Pura Pintura
Pura Pintura
Pura Pintura
Introducción
INTRODUCCIÓN
El mensaje en la botella
Una de las huellas más antiguas que nos dejaron los primeros hombres, muy anterior
a la escritura, es la pintura. Se trata de pinturas hechas sobre las paredes de las
cavernas.
Hasta hoy, y a pesar de la existencia de medios tan complejos como la fotografía, el
cine, la televisión o la computadora, el hombre sigue pintando, sigue creando formas
y colores en una imagen plana y quieta, lo cual nos indica que la pintura responde a
una necesidad humana, necesidad de expresión, de representación, de comunicación
que no es cubierta por los otros medios. No obstante haberse alejado del lugar
protagónico en la cultura que ocupaba en siglos pasados, y tras los recurrentes
pronósticos de su muerte, la pintura sigue viva.
Antes del saber, antes del pensar, antes del lenguaje, tal vez la conciencia primera de
uno mismo sea la conciencia de ver, de oír, de tocar o ser tocados, de gustar, de oler.
Y de entre todos nuestros sentidos, el de la vista es uno de los más importantes. Yo
soy lo que veo, soy yo viendo. Cuando pensamos en nosotros mismos,
inmediatamente se nos aparece nuestra mirada por sobre lo que nos rodea, sobre lo
que pasa a nuestro alrededor, sobre el mundo, aún antes de comprenderlo. Y el
mundo se nos presenta como un interminable suceder de colores y formas, como
una película sin fin, que nos rodea y de la que formamos parte. Estamos inmersos en
un chorro de luz, que a medida que fluye nos devela colores y formas sin cesar.
Desde siempre, el hombre intentó, trabajando con formas y colores, recrear,
reproducir partes de ese mundo, de lo que veía, sentía y pensaba con respecto a él y
a sí mismo, como una forma de conocerlo, de comprenderlo, de tratar de manejarlo,
de trascenderlo, de mostrarlo, de criticarlo. Algunas de esas recreaciones perduran a
través del tiempo, nos siguen causando asombro, emoción, reflexión. Las percibimos
como algo vivo, que nos sigue hablando al oído o al corazón en el momento en que
las contemplamos y cuyo mensaje permanece vigente a través de los tiempos, y es
por eso que las llamamos obras de arte.
Ahora bien, la pintura se va construyendo sobre la pintura ya hecha, es decir, la
pintura es el resultado del diálogo que el pintor establece con el mundo que lo
rodea, por un lado, y la historia de la pintura, por el otro.
Para esto es necesario saber leer la pintura, es decir, saber ver; el legado de la
pintura no está en los libros, sino en los cuadros.
Los cuadros nos siguen susurrando sus verdades, sus múltiples verdades, que nos
llegan a través de colores y formas, que dan cuenta de ideas, emociones, en fin,
contenidos indisociables de dichos colores y formas. Tan íntimamente imbricados
que si modificáramos un solo elemento, el cuadro sería otro.
¿El hecho de configurar una vanguardia, agrega o quita valor a dichas obras? Creo
que el valor de estas obras está en las verdades que contienen, que el artista
percibió y supo manifestar a través del lenguaje plástico, es decir, es intrínseco a la
obra.
Las obras de arte que nos conmueven lo hacen no por haber formado parte de una
vanguardia, sino por lo que son en si mismas.
Los frescos de Masaccio de la capilla Brancacci nos hablan de hombres y mujeres, de
fe, de maldad, de traición, de compasión, más allá de que el que los mira conozca o
no la circunstancia histórica de que en el momento en que fueron pintados
introdujeran una concepción espacial –la perspectiva clásica-, que los constituye en
vanguardia.
En cada obra está el hombre que la hizo, y en cada hombre está su época. Por eso, y
por cómo fueron hechas, hoy nos siguen hablando.
Entonces, dados los hombres, dadas las épocas, ¿qué nos queda?
Nos queda el cómo, es decir, el lenguaje. Y también queda un resto no analizable, de
lo que no se puede hablar, podemos decir que se trata de lo inefable, que es lo que
reconocemos como hecho artístico.
De lo que si podemos hablar es de su manera de estar hechas, del lenguaje plástico.
El cómo- El lenguaje
Algunas de las imágenes que tengo en mi panel tienen un espacio plano, y las pocas
indicaciones de profundidad, como las direcciones oblicuas, no están
sistemáticamente organizadas, sino que son arbitrarias y contradictorias. No
sugieren tridimensión, no percibimos el espacio en profundidad, simplemente nos
informan que éste existe, como en el caso del códice medieval.
