Lectio Divina 2024-01-07

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EPIFANÍA DEL SEÑOR - SOLEMNIDAD

7 de enero de 2024
“El camino de los Magos: un camino de fe”
Mt 2,1-12
1. ORATIO (Oración Inicial)

Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo.


Padre amoroso del pobre, don, en tus dones espléndido;
luz que penetras las almas; fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos.

Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro;


mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito guía al que tuerce el sendero,
reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.

Amén

2. LECTIO (Lectura)

Del Santo Evangelio según San Mateo 2,1-12

Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron
en Jerusalén, diciendo: «¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y
hemos venido a adorarle.» Al oírlo el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén. Convocando a todos los
sumos sacerdotes y escribas del pueblo, les preguntaba dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: «En Belén
de Judea, porque así está escrito por el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los
principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel.» Entonces Herodes
llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella. Después, enviándolos a
Belén, les dijo: «Id e indagad cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le encontréis, comunicádmelo, para ir
también yo a adorarle.» Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían
visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. Al ver
la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose,
le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. Y, avisados en sueños que
no volvieran a Herodes, se retiraron a su país por otro camino.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

3. UN MOMENTO DE SILENCIO ORANTE

Sitúate con sencillez delante de Dios, inmerso en un profundo silencio interior; deja aparte toda otra
consideración curiosa de pensamiento o imaginación; abre tu corazón a la fuerza de la Palabra de Dios.

4. MEDITATIO (Meditación)

• Después de la lectura de este pasaje del evangelio ¿estoy disponible a revivir el camino de los Magos?
• ¿Qué dificultades encuentras en el profundo conocimiento de Jesucristo?
• ¿Cómo puedes superarlas?
• En tu búsqueda de la verdad ¿sabes confiarte, ponerte en camino y a la escucha de Dios?
• A la luz de la Palabra, ¿qué cosa puede cambiar en tu vida?

5. CONTEMPLATIO (Contemplación)

a) El simbolismo de la estrella: Los Magos, astrólogos orientales, dedicados a la astrología y a la predicción del
destino, a veces interrogaban a los astros. Ahora, llegados a Jerusalén dicen que han “visto su estrella en su
levantar”. El término “levantar”, en griego anatolê, significa, sin artículo, el Oriente (el punto cardinal por donde
se levanta el sol); pero en el texto griego está el artículo y esto significa el surgir de un verdadero y propio astro.
La confirmación de esto nos viene dada por un texto bíblico: “surgirá un astro de Jacob y se levantará un hombre
de Israel” (Núm 24,17). La estrella se convierte en figura del nuevo rey apenas nacido y les guía al lugar donde ha
nacido y se encuentra. Interesante es anotar que esta estrella, no es visible en Jerusalén, sino que vuelve a
aparecer a los Magos mientras ellos se alejan de la ciudad. La estrella es, verdaderamente el elemento más
significativo del relato.

Primero de todo, los Magos en su largo caminar no han seguido a la estrella, sino más bien la han visto levantarse
y enseguida la han asociado con el nacimiento del Mesías. Además, el viaje no era hacia lo desconocido, sino que
tenía como meta a Jerusalén, la ciudad a la cual acuden en peregrinación todos los pueblos de la tierra según el
profeta Isaías.

La ciudad, a esta noticia de los Magos que vienen para adorar al Mesías, se conturba y se agita. Los habitantes de
Jerusalén no parecen muy entusiastas y no se preocupan lo más mínimo de rendir homenaje al “nacido rey de
los judíos”. Sino que, para colmo, Herodes proyecta matarlo. Aunque en Isaías 1-6 la ciudad de Jerusalén está
llamada a “levantarse y acoger la gloria del Señor”, ahora en Mateo se asiste a una reacción de rechazo por parte
del rey y de Jerusalén con relación al Mesías nacido en Belén. Tal conducta prefigura el comienzo de las
hostilidades que llevarán a Jesús a ser condenado precisamente en Jerusalén. No obstante, tal reacción, que
impide a los Magos acercarse a la salvación precisamente en la ciudad elegida para ser instrumento de comunión
de todos los pueblos de la tierra con Dios, los acontecimientos del nacimiento de Jesús se trasladan a Belén. Dios
que guía los sucesos de la historia hace que se vayan de Jerusalén los Magos, que se pongan en camino y
encuentren al Mesías, en la ciudad que fue patria de David, Belén. En esta ciudad David había recibido la
investidura real con la unción dada por Samuel, ahora, por el contrario, el nuevo rey recibe una investidura divina:
no con óleo, sino en el Espíritu Santo (1,18.20). A esta ciudad suben ahora los pueblos, representados por los
magos, para contemplar el Emmanuel, el Dios con nosotros, y para hacer experiencia de paz y de fe...

