El Hablador - Mario Vargas Llosa
El Hablador - Mario Vargas Llosa
El Hablador - Mario Vargas Llosa
EL HABLADOR
2023
“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
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1 PROLOGO
CONTENIDO
1 PROLOGO..........................................................................................2
2 INTRODUCCIÓN................................................................................4
3 RESUMEN..........................................................................................5
4 CONCLUSIONES.............................................................................24
5 BIBLIOGRAFIA.................................................................................28
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2 INTRODUCCIÓN
El Hablador es una novela del reconocido escritor peruano Mario Vargas Llosa,
publicada en 1987. Esta obra nos sumerge en una historia fascinante que combina
elementos de la realidad y la ficción, y nos invita a reflexionar sobre la identidad, la
cultura y el poder del lenguaje.
La novela narra la vida de un joven antropólogo llamado Saúl Zuratas, quien se
encuentra en una encrucijada personal y profesional. Saúl, en busca de una identidad
perdida y descontento con su vida académica, decide embarcarse en una expedición a
la selva amazónica peruana. En este viaje, se encuentra con los Machiguengas, una
tribu indígena aislada y enigmática.
El encuentro con los Machiguengas desencadena en Saúl un profundo cambio
en su percepción del mundo y en su forma de entender la realidad. A medida que se
adentra en la cultura y las tradiciones de esta comunidad, Saúl descubre la figura del
"hablador", un personaje mítico y central en la vida de los Machiguengas. El hablador
es aquel que tiene la capacidad de contar historias y transmitir conocimientos a través
de la oralidad.
A lo largo de la obra, Vargas Llosa explora temas como la oralidad, la tradición,
el choque cultural y la búsqueda de identidad. El autor nos invita a reflexionar sobre la
importancia del lenguaje y las narrativas en la construcción de la realidad y en la
preservación de la cultura.
El Hablador es una obra que trasciende las barreras geográficas y culturales, y
nos invita a cuestionar nuestras propias concepciones y prejuicios. A través de una
prosa envolvente y rica en detalles, Vargas Llosa nos sumerge en un viaje fascinante
que nos confronta con nuestras propias ideas sobre la identidad y la manera en que
nos relacionamos con otras culturas.
En esta monografía, exploraremos en detalle los personajes, los temas y las
técnicas narrativas utilizadas por Vargas Llosa en El Hablador, con el objetivo de
comprender más profundamente esta obra y su relevancia en el ámbito de la literatura
contemporánea.
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3 RESUMEN
3.1 Capítulo I
El narrador que es de Perú está de viaje en Firenze para olvidarse por un tiempo
de su país. Planea leer a Dante y Marchiavelli y ver pinturas renacentistas durante
algunos meses, en soledad. En uno de sus paseos, ve una galería que expone
fotografías de los nativos de la selva amazónica peruana. Hasta hace pocos años, la
tribu vivía aislada en la selva, en grupos diseminados, y actualmente comienza a
agruparse en las aldeas que fotografió Gabriele Malfatti, en la región amazónica de los
departamentos de Cusco y Madre de Dios, en el oriente peruano. El nombre de la tribu
castellanizado es machiguenga. El fotógrafo dejó escrito en un papel su pretensión de
mostrar “sin demagogia ni esteticismo” la existencia cotidiana de esa tribu.
En las fotos, el narrador reconoce dos pueblos donde estuvo tres años atrás:
Nueva Luz y Nuevo Mundo. También reconoce caras de hombres y mujeres con
quienes habló durante su visita, con la ayuda de Mr. Schneil, del Instituto Lingüístico.
En particular, reconoce el rostro de un niño que tiene la boca y la nariz deformados por
una enfermedad, y que se muestra ante la cámara con la misma naturalidad e
inocencia con que se había mostrado ante él.
Desde que entra a la galería espera ver una foto, que aparece entre las últimas:
un grupo de hombres y mujeres machiguengas sentados en círculo, con las piernas
cruzadas. Todas sus caras están orientadas hacia una figura masculina ubicada en el
centro de la ronda, que habla moviendo los brazos. El narrador no puede entender
cómo Malfatti ha logrado que lo dejaran tomar esa fotografía.