En cuanto al color, las hay prácticamente monocromáticas, las que toman como
protagonista el contraste de valor, es decir el claroscuro, -Rembrant-, así como hay
otras que abarcan el espectro del arco iris –Bonnard-, y cuyos contrastes
protagonistas son de temperatura del color e inclusive de tono del color, a las que
llamamos cromáticas.
Podemos inferir que cada artista, e incluso cada época, a través del estilo dominante,
eligió, dentro del repertorio de formas y colores de que disponía, algunos elementos
del lenguaje que mencionamos –formas abiertas o cerradas, lineales o pictóricas,
tipos de contrastes claroscuros o cromáticos, etcétera.-, en detrimento de otros, con
la finalidad de llevar a buen término su intención expresiva.
Ahora bien, esta elección es un acto de libertad. Libertad que sólo es posible en el
marco del conocimiento, ya que no podemos elegir aquello que desconocemos.
Si consideramos al mundo visible como un mar de colores y formas, el artista sería
una suerte de pescador que tira su red al mar con la esperanza de pescar algo. Ese
algo tiene que ver con su intención, y por eso elige entre distintos tipos de redes. Es
decir, según la trama de la red, podrá pescar diferentes cosas. Desde el punto de
vista de la pintura puede pescar ciertas formas y ciertas relaciones de colores; la
intención está definida en el momento de elegir la red.
Así como el arte es un lenguaje, pero también algo más que un lenguaje, el arte es
intención pero es algo más que intención pura. Dado que está hecho por el hombre,
está constituido por elementos conscientes e inconscientes, vale decir que en la obra
del hombre se cuelan significados que escapan del control del artista, formas que el
artista decidió incorporar y que expresan algunos contenidos evidentes y otros
ocultos, no siempre revelados al autor, e incluso no siempre revelados a sus
contemporáneos, y que fueron percibidos años o siglos más tarde. Hay estilos
completos, como el Manierismo, que en su momento fueron valorados
despectivamente como decadentes y revalorizados siglos después.
También sucede lo contrario; formas que en el momento en que fueron pintadas
tenían un significado particular para los hombres de esa época, es posible que hayan
dejado de ser percibidas de la misma manera con el paso de los años. Es un proceso
similar al que sucede con las palabras de un idioma; por ejemplo; ya no podemos
leer de corrido un texto escrito en el S XVI, porque muchas de sus palabras han caído
en desuso y por lo tanto las desconocemos.
En la pintura, estos cambios de significado tienen que ver con alegorías, metáforas,
símbolos, mensajes, proposiciones, ideales de una sociedad o de una época dada.
El entramado de motivaciones, deseos, miedos, intenciones, ideas, necesidades,
significados que pujan por expresarse le otorga a la obra artística un grado de
complejidad y riqueza que posibilita la multiplicidad de lecturas, la inagotable y
permanente fuerza expresiva de lo que llamamos arte a través de los siglos.
El lenguaje de la pintura
Todo el arte visual está basado en el ver, en la acción de ver. Vemos las formas por el
contraste que tienen entre sí, y ese contraste es de color. En fin, vemos en colores. Y
al ver, establecemos relaciones entre las formas y los colores; los comparamos. Así
decimos: esta silla es más grande que esta taza; ese almohadón es más claro que
esta manzana, ese barco está más lejos que este velero, esa flor está más inclinada
que esta otra, mi lápiz es azul, mientras que el tuyo es verde. Son relaciones de
tamaño, de valor, de tono, relaciones espaciales y de dirección. No son las únicas, y
volveremos a hablar de ellas más adelante.
Los elementos de la materia visual son el color y la forma y las relaciones que se
establecen entre ellos cuando vemos. Los colores y las formas son, de alguna
manera, equivalentes a las letras de un abecedario; las relaciones entre ellos son
equivalentes a las frases, los párrafos en el lenguaje escrito. Sin embargo, el lenguaje
visual no es equivalente al lenguaje hablado. No funciona de la misma manera. Los
signos, es decir los colores y las formas, tienen una gran amplitud de significados, y
son interpretados de manera diferente por las personas. Hay pluralidad de códigos.
Por supuesto, lo mismo puede decirse respecto del lenguaje hablado o escrito, ya
que una palabra, por ejemplo, la palabra silla, remite en cada individuo a una silla en
particular, y aunque la silla imaginada sea diferente para unos y otros, siempre se
entiende que la palabra silla se refiere a un mueble que sirve para sentarse.