b) El simbolismo del camino de los magos:

i) Un camino lleno de dificultades, pero al final termina con éxito

El motor de su itinerario es el aparecer de una estrella, asociada enseguida al nacimiento de un nuevo rey:
“hemos visto su estrella en el Oriente” . La estrella es aquí sólo una señal, un indicio que comunica a los Magos
la iniciativa de ponerse en camino. Al principio puede ser que estén movidos por la curiosidad, pero enseguida
esta curiosidad se transformará en deseo de búsqueda y descubrimiento. Se da el hecho que aquel indicio de la
estrella ha conmovido a los personajes y los ha empujado a buscar para encontrar una respuesta: ¿quizás a un
profundo deseo? ¡Quién lo sabe! El texto muestra que los Magos tienen en el corazón una pregunta y que no
temen repetirla, haciéndose inoportunos: “¿Dónde está el rey de los judíos?”

La pregunta se la hacen al rey Herodes e, indirectamente, a la ciudad de Jerusalén. La respuesta viene dada por
los expertos, sumos sacerdotes, escribas: es necesario buscar el nuevo rey en Belén de Judá, porque así lo ha
profetizado Isaías: “Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá; porque
de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel” (Mt 2,6). El texto profético sale al encuentro de las
dificultades de los Magos: la Palabra de Dios se convierte en luz para su camino.

En fuerza de aquella información, sacada de la profecía isaiana, y confortados por el reaparecer de la estrella los
Magos emprenden de nuevo el camino teniendo como meta, Belén. La estrella que los guía se para sobre la casa
en la que se encuentra Jesús. Es extraño que los que viven en Belén o en los alrededores de la casa en la que se
encuentra Jesús no vean aquella señal. Además, aquellos que poseen la ciencia de las Escrituras conocen la
noticia del nacimiento del nuevo rey de Israel, pero no se mueven para ir a buscarlo. Al contrario, la pregunta de
los Magos había, más bien, provocado en sus corazones miedo y turbación. En definitiva, aquellos que están cerca
del acontecimiento del nacimiento de Jesús no se dan cuenta de los acaecido, mientras los lejanos, después de
haber recorrido un accidentado camino, al final encuentran lo que buscaban. Pero, en realidad, ¿qué es lo que
ven los ojos de los Magos? Un niño con su madre, dentro de una pobre casa. El astro que los acompañaba era
aquel sencillo y pobre niño, en el cual reconocen al rey de los judíos.

Se postran delante de Él y le ofrecen dones simbólicos: oro (porque se trata de un rey); el incienso ( porque detrás
de la humanidad del niño está presente la divinidad); mirra (aquel astro es un hombre auténtico destinado a
morir).

ii) El camino de los Magos: un camino de fe:

No es errado pensar, que lo realizado por los Magos haya sido un auténtico camino de fe, mucho más, ha sido el
itinerario de aquéllos que, aunque no pertenecen al pueblo elegido, han encontrado a Cristo. Al comienzo de un
camino hay siempre una señal que pide ser vista allí donde todo hombre vive y trabaja. Los Magos han escrutado
el cielo, para la Biblia sede de la divinidad, y de allí han tenido una señal: una estrella. Pero para comenzar el
recorrido de fe no basta escrutar los signos de la presencia de lo divino. Un signo tiene la función de suscitar el
deseo, que necesita para realizarse un arco de tiempo, un camino de búsqueda, una espera. Es significativa la
expresión con la que Edith Stein describe su camino de fe: “Dios es la verdad. Quien busca la verdad, busca a
Dios, conscientemente o no”.

Un verdadero deseo provoca preguntas. Los Magos, por su parte, encuentran a Jesús porque tienen en su corazón
fuertes interrogantes. Tal experiencia del encuentro con Jesús es, verdaderamente, una provocación para la
pastoral: se impone la necesidad de no privilegiar una catequesis hecha de certezas o preocupada por ofrecer
respuestas prefabricadas, cuanto de despertar en el hombre de hoy preguntas significativas sobre cuestiones
cruciales de la humanidad. Es lo que sugiere un obispo del centro de Italia en una carta pastoral: “Presentar a
Cristo y al Evangelio en conexión con los problemas fundamentales de la existencia humana (vida-muerte,
pecado–mal; justicia-pobreza, esperanza-desilusión, amor–odio, relaciones interpersonales familiares, sociales,
internacionales...), donde se evita lo desfasado entre las preguntas de la humanidad y nuestras respuestas”.
(Mons. Lucio María Renna, O.Carm.)

