dios. Le había rogado al
hombre que lo follara. También recordaba eso ahora, recordó a Blake
preguntando si había sido follado antes, diciéndole que lo ayudaría, que él
estaba en celo. En celo. Qué mierda. Darren giró la cabeza lo suficiente
para mirar a Blake mientras el hombre levantaba la suya para mirarlo, una
suavidad en sus ojos que Darren no recordaba haber visto en nadie aparte
de tal vez uno o dos de sus trabajadores sociales. Pero eso había sido
diferente. Ellos lo compadecían, sabiendo que realmente no podían
ayudarlo de la forma en que él necesitaba ser ayudado. No había lástima
en la mirada de Blake, solo calidez, deseo y algo que Darren no pudo
ubicar.
—Oh mi Dios. Estoy tan…— El rubor de Darren se oscureció.
—No puedo creer que te haya pedido que me follaras.
Blake soltó una carcajada, un sonido bajo y áspero en los bordes, de
un modo que hizo que la polla de Darren fuese aún más insistente en lo
que quería. Darren le dijo que se calle, estaba ocupado, pero esa era algo
difícil de ignorar. Y Dios, se sentía realmente resbaloso. ¿Cuánto lubricante
había usado Blake? Él iba a preguntar, realmente lo haría, pero entonces
se distrajo por el hecho que ahí había una polla dura descansando entre
sus nalgas y él meció la espalda contra ella, sintiendo que su mente se
nublaba un poco nuevamente. Cualquier momento de racionalidad que
había tenido estaba claramente diciendo adiós.
—No hay necesidad de disculparse, cielo, —dijo Blake encima
de él, con esa voz áspera como el whisky que hizo que sus entrañas se
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sentirla, agradable creer, aunque solo fuese por un momento que alguien
realmente lo quería. Que alguien se quedaría con él.
Cuando sintió la presión de algo más grande contra su
agujero, al principio no lo entendió. Tenía vagos recuerdos de algo como
eso antes. Algo… Recordó que había dolido, y que Blake había sido gentil y
prometido que se sentiría bien en un momento, y, Dios, lo hizo. Había sido
tan increíble.
Se sentía bien ahora, estirándolo lentamente abriéndose a su
alrededor. Hubo solo un poco de dolor al estirarlo, pero él estaba tan
mojado que se deslizó fácilmente en su interior, volviendo a retirarse, y
podía jurar que se estaba volviendo más grande. Cuando volvió a
presionar dentro de él, gruñó, la mano de Blake en su cadera se suavizó y
acarició la delgada piel sobre el arco del hueso, adelante y atrás.
—Tan bueno para mí, cariño, —dijo él, como lo hizo la noche
anterior. —Estás siendo tan bueno. Tan lindo.
Darren lloriqueó, alto en su garganta, pero presionó hacia
atrás contra el estiramiento cuando lo abrió otra vez, entonces estuvo
bloqueado con Blake, y Blake estuvo moviéndose con afiladas estocadas
que frotaron su próstata una y otra vez hasta que estuvo retorciéndose
bajo él, sintiendo como se desbarataba.
—Joder, —pudo escucharse diciéndolo, una y otra vez. —
Joder. Blake. Alfa. Joder.
Y Blake, detrás de él, estaba gimiendo, sus dedos curvándose
más apretados alrededor de sus caderas, atrayéndolo contra la profunda
presión. Podía sentir el calor derramándose dentro de él, Blake llegando y
viniéndose. Y no tenía espacio en el cerebro para pensar que era extraño.
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—¿Qué es, cariño? ¿Qué está mal ahora? —Y no hubo ira en su voz,
solo preocupación.
—Todo esto es alguna clase de broma elaborada, ¿no? —
susurró Darren, con temor en su voz. —Yo no sé incluso como lo supiste.
No hablo con nadie. No es cómo si hubiese alguien con quien hayas
podido hablar. Soy el único que sé. Así que cómo supiste que podías venir
aquí y que sería… —Se ahogó con las palabras que seguirían, las lágrimas
derramándose nuevamente. —Dios, —dijo él, extendiendo una mano para
separarlos con un gesto agudo e impaciente. —Soy tan patético. No
sorprende que ninguno de ellos me quisiese.