En cambio, en el caso del lenguaje visual, la evocación de significados producidos por
formas y colores es mucho más amplia e impredecible,
Sin embargo, debido a que la materia visual se organiza en estructuras de relaciones,
relaciones de diferencia, de oposición y de semejanza, así como a la reiteración de
estas estructuras, es que podemos hablar de un tipo de lenguaje, el lenguaje visual.
Concepto de pintura
El lenguaje de la pintura: forma y color
Forma y color son dos elementos interrelacionados, fusionados, porque el color hace
a la forma y la forma al color. Los dos conceptos están tan íntimamente relacionados
que es imposible separarlos por completo; nunca se nos aparece un color sin forma,
ni una forma sin color. Asimismo, el tamaño de una forma influye en el modo de
percepción del color que posee, así como el color que posee y el contraste a que se
ve sometido modifican la percepción de la forma. Es el mismo tipo de relación que
existe entre forma (entendida como representación) y contenido. Es una relación de
interdependencia. Toda forma tiene un color, y todo color se da en una forma,
modificándose recíprocamente en el momento de la percepción. En la naturaleza son
una sola cosa, sólo los podemos separar especulativamente, para analizarlos.
En toda pintura hay una pintura abstracta, ya sea una pintura informalista (y en este
caso es abstracta en el sentido de no figurativa o no representativa), o si se trata de
una pintura figurativa, en cuyo caso, además de la representación está jugando el
ordenamiento de formas y colores que es siempre abstracto. Además de ser una
mujer desnuda, y sin dejar de serlo, es una relación de colores y formas en un cierto
orden y por lo tanto es abstracta. Con el mismo criterio podemos decir que toda
pintura es figurativa, aunque no representativa, ya que incluso en una pintura
informalista, las manchas de color tienen forma.
Nuestra materia de trabajo en este texto es el juego abstracto de los elementos del
lenguaje de la pintura. Para eso, lamentablemente vamos a usar reproducciones, y
digo lamentablemente porque, coincidiendo con Robert Hughes (crítico e historiador
de arte), “la reproducción en arte siempre es paralizante, mientras que el arte real es
liberador”. También Hughes habla de la presencia de una pintura, que implica su
tamaño, y un asomarse al proceso de ejecución, ambos aspectos que se pierden
totalmente en una reproducción.
No debemos olvidar nunca que la real experiencia de la pintura es cuando la vemos
directamente, en su realidad física.
Pero por el momento, y a modo de ejemplo, vamos a servirnos de imágenes.
Imágenes de imágenes, en las cuales vamos a intentar leer como en un libro la
historia del arte.
Los elementos del lenguaje, forma y color siempre fueron usados con una intención
expresiva, y es esta intención expresiva la que determina ese “cierto orden” del que
hablaba Maurice Denis.
La intención expresiva es, de alguna manera, el hilo en el laberinto. ¿Cómo elegir,
modificar, editar las formas y los colores sin una intención expresiva? Las
posibilidades de selección y de alteración son innumerables.
La intención expresiva es la intención de revelar el carácter esencial de algo con
mayor claridad o énfasis. Incluso entre los pintores realistas, el hecho de elegir un
aspecto de la realidad para ser pintado implica ponerlo en relieve, destacar uno por
sobre otros aspectos.
En función de esta necesidad el artista modifica sistemáticamente las relaciones
entre los elementos de su lenguaje. Relaciones que, como dijimos antes, son de
diferencia, de oposición o de semejanza.
Muchos estudiantes de arte de hoy son reacios a estudiar un modelo, sea éste un
paisaje, una naturaleza muerta o una figura. Sin embargo, este trabajo es
imprescindible.
Cuando decimos que es necesario aprender a ver está implícito que en el hecho de
aprender hay algún tipo de guía. Esta guía puede ser un maestro, un profesor, o los
mismos cuadros de otros pintores, es decir la pintura hecha hasta hoy, y en ese caso
los maestros son los pintores que los pintaron.
En todos los casos, es necesario el modelo para poner una referencia objetiva, donde
las relaciones, ya sean de tamaño, dirección o contrastes, puedan ser reconocidas y
confrontadas por maestro y alumno.
En el caso particular del color, el modelo, además de decirnos qué es más cálido o
más frío, más claro o más oscuro, nos da una organización de cada una de las
dimensiones del color en zonas, nos da el tono dominante, los subordinados, el
acento; los tamaños de cada color y así, nos enseña a elegir, a componer. Del modelo
aprendemos las leyes de comportamiento del color que luego podremos variar a
nuestro antojo, en función de nuestra intención expresiva, pero cuyas relaciones
debemos respetar.
