Aiden Bates - Serie El Despertar Omega 1 - El Despertar Del Omega

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RESUMEN

Era la colonia del sujeto lo que realmente atrapó su atención.


Darren no tenía idea de lo que estaba usando, pero era…Dios, olía bien.
Cómo a pino, cuero y humo. Se inclinó un poco hacia adelante mientras
pasaba el pedido del hombre por el escáner, intentando obtener una
buena olisqueda sin ser demasiado obvio. El sujeto no lo estaba mirando
de todos modos, él estaba con el celular, teniendo una conversación de la
que Darren estaba desconectado. Él odiaba a la gente que venía a la
registradora en sus teléfonos. Era una de sus mayores aversiones, y
además era grosero como el infierno. ¿No podían simplemente esperar
hasta después de haber hecho sus compras? No era como si alguien
estuviese tomando una llamada de vida o muerte mientras permanecía
calmadamente en la cola en Walmart esperando a que el chico de la caja
registrase sus Tostitos1 .
El aroma a pino, cuero y humo se hizo más fuerte, y bajo ellos
algo que él no pudo ubicar. Este tipo de olor almizclado probablemente
era solo la colonia, pero podría haber sido realmente el hombre. El
estómago de Darren se retorció. Entregó la bolsa y sus manos se rozaron
brevemente cuando el hombre se acercó para tomarla. Darren ya estaba
bajando la mirada cuando sintió los ojos sobre él, abrupta e
intencionadamente, levantó la mirada lentamente a través de sus

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pestañas, sin estar seguro de por qué repentinamente el sujeto lo estaba


mirando fijamente.
CAPÍTULO UNO

Por la noche, Darren soñaba con lobos. No solo sobre ellos,


sino siendo uno, corriendo a través del bosque bajo la luna llena, con sus
compañeros de manada a su lado. Soñaba con la forma en que se sentiría
el viento, moviéndose a través de su pelaje, el olor de la tierra y de las
cosas verdes creciendo, el olor de la presa en el viento. Soñaba, y cuando
despertaba en su propia pequeña cama en su departamento de una sola
habitación, ese siempre era un momento de desorientada decepción que
lo dejaba mirando el techo, preguntándose por qué no estaba enroscado
en una cama de musgo con su manada a sus costados.
Lo peor de esto era la soledad. En sus sueños había amigos, y
aunque ellos eran invisibles en la oscuridad él podía escucharlos, las
pisadas casi silenciosas de sus patas acolchadas, el ocasional crujido de
una ramita cuando no había viento. Ellos lo llamaban, cantando canciones
que lo guiaban hacia adelante, lo guiaban a casa. Pero cuando se
despertaba, no había nadie, y lo dejaban solo para arrastrarse desde el
colchón hacia el suelo y vestirse para el turno de la mañana.
Cuando estaba despierto, Darren sabía que no era un lobo.
Era demasiado tímido. Demasiado asustadizo. Usaba el cabello castaño
ceniza con unos golpes de flequillos que caían sobre su ojo izquierdo para
ocultar la cicatriz que cruzaba su ceja hacia abajo a lo largo del borde de la
cuenca del ojo. Escondiéndose a sí mismo del mundo. Los doctores le
habían dicho que había sido afortunado de no perder el ojo, aunque
Darren realmente nunca se había considerado muy afortunado.
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Sus padres habían muerto cuando era un niño, asesinados en


un accidente de coche en el que él, amarrado a su silla para auto en la
parte posterior, había logrado sobrevivir sin más recuerdo que la cicatriz
en su rostro y el ocasional dolor en la pierna cuando el clima era frío.
Aunque había tenido casi seis años, no los recordaba. Los doctores le
dijeron que era resultado de la lesión en la cabeza. Al principio, tuvieron la
esperanza que recobrase algo de sí mismo, pero cuando los meses y años
pasaron, y su única memoria del mundo antes del accidente fueron cosas
grises, un rio fluyendo a través de árboles, una voz que no pudo ubicar, él
y ellos perdieron la esperanza. Ahora sabía que nunca podría recordar lo
que había perdido. A veces Darren se decía a sí mismo que era mejor de
esta forma, sin recuerdos. No sabía lo que le faltaba. Pero incluso él sabía
que eso no era verdad, sin importar cuántas veces se repitió las palabras a
sí mismo.
Había crecido en hogares de guarda, pasado de familia en
familia. Al principio también había creído en eso. Que un día una de las
familias querría mantenerlo. Y algunas de ellas quisieron, pero él siempre
lo había arruinado, despertaba gritando con pesadillas que asustaban a
sus otros niños. Él nunca podía recordarlas tampoco, y en eso, al menos,
podría haber tenido suerte. Pensaba que esos sueños realmente era mejor
no conocerlos.
Una o dos de esas familias podrían haberlo mantenido aún
así; incluso cuando los viajes al terapista, las pastillas para dormir y las
estancias en las salas de siquiatría no ayudaron. Pero el sonambulismo
había sido incluso peor. Se había despertado a kilómetros de casa en más
de una ocasión, con suciedad, cortes en los pies y sin saber dónde estaba
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o por qué había terminado ahí. Y ahí había tantos otros niños que eran
más fáciles de cuidar, más fáciles de amar. No se había sorprendido
cuando todos se rindieron.
No era como si se hubiese portado mal. Siempre había sido
tranquilo y tímido, ansioso por agradar, obediente. Él pensaba que fue por
eso que ellos querían conservarlo. Porque cuando no caminaba durante la
noche, él era fácil. Él hizo lo que le dijeron. Respetó la autoridad. Pero la
última familia, los Bennets, de quienes pensó que podrían quedarse con
él… A sus hijos él no les gustó. No les gustó que tan a menudo era elogiado
por su calmada obediencia. Ellos inventaron historias sobre él, y Darren,
renuente a acusarlos abiertamente de mentir, no había sabido cómo
defenderse. Entonces los Bennets también se habían dado por vencidos
con él, y por entonces él tenía casi 14, demasiado viejo para ser lindo, y no
muchas familias habían estado interesadas en quedarse con él nunca más.
Entonces aprendió que ser tranquilo y obediente no te llevaba
a ningún lado. Solo hace que otros niños te odien. Y en el grupo de casas
había aprendido que, si no te defiendes, ahí estarían personas que
tomarían todo lo que te pertenece. Había aprendido que podía ser herido
por ser tranquilo, por ser obediente. Así que aprendió a decirle a otras
personas vete a la mierda, había aprendido a crecer, discutir y defenderse.
Y nunca había sido quien él era, nunca había venido naturalmente, pero el
caparazón había crecido sobre él hasta que usó la máscara más que su
propia piel.
El día que cumplió dieciocho años, ellos casi habían terminado
con él. Lo ayudaron a empacar sus maletas, y lo mudaron a un
departamento que ayudaron a pagar mientras estuvo en la escuela. Por un
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tiempo, eso estuvo bien. Había sido extraño, vivir por su cuenta. Extraño y
algo solitario, incluso aunque realmente nunca se había llevado bien con
los otros chicos. Siempre pareció haber algo sobre él que a ellos
simplemente no les gustaba. Algo que era diferente, que ellos no
entendían. Las personas siempre temían lo que no entendían.
Se había graduado, aunque con las justas. Realmente nunca
había sido inteligente, aunque algunos de sus profesores habían intentado
decírselo. Darren supo desde el comienzo que no lo era, y con más de
dieciocho había aprendido que no valía mucho. Por ejemplo: con la
escuela superada, había perdido todo el apoyo del sistema de crianza, y
quedo completamente por su cuenta.
Sin el cheque, no había sido capaz de permitirse el
departamento. Había terminado en un albergue para indigentes un mes
después. Supuso que era uno de los afortunados ahí también. La mayoría
no conseguía una cama. Un montón de chicos con los que había crecido, o
que simplemente eran como ellos, todavía dormían en las calles,
acostados bajo puentes y en bancas del parque.
Cuando consiguió el trabajo en Walmart, ellos lo llamaron
afortunado también entonces, y Darren supuso que tenía que estar de
acuerdo. Con el mercado laboral como estaba, un chico con un diploma de
secundaria y sin una dirección real no tenía muchas oportunidades. El
trabajo en Walmart no pagaba por un departamento por sí solo, pero con
el trabajo en el call center lo hizo. Significaba que no dormía mucho la
mayoría de las noches, pero eso estaba bien. Él no dormía bien de todos
modos.
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Todos los días era la misma rutina. Levantarse a las 7am para
el trabajo en el call center y vaciar un tazón de avena o cereal, salir por la
puerta a las 7:30. Eran solos algunas cuadras hasta el gran edificio donde
trabajaba, sentado en un pequeño cubículo cercado por paneles a prueba
de sonido. El trabajo era de 8am a 4pm, con media hora para almorzar, el
cual usualmente era un sándwich de mantequilla de maní con jalea traído
desde casa. Algunas veces despilfarraba y tenía atún. Ocasionalmente,
tenía pavo con lechuga y tomate.
Cuando el trabajo en el call center terminaba, caminaba a
casa y tenía un tazón de ramen y una manzana o un plátano, luego se
cambiaba y se ponía su uniforme de Walmart. El edificio de Walmart
también estaba a poca distancia de su pequeño departamento en el
séptimo piso, a 5 cuadras en dirección opuesta al call center. Estaba un
poco alegre que así fuese. Al menos podía detenerse en casa para cenar.
Sus turnos en Walmart usualmente comenzaban alrededor de
las 5:00. Salía a medianoche. Si tenía mala suerte, su turno comenzaría
tarde, y él terminaría trabajando de 7:00 a 2am, o de medianoche a 6.
Esos eran los peores días. Los fines de semana, el call center estaba
cerrado, y trabajaba un turno de 8 horas en Walmart, lo cual significaba
que conseguía dormir un poco, e ir a la cama temprano. Esos eran los
mejores días. Los fines de semana, a veces, tenía tiempo para ver películas
en la laptop de segunda mano que uno de sus trabajadores sociales le
había encontrado y ayudado a pagar como un regalo cuando él se hizo
mayor. No podía pagar internet, pero las personas justo bajo su
departamento tenían una conexión insegura. Le gustaba las películas
sobre el aire libre. Documentales sobre lobos especialmente. El llamado
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de la Naturaleza. Tenía algunos libros que leía a veces: Julie de los Lobos,
Mi lado de la Montaña. Sin embargo, no había leído los finales después de
la primera vez. Ellos solo lo hicieron ponerse triste. Un día, se prometió a
sí mismo, iría a ver montañas, vería bosques. Se iría de Iowa e iría al norte,
a lugares donde aún había lobos, y una vez ahí, él no se iría.
CAPÍTULO DOS

El día que todo cambió fue un sábado. Inició el sábado de la forma


en que había empezado desde que había comenzado a trabajar en
Walmart: con la alarma de su reloj sonando y un tazón de avena.
Fue un poco lento arrastrándose fuera de la cama. Sus sueños
lo habían mantenido inquieto. Alrededor de las 3am, se había despertado
en pánico, las mantas enrrolladas en sus piernas y atrapándolas. Cuando
su corazón detuvo la carrera, se dio cuenta de cuál era el problema, pero
tuvo un duro momento volviéndose a dormir después de eso, se mantuvo
medio-despierto con sueños de ser atrapado e incapaz de correr, llorando
por el resto de la manada cuando ellos se internaron en el bosque tras un
venado, pero ninguno de ellos lo había escuchado, y fue dejado solo al
borde de los árboles, escuchando el sonido de los neumáticos de los
automóviles en la distancia.
En lugar de sentarse tranquilamente, desayunar fue más una
carrera por obtener que la mayor cantidad de alimento bajase por su
garganta antes de tener que salir corriendo por la puerta. Casi llegaba
tarde de todos modos, y tuvo que trotar la última cuadra. Era el punto
más alto del verano, e incluso a tempranas horas de la mañana era lo
suficientemente caliente como para que hubiese aparecido a trabajar
desaliñado y sudoroso, y tuvo que hacer una parada rápida en el baño
para salpicarse agua en el rostro y pasar los dedos por su cabello.
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Los compradores de la mañana actuaron exactamente como


lo esperarías de las personas que aparecían en Walmart a las 10am un
sábado. Darren había pasado mucho tiempo mordiéndose la lengua
contra las cosas que quería decirles. Para la hora de almuerzo, había
estado considerando salir. No era la primera vez que la idea había cruzado
por su mente. Pasaba mucho tiempo pensando en cómo sería si un día
solo se quitaba el membrete con su nombre y saliera de la tienda,
alejándose de Walmart, el call center, de su pobre departamento y
simplemente nunca regresar a ninguno. Tal vez podía enganchar un viaje a
Alaska o Washington. Era bastante bueno engatusando a la gente por
comida, eran los grandes ojos marrones los que lo hacían, y él era
pequeño para los 22 años. Quizá podría convencer a las personas que era
un adolescente fugitivo, dejando atrás alguna mala situación. Tal vez
alguien le daría un aventón y hablarían y…
Darren negó con la cabeza a sí mismo, permitiendo que una
sonrisa se deslizase por un momento. Había estado soñando sueños como
este desde los 15 años, y sabía cuán estúpidos eran. Nadie iba a recogerlo
al lado de la autopista y caería enamorado de él. De todos modos, él era
demasiado miedoso para salir corriendo. Él sabía lo que pasaba con los
niños que huían. No que él fuese realmente un niño, pero no era
exactamente un cinturón negro.
Cuando el hombre alto con ojos grises caminó hacia su caja
registradora, Darren realmente no le había prestado mucha más atención
de la que le prestaba a cualquier sujeto razonablemente atractivo que
caminaba hacia su registradora. No al principio. Sí, era bien parecido, con
oscuro cabello rizado en las sienes y hombros anchos que iban con los
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músculos en sus bíceps y la fuerte mandíbula cuadrada, pero muchas


personas se veían bien. Eso no quería decir que ellos valieran su tiempo.
Era la colonia del tipo lo que realmente atrapó su atención.
Darren no tenía idea de lo que estaba usando, pero era…Dios, olía bien.
Cómo a pino, cuero y humo. Se inclinó un poco hacia adelante mientras
pasaba el pedido del hombre por el escáner, intentando obtener una
buena olisqueda sin ser demasiado obvio. El sujeto no lo estaba mirando
de todos modos, él estaba con el celular, teniendo una conversación de la
que Darren estaba desconectado. Él odiaba a la gente que venía a la
registradora en sus teléfonos. Era una de sus mayores aversiones, y
además era grosero como el infierno. ¿No podían simplemente esperar
hasta después de haber hecho sus compras? No era como si alguien
estuviese tomando una llamada de vida o muerte mientras permanecía
calmadamente en la cola en Walmart esperando a que el chico de la caja
registrase sus Tostitos.
El aroma a pino, cuero y humo se hizo más fuerte, y bajo ellos
algo que él no pudo ubicar. Este tipo de olor almizclado probablemente
era solo la colonia, pero podría haber sido realmente el hombre. El
estómago de Darren se retorció. Entregó la bolsa y sus manos se rozaron
brevemente cuando el hombre se acercó para tomarla. Darren ya estaba
bajando la mirada cuando sintió los ojos sobre él, abrupta e
intencionadamente, levantó la mirada lentamente a través de sus
pestañas, sin estar seguro de por qué repentinamente el sujeto lo estaba
mirando fijamente.
Cuando sus ojos se encontraron con los grises sobre él, los del
hombre se estrecharon y su cabeza se inclinó ligeramente como lo haría
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un perro cuando trataba de averiguar lo que acababas de decir. Darren