El narrador quiere conseguir el teléfono del fotógrafo, pero la mujer que está en
la recepción de la galería le dice que el hombre ha muerto a causa de un virus que
contrajo en la selva peruana. Ella le dice que tiene que cerrar la galería y él, antes de
irse, mira una vez más la última fotografía. Ahora no tiene dudas: la figura masculina es
un hablador.
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3.2 Capítulo II
Esto es algo que él podría entender muy bien por su defecto físico, que, de alguna
manera, también lo convierte en un marginal.
Le comenta la observación a Saúl. Este se ríe y le cuenta que su padre, Don
Salomón, hizo una lectura basada en el judaísmo. Él cree que su hijo relacionó las
comunidades del Amazonía con el pueblo judío, minoritario y perseguido por sus usos y
costumbres diferentes a las del resto de la sociedad. Mascarita no se toma en serio
ninguna de las dos interpretaciones.
Matos Mar (el director de la carrera de Etnología) cree que Saúl tienen muy
buenas condiciones para la investigación. Raúl Porras Barrenechea, un historiador que
siente horror por la Etnología y la Antropología, y que trabaja por las tardes con el
narrador, quiere pasar a Mascarita a su Departamento.
Saúl pasa los tres meses de sus vacaciones, en el verano del 56, en el
Urubamba. Allí realiza un trabajo de campo entre los machiguengas, que luego
presenta como tesis de bachiller. Don Salomón escucha la presentación, orgulloso y,
una vez terminada, él, Saúl y el narrador van a almorzar. Don Salomón le pide al
narrador que convenza a Saúl de aceptar una beca. El narrador se entera de que
Matos Mar le consiguió una beca para hacer un Doctorado en la Universidad de
Burdeos, en Francia. Don Salomón dice que Saúl no quiere ir a Europa para no dejarlo
solo. El narrador cree en ese momento que aquel motivo es cierto, pero actualmente
sabe que no lo era. Además, está seguro de que su amigo obtuvo el título para darle la
satisfacción a su padre, pero sabiendo que nunca ejercería de etnólogo.
Matos Mar comenta en una oportunidad que Zuratas tenía dudas éticas sobre la
investigación y el trabajo de campo y que, en una discusión en el departamento de
Etnología, había dicho que el trabajo de los etnólogos agredía y violentaba la cultura de
las tribus, que con las grabadoras y otras herramientas de trabajo eran “el gusanito que
entra en la fruta y la pudre” (p.14), de manera que las acciones de los etnólogos eran
similares a las de los caucheros, madereros y otros blancos y mestizos que diezmaban
las tribus.
El narrador, ahora en Firenze, recuerda ese episodio con una nueva
significación. Se da cuenta de que, ya en ese momento, la conexión de Saúl con los
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Este capítulo comienza narrando el mito machiguenga del origen del mundo. Al
comienzo los hombres vivían en armonía, había abundancia de comida y el sol estaba
fijo (no había día ni noche). El espíritu de las personas que morían volvía y fortalecía a
los mejores de la tribu, haciéndolos aun mejores. Solo los que mueren ahogados o a
causa de un disparo no vuelven. Los machiguengas creen que la vida empezó y
terminará en el Gran Pongo.
Posteriormente, Kashiri (la luna) y el sol se enfrentan, y entonces aparece el
caos. Desde entonces los machiguengas comienzan a andar para ayudar al sol a
levantarse cada día, siguiendo el consejo de un sabio de la tribu (un seripigari).
Una vez los mashcos, una tribu enemiga, atacan a los machiguengas, queman
sus casas y capturan a muchas mujeres. Los machiguengas atribuyen este hecho a
que se habían establecido demasiado tiempo en un mismo lugar, dejando de cumplir su
obligación de andar. Por eso se movilizan nuevamente. Un tiempo después ocurre lo
que llaman “la sangría de los árboles”: una de las peores crisis en la historia de los
machiguengas, ya que los viracochas (hombres blancos) los atrapan y los obligan a
trabajar en la extracción de caucho.