El modelo nos muestra también que todas las formas son abiertas, que en algún
punto de su recorrido el contraste se achica, la diferencia entre la forma y su fondo
desaparece, se hace pasaje, o directamente el contraste se invierte y lo que era, por
ejemplo, oscuro sobre claro se hace claro sobre oscuro, y es allí que la forma se abre
a nuestros ojos.
El resultado del juego de todos los componentes del lenguaje plástico da como
resultado la composición del cuadro. La composición es la manera en que está
organizado el cuadro.
Es un diálogo entre tres puntos de un triángulo: naturaleza, historia del arte, artista.
Como decíamos antes, cada una de las dimensiones del color se organiza en zonas, es
decir en partes, que se relacionan por su tamaño y por su identidad de color en una
totalidad a la que llamamos estructura.
Y lo que es muy importante, estas zonas tienen diferentes tamaños relativos, lo que
da la variedad en la unidad.
Estructura es una unidad total formada por partes que se relacionan entre sí.
Si alguna de las partes no logra relacionarse, es decir, se va de relación, rompe la
estructura. Este hecho se puede ejemplificar con la idea de una escalera en la cual las
distancias entre los escalones son equivalentes; la estructura se rompe si de pronto
la distancia entre dos escalones es significativamente mayor o menor que entre los
demás. Sería casi imposible subir o bajar esta escalera sin tropezarse.
Volviendo al ejemplo de la pregunta sobre el amarillo, es más difícil que dentro del
amarillo entre un negro sin romper el tono, sin romper la zona por contraste de valor
y de tono; lo mismo pasaría con un azul o un rojo en su valor, por el mismo motivo.
Aunque también depende del grado de saturación y del tamaño.
El jardín de la mimosa de Pierre Bonnard. Dentro de la zona amarilla hay muchos tonos, y sin
embargo se sigue viendo como tono amarillo.
No hay reglas fijas; la idea es que las dimensiones del color se comportan como los
integrantes de una ronda; están entrelazados y mantienen entre sí algún tipo de
equilibrio; si tiramos de una de ellos, se nos vienen todas, porque están en relación
mutua.
De todo lo expresado anteriormente se puede leer y concluir que el color se
construye en el cuadro a través de relacionar sus cinco dimensiones, en sus
diferentes posibilidades de intensidad y de tamaño relativo, ya sea que estemos
frente a una pintura que respete el color local o que se aleje de él, privilegiando
algunas de las dimensiones o variables del color, ya sea el valor, el tono, la
temperatura o la saturación, creando en cada caso un tipo de paleta
claroscura, cromática, de tipo fauvista o cromática de tipo impresionista.
Camille Corot
Pablo Picasso
Francis Bacon
Balthus
Afro Basaldella
Lucien Freud
Antonio López García
Anselm Kieffer
Eugenio Daneri
Fortunato Lacámera (1887-1951)
El valor, como el resto de los elementos del lenguaje visual, se define en términos
relativos. Un color no es claro en sí mismo, ni oscuro, sino que es claro en relación a
otro que es más oscuro y viceversa.
Como son términos relativos, que se definen por el contraste o grado de relación con
el otro, cuando uno pinta o dibuja y construye los distintos grises, arma una
estructura, es decir, una totalidad constituida por partes que se relacionan entre sí.
Si se cambia una parte, cambia la estructura, e incluso puede llegar a romperse si se
coloca un valor que no es aceptado por el resto.
En las estructuras de valor hay un valor que es el más claro, y a ése lo llamamos
blanco. Hay otro que será el más oscuro, y entonces lo llamamos negro. Porque
finalmente ¿qué es el blanco o qué es el negro?
No hay un sólo negro, hay muchos; están el negro de la tinta china, el de la brea, el
de la pluma de un cuervo o el del cielo de noche. Hay negros teñidos de rojo, o de
azul, o de violeta. Van Gogh afirmaba que veía más de veinte negros diferentes.
A su vez, el valor que consideramos negro, como el negro más oscuro que podemos
hacer con grafito, pasa a ser un gris si agregamos al dibujo un negro hecho con otro
material como la carbonilla. Es decir, que siempre estamos refiriéndonos a términos
relativos.