nunca había tenido un perro, pero se había encontrado con algunos. Ellos
eran muy amorosos con él. Los gatos, por otro lado, salían de sus caminos
para permanecer alejados del suyo, y a él le gustaba de esa forma. El
hombre todavía lo estaba mirando, y Darren se obligó a encontrarse con
su mirada, para levantar una ceja en una mirada que claramente decía —
¿qué mierda estás mirando? —Por un momento ambos permanecieron
así, enfrentándose uno contra el otro, entonces el sujeto soltó una
carcajada y se dio la vuelta, con la bolsa en su mano. Darren sintió sus
mejillas sonrojadas por el calor. ¿Qué fue tan gracioso?
Realmente no tenía tiempo para contemplar el asunto. Ahí
todavía estaban otras cinco personas en la cola, y volvió su atención a
ellos, pegando una sonrisa que no logró controlar para que pareciese
cualquier cosa menos totalmente falsa.
Su rostro aún se sentía caliente. De hecho, todo él se sentía
caliente, y en el breve descanso entre clientes, Darren elevó la mano hacia
su frente, esperando no estar poniéndose enfermo. Realmente no podía
darse ese lujo. La mayoría de las veces simplemente trabajó con ello, pero
con algunas cosas ellos no permitirían que vinieses a trabajar. Su piel
estaba cálida contra la palma de su mano, pero tal vez era solo él. Tendría
que pedirle a alguna de las chicas que lo revisase cuando fuese su
descanso en unos minutos. Ellas usualmente eran muy amables con él.
Algunos habían intentado hacer amigos, pero Darren realmente no supo
cómo responder, la mayoría de las veces solo los había mirado con los ojos
muy abiertos e intentado pensar en algo que decir que no sonase
totalmente estúpido.
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Para cuando fue el momento de su descanso, Darren estaba


sintiéndose tembloroso e inestable en sus pies. Se tambaleó un poco en el
camino de regreso a la sala de descanso, se sostuvo en el borde de un
estante. Su estómago estaba revuelto.
Alicia estaba en la sala de descanso y levantó la mirada
cuando él entró, sus ojos azules se abrieron y su expresión se cerró con
preocupación. Ella se levantó de su silla y lo atrapó cuando casi tropieza
con sus propios pies, posando una mano sobre su frente.
—Jesús, Darren. —Su tono le dijo todo lo que necesitaba
saber, y su expresión le dijo muy claramente cómo se veía. —Estás
ardiendo.
Estaba definitivamente enfermo.
—Me siento así, —confesó, pronunciando un poco mal las palabras.
—No sé qué ocurrió. Yo estaba totalmente bien hace quince minutos. Y
luego fue, como si, ni siquiera sé. No sé qué está mal.
—No importa, amigo. Vamos a ir a hablar con el gerente.
Darren tuvo la presencia de ánimo para negar con la cabeza ante
eso.
—No. No me voy a casa. Tengo que quedarme.
Alicia le dio una mirada que decía que lo iba a trozar en pedacitos y
despachar de esa forma a casa si él no cooperaba. Ella era realmente
aterradora para ser una pequeña inglesa de poco más de 1,75 m. Darren
tenía unos buenos tres centímetros más que ella, pero todavía se encogía
un poco bajo su mirada, tironeando su labio inferior entre sus dientes y
mirando hacia arriba a través de sus pestañas. Ella hizo un sonido a través
de la nariz que fue algo entre divertida y exasperada.
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—Realmente, Darren. Eres lindo, pero no cederé. Vamos a


llevarlo al gerente de turno.
Nuevamente Darren negó con la cabeza, pero el gesto fue
débil, y ella lo jaló hacia adelante con un brazo enganchado en el suyo.
Darren se forzó a caminar con ella. Él realmente no quería hablar con el
gerente de turno. Odiaba consultar cualquier cosa a los gerentes, porque
ellos lo miraban con esos ceños fruncidos que decían que la había jodido
por completo y él odiaba la decepción en sus expresiones. Odiaba hacerlos
enojar.
El gerente de turno de ese día era Jenny, que era
probablemente la persona más amable que alguna vez había trabajado en
Walmart en la historia de Walmart, pero aún así Darren estuvo
sorprendido cuando ella le hecho una mirada y le dijo ve a casa. Ellos
conseguirían a alguien más para que cubriese el resto de su turno. ¿Se
veía así de enfermo? Al salir, se detuvo en el baño y se miró en el espejo.
Realmente se veía muy enfermo. Sus mejillas estaban
sonrosadas en un rostro que de otra forma sería blanco, su cabello pegado
a su piel por el sudor. Sus manos estaban temblando. Dios. No es de
extrañar que todos ellos lo hubiesen casi expulsado por la puerta. Parecía
como si tuviese algo que barrería a la mitad de la población de empleados,
y no ayudaba que sintiese como si sus entrañas estuviesen torciéndose en
nudos. Nada de eso explicaba el hecho que de repente estaba realmente,
realmente excitado. Como para señalar a una persona en la calle, que
pareciese probable que dijese que sí, porque necesito tener sexo en este
momento, del tipo caliente. Lo cual era ridículo. Porque se sentía como la
mierda.
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Moviéndose lenta y cuidadosamente para evitar tropezarse


consigo mismo otra vez, Darren hizo su camino hacia las puertas
deslizantes y al calor de una tarde de julio. Había 5 cuadras y 7 tramos de
escaleras entre él y su cama, y solo la idea de ello era suficiente para hacer
que casi se rindiese. Se dejó caer para sentarse en una de las bancas del
otro lado de la puerta, su dolorida cabeza cayendo entre sus manos, e
intentó convencerse a sí mismo que iba a lograrlo.
CAPÍTULO TRES

Si alguien le hubiese dicho a Blake Marrock que encontraría


su omega en un Walmart en medio de Iowa se habría reído. La sola idea
de eso era absolutamente absurda. Ni siquiera había estado en Iowa en 6
años, nunca había ido salvo cuando estaba de camino hacia algún lugar
más. Y odiaba Walmart, odiaba esas grandes y brillantes tiendas en forma
de caja que apestaban a humano y plástico barato. Pero cuando se
derrumbó al costado de la carretera en algún pueblo en mitad de ningún
lugar en Iowa no había nada excepto un Walmart en varias millas, él había
cedido y entrado.
Tenía la intención de ser una rápida parada, entrar y salir otra
vez y de regreso en su camino hacia el norte, pero cuando llegó al frente
en la línea de la caja había olido al omega, ese dulce y cálido aroma como
a azúcar de maple y al viento del lago, y se había encontrado mirando al
niño, que se había encontrado con su mirada con una expresión que era
más un desafío que un reconocimiento. Blake casi le dijo algo justo ahí,
excepto que estaban en un lugar público lleno de humanos, y si el chico
quería tomar la oportunidad de ser una pequeña mierda irrespetuosa
entonces Blake iba a permitírselo. No era su problema.
Sin embargo, se había encontrado regresando al chico en su mente,
y cuando volvió a salir al aire casi fresco, se encontró preguntándose qué
estaba haciendo un omega en un pequeño pueblo soñoliento como este,
en un estado donde los lobos estaban en peligro de extinción. No era
exactamente un lugar seguro para una manada, y mientras Blake lo
consideraba, no había sido capaz de pensar en una sola que supiese vivía
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en este estado. Entonces qué estaba haciendo el chico aquí, ¿solo? Los
omegas eran demasiado valiosos para desterrarlos de una manada, y si
bien el niño había sido menos que respetuoso, no había tenido
exactamente el aspecto de un criminal, con esos grandes ojos marrones
bajo esa cascada de cabello castaño. Así que Blake arregló su camioneta,
pero no volvió a entrar en ella y salió a la autopista. Reclamó una de las
bancas justo fuera de la tienda, y esperó a que el chico saliese.
Aunque él había sabido que el turno del niño podía tomar más
horas, Blake no había esperado mucho. Menos de media hora más tarde
de haberse sentado con un libro, el chico se había tambaleado fuera de la
tienda, luciendo como el infierno y apestando a celo. Lo cual no tenía
ningún sentido. El niño era joven, sí, pero no parecía lo suficientemente
joven como para no haber tenido su primer celo, y si sabía que iba a
entrar en celo, ¿por qué no se había quedado en casa? Salvo que él no
había olido un poco como a celo cuando Blake había pasado por la cola en
su caja, así que él no debería oler a nada como eso ahora, sin embargo,
todo lo que Blake podía oler era ese dulce aroma a maple, tan espeso que
casi podía saborearlo, y el chico estaba desplomado en la banca, el rizado
cabello contra su rostro, donde el sudor lo había pegado a su piel. Blake
tomó una decisión y se levantó.
—Oye. Chico. —Mantuvo la voz suave mientras ponía una mano en
el hombre del niño, sin poner nada del Alfa ahí.
El chico se sobresaltó bajo su toque, y lo miró con ojos aturdidos. Su
cabello cuidadosamente peinado había sido empujado hacia atrás por las
manos que había tenido sobre su cara, los ojos de Blake se estrecharon
cuando dió un vistazo a la cicatriz que cortaba desde la ceja hasta el
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pómulo, a lo largo del borde del alveolo del ojo del niño, gruesa y en
relieve. No había muchas cosas que podían marcar de esa forma a un
shifter, y la preocupación de Blake se redobló.
—Está bien, chico, te voy a llevar a un lugar seguro.
Deslizó un hombro bajo el del niño y con cuidado lo levantó,
ayudándolo a ponerse de pie. Su brazo envuelto alrededor de la cintura
del chico. El omega parecía fuera de sí como para saber lo que él estaba
haciendo, pero después de un par de pasos de repente el chico intentó
zafarse de sus brazos, consiguiendo solo ponerse completamente fuera de
balance. Si no hubiese sido por el brazo de Blake alrededor de él,
definitivamente habría caído.
—¿Relájate, quieres?
—Mierda, aléjate de mí.
La brusca respuesta sorprendió a Blake, y miró al chico, que lo
estaba mirando a través de la bruma del celo, e intentando alejarlo.
—No voy a lastimarte, —prometió Blake, pero el chico negó
con la cabeza.
—No voy a ningún lado contigo, —dijo obstinadamente. —
Vete a la mierda.
—Tu vocabulario deja mucho que desear, ¿lo sabías?
Blake arrastró al chico medio fuera de sus pies, porque el niño
seguía tropezándose con ellos, e iba a golpearlos a ambos si no lo dejaba.
Abruptamente el omega dejó de pelear, su nariz contra el lugar en que el
cuello de Blake se unía con su mandíbula, y estaba respirando su olor,
haciendo pequeños ruidos de lloriqueo que estaban yendo directamente a
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la polla de Blake. Al menos él ya no estaba llamando la atención de los


humanos a su alrededor, eso era algo.
—Está bien, chico, —dijo Blake cuando consiguió sentar al
chico en su camioneta y lograba despegar sus manos de él para poder
sentarse en el asiento del conductor. —¿A dónde te estoy llevando?
De inmediato el omega se había acurrucado contra su
costado, la cabeza sobre su hombro, y estaba jadeando, con los párpados
medio cerrados. Su olor llenaba la cabina de Blake, y bajó la ventana para
poder obtener un poco de aire fresco, así no saltaría sobre el chico en el
estacionamiento del Walmart.
—Tu casa, —dijo él, atrapando la barbilla del chico y
levantando su cabeza de modo que el chico lo viese a los ojos, dejó que el
Alfa saliese en su tono, un bajo gruñido ordenó. —Te estoy llevando a
casa. ¿Dónde?
Él sintió que el chico se estremecía. —Oh. Lo siento. Lo siento.
Humm. Ese camino. —El chico señaló directamente calle abajo. —Solo un
poco. Cinco cuadras. Grande y feo edificio de estuco. No puedes perderlo.
Sus palabras se arrastraron juntas, pero al menos el chico
había conseguido una oración coherente. Pareció volver en sí de cierto
modo, y de repente estuvo en mitad de la camioneta. ¿Y qué pasaba con
los cambios de humor? ¿No entendió que Blake estaba tratando de
ayudarlo? Él simplemente estaba haciendo lo que cualquier alfa decente
haría si encontraba un omega solo y en celo sin un lugar seguro donde
estar. Pero al parecer el chico no entendió eso, porque estaba intentando
abrir la puerta, solo sus dedos se deslizaban por la manija, y había
terminado presionándose tan cerca cómo pudo.
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—¿A dónde me estas llevando?


—Casa, —dijo Blake. —Te lo dije. Incluso me dijiste dónde es.
No hay modo en que consigas hacerlo por tu cuenta, chico. Puedes
recoger tu automóvil más tarde.
—Deja de llamarme así. No soy un niño.
—¿No? —Blake bufó una risa. —Apenas dejaste de ser un
cachorro.
—No soy un cachorro tampoco. Tengo 22 años. Y si piensas que voy
a decir algo como que estoy en deuda contigo por llevarme de regreso a
mi departamento, no lo estoy. Y no lo hago. Y fue amable de tu parte,
pero puedes dejarme salir aquí.
Blake miró dudosamente al edificio al que habían llegado. Era
realmente feo. Y de estuco.
—¿Estás seguro que puedes caminar solo? ¿Tienes
suministros?
No le gustó pensar en dejar al chico por su cuenta. No le gustó
pensar en dejar al omega de ningún modo, si era honesto.
—Subo ahí todo el tiempo. —El niño parpadeó hacia él. —
¿Suministros?
Blake arqueó las cejas. —Sí. Suministros. Tu sabes…
—Si estas preguntando si tengo sopa de pollo, estoy seguro
que tengo algo en algún lado. Hicieron una campaña de comida enlatada
en el verano hace un tiempo en una de las iglesias. Conseguí algunas
cosas.
—¿Sopa de pollo? —Repitió Blake incrédulo. —¿Qué exactamente
crees que está pasando?
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Esos ojos marrones se alzaron hacia su cara, y fue obvio que


el chico estaba tratando de acomodar sus facciones en una expresión de
beligerancia.
—Estoy enfermo. Obviamente. Idiota.
Un bajo gruñido vibró en la garganta de Blake, y el chico
retrocedió contra la ventana, los ojos muy abiertos.
—Mira, —dijo Blake, sacando de su voz parte de la ira,
aunque mantuvo al alfa, mirando al chico con los ojos entrecerrados. —
Entiendo que claramente estas fuera de tu cabeza ahora mismo. Y sé que
estás teniendo un duro momento. Pero eso no es excusa para que me
faltes el respeto. Lo pasé por alto hasta ahora, pero no permitiré que me
llames por nombres. ¿Está claro, omega?
El niño asintió un poco demasiado ansioso. —Sí, —dijo él. —
Perdón. Lo siento.
¿Con eso, cómo se supone que él siguiese molesto? Blake
suspiró, y se acercó para poner una mano en el hombro del chico.
—Está bien. Sé que es difícil, cariño. —No había tenido
intención que el afecto se deslizase, pero una vez que habló no hubo
forma de retirarlo. —Y estoy empezando a pensar que estás muy
confundido y tal vez un poco perdido. ¿Dónde está tu manada?
Increíblemente, sus grandes ojos se llenaron con lágrimas. Los
propios ojos de Blake se ampliaron. El celo, la necesidad y el olor del
omega rogando por un nudo retrocedió al fondo, debajo de la mirada de
ojos llorosos y el olor del azúcar quemada y a mar salado de un omega en
dificultades. Cada instinto le gritaba que recogiese al lloroso omega en sus
brazos y lo sostuviese hasta que estuviese bien y seguro.
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—Por Dios, —dijo Blake. —Chico. ¿Qué pasa?