El hablador visita con su lorito a Tasurinchi, el que vive en el codo del arroyo. Él
cree que su mujer es una diabla porque perdió muchos embarazos y lleva muchos
adornos en el cuerpo. Por esta razón amenaza con matarla si vuelve a perder un hijo.
A continuación el hablador visita a Tasurinchi, el que vive en el río Yavero, quien
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le explica que una mujer no es diabla por esos motivos. Comenta que tanto los
seripigaris como el machikanari (brujo malo que sirve al soplador de los
demonios, Kientibakori) usan collares.
Tasurinchi cuenta que tuvo que mudarse de la zona del río Mitaya porque se
habían instalado allí muchos viracochas. Algunos machiguengas del lugar adoptaron la
lengua y la forma de vestirse de ellos y quieren convencer a Tasurinchi de que trabaje
allí. Tasurinchi acepta reunirse con los viracochas, pero enseguida se da cuenta de que
es una trampa, porque el hombre estornuda tres veces seguidas. Esto, para Tasurinchi,
significa que es un diablillo, un kamagarini, por lo que decide escaparse del lugar junto
con su familia.
Tasurinchi cuenta la historia de los primeros Padres Blancos que llegaron al
Gran Pongo. El primero de ellos, luego de un viaje, se convirtió en kamagarini.
Comenzó a estornudar y contagió a personas y animales que finalmente murieron.
Camino a la casa de Tasurinchi, el ciego, el hablador ve sus piernas manchadas.
Se sienta a descansar y comienza a temblar. Luego se queda sin fuerzas y permanece
acostado muchos días, hasta que se acercan unos Ashaninkas y le ponen comida en la
boca. Luego mejora y reanuda el viaje. Tasurinchi, el ciego, le dice que se sintió así
porque un daño entró en su cuerpo y el alma se dividió en muchas para confundirlo. El
daño se llevó algunas de sus almas. Por eso el hablador se sintió débil, pero finalmente
las recuperó y su cuerpo renació.
Tasurinchi perdió un hijo pequeño a causa de la picadura de una víbora. Un
seripigari se contactó con él en una mareada y le pidió que volviera a visitar a su
familia. Cuando regresó, Tasurinchi lo reconoció por el perfume que despedía. También
murieron las dos hermanas menores de la mujer de Tasurinchi. Una de ellas se clavó
una espina de chambira después de que los punarunas, una tribu enemiga, la
secuestraran y abusaran sexualmente de ella. La otra hermana se cayó de un
barranco.
Tasurinchi quiere que sus hijos escuchen las historias del hablador, para que
conozcan las maldades de Kientibakori y sus kamagarinis. Tasurinchi cuenta que una
vez los machiguengas estuvieron cerca de ser destruidos. Un kamagarini los engañó y
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los convenció de que ayudaran a Kashiri (la luna) en lugar de al sol. Ellos empezaron a
hacer de día lo que antes hacían de noche, hasta que, finalmente, casi todos los
hombres se convirtieron en animales. Tasurinchi, el seripigari que vivía por el río
Timpía, les dijo a los sobrevivientes que, al cambiar la manera de vivir, perturbaron el
orden del mundo, y por eso ocurrieron las desgracias.
Luego el hablador visita a Tasurinchi, el que vive por el río Camisea. Él le cuenta
que, cuando vivía en Shivankoreni, un kasibarenini disfrazado de hormiga tomó su
alma. Este diablillo impulsa a los enfermos a hacer maldades. Él sintió el impulso de
quemar las casas de Shivankoreni, y luego tuvo que escapar de allí porque los demás
querían matarlo.
3.4 Capitulo IV
3.5 Capitulo V
está a la altura de las copas de los árboles, se deja caer. Cuando abre los ojos,
Tasurinchi le dice que durmió durante muchos días y que su lorito lo está esperando. Él
también le explica que lo salvó no tener rabia durante la aventura. El hablador comenta
que la rabia es un desarreglo del mundo, y que la vida sería mejor sin ella.