Convencionalmente, llamamos altos a los valores claros, bajos a los oscuros e
intermedios a los demás. Generalmente podemos distinguir entre valores
intermedios altos y bajos. Estos valores intermedios son los más difíciles de
reconocer para quien se inicia en la práctica del dibujo y la pintura. En una primera
aproximación se nos aparecen los claros y los oscuros, siendo los intermedios los más
resistentes a ser colocados en su grado relativos de contraste. Sin embargo, son
estos valores, los intermedios los que, en la pintura tradicional, sostienen los dibujos
extendiéndose en la mayor superficie del campo plástico.
El valor, al ser el elemento del lenguaje más importante para percibir las formas, está
íntimamente implicado con éstas, ya que a través de él vemos el resto de los
componentes de las formas, como sus direcciones, sus relaciones de medida menor-
mayor, sus tamaños. Además, el grado de contrastes de valor que una forma tiene
con su fondo, y que cambia a lo largo del contorno de la misma, modifica la
percepción de la misma forma, como podemos ver en casos extremos con gran
claridad cuando el sol aparece desde detrás de un edificio, y parece ¨romper¨ el
borde de éste. Este mismo fenómeno también sucede en las formas que vemos todo
el tiempo, y es lo que hace que veamos asimétricas formas que son simétricas desde
el punto de vista físico. Y esto pasa porque hay contrastes que agrandan y contrastes
que achican las formas. Los valores altos son percibidos como de mayor tamaño que
los bajos.
Así también, y como vemos por contraste, un mismo gris puede verse como dos
grises diferentes según el lugar que ocupe en el campo plástico y los grises con los
que se relaciona; puede percibirse como más claro en la medida que se vea
relacionado con grises más oscuro, así como puede verse como más oscuro si está al
lado de otros más claros que él.
Estructuras de valor
Generalmente con cuatro o cinco grises alcanza para traducir los valores del
modelo, y nuestro dibujo quedará lo suficientemente variado porque, a pesar
de usar pocos grises, éstos están en muy diversas situaciones de contraste los
que hace que veamos más cantidad de valores que grises dibujados.
Recordemos que el contraste de valor modifica a cada uno de los valores que
lo conforman, porque como ya dijimos los valores son términos relativos y
que la percepción de los valores tiene relación con el tamaño de los mismos.
A su vez, el grado de contraste necesario y suficiente para un campo plástico de un
tamaño dado varía en una franja entre un mínimo y un máximo, entre un piso y un
techo.
El grado de contraste es una característica de cada pintor. Hay pintores de grandes
contrastes, como Van Gogh, o en nuestro país, Quinquela Martín, y hay otros de
contrastes más sutiles, como Morandi, o Diomede. Es una característica personal,
como la letra manuscrita de cada uno, pero si el cuadro está bien pintado, los
contrastes, por mínimos que sean son los suficientes para que el cuadro se vea a la
distancia requerida para verlos completos. Y por más grandes que sean estos
contrastes no dejan de ser contrastes de pintura y no contrastes gráficos, de afiche.
En el campo de la gráfica, los contrastes son muy grandes, porque deben cumplir la
función de llamar fuertemente la atención entre un párrago de información visual
que comparte, ya sea con otros componentes de una revista, de un diario, o de la
calle.
Miguel Diomede
Masaccio (1401-1428)
Sandro Botticelli (1445-1510)
Nuestros ojos van a mirar en primer término el mayor contraste, para seguir luego
recorriendo los contrastes de mayor a menor intensidad. Es en base a este principio
visual que ordenamos el recorrido de nuestro trabajo.
Muchas veces se dice que el mayor contraste debe estar en la parte de adelante en
una representación tridimensional, pero esta es una idea esquemática y errónea. El
primer contraste puede ubicarse en cualquier punto del campo plástico, solamente
debemos ser conscientes de que se constituirá en el primer lugar que el espectador
va a mirar y por lo tanto en el inicio del recorrido pictórico.
Esta estructura privilegia la percepción global del cuadro, y por lo tanto las partes del
mismo están netamente subordinadas a la totalidad. En cambio en el Renacimiento
las formas aparecen con mayor independencia y no se dejan subordinar hasta ese
punto al total o a la unidad.
Todo esto está en íntima relación con la intención de cada época, ya que en el
Renacimiento se concibe el mundo como claramente inteligible, mientras que en el
Barroco ya no.
Cada una de ellas es resultado de una concepción del mundo, y en definitiva de una
intención expresiva.