El chico negó con la cabeza, una mano presionada sobre su
boca para amortiguar el sollozo que trataba de escapar. Blake iba a tener
un latigazo emocional si este tipo de cosas continuaban, aún así extendió
la mano, lentamente, y la envolvió alrededor de la muñeca del chico,
sacándolo de su esquina hasta que Blake pudo envolverlo con un brazo, y
pudo jalarlo hacia sí.
—No tengo una manada, —dijo el chico contra su hombro. —
Sin manada. Totalmente solo.
Él estaba temblando contra Blake, atrapado entre la
necesidad y su propio dolor, y era suficiente de eso. Blake recogió al chico
en sus brazos y se deslizó fuera del auto, sin estar seguro de si estaba
satisfecho o simplemente contento cuando un par de brazos se
envolvieron alrededor de su cuello en respuesta, el niño se sostenía como
si al soltarlo él volvería a estar totalmente solo otra vez, pero Blake no iba
a dejar que eso pase. Lo que sea que hubiese dejado al niño por su cuenta,
no iba a permanecer de esa forma, ya no más.
—¿Cuál departamento es el tuyo? —Preguntó mientras
caminaba entrando al edificio, sintiendo la ráfaga del aire acondicionado
contra su piel.
—Séptimo piso, —murmuró el chico. —725. Por favor…
No sonaba como si supiese qué estaba pidiendo. Podía estar
deslizándose nuevamente en el celo, o solo siendo educado. Tal vez
estaba pidiendo no ser dejado solo, pero si era eso él no necesitaba
preocuparse al respecto. Blake cargó el peso muy leve del omega los siete
tramos de escaleras, y encontró la puerta que él había mencionado.
EL DESPERTAR DEL OMEGA
27

—¿Está bloqueada?
Darren asintió, dando vueltas alrededor de su cuello para levantar
una llave de departamento en una cadena, la cual Blake tomó y usó para
destrabar la puerta. Con el chico todavía en sus brazos, Blake entró, y la
puerta se cerró detrás de él.
CAPÍTULO CUATRO

El departamento era pequeño; una sola habitación con un


colchón empujado a una esquina y cubierto por un enredo de mantas y
una almohada que parecía como si estuviese en las últimas. Sentado junto
a él estaba una laptop, cerrada y desconectada, y un reloj despertador. El
único otro mobiliario era un juego de estantes de madera combada que
contenían unas pocas pilas de ropa y, en el nivel más alto, media docena
de libros. Había una puerta cerrada justo más allá del pie de los mismos. Al
otro lado de la habitación había una puerta que pudo ver conducía a una
cocina del tamaño de un armario. La primera puerta, entonces, debía ser
el baño. Blake maldijo por lo bajo. ¿Qué demonios estaba haciendo el
chico viviendo en un lugar como este?
Cuidadosamente, puso el liso cuerpo sobre el colchón, luego
se sentó en el borde él mismo.
—Escucha, chico, —dijo, tan suavemente como pudo. —Vas a
tener que tratar de escucharme.
Aturdidos ojos se elevaron para mirar su cara, pero el chico
claramente estaba moviéndose detrás de la etapa de escucha,
comenzando a retorcerse un poco cuando registró la suave cama debajo
de él y la presencia de un alfa compatible. Él tiró de su labio inferior entre
sus dientes y lo dejó arrastrarse entre ellos para deslizarse libre de una
forma que hizo que Blake se tragase un gemido. Dios. ¿Por qué él tenía
que ser el único en encontrar un omega en celo que aparentemente lo
odiaba? ¿Qué pecado había cometido en una vida pasada que tenía que
sentarse y ver al chico y no tocarlo mientras gemía así?
EL DESPERTAR DEL OMEGA
29

—Mi nombre es Blake Marrock. Y soy un miembro de una


manada de shifters en Minnesota. Puedo ayudarte, si quieres mi ayuda.
Puedo ayudarte a atravesar tu celo. Pero necesito saber si estás de
acuerdo con eso.
—Por favor, —dijo el niño, mirándolo con esos ojos marrones
muy abiertos, y Blake no estaba seguro de cuál era la pregunta. Hubo un
momento de silencio, el chico mirándolo fijamente, y pareció registrar que
Blake había dado su nombre, porque él dijo —Darren. El nombre es
Darren.
—Darren, —dijo Blake, aliviado de saberlo. Estiró una mano y
acarició el sudoroso cabello alejándolo de la frente del niño, y Darren se
inclinó en el toque como si estuviese hambriento por ello. El celo lo había
golpeado rápido y golpeado con fuerza. Pobre cosita. —¿Quieres que te
ayude, cariño?
—Sí, —respondió Darren, con voz áspera. Sus manos bajaron
a las restricciones de sus pantalones caqui. —Por favor. Mierda. Sí. Por
favor.
Blake se inclinó y los desabrochó porque las temblorosas
manos del niño seguían deslizándose del botón, y los bajó por las piernas
del chico y los lanzó a un lado. Con un poco de ayuda de Darren, su camisa
siguió.
Sin la parte superior del uniforme demasiado–grande, Blake
pudo ver que el niño era demasiado delgado, sus costillas apenas visibles
bajo la piel, pero se veía lo suficientemente fuerte como para lograrlo a
través de su celo al menos, y con Blake aquí no tendría que preocuparse
por alimentarse a sí mismo. No tendría que atravesarlo solo. Blake
AIDEN BATES
30

enganchó sus dedos bajo el elástico de la ropa interior de Darren y lo miró


de nuevo.
—¿Esto está bien, cielo?
Darren asintió, demasiado rápido y demasiado ansioso, dijo, —Por
favor, por favor.
Blake se los quitó.
Darren ya estaba duro, la delgada polla omega casi tan resbaladiza
como sus muslos. Blake hizo un bajo y hambriento sonido que no había
tenido la intención de soltar, y extendió una mano entre ellos para deslizar
sus dedos por la grieta del culo del omega, con la otra mano presionando
sus muslos abiertos. El bonito omega debajo de él se removió y sollozó,
separó los labios y sus manos se aferraron a las mantas. El arco de su
columna vertebral era la mejor cosa que Blake había visto en su vida.
Quería lamerlo, saborearlo, llenarlo y reclamarlo. Y esa clase de
pensamientos eran peligrosos. Había protocolos y reglas de manada que
seguir. Ni siquiera había presentado al niño a su propia manada. Tú no
traías simplemente algún omega que conociste en un Walmart en Iowa y
te emparejabas y les decías —Oh, por cierto, este es mi nuevo compañero.
—Esa clase de mierda no volaba.
Así que él mantuvo sus propios pantalones puestos, a pesar
de la incomodidad de su muy insistente erección presionando contra la
cremallera de sus jeans, y solo deslizó sus dedos dentro del omega,
escuchándolo jadear con la repentina extensión de ellos. Darren estaba
apretado alrededor de él, y Blake no pudo evitar pensar en cómo se
sentiría el chico alrededor de su polla, alrededor de su nudo. Dios, él
quería al omega.
EL DESPERTAR DEL OMEGA
31

—Por favor, —Darren continuó diciendo. —Dios. Mierda. Por


favor.
—Alfa, —dijo Blake, corrigiéndolo incluso aunque
probablemente no debería. —Por favor, Alfa.
—Por favor, —repitió Darren. —Alfa, por favor.
Definitivamente no debió haberlo hecho decir eso, porque el
sonido de esa dulce y destrozada voz llamándolo Alfa, rogando por él, era
casi más de lo que podía tomar.
—Necesito, —suplicó Darren, la voz se enganchó cuando los
dedos de Blake se deslizaron sobre su próstata. —Yo necesito…Alfa. Por
favor. Fóllame.
Maldición. Él iba a estar en muchos problemas. Blake deslizó
otro dedo dentro del omega, su omega, y acarició su próstata con lentitud,
pequeñas firmes caricias, hasta que estuvo sollozando necesitado,
intentando formar palabras que su lengua mantenía atrapadas. Hasta que
se derramó sobre su estómago con un pequeño grito cortante, su cuerpo
con espasmos alrededor de los dedos de Blake y sus muslos temblaban.
Blake no pudo ayudarse a sí mismo. Se inclinó y lamió el dulce
desastre de la piel del omega, lamió su polla todavía dura y las apretadas
bolas mientras Darren se retorcía y jadeaba y se aferraba a las mantas
debajo de él. Mientras hacía ruidos como si estuviese en una agonía de
placer. Una mano delgada atrapó el cabello de Blake, curvando los dedos,
pero sin jalar, como si Darren no quisiese obligarlo a acercarse, pero no
pudiese evitar extender la mano y tocarlo, sin poder evitar rogar por más
con cada movimiento y línea de su cuerpo.
AIDEN BATES
32

—Más, —sollozó finalmente. —Alfa. Más. Por favor. Por


favor. Por favor.
Todo este asunto había estado condenado desde el principio,
realmente. Blake estaba tan duro que dolía, y la parte de su cerebro que
era el lobo estaba urgiéndolo hacia adelante, diciéndole que tomara lo
que estaba tendido ante él —omega—, compañero. El chico lo quería.
Rogaba por él.
—Alfa, Yo…Por favor. Blake.
Y eso fue demasiado. Porque él no solo estaba suplicando por
su alfa de la forma en que el celo demandaba. Él estaba pidiendo un Alfa.
Por Blake. Blake retiró sus dedos del chico el tiempo suficiente como para
quitarse su propia ropa, sin estar seguro de si había logrado desabrocharla
o simplemente la rasgó y realmente no importaba. Darren hizo un sonido
desolado, rogando por una suerte de sonido, y Blake extendió la mano por
un momento y puso la palma sobre su estómago. Para calmarlo.
—Va a estar bien, cielo, —prometió. —Solo un minuto, ¿sí?
Espera solo un minuto por mí. ¿Alguna vez fuiste follado antes, dulzura?
Darren asintió, el labio entre sus dientes, y mirando a Blake
con esos grandes ojos marrones, sus caderas moviéndose con pequeños
movimientos de súplica como si pensase que supuestamente debía
quedarse quieto, pero sin poder evitar moverse. Blake gruñó en lo
profundo de su garganta y agarró al chico por los muslos, arrastrándolo
sobre las arrugadas mantas hasta que Blake estuvo entre sus piernas
abiertas. Lo echó hacia atrás para que se doblara sobre sí mismo, los pies
en el cabello y los muslos aún en las manos de Blake. Entonces se inclinó y
EL DESPERTAR DEL OMEGA
33

lamió a su omega desde el coxis hasta las bolas, y lo escuchó


prácticamente gritar de placer.
El omega estaba ondulando contra las mantas, una mano
regresó al cabello de Blake, la otra agarraba el suyo, como si pudiese
evitar romperse de ese modo. Las palabras se derramaban de su boca, en
forma desordenada, mal pronunciadas y a penas comprensibles, pero
Blake sabía lo que él quería e iba a dárselo. En solo un momento. Tan
pronto cómo tuviese una probada.
Frotó la lengua sobre el agujero de su chico, manteniéndolo
en el lugar lo suficiente como para que él no pudiese escapar de esa
maravillosa sensación. Mordisqueó la suave piel en el interior de las nalgas
del chico, frotó el pelo de su rostro sin afeitar contra ellas, hasta que
estuvieron rojas por el áspero tratamiento, luego regresó a chupar y lamer
el agujero del omega abriéndolo hasta que pudo deslizar su lengua
adentro. Sus dedos se deslizaron también hacia adentro, abriendo a
Darren aún más, haciéndolo gemir y sollozar de nuevo.
Cuando Blake finalmente se retiró, Darren era un lío
deshuesado rogando en la cama contra las sabanas y diciendo su nombre
una y otra vez, como si fuese un hechizo, como si al decirlo suficientes
veces le darían lo que quería. Afortunadamente para él, lo haría. Blake
deslizó sus manos hacia abajo por los muslos de Darren, dejando que sus
piernas bajasen hasta que descansaron contra la cama, luego envolvió con
sus dos manos las esbeltas caderas y lo giró sobre su vientre, arrastrando
sus caderas en el aire.
La columna vertebral de Darren se arqueó como cuando Blake
deslizó por primera vez los dedos en él, una profunda curva que levantaba
AIDEN BATES
34

sus caderas y presentaba su agujero a su Alfa, las piernas separadas y su


polla dura entre ellas. Blake se obligó a no inclinarse por otra probada,
pero no fue una ardua tarea alinearse con ese resbaladizo agujero y
deslizarse dentro, gimiendo cuando el apretado y flexible cuerpo lo tomó
pulgada a pulgada hasta la empuñadura, sus cuerpos presionándose
juntos tan cerca como ellos podían estar. Los sollozos de Darren se habían
convertido en sonidos de gratitud, y las sílabas que dejaban sus labios
sonaban sospechosamente como “gracias.”
—Eso es todo, —dijo Blake mientras se retiraba lo suficiente
como para que solo la cabeza de su polla estuviese dentro del chico. —
Está bien, cariño. Tan bueno para mí.
Y luego ahí no hubo más charla. Solo el sonido de ellos
moviéndose juntos, el sonido de las suplicas amortiguadas de Darren
hasta que el nudo de Blake se hinchó, él se inclinó para mordisquear la
parte posterior del cuello de su omega dando la siguiente embestida lenta
y suavemente.
—Voy anudarte ahora, cariño.
Darren asintió contra la cama, pero cuando Blake presionó su
nudo a través del apretado anillo del agujero de su omega por primera
vez, Darren se movió como si estuviese intentando escapar, y Blake tuvo
que calmarlo, sus manos se envolvieron alrededor de las caderas de su
chico.
—Shh, cariño. Shh. Solo va a ser incómodo por un minuto. Va
a sentirse muy bien, lo prometo.
Darren sollozó, pero se quedó quieto bajo las manos de Blake,
gimiendo cuando Blake se deslizó de nuevo, abriéndolo aún más.
EL DESPERTAR DEL OMEGA
35

Y él no había planeado morder al chico, realmente no lo hizo.


Pero cuando su nudo se deslizó dentro por última vez y los bloqueó con
más fuerza, cerró los dientes alrededor de la curva de la esbelta garganta y
mordió, y debajo de él Darren gritó y se vino una vez más, su cuerpo
ordeñando el semen de Blake.
Gentilmente, Blake los giró a ambos, abrazando su omega, y
con una mano acariciando suavemente de arriba abajo el pecho de su
chico.
—Tan bueno, —susurró contra la oreja de Darren. —Fuiste
muy bueno conmigo, cariño. Estoy muy orgulloso de ti. Todo mío ahora.
Mi dulce omega. Va a ser perfecto. Lo prometo. Te cuidaré muy bien,
cielo.
Y Darren, lo sabía, ya estaba a la deriva, a punto de dormirse,
pero eso estaba bien, porque diría todas las palabras nuevamente cuando
su omega estuviese despierto para escucharlas, mantendría todas sus
promesas.
CAPÍTULO CINCO