El seripigari comenta que la rabia es la culpable de que haya cometas en el
cielo, a los que llaman Kachiborérine. El hablador cuenta que este era un machiguenga
que perdió a su mujer. Él cría a su hijo y toma una nueva esposa, hermana menor de la
anterior. Un día, ve a su hijo teniendo relaciones sexuales con ella y decide conseguirle
una esposa. Para eso, va a la región de los chonchoites, quienes lo atrapan y se
comen sus intestinos. Él consigue escapar, pero se entera de que su esposa quiere
envenenarlo. Sin dejarse llevar por la rabia, envía un mensajero para que le diga a su
mujer que le prepare cocimiento, así puede reponer sus intestinos. Cuando
Kachiborérine llega a su casa, la mujer le da chicha de maíz. Él bebe, pero su cuerpo
no retiene el líquido, porque está vacío. Entonces siente rabia. Quiere matar a la mujer,
pero ella escapa. Kachiborénine se vuelve un diablillo y comienza a subir al cielo con
una caña de bambú prendida fuego en el ano. Se convierte en cometa. Por eso, cada
tanto, en el Inkite, se ve la llama de la caña de bambú.
Tasurinchi se refiere a su interlocutor como “hablador”. En la zona donde vive
hay muchas luciérnagas, y estas hablan y escuchan. Él afirma que es importante saber
escuchar. A pesar de que él perdió a su familia, pudo resistir el dolor gracias a su
capacidad de escuchar. En una mareada supo que las luciérnagas estaban cerca de él
para hacerle compañía. Entonces él comenzó a hablarles y consiguió escucharlas.
Sabe que no están contentas, porque son todas machos. Las hembras son las estrellas
del Inkite. Se las llevo Kashiri cuando fue expulsado del mundo. Cuando cae una
estrella, las luciérnagas enloquecen, pensando que quizás sea una de sus mujeres que
logró escapar.
El hablador aprende la historia de Tasurinchi y, cuando viaja solo, se dedica a
escuchar lo que dice la tierra. Hablan los huesos, las espinas, las hojas y el resto de las
cosas. Ahora sabe que, en el pasado, todos los animales fueron hombres. Los creó el
primer hablador, Pachakamue. Él hablaba y de sus palabras surgían todas las cosas.
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Su hermana era Pareni, la primera mujer. Un día fue a visitarla y le preguntó dónde
estaba su hija. Ella le dijo que estaba encerrada en un refugio. Pachakamue afirmó: “La
tienes encerrada como una sachavaca” (p.52), y la hija se convirtió en este animal.
Pareni y su esposo, Yagontoro, decidieron matar a Pachakamue por el desorden que
generaba en el mundo. Yagontoro lo mató, pero no le cortó la lengua. Ese error aún lo
pagan los machiguengas, porque la lengua todavía habla y desarregla las cosas.
Por último, el hablador visita a Tasurinchi, el hierbero. Él vivía antes en una
región del río Tikompinía, que se pobló de viracochas en busca de oro, por lo que tuvo
que alejarse. El hablador se esconde, inquieto por la presencia de viracochas en el
lugar, y luego huye y duerme en un refugio.
Al despertarse, el hijo de Tasurinchi, el hierbero, está al lado suyo. Lo lleva hasta
el nuevo lugar en donde vive su familia, río arriba, en un monte muy tupido. Tasurinchi
dice que por más difícil que sea el acceso y la supervivencia en los lugares alejados,
los viracochas siempre consiguen llegar. Cree que esto es positivo, pues ayuda a los
machiguengas a cumplir su destino, que es andar. Dice que las tragedias del pasado,
como la de la época de la extracción de caucho, pueden volver a suceder. Pueden
regresar, como las almas. Por eso hay que ser cuidadoso y tener la memoria activa
para que no ocurran.
El hablador se queda varios días con el hierbero, quien le ofrece una mujer y
ayuda para armar una chacra monte arriba. El hablador acepta, pero la mujer que iba a
ser su esposa se suicida bebiendo veneno, porque no quiere que rabien contra ella por
haber dejado sin hablador a los machiguengas. El hablador lo toma como una señal de
que debe seguir andando, cumpliendo su obligación y su destino: el de ser un hablador.
3.6 Capitulo VI
camarógrafo.