Él estaba intentando alejarse nuevamente, retorciéndose
sobre el nudo de Blake, el cual iba bajando con rapidez, el aroma de
angustia omega haciendo que se deshinchase para que pudiese salir de su
compañero e ir a ver el peligro, pero Blake mantuvo quieto a Darren y no
se retiró.
—No es una mentira, —dijo él. —Darren. No es una mentira.
Te lo prometo. Te juro por todo lo que considero sagrado que no estoy
mintiéndote y nunca lo haría.
Darren paró de retorcerse para mirarlo, miserable y
sonrojado por la vergüenza, sus ojos aún húmedos.
—Puedo demostrártelo, —prometió Blake. —¿Si tú me lo
permites? Dame solo un minuto y mostrarte, lo prometo.
Después de un momento de silencio, Darren asintió. —Está
bien, —dijo suavemente. —Te dejaré probarlo.
Blake dejó escapar un suspiro de alivio.
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Darren no sabía nada, de esta forma había confianza entre ellos. Amor y
calidez. Y Darren confiaba en él, lo supiera o no, porque no tenía que
saber que era un shifter o un omega para que el vínculo causase efecto.
Podría ser alguien disminuido por él sin esperarlo, no simplemente
entregado a ello, pero había imperativos biológicos.
—Como habrás adivinado, —dijo Blake. —Eres un omega. Y
yo soy un Alfa. Tu Alfa. Te reclamé anoche, durante el celo, aunque no
había sido mi intención al inicio. Usualmente uno corteja, y yo debería
haberte invitado a conocer a mi manada, para ganar la aprobación de
aquellos con quienes vivo antes de tomar un omega. —Él sonrió. —Pero al
parecer no estaba interesado en protocolos tan largos y prolongados,
porque anoche ignoré todos ellos.
—Me reclamaste, —dijo Darren, y aunque hubo un parpadeo
de temor en sus ojos, había asombro en su expresión. —Y tú… ¿No puedes
dejarme ahora?
Blake negó con la cabeza, inclinándose y atrayendo más cerca
de su omega. —No, mi cielo. No puedo dejarte ahora. Y no lo haría,
incluso si pudiera.
Darren volvió el rostro contra el hombre de Blake. —Todos los
demás me dejaron, —dijo suavemente.
—No lo haré, —prometió Blake. —No te dejaré, cariño. Tú
eres mío. Y yo soy tuyo también. Nos pertenecemos uno al otro ahora.
CAPÍTULO SIETE
creído posible que alguien sintiese por él, y estaba muy seguro que podía
ser suficiente. Él consiguió sonreír.
—Entonces supongo que sí estoy jodido de la cabeza, al menos tú
estás atascado conmigo, y no puedes huir una vez que te des cuenta.
Blake soltó una carcajada. Darren amaba la forma en que sonaba
cuando él se reía, y no estuvo seguro de si el cálido sonrojo de placer que
sintió al alentar el sonido era algo que las personas siempre sentían, o era
una cosa de omega. Por qué Darren no sabía sobre shifters, pero sabía
sobre lobos. Sabía que los omegas eran los lobos sumisos, y en los
humanos eso probablemente se traducía en algo diferente, incluso si estos
humanos también eran lobos, al menos un poco. Se tradujo en algo como
esto: queriendo hacer que su compañero sonría, haciéndolo reír.
Deseando escuchar la voz baja y áspera de Blake decirle cuan bueno era
él.
—¿Me puedes enseñar cómo cambiar?
Blake sonrió.
—Puedo. Y puedo llevarte al norte conmigo. A Minnesota. Para
conocer a mi manada.
Para conocer a su manada. El miedo se retorció en un nudo de
anticipación en su estómago. Tendría una manada ahora. La manada de
Blake. Porque él pertenecía a Blake.
—¿Estarán molestos por haberme convertido en tu compañero sin
su permiso?
Blake se encogió de hombros. —Estarán un poco menos que
complacidos. Algunos de los miembros del concejo son muy tradicionales,
pero no te lanzarán. No a menos que me lancen a mí también, y ellos no
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harán eso. Tal vez no sea el Alfa de la manada, pero mi tío lo es, y él no va
a permitirles hacer nada para dañarme, o a ti, lo prometo.
Darren asintió, aunque él aún tenía miedo. Él confiaba en Blake con
un tipo de confianza que debía ser un efecto secundario del vínculo, pero
estaba bien, porque hasta el momento Blake no había sido nada más que
confiable. Nada más que gentil. Y podía sentir a Blake, la honestidad en él.
