El Corazón Según La Biodescodificación
El Corazón Según La Biodescodificación
El Corazón Según La Biodescodificación
Se puede morir de amor? O, mejor dicho, ¿de desamor? ¿Se puede llegar a morir de pena? Si
atendemos a la literatura universal de todos los tiempos, o escuchamos una canción de cualquier
temática, morir con el “corazón partido” suele ser de una frecuencia preocupante.
Incluso puede que conozcamos de primera mano la historia de alguna persona que ha muerto poco
tiempo después de haber perdido a su ser más querido porque no ha podido superar la soledad.
¿Se puede "romper" un corazón?
Pero ¿refrendan las investigaciones médicas estas creencias generalizadas y ancestrales? La respuesta
podría ser afirmativa, ya que cada vez se están hallando más evidencias científicas.
Desde los años noventa en Japón, y más recientemente en Estados Unidos y en Europa, los
investigadores médicos han prestado atención al síndrome de disfunción apical transitoria o
cardiomiopatía inducida por estrés.
En Japón, esta alteración es conocida como cardiomiopatía de Takotsubo, porque el corazón toma la
forma de una vasija que tiene ese nombre y que es utilizada para atrapar pulpos.
Los investigadores ya distinguen el síndrome
de corazón roto del clásico infarto de miocardio,
con el que solía confundirse
Durante siglos y siglos, se ha identificado el corazón como la sede de los sentimientos.
Actualmente sabemos que el desencadenante de las emociones es el sistema límbico, ubicado en la
zona media central de nuestro cerebro. ¿Quién es, entonces, el verdadero culpable de la muerte por
corazón roto? ¿El corazón o la mente?
Se ha demostrado que existe una autovía de doble dirección que conecta ambos órganos, el cerebro
y el corazón. De hecho, todas las emociones conllevan una alteración más o menos intensa en la
presión sanguínea y en el funcionamiento cardiovascular, lo que justifica sobradamente que el corazón
siga siendo, popularmente, la sede de las emociones.
Pero no debemos confundirnos: lo que puede conducir a la muerte por corazón roto es básicamente el
cerebro, la mente.
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Cerebro y emociones
Las emociones, según los descubrimientos más recientes de las neurociencias, se originan a partir de
los estímulos que el cerebro instintivo provoca en el cerebro emocional o sistema límbico.
Eso quiere decir que las emociones son,
en realidad, las respuestas fisiológicas al
embate de un impulso instintivo básico
En el caso de las emociones negativas, estas vienen siempre acompañadas de un importante
incremento en los niveles de la adrenalina, y de las restantes hormonas del estrés, en el torrente
circulatorio.
Como consecuencia, tiene lugar un proceso inflamatorio del corazón que, cuando las cantidades de
hormonas son excesivas o el corazón tiene deficiencias físicas anteriores, puede conducir a la muerte.
El síndrome del corazón roto
El doctor Ilan Wittstein, del prestigioso hospital Johns Hopkins de Baltimore, en Estados Unidos, ha
señalado las principales diferencias entre un infarto clásico y el síndrome del corazón roto.
De hecho, según los datos recogidos por el doctor Wittstein, es muy probable que entre el 1% y el 2%
de las personas que fueron diagnosticadas de un infarto sufrieran, en realidad, un episodio de síndrome
del corazón roto.
Esta afección se ha evidenciado en pacientes que no presentaban ningún factor de riesgo
cardíaco y que gozaban de buena salud.
La concentración de hormonas del estrés presentes en la sangre es el doble o el triple que en
los casos de infarto.
Asimismo, los patrones de los impulsos eléctricos y de las contracciones del corazón son
muy diferentes.
En el síndrome de corazón roto, si el paciente no muere en el ataque, el funcionamiento
normal del corazón se recupera en cuestión de días –o, como máximo, en el plazo de unas
pocas semanas–, mientras que la recuperación tras padecer un infarto clásico puede alargarse
durante unos cuantos meses.