Cuando Darren despertó, alguien más estaba en su cama. Él


yacía muy quieto, tratando de recordar qué había pasado la noche
anterior. Había dejado temprano su turno, ¿no? Había estado enfermo.
Recordaba que mucho, aunque estaba todo sucio junto con fiebre. Pero
más allá de eso…Ahí había estado el hombre, en su caja, justo antes de
comenzar a sentirse tan mal, el hombre que olía a pinos y humo, hablando
en su celular. El hombre que estaba, Darren se dio cuenta, actualmente
compartiendo su cama. Él podía olerlo en todas partes, ese olor a humo y
cuero. Y los brazos que lo rodeaban eran los que recordaba haber visto,
musculosos, un bronceado dorado sobre la piel que debería haber estado
pálida antes de pasar el verano en el sol. Al menos él podía broncearse.
Darren no se bronceaba sin importar que hiciese y…
Se cortó a sí mismo. Esa no era una cosa para estar pensando
justo ahora. Había cosas más importantes a considerar, cómo qué estaba
haciendo alguien más en su cama y por qué su cuello estaba latiendo
sobre su pulso. Alzó una vacilante mano para tocarlo, encontrándolo
tierno y cálido. Y todavía estaba jodidamente caliente. Correcto. Eso había
ido con estar enfermo. Él recordaba eso ahora.
El desconocido detrás de él comenzó a removerse, y unos
cálidos labios rozaron el dorso de su cuello, esparciendo besos a lo largo
de las vértebras, y Darren pensó que lo recordaba. Blake. Ese era el
nombre del hombre. Lo llevó a casa, lo subió a su camioneta y lo llevó a su
departamento, luego lo cargó escaleras arriba cuando Darren no pudo
caminar. Vagamente se recordaba diciéndole al hombre que se fuera a la
EL DESPERTAR DEL OMEGA
37

mierda, y sintió que sus mejillas se calentaban un poco. Tal vez no debería
haberlo hecho cuando el sujeto había sido tan amable.
Arriba en su habitación él había… Dios. Le había rogado al
hombre que lo follara. También recordaba eso ahora, recordó a Blake
preguntando si había sido follado antes, diciéndole que lo ayudaría, que él
estaba en celo. En celo. Qué mierda. Darren giró la cabeza lo suficiente
para mirar a Blake mientras el hombre levantaba la suya para mirarlo, una
suavidad en sus ojos que Darren no recordaba haber visto en nadie aparte
de tal vez uno o dos de sus trabajadores sociales. Pero eso había sido
diferente. Ellos lo compadecían, sabiendo que realmente no podían
ayudarlo de la forma en que él necesitaba ser ayudado. No había lástima
en la mirada de Blake, solo calidez, deseo y algo que Darren no pudo
ubicar.
—Oh mi Dios. Estoy tan…— El rubor de Darren se oscureció.
—No puedo creer que te haya pedido que me follaras.
Blake soltó una carcajada, un sonido bajo y áspero en los bordes, de
un modo que hizo que la polla de Darren fuese aún más insistente en lo
que quería. Darren le dijo que se calle, estaba ocupado, pero esa era algo
difícil de ignorar. Y Dios, se sentía realmente resbaloso. ¿Cuánto lubricante
había usado Blake? Él iba a preguntar, realmente lo haría, pero entonces
se distrajo por el hecho que ahí había una polla dura descansando entre
sus nalgas y él meció la espalda contra ella, sintiendo que su mente se
nublaba un poco nuevamente. Cualquier momento de racionalidad que
había tenido estaba claramente diciendo adiós.
—No hay necesidad de disculparse, cielo, —dijo Blake encima
de él, con esa voz áspera como el whisky que hizo que sus entrañas se
AIDEN BATES
38

apretasen en más nudos. —He ayudado a más de unos cuantos omegas a


través del celo. Sé cuán duro los toma. Pienso que lo hiciste muy bien
diciéndome que me vaya a la mierda durante el tiempo que lo hiciste.
—Probablemente no debería haber hecho eso tampoco, —
dijo Darren, contrito.
—Estabas asustado, y no sabías que podías confiar en mí. No
sabías que solo quería cuidar de ti. Está bien, cariño. Nadie está molesto
contigo por eso.
Envolvió a Darren con más fuerza en sus brazos, meciéndose
contra él de nuevo, la cabeza de su polla bombeando contra el agujero ya
húmedo y abierto de Darren, y realmente deseaba recordar más que los
vertiginosos atisbos de ellos juntos, porque lo que recordó, en realidad
había sido realmente bueno. Bien cómo que, tal vez, quería repetirlo solo
para poder recordar todo.
—¿Cuidaste de mí? —Preguntó, y quiso sonar escéptico, pero
en su mayor parte solo sonó anhelante, y tal vez un poco perdido, y eso
era probablemente por lo que tantas personas siempre lo miraban con
lástima.
—Cuidé de ti, —dijo Blake, acariciando con la boca la parte
posterior de su cuello y mordiendo suavemente la piel. —Y voy a cuidar de
ti cariño. Siempre. Lo prometo.
Darren se rió, y no hubo nada feliz en el sonido.
—¿Siempre? Sí, lo que sea. Nadie cuidó de mí antes. ¿Por qué
debería creer que lo harías ahora?
—Por qué eres mío, —dijo Blake simplemente, y Darren dejó
de reír.
EL DESPERTAR DEL OMEGA
39

—Lo siento. ¿Qué? —Su voz sonó fría.


—Yo…— Blake en realidad sonó compungido. —Mira, Darren.
No quise hacerlo. Sé que probablemente sea un frío consuelo ahora
mismo, pero realmente no tenía la intención de morderte.
—¿Me mordiste?
Recordó la dolorosa marca en su cuello, cálida donde sus
dedos la habían tocado. ¿Pero qué demonios tenía que hacer eso con que
aparentemente le pertenecía a Blake? ¿Esto es algo así como “lo mordí,
ahora es mío”? No estaba seguro de oponerse a ser de Blake. De hecho, la
idea lo hacía sentir como... cálido, derretido y seguro, pero ahuyentó los
sentimientos y con ellos la creciente excitación constante, tratando de
sacudir su cabeza y liberarla de todas las cosas que estaban
abarrotándola, evitando que recordara lo que iba a preguntar a
continuación.
—Sí, —dijo Blake, y él definitivamente sonaba contrito. —Sí,
chico. Te mordí. Lo siento. Realmente no es algo que pueda deshacer, lo
sé, pero prometo ser un buen compañero para ti, cielo. No te habría
mordido si no fuésemos tan compatibles. Simplemente olías tan bien, y no
tenía la intención de hacerlo, en absoluto, pero luego sucedió.
Darren estaba tratando de imaginarse qué demonios
significaban las palabras, y por qué Blake seguía hablando sobre morderlo,
pero sobre todo estaba pensando en lo grande que era la polla presionada
contra su culo y cuánto la quería. Rodó sus caderas para mecerla,
gimiendo cuando se deslizó sobre su agujero nuevamente.
—Realmente no me importa ahora mismo, —decidió. —Qué
tal si me follas, y luego lidiamos con la mordida.
AIDEN BATES
40

Blake soltó una carcajada detrás de él, y sus manos alrededor


de las caderas de Darren lo levantaron con cuidado, instalándolo sobre sus
rodillas. Darren sintió que su columna vertebral se arqueaba como si
tuviese mente propia, tirando en una curva exagerada que tenía que
enseñar todo a Blake, y por un momento el embarazoso calor enrojeció
sus mejillas. Pero Blake estaba haciendo un bajo sonido de aprobación
detrás de él, pasando la yema de sus dedos sobre el agujero de Darren.
—Dios, eres lindo, —dijo él, casi como si estuviese hablando
consigo mismo excepto que todavía estaba tocando a Darren. —Tan
agradable, cielo. Eres hermoso para mí.
Darren se estremeció un poco cuando las palabras lo
cubrieron, sin estar seguro de si podía creerlas, queriendo hacerlo con
desesperación. Quería que Blake lo tocara más, quería que esas grandes
manos se cerraran con fuerza alrededor de sus caderas y lo jalaran hacia la
polla de Blake. Dios, realmente quería la polla de Blake. Se retorció un
poco, intentando elevar sus caderas aún más.
—Por favor. —Las palabras escaparon de su boca antes de
querer decirlas. —Alfa, por favor.
Él no estaba seguro de dónde vino eso, pero se sintió bien en
sus labios, se sintió correcto en su pecho. Quería a Blake. Quería a su Alfa.
Y gimió largo y bajo cuando Blake entró en él con una lenta embestida, las
manos alrededor de sus caderas justo de la forma en que Darren las
quería.
—Sí, —jadeó. —Oh, mierda. Sí. Blake. Alfa.
—Dios, chico, —gimió Blake detrás de él. —¿Alguna vez
alguien te dijo que eres completamente irresistible?
EL DESPERTAR DEL OMEGA
41

Darren casi se ríe otra vez, pero no tenía el aliento para


hacerlo, y de cualquier forma estaba demasiado ocupado gimiendo. No.
Nadie le había dicho nunca que era irresistible. Estaba muy seguro que
nadie había pensado eso sobre él en lo absoluto.
—Más, —exhaló, porque estaba seguro que había más, y él lo
quería.
Blake embistió de nuevo, más duro, más rápido, acelerando el
ritmo mientras se movía, una y otra vez hasta que Darren no estuvo
pensando en nada más que en su polla. Hasta que Darren estuvo
empujando hacia atrás para reunirse con él en cada embestida, gimiendo
y suplicando. Nunca había tenido sexo así. Nunca había sido follado tan
profundo o tan perfectamente. Nunca quiso a la persona detrás de él más
que a cualquier cosa. Solo había sido algo para hacer, para escapar, y
nunca había sentido que fuese suficiente después. Nunca sintió que era
llenado de la forma que quería serlo. Pero Blake lo llenaba hasta no dejar
ningún vacío dentro de él, y eso era perfecto. Era todo lo que él no había
sabido que podía tener.
Cuando la mano de Blake se cerró alrededor de su polla y la
acarició, él gimió, moviéndose bruscamente, atrapado entre esa grande y
cálida mano en su polla (los callos ligeramente ásperos frotando todos los
lugares correctos) y la grande y perfecta polla dentro de él. Y Dios, eso era
bueno. Él dijo eso, parecía no poder dejar de decirlo. Parecía no poder
detener los sonidos que quería derramar. Pero estaba bien. Pensó que tal
vez, por una vez, podía estar bien. Porque Blake estaba ahí. Su Alfa. Blake
lo cuidaría. No sabía de dónde venía esa confianza, pero era agradable
AIDEN BATES
42

sentirla, agradable creer, aunque solo fuese por un momento que alguien
realmente lo quería. Que alguien se quedaría con él.
Cuando sintió la presión de algo más grande contra su
agujero, al principio no lo entendió. Tenía vagos recuerdos de algo como
eso antes. Algo… Recordó que había dolido, y que Blake había sido gentil y
prometido que se sentiría bien en un momento, y, Dios, lo hizo. Había sido
tan increíble.
Se sentía bien ahora, estirándolo lentamente abriéndose a su
alrededor. Hubo solo un poco de dolor al estirarlo, pero él estaba tan
mojado que se deslizó fácilmente en su interior, volviendo a retirarse, y
podía jurar que se estaba volviendo más grande. Cuando volvió a
presionar dentro de él, gruñó, la mano de Blake en su cadera se suavizó y
acarició la delgada piel sobre el arco del hueso, adelante y atrás.
—Tan bueno para mí, cariño, —dijo él, como lo hizo la noche
anterior. —Estás siendo tan bueno. Tan lindo.
Darren lloriqueó, alto en su garganta, pero presionó hacia
atrás contra el estiramiento cuando lo abrió otra vez, entonces estuvo
bloqueado con Blake, y Blake estuvo moviéndose con afiladas estocadas
que frotaron su próstata una y otra vez hasta que estuvo retorciéndose
bajo él, sintiendo como se desbarataba.
—Joder, —pudo escucharse diciéndolo, una y otra vez. —
Joder. Blake. Alfa. Joder.
Y Blake, detrás de él, estaba gimiendo, sus dedos curvándose
más apretados alrededor de sus caderas, atrayéndolo contra la profunda
presión. Podía sentir el calor derramándose dentro de él, Blake llegando y
viniéndose. Y no tenía espacio en el cerebro para pensar que era extraño.
EL DESPERTAR DEL OMEGA
43

Todo en lo que podía pensar era en cuán bien se sentía. Cuánto lo


deseaba. Quería estar lleno de Blake, quería estar pesado y redondo con
los bebés de Blake, y eso era... Bueno... hacía calor. Y él cerró sus ojos;
giró el rostro contra las mantas, y con un sollozo llegó en la mano de Blake
mientras se deslizaba sobre su polla de nuevo.
Blake fue gentil cuando se vino abajo, acariciando sus
caderas, su vientre, besando la parte posterior de su cuello.
—Dios, —dijo él mientras recogía a Darren en sus brazos y los
giraba a ambos. —Eso fue tan bueno, bebé. Tú eres tan bueno.
Darren permaneció silencioso en sus brazos por un largo
momento, simplemente cálido, seguro y saciado. Podía sentir el corazón
de su Alfa latiendo contra su espalda y el suyo estaba a punto de quedarse
dormido, pero cuando la lasitud del orgasmo cambió en algo más
profundo, algo de su mente regresó y se tensó en los brazos de Blake.
¿Qué demonios acababa de suceder? Intentó moverse, pero ellos aún
estaban juntos, Blake aún se mantenía duro dentro de él, y el movimiento
frotó contra su próstata y disparó pequeñas réplicas de placer a través de
él como toques de electricidad. Juró por lo bajo y se quedó quieto incluso
cuando los brazos de Blake se apretaron aún más para mantenerlo en el
lugar.
—No lo hagas, cielo, —estaba diciendo Blake contra su oreja.
—Te lastimarás a ti mismo. ¿Qué ocurre?
—¿Qué ocurre? —rió Darren un poco histérico. —Lo qué
ocurre, es que en realidad no tengo idea de lo que está pasando, y parece
que tú sí, así que por favor explícamelo, porque yo estoy totalmente
perdido.
AIDEN BATES
44
CAPÍTULO SEIS

Yo estoy totalmente perdido. Le tomó a Blake un momento


para darse cuenta de lo que las palabras significaban, entonces él
retrocedió lo suficiente para poder mirar a su omega, a los ojos que
estaban muy abiertos y brillaban con lágrimas, y maldijo en su interior,
pero no se atrevió a decir las palabras en voz alta en caso ellas
desestabilizaran aún más a su chico.
—Cuando dices que no tienes idea de lo que está ocurriendo, —dijo
lentamente, con cuidado. —¿Qué quieres decir exactamente?
—Quiero decir que no sé qué está sucediendo. No sé por qué de
repente siento que te conozco de toda la vida, o por qué estás
prometiéndome que vas a quedarte conmigo para siempre, o qué mierda
está pasando con tu polla, porque tan bien como pueda sentirse, para ser
honesto me está asustando y en realidad me gustaría que me contaras
que está pasando.
Mientras hablaba sus palabras salieron muy rápidas, hasta que
fueron derramadas como si no supiese como contenerlas, su voz estaba
temblando, y las manos contra el brazo de Blake también temblaban.
Él no sabía. ¿Cómo no lo sabía?
—Está bien, —dijo Blake, todavía hablando lento y con cuidado.
Tomó una profunda inspiración y la dejó salir nuevamente, intentando
encontrar las palabras. —Está bien, cariño. Déjame explicártelo. Yo
pensé…— Su voz se trabó un poco. —Pensé que sabías o nunca te habría
tocado. No quería asustarte cielo, o ponerte en algo que no entendías. Te
AIDEN BATES
46

pregunté antes, cuándo querías que te follara. Pregunté si habías sido


follado antes.
—Sí, —dijo Darren. —He sido. Pero no, tú sabes, con lo que
sea que me estás follando.
—Está bien, —dijo Blake nuevamente. —Entonces tú…Dios. No
sabes nada, ¿no?
Darren estaba intentando girar para mirarlo, pero Blake
suavemente lo mantuvo en su lugar. —Necesitas quedarte quieto, cielo.
Jalarás el nudo y no estoy lo suficientemente disminuido como para poder
sacarlo. No te lastimes a ti mismo.
—Nudo, —dijo Darren como un eco incrédulo. —Tienes un…
Oh mi Dios.
—Sí, —dijo Blake, sintiendo la palabra torcerse un poco en su
boca, llegó plana y un poco afilada. Nunca había pensado que fuese una
cosa mala. Nunca pensó en eso cómo raro. —Sí, bebé. Tengo un nudo. De
algún modo pensé que lo sabías. Pero está bien, —añadió rápidamente
cuando sintió a Darren tensarse en sus brazos. —Está bien que no lo
supieras.
Se estiró y pasó una mano por el cabello de su omega,
acariciando el pecho y el vientre con la otra.
—Cuando anoche dijiste que no tenías una manada, que
nadie te había cuidado, te referías a que estabas… ¿Qué nunca habías
tenido una manada? ¿Qué nadie te ha enseñado nada sobre quién eres?
—¿Una manada? —Darren negó con la cabeza. —Quise decir
que mis padres murieron cuando tenía 6 años y estuve en el sistema de
crianza desde siempre. No los recuerdo en lo absoluto. Ellos me dijeron
EL DESPERTAR DEL OMEGA
47

que en este punto no lo haría. Por la lesión en la cabeza debido al


accidente automovilístico...
Fue el turno de Blake para brindar un eco incrédulo. —El
accidente automovilístico.
—Sí, —dijo Darren, girando la cabeza para mirar a Blake con
las cejas fruncidas. —¿Por qué es raro eso?
—Está bien, —dijo Blake, —creo que tendría que comenzar
por el principio. Y el principio es este. Eres un cambiaforma.
Darren se quedó muy quieto en sus brazos. Por un largo
momento no dijo nada. Blake apenas lo sintió respirando.
—Si soy un cambiaforma, —dijo finalmente, —¿Por qué
nunca he cambiado de forma?
Esa era una buena pregunta. El primer cambio usualmente
era desencadenado por algún factor estresante, a menos que el shifter
hubiera crecido con una manada y hubiese sido entrenado desde la niñez.
La mayoría de los shifters estos días la tuvieron. En los viejos tiempos,
cuando los shifters pasaban mucho tiempo solos y en la carrera, no había
sido tan inusual que un shifter aprendiese que era uno cuando de repente
un día se enojaba demasiado y cambiaba.
—Usualmente el primer cambio sucede por una razón. Te
enojas. O intentas defenderte o a alguien más.
Darren se rió. —Tienes un problema entonces. En realidad, no
me defiendo. Definitivamente no defiendo a nadie más. Nunca tuve a
nadie para defender. Probablemente soy un shifter ratón.
La risa de Blake fue mucho menos amarga que la de Darren.
—No eres un shifter ratón, cielo. Eres un lobo.
AIDEN BATES
48