—Quiero ir contigo, —dijo, mirando alrededor de su pequeño
departamento con un solo librero y un viejo colchón. —No hay nada aquí
para mí, en lo absoluto. —Él casi se ríe. —Dios, no sabes cuantas veces
deseé simplemente salir de mi trabajo y nunca regresar. Y ahora puedo. Lo
cual es…algo loco. —Repentinamente se detuvo. —Oh. ¿A menos que
necesites que tenga un trabajo? Porque si necesitas que tenga un trabajo,
yo puedo. Es decir, soy bueno en algunas cosas. Sé que no tengo una
educación universitaria, pero estuve trabajando en Walmart, y en el call
center. Estoy seguro que tendrán un Walmart en Minnesota.
Blake puso un dedo sobre sus labios.
—No necesito que tengas un trabajo, —dijo él. —¿Si deseas tener
uno? Es un asunto totalmente diferente. Algo que ciertamente podemos
discutir. Pero no, no requiero que tomes uno. Gano lo suficiente como
para sostenernos a ambos con mi propio trabajo.
Darren mordisqueó suavemente la punta del dedo de su Alfa, y fue
gracioso lo fácil que le vino pensar en él de esa forma. Blake miró abajo
hacia él.
—¿Estás seguro que deseas hacer eso, cielo? —Preguntó él,
levantando las cejas. —Nunca sabes cómo voy a reaccionar contigo
mordiéndome.
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levantó los ojos para ver los grises devolverle la mirada, hambrientos, y
una sonrisa complacida en los labios de su compañero.
—Bueno, —dijo Blake, cayendo de espaldas contra la cama,
manteniendo sus caderas quietas para Darren, aunque Darren podía sentir
en la tensión de sus muslos cuánto quería moverse, —Si así es cómo me
despiertas, puedo asegurarte que pronto serás el más querido, mimado y
totalmente echado a perder omega en la historia de los emparejamientos.
Darren se rió alrededor de la polla de su Alfa, y se sintió un poco
engreído, a lo que tal vez tenía derecho, cuando Blake maldijo y arañó las
mantas.
La mano de Blake se enredó en su cabello, tirando lo suficiente para
hacer gemir a Darren, pero no lo suficiente como para ahogarlo. En lo que
Darren no pudo conseguir su boca alrededor envolvió su mano en su
lugar, retrocediendo hasta que solo la cabeza estaba en su boca y
acariciando la longitud arriba y abajo hasta que las caderas de Blake se
movieron con pequeños movimientos abortados que estaban intentando
muy duro no chocar con su garganta, y pensó que cuando tuviese más
práctica, dejaría que Blake lo hiciese, dejaría que su Alfa llenase su boca
hasta que casi no pudiese respirar con lo lleno que estaba.
Él pudo sentir, mientras deslizaba su mano hacia abajo, hincharse el
nudo de su Alfa. Había superado bastante rápido que eso era extraño, y
curvó su mano alrededor, ondulando sus dedos, y escuchando a Blake
gruñir por lo bajo en su garganta. La mano en su cabello se apretó hasta
que el tirón casi dolió, pero fue bueno. Era exactamente lo que Darren
quería. Se deslizó por la polla de su Alfa nuevamente, tomándolo hasta
que no pudo más, oprimiendo el nudo con su mano, y entonces las manos
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que lo aprendería tan rápido como pudiese. Darren estaba tan ansioso por
complacer.
Deslizando su mano hacia abajo por la espalda de su
compañero para acomodar su palma ahí, Blake trazó con la punta de sus
dedos a lo largo de la línea de la cintura de los jeans de Darren,
ocasionalmente deslizándolos abajo para ver a Darren retorcerse un poco.
—¿Teniendo problemas, cielo? —Preguntó poco tiempo
después, sin lograr esconder su sonrisa.
Darren lo miró, y por su expresión, Blake estaba seguro,
estaba destinada a ser una mirada asesina, pero había demasiada felicidad
en sus ojos.
—Te estás burlando de mí, —dijo, un poco petulante, aunque
solo en juego.
Blake soltó una carcajada. —Sí, cielo. Lo estoy.