Caravaggio (1571-1610)
Georges de La Tour (1593-1652)
Bonnard en grises
Monet
Monet
Claude Monet
Claude Monet
Pierre Bonnard
En nuestro país la paleta cromática por temperatura fue ejecutada por Martín
Malharro, Ramón Silva, Fernando Fader, Cesáreo Bernaldo de Quirós, Alfredo Lázzari,
Miguel Diomede Raúl Soldi.
Y en nuestro país:
Pierre Bonnard
National Gallery of Art Washington
http://www.nga.gov/
Este camino implica un aumento en el nivel de saturación o intensidad de los colores
y por lo tanto, un espacio plástico más plano; los colores saturados refieren al plano,
ya que tienden a moverse hacia adelante desde el punto de vista perceptivo. Es una
contradicción usar una paleta de tono en un espacio representativo de la
profundidad.
Por otros caminos, otros movimientos llegaron a emplear el contraste de tono como
protagonista de su pintura, como los fauvistas franceses (Henri Matisse, Derain,
Vlaminck) y expresionistas alemanes (Ernst Kirchner, Schmidt Rottluff, etc.) a
principios del S XX.
Los fauvistas, para decirlo de una forma un tanto simplificada y reducida, usan cada
tono en su valor, es decir, usan el amarillo para los valores altos, los rojos o verdes
para los intermedios, y los azules y violetas para los bajos, es decir, que no dejan de
considerar la relación de claro y oscuro, pero la traducen a contrastes de tono. Esto
no es totalmente cierto, ya que modifican el color con blanco y además, como dice
Matisse, reemplaza un fuerte contraste, como el que existe entre una blusa roja y
una pollera negra de una modelo, por otro contraste equivalente, pero con mayor
protagonismo del tono, como el que existe entre un rojo y un verde.
También la pintura de Piet Mondrian es una pintura de tonos, así como gran parte de
la pintura medieval y renacentista primitiva.
Sin embargo, hay diferencias entre la pintura de Bonnard (y algunas de Van Gogh
también), con la pintura del Fauvismo y con pinturas de Gauguin; si traducimos a
grises, es decir, a valor, las primeras, vemos una suerte de nube gris con algún acento
claro y/u oscuro; todos los tonos están llevados prácticamente al mismo valor.
Mientras que la misma traducción a grises de una pintura fauvista o de una de
Gauguin, resulta en una imagen mucho más comprensible; a pesar de perder la
fuerza expresiva del tono, no obstante podemos seguir leyendo las formas sin
dificultad, lo que no sucede con la pintura de Bonnard.
Pierre Bonnard -en grises arriba-
¿Qué significa ésto? Que Bonnard cuando pinta distingue cada una de las
dimensiones del color y las trabaja por separado. El resultado es tal vez una pérdida
de potencia, de impacto de la imagen en relación a la imagen fauvista, al mismo
tiempo que un enriquecimiento en términos de clima..
Vincent Van Gogh -en grises abajo-
En nuestro país Emilio Centurión en su última etapa, Benito Quinquela Martín, Carlos
Torrallardona, Leopoldo Presas y Raúl Russo son algunos pintores que utilizaron esta
paleta.
Gran parte del Renacimiento, sobre todo el SXV y principios del XVI, es también
cromático; su paleta es de tono, pero es el tono del color local o color materia –el
color de los objetos-. Es un camino diferente al de las paletas de tono del SXX: no ha
sucedido aún el Impresionismo, con su contraste de temperatura, no se tiene aún
esa experiencia. No se toma en cuenta la modificación de los tonos por efecto de la
luz o de la atmósfera. Su razón de ser es más simple; sin embargo, no por ello es
menos bella.
Fra Angélico (1395-1456)
http://www.artelista.com/
Otra paleta cromática de tono es la de la Edad Media; los códices medievales y los
vitrales de las catedrales se estructuran a partir de puras relaciones tonales; en este
caso el color es simbólico, no parte de la observación de la naturaleza, como en el
caso del Renacimiento, sino que responde a un orden divino.
Vitral Catedral de Chartres, Francia (alrededor de 1205-1240)
En el S XX, muchos pintores usaron la paleta de tono, como Mark Rothko, o Richard
Diebenkorn y Ronald Kitaj en gran parte de su obra.
La saturación es el grado de intensidad del color. Entre todos los rojos que podemos
ver en una habitación, el rojo más saturado es el rojo más intenso, el más rojo, el que
se nos aparece como el más intensamente rojo. A su vez, de entre todos los tonos que
vemos en esa habitación, rojos, amarillos, azules, verdes, naranjas, violetas, el que se
vea como más puro, más intenso dentro de su tono es el más saturado.