Los desencadenantes
Y... ¿qué nos rompe el corazón? Entre los pacientes afectados por corazón roto, se han evidenciado
como posibles causas las más variadas situaciones con una fuerte carga emocional:
Pasar por experiencias como la pérdida reciente de un ser querido, haber protagonizado un accidente
fatal, haber sido víctima de un robo a mano armada...;
Pero también causas aparantemente tan inofensivas como el temor a hablar en público, haber sido
citados a comparecer frente a un tribunal o, simplemente, tener el choque emocional de una fiesta
sorpresa.
En definitiva, el síndrome del corazón roto puede estar ocasionado por cualquier experiencia que
pueda provocar una sobrecarga súbita y excesiva de adrenalina y hormonas del estrés que dañen
los vasos capilares y aturdan los músculos del corazón.
La influencia de la personalidad
También parece bastante clara la influencia de la personalidad en el riesgo de afecciones coronarias.
Una personalidad optimista es una buena protección coronaria; por el contrario, una personalidad
melancólica, colérica o irascible tiene el doble de riesgo de padecer un accidente coronario.
Estar sometido de forma continuada a una situación de estrés también puede rompernos el
corazón. El miedo prolongado o la depresión fuerte y persistente, o el agotamiento sin tregua por un
esfuerzo físico o psíquico excesivo...
Cada vez es más evidente que hay que introducir en esta lista el llamado síndrome del “quemado”
por el trabajo o por cualquier situación de exigencia exagerada –en inglés, burn out–, tan frecuente
entre los ejecutivos adictos al trabajo que no descansan ni un minuto de su vida o en los empleados
sometidos a un intenso acoso y derribo laboral –mobbing–.
Especialmente trágico es el caso de los bomberos que sobreviven a las llamas y a los que,
posteriormente, el estrés les pasa factura.
Pautas de prevención
Cuidar nuestras emociones significa moderar el estrés provocado por el agotamiento, el miedo,
la ira e, incluso, el duelo. Perder a un ser muy querido implica, inevitablemente, sufrir el consiguiente
estrés del duelo. No se puede asumir esta pérdida en unas pocas horas, pero tampoco se debe sucumbir
eternamente ante la desgracia. No hasta el punto de poner en riesgo la propia vida.
La mejor protección contra la muerte
por “corazón partido” es, pues,
el cuidado de las emociones
Es imprescindible no dejarse arrastrar por las emociones negativas fuertes. Para ello, podemos
recurrir al control mental y evitar, así, que se desborden las hormonas del estrés. Sea cual sea la causa
de este nerviosismo extremo, debemos recurrir a estrategias antiestrés para reducirlo.
Saber distraernos con las ocupaciones cotidianas, evocar pensamientos positivos, practicar yoga o
técnicas de relajación… Dicho de otra manera, se trata de evitar a toda costa el secuestro emocional,
ese bucle nocivo en el que una emoción se instala de manera obsesiva y permanente, ocasionando que
las hormonas del estrés se acumulen y afecten la salud de nuestro sistema cardiovascular.
Sabemos que solo hay dos puntos que conducen a la salida de un bache emocional: eliminar la
causa externa que lo ha originado -algo que puede resultar muy complicado en ciertos casos- o
sobreponiendo el control del cerebro racional al cerebro emocional.
En cualquier caso, siempre es conveniente recurrir a las medidas preventivas:
Hay que vigilar la presión sanguínea con regularidad y si se aprecia alguna anomalía,
recurrir sin dilación a la consulta de un facultativo.
Tenemos que reaccionar pronta y eficazmente ante cualquier episodio depresivo, por pequeño e
inofensivo que parezca.
Acudir a un psicólogo o terapeuta antes de que el nivel de estrés perjudique nuestro sistema
cardiovascular.
Conviene que nos replanteemos nuestro estilo de vida si el estrés empieza a asomar.