Deliberadamente. —Deslizó sus dedos debajo de la pretina de los jeans y
la ropa interior de Darren, trazando con uno a lo largo de la hendidura de
sus nalgas. —Cruelmente, —dijo, presionando la punta de un dedo contra
el agujero de Darren, pero sin entrar. —Molestándote.
Darren estaba respirando un poco más rápido, y sus caderas
se mecieron ligeramente, y hacía pucheros hacia Blake de una forma que
era completamente muy atractiva. Era tan bueno ver la luz en sus ojos.
Verlo travieso y jugando, teniendo las cosas de las que había estado
privado, por tanto. Cuando Blake pensó en lo que había atravesado su
bonito omega, viviendo sin manada todos estos años, tuvo que tragarse
un gruñido que quería elevarse por su garganta. Darren ahora estaba
seguro, y estaría seguro para siempre. Blake nunca dejaría que le
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ocurriese ningún daño, nunca le permitiría estar solo o perdido otra vez. Y
tampoco lo haría la manada.
—Hazlo un poco más largo para mí, —dijo Blake. —Otra hora,
cariño, y nos detendremos, y te lo compensaré.
Darren escondió una sonrisa contra su hombro, pero Blake
sintió la curva a través de su camisa.
—Esperaré, —dijo en voz baja, y Blake sonrió también.
Blake dio un paso atrás, luego otro, aun mirando a Darren, los ojos
fijos en los suyos, y la expresión de Darren cambió mientras miraba los
ojos del lobo a través de Blake, suavizándose, más pensativo. Su cabeza se
inclinó ligeramente hacia un lado, como un perro cuando está tratando de
resolver algo. Blake desnudó sus dientes en una sonrisa lobuna, y dio otro
paso, Darren moviéndose en sincronía con él. Otro, y luego otro, y luego
Darren estaba caminando a través de la barrera que lo separaba de su
lobo, y estaba cambiando.
No fue tan suave como el cambio de Blake. Fue más rudo en sus
movimientos, los huesos cambiando más lentamente, y Blake vio la
incomodidad en el lenguaje corporal de su compañero, el repentino miedo
en sus ojos cuando el cambio comenzó. Un momento después era
humano una vez más, de pie mirando sus manos con obvio desaliento
escrito en su rostro. Blake cambió regresando a su propia forma humana,
y envolvió en sus brazos a su omega.
—Lo hiciste muy bien para una primera vez, —dijo contra la oreja de
Darren, sabiendo que el calificativo no lo complacería, pero diciéndole que
lo había hecho bien sin más solo lo haría desconfiar. Él sabía muy bien que
no lo había hecho tan bien como lo habría hecho un shifter que lo había
intentado solo una vez, pero Blake le diría que había muchos lobos a
quienes les tomaba 4 o 5 o 6 intentos para hacerlo bien. —Estoy seguro
que aprenderás, cariño, —dijo él, acariciando el cabello de Darren con sus
dedos.
Darren asintió contra su hombro, pero Blake pudo sentir la
tibia humedad de sus lágrimas contra su piel, pudo oler en ellas la sal.
—Te lo prometo, cielo, —dijo. —Te prometo que aprenderás.
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Darren no podía soltarse, no podía alejar su mano. Así que él solo se mecía
hacia arriba contra ella en el pequeño espacio que Blake le dejó e hizo
suplicantes sonidos en su garganta.
La lengua de Blake exploró fluidamente la suave piel, trazó las
sensibles curvas, luego atormentó la hendidura de Darren hasta que la
columna de su amante se arqueó como un arco, y su cabeza se sacudió
contra la hierba. Entonces, sintiendo pena por su suplicante omega,
deslizó su boca hacia abajo, abajo, hasta que sus labios se encontraron
con la base de la polla de su chico. Era, sin duda, más sencillo para él que
para Darren, y él gimió alrededor de la longitud de su pareja mientras se
arrastraba lentamente hacia arriba, las vibraciones haciendo que Darren
se retorciese y tirase debajo de él, las manos arrancando más matas de
hierba cuando se aferraban a algo a lo que sostenerse.
El omega de Blake era muy hermoso.
Apiadándose, Blake deslizó dos dedos en Darren y acarició su
próstata mientras liberaba por completo su polla.
—No te corras aún, cielo, —le advirtió. —Quiero verte
esperar por mí.
Darren asintió demasiado rápido, mordiéndose duro el labio
inferior y gimiendo.
Otro dedo, y luego dos, acariciando, pulsando, atormentando.