Sintió el estremecimiento correr por el cuerpo de Darren, y


luego Darren se giró nuevamente para mirarlo, con los ojos muy abiertos.
—¿Soy un lobo? —Preguntó, su voz apretada en la garganta. —¿Quieres
decirme que realmente soy un lobo? ¿Que puedo cambiar? Eso…— Se
interrumpió a sí mismo por qué sonaba como si estuviese listo para
ahogarse en sus propias palabras, su voz temblaba más que su cuerpo. —
Yo…— Las lágrimas se derramaron.
—Oh, cariño. —Blake no estaba seguro de por qué estaba
afectado por poder adoptar la forma de un lobo. Era una cosa genial ser
capaz de hacerlo. Pero el estiró la mano de todos modos y alejó las
lágrimas del rostro de su compañero. —No necesitas temer.
—¿Temer? —Esta vez cuando Darren se rió sonaba como si
riese por qué no podía detenerse, y había una luz en sus ojos que Blake
solo había visto titilar ahí antes. —No tengo miedo, Blake. Yo…Oh mi Dios.
¿Incluso entiendes lo qué esto significa? —Sus ojos estaban buscando los
de Blake. —Todas las noches soñaba con ser un lobo. Al crecer, todo lo
que quería era ser Julie, o tú sabes, Darren, de los lobos, y mudarme a
Alaska y vivir con ellos.
Blake bajó la mirada hacia esos ojos castaños repentinamente
excitados.
—Y tú estás diciéndome que yo puedo, —continuaba Darren.
—Tú… —Se detuvo tan abruptamente como si hubiese chocado contra
una pared.
Blake apoyó la palma de su mano en la mejilla de Darren,
mirándolo fijamente cuando su expresión cambió, retrayéndose sobre sí
mismo.
EL DESPERTAR DEL OMEGA
49

—¿Qué es, cariño? ¿Qué está mal ahora? —Y no hubo ira en su voz,
solo preocupación.
—Todo esto es alguna clase de broma elaborada, ¿no? —
susurró Darren, con temor en su voz. —Yo no sé incluso como lo supiste.
No hablo con nadie. No es cómo si hubiese alguien con quien hayas
podido hablar. Soy el único que sé. Así que cómo supiste que podías venir
aquí y que sería… —Se ahogó con las palabras que seguirían, las lágrimas
derramándose nuevamente. —Dios, —dijo él, extendiendo una mano para
separarlos con un gesto agudo e impaciente. —Soy tan patético. No
sorprende que ninguno de ellos me quisiese.
Él estaba intentando alejarse nuevamente, retorciéndose
sobre el nudo de Blake, el cual iba bajando con rapidez, el aroma de
angustia omega haciendo que se deshinchase para que pudiese salir de su
compañero e ir a ver el peligro, pero Blake mantuvo quieto a Darren y no
se retiró.
—No es una mentira, —dijo él. —Darren. No es una mentira.
Te lo prometo. Te juro por todo lo que considero sagrado que no estoy
mintiéndote y nunca lo haría.
Darren paró de retorcerse para mirarlo, miserable y
sonrojado por la vergüenza, sus ojos aún húmedos.
—Puedo demostrártelo, —prometió Blake. —¿Si tú me lo
permites? Dame solo un minuto y mostrarte, lo prometo.
Después de un momento de silencio, Darren asintió. —Está
bien, —dijo suavemente. —Te dejaré probarlo.
Blake dejó escapar un suspiro de alivio.
AIDEN BATES
50

Fue otro momento para que su nudo bajase, y entonces él se


deslizó fuera de Darren, sintiendo que su chico respingaba un poco ante la
repentina avalancha de humedad cuando él se retiró. Cuando él se
levantó, Darren se incorporó también, no quería estar tendido frente a él,
vulnerable. Se sentó con las piernas cruzadas en la cama, y apoyó las
manos en sus rodillas, y miró a Blake con ojos que decían que no esperaba
nada, que él ya había renunciado a esperar algo de alguien hace mucho
tiempo. Nadie le había dado lo que necesitaba. Pero Blake iba a dárselo
ahora. Él iba a poner su propia marca sobre el pasado de Darren, iba a
llenarlo con tanto amor que no habría más lugar para el dolor. Ahora él
sabía por qué había sido traído aquí, a este pequeño pueblo en Iowa.
Darren había sido destinado para él. Y él estaba destinado para Darren.
Juntos ellos serían una pieza.
—Está bien cariño. Bien. Solo siéntate ahí y mírame, te
mostraré.
Elevó los brazos sobre su cabeza, estirándose. Tenía que
convencer a Darren, por qué si no podía, entonces Darren se iría, y si
Darren se marchaba ambos estarían en problemas. Un vínculo de
apareamiento, una vez hecho, no se rompía hasta la muerte. Y si Darren
iba demasiado lejos, odiaba demasiado a Blake, entonces los mataría a los
dos antes de permitir que ninguno de los dos se fuese. Él no había querido
morder al chico, pero eso no lo hizo sentir menos culpable ahora. No le
había dado a Darren una opción más allá de quedarse con él y ¿realmente
que sabían ellos uno del otro?
En el centro del piso, Blake se movió en un lento círculo,
agitando sus brazos, inclinando la cabeza lado a lado. El estiramiento no se
EL DESPERTAR DEL OMEGA
51

veía exactamente muy elegante o peligroso, pero ayudaría a realizar el


cambio, y él se vería elegante y peligroso entonces. Se giró hacia el rostro
de Darren una vez más, y llamó a su lobo.
El lobo se extendió en él vena por vena, nervio por nervio, y
comenzó a sentir que los primeros cambios comenzaban a tener lugar,
cayendo en cuatro cuando los huesos cambiaron y los dientes crecieron, y
luego él era un lobo, sentado ante Darren con las orejas levantadas
apuntando hacia adelante y meneando la cola, y Darren estaba mirándolo
con los ojos muy abiertos. Lentamente, lentamente, Blake se acercó más,
tendido sobre su vientre para que Darren pudiese estirar la mano y
tocarlo.
Una mano gentil se apoyó en lo alto de su cabeza,
moviéndose muy lentamente, y luego Darren estaba rascándolo detrás de
las orejas, y la cola de Blake golpeaba contra el suelo, haciendo que
Darren repentinamente se riese. El sonido burbujeó como si no fuese a
detenerse, y nuevas lágrimas se derramaron desde sus ojos, pero Blake
podía decir que éstas lágrimas no eran de aflicción, y él se empujó más
cerca, se acurrucó bajo el brazo de Darren hasta que Darren envolvió el
brazo alrededor de él y lo atrajo cerca, reclinándose en su apoyo.
—Dios mío, —continuó diciendo, una y otra vez. —No puedo
creerlo.
Y entonces giró y miró hacia abajo a Blake.
—Está bien, —dijo. —Lo creo. Por qué me lo has enseñado.
Pero necesito saber más. Necesito que me cuentes.
Blake alcanzó nuevamente el cambio, y un momento después
estaba sentado contra el costado de Darren, pero en su forma humana,
AIDEN BATES
52

envolviendo un brazo alrededor de la ligera figura a cambio, y atrayendo a


su chico más cerca.
—¿Qué quieres saber, cariño?
—Continúa otra vez desde el comienzo, —dijo Darren. —
Donde lo dejaste. Soy un cambia forma, que puede cambiar en un lobo.
Blake asintió.
—Esencial para ti, hay muchas clases de lobos, lo cual tal vez
tú ya sabes: Alfa, beta y omega. Lo que tú no sabes es que en los shifters
lobo el omega es el único que puede portar niños. Las hembras betas
también pueden, pero solo en los omegas el macho puede dar a luz un
niño.
Los ojos de Darren estaban enormes.
—¿Me estás diciendo que puedo quedar embarazado?
Blake asintió.
—Puedo quedar embarazado, —dijo Darren. —Y estoy en
celo, y no usaste protección.
Blake hizo una pequeña mueca autodespreciándose. —Sí, —
dijo él. —No usamos protección.
—Está bien, —dijo Darren, más para sí mismo que para Blake.
—Está bien. —Inhaló profundamente y la dejó salir lentamente —Bueno
eso es totalmente nuevo e inesperado. Y definitivamente no lo vi venir en
absoluto. —Y si su voz tembló un poco al comienzo al final se había
suavizado, y estaba mirando hacia arriba a Blake con ojos grandes y
confiados.
Eso es, pensó Blake, casi mejor que hubiese sucedido de esta
forma, que él hubiese reclamado a Darren como suyo antes de saber que
EL DESPERTAR DEL OMEGA
53

Darren no sabía nada, de esta forma había confianza entre ellos. Amor y
calidez. Y Darren confiaba en él, lo supiera o no, porque no tenía que
saber que era un shifter o un omega para que el vínculo causase efecto.
Podría ser alguien disminuido por él sin esperarlo, no simplemente
entregado a ello, pero había imperativos biológicos.
—Como habrás adivinado, —dijo Blake. —Eres un omega. Y
yo soy un Alfa. Tu Alfa. Te reclamé anoche, durante el celo, aunque no
había sido mi intención al inicio. Usualmente uno corteja, y yo debería
haberte invitado a conocer a mi manada, para ganar la aprobación de
aquellos con quienes vivo antes de tomar un omega. —Él sonrió. —Pero al
parecer no estaba interesado en protocolos tan largos y prolongados,
porque anoche ignoré todos ellos.
—Me reclamaste, —dijo Darren, y aunque hubo un parpadeo
de temor en sus ojos, había asombro en su expresión. —Y tú… ¿No puedes
dejarme ahora?
Blake negó con la cabeza, inclinándose y atrayendo más cerca
de su omega. —No, mi cielo. No puedo dejarte ahora. Y no lo haría,
incluso si pudiera.
Darren volvió el rostro contra el hombre de Blake. —Todos los
demás me dejaron, —dijo suavemente.
—No lo haré, —prometió Blake. —No te dejaré, cariño. Tú
eres mío. Y yo soy tuyo también. Nos pertenecemos uno al otro ahora.
CAPÍTULO SIETE

Pertenecer a alguien, y tenerlos a cambio, era algo que


Darren había pensado que nunca tendría, sin embargo, aquí le estaba
siendo prometido un futuro con un hombre que podía cambiar a un lobo.
Y eso era un poco raro, pero también era jodidamente genial, y quizás, si
él también era un shifter, entonces Blake podría enseñarle. Y
aparentemente él podría quedar embarazado, lo cual era un poco más
raro que la cosa del lobo, en realidad, pero tal vez él lo deseaba. La idea lo
hizo correrse, justo unos minutos antes. Sacar eso en mitad del sexo era
un poco diferente que realmente estar interesado en tener hijos, pero no
le importaba realmente. Y tal vez esa era una pequeña prueba más de lo
que él era.
—¿Entonces qué pasa ahora?
—Bueno, —dijo Blake. —Eso depende un poco de ti. La verdad del
asunto es que te mordí. Somos compañeros. Para los lobos eso es para
siempre. Y sé que probablemente sea molesto, pero haré lo mejor que
pueda para compensártelo, cariño, lo prometo.
—¿Sabes algo gracioso? —Darren miró a Blake. —Debería estar
molesto. Quiero decir, es cómo un matrimonio arreglado. Estás atascado
con alguien que apenas conoces. Pero no estoy molesto. Incluso pienso
que debería estarlo. Lo cual probablemente quiera decir que estoy súper
mal de la cabeza. Tan desesperado por amor que tomaré a la siguiente
persona que venga, pero, puedo sentirte.
Y él podía. Podía sentir a Blake como un eco, cálido y afectuoso, y
había una ternura en él cada vez que miraba a Darren que Darren no había
EL DESPERTAR DEL OMEGA
55

creído posible que alguien sintiese por él, y estaba muy seguro que podía
ser suficiente. Él consiguió sonreír.
—Entonces supongo que sí estoy jodido de la cabeza, al menos tú
estás atascado conmigo, y no puedes huir una vez que te des cuenta.
Blake soltó una carcajada. Darren amaba la forma en que sonaba
cuando él se reía, y no estuvo seguro de si el cálido sonrojo de placer que
sintió al alentar el sonido era algo que las personas siempre sentían, o era
una cosa de omega. Por qué Darren no sabía sobre shifters, pero sabía
sobre lobos. Sabía que los omegas eran los lobos sumisos, y en los
humanos eso probablemente se traducía en algo diferente, incluso si estos
humanos también eran lobos, al menos un poco. Se tradujo en algo como
esto: queriendo hacer que su compañero sonría, haciéndolo reír.
Deseando escuchar la voz baja y áspera de Blake decirle cuan bueno era
él.
—¿Me puedes enseñar cómo cambiar?
Blake sonrió.
—Puedo. Y puedo llevarte al norte conmigo. A Minnesota. Para
conocer a mi manada.
Para conocer a su manada. El miedo se retorció en un nudo de
anticipación en su estómago. Tendría una manada ahora. La manada de
Blake. Porque él pertenecía a Blake.
—¿Estarán molestos por haberme convertido en tu compañero sin
su permiso?
Blake se encogió de hombros. —Estarán un poco menos que
complacidos. Algunos de los miembros del concejo son muy tradicionales,
pero no te lanzarán. No a menos que me lancen a mí también, y ellos no
AIDEN BATES
56

harán eso. Tal vez no sea el Alfa de la manada, pero mi tío lo es, y él no va
a permitirles hacer nada para dañarme, o a ti, lo prometo.
Darren asintió, aunque él aún tenía miedo. Él confiaba en Blake con
un tipo de confianza que debía ser un efecto secundario del vínculo, pero
estaba bien, porque hasta el momento Blake no había sido nada más que
confiable. Nada más que gentil. Y podía sentir a Blake, la honestidad en él.
—Quiero ir contigo, —dijo, mirando alrededor de su pequeño
departamento con un solo librero y un viejo colchón. —No hay nada aquí
para mí, en lo absoluto. —Él casi se ríe. —Dios, no sabes cuantas veces
deseé simplemente salir de mi trabajo y nunca regresar. Y ahora puedo. Lo
cual es…algo loco. —Repentinamente se detuvo. —Oh. ¿A menos que
necesites que tenga un trabajo? Porque si necesitas que tenga un trabajo,
yo puedo. Es decir, soy bueno en algunas cosas. Sé que no tengo una
educación universitaria, pero estuve trabajando en Walmart, y en el call
center. Estoy seguro que tendrán un Walmart en Minnesota.
Blake puso un dedo sobre sus labios.
—No necesito que tengas un trabajo, —dijo él. —¿Si deseas tener
uno? Es un asunto totalmente diferente. Algo que ciertamente podemos
discutir. Pero no, no requiero que tomes uno. Gano lo suficiente como
para sostenernos a ambos con mi propio trabajo.
Darren mordisqueó suavemente la punta del dedo de su Alfa, y fue
gracioso lo fácil que le vino pensar en él de esa forma. Blake miró abajo
hacia él.
—¿Estás seguro que deseas hacer eso, cielo? —Preguntó él,
levantando las cejas. —Nunca sabes cómo voy a reaccionar contigo
mordiéndome.
EL DESPERTAR DEL OMEGA
57

Darren estaba bastante seguro, desde la ráfaga de atracción y


excitación que había sentido sobre él, que sabía exactamente cómo iba a
reaccionar Blake. Aunque sus mejillas se sonrojaron por su audacia, dejó
que su boca se deslizase lentamente hacia abajo por el dedo de Blake, y su
lengua trazó una línea a lo largo de la parte inferior. Una nueva ola de
calor estaba creciendo en su interior, haciéndolo desear. Blake gruñó, y
luego un brazo estuvo alrededor de su cintura, dejándolo caer sobre las
mantas, y Blake siguiéndolo abajo, y besándolo como si estuviese
haciendo un reclamo, una mano enredada en su cabello. Sí, Darren había
estado muy seguro de cómo iba a reaccionar Blake.