El programa tiene una gran variedad de contenidos. El narrador recuerda
especialmente un pequeño documental que filmaron en la selva sobre la muerte del
poeta y guerrillero Javier Heraud, para el que tuvieron la oportunidad de entrevistar a
un compañero del poeta.
Pese a que el programa se hace generalmente con dificultades técnicas, resulta
ser exitoso. Rosita Corpancho le pide al narrador dedicar un programa al Instituto
Lingüístico de Verano, en ocasión de uno de sus aniversarios. El narrador acepta y
aprovecha el viaje a la selva para investigar sobre los machiguengas, y en especial,
sobre los habladores. Su proyecto de escribir sobre los habladores había quedado
inconcluso por no encontrar la forma adecuada de hacerlo. El narrador se había
propuesto representar lo más fielmente posible la manera de hablar de un hombre
primitivo, con una mentalidad distinta a la de él, pero fracasó en todos sus intentos,
porque le parecían inverosímiles.
Cuando llega a la Amazonía, lo reciben los esposos Schneil. Van a ser sus guías
y traductores. Ellos lo ponen al tanto de la situación de los machiguengas. Ya no viven
tan dispersos y han aceptado la idea de formar aldeas, criar animales, trabajar la tierra
y comerciar con el resto de Perú. Hay seis poblados. El narrador visita dos de ellos:
Nuevo Mundo y Nueva Luz. En las aldeas hay escuelas bilingües y cooperativas
agrícolas.
El narrador consigue hacer algunas entrevistas en español, por ejemplo, al
cacique o gobernador de Nueva Luz, quien lo habla con fluidez. Antes los
machiguengas no tenían una organización jerárquica; no tenían jefes ni caciques.
Ahora, dado que viven en una comunidad, necesitan autoridades. El cacique de Nueva
Luz es graduado en la Escuela bíblica de Mazamari. Es protestante. Además, los
lingüistas ya han conseguido su propósito de traducir la Biblia al machiguenga.
El narrador recuerda la última conversación con Saúl. Se pregunta si tendrán
razón los Schneil en creer que todos estos cambios representan un beneficio para la
comunidad, o si, más bien, los machiguengas están convirtiéndose en caricaturas de
occidentales o zombies, según la expresión de Mascarita.
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El narrador cree entender por qué los machiguengas ocultan información sobre
el hablador. Cree que lo hacen a pedido de Mascarita, y que de esa manera lo
protegen. Esto significa, según el narrador, que lo consideran uno de ellos.
Ya en Lima, el narrador le pregunta a Moshé, el editor del programa, que es
judío, si puede averiguar dónde residen dos miembros de la comunidad que hace años
se fueron a Israel: Don Salomón y Saúl Zuratas. Una semana después, Moshé le
informa que Don Salomón nunca se fue de Lima, y murió en 1960. De Saúl, nadie sabe
nada.
El hablador les cuenta a sus oyentes que antes pertenecía a otro pueblo, el cual
habitaba un territorio que también fue ocupado por viracochas. A su pueblo lo había
creado Tasurinchijehová. Un día nació en el pueblo un niño distinto, un serigórompi.
Había ido a cambiar las costumbres ya que, según él, la gente se había corrompido.
Iba de un sitio a otro hablando y las personas creyeron que era un hablador. Tenía
poder y magia, y las personas se preguntaron si era un machikanari o un seripigari. Él
realizó milagros y algunas personas comenzaron a seguirlo. Los seripigaris se
preocuparon por la situación. Pensaron que desaparecerían como pueblo si olvidaban
sus tradiciones, y concluyeron que Tasurinchi era un impostor y que debían matarlo.
Entonces lo crucificaron. Sin embargo, el hombre resucitó.
A partir de entonces el pueblo de Tasurinchijehová sufrió muchas desgracias.
Fue expulsado de su tierra y sus miembros se vieron obligados a andar, como los
machiguengas. Al igual que ellos, las familias de este pueblo se vieron obligadas a
separarse para conseguir ser aceptadas en algunos sitios. Sin embargo, pese a todas
las dificultades, lograron sobrevivir, mientras que otros pueblos más poderosos
desaparecieron. Según el hablador, esto se debe a que los otros pueblos se alejaron
de su destino y dejaron de cumplir sus obligaciones. El pueblo soplado por
Tasurinchijehová, en cambio, permanece vivo porque cumple con sus obligaciones,
respeta las prohibiciones y conserva sus tradiciones.