Darren estaba rogando con continuos gemidos ahora. Alfa y Por
Favor, y ¿Puedo? Era un encantador sonido, pero Blake negó cruelmente
con la cabeza.
—Todavía no, cielo. Ya tuviste fácilmente un orgasmo hoy.
¿Crees que conseguirás dos?
EL DESPERTAR DEL OMEGA
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tenido. Blake y él juntos, podían ser padres. Podían tener hijos que serían
felices. Serían cuidados, amados y queridos. Siempre. Pensó en el
pequeño que ya crecía dentro de él, y puso una mano sobre su vientre.
Te protegeré, prometió silenciosamente. Te amaré, y nunca te
dejaré ir. Nadie te alejará nunca de mí.
Levantó la mirada de la carretera que se desplazaba a su
lado, y volvió la mirada hacia su compañero, quien estaba mirando por
encima del volante hacia la oscuridad, aunque debió sentir algo de lo que
pasaba con Darren, por qué sus manos estaban un poco apretadas sobre
el volante, su atención un poco más en el camino. Darren se movió en el
asiento y apoyó la cabeza en el hombro de su Alfa.
—Ellos serás hermosos, —dijo en voz baja.
Blake, aunque no miró a Darren, sonrió.
—Lo serán, —dijo. —Y nuestros. Y te prometo, cariño, que
nunca dejaremos que alguien los lastime. Prometo que la manada los
amará tanto como nosotros, y ellos estarán también ahí, y no importa que
ocurra, nuestros hijos nunca estarán solos. Nunca estarán solos o serán
abandonados.
Darren asintió contra el hombro de Blake.
—Te creo, —dijo. —Y estoy bien con esto. Quiero decir, estoy
más que bien con esto. Estoy tan feliz, Blake. Pensé que estaría asustado.
Cuando solía pensar en ser padre, y criar hijos, solía estar tan asustado de
hacer algo mal, de arruinarlos de la misma forma en que yo estaba jodido.
Y sabía que no era probable de todos modos, que con ser gay y el hecho
de ser un hombre humano en realidad no daría a luz, sin embargo, me
asustaba.
EL DESPERTAR DEL OMEGA
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tratamiento del silencio por unos cuantos días. Pero Darren los hechizaría
a todos con una sola mirada de esos grandes ojos marrones, estaba
seguro. Todos caerían intentando hacerlo sonreír, justo como Blake. Y el
resto de la manada estaría justo detrás de ellos.
Darren se agitó en el hombro de Blake, deslizándose un poco
más contra él, y Blake envolvió un brazo alrededor de su pareja y
suavemente lo levantó de modo que quedó tendido en el asiento con la
cabeza en el regazo de Blake, la mano libre de Blake pasando a través de
su cabello. Necesitaba descansar mientras pudiese conseguirlo. No sabía si
el embarazo sería dificultoso una vez que comenzase a mostrarse. Y la
familia de Blake querría conocerlo. Eso en sí mismo, estaba seguro, sería
agotador. Él tenía un montón de familia.
La noche continuó, y Blake siguió adelante con ella, el
silencioso zumbido de los neumáticos contra el cemento y el constante
sonido de la respiración de su pareja los únicos ruidos. Poco antes del
amanecer, se estiró y encendió la radio mientras el cielo a su alrededor se
volvía gris con la primera luz, luego rosa y naranja, gradualmente
decolorándose en azul.
Cuando Darren despertó, el sol estaba alto en el cielo, y Blake
estaba entrando en su propia calzada. Mientras su pareja miraba
alrededor con los ojos muy abiertos, Blake miraba los mensajes sin
contestar en su celular, sus padres preguntando cuando regresaría a la
ciudad. Le había dicho a su familia, por supuesto, que se había retrasado,
pero no por qué. Ese mensaje era mejor compartirlo cara a cara.
En este extremo del norte, el otoño ya estaba llegando, y los
árboles comenzaban a mostrar rojo y dorado a lo largo del borde de sus
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hojas. Un viento soplaba desde el norte con solo una insinuación del frío
invierno. Darren, caminó de regreso hacia la camioneta con él, se
estremeció un poco, y Blake lo acercó, arrastrándolo en sus brazos y
cargándolo sobre el umbral.
—Darren, cielo, —dijo cuándo la puerta se cerró detrás de
ellos. —Bienvenido a casa.