EL CELO ESTUVO A LO LARGO DE LA SEMANA. Se la pasaron follando


como conejos en sus cada vez más arrugadas mantas e ignorando
completamente su teléfono, y a sus cada vez más furiosos jefes. A él
simplemente no le importaba. No le importaba nada más que Blake, y la
polla de Blake, y las manos de Blake, y la boca de Blake. Todas eran cosas
muy importantes de las cuales preocuparse. Y entre las olas del celo,
cuando estaba tendido calmadamente en los brazos de Blake,
mordisqueando cualquier comida que Blake lograba confeccionar a partir
de la absurda mezcla de alimentos en sus gabinetes y refrigerador, Blake
le decía más sobre ser un shifter, y más sobre Alfas y omegas. Le contó
sobre Minnesota, y la ciudad donde vivía al borde de un lago. La casa
donde Darren viviría con él cuando regresaran.
El último día de celo de Darren, estaba casi triste por verlo partir,
excepto que pensó en que le gustaría una oportunidad de estar con Blake
AIDEN BATES
58

sin el celo conduciéndolos a ambos. Cuando estuviera pensando


claramente, y pudiera recordar todo, y ellos pudieran tomarlo con calma.
Después acostarse juntos en la cama, acurrucados uno alrededor del otro,
satisfechos y soñolientos, y Darren estirar una mano y encender la
computadora, poner una película y verla con los brazos de Blake a su
alrededor. Luego, juntos, quedarse dormidos.
A la mañana siguiente, Darren despertó por primera vez con la
cabeza completamente despejada, y sin pensar inmediatamente en el
sexo. Bueno, eso no era exactamente cierto. Simplemente no pensó
inmediatamente en lo mucho que necesitaba el nudo de Blake en su
interior, llenándolo, poniéndolo en problemas. Y sip, esa se había
convertido en una parte muy grande de sus fantasías. La mañana después
de su celo, Darren despertó pensando en la polla de Blake, y cuánto le
gustaría tenerla en su boca. Mirando a su aún durmiente Alfa, Darren se
contoneó bajo las mantas y se acomodó entre las piernas de Blake,
cuidando de no despertarlo. Luego se inclinó y presionó sus labios en la
cabeza de la polla de su Alfa.
Realmente era una polla perfecta. O tal vez él simplemente estaba
parcializado. Darren supuso, mientras deslizaba su boca lentamente por la
longitud hasta que la cabeza de la polla de su Alfa acarició la parte
posterior de su garganta y tuvo que retroceder, no importaba mucho, de
ninguna manera, porque él era el único viéndolo en este momento. El
único hoy por hoy tomándolo dentro de su boca nuevamente hasta que
no pudo tomarlo más profundo. Blake gimió por encima de él, y luego los
cobertores fueron lanzados hacia atrás, y Blake gimió de nuevo. Darren
EL DESPERTAR DEL OMEGA
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levantó los ojos para ver los grises devolverle la mirada, hambrientos, y
una sonrisa complacida en los labios de su compañero.
—Bueno, —dijo Blake, cayendo de espaldas contra la cama,
manteniendo sus caderas quietas para Darren, aunque Darren podía sentir
en la tensión de sus muslos cuánto quería moverse, —Si así es cómo me
despiertas, puedo asegurarte que pronto serás el más querido, mimado y
totalmente echado a perder omega en la historia de los emparejamientos.
Darren se rió alrededor de la polla de su Alfa, y se sintió un poco
engreído, a lo que tal vez tenía derecho, cuando Blake maldijo y arañó las
mantas.
La mano de Blake se enredó en su cabello, tirando lo suficiente para
hacer gemir a Darren, pero no lo suficiente como para ahogarlo. En lo que
Darren no pudo conseguir su boca alrededor envolvió su mano en su
lugar, retrocediendo hasta que solo la cabeza estaba en su boca y
acariciando la longitud arriba y abajo hasta que las caderas de Blake se
movieron con pequeños movimientos abortados que estaban intentando
muy duro no chocar con su garganta, y pensó que cuando tuviese más
práctica, dejaría que Blake lo hiciese, dejaría que su Alfa llenase su boca
hasta que casi no pudiese respirar con lo lleno que estaba.
Él pudo sentir, mientras deslizaba su mano hacia abajo, hincharse el
nudo de su Alfa. Había superado bastante rápido que eso era extraño, y
curvó su mano alrededor, ondulando sus dedos, y escuchando a Blake
gruñir por lo bajo en su garganta. La mano en su cabello se apretó hasta
que el tirón casi dolió, pero fue bueno. Era exactamente lo que Darren
quería. Se deslizó por la polla de su Alfa nuevamente, tomándolo hasta
que no pudo más, oprimiendo el nudo con su mano, y entonces las manos
AIDEN BATES
60

de su Alfa estuvieron sobre él, lentamente arrastrándolo por la longitud


de la polla de Blake.
—Si no dejas eso, —dijo Blake. —Me voy a correr.
Darren se lamió los labios. Sí. Lo sabía. El nudo de Blake ya se había
comenzado a hinchar. Pronto estaría demasiado grande para encajar en su
interior si no estaba ahí primero, y por un momento pensó en moverse,
tomándolo en su lugar, pero eso no era realmente lo que quería, así que
se inclinó de nuevo, tirando en contra de la mano en su cabello, y
deslizando su boca en la polla de su compañero hasta que Blake dejó de
preocuparse por el hecho que iba a correrse, y comenzó a ceder ante lo
inevitable. Darren frotó su lengua sobre la hendidura, sobre la cabeza, y
los dedos de Blake se curvaron y aflojaron en su cabello, los muslos de
Blake cerrándose contra sus hombros, luego cayendo abiertos otra vez.
Darren lo hizo hasta que Blake estuvo casi retorciéndose debajo de él, y su
mano apretaba, luego se suavizaba y luego se aflojaba al ritmo.
—Joder, —Estaba diciendo Blake por encima de su cabeza. —Joder,
Darren. Eres increíble…— Él no terminó. Las palabras temblaron en un
gemido, y luego Blake se estaba viniendo, llenando la boca de Darren y
Darren estaba intentando tragarlo todo, pero era demasiado. Retrocedió y
le salpicó contra los pómulos, su garganta y la clavícula. Darren gimió.
Blake cayó de espaldas contra la cama, su orgasmo más corto
sin un agujero para continuar ordeñando su nudo, pero él todavía estaba
viniéndose sobre su propio estómago en pulsos, y Darren se reclinó hacia
atrás apoyándose en una mano, un Darren sonrojado y complacido deslizó
dos dedos en sí mismo, frotándolos sobre su próstata, sus rodillas
extendidas para darle una mejor vista a su Alfa.
EL DESPERTAR DEL OMEGA
61

Cuando sus ojos se abrieron, Blake levantó la vista hacia un


Darren follándose a sí mismo con sus dedos, y una malvada sonrisa
extendida atravesaba su rostro.
—Qué, —dijo él, atrapando la muñeca de Darren con su
propia mano más grande. —¿Qué crees que estás haciendo, omega?
Blake lo miró con los ojos muy abiertos, asegurándose que
bajara la cabeza para ver a través de sus pestañas, para que Darren se
inclinara y reclamar su boca con un duro beso, magullando sus labios bajo
él, y levantó la barbilla y ansiosamente regresó el beso, su mano libre
envolviéndose en los hombros de Blake por soporte en lugar de apoyarse
en ella. Una de las manos de Blake se envolvió en su cintura, ayudándolo a
mantener el equilibrio, y luego la mano de Blake estaba tirando de sus
dedos fuera de él, y en su lugar los dedos de Blake se deslizaron dentro de
él. Darren gimió. Dios, ¿cómo todavía podía ser tan bueno después de una
semana haciéndolo prácticamente sin parar?
Se retorció en los dedos de Blake cuando ellos se movieron
sobre su próstata, su polla se deslizó contra el estómago de su Alfa, aún
resbaloso con su propia corrida, y él gimió, gimoteó, jadeó el nombre de
Blake. Dijo, —Alfa, por favor. —y —Dios, Blake. —Y Blake lo folló con más
fuerza con sus dedos, ya conociendo exactamente lo que él quería,
exactamente cómo lo quería. Sus dedos acariciaron la próstata de Darren
con fuerza, y Darren se vino con un sollozo sobre su vientre y el de Darren
mismo.
—Bien, —dijo Blake, recostándose y cerrando sus dientes casi
gentilmente sobre las marcas que la mordida de emparejamiento había
dejado atrás. La lamió, y luego retrocedió. —Buen chico. Muy bueno.
AIDEN BATES
62

Él se reclinó, y su mano se enredó en el cabello de Darren,


suavemente empujándolo hacia abajo. —Sin embargo, creo que hiciste un
desastre, cielo. ¿Qué tal si te encargas de eso por mí?
Darren jadeó, pero fue con el gentil empuje y empezó a lamer
su propia corrida y la de Blake, suspirando felizmente cuando los dedos de
Blake acariciaron suavemente su cabello.
CAPÍTULO OCHO

Ellos dejaron Minnesota al día siguiente que terminó el celo


de Darren. No había mucho ahí para que Darren empacase, solo un saco
de lona lleno de unas cuantas ropas de su propiedad, sus libros y su
laptop. Blake dejó una carta para el arrendador, y suficiente dinero para
cubrir el final del arrendamiento de Darren. A sus empleadores no les
dijeron nada. Les permitieron estar tan molestos como ellos quisiesen.
Darren no tenía nada más que hacer con ellos, y Blake solo quería lo que
Darren quería. Empacaron y salieron del estacionamiento en su camioneta
para cuando el borde dorado del amanecer se convirtió en plena luz en el
cielo.
Darren se sentó en el asiento del pasajero con sus pies
desnudos sobre el tablero y una bolsa de cecina de vaca en su regazo la
cual frecuentemente compartía con Blake. Estaba mirando pasar el mundo
fuera de la ventana con el tipo de atención que Blake usualmente solo
daba cuando miraba correr a los conejos en su forma de lobo, y él miró a
Blake y sonrió, sus ojos marrones brillaban, más felices de lo que Blake
pensó haberlos visto aún. Eso hizo que Blake quisiera estirar la mano y
jalarlo a través del asiento para poder besarlo, un montón. Pero ese no
era exactamente el plan más seguro conduciendo, así que Blake se limitó a
poner una mano en el muslo de su compañero. Darren miró hacia abajo,
sonrió, y se deslizó un poco más cerca de Blake en el asiento,
acurrucándose contra su costado para que esa mano en su muslo pudiese
mantenerlo cerca.
AIDEN BATES
64

—No puedo creer que estoy dejando Iowa, —dijo


suavemente unas horas después. —He estado en hogares de crianza por
todo el estado, tu sabes, pero nunca fuera de él. Mis padres murieron ahí,
y nadie sabía quién era yo. Ellos no tenían identificación, ni tampoco yo,
desde luego. Así que ellos simplemente me llamaron John Doe y me
pusieron en un sistema de crianza, esperanzados en que un día podrían
ser capaces de encontrar a alguien que me conociera, supongo, y
entregarme a ellos. Ellos me dieron el nombre de Darren así tuvieron algo
con que llamarme, y ese simplemente quedó. Pero nunca estuve en
ninguna parte que no sea Iowa. —Sonrió brillantemente a Blake. —
Siempre quise ir al norte.
Blake sabía que, de seguro, había aprendido eso sobre su
compañero las primeras noches juntos. Un día, se prometió a sí mismo,
llevaría a Darren a Alaska, subiría por Canadá. Harían senderismo, y
acamparían y nadarían en el lago, y por la noche sus lobos correrían libres.
Pero primero tenía que llevarlo a Minnesota e introducirlo a su manada.
Quienes estarían felices por él, estaba seguro, cuando hubiesen superado
el ligero desaire de su emparejamiento sin su conocimiento o permiso.
Generalmente eso se desaprobaba, porque la pareja era parte de la
manada, y la manada tendría que vivir con ellos tanto como sus
compañeros lo hiciesen, pero todos ellos amarían a Darren. No era como
si estuviese trayendo a casa algún salvaje y molesto omega que escupiría a
todos ellos en la cara. Él raramente había conocido alguien tan dulce como
Darren. Su compañero tenía mucho que aprender sobre las costumbres de
su gente, pero Blake no tenía duda que aprendería lo que se necesitaba,
EL DESPERTAR DEL OMEGA
65

que lo aprendería tan rápido como pudiese. Darren estaba tan ansioso por
complacer.
Deslizando su mano hacia abajo por la espalda de su
compañero para acomodar su palma ahí, Blake trazó con la punta de sus
dedos a lo largo de la línea de la cintura de los jeans de Darren,
ocasionalmente deslizándolos abajo para ver a Darren retorcerse un poco.
—¿Teniendo problemas, cielo? —Preguntó poco tiempo
después, sin lograr esconder su sonrisa.
Darren lo miró, y por su expresión, Blake estaba seguro,
estaba destinada a ser una mirada asesina, pero había demasiada felicidad
en sus ojos.
—Te estás burlando de mí, —dijo, un poco petulante, aunque
solo en juego.
Blake soltó una carcajada. —Sí, cielo. Lo estoy.
Deliberadamente. —Deslizó sus dedos debajo de la pretina de los jeans y
la ropa interior de Darren, trazando con uno a lo largo de la hendidura de
sus nalgas. —Cruelmente, —dijo, presionando la punta de un dedo contra
el agujero de Darren, pero sin entrar. —Molestándote.
Darren estaba respirando un poco más rápido, y sus caderas
se mecieron ligeramente, y hacía pucheros hacia Blake de una forma que
era completamente muy atractiva. Era tan bueno ver la luz en sus ojos.
Verlo travieso y jugando, teniendo las cosas de las que había estado
privado, por tanto. Cuando Blake pensó en lo que había atravesado su
bonito omega, viviendo sin manada todos estos años, tuvo que tragarse
un gruñido que quería elevarse por su garganta. Darren ahora estaba
seguro, y estaría seguro para siempre. Blake nunca dejaría que le
AIDEN BATES
66

ocurriese ningún daño, nunca le permitiría estar solo o perdido otra vez. Y
tampoco lo haría la manada.
—Hazlo un poco más largo para mí, —dijo Blake. —Otra hora,
cariño, y nos detendremos, y te lo compensaré.
Darren escondió una sonrisa contra su hombro, pero Blake
sintió la curva a través de su camisa.
—Esperaré, —dijo en voz baja, y Blake sonrió también.