La respuesta, como nos enseña la experiencia de los Magos, se encuentra en la Biblia. Y no se trata sólo de un
conocimiento intelectual o de un saber acerca del contenido de las Escrituras, como en el caso de los escribas,
sino en un acercarse a ella guiado por el deseo, por la pregunta. Para los Magos aquella indicación contenida en
las S. Escrituras fue iluminadora para cumplir la última etapa de su camino: Belén. Además, la Palabra de Dios les
permitió ver en los sencillos y humildes signos de una casa, del niño con María, su madre, al rey de los judíos, el
esperado de Israel.
Los Magos adoran y descubren en Jesús a aquel que había con tanta ansia buscado. El lector, por un lado, se
sorprenderá por la desproporción existente entre los gestos y dones de los Magos y la humilde realidad que se
presenta a sus ojos; pero, por otra parte, está seguro de que aquel niño, que los Magos adoran es precisamente
el Hijo de Dios, el esperado Salvador del mundo. Y así el itinerario se convierte en itinerario de todo lector que
lee esta significativa historia de los Magos: quien busca, aunque parezca que Dios está lejos, puede encontrarlo.
Aquéllos que, por el contrario, presumen de saber todo de Dios y creen tener asegurada la salvación, corren nel
riesgo de privarse del encuentro con Él. En una catequesis habida en Colonia con ocasión de la XX Jornada de la
Juventud así se expresaba el arzobispo Bruno Forte: “los Magos representan a todos los buscadores de la verdad,
listos a vivir la existencia como un éxodo, en camino hacia el encuentro con la luz que viene de lo alto” Además
la experiencia de los Magos nos enseña que, en toda cultura, en todo hombre hay esperanzas profundas que
necesitan ser saciadas. De aquí la responsabilidad de leer los signos de Dios presentes en la historia de los
hombres.

Salmo 72,1-11

Es un salmo real, compuesto para festejar al rey en el día de su subida al trono. La primitiva comunidad cristiana
no ha tenido ninguna clase de dudas en ver en estas imágenes el retrato del Mesías.
Confía, oh Dios, tu juicio al rey, al hijo de rey tu justicia: que gobierne rectamente a tu pueblo, a tus humildes con
equidad.
Produzcan los montes abundancia, justicia para el pueblo los collados. Defenderá a los humildes del pueblo,
salvará a la gente pobre y aplastará al opresor.
Durará tanto como el sol, como la luna de edad en edad; caerá como lluvia en los retoños, como rocío que
humedece la tierra.
Florecerá en sus días la justicia, prosperidad hasta que no haya luna; dominará de mar a mar, desde el Río al
confín de la tierra. Ante él se doblará la Bestia, sus enemigos morderán el polvo; los reyes de Tarsis y las islas
traerán consigo tributo. Los reyes de Saba y de Seba todos pagarán impuestos; ante él se postrarán los reyes, le
servirán todas las naciones.

Doxología

También nosotros te damos gracias, Padre Santo cuyo nombre es sublime; con el Hijo y el Espíritu Santo siempre
gloria por los siglos eternos.

6. ORACIÓN FINAL

Sí, ¡Amén! Te lo decimos ¡oh, Padre! con todo el corazón sintonizados con el corazón de tu Hijo y de la Virgen
María. Te lo decimos con toda la Iglesia y por todo el género humano. Haz que, reunidos en el amor, después del
“sí” en la hora de la cruz podamos con voz unánime, en potente coro, en silencioso esplendor, cantarlo
eternamente en el santuario del cielo. ¡Amén! ¡Aleluya! (Ana María Canopi)

Amén.

7. PROPÓSITO DE ESTA LECTIO DIVINA

Si tu búsqueda de Dios es sincera, honesta, correcta, no podrás menos que encontrar a Dios. Hoy, en este
domingo en el que Dios se manifiesta como luz de los hombres, pide al Señor “la pasión de escucharlo” con las
palabras de la Beata Isabel de la Trinidad: “¡Oh Verbo eterno!, Palabra de mi Dios, quiero pasar mi vida
escuchándote, quiero hacerme toda docilidad para aprender todo de Ti. Luego, a través de todas las noches,
todos los vacíos, todas las impotencias, quiero estar siempre pendiente de Ti y permanecer bajo tu gran Luz”
(Elevación a la Santísima Trinidad, 21 noviembre 1904)

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