Edouard Vuillard
Interior
www.wikipedia.org
Hay una frase de Pierre Bonnard que dice "El arte de la pintura consiste en aclarar y
oscurecer los tonos sin decolorarlos", o sea, sin que pierdan su fuerza, sin que se
ensucien. Esto se logra a través de la mezcla con el complementario.
Pierre Bonnard
Interior
www.wikiart.org
También un color se puede desaturar con blanco y con negro. Cualquier mezcla,
producto de la cual el color pierda algo de su pureza, de su identidad, implica
desaturarlo.
Nicolas de Staël (1914-1955)
"Ménerbes"
http://www.christies.com/
Algunos colores oscuros, como el azul ultramar, al contrario de lo que cabría esperar,
pueden verse más saturados, más intensos si se lo mezcla con blanco, en una muy
pequeña proporción. Allí parece que el azul es aún más azul que antes, o sea que
visualmente se satura.
Nicolas de Staël
"Le Lavandou"
http://carmenpinedoherrero.blogspot.com.ar/
La saturación, como todas y cada una de las variables de contraste del color, genera
estructura, es decir, zonas relacionadas entre si en diferentes grados de intensidad del
color y en diferentes tamaños.
Johannes Vermeer (1632-1675)
"La lechera"
www.rijksmuseum.nl
La estructura de saturación en total puede ser más alta, más saturada, o más baja, más
sorda, más desaturada o, lo que es lo mismo, menos saturada. La saturación es el
equivalente al volumen en el sonido; puede ir del susurro al grito. También podemos
comparar los niveles de saturación con el volumen de la música; a mayor saturación,
mayor volumen, colores más intensos, más puros; a menor saturación, menor
volumen, más grises.
Pensemos en una pintura de Matisse y en una de Giorgio Morandi; en una Benito
Quinquela Martín o en una de Miguel Diomede; la principal diferencia es la
intensidad de los colores, es decir, la saturación de los colores.
Henri Matisse
"Conversación"
www.wikipedia.org
En cada pintura, ya sea en total de una saturación alta o baja, encontramos que hay al
menos tres zonas: saturada, intermedia y desaturada, en una relación de tamaños
diferentes entre sí.
En las paletas tradicionales, la zona saturada suele ser la de menor tamaño, la que
funciona como acento cromático de la pintura.
El tono que se satura puede ser uno de los tonos que ya están jugando en la paleta, o
bien un tono diferente, que no había aparecido antes.
Pierre Bonnard
"Grande salle á manger sur le jardin"
www.guggenheim.org
André Derain
"Retrato de una joven mujer"
www.chrsties.com
La paleta claroscura tiene, por definición, una saturación relativamente baja;
y el tono saturado comúnmente es usado como acento, es decir, es de un
tamaño pequeño y se corresponde con un tono que está presente, más o
menos quebrado, en toda la superficie de la pintura.
La relación de matiz es la más frágil desde el punto de vista conceptual, porque está
estrechamente ligada a los conceptos de tono y de temperatura.
Es una dimensión débil ya que por sí sola no conforma estructuras de contraste, sino
más bien de pasaje; imaginemos una pintura realizada en distintos matices de
amarillo, desde el amarillo limón hasta el amarillo huevo; probablemente a la
distancia en que el cuadro se ve entero solamente se vea una única superficie
amarilla, con variaciones pero que no son lo bastante notables para generar forma
por contraste.
En la obra de Van Gogh que se muestra más arriba, la forma se ve por contraste de
valor y de tonos (amarillo, verde, rojo, azul)
La variación de matices no implica en si misma un cambio de saturación del color; un
amarillo limón puede ser tan saturado como un amarillo oro.
Pierre Bonnard
"El camino encajonado"
http://www.museothyssen.org/
En esta pintura de Nicolás de Staël vemos entre los tres azules contraste de matiz:
son diferentes azules, o azules de matices diferentes, uno parece provenir del
ultramar, otro del cobalto y el del cielo del cerúleo (por supuesto, habrá que ver la
pintura en directo para afirmarlo)
Richard Diebenkorn
"Ocean Park #79" 1975
http://www.ocma.net/
En esta pintura de Diebenkorn vemos como el campo verde está formado por dos
matices de verde de diferente tamaño entre si.