MÁS TARDE ESA NOCHE, Blake se detuvo cuando el sol


comenzó a ponerse, entrando en el terreno de un aislado sendero.
—Vamos a practicar esta noche, —dijo.
Había estado enseñando lo básico del desplazamiento, cómo
sentir a su lobo. Cómo alcanzarlo. Cómo respirar, flexionar y moverse para
hacer más fácil el cambio, pero todavía no había permitido a Darren
intentar el cambio en sí mismo, aunque si Darren lo hubiese hecho por
instinto cuando ellos practicaron esas cosas previamente, Blake no lo
habría detenido.
Darren lo miró con ansiedad mientras salían de la camioneta.
—¿Me dejarás intentarlo esta noche? —Preguntó. —¿Me
dejarás cambiar?
Blake sonrió, porque ¿cómo podía alguien no sonreír ante
eso? —Sí, cariño. Esta noche vamos a intentar cambiar.
Darren casi bailaba con entusiasmo a su alrededor, y Blake
casi podía imaginar la cola meneándose. Tuvo que esconder su risa ante
eso. Darren habría estado un poco ofendido. Envolvió un brazo alrededor
EL DESPERTAR DEL OMEGA
67

de los hombros de su compañero y lo llevó por el camino. Había recorrido


este lugar antes y sabía que ahí había una pradera a mitad de la pendiente
del sendero. Ellos practicarían allí. Esta era una buena noche para eso, con
la luna llena en el cielo. Sus dones siempre fueron más fáciles cuando la
luna estaba llena. Algunas veces Blake se había preguntado si tal vez el
primero de su línea había estado vinculado a esos ciclos, siendo capaz de
cambiar solo cuando estaba llena, o si, cómo los hombres lobo de la
leyenda, ellos no habían sido capaces de detener el cambio a la luz de la
luna llena.
Estos días ellos habían practicado. Conocían el arte de
permitir que el lobo entrase y saliese a voluntad, de ser uno con la bestia
en lugar de pelear con ella. Había intentado enseñar eso a Darren, pero
ahora verían cuan exitoso había sido.
No le sorprendería si Darren no lo consiguiese de inmediato.
Él había crecido con otros lobos que había sabido desde su niñez cómo
cambiar, pero Darren no tenía esa ventaja. Por lo que sería más lento.
Blake estaba preparado para consolarlo si no conseguía hacerlo; él sabía
cuan sensible era su compañero creyendo que no era tan bueno como
otros, sabía que toda su vida le habían dicho que era algo que estaba por
debajo. Algo extraño. Blake no le permitiría pensar así de sí mismo nunca
más. Él besaba las ofensivas palabras en la boca de su compañero cada vez
que Darren las decía, y al principio Darren se había sonrojado, reído y
alejado la mirada, pero ahora le regresaba el beso y se olvidaba de sí
mismo y las palabras, en el espacio entre ellos. Un día olvidaría
completamente las palabras, y realmente vería cuán hermoso y cuán
brillante era.
AIDEN BATES
68

En la pradera la luna caía sobre la hierba, pintándola de gris, y


Blake y Darren se quitaron la ropa. Aquí era donde su compañero estaba
destinado a estar. No encerrado en ese sórdido departamento con sus
muebles desiguales, sino fuera en los árboles, bajo el resplandor de la
luna, su piel teñida de plata por su luz, sus ojos muy abiertos y riendo.
—Camina conmigo, —dijo Blake.
Ellos caminaron en círculos, soltándose, sintiendo al lobo comenzar
a moverse a través de ellos, y Blake pudo ver en los ojos de Darren que se
estaba elevando, ansioso por ser libre por primera vez. Esa era una buena
señal, pero no quería decir que el intento fuese a ser exitoso. Muchas
veces el primer cambio se detenía cuando el humano sentía miedo,
temiendo que el lobo tomara el control y no lo devolviese, miedo a correr
demasiado salvaje. Y Blake sabía que Darren había vivido con miedo por
largo tiempo. Pero él creía en su compañero. Si no lo hacía ésta noche, lo
haría mañana, o la siguiente noche. Conocería al lobo y luego correrían
juntos, y eso sería hermoso.
Blake dio otro paso, y cambió fluidamente. Los colores del mundo
cambiaron, y sus olores se hicieron más agudos y profundos. Pudo
escuchar el murmullo de los pequeños animales mientras se movían en el
bosque a su alrededor, escabulléndose a sus lechos, buscando comida. Y
detrás suyo escuchó a Darren dar un paso y soltar una frustrada
exhalación, luego otra. Se dio la vuelta y encaró a su compañero,
golpeando su cabeza contra la mano de Darren y mirando esos ojos
afligidos. Lamió la mano que se estiró para acariciar detrás de sus orejas, y
Darren logró una sonrisa muy pequeña.
Lo harás. Lo sé.
EL DESPERTAR DEL OMEGA
69

Blake dio un paso atrás, luego otro, aun mirando a Darren, los ojos
fijos en los suyos, y la expresión de Darren cambió mientras miraba los
ojos del lobo a través de Blake, suavizándose, más pensativo. Su cabeza se
inclinó ligeramente hacia un lado, como un perro cuando está tratando de
resolver algo. Blake desnudó sus dientes en una sonrisa lobuna, y dio otro
paso, Darren moviéndose en sincronía con él. Otro, y luego otro, y luego
Darren estaba caminando a través de la barrera que lo separaba de su
lobo, y estaba cambiando.
No fue tan suave como el cambio de Blake. Fue más rudo en sus
movimientos, los huesos cambiando más lentamente, y Blake vio la
incomodidad en el lenguaje corporal de su compañero, el repentino miedo
en sus ojos cuando el cambio comenzó. Un momento después era
humano una vez más, de pie mirando sus manos con obvio desaliento
escrito en su rostro. Blake cambió regresando a su propia forma humana,
y envolvió en sus brazos a su omega.
—Lo hiciste muy bien para una primera vez, —dijo contra la oreja de
Darren, sabiendo que el calificativo no lo complacería, pero diciéndole que
lo había hecho bien sin más solo lo haría desconfiar. Él sabía muy bien que
no lo había hecho tan bien como lo habría hecho un shifter que lo había
intentado solo una vez, pero Blake le diría que había muchos lobos a
quienes les tomaba 4 o 5 o 6 intentos para hacerlo bien. —Estoy seguro
que aprenderás, cariño, —dijo él, acariciando el cabello de Darren con sus
dedos.
Darren asintió contra su hombro, pero Blake pudo sentir la
tibia humedad de sus lágrimas contra su piel, pudo oler en ellas la sal.
—Te lo prometo, cielo, —dijo. —Te prometo que aprenderás.
AIDEN BATES
70

—¿Qué pasa si no lo hago? —Protestó Darren, sorbiendo un


poco, amortiguado contra el hombro de Blake.
Blake se inclinó y levantó la barbilla de su compañero,
mirando en esos ojos marrones que estaban brillando. —¿Me he
equivocado hasta ahora? —Preguntó. —¿Te he mentido? Cuando te
prometí que algo iría de cierta forma, ¿no fue de esa manera?
Lentamente, Darren negó con la cabeza. —No, —dijo,
dejando caer la mirada. —No me has mentido. Y no te has equivocado.
—Entonces no estoy equivocado ahora, —Blake le aseguró. —
He visto a muchos lobos en su primer cambio, lobos que crecieron con
otros lobos y que sabían exactamente qué estaban intentando hacer, lo
habían visto toda sus vidas, y aún así ellos también tuvieron problemas la
primera vez. Muchos de ellos no lo consiguieron entonces o la segunda
vez o incluso la tercera vez. Así que, ves, cielo, no eres inusual en eso. No
eres menos que cualquier otra persona.
Darren no parecía creerlo todavía, pero cuando esta vez
asintió fue rápido, y cuando levantó la mirada, sus ojos estaban secos.
—Ahora ven, cielo, —dijo Blake, y él sonrió. —Hay otras cosas
para que hagamos en una pradera privada en las montañas.
Tomó la mano de su pareja y lo guió a un lugar donde la
hierba era densa y suave, lo acostó en ella, y lo besó hasta que olvidó
completamente que no había logrado cambiar.
Eso llevó una gran cantidad de besos. No que a Blake le
importase en lo más mínimo. De este modo, establecidos juntos bajo las
estrellas, había un ambiente que no había estado ahí antes. Algo que les
dio un hambre de una forma que no había sido durante el celo de Darren.
EL DESPERTAR DEL OMEGA
71

El celo fue hermoso, y necesitar uno de otro tan profundamente, tan de


inmediato, eso fue hermoso. Sin embargo, Blake prefería los momentos
cuando ellos se deseaban sin el apremio de las hormonas. Cuando, como
esta noche, podían yacer juntos silenciosamente en la hierba y
simplemente besarse porque querían. Cuando no había el apuro por el
siguiente paso, hacia la culminación.
Sus manos se deslizaron por el cuerpo de Darren
explorándolo con un ocio que no se había permitido mucho durante los
frenéticos días del celo de Darren. Lo había golpeado duro, llegando tan
tarde, y solo hubo pocos momentos entre las olas de necesidad. Besó
lentamente a lo largo del pómulo de Darren, besó su quijada, su garganta.
Lamió la marca de apareamiento, y Darren se movió como si Blake lo
hubiese mordido nuevamente, haciendo que Blake riese contra su piel,
aunque no había más que deseo en el sonido. No quería burlarse de su
pareja por su sensibilidad. Esa era una cosa más que amaba de su omega.
Una cosa más sobre Darren que lo complacía.
Darren estaba duro, y Blake podía oler su mancha, pudo
sentirla cuando se inclinó entre los muslos de su pareja y juntó algo entre
sus dedos, usándolo para curvar su mano alrededor de la longitud de su
compañero y acariciar suavemente hacia arriba, haciendo que Darren se
retorciese bajo él.
—Quiero despedazarte, —confesó. —Lentamente, quiero
verte caer en pedazos para mí, y quiero escuchar mi nombre en tus labios.
Su omega temblaba debajo de él, pero no con miedo. No
había más que deseo flotando a lo largo del camino del vínculo entre ellos,
y los ojos de Darren se abrieron de par en par y oscuros por ello, los labios
AIDEN BATES
72

separados y húmedos por sus besos. Se inclinó para besarlos nuevamente,


porque quería, y porque él podía. Sus manos se mantuvieron acariciando
lentamente, y luego se sentó y extendió el brazo sobre las caderas de
Darren, manteniéndolo abajo para que no pudiese retorcerse ante el
contacto, por lo que lloriqueó y agarró la hierba entre sus puños,
arrancándola con sus manos. Aún lo mismo, lentas caricias, sus manos
demasiado flojas para ofrecer un placer real. No le daría a Darren lo que
quería, todavía no.
—Estás hermoso así, cielo, —dijo Blake en voz baja. —
Simplemente tan bonito para mí. Puedo hacer esto toda la noche, lo
sabes. Puedo escuchar tus sonidos para siempre y no estar satisfecho.
Nunca tendré suficiente de ti.
Incluso a la luz de la luna, pudo ver las mejillas de Darren
sonrojarse. Su omega todavía no estaba acostumbrado a los cumplidos, a
que le dijesen cuán bueno y precioso era. Blake intentaba arreglar eso. A
fondo. Con tanto sexo como sea posible. Y tantos cumplidos como pudiese
encajar en un día.
—Todo sobre ti es encantador, —dijo, viendo como el rubor
se profundizaba, viendo cómo se avergonzaba su pareja.
Darren atrapó su labio inferior entre los dientes de esa manera que
él hacía, la cual siempre hacía que Blake desease tirarlo de entre ellos con
sus propios dientes y morderlo, o lamerlo.
—Tu boca, —dijo. —Tus pezones. Tu polla.
Darren alejaba la mirada de él un poco desesperado, sin
embargo, Blake podía ver que su mirada regresaba en los espacios entre
las palabras, buscando su rostro bajo un gran abanico oscuro de pestañas.
EL DESPERTAR DEL OMEGA
73

Blake escondió su sonrisa, y desenrrolló su mano, usando solo dos dedos


para acariciar la polla de su omega, viéndolos deslizarse arriba y abajo en
la longitud. Se dejó ir por completo, pasando la yema de sus dedos
alrededor y alrededor de la cabeza hasta que Darren estuvo gimiendo
suavemente en voz baja, pequeños sonidos de súplicas.
—Por favor, —rogó finalmente. —Blake. Por favor. Necesito
más. Alfa. Por favor.
Entonces Blake sonrió, perverso.
—Creo que no lo haré, cariño. Lo obtendrás cuando yo diga
que lo obtienes, y ni un momento antes.
Liberó su mano por un momento desde donde estaba
manteniendo abajo esas suplicantes caderas, y retiró el cabello del rostro
de Darren, se inclinó para besar la línea de la cicatriz de su pareja respecto
a la cual aún era tímido.
—Tú serás bueno para mí, —dijo. —Sé que lo harás.
Y él vio la resolución en el rostro de Darren, la determinación
de ser bueno para él, como él sabía que lo haría. Darren era un poco
predecible, pero solo en el mejor sentido. Sonrió dulcemente ante los
suplicantes ojos marrones de su amante, luego se inclinó y sostuvo las
caderas una vez más, solo tomó la cabeza de la polla de Darren en su
boca.
Los Alfas más tradicionales le habían dicho que no debía
chupar la polla de un omega. Blake les había dicho que se perdieran.
Amaba la forma en que eso hacía que Darren apretase los dientes, amaba
la forma en que se movían sus caderas cuando intentaban moverse contra
el brazo de su Alfa, como si no pudiese ayudarse a sí mismo. Por supuesto,
AIDEN BATES
74

Darren no podía soltarse, no podía alejar su mano. Así que él solo se mecía
hacia arriba contra ella en el pequeño espacio que Blake le dejó e hizo
suplicantes sonidos en su garganta.
La lengua de Blake exploró fluidamente la suave piel, trazó las
sensibles curvas, luego atormentó la hendidura de Darren hasta que la
columna de su amante se arqueó como un arco, y su cabeza se sacudió
contra la hierba. Entonces, sintiendo pena por su suplicante omega,
deslizó su boca hacia abajo, abajo, hasta que sus labios se encontraron
con la base de la polla de su chico. Era, sin duda, más sencillo para él que
para Darren, y él gimió alrededor de la longitud de su pareja mientras se
arrastraba lentamente hacia arriba, las vibraciones haciendo que Darren
se retorciese y tirase debajo de él, las manos arrancando más matas de
hierba cuando se aferraban a algo a lo que sostenerse.
El omega de Blake era muy hermoso.
Apiadándose, Blake deslizó dos dedos en Darren y acarició su
próstata mientras liberaba por completo su polla.
—No te corras aún, cielo, —le advirtió. —Quiero verte
esperar por mí.
Darren asintió demasiado rápido, mordiéndose duro el labio
inferior y gimiendo.
Otro dedo, y luego dos, acariciando, pulsando, atormentando.
Darren estaba rogando con continuos gemidos ahora. Alfa y Por
Favor, y ¿Puedo? Era un encantador sonido, pero Blake negó cruelmente
con la cabeza.
—Todavía no, cielo. Ya tuviste fácilmente un orgasmo hoy.
¿Crees que conseguirás dos?
EL DESPERTAR DEL OMEGA
75