El hablador cuenta que visitó a Tasurinchi, el que vive por el río Timpinía. La
mujer de Tasurinchi había perdido una gallina a causa de un temblor de la tierra, pero
su esposo no le creyó y empezó a golpearla. Más tarde la tierra volvió a temblar.
Entonces Tasurinchi golpeó nuevamente a su mujer diciendo que temblaba a causa de
su mentira. Un día después Tasurinchi decidió echarse a andar con su familia. Todos
partieron sin protestar. Tasurinchi se sintió tranquilo después de eso porque creía que,
de esa manera, andando, cumplía con su obligación.
Cuando el hablador se separa de Tasurinchi empieza a caminar por el río
Timpinía y se clava una espina de ortiga. Al detenerse nota la presencia de muchos
loros y ve que cada vez llegan más y que hablan permanentemente. Recordando
a Tasurinchi, el amigo de las luciérnagas, intenta entender qué dicen. Comienza a
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imitar sus ruidos y, de a poco, consigue entenderlos. Los loros le dicen que no le harán
daño. Serán su compañía hasta que pueda volver a andar, y luego seguirán
acompañándolo. Afirman que lo siguen desde hace mucho, pero que él ha tenido que
clavarse una espina para descubrirlos. Los loros son también habladores, por eso lo
siguen. El hablador, por su parte, siempre sintió afinidad con los loros. Ahora viaja
tranquilo, sabiendo que está acompañado.
El hablador les cuenta finalmente a los machiguengas el motivo por el que lleva
un lorito en su hombro. Cuando estaba yendo al Cashiriari, en el camino vio un nido
donde había un loro recién nacido. Su madre lo picoteaba, intentando matarlo. Lo hacía
porque tenía la pata torcida y los tres deditos en muñón. Él no sabía lo que sabe ahora,
lo que le enseñaron los machiguengas, que los animales matan a las crías que nacen
distintas. El hablador rescata al lorito y desde entonces viaja siempre con él. Lo llama
Mascarita.
Al término del verano empiezan a cerrar los negocios en Firenze, entre ellos, la
galería que exhibía las fotos de los machiguengas. El narrador ha ido muchas veces a
verla y está seguro de que en una de ellas está retratado el hablador. Se pregunta
cómo el fotógrafo ha conseguido presenciar ese momento. Piensa que tal vez ha
dejado de existir el misterio que envolvía a los habladores, o estos han perdido su
función y se han convertido en una pantomima organizada para turistas. Pero duda de
que así sea, puesto que la zona de la Amazonía no ha crecido turísticamente.
Actualmente, allí se explotan pozos petroleros y se ha instalado el tráfico de cocaína.
El narrador cree que el pueblo machiguenga, como lo hizo en la época de la
invasión incaica, en la del caucho, del oro, o de las conquistas españolas, habrá
continuado su marcha permanente. Se pregunta si su amigo Saúl estará con ellos y
decide creer que el hablador de la fotografía es él. Cree haber notado una sombra más
oscura en el lado derecho de la cara del hombre fotografiado y un bulto en su hombro,
que podría ser un lorito.
Imagina que Mascarita, desde el primer contacto que tuvo con los
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4 CONCLUSIONES
5 BIBLIOGRAFIA
https://blog.bettyboop.cat/wp-content/uploads/2013/11/Hablador.pdf
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file:///C:/Users/LENOVO/Downloads/1839-Texto%20del%20art
%C3%ADculo-6740-1-10-20180226.pdf
https://es.wikipedia.org/wiki/El_hablador
file:///C:/Users/LENOVO/Downloads/Dialnet-
LaOralidadEnElHabladorDeMArioVargasLlosa-58792%20(1).pdf
http://www.hispanista.com.br/artigos%20autores%20e%20pdfs/EL
%20HABLADOR.pdf