Miguel Diomede
"El barco" 1950
http://www.arcadja.com/
Una estructura es un todo integrado por partes que se relacionan entre sí. Estas
partes o zonas, están conformadas por diferentes valores, temperaturas, tonos,
saturaciones y matices de color. Es decir, que cada una de las dimensiones del color
forma una estructura, que se superpone a las restantes estructuras de las demás
dimensiones, como si fuera una imagen formada por dibujos en papeles de calco
superpuestos.
Las mismas relaciones de tamaño que ocurren en las estructuras de valor, ocurren en
el resto de las estructuras; las zonas de una estructura tienen distintos
tamaños relativos entre sí, tamaños dominantes o mayores, subordinadas o
intermedios y acentos o pequeños. Todo lo que dijimos acerca del valor es
traducible al resto de las variables del color.
En una estructura de valor, hay zonas alta o clara, intermedia y baja u oscura:
Osvaldo Attila (1934-2006)
Presente, pasado y futuro
es.virtualgallery.com
Con el fin de profundizar en el tema de los tamaños de las zonas de color, es muy
interesante transitar un ejercicio que nos relata Emilio Pettoruti en su libro “Un
pintor ante el espejo” de 1966. Dice Pettoruti:
Emilio Pettoruti
http://www.pettoruti.com/
“Cuando hube hecho varios estudios de color buscando la luz del cuadro, planté
nuevamente mi caballete en la Galería de los Oficios, delante de otro Beato Angélico.
Lo que yo quería esta vez no era hacer la copia del cuadro o de alguno de sus
detalles, sino estudiar el color, sus relaciones y sus armonías a través de sus
cantidades. (A través de sus cantidades relativas, cantidades de superficie de cada
color). Por ejemplo, el cuadro que tenía enfrente, encerraba:
-2 partes de azul celeste brillante, el del cielo
-2 partes de negro disperso
-4 partes de blanco, distribuidos en distintos puntos
-8 partes de grises azulados, los ropajes
-3 partes de verde
-2 de oro
-1 de rojo
-1 de rosado
Tomaba el color en las proporciones más ajustadas en que me era posible y lo
distribuía en mi cartón, empezando por centrar el azul, y luego continuaba con los
otros colores, según mi gusto, respetando sus cantidades.
Ese mismo estudio me servía luego en el taller para realizar otras armonías de
dibujo, de composición y de color, respetando en todo caso las proporciones
encontradas en el cuadro de Beato Angélico.
El resultado eran cuadros que hoy se llamarían abstractos. Con estos estudios afiné
mucho el gusto y el sentido de la composición, y sobre todo, el de la coloración.”
.¿Qué buscaba Pettoruti con estos estudios? La lógica interna del color, las
cantidades relativas, las proporciones del color, los tamaños Si se presta atención a
los tamaños de color, se ve que lo que predomina es el frío, el gris azulado. El color
dominante es frío, el gris azulado. Le siguen el blanco, el negro, el verde y el azul. En
total, 13 partes de frío, 4 de cálidos, y 6 de intermedios, o sea, que considerando la
totalidad llegamos al siguiente resultado:
-dominante frío (13 partes)
-subordinado intermedio (6 partes)
-acento cálido (4 partes)
Si la composición original era armónica desde el punto de vista del color, y Pettoruti
respeta estrictamente las cantidades relativas de cada color, aunque las organice de
otra manera, la composición resultante probablemente seguirá siendo armónica.
Sea cual sea la distribución final o posible de estos colores, la composición resultante
va a ser más armónica que si la proporción de colores no tuviera claramente un color
dominante y un subordinado, en cuyo caso el cuadro tiende a fragmentarse ya que
los diferentes colores compiten entre sí.
En toda pintura, si tiene color, están jugando las cinco estructuras de cada una de las
variables de color, superpuestas, entrelazadas.
Decimos que una pintura es claroscura o cromática según la estructura de contraste
que predomine, que protagonice el cuadro, pero esto no quita el hecho de que las
otras estructuras sigan tomando parte. Si hay color, hay valor, temperatura, tono,
saturación y matiz.
Así como hay una zona dominante, hay también un tipo de contraste dominante. En
general, es mejor intentar evitar decir las cosas dos veces, ser redundante, es decir,
usar dos contrastes (como valor y temperatura) al mismo nivel, ya que de esta
manera la pintura pierde riqueza, excepto que sea una elección intencional, para dar
más énfasis o importancia a una forma. Cuando se usan varios contrastes
simultáneamente para hacer que se vea una forma, se llega a un tipo de contraste
gráfico, no pictórico.