Él liberó sus dedos, y curvó sus manos alrededor de los


muslos de su pareja, abriéndolos ampliamente. Luego cedió a su propia
dolorida polla y la deslizó en el resbaloso y apretado calor del cuerpo de
su compañero, gimiendo a través de sus propios dientes. No iba a durar
mucho después de todo eso, sabía que Darren estaba cerca del borde
también.
—Solo un poco más, —prometió. —Espera por mí solo un
poco más.
Darren sollozó, pero su respuesta fue —Sí, Alfa, — y solo por
eso Blake se inclinó y lo besó duro y con lentitud mientras lo embestía
nuevamente, sintiendo su nudo comenzar a inflamarse. Otra embestida,
dos, y cuando se deslizase otra vez estarían bloqueados juntos.
—Vente para mí, —ordenó jadeando mientras el agujero de
su omega tomaba su nudo. —Suéltalo cielo, y déjame verlo.
Ese fue todo el aliento que Darren necesitó. Se derramó
sobre su estómago y su pecho, sollozando el nombre de Blake, y Alfa, y
Gracias. Blake se dejó caer en sus codos, su cabeza cayendo hacia
adelante para descansar contra el pecho de Darren mientras se venía,
llenando el cuerpo de su omega con su semilla. Los dedos de Darren
alcanzaron y cepillaron con cuidado su cabello y por un largo tiempo
yacieron así en la noche iluminada por la luna, la fresca brisa deslizándose
suavemente sobre sus cuerpos.
CAPÍTULO NUEVE

La noche siguiente, se detuvieron otra vez, y de nuevo Blake


llevó a Darren a los árboles, esta vez a un pequeño lago que se asentaba
en el corazón de un parque, en donde la luna brillaba como en un espejo.
—Esta vez, —dijo Darren. —Voy hacerlo. —Lo dijo como un
mantra, con determinación en su voz. —Voy a cambiar.
Blake sonrió.
—Esta vez, —dijo. —Creo que lo harás.
Otra vez caminaron, esta vez por el borde del lago, y luego
corrieron, y Darren tenía los pies ligeros en la suave hierba, su risa
arrastrando a Blake. Él había crecido más sano en el tiempo que
estuvieron juntos, comiendo comida real. Antes, él había caminado lo
suficiente como para mantenerse algo en forma, pero ahora podía
desarrollar músculo, y estaba empezando a mostrarse en la forma en que
se movía, cuando corría. Pronto sería tan agraciado como cualquier lobo
en la manada. Y tan rápido. Blake tal vez estaba un poco influenciado, y tal
vez un poco más orgulloso de lo que debería si mirase desde un punto de
vista objetivo, pero él no lo creía, y sabía que ningún otro Alfa estaría tan
orgulloso de su omega, particularmente si ese omega había atravesado un
momento tan duro como el suyo.
Desterró los pensamientos. El lobo no vendría con ellos
alrededor de su cabeza, sin importar cuán placenteros fuesen ellos. El lobo
necesitaba simplicidad, así que pensaría solo en la noche y la luna y el
sonido del lago, de Darren corriendo delante de él, y luego caminaría
dentro de la piel del lobo.
EL DESPERTAR DEL OMEGA
77

En la nueva forma era fácil superar a su omega, y Darren se


rió de él cuando lo pasó corriendo, moviéndose como si estuviese
persiguiendo conejos, como si quisiese nada más que correr tan rápido
como sus pies le llevasen. Él corrió, y luego Darren estuvo a su lado,
elegante, pequeño y de pelaje plateado, y Blake se dio la vuelta y se
abalanzó sobre él, mordisqueando sus mejillas y luego corriendo, Darren
justo detrás de él.
Corrieron sobre la hierba, dos lobos corriendo por pura
alegría, y la tierra olía a noche, y al lago, y a los pequeños animales que
ellos podían olfatear y cazar si ellos querían. Pero Blake no quería nada
excepto a Darren, y la brillante alegría de Darren en su propio pecho.
Corrieron hasta quedar exhaustos y jadeantes, colapsando en un pequeño
montón de lobos juntos al otro extremo del lago.
Blake cambió, estiró una mano y rasco gentilmente detrás de
las orejas de su compañero. Aún estaba sin aliento, estaba sonriendo
ampliamente.
—Eso, mi amor, era exactamente eso.
Y él no había llamado así a Darren antes. Tal vez no debió
hacerlo. Era pronto para eso, en el mundo humano. Con el vínculo, por
supuesto, las emociones se movían diferente, crecían diferente. Entre los
lobos no sería una sorpresa que una pareja apareada bien combinada, si
no eran ya amantes, pronto se encontrasen enamorados.
Darren cambió debajo de su mano, y entonces sus dedos
estuvieron deslizándose a través del cabello castaño, sus uñas rascando
suavemente el cuero cabelludo de Darren.
—¿Amor? —dijo suavemente.
AIDEN BATES
78

—Amor, —contestó Blake.


La sonrisa de Darren era desgarradoramente brillante. Se
envolvió a sí mismo alrededor de Blake mientras pensaba que nunca lo
dejaría ir, su rostro enterrado contra el hombro de Blake, todavía
sonriendo. Blake acarició su cabello, respiró su aroma, y sonrió.
—Te amo, —dijo, en caso Darren necesitase escucharlo en
voz alta, y él contestó con un suave sollozo, y —Yo también te amo, Blake.
Dios, te amo.
Giró su rostro contra el cabello de su pareja y sonrió, y ellos
se sentaron ahí en la hierba a la luz de la luna con el sonido del lago a su
lado, y simplemente se sostuvieron uno al otro, y eso fue bueno. Blake
enterró su nariz en la garganta de su pareja, respirando el aroma de
maple, y se quedó muy quieto. Tomó otra profunda respiración para estar
seguro, y aún estaba ahí, debajo de las brillantes notas ahumadas de su
propio aroma en su compañero, canela, más agudo y más brillante que el
aroma a azúcar de maple de Darren.
—Cielo, —dijo, retrocediendo. —Cielo, creo…— Su voz quedó
atrapada en su garganta.
Darren levantó la mirada con los ojos muy abiertos.
—¿Qué pasa? —Preguntó suavemente, repentinamente
preocupado. —¿Alfa? ¿Algo está mal?
Blake casi sonríe ante eso, porque era muy de Darren
aprender tan rápidamente, ya saber que es a su Alfa al que recurrir
cuando estaba asustado o preocupado. No solo a Blake, sino al Alfa. El
aspecto más fuerte de Blake.
EL DESPERTAR DEL OMEGA
79

—No, —dijo, los dedos todavía deslizándose a través del


cabello de Darren. —No cariño. No es algo malo. Es algo muy bueno en
realidad. Y espero que también lo creas así. Espero que estés muy feliz
como yo lo estoy.
Darren aún lo estaba mirando, cuestionando, inseguro.
—¿Puedes oler el cambio en tu aroma?
Los ojos de Darren se alzaron brevemente hacia el cielo
mientras volvía su atención hacia sí mismo, hacia su propio aroma, y
entonces sus cejas se juntaron.
—¿Canela? —Volvió a mirar a Blake. —¿Por qué canela?
Entonces Blake sonrió. —Porque, cielo, estás embarazado.
CAPÍTULO DIEZ

Darren miró fijamente a su compañero. Su Alfa. Su estómago


se revolvió.
—¿Embarazado? —Preguntó, con voz a penas más que un
susurro. —¿Estoy embarazado? ¿Cómo puedes estar seguro?
—Porque tu aroma cambia cuando encargas. Sabes que
cambió cuando nos vinculamos, que tu aroma se convirtió más como el
mío, y el mío más como el tuyo. Cuando estás embarazado, toma por
completo notas de otro ser, el nuevo cachorro que tendrás. Nuestro hijo.
Su voz salió áspera, y Darren vio con sorpresa que había lágrimas en
sus ojos.
—Si es algo bueno, ¿por qué estás llorando?
Blake alzó la mano y limpió las lágrimas de sus ojos con las
yemas de sus dedos, mirándolas tan sorprendido como Darren lo estaba.
—Supongo, —dijo. —Es porqué estoy feliz. —Envolvió sus brazos con más
fuerza alrededor de Darren, y Darren fue de buena gana dentro del
abrazo. —Simplemente estoy muy feliz, cielo.
Y si Blake estaba feliz, entonces Darren también estaba feliz.
O debería, ¿cierto? Todavía estaba un poco conmocionado, intentando
envolver su mente alrededor de la noticia que estaba embarazado. ¿Cómo
nunca se dieron cuenta, se preguntó, en todas esas revisiones que había
tenido, que tenía partes que definitivamente no pertenecían a un típico
macho de su especie? ¿Cómo no habían visto la diferencia que debe haber
sido la que todos sintieron? La razón por la que todos lo miraban hacia
EL DESPERTAR DEL OMEGA
81

abajo. ¿Cómo había visto tantos doctores que no la habían visto en


absoluto?
¿O lo habían hecho y simplemente no le dijeron? ¿Lo sabían
las familias con la que se había alojado? ¿Eso había sido, por lo que al
final, siempre lo abandonaron? Sacudió la cabeza contra el hombro de su
pareja, e intentó retroceder sus pensamientos hacia la felicidad, de vuelta
a Blake, para permitirse iluminarse con la felicidad incandescente de su
pareja. Él podía ser feliz también. Él lo sería. Solo necesitaba un poco de
tiempo para acostumbrarse a la idea.
Excepto que él estaba aterrorizado. No sabía cómo ser un
padre. O una madre. O lo que sea que fuese a ser para sus hijos. Pensó
que tendría más tiempo para preocuparse por eso, no había pensado que
conseguiría embarazarse la primera vez que durmieron juntos. O, bueno,
la segunda vez. O la octava vez. O la quinceava vez. No estaba realmente
seguro de la cuenta. Pero todavía era demasiado pronto. Solo habían
estado emparejados una semana, solo se conocían ese tiempo. Darren no
le dijo esto a Blake, pero estaba asustado.
De regreso en la camioneta, conduciendo a través de la noche
hacia Minnesota y al lago que su Alfa amaba, Darren se sentó en silencio.
Embarazo. Esta vez no pensó en doctores, o asistentes sociales, o las
personas que debieron saber que él era diferente. Pensó en estar con
Blake, en noches calmadas como esta, en su casa en lugar de la
camioneta, en sus hijos durmiendo en sus camas, o tal vez durmiendo en
el sofá al lado de ellos, los últimos créditos de alguna película insustancial
para niños rodando, lanzando parpadeantes luces sobre sus pequeños
rostros. Y él estaba sonriendo. Por qué podía darles lo que él nunca había
AIDEN BATES
82

tenido. Blake y él juntos, podían ser padres. Podían tener hijos que serían
felices. Serían cuidados, amados y queridos. Siempre. Pensó en el
pequeño que ya crecía dentro de él, y puso una mano sobre su vientre.
Te protegeré, prometió silenciosamente. Te amaré, y nunca te
dejaré ir. Nadie te alejará nunca de mí.
Levantó la mirada de la carretera que se desplazaba a su
lado, y volvió la mirada hacia su compañero, quien estaba mirando por
encima del volante hacia la oscuridad, aunque debió sentir algo de lo que
pasaba con Darren, por qué sus manos estaban un poco apretadas sobre
el volante, su atención un poco más en el camino. Darren se movió en el
asiento y apoyó la cabeza en el hombro de su Alfa.
—Ellos serás hermosos, —dijo en voz baja.
Blake, aunque no miró a Darren, sonrió.
—Lo serán, —dijo. —Y nuestros. Y te prometo, cariño, que
nunca dejaremos que alguien los lastime. Prometo que la manada los
amará tanto como nosotros, y ellos estarán también ahí, y no importa que
ocurra, nuestros hijos nunca estarán solos. Nunca estarán solos o serán
abandonados.
Darren asintió contra el hombro de Blake.
—Te creo, —dijo. —Y estoy bien con esto. Quiero decir, estoy
más que bien con esto. Estoy tan feliz, Blake. Pensé que estaría asustado.
Cuando solía pensar en ser padre, y criar hijos, solía estar tan asustado de
hacer algo mal, de arruinarlos de la misma forma en que yo estaba jodido.
Y sabía que no era probable de todos modos, que con ser gay y el hecho
de ser un hombre humano en realidad no daría a luz, sin embargo, me
asustaba.
EL DESPERTAR DEL OMEGA
83

—¿Te asusta ahora? —Blake preguntó suavemente.


Darren negó con la cabeza.
—No, —dijo, levantando los ojos para mirar el perfil de su
pareja en la luz azul-verdosa del tablero. —No me asusta más, porque te
tengo a ti, y sé que tú nos cuidarás, sin importar cuántos de nosotros
seamos. —Él sonrió. —Sé que me ayudarás cuando no sepa qué hacer, y
que te asegurarás que nuestros hijos no tengan las mismas dificultades
que yo tuve.
Blake pasó un brazo por los hombros de Darren, conduciendo
con la otra mano, y manteniéndolo cerca.
—Lo haré, —dijo. —Lo prometo. Pero no lo necesitaré, cielo. Porque
vas a ser tan buen portador. Un padre tan bueno. Te importa demasiado
como para no serlo.
Con los labios curvados insinuando una sonrisa, Darren presionó un
beso en el hombro de Blake.
—Creo que estas un poco influenciado, —dijo. —Pero eso está bien.
Y así fue. Ellos condujeron en la noche, los ojos de Darren se
cerraron. El sueño lo llevó lejos, pero Blake se mantuvo despierto, su
brazo alrededor de su pareja, sus ojos en la carretera. Ellos pronto
estarían en Minnesota, y por la tarde estarían en casa. No podía esperar
para llevar a Darren dentro, para enseñarle el lugar que sería suyo, mucho
mejor que el departamento de una sola habitación en un pueblo a mitad
de la nada en Iowa. Blake sonrió en la oscuridad. Ellos serían felices. Lo
sabía.
Ahora solo quedaba lidiar con su familia. Y ellos no serían tan malos,
en realidad. Bueno, ellos podrían serlo con él. Iba a obtener mucho
AIDEN BATES
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tratamiento del silencio por unos cuantos días. Pero Darren los hechizaría
a todos con una sola mirada de esos grandes ojos marrones, estaba
seguro. Todos caerían intentando hacerlo sonreír, justo como Blake. Y el
resto de la manada estaría justo detrás de ellos.
Darren se agitó en el hombro de Blake, deslizándose un poco
más contra él, y Blake envolvió un brazo alrededor de su pareja y
suavemente lo levantó de modo que quedó tendido en el asiento con la
cabeza en el regazo de Blake, la mano libre de Blake pasando a través de
su cabello. Necesitaba descansar mientras pudiese conseguirlo. No sabía si
el embarazo sería dificultoso una vez que comenzase a mostrarse. Y la
familia de Blake querría conocerlo. Eso en sí mismo, estaba seguro, sería
agotador. Él tenía un montón de familia.
La noche continuó, y Blake siguió adelante con ella, el
silencioso zumbido de los neumáticos contra el cemento y el constante
sonido de la respiración de su pareja los únicos ruidos. Poco antes del
amanecer, se estiró y encendió la radio mientras el cielo a su alrededor se
volvía gris con la primera luz, luego rosa y naranja, gradualmente
decolorándose en azul.
Cuando Darren despertó, el sol estaba alto en el cielo, y Blake
estaba entrando en su propia calzada. Mientras su pareja miraba
alrededor con los ojos muy abiertos, Blake miraba los mensajes sin
contestar en su celular, sus padres preguntando cuando regresaría a la
ciudad. Le había dicho a su familia, por supuesto, que se había retrasado,
pero no por qué. Ese mensaje era mejor compartirlo cara a cara.
En este extremo del norte, el otoño ya estaba llegando, y los
árboles comenzaban a mostrar rojo y dorado a lo largo del borde de sus
EL DESPERTAR DEL OMEGA
85

hojas. Un viento soplaba desde el norte con solo una insinuación del frío
invierno. Darren, caminó de regreso hacia la camioneta con él, se
estremeció un poco, y Blake lo acercó, arrastrándolo en sus brazos y
cargándolo sobre el umbral.
—Darren, cielo, —dijo cuándo la puerta se cerró detrás de
ellos. —Bienvenido a